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RECORDANDO LA FUNDACIÓN DEL

PARLAMENTO LATINOAMERICANO
7 de diciembre de 1964

1. APROXIMÁNDONOS A LA VIDA Y OBRA DE ANDRÉS TOWNSEND


EZCURRA, FUNDADOR DEL PARLAMENTO LATINOAMERICANO
– Hugo Vallenas Málaga

2. CRÓNICA DE LA CONVOCATORIA Y REALIZACIÓN DE LA ASAMBLEA


CONSTITUTIVA DEL PARLAMENTO LATINOAMERICANO
– Reportaje de la revista Presente

Andrés Townsend Ezcurra hace uso de la palabra en la I Asamblea


Ordinaria del Parlamento Latinoamericano realizada en Lima en el mes de
julio de 1965. Luis Agustín León (argentino) fue electo presidente. Preside
la sesión Luis Alberto Sánchez.

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1. APROXIMÁNDONOS A LA VIDA Y OBRA DE ANDRÉS
TOWNSEND EZCURRA, FUNDADOR DEL PARLAMENTO
LATINOAMERICANO

– Hugo Vallenas Málaga

Cada 7 de diciembre se cumple un año más de la fundación del Parlamento


Latinoamericano en la ciudad de Lima. La Asamblea Constitutiva del Parlamento
Latinoamericano se realizó en la sede del Congreso Nacional en Lima entre los días 6
y 11 de diciembre de 1964. El magno evento contó con la presencia de
representaciones acreditadas de los parlamentos de 14 países: Argentina, Brasil,
Costa Rica, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay,
Uruguay, Panamá, Venezuela y el Perú. Las Juntas Preparatorias fueron el día 6 de
diciembre y la sesión inaugural se llevó a cabo el día lunes 7 en horas de la noche.
Esa misma fecha evocaba el 140º aniversario de la convocatoria al Congreso
Anfictiónico de Panamá, firmada en Lima por el Libertador Bolívar, el 7 de diciembre
de 1824.

La fundación del Parlamento Latinoamericano sigue siendo un hito fundamental de la


marcha hacia la integración indoamericana. Fue obra del aprismo, inspirada en las
ideas de Víctor Raúl Haya de la Torre, pero tuvo un gestor y animador indiscutible, el
diputado aprista Andrés Townsend Ezcurra. Su labor protagónica en la magna
reunión de diciembre de 1964 −labor destacada que también fue cumplida por el
entonces senador Luis Alberto Sánchez− lo hizo merecedor del nombramiento como
primer secretario general del Parlamento Latinoamericano. Es más: Townsend fue
reelegido a este alto cargo en julio de 1965, en la I Asamblea Ordinaria del
Parlamento Latinoamericano y siguió siendo reelegido, hasta en 13 oportunidades,
ejerciendo dicha secretaría general durante 27 años, en forma ininterrumpida, hasta
que declinó postular nuevamente a la secretaría general en julio de 1991. Un sitial
que no ha podido emular ningún otro político latinoamericano.

La gestión de Townsend hizo del Parlamento Latinoamericano una entidad de


presencia política influyente y gran autoridad moral durante un difícil período de la
historia de nuestro continente, plagado de crisis e irrupciones dictatoriales. Con
motivo del deceso de Andrés Townsend en julio de 1994, el parlamentario uruguayo
Juan Adolfo Singer, líder de la «Vanguardia Batllista» del Partido Colorado, comentó:

«Escribimos bajo el peso de la congoja. La noticia del fallecimiento de


Andrés Townsend Ezcurra, no por inesperada, nos conmovió. El mástil
más alto de la causa integracionista de América Latina, en esta segunda
mitad del siglo, se ha quebrado. La nave continúa, empero, con su
rumbo, las banderas desplegadas al tope. Townsend continuará la lucha.
Sembró durante toda su vida, y las raíces y los troncos y las ramas de
esa siembra seguirán afirmándose, extendiéndose y creciendo. Aunque
desde afuera o desde adentro algunos no rieguen esos árboles y otros
quieran cortarlos, nada ni nadie podrá detener la integración y la unidad
latinoamericana» (revista Patria Grande, órgano oficial del Parlamento
Latinoamericano, Nº 2, Lima, noviembre de 1994, p. 27)

Hoy en día, avanzando el siglo XXI, la ofensiva de los grandes poderes


internacionales ha fragmentado las iniciativas unitarias y ha potenciado los acuerdos
bilaterales, que reducen la posibilidad de articular un modelo común de desarrollo y
defender una globalización con equidad. Leer estas páginas, que nos permiten
recuperar y percibir de cerca lo que fue el esfuerzo integracionista del aprismo hace
casi cinco décadas, debe ayudarnos a dar a la memoria de Andrés Townsend la valía

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que se merece, recuperar sus ideas y propuestas y debe permitirnos reafirmar el
anhelo unitario continental, más allá de las rencillas cainitas avivadas por intereses
económicos contrarios a la integración.

El ideólogo de la integración continental

La claridad de ideas de Andrés Townsend sobre los temas relacionados con la


integración se basa en que fue autor del primer estudio –y también el más
exhaustivo y quizás el definitivo– del pensamiento del Libertador Bolívar en cuanto
a la estructuración de un derrotero institucional para nuestras democracias que
ampare la meta de la integración.

Sobre los fundamentos doctrinales de la integración y en particular sobre el


pensamiento unionista bolivariano, Townsend nos ha legado una admirable
bibliografía, cuya obra cimera es Bolívar, alfarero de repúblicas. (Ediciones Libera,
Buenos Aires, 1973). Este trabajo fue premiado en el concurso internacional de
homenaje al Libertador Bolívar convocado por la OEA en 1972, pero todavía no es
debidamente apreciado en nuestro país, no obstante ser una fuente de consulta
imprescindible sobre el tema en muchos países de América Latina.

ATE también desarrolló aspectos importantes de este tema en sus obras: El Perú en
la integración jurídica de América Latina. Vidaurre en Panamá (Editorial Minerva,
Lima, 1975); en Las ideas de Bolívar en la integración de los pueblos
latinoamericanos. Obra premiada por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de
la Independencia del Perú (Editorial Jurídica, Lima, 1975).

Desde otros ángulos, el tema está también presente en otro libro laureado:
Fundación de la República. Tomo primero. Documentos y estudios en torno a la
Asamblea Nacional Constituyente de Centroamérica. (Ministerio de Educación
Pública, Guatemala, 1958). Andrés Townsend contrasta los viejos ideales unionistas
con los problemas contemporáneos en otra obra fundamental: Patria Grande.
Pueblo, parlamento e integración. (Editorial Desa, Lima 1991).

En Bolívar, alfarero de repúblicas, ATE subraya con gran lucidez la audacia del
audaz proyecto unionista bolivariano en un contexto radicalmente adverso. Dice
Townsend:

«Insistimos en una observación ya formulada: la América española que


conoció Bolívar, y que pretendió federar, era un espacio mayor que el
hoy poseído por las repúblicas de idioma hispano. Los Estados Unidos
Mexicanos habían heredado el Virreinato de la Nueva España, cuyas
avanzadas cubrían, por el Pacífico, hasta más al norte de San Francisco
y por el este llegaban hasta la Luisiana y el Mississipi. Si se agruparan
políticamente las actuales repúblicas darían nacimiento a una federación
de 20 millones de kilómetros cuadrados. La que quiso lograr Bolívar
abarcaba, por lo menos, 4 millones más. […] Es indudable que Bolívar
presintió, anticipándose a realidades de mediados del siglo XX, que sólo
grandes masas continentales, políticamente unidas y económicamente
coordinadas, tenían posibilidades de supervivir en un mundo de ‘colosos’
y ‘gigantes’. El Libertador fue de los primeros –si no el primero entre los
políticos de su tiempo– en reconocer la era, que se define en este siglo,
de los pueblos-continente. La anticipación bolivariana resalta con mayor
originalidad e interés si se la coloca en el cuadro de la época. Bolívar fue
contemporáneo de los movimientos orientados a fundar los
Estados-Nación, no los Estados-Continente. La invasión napoleónica
despertó la conciencia nacional de Alemania, encendiendo una chispa de
unionismo federal germánico que sólo culminará con la fundación del

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imperio alemán en 1871. En paralelo proceso, iniciado mucho después
de la muerte de Bolívar, nace Italia como reino unificado. Los
nacionalismos de Europa oriental luchaban por obtener la independencia
de los germanos y los húngaros del imperio austríaco, y los Balcanes
nacen como un complicado mosaico de nacionalismos encontrados y
menores, de cuyo choque brotará la Primera Guerra Mundial. La
tendencia recibe un nombre típico: balcanización. Semejante impulso a
subdividir y a dar carácter de Estados independientes a territorios de
exiguas dimensiones contradice exactamente lo que Bolívar postulaba
para América Latina. […] En una América que tendía, irresistiblemente,
a la fragmentación, el Libertador resultaba honrosamente anacrónico.
[…] De haber nacido, en Panamá, una Federación como la que soñaba
Bolívar, las fuerzas de dinámica histórica en el mundo del siglo XX
hubieran sido: Gran Bretaña y sus aliados liberales; la Santa Alianza,
progresivamente rota por sus desacuerdos interiores y el fermento
nacionalista; Estados Unidos del Norte y la Federaci6n Latinoamericana»
(ver Andrés Townsend: Bolívar, alfarero de repúblicas. Buenos Aires,
1973; pp. 170-172).

Creación y desarrollo del Parlamento Latinoamericano

La orientación política dirigida a la fundación de un Parlamento Latinoamericano tiene


cuatro fuentes muy claras: los artículos publicados por Haya de la Torre desde 1959
en La Tribuna y diversos diarios del continente, invitando a los países de América
Latina a emular el ejemplo unionista de Europa; los artículos de Antenor Orrego
alertando sobre la necesidad de mirar el futuro inmediato en términos de “pueblos
continentes”; los artículos de Luis Alberto Sánchez para su columna «Cuaderno de
Bitácora» y para los Cuadernos publicados por el Congreso por la Libertad de la
Cultura, invocando a la unidad continental para enfrentar los retos políticos y
culturales de la llamada «Guerra Fría»; y finalmente los artículos de Andrés
Townsend en La Tribuna y la revista Presente, proponiendo derroteros prácticos para
hacer realidad las propuestas de Haya de la Torre.

La iniciativa concreta dirigida a la creación del Parlamento Latinoamericano surgió del


VI Congreso Nacional del Partido Aprista Peruano. Los documentos originales
partidarios relacionados con este tema pueden consultarse en el libro Haya de la
Torre y la unidad de América Latina (compilador Mario Peláez Bazán; editor Enrique
Delgado Valenzuela, Lima, 1977).

Allí podemos comprobar que el VI Congreso del PAP, que se realizó en Trujillo del 24
al 25 de febrero de 1962, aprobó el siguiente acuerdo:

«Propondremos la convocatoria por parte del Congreso del Perú de un


Parlamento Latinoamericano, para discutir los problemas de la unidad de
América Latina, de su Mercado Común y la acción conjunta en defensa de
la democracia y la justicia social.- Trujillo, 25 de febrero de 1962».

La propuesta ya era motivo de consultas entre distintos líderes políticos del


continente. Fue sustentada en el VI Congreso por Andrés Townsend como una
propuesta política viable, que quedaba al partido formalizar y poner en práctica.

Sobre esta base, la Célula Parlamentaria Aprista y el grupo parlamentario de la Unión


Nacional Odriísta presentaron en forma conjunta la siguiente moción de orden del día
el 2 de junio de 1964:

«La Cámara de Diputados del Perú acuerda: Invitar a los Parlamentos de


los países latinoamericanos a una primera reunión de delegados de dichos

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cuerpos legislativos a celebrarse en Lima, con el propósito de estudiar los
problemas de la integración económica latinoamericana iniciada con el
Tratado de Montevideo; la posibilidad de una coordinación política que,
reforzando la posición internacional de los países de nuestra América,
coopere al aceleramiento del desarrollo económico y social de nuestros
pueblos y aconseje las formas eficaces como los Parlamentos de América
Latina pueden contribuir a la consecución de estos elevados objetivos de
solidaridad continental».

Firman la moción: Andrés Townsend Ezcurra, Andrés Echevarría Maúrtua, Víctor


Freundt Rossell, Armando Villanueva del Campo y Luis F. Rodríguez Vildósola. La
Moción fue aprobada unánimemente por el Senado y la Cámara de Diputados en la
fecha indicada, 2 de junio de 1964.

Estando esta iniciativa en curso, tuvo el respaldo del VII Congreso del PAP. El
siguiente acuerdo fue decisivo para el éxito del proyecto:

«El VII Congreso Nacional del PAP, considerando: Que el Parlamento


peruano, por iniciativa de la Célula Parlamentaria Aprista, ha convocado a
una primera reunión de Parlamentos de Indoamérica para estudiar los
problemas de la integración económica y política de nuestros pueblos;
que el propósito unionista continental que esta decisión del Congreso
manifiesta está en perfecto acuerdo con el programa del aprismo, único
partido que ha enarbolado como bandera, jamás arriada, la unidad
económica y política de Indoamérica. Acuerda: 1.- Manifestar su
complacencia por esta iniciativa del Parlamento nacional y ofrecer el
permanente y entusiasta respaldo del Partido al Parlamento
Latinoamericano, como instrumento decisivo de integración política de
nuestro continente. 2.- Dirigirse a los partidos afines de Latinoamérica
instándolos a dar apoyo a esta iniciativa aprista, cuya realización abrirá
vastas posibilidades al desarrollo de nuestros países y a la afirmación
victoriosa de sus instituciones democráticas. Lima, 2 de agosto de 1964».

La convocatoria a la creación del Parlamento Latinoamericano, más allá del aspecto


contable representado por los viajes y las reuniones con otros parlamentarios,
implicaba un gran esfuerzo político, que hoy resulta difícil de imaginar. Gestionar
esos encuentros, debatir la convocatoria con los representantes más idóneos en
cada país y finalmente lograr que la invitación sea aceptada, fue una labor titánica
en la que participaron, bajo la dirección del diputado Andrés Townsend y del
senador Luis Alberto Sánchez (co-presidentes del Comité Organizador de la
Asamblea Constitutiva del Parlamento Latinoamericano), todos los grupos políticos de
entonces.

Finalmente, entre los días 6 y 11 de diciembre de 1964, en el Salón de sesiones de


la Cámara de Diputados del Perú, ciento setenta senadores y diputados,
representantes de 14 países de América Latina, fundaron el Parlamento
Latinoamericano. El día 6 fueron las Juntas Preparatorias. El lunes 7 fue la sesión
inaugural (evocando el 140º aniversario de la convocatoria al Congreso Anfictiónico
de Panamá, firmada en Lima por el Libertador Bolívar, el 7 de diciembre de 1824).
Las conclusiones, reunidas en la «Declaración de Lima», votada el 11 de diciembre,
definió el Parlamento Latinoamericano como una «institución democrática, de
carácter permanente, representativa de todas las tendencias políticas existentes en
nuestros cuerpos legislativos». La misma Declaración señaló como misión del nuevo
organismo, «promover, armonizar y canalizar el movimiento hacia la integración».

Townsend redactó el texto de la «Declaración de Lima», que fue aprobado por el


pleno del naciente Parlamento Latinoamericano con muy pocas enmiendas. Dicha

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“Declaración de Lima” definió principios que han gobernado la institución, desde su
fundación, y que el propio ATE los resumía en siete puntos:

«1º) Reconocimiento del proceso de integración de América Latina como


un proceso histórico indispensable para asegurar a nuestros pueblos su
libertad, su desarrollo y la presencia en el mundo de una gran
comunidad de naciones.
2º) Señalamiento, a los parlamentos nacionales, que es su deber
concurrir al éxito de la integración movilizando a la opinión pública y
dictando las leyes necesarias para su operatividad y vigencia.
3º) Fundación de un Parlamento Latinoamericano como institución
democrática pluripartidaria, encargada de promover, canalizar y
armonizar el movimiento hacia la integración.
4º) Decisión de contribuir, por los procedimientos constitucionales
adecuados, a la fundación de autoridades comunitarias.
5º) Ratificación de fe en la democracia, ejercida en toda su pureza y con
contenido renovador y de justicia, rechazando toda forma imperialista,
dictatorial u oligárquica de gobierno.
6º) Invocación a los países privados de parlamento, para que, en ellos,
se restaure la democracia representativa.
7º) Simpatía y solidaridad con los pueblos recién emancipados que
practiquen la democracia y con los esfuerzos, a nivel mundial, hechos en
defensa de los intereses de los países en desarrollo» (ver Andrés
Townsend: 27 años de lucha por la integración de América Latina. Lima,
1991; pp. 8-9).

Que estos principios hayan sido acordados por representantes libremente elegidos
de 14 países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala,
México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Panamá, Venezuela y el Perú, es el mejor
homenaje al principio de «integración con pan y libertad» que honró la historia del
aprismo desde 1924 al costo del sacrificio de varias generaciones de mártires.

El último acto de la Asamblea Constitutiva del Parlamento Latinoamericano fue


develar una placa recordatoria en la sede del Congreso, donde todavía podemos leer:
«Representantes de los pueblos de América convocados por el Congreso del Perú
establecieron en este recinto las bases del Parlamento Latinoamericano. 7 de
diciembre de 1964».

Andrés Townsend tuvo una participación decisiva en la organización de los plenarios


y del trabajo en comisiones, en la conducción del debate de las propuestas y en la
redacción de los documentos finales. Por esta razón fue elegido secretario general
del Parlamento Latinoamericano. Su discurso de agradecimiento tuvo frases
memorables: «Esta designación es un honor y una responsabilidad. Del honor soy
indigno, pero quiero trasladarlo, precioso y total, al Congreso del Perú. […] Declino
el honor y lo traslado a quien se debe. Pero acepto la responsabilidad» (ver revista
Presente, año VIII, Nº 100, Lima, marzo de 1965, p. 24).

ATE condujo los asuntos del naciente organismo desde el 11 de diciembre de 1964
hasta el 18 de julio de 1965, fecha en que se inauguró, también en Lima, la
Primera Asamblea Ordinaria del Parlamento Latinoamericano, que definió Estatutos,
Reglamentos y pormenores administrativos. Nuevamente Townsend destacó como el
organizador fundamental, siendo reelegido como secretario general. En los años que
siguieron, ATE fue reelegido a la secretaria general del Parlamento Latinoamericano
en todas las Asambleas Ordinarias, desde 1965 hasta 1988, declinando postular al
cargo en 1991 por razones de edad y de salud. Presidió entonces un Comité
Consultivo, en el que participó hasta su deceso, en 1994.

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Un detalle interesante que revela Townsend en su libro 27 años, es que en la IV
Asamblea Plenaria del Parlamento Latinoamericano, en 1969, en Bogotá, ATE
presentó su renuncia al cargo de secretario general en tanto ya no era
parlamentario en ejercicio, como lo exigían los Estatutos, desde que fuera cerrado
el Congreso peruano por la dictadura militar del general Velasco. El PL, en esa
oportunidad, acordó enmendar los estatutos, agregando «o ex parlamentario»
entre los requisitos para la secretaría general, a fin de permitir la reelección de
ATE.

De acuerdo a 27 años, el logro más importante de Townsend desde la secretaría


general del Parlamento Latinoamericano, ha sido el logro del Tratado de
Institucionalización de dicho parlamento, firmado el 16 de noviembre de 1987 por
18 países. Sin embargo, la labor de Townsend en el PL no concluyó al dejar la
secretaría general. Desde el Consejo Consultivo que presidió dirigió las
publicaciones de este organismo –fundando en 1993 su órgano central, la revista
Patria Grande– y trabajó esforzadamente durante su último año de vida por lograr
un compromiso de todos los parlamentos miembros para la firma del «Acta
Constitutiva de la Comunidad Latinoamericana de Naciones con su parlamento
elegido directamente por los pueblos».

Evocar la fundación del Parlamento Latinoamericano implica necesariamente evocar


a don Andrés Townsend. ATE, además de su singular talento intelectual y político,
ejemplifica la caballerosidad y la pulcritud en el gesto político y en la oratoria,
además de ser hombre de reconocida integridad y honestidad. Así fue el fundador
del Parlamento Latinoamericano.

2. CRÓNICA DE LA CONVOCATORIA Y REALIZACIÓN DE LA ASAMBLEA


CONSTITUTIVA DEL PARLAMENTO LATINOAMERICANO – Reportaje de la
revista Presente

[El siguiente reportaje, publicado en forma anónima en la revista Presente, describe


minuciosamente la organización y los pormenores de la Asamblea Constitutiva del
Parlamento Latinoamericano, realizada en la sede del Congreso Nacional en Lima
entre los días 7 y 11 de diciembre de 1964. La detallada descripción nos permite
comprender la labor fundamental cumplida en dicha oportunidad por Andrés
Townsend Ezcurra. Asimismo podemos tomar el pulso a un momento particular de
nuestra historia: aquel en el cual el ideal de paz, y unidad continental aparecía como
una realidad cercana. El informe, titulado “El Parlamento Latinoamericano: hacia la
Patria Grande”, fue publicado en la revista Presente, año VIII, Nº 100, Lima, marzo
de 1965, pp.4-9]

Hacia la Patria Grande: el Parlamento Latinoamericano

Por mucho tiempo −más de un siglo− se habló de la unidad latinoamericana en


términos de emoción, de retórica o de historia. Espíritus avizores lamentaron la
fragmentación parcelada y feudal que padeció América Latina a raíz de su
independencia.

Políticos sagaces de todos los países −un Alamán en México, un Valle en


Centroamérica, un Alberdi en Argentina, un Castilla en el Perú, un Vicuña Mackenna
en Chile− elaboraron planes y propiciaron congresos para restaurar la perdida
unidad. Todo resultó efímero y vano, porque los países latinoamericanos, rota la
interna articulación que los uniera bajo la Colonia, empezaron a vivir hacia afuera,
como factorías o mercados del capitalismo extranjero.

Al correr de los años, del mercantilismo se pasó al imperialismo y la división de


América Latina fue suceso propicio para que las grandes naciones industrializadas

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nos mantuvieran, a todos, en situación de dependencia. Y hasta se creó un sistema,
el «Panamericanismo», que substituyó al latinoamericanismo espontáneo y natural
de nuestros pueblos, y los convirtió en asteroides obligados a girar en la órbita de un
«Gran Vecino», de habla, tradición y lengua diferentes.

No estamos exentos de culpa los latinoamericanos en este proceso de subordinación.


Los Estados Unidos nacieron como «Estados Desunidos», luchando contra el imperio
inglés, y celosos de sus leyes, religión y costumbres peculiares. Pero aprendieron la
lección de la unidad durante su guerra de la independencia y, sofocando
particularidades, fundaron en el Congreso de Filadelfia su perpetua unión. Et pluribus
unum, como dice su escudo.

Los latinoamericanos hicimos justamente lo contrario y después de unirnos en las


campañas de la libertad llegamos al Congreso citado por Bolívar en un esfuerzo
patético y fracasado de juntar lo que ya se estaba dispersando. De haber ocurrido lo
contrario, otra hubiera sido la historia y acaso los términos de la actual desproporción
estarían invertidos. En vez de un «coloso del norte» existiría un «coloso del sur», con
fronteras en el Mississippi, el Canadá y los océanos, obligado a fundar «Alianzas para
el Progreso» con el fin de ayudar a las subdesarrolladas −y muy independientes−
repúblicas de Virginia, Nueva Jersey, Pennsylvania o Connecticut.

La concepción emotiva o retórica, en que se llegó a plantear las diferencias entre


Estados Unidos y Latinoamérica, fue propia de una etapa de romanticismo.
Corresponde a lo que en la historia de las ideas políticas europeas se llamó el
«socialismo utópico». Rodó, Ugarte y hasta Chocano y Darío fueron nuestros Saint
Simon y nuestros Fourier. El primer planteamiento realista y exacto del carácter
económico de esta pugna lo ofrece Haya de la Torre en su análisis del imperialismo
(1924-1928) y en su postulación de crear un sistema defensivo que trate con el
imperialismo mientras este exista, y que para hacerlo era indispensable y urgente la
unión política y económica de América Latina. Del campo de las denuncias inspiradas
en la estética se pasó al terreno efectivo de tratar con el imperialismo en las
condiciones más apropiadas para establecer un sistema conveniente de coexistencia
económica.

Desde 1924 se postuló con toda claridad que no era concebible ninguna posibilidad
de diálogo equilibrado entre el Norte y Centro y Sudamérica sin la unión de los
pueblos indoamericanos. Haya de la Torre afirmó entonces, como premisa de toda
acción fecunda y de veras revolucionaria, la unidad de los pueblos latinoamericanos
forjada ya no sobre una retórica tan elegante como frágil, sino sobre la sólida
realidad de la economía. Un coro de censuras y de ataques recibió este
planteamiento aprista. Y al propio aprismo lo tildaron de «internacionalizante» los
tiranos locales y lo pusieron fuera de la ley, largos años, por el delito de proclamar
como punto esencial del programa la unidad económica y política de Latinoamérica.

Hoy en día América está de vuelta de semejantes posiciones. La palabra de orden


más resonante y escuchada en nuestro continente es «integración». Comenzó allí
donde se forjan las sólidas bases de una acción política y social: en el campo
económico. Los expertos internacionales dieron su fallo: no es concebible que
América Latina gane la batalla contra el subdesarrollo en forma aislada. O América
Latina se integra o perece.

A poco se organizaba la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y el


Mercado Común Centroamericano. La CEPAL y el BID, con su altísima autoridad
técnica, difundieron el evangelio de la integración como única fórmula salvadora.
Más, a poco, era evidente que la integración económica, sobre todo en la ALALC,
mostraba lentitud. Era necesario dar impulso y respaldo políticos a la integración.

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Todo lo que era posible decirse y hacerse en el nivel de los técnicos, los embajadores
y los ministros, se había dicho o hecho. Tocaba la palabra a los pueblos.

Hacia la unidad continental: crónica de una histórica reunión

La historia recogerá las fechas 2 y 3 de junio de 1964 como las de la colocación de


los primeros hitos en el largo, difícil camino de la integración de América Latina, en
que se hallan hoy empeñados los pueblos el continente.

En esos días, las cámaras legislativas del Perú dieron su amplio y unánime respaldo a
sendas mociones presentadas, en nombre de la Célula Parlamentaria Aprista (CPA)
por Luis Alberto Sánchez y Andrés Townsend Ezcurra, tendentes a convocar en Lima
la Asamblea Constitutiva del Primer Parlamento Latinoamericano, que sentaría las
bases de la integración política, económica y cultural de América Latina.

En el severo marco del Palacio Legislativo se cristaliza así el inicio de una honda
aspiración que en su hora agitaron prohombres de América de la talla de Bolívar,
Martí, Miranda y, más recientemente, Víctor Raúl Haya de la Torre, quien inscribió
con caracteres indelebles en el ideario de su gran partido el postulado irrenunciable
de la unidad continental.

La semilla estaba echada en fértil surco. Y el miércoles 17 de junio, Andrés


Townsend, por la Radio Continente, explica al país y a América toda, los alcances de
la reunión que apuntala el Congreso Nacional y la ciudadanía en pleno, que él
representa. En esa entrevista, el diputado lambayecano expresa que el Parlamento
Latinoamericano es un caro anhelo del Partido del Pueblo.

En las cámaras legislativas se nombra las comisiones bicamerales que irán a todos
los confines del continente llevando la buena nueva. A principios de agosto, Andrés
Echevarría Maúrtua (Unión Nacional Odriísta), Roberto Ramírez del Villar (Partido
Demócrata Cristiano) y Jorge Vásquez (Acción Popular) salen para Santiago. Llevan
la misión de invitar a la cita a los cuerpos legislativos de los países hermanos de
Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.

Luis Alberto Sánchez preside la embajada que viaja al norte. Con Ricardo Temoche
(Célula Parlamentaria Aprista), Sandro Mariátegui (Acción Popular) y Ricardo Cáceres
Cherres (Unión Nacional Odriísta), visitan Venezuela, Colombia, México y las
asambleas legislativas de El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La acogida
es unánime. Hay interés en todos estos países por el llamado del Congreso peruano.

Una tercera delegación viaja a Bolivia y Paraguay. Entre el 20 y el 26 de agosto


retornan las delegaciones luego de un fructífero contacto con los legisladores de los
países visitados. Nuestros parlamentarios informan: tarea cumplida. El éxito de la
primera Asamblea Constitutiva del Parlamento Latinoamericano comienza a
asegurarse.

Haya de la Torre, atento a los acontecimientos que hacen historia, declara en Oxford
el 2 de setiembre, que «el Parlamento Latinoamericano es un paso positivo hacia la
unidad continental». Días más tarde se reafirma en Atenas en ésta su indesmayable
aspiración.

En Lima, los presidentes de las comisiones organizadoras del Parlamento


Latinoamericano visitan al presidente Belaúnde en la Casa de Pizarro. En nombre del
Congreso del Perú lo invitan a asistir a la sesión inaugural. El mandatario acepta y
expresa sus buenos augurios por el éxito del evento. Están presentes los presidentes
de las cámaras legislativas Ramiro Prialé y Víctor Freundt Rossell.

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Arturo Mor Roig, presidente de la Cámara de Diputados de la República Argentina, en
una visita de cortesía al Perú, el 6 de noviembre, califica de «excepcional la reunión
del Parlamento Latinoamericano».

Una semana más tarde, el cable nos trae un pronunciamiento categórico de Haya de
la Torre, a la sazón en París. Allí declara a la agencia UPI que «el Parlamento
Continental será el primer paso de consolidación de un Mercado Común hacia los
futuros Estados Unidos de América Latina». Las palabras del ideólogo de la unidad
continental son recibidas con entusiasmo por los congresistas y pueblos del Perú.

El 20 de noviembre los presidentes de las Comisiones Organizadoras, doctores


Sánchez y Townsend Ezcurra, ofrecen en el noveno piso de la CONACO una reunión
de prensa a los órganos informativos del país y agencias noticiosas del exterior.
Anuncian la conclusión de la primera etapa de la trascendental cita. Medio centenar
de periodistas reportan los últimos detalles organizativos. Están presentes los
representantes Martinelli Tizón, Alfredo Gonzales Reverditto y Francisco Deza
Galindo.

Como cuestión de fondo se sabe que el Parlamento Latinoamericano instalará sus


Juntas Preparatorias el 6 de diciembre y el 7 comenzará sus trabajos. Hay enorme
expectativa en el ambiente.

El último día de noviembre arriban al aeropuerto internacional en Lima, Callao las


primeras delegaciones. Se trata de los miembros del BID, con Felipe Herrera a la
cabeza y el grupo parlamentario de Brasil. Las comisiones de adjuntos de las
cámaras comienzan su trabajo. Se ha dispuesto como sede de las delegaciones los
céntricos hoteles Bolívar, Crillón y Riviera.

En el recinto de su cámara, Luis Alberto Sánchez solicita que la delegación peruana a


la magna cita sea presidida por los presidentes de ambas ramas legislativas.
Asimismo, la Comisión Organizadora acuerda que cada cámara acredite número igual
de delegados por cada partido. El espíritu democrático prima en el seno de la
comisión y se pone en claro que el evento está exento de todo cariz político.

Los países fundadores

El 6 de diciembre se inician las Juntas Preparatorias de la Primera Asamblea del


Parlamento Latinoamericano, organizado y convocado por el Congreso del Perú. A
propuesta de la delegación de Chile, la asamblea elige presidentes de la misma a
Ramiro Prialé y Víctor Freundt Rossell, presidentes del Senado y de la Cámara de
Diputados del Perú, respectivamente.

Luego se elige a vicepresidentes, relatores y secretarios de las delegaciones


visitantes, formándose así la Mesa Directiva de la magna reunión que tendrá como
objetivo sentar las bases de la integración continental.

En total asisten catorce países y alrededor de veinte observadores de entidades


internacionales como la OEA, CEPAL, CIAD, BID, FAO, AID, UNESCO y otras de
carácter regional. Están presentes escribiendo la historia: Argentina, Brasil, Costa
Rica, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay,
Uruguay, Panamá, Venezuela y el Perú.

Como es natural, la representación más numerosa es la peruana. La integran 17


senadores y 21 diputados. Están representados todos los matices políticos. Presiden
la delegación peruana Ramiro Prialé y Víctor Freundt Rossell, en su calidad de
presidentes de las cámaras.

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Los senadores titulares: Luis Alberto Sánchez (co-presidente del Comité
Organizador), Carlos Carrillo Smith, Carlos Manuel Cox, David Aguilar Cornejo, Jorge
Vásquez, Héctor Cornejo Chávez y Carlos Cabieses. Los suplentes: Luis Heysen,
Carlos Enrique Melgar, Alfredo Gonzales Reverditto, Fernando Noriega Calmet, Juan
Zea, Lorgio Vega Gamarra, Juan Lituma y Jorge Diéguez Napurí.

Los diputados titulares: Andrés Townsend Ezcurra (co-presidente del Comité


Organizador), Fernando León de Vivero, Andrés Echevarría Maúrtua, Raúl Martínez,
Sandro Mariátegui. Ciro Alegría, Alfredo García y Roberto Ramírez del Villar.
Suplentes: Ricardo Cáceres, Óscar Carbajal, Ricardo Temoche, Nicéforo Espinoza,
Rodolfo Zamalloa, Matilde Pérez Palacio, Federico Hurtado, Valentín Paniagua, Ramón
Abásolo, Juan Aldana Gonzales, Roger Cáceres y Genaro Ledesma.

El 6 de diciembre por la noche se inicia la Junta Preparatoria. Se reúnen los


presidentes de las delegaciones y el Comité Organizador. A mediodía se sirve un
almuerzo de confraternidad americanista en la Granja Azul. Al son de cuecas, valses,
marineras y bailecitos, los parlamentarios de América estrechan lazos de amistad. En
la mañana, las delegaciones presentaron sus saludos a los presidentes de ambas
ramas legislativas.

La Junta Preparatoria fue provechosa en el sentido de que todos los presidentes de


delegación tomaron su primer contacto y se coordinaron las primeras acciones.

Los presidentes

La propuesta del delegado de Chile, senador Humberto Aguirre Doolan, en el sentido


de que Ramiro Prialé y Víctor Freundt Rossell, presidan la magna asamblea es
recibida con entusiasmo. La propuesta es aprobada por unanimidad. Al conocer su
elección, Prialé expresa su agradecimiento a los congresistas y dice con voz
emocionada: «Una América unida será la respuesta exacta y cabal al mundo que
actualmente nos contempla con expectativa».

La sesión solemne de instalación de la Asamblea Constitutiva del Primer Parlamento


Latinoamericano se realiza el lunes en la noche. Asiste el presidente Belaúnde, quien
pronuncia un discurso y promete promulgar las leyes que el Parlamento
Latinoamericano recomiende. El Cuerpo Diplomático, miembros de los poderes del
Estado y otras personalidades llenan las instalaciones de la Cámara de Diputados.

A través de los altavoces instalados en la Plaza Bolívar, el pueblo, raíz misma del
Perú, sigue las incidencias de la ceremonia. Los canales de televisión y las
radioemisoras informan al país y al mundo las secuencias del trascendental acto.

El lunes 7, muy temprano, se instalan las comisiones de trabajo. Son las comisiones
de Integración Económica, Integración Política e Integración Cultural. A última hora
se nombró dos subcomisiones: la de Integración Interparlamentaria y la Comercial.
Ellas funcionan en las distintas salas del Palacio Legislativo, que se convierte así en
un vasto colmenar. Todos están imbuidos de un único afán: la integración
continental.

En el primer plenario, que se realiza el 8 de diciembre, es invitado a usar la tribuna


de honor el doctor Felipe Herrera, presidente del Banco Interamericano de
Desarrollo. Desde el recinto legislativo el destacado economista chileno demanda la
formulación de un Tratado General de Integración que consolide las bases de la
Comunidad Económica Latinoamericana.

«Y se hizo justicia...»

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En el Plenario del 9 de diciembre, el presidente de la delegación de Guatemala,
doctor Mario Fuentes Pieruccini, expresa que Víctor Raúl Haya de la Torre, eminente
demócrata, es uno de los precursores y abanderados de la unidad e integración de
América Latina. El representante guatemalteco condensa su pensamiento en una
moción que recibe el unánime apoyo de la asamblea. En una estruendosa ovación
prorrumpe el pueblo apostado en la amplitud de la Plaza Bolívar. «Y se hizo justicia»,
claman viejos luchadores proletarios.

No obstante, al día siguiente, la prensa cavernaria y reaccionaria trata de empañar el


acto y la trascendencia del acuerdo pero, ante la avalancha de la opinión pública que
da su espaldarazo a la magna cita, opta por refugiarse en su silencio.

Apoyo de los trabajadores

Los trabajadores quieren testimoniar su adhesión y simpatía a los ilustres


parlamentarios que toman parte en el evento. Y en la sala de sesiones de la
Confederación de Trabajadores del Perú se sirve un cóctel que ofrece Julio Cruzado,
secretario general de la CTP, a las delegaciones visitantes. Trabajadores y
legisladores exaltan la función del Primer Poder del Estado, en orden de la dación de
leyes que benefician a las masas productoras.

En los plenarios realizados se aprueba importantísimas resoluciones y


recomendaciones. Los parlamentarios usan de la palabra para respaldar los acuerdos.
Y circula, suscitando comentarios, un informe técnico especialmente preparado para
el Parlamento Latinoamericano por la CEPAL. Su director ejecutivo asiste como
observador a la asamblea. Es un estudio exacto, crudo, de la realidad en que viven y
mueren más de 200 millones de latinoamericanos.

El día 11 de diciembre, último de la magna cita, es de una actividad febril. Las


comisiones apuran sus últimos dictámenes. Se trabaja intensamente. Todos pugnan
por aportar en voluntad, esfuerzo y decisión al logro del éxito del certamen. La
oficina de prensa del Parlamento, con el doctor Ernesto García Vela a la cabeza,
cumple una labor que lo destaca cerca de los hombres de prensa que cubren las
informaciones de la cita.

¡Panamá!

El último plenario. El canciller Fernando Schwalb ha llegado hasta el recinto de la


Cámara de Diputados para asistir a la clausura del gran certamen. La cuestión de
Panamá ha motivado un encendido y emotivo discurso del doctor Máximo Carrizo,
representante panameño. El Parlamento Latinoamericano brinda toda su simpatía a
la Asamblea Legislativa panameña.

Declaración de Lima

Es en esta histórica noche que la asamblea aprueba por unanimidad la «Declaración


de Lima», en que está contenida la filosofía de la integración. El pueblo peruano le
daría más tarde su total apoyo.

El expresidente del Consejo Nacional de Gobierno del Uruguay, senador Héctor


Paysee Reyes, agradece la hospitalidad peruana, en nombre de las delegaciones
hermanas. Es un discurso brillante, emotivo, que arranca continuas ovaciones. El
recinto de la Cámara de Diputados presenta un aspecto imponente y solemne. La
asamblea hace un alto intermedio.

De inmediato se realiza en el Salón de los Pasos Perdidos la ceremonia de colocación


de la placa conmemorativa de la primera sesión del Parlamento Latinoamericano.

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Hablan Prialé y el representante uruguayo Feviot. Ambos expresan la inquebrantable
voluntad de los pueblos de América Latina de ir hacia el encuentro de la historia, para
forjar su unidad continental.

El pueblo sigue los menores incidentes. A lo largo de la semana de sesiones, el


pueblo siempre estuvo presente en la Plaza del Congreso para testimoniar su apoyo
incondicional a la labor del Parlamento.

Townsend secretario general

La Asamblea eligió, en su última sesión al doctor Andrés Townsend Ezcurra,


secretario general del Parlamento Latinoamericano. Como secretario general alterno,
al senador David Aguilar Cornejo. Y como subsecretarios regionales a los delegados
Juan José Morales Marenco (Nicaragua), Diego Uribe Vargas (Colombia), Humberto
Aguirre Doolan (Chile), Rubén Blanco (Argentina) y Aurelio Vianna (Brasil).

En elocuentes términos Townsend Ezcurra, del Perú, agradeció su designación. Las


galerías prorrumpieron en sonoros aplausos y los pañuelos blancos se agitaron como
nunca en la Plaza Bolívar. Gracias a la Célula Parlamentaria Aprista y la cooperación
amplia de los demás sectores políticos, fue posible la realización del más importante
evento de 1964 en América Latina: el Primer Parlamento Latinoamericano.

Los parlamentarios salieron de Palacio Legislativo pasadas las 3 de la mañana. Una


masa humana que se apretujaba en la Plaza Bolívar y que había aguardado ocho
horas sin desmayo, prorrumpió en estentóreos vivas al Parlamento nacional, al
Parlamento Latinoamericano, a Víctor Raúl, a la unidad continental; Paysee, Uribe y
otros parlamentarios fueron levantados en hombros. Se improvisó una manifestación
increíble: al filo de las 4 de la madrugada, hora en que en el Aula Magna del Partido
del Pueblo se realizaba un mitin hermoso.

En olor de multitud

Así concluyó, “en olor de multitud”, con la resurrección del patriotismo continental de
la Independencia, pero con claro sentido de las realidades económicas de la hora, la
primera Asamblea del Parlamento Latinoamericano, paso inicial y decisivo de la
integración de nuestros pueblos.

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