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SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . .

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DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS


BIENES EXPROPIADOS A LOS JESUITAS EN
SANTAFÉ DE BOGOTÁ *
POR
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA**

Introducción
Bajo la tutela pontificia, en 1539, nació la Compañía de Jesús como una
nueva orden cuyo principal objetivo era atender las misiones católicas del
Medio Oriente y participar en la evangelización de América. Con el ánimo
de colaborar en la difusión de las reformas aprobadas por el Concilio de
Trento, en 1547, Ignacio de Loyola adoptó a la educación como un ministe-
rio adicional.
La presencia de la Compañía de Jesús en Colombia ha sido intermitente.
En diciembre de 1567 los jesuitas destinados al Perú estuvieron de paso en
Cartagena de Indias; treinta y un años después, en octubre de 1598, llegó de
México la primera misión acompañando al arzobispo Bartolomé Lobo Gue-
rrero. Pasados dos años esta misión se retiró con el fin de obtener las autori-
zaciones necesarias para establecer oficialmente una nueva provincia en la
Nueva Granada, la cual fue creada oficialmente en 1604; merced al espíritu
empresarial mostrado por sus miembros, la provincia granadina pronto al-
canzó un notable desarrollo que se refleja no sólo en la organización de nu-
merosos casas, residencias, colegios y misiones, sino en la capacidad de
financiar sus actividades religiosas, culturales y educativas mediante la ex-
plotación de una próspera red de haciendas que comunicaban entre sí las
diferentes misiones.

* Ponencia presentada en el X Congreso de Academias Iberoamericanas de Historia, Lisboa 2 a 5


de noviembre de 2006.
** Presidente de la Academia Colombiana de Historia.
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En 1767, mediante la pragmática de Carlos III, los jesuitas fueron expul-


sados de los territorios españoles, medida que les dejó expuestos a una total
incertidumbre al perder tanto sus bienes como su nacionalidad. Finalmente
encontraron asilo en los Estados Pontificios, pero en 1773 el Papa Clemente
XIV dio por extinguida la Orden. Tiempo después se reestablecería la Com-
pañía de Jesús y los jesuitas retornarían a muchos de sus antiguos territorios1 .
El presente escrito se ocupa de la destinación dada a algunos de los bienes
expropiados a los jesuitas por la Junta de Aplicaciones de temporalidades en
Santafé de Bogotá, medida que permitió la creación de una biblioteca públi-
ca e hizo posible poner en marcha una interesante reforma educativa que
buscaba la creación de una universidad mayor de estudios generales y de
carácter público, iniciativa que encontró fuerte oposición de varias comuni-
dades religiosas, especialmente de la Orden de Predicadores. El principal
promotor de estas reformas fue el fiscal y protector de indios Francisco Anto-
nio Moreno y Escandón, un funcionario ejemplar que desempeñó importan-
tes cargos públicos no sólo en Santafé, sino en Lima (1780) y Santiago de
Chile (1789), ciudad en la que murió en 1792.

Los jesuitas en Colombia


La primera misión jesuita llegó a Cartagena en 1598; al cabo de pocos
meses, el 28 de marzo de 1599, algunos de sus miembros se establecieron en
Santafé. Durante su breve permanencia en la capital virreinal, su superior, el
padre Alonso de Medrano, no sólo aprendió la lengua muisca y elaboró una
gramática para facilitar el proceso de evangelización entre los indígenas, sino
que compró, en el marco de la plaza principal de Santafé, dos casas para
establecer un colegio. De acuerdo con las Constituciones de la Compañía,
cada colegio, desde su fundación, debía contar con bienes suficientes para
garantizar su adecuado funcionamiento; para cumplir este objetivo se reque-
rían unos 50.000 pesos, capital que normalmente se obtenía a través de
donaciones. Parte de dicha cifra se destinaba a la compra de haciendas. Des-
de el punto de vista económico, cada colegio funcionaba como una entidad

1 En 1844, durante la administración de Pedro Alcántara Herrán, los jesuitas fueron invitados a
retornar a Colombia pero pocos años después, en medio de convulsiones políticas muy propias
de un agitado siglo XIX, a través de sendas disposiciones presidenciales, fueron extrañados dos
veces más, una en 1850 durante la administración de José Hilario López, otra en 1861 durante la
segunda administración del General Tomás Cipriano de Mosquera. Finalmente regresarían para
establecerse en forma definitiva y ampliar su radio de acción. Justificación :Expulsión y embargue
de los jesuitas de los Estados españoles, 31 marzo 1767 Tomado de la Enciclopedia cattolica.
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Expulsión y embarque de los Jesuitas de los Estados Españoles, 31 de marzo 1767.


Tomado de Enciclopedia Cattolica.

autónoma y la producción de sus haciendas se orientaba hacia una economía


de mercado bastante eficiente.
El 10 de noviembre de 1602 el Consejo de Indias recomendó a Felipe III
autorizase, para bien del Reino, una fundación de la Compañía de Jesús en
territorio del Nuevo Reino de Granada. La Real Cédula que le dio lugar fue
expedida en Valladolid el 30 de diciembre de ese año. En 1604 fue creada
oficialmente la provincia y se asignó a sus miembros la tarea de fundar casas
y colegios, además de llevar el evangelio a las todas las regiones. A Cartagena
de Indias llegaron doce religiosos, cuatro de los cuales siguieron a Santafé, a
donde arribaron el 23 de septiembre de 1604. En breve plazo organizaron la
capilla, ampliaron la casa comprada en 1599 y sanearon los títulos de propie-
dad para luego fundar el colegio que se inauguró con las cátedras de gramá-
tica latina. Esta primera comunidad se vio incrementada, a mediados de 1605,
con cinco religiosos llegados de Lima; en corto tiempo este refuerzo hizo
posible inaugurar en el colegio las cátedras de filosofía y teología.
Por resultar insuficiente la capilla, se dio paso a la construcción de la
Iglesia de San Carlos, hoy de San Ignacio. Por iniciativa del arzobispo
Bartolomé Lobo Guerrero, y con base en una autorización otorgada median-
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te la Real Cédula de junio de 1592, en 1605 fue fundado el Colegio Semina-


rio de San Bartolomé, al cual se destinaron unos terrenos vecinos a los del
Colegio de la Compañía. Para este establecimiento se adoptó un régimen
disciplinario similar al que se seguía en el Seminario de San Luis de Quito; al
seminario asistían becarios y convictores. En 1623 el provincial Baltasar Mas
i Burguès, fundó la Universidad de San Francisco Javier de Santafé. La
Compañía progresó y amplió notablemente su radio de acción en suelo gra-
nadino, pero, comparada con las provincias de Perú y México, era pobre en
bienes, aunque, en el ámbito local, su patrimonio superaba con creces cual-
quier fortuna de orden privado.
A mediados del siglo XVII los jesuitas de Santafé habían logrado una
excelente organización. Tenían asegurada la ruta del río Magdalena, con
conventos en Cartagena, Mompox, Honda, y Bogotá; adicionalmente ha-
bían abierto dos rutas estratégicas a través de los conventos de Tunja,
Pamplona y Mérida, cuya ubicación geográfica permitía, por el llamado Ca-
mino de Chita, una fácil comunicación con Venezuela, Santo Domingo, la
Guayana y el océano Atlántico. Con Quito se comunicaban utilizando los
conventos de Popayán y Pasto; luego abrirían fundaciones en Antioquia y
Buga y se expandirían a Venezuela a través de los conventos de Caracas,
Maracaibo y Coro2 .
La Orden llegó a poseer numerosas haciendas dispersas en el territorio
neogranadino, todas ellas manejadas con gran eficiencia3 . Colmenares habla
de 170 haciendas repartidas en el Nuevo Reino de Granada, la Gobernación
de Popayán y la Audiencia de Quito, territorios que hoy corresponden a
Colombia y Ecuador. Del Rey cita para Nueva Granada, incluyendo las de
la Gobernación de Popayán, sólo 60 haciendas. Cabe señalar que la Provin-
cia de Nuevo Reino y Quito funcionó como una sola entidad hasta 1696,
cuando se dividió; Popayán, Pasto y Buga quedaron haciendo parte de la
Provincia de Quito y no de la de Nueva Granada. A las propiedades rurales
se sumaban propiedades urbanas tales como los conventos con sus boticas,
la imprenta, los colegios con sus bibliotecas y los templos y capillas donde
se conservaban no pocas obras de arte y valiosos ornamentos.

2 Del Rey Fajardo, J. La enseñanza de las humanidades en los colegios jesuíticos


neogranadinos (1604-1767). Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá (2005): 8-9.
3 Colmenares G. Haciendas de los Jesuitas en el Nuevo Reino de Granada Siglo XVIII. TM
Editores en coedición con Universidad del Valle, Banco de la República y Colciencias, Bogotá
(1998): 23-30.
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Anuncio de la expulsión de los Jesuitas en la Nueva Granada en 1850.


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El manejo dado a la red de haciendas constituía un modelo de racionali-


dad económica y optimización de beneficios que “en última instancia consti-
tuyen auténticos tratados de agronomía y economía agraria”4 . Su producción
estaba destinaba a financiar, en primer lugar las llamadas riquezas improduc-
tivas, tales como templos, colegios, objetos artísticos sacros, ornamentos,
bibliotecas, boticas e imprentas. Una segunda partida estaba destinada al sos-
tenimiento gratuito de la estructura educativa exigida por la Ratio Studiorum,
código educativo que define la pedagogía jesuítica; dicha suma incluía el
financiamiento de los claustros de los catedráticos y del profesorado. El ter-
cer rubro estaba destinado a auspiciar los servicios religiosos desarrollados
en sus iglesias y llevaba implícita la suntuosidad en las funciones sacras, con
participación de músicos y oradores experimentados que sin la menor difi-
cultad conmovían al pueblo devoto; este rubro también preveía la organiza-
ción de congregaciones y la realización de misiones culturales, además de
otras formas de pedagogía religiosa5 .
La Real Pragmática de Carlos III de 27 de marzo de 1767 se hizo efectiva
en Santafé el 1° de agosto; con su entrada en vigencia algunos de los bienes
expropiados a la Compañía fueron destinados a labores culturales6 . Ordena-
ba esta disposición el extrañamiento perpetuo de los Jesuitas de todos los
dominios españoles y la confiscación de sus casas, colegios, residencias y
misiones. Para dar cumplimiento a esta disposición fueron creadas Juntas de
Aplicaciones superiores y subalternas.
La Real Cédula de marzo de 1769 organizó el sistema de administración
de temporalidades y estableció juntas provinciales y municipales para liqui-
dar, vender a través de remates o arrendar los bienes secuestrados. Era claro
el interés de la Corona por deshacerse rápidamente de estas propiedades, que
bajo la nueva administración constituían una carga fiscal y se comenzaban a
devaluar.
Al momento de hacerse efectiva la expulsión, contaban los jesuitas con
tres casas en Santafé, dos de ellas ubicadas cerca de la plaza mayor, hoy
Plaza de Bolívar de Bogotá, la otra en el barrio de las Nieves. La principal y
más grande de estas casas estaba ocupada tanto por el Colegio Máximo de la

4 Del Rey Fajardo, J. “Los Jesuitas en las raíces de la colombianidad. IV Centenario de la


llegada de los Jesuitas a Colombia”. Boletín de Historia y Antigüedades 91(825): 298 (2004).
5 Del Rey Fajardo, J. La enseñanza de las humanidades en los colegios jesuíticos
neogranadinos (1604-1767). Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá (2005): 65-66.
6 En este escrito nos circunscribimos al uso dado a algunas de las propiedades incautadas en la
capital virreinal.
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Compañía como por la Universidad Javeriana, donde para la fecha se impar-


tían las cátedras de gramática, filosofía, teología y derecho; la segunda casa,
situada en el mismo vecindario, estaba destinada al Colegio Seminario de
San Bartolomé; allí residían cerca de cien estudiantes que asistían a la Uni-
versidad; la tercera casa funcionaba como residencia y en ella habitaban tres
sacerdotes y tres hermanos coadjutores. En la aldea indígena de Fontibón,
hoy un populoso barrio de Bogotá, dos padres jesuitas atendían la parroquia
misionera7 . A cargo del Colegio Máximo funcionaban trece haciendas y cuatro
hatos; el Noviciado de Las Nieves contaba con cuatro haciendas.
En el Colegio Máximo moraban treinta y un sacerdotes, veintiséis herma-
nos coadjutores y treinta y ocho escolares que tenían a su servicio una exce-
lente biblioteca cuyos fondos, como se verá adelante, sirvieron de base para
el establecimiento de la Real Biblioteca Pública de Santafé de Bogotá, enti-
dad conocida en la actualidad como Biblioteca Nacional de Colombia. El
Colegio Seminario de Santafé, con sus rentas de temporalidades, sirvió de
eje para proponer la erección de una Universidad Mayor de estudios genera-
les y de carácter público. A continuación comentaremos los hechos y cir-
cunstancias que rodearon la determinación de implantar un plan de estudios
innovador, crear y organizar una universidad y poner en servicio una biblio-
teca pública.

Estado de la educación en la Nueva Granada y plan de crear la


universidad pública
En 1776, el virrey Manuel Guirior, al momento de redactar la relación del
Estado del virreinato con destino a su sucesor8 , calificaba la instrucción de la
juventud y el fomento de las ciencias y las artes como pilares del buen go-
bierno y fuentes de la prosperidad del Estado y del bienestar de los ciudada-
nos. Consecuente con ello procuró dar continuidad a las políticas educativas
puestas en marcha por su predecesor, don Pedro Messia de la Cerda, quien,
con base en la voluntad real, había propuesto instaurar una universidad pú-
blica y de estudios generales, aprovechando para ello las temporalidades
dejadas por los jesuitas. Pensaba el mandatario que, a muy poca costa, los
vasallos granadinos podrían gozar de la instrucción de las ciencias útiles, en
vez de disputar las materias abstractas en fútiles contiendas del peripato. Por
ello, el 27 de agosto de 1771 y a través de la Junta Superior de Aplicaciones,
dispuso que el Fiscal Protector de Indios Francisco Antonio Moreno y

7 Pacheco, J.M. Los Jesuitas en Colombia, Tomo III, (1989): 508.


8 Le sucedió don Manuel Antonio Flórez.
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Escandón, merced a su instrucción y cualidades personales, organizase un


plan y método de estudios apropiado a las circunstancias locales, obviamen-
te adaptándose a las disposiciones reales. Tal plan, inspirado en los postula-
dos de la Ilustración, se basaba en un primer proyecto elaborado por el mismo
funcionario en mayo de 17689 y debía servir de pauta para mejorar la ense-
ñanza y para frenar los abusos introducidos por los conventos de regulares.
Constituía de por sí un proyecto ambicioso pues implicaba una reorganiza-
ción total de la educación superior aprovechando los bienes confiscados.
En diciembre de 1769 Moreno presentó un segundo memorial ratificando
y defendiendo su proyecto del año anterior e insistiendo en la necesidad de
fundar en Santafé una universidad pública de estudios generales10 . Allí insis-
te en utilizar la fábrica del Colegio Máximo confiscada a los regulares de la
Compañía en Santafé junto con tres de sus haciendas más productivas para
establecer y dotar la universidad.
El 4 de diciembre de 1771 la Junta acogió, plenamente y con beneplácito,
la propuesta de Moreno y la sometió a la aprobación del Rey a través del
Conde de Aranda. El proyecto incluía dos partes: una pertinente al cuerpo de
la Universidad y otra al plan de estudios propiamente dicho. La organización
preveía un Canciller ajeno a la dignidad de maestrescuela de la Catedral, un
Director de Estudios, que sería el mismo fiscal de la Real Audiencia, quien
debía presidir todos los actos; tres rectores, uno para el Seminario, quien a la
vez sería capellán de los estudiantes, y dos para los colegios mayores de San
Bartolomé y del Rosario; ocho consiliarios escogidos por su prudencia, vir-
tudes, instrucción y conocimientos, quienes junto con el director y los recto-
res formarían una gran asamblea, seis profesores para cada facultad, un
bibliotecario elegido entre los doctores, varios doctores y maestros, un fiscal
y un secretario. En su parte operativa el proyecto reglamentaba las oposicio-
nes, los actos, juntas, concursos y conferencias y describía las exigencias y
requisitos para impartir títulos y conferir grados. Venciendo no pocos obstá-
culos, este plan fue puesto en ejecución. Al respecto señalaba el virrey Guirior:
“No obstante la repugnancia manifestada por algunos educados
en el antiguo estilo, y principalmente por los conventos de regu-
lares, que habiendo tenido hasta ahora estancada la enseñanza
en sus claustros contra la prohibición de las leyes, sentían verse
despojados y sin poder mezclarse en unas enseñanzas para las

9 Hernández de Alba, G. (Compilador). Documentos para la historia de la Educación en


Colombia, Tomo IV, (1983): 26-36.
10 Ibíd.: 77-85
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que necesitaban aprender de nuevo, se ha dado principio al


método establecido en los dos colegios que tiene esta ciudad,
sin permitir que la juventud acuda sino a estas cátedras como
públicas; con tan feliz suceso, que en sólo un año que se ha
observado este acertado método se han reconocido por expe-
riencia los progresos que hacen los jóvenes en la aritmética, ál-
gebra, geometría y trigonometría, y en la jurisprudencia y
teología”11.
Más adelante, reiterando las bondades del método y la necesidad de una
universidad pública, añade el mandatario en el mismo documento:
“Con este objeto se han propuesto a S. M. los medios que pare-
cen más oportunos, según el presente estado, a lo menos para dar
principio al establecimiento, con fundada esperanza de que el tiem-
po y la experiencia lo perfeccionen, valiéndose interinamente para
dotación de maestros de las mismas rentas de temporalidades, cuya
aplicación se ha propuesto, como que por ahora no tienen otro
destino y ninguno puede ser del agrado de S. M., a quien se tiene
dada cuenta de que con igual objeto se han destinado todos los
libros ocupados en los que fuesen colegios de la religión extin-
guida, para fundar en esta capital una biblioteca pública a donde
puedan ir los literantes a instruirse en todo género de facultades,
para lo que se ha dispuesto una pieza separada y capaz, colocán-
dose en estantes los libros, con regocijo mío y utilidad común,
por haber carecido hasta ahora el reino de un tesoro de esta natu-
raleza, que podrá enriquecerse en lo venidero con nuevas obras y
con máquinas e instrumentos correspondientes, en que se ejercite
útilmente la aplicación de los sabios, contribuyendo el celo de los
superiores a su fomento”.
Era intención del virrey Guirior extender las mejoras en la educación a
todo el territorio y fundar universidad en las principales ciudades, especial-
mente en Panamá, Popayán y Cartagena, siempre aprovechando los bienes
expropiados puestos a cargo de la Junta de Temporalidades. Este sano anhe-
lo no progresó como lo esperaba el funcionario, de una parte porque no eran
suficientes los fondos disponibles y de otra porque en algunas de las ciuda-
des no había sujetos idóneos para impartir la instrucción bajo la nueva con-
cepción y en las nuevas materias. No obstante, el Colegio Seminario de San
Francisco de Popayán logró convertirse en un importante establecimiento
educativo, pero sin llegar a transformarse en universidad. Allí se educaron,

11 Posada, E. & P.M. Ibáñez (Compiladores). 1910. Relaciones de Mando. Memorias presentadas
por los gobernantes del Nuevo Reino de Granada. Biblioteca de Historia Nacional 8: 157-160.
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bajo la tutela de José Félix de Restrepo y Mariano Grijalva, varios prohombres


que luego desempañaron un brillante papel, no solo como profesionales, sino
como artífices del movimiento de independencia12 . El caso de Quito era dife-
rente y fue tratado con otras consideraciones.
Dada la demora en la organización de la universidad de estudios gene-
rales, el Fiscal Moreno propuso en 1774 una fórmula temporal titulada:
“Método provisional e interino de los estudios que han de observar los
colegios de Santafé, por ahora, y hasta tanto se erige la Universidad pú-
blica o Su Majestad dispone de otra cosa”13 . Como se verá luego, en la
capital virreinal el plan empezó a producir beneficios y al mismo tiempo
generó fuertes resistencias.
Ya se mencionó que Moreno, además de ser fiscal de la Real Audiencia,
era miembro de la junta establecida para conocer de las incidencias relativas
al extrañamiento de los jesuitas y la ocupación de sus temporalidades. Por
ello se propuso beneficiar la causa pública no sólo con la organización de
hospicios para indigentes de ambos sexos, sino con la creación de la Univer-
sidad y con el establecimiento de una biblioteca pública, únicos medios que
a su juicio resultaban eficaces para instruir la juventud y cultivar los talentos.
Era su intención que se ampliasen los campos de enseñanza y ésta saliese de
manos de los religiosos de los conventos y pasase a los seculares, y que la
universidad contase con recursos propios para mantener sus cátedras sin te-
ner que mendigar de fuera su enseñanza. Cumplía así la voluntad real dándo-
le a los bienes ocupados a la Compañía un fin útil, como era el de establecer
una verdadera universidad en un virreinato en el que la educación sufría una
fuerte crisis. En esto se ajustaba al título XIV de la pragmática que ordenaba:
“Las Juntas en los territorios de su inspección inmediata, pedi-
rán informes por cartas circulares a cada Comisionado, a el Ayun-
tamiento del Pueblo, donde estuviere situado el Colegio o Casa
que hubiere sido de la Compañía, y al Reverendo Obispo o pre-
lado de la Diócesis, acerca de los establecimientos que conven-
drá hacer o trasladar a las mismas Casas o Colegios: el destino
mas útil que podrá darse a sus iglesias, el método que sea justo
entablar en las Doctrinas y Misiones, el que convenga para los
estudios y su dotación y el que también corresponda para el
cumplimiento de Memorias o conmutación a beneficio de los
mismos establecimientos, instruyendo a los prelados y Ayunta-

12 A manera de ejemplo baste citar a Camilo Torres y Tenorio, Santiago Arroyo y Francisco Jose de
Caldas.
13 Boletín de Historia y Antigüedades 23(264-265): 644-672 (1936).
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mientos, de todo lo conducente a que se den sus informes con el


conocimiento necesario”14.
La proposición de Moreno señalaba:
“El modo de fomentar el estudio de las ciencias, instruir a la
juventud y adornar al Reino y al Estado con sujetos capaces de
aliviar la república y el gobierno será establecer en esta capital
Estudios Generales en una Universidad Pública, Real y con pre-
rrogativas de Mayor, bajo las mismas reglas con que se criaron
las universidades de Lima y México, respecto a concurrir, si no
de mayores, iguales fundamentos”15.
Para dotar y mantener las nuevas cátedras, cuyo costo anual se calculaba
en cerca de 6000 pesos anuales, el Fiscal propuso facilitar los medios nece-
sarios para la subsistencia de los catedráticos y ministros adoptando normas
legales similares a las que favorecían las universidades de Lima y México,
en este caso aprovechando los bienes expropiados, especialmente aquellos
extrañados al Colegio Máximo de Santafé, junto con las haciendas más pro-
ductivas como lo eran las de Fute, Doyma y Chamicera, valoradas en dos-
cientos veintitrés mil ciento sesenta y dos pesos, las cuales podrían ser vendidas
y su producto colocado a un cinco por ciento anual para asegurar una renta
fija sin gravar al erario. En esta forma quedaba la puerta franca para que de
las temporalidades ocupadas en Popayán y Cartagena se destinase alguna
cantidad para la Universidad, dado que sus naturales también se beneficia-
ban al acudir a ella. Estas medidas se complementaban con la asignación de
los edificios del Colegio Máximo, destinando para arrendamiento los locales
antes ocupados por la botica con el fin de sufragar los gastos ordinarios y la
paga de los subalternos. Terminaba Moreno su argumentación señalando
que todo se proponía con fundamento en la balanza de la imparcialidad y del
amor y celo al servicio de Dios, del Rey y de la causa pública, teniendo
como norte el capítulo octavo de la Real Pragmática, e indicando que su
propuesta era de aquellas que “en lo teórico deleitan la imaginación por las
utilidades que prometen y en lo práctico no tienen dificultad que embarace
su ejecución”16 .
En la ya mencionada relación de mando el virrey Guirior señalaba su
intención de continuar con los esfuerzos de su predecesor y organizar con un

14 Hernández de Alba, G. (Compilador). Documentos para la historia de la Educación en


Colombia, Tomo IV, (1983): 95.
15 Ibíd.: 29.
16 Ibíd.: 33.
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costo reducido la universidad pública y los estudios generales aprovechando


las temporalidades. Al respecto decía:
“La instrucción de la juventud y el fomento de las ciencias y
artes es uno de los fundamentales principios del buen gobierno,
de que como fuente dimanan la felicidad del país y la prosperi-
dad del Estado para las artes, industria, comercio, judicatura y
demás ramos de la política; y con este conocimiento y el de los
esmeros con que nuestro sabio monarca y su gobierno se han
dedicado a establecer acertados métodos en las enseñanzas, pro-
curé también instruirme del estado que tenían en este Reino,
para contribuir por mi parte a tan gloriosa empresa, continuando
lo que el excelentísimo señor mi antecesor dejó instaurado, de
erigir Universidad pública y estudios generales, por no desme-
recer este Reino y su juventud la gloria que disfrutan los de Lima
y México, mayormente ofreciendo proporciones para su logro
la aplicación de temporalidades y pudiendo a poca costa hacer
el rey felices a estos amados vasallos, que privados de la ins-
trucción de las ciencias útiles, se mantienen ocupados en dispu-
tar las materias abstractas y fútiles contiendas del peripato,
privados del acertado método y buen gusto que ha introducido
la Europa en el estudio de las bellas letras; y conociéndose que
habiéndose dado cuenta a la Corte se dilata la resolución por las
contradicciones que hace el convento de Santo Domingo de esta
ciudad, como que en la actualidad goza de la facultad de dar
grados, deseoso de que no continuase por más tiempo el mal y
se hiciese incurable su dolencia, contraviniéndose sólo en este
Reino a las órdenes reales, por ser el único que se priva del fruto
de su observancia, dispuse con el ilustrísimo prelado y ministros
que componen la Junta Superior de Aplicaciones, dar comisión
al Fiscal Protector de Esta Real Audiencia, don Francisco Anto-
nio Moreno y Escandón, para que cabalmente instruido en la
materia y adornado de las cualidades necesarias al intento, dis-
pusiese un plan y método de estudios adaptado a las circunstan-
cias locales, que sirviese de pauta a las enseñanzas y cortase los
abusos introducidos”17.
Al tiempo de su retiro los jesuitas desempeñaban una importante labor
educativa; por ello dejaron un enorme vacío difícil de llenar. El arzobispo
virrey Antonio Caballero y Góngora indicaba en 1789 en su relación de
mando lo siguiente:

17 Posada, E. & P.M. Ibáñez (compiladores) Relaciones de Mando. Memorias presentadas por
los gobernantes del Nuevo Reino de Granada, Biblioteca de Historia Nacional 8: 157-158
(1910), Bogotá.
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . . 811

“Desde el año de setenta y ocho, a consecuencia de la expatria-


ción de los Padres de la extinguida Compañía de Jesús, se está
tratando, en virtud de reales cédulas y órdenes de su Majestad,
del arreglo de la instrucción pública, que se hallaba a su cargo; y
entonces se reconoció no poder la religión de Santo Domingo
llenar las benéficas intenciones de su Majestad, a pesar de sus
reclamaciones, y se creyó necesaria la erección de estudios ge-
nerales y Universidad pública; pero no pudiéndose realizar el
pensamiento por falta de fondos, se limitó la Junta encargada de
este negocio al arreglo que tengo referido, con lo que se perpe-
tuó el nombre de la Universidad en dicha religión y el mal méto-
do de estudios en los Colegios”18.
La calidad de la educación en Santafé, tanto la masculina como la femeni-
na, siempre fue motivo de preocupaciones para los virreyes. Para la educación
femenina se contaba con el Colegio de la Enseñanza, establecimiento fundado
en 1783 por iniciativa y con el patrocinio de doña Clemencia de Caycedo,
donde el problema era de capacidad, pues no alcanzaba a cubrir las necesida-
des de la población y requería de mayor infraestructura y de más religiosas
para atenderla. En el caso de educación masculina, el problema era de calidad.
Entonces era impartida en dos colegios bastante “desarreglados en el método
de estudiar y aun en sus rentas y gobierno interno”19 . Tanto el Colegio del
Rosario como el de San Bartolomé eran reales y reconocían por patronos a los
virreyes; el de San Bartolomé continuaba incorporado al Seminario y por lo
tanto estaba sujeto a los arzobispos, lo que causaba roces y discordias, no sólo
en cuanto a la administración de sus rentas, sino a la calidad de la educación
impartida. Por tal motivo, Caballero nombró visitadores y dispuso la separa-
ción material de los edificios; además promovió la reapertura de la cátedra de
matemáticas inaugurada 26 años atrás por José Celestino Mutis, médico, natu-
ralista y digno representante de los ilustrados neogranadinos, a quien también
se debe la organización de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de
Granada, una importante empresa científica que funcionó entre 1783 y 1813 y
cuyos materiales (manuscritos, herbarios, láminas, mapas, colecciones de zoo-
logía, etc.) fueron llevados a Madrid en 181620 .

18 Ibíd.: 250.
19 Concepto emitido por Guirior en la relación antes citada.
20 Luego de un riguroso inventario tales materiales fueron embalados cuidadosamente en 104
cajones y despachados a Madrid. Ejecutor del envío fue el general Pascual de Enrile, amigo de
Mariano Lagasca, director del Real Jardín Botánico de Madrid, quien añoraba contar con estos
materiales y había manifestado su inquietud al militar antes de su partida hacia la Nueva Granada
con la expedición de reconquista comandada por Pablo Morillo.
812 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006

Las medidas propuestas por el Fiscal Moreno, principal artífice de la des-


tinación de los bienes incautados a los jesuitas y defensor a ultranza de la
universidad pública, causaron rechazo en algunos sectores del clero y se
reflejaron de diversas maneras. Las reiteradas quejas de los frailes de la Or-
den de Predicadores dieron lugar a una real orden, de 22 de diciembre de
1770, que limitaba las actuaciones de la Junta de temporalidades. Esto obli-
gó a examinar los fundamentos planteados por los dominicos, quedando en
duda la existencia de la universidad. En diciembre de 1771 el proyecto de
Moreno fue aprobado pero no logró entrar en vigencia pues al año siguiente,
en el seno mismo de la Junta de Aplicaciones, el arzobispo Agustín Manuel
Camacho, fraile de la Orden de Predicadores, trató ladinamente de entrabarlo,
hecho que motivó la redacción de un plan de estudios provisional que sólo
entró en ejecución en septiembre de 1774, luego de su aprobación por la
Junta Superior y de la consiguiente notificación al Rey de tal medida.
Otro pronunciamiento en contra fue el de los padres franciscanos, quie-
nes encabezados por su provincial dirigieron una representación al Rey se-
ñalando el perjuicio grave que para ellos significaba el establecimiento de
una universidad pública de estudios generales, tal y como lo proponía el
fiscal y protector de indios, puesto que de organizarse causaría la ruina total
de las comunidades que profesaban las letras en el Reino21 .
Los frailes dominicos, a decir del virrey Messia de la Cerda, mostraban
grandes infracciones y desvíos en la observancia de sus reglas y hacían os-
tentación de engreimiento con base en la independencia, exenciones y privi-
legios de que gozaban22 . A pesar de ello, ansiaban heredar buena parte de los
bienes expropiados a los jesuitas y veían en la organización de una universi-
dad pública una fuerte amenaza para la Universidad Tomística que regenta-
ban. En un acto público realizado en homenaje al virrey Guirior en el Colegio
Mayor del Rosario, José Celestino Mutis, titular de la cátedra de matemáticas
expuso a través de 16 asertos, el sistema heliocéntrico de Copérnico, un he-
cho ampliamente aceptado en el mundo científico y absuelto de dudas
teológicas por el papa Benedicto XIV en 175823 . A pesar de tal absolución,
los dominicos censuraron a Mutis acusándole de defender y exponer una

21 Hernández de Alba, G. (Compilador), Documentos para la historia de la Educación en


Colombia, Tomo IV: 189-194 (1983).
22 Ibíd.: 97.
23 Detalles sobre este acto y sus consecuencias están expuestos en Restrepo Canal, C. “Incidentes
que dieron origen al Plan de Estudios de Moreno y Escandón”. Boletín de Historia y
Antigüedades 23(266): 730-734. (1936).
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . . 813

doctrina insostenible, prohibida por la Santa Inquisición y opuesta a las Sa-


gradas Escrituras. Detrás de esta acusación estaba la intención de impedir o
entrabar la apertura de la universidad pública. Estas acusaciones terminaron
en unas disculpas poco convincentes presentadas por los frailes, quienes elu-
dieron los reclamos de Mutis y ladinamente restaron importancia a su acusa-
ción señalando que la discrepancia no era sustancial. El caso no concluyó
con las disculpas, que resultaron inaceptables tanto para el acusado como
para los ilustrados; el Virrey dio traslado del caso a la Junta de Temporalidades,
que entonces se ocupaba del mejoramiento de los estudios y promovía la
ejecución del nuevo plan de estudios. Una copia del expediente fue remitida
al Provisor Vicario General del Santo Oficio para que allí se fallase la contro-
versia. Pasado un tiempo Mutis resultó absuelto de la acusación, pero la uni-
versidad pública de tipo ilustrado no llegó a consolidarse. Lograban así los
dominicos su objetivo de mantener el control de la educación y conservar el
derecho de impartir títulos.
El 14 de julio de 1787 el virrey Caballero redactó una representación para
promover, una vez más, la erección de una Universidad Mayor en Santafé24 .
Con sobrados argumentos calificaba la educación como “grosera” e insistía
en que los estudios estaban “mal dirigidos y peor encaminados”. Ante la falta
de maestros la educación seguía en manos de los padres dominicos cuya
universidad estaba compuesta de un Rector y varios Lectores de la misma
Orden, quienes, en palabras del mandatario, procedían despóticamente como
dueños absolutos y se limitaban a explicar exclusivamente filosofía y teolo-
gía bajo un método puramente peripatético que también se aplicaba en los
dos colegios. Tan grave era la situación que la Real Audiencia había aplica-
do varias providencias buscando remedio a esta crisis25 . A su vez el Cabildo
había solicitado reiteradamente al virrey y a la Real Audiencia se diese cum-
plimiento y ejecución al proyecto presentado repetidas veces por el Fiscal.
A la representación del virrey Caballero seguía un plan detallado de la
organización de la Universidad.26 El proyecto, estructurado en dos partes,

24 Hernández de Alba, G. (Compilador). Documentos para la historia de la Educación en


Colombia, Tomo V: 121-134. (1983).
25 Como remedio a esta crisis, el Arzobispo Virrey y el Fiscal lograron que Carlos III, mediante Real
Cédula del 3 de mayo de 1768 declarase al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
Colegio de Estatuto, similar al del Arzobispado de Salamanca y demás colegios mayores de
España. Cf. Hernández de Alba, G. 1980. Documentos para la historia de la Educación en
Colombia, Tomo IV: 25-26 (1980).
26 Ibíd. Tomo V: 135-151 (1983).
814 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006

establecía el cuerpo de la organización con su canciller, director de estudios,


rectores, consiliarios, profesores, maestros y estudiantes y definía el plan de
los estudios, estableciendo las calidades de la enseñanza general, las cátedras
primera o de primeras letras, segunda o de gramática latina, de humanidades,
de filosofía, de matemáticas, de botánica perpetua, de química perpetua, pri-
ma y segunda de medicina, derecho canónico, derecho civil, teología perpe-
tua, historia eclesiástica, sagradas escrituras, teología prima y vísperas.
En 1796 el Virrey José de Ezpeleta en su relación de mando27 señalaba
que el Colegio de San Bartolomé, a pesar de reconocer al Rey como patrono
se mantenía incorporado al Seminario Conciliar y seguía dirigido por el Or-
dinario Religioso, lo cual había generado complicaciones de jurisdicción que
turbaban la armonía entre las dos potestades. La universidad a pesar de tener
el nombre de pública, y pese a reiterados intentos por quitársela, seguía a
cargo de los religiosos de Santo Domingo, quienes continuaban oponiéndo-
se a cualquier cambio. La Junta de temporalidades se había vuelto inoperan-
te, resultaba difícil reunirla y era casi imposible que se ocupase en este punto.
Por ello, y por falta de fondos seguía sin aplicarse a plenitud la Real Cédula
expedida con motivo de la expatriación de los jesuitas. A pesar de ello, se
había remitido a la Corte el Plan de Moreno reformado por Caballero y
Góngora, pues a todas luces resultaba imperioso, en razón del beneficio pú-
blico, “cortar los embarazos que ocurren en su logro imponiendo perpetuo
silencio a los religiosos de Santo Domingo”. Por ello Ezpeleta insistía ante la
Corona en que se allegasen algunos fondos para organizar las cátedras, y se
asignase y adaptase el edificio que ocupaba el Colegio de San Bartolomé,
definiendo a favor de la universidad el uso de las temporalidades ocupadas a
los jesuitas. En caso de no acogerse el plan de estudios remitido por Caballe-
ro y Góngora solicitaba se pusiese en vigencia uno de los últimos y buenos
planes que se habían introducido en las universidades de la Metrópoli, con el
fin de adaptarlo a las circunstancias locales, pero manteniendo la uniformi-
dad de la enseñanza y el esquema de gobierno con las de España. Cerraba el
virrey este punto indicando que si por motivos superiores no se podía llevar
adelante esta empresa, al menos se debía aplicar un remedio pronto y fácil
para mejorar la Universidad.
En 1803, al dejar el mando el virrey Pedro Mendinueta manifestaba en la
relación a su sucesor:

27 Posada, E. & P.M. Ibáñez (compiladores) Relaciones de Mando. Memorias presentadas por
los gobernantes del Nuevo Reino de Granada, Biblioteca de Historia Nacional 8: 331- 339
(1910), Bogotá.
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . . 815

“El antiguo y utilísimo pensamiento de erección de una Univer-


sidad pública y arreglo de estudios, ha sido nuevamente recor-
dado a S. M., no sin extrañar que en el tiempo que se ha pasado
desde que se comunicaron las reales cédulas de 18 de julio de
1778 y 8 de febrero de 1790 no se haya cumplido lo preveni-
do en ellas”28.
En concepto del virrey seguía siendo, no sólo útil sino necesario, estable-
cer la universidad pública y arreglar los estudios bajo un plan metódico y
moderno, adaptándolo a las circunstancias locales; aparte de ello resultaba
necesario incorporar a la nueva universidad no sólo los dos colegios públi-
cos de Santafé (el Mayor de San Bartolomé y el Mayor de Nuestra Señora
del Rosario), sino la Universidad de Santo Tomás, quitándole definitivamen-
te a la Orden de Predicadores la facultad de otorgar grados. Insistía
Mendinueta en recurrir a la bondad del Rey solicitando la aplicación de algu-
na parte de los bienes existentes de las temporalidades ocupadas a los cole-
gios de los exjesuitas en manos de la Real Hacienda. El siguiente párrafo
resulta bien diciente:
“Si las noticias que tengo y lo que generalmente se dice acerca
del número y calidad de estos bienes es cierto, no faltando fun-
damento para creerlo así, pudiera el Gobierno lisonjearse de
haber encontrado un tesoro escondido, y entonces se giraría
sobre un círculo menos estrecho, dando a los estudios toda la
extensión que necesita un país en donde la falta de conoci-
mientos útiles no ha permitido aprovechar los recursos de la
naturaleza”29.
Cierra el punto el virrey recordando como los pocos ilustrados deben su
conocimiento más al esfuerzo de sus estudios particulares y de sus propios
libros que a la calidad de la enseñanza impartida en las aulas, las cuales se
limitan a:
“una mediana latinidad, a la filosofía peripatética de Gaudin,
a la teología y derecho civil y canónico según el método y
autores que prescribió la Junta de Estudios de 13 de octubre
del año de 1779, derogando al mismo tiempo el sabio plan
que regía apenas desde el 74, formado por el Fiscal que fue
de esta Real Audiencia, D. Francisco Antonio Moreno. Con
una ilustración y método superiores a los alcances literarios
de sus contemporáneos” 30.

28 Ibíd.: 489.
29 Ibíd.: 492.
30 Ibíd.: 492-493.
816 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006

Pese a los reiterados esfuerzos del Fiscal, apoyados sin excepción por suce-
sivos virreyes y al sincero deseo de estos funcionarios de reformar la educa-
ción, el modelo de universidad, tal como se proponía nunca llegó a consolidarse
en el período colonial. A pesar de ello, algunos de los bienes expropiados
destinados para funcionamiento y desarrollo de la universidad siempre se man-
tuvieron en poder del Estado y se conservó su destinación para la organización
de la universidad pública. Ya obtenida la Independencia de Colombia, en 1826,
el general Santander clausuró la Universidad Tomística y creó la Universidad
Central, entidad a la cual se le adscribieron los colegios de San Bartolomé y del
Rosario y se le asignaron, entre otros bienes el edificio de aulas (antiguo cole-
gio de San Bartolomé), la biblioteca, el museo, los gabinetes de historia natural
y el Observatorio Astronómico de Bogotá. En 1842, al cambiar la orientación
política del gobierno, la nueva administración ordenó el traslado de estos bie-
nes a la Universidad del Primer Distrito; dos años después se invitó a los jesui-
tas a regresar al país. En 1867, las citadas propiedades pasaron a manos de la
Universidad Nacional. El emblemático Edificio de Aulas, que habían ocupado
el antiguo Colegio de San Bartolomé y la Universidad Javeriana, casi siempre
fue usado con fines culturales. Los sellos reales que ornaban el dintel de la
puerta principal del edificio fueron borrados el 26 de julio de 1813 luego de la
declaración de Independencia absoluta de Cundinamarca; el aula mayor, co-
nocida desde 1842 como Salón de Grados31 (por haber sido destinada median-
te disposición presidencial a las ceremonias de graduación de los universitarios),
previamente había servido de escuela pública y de capilla religiosa; en 1786
funcionó como capilla castrense, motivo por el cual fueron sepultados allí va-
rios militares. En 1822, por disposición del General Santander dio alojo al
Museo Nacional y a la Biblioteca Pública. En 1830 allí se realizaron las sesio-
nes del Congreso de la Gran Colombia. Dos años más tarde fue recinto de la
Cámara de Representantes y durante la guerra de 1840 fue utilizado como
cárcel para los presos políticos. A mediados del siglo XIX allí funcionaron la
Escuela Republicana y las Sociedades Democráticas, grupos conformados por
radicales. En 1857 recuperó su destinación como sede de empresas culturales
al ser sede del Liceo Granadino, interesante organización de tipo académico.
En 1867 el recinto sirvió para realizar el juicio al General Mosquera por sus
actos dictatoriales y para juzgar a los acusados del resonado crimen de Los
Alisos. En este salón, siempre engalanado, se realizaban los certámenes públi-

31 Gustavo Otero Muñoz publicó una completa historia de este recinto. Véase: “Historia del Salón
de Grados y del Ateneo de Bogotá”. Boletín de Historia y Antigüedades 34(387-389): 90-99
(1947).
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . . 817

cos y solemnes de la Universidad Nacional. En 1884 allí se reunía el Ateneo


de Bogotá, organismo que al igual que el Liceo Granadino buscaba el desarro-
llo de las ciencias, las letras y las artes en Colombia. Desde hace cerca de
sesenta años funciona el Edificio de Aulas que alberga el Museo de Arte Colo-
nial de Bogotá.

Creación de la Biblioteca Pública


Además de proponer la creación de la universidad y de reformar la educa-
ción, el fiscal Moreno y Escandón presentó a la Junta Superior de Aplicacio-
nes un plan de uso (Capítulo XIII) que fue acogido por el virrey Manuel
Guirior. En esta forma, el 20 de julio de 1773, se aprobó el auto de fundación
de una biblioteca pública en Santafé. El 22 de septiembre de 1774 la Real
Audiencia de Santafé expidió el respectivo reglamento, fijó el sueldo del
bibliotecario y señaló la sede que debería ocupar esta dependencia. La apro-
bación real se produciría en 1788. Un documento al respecto suscrito por
Antonio Porlier en Aranjuez el 16 de abril de tal año señala la excepcionalidad
de la medida cuando indica:
“Habiendo aprobado el Rey lo acordado por la Junta de
Temporalidades de este Reino en 22 de septiembre de 1774 para
que se erigiese en la Capital una Biblioteca Pública con los libros
ocupados a los Jesuitas en varios Colegios asignando para su sub-
sistencia el principal de cinco mil setecientos un pesos, siete rea-
les, según lo propuso el comisionado don Francisco Antonio
Moreno al número trece del Plan de Aplicaciones, se ha servido
mandar que se pase a su supremo Consejo de Yndias copia de los
documentos útiles que se insertan en el testimonio remitido por
Vuestra Excelencia con carta de 10 de octubre de 1787 No. 1°. Y
atendiendo su Majestad a la decadencia en que se halla este ramo
y a las crecidas cantidades que se impenden anualmente en las
pensiones alimentarias y demás gastos de su administración, me
manda prevenir a Vuestra Excelencia que esta condescendencia
de Su Majestad con los deseos de la Junta no debe servir de ejem-
plar para otros casos, porque ninguna aplicación será efectiva hasta
que las Temporalidades no se hallen desembarazadas de sus
gravámenes. Lo prevengo a Vuestra Excelencia de real orden
para noticia de la Junta y que tenga el debido cumplimiento”32.
El 9 de enero de 1777, pasados diez años del extrañamiento de los jesui-
tas, y tres de su creación, abrió sus puertas la Real Biblioteca Pública en el

32 Ibíd.: 156-157.
818 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006

edificio del Colegio Seminario de San Bartolomé; este inmueble es en la


actualidad, debidamente remodelado, la sede de la Cancillería colombiana y
por un tiempo hizo las veces de Palacio Presidencial. Por una de sus venta-
nas, y con la ayuda de Manuela Sáenz, huyó el Libertador Simón Bolívar,
escapando así a un atentado en contra de su vida el 28 de septiembre de
1828.
De acuerdo con el inventario realizado por Moreno y Escandón y por el
oidor y alcalde de corte de la Real Audiencia Antonio Verástegui, la Biblio-
teca contaba con 4182 volúmenes discriminados así: Santos Padres, 272;
Expositores, 432; Teología 438; Filósofos, 146; Predicadores, 573;
Canonistas, 564; Matemáticos, 83; Gramáticos, 229; Históricos, 597; Espiri-
tuales, 424; Médicos, 39 y Moralistas, 35833 . Junto con los existentes en
Santafé, a los inventarios de la Biblioteca ingresaron libros provenientes de
los colegios jesuitas de Honda, Pamplona y Tunja a los que se unió la dona-
ción de la biblioteca personal de Manuel del Socorro Rodríguez, director de
la Biblioteca a partir de la administración del virrey Ezpeleta y fundador de
las primeras publicaciones periódicas, motivo por el cual se le considera pre-
cursor del periodismo en Colombia. Una vez liquidada la Real Expedición
Botánica, buena parte de los ejemplares de sus fondos se trasladó a la Biblio-
teca Pública, con lo cual se completó una importante colección de 14.847
volúmenes. Hoy la mayoría de estos libros hacen parte de colección de
incunables, raros y curiosos. En 1822 la Biblioteca fue trasladada al edificio
de aulas del Colegio de San Bartolomé, situado en la manzana del frente,
donde como ya se mencionó, funcionó por varios años la universidad.

Esbozo del fiscal artífice de las reformas educativas


Vale la pena recordar algunos datos biográficos del Fiscal Moreno y
Escandón, principal artífice de la reforma educativa, promotor de la universi-
dad pública de estudios generales y creador de la Biblioteca Pública de Santafé,
primera de su género organizada en suelo americano. Moreno nació en Ma-
riquita, población ubicada cerca del puerto de Honda, en el valle del río
Magdalena, el 25 de octubre de 1736. Fueron sus padres Manuela Díaz de
Escandón y Miguel Moreno, hombre acomodado que había ocupado impor-
tantes cargos tanto en Cartagena como en Mariquita; entre ellos figura el de
Superintendente de la importante región minera del Chocó. Merced a una
fortuna paterna cuantiosa, Moreno gozó de bienestar y disfrutó de refinada

33 Rodríguez Torres, A. “Reseña histórica de la Biblioteca Nacional de Colombia”. Senderos


5(24): 340. (1992).
SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA: DESTINO CULTURAL DE ALGUNOS DE LOS BIENES. . . 819

educación por lo que se convirtió en un verdadero erudito. Desde muy joven


residió en Santafé donde estudió humanidades y jurisprudencia; el título lo
obtuvo en la Universidad Javeriana.
Desde un comienzo sobresalió en el desempeño de cargos públicos, carac-
terizándose por una incansable capacidad de trabajo y por un estricto celo en el
desempeño de sus funciones. Aun joven fue catedrático de Instituta y de prima
en Derecho Canónico, y se desempeñó como Asesor General del Ayuntamien-
to, Asesor de la Casa de Moneda de Santafé, Procurador General, Padre de
Menores, Alcalde Ordinario y defensor de rentas decimales. En 1761 fue nom-
brado abogado de la Real Audiencia. Tres años más tarde viajó a Madrid don-
de colaboró con el Consejo de Indias y ganó valiosa experiencia. En junio de
1765 fue nombrado Fiscal Protector de Indios de la Real Audiencia de Santafé.
En 1767 le correspondió notificar a los jesuitas de su expulsión y por varios
años hizo parte de la Junta de Temporalidades. Allí propuso un plan de ocupa-
ción y destino de los bienes incautados algunos de los cuales sirvieron para
poner en marcha hospicios para pobres e inválidos de ambos sexos garantizán-
doles rentas con el beneficio de las salinas de Rute y Calera. Como ya se
mencionó, se esforzó en reorganizar la educación, crear una universidad públi-
ca de estudios generales y organizar una biblioteca pública.
En 1771 fue designado Conservador de Correos y tuvo el control de las
rentas de tabaco aguardiente y salinas. Entonces elaboró un interesante pro-
yecto de explotación y manejo de las salinas de Zipaquirá. Luego fue nom-
brado Visitador y en ejercicio de ese cargo elaboró un interesante estudio
sobre el estado del virreinato que abarca aspectos militares, políticos, civiles,
económicos y religiosos, así como un censo de indios y blancos; esta extensa
y detallada relación incluye un plan geográfico de todo el Reino con sus
respectivas provincias, plazas y principales ciudades, además de interesante
información sobre las misiones y sobre el estado de las tribus indígenas y su
incidencia en el comercio. El estudio va acompañado de un plano geográfico
del virreinato con su demarcación territorial, ríos, islas, provincias, plazas de
armas, rentas y límites.
El 27 de marzo de 1776 fue nombrado Fiscal de Crímenes en la Audien-
cia de Santafé y en 1780 fue trasladado a Lima con el mismo cargo, siendo
también fiscal en lo civil y protector de indios; en 1785 fue designado Oidor
de la Audiencia de Lima; en 1789 fue enviado a Chile con el cargo de Re-
gente. Murió en Santiago de Chile el 22 de febrero de 1792, víctima de un
ataque de tabardillo; entonces contaba con 55 años de edad. El 10 de julio de
1759 había contraído matrimonio con Teresa Isabella, dama natural de Morón
en Sigüenza.
820 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006

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