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MINISTERIO DE SEGURIDAD Y TRABAJO

SUBSECRETARIA DE SEGURIDAD
DIRECCIÓN GENERAL DE
POLÍTICA CRIMINAL

INSTRUCCIONES
para la utilización de la

ENTREVISTA CRIMINOLOGICA DE
ADMISION

Santiago del Estero 178 - 1º Piso - 8300 Neuquén


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I. INTRODUCCIÓN
El Legajo Criminológico es el instrumento interdisciplinario único de registro
personal, evaluación individual y seguimiento de los individuos bajo régimen:
A) de ejecución penal (tratamiento penitenciario regulado por Ley Nacional 24.660);
B) de las penas de ejecución condicional (art. 26 CP más accesorias del art. 27 bis CP);
C) de Probación (art. 76 CP más las accesorias del 27 bis).
La apertura del Legajo individual de cada ingresante al sistema de la ejecución penal
será a través de una primer entrevista (o Entrevista Criminológica de Admisión) en la
que se completará un formulario, el que será aplicado a detenidos preventivos y
condenados (Caso A), a sujetos sometidos a las reglas de conducta y/o tratamiento
impuestas a condenados condicionales y probandos (Casos B y C). Su apertura, que
deberá completarse en una o dos sesiones, brindará información para tomar las primeras
decisiones de la ejecución o prevención penal.
Desde una perspectiva metodológica, el llenado de este formulario –en el que, en
última instancia, consiste– no debe ser encarado como un mero trámite formal.
Técnicamente, se trata de una entrevista semiestructurada que se administra con el fin
de obtener una primera evaluación, lo más integral y sistemática posible, del sujeto
ingresante al sistema de ejecución penal. La entrevista indaga información en los
siguientes niveles:
a) Datos básicos;
b) Datos históricos (familiares y personales);
c) Relevamiento del aspecto somatopsíquico;
d) Información sobre modalidad delictiva y delito actual;
e) Estudios de profundización (posterior a la fase de Encuesta).
Es decir que fue diseñado, a la vez que como un instrumento administrativo, como
una herramienta con valor cognoscitivo, puesto que permite el registro de información
para la construcción de un diagnóstico criminológico. Así, fue estructurado sobre la
base de categorías conceptuales provenientes de las disciplinas científico-sociales, de la
psicología clínica y de la nosografía psiquiátrica, concebido para ser aplicado por
cualquier integrante de los equipos técnicos interdisciplinarios que operan en
criminología. No obstante, requiere de una cierta formación teórica y conocimiento de
los conceptos en juego. Su valor diagnóstico será optimizado por la aplicación de otros
instrumentos específicos por parte de los distintos profesionales del organismo.
La evaluación del material recogido en entrevista, a la vez que permitir una primera
aproximación criminológica al caso, posibilitará la detección de características
identificadas como deficitarias que constituirán los focos de atención sobre los que
focalizar las medidas terapéuticas, educativas o de capacitación. Constituye así el
primer paso para la elaboración de un plan de tratamiento sobre la base de objetivos a
corto, mediano y largo plazo.
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II. PRESENTACION

El instrumento consta de dos cuerpos: 1) la Encuesta de Admisión (el formulario-guía de la


entrevista) y 2) la planilla de Evaluación, a ser completada luego de la admisión. Ambas
secciones abren el Legajo Criminológico del sujeto cliente, el que deberá ser completado con
una tercer sección, correspondiente a la planificación del tratamiento, a ser elaborada por los
Departamentos respectivos.

II.1. Encuesta de Admisión


La Encuesta de Admisión releva los datos individuales del sujeto en cuestión,
históricos y actuales, familiares, personales y judiciales, a completar en una entrevista
semidirigida.
Esta modalidad de entrevista deja a criterio del entrevistador el manejo del ritmo de
la sesión, combinando una modalidad directiva –cuando deba llevar la iniciativa del
interrogatorio y preguntar, por ejemplo, determinados datos requeridos- con una
modalidad no directiva, cuando el relato espontáneo del entrevistado lo permita.
Las áreas generales a cubrir en la entrevista criminológica son quizá las mismas que
se contemplan en otras disciplinas que recurren al método clínico en sus evaluaciones
de casos; en este caso, se enfatiza especialmente en la indagación de ciertos aspectos,
como el historial delictivo o disocial: Así, los siguientes tópicos (aunque no
necesariamente en el orden en que a continuación los exponemos) son los que deben ser
investigados en la fase de encuesta:
1. Antecedentes familiares: Edad, lugar de nacimiento, tipo de padres (biológicos, adoptivos o
de guarda) y hermanos; orden de nacimiento; ocupación y educación de los padres; personas
responsables de la crianza; actitudes y sentimientos hacia los padres, hermanos o figuras
cercanas; descripción de la vida y relaciones familiares tempranas y actuales; actitudes y
conducta de los padres; peleas, uso de drogas o alcohol por parte de éstos; episodios de abuso
emocional y físico; edad y razones del abandono del hogar paterno; contactos actuales con los
padres y hermanos; problemas de conducta en la infancia.
2. Educación: Nivel de estudios alcanzado; repetición de grados; razones de la deserción de la
educación básica o de la interrupción de los estudios secundarios superiores; actitudes frente a la
escuela, profesores y otros; razones para cambiar o abandonar el colegio; conducta en la
escuela; detalles de expulsiones; actitud actual hacia la educación.
3. Ocupaciones: Naturaleza de los empleos; duración de cada trabajo; detalles de al menos los
últimos tres trabajos; antigüedad máxima alcanzada en un empleo; motivos de las cesantías;
detalles del períodos de desempleo; recepción de subsidios de desempleo; métodos utilizados
para obtener dinero o mantenerse cuando no trabaja; actitudes hacia el trabajo en general; metas
ocupacionales; planes para lograr esas metas; detalles de instrucción vocacional, aprendizajes,
etc.
4. Matrimonio e hijos: Estado civil actual; descripción detallada de cada relación marital o de
convivencia; nombre, edad y residencia de cada hijo; actitud y detalles de los contactos con
pareja e hijos, en el medio libre o en prisión; si es capaz de procurar o no apoyo económico y/o
afectivo; interés expresado y demostrado por su bienestar; planes para la educación.
5. Actitudes y conducta sexual: Actitud general hacia el otro sexo; orientación de la elección
sexual; destacando básicamente si sus relaciones con otros son impersonales, casuales, triviales
e indiscriminada, reflejadas en frecuentes relaciones casuales o en selección indiscriminada de
compañeros sexuales; prostitución o disposición a participar en una amplia variedad de
actividades sexuales, etc.
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6. Historia médica: Bosquejo de la historia médica y salud mental y física general; referencia o
tratamientos por problemas psicológicos, emocionales o de conducta; problemas e intereses
actuales médicos o psicológicos.
7. Uso de alcohol y drogas: Edad y circunstancias del inicio en el consumo de sustancias
psicoactivas; tipos y magnitud del uso de cada droga; adicciones; efectos físicos y psicológicos.
8. Historial delictivo: Detalles de delitos juveniles y adultos; edad y circunstancias del primer
contacto con el sistema judicial; grado de planificación o espontaneidad; sentimientos antes,
durante y después de la comisión de un crimen; motivación para cometer los delitos; influencia
del alcohol y las drogas; utilización de cómplices; actitudes y sentimientos hacia la policía,
abogados y jueces, sentencias recibidas, víctimas de los crímenes. Respecto de la causa actual,
debe indagarse la condición psíquica del autor, desde la actitud previa hasta la reacción posterior
al delito, pasando por el estado al momento del hecho (datos que, en caso de ser rehusados
debido a la actitud defensista del procesado, pueden dejarse en blanco , habiéndose de completar
en el curso del conocimiento que se obtenga del sujeto en lo sucesivo). En caso de tratarse de un
sujeto condenado, es útil cotejar la versión suministrada por el interno con la descripción del
tipo de delito, extractada del testimonio de sentencia. Del análisis y cotejo de las dos versiones
surge información sobre la posición subjetiva frente a la imputación de autoría, pudiéndose
detectar contradicciones u omisiones en este último caso.
9. General: Filosofía general de vida; tipo de estilo de vida considerado ideal; descripciones de
sí mismo, de cómo es y cómo le gustaría ser; ideas sobre religión, política, ética, etc.; conducta
institucional; status en la institución; relaciones establecidas con pares; responsabilidad hacia
otros; compromiso con ideas o causas; influencias importantes en la vida; planes de futuro;
intereses y aficiones; cosas que le detonan excitación, ira o explosiones comportamentales,
miedo, ansiedad, culpabilidad, etc.
Debe tenerse en cuenta que el estilo de la entrevista debe adaptarse a los individuos
implicados, tratando el entrevistador de contribuir a una razonable atmósfera, todo lo
relajada que se pueda, en la cual el individuo es animado a colaborar en el conocimiento
de sus circunstancias y, idealmente, en la explicación y razones de su conducta. En este
sentido las áreas indicadas son incorporadas dentro de una armazón flexible para
conducir la entrevista y para obtener la información necesaria para concluir en el
diagnóstico del caso. Se recomienda evitar –por parte del entrevistador- una actitud
formalista y burocrática, de simple rellenado de los ítems a completar.
Se recomienda comenzar, luego del rellenado del apartado 1 (“Datos filiatorios”), por
el punto 3 (“Grupo familiar primario”), salteando el segundo apartado –éste a ser
completado al final de la encuesta con datos extraídos de la fuente judicial. Este tercer
apartado se reserva para completar los datos de la familia de origen, padres y hermanos,
debiéndose consignar en el espacio reservado para las “observaciones” todos los
antecedentes irregulares.
El punto 4 (“Antecedentes Personales”) registra datos socio-ambientales y del
desarrollo personal, desde una perspectiva que apunta a definir el “stock de capital”
disponible por el sujeto: nos referimos a la combinación de lo que se ha considerado
habitualmente los tres pilares de la inserción social: vivienda, familia y trabajo,
comprendiendo el registro del nivel de instrucción (4.1), la experiencia laboral concreta
y situación económica (4.2), condición actual (4.3) y situación habitacional (4.4). En
este cuarto apartado es ineludible formular las preguntas resaltadas en negrita, cuyas
respuestas estandarizadas serán marcadas en la grilla correspondiente de la planilla
adjunta, a fin de ponderar el nivel de inserción social. Tampoco se debe omitir extraer
del relato del sujeto (o indagar activamente, si la dinámica de la entrevista lo requiere)
información sobre problemáticas actuales y pasadas, las que pudieran ser (o no)
incidentes o determinantes de la conducta delictiva (4.5).
Este punto 4.5 se abre con una pregunta que interroga sobre la salud del sujeto, en
cuanto que ésta pudiera estar afectada por enfermedad o deficiencia incapacitante. La
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respuesta a esta cuestión, junto con el nivel de educación formal, permite ponderar el
llamado “capital humano” que integra la evaluación de vulnerabilidad e inserción social.
En el ítem “Problemáticas declaradas” se vuelca la información del sujeto referido a
problemas actuales (a excepción de su situación de detenido o su causa actual, aportadas
muchas veces como primera respuesta). En el ítem 4.6 (“Conductas relevantes”) se
registran los datos somatopsíquicos que se recogen tanto del propio testimonio del
sujeto como los que surgen evidentes en la impresión de entrevista por resaltar a la
observación atenta del entrevistador (como tatuajes y cicatrices típicas de la cultura
carcelaria); no obstante quizá deba preguntarse expresamente por la presencia, por
ejemplo, de un síntoma adictivo o de conductas autolesivas. La presencia de
determinados signos o perturbaciones atribuibles a trastorno o síntoma mental que
puedan llamar la atención del entrevistador, susceptibles quizá de un examen más
específico, se anotará recomendando la intervención especializada dentro de la
Dirección General –intervención que decidirá o no la derivación a efector externo de
Salud Público.
El punto 2, referido a la “Situación Judicial” del sujeto en cuestión, es recomendable
completarlo con los datos provenientes de sentencia o resolución judicial (desde 2.1 a
2.6), a excepción de los antecedentes (2.7) y la anamnesis penal (2.8) en lo que
corresponde al testimonio del entrevistado. En 2.6. se anotará el o los delitos y monto
de la condena, entre los otros datos requeridos. En 2.7, además de los antecedentes
correccionales minoriles si los hubiera (no los referidos a situación tutelar, que serán
registrados en las “observaciones” del punto 3) es especialmente relevante anotar la
edad y delito de la primera causa (“Causa Nro. 1”), consignándose las siguientes en
orden cronológico si las hubiera.
Se reserva el espacio final de la Encuesta para toda otra anotación relevante. No debe
desdeñarse anotar información proveniente de los archivos institucionales: legajos de
otras reparticiones, expedientes judiciales, historias clínicas, evaluaciones del medio
familiar y social, informes de conducta, etc.

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II.2 Evaluación del material

El segundo cuerpo es la Hoja de Respuestas, a llenar por el entrevistador con la información


recolectada en entrevista. Culmina con la elaboración del Diagnóstico Criminológico, que es la
calificación resultante del proceso de evaluación.
Esta resultante surge del examen de cuatro grandes categorías, las que pueden incidir –a título
de causación multifactorial y en grado variable- en la manifestación de la conducta delictiva:
a) los datos históricos relevantes –referidos a antecedentes familiares y personales; b) la
adecuación social del sujeto, definida como la posibilidad de responder positivamente a las
demandas de su entorno social, es decir, de cumplir con ciertos roles prescritos de acuerdo a la
edad y posición, desde el punto de vista de sus competencias personales; c) la evaluación de
la vulnerabilidad social del sujeto, definida ésta en términos del continuo integración-exclusión;
y d) la ponderación del estilo de vida disocial. Se agrega un apartado para la evaluación
psicopatológica, el que se completará si fuera necesario.

0. Introducción.
Del relato más o menos espontáneo del sujeto durante la entrevista –tanto como de la
indagación a iniciativa del entrevistador- se obtendrá no sólo una información más o
menos objetivable y susceptible de volcar en las grillas que integran la Planilla de
Evaluación, sino también una impresión global del sujeto, la que si bien no tiene un
lugar especial en el registro, podrá ser anotada en la última hoja de la encuesta o
volcada en el informe criminológico resultante. Empero, la objetivación de este material
se plasmará fundamentalmente en el apartado 2 (“Adecuación Social”, ver infra).
Esa impresión se compone de los aspectos más cualitativos relevados del contacto
con el sujeto y desplegados en la relación establecida con el entrevistador, puesto que la
entrevista no es sino la ocasión experimental para la que el sujeto despliegue sus
características más idiosincrásicas. Se debe, pues, tomar nota –escrita o mental- de
aspectos que no figuran quizá en la Encuesta ni en la hoja de respuesta, pero que
componen esta impresión global.
Por ejemplo, la apariencia general con la que se presenta, la reacción al contacto con el
profesional, la predisposición positiva o negativa a ser entrevistado, o la apreciación de ciertos
rasgos que pueden configurar un estilo personal del individuo en estudio (discriminando a éstas de
las reacciones meramente situacionales provocadas por la presencia del entrevistador y la situación
de entrevista). El tono afectivo general, el manejo de la frustración y de la agresividad, el modo de
expresión verbal y mímica, su rendimiento intelectual tal como se manifiesta a lo largo de la
exploración, son elementos que –si bien pueden ser cuantificados mediante pruebas específicas-
pueden ser distinguidos a partir del entrenamiento y experiencia mediante una observación y
escucha atentas del sujeto. Tendremos así una aproximación sobre el funcionamiento impersonal e
interpersonal del individuo, sobre la dinámica afectiva, sobre sus competencias y habilidades; todo
ello elementos que siempre podrán profundizarse, si correspondiese, con los estudios y técnicas
más específicos.
1. Datos históricos relevantes:
Así, del conjunto de información sobre la historia familiar y personal del individuo
recogida en la anamnesis y consignada en el apartado 1 –sobre “Datos Históricos
Relevantes”- se prestará especial atención a la presencia de los siguientes indicadores
claves entre sus antecedentes.
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De los antecedentes familiares y personales con especial interés criminológico y asistencial,


deben anotarse la carencia parental (completa y precoz); la incompletud del sistema familiar por
falta real de alguno de sus miembros; la dispersión o desintegración del grupo familiar por
debilidad o trauma de / en los lazos familiares cualquiera sea su causa; la existencia de problemas
paterno-filiales, es decir, problemas o relación padres-hijos perturbada, redundando en el
deterioro de la comunicación, indisciplina o sobreprotección; problemas conyugales, existencia de
un patrón de interacción entre cónyuges caracterizado por comunicación negativa, violencia o
aislamiento, con repercusión sobre los hijos; la detección de antecedentes psicopatológicos o
penales, de alcoholismo u otras adicciones; y cualquier otro antecedente no especificado (p. ej.
problemas de relación entre hermanos asociado a un deterioro de las relaciones del grupo familiar;
etc.). Datos todos que indican la inconsistencia o perturbación de las funciones simbólicas
parentales incidentes en la constitución subjetiva y socialización de la persona por introyección y
aprendizaje de las pautas normativas que ellas vehiculizan.
Asimismo, de los antecedentes más personales del sujeto en cuestión se consignarán los datos
relativos a: victimización (comprendiendo al abuso físico y/o abuso sexual); la negligencia de la
infancia, cuando se detecten claros indicadores de una historia de descuido del niño en su crianza;
infancia irregular, cuando se verifica un desarrollo vital en la que el sujeto asumió conductas y
funciones desviadas respecto de lo expectable para un niño menor a catorce años, de inteligencia
normal y sin perturbaciones orgánicas evidentes (incluyendo abandono de la escolaridad y/o fuga
del hogar, mendicidad o muy temprano inicio laboral); reacción antisocial o perturbaciones
transitorias situacionales en infancia o adolescencia, consistente en comportamientos críticos
aislados de carácter reactivo, no estables ni interiorizados; conducta disocial, que comprende los
antecedentes agresivos (contra personas, cosas y animales) o violatorios de normas sociales propias
de la edad, de manera repetitiva y persistente, con alteración del rendimiento y la actividad social,
escolar y laboral, de inicio en infancia o adolescencia (detectados antes de los trece años); reacción
antisocial de la edad adulta (comportamiento agresivo o delictivo ocasional, sin patrón, es decir, no
debido a trastorno mental, posterior a los dieciocho años); conducta antisocial, continua y crónica
de inicio anterior a los quince años y que continúa en la edad adulta (después de los dieciocho años)
distinguible por el menosprecio a las obligaciones sociales, falta de empatía con el otro, violencia,
indiferencia e irresponsabilidad.

2. Adecuación social.
Esta variable es la capacidad de responder positivamente a las demandas sociales,
es decir, de cumplir con ciertos roles prescritos de acuerdo a la edad y posición social
del sujeto. Surge de la evaluación de los recursos individuales con los que cuenta,
susceptibles de ser volcados a fines socialmente valorados, a título de competencias
personales del individuo. Tales competencias requieren de ser verificadas en tres áreas:

1) El área intelectual, referida tanto a la inteligencia impersonal (funciones


psíquicas conscientes y procesos más o menos automáticos pero susceptibles de
control consciente) como a la inteligencia interpersonal (que se ponen en
evidencia en el contacto social con el otro: asunción de roles, manejo de las
relaciones humanas, perspectiva social, etc.).
2) El área emocional, que sólo a fines descriptivos y de análisis desglosamos del
elemento intelectual, integra el factor dinámico del funcionamiento mental.
Esquemáticamente, daremos prioridad a algunos que consideramos de relevancia
para nuestra evaluación: sensitividad interpersonal, reconocimiento o
identificación de emociones, expresión emocional y autocontrol.
3) el área conductual, que –en un sentido amplio- se refiere a una apreciación de
la actividad global del sujeto, básicamente de sus competencias sociales,
habilidades comunicacionales y de la ausencia de impulsiones.
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Para una mejor identificación de cada una de estas tres áreas, las desglosamos en las
siguientes dimensiones:

Area Intelectual
Dimensión Observables
Desempeño en La adecuada ubicación en la relación con el entrevistador, la apariencia
entrevista general y reacción al contacto con el entrevistador, el sostenimiento de la
dinámica pregunta-respuesta, la conciencia vigil y un curso del pensamiento
fluido –ni enlentecido ni acelerado- una buena fluidez de la comunicación,
con ausencia de registro de hostilidad y mendacidad (más allá de cierto
“defensismo” esperable), así como memoria reciente y remota (histórica)
asequibles; todo ello permite inferir someramente una buena capacidad
mental conservada y contacto con la realidad. El déficit de alguno de estos
ítems debe ser oportunamente consignado.
Pensamiento Causal Percibe las relaciones causa-efecto entre su conducta y las consecuencias
emergentes. Puede prever las consecuencias negativas de sus actitudes e
incumplimientos.
Reconocimiento del Conocimiento de su situación legal y de las problemáticas personales
Problema incidentes en ésta. Juicio crítico.

Area Emocional
Dimensión Observables
Empatía Sensibilidad para con el interlocutor y los otros significativos. Capacidad para
entenderse, sintonizar e interactuar con el entrevistador. Ausencia de rigidez e
inexpresión emocional
Egocentrismo No considera las razones ni intereses del otro, ni los reconoce como distintos
a los de él. No atiende argumentos razonables ni los acepta como diferentes a
los suyos.
Impulsividad Se reconoce en un modo de actuar vehemente a fin de disminuir un estado de
tensión creada por el deseo o bien por la disminución del autocontrol. Es
indicador de la incapacidad para diferir o postergar una satisfacción.

Area Conductual
Dimensión Observables
Habilidades y Registro de educación formal (estudios primarios completos) y no formal
competencias (comprende aprendizaje de oficio o especialización), o al menos un historial
sociales laboral más o menos continuo, no interrumpido por irresponsabilidad.
Comunicación Intención comunicativa y reciprocidad social, sin perturbación de la
dialógica y comprensión. Incluye una adecuada perspectiva social: es decir, interpreta lo
perspectiva social que se espera de él, comprende o considera las expectativas de los demás,
demostrando un comportamiento ajustado a los requerimientos sociales.
Interacciones Habilidad para relaciones simétricas y asimétricas. Es decir, para el
establecimiento de relaciones aceptables, con pares (simétricas) y con
figuras de autoridad (asimétricas), verificándose la ausencia de fenómenos
de liderazgo negativo, instrumentación o cosificación de terceros.
Impulsiones Se valora positivamente la ausencia de comportamientos caracterizados por
el déficit de control de los impulsos tendientes a la satisfacción pulsional: ya
sean actividades impulsivas de carácter sexual (parafilias, por ejemplo); y
actividades impulsivas de carácter no sexual: fuga impulsiva, cleptomanía,
piromanía, adicción a drogas, adicciones sin drogas (juego de azar o
ludopatía, por ej.). Debe distinguirse de las compulsiones propias de ciertos
cuadros neuróticos, las que se distinguen por excesivo control e inhibición
conductual.
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A los fines de evaluar esta variable, si bien se tiene en cuenta todo el material
obtenido de la entrevista, consideramos que es especialmente interesante tener en
cuenta los recursos intelectuales que despliega y las manifestaciones emocionales
que pone en evidencia al referirse a los motivos por los cuales ha ingresado al
sistema de la ejecución penal (lo anotado en el punto 2.8 de la encuesta y que, a fines
de la evaluación, debe contrastarse con el testimonio de sentencia). Respecto de los
hechos antijurídicos por los cuales el individuo ingresa al sistema de la ejecución penal,
si bien se considera la posición subjetiva frente a la imputación, creemos que es la
mejor ocasión para analizar estas dimensiones.
Preguntado sobre ello en el momento oportuno –es decir, cuando ya se estableció un
buen rapport- su reacción al contacto con el entrevistador (una alteración del ritmo en
la dinámica de la comunicación, la aparición de algún registro de hostilidad y/o
mendacidad más allá de cierto “defensismo” esperable, así como una perturbación de la
fluidez del diálogo (en algunos casos súbitas lagunas del recuerdo o, en otros, por el
contrario, la emergencia de una versión dicha de corrido y sin vacilar, que impresiona
bien ensayada pero que contrasta con el estilo habitual de un sujeto); el advertir o no las
relaciones causa-efecto entre su conducta y las consecuencias emergentes, o, más en
general, el prever las consecuencias negativas de sus actitudes e incumplimientos; todo
ello, en fin, permite inferir aspectos tanto de la inteligencia impersonal (funciones
psíquicas conscientes y procesos más o menos automáticos pero susceptibles de
control consciente) como de la inteligencia interpersonal (que se ponen en evidencia
en el contacto social con el otro: asunción de roles, manejo de las relaciones humanas,
perspectiva social, etc.).
Pero también del área emocional, la que sólo a fines descriptivos y de análisis
desglosamos del elemento intelectual. De ésta, daremos prioridad esquemáticamente a
algunos aspectos que consideramos de relevancia para nuestra evaluación: la
sensitividad interpersonal, el reconocimiento o identificación de emociones, la
expresión emocional y autocontrol. En este sentido, debe atenderse al interés o
desinterés por las consecuencias de sus actos, ya sea manifestando algo de
remordimiento (en tal caso, habría que verificar si hay correspondencia entre sus
verbalizaciones y el afecto concomitante) o declarando directamente que no está
arrepentido por lo que ha hecho, o bien sosteniendo que no existe ninguna razón para
que él esté allí donde está por que él no tiene nada que ver con los hechos, etc. La falta
de culpabilidad y remordimiento puede ser indicada por el fracaso en apreciar la
gravedad de sus hechos, sea argumentando que su condena es demasiado severa, o que
fue juzgado injustamente, o argumentando que sus víctimas u otros o la sociedad o las
circunstancias fueron realmente los culpables. O bien se muestra mucho más interesado
por los efectos que sus crímenes o actos asociales tienen para sí mismo, que por la
experiencia de sufrimiento de sus víctimas o el daño que ha hecho a la sociedad.
Respecto del área conductual, si bien en un sentido amplio ésta se refiere a una
apreciación de la actividad global del sujeto, nos interesa especialmente captar la
presencia o ausencia de impulsiones: con este término no nos referimos a los meros
comportamientos inadecuadamente controlados (propios, p. ej., de una persona que
tiende a responder a la frustración con conductas violentas o con amenazas y abuso
verbal: lo que usualmente se conoce como “impulsividad”); sino que se considerará
impulsión a los comportamientos caracterizados por la pura satisfacción pulsional, es
decir, conductas que si bien pueden caracterizarse por el carácter impulsivo, se
distinguen además por el carácter egosintónico de una tendencia que no es vivida como
un cuerpo ajeno al Yo, pudiendo tratarse tanto de actividades impulsivas de carácter
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sexual (parafilias, por ejemplo, en cuyo caso se consignará además en el apartado del
diagnóstico psicopatológico); y actividades impulsivas de carácter no sexual (fuga
impulsiva, cleptomanía, piromanía, juego de azar, adicción a drogas, adicciones sin
drogas). Creemos que la detección de comportamientos caracterizados como
impulsiones compromete severamente todo el cuadro, aunque califique positivamente
en el resto de los ítems de Adecuación Social.
Las alternativas que pueden darse son las siguientes:

A) AREA INTELECTUAL Alto Medio Bajo


Desempeño en entrevista (-)
Pensamiento causal (-)
Reconocimiento de problema (-)
B) AREA EMOCIONAL Alto Medio Bajo
Empatía (-)
Egocentrismo (-)
Impulsividad (-)
C) AREA CONDUCTUAL Alto Medio Bajo
Habilidades y competencias (-)
Comunicación dialógica (-)
Interacciones (-)
Impulsiones (-)
(-)
Alta Media Baja

Se interpreta de la siguiente manera:


a) Los déficits (-) en estas tres áreas configuran una baja adaptabilidad social;
b) Por el contrario, la ausencia de déficits en las tres áreas determina una adaptabilidad media a
alta, definiéndose una u otra según los recursos concomitantes del sujeto (red social y familiar).
c) La relación inversamente proporcional entre A + B y C (por ej.: déficits en las áreas
intelectual-emocional, pero un moderado registro de habilidades sociales con ausencia de
comportamientos impulsivos ) daría una mediana adaptabilidad social (medio-bajo o medio-alto,
a definir según la presencia o ausencia de otros indicadores).

3. Evaluación de la Vulnerabilidad social 1


En este estudio criminológico se incorpora un análisis de la vulnerabilidad ante la
exclusión social. Por exclusión social se entiende un proceso que genera la
imposibilidad de participar plenamente en la sociedad como ciudadano, por vía de la no
realización de algunos derechos sociales.
El análisis de la exclusión social sería pues el análisis de los patrones y procesos
desventajosos en términos de educación, formación, empleo, vivienda, recursos
económicos, etc. Se trata de un concepto multidimensional que busca superar el análisis
basado únicamente en una dimensión, como puede ser el que se centra en el nivel de
ingresos.

1
García Serrano, Malo, Rodríguez Cabrero. “Un intento de medición de la vulnerabilidad ante la
exclusión social”. Documento de Trabajo 00-13, Unidad de Políticas Comparadas (CSIC).
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Considerando que la exclusión se produce cuando se alcanza un cierto umbral en el


deterioro de los llamados “tres pilares” de la inserción social –a saber, la vivienda, la
familia y el trabajo– y teniendo en cuenta que ese umbral se puede definir
cuantitativamente a una sociedad determinada, es que se propone la aplicación de una
tipología que representa una gradación que va desde la integración a la marginación,
pasando por la vulnerabilidad.

1. INTEGRACIÓN Grado 1: Integración total.


Caracterizada por trabajo estable y sólidas redes
Grado 2: Erosión de las redes sociales.
sociales (familiares y de vecindad). Se subdivide
en tres grados. Grado 3: Pobreza integrada (ingresos regulares bajos
y redes sociales sólidas).

2. VULNERABILIDAD - EXCLUSIÓN Grado 4: Pobreza económica (La pobreza económica


Predomina la inestabilidad laboral y la fragilidad se refiere a problemas relacionados con la residencia
o pobreza de los vínculos sociales (especialmente habitual y erosión de redes sociales no familiares).
los familiares). Se subdivide en dos grados.
Grado 5: Exclusión social (se caracteriza por la
supervivencia gracias a la economía sumergida –
irregular- problemas con la residencia habitual y
erosión de redes sociales familiares.
3. EXCLUSIÓN – MARGINACIÓN Grado 6: Exclusión social severa (supervivencia
Se caracteriza por la ausencia de trabajo y el gracias a la economía sumergida, irregular y/o
aislamiento social. En ella tenemos los dos delictiva, o a la mendicidad; si existen ingresos
últimos grados: exclusión social severa y regulares son sumamente escasos; con serio deterioro
marginación. de hábitos y normas sociales; graves problemas con la
residencia habitual e incluso inexistencia de ésta.)
Grado 7: Marginación (o muerte social del individuo)
Se puede apreciar que en las tres grandes zonas hay individuos afectados por la
pobreza. Tendremos, pues, pobres integrados, pobres excluidos y pobres marginados.
El pobre integrado implica una cierta distancia de los estándares sociales medios, y los
individuos colocados en esta zona, aunque integrados, estarían situados en el primer
paso hacia la exclusión.
En este continuum integración–exclusión–marginación la posición de los individuos
queda caracterizada por los niveles existentes de capital humano (salud y educación), de
redes sociales y de vivienda.
El capital humano combina el componente más básico (la salud) con el relacionado con la
educación formal. Ésta queda registrada en el punto 4.1, y la salud se indaga básicamente por
medio de la pregunta que figura en el punto 4.5.1: “¿Le impide alguna enfermedad crónica (física
o mental), o alguna incapacidad o deficiencia, desarrollar su actividad diaria?”. Las respuestas
posibles son tres: Sí (gran incapacidad), Regular (más o menos, hasta cierto punto) y No.
Estadísticamente, alrededor de un 80% de individuos de población general contesta No a esta
pregunta, y alrededor de un 7% o menos experimenta gran incapacidad (Sí). Es dable esperar que
estos porcentajes sean menores en población penitenciaria, puesto que es una población sana en
términos epidemiológicos, de acuerdo a estudios realizados en nuestra región. Respecto del cruce
entre salud y educación, alrededor de un 50% de población arroja “sin incapacidad y estudios
primarios”.
El examen del capital social se basa en el supuesto que el individuo que nos se relaciona no tiene
redes sociales, y que el grado de relaciones está directamente relacionado con la cantidad de redes
sociales construidas. Las preguntas que indagan esta cuestión son las de los puntos 3.3.1 (“¿Con
qué frecuencia habla con –o ve a- sus familiares y amigos?”) y 4.4.2 (“¿Con qué frecuencia
habla con sus vecinos?”). Tener en cuenta que si bien las respuestas no distinguen la consistencia
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o calidad de las redes, un gran porcentaje de población general (nuevamente, alrededor de un


80%) posee un grado de utilización muy alta de la red de familia, vecinos y amigos.
La vivienda, por su parte, en la medida en que suele ser la mayor inversión que hace una familia a
lo largo de su existencia, tiene asimismo una gran importancia como stock de capital. Los
indicadores de capital de la vivienda se registra a partir de interrogar las “comodidades” con que
cuenta (número de habitaciones, baño instalado, cocina separada, patio, etc.), los “servicios”
(agua, gas, calefacción) y el “estado de conservación” o problemas de la vivienda (escasez de
espacio físico, roturas de ventanas, problemas de suelos o humedad, etc.).
Ahora bien, definir el umbral por debajo del cual se define como vulnerable a quien
esté por debajo de esos valores es una decisión que compete al investigador (como
sucede con otras mediciones). En este caso (el del estudio citado), se adoptó el criterio
de que esos umbrales estén dados por la moda 2 de los distintos indicadores de capital,
es decir que los candidatos a ser considerados en situación de vulnerabilidad son
aquellos cuyo capital se encuentra por debajo de la situación más frecuente en la
población general, la que está señalada con negrita en la grilla de evaluación (a
excepción del indicador vivienda, del que no tenemos información, por lo que quedará
a criterio del entrevistador).

Se interpreta:
Una vez obtenidos el indicador de capital humano, social y de vivienda, es posible ubicar el caso en
algunos de los siete grados, de acuerdo con la taxonomía propuesta más arriba, siendo los individuos
vulnerables los que tendrían bajas dotaciones (por debajo de la moda) en los tres stocks de capital.

4. Evaluación del Estilo de Vida Disocial 3


De la información obtenida en entrevista es posible evaluar cuatro dimensiones que
definen un estilo de vida disocial:
I. Irresponsabilidad: Describe a un sujeto que manifiesta un patrón conductual caracterizado por
el incumplimiento de sus obligaciones sociales y morales. Patrón que se pone en evidencia en
diferentes áreas: escuela (comportamientos conflictivos, problemas académicos relacionados con
el desinterés, falta de iniciativa y responsabilidad, ausentismo escolar, abandono de la escolaridad,
etc.), trabajo (escasos reportes sobre experiencia laboral, empleos precarios y/o esporádicos, de
poca duración, que abandonan o pierden por despido de causa indeterminada o irreal; o bien, se
registra ausentismo, incumplimiento o retraso en las tareas sin causa justificada), finanzas
(ineptitud en el manejo del dinero, demora e impago de deudas, etc.), y conducta con amigos y
familia (traiciones, despreocupación, negligencia para con su familia y obligaciones sociales con
los demás, fracaso en el mantenimiento económico de esposa e hijos y en sus obligaciones
personales como padre / madre, etc.).
II. Autoindulgencia: Describe a un sujeto que experimenta dificultades para demorar la
gratificación de sus deseos; en consecuencia, tiende a ser impulsivo, a buscar la satisfacción
inmediata de sus necesidades sin considerar las consecuencias de sus acciones. Patrón conductual
caracterizado por la ausencia de autocontrol que se refleja en rasgos tales como: abuso de alcohol
y/o drogas, promiscuidad sexual, relaciones inestables de pareja y débiles vínculos emocionales
con los otros, como también conductas auto y heteroagresivas tales como autolesiones y tatuajes.
Conductas que pueden tener consecuencias negativas a largo plazo, de las que no asume la
responsabilidad, tendiendo a proyectar en otros la culpa de sus acciones.

2
Desde un punto de vista estadístico, es el valor que con más frecuencia aparece.
3
Adaptación de la Lifestyle Criminality Screening Form, de G. D .Walters.
13

III. Violencia interpersonal: Patrón conductual caracterizado por la violación sistemática,


repetida y constante, de derechos ajenos. Normalmente, despliega agresividad y/o frecuente
comisión de actos delictivos, hostilidad y abuso físico y/o emocional de los demás.
IV. Conducta disocial: Describe a un individuo que presenta un patrón conductual caracterizado
por antecedentes agresivos (contra personas, cosas y animales) o violatorios de normas sociales
propias de la edad, de manera repetitiva y persistente, con alteración del rendimiento y la actividad
social, escolar y laboral, de inicio en infancia o adolescencia (detectados antes de los dieciocho
años); o bien un comportamiento habitualmente agresivo o delictivo.
Si no se tiene información suficiente, se deja en blanco sin puntuar. Más de una
cuestión por sección sin contestar puede arrojar resultados no del todo fiables.
Consideradas una por una las catorce cuestiones, se suman las puntuaciones y se extrae
el total para cada una de las secciones.

Se interpreta:
Atendiendo a la puntuación total de una sección, tenemos que: Ítem sin puntuar (0) indica que éste no es
aplicable al individuo, éste no exhibe los rasgos de conducta en cuestión. Un punto (1) indica posible
diagnóstico (lo cual quiere decir que el ítem es aplicable en cierto sentido, subsistiendo dudas acerca del
estilo de vida). Dos puntos (2) indica probable diagnóstico (potencial aptitud, aunque no en el grado
máximo requerido para un diagnóstico definitivo). Tres puntos (3) indica diagnóstico definitivo (el ítem es
plenamente aplicable al individuo). La diferencia entre un (1) punto o dos (2) puntos es la de entre una
mayor o menor duda para garantizar la aplicación del ítem.

5. Diagnóstico Psicopatológico
La evaluación psicopatológica de un caso particular es una decisión que tomará el
entrevistador a cargo de la encuesta de admisión, al cabo de la misma y a partir de
constatar la emergencia de síntomas, perturbaciones o trastornos evidentes, que puedan
guardar relación o no con la criminogénesis del caso. A tal fin, dejará anotada la
recomendación y los motivos por los que decide la referencia al especialista (médico
especializado en psiquiatría o psicólogo).
La derivación del caso será interna y a título de interconsulta, debiéndose evacuar
dentro del lapso de tiempo más razonable según las características del individuo, su
situación vital y la gravedad del cuadro que presente: en algunos casos, podrán ser
entrevistas pautadas para unos días después de la admisión; y en otros casos la
interconsulta deberá ser inmediata.
En todo caso, dicha maniobra deberá ser operativa (es decir, encuadrada dentro de
las misiones del Departamento interviniente, tendiente a la realización del diagnóstico y
pronóstico criminológicos encomendados) y terapéutica (no en el sentido asistencial
sino en el de contemplar criterios técnicos específicos concernientes a la promoción y
atención de la salud mental: es decir, evaluar, orientar, derivar si fuera necesario a partir
de un juicio clínico fundado).
En lo estrictamente técnico, dichos profesionales producirán su juicio con los
recursos instrumentales que su ciencia les provee: distintas modalidades de entrevistas y
técnicas de evaluación psicológica.
El resultado de la evaluación clínica será volcado en términos de la clasificación
multiaxial de enfermedades mentales establecida por la asociación psiquiátrica
norteamericana (DSM IV), a la que se adhiere por razones operativas: básicamente, por
14

constituir una nomenclatura descriptiva y estadística valiosa a los fines de la


investigación.
15

INSTRUMENTOS DE EVALUACION
F
Fecha

Entrevista
Psicotécnicos:
...../ ...../ .....

Cuestionarios: ...../ ...../ .....


Entrevista Diagnóstica
Psicopatológica ...../ ...../ .....
Eje I (Trastornos clínicos) =
Eje II (Trastornos de personalidad) =
Eje III (Enfermedades médicas) =
Eje IV (Problemas psicosociales) =

II.3. Conclusión: El Diagnóstico Criminológico.


El diagnóstico criminológico es el resultado de una aproximación cognoscitiva al autor
del hecho típico, antijurídico y culpable, por medio del análisis de la influencia sobre la
persona concreta de los factores familiares, de personalidad, socioculturales,
situacionales, educativos, etc., que puedan haber intervenido en la causación de la
conducta penalmente reprochable.
Dicho análisis permitirá la construcción de un perfil individualizado en el que se
prescindirá de categorías clasificatorias –como las que pueden ser utilizadas todavía en
algunos servicios penitenciarios: por ejemplo, las de Ferri (locos, natos, habituales, de
ocasión, por pasión), Garofalo (criminal tipo u ocasional, violento, ímprobo, cínico), Di
Tullio (ocasionales, seudo intelectuales, por predisposición constitucional, enfermos
mentales) o Liszt (ocasionales, habituales corregibles, habituales incorregibles), entre
otras. Y, a la vez, como quedó dicho en la introducción, facilitar la detección de
características identificadas como deficitarias (si las hubiera) en los sujetos admitidos,
que constituirán los focos de atención sobre los que centrar las medidas terapéuticas,
educativas o de capacitación, constituyendo así el primer paso para la elaboración de un
plan de tratamiento.
Se compone del resultado arrojado por las cuatro dimensiones evaluadas:
A. Adecuación Social;
B. Estilo disocial;
C. Perfil de Integración (vulnerabilidad social);
D. Diagnóstico Psicopatológico (si lo hubiera).
La hipótesis es que el entrecruzamiento de la Adecuación Social (A) y el Estilo Disocial
(B) permitirá establecer el Pronóstico de Riesgo, el cual se verá más o menos
comprometido por el grado de integración (C) y la presencia o ausencia de trastorno
mental (D).
16

Adecuación Social Estilo Disocial Predictor de Riesgo


(A) (B) (R)

–A +B (Definitivo EVD) = +R

+A +B (Probable EVD) = +–R


–A –B (Posible EVD) = –+R
+A –B (Sin EVD) = –R

Pronóstico de Riesgo (R) Alto Medio–Alto Medio–Bajo Bajo

F.A.D.

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