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ALBERTO ZALAMEA Miembro de Numero de la Academia Colombiana correspondiente de la Real Academia Espanola GAITAN AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO Bogota 1999 “... Dio gloria y triunfo a ese cortejo de sacrificados que entre sangre, ldgrimas y fuego, han forjado el bienestar humano...” Gaitan ante la tumba del general Quintero Calderon en febrero de 1919 CAPITULO I Convencer y conducir — La ley moral como “una estética de la conducta” — Aspiracién legendaria ala inmortalidad — El protagonista esencial de la historia colombiana en el siglo XX — Un self-made man perfeccionista — Tantos Gaitanes como colombianos — El hormiguero humano materia prima de la llamada “historia”. S ubi6 los 18 escalones que contaba dia a dia. |Qué ova- ciones las de aquella noche! Si; compensaban el se- guro desvelo, las pavesas mortecinas de unos amaneceres grises y lluviosos, la antesala infernal del ardor gastrico que le martirizaba desde los veinte afios su cotidiano vivir. Su entusiasmo desaparecia entre las incomprensiones, el desinterés, el despecho, los inauditos e indelebles renco- tes, todas esas pequefias y mezquinas cosas en que naufra- gaban los ideales en aquel tiempo de odios y de envidias. ~Como podia seguir? Tenia una ilusion, una gran ilu- sion, Gloria... Temblaba al abrazarla, le corrian las lagri- mas al pensar en un futuro donde él ya no estaria presente para besarla, mimarla, admirarla... pero sobre todo prote- gerla. Era hermosa, como Amparo, pero tan dulce... Ahi ALBERTO ZALAMEA estaba su verdadera resistencia al suicidio... Sus lecturas romanas, la evocacion de sus paseos por los foros, lo lleva- ban muchas veces a la suprema tentacion: desaparecer, como Von Kleist, como Zweig que acababa de suicidarse en Petropolis sellando el fin de la cultura occidental. {Qué obsesion la suya, a todas horas la compara in- saciable, la muerte! Era tal vez por eso que no le gustaba el tragico dulzarrén de Garcia Lorca que Zalamea insistia en recitarle... pero también morir, ahi, en el Senado, como antenoche, en plena embriaguez de la oratoria. jQué bien le habia quedado el retrato de Lopez el insensible! En el hall del segundo piso siguié hacia adelante. Por preferida de Glo- ria caida en el suelo. Como casi todas las noches la reco- gio con uncion religiosa, y acercandose a la nifia la besé en la frente sobre la que se desplomaba una catarata de TIZOS... la puerta entreabierta intuyo la mun Silenciosamente retrocedio y entro a su alcoba. No quiso encender la luz, ese bombillo mortecino al que vi- vian pegandose las polillas. Se desvistio con lentitud, ce- remoniosamente; una a una fue colocando sus prendas sobre la silla que le servia de “solteron” antes de colgarlas en las perchas del flamante closet nuevo, orgullo de Am- paro, su “Israelita”, su inigualable companera. Por qué le gustaba tanto desvestirse poco a poco cuan- do estaba de frac? La blanca, inmaculada corbata, primero; el cuello duro que, una vez atrapado el botén, se disparaba como una flecha hacia cualquier punto cardinal de la alco- GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO ba; el hermoso chaleco, la faja aterciopelada, las mancor- nas de madreperla, toda esa parafernalia —léxico llerista. a Alberto le gusta aparentar una cultura total, que no tie- ne~ iba conformando la simbologia que tanto le atraia des- de nifo y que adoraba exponer en sus discursos. Lenta- mente primero, arrastrando vocales y diptongos, antes del zarpazo leonino o el aullido de chacal acorralado... Asi habia que hablar, que gritar, que confundirse con la masa, que poseerla, ese era el amor... El amor desaparecido. El inconsolable. El amor viudo. .. Otra vez Garcfa Lorca... 50 el Payaso, su 6pera favorita? Nunca olvidaria a Caruso en el disco de la Victor... Asi queria interpretar su papel, su rol de defensor de todos los humildes, de todos los paya- sos de la tierra. El banquete habia sido imponente. Por fin se comen- zaba a entender que era indetenible. Y que un escritor de la categoria intelectual y social de Eduardo Caballero Cal- derén -vastago de dos de las familias mas ilustres de la vieja oligarquia— lo hubiera proclamado como el candida- to liberal por excelencia, demostraba la solidez de sus te- sis... aunque también podia ser una muestra —aprovecha- ble— de la amargura de Swann. jY el engreido de Téllez que creia que él no habia leido a Proust! Esa noche, Gaitan llega tarde a la casa. Esta leyendo Ariel y espera incubar en la madrugada “la idea que ha de surgir al sol del otro dia convertida en el grito que congre- gay la fuerza que conduce las almas”. Eso es lo que, imitando a Rod6, uno de sus auténticos maestros, busca y pretende siempre en su oratoria: con- 8 Auserto ZALAMEA vencer y conducir. Lo que también escudrina y pocas ve- ces encuentra en la literatura. Le aburren las novelas Paisajistas; solo se interesa en las ideas. De ahi su pasion. por Dostoievski. Ahi si hay conceptos, psicologia, algo so- bre qué construir. Algo que le ayuda a pensar la estética de las estructuras sociales, la ley moral como -son palabras de Rodo- “una estética de la conducta”. A Gaitan le gusta sistematizar y organizar. Para enten- der la sociedad -siguiendo muy de cerca a Rodé-lee a Marx, para la psicologia a Freud, para la filosofia a Nietzche —lo que corrobora sus inclinaciones romanticas-, para la poe- sia a Rimbaud. El hombre comun, el hombre cualquiera, esta acos- tumbrado a prever y recordar con fechas calendarias. Di- riase que necesita hitos, mojones, que lo claven a la tierra y marquen sus acontecimientos. Que la tierra primero era el sol- le dé tantas ene vueltas a su estrella-reina y regrese asu punto de partida en lo que llamamos un lapso de un afio, para asegurarnos de que hemos vivido, estamos vi- viendo y tal vez seguiremos vivos en la memoria de los otros humanos. La division del tiempo en porciones gran- des 0 pequefias nos sirve para corroborarnos, como espe- cie, en nuestra aspiracion legendaria a la inmortalidad. De ahi que las etapas que llamamos histéricas —jhilos de Ariana?— puedan ser largas y cortas, aunque siempre las més proximas terminen insertadas en uno de los misterio- sos juegos de cajas del universo, matrioscas rusas, calei- doscopios de Pandora o laberintos del minotauro. Anos, meses, dias, horas, minutos, segundos, constituyen la ur- GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 9 dimbre de la historia, ese gigantesco tapiz de Bayeux don- de todo lo humano se confunde y se confronta, donde el individuo inmerso en la marea colectiva de las sociedades cree nadar o navegar hacia alguna parte distinta a la de la onda eterna que entre paradojales oscilaciones lo arrastra, donde entre equinoccios y solsticios se refugia en la espe- ranza voluntarista de una historia dirigida y construida por él mismo. Atrapado por la red de los conocimientos humanos que van entretejiendo tiempo y espacio entre las arenosas en- crucijadas de la historia, Gaitan consigue ser coherente con- sigo mismo. Esta siempre presente en la urdimbre del desti- no que van elaborando al mismo tiempo sus millones de coterraneos, y en su encuentro definitivo, antes de separar- se sin posibilidad de retorno, deja la huella de su lucha por la justicia y la libertad. Es asi el protagonista esencial de la historia colombiana en el siglo XX y participa en todas sus batallas. Su vida es la vida de todos los colombianos de esta época. Su biografia es la autobiografia de un pueblo. Sus constantes: la guerra, la violencia, la division, el escandalo, la pobreza, pero también la lucha por el progreso y el dere- cho a la esperanza. Por eso los capitulos basicos de la histo- ria de Colombia en este siglo se condensan en temas y pala- bras claves, en encrucijadas donde Gaitan y el pueblo co- lombiano siempre se encontraron: Panama, las bananeras, la iglesia sectaria, el imperialismo intervencionista, el pais politico y el pais nacional, la violencia, el nueve de abril... Los acontecimientos son los mismos, cambian solo las fechas y en algunos cuadros del damero se notan avances gfe) ALBberto ZALAMEA 0 retrocesos de dudosa interpretacion. En 1903, en 1910, en 1929, en 1936, en 1943, en 1948, cada quien habla de revolucion, de rebelion, de complot. El océano, si, recibe ciertas corrientes, unas veces més al norte o mas al sur, en mayor o menor profundidad, pero apenas suficientes para entibiar o enfriar Jas aguas. De maremotos humanos ni hablar. El progreso biolégico es lento. Una revolucion, al fin y al cabo, en el sentido lato de la palabra, es el retorno al punto de partida. Por eso Gaitan no es utopista. Es pragmatico. Con él nace la radio, el medio de co- municacion que necesitan los grandes oradores de masa. Gaitan se amolda prodigiosamente al instrumento. Lo co- noce como ningun otro. Su garganta, garantia de entendi- miento con un publico que en las plazas va repitiendo de fila en fila la consigna del orador, se convierte en su arma de combate. Necesita cuidarla, como los grandes barito- nos. Le teme a los resfrios como su mayor enemigo. Es de los primeros en usar pullovers ingleses bajo las ruanas sabaneras para protegerse de las amenazas paramunas. Y como prevencién importa la gimnasia sueca que practica todos los amaneceres en el Parque Nacional de Bogota Todo se sabe y todo se critica en una capital de apenas 300 mil habitantes. Y a Gaitan no se le perdona nada. Sus ad- versarios de los clubes y de los directorios politicos, se divierten con sus “rastacuerismos” y divulgan con safia todos los detalles, ciertos y ficticios, sobre sus botas ama- tillas, sus polainas, sus chalecos, sus pipas, sus automovi- les, sus menjurjes de huevo crudo y jugo de naranja como garantia para su laringe oratoria AFIA DE UN PUEBLO ll No logran, sin embargo, amilanarlo con la difusion de sus extravagancias. Envidia, responde Gaitan, quien en pocos afios, con fantastica actividad en los tribunales, con- sigue el pequefio capital que le da la independencia eco- nomica necesaria para su propia libertad politica. Mien- tras él maneja un poderoso Buick, que afio tras afio va cambiando como prueba de solidez financiera y gustos modernos, los “nuevos”, Alberto Lleras, Hernando Téllez, Jorge y Eduardo Zalamea, tienen que irse a pie desde los talleres de “El Liberal” hasta sus casas de Chapinero pues no les alcanza para el taxi. En la lucha social, Gaitan es un triunfador. Se ha hecho solo. Es el self-made man perfecto. Podria contentarse con ese reconocimiento que, con ex- cepcion del morbo de algunos resentidos, le hace la socie- dad entera. Pero no: Gaitén —como Bolivar- es de esos seres que tienen desde adolescentes un pacto con la vida. La justicia no es para ellos una palabra hueca. El triunfo individual le tienta siempre. Pero siempre resiste. Hay va- lores éticos, morales, intelectuales que lo llaman desde todos los puntos del horizonte politico progresista. Hay tantas historias como maneras de contarlas. Tan- tas biografias como bidgrafos. Tantos testigos como testi- monios. Tantos individuos como sociedades. Tantos Gaita- nes como colombianos. Gaitan y su muerte existieron, son un hecho, pero el hecho solo nada nos dice, hay que calificarlo. No sirve de- cir que fue, hay que decir qué cosa fue. El historiador fran- cés Henri-Irenee Marrou, recordando a Croce, se interro- gaba sobre el significado que pudieran tener los hechos del 12) ALBERTO ZALAMEA pasado remontandose a las cosas en sf mismas. Al enfren- tar la tarea de escribir la biograffa de un hombre, grande o pequeno segun las clasificaciones de la vieja historiogra- fia, hay que impedir la deformacion y el anacronismo, por una parte, y estudiar la perspectiva ideologica dominante por otra. En Gaitan la coherencia espiritual 0 filosdfica es innegable. La justicia y la compasion humana unifican todo el transcurso de su existencia. ;Como elaborar su biogra- fia, que es al mismo tiempo la autobiografia del pueblo colombiano? Busquemos entradas al laberinto. Sigamos el método de aproximacién a las cosas en si mismas que plan- teaba Marrou ad absurdum. En un momento del devenir universal (a las 13.05 del noveno dia de abril del afio de 1948 del calendario grego- riano) en un punto de la superficie terrestre definido por las coordenadas X de latitud N y Z de longitud E. Greenwich y conocido como Bogota, en un espacio abierto enmarca- do por varios paralelepfpedos, donde circulaban unos dos- cientos individuos machos de la especie homo sapiens, salié de un rectangulo de cemento otro individuo de la misma especie en una trayectoria rectilinea. En el instante t + n mientras los otros presentes oscilaban en posicion de equi- librio, uno de ellos recorrio una trayectoria convergente encontrandose en el punto M con el primer individuo con- tra quien dispar6 un arma de fuego causandole la muerte en pocos minutos. Era la una y cinco minutos de la tarde, el 9 de abril de 1948, cuando el jefe del partido liberal colombiano, el bri- Iante abogado Jorge Eliecer Gaitan, fue asesinado al salir 13 de su oficina en Bogota. El asesino, Juan Roa Sierra, fue linchado por la multitud y su cadaver arrojado a la entrada del Palacio Presidencial. Desde entonces, hace medio si- glo, el pueblo bogotano no deja de conmemorar a su lider. La llegada del “profeta” del nacionalismo latinoameri- cano Manuel Ugarte conmociona a Bogotd el 2 de diciem- bre de 1912. Entre la gigantesca muchedumbre que lo acla- ma en el Parque de la Independencia esta el futuro lider social Jorge Eliecer Gaitan. El pensador argentino reitera sus tesis sobre integracion de América Latina. El 20 de agosto de 1948 el Concejo de Bogota acuerda erigir una estatua de bronce del eximio estadista colom- biano, en cuyo pedestal se grabara esta inscripcion: JORGE ELIECER GAITAN POR LA RESTAURACION MORAL Y DEMOCRATICA DE LA REPUBLICA jA LA CARGA! En la cordillera de nuestra geografia van formandose promontorios, picos, paramos, sabanas, valles, volcanes, rios, lagunas. Sobre ellos circula el hormiguero humano que es la materia prima de la llamada “historia”. ;Cudntos siglos humanos se requieren para la formacién de uno de estos fendmenos naturales? ;Y cuantas generaciones piso- tean al mismo tiempo esa tierra sin dejar huella real de su paso? Pero abandonemos el escepticismo de los divul- gadores de la “nueva historia” y limitémonos a escudrifar bajo el microscopic los ires y venires del hormiguero. jQué pocos momentos aparecen como verdaderamente “histo- ricos”! El tiempo aplana las cumbres de un espacio unifor- 14 Auperto ZALAMEA me y todo va desembocando en los rfos rojos de la violen- cia y la sangre. Lo unico constante es ese trasegar humano que se exaspera cada década: La Regeneracion, la Guerra de los Mil Dias, Panama, la dictadura de Reyes, las Banane- ras, la Violencia, el 9 de abril... CAPITULO II El aio critico de 1918 — El péndulo y la muerte de los dos Roosevelt — El discurso como salvacién individual y colectiva — Los dos enemigos — Césares de tierra caliente — Incomprendido en un pais y una sociedad que instintivamente lo rechazan — La linea de los reformadores colombianos — Los Jorges mdrtires de la aurea historia de Occidente — Primeras conquistas — Una garganta privilegiada al servicio de la justicia — Pragmatico, tecndgrafo, independiente. Hever: entonces de las dos primeras décadas del siglo. Por todo el orbe jefes iluminados concurren a la creacion de la Historia con mayuscula. Los individuos parecen dominar el panorama general. Ninguno se resigna a la muerte. Todos aspiran a la palingenesia, a la resurrec- cion y regeneracion de sus propias ideas. En cualquiera de los calendarios vigentes, el juliano, el judio, el musulman o el gregoriano, la fecha en que el zar de todas las rusias abdica y permite que un publicista de segunda clase, Vladimir Lenin, financiado por el imperio prusiano, pro- clame la revolucion socialista de octubre, esa fecha se con- vierte durante medio siglo en el mito politico de mayor 16 __ AuBERTO ZALAMEA envergadura, capaz de influir sobre todas las generaciones humanas en todas las zonas geograficas del planeta. Tam- bién en Colombia. El miércoles primero de enero de 1919, en su edicion 2.616, “El Tiempo” no vacila en afirmar que “el afio que ayer termino figurara sin duda como uno de los mas in- tensos y trascendentales de la humanidad, como un verda- dero afio critico de esos que marcan el nacimiento y la muer- te de grandes épocas y que se conservan en los anales de la Historia a manera de eternas columnas que sefialan las eta- pas de la marcha del hombre sobre el planeta. Nuestra cer- canfa a los acontecimientos nos ha impedido quizas apre- ciarlos en toda su magnitud e importancia. Solemos apa- sionarnos por las grandes épocas de la Historia, por el apo- geo del imperio romano, por las campatias de César, por el esplendor grandioso del Renacimiento, por la aurora roja de la revolucion francesa, por la epopeya napolesnica, épo- cas a las cuales los siglos dan la necesaria perspectiva y la sencillez grandiosa que las impone al espiritu, y sin em- bargo nada de eso ha sido comparable al choque gigantes- co que se decidié en 1918; a ese conflicto de pueblos nun- ca visto y en el cual quedaron comprometidas todas las conquistas de la civilizacion y todas las energias y fuerzas de los hombres; en el cual se fundio un concepto de la politica universal y de la organizacion de las sociedades y va surgiendo un mundo nuevo como un formidable inte- rrogante para lo porvenir...” Vale la pena seguir el pensamiento de Eduardo Santos, bajo su descuidada retorica donde surge el apasionado GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO Ls humanismo que lo caracteriza: “Meditemos un momento —dice—en ese afio de 1918 que vio el derrumbe estruendo- so y definitivo del mayor poder militar que hayan visto los siglos y la transformacion del mundo. En marzo, abril, mayo, la fuerza teutona daba golpes de titan y parecia in- contenible; en noviembre después de cuatro meses de de- rrotas iba a morir en las clausulas de un armisticio impla- cable que Ilevé las armas aliadas hasta el Rin y desarmo el coloso cuyo aparato imperial cay6 hecho pedazos como el de un Rey de feria. Fugitivos, emperadores y reyes; rugien- te el bolcheviquismo, como fiera rencorosa y hambreada, desaparecido el sacro imperio sobre cuyas ruinas se alzan por lo menos cuatro naciones distintas, Austria, Hungria, Bohemia y Yugoslavia; evaporado el suefio de la Mittel- Europa; libertados los armenios, griegos, sitios y judios del cruel yugo otomano; resucitada Polonia de sus cenizas seculares, y junto a esas cosas, las mas vastas transforma- ciones sociales, la conquista por la mujer de todos los de- rechos politicos y sociales que antes solo el hombre tenia; el inmenso paso hacia una concepcion socialista y colecti- vista del Estado y hacia grandes acuerdos internacionales que preserven la paz y el derecho; la patentizacion del fra- caso de la fuerza agresiva ante la voluntad firme de los pueblos libres; el fin de las autocracias y el triunfo definiti- vo de la democracia en todo el orbe, que como un venda- val ha arrollado los tronos y los monarcas que pretendian ser algo mas que figuras decorativas; el ocaso del Imperio aleman y el fortalecimiento terrible de los paises anglosajones del Imperio britanico y de los Estados Uni- dos, dentro de la civilizacion occidental, y del Japon en el 18 ALBERTO ZALAMEA Oriente que se presentan como los ejes del mundo futuro y los arbitros de los destinos universales. Tal es el cuadro que se nos presenta al concluir ese afio de 1918 que ayer se hundio en el pasado...”. Este es el balance santista que los lectores de “El Tiem- po”, entre ellos Gaitan, hacen como suyo: “Es —remata el editorialista— un inmenso conjunto de sombras y de luces, de esperanzas y de temores, de hechos inmortales, de trans- formaciones de incalculable trascendencia, lo que nos deja ese afio critico de 1918. La guerra que en el término deja pesando sobre el mundo problemas economicos de grave- dad infinita, cargas que abrumaran a los pueblos y anhelos que pueden romper todas las organizaciones sociales co- nocidas hasta ahora. La anarquia con todo su cortejo de horrores y de opresiones domina a Rusia y amenaza surgir entre los vencidos; la tranquilidad capitalista reposa sobre bases muy fragiles y ni en el mas solido optimismo deja de haber un fondo de angustiosa inquietud ante lo que traiga consigo este aiio que hoy empieza. En todo caso saludémos- lo como el de la paz tras de los sombrios afios de la matan- za, como la aurora de una nueva época, que ojala traiga para los pueblos més justicia, mayor equidad, y en la que se dediquen a asegurar el bienestar de los humildes los millones que en el ultimo medio siglo se dedicaron a ar- mara las naciones para la gran carniceria cuyo horror ape- nas si disimulan los laureles del heroismo y la victoria Levantémonos sobre la pequefiez de nuestro rincon andi- no para asomarnos al gran mundo de que formamos parte y que presenta hoy un espectaculo supremamente intere- GAITAN, AUTOBIOGRAFTA DE UN PUEBLO 19 sante: el de un momento decisivo en el curso de los suce- sos humanos”. Santos entiende el proceso de desarrollo pero su opti- mismo y sus buenos deseos superan un andlisis mas pro- fundo. En este editorial, sin embargo, se revela el conoci- miento (jsubconsciente?) de la realidad historica como péndulo oscilante que lleva y trae los acontecimientos. No se han digerido todavia los comentarios de Santos, siempre discutidos con efervescencia y calor en la casa de Don Eliecer y doma Manuela Gaitan cuando llega por telé- grafo la noticia de la muerte del Presidente Roosevelt, que es recibida con jubilo en todo el pats. Desde Facatativa, donde han vivido los Gaitan en épocas de mayores dificul- tades, el Corresponsal de “El Tiempo” se hace vocero de la comunidad y escribe con entusiasmo: Facatativa, enero 7, 1918 E] Tiempo. Bogota. “La noticia de la muerte de Roosevelt, el célebre caza- dor que nos arrebato a Panama, ha sido celebrada aqui con gran jubilo. Todas las casas de la poblacion se encuentran adornadas con la bandera colombiana en sefial de la ale- gria que esa noticia ha causado. Todos los vecinos quedan agradecidos a los Reyes Magos que tan buen regalo nos trajeron este ano” Mas tarde y con escasa caridad cristiana, al conocerse la muerte del otro Roosevelt, en 1945, el 2 de abril, la no- ticia fue también recibida con jwbilo en varios colegios de Ciudad de México, especialmente en el Cristobal Colon 20 ALBERTO ZALAMEA dirigido entonces por los Hermanos Cristianos. Y también. fue aclamada otra muerte, la de Kennedy, por los nifos de Texas, afios después. El suceso, en todo caso, fue analizado friamente por Gaitan en las conferencias que dicté en esa misma locali- dad y en el barrio bogotano de San Victorino, y a las que se refiere “El Tiempo” en nota de enero 31 de 1918. Por aque- Ios dfas ha muerto en Medellin el patricio liberal don Fi- del Cano, uno de los mayores defensores de la soberania colombiana en el caso de Panama. EF] paralelo entre las dos personalidades es obvio. De la desaparicion de Cano se dice que “es uno de aquellos acontecimientos que tienen Ja virtud de conmover a su solo anuncio el alma de todo un pueblo. Porque no hay un rincon por humilde y oscuro que sea en todo el vasto territorio de la Republica, en don- de no repercuta con ecos de unanime pesadumbre la nue- va de la muerte de quien como don Fidel Cano, fue la en- carnacion de las mas excelsas virtudes patricias...”. Al concluir el discurso —cualquiera en cualquier villo- trio en el mas apartado puerto del Magdalena- las gentes se arremolinan en las esquinas. Aquella voz que trae una esperanza legendaria, que se confunde con ellos mismos en una simbiosis que los supera, que es mas biologica que intelectual, tiene el poder de convertirse en mil voces. Por la radio y desde todo el pais se levanta un murmullo, poco a poco transformado en clamor, en grito. No es facil hoy (en los noventas, apenas medio siglo después) concebir la fuerza de aquel mensaje, la conviccion de los oyentes compenetrados con aquella misteriosa garganta, aquel alud, aquel torbellino en que se convertia la voz de Gaitan. GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 21 Era —lo testimonian quienes lo escucharon y todavia tiemblan contandolo— como un ciclon del que se iban des- prendiendo palabras incomprensibles pero beatificas, de cuya repeticion dependeria en un futuro muy proximo la salvacion individual y colectiva. Una vez discutido y comentado por todos hombres y mujeres-, el discurso es la base para la nueva adhesion de los soldados al jefe. Se redacta en tono solemne y se lleva en procesion a la Telegrafia. Alli, el telegrafista esta espe- rando. También el ha oido el discurso y sabe que, ahora, por las ondas eléctricas, comienza a llegar a Bogota la res- puesta del pais entero. En el Capitolio, Gaitan se ratifica en sus esperanzas. Tiene una gran antipatia: la que le suscita la figura de Alfonso Lopez Pumarejo. Mucho mayor que la que le pro- duce Laureano Eleuterio Gémez Castro. Los dos maximos jefes de los dos partidos en que se ha dividido al pueblo colombiano, han estado unidos en la calumniosa campaha contra don Marco Fidel Suarez. Este si que es un hombre. Un hombre del pueblo. Un hombre pobre. Para Gaitan, la pobreza es casi un mérito. Al menos en este caso. Aquellos dos Ilegaran a ser presidentes. Tendran equipos gobernan- tes. El, Gaitan, no necesita intermediarios con su pueblo. Sus ideas son el camino que lleva a la justicia social. Pero frente a él se levanta otro hombre que también cree lo mismo, San Laureano Gomez. Mistico, convencido de su razon absoluta, con el apoyo de todos los santos, sus amigos, ha edificado sobre la piedra de Cristo, un graniti- co imperio politico. Capaz de rectificar al mismo Papa, no 22 Auscrro ZALAMEA le teme a la incoherencia. Viene de ser embajador en Ale- mania, donde ha asistido, entre aterrado y jubiloso, al na- cimiento del Tercer Reich hitlerista, y esta dispuesto a di- fundir la buena nueva: el liberalismo mason no pasar. Es el verbo de moda: en todas partes comienzan a levantarse las barricadas y todos a una, socializantes y fascistas, ase- guran que las suyas son invencibles, y que el adversario no pasara. Aunque al poco tiempo se quiebre el frente de Guadalajara y se rinda, ante el sorpresivo ataque por la retaguardia, la linea Maginot. Laureano se yergue, formidable, espeso, convencido de ser un profeta, un juez, un apostol, duefio del viejo y el nuevo testamento con la ortodoxia en la mano y el verbo iluminado en los labios vacilantes. En las barras corre el rumor: “Habla el Monstruo...” ;Quién esta destinado esta tarde a sus garras? ;Qué reputacién lograra quedar inmu- ne? Una temblorosa fruicion se despliega por el recinto sagrado. Ya veran hoy algunos donde queda la cacareada honestidad liberal. Acaso no la ha denunciado desde hace meses el mismo Gaitan, el otro polo de la oratoria demo- cratica, como lo recuerda don Felipe Lleras Camargo, a quien quiera oirlo, entre el tufillo aguardentoso que cir- cunda su curul principesca. La tactica de Laureano es muy sencilla: en cada denuncia ante el Congreso ulcerado, se pasa de la conjetura a la evidencia. En cada retrato de los irremisiblemente culpables se plantea la autopsia de una patologia apestosa. Las bellas apariencias se desmoronan. Bajo el velo farisaico de los “ideales politicos” se esconde el interés economico. Y nadie resiste a la diatriba desde el 23 GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBL nuevo Aventino conservador. Solo un senador costeno, Ani- bal Badel, hace saber que defendera su honor con las ar- mas si es necesario. El tono, el estilo y la direccion de la calumnia se transforman. El valor no es ciertamente atri- buto del profeta bogotano. Sf tiene, en cambio, el desarro- Ilado instinto de conservacién del animal politico. Es una fiera, pero una fiera prudente. Gaitan ha sido ministro de Lopez, pero por apenas unos meses. No se aguanta (ni le aguantan tampoco a él sus -impertinencias) el tono lopista de gentleman britanico que domina en los consejos de ministros y en las tertulias del Palacio de Narino. La modestia de Gaitan -oculta por su arrogancia ante los poderes— no acepta el exhibicionismo presidencial. Es sabido que no gusta del bao en la alberca de Las Monjas, donde Lépez suele lanzarse completamente desnudo, mien- tras los ministros después de espantar a las sefioras con el anuncio de la llegada del Senor Presidente, quien baja en bata los escalones que lo conducen a la pileta— anotan sus ultimas ocurrencias para el proximo discurso. A Gaitan, austero, comedido, estoico como Marco Aurelio, estas ino- centes y pacificas escenas de Césares de la decadencia no le entusiasman. Enemigo de la chanza, la ironfa y el escepticismo roe- dor, ve mas el aborregamiento que el brillo en las gentes de tertulia que hacen de la critica sistematica su wnica razon de ser. En el fondo se siente incomprendido en un pais y una sociedad que instintivamente lo rechazan, pues ven en él Ja encarnacion de una modernidad cercana y fatal, 24 Aussxro ZALawea gravida de misteriosos peligros, que le acarrea ademas el odio irremediable y sin causa de muchos linajudos perso- najes. Se siente vivir como vive y madura una planta, es un proceso organico al que hay que irle agregando todos los dias los ecos de genio y santidad que surgen de su diario dialogo con las voces de la historia. Nace Gaitan en medio de la agitacion bélica, politica, intelectual de la guerra de los Mil Dias, cuando se clama en todos los bandos “por echar un puente sobre el abismo que separa entre si a los liberales y conservadores de Co- lombia”, segun lo expresa en 1898 el jefe del conservatis- mo Carlos Martinez Silva; y muere asesinado medio siglo después, en 1948 -victima de la misma violencia religio- sa—abriendo asi la ultima guerra civil liberal-conservadora de nuestra historia Pertenece Gaitan a la linea de los reformadores colom- bianos: el Gran General Tomas Cipriano de Mosquera, que acaba de morir hace veinte anos; Rafael Nunez; y Alfonso Lopez Pumarejo. Nombre predestinado, San Jorge y todos los Jorges martires que pueblan la historia aurea de Occidente lu- chan por la justicia, enfrentan a los dragones de la maldad, combaten contra barbaros y turcos, son los modelos con su flamigera espada de los grandes escultores florentinos como Donatello y de los pintores de la iglesia de San Fran- cisco, donde muchas veces habra de guarecerse de los agua- ceros bogotanos en su nifiez. UTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 25 Festejar el dia de su santo patron, el 23 de abril, no es lo corriente en las costumbres de aquellos tienpos. La fiesta es el dia del cumplearios y esta otra celebracion puede pa- recer ins6lita. Sin embargo, para doa Manuela, la madre, esta es una oportunidad mas de abrazar al hijo predilecto y de insuflarle una nueva leccién. Aunque dofia Manuela no cree a pies juntillas en los mandamientos de la astrologta (por esos dias representados por la pitonisa Mariana Madiedo) la configuracion de las constelaciones en el dia del nacimiento y luego (pero esto ya es solo atribucion de los supervivientes) en el dia de la muerte, puede revelar —le ha dicho la gitana— la fuerza vital irreductible donde se resuelven, después de nacer y morir en dependencia reci- proca, todas las incognitas del universo. El medio siglo de la vida de Gaitan ve sucederse algu- nos imponentes avances: se reconocen en la teoria la liber- tad de pensar y la libertad economica, y se conquista (siem- pre en la teoria) el derecho al trabajo. En este progreso, la cooperacion de Gaitan es indudable, pero los adelantos pragmaticos no lo satisfacen completamente, no consiguen apaciguar su conviccion de que solo un huracan social puede renovar y transformar las estructuras caducas de un pais que, si bien ha avanzado, sigue muy lejos de las metas revolucionarias que él considera necesarias. Siente que la historia es hecha por los hombres, siente la historia, es la historia... El entierro de Olaya Herrera que ha muerto en el Vaticano como embajador ante la Santa Sede~ conmueve al pais entero. Desde el descendimiento del catafalco en 26 Aupenro ZaLAwea Barranquilla, hasta donde lo ha traido un gigantesco tran- satlantico, masas ingentes rodean el cadaver del “mono” y el avance de un metro es como una inefable conquista a la eternidad. La historia colombiana se presenta en esos dias como una larguisima sucesion de entierros y los mas vie- jos —aquellos que alcanzaron a saludar al Libertador— evo- can los nombres de Bolivar, Sucre, Arboleda, Uribe Uribe, Gonzalo Bravo Pérez... La magia de la elocuencia lo cautiva desde nino. Es frecuente encontrarlo ante el espejo ensayando el gesto viril con que habra de acompanar el grito. Le son familiares los nombres de César Conto, Rojas Garrido, el Indio Uribe, Antonio José Restrepo, Rafael Maria Carrasquilla. En la contraposicion de clasicos romanos y romanti- cos girondinos, Gaitan realiza la sintesis mas acabada, y poco a poco va haciendo de su oratoria y de su docil ins- trumento, su privilegiada garganta, una auténtica ciencia, Gaitan, que sabe unificar ética y estética, es un buen administrador de si mismo y de sus facultades fisicas. Ex- celente deportista, es el primero en importar y practicar la gimnasia sueca, y son diarios sus trotes por el Parque Na- cional en Bogota. Su hija Gloria recuerda que muchas ve- ces lo esper6 —hasta el 7 de abril de 1948, pocas horas an- tes de su asesinato- mientras el corria. Es también un buen administrador de sus bienes y a pesar del poco tiempo que puede dedicarle a sus negocios personales, es capaz de ha- cer prosperar una de las primeras cadenas de farmacias —“La Veneciana”— que funcionan en la capital. No hay li- ITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 27 bertad politica -suele decir— si no se tiene libertad econo- mica. Y le entusiasma también el baile, un tango, un vals, un bambuco, cuyos pasos ha aprendido con el maestro de toda Bogota: Alirio Caycedo Alvarez. Era también un amante de la tecnologia contempora- nea, un perfeccionista que adoraba los coches ultimo mo- delo no solo por su linea “ultramoderna” sino por su cali- dad mecanica. La legada de uno de sus Buicks o de uno de sus Lincoln, fue siempre un acontecimiento, que lo cele- braba en familia, al mando del volante, con un paseo en los alrededores de la ciudad 0 una salida, en fin de semana, a tierra templada, Villeta o Sasaima. Hay una oligarquia -resulta evidente con la simple lec- tura de los apellidos “ilustres” que desde Santander y los Azuero dominan la escena politica, econdmica y social del pais—, pero curiosamente los presidentes que dirigen y re- presentan ese estamento oligarquico surgen de la entrana popular y campesina. Es el caso de don Marco Fidel Sua- rez, del “mono” Olaya Herrera, del doctor Eduardo San- tos, y casi del “negro” Gaitan, todos “ecos de la raza triste” mayoritaria por aquel entonces en el pais. Al cabo de los anos, las reformas se consiguieron, aun- que solo paso a paso, “sin prisa pero sin pausa”. Las ideas triunfaron transformandose. Y la historia llego, con segu- ridad pero tardiamente. Un proceso en el que Gaitan sufrié la mas impune cam- pana de calumnias que recuerde nuestra triste historia. CAPITULO III Matrimonio en facis Ecclesiae y bautismo solemne -— La vida cotidiana en 1898 — La “desventurada cuestion de las elecciones” — La defensa de la libertad de prensa — Una pluma de oro para Fidel Cano — Fin de la dominacién hispana en América — “La humanidad esta de fiesta” — En el cementerio y ante la tumba de Silva. E 16 de julio de 1895 se casaron, “previos los requisi- tos en derecho necesarios” y por el rito catélico en la Parroquia de Las Cruces de Bogota, capital de Colombia, los ciudadanos Eliecer Gaitan Otdlora y Manuela Ayala, viuda de Domingo Forero. Dispensadas las moniciones por el Ilustrisimo Senor Arzobispo, el Presbitero Sefior Dr. Abundio Plata, presen- cio y bendijo el matrimonio que in facis Ecclesiae contrajo Eliecer Gaitan con Manuela Ayala, siendo testigos y padri- nos: Alejandro Gonzalez, Ramona de Acevedo, Miguel Es- pinosa y otros. Fue en este hogar donde nacio el 25 de enero de 1898 el ninio Jorge Eliecer, bautizado “solemnemente” por el Pa- rroco Eduardo Maldonado el 12 de marzo de 1898 en la 30 Atserto ZALAMEA Catedral de Bogota como “hijo legitimo de los Sres. Eliecer Gaitan y Manuela Ayala: abuelos paternos Francisco Gai- tan O. y Maria del Rosario Gaitan; maternos Ramon Ayala y Candelaria Beltran. Fueron padrinos José Maria Lascarro y Erminia Berti”. Apellidos todos castizamente bogotanos, “rolos” como se les llamaria medio siglo después. Y todos vinculados a las luchas ideales y sociales del pueblo colombiano, como artesanos, maestros y soldados. La vida diaria bogotana en 1898 esta compuesta de in- numerables atracciones. Al fin y al cabo “el progreso”, es una realidad que va subiendo a través del rio Magdalena, la espina dorsal del transporte, y que ya nada puede dete- ner. Las noticias publicadas en los numerosos periédicos son un ejemplo de lo que es -y seguira siendo- la urdim- bre del acontecer cotidiano. La Emulsion de Scott sigue en la primera linea de los “avisos” que preocupan a la ciuda- dania. Y naturalmente la apertura de matriculas en el cole- gio de las seforitas Esguerras que imparten instruccion hasta el grado de institutoras. La aritmética, sin embargo, requiere algo mas. Lo pro- pone el profesor Isaac Florez, en su importantisima obra “Aritmética Practica”, ideal para solucionar los problemas de los profesores Rueda, Carrasquilla y Ritt. El autor ase- gura ademas, que no emplea “sino las cuatro operaciones de ntimeros enteros”. El ejemplar cuesta solo ochenta cen- tavos y se encuentra en la Librerfa Colombiana, en la del sefior Santiago Bayon y en casa del autor, en Caqueza. Un GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 31 consuelo ante las matematicas se puede encontrar en la cerveza negra Tivoli, en el chocolate Chavez y en el elixir de Kola y coca, “tonico regulador del corazon y excitante del vigor cerebral, muscular, que levanta las fuerzas agota- das, ya por enfermedad como por excesos de cualquier naturaleza”. El frasco de semejante elixir cuesta 24 reales. Al mismo tiempo, la policta “esta recogiendo los men- digos que andan sueltos por las calles”. Se anuncia tam- bién la apertura de matriculas en la Universidad Republi- cana, con los profesores Diego Mendoza y Antonio José Iregui y en el colegio del doctor Araujo. Por otra parte, esta abierto el Salon de Epifanio Garay, maestro exaltado por la critica que lo clasifica -tras elogiar sus retratos de José Triana, el Padre Barres y don Manuel José Pardo- “mas pintor de almas que de cuerpos”. La politica es obviamente inquietud general. La guerra de Cuba, la presencia de la marina norteamericana en las Antillas, la campana electoral son temas fijos en la tertulia y en la prensa. El 8 de febrero, “La Cronica” refleja un estado de animo: —“Creemos que privadamente los sefio- res Sanclemente y Marroquin no valen mas que el sefior Caro, asi no hay que esperar que su gobierno bajo las mis- mas influencias y el mismo sistema vaya a ser mejor que el actual, por virtud solamente de la respetabilidad de los can- didatos. Funesto error, tan tirano fue Claudio como Tibe- Tio, y los cristianos tuvieron que sufrir lo mismo bajo Dio- cleciano o Nerén que bajo Matco Aurelio. E] ideal del tira- no “bueno” es una utopia cuando no una peligrosa ilu- sion”. El] mismo dia el maestro Valencia, que acaba de pu- 32 Avserto ZALAMEA blicar el poema de “Los Camellos”, es robado en la esta- cin del Ferrocarril de la Sabana, donde “un habilisimo ratero —segun el cronista— le pill6 su reloj y su pendiente”. En 48 horas, para pasmo general, la policia encuentra el aureo reloj y lo devuelve a su legitimo propietario. Los li- bros de texto siguen siendo noticia. Ahora esta de moda el “Libro de Lectura” de Serrano y Canal, al parecer “el mejor método conocido” y en solo un peso. Se vende en la im- prenta de Medardo Rivas. Desfalcos, monopolios indebidos, ins6litos arrenda- mientos de las rentas publicas, extrafias operaciones finan- cieras, contratos sospechosos, amenazas a la libertad de expresion, salpican el panorama politico y “La Cronica” remata en su edicion del 23 de febrero: “Es tiempo de que el pais medite formalmente en la desventurada cuestion de las elecciones. En esta farsa ya nadie cree; su descrédito ha Negado a tal punto que hablar de ello formalmente acusa falta absoluta de seriedad. Para que sostener una mentira tan burda y costosa...”. Y agrega el 6 de marzo: “La in- fluencia del Gobierno en el problema monetario ocasiona perturbaciones incalculables. La absoluta paralizacion de los negocios que hoy presenciamos en el pais, la creciente angustia por lo elevado de la rata del descuento, la caren- cia de capitales que quieran colocarse a interés, son el mas elocuente argumento en favor de la necesidad de una re- forma que quite al Gobierno y devuelva al libre juego de la industria la regulacion de los cambios. Si aumentamos a la pobreza del pais y a sus naturales dificultades para movili- zar los articulos de comercio, los monopolios, la caida del GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DEUN PUEBLO ee café y la falta de libertad en la estipulacion de las monedas, no tenemos porque sorprendernos de la decadencia y pos- tracion que todos palpamos y de la miseria que nos ame- naza para lo porvenir...”. Seis meses de suspension de “La Cronica” y la apari- cion de “La Opinion Publica” son el resultado de esta criti- ca. En la misma edicion, el editorialista saluda la presencia en Bogota del “inteligente joven D. Enrique Olaya H., di- rector de “El Soldado Cubano” de Guateque”. De quien sera el futuro y primer presidente liberal del siglo en 1930, dice el diario: -“El joven Olaya desde muy nifio ha dado a conocer los nobles sentimientos que abriga con la publica- cion de “El Patriota” periédico manuscrito que el redacta- ba. El aprecio y la defensa de la libertad de prensa se con- cretan en una suscripcion de cinco centavos (y solo entre liberales) para obsequiarle una pluma de oro a Fidel Cano.” “Aplaudimos efusivamente la idea —dice “La Opinion Pu- blica” el 29 de marzo- y la secundamos. Justisima es esa ligera muestra de admiracion y de carifio por el eminente escritor, brioso adalid de nuestra causa, a la cual ha consa- grado lo mas noble de su vida y de su obra”. Por esos mis- mos dias comienza a circular, gracias a la Libreria Colom- biana de Camacho Roldan y Tamayo, una obra de singular importancia: el primer tomo —dos pesos con veinte en ruis- tica- de “Les criminels dans lart et la literature” de Enri- co Ferri. Un ultimatum norteamericano al gobierno de Madrid consagra el fin de la dominacion hispana en América. Sin entender las consecuencias de la notificacion estadinense, 34 Auperto ZALAMEA el editorialista de “La Opinion” se imagina interpretar al universo y escribe con énfasis imprudente e incauto: “La humanidad esta de fiesta, de fiesta grande, fiesta de gala, fiesta que ofrece al mundo la poderosa patria de Washing- ton, Lincoln y Garfield”. Y que volveria a ofrecer, con la desmembracion de Pa- nama, en noviembre de 1903. A su vez, la noche del mar- tes 26 de abril, el general Rafael Reyes y su senora obse- quian a sus numerosos relacionados con un espléndido sarao. Un mes después, en mayo, sera el momento de Ia peregrinacion a la tumba de José Asuncion Silva para con- memorar dos afios de su muerte. Asisten Baldomero Sanin Cano, Evaristo Rivas Groot, Valencia, Tirado Macias, Ra- mitez y Uribe. Todos recitan. GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 35 CAPITULO IV La Guerra de los Mil Dias — La violencia, principal caracteristica del alegre pueblo caribe constituido como “Nacion colombiana” — La mas reciente desgracia — Acaeceres de un 20 de julio — Hacia “el despotismo conservador-clerical” — Las corrientes sociales superio- res a la voluntad del individuo — Una vasta conspiracion. L a “guerra de los mil dias” se prolongo en los campos y veredas de todo el pais, con mayores 0 menores lineas estadisticas, hasta convertirse en la guerra de los cien mil dias que todavia en 1999 seguia padeciendo Colombia “sin pausa y sin prisa”. En el siglo X1X los historiadores compilaron ocho guerras civiles generalizadas, catorce gue- tras civiles departamentales, dos cuartelazos, y dos gue- tras internacionales. Estos conflictos armados fueron a su vez catalogados por los idedlogos del socialismo criollo como guerras sefioriales, guerras federales y guerras popu- lares. En todo caso plastificaban el ambito en que surgia y se desarrollaba la conciencia ciudadana impulsada siem- pre por una violencia que parecia ser la principal caracte- ristica del alegre pueblo caribe que, unido a la malicia in- digena de los pobladores de la altiplanicie y al bélico des- 36 ALserto ZALAMEA enfado de las gentes de Extremadura, se habia constituido como “nacion colombiana’” en el rincén de esquina de Suda- mérica. De ahi que las llamadas noticias casi nunca fueran buenas en las casas de los bogotanos de entonces, donde se repetia el tragico dialogo macbethiano: —;Cual es la mas reciente desgracia?— La que data de una hora es ya tan an- tigua, que olvida la que anuncia, pues cada minuto trae una nueva. Es lo que piensa, y lo dice en las conferencias del Tea- tro Municipal en 1929, el lider, el basilisco conservador, Laureano Gomez. Es lo que padece también el otro lider, el profeta de los nuevos tiempos “liberales”, Jorge Eliecer Gaitan. Enfrentados en el ambivalente escenario de la his- toria son los dos protagonistas fundamentales del largo capitulo —medio siglo— en que el ruido y la furia faulkne- rianos seran los condimentos del horrendo caldero en que las brujas del devenir preparan la tragedia nacional. Opera italiana en el Teatro Colon, conciertos y zarzue- la en el Municipal, saraos, carreras en el hip6dromo de la Gran Sabana, rumores y bolas politicas sobre presuntos complots, hacen de Bogota una micro-metrépoli dispuesta acelebrar un nuevo 20 de julio, dia de la patria, con salvas de artilleria en la Plaza de Armas 0 de las Cruces, exposi- ciones en la Galeria del Palacio Municipal, recepcién en el Palacio de San Carlos, encierros de toros al estilo nacional y corridas a la usanza espajiola, peleas de gallos, fuegos artificiales y solemnes tedeums catedralicios, un nuevo aniversario de la Independencia el 20 de julio. Los respon- sables de las festividades son los miembros del Concejo GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 37 Municipal y representan los mismos linajes de hace un si- glo: son los dones y archidones D. Carlos Uribe, Enrique de Narvaez, Juan N. Mateus, Rafael Cardenas Pineros, To- mas Rodriguez Pérez, Marceliano Vargas, Aristides Fernan- dez, José Ignacio Barberi, Eduardo Espinoza Guzman, Inocencio Madero, David Pontén, Luis Rubio Saiz, Loren- zo Marroquin, Joaquin Molina, Cristino Gomez, Aparicio Saavedra, José Antonio Rios, Santiago Uribe, Antonio Diaz Cortés, Angel Maria Zalamea, Vicente Castro Amado, Abel Paul, Joaquin de Miers, Julian Lombana, Vicente Manrique Cuenca y Jenaro Guerrero. In vino veritas. Las fiestas revelan la verdad de cada cual. La ciudad se divide en dos. De la calle Real hacia arriba, la vida -segtin un cronista~ “es burocratica, oficinesca, angustiosa, pensante, refinada”. Las Cruces, en cambio, y aun en épocas de normalidad y paz, tiene su sello de especial agitacién... Dirfase un perenne hervidero de violentas pasiones. “Nada de cultura ~exclama el escri- bidor-, nada de refinamiento: agitacion, nada mas que agi- tacién... Concurrencia numerosisima, casi inverosimil, de todos los sexos y de todos los gremios. Como se ha realiza- do alli el ideal democratico por el fuego de las pasiones. La igualdad y la fraternidad han sido una verdad absoluta. Alli solo la hermosura se ha impuesto y es el unico blason ante el cual se han descubierto todos, republicanos y na- cionalistas, ricos y pobres, buenos y malvados, como diria el doctor Nunez... En este dia la Bavaria repartio cerveza; la Compaiiia Americana de Traccion y Expreso pan y ramos de flores; se 38 oo Auperto ZALAMEA mataron tres novillos y se repartio la carne al pueblo... Seguin se nos informa —concluye la nota de “La Cronica”— las fiestas han sido prorrogadas hasta el lo.” Una noticia posterior, publicada el 28 de julio, senala que “con motivo de las fiestas en Las Cruces, multitud de sirvientas alzaron el vuelo de las casas, asi es que se ven por todas partes mozos de cordel, trasteando petates...” Traslados que anun- cian el inicio de la revolucion social que habra de desarro- llarse durante todo el siglo que esta a las puertas. La “cuesti6n italiana” -el caso Cerruti que produce la presencia ante Cartagena de la escuadra italica decidida a cobrar la deuda del antiguo aventurero piemontés— con- mueve a la ciudad. “Abajo los macarroni”, “Mata un Italia- no”, son los slogans que se convierten por muchos dias en el grito y la pedrea de los agitadores que atacan las casas y comercios de los Ranieri, Lombardi, Codazzi, Benincore y Venturoli y las habitaciones de los sefores Marco Fidel Suarez y Miguel Antonio Caro, aunque hay también quien se preocupa por la suerte de Emile Zola y su “Yo Acuso”, en defensa de Dreyfus. La vida social de la ciudad bautizada generosamente por el argentino Miguel Cané como “la Atenas Sudameri- cana”, registra el domingo 21 de agosto el matrimonio del sefior Felipe Lleras y la senorita Sofia Camargo. Los futu- ros padres del futuro Presidente Alberto Lleras, son salu- dados como jovenes de “antiguas y respetadas familias de servidores publicos muy estimados en esta sociedad, que hace votos por su dicha”. GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DI Circula también una curiosa invitacion social proce- dente del primer magistrado de la Republica: “José Ma- nuel Marroquin saluda atentamente al senor - y lo invita a una reunion de amigos que se verificara en el Palacio Presidencial hoy a las 7 p.m. y que tendra por obje- to emplear 3 o 4 horas en no hablar de politica. Sept. 6 1898”. Y el informante de “La Cronica” agrega: “La mane- ra afable como el Sr. Marroquin recibio a sus amigos y el hecho mismo de fomentar esas reuniones en que se pres- cinde no solo del criterio de circulo, sino aun del de parti- do, muestra bien claramente la distinta nocion que él tiene del puesto que ocupa, en comparacion con la de algunos de sus antecesores de silla. El Sr. Marroquin no quiere de seguro que se le considere lider de ningun partido, sino Presidente de Colombia, al menos socialmente hablando... y se esfuerza en borrar esas lineas de separacion que han impuesto las malas pasiones, la barbarie y el odio...” Pero la politica sigue desarrollandose de todas mane- ras. Los liberales se preguntan si los conservadores, enso- berbecidos con su poder, no olvidaran sus programas y sus promesas y volveran a establecer el absolutismo. {No ten- dremos a la larga un despotismo conservador clerical? “La Cronica” del 27 de octubre del 98 confiesa que “a primera vista no parecen completamente infundados tan sombrios pronosticos. La larga noche de la Regeneracion ha vuelto timido al pais y mas que timido lo ha vuelto pesimista, receloso. El miedo de volver a perder la escasisima libertad que hemos conquistado es superior al placer de disfrutar- la. Por otra parte, los tradicionales odios de partido, el con- 40 ALBERTO ZALAMEA flicto de intereses entre dos grandes colectividades que as- piran con grandes derechos a gobernar el pais, la falta de educacion politica de las masas de uno y otro partido, todo esto da apariencias de razon y de verdad a los funestos augurios. Sin embargo una apreciacion mas amplia de las corrientes de opinion que hoy privan, sin duda hace que se tenga mas confianza en la bondad de los resultados ob- tenidos por el esfuerzo de los republicanos contra el abso- lutismo. Pueden muchos conservadores aspirar al predo- minio exclusivo de su colectividad, pueden abrigar ideas de exclusion y atin de persecucion contra los liberales; esos muchos pueden ser las noventa centésimas partes de su Partido. “Pues bien: las circunstancias seran superiores a su egoismo; Colombia no retrocedera un paso hacia los dias oscuros de la Regeneraci6n. Sin saber como, sin quererlo, las Administraciones pasadas han sido mis eficaces para combatir las ideas que inspiraron a los constituyentes de 1886, y a los legisladores posteriores, que la mas brillante propaganda de catedra, de tribuna o de prensa. En 13 aos Colombia ha aprendido mucho; nunca como hoy fue mas. verdadero aquello de que la escuela de la adversidad es la mas profunda de todas, que el dolor es el supremo maes- tro, “que el destino de la humanidad es progresar pade- ciendo” como dijo Cantu. “Las corrientes sociales son superiores a la voluntad de este o de aquel individuo, llamese Presidente de una Naci6n y Director de un Partido. ¢Quién nos hubiera di- cho cuando 21 conservadores adoptaron un programa cer- ‘AN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 41 cano al liberal que habian de arrastrar a todo un partido en esa corriente? ;Es de creerse que si la sola fuerza de una idea ha hecho tal camino cuando no contaba con opinion, haya de detenerse o de retroceder cuando ya la sustenta una inmensa masa? ;Es presumible que un pais que cerr6 el paso a la reeleccion de un gobernante que contaba con ejército y billetes a discrecion, vuelva mansamente a do- blegarse ante un yugo ominoso, y desprestigiado por la derrota que padecio una vez? Cuando, aprovechando el cansancio producido por las epopeyas de la Revolucion y del Imperio, volvieron los Borbones a Francia impuestos por las bayonetas extranjeras, quisieron ciegos y obceca- dos, borrar la historia y regresar al antiguo régimen. Vana ilusion, el pueblo, el alma nacional, se habia transforma- do... y los Borbones cayeron...”. Temas como este eran desarrollados en las tertulias y salones, en escuelas y periédicos. Y muchas veces los mas entusiastas eran mujeres... Entre otras, escritoras y maes- tras como dona Soledad Acosta de Samper, dofia Manuela Ayala de Gaitan y dona Maria Gooding de Rojas. Para ellas, por ejemplo, la causa, la libertad o la conde- na de Dreyfus y Zola es un problema personal. En los salo- nes bogotanos se sigue el proceso del siglo con apasionado interés. Casi el mismo que se otorga a las plagas y epide- mias que aquejan a la ciudadania y, contra las cuales ya solo valen las solemnes rogativas que en la Iglesia de Santa Barbara conmueven a una sociedad cada vez mas afligida por las pésimas condiciones de higiene y salud a que la condenare servicio de agua impotable y la suspension del 42 Auperto ZALAMEA aseo publico motivada por el déficit fiscal. Lo que sin em- bargo no inhibe a los “aristocratas” capitalinos en sus fre- cuentes banquetes, donde lo usual son los encurtidos, los champifiones, las puntas de esparragos, los huesillos de sardinas, los petit pois, los pimientos dulces y las trufas que importa el almacén de Agustin Nieto. Pecados de gula y goloseria que el Padre Almanza, Capellan de San Diego, absuelve en la misa que para evocar la fiesta de San Fran- cisco de Asis celebra el sabado lo. de octubre. La reapertu- ra de los parques hasta las nueve de la noche y la reanuda- cion de las retretas de la banda municipal, son buena noti- cia y comentario positivo de los circulos sociales. En la ultima semana de octubre se produce un inglorioso regreso del Presidente titular. El doctor Sancle- mente es recibido con el mayor escepticismo. La infaltable “Cronica” le advierte: “La sola perspectiva de que queda- ran las cosas como estan es pavorosa. El doctor Sancle- mente debe considerar que toda una vida de virtud se ma- logra por una falta, por una debilidad, por una omision. Su responsabilidad es tremenda”. Como también la del sefior Parra, jefe wnico del liberalismo desde el aio pasado. La coyuntura conduce en forma natural a que se hable de una vasta conspiracion. Verdadero o simple sueno de policias investigadores, el anunciado levantamiento seria un absur- do. La inferioridad politica en que se ha colocado al libera- lismo bastaria para justificar el complot, pero “una cosa es la razon y otra la oportunidad y los medios” —comenta “La Cronica”. “Hoy por hoy una guerra liberal no podria apro- vechar sino a quienes desprestigiados por sus faltas que la PUEBLO 43 paz ha venido a exhibir, temen que con la continuacién de esa paz se pongan mas de relieve su desprestigio y el casti- go pueda alcanzar a la enormidad de sus pecados... Por eso no creemos que el recurso de la guerra sea otra cosa que un desacreditado recurso politico. No; por mas moti- vo que haya de guerra, el Partido no ird a ella. Por mas que el partido vencedor lo provoque manteniéndolo en infe- rioridad politica, el liberalismo no servird de este modo los intereses de sus enemigos...”. Pues si les sirvio; como de costumbre todos fueron a la guerra. Una guerra larga, de mil dias. A pocas cuadras de la casa modesta de los Gaitan se habia alzado la ominosa fa- brica del Panéptico, donde desde un solo ojo de guardian torturador se podia vigilar a todos los presos politicos ne- cesarios. En alguno cualquiera de los millones de momen- tos que marcaron la mayor época de terror de nuestra his- toria, se contabilizaron en sus 204 celdas 5.195 detenidos. Desde Enrique Olaya Herrera, futuro presidente de la Re- publica, hasta muchos de los generales de los ejércitos li- berales, todos sufrieron en carne propia la anunciada cau- tividad de Sion para todos los inocentes del mundo. CAPITULO V Los afios del terror — Cuando abundan los generales — Una derrota del gobierno — El cadalso en Bogota — Infamias del Pandptico — El “Destino Manifiesto” — Uribe, Herrera y Vargas Vila unidos en el apoyo a Reyes. E n 1899 al declararse la guerra, el Ejército Permanen- te del gobierno tenia 8 mil combatientes agrupados en seis divisiones; una Comandancia independiente; y un batallon suelto que dependia del Cuartel General. En reali- dad “todo lo dirigia, mandaba y administraba el Ministerio de la Guerra con el criterio o capricho absolutamente poli- tico”. Las instrucciones, el manejo de la artillerfa y las tac- ticas obedectan a los criterios de los oficiales de una Mi- sion Militar del Ejército de Francia. Las divisiones se en- contraban en Bogota, Popayan, Barranquilla, Bucaraman- ga, Ibagué y Boyaca; y la Comandancia Militar tenia por sede a la ciudad de Panama. Los Generales eran 30: 1 Ge- neral en Jefe, | Jefe de Estado Mayor General, 1 Inspector General, 27 Generales en los Comandos de Divisiones, 90 oficiales Superiores, 506 oficiales de Capitan a Subtenientes, 114 empleados civiles, 100 musicos y 8.000 individuos de tropa... 46 ____Auserro Zauamea Los efectivos de la Revolucion eran aproximadamente 5 mil “mal armados y peor municionados”: 3.600 a las or- denes del General Benjamin Herrera; 600 a las ordenes del General Uribe Uribe; y 800 a las ordenes del General Justo L. Duran. “El 15 de diciembre de 1899 -lo cuenta José Maria Vezga y Avila en “La guerra de tres anos”— habia llovido la mayor parte de la noche y el General Herrera iba a la cabe- za de su ejército, casi confundido con los de la descubier- ta; le acompafiaba el jefe de la Division de vanguardia, General Benito Hernandez, y la mayor parte de sus ayu- dantes. Iba tranquilo, jovial, con una como alegria infantil, que se revelaba en la placidez de su semblante, en la risa franca y casi bulliciosa con que sazonaba la reposada con- versacion con que parecia que tratara de hacer huir el sue- no de los parpados cargados de sus compafieros. “Hoy es un gran dia”, dijo de pronto, dirigiéndose al General Her- nandez: “el supremo esfuerzo esta hecho: o hallamos el paso franco para Soto, donde nuestra presencia alzara la abatida moral de aquellos pueblos aterrados atin con el desastre de Bucaramanga, y luego nos unimos con Vargas Santos; o al tocar el camino real de Cucuta, el enemigo nos sale al encuentro, y un combate, en que lucharemos hasta la desesperacion, nos dara el triunfo”. “Fueron palabras proféticas. Era la clarividencia del genio lo que se traducia en aquellas palabras. Pocos mo- mentos después las repetidas descargas cerradas con que el enemigo recibia, atrincherado en La Papita, a nuestra descubierta, anunciaban claramente que la segunda parte GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO at del dilema del jefe se cumplia. El duelo a muerte comenza- ba con la tétrica solemnidad que daban al escenario las cimas abruptas, los espesos bosques, las extensas prade- ras, el tronar del crecido Peralonso que se escuchaba a poca distancia “Fue el General Herrera el factor principal de aquel triunfo extraordinario, y el verdadero organizador de la victoria, como que mando en jefe la batalla. “El paso del puente atin en las pacificas condiciones en que se efectuo, sera siempre honroso para el General Uribe y los que lo acompanaron; pero nada podra anadirle la leyenda ridicula que invento la pasion interesada. La rec- tificacion se impone, como que seguin la grafica expresion de un pensador contemporaneo, “el error no tiene mas que un tiempo y la verdad tiene siglos”. “El 16 de diciembre de 1899 fue dia de plenilunio, y un eclipse total de luna, visible entre nosotros, vino a dar cierto sello de sublime majestad a aquel triunfo, base de otros nuevos que haran imperecedera la memoria de aquel dia de gloria”. La derrota gubernamental en Peralonso paso a ser uno de los mitos liberales. El panico se apoderé del Ejército regular. Especialmente cuando se supo que, desde Vene- zuela, llegaban nuevas armas para los rebeldes. Lo confir- ma el Presidente de la Republica cuando desde Anapoima le avisa al ministro de Guerra que ha pasado por Maracai- bo “un armamento para los revolucionarios de Santander, segun lo informado por nuestro Consul en aquel territorio 48 Auperro ZALAMEA a nuestro Ministro en Caracas”. El Presidente Sanclemente ordena comunicar “tan grave noticia al Gobernador de aquel Departamento y a los Jefes de las fuerzas que obran en él, para que hagan cuanto esté en sus facultades a fin de impedir el desembarco en el territorio nuestro de tal arma- mento, para hacerse a él y evitar que llegue a manos de nuestros adversarios”. La guerra habia comenzado el 18 de octubre de 1899 y se declaré oficialmente terminada por el Decreto numero 638 del primero de junio de 1903. Tres afios de angustias y tristezas, de tragedia y pavor, durante los cuales solo rigie- ron la ley del mas fuerte y el codigo penal militar, como lo muestra el espectaculo montado por el Jefe Civil y Militar de la Provincia de Bogota, Benjamin Uribe, el 27 de enero de 1902, fecha en la cual se ejecut6 la pena capital impues- ta a Régulo Ramirez por el delito de traicion. El acto tuvo lugar de la manera siguiente: -El cadalso fue colocado al pie del muro occidental del edificio en la parte exterior de él. La plazuela que da al frente se hallaba rodeada por bata- lones del ejército y de la policia nacional. A las nueve y quince minutos de la mafiana fue conducido el reo al ca- dalso, acompaniado del senior capellan del panoptico, doc- tor Carlos Cortés Lee, y del reverendo padre jesuita Jorge Iniguez. Cinco minutos después fue dado el pregon que ordena el articulo 51 del Codigo Penal, asi: -Réegulo Rami- rez, natural de Venezuela, vecino de Bogota y reo del delito de traicién, ha sido condenado a la pena de muerte que va a ejecutarse. Si alguno levantare la voz, pidiendo gracia, 0 de cualquiera otra manera ilegal tratare de impedirlo, sera GAITAN, AUTOBIOGRAIA DE UN PUEBLO 49 castigado con arreglo a las leyes. Un minuto después, o sea a las nueve y veintitin minutos de la manana, la escolta correspondiente hizo la primera descarga al reo, y sucesi- vamente tres mas, quedando ejecutada la pena de muerte que le habia sido impuesta. De acuerdo con el articulo 52 del Cédigo Penal se dispuso que el cadaver del reo queda- ra expuesto, durante dos horas, en el cadalso. Asistieron al acto el sehor Comandante Militar de la Plaza, General Maximiliano Gutiérrez Rubio, y el General de Dia, Coro- nel Agustin Beltran. La sentencia fue ejecutada por una escolta de ocho hombres del Batallon Cazadores de van- guardia del ejército de la Republica, mandada por el Ayu- dante Mayor de dicho Batallon, Capitan Pedro A. Mejia. Para constancia de lo ocurrido se extiende y firma la dili- gencia. -Benjamin Uribe, -E] Secretario, —Luis Felipe Res- trepo.” La historia del Panoptico es, en microcosmo, la histo- ria del pais, de sus luchas, de sus escandalos, de sus men- tiras, de sus tergiversaciones y sus crimenes. Durante la guerra de los mil dias, “el espionaje, la delacion, el chanta- je y la calumnia —segun lo relata uno de sus jovenes prota- gonistas, José Manuel Pérez Sarmiento— batieron todos los récords, Ilegaron a extremos que nadie puede figurarse bien; se emplearon entonces procedimientos ilegales, muchos de ellos copia servil de los acostumbrados por las dictadu- ras de Rosas, en la Argentina, de Cipriano Castro y de Juan. Vicente Gomez, en Venezuela. Hay una anécdota que dice de manera grafica lo que en ese régimen sucedia. Se encontraron una tarde, al co- 50 ALBERTO ZALAMEA menzar la guerra, frente a la iglesia de Santo Domingo, donde tenia su almacén, don Vespasiano Jaramillo y don Evaristo Escovar, los dos probados, leales y viejos servido- tes del liberalismo, y antes de comunicarse las noticias que circulaban sobre triunfos o reveses de la revolucion, le dijo el primero al segundo: —Mire Evaristo: hoy todos son poli- cfas secretos, infectos y asquerosos polizontes mal Ilama- dos de seguridad: amigos, empleados, sirvientes, la novia, el vigilante de la esquina, los basureros, el que trae las car- tas, la lechera, el carbonero. Las delaciones se cotizan a precios muy altos. El chantaje es una industria floreciente. Existen fondos secretos en el ministerio de la guerra para pagar todas estas infamias. Quien nada sabe, para medrar inventa, calumnia, y eso le produce dinero contante y so- nante. Es un negocio de pingues y faciles beneficios. Uno de los dos, 0 ti 0 yo, tiene necesariamente que ser polizon- te del Fernandez. ;Tu 0 yo? ;Cual, cual de los dos?...” Los vejamenes y las torturas que —por ordenes del mi- nistro Fernandez se infligieron a aquellos millares de pre- sos no tienen cuento ni perdon posibles. No hubo entonces ningun derecho humano, que no fuese exasperadamente vio- lado. El Panoptico —como los campos de la Casa Arana en el Putumayo y en el Caqueta- reprodujo alguno de los mas terribles crimenes con que la humanidad se complace cada siglo en quebrantar sus propias conquistas espirituales. Una caricatura podia costar meses de prision. Los aguantaron los directores del semanario “El Mosquetero” Antonio Quijano Torres y Alfredo A. Borda, acusados por el ministro de Guerra, quien los hizo sacar por la fuerza de GAITAN, AUTOBIOGRAFIA DE UN PUEBLO 51 sus casas, atados con cuerdas y conducidos al cuartel del Batallon 30. de Infanteria, donde durante varios meses se les obligo a asumir los oficios mas bajos. ;O tempora o mores! El terror, la mas larga, intensa y tremenda de nuestras guerras civiles, encontr6 también su fin. Los jefes liberales de entonces, conscientes de la necesidad de mantener la patria por encima de los partidos, resuelven firmar los tra- tados del Wisconsin, de Chinacota y de Nerlandia, con los cuales se clausura la contienda “en que los liberales lucha- ron més que contra un enemigo poderoso y fuerte contra el Destino inexorable”, segun las palabras de Pérez Sar- miento. El Destino Manifiesto de siempre aqui se Ilama Esta- dos Unidos. A pesar de sus triunfos militares los generales Benjamin Herrera, Uribe Uribe, Lucas Caballero, se ven obligados a firmar, tan evidente es el peligro de la inter- vencion extranjera. Apenas dos aios después, con el general Reyes en el poder, Uribe Uribe acepta integrarse a un gobierno por encima de los partidos. Y otro tanto hacen los demas jefes liberales. “El Nuevo Tiempo” dice el 26 de septiembre de 1905: —Por fortuna una era de sosiego, un paréntesis de tranquilidad, una tregua amistosa, un pacto de alianza, se inicia entre nosotros. Dijérase que en el alma de los colom- bianos se han grabado con rasgos imborrables aquellas hermosas palabras de Giovanni Pascoli: “Paz hermanos, paz sobre la tierra”. En efecto, se verifica una aproxima- cion salvadora, que parece leal y duradera, hasta en puntos 52 ALBERTO ZALAMEA esenciales de doctrina. No dudamos de que merced al sis- tema de atraccion puesto en practica con laudable celo por el senor general Rafael Reyes, acabaremos por ver alrede- dor de este digno magistrado, unidos y compactos, identi- ficados con nosotros bajo el ala protectora de la Constitu- cion de 1886, a los mismos que ayer quisieron romperla con la punta de sus sables. Todo nos hace esperar que lo que predecimos no habra de convertirse en miraje ilusorio o una vaga quimera. El general Uribe Uribe, nuestro pleni- potenciario en el Brasil, trabaja con su actividad ingénita, no en nombre de una agrupacion politica determinada, sino en pro de la Patria. El general Benjamin Herrera ha ido a prestar sus servicios con noble desinterés a la frontera de Venezuela... Vargas Vila el humano, al aceptar el Consula- do de Maracaibo, hizo patridticas manifestaciones que le honran. Se nos antoja que en idéntica disposicion de ani- mo se hallan los sefiores Lucas Caballero, José Maria Qui- jano Wallis, Carlos Arturo Torres y Diego Mendoza Pérez, este ultimo ministro de Colombia en los Estados Unidos. Finalmente, el doctor Inocencio Cucalon, en una serie de brillantes articulos que con gusto hemos publicado en “El Nuevo Tiempo”, rectifica con valor y franqueza muchas de sus antiguas opiniones. Queda, sin embargo, un inconfor- me Vargas Vila, “el divino”, el panfletario irreductible que dispara desde la cima de su vanidad enfermiza y risible las flechas de su aljaba contra el actual jefe del gobierno y los personajes mas notables del Partido Liberal”

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