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La exposición “Amadís de Gaula, 1508: quinientos años de
libros de caballerías” –organizada por la Biblioteca
Nacional de España y la Sociedad Estatal de
Conmemoraciones Culturales (SECC), adscrita al
Ministerio de Cultura– da cuenta de los orígenes, el
contenido y la difusión de uno de los géneros más
influyentes de todo el Renacimiento y el Barroco: el de los
libros de caballerías, muy conocido de nombre pero poco de
contenido, siempre a la sombra de los comentarios vertidos
en uno de los textos caballerescos más trascendentales de
todos los tiempos: Don Quijote de la Mancha. Pero no
hemos de olvidar que los libros de caballerías triunfaron
desde finales del siglo XV hasta las primeras décadas del
siglo XVII, y que lo hicieron en Castilla y Aragón, pero
también en Portugal, Francia, Italia, Inglaterra, los Países
Amadís de Gaula (1508) Bajos, América… Un género europeo, a la estela de la
difusión de la Materia de Bretaña a lo largo de la Edad
Media.
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La muestra se ha organizado en seis secciones, que intentan dar respuesta a las
siguientes preguntas: ¿De dónde proceden los libros de caballerías? ¿Qué importancia
tuvo la imprenta en su éxito? ¿Qué libros constituyen el ciclo de Amadís? ¿De qué
tratan los libros de caballerías? ¿Cómo la realidad y la ficción caballeresca se dieron cita
en los siglos XVI y XVII? Y, por último, ¿quiénes leyeron libros de caballerías? Se
termina con un epílogo en el que se rescata, casi al final, la figura de Alonso Quijano,
uno de los lectores más certeros de libros de caballerías.
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A finales del siglo XV (hacia 1495 o 1496), Garci Rodríguez de Montalvo, regidor de
Medina del Campo, reescribe los tres libros medievales del Amadís de Gaula y lo
completa con un cuarto, y dedica la obra final a los Reyes Católicos. Entramos de lleno
en el Renacimiento. Y será este texto el que triunfe en todo el mundo a lo largo y ancho
del siglo XVI. De este texto debió hacerse una impresión (en Sevilla, Burgos, Medina
del Campo) antes de terminar el siglo XV, pero de ella no se ha conservado ningún
ejemplar. ¿Su forma? Muy parecida a los cuatro incunables caballerescos que se pueden
admirar en la exposición, en muy pocas ocasiones accesibles al público: Tirant lo Blanc
(1490), Baladro del Sabio Merlín (1498), Oliveros de Castilla (1499) y Tristán de
Leonís (1501), este último copia de una edición anterior de época incunable.
Las crisis económicas del reinado de Felipe II hicieron que los libros de
caballerías –como otros géneros novelísticos– volvieran la vista a la difusión
manuscrita, que era la más habitual para los textos dramáticos, los poéticos y
aquellos que no pasaban la censura oficial. Y así, desde mediados del siglo XVI
hasta bien entrado el siglo XVII, contamos con libros de caballerías que se
difundieron de manera manuscrita. La Biblioteca Nacional de España conserva uno
de los fondos más completos y abundantes en este tipo de obras, del que se exponen
varias, destacando la Quinta parte del Espejo de príncipes y caballeros, posterior a
1623, es decir muchos años después del éxito del Quijote.
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tenido en todo el Renacimiento. Por eso, para entrar a la sala tercera se hará bajo un
Arco Triunfal, reproducción de los vistos en la Gran entrada de Amberes de 1635.
Los cuatro libros de Amadís de Gaula pusieron las bases a uno de los ciclos más
importantes de la materia caballeresca, la columna vertebral del género, llegando hasta
los doce libros: su colofón en castellano lo puso Pedro de Luján con su Silves de la
Selva. El ciclo de Amadís de Gaula está representado por ejemplares de las primeras
ediciones, procedentes de España, Francia y Alemania. En este ciclo destaca con luz
propia otro de los novelistas más importantes de la época: Feliciano de Silva, autor de
algunos de los mejores textos caballerescos, como el Amadís de Grecia o el Florisel de
Niquea. Un universo de aventuras y personajes entrelazados que hacían las delicias de
los lectores de su tiempo y que nos enloquecen a los investigadores de hoy en día. Esta
complejidad de tramas narrativas se apreciará en un árbol genealógico de Amadís de
Gaula, realizado para la exposición, con el apoyo del grupo de investigación Mambrino
de la Universidad de Verona (Italia).
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cosa”, que diría el clérigo de Toledo en el Quijote). Por este motivo, de esta maraña de
aventuras, hemos elegido las aventuras más significativas, aquellas que permiten
comprender la diversidad y la riqueza literaria e imaginativa de este género, intentando
mostrar su vinculación con acontecimientos de la época. Esta sección se ha dividido en
los siguientes apartados:
Y para poder hacer partícipe a los visitantes de estas emociones vividas en las
letras caballerescas, se ha ideado un gran audiovisual: LA TORRE DEL CASTILLO DEL
UNIVERSO, en el que los visitantes podrán vivir en sus carnes uno de los episodios
maravillosos narrados en el Amadís de Grecia de Feliciano de Silva: la construcción de
la Torre del Castillo del Universo, realizada en una noche por los magos Urganda la
Desconocida, Melía y Alquife.
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una serie magnífica de seis estampas del siglo XVII que representan la Batalla de las
Amazonas a partir de un cuadro de Rubens.
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Cristalián de España, del que se podrá ver un ejemplar de su primera edición.
Lectores que anotan sus ejemplares caballerescos, que toman nota en sus
cuadernos, y lectores que se dedican a coleccionarlos, entre los que destaca don Diego
Sarmiento de Acuña, el conde de Gondomar, y la Condesa del Campo Alange. De los
dos podremos ver sus inventarios de libros y algunos de los ejemplares que formaron
parte de sus bibliotecas.
Y para el final hemos dejado las voces, las voces de escritores de ayer y de hoy
hablando de libros de caballerías: Santa Teresa de Jesús, Lope de Vega, Miguel de
Cervantes, Francisco Nieva, Mario Vargas Llosa y Luis Alberto de Cuenca.
Y sin duda, uno de los mejores –y más entusiastas– lectores de libros de caballerías fue
Miguel de Cervantes, representado en la exposición por su alter-ego el hidalgo Alonso
Quijano. Reproducción de estampas del siglo XVII al XX de Alonso Quijano leyendo
libros de caballerías muestran el éxito perdurable de los relatos caballerescos hasta
nuestros días en la genial lectura que llevó a cabo Miguel de Cervantes en su Don
Quijote de la Mancha, uno de los mejores libros de caballerías jamás escritos. Las
imágenes proceden del Banco de imágenes del Quijote: 1605-1905
(www.qbi.2005.com), en la que colabora activamente la Biblioteca Nacional de España.
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que pudo leer don Quijote), para la editorial Castalia (2007). En 2008, la editorial Laberinto ha publicado
Libros de caballerías castellanos, junto a Emilio Sales, que ofrece una visión general del género caballeresco
para todos los interesados.
Además de los libros de caballerías, de la edición de textos y de las nuevas posibilidades de la
Informática Humanística en el campo de las Humanidades (en 2002 publicó el libro Literatura Románica en
Internet. I. Los textos), José Manuel Lucía Megías también se ha dedicado a la traducción, tanto de textos
medievales, y así en 2000 tradujo el “roman” del siglo XII de Chrètien de Troyes, el Libro de Perceval y en
2008, junto a Carlos Alvar, la Antología de la antigua lírica italiana (Madrid, Sial), como de autores
modernos: el poeta rumano Mihail Eminescu (junto a Dana Mihaela Giurcă) o el italiano Cesare Pavese.
Es director de varias colecciones editoriales: “Lecturas de crítica textual” (Editorial Ollero &
Ramos), “Los libros de Rocinante” y “Guías de lectura caballeresca” (Centro de Estudios Cervantinos) y
“Guías de recursos en Internet” (Editorial Castalia).
En el año 2000, publicó su primer libro de poemas, Libro de horas, que fue muy bien recibido por la
crítica; ha dado a conocer sus poemas en varias revistas literarias así como en recitales poéticos en España,
Francia, Italia, Argentina y Brasil. Preparó el prólogo para la edición del poemario del poeta colombiano
Jaime Jaramillo Escobar: Poemas principales (Valencia, 2000), y desde este año ha publicado los siguientes
títulos: Prometeo encadenado (Calambur, 2004), Acróstico (Sial, 2005), Canciones y otros vasos de whisky
(Sial, 2006) y Cuaderno de Bitácora (Sial, 2007).