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TEMA 28
DESARROLLO HISTÓRICO DE LA UNIFICACIÓN DE LA ELECTRICI-
DAD, EL MAGNETISMO Y LA ÓPTICA.
La antigua Grecia y su herencia hasta final de la Edad Media. Este primer periodo
de la historia está influenciado por la ciencia de egipcios y babilonios, así como por la
de los griegos atenienses.
Esta búsqueda de las teorías comenzó con el auge de Atenas. Los griegos aporta-
ron precisamente este componente de la actividad científica. A esta época pertenecen
los teoremas de Tales, de Pitágoras, así como la primera teoría sobre la constitución de
la materia a base de aire, agua, tierra y fuego, popularizada por Empédocles y la doctri-
na sobre el átomo. Igualmente en esta época desarrolla Aristóteles su actividad.
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riamente es en la Astronomía, merced a Claudio Ptolomeo, el cual, en su obra, conocida
por "Almagesto" elabora un tratado sistemático sobre el movimiento de los cuerpos ce-
lestes, que satisfizo las necesidades de los astrónomos hasta la época de Copérnico.
El desarrollo científico a partir del siglo XVII. En el siglo XIII comenzará a fra-
guarse lo que sería la revolución del siglo XVII. Con el sobrenombre de revolución
científica, se denomina al período que abarca desde la mitad del S.XVI hasta finales del
S.XVII. Una característica relevante de esta revolución es que desde la misma, la cie n-
cia se ha proyectado tanto sobre la técnica (ciencia aplicada) como sobre el conoci-
miento puro (ciencia pura). Por otro lado, el éxito de la ciencia en esos años consagró el
resurgimiento de la confianza en la razón humana en contraposición a la autoridad.
El progreso de la astronomía marcó la pauta para las otras ciencias. La teoría he-
liocéntrica de Copérnico acaba con el viejo paradigma de la cosmología geocéntrica de
Ptolomeo y revoluciona aspectos filosóficos ajenos a la propia ciencia, como por ejem-
plo, la opinión sobre el papel del hombre en la Creación. También fueron decisivas las
contribuciones de Kepler, con sus leyes sobre el movimiento de los astros, y las aporta-
ciones de Galileo, el cual introdujo el telescopio como nueva herramienta de observa-
ción del cosmos.
El desarrollo industrial del siglo XIX. En este periodo, caracterizado por el ma-
quinismo, se revolucionan los conceptos de calor y trabajo y las aplicaciones que de ello
se derivan, especialmente en lo que se relaciona con el desarrollo industrial y social.
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lución científica. La creciente aplicación tecnológica del conocimiento científico desde
el siglo XVII propició la aparición de nuevos métodos de observación muy poderosos
como el radiotelescopio o el microscopio electrónico, y ello tuvo como consecuencia un
cambio radical en nuestra concepción del mundo. La ciencia de los siglos XVIII y XIX,
basada en los conceptos de espacio, tiempo y materia, se vio desbancada a comienzos
del siglo XX por el desarrollo de la teoría eléctrica de la materia. El átomo dejó de ser
indivisible y pasó a estar constituido por partículas más pequeñas dotadas algunas de
carga eléctrica y cuyo movimiento no se ajustaba a la mecánica de Newton, sino que se
explicaba por la nueva Mecánica Cuántica. Por otro lado los conceptos de espacio y
tiempo se vieron modificados por la Teoría de la Relatividad, la cual dio lugar a su vez
a una nueva Teoría de la Gravitación.
Desde la más remota antigüedad ya eran conocidos por el hombre ciertos fenóme-
nos de los que hoy llamamos eléctricos, y que entonces no tenían relación entre ellos, ni
explicación racional posible. Algunos de estos fenómenos son el relámpago, el rayo, las
luminosidades de cuerpos puntiagudos en noches de tormenta (fuego de San Telmo), la
descarga del pez torpedo, ya utilizada por Aristóteles para curar la gota, la atracción que
se da al frotar resinas como el ámbar sobre cuerpos ligeros, etc.
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llamados resinoso y vítreo, y se estableció que dos clases iguales de cargas eléctricas se
repelen mutuamente mientras que las de género distinto se atraen. Se suponía que los
cuerpos eléctricamente neutros contenían cantidades equilibradas de ambos fluidos
eléctricos, mientras que los cuerpos cargados eléctricamente tenían un exceso de elec-
tricidad resinosa o vítrea.
Así pues, el cuerpo cargado con un exceso de electricidad vítrea (como una varilla
de vidrio frotada) le llamaba un cuerpo cargado positivamente, mientras que un cuerpo
con falta de ella (como una varilla de caucho frotada) era un cuerpo cargado negativa-
mente. Cuando dos cuerpos, uno de los cuales tiene un exceso y el otro una deficiencia
de fluido eléctrico (el vítreo) se juntan, la corriente eléctrica debe fluir desde el primer
cuerpo, donde está en exceso, al segundo, donde falta. Estas ideas de Benjamín Franklin
han llevado a la terminología moderna en la que la corriente eléctrica va desde el elec-
trodo positivo (ánodo) al negativo (cátodo).
Sabemos ahora que la idea de Du Fay de dos fluidos eléctricos está mucho más
cerca de la realidad que la de Benjamín Franklin, aunque la situación es mucho más
complicada de lo que ellos creían. Existen tanto partículas cargadas positivamente como
cargadas negativamente y por cada partícula que lleva una carga positiva o negativa,
existe su antipartícula correspondiente que transporta una carga contraria. Franklin es-
tuvo más cerca de la verdad en la descripción de la corriente eléctrica por los alambres
metálicos donde el transporte de electricidad es debido exclusivamente al movimiento
de los electrones salvo en que los electrones transportan electricidad resinosa y no elec-
tricidad vítrea.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los físicos se dedicaron en muchos paí-
ses a estudios cuantitativos de las fuerzas eléctricas y magnéticas. Uno de los descubri-
mientos más importantes en esta línea de trabajo fue el realizado por el francés Charles
August de Coulomb, que ideó la llamada balanza de torsión para medir las fuerzas muy
débiles que se producen entre las cargas eléctricas. Como puede
verse en la fig.1, que representa el esquema de este instrumento
construido por Coulomb, consiste en una varilla ligera con dos
esferitas equilibradas a cada extremo, que está suspendida de un
largo y delgado hilo. Cuando no actúa ninguna fuerza sobre las
esferas la varilla toma una cierta posición de equilibrio. Como el
hilo es muy delgado, una pequeña fuerza que actúe sobre la esfera
hará que la varilla se desvíe considerablemente desde su posición
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original con un ángulo de rotación proporcional a la fuerza. Cargando la esfera móvi1 y
la inmóvil con distintas cantidades de electricidad y variando la distancia entre ellas,
Coulomb descubrió la ley que lleva su nombre, según la cual las fuerzas de atracción y
repulsión eléctricas son directamente proporcionales al producto de las dos cargas e
inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia entre ellas.
qq
F = k 1 22
r
En virtud de esta ley se puede definir una Unidad Electrostática de Carga (UEE)
como la carga que actúa con la fuerza de una dina sobre otra carga igual situada a una
distancia de un centímetro (unidad de carga en el sistema C.G.S. Electrostático, hoy en
desuso). En la práctica se emplea una unidad mucho mayor de carga, el culombio, que
es unos 3.000.000.000 superior a la pequeña unidad de carga que acabamos de definir.
El culombio se define actualmente como unidad derivada del Amperio (unidad de inten-
sidad de corriente), el cual se define, como unidad fundamental, a partir de considera-
ciones electromagnéticas.
Los indígenas de Africa y Sudamérica conocían un extraño pez tropical de río que
emite descargas dolorosas cuando se le intenta coger. A mediados del siglo XVIII, los
biólogos comienzan a estudiarlo. Se observó que la descarga sólo se producía cuando se
tocaba la parte superior de la cabeza del pez y la parte inferior del cuerpo con una mano.
Este hecho y la conmoción producida hizo recordar el efecto de la botella de Leyden
que acababa de ser inventada y el pez fue llamado sirius electronicus o anguila eléctri-
ca. Cuando se demostró que el pez podía emplearse para cargar botellas de Leyden no
quedó ya ninguna duda de que se trataba de una descarga eléctrica. La electricidad pro-
ducida por el pez atrajo la atención del físico italiano Luigi Galvani que estaba estu-
diando el fenómeno de la contracción muscular de las patas de las ranas. Observó que
las patas de las ranas, colgadas de ganchos de cobre en barras de hierro, se contraían
como si estuvieran vivas cuando tocaban las citadas barras de hierro. Para comprobarlo
bajo condiciones controladas, Galvani realizó un experimento en 1786, en el cual em-
pleaba una horquilla con un diente de cobre y otro de hierro con los cuales tocaba el
nervio y el músculo de la pata de la rana. La pata se contraía rápidamente a cada toque y
Galvani se convenció de que el hecho tenía alguna relación con la descarga eléctrica
producida por la anguila eléctrica.
Sin embargo, Alejandro Volta demostró enseguida que la corriente eléctrica que
causa la contracción de la pata de la rana es un fenómeno puramente inorgánico que
puede ser observado siempre que dos extremos de un alambre formado por la soldadura
de dos alambres de metales diferentes, se sumergen en una disolución salina. Volta ya
en sus investigaciones había notado que si colocaba la lengua entre dos arandelas metá-
licas de naturaleza diferente y enlazadas por un hilo de metal, se experimentaba una
sensación ácida o alcalina, según el orden de los metales y que se tienen las mismas
sensaciones si se aplica la lengua a un conductor que comunique con los polos negativo
o positivo de una pila. Estos sencillísimos experimentos le permitieron esbozar su clasi-
ficación eléctrica de los metales. Volta demuestra que los músculos de la rana no se
contraen si el "arco" que cierra el circuito está formado por un solo metal bien recocido.
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dos de cobre y de hierro o zinc, separados por capas de paño impregnado de una disolu-
ción salina. La pila de Volta ha sido el prototipo de todas las modernas baterías eléctri-
cas que usamos actualmente. En marzo de 1800, Volta envió un manuscrito describien-
do sus descubrimientos a la Royal Society de Londres, que era entonces el centro inter-
nacional para el intercambio de ideas científicas.
Los experimentos pronto demostraron que existían dos clases de polos magnéti-
cos: norte (+) y sur (-) que, al igual que en la interacción eléctrica, se atraían entre sí
cuando eran de signo opuesto y se repelían entre sí cuando eran del mismo signo. Sin
embargo no fue posible aislar polos magnéticos (monopolos) de la misma manera que
se aíslan cargas eléctricas positivas y negativas. Al contrario, los cuerpos magnéticos
siempre presentaban pares de polos de igual intensidad y signo opuesto. Fue en el siglo
XIX cuando se descubrió que las interacciones eléctricas y magnéticas son dos aspectos
diferentes de la misma propiedad de la materia, su carga eléctrica. Y así, mientras que la
interacción eléctrica se manifiesta por la simple presencia de cargas eléctricas en el es-
pacio, la interacción magnética sólo se manifiesta cuando dichas cargas están en movi-
miento.
Mediante la misma balanza de torsión y suspendiendo del hilo un imán con otro
imán situado verticalmente a través del techo de la caja, Coulomb demostró que la mis-
ma ley rige para las interacciones magnéticas. Así, estableció que las fuerzas entre polos
magnéticos, son inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia que separa los
polos y directamente proporcional a la magnitud de dichos polos magnéticos o carga
magnética. Estableció una ley paralela a la fuerza electrostática entre cargas eléctricas,
que expresaba la fuerza magnética entre polos magnéticos, como:
pp
F =η 12 2
r
A partir de esta expresión empírica definía la unidad de Polo Magnético, como
aquélla que colocada frente a otra unidad igual a la distancia de 1 cm, en el vacío, se
atraen o repelen con la fuerza de una Dina (1 UEM de polo magnético, perteneciente al
sistema C.G.S. electromagnético, hoy en desuso).
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F
H =
p
Esto, unido al hecho de la existencia de polos de diferente signo, indujo a pensar
en un principio que el magnetismo era una propiedad análoga a los fenómenos eléctri-
cos. La gran dificultad de esta analogía reside en el hecho de que no se pueden obtener
polos magnéticos aislados, cosa que sí ocurre con las cargas eléctricas, que pueden ser
positivas y negativas y pueden aislarse. Los hipotéticos monopolos magnéticos jamás
han sido aislados. Los polos magnéticos siempre se presentan por parejas. Así, al dividir
un imán por la mitad, se generan dos nuevos imanes, ya que cada una de las partes sigue
comportándose como un imán con su polo norte y su polo sur.
Parece seguro que ya en el primer tercio del siglo XVIII se observó la imantación
del hierro por el rayo y que este hecho era suficientemente conocido. Por eso, los estu-
diosos se vieron movidos a buscar si existía algún vínculo entre el magnetismo y la
electricidad. Por desgracia, no se consideró más que la electricidad estática y los inten-
tos fueron vanos. Tal fue lo que ocurrió con los primeros experimentos realizados en
este sentido, desde 1807, por Hans Christian Oersted (1777-1851). Sin embargo, en
1820 se le ocurrió tender una porción rectilínea de hilo de cobre, recorrido por una co-
rriente eléctrica producida por una pila, por encima de una aguja imantada y paralela-
mente a su dirección. En estas condiciones, la aguja imantada se movía tomando una
orientación determinada, función exclusiva de la posición relativa entre ella y el hilo
conductor así como del sentido de circulación de la corriente.
Observó que “la aguja abandona su posición y que se desvía hacia el oeste el
polo que se encuentra bajo la parte del hilo más cercana al polo negativo del aparato
galvánico... Si el hilo se dispone horizontalmente bajo la aguja, los efectos son los mis-
mos, pero en sentido contrario.”
Una observación importante que se deduce del experimento de Oersted es que las
fuerzas existentes entre la corriente y el polo magnético son perpendiculares a la línea
que une ambos, en contraposición a la fuerza entre cargas eléctricas o entre masas, que
se ejerce siempre la fuerza en la dirección de la línea que une ambas cargas o masas.
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metal, comunica al material una magnetización temporal. Arago también descubrió que
"si usamos limaduras de hierro, la bobina les confiere una magnetización permanente".
Durante muchos años se había pensado que la única forma de magnetizar perma-
nentemente una barra de hierro era alearla con magnetita. Más tarde se demostró que
una barra de hierro podía magnetizarse usando otra previamente aleada con magnetita.
Sin embargo, con el nuevo electroimán, la magnetización permanente de materias como
el hierro se convirtió en una tarea sencilla.
En 1824, realiza Faraday sus primeros experimentos en busca de las corrientes in-
ducidas, describiendo en su diario su descubrimiento más importante, el de la inducción
electromagnética.
Menos de tres meses después de este importante descubrimiento, Faraday dio otro
paso importante en sus estudios sobre la relación entre electricidad y magnetismo.
Construyó un cilindro hueco de cartón recubriéndolo con alambre de cobre en forma de
hélice, separando las hélices con hilo y tela de algodón. Los extremos del alambre de
cobre los conectó a un galvanómetro. Introdujo rápidamente una varilla magnética ci-
líndrica en el cilindro de cartón y la aguja del galvanómetro se movió. Al sacar la varilla
Rápidamente, la aguja volvió a moverse pero en di-
rección contraria. Una corriente inducida fue produ-
cida por la simple aproximación de un imán. La
aguja no quedaba desviada sino que volvía a su posi-
ción inicial. La aguja indicadora tendía a situarse
FIG. 3
paralelamente al imán excitador.Si aumenta el núme-
ro de capas de hilo de cobre en hélice sobre el cilindro de cartón, el efecto es mucho
más fuerte.
Una vez más, la inducción de la corriente eléctrica en la bobina era aquí un fenó-
meno dinámico y la corriente sólo existe mientras el imán era metido y sacado de la
bobina. En la época de Faraday, la idea de que el magnetismo debía producir electric i-
dad, lo mismo que la corriente eléctrica produce magnetismo, estaba en el aire y muchos
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físicos intentaron observar este efecto, pero despistados por la analogía con la inducción
electrostática, ensayaron únicamente las configuraciones estáticas de imanes y ala m-
bres, tales como una varilla imantada con un alambre enrollado a su alrededor, que se
negaba obstinadamente a producir alguna chispa cuando se unían los dos extremos. Al
genio de Faraday, o acaso, a la enorme cantidad de experimentos que realizó día tras
día, se debe el haber demostrado que la producción de una corriente eléctrica es un pro-
ceso dinámico y requiere, bien un cambio en la intensidad de otra corriente o bien un
cambio en la posición del imán. El único físico que tuvo la misma idea fue el norteame-
ricano Joseph Henry, pero vaciló tanto tiempo en anunciarlo que la prioridad del descu-
brimiento fue para Faraday.
El trabajo de dar a las ideas de Faraday una formulación matemática concreta fue
realizado por un físico escocés James Clerk Maxwell. Maxwell era un gran matemático,
pero se interesó por la aplicación de los métodos matemáticos a distintos problemas de
la física, siendo su obra más importante la formulación matemática de las ideas de Fara-
day relativas a la naturaleza y leyes del campo electromagnético. Generalizando el he-
cho empírico de que los cambios en los campos magnéticos inducen fuerzas electromo-
trices generadoras de corrientes eléctricas en los conductores, mientras que los campos
eléctricos cambiantes y las corrientes eléctricas producen campos magnéticos, dedujo
las famosas ecuaciones que llevan su nombre, que relacionan el valor del cambio del
campo magnético con la distribución espacial del campo eléctrico y viceversa. Mediante
las Ecuaciones de Maxwell y conociendo la distribución de los cuerpos magnetizados,
conductores cargados y corrientes eléctricas, se puede calcular con todo detalle el cam-
po electromagnético que les rodea y sus cambios con el tiempo.
Esta teoría resulta inadecuada para la explicación de muchos hechos, como por
ejemplo, la imposibilidad de ver en la oscuridad, porque no son visibles simultáne a-
mente tanto objetos cercanos como lejanos. De manera lenta se evolucionó hacia otra
teoría según la cual los cuerpos luminosos emiten cierto tipo de "influencia" que es re-
cibida por el ojo, donde se convierte en las imágenes que vemos.
Aparte de estas reflexiones, a mitad de camino entre una teoría física y una fisio-
logía de la luz, los griegos establecieron algunas leyes sencillas sobre la propagación de
ésta, que podemos resumir:
a) La luz se propaga en línea recta.
b) Al incidir sobre una superficie pulida la luz se refleja de tal manera que el án-
gulo de incidencia con la normal a la superficie es igual al ángulo de reflexión (refle-
xión especular).
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c) En el paso de un medio más sutil a otro más denso, por ejemplo, del aire al
agua, la luz se propaga de tal manera que la inclinación del rayo refractado con respecto
a la normal, es menor que la inclinación del rayo incidente con respecto a la misma
normal.
Los griegos no llegaron a establecer una ley precisa del fenómeno de la refracción
que fue descubierta mucho más tarde por Snell y Descartes.
La óptica no tuvo grandes progresos hasta Alhazem de Basora (1000 d.C.) que si-
guiendo la idea pitagórica de que la luz, como un proyectil, va del foco luminoso a los
objetos y de éstos a nuestros ojos, por las leyes del choque elástico, deduce la ley de la
reflexión, realiza estudios sobre los espejos esféricos y parabólicos y describe detalla-
damente el funcionamiento del ojo humano.
En la primera mitad del siglo XVII, Kepler, además de sus trabajos de astronomía,
se interesó en las cuestiones de óptica tales como la visión y la refracción, incluyendo
los efectos de refracción producidos por lentes de diferentes tipos. Realizó numerosas
medidas de ángulos de incidencia y refracción para distintos pares de sustancias pero no
pudo encontrar una relación entre ellos que fuese válida para todos los ángulos.
Fue Willebrord Snell, profesor de Leiden, el que unos años después formulara la
relación que lleva su nombre:
sen α
=µ
sen ρ
donde α y ρ son los ángulos de incidencia y de refracción y µ es e índice de refracción
del segundo medio respecto al primero.
René Descartes, que no está claro si conocía o no los trabajos de Snell, fue el pri-
mero en publicar en su "Dioptrica", la ley de la refracción, demostrándola partiendo de
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un modelo en que la luz se visualizaba como una "presión transmitida" por un medio
elástico (equivalente a una onda mecánica).
La teoría ondulatoria de la luz era capaz de explicar fenómenos como el color, que
se debe a diferentes frecuencias de vibración y predecía los fenómenos de interferencia.
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explicaba en sus rasgos generales, los fenómenos de la luz, presentaba todavía dos defi-
ciencias importantes.
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medio material es mayor que en el vacío o en el aire. Intentó justificar esta hipótesis
mediante una fuerza de atracción que los medios transparentes ejercían sobre la luz.
Otro problema tratado pero no resuelto por Newton y Huygens fue el de la polari-
zación de la luz. En 1669, el danés Erasmus Bartholin descubrió que los cristales de un
mineral transparente llamado "espato de Islandia" tienen la propiedad de dividir los ra-
yos que pasan en una determinada dirección a través suyo, en dos rayos separados. Si el
cristal gira en torno a la dirección del rayo incidente, uno de los dos rayos que resultan,
llamado rayo ordinario, queda estacionario, mientras que el otro, llamado rayo extraor-
dinario, se mueve en torno a la dirección del rayo incidente, a medida que gira el cristal.
Huygens interpretó este fenómeno suponiendo que una onda luminosa que penetra en el
cristal de espato de Islandia (y algunos otros cristales) se divide en dos ondas, una que
se propaga con la misma velocidad en todas las direcciones a través del cristal y otra
onda cuya velocidad depende de su dirección respecto del eje del cristal.
Mucho más tarde, gracias a los trabajos del físico francés Etienne Malus (1775-
1812) y otros, se resolvió esta cuestión. No hay duda de que la luz no es más que una
propagación de ondas a través del espacio, pero las vibraciones del medio no se produ-
cen en la dirección de propagación (ondas longitudinales), como Huygens pensaba, sino
perpendicularmente a ella (ondas transversales). La diferencia entre el rayo ordinario y
el extraordinario en el espato de Islandia es que, en el primero, las vibraciones de reali-
zan en el plano que forman el rayo y el eje del cristal, mientras que en el segundo las
vibraciones son perpendiculares a dicho plano.
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6.2. La velocidad de la luz. Fizeau Foucault.
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FIG. 5
Este método fue mejorado por Foucault, que sustituyó la rueda dentada por un es-
pejo rotativo. Aproximadamente en 1850, Foucault midió la velocidad de la luz en el
aire y en el agua demostrando que es menor en el agua que en el aire. El físico america-
no Albert Michelson, realizó unas medidas muy precisas de la velocidad de la luz utili-
zando esencialmente el método anterior.
Existe otro método, en el que no interviene la luz directamente, sino que está ba-
sado en la teoría de Maxwell, de que la luz es una onda electromagnética. En esta teoría,
la velocidad de las ondas electromagnéticas en el vacío está relacionada con una cons-
tante eléctrica (que puede determinarse mediante una medida exacta de la capacidad de
un condensador de placas plano-paralelas) y con una constante magnética (que puede
determinarse experimentalmente mediante dos conductores con corriente que se atraen
por fuerza magnética). Así pues, mediante la medida de dos magnitudes experimentales,
se obtienen dos constantes del campo electromagnético que están relacionadas con la
velocidad de la luz, c:
1
c=
εµ
siendo: ε=constante dieléctrica del medio (ε0 para el vacío)
µ=permeabilidad ma gnética del medio (µ0 para el vacío)
Existe una extraordinaria similitud entre los resultados obtenidos en estos diversos
métodos de determinación de la velocidad de la luz.
El valor de 3.108 m/s (=300.000 Km/s) es suficientemente exacto para casi todos
los cálculos.
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7. UNIFICACIÓN DEL ELECTROMAGNETISMO Y LA ÓPTICA FÍSI-
CA
Alternativamente, podemos definir una unidad de corriente eléctrica como una co-
rriente que produce un campo magnético que actúa con la fuerza de 1 dina sobre una
unidad de polo situada a 1 cm, pero si así lo hacemos, la cantidad de electricidad que
corre por el alambre transportando una unidad de corriente, no será la unidad electrostá-
tica de carga antes definida. Es decir, ambas posibilidades dan resultados diferentes.
En lugar de escoger una definición posible y rechazar la otra, los físicos han prefe-
rido emplear ambas definiciones, introduciendo un factor constante para traducir un
sistema de unidades a otro. (Igual que en las mediciones de calor, donde se puede em-
plear 1 caloría ó 1 ergio, con la proporción de 4'18.107 ).
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La unidad de carga eléctrica definida con arreglo a la ley de Coulomb sobre atrac-
ciones y repulsiones eléctricas (la primera de las dos definiciones citadas) se conoce
como unidad electrostática (uee) de carga, mientras que la unidad de carga definida
según la ley de Oersted de la acción de las corrientes eléctricas sobre los polos magnéti-
cos (la segunda de las dos definiciones citadas) se conoce como unidad electromagnéti-
ca (uem) de carga. Una unidad electromagnética de carga resulta ser igual a 3.1010 uni-
dades electrostáticas de carga.
1 uem (Q) = 3.1010 uee(Q)
de manera que una corriente que transporta 1 uee Q por segundo ejerce una fuerza de
tan sólo 1/(3.1010 ) dinas sobre una unidad de polo magnético situada a 1 cm, mientras
que dos cuerpos cargados con 1 uem Q cada uno situados a distancia de 1 cm se repele-
rán con una fuerza de 3.1010 dinas.
Como al escribir sus ecuaciones, Maxwell tuvo que emplear unidades electrostáti-
cas para los campos eléctricos y unidades electromagnéticas para los campos magnéti-
cos, el factor 3.1010 queda implicado en las expresiones que tienen un campo eléctrico
en un lado de la ecuación y un campo magnético en el otro, y la aplicación de estas ex-
presiones para describir la propagación de las ondas electromagnéticas llevó a la con-
clusión de que la velocidad de propagación es numéricamente igual a la relación de las
dos unidades, es decir, 3.1010 cm/s. He aquí, que esta cifra coincide exactamente con la
velocidad de la luz en el vacío, que fue medida por diversos métodos antes de que hu-
biera nacido Maxwell. Esto debe significar que las ondas de luz son efectivamente On-
das Electromagnéticas (O.E.M.) de longitud de onda muy corta. Este pensamiento con-
dujo al desarrollo de una importante rama de la Física: la teoría electromagnética de la
luz.
Dentro del marco de la física clásica, existen al menos tres fenómenos importantes
que no pueden ser explicados de forma satisfactoria y que son: el Efecto Fotoeléctrico,
el Efecto Compton y los Espectros de Radiación en forma de líneas discretas emitidos
por los átomos a altas temperaturas. Desde el punto de vista de la controversia sobre la
naturaleza dé la luz, nos interesa sobre todo los dos primeros.
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Los puntos 2 y 4 no se pueden explicar por la teoría electromagnética clásica
puesto que según ella el electrón debería ir ganando progresivamente energía al incidir
sobre él mismo una onda luminosa. Desde este punto de vista no debería existir fre-
cuencia umbral, sino que simplemente se tardaría más o menos tiempo en arrancar al
electrón del metal según fuera la frecuencia de la radiación incidente. Por esta misma
razón, la práctica instantaneidad del efecto fotoeléctrico y el valor bien definido de la
energía de los electrones, independientemente de la intensidad incidente, resultaban
completamente inexplicables mediante los modelos clásicos de la interacción car-
ga−radiación.
El año 1900 marca el nacimiento de una nueva rama de la física mediante la teoría
cuántica. Max Planck, físico alemán, expuso la tesis de que la luz y todas las demás
clases de radiación electromagnética, que siempre eran consideradas como trenes conti-
nuos de ondas, consistían realmente en paquetes individuales de energía con cantidades
bien definidas de energía por paquete. La cantidad de energía por paquete depende de la
frecuencia ν de vibración de la onda y es directamente proporcional a ella, de modo que
se puede escribir: E = hν
en la que h es una constante universal llamada, a partir de entonces constante de Planck.
Estos paquetes de energía de la radiación fueron llamados cuantos de radiación o
cuantos de energía.
Otro fuerte apoyo para la hipótesis de los cuantos de radiación se debe a los tra-
bajos del físico norteamericano Arthur Compton. Éste observó que en las colisiones
entre los cuantos de luz y los electrones libres o débilmente ligados se producía disper-
sión de la radiación electromagnética con menor energía que la incidente y por lo tanto,
de mayor longitud de onda.
Hemos visto que la explicación del efecto fotoeléctrico requiere asignar a la luz,
en ciertas circunstancias, propiedades corpusculares. Por otro lado sabemos que experi-
mentos como el de la doble rendija de Young ponen de manifiesto su comportamiento
ondulatorio. Así pues, en el caso de la radiación electromagnética es necesario conside-
rar ambos aspectos, el corpuscular y el ondulatorio, para poder explicar los fenómenos
observados.
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Para establecer este resultado, De Broglie se basó en una analogía entre los prin-
cipios variacionales de la mecánica y la óptica. Según ésto, a un corpúsculo material se
le asocia una onda cuya longitud de onda λ vendría dada por la expresión:
h
λ=
p
La pequeñez de la constante de Planck, h, hace que dicha longitud de onda sea
inobservable para los cuerpos macroscópicos de nuestro mundo cotidiano. Por ejemplo,
para una masa de 1 gramo, moviéndose a la velocidad de 1 m/s, se tendría una longitud
de onda en la onda asociada de:
h 6'67.10 −34 J .s
λ= = = 6'67.10 −31 m
p 0'001Kg.m / s
que es una cantidad 21 órdenes de magnitud por debajo del tamaño típico de un átomo.
Mientras nos ocupamos de interacciones de luz con luz, como el caso de las inter-
ferencias y la difracción, la teoría electromagnética y, de hecho, cualquier teoría ond u-
latoria, da una explicación completa de los fenómenos. Sin embargo, cuando se intenta
estudiar las interacciones de la luz con la materia, como la emisión y absorción de luz y
la dispersión, se presentan serias dificultades.
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En otros fenómenos de interacciones más complejas entre radiación y materia, la
teoría tropieza con dificultades insuperables para su explicación cuantitativa. Tal ocurre
con el efecto Zeeman y con el efecto Raman, que han de ser explicados mediante la teo-
ría cuántica.
El significado físico de las ondas que las partículas tienen asociadas es que el cua-
drado de la amplitud en cualquier punto del espacio representa la probabilidad de en-
contrar la partícula en ese punto. La teoría da, por tanto, la distribución estadística de las
partículas y niega la posibilidad de saber algo más preciso. De modo análogo, para la
luz, la teoría ondulatoria da la distribución estadística (o media de los fotones) por me-
dio del cuadrado de la amplitud de la onda asociada.
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La posibilidad de caracterizar la luz como paquetes discretos de energía llamados
fotones, parecía residir en nuestra capacidad de determinar, en un instante dado, la posi-
ción y la velocidad de un fotón determinado. Sin embargo, Heisenberg demostró que,
para las partículas de dimensiones atómicas, es imposible determinar simultáneamente
posición y velocidad (o momento lineal) con entera precisión. Estos límites son los fija-
dos por el principio de indeterminación de Heisenberg, según el cual:
h
∆p.∆x ≥
2π
donde ∆p y ∆x representan las variaciones del momento lineal y de la posición de la
partícula que ha de esperarse si tratamos de medirlas simultáneamente. El principio de
indeterminación de Heisenberg es aplicable tanto a fotones como a todas las partículas
materiales, desde electrones a cuerpos macroscópicos descritos por la mecánica clásica.
Cuando p es muy pequeño, como en un electrón o en un fotón, la incertidumbre puede
ser una fracción considerable del momento lineal o bien la incertidumbre en la posición
será relativamente grande.
Si h fuera mucho menor, no habría sido necesaria nunca la teoría cuántica, ha-
biendo bastado el electromagnetismo para explicar todos los fenómenos en que inter-
viene la luz.
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BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA
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Tratamiento Didáctico
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OBJETIVOS
Describir en términos históricos el desarrollo de los conocimientos científicos, que se
unifican finalmente en un único cuerpo de doctrina, consecuencia de una naturaleza
común y diversidad de manifestaciones.
Relacionar la ciencia con la historia, ubicando en las distintas épocas históricas los
principales acontecimientos científicos.
Mostrar la evolución histórica de las diversas teorías científicas, su adaptación o de-
saparición a los avances de la ciencia.
UBICACION
En el Bachillerato, dentro del bloque temático de "Interacción electromagnética" tie-
nen cabida algunos aspectos del tema.
Este es un tema de Historia de la ciencia y no está ubicado en ninguna programación
de los actuales niveles de enseñanza, no obstante puede ubicarse hipotéticamente en el
2º de Bachillerato como complemento del estudio del campo magnético.
TEMPORALIZACION
El tema puede desarrollarse en 4 horas de clase, dedicando 2 horas a la exposición
histórica, en la que muchos aspectos ya se han estudiado en el campo eléctrico y el
campo magnético y el resto a la realización de experimentos demostrativos de cátedra,
en función del material disponible.
METODOLOGIA
Exposición histórica de los hechos científicos destacados en el ámbito de la electric i-
dad, magnetismo y óptica destacando los experimentos cruciales que determinaron pro-
cesos de unificación. Deben situarse los hechos en la correspondiente época histórica.
Conviene demostrar con la exposición que el desarrollo de la ciencia es un proceso
cambiante, dinámico, sin dogmas ni verdades absolutas, siempre abierta a nuevos expe-
rimentos y teorías.
CONTENIDOS MINIMOS
Fenómenos electrostáticos. Ley de Coulomb.
Fenómenos magnéticos. Trabajos de Coulomb.
Experimento de Oersted.
Experiencias de inducción de Faraday.
Leyes de Snell de reflexión y refracción.
Idea de las teorías ondulatoria y corpuscular de la luz.
Fenómeno de interferencia, de difracción y de polarización.
Velocidad de la luz. Método de Fizeau.
Efectos fotoeléctrico y Compton (cualitativo).
Dualidad onda-corpúsculo.
MATERIALES Y RECURSOS DIDACTICOS
Los libros de consulta y de historia de la ciencia complementarán los apuntes toma-
dos de las explicaciones de clase.
Vídeos educativos referentes a electromagnetismo y a la naturaleza de la luz de la
colección "El Universo Mecánico".
Materiales de laboratorio, generalmente equipos de física moderna que contienen:
equipo de láser, espectrógrafo, equipos de interferencias, cubetas de ondas, polaríme-
tros, etc. Generalmente son equipos únicos con lo que se podrán efectuar experiencias
demostrativas de cátedra exclusivamente.
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EVALUACION
Ejercicio escrito sobre cuestiones fundamentales del tema y conceptos básicos rela-
cionados con la historia del electromagnetismo y la óptica.
Prueba escrita de opción múltiple, con preguntas de varias respuestas, en las que el
alumno se obligue a razonar ante variadas situaciones.
Prueba escrita con preguntas relacionadas con las experiencias de cátedra desarrolla-
das durante la explicación del tema.
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