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Antes de empezar es importante decir que en ningún caso se debe variar o sustituir un
tratamiento prescrito por su médido para tratar una enfermedad, ya que aunque están
demostradas las facultades curativas de esta planta, éstas pueden variar de unos individuos a
otros. El aloe tampoco es un curalotodo milagroso, en realidad podemos afirmar que no cura, es
el organismo el que realiza la propia curación con ayuda de esta planta, que le suministra todos
los elementos necesarios para que pueda sanar por si mismo.
Muchas personas abandonan el tratamiento de alguna dolencia con aloe por falta de paciencia,
conviene recordar que el aloe, como todas las sustancias naturales, tarda tiempo en hacer efecto y
a veces pueden pasar semanas hasta que notemos sus resultados, el organismo se acostumbra
lentamente a él y la perseverancia es fundamental para notar sus beneficios.
Si tiene una planta de aloe vera en casa puede usar sus hojas de la siguiente manera: seleccione
siempre las hojas más maduras y gruesas de la planta, es decir, las inferiores (que debe tener al
menos 3 ó 4 años para que sus principios activos sean óptimos). Despréndala con cuidado de la
planta. Lávela bien. Corte con un cuchillo la parte inferior blanquecina de la hoja y tírela (unos 3
ó 4 centímetros). Corte también los bordes con espinas de la hoja y, a continuación, conte la hoja
longitudinalmente por la mitad. El gel transparente que queda a la vista es la pulpa y puede usarla
para todo tipo de afecciones de la piel.
Para uso externo es importante que lave bien la zona de aplicación, ya que el aloe prenetra en la
piel conuna rapidez 4 veces superior a la del agua, si la piel (imaginemos que es una herida) no
está limpia el aloe introducirá en la herida la suciedad, impurezas, bacterias y microbios
acumulados en la piel. Para que la piel no se reseque excesivamente, ya que el aloe es astringente,
puede mezclar la pulpa de aloe con aceite de oliva o de almendras dulces. Conserve siempre la
pulpa en el frigorífico para su mejor conservación. Así puede durarle hasta 2 semanas, en el
momento que ennegrezca es porque se ha oxidado y deberá desecharla. Un buen truco para que
dure más es añadirle un poco de zumo de limón, es un corsenvante natural y mantendrá la pulpa
en buen estado por más tiempo. Dermatitis, psoriasis, quemaduras, acné, manchas, arrugas,
ampollas, artritis, abrasiones, callosidades, caspa, celulitis, ciática, cicatrices, cortes,
contusiones, heridas, dolor muscular, eccemas erisipela, estrias, golpes, grietas, hemorroides,
herpes genital, hongos, llagas, manchas de la piel, sabañones, sarpullidos, seborrea, tortícolis,
urticaria, varices, verrugas..., estas son algunas de las afecciones externas para las que se ha
demostrado eficaz el aloe.
Para su uso interno es aconsejable eliminar la aloina (de sabor amargo y efecto laxante), para
ello separe cuidadosamente la corteza de la pulpa. Mantenga la hoja en posición vertical o
ligeramente inclinada durante unos minutos para que la aloina, de color amarillo, drene. Pele la
hoja con un cuchillo y corte la pulpa en cubos. Puede tomarla así o licuarla con lo que obtendrá
un jugo. El sabor no es desagradable, pero puede mezclarla con algún jugo de fruta si lo prefiere.
Acidez de estómago, asma, cirrosis, colesterol, cólicos, conjuntivitis, diarrea, dolor de
articulaciones, artritis, artrosis, empachos, enfermedades coronarias, estreñimiento, fiebre alta,
flatulencia, halitosis, hepatitis, hipertensión, ictericia, insuficiencia arterial, jaquecas, molestias
menstruales, náuseas, parásitos intestinales, piedras en el riñón, reconstituyente general,
regulación de la presión sanguinea, sinusitis, tos..., son algunas de las enfermedas en las que el
uso interno del aloe se ha demostrado eficaz.
FUENTE: ALOE VERA (Neil Stevens)