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TEMAS DE FÍSICA Y QUÍMICA

(Oposiciones de Enseñanza Secundaria)


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TEMA 28
DESARROLLO HISTÓRICO DE LA UNIFICACIÓN DE LA ELECTRICI-
DAD, EL MAGNETISMO Y LA ÓPTICA.

Esquema

1. Introducción a la Historia de la Ciencia.


2. Desarrollo histórico de la electricidad.
2.1. Primeros fenómenos observados. Electrización por frotamiento.
2.2. Estudio de fenómenos eléctricos: Gilbert, Gray, Franklin,…
2.3. Trabajos electrostáticos de Coulomb.
2.4. Trabajos de Volta. Corriente eléctrica.
3. Desarrollo histórico del magnetismo.
3.1. Primeros fenómenos magnéticos observados.
3.2. Trabajos de Coulomb sobre las fuerzas magnéticas.
4. Unificación de la electricidad y el magnetismo.
4.1. Experiencia de Oersted.
4.2. Fenómenos de inducción. Faraday.
4.3. Nacimiento del electromagnetismo.
5. Desarrollo histórico de la óptica.
5.1. La luz en la antigua Grecia.
5.2. Desarrollo de la óptica: Galileo, Kepler, Snell, Fermat.
5.3. Teoría ondulatoria de la luz: Hooke y Huygens.
5.4. Teoría corpuscular de la luz. Newton.
6. Desarrollo histórico de la óptica ondulatoria.
6.1. Renacimiento de la teoría ondulatoria: Young, Fresnel, Malus.
6.2. La velocidad de la luz. Fizeau. Foucault.
7. Unificación del electromagnetismo y la óptica física.
7.1. El efecto Faraday.
7.2. Teoría electromagnética de la luz. Maxwell.
7.2.1. Velocidad de las ondas electromagnéticas.
7.3. Resurgimiento de la teoría corpuscular de la luz
7.3.1. Efectos fotoeléctrico y Compton.
7.3.2. Dualidad onda-corpúsculo de la radiación De Broglie.
7.4. Óptica cuántica.

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TEMA 28
DESARROLLO HISTÓRICO DE LA UNIFICACIÓN DE LA ELECTRICI-
DAD, EL MAGNETISMO Y LA ÓPTICA.

1. INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA CIENCIA

La historia de la ciencia, desde la remota antigüedad podemos considerarla dividi-


da en cuatro grandes periodos, en los que la ciencia se ha desarrollado con menor o ma-
yor velocidad siguiendo pautas y características comunes y fijas, evolucionando lenta-
mente y separando estos periodos, unos intervalos de auténtica revolución y profundo
cambio en cuanto a los principios, teorías o leyes que conforman la ciencia. Podemos
establecer estos periodos y los cambios que los provocan, en los siguientes:

1. La antigua Grecia y su herencia hasta final de la Edad Media.


- La revolución Copernicana
2. El desarrollo científico a partir del siglo XVII.
- La revolución de las máquinas de vapor.
3. El desarrollo industrial del siglo XIX.
- La revolución de la física cuántica.
4. La ciencia a partir del siglo XX a la actualidad.

La antigua Grecia y su herencia hasta final de la Edad Media. Este primer periodo
de la historia está influenciado por la ciencia de egipcios y babilonios, así como por la
de los griegos atenienses.

La ciencia primitiva, babilónica y egipcia, estaba esencialmente en manos de un


sacerdocio organizado, y era fundamentalmente práctica, orientada más a la ganancia
material que al interés del conocimiento. Se componía de abundantes observaciones
sistemáticas registradas sobre fenómenos de la Naturaleza en las cuales se basaban
ciertas generalizaciones empíricas, pero no se buscaban teorías unificadoras de tales
observaciones.

Esta búsqueda de las teorías comenzó con el auge de Atenas. Los griegos aporta-
ron precisamente este componente de la actividad científica. A esta época pertenecen
los teoremas de Tales, de Pitágoras, así como la primera teoría sobre la constitución de
la materia a base de aire, agua, tierra y fuego, popularizada por Empédocles y la doctri-
na sobre el átomo. Igualmente en esta época desarrolla Aristóteles su actividad.

El ascenso de Alejandro Magno, como señor de Grecia, marcó otro período de


prosperidad para la ciencia griega, desarrollada ahora desde Alejandría. Desde el punto
de vista metodológico, el aspecto más destacado, es el abandono de la ciencia especula-
tiva y su concentración en la observación sistemática y en la creación de métodos. A la
época de los griegos alejandrinos pertenece la trascendental obra de Euclides "Los ele-
mentos" .

En esta época desarrolla también sus trabajos, Arquímedes, iniciador de la hi-


drostática, y al mismo tiempo un excelente matemático. La escuela alejandrina llevó a
cabo también importantes avances en medicina, pero donde sin duda destaca priorita-

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riamente es en la Astronomía, merced a Claudio Ptolomeo, el cual, en su obra, conocida
por "Almagesto" elabora un tratado sistemático sobre el movimiento de los cuerpos ce-
lestes, que satisfizo las necesidades de los astrónomos hasta la época de Copérnico.

El desarrollo científico a partir del siglo XVII. En el siglo XIII comenzará a fra-
guarse lo que sería la revolución del siglo XVII. Con el sobrenombre de revolución
científica, se denomina al período que abarca desde la mitad del S.XVI hasta finales del
S.XVII. Una característica relevante de esta revolución es que desde la misma, la cie n-
cia se ha proyectado tanto sobre la técnica (ciencia aplicada) como sobre el conoci-
miento puro (ciencia pura). Por otro lado, el éxito de la ciencia en esos años consagró el
resurgimiento de la confianza en la razón humana en contraposición a la autoridad.

El progreso de la astronomía marcó la pauta para las otras ciencias. La teoría he-
liocéntrica de Copérnico acaba con el viejo paradigma de la cosmología geocéntrica de
Ptolomeo y revoluciona aspectos filosóficos ajenos a la propia ciencia, como por ejem-
plo, la opinión sobre el papel del hombre en la Creación. También fueron decisivas las
contribuciones de Kepler, con sus leyes sobre el movimiento de los astros, y las aporta-
ciones de Galileo, el cual introdujo el telescopio como nueva herramienta de observa-
ción del cosmos.

La otra disciplina científica que experimentó un vuelco absoluto, fue la mecánica.


La mecánica de Aristóteles resultaba inadecuada para explicar los conceptos de la nueva
astronomía. Galileo y Newton se encargaron de elaborar la nueva mecánica, científica-
mente adecuada a la teoría heliocéntrica copernicana.

El desarrollo industrial del siglo XIX. En este periodo, caracterizado por el ma-
quinismo, se revolucionan los conceptos de calor y trabajo y las aplicaciones que de ello
se derivan, especialmente en lo que se relaciona con el desarrollo industrial y social.

En este período, igualmente, se van a producir revoluciones en algunas ciencias


que todavía no la habían experimentado, como por ejemplo la química. Los trabajos de
Boyle acabaron con las viejas teorías, aunque él mismo fue incapaz de elaborar una
nueva disciplina. El fundador de la nueva química fue Lavoisier (1766-1794) con su
teoría de la combustión, y Dalton (1766-1844) con su teoría atómica. Gracias a estas
teorías, la química abandona su base especulativa, cultivada por la alquimia, y renace
como cie ncia experimental basada en métodos cuantitativos.

Quizá el cambio más revolucionario en esta época corresponda a la Biología, con


su teoría de la Evolución de las Especies, la cual afectó no sólo a la propia ciencia bio-
lógica, sino que sacudió una vez más el espíritu humano. La idea de evolución desem-
peña un papel importante en varias disciplinas científicas, incluso antes de ser formula-
da por Darwin para la Biología. Así se habla de evolución de las galaxias, evolución del
universo, evolución geológica, etc. El "Origen de las especies" proporcionó, no sólo un
amplio cómputo de observaciones que apoyaban las tesis evolucionistas, sino que ade-
más aportó la "Teoría de la Selección Natural", como explicación. Esta teoría recibiría a
posteriori su fundamentación en los avances de la citología (teoría celular) y de la gené-
tica (leyes de la herencia de Mendel).

La ciencia a partir del siglo XX a la actualidad. Finalmente y centrándonos bre-


vemente en el siglo XX puede afirmarse que éste ha sido escenario de una nueva revo-

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lución científica. La creciente aplicación tecnológica del conocimiento científico desde
el siglo XVII propició la aparición de nuevos métodos de observación muy poderosos
como el radiotelescopio o el microscopio electrónico, y ello tuvo como consecuencia un
cambio radical en nuestra concepción del mundo. La ciencia de los siglos XVIII y XIX,
basada en los conceptos de espacio, tiempo y materia, se vio desbancada a comienzos
del siglo XX por el desarrollo de la teoría eléctrica de la materia. El átomo dejó de ser
indivisible y pasó a estar constituido por partículas más pequeñas dotadas algunas de
carga eléctrica y cuyo movimiento no se ajustaba a la mecánica de Newton, sino que se
explicaba por la nueva Mecánica Cuántica. Por otro lado los conceptos de espacio y
tiempo se vieron modificados por la Teoría de la Relatividad, la cual dio lugar a su vez
a una nueva Teoría de la Gravitación.

2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ELECTRICIDAD

2.1. Primeros fenómenos observados. Electrización por frotamiento.

Desde la más remota antigüedad ya eran conocidos por el hombre ciertos fenóme-
nos de los que hoy llamamos eléctricos, y que entonces no tenían relación entre ellos, ni
explicación racional posible. Algunos de estos fenómenos son el relámpago, el rayo, las
luminosidades de cuerpos puntiagudos en noches de tormenta (fuego de San Telmo), la
descarga del pez torpedo, ya utilizada por Aristóteles para curar la gota, la atracción que
se da al frotar resinas como el ámbar sobre cuerpos ligeros, etc.

Al no encontrar explicación razonable a estos fenómenos, se atribuyeron a causas


misteriosas, exotéricas o sobrenaturales. Incluso las atracciones que ejercen las resinas
como el ámbar sobre cuerpos ligeros eran confundidas con las atracciones que ciertos
minerales (magnetitas) ejercen sobre cuerpos de hierro y fue en este tipo de fenómenos
donde evolucionó la verdadera teoría explicativa de los fenómenos eléctricos.

El término electricidad proviene de la palabra griega elektron, (ámbar), a causa de


que tal vez un pastor helénico al tratar de pulir un trozo de ámbar frotándolo sobre la
lana de una de sus ovejas, observó que poseía la misteriosa propiedad de atraer a peque-
ños trozos de madera.

2.2. Estudio de fenómenos eléctricos: Gilbert, Gray, Franklin.

Los primeros estudios sistemáticos no fueron emprendidos hasta el comienzo del


renacimiento de las ciencias y las artes. Fueron Willian Gilbert, médico personal de la
reina Isabel I de Inglaterra y contemporáneo de Galileo y el físico alemán Otto von
Guericke, más conocido por sus experimentos con los llamados "hemisferios de Mag-
deburgo" los que realizaron importantes descubrimientos relativos a las propiedades de
las cargas eléctricas. Observaron que mientras el ámbar frotado podía atraer y levantar
objetos ligeros como pequeños trozos de papel, dos cuerpos ligeros que han sido toca-
dos por ámbar frotado se repelen. Observaron también que una carga eléctrica puede ser
transferida de un cuerpo a otro, no necesariamente por contacto directo sino también por
una cuerda húmeda o, mejor, por un alambre metálico entre ambos. Estudios posteriores
de los fenómenos eléctricos llevados a cabo por Du Fay a principios del siglo XVIII
condujeron al descubrimiento de que hay dos clases de electricidad, la producida por el
ámbar frotado, el lacre, la vulcanita y otras sustancias resinosas y la producida frotando
sustancias vítreas como el cristal o la mica. Estos dos géneros de electricidad fueron

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llamados resinoso y vítreo, y se estableció que dos clases iguales de cargas eléctricas se
repelen mutuamente mientras que las de género distinto se atraen. Se suponía que los
cuerpos eléctricamente neutros contenían cantidades equilibradas de ambos fluidos
eléctricos, mientras que los cuerpos cargados eléctricamente tenían un exceso de elec-
tricidad resinosa o vítrea.

Al mismo período pertenecen los trabajos de Benjamín Franklin, que comenzó a


interesarse por la física a la edad de 40 años. No contento con las pequeñas chispas que
podían ser obtenidas frotando un chanclo de madera o caucho con una piel, deseaba
jugar con las chispas mucho mayores que las nubes arrojan durante las tormentas, los
rayos, elevando cometas a las nubes tormentosas para recoger electricidad de ellas. La
cuerda húmeda que sostenía la cometa servía como un perfecto conductor de la electri-
cidad y con ella podían cargarse botellas de Leyden y obtener después chispas de ellas.
Franklin introdujo la hipótesis de un único fluido eléctrico, afirmando que la electrici-
dad vítrea era la única clase de fluido eléctrico y que los dos diferentes géneros de ele c-
tricidad correspondían al exceso o a la falta de este fluido imponderable.

Así pues, el cuerpo cargado con un exceso de electricidad vítrea (como una varilla
de vidrio frotada) le llamaba un cuerpo cargado positivamente, mientras que un cuerpo
con falta de ella (como una varilla de caucho frotada) era un cuerpo cargado negativa-
mente. Cuando dos cuerpos, uno de los cuales tiene un exceso y el otro una deficiencia
de fluido eléctrico (el vítreo) se juntan, la corriente eléctrica debe fluir desde el primer
cuerpo, donde está en exceso, al segundo, donde falta. Estas ideas de Benjamín Franklin
han llevado a la terminología moderna en la que la corriente eléctrica va desde el elec-
trodo positivo (ánodo) al negativo (cátodo).

Sabemos ahora que la idea de Du Fay de dos fluidos eléctricos está mucho más
cerca de la realidad que la de Benjamín Franklin, aunque la situación es mucho más
complicada de lo que ellos creían. Existen tanto partículas cargadas positivamente como
cargadas negativamente y por cada partícula que lleva una carga positiva o negativa,
existe su antipartícula correspondiente que transporta una carga contraria. Franklin es-
tuvo más cerca de la verdad en la descripción de la corriente eléctrica por los alambres
metálicos donde el transporte de electricidad es debido exclusivamente al movimiento
de los electrones salvo en que los electrones transportan electricidad resinosa y no elec-
tricidad vítrea.

2.3. Trabajos de electrostática de Coulomb.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los físicos se dedicaron en muchos paí-
ses a estudios cuantitativos de las fuerzas eléctricas y magnéticas. Uno de los descubri-
mientos más importantes en esta línea de trabajo fue el realizado por el francés Charles
August de Coulomb, que ideó la llamada balanza de torsión para medir las fuerzas muy
débiles que se producen entre las cargas eléctricas. Como puede
verse en la fig.1, que representa el esquema de este instrumento
construido por Coulomb, consiste en una varilla ligera con dos
esferitas equilibradas a cada extremo, que está suspendida de un
largo y delgado hilo. Cuando no actúa ninguna fuerza sobre las
esferas la varilla toma una cierta posición de equilibrio. Como el
hilo es muy delgado, una pequeña fuerza que actúe sobre la esfera
hará que la varilla se desvíe considerablemente desde su posición

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original con un ángulo de rotación proporcional a la fuerza. Cargando la esfera móvi1 y
la inmóvil con distintas cantidades de electricidad y variando la distancia entre ellas,
Coulomb descubrió la ley que lleva su nombre, según la cual las fuerzas de atracción y
repulsión eléctricas son directamente proporcionales al producto de las dos cargas e
inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia entre ellas.
qq
F = k 1 22
r
En virtud de esta ley se puede definir una Unidad Electrostática de Carga (UEE)
como la carga que actúa con la fuerza de una dina sobre otra carga igual situada a una
distancia de un centímetro (unidad de carga en el sistema C.G.S. Electrostático, hoy en
desuso). En la práctica se emplea una unidad mucho mayor de carga, el culombio, que
es unos 3.000.000.000 superior a la pequeña unidad de carga que acabamos de definir.
El culombio se define actualmente como unidad derivada del Amperio (unidad de inten-
sidad de corriente), el cual se define, como unidad fundamental, a partir de considera-
ciones electromagnéticas.

2.4. Trabajos de Volta. Corriente eléctrica.

Los indígenas de Africa y Sudamérica conocían un extraño pez tropical de río que
emite descargas dolorosas cuando se le intenta coger. A mediados del siglo XVIII, los
biólogos comienzan a estudiarlo. Se observó que la descarga sólo se producía cuando se
tocaba la parte superior de la cabeza del pez y la parte inferior del cuerpo con una mano.
Este hecho y la conmoción producida hizo recordar el efecto de la botella de Leyden
que acababa de ser inventada y el pez fue llamado sirius electronicus o anguila eléctri-
ca. Cuando se demostró que el pez podía emplearse para cargar botellas de Leyden no
quedó ya ninguna duda de que se trataba de una descarga eléctrica. La electricidad pro-
ducida por el pez atrajo la atención del físico italiano Luigi Galvani que estaba estu-
diando el fenómeno de la contracción muscular de las patas de las ranas. Observó que
las patas de las ranas, colgadas de ganchos de cobre en barras de hierro, se contraían
como si estuvieran vivas cuando tocaban las citadas barras de hierro. Para comprobarlo
bajo condiciones controladas, Galvani realizó un experimento en 1786, en el cual em-
pleaba una horquilla con un diente de cobre y otro de hierro con los cuales tocaba el
nervio y el músculo de la pata de la rana. La pata se contraía rápidamente a cada toque y
Galvani se convenció de que el hecho tenía alguna relación con la descarga eléctrica
producida por la anguila eléctrica.

Sin embargo, Alejandro Volta demostró enseguida que la corriente eléctrica que
causa la contracción de la pata de la rana es un fenómeno puramente inorgánico que
puede ser observado siempre que dos extremos de un alambre formado por la soldadura
de dos alambres de metales diferentes, se sumergen en una disolución salina. Volta ya
en sus investigaciones había notado que si colocaba la lengua entre dos arandelas metá-
licas de naturaleza diferente y enlazadas por un hilo de metal, se experimentaba una
sensación ácida o alcalina, según el orden de los metales y que se tienen las mismas
sensaciones si se aplica la lengua a un conductor que comunique con los polos negativo
o positivo de una pila. Estos sencillísimos experimentos le permitieron esbozar su clasi-
ficación eléctrica de los metales. Volta demuestra que los músculos de la rana no se
contraen si el "arco" que cierra el circuito está formado por un solo metal bien recocido.

Volta llamó galvanismo, en honor de su amigo, a este fenómeno y construyó lo


que se conoce como la "pila de Volta", compuesta de un gran número de discos alterna-

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dos de cobre y de hierro o zinc, separados por capas de paño impregnado de una disolu-
ción salina. La pila de Volta ha sido el prototipo de todas las modernas baterías eléctri-
cas que usamos actualmente. En marzo de 1800, Volta envió un manuscrito describien-
do sus descubrimientos a la Royal Society de Londres, que era entonces el centro inter-
nacional para el intercambio de ideas científicas.

3. DESARROLLO HISTÓRICO DEL MAGNETISMO

3.1. Primeros fenómenos magnéticos observados.

Históricamente, la interacción magnética es conocida desde la Grecia antigua co-


mo propiedad que presentaban ciertos minerales (fundamentalmente derivados del hie-
rro) de atraer pequeños trozos de hierro, no estando dicha propiedad relacionada con
otras interacciones conocidas, como la eléctrica o la gravitatoria. Dado que el fenómeno
se observó en la piedra imán o magnetita, se denominó magnetismo, y las regiones del
mineral donde se manifiesta el fenómeno polos magnéticos. En general, cualquier otro
cuerpo que presente estas propiedades de forma temporal o permanente, se denomina
imán.

Los experimentos pronto demostraron que existían dos clases de polos magnéti-
cos: norte (+) y sur (-) que, al igual que en la interacción eléctrica, se atraían entre sí
cuando eran de signo opuesto y se repelían entre sí cuando eran del mismo signo. Sin
embargo no fue posible aislar polos magnéticos (monopolos) de la misma manera que
se aíslan cargas eléctricas positivas y negativas. Al contrario, los cuerpos magnéticos
siempre presentaban pares de polos de igual intensidad y signo opuesto. Fue en el siglo
XIX cuando se descubrió que las interacciones eléctricas y magnéticas son dos aspectos
diferentes de la misma propiedad de la materia, su carga eléctrica. Y así, mientras que la
interacción eléctrica se manifiesta por la simple presencia de cargas eléctricas en el es-
pacio, la interacción magnética sólo se manifiesta cuando dichas cargas están en movi-
miento.

3.2. Trabajos de Coulomb sobre las fuerzas magnéticas.

Mediante la misma balanza de torsión y suspendiendo del hilo un imán con otro
imán situado verticalmente a través del techo de la caja, Coulomb demostró que la mis-
ma ley rige para las interacciones magnéticas. Así, estableció que las fuerzas entre polos
magnéticos, son inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia que separa los
polos y directamente proporcional a la magnitud de dichos polos magnéticos o carga
magnética. Estableció una ley paralela a la fuerza electrostática entre cargas eléctricas,
que expresaba la fuerza magnética entre polos magnéticos, como:
pp
F =η 12 2
r
A partir de esta expresión empírica definía la unidad de Polo Magnético, como
aquélla que colocada frente a otra unidad igual a la distancia de 1 cm, en el vacío, se
atraen o repelen con la fuerza de una Dina (1 UEM de polo magnético, perteneciente al
sistema C.G.S. electromagnético, hoy en desuso).

Análogamente, definía la Intensidad del Campo Magnético H como la fuerza


magnética ejercida sobre la unidad de polo magnético norte, colocado en un punto del
espacio:

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F
H =
p
Esto, unido al hecho de la existencia de polos de diferente signo, indujo a pensar
en un principio que el magnetismo era una propiedad análoga a los fenómenos eléctri-
cos. La gran dificultad de esta analogía reside en el hecho de que no se pueden obtener
polos magnéticos aislados, cosa que sí ocurre con las cargas eléctricas, que pueden ser
positivas y negativas y pueden aislarse. Los hipotéticos monopolos magnéticos jamás
han sido aislados. Los polos magnéticos siempre se presentan por parejas. Así, al dividir
un imán por la mitad, se generan dos nuevos imanes, ya que cada una de las partes sigue
comportándose como un imán con su polo norte y su polo sur.

4. UNIFICACIÓN DE LA ELECTRICIDAD Y MAGNETISMO

4.1. Experiencia de Oersted.

Parece seguro que ya en el primer tercio del siglo XVIII se observó la imantación
del hierro por el rayo y que este hecho era suficientemente conocido. Por eso, los estu-
diosos se vieron movidos a buscar si existía algún vínculo entre el magnetismo y la
electricidad. Por desgracia, no se consideró más que la electricidad estática y los inten-
tos fueron vanos. Tal fue lo que ocurrió con los primeros experimentos realizados en
este sentido, desde 1807, por Hans Christian Oersted (1777-1851). Sin embargo, en
1820 se le ocurrió tender una porción rectilínea de hilo de cobre, recorrido por una co-
rriente eléctrica producida por una pila, por encima de una aguja imantada y paralela-
mente a su dirección. En estas condiciones, la aguja imantada se movía tomando una
orientación determinada, función exclusiva de la posición relativa entre ella y el hilo
conductor así como del sentido de circulación de la corriente.

Observó que “la aguja abandona su posición y que se desvía hacia el oeste el
polo que se encuentra bajo la parte del hilo más cercana al polo negativo del aparato
galvánico... Si el hilo se dispone horizontalmente bajo la aguja, los efectos son los mis-
mos, pero en sentido contrario.”

Una observación importante que se deduce del experimento de Oersted es que las
fuerzas existentes entre la corriente y el polo magnético son perpendiculares a la línea
que une ambos, en contraposición a la fuerza entre cargas eléctricas o entre masas, que
se ejerce siempre la fuerza en la dirección de la línea que une ambas cargas o masas.

La conclusión más importante que se extrae de este experimento (aparte de la


primera constatación de la interrelación electricidad-magnetismo) es que la electricidad
actuaba a distancia, como la gravitación, es decir, sin contacto directo. Oersted observó
que estos efectos no cambian aunque se encierre la aguja imantada en una caja de cobre
llena de agua.

Los trabajos de Oersted en el campo de la relación electricidad-magnetismo des-


pertaron gran interés en el físico francés Dominique François Arago (1786-1853). En
1820, mientras Arago reproducía los experimentos de Oersted, comprobó que la co-
rriente producía además un fuerte desarrollo de las propiedades magnéticas del material
que forma la aguja, incluso si ésta no estaba previamente imantada. La conclusión era
inmediata, el hilo de conexión, en este caso una bobina de cobre donde se introduce el

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metal, comunica al material una magnetización temporal. Arago también descubrió que
"si usamos limaduras de hierro, la bobina les confiere una magnetización permanente".

Durante muchos años se había pensado que la única forma de magnetizar perma-
nentemente una barra de hierro era alearla con magnetita. Más tarde se demostró que
una barra de hierro podía magnetizarse usando otra previamente aleada con magnetita.
Sin embargo, con el nuevo electroimán, la magnetización permanente de materias como
el hierro se convirtió en una tarea sencilla.

4.2. Fenómenos de inducción. Faraday.

En 1824, realiza Faraday sus primeros experimentos en busca de las corrientes in-
ducidas, describiendo en su diario su descubrimiento más importante, el de la inducción
electromagnética.

En un anillo de hierro dulce enrolló alambre de cobre en


espiral en capas separadas por tela de algodón, (fig.2), formando
la bobina A. Enrolló igualmente sobre el lado B otra espiral de
hilo de cobre y conectó sus extremos con un alambre recto que
pasaba por encima de una aguja magnética. Después conectó los
extremos de la bobina A con una batería e inmediatamente la
aguja se movió, ¡sólo en el momento de la conexión! FIG. 2

Así, la corriente eléctrica de la bobina A puede inducir una corriente eléctrica en


otra bobina B situada cerca, del mismo modo que una carga eléctrica induce la polariza-
ción eléctrica de otro cuerpo cercano. Pero, mientras en el caso de la polarización eléc-
trica el efecto es estático y dura tanto como los dos cuerpos permanezcan próximos, la
inducción electromagnética es un proceso dinámico y la corriente (inducida) en la se-
gunda bobina se produce únicamente durante el período de tiempo en que la corriente en
la primera bobina se establece (aumenta de cero a su valor normal) o desaparece (dismi-
nuye de su valor normal a cero).

Menos de tres meses después de este importante descubrimiento, Faraday dio otro
paso importante en sus estudios sobre la relación entre electricidad y magnetismo.
Construyó un cilindro hueco de cartón recubriéndolo con alambre de cobre en forma de
hélice, separando las hélices con hilo y tela de algodón. Los extremos del alambre de
cobre los conectó a un galvanómetro. Introdujo rápidamente una varilla magnética ci-
líndrica en el cilindro de cartón y la aguja del galvanómetro se movió. Al sacar la varilla
Rápidamente, la aguja volvió a moverse pero en di-
rección contraria. Una corriente inducida fue produ-
cida por la simple aproximación de un imán. La
aguja no quedaba desviada sino que volvía a su posi-
ción inicial. La aguja indicadora tendía a situarse
FIG. 3
paralelamente al imán excitador.Si aumenta el núme-
ro de capas de hilo de cobre en hélice sobre el cilindro de cartón, el efecto es mucho
más fuerte.

Una vez más, la inducción de la corriente eléctrica en la bobina era aquí un fenó-
meno dinámico y la corriente sólo existe mientras el imán era metido y sacado de la
bobina. En la época de Faraday, la idea de que el magnetismo debía producir electric i-
dad, lo mismo que la corriente eléctrica produce magnetismo, estaba en el aire y muchos

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físicos intentaron observar este efecto, pero despistados por la analogía con la inducción
electrostática, ensayaron únicamente las configuraciones estáticas de imanes y ala m-
bres, tales como una varilla imantada con un alambre enrollado a su alrededor, que se
negaba obstinadamente a producir alguna chispa cuando se unían los dos extremos. Al
genio de Faraday, o acaso, a la enorme cantidad de experimentos que realizó día tras
día, se debe el haber demostrado que la producción de una corriente eléctrica es un pro-
ceso dinámico y requiere, bien un cambio en la intensidad de otra corriente o bien un
cambio en la posición del imán. El único físico que tuvo la misma idea fue el norteame-
ricano Joseph Henry, pero vaciló tanto tiempo en anunciarlo que la prioridad del descu-
brimiento fue para Faraday.

4.3. Nacimiento del electromagnetismo.

El trabajo de dar a las ideas de Faraday una formulación matemática concreta fue
realizado por un físico escocés James Clerk Maxwell. Maxwell era un gran matemático,
pero se interesó por la aplicación de los métodos matemáticos a distintos problemas de
la física, siendo su obra más importante la formulación matemática de las ideas de Fara-
day relativas a la naturaleza y leyes del campo electromagnético. Generalizando el he-
cho empírico de que los cambios en los campos magnéticos inducen fuerzas electromo-
trices generadoras de corrientes eléctricas en los conductores, mientras que los campos
eléctricos cambiantes y las corrientes eléctricas producen campos magnéticos, dedujo
las famosas ecuaciones que llevan su nombre, que relacionan el valor del cambio del
campo magnético con la distribución espacial del campo eléctrico y viceversa. Mediante
las Ecuaciones de Maxwell y conociendo la distribución de los cuerpos magnetizados,
conductores cargados y corrientes eléctricas, se puede calcular con todo detalle el cam-
po electromagnético que les rodea y sus cambios con el tiempo.

5. DESARROLLO HISTORICO DE LA OPTICA

5.1. La luz en la antigua Grecia.

Los primeros intentos de comprensión filosófica y científica de la naturaleza de la


luz se los debemos a los griegos. En general, pensaban que la luz era un cierto tipo de
influencia que se propagaba desde el ojo del observador hasta los objetos observados. El
proceso de la visión sería como un contacto entre el ojo y el cuerpo a la manera cómo
un invidente toma contacto entre su bastón y el cuerpo para detectar su presencia.

Esta teoría resulta inadecuada para la explicación de muchos hechos, como por
ejemplo, la imposibilidad de ver en la oscuridad, porque no son visibles simultáne a-
mente tanto objetos cercanos como lejanos. De manera lenta se evolucionó hacia otra
teoría según la cual los cuerpos luminosos emiten cierto tipo de "influencia" que es re-
cibida por el ojo, donde se convierte en las imágenes que vemos.

Aparte de estas reflexiones, a mitad de camino entre una teoría física y una fisio-
logía de la luz, los griegos establecieron algunas leyes sencillas sobre la propagación de
ésta, que podemos resumir:
a) La luz se propaga en línea recta.
b) Al incidir sobre una superficie pulida la luz se refleja de tal manera que el án-
gulo de incidencia con la normal a la superficie es igual al ángulo de reflexión (refle-
xión especular).

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c) En el paso de un medio más sutil a otro más denso, por ejemplo, del aire al
agua, la luz se propaga de tal manera que la inclinación del rayo refractado con respecto
a la normal, es menor que la inclinación del rayo incidente con respecto a la misma
normal.

Los griegos no llegaron a establecer una ley precisa del fenómeno de la refracción
que fue descubierta mucho más tarde por Snell y Descartes.

En la antigüedad se pensaba que la propagación de la luz era instantánea, es decir,


ocurría a velocidad infinita. Este escueto conjunto de datos y teorías hizo que prevale-
ciera una visión corpuscular de la luz. Aunque entre la época helenística y la revolución
científica del siglo XVII se produjeron avances en óptica, no se propuso ninguna teoría
de la naturaleza de la misma que superase a la de los griegos.

5.2. Desarrollo de la óptica: Galileo, Kepler, Snell, Fermat.

La óptica no tuvo grandes progresos hasta Alhazem de Basora (1000 d.C.) que si-
guiendo la idea pitagórica de que la luz, como un proyectil, va del foco luminoso a los
objetos y de éstos a nuestros ojos, por las leyes del choque elástico, deduce la ley de la
reflexión, realiza estudios sobre los espejos esféricos y parabólicos y describe detalla-
damente el funcionamiento del ojo humano.

Posteriormente Roger Bacon (1215-1294) inició la idea de combinar lentes para


construir un telescopio basándose en los estudios realizados con las lentes. Leonardo da
Vinci inventa la cámara oscura y por aquella época los alquimistas idearon el espécu-
lum, amalgama de mercurio y estaño con la que recubrían láminas de vidrio para fabri-
car espejos.

Galileo Galilei construye los primeros telescopios, aunque no fueron un invento


suyo, pues se conocían anteriormente, lo que está claramente documentado en los archi-
vos de La Haya. Con este aparato descubre las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno y
el giro del Sol sobre sí mismo e ideó diversos procedimientos para medir la velocidad
de la luz.

En la primera mitad del siglo XVII, Kepler, además de sus trabajos de astronomía,
se interesó en las cuestiones de óptica tales como la visión y la refracción, incluyendo
los efectos de refracción producidos por lentes de diferentes tipos. Realizó numerosas
medidas de ángulos de incidencia y refracción para distintos pares de sustancias pero no
pudo encontrar una relación entre ellos que fuese válida para todos los ángulos.

Fue Willebrord Snell, profesor de Leiden, el que unos años después formulara la
relación que lleva su nombre:
sen α

sen ρ
donde α y ρ son los ángulos de incidencia y de refracción y µ es e índice de refracción
del segundo medio respecto al primero.

René Descartes, que no está claro si conocía o no los trabajos de Snell, fue el pri-
mero en publicar en su "Dioptrica", la ley de la refracción, demostrándola partiendo de

11/ 25
un modelo en que la luz se visualizaba como una "presión transmitida" por un medio
elástico (equivalente a una onda mecánica).

Pierre de Fermat (1601-1665), sin tener en cuenta las consideraciones de Descar-


tes, postuló que la luz se propaga de un punto a otro por el camino óptico más corto,
aunque tenga que desviarse de su trayectoria más corta para hacerlo, y basándose en
esta ley, a la que llamó "principio de tiempo mínimo", dedujo las leyes de la reflexión y
la refracción.

Francesco María Grimaldi, profesor de la Universidad de Bolonia, describió sus


extensas investigaciones sobre óptica en un libro que se publicó después de su muerte.
Entre ellas destacamos el descubrimiento de la difracción de la luz, haciendo pasar un
estrecho has de luz solar a través de un orificio practicado en una cortina de una habita-
ción oscura y recogiendo la luz en una pantalla, observando que la zona iluminada no
correspondía al tamaño del orificio y a la propagación rectilínea de la luz. El estudio
cuantitativo de este fenómeno fue posteriormente realizado por Young y Fresnel.

5.3. Teoría ondulatoria de la luz. Hooke y Huygens.

Científicos como Christian Huygens (1629-1695) y Robert Hooke (1635-1703)


optaban por una teoría ondulatoria de la luz, en la que la luz se concibe como una per-
turbación asimilable a una onda, con lo cual interpretaban el hecho de que dos haces
luminosos se cruzan sin perturbarse, cosa difícil de explicar mediante la concepción
corpuscular de la luz.

Dada la necesidad de un medio de propagación para cualquier onda, fue necesario


recurrir al concepto de éter como medio sutil que llena todo el Universo y que propaga
las ondas de las que se compone la luz. La diferencia entre las aportaciones de Huygens
y Hooke fue la consideración de la forma de vibración de las ondas luminosas. Así, el
primero las supuso longitudinales al igual que las ondas sonoras (vibración en la misma
dirección que la de propagación) y el segundo las supuso transversales (vibración en
plano perpendicular a la dirección de propagación) como las ondas de una cuerda vi-
brante.

La teoría ondulatoria de la luz era capaz de explicar fenómenos como el color, que
se debe a diferentes frecuencias de vibración y predecía los fenómenos de interferencia.

Huygens, haciendo uso de la cinemática del movimiento ondulatorio, encontró


una explicación muy satisfactoria del fenómeno de la doble refracción. Para describir
matemáticamente la propagación de un movimiento ondulatorio, introdujo el principio
que lleva su nombre: Todos los puntos del frente de onda en un instante dado se pueden
considerar como nuevos emisores secundarios de las mismas ondas, siendo el frente de
onda en el tiempo to +dt el resultado de sumar todas las contribuciones parciales co-
rrespondientes a dichos puntos. Este principio también se puede llamar principio de
superposición lineal del movimiento ondulatorio.

El principio de Huygens es de enorme valor para obtener una descripción geomé-


trica precisa de cómo transcurre la propagación de un movimiento ondulatorio, al en-
contrarse un obstáculo, al cambiar de medio material, etc. Aunque la teoría ondulatoria

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explicaba en sus rasgos generales, los fenómenos de la luz, presentaba todavía dos defi-
ciencias importantes.

La primera de ella era explicar la propagación rectilínea de la luz. Si asimilamos


la luz a un movimiento ondulatorio como el sonido, podemos preguntarnos por qué no
bordea los obstáculos como hace éste (es perfectamente posible oír a una persona cuya
voz nos llega por un camino muy distinto a la línea recta). La respuesta a esta pregunta
es doble. Por una parte, si la longitud de onda del movimiento ondulatorio es suficien-
temente pequeña, la onda se propaga prácticamente en línea recta. (Posteriormente a la
teoría de Huygens, se descubrió que la longitud de onda de la radiación visible era del
orden de 0'5 nm lo cual hace que la teoría ondulatoria sea perfectamente compatible con
la propagación rectilínea). La segunda parte de la doble respuesta consiste en que si la
teoría ondulatoria es correcta, la luz debe apartarse de la propagación perfectamente
rectilínea cuando encuentre obstáculos o rendijas cuyo tamaño sea del orden de 0’1 nm.
Este fenómeno, al que se llamó difracción, constituye una de las mejores pruebas de que
la luz es una onda.

La otra deficiencia importante de la teoría ondulatoria de Huygens era considerar


a la luz como una onda longitudinal, es decir, una onda en la que la perturbación y la
propagación tienen la misma dirección, como el sonido en los gases y líquidos. Por el
contrario, la luz debe ser considerada como una onda transversal en la que las direccio-
nes de propagación y de la perturbación son perpendiculares entre sí, como ocurre en la
superficie de un estanque al arrojar una piedra en la que la perturbación es vertical pero
la propagación de la onda es horizontal.

5.4. Teoría corpuscular de la luz.

Isaac Newton (1642-1727) fue un investigador activo en el campo de la óptica, al


que le debemos el descubrimiento de la descomposición espectral de la luz blanca, el
telescopio reflector, etc. El aspecto de su trabajo que más nos interesa aquí es su teoría
corpuscular de la luz. Según Newton, la luz consistía en pequeñísimas partículas que se
emiten desde la fuente luminosa en todas direcciones, viajan en línea recta y producen
la sensación visual al llegar alojo del observador. La teoría corpuscular permite explicar
fácilmente la propagación rectilínea de la luz y su comportamiento en la reflexión espe-
cular, usando los principios cinemáticos y dinámicos que él mismo había desarrollado.

En efecto, si sobre cada una de las pequeñísimas partículas de la luz no actúa


fuerza alguna, según la primera ley de Newton, su trayectoria ha de ser una línea recta.
La ley de la reflexión especular se deduce de la conservación del momento lineal en una
colisión con una superficie rígida y pulida. La componente de la velocidad paralela a
dicha superficie no cambia en absoluto mientras que la componente perpendicular con-
serva su módulo pero cambia de sentido. El efecto neto es que el ángulo de incidencia
es igual al ángulo de reflexión.

Para explicar la ley de la refracción de Snell-Descartes:


sen α

sen ρ
donde α es el ángulo de incidencia respecto a la normal, ρ el ángulo de refracción res-
pecto a la normal y µ una constante que depende del medio considerado, Newton tuvo
que introducir en su desarrollo corpuscular la hipótesis de que la velocidad de la luz en

13/ 25
medio material es mayor que en el vacío o en el aire. Intentó justificar esta hipótesis
mediante una fuerza de atracción que los medios transparentes ejercían sobre la luz.

A pesar de conseguir algunos éxitos, la teoría corpuscular no explicaba satisfacto-


riamente dos fenómenos que ya se conocían experimentalmente. Uno era la doble re-
fracción, es decir, la obtención de dos rayos refractados a partir de uno incidente, pro-
ducida en los cristales de calcita y otro, descubierto por el mismo Newton, los anillos
coloreados o alternativamente claros y oscuros que se observan al incidir la luz sobre
una lente planoconvexa apoyada en un vidrio por su cara curva.

6. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ÓPTICA ONDULATORIA

6.1. Renacimiento de la teoría ondulatoria. Young. Fresnel. Malus.

A pesar de las evidentes ventajas de la teoría ondulatoria de Huygens sobre la teo-


ría corpuscular de Newton, no fue aceptada hasta pasado mucho tiempo. Esto se debió,
en parte, a la gran autoridad de Newton entre sus contemporáneos y, particularmente, a
la poca habilidad de Huygens en la elaboración de sus ideas con la suficiente precisión
matemática para hacerla invulnerable a todas las objeciones. Así, la cuestión sobre la
naturaleza de la luz quedó pendiente durante un siglo, hasta la aparición en 1800 de un
trabajo del físico inglés Thomas Young titulado "Esbozos de experimentos e investiga-
ciones respecto al sonido y la luz". En él, Young explica el fenómeno de los anillos de
Newton sobre la base de la naturaleza ondulatoria de la luz y describe su propio experi-
mento, con el cual se puede demostrar de modo más elemental la interferencia de dos
rayos de luz.

Los trabajos de Thomas Young y su contemporáneo, el francés August Jean Fres-


nel, establecieron firmemente la validez de la teoría ondulatoria de la luz y de este mo-
do, Huygens ganó después de muerto la disputa de toda su vida con Newton.

Otro problema tratado pero no resuelto por Newton y Huygens fue el de la polari-
zación de la luz. En 1669, el danés Erasmus Bartholin descubrió que los cristales de un
mineral transparente llamado "espato de Islandia" tienen la propiedad de dividir los ra-
yos que pasan en una determinada dirección a través suyo, en dos rayos separados. Si el
cristal gira en torno a la dirección del rayo incidente, uno de los dos rayos que resultan,
llamado rayo ordinario, queda estacionario, mientras que el otro, llamado rayo extraor-
dinario, se mueve en torno a la dirección del rayo incidente, a medida que gira el cristal.
Huygens interpretó este fenómeno suponiendo que una onda luminosa que penetra en el
cristal de espato de Islandia (y algunos otros cristales) se divide en dos ondas, una que
se propaga con la misma velocidad en todas las direcciones a través del cristal y otra
onda cuya velocidad depende de su dirección respecto del eje del cristal.

Mucho más tarde, gracias a los trabajos del físico francés Etienne Malus (1775-
1812) y otros, se resolvió esta cuestión. No hay duda de que la luz no es más que una
propagación de ondas a través del espacio, pero las vibraciones del medio no se produ-
cen en la dirección de propagación (ondas longitudinales), como Huygens pensaba, sino
perpendicularmente a ella (ondas transversales). La diferencia entre el rayo ordinario y
el extraordinario en el espato de Islandia es que, en el primero, las vibraciones de reali-
zan en el plano que forman el rayo y el eje del cristal, mientras que en el segundo las
vibraciones son perpendiculares a dicho plano.

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6.2. La velocidad de la luz. Fizeau Foucault.

El primer intento de medir la velocidad de propagación de la luz fue hecho por


Galileo. Se situó en la cima de una colina mientras un segundo observador se situaba en
la cima de otra colina distante aproximadamente 2 Km, teniendo ambos sendas linternas
con obturador para ocultar la luz. Galileo propuso medir el tiempo que tarda la luz en
recorrer dos veces la distancia entre los experimentadores. El experimentador A descu-
bre su linterna y cuando el experimentador B ve la luz, descubre la suya. El tiempo
transcurrido desde que A descubre su linterna hasta que él mismo ve la luz procedente
de B es el tiempo que la luz tarda en recorrer ida y vuelta el espacio entre A y E. Aun-
que este método es correcto, la velocidad de la luz es tan grande que el intervalo de
tiempo a medir es mucho menor que el requerido para las reacciones humanas, por lo
que Galileo fue incapaz de obtener un valor razonable para la velocidad de la luz.

La primera indicación del verdadero valor de la velocidad de la luz procedió de


observaciones astronómicas basadas en la medida del período de una de las lunas de
Júpiter. Este período se determina midiendo el tiempo entre dos eclipses de dicha luna
con el planeta, o sea, cuando la luna desaparece detrás de Júpiter. El periodo del eclipse
es, aproximadamente 42'50 horas, pero cuando se hacen medidas en el momento en que
la Tierra se está alejando de Júpiter, como sucede desde las posiciones A-B-C (fig.4), se
tienen unas medidas de
tiempo mayores para este
período que cuando las
medidas se hacen en las
posiciones en que la Tie-
rra se acerca hacia Júpiter,
como sucede desde las
posiciones C-D-A. Como
estas medidas difieren del
FIG. 4
valor medio en sólo apro-
ximadamente en 15 segundos, estas discrepancias eran a su vez difíciles de medir con
exactitud.

En 1675, el astrónomo Roemer atribuyó estas discrepancias al hecho de que la


velocidad de la luz no es infinita. Durante las 42'50 horas que transcurren entre dos
eclipses de la luna de Júpiter, varía la distancia entre la Tierra y Júpiter haciendo que el
trayecto que ha de seguir la luz sea más largo o más corto. Roemer ideó el siguiente
método para medir el efecto acumulativo de estas discrepancias. Despreciaba el movi-
miento de Júpiter, que es mucho menor que el de la Tierra, y cuando la Tierra está en el
punto más próximo, A, se mide el período de la luna de Júpiter. Se calcula entonces el
tiempo en que debe producirse un eclipse, medio año después, es decir, cuando la Tierra
está en la posición C. El tiempo en que se observa el eclipse es aproximadamente de 16
minutos después del previsto. Este es el tiempo que emplea la luz en recorrer una dis-
tancia equivalente al diámetro de la órbita terrestre.

La primera medida no astronómica de la velocidad de la luz fue realizada por el


físico francés Fizeau en 1849. Su método se ilustra en la fig.5.

15/ 25
FIG. 5

La luz procedente de la fuente S atraviesa, focalizada por la lente L1 el espejo se-


mitransparente G y se transmite a través de uno de los huecos de una rueda dentada T
hasta llegar a través de las lentes L2 y L3 al espejo M. Tras reflejarse en ese espejo, la
luz regresa por el mismo camino y las mismas lentes a atravesar el hueco de la rueda
dentada y tras ser reflejado en G se detecta por el observador E. Se determina la veloci-
dad de la luz midiendo la velocidad angular de la rueda que permitirá que la luz refleja-
da sea transmitida por el hueco siguiente de la rueda dentada de modo que se obtenga
una imagen de la fuente.

Este método fue mejorado por Foucault, que sustituyó la rueda dentada por un es-
pejo rotativo. Aproximadamente en 1850, Foucault midió la velocidad de la luz en el
aire y en el agua demostrando que es menor en el agua que en el aire. El físico america-
no Albert Michelson, realizó unas medidas muy precisas de la velocidad de la luz utili-
zando esencialmente el método anterior.

Existe otro método, en el que no interviene la luz directamente, sino que está ba-
sado en la teoría de Maxwell, de que la luz es una onda electromagnética. En esta teoría,
la velocidad de las ondas electromagnéticas en el vacío está relacionada con una cons-
tante eléctrica (que puede determinarse mediante una medida exacta de la capacidad de
un condensador de placas plano-paralelas) y con una constante magnética (que puede
determinarse experimentalmente mediante dos conductores con corriente que se atraen
por fuerza magnética). Así pues, mediante la medida de dos magnitudes experimentales,
se obtienen dos constantes del campo electromagnético que están relacionadas con la
velocidad de la luz, c:
1
c=
εµ
siendo: ε=constante dieléctrica del medio (ε0 para el vacío)
µ=permeabilidad ma gnética del medio (µ0 para el vacío)

Existe una extraordinaria similitud entre los resultados obtenidos en estos diversos
métodos de determinación de la velocidad de la luz.

El valor actualmente aceptado como más exacto es:


c = 2'997929.10 8 m/s

El valor de 3.108 m/s (=300.000 Km/s) es suficientemente exacto para casi todos
los cálculos.

16/ 25
7. UNIFICACIÓN DEL ELECTROMAGNETISMO Y LA ÓPTICA FÍSI-
CA

7.1. El Efecto Faraday.

La mente investigadora de Michael Faraday no se contentó con revelar la relación


oculta entre electricidad y magnetismo, sino que también quería saber si los fenómenos
electromagnéticos afectaban a los fenómenos ópticos. Esto culminó con el descubri-
miento de la rotación del plano de polarización de la luz cuando pasa a través de mate-
riales transparentes situados en campos magnéticos.

El efecto Faraday, que se llamó a la rotación del plano de polarización de la luz


que se propaga a lo largo de las líneas de fuerza magnética, demuestra la íntima relación
entre la luz, (que son ondas electromagnéticas muy cortas) y las corrientes eléctricas
dentro de los átomos individuales. Estos pequeños circuitos eléctricos atómicos se atri-
buyen a la rotación de los electrones atómicos en torno al núcleo atómico.

7.2. Teoría electromagnética de la luz. Maxwell.

7.2.1. Velocidad de las ondas electromagnéticas.

Al considerar la interacción de los campos eléctrico y magnético, nos encontra-


mos con la cuestión relativa a las unidades que deben ser empleadas para medir las dis-
tintas magnitudes electromagnéticas. Hemos visto antes que la unidad de carga eléctrica
se define a partir de la ley de Coulomb de atracciones y repulsiones eléctricas como la
carga que repele a otra igual situada a 1 cm con la fuerza de 1 dina. De manera análo-
ga, la unidad de campo eléctrico debe ser definida como el campo que actúa con la fue r-
za de 1 dina sobre la unidad de carga eléctrica situada en él. La unidad de polo magnéti-
co y la unidad de campo magnético se definen de manera semejante a partir de la ley de
Coulomb de los polos magnéticos (ley empírica). Pero, ¿qué ocurre si consideramos el
fenómeno electromagnético, donde se implica a la vez a la electricidad y el magnetismo,
tal como el campo magnético producido por una corriente eléctrica (ley de Ampère).

Supongamos que investigamos la acción de una corriente eléctrica sobre un polo


magnético situado a 1 cm del alambre. Podemos definir la unidad de corriente eléctrica
como una corriente que transporta por segundo la unidad de carga antes definida, pero
de hacerlo así, la fuerza con la que el campo magnético producido por esta corriente
actúa sobre una unidad de polo situada a l cm, no será, necesariamente de 1 dina.

Alternativamente, podemos definir una unidad de corriente eléctrica como una co-
rriente que produce un campo magnético que actúa con la fuerza de 1 dina sobre una
unidad de polo situada a 1 cm, pero si así lo hacemos, la cantidad de electricidad que
corre por el alambre transportando una unidad de corriente, no será la unidad electrostá-
tica de carga antes definida. Es decir, ambas posibilidades dan resultados diferentes.

En lugar de escoger una definición posible y rechazar la otra, los físicos han prefe-
rido emplear ambas definiciones, introduciendo un factor constante para traducir un
sistema de unidades a otro. (Igual que en las mediciones de calor, donde se puede em-
plear 1 caloría ó 1 ergio, con la proporción de 4'18.107 ).

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La unidad de carga eléctrica definida con arreglo a la ley de Coulomb sobre atrac-
ciones y repulsiones eléctricas (la primera de las dos definiciones citadas) se conoce
como unidad electrostática (uee) de carga, mientras que la unidad de carga definida
según la ley de Oersted de la acción de las corrientes eléctricas sobre los polos magnéti-
cos (la segunda de las dos definiciones citadas) se conoce como unidad electromagnéti-
ca (uem) de carga. Una unidad electromagnética de carga resulta ser igual a 3.1010 uni-
dades electrostáticas de carga.
1 uem (Q) = 3.1010 uee(Q)
de manera que una corriente que transporta 1 uee Q por segundo ejerce una fuerza de
tan sólo 1/(3.1010 ) dinas sobre una unidad de polo magnético situada a 1 cm, mientras
que dos cuerpos cargados con 1 uem Q cada uno situados a distancia de 1 cm se repele-
rán con una fuerza de 3.1010 dinas.

Como al escribir sus ecuaciones, Maxwell tuvo que emplear unidades electrostáti-
cas para los campos eléctricos y unidades electromagnéticas para los campos magnéti-
cos, el factor 3.1010 queda implicado en las expresiones que tienen un campo eléctrico
en un lado de la ecuación y un campo magnético en el otro, y la aplicación de estas ex-
presiones para describir la propagación de las ondas electromagnéticas llevó a la con-
clusión de que la velocidad de propagación es numéricamente igual a la relación de las
dos unidades, es decir, 3.1010 cm/s. He aquí, que esta cifra coincide exactamente con la
velocidad de la luz en el vacío, que fue medida por diversos métodos antes de que hu-
biera nacido Maxwell. Esto debe significar que las ondas de luz son efectivamente On-
das Electromagnéticas (O.E.M.) de longitud de onda muy corta. Este pensamiento con-
dujo al desarrollo de una importante rama de la Física: la teoría electromagnética de la
luz.

7.3. Resurgimiento de la teoría corpuscular de la luz.

7.3.1. Efectos Fotoeléctrico y Compton.

Dentro del marco de la física clásica, existen al menos tres fenómenos importantes
que no pueden ser explicados de forma satisfactoria y que son: el Efecto Fotoeléctrico,
el Efecto Compton y los Espectros de Radiación en forma de líneas discretas emitidos
por los átomos a altas temperaturas. Desde el punto de vista de la controversia sobre la
naturaleza dé la luz, nos interesa sobre todo los dos primeros.

El Efecto Fotoeléctrico fue descubierto de manera accidental por H.Hertz y con-


siste en la emisión de electrones por parte de los metales cuando son iluminados con
radiaciones electromagnéticas de frecuencia adecuada. Las principales propiedades de
este fenómeno las podemos resumir en las siguientes:

1. El número de electrones emitidos es proporcional a la intensidad de la radiación


incidente.
2. Dado un metal determinado, existe una frecuencia umbral ν0 por debajo de la
cual no se observa en absoluto emisión de electrones.
3. La energía cinética de los electrones emitidos es independiente de la intensidad
luminosa y sólo depende de la diferencia ν−ν0 entre la frecuencia incidente y la fre-
cuencia umbral.
4. La emisión de electrones es prácticamente instantánea una vez que el metal ha
sido iluminado.

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Los puntos 2 y 4 no se pueden explicar por la teoría electromagnética clásica
puesto que según ella el electrón debería ir ganando progresivamente energía al incidir
sobre él mismo una onda luminosa. Desde este punto de vista no debería existir fre-
cuencia umbral, sino que simplemente se tardaría más o menos tiempo en arrancar al
electrón del metal según fuera la frecuencia de la radiación incidente. Por esta misma
razón, la práctica instantaneidad del efecto fotoeléctrico y el valor bien definido de la
energía de los electrones, independientemente de la intensidad incidente, resultaban
completamente inexplicables mediante los modelos clásicos de la interacción car-
ga−radiación.

El año 1900 marca el nacimiento de una nueva rama de la física mediante la teoría
cuántica. Max Planck, físico alemán, expuso la tesis de que la luz y todas las demás
clases de radiación electromagnética, que siempre eran consideradas como trenes conti-
nuos de ondas, consistían realmente en paquetes individuales de energía con cantidades
bien definidas de energía por paquete. La cantidad de energía por paquete depende de la
frecuencia ν de vibración de la onda y es directamente proporcional a ella, de modo que
se puede escribir: E = hν
en la que h es una constante universal llamada, a partir de entonces constante de Planck.
Estos paquetes de energía de la radiación fueron llamados cuantos de radiación o
cuantos de energía.

A partir de la ecuación anterior y mediante consideraciones muy sencillas, se ex-


plican las principales propiedades del efecto fotoeléctrico.

Otro fuerte apoyo para la hipótesis de los cuantos de radiación se debe a los tra-
bajos del físico norteamericano Arthur Compton. Éste observó que en las colisiones
entre los cuantos de luz y los electrones libres o débilmente ligados se producía disper-
sión de la radiación electromagnética con menor energía que la incidente y por lo tanto,
de mayor longitud de onda.

Según la teoría ondulatoria de la radiación, la luz incidente sobre el electrón debe-


ría dispersarse de forma más o menos esférica, lo que no está de acuerdo con las medi-
das experimentales realizadas en el efecto Compton, según las cuales, los fotones dis-
persados se emiten con altísima direccionalidad.

7.3.2. Dualidad Onda-Corpúsculo de la radiación. De Broglie.

Hemos visto que la explicación del efecto fotoeléctrico requiere asignar a la luz,
en ciertas circunstancias, propiedades corpusculares. Por otro lado sabemos que experi-
mentos como el de la doble rendija de Young ponen de manifiesto su comportamiento
ondulatorio. Así pues, en el caso de la radiación electromagnética es necesario conside-
rar ambos aspectos, el corpuscular y el ondulatorio, para poder explicar los fenómenos
observados.

Reflexionando sobre esta dualidad onda-corpúsculo en el caso de la luz, el físico


francés Louis De Broglie planteó la hipótesis de que la materia (considerada como pu-
ramente corpuscular por la teoría clásica) podía presentar propiedades ondulatorias.

19/ 25
Para establecer este resultado, De Broglie se basó en una analogía entre los prin-
cipios variacionales de la mecánica y la óptica. Según ésto, a un corpúsculo material se
le asocia una onda cuya longitud de onda λ vendría dada por la expresión:
h
λ=
p
La pequeñez de la constante de Planck, h, hace que dicha longitud de onda sea
inobservable para los cuerpos macroscópicos de nuestro mundo cotidiano. Por ejemplo,
para una masa de 1 gramo, moviéndose a la velocidad de 1 m/s, se tendría una longitud
de onda en la onda asociada de:
h 6'67.10 −34 J .s
λ= = = 6'67.10 −31 m
p 0'001Kg.m / s
que es una cantidad 21 órdenes de magnitud por debajo del tamaño típico de un átomo.

Sin embargo, para un objeto microscópico, como un electrón, la longitud de onda


de la onda asociada (onda de De Broglie) puede ser del mismo orden de magnitud que el
espacio reticular de un cristal y, por tanto, puede dar lugar a efectos medibles experi-
mentalmente. Si consideramos, por ejemplo, electrones de 50 eV de energía cinética,
una aplicación inmediata de la ecuación anterior, será:
h h 6'67.10 −34 J .s
λ= = = = 1'75.10−10 m=
p 2 mEc −31
( −19
2 × 9'108.10 Kg × 50eV ×1'60.10 J / eV )
= 0’175 nm

Poco después de ser formulada la hipótesis de De Broglie, fue sometida a com-


probación experimental con resultados muy satisfactorios entre los que merece destacar
el experimento de los norteamericanos Davisson y Germer que hicieron incidir un haz
de electrones de energía cinética igual a 54 eV sobre un cristal de níquel, obteniendo
una figura de difracción típica de los fenómenos ondulatorios. La longitud de onda aso-
ciada con el patrón de interferencia estaba en pleno acuerdo con la ecuación anterior.

7.4. Óptica cuántica.

Mientras nos ocupamos de interacciones de luz con luz, como el caso de las inter-
ferencias y la difracción, la teoría electromagnética y, de hecho, cualquier teoría ond u-
latoria, da una explicación completa de los fenómenos. Sin embargo, cuando se intenta
estudiar las interacciones de la luz con la materia, como la emisión y absorción de luz y
la dispersión, se presentan serias dificultades.

En muchas de estas interacciones no se trata sólo de pequeñas desviaciones entre


la teoría y la experimentación, sino que la teoría predice resultados en completa contra-
dicción con las observaciones experimentales. Ya se han estudiado algunos de estos
fenómenos como el efecto fotoeléctrico y el efecto Compton. Otro fenómeno de interac-
ción luz-materia es la distribución de energía luminosa en el espectro de emisión de un
cuerpo negro. Para su explicación, Einstein postuló en 1905 la existencia de los fotones
ya introducidos en la hipótesis de Planck, que se comportaban como partículas de luz
que al chocar con los electrones los arrancarían desviándolos como si se comportaran
como bolas de billar.

20/ 25
En otros fenómenos de interacciones más complejas entre radiación y materia, la
teoría tropieza con dificultades insuperables para su explicación cuantitativa. Tal ocurre
con el efecto Zeeman y con el efecto Raman, que han de ser explicados mediante la teo-
ría cuántica.

De todos los experimentos que revelan la existencia de fotones, y sobre todo, en el


efecto fotoeléctrico, se encuentra que su energía está determinada únicamente por su
frecuencia ν, que ha de medirse mediante la observación de interferencias, propiedad
típicamente ondulatoria. La constante de proporcionalidad entre la energía y la frecuen-
cia es la constante de Planck, de modo que tenemos como resultado experimental:
E = hν (hipótesis de Planck)

De la expresión de Einstein sobre la equivalencia entre la masa y la energía:


E = mc 2
que ha sido reiteradamente comprobada experimentalmente en los estudios sobre de-
sintegraciones nucleares y en los experimentos de conversión de radiación en materia
que tienen lugar en la creación de pares electrón-positrón por los rayos γ, combinada
con la anterior ecuación, resultará:
c
hν = h = mc 2
λ
y el momento lineal postulado para el fotón será:
hν h
p = mc = =
c λ
Este resultado está firmemente apoyado por la evidencia experimental ya que, pa-
ra obtener la ecuación del efecto Compton ha de tomarse como momento lineal de los
fotones, hν/c.

La contradicción aparentemente irreconciliable entre las descripciones ondulatoria


y corpuscular de la luz, quedó aclarada basándose en un nuevo esquema de la mecánica
iniciado por los físicos Heisenberg y Schrodinger en 1926. En la mecánica cuántica, el
comportamiento de los electrones de un átomo se calcula mediante la teoría ondulatoria
y las soluciones de las ecuaciones de onda conducen a los estados de energía posibles.
Cualquier partícula tiene asociado con ella un grupo de ondas y, en el caso de una partí-
cula libre, su longitud de onda es inversamente proporcional al momento lineal p de la
partícula. Es la relación de De Broglie ya mencionada: λ=h/mv=h/p.

El comportamiento análogo entre los electrones y la luz encuentra su demostra-


ción más elegante en el funcionamiento del microscopio electrónico. La existencia,
tanto para la materia como para la radiación electromagnética, de ambos tipos de com-
portamiento, como ondas y como partículas, fue el hecho más importante interpretado
por la mecánica cuántica. La unificación de ambas teorías supuso el nacimiento de la
óptica cuántica.

El significado físico de las ondas que las partículas tienen asociadas es que el cua-
drado de la amplitud en cualquier punto del espacio representa la probabilidad de en-
contrar la partícula en ese punto. La teoría da, por tanto, la distribución estadística de las
partículas y niega la posibilidad de saber algo más preciso. De modo análogo, para la
luz, la teoría ondulatoria da la distribución estadística (o media de los fotones) por me-
dio del cuadrado de la amplitud de la onda asociada.

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La posibilidad de caracterizar la luz como paquetes discretos de energía llamados
fotones, parecía residir en nuestra capacidad de determinar, en un instante dado, la posi-
ción y la velocidad de un fotón determinado. Sin embargo, Heisenberg demostró que,
para las partículas de dimensiones atómicas, es imposible determinar simultáneamente
posición y velocidad (o momento lineal) con entera precisión. Estos límites son los fija-
dos por el principio de indeterminación de Heisenberg, según el cual:
h
∆p.∆x ≥

donde ∆p y ∆x representan las variaciones del momento lineal y de la posición de la
partícula que ha de esperarse si tratamos de medirlas simultáneamente. El principio de
indeterminación de Heisenberg es aplicable tanto a fotones como a todas las partículas
materiales, desde electrones a cuerpos macroscópicos descritos por la mecánica clásica.
Cuando p es muy pequeño, como en un electrón o en un fotón, la incertidumbre puede
ser una fracción considerable del momento lineal o bien la incertidumbre en la posición
será relativamente grande.

La preponderancia relativa de las propiedades ondulatorias o corpusculares varía


continuamente a favor de estas últimas cuando se avanza en el espectro electromagnéti-
co hacia mayores frecuencias. Así, las ondas de radio se comportan en todos los aspec-
tos importantes como radiación electromagnética clásica ya que la energía hν de sus
fotones es muy pequeña y, por tanto, son de ordinario muy numerosos. Análogamente
ocurre con la luz ordinaria de intensidad normal que contiene tantos fotones que su
comportamiento medio queda explicado con precisión mediante la teoría ondulatoria,
siempre que las interacciones con los átomos de la materia no comprometan los estados
de energía cuantificados de estos últimos. Por eso las propiedades corpusculares de la
luz permanecieron ocultas durante muchos años.

La banda de frecuencias en que comienzan a predominar las propiedades corpus-


culares está determinada por el valor de la constante de Planck cuyo valor es tan peque-
ño: h=6'67.10-34 J.s, que se requieren frecuencias muy elevadas para que desaparezca el
carácter ondulatorio. El espectro visible abarca frecuencias muy por debajo de esta ban-
da, por lo que puede decirse que sus propiedades ondulatorias son las más importantes.

Si h fuera mucho menor, no habría sido necesaria nunca la teoría cuántica, ha-
biendo bastado el electromagnetismo para explicar todos los fenómenos en que inter-
viene la luz.

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BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

Santiago BURBANO DE ERCILLA, Enrique BURBANO GARCÍA y Carlos


GRACIA MUÑOZ. Física General. XXXI Edición. Mira Editores. ZARAGOZA.

Gerald HOLTON y Duane H.ROLLER. Fundamentos de Física Moderna. Edito-


rial Reverté. 1963. BARCELONA.

Joaquín CATALA DE ALEMANY. Física General. SABER. Entidad Española de


Librería y Publicaciones. 1969. VALENCIA.

Raymond A.SERWAY. Física. Nueva Editorial Interamericana, S.A. 1985. ME-


JICO.

George GAMOW. Biografía de la Física. Colección Libro de Bolsillo. 743.


Alianza Editorial. 1980. MADRID.

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Tratamiento Didáctico
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OBJETIVOS
Describir en términos históricos el desarrollo de los conocimientos científicos, que se
unifican finalmente en un único cuerpo de doctrina, consecuencia de una naturaleza
común y diversidad de manifestaciones.
Relacionar la ciencia con la historia, ubicando en las distintas épocas históricas los
principales acontecimientos científicos.
Mostrar la evolución histórica de las diversas teorías científicas, su adaptación o de-
saparición a los avances de la ciencia.
UBICACION
En el Bachillerato, dentro del bloque temático de "Interacción electromagnética" tie-
nen cabida algunos aspectos del tema.
Este es un tema de Historia de la ciencia y no está ubicado en ninguna programación
de los actuales niveles de enseñanza, no obstante puede ubicarse hipotéticamente en el
2º de Bachillerato como complemento del estudio del campo magnético.
TEMPORALIZACION
El tema puede desarrollarse en 4 horas de clase, dedicando 2 horas a la exposición
histórica, en la que muchos aspectos ya se han estudiado en el campo eléctrico y el
campo magnético y el resto a la realización de experimentos demostrativos de cátedra,
en función del material disponible.
METODOLOGIA
Exposición histórica de los hechos científicos destacados en el ámbito de la electric i-
dad, magnetismo y óptica destacando los experimentos cruciales que determinaron pro-
cesos de unificación. Deben situarse los hechos en la correspondiente época histórica.
Conviene demostrar con la exposición que el desarrollo de la ciencia es un proceso
cambiante, dinámico, sin dogmas ni verdades absolutas, siempre abierta a nuevos expe-
rimentos y teorías.
CONTENIDOS MINIMOS
Fenómenos electrostáticos. Ley de Coulomb.
Fenómenos magnéticos. Trabajos de Coulomb.
Experimento de Oersted.
Experiencias de inducción de Faraday.
Leyes de Snell de reflexión y refracción.
Idea de las teorías ondulatoria y corpuscular de la luz.
Fenómeno de interferencia, de difracción y de polarización.
Velocidad de la luz. Método de Fizeau.
Efectos fotoeléctrico y Compton (cualitativo).
Dualidad onda-corpúsculo.
MATERIALES Y RECURSOS DIDACTICOS
Los libros de consulta y de historia de la ciencia complementarán los apuntes toma-
dos de las explicaciones de clase.
Vídeos educativos referentes a electromagnetismo y a la naturaleza de la luz de la
colección "El Universo Mecánico".
Materiales de laboratorio, generalmente equipos de física moderna que contienen:
equipo de láser, espectrógrafo, equipos de interferencias, cubetas de ondas, polaríme-
tros, etc. Generalmente son equipos únicos con lo que se podrán efectuar experiencias
demostrativas de cátedra exclusivamente.

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EVALUACION

Ejercicio escrito sobre cuestiones fundamentales del tema y conceptos básicos rela-
cionados con la historia del electromagnetismo y la óptica.
Prueba escrita de opción múltiple, con preguntas de varias respuestas, en las que el
alumno se obligue a razonar ante variadas situaciones.
Prueba escrita con preguntas relacionadas con las experiencias de cátedra desarrolla-
das durante la explicación del tema.

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