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V Jornadas de Patrimonio Histórico, 16-18 de marzo de 2005, Arrecife

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL LOMO DE ARICO


(TENERIFE). REFLEXIONES EN TORNO A LA RELACIÓN
ENTRE PATRIMONIO, EMPRESA Y ARQUEOLOGÍA EN
CANARIAS
Francisco PÉREZ CAAMAÑO1
Javier SOLER SEGURA2

1. PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA SUPERFICIAL EN EL LLANO DE LA


ESQUINA (ARICO, TENERIFE). DE LA TRAMITACIÓN BUROCRÁTICA A LA
PUBLICACIÓN DE RESULTADOS

A comienzos de 2003 se realizó, en el Llano de la Esquina (Arico, Tenerife), una


prospección arqueológica superficial. Esta intervención tuvo lugar a petición de la
empresa Desarrollos Eólicos S. A. con motivo de la construcción de una planta de siete
aerogeneradores en la zona y en cumplimiento de los requerimientos que la
Comunidad Autónoma de Canarias tiene establecidos en relación a su legislación en
materia de patrimonio histórico (Ley 4/1999 de Patrimonio Histórico de Canarias). Entre
otras disposiciones, la mencionada ley establece, en su artículo 65, el requerimiento
obligatorio ante una eventual obra de remoción de terrenos que contengan yacimientos
arqueológicos, la protección de los mismos mediante un informe, preceptivo a la
licencia de obras, que establezca las condiciones de dicha protección, y de un
seguimiento arqueológico durante las fases de la obra.

Tras cursarse la solicitud ante el Departamento de Prehistoria, Antropología e


Historia Antigua de la Universidad de La Laguna, se nos propuso3 la ejecución de la
intervención de campo, iniciándose la tramitación burocrática para la concesión del
permiso de prospección por parte de la Dirección General de Patrimonio Histórico de
Canarias. A partir de la concesión, se procedió a intervenir sobre el terreno.

Se efectuó una prospección arqueológica superficial con el objetivo de identificar


restos arqueológicos que pudieran estar afectados por la construcción de los
aerogeneradores. Para ello, Desarrollos Eólicos S. A. facilitó un mapa de la zona
topografiado a escala 1:2000 con la ubicación exacta de los aerogeneradores. Tras
varios reconocimientos previos del terreno, en los que se identificaron restos
arqueológicos dispersos, asociados en algún caso a restos de estructuras, se
estableció como metodología la zonificación del área y la ejecución de una prospección
intensiva sobre la zona en la que se iba a actuar: áreas de localización de los
aerogeneradores, espacios de montaje, instalación de viales de conexión entre los
mismos, trazado de zanjas para la red eléctrica, lugares destinados al vertido de
escombros, etc.

1
Becario de la Fundación Empresa Universidad de La Laguna. Dpto. de Prehistoria, Antropología e Historia
Antigua. Universidad de La Laguna. hiscaguan@wanadoo.es.
2
Becario de Investigación del Gobierno de Canarias. Dpto. de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua.
Universidad de La Laguna. jsoler@ull.es
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Los integrantes del equipo fueron Francisco Pérez Caamaño, Marcos J. Lorenzo Martín, Javier Soler Segura y C.
Gustavo González Díaz.

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La prospección proporcionó interesantes resultados, por cuanto aparecieron


varios conjuntos arqueológicos que mostraban un poblamiento aborigen de cierta
entidad, y que parecía seguir un patrón de distribución territorial escasamente
estudiado hasta el momento (ver mapa nº 1). Una vez realizada la prospección y el
estudio de laboratorio del material recuperado y entregados los informes pertinentes, se
modificó la ubicación de uno de los aerogeneradores y el trazado de varios tramos de
la red eléctrica, ya que afectaban directamente a varios de los conjuntos arqueológicos
definidos. El siguiente paso fue realizar un seguimiento arqueológico de las obras de
construcción y montaje de la planta, llevadas a cabo por la empresa Gamesa Eólica S.
A. (ver fig. nº 1 y nº 2). Este seguimiento tuvo la colaboración escrupulosa de la
empresa, cumpliéndose todas las condiciones establecidas en el informe de
prospección.

Los resultados científicos que proporcionó esta intervención han sido ya


publicados (Pérez Caamaño, Soler Segura, et al., 2005). Desde el punto de vista
arqueológico, la prospección determinó una significativa dispersión de material por toda
la zona, así como la presencia de diversos conjuntos de estructuras de piedra con
restos arqueológicos asociados. Junto al material disperso, que se compone de restos
líticos y cerámicos, se identificaron quince yacimientos arqueológicos de diversa
naturaleza en relación a su entidad, valorada en función de la inversión de fuerza de
trabajo aplicada para proporcionar mayor o menor perdurabilidad a las estructuras de
piedra (ver mapa nº 1).

Estas evidencias permitieron atestiguar que en el Lomo de Arico se había


desarrollado un poblamiento aborigen que superaba ampliamente las tesis que L.
Diego Cuscoy había planteado para el sur de Tenerife (Diego Cuscoy, 1968 y 1979). Si
bien es cierto que posteriormente a los estudios de Diego Cuscoy, la idea de un
poblamiento escaso, dedicado fundamentalmente a la ganadería trashumante y
establecido en asentamientos estacionales, ha sido matizada (Jiménez Gómez, 1973:
306-309; Jiménez Gómez, Tejera Gaspar y Lorenzo Perera, 1980: 12; González Antón
y Tejera Gaspar, 1990 [1981]: 213-214 y 215-216; Arco Aguilar y Navarro Mederos,
1987: 25; Tejera Gaspar y González Antón, 1987: 79-80; Tejera Gaspar, 1992: 51; Arco
Aguilar, Jiménez Gómez y Navarro Mederos, 1993: 55-56; Delgado Gómez, 1995: 92-
95; González Antón et al, 1995, o más recientemente Borges Domínguez y Barro Rois,
1998: 293-294), lo cierto es que hasta el momento, no se ha realizado ningún estudio
sistemático del poblamiento aborigen del sur de Tenerife. Sin embargo, y ante los
resultados alcanzados, en el Lomo de Arico aparecen asentamientos que, en función
de su entidad y asociación, deben ser considerados como asentamientos permanentes
(ver mapa nº 1). Estos, además, se acompañan de un grupo de pequeños yacimientos
de menor entidad, con un número más limitado de estructuras habitacionales, y que
han sido interpretados como paraderos pastoriles.

Analizado globalmente, el poblamiento del Lomo de Arico se interpreta desde un


análisis territorial, en el que la visibilidad y la visualización entre asentamientos
manifiestan un patrón de racionalidad que atestigua un control del territorio que debe
ser entendido dentro de una economía agropecuaria, en la que el grupo humano
establece su dominio en el acceso a los recursos del Lomo frente a otros grupos
vecinos.

Todo este proceso nos ha permitido reflexionar sobre una serie de aspectos y
relaciones de la práctica arqueológica, como son la vinculación entre arqueología y
empresa, la conservación del patrimonio e intereses privados, las intervenciones de

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urgencia e investigación, o más genéricamente, entre gestión patrimonial y desarrollo


local.

Las líneas que siguen pretenden reflexionar sobre aquellos aspectos que, directa
e indirectamente, han condicionado las actividades arqueológicas llevadas a cabo en el
Lomo de Arico. Un aspecto esencial ha sido la relación establecida entre arqueólogos
con escasa experiencia en el mercado laboral, es decir, con formación eminentemente
investigadora y docente, y empresas que, por el tipo de actividades que desarrollan,
intervienen sobre el patrimonio. Resulta evidente que, en un principio, los intereses de
ambos agentes sociales en relación a la mejor forma de proteger el patrimonio parecen
distantes, sin embargo, se hace necesario un entendimiento mutuo que, coordinado
desde las instituciones con competencias en la materia, permitan resolver ambos
intereses sin contradicciones entre ellos.

Como agentes involucrados en la conservación, gestión e investigación del


patrimonio, los arqueólogos deben conocer, al menos, las dificultades a las que el resto
de agentes sociales hacen frente, ya que de una u otra manera, terminan afectando a
la labor del arqueólogo. Entendemos que facilitar a las empresas públicas y privadas la
resolución de los problemas con el patrimonio, es una vía eficaz para lograr una
protección más adecuada del mismo. Desde este punto de vista, consideramos que
dejar vía libre a empresas sin capacitación profesional en materia de patrimonio es
permitir la libre destrucción de los recursos culturales y naturales. Por tanto, los
arqueólogos, como profesionales, debemos involucrarnos plenamente en el problema
con el fin de lograr un entendimiento entre el ámbito patrimonial y los intereses
empresariales.

TENERIFE

LLANO DE LA ESQUINA
(ARICO, TENERIFE)
Morra de Los Molinos
Zona de estudio

BARRANCO DE LOS OVEJEROS


Morra Meca
El Corral

Cercado Meca
Llano de La Esquina

Lomo de La Esquina

Morra de Reverón

Cercado La Esquina I

Morra de Tente Morra de los Cardones


Cercado La Esquina II

BARRANCO DE LA ESQUINA

Travesao Chico I Travesao Chico II

Mapa nº 1. Ubicación (sin escala) de los aerogeneradores del Llano de la Esquina y de los yacimientos
arqueológicos de la zona media-baja del Lomo de Arico

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Sin embargo, la resolución de este conflicto de intereses no atañe


exclusivamente a la relación entre arqueología y empresa, sino que también lo hace
dentro de la propia profesión. Nos referimos a que la intervención sobre el patrimonio,
en este caso el arqueológico, no siempre lleva aparejada su investigación. Esta última
fase suele ser ignorada por la mayoría de los agentes que intervienen sobre el
patrimonio. La mal llamada “intervención de urgencia” termina convirtiéndose en una
actuación puntual que tiene por objetivo resolver el problema a la empresa. Sin
embargo, entendemos que el término de urgencia sólo debería ser aplicable a las
necesidades de la empresa, no a las arqueológicas. Debe desterrarse entre los
arqueólogos la imagen de que una prospección o excavación ejecutada bajo plazos
temporales muy ajustados implica una ausencia de rigor científico (Gómez Ruiz y
Penedo Cobo, 2000). Al mismo tiempo, consideramos que una actuación de “urgencia”
no debe suponer la última etapa del proceso de trabajo del arqueólogo, como ocurre en
numerosas ocasiones, ya sea por dejadez, falta de recursos o imposibilidad temporal.
La culminación de las actuaciones arqueológicas denominadas de “urgencia” debe ser
la investigación y publicación, tanto de los resultados de dicha intervención, como de
las relaciones establecidas con el contexto territorial.

2. ARQUEOLOGÍA, PARQUES EÓLICOS Y EMPRESA. EL PATRIMONIO


COMO PROBLEMA

Como se ha indicado, la construcción de la Planta Eólica en el Llano de la


Esquina (Arico) y la intervención arqueológica que llevó aparejada, nos ha permitido
reflexionar sobre las dificultades generadas en una actuación patrimonial financiada
con capital privado, además de los efectos que, sobre la conservación y gestión del
patrimonio, ocasionan la relación entre intereses empresariales e investigación
arqueológica.

Aunque depende de los casos, lo cierto es que las dificultades a las que la
empresa privada debe hacer frente en materia de patrimonio son muy diversas. Según
el grado de actuación de los elementos que intervienen y de las relaciones que se
establecen entre ellas, las situaciones pueden variar enormemente, lo que a la larga
convierte cualquier retraso en la tramitación legal o actuación arqueológica en un
problema para la mayoría de las empresas e instituciones. Un problema por cuanto,
desde su perspectiva concreta sobre cómo debe producirse el desarrollo y progreso de
la sociedad, el patrimonio pasa a ser un obstáculo que impide un hipotético desarrollo
económico. Sin embargo, y aunque no seamos partícipes de la ética empresarial
basada en la oferta y la demanda o en el coste y beneficio, no puede eludirse el hecho
incuestionable de que muchos de los agentes sociales involucrados en la gestión y
conservación del patrimonio funcionan bajos estos principios, influyendo
consecuentemente en la manera en que se actúa sobre él.

Tanto la empresa Desarrollos Eólicos S. A, como Gamesa Eólica S. A., debieron


resolver el requerimiento que la administración pública exige en materia de patrimonio
arqueológico a la hora de planificar y ejecutar la construcción de los aerogeneradores.
A excepción de algunos aspectos técnicos, el proceso burocrático para la obtención de
las licencias pertinentes siguió los cauces temporales acostumbrados en este tipo de
obras (negociación con propietarios, licencias de la Consejería de Industria,
Medioambiente, autorizaciones municipales, etc.). No obstante, el proceso relacionado

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con la obtención de las autorizaciones procedentes de las instituciones públicas con


competencias en materia arqueológica, se dilataron durante más de ocho meses.

Las dificultades a las que Desarrollos Eólicos S. A. tuvo que hacer frente para
encontrar a alguien capacitado para resolver este contratiempo fueron enormes. En un
principio, y a través de contactos personales, la empresa recurrió a un licenciado en
Historia que realizó un informe previo que los interesados consideraron definitivo. Sin
embargo, este informe no fue avalado por ninguna de las instituciones capacitadas
para ello, por lo que la empresa tuvo que reiniciar el procedimiento legal. Desde que se
recurre a la Universidad de La Laguna hasta que comienza la prospección
arqueológica, el proceso termina también dilatándose otro mes debido a la tramitación
burocrática.

Figura nº 1. Instantánea de dos de los aerogeneradores y de los yacimientos de Morra Meca (izquierda)
y Morra de Los Molinos (derecha)

Tomando como referente el caso de Arico, pueden citarse una serie de aspectos
que parecen repetirse en la mayoría de actuaciones en la que el patrimonio
arqueológico interviene y que terminan convirtiéndolo en un problema para la empresa
privada. En primer lugar puede mencionarse el desconocimiento que muchas
instituciones públicas tienen a la hora de informar a las empresas sobre los
procedimientos legales requeridos en materia patrimonial. En muchas ocasiones los
ayuntamientos desconocen si en su término municipal existe un patrimonio que es
necesario proteger, por lo que son frecuentes las concesiones de licencia de obras que
terminan afectando a bienes arqueológicos sin conocimiento de los responsables
legales4.

En segundo lugar, y derivado de lo anterior, las empresas, cuando se interesan


por resolver la cuestión, se encuentran desconcertadas ante la poca claridad de las
4
Si no es por una intervención casual que paralizó el proyecto original de los aerogeneradores del Llano de la
Esquina, buena parte de los yacimientos identificados habrían sido destruidos, debido a que no había constancia de
su existencia. Un claro ejemplo de este tipo de negligencias sería el yacimiento de la Morra de Reverón, en el que se
instaló hace varios años un repetidor que destruyó tres cuartas partes del asentamiento, uno de los más importantes
del Lomo de Arico.

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acciones que deben llevar a cabo. Esto genera como consecuencia que, una vez
conceptualizada la arqueología como un problema, las empresas opten, en muchas
ocasiones, por una solución muy sencilla: cometer una ilegalidad. En la confusión
generada ante la espera de los plazos de licencia, se termina arrasando el yacimiento
arqueológico, resolviendo así el contratiempo. En ocasiones, el pago de la multa, si es
que es denunciada la ilegalidad cometida, es un mal menor, pues se compensa con la
agilización temporal de la obra.

Finalmente, la ausencia generalizada de un entramado profesional en la


arqueología canaria más allá de la universitaria, es otra de las dificultades que las
empresas tienen a la hora de realizar sus actividades. La inexistencia de un cuerpo de
arqueólogos profesionales fuera de la universidad o los museos, ya sea privado o
público, que sea capaz de asumir la demanda, reduce las oportunidades que tienen las
empresas de llevar a cabo sus actividades, y por tanto, de facilitar la protección del
patrimonio, en este caso el arqueológico. Entre las reclamaciones más frecuentes de
Desarrollos Eólicos S. A., estaba la falta de asesoramiento legal a la hora de planificar
las obras sobre el terreno5, pero sobre todo, la ausencia de colectivos o empresas de
arqueólogos a las que pudieran acceder fácilmente, para que se encargasen de la
resolución de los permisos y actuaciones patrimoniales.

Valorando sus repercusiones, puede afirmarse que estos tres aspectos serían
algunas de las dificultades más comunes, que terminan convirtiendo lo arqueológico en
un problema para las empresas que intervienen sobre el patrimonio. Básicamente,
estas dificultades influyen decisivamente en la actitud que toma la inversión privada en
lo relacionado con el patrimonio, en la medida en que afectan a su operatividad,
generando pérdidas económicas que podrían reducirse considerablemente si existiera
una planificación previa de las actuaciones arqueológicas.

Es en este sentido en el que la experiencia adquirida en el Lomo de Arico puede


resultar valiosa para mejorar la relación establecida entre patrimonio, empresas,
arqueólogos y administración pública, mejorando así un sistema de funcionamiento que
consideramos aún poco articulado.

Como se ha indicado, uno de los problemas a los que Desarrollos Eólicos S. A.


se enfrentó, fue al escaso asesoramiento legal que recibió de las instituciones públicas
con competencias en el ámbito patrimonial. La dilatación del proceso de adquisición de
permisos relacionados con el impacto y seguimiento arqueológico de la planta de
aerogeneradores se debió, en primer lugar, al desconocimiento que la empresa tenía
de los pasos legales necesarios, algo que tenía, por otra parte, que haber previsto dada
la envergadura de la obra; pero también, y sobre todo, a la deficiente información
recibida por parte de la administración, fuese ésta municipal o insular.

El problema estriba, no sólo, en el desconocimiento que instituciones como los


ayuntamientos poseen, sino también, en el mayor o menor interés que éstos muestran
sobre su patrimonio, algo que influye directamente en su conservación, gestión y
difusión. Si esto se observa en el ámbito municipal, creemos que los problemas podrían
reproducirse, a mayor escala, si los Cabildos tuviesen, hipotéticamente, todas las
competencias en materia de Patrimonio Histórico. Esto quiere decir que, si existen
diferencias sustanciales en la gestión e inversión del patrimonio entre municipios de
5
La falta de planificación motivada por la carencia de asesoramiento legal obligó a Desarrollos Eólicos S. A., a
modificar la localización final de uno de los aerogeneradores y de parte de la red eléctrica, pues éstos, que afectaban
directamente a algunos yacimientos, habían sido proyectados mucho antes del informe de impacto arqueológico.

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una misma isla, ¿qué ocurriría si el interés y la inversión en el patrimonio manifestase


desequilibrios entre islas? Por tanto, no sería una solución, a nuestro entender, la
pérdida de competencias de la Dirección General de Patrimonio Histórico, ya que ello
supondría agravios comparativos con el patrimonio de aquellas Islas que no pudiesen
hacer frente al gasto económico de su gestión.

Figura nº 2. Vista parcial de los aerogeneradores desde Morra Meca, la cual presenta una visibilidad que
permite controlar prácticamente todo el Lomo de Arico

Sin embargo, y en el estado actual del patrimonio arqueológico en Canarias, las


hipotéticas transferencias de competencias a los Cabildos adquieren un papel
secundario frente a la escasez de recursos humanos y económicos que se destinan a
su gestión, conservación y difusión. De esta forma es comprensible que, con el fin de
maximizar resultados, la mayoría de los cuerpos permanentes de arqueólogos de la
Administración terminen ocupándose, prioritariamente, de la gestión y conservación del
patrimonio arqueológico. Esto genera un vacío para muchas de las empresas cuya
actividad implica, de una u otra manera, la intervención sobre el patrimonio histórico.
Así, la imposibilidad de la Administración para satisfacer la demanda, obliga a estas
empresas a recurrir, para la ejecución de las intervenciones, a profesionales privados
que no tienen relación directa con instituciones científicas u organismos públicos. Esta
situación, ya ampliamente extendida en muchas Comunidades Autónomas (Blasco
Aparicio y Valle Vega, 1992; Domínguez Alonso, Fernández Ugalde, et al., 1994;
Salvatierra Cuenca, 1994; Querol y Martínez Díaz, 1996; Criado Boado, 1996; Mora,
1996; Rodríguez Temiño y Rodríguez de Guzmán Sánchez 1997), y que comienza a
generalizarse en Canarias, requiere un tratamiento y unas medidas muy diferentes a
las actuales.

Entre las actuaciones que la administración canaria podría impulsar para hacer
posible la aplicación de la normativa legal estaría, como ya ocurre en otros contextos,
el apoyo e incentivo a la constitución de empresas de arqueólogos6 bajo las diversas

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Tal y como ha venido haciendo el Gobierno de Canarias cuando oferta subvenciones en infraestructura, fomenta la
creación de empresas por jóvenes emprendedores, prima el establecimiento de redes de cooperación, de
determinadas prácticas artesanales, productos, etc.

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modalidades jurídicas (ya sean comunidades de bienes, sociedades limitadas,


sociedades cooperativas, etc.), a través del impulso de una Comisión de Arqueólogos
(dentro del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras) que, entre
otras funciones, se ocupase de poner en marcha bolsas de trabajo a las que, al menos
en teoría, pudieran acceder los arqueólogos (para un ejemplo véase Domínguez
Alonso, Fernández Ugalde, et al., 1994). Al mismo tiempo esto debería acompañarse
de programas globales de ámbito general, insular y urbano que articulen las
intervenciones puntuales, de la fijación de criterios explícitos para las intervenciones,
de pautas de procedimiento y normativas claras que homogeneicen las metodologías y
los sistemas de registro.
Si bien es cierto que la existencia de un entramado profesional dentro de la
arqueología canaria podría resultar eficaz para resolver, en parte, este problema,
creemos que no soluciona todos los conflictos que afectan al patrimonio. Sin embargo,
los arqueólogos canarios debemos ser conscientes de que es necesario satisfacer, lo
antes posible, la demanda que las empresas privadas están generando. Pero esta
satisfacción no puede contemplarse desde criterios dinamizados por la oferta y la
demanda o las necesidades que tienen las empresas de economizar el tiempo.
Consideramos que la cadena lógica de actuación debe partir de una planificación
detallada y consciente por parte de las instituciones públicas con competencias sobre
el patrimonio y, específicamente, a partir de toda una serie de mecanismos, ya
existentes, como son las normas subsidiarias y los planes de ordenación urbana de los
ayuntamientos, los planes de ordenación del territorio de los Cabildos, la Consejería de
Política Territorial del Gobierno de Canarias, y la propia Dirección General de
Patrimonio Histórico, que tienen el deber legal, no de incluir el patrimonio histórico en el
desarrollo de los planes como meros apéndices, sino de coordinar, por medio de
profesionales arqueólogos, las actuaciones conducentes a su protección, gestión y
difusión.

Como consecuencia de lo expuesto, creemos, también, que el papel de la


Universidad debe modificarse. Entendemos que muchas de las disciplinas
humanísticas, y la Arqueología en particular, no están, hoy por hoy, en disposición de
afrontar los retos que se les plantean desde el ámbito del Patrimonio Cultural. Sus
preocupaciones, intereses y metodologías de acción están muy lejos de lo que necesita
la gestión y evaluación del Patrimonio Cultural. Creemos que es necesaria la
superación de la proyección académica que domina actualmente la Arqueología, ya
que los nuevos servicios relacionados con el Patrimonio Arqueológico e Histórico,
requieren formar un nuevo tipo de especialistas, abrir o consolidar nuevos mercados de
trabajo y simultáneamente, producir los instrumentos metodológicos y prácticos
necesarios para operar en ellos (Criado Boado, 1996; Ayán Vila, 2001). Es en este
sentido en el que la Universidad debe dejar de producir meros licenciados en Historia, y
ejercer una labor de formación de profesionales, al menos en el Tercer Ciclo,
adaptados a las exigencias actuales de la gestión del Patrimonio Cultural.

Sin embargo, el necesario cambio de orientación en la formación universitaria,


no debe confundirse con el abandono de la vertiente investigadora. Entendemos que la
cadena lógica de actuación patrimonial debe cubrir tanto la protección y/o
conservación, como la gestión, difusión e investigación, sin omitir ninguna de ellas.
Como se ha indicado, en las llamadas actuaciones de urgencia, las primeras fases
suelen llevarse a cabo sin excesivas dificultades. Sin embargo, si el patrimonio no se
difunde a través de la investigación, su consideración como valor de importancia social
pierde sentido, y se acrecientan los motivos para considerarlo un problema. En el caso
del Lomo de Arico, ha sido una iniciativa personal la difusión científica de los resultados

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de la intervención arqueológica, y esta decisión nos ha permitido comprobar que


existen modelos de asentamiento y explotación del territorio, entre los aborígenes del
sur de Tenerife, que apenas se habían contemplado hasta ahora y, cuya contrastación
científica, depende de que en los próximos años se puedan observar los mismos
comportamientos en otras zonas del sur de la Isla. A partir de este hecho, los
resultados de la investigación han permitido evidenciar la existencia de conjuntos
arqueológicos de los que, hasta ahora, no se tenía una constancia muy clara. Dicho
conocimiento debería, si se difunde adecuadamente, permitir una gestión y
planificación mucho más apropiada de los planes urbanísticos e infraestructuras del sur
de Tenerife, ya que se ha demostrado que, en zonas donde antes no se concebía la
presencia de restos arqueológicos, éstos sí existen y con una envergadura muy
relevante.

3. CONCLUSIONES

Las intervenciones arqueológicas desarrolladas en el Lomo de Arico (Tenerife),


han permitido identificar un poblamiento permanente y en superficie cuya distribución
indica la existencia de un patrón de racionalidad territorial que articulaba el poblamiento
humano del Lomo (ver mapa nº 1). En este sentido, los asentamientos identificados se
relacionan, entre sí y con el medio, a través de parámetros de visibilidad y
visualización, los cuales suponen la plasmación de procesos de apropiación y
explotación del territorio (Pérez Caamaño, Soler Segura et al., 2005).

Sin embargo, para alcanzar estas conclusiones, ha sido necesario enfrentarse a


algunas de las dificultades que actualmente afligen al patrimonio arqueológico en
Canarias. El interés del capital privado por invertir en zonas que contienen importantes
evidencias arqueológicas, el desconocimiento de algunas instituciones de los trámites
necesarios en materia patrimonial, la falta de diálogo adecuado entre administración y
empresa privada, la escasez de recursos humanos y económicos de los organismos
que poseen competencias patrimoniales, el insuficiente desarrollo de una
reglamentación clara que homogeneice los procedimientos y metodologías, o la
ausencia de un entramado profesional, al margen de las universidades o museos, que
haga frente a la demanda privada, son algunos de los problemas que actualmente
afectan, en Canarias, al Patrimonio Histórico en general y al arqueológico en particular.

Así, la experiencia adquirida en el Lomo de Arico, nos ha permitido reflexionar


sobre algunas de las soluciones que pueden aplicarse, con el fin de reducir la
alteración que sufre el patrimonio cultural en las Islas. Entendemos que una vía eficaz
para ello, pasa por involucrarnos más activamente en aquellas actuaciones que la
empresa privada está realizando. Posiblemente, satisfacer esta creciente demanda, tal
y como aquí se propone, no sólo evitaría la destrucción del patrimonio afectado, ya
fuese como consecuencia de la instalación de grandes infraestructuras como de obras
de pequeña envergadura (remociones puntuales de tierra, apertura de pistas, etc.),
sino, sobre todo, permitiría que profesionales capacitados interviniesen directamente en
las actuaciones que alteran el patrimonio, favoreciendo así un control más efectivo, que
minimicen las intervenciones destructivas y prevengan la futura alteración del
patrimonio. Creemos que esto, siguiendo a Domínguez Alonso, Fernández Ugalde, et
al., (1994: 86), “permitiría favorecer la integración de los arqueólogos en la actividad
económica, una mayor difusión del valor del patrimonio, y una estimación más justa del
profesional de la arqueología ante otros profesionales y ante la sociedad en general”.

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Pero si esto no es así, si los arqueólogos canarios no se involucran plenamente


en la resolución de la demanda reclamada por la iniciativa privada, posiblemente
estemos dejando vía libre al deterioro de esa parte del patrimonio arqueológico que aún
desconocemos, del cual no se posee un conocimiento muy preciso, y del que las
limitaciones económicas de la administración pública impiden hacerse cargo.

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