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PARLAMENTO LATINOAMERICANO
7 de diciembre de 1964
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1. APROXIMÁNDONOS A LA VIDA Y OBRA DE ANDRÉS
TOWNSEND EZCURRA, FUNDADOR DEL PARLAMENTO
LATINOAMERICANO
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que se merece, recuperar sus ideas y propuestas y debe permitirnos reafirmar el
anhelo unitario continental, más allá de las rencillas cainitas avivadas por intereses
económicos contrarios a la integración.
ATE también desarrolló aspectos importantes de este tema en sus obras: El Perú en
la integración jurídica de América Latina. Vidaurre en Panamá (Editorial Minerva,
Lima, 1975); en Las ideas de Bolívar en la integración de los pueblos
latinoamericanos. Obra premiada por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de
la Independencia del Perú (Editorial Jurídica, Lima, 1975).
Desde otros ángulos, el tema está también presente en otro libro laureado:
Fundación de la República. Tomo primero. Documentos y estudios en torno a la
Asamblea Nacional Constituyente de Centroamérica. (Ministerio de Educación
Pública, Guatemala, 1958). Andrés Townsend contrasta los viejos ideales unionistas
con los problemas contemporáneos en otra obra fundamental: Patria Grande.
Pueblo, parlamento e integración. (Editorial Desa, Lima 1991).
En Bolívar, alfarero de repúblicas, ATE subraya con gran lucidez la audacia del
audaz proyecto unionista bolivariano en un contexto radicalmente adverso. Dice
Townsend:
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imperio alemán en 1871. En paralelo proceso, iniciado mucho después
de la muerte de Bolívar, nace Italia como reino unificado. Los
nacionalismos de Europa oriental luchaban por obtener la independencia
de los germanos y los húngaros del imperio austríaco, y los Balcanes
nacen como un complicado mosaico de nacionalismos encontrados y
menores, de cuyo choque brotará la Primera Guerra Mundial. La
tendencia recibe un nombre típico: balcanización. Semejante impulso a
subdividir y a dar carácter de Estados independientes a territorios de
exiguas dimensiones contradice exactamente lo que Bolívar postulaba
para América Latina. […] En una América que tendía, irresistiblemente,
a la fragmentación, el Libertador resultaba honrosamente anacrónico.
[…] De haber nacido, en Panamá, una Federación como la que soñaba
Bolívar, las fuerzas de dinámica histórica en el mundo del siglo XX
hubieran sido: Gran Bretaña y sus aliados liberales; la Santa Alianza,
progresivamente rota por sus desacuerdos interiores y el fermento
nacionalista; Estados Unidos del Norte y la Federaci6n Latinoamericana»
(ver Andrés Townsend: Bolívar, alfarero de repúblicas. Buenos Aires,
1973; pp. 170-172).
Allí podemos comprobar que el VI Congreso del PAP, que se realizó en Trujillo del 24
al 25 de febrero de 1962, aprobó el siguiente acuerdo:
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cuerpos legislativos a celebrarse en Lima, con el propósito de estudiar los
problemas de la integración económica latinoamericana iniciada con el
Tratado de Montevideo; la posibilidad de una coordinación política que,
reforzando la posición internacional de los países de nuestra América,
coopere al aceleramiento del desarrollo económico y social de nuestros
pueblos y aconseje las formas eficaces como los Parlamentos de América
Latina pueden contribuir a la consecución de estos elevados objetivos de
solidaridad continental».
Estando esta iniciativa en curso, tuvo el respaldo del VII Congreso del PAP. El
siguiente acuerdo fue decisivo para el éxito del proyecto:
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“Declaración de Lima” definió principios que han gobernado la institución, desde su
fundación, y que el propio ATE los resumía en siete puntos:
Que estos principios hayan sido acordados por representantes libremente elegidos
de 14 países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala,
México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Panamá, Venezuela y el Perú, es el mejor
homenaje al principio de «integración con pan y libertad» que honró la historia del
aprismo desde 1924 al costo del sacrificio de varias generaciones de mártires.
ATE condujo los asuntos del naciente organismo desde el 11 de diciembre de 1964
hasta el 18 de julio de 1965, fecha en que se inauguró, también en Lima, la
Primera Asamblea Ordinaria del Parlamento Latinoamericano, que definió Estatutos,
Reglamentos y pormenores administrativos. Nuevamente Townsend destacó como el
organizador fundamental, siendo reelegido como secretario general. En los años que
siguieron, ATE fue reelegido a la secretaria general del Parlamento Latinoamericano
en todas las Asambleas Ordinarias, desde 1965 hasta 1988, declinando postular al
cargo en 1991 por razones de edad y de salud. Presidió entonces un Comité
Consultivo, en el que participó hasta su deceso, en 1994.
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Un detalle interesante que revela Townsend en su libro 27 años, es que en la IV
Asamblea Plenaria del Parlamento Latinoamericano, en 1969, en Bogotá, ATE
presentó su renuncia al cargo de secretario general en tanto ya no era
parlamentario en ejercicio, como lo exigían los Estatutos, desde que fuera cerrado
el Congreso peruano por la dictadura militar del general Velasco. El PL, en esa
oportunidad, acordó enmendar los estatutos, agregando «o ex parlamentario»
entre los requisitos para la secretaría general, a fin de permitir la reelección de
ATE.
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nos mantuvieran, a todos, en situación de dependencia. Y hasta se creó un sistema,
el «Panamericanismo», que substituyó al latinoamericanismo espontáneo y natural
de nuestros pueblos, y los convirtió en asteroides obligados a girar en la órbita de un
«Gran Vecino», de habla, tradición y lengua diferentes.
Desde 1924 se postuló con toda claridad que no era concebible ninguna posibilidad
de diálogo equilibrado entre el Norte y Centro y Sudamérica sin la unión de los
pueblos indoamericanos. Haya de la Torre afirmó entonces, como premisa de toda
acción fecunda y de veras revolucionaria, la unidad de los pueblos latinoamericanos
forjada ya no sobre una retórica tan elegante como frágil, sino sobre la sólida
realidad de la economía. Un coro de censuras y de ataques recibió este
planteamiento aprista. Y al propio aprismo lo tildaron de «internacionalizante» los
tiranos locales y lo pusieron fuera de la ley, largos años, por el delito de proclamar
como punto esencial del programa la unidad económica y política de Latinoamérica.
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Todo lo que era posible decirse y hacerse en el nivel de los técnicos, los embajadores
y los ministros, se había dicho o hecho. Tocaba la palabra a los pueblos.
En esos días, las cámaras legislativas del Perú dieron su amplio y unánime respaldo a
sendas mociones presentadas, en nombre de la Célula Parlamentaria Aprista (CPA)
por Luis Alberto Sánchez y Andrés Townsend Ezcurra, tendentes a convocar en Lima
la Asamblea Constitutiva del Primer Parlamento Latinoamericano, que sentaría las
bases de la integración política, económica y cultural de América Latina.
En el severo marco del Palacio Legislativo se cristaliza así el inicio de una honda
aspiración que en su hora agitaron prohombres de América de la talla de Bolívar,
Martí, Miranda y, más recientemente, Víctor Raúl Haya de la Torre, quien inscribió
con caracteres indelebles en el ideario de su gran partido el postulado irrenunciable
de la unidad continental.
En las cámaras legislativas se nombra las comisiones bicamerales que irán a todos
los confines del continente llevando la buena nueva. A principios de agosto, Andrés
Echevarría Maúrtua (Unión Nacional Odriísta), Roberto Ramírez del Villar (Partido
Demócrata Cristiano) y Jorge Vásquez (Acción Popular) salen para Santiago. Llevan
la misión de invitar a la cita a los cuerpos legislativos de los países hermanos de
Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.
Luis Alberto Sánchez preside la embajada que viaja al norte. Con Ricardo Temoche
(Célula Parlamentaria Aprista), Sandro Mariátegui (Acción Popular) y Ricardo Cáceres
Cherres (Unión Nacional Odriísta), visitan Venezuela, Colombia, México y las
asambleas legislativas de El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La acogida
es unánime. Hay interés en todos estos países por el llamado del Congreso peruano.
Haya de la Torre, atento a los acontecimientos que hacen historia, declara en Oxford
el 2 de setiembre, que «el Parlamento Latinoamericano es un paso positivo hacia la
unidad continental». Días más tarde se reafirma en Atenas en ésta su indesmayable
aspiración.
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Arturo Mor Roig, presidente de la Cámara de Diputados de la República Argentina, en
una visita de cortesía al Perú, el 6 de noviembre, califica de «excepcional la reunión
del Parlamento Latinoamericano».
Una semana más tarde, el cable nos trae un pronunciamiento categórico de Haya de
la Torre, a la sazón en París. Allí declara a la agencia UPI que «el Parlamento
Continental será el primer paso de consolidación de un Mercado Común hacia los
futuros Estados Unidos de América Latina». Las palabras del ideólogo de la unidad
continental son recibidas con entusiasmo por los congresistas y pueblos del Perú.
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Los senadores titulares: Luis Alberto Sánchez (co-presidente del Comité
Organizador), Carlos Carrillo Smith, Carlos Manuel Cox, David Aguilar Cornejo, Jorge
Vásquez, Héctor Cornejo Chávez y Carlos Cabieses. Los suplentes: Luis Heysen,
Carlos Enrique Melgar, Alfredo Gonzales Reverditto, Fernando Noriega Calmet, Juan
Zea, Lorgio Vega Gamarra, Juan Lituma y Jorge Diéguez Napurí.
Los presidentes
A través de los altavoces instalados en la Plaza Bolívar, el pueblo, raíz misma del
Perú, sigue las incidencias de la ceremonia. Los canales de televisión y las
radioemisoras informan al país y al mundo las secuencias del trascendental acto.
El lunes 7, muy temprano, se instalan las comisiones de trabajo. Son las comisiones
de Integración Económica, Integración Política e Integración Cultural. A última hora
se nombró dos subcomisiones: la de Integración Interparlamentaria y la Comercial.
Ellas funcionan en las distintas salas del Palacio Legislativo, que se convierte así en
un vasto colmenar. Todos están imbuidos de un único afán: la integración
continental.
«Y se hizo justicia...»
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En el Plenario del 9 de diciembre, el presidente de la delegación de Guatemala,
doctor Mario Fuentes Pieruccini, expresa que Víctor Raúl Haya de la Torre, eminente
demócrata, es uno de los precursores y abanderados de la unidad e integración de
América Latina. El representante guatemalteco condensa su pensamiento en una
moción que recibe el unánime apoyo de la asamblea. En una estruendosa ovación
prorrumpe el pueblo apostado en la amplitud de la Plaza Bolívar. «Y se hizo justicia»,
claman viejos luchadores proletarios.
¡Panamá!
Declaración de Lima
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Hablan Prialé y el representante uruguayo Feviot. Ambos expresan la inquebrantable
voluntad de los pueblos de América Latina de ir hacia el encuentro de la historia, para
forjar su unidad continental.
En olor de multitud
Así concluyó, “en olor de multitud”, con la resurrección del patriotismo continental de
la Independencia, pero con claro sentido de las realidades económicas de la hora, la
primera Asamblea del Parlamento Latinoamericano, paso inicial y decisivo de la
integración de nuestros pueblos.
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