Carla García es una de las pocas mujeres 10 que he conocido en mi vida y sin dudas es la mejor obra de Alan García. Culta, inteligente y guapa, su presencia La Srta. García es un deslumbra cuando conversa o ejemplo de lo que ha sustenta su obra, cuando trata cambiado la mujer sus proyectos de cine o literatura, peruana. o cuando se muestra solidaria con un mundo cultural al que conoce perfectamente y viceversa. Carla García es lo que podríamos llamar una mujer de culto, pues es un referente obligatorio a lo que debería ser una mujer contemporánea. Libre, trabajadora, independiente, segura de sí misma, no vacila en estar presente en la marcha de gays en la Plaza de Armas sabiendo de antemano la posición del Cardenal. Hecho inédito en la historia de la política peruana, donde las mujeres que rodean al poder debían por lo menos aparentar sumisión y respeto hacia los desatinos confesionales que se nos imponían desde la Catedral. Carla es un magnífico ejemplo de lo que ha cambiado la mujer peruana y para bien. Admiro su solidaridad con los homosexuales y coincido con ella que el beso público es inocuo, a pesar de que lo sigo considerando una provocación, ya sea hetero o gay. Es decir, provoca, en todas sus acepciones. Sin embargo admito que aprecio más los efluvios de la pasión en privado que la ostentación pública del deseo, porque después de todo la privacidad permite llegar hasta donde las hormonas nos lleven. En un país homofóbico como el nuestro se requiere de agallas para manifestarse a favor de la libertad de unirse dos personas del mismo sexo, y Carla tiene ese coraje de manifestarse para hacer respetar esta decisión. En arte esta lucha siempre ha existido, y son incontables los maestros homosexuales a lo largo de la historia, y en el siglo XX fueron pocos los que decidieron ocultar sus diferencias. Esto ocurrió en todos los países y en el Perú un ejemplo histórico es el caso de César Moro, nuestro brillante poeta y surrealista, vetado por Bretón y perseguido por sus colegas mexicanos a causa de su homosexualidad. Nos permite recordar su padecimiento, por ejemplo recuerdo una nostálgica foto del gran Casasola en el México de los 30, que comprueba que aun en medio de la represión policial el homosexual que decidió no ocultarse adoptó una posición que muchos consideran ofensiva, cuando en realidad era puramente revulsiva dentro de una sociedad que, literalmente, pretendía castrar las diferencias. Si a partir de los años 80 del siglo anterior el mundo de la cultura se vio abatido por la expansión del SIDA y las víctimas que ocasionó en el mundo del arte, al final los artistas terminaron siendo políticamente combativos, activistas contra un establishment reaganiano ultraconservador que los condenaba a muerte por optar por su libertad. La lucha continúa. Quién diría que una de las mayores crisis de esta segunda década del siglo estaría basada en los problemas originados por las fobias a la homosexualidad. DECADENCIA La 72a exposición de la Facultad de Arte en el CCPUCP pone de manifiesto la intensidad de la crisis de la educación artística en el Perú. Salvo excepciones, esta es la promoción más débil que hayamos podido ver en muchos años de lo que anteriormente era nuestro más importante centro de educación artística. Entre las obras presentadas hay algunas que se aproximan a lo contemporáneo, como ocurre con las piedras colgantes, pero buena parte de lo expuesto nos remite ineludiblemente a lo que se hacía más de 40 años atrás, sin intenciones críticas, revisionistas o posmodernas. Todo ello pone de manifiesto las debilidades de una Facultad abatida por una endiablada burocracia que pone trabas al desarrollo de lo que antes solía ser lo mejor que existía en el Perú en materia de arte. Que la Católica sea una institución antigua no obliga a que sus métodos de enseñanza también lo sean, por lo que se impone una urgente revisión de la currícula y sobre todo una profunda reorganización que impida que lo esclerótico de su estructura se expanda, perjudicando a generaciones de jóvenes talentosos que merecen una mejor orientación, más acorde con las exigencias de los tiempos. Como diría el venerable Winternitz, falta redefinir el Zeitgeist. El problema es exactamente similar en cada uno de los programas, lo que evidencia una gravedad que impone correcciones de emergencia. Los muchachos no merecen el caótico entrevero católico ni tienen por qué verse perjudicados por una institución enredada en gravísimos problemas generacionales con sus respectivos intereses en pugna.
Pronunciamiento de Amnistía Internacional Sobre La Querella Interpuesta Por El Arzobispo Sodálite José Antonio Eguren Anselmi Contra Paola Ugaz y Pedro Salinas