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MARGUERITE YOURCENAR COMO SUJETO SUBALTERNO:

una mirada a los silencios de la escritora sobre la base de las


propuestas de Gayatri Spivak.

Krizia Puig Molero

“La aparente trivialidad señala la negación”

Gayatri Spivak

Tal vez me tome el atrevimiento de ahondar en profundidades sin la


protección adecuada de un traje de buzo, arriesgándome a afirmar
presentimientos sin la investidura intelectual adecuada. Tal vez termine
ahogada por la falta de aire en un océano de incertidumbre o, como producto
de mi insolencia, obtenga alguna conclusión de validez formal. Lo que se
presenta a continuación no es más que un ejercicio, posiblemente arriesgado,
de semiosis intelectual producto de reflexiones bastante personales a partir
de mi conocimiento sobre la escritora francesa Marguerite Yourcenar y el eco
que ha dejado en mí la meditación de Spivak sobre la posibilidad de hablar
de un sujeto subalterno. Adopto así, un rol desvergonzado para legitimizar mi
voz en un medio en el que apenas me estoy sumergiendo.

Me aventuro para empezar a pronunciar un primer alegato a favor de


mi análisis en construcción: Usualmente, cuando se camufla determinado
acontecimiento de la vida propia con el matiz de “la poca importancia”, se
esconde bajo el disfraz un valor no imaginado.

Gayatri Spivak, en su ensayo titulado “¿Puede hablar el subalterno?”,


abre un espacio reflexivo que trasciende la problemática de la mujer hindú
como sujeto silenciado. Al analizar con detenimiento su propuesta se hace
evidente que los conceptos esbozados en su trabajo pueden servir de
microscopio para la observación de modos de vida que superan su cultura
raigal, originaria. En paráfrasis de la autora, somos producto de un sistema
social donde se hace inminente la adopción de roles tradicionalmente
apoderados para poder tener una voz susceptible a la legitimación.

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“¿Por qué deberían ser aprobadas tales oclusiones [conclusiones]
precisamente en aquellos intelectuales que son nuestros mejores profetas de
la heterogeneidad y del Otro?” (Spivak, 2003, p. 303). En respuesta a esa
interrogante sólo me es posible balbucear otra pregunta: ¿Qué sucede
cuando ese intelectual forma parte de una minoría silenciada? ¿Obedecen
también los pensadores a un yugo social al ocultar aspectos de su vida, o al
adoptar roles que no les son propios por naturaleza en sus obras, para
validar sus palabras dentro de una estructura opresora?. Spivak, al afirmar
que los intelectuales “simplemente se informan sobre el sujeto no
representado y analizan sin analizarlos trabajos del Sujeto Innombrado
irreductiblemente presupuesto por el poder y el deseo “ (Spivak, 2003, p.
315), parece olvidar que detrás de la investidura del autor hay un ser humano
que también es producto de un sistema que puede ser visto como represivo y
que, por tanto, puede ser un sujeto subalterno.

Marguerite Yourcenar, reconocida como “la más célebre escritora


francesa contemporánea” (Galey, 1984, p.15), tuvo una vida y se representó
a sí misma en obras que son viables de ser desentrañada a la luz del
conflicto de un Yo paradójicamente subalterno.

En primer lugar, se vuelve a sí misma un sujeto relativamente


dislocado al inventarse un seudónimo. La decisión de cambiar su apellido de
Crayencour a Yourcenar, en sus palabras, obedece a que “eso aleja primero
de la tradición familiar, suponiendo que haya una, o en todo caso de las
trabas familiares” (Yourcenar en Galey, 1984, p. 52). He aquí un primer
aspecto que puede ser analizado partiendo de los planteamientos de Spivak
y tomando en cuenta que Marguerite definió ese cambio de apellido como
una decisión trivial que tomó en su adolescencia para la publicación de su
primer libro Le Jardin des Chimères (El Jardín de las Quimeras, 1921). ¿Por
qué es necesario para una escritora naciente en pleno siglo XX desprenderse
de un pasado elitesco si, según la escritora hindú, eso facilitaría su
surgimiento en el mundo de la literatura por formar parte de una clase social
privilegiada?

A su vez, hay un aspecto que salta a la vista en la obra de la escritora

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francesa que puede ser signo de una concepción subalterna de sí misma
como mujer. ¿Por qué sus protagonistas, en quienes plantea disyuntivas
personales, son, mayoritariamente, del sexo masculino? ¿Hay en esa
opción una búsqueda de reconocimiento a sus ideas por parte de la sociedad
letrada francesa de su época caracterizada por un machismo casi
desenfrenado? ¿Responde esta decisión, aparentemente trivial, a lo que
Spivak califica como un mal que padecen los hombres no comunes de
nuestro tiempo al ser herederos del pensamiento positivista y, por tanto, a
una apelación a la tradición histórica de la legitimidad de lo masculino?.

También, volviendo al aspecto biográfico de la vida de Marguerite


Yourcenar, hay dos puntos que considero sensibles a las reflexiones de la
autora de “Puede hablar el subalterno”. Primeramente, Marguerite Yourcenar,
a pesar de haber compartido la mayor parte de su vida con Grace Frick, su
secretaria y amante, nunca se definió a sí misma como una mujer lesbiana.
En cuanto a este asunto en particular podría traspolarse la aseveración de
Spivak de que “la conciencia de clase permanece con el sentimiento de
comunidad” (Spivak, 2003, p. 311), a la noción o conciencia de pertenencia a
un grupo social minoritario y por tanto subalterno, como lo es la comunidad
homosexual. ¿Hay en este silencio de Yourcenar un intento de no ser víctima
de una crítica de su subjetividad por parte de una agencia colectiva?.

En segundo lugar, en lo concerniente a su relación amorosa con Frick,


me atrevo a afirmar que Yourcenar adoptó un rol típicamente masculino y
machista, a pesar de que ella critica en sucesivas entrevistas que “cuando
hablamos del problema sexual, empleamos una jerga freudiana o post
freudiana” (Yourcenar en Galey, 1984, p. 63). Grace Frick, a pesar de haber
tenido un potencial intelectual reconocido en la Universidad de Yale, supeditó
su vida al servicio de la “genialidad” de su pareja, quien en ningún momento
se refirió a ella en términos de igualdad. Hay en esto un sacrificio semejante
al de la viuda hindú explicado por Spivak y una justificación del propio
“suicidio intelectual” de Grace, apoyado en el valor relativo de la libre
elección, que define a Frick como objeto de un esposo (rol que le atribuyo a
Yourcenar, luego de haber estudiado detenidamente los pormenores de
dicha relación). ¿Hay en esto algo de ese infortunio determinado por la

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feminidad al que hace referencia la pensadora calcutense? ¿Nace del Yo
subalterno de Yourcenar otro aún mas subalterno, el Yo innombrado que fue
Grace Frick?.

Curiosamente, en todos los aspectos señalados con respecto a la vida


y obra de Marguerite Yourcenar siempre existió de su parte un silencio
aplastante o una respuesta esquiva. Los biógrafos especializados en su
figura han elaborado teorías en relación a esos puntos particulares de la
existencia de la escritora, muchas de ellas contradictorias entre sí. Tal vez
detrás de la trivialidad no exista nada más que azar. No es posible saber si
existe, ciertamente, una explicación para cada paso, para cada decisión
tomada por un autor, ser humano desmenuzado por la crítica y por sus
seguidores. Espero que mi paseo por las profundidades de este océano
infinito sirvan de bosquejo para una investigación de validez intelectual y no
sean meras disertaciones producto de un exceso de análisis equivocado o de
un voyeurismo intelectual. También mi Yo/Otro busca una voz susceptible a
ser escuchada. Desde lo hondo afirmo, de forma insolente, que todos somos
subalternos a la espera de un diálogo con el poder.

BIBLIOGRAFÍA

GALEY, M. (1984). Marguerite Yourcenar: Con los ojos abiertos, entrevistas


con Matthieu Galey (1era ed.) Buenos Aires: Emecé.

SPIVAK, G (1990). ¿Puede hablar el subalterno?. Revista Colombiana de


Antropología. Vol. 39. Pp.297-364.

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