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El mejor de los mundos posibles

José Luis Villaveces Cardoso*


Guillermo Restrepo**
21 de agosto de 2008

1. El mejor de los mundos posibles


Es muy conocida la ilustre afirmación filosófica de Leibniz en el sentido de
que este es el mejor de todos los mundos posibles. Irónicamente, la gran fama
de la doctrina se debe más al ridı́culo que recibió por cuenta de Voltaire en el
Cándido que a la real familiaridad del público con las ideas leibnizianas.
La tesis recibió una fuerte oposición casi desde su enunciado, con base en
la evidencia de la gran cantidad de tragedias que ocurren a los seres humanos,
pero Leibniz arguyó repetidamente que con seguridad era demasiado parroquial
pensar que el estándar para juzgar la bondad de los mundos sea la felicidad
humana terrena. Un estándar más razonable, dice Leibniz, serı́a la felicidad
de todos los seres sensibles1 .
Un ejemplo elemental ilustra parte de su manera de pensar: la felicidad
humana es que todas las personas puedan alimentarse hasta colmar su apetito,
pero difı́cilmente es este el mejor mundo para los pollos, las vacas y demás
animales que son ingeridos por los humanos y preferirı́an no serlo. La felicidad
del animal que come es la tragedia de aquel que es comido.
Las ecuaciones de Volterra y de Lotka-Volterra fueron desarrolladas preci-
samente para estudiar los modelos de dinámica de población de las especies
que compiten por algún recurso común y dan lugar a problemas muy interesan-
tes en la teorı́a del caos y la complejidad, mostrando que cuando dos especies
compiten por un recurso común, que puede ser el espacio vital, dan lugar a
* Grupo de Quı́mica Teórica, CEIBA, Universidad de los Andes
** Laboratorio de Quı́mica Teórica, Universidad de Pamplona, Pamplona, Colombia y De-
partment of Marine Sciences, Texas A&M University, Galveston, TX, USA
1 Los eruditos en Leibniz difieren sobre el estándar que él aplicaba para juzgar de la bondad

de los mundos. Varias interpretaciones se han defendido:


El mejor mundo es el que maximiza la felicidad (esto es, la virtud) de los seres racionales.
El mejor mundo es el que maximiza la “cantidad de esencia”.
El mejor mundo es el que produce la mayor variedad de fenómenos gobernados por el
más simple conjunto de leyes.
http://plato.stanford.edu/entries/leibniz-evil/

1
comportamientos complejos, especialmente si una de las especies es predadora
de la segunda.
Si se mira una vez más el argumento de Leibniz desde el punto de vista de
especies que compiten y del comportamiento complejo que generan, sin limitarse
a pensar tan sólo en la felicidad de la especie humana, y se piensa en la de todos
los seres de nuestro planeta, se ve que el problema va mucho más allá de la
caricatura que de él hizo Voltaire.
Mucho de esto ha empezado a ser comprendido ahora, cuando hemos tenido
que darnos cuenta de que el planeta no fue hecho para que la especie humana
lo explotara sin control.
La idea que Leibniz parecı́a tener en mente es que no se puede analizar
nuestro mundo singularizando a un ser o a una especie en particular y pensando
sólo desde su punto de vista.

2. Cálculo: simplicidad y complejidad


Leibniz es bien conocido en la historia de la filosofı́a por otra profunda dispu-
ta. La que tuvo con Newton a propósito de la originalidad en la formulación del
Cálculo Integral y Diferencial.
Leibniz descubrió el cálculo durante su estancia en Parı́s entre 1672 y 1676
y publicó sus resultados en dos artı́culos en 1684 y 1686. AR Leibniz debemos
los sı́mbolos que usamos hoy para diferenciar e integrar: d y , que él introdujo
como abreviaturas de differentia y summa. Los dos textos mencionados fueron
publicados mucho antes que cualquier texto de Newton sobre el tema y, según
los estándares actuales, Leibniz serı́a el autor original del Cálculo. Sin embargo,
Newton reclamó haber descubierto el Cálculo mucho antes que Leibniz entre
1665 y 1666, es decir, por lo menos seis años antes que el prusiano, durante la
estancia en su casa de campo familiar para escapar a la plaga. Sin embargo, sólo
publicó algunas notas sobre el tema en 1704, veinte años después que Leibniz. Lo
que es cierto es que Newton y Leibniz se habı́an encontrado durante la visita de
Leibniz a Inglaterra, antes de su estancia en Parı́s y Newton creı́a tener razones
para afirmar que Leibniz habı́a tomado sus ideas sin darle el debido crédito2 .
Esta quedará como una de las grandes disputas irresueltas de la historia
de la ciencia. Sin embargo, hay algo mucho más profundo en el desencuentro
entre estos dos gigantes de la ciencia del siglo XVII: el método de Newton que
forma el fundamento epistemológico de la fı́sica clásica y que ha sido el principal
obstáculo epistemológico para la revolución cientı́fica del siglo XX consiste en
el aislamiento de un sistema particular que va a ser estudiado en abstracción
de toda otra interacción. Sus ecuaciones dan la solución exacta del movimiento
de la Luna alrededor de la Tierra o de la Tierra alrededor del Sol, pero no
pueden resolver el problema de tres cuerpos: Luna, Tierra y Sol. Sus ecuaciones
del movimiento exigen que se estudie UNA masa puntual influenciada por UN
campo. Todos los demás cuerpos o campos se desprecian o se reintroducen como
2 Un recuento interesante se da en Bardi J.S. “The Calculus wars. Newton, Leibniz and the

Greatest Mathematical Clash of All Time” Thunders Mouth Press, (2006).

2
perturbaciones una vez que el primer cómputo se ha hecho, como se hace con la
fricción, la resistencia del aire y ası́ sucesivamente.
Por otra parte, en la base del pensamiento leibniziano está la convicción de
que este método newtoniano es demasiado parroquial.
En términos contemporáneos, se puede decir que Newton tenı́a un enfoque
reduccionista, mientras que el de Leibniz era holı́stico. El enfoque reduccionista
de Newton ha sido vinculado con su cálculo diferencial. Precisamente, la idea de
singularizar un evento en el tiempo y en el espacio, tomar sólo un elemento de
masa, parecerı́a moverse en esa dirección. El gran triunfo de la mecánica analı́tica
en los siglos XVII y XVIII parecı́a confirmar completamente esa impresión.

3. Un lenguaje holı́stico
Lo importante para nosotros es que Leibniz no paró en este punto. Él tra-
bajó hacia el modelo teórico de un mundo con un esquema que fuera el de
obtener tanta variedad como fuera posible pero con el mayor orden posible, esta
serı́a la manera de obtener la mayor perfección posible3 .
Y es la existencia de este mundo en vez de cualquier otro mundo posible
lo que está en cuestión cuando él busca el mejor de los mundos posibles, el de
la mayor armonı́a, el del equilibrio entre todas las apeticiones, como llamaba
a las tendencias que mueven a los cuerpos. Y una comprensión y apreciación
adecuada de esta armonı́a requiere un ejercicio profundo de la razón.
Es evidente la enorme dificultad de pensar en un mundo en el que entren en
juego todos los puntos de vista y se busque la armonı́a entre todas las tendencias.
Son muchas las afirmaciones que se podrı́an hacer sobre este mundo. El reto
verdadero estarı́a en encontrar las afirmaciones verdaderas y diferenciarlas de
las demás. ¿Cómo saber cuándo una afirmación es verdadera? Tal vez de una o
dos se pueda saber, de cien o doscientas, pero es tan grande el número de posibles
afirmaciones verdaderas y es tanto mayor el de las que no son verdaderas, que el
problema de poder conocer algo sobre este mundo se plantea como formidable.
Desde su juventud, Leibniz se habı́a preocupado por pensar en un lenguaje
en el que fuera posible hacer esto. Era consciente de una profunda conexión entre
la habilidad humana del lenguaje y la capacidad de comprender la realidad4 ; de
que el lenguaje es menos una barrera entre la mente y el mundo que un lente
que, dependiendo de la habilidad del óptico, puede distorsionar o magnificar
nuestra aprehensión del mundo. Ası́, él busco una “lingua philosophica”, un
lenguaje filosófico, ideal, compuesto de “caracteres reales”, que pudiera expresar
un conocimiento completo de la realidad y no sólo el parroquial punto de vista
de una especie.
Sus ideas, cuyas raı́ces se encuentran en el Ars Combinatoria publicado en
1666, pueden ser resumidas ası́:
3 Monadologı́a
§58.
4 RutherfordD. “Philosophy and Language in Leibniz” in Jolley N. (Ed.) “The Cambridge
Companion to Leibniz” Cambridge University Press (1995) p. 224.

3
Primero, encuentre algunos enunciados ciertos sobre el mundo.

Luego analı́celos en sus elementos lógicos, esto es algunas aserciones


que no puedan ser analizadas más.

Exprese cada uno de estos elementos lógicos con la ayuda de sı́mbolos, un


sı́mbolo para cada uno.
Leibniz confiaba en que un número convenientemente pequeño de elemen-
tos lógicos o characteristica fundamentalis se encontrarı́a, de manera que
sólo un conjunto de algo ası́ como un centenar de sı́mbolos se requerirı́a
para expresar todos los elementos lógicos.

Ahora, si tuviésemos esos sı́mbolos, serı́a posible, mediante una aplicación


adecuada de las reglas de la lógica, recomponerlos para encontrar otros
enunciados verdaderos5 .

4. Lógica, lenguaje y quı́mica


En 1789 sucedió algo muy importante en Francia que cambió para siempre
el mundo. No me refiero a la Toma de la Bastilla, sino a algo que ha sido
más trascendental para la humanidad: la publicación del Tratado Elemental de
Quı́mica de Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794). Esta es la obra fundacional
de la quı́mica moderna, y del esfuerzo que él hizo para organizar en ese tratado
todo el conocimiento que tenı́amos sobre la estructura de la materia y las leyes
que gobiernan sus transformaciones, resultó la enorme transformación del mundo
moderno, sobre todo en lo cotidiano.
Nos maravillan los aviones que no podrı́an volar sin los combustibles resul-
tantes de la transformación quı́mica del petróleo y nos aterra la contaminación
y el calentamiento global que son igualmente resultados de esta transformación
quı́mica. Nos fascinan los computadores, cuyo desarrollo sólo fue posible por la
invención del transistor, ese precioso juguete quı́mico en que un semiconductor
de la cuarta familia de la Tabla Periódica se dopa con elementos de la tercera y
quinta familias y nos permite controlar sus propiedades de conducción a escala
nanoscópica. Los nuevos materiales, desde los plásticos y polı́meros que cambia-
ron nuestra manera de vestir, de construir, de decorar y de organizar en el siglo
XX hasta los prometedores materiales que se anuncian en el siglo XXI, plenos
de inteligencia, son producto de las transformaciones quı́micas que empezaron a
5 ” Sean estos primeros términos, de cuya combinación consisten todos designados por medio

de signos; estos signos serán una suerte de puntos alfabéticos. Si son correcta e ingeniosamente
establecidos, esta escritura universal será muy fácil de usar y se podrá leer sin ayuda de ningún
diccionario; al mismo tiempo se obtendrá un conocimiento fundamental de todas las cosas.
El conjunto de tal escritura será como si fuera hecho con figuras geométricas y una suerte de
dibujos, como hacı́an los antiguos egipcios y hacen los chinos hoy- Estos dibujos, sin embargo,
no se reducen a un alfabeto, esto es, a letras, que imponen una inmensa tensión en la memoria,
que es lo contrario de lo que proponemos”. (Leibniz Dissertatio de arte combinatoria citado
por Rutherford, op.cit. p. 229).

4
entenderse a raı́z de la obra de Lavoisier, como lo es la decodificación del Código
Genético de la Especie Humana, ese resultado cumbre del año 2000.
Al comenzar su Tratado, Lavoisier nos declara cuál fue su método y su
programa. “Cuando emprendı́ esta obra sólo me propuse desarrollar algo más
la Memoria que leı́ en la sesión pública de la Academia de Ciencias del mes
de abril de 1787, sobre la necesidad de reformar y perfeccionar la nomenclatura
quı́mica.
Pero comprendı́ mejor, al ocuparme de este trabajo, que hasta entonces no
habı́a evidenciado los principios establecidos por el abate Condillac en su Lógica
y en algunas de sus obras. El sentó que no pensamos más que con el auxilio
de las palabras; que las lenguas son verdaderos métodos analı́ticos; que
el álgebra más sencilla, más exacta y más adecuada en la forma de
expresar su objeto, es a la vez una lengua y un método analı́tico; en
fin que el arte de razonar no es más que una lengua bien hecha.
La imposibilidad de aislar la nomenclatura de la ciencia y la ciencia de la
nomenclatura, se debe a que toda ciencia fı́sica se forma necesariamente de tres
cosas:

la serie de hechos que constituyen la ciencia,

las ideas que los evocan y

las palabras que los expresan.

La palabra debe originar la idea, esta debe pintar el hecho; he aquı́ tres huellas
de un mismo cuño. Y como las palabras son las que conservan y transmiten las
ideas, resulta que no se puede perfeccionar la lengua sin perfeccionar la ciencia,
ni la ciencia sin la lengua; y por muy ciertos que fuesen los hechos, por muy
justas que fuesen las ideas que originasen, sólo transmitirı́an impresiones falsas
si careciésemos de expresiones necesarias para nombrarlos.” 6
Lo interesante es que de esta empresa de organizar las palabras con las cuales
hablamos sobre la materia surgió la ciencia de la quı́mica. Un ejemplo sencillo
muestra el poder del lenguaje iniciado por Lavoisier y cómo él fue dando origen
a una ciencia:
Si a un polvo blanco lo llamamos “sal gema” tenemos todavı́a que preguntar
por todas sus propiedades. Si lo llamamos “Cloruro de Sodio”, ya sabemos que
sus elementos constituyentes son el cloro y el sodio. El sufijo “uro” nos indica
que no tiene oxı́geno y nos sugiere que se puede fabricar a partir del ácido
clorhı́drico poniéndolo en contacto con algún compuesto de sodio. Nos indica que
otros compuestos como cloruro de potasio o cloruro de litio tendrán propiedades
parecidas, etc. Es decir, de un nombre casi vacı́o de contenido pasamos a uno
lleno de información operacional y práctica. Si de otro polvo blanco nos dicen
que es “sal de Epsom”, sospecharemos que fue encontrado o caracterizado o
6 http : //www.lavoisier.cnrs.f r/ice/ice page detail.php?lang = f r&type = text&bdd =
lavosier&table = Lavoisier&typeof bookDes = Ouvrages&bookId = 89&pageChapter =
Discours %20pr %E9liminaire&pageOrder = 1&f acsimile = of f &search = no&num =
0&nav = 1

5
que es común en algún lugar llamado Epsom. El nombre no nos dice nada más.
Si del mismo compuesto nos dicen que es Sulfato de Magnesio, ya sabemos
qué elementos lo componen, azufre y magnesio; y el sufijo “ato”, además, nos
indica que tiene oxı́geno. Podremos compararlo con otros sulfatos como los de
hierro, cobre, etc. o con otras sales de magnesio. Es decir, el nombre tiene
capacidad operacional.
El poder del nuevo lenguaje fue mucho más allá: Comencemos por subdividir
el conjunto de TODAS las sustancias conocidas y por conocer en dos grandes
subconjuntos:

El de aquellas que se pueden descomponer en el laboratorio por medios


quı́micos. Es decir, susceptibles de “análisis”.

El de aquellas que no se dejan descomponer más.

A estas últimas se las llama elementos y se ha encontrado que, si bien el


conjunto total de las sustancias es de muchı́simos millones7 , no hay más de un
centenar de elementos.
Estos elementos, a la vez, son fáciles de dividir en dos grandes clases: los
metales y los no-metales. Esta es una división razonablemente comprendida
desde la prehistoria.
Un elemento juega un papel central en el esquema de Lavoisier: el oxı́geno,
ya que él oxida a los metales y vuelve ácidos a los demás.
Ası́, rápidamente tenemos una segunda jerarquı́a de sustancias: los com-
puestos binarios elemento-oxı́geno, que se dividen en dos clases: los óxidos y los
ácidos.
Unos y otros se combinan fácilmente para producir sales (Figura).

Ası́, la historia de la Sal de Epsom mencionada arriba se narra muy fácil-


mente:
7 Se ha sugerido que el número de sustancias que pueden ser sintetizadas por los quı́micos

está entre 10100 y 10200 (Weininger D. “Combinatorics of Small Molecular Structures.” En:
Encyclopedia of Computational Chemistry; Schleyer P.v.R., Allinger N.L., Clark T., Gasteiger
J., Kollman P.A., Schaefer H.F., Schreiner P.R. (Eds.) Wiley (1998) pp. 425-430.). Actual-
mente (21 de agosto de 2008) en la base de datos del Chemical Abstracts Service aparecen
registradas 37.280.640 sustancias quı́micas.

6
Tenemos dos elementos: magnesio que es metal y azufre que no lo es. El
magnesio con el oxı́geno se oxida y produce óxido de magnesio. El azufre con
el oxı́geno produce ácido de azufre, mejor conocido como “sulfúrico”. Ahora
ácido y óxido producen el Sulfato de Magnesio, que encierra en su nombre esta
historia.
Pero esta historia lingüı́stica sencilla es la base de un álgebra:

E = M ∪ nM ∪ O
M + O → Mx Oy ∈ Ox
nM + O → nMj Ok ∈ A
M O + nM O → s ∈ S

Que se puede extender hasta el conjunto de todas las sustancias que existen
en la naturaleza y mucho más allá, a la creación de muchas sustancias nuevas,
que lleguen a existir realmente, gracias a la aplicación cuidadosa de esas reglas.
Es muy interesante llamar la atención sobre la similitud entre el programa
de Leibniz y el de Lavoisier.

Leibniz Lavoisier
Primero, encuentre algunos enun- Primero, encuentre algunas sus-
ciados ciertos sobre el mundo. tancias reales en el mundo.
Luego analı́celos en sus ele- Luego analı́celas en sus ele-
mentos lógicos, esto es algunas mentos quı́micos, esto es, al-
aserciones que no puedan ser ana- gunas sustancias quı́micas que no
lizadas más. puedan ser analizadas más.
Exprese cada uno de estos elemen- Exprese cada uno de estos ele-
tos lógicos con la ayuda de sı́mbo- mentos quı́micos con la ayuda de
los, un sı́mbolo para cada uno. sı́mbolos, un sı́mbolo para cada
uno.
Sólo un conjunto de algo ası́ como Realmente tenemos un conjunto
un centenar de sı́mbolos se reque- convenientemente pequeño de ele-
rirı́a para expresar todos los ele- mentos quı́micos, los caracteres
mentos lógicos. fundamentales para hablar sobre
la materia, de manera que sólo un
conjunto de algo ası́ como un cen-
tenar de sı́mbolos se requiere pa-
ra expresar todas las sustancias
quı́micas: H, He, Li, Be, B, ...
Si tuviésemos esos sı́mbolos, serı́a Si tuviésemos esos sı́mbolos, serı́a
posible, mediante una aplicación posible, mediante una aplicación
adecuada de las reglas de la lógi- adecuada de las reglas de la
ca recomponerlos para encontrar quı́mica, recomponerlos para en-
otros enunciados verdaderos. contrar otras sustancias reales:
H2 O, HCl, H2 SO4 ,...

7
5. Lógica, lenguaje, algebra y complejidad
Leibniz y Lavoisier avanzaron enormememente la matemática y nuestra po-
sibilidad de usarla como lenguaje para hablar sobre el mundo y, por lo tanto,
comprenderlo.
En realidad, más allá de las vanidades personales y nacionales, el Cálculo
Diferencial e Integral es patrimonio de la humanidad y lo relevante no es cuál
de los dos tuvo cuál idea primero.
Sin embargo, hemos señalado la profunda consecuencia que, desde el punto
de vista epistemológico, tuvo la generalización del enfoque newtoniano para la
comprensión del mundo. El gran éxito de las ecuaciones diferenciales en predecir
el movimiento de los planetas, los astros y los cometas y, luego, de predecir el mo-
vimiento de los móviles mecánicos sobre la Tierra y dar origen a la construccióón
de máquinas y a la Revolución Industrial, generó una confianza absoluta en el
enfoque según el cual la manera adecuada de entender el mundo es comenzar por
aislar cuidadosamente un sistema de todo su entorno y estudiar cuidadosamente
sus propiedades, para sólo después reintroducir el entorno como perturbaciones
o modificaciones.
Pero esto fue dando lugar al mismo tiempo a un sesgo sumamente fuerte y
hoy ya bien estudiado en la historia de la ciencia: como sólo era fácil resolver las
ecuaciones diferenciales lineales, nos fuimos acostumbrando a un pensamiento
lineal sobre el mundo.
Hubo que esperar, más o menos a 1960 para que empezara a comprenderse
que las leyes dinámicas simples podı́an dar lugar a fenómenos complejos y este
convencimiento se fue asimilando a una verdadera revolución cientı́fica que, hacia
1980, ya impactaba a muchas disciplinas, para la cual se acuñóó un nombre
impresionante: “Teorı́a del Caos”.
Sin embargo, los historiadores de la matemática pronto señalaron que la tal
revolución ya habı́a sido estudiada en la teorı́a abstracta de sistemas dinámicos
que se habı́a desarrollado a finales del siglo XIX en el trabajo de Henri Poin-
caré sobre mecánica celeste, y muy especı́ficamente en su análisis local y global
de las ecuaciones diferenciales no lineales, donde demostró que los sistemas
mecánicos con n ≥ 2 grados de libertad no pueden integrarse. Los desarrollos
posteriores, ya a mediados del siglo XX, a partir de los trabajos de Kolmogo-
rov, Andronov, Smale y otros, han sido bien estudiados y han mostrado cómo a
través del análisis se genera lo que hoy llamamos Teorı́as Matemáticas del Caos
y la Complejidad.
No es nuestro propósito desarrollar este tema, sino subrayar que lo sobresa-
liente del enfoque de Poincaré, de Smale y los demás mencionados es su globa-
lidad y el uso de la topologı́a.
Dicho en términos muy sencillos, en vez de estudiar las propiedades de puntos
aislados, al estudiar las propiedades de los conjuntos se encuentra la complejidad.
Pero esto, precisamente, estudiar el conjunto de los seres sensibles y no a uno
de ellos parroquialmente, era el programa de Leibniz que no recibió la suficiente
atención en su momento.
Eso, estudiar el conjunto de todos los elementos quı́micos y no a cada uno

8
de ellos por separado fue también el programa de Mendeléiev hacia 1860.

6. Un álgebra de conjuntos
El esfuerzo lingüı́stico de Lavoisier, en la lı́nea de Leibniz, permitı́a ver una
estructura matemática en el fondo de la naturaleza quı́mica. Pero esa estruc-
tura estaba mucho más relacionada con las álgebras abstractas sobre conjuntos
que comenzaron a desarrollarse a finales del siglo XIX que con las ecuaciones
diferenciales que tanto éxito tuvieron en la conformacion de la fı́sica clásica.
Ya dijimos que la quı́mica lavoisieriana ası́ vista cumple básicamente el Pro-
grama Leibniziano. En realidad el camino ası́ abierto permitió avanzar mucho
más allá. En el esquema de Leibniz, el análisis de proposiciones verdaderas per-
mitirı́a encontrar las proposiciones elementales: un conjunto fundamental con el
cual se harı́a todo lo demás.
Para ponerla completamente en evidencia hubo que hacer un cambio episte-
mológico profundo que se dio cuando Mendeléiev decidió estudiar simultanea-
mente todo el conjunto de los elementos quı́micos. Entonces la estructura que
subtiende el conjunto de los elementos comenzó a emerger. Lo fundamental de
ella es bien conocido por los quı́micos: si se ordenan los elementos según su peso
atómico, y se estudia casi cualquier propiedad fı́sica o quı́mica, P , esta resulta
ser función del peso atómico, A:

P = f (A)

El dominio de la función es, evidentemente, el Conjunto de todos los


elementos quı́micos y su rango está usualmente en los reales, pero no nece-
sariamente. De hecho, muchas propiedades no numéricas, como la facilidad de
oxidarse, o la “metalidad” cumplen con esta función periódica, aunque el rango
no sean los reales. Muy interesante es que esa función es periódica y se repite
en una serie de perı́odos de diferente longitud, que empiezan con los metales
alcalinos y terminan con los gases nobles. La simple posibilidad de decir “los
metales alcalinos” o “los gases nobles” muestra que hay una gran cantidad de
estructura interna en este conjunto, que permite su ordenamiento.

7. ¿Filosofı́a de la quı́mica?
Lo que queremos resaltar es que la fuerte diferencia epistemológica que he-
mos asociado con los nombres de Newton y Leibniz se refiere a dos formas
enteramente distintas de tratar de pensar sobre el mundo: la primera busca
aislar los fenómenos, uno por uno, mientras que la segunda busca estudiar con-
juntos completos de sistemas. La primera estuvo directamente vinculada a los
grandes triunfos de la mecánica analı́tica y se fue convirtiendo en el paradigma
absolutamente dominante y, hasta mediados del siglo XX, prácticamente en la
única forma posible de conocer el mundo.

9
Sin embargo, a pesar de todo el triunfalismo de quienes suscribı́an este enfo-
que epistemológico, él ha ido deteriorándose y mostrando que no es, de ninguna
manera, la única forma de pensar sobre el mundo. Incluso, no parece la más
correcta. Los teóricos del caos y la complejidad han mostrado, en las últimas
cuatro décadas, que las mismas ecuaciones diferenciales que tanto afirmaron el
primer modelo, servı́an igualmente para un modelo holı́stico en el que el movi-
miento de las alas de una mariposa puede generar una catástrofe al otro lado
del mundo.
Hemos querido señalar que esto estaba ya implı́cito en trabajos hechos casi
cien años antes, cuando Poincaré analizaba efectos globales y no locales y sen-
taba las bases de la topologı́a algebraica como algo que subtiende y sirve de
fundamento mayor a la de las ecuaciones diferenciales.
Hemos querido señalar con más detalle y entusiasmo, que no es sólo un tema
de ecuaciones diferenciales y que el cofundador del cálculo ya habı́a planteado un
programa ambicioso de atreverse a pensar sobre el mundo desde una perspectiva
global y no local. Es interesante que él pensaba que se debı́a llegar a un equilibrio
homeostático en el que todas las especies encontraran su acomodo. Algo muy
parecido al programa que los principales ecologistas contemporáneos proponen:
un mundo en el que la especie humana no busca su total felicidad a costa de
todas las demás, sino que todas logran ese equilibrio.
El programa de Leibniz fue ridiculizado en sus dı́as y un primer objetivo
de nuestro trabajo es buscar reivindicarlo y renovar el interés por el mismo:
ecologı́a, epistemologı́a, lingüı́stica, lógica y matemáticas pueden encontrar retos
suficientes en él.
Pero, en realidad, nuestro verdadero objetivo al preparar este texto ha sido
mostrar que el extraño programa de Leibniz es esencialmente cumplido por la
quı́mica, que el enfoque epistemológico de Leibniz es el adoptado por Lavoisier
y Mendeléiev y que ellos y muchos más, efectivamente, empleando un enfoque
de conjuntos y no de hechos aislados, lograron crear una ciencia. Que no esta-
mos condenados a la epistemologı́a reduccionista y que quienes ven en enfoques
holı́sticos una esperanza pueden encontrarla ya realizada en una ciencia madura.
Hoy, ya en pleno siglo XXI, se adelantan esfuerzos para estudiar la estruc-
tura matemática subyacente a la Tabla Periódica y, en general, a la quı́mica
misma. Se han obtenido algunos resultados importantes que muestran que es
posible estudiar el conjunto de todas las sustancias quı́micas, que la quı́mica es
expresable en términos algebraicos y que un fundamento topológico profundo se
encuentra por debajo de las viejas divisiones entre metales y no metales, entre
ácidos y bases y, en general, entre todas las sustancias del mundo.
Hemos hecho un esfuerzo por indicar que, básicamente, el lenguaje de la
quı́mica es una lingua philosophica que cumple el programa leibniziano, que la
matemática de la quı́mica es una matemática de conjuntos que trasciende la
linealidad newtoniana.
Hoy, de cada cien artı́culos de ciencia que se publican, más de cincuenta son
de quı́mica. De cada cien textos de filosofı́a de la ciencia que se publican, menos
de uno es de filosofı́a de la quı́mica.
La epistemologı́a de la quı́mica ha sido injustamente descuidada. Esperamos

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haber mostrado con los argumentos anteriores que hay un riquı́simo territorio
en ella esperando ser explorado por filósofos, lingüistas, matemáticos, lógicos y
amigos de la complejidad.

REDUCCIONISMO HOLISMO
NEWTON LEIBNIZ
MECÁNICA ANALÍTICA QUÍMICA
ECUACIONES DIFERENCIALES TEORÍA DE CONJUNTOS

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