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VIDA ACADÉMICA 745

V IDA A CADÉMICA

HOMENAJE A LOS MÁRTIRES DE LA PATRIA

El 19 de julio de 2006, en cumplimiento de una de las más caras tradicio-


nes de la Academia, se llevó a cabo en el recinto de la Iglesia de la Veracruz,
Panteón Nacional, el homenaje a los mártires de la Patria, al cual concurrie-
ron muchos académicos encabezados por los miembros de la Mesa Directi-
va. Presidió la eucaristía el padre Alirio López, párroco de la Veracruz y
actuaron como concelebrantes el académico de número Luis Carlos Mantilla
O.F.M. y Monseñor Germán Pinilla, Capellán del Colegio Mayor de Nues-
tra Señora del Rosario y canónigo de la Catedral. Al final de la eucaristía
pronunció el discurso de orden el académico de número general (r.) José
Roberto Ibáñez, el cual se transcribe a continuación:
“Agradezco a la Academia Colombiana de Historia, el honor que me ha
dado, para llevar su voz en esta tradicional ceremonia religiosa y patriótica,
con la cual, anualmente renovamos el culto a los mártires de la Patria, en este
sagrado templo, que con el brillo dorado de sus nombres sobre el mármol,
por sí mismo evoca su sacrificio por darnos una nación soberana y
democrática.
“En el presente del Mundo, cuando el sistema de valores que ha desarro-
llado la civilización occidental y el cristianismo, sin reato moral tiende a
invertirse en busca del hedonismo y del imperio de la economía, sobre las
calidades del espíritu, del honor nacional y de la dignidad humana, el culto a
los héroes y mártires de la República se constituye en reactivo espiritual para
encauzar a Colombia por los mandatos del derecho natural, de la solidaridad
social, de la paz y de la conquista de los grandes intereses de la Patria.
“Los hechos epicentros, de los cuales dimana todo nuestro desarrollo his-
tórico están constituidos por el Descubrimiento de América o encuentro de
Dos Mundos, que gestó nuestra nacionalidad; y la Guerra de Independencia,
que dio nacimiento al Estado colombiano que nos rige. Pero el primero, for-
jado en el movimiento renacentista europeo y carente de elaboración ameri-
cana, pertenece más a la historia universal. El segundo en cambio, esencia y
raíz de la Patria, conlleva mayor significado espiritual para sus valores sociales.
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“Razón para sintetizar el significado de este acto, solo en sus aspectos


trascendentales: en primer lugar el auténtico valor moral de la generación de
mártires de la Primera República y luego su penetración y legado en el alma
popular. Sin idealizarlos como ha ocurrido en nuestra historiografía románti-
ca y tropical del pasado. Considerándolos en su esencia natural, con las vir-
tudes y pasiones, aciertos y errores de su dimensión humana y a la luz de las
circunstancias y hechos que les dieron fisonomía histórica.
“Excluyendo a los precursores de la independencia: Nariño y Miranda,
algunos distinguen en los héroes de la emancipación, dos generaciones
sucesivas: la de mártires, cuyas figuras principales yacen en este osario,
encabezados por Camilo Torres, el sabio Caldas, Baraya, Villavicencio y
otros no menos insignes, y la de libertadores acaudillados por Bolívar,
Santander y Córdova. Cuando en realidad son una sola, y su diferencia
está dada por la reacción del Régimen del Terror que inmoló a los prime-
ros, pero no pudo evitar que los segundos escaparan a las Llanuras Orien-
tales y al Caribe, para cobrar los laureles de la victoria en las grandes
campañas de la libertad Americana.
“Recordemos ante todo que los mártires de la primera República, se iden-
tifican por su pertenencia a la clase socioeconómica de los criollos, es decir,
a los descendientes de españoles nacidos en América, con escasos hilos de
estirpe nativa, menos de sangre esclava. Muchos de ellos, legatarios de los
encomenderos que usufructuaron la conquista, establecieron un régimen feudal
y se resistieron a cumplir las Leyes de Indias cuando afectaban sus intereses
económicos. Por consiguiente, eran al finalizar el siglo XVIII, los detentadores
de los medios de producción de riqueza y quienes regían la economía colo-
nial llevando una vida cómoda y placentera, aun cuando sin mayores posibi-
lidades políticas para dirimir el destino de su pueblo.
“Pero por contradicción histórica, fue justamente su posición socio-eco-
nómica la que les permitió a estos criollos viajar a Europa o Norteamérica
y acceder con el estudio, al ámbito de la ilustración o de la enciclopedia,
para esparcir sus postulados por América como reacción a tres años de
colonialismo. E identificados con un nuevo concepto de Patria, bien distin-
ta de la España europea, se lanzaron del campo del pensamiento al de la
acción, motivados por los logros de las revoluciones inglesa, norteameri-
cana y francesa. Por eso la ilustración fue el puñal que se clavó a sí mismo
el despotismo.
“Circunstancia que paralelamente da a esta generación de próceres y már-
tires, una estatura moral no alcanzada ni antes ni después de la Independen-
cia por ninguna otra. Porque teniéndolo todo: familia, prosperidad económica
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y existencia placentera, al asimilar el nuevo concepto de democracia y cali-


brar sus bondades, todo lo abandonaron y a costa de sus propias vidas, se
lanzaron al campo de batalla a redimir al pueblo de los lastres de la esclavi-
tud, del servilismo, del fanatismo y de la ignorancia generados por tres siglos
del rancio y protervo colonialismo hispano. Ratificando de paso, que ningu-
na revolución triunfa sin el liderazgo de parte de la propia clase dirigente a la
que pretende derribar y sin el sacrificio de otra buena cuota de sus adalides.
Tal como ocurrió en nuestra Primera República con el martirio de quienes
reposan bajo esta pira sagrada y de quienes esculpieron de gloria los campos
de Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho.
“En el terreno de las grandes realizaciones humanas, el título de mártir,
que da la sociedad a quienes ofrendan su vida por ella, es tal vez la aureola
más reconocida, trascendente y perdurable: por cuanto comprende a todas
las demás virtudes de una comunidad como el patriotismo, el heroísmo, el
valor, el honor, la honestidad, el amor al prójimo, la dignidad y la gloria. Tal
vez por eso, nuestro Dios, al asumir su condición humana, escogió el marti-
rio como forma de redención eterna, para edificar sobre él la religión cristia-
na que hoy profesa casi la mitad de la población del Mundo.
“Pero, además, la sangre de los mártires de la Primera República al em-
prender su vuelo hacia la eternidad sobre los horizontes de la gloria, refractó
en seguida a la tierra colombiana, la luz de la fortaleza y de la fe para que el
pueblo famélico y desnudo cruzara los Andes y realizara la gran epopeya de
1819. La cual no podemos concebir, sin el paradigma de los mártires que de
1816 a 1818 fueron inmolados por los pelotones de fusilamiento de Morillo.
“La profunda identificación entre los mártires y héroes con el pueblo que
prosigue rindiéndoles culto, es tan fuerte e imperecedera, que sus lecciones
fecundas, determinan con dinámica creadora el alma de las masas hacia la
virtud en sus momentos de crisis y de angustia. Don Miguel de Unamuno
desentraña esta realidad sicológica de la sociedad, dividiendo a los hombres
en tres categorías: LOS HÉROES Y MÁRTIRES, LOS DOCTORES, Y
EL PUEBLO. Entre los héroes y mártires y los doctores, no puede existir
buena comunicación, por la preconcepción mental de los segundos de fór-
mulas o patrones intelectuales que a veces los inhiben para ser portadores
entre el espíritu y la naturaleza. Los héroes y mártires en cambio, poseedores
de misteriosas potencias, encarnan un mensaje al pueblo con una fuerza tam-
bién misteriosa. Dice al respecto el célebre rector de Salamanca: “A los hé-
roes los entiende mejor el pueblo que a los Doctores. Don Quijote pudo
arrastrar detrás de sí a Sancho, no al bachiller Sansón Carrasco. Al pueblo le
van administrando los intelectuales doctrinas y enseñanzas que en cada ge-
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neración se le despegan porque no las vive hondamente. Es vano que traten


de inculcarse maneras que riñen con su ser profundo. Siempre que Don
Quijote redivivo, llame a Sancho, el escudero dejará con la palabra en la
boca a Sansón Carrasco para irse detrás de su amo, a quien pide con lloro
que no se muera sin que lo lleve a la tierra prometida, Sancho espera a Don
Quijote sin saber lo que espera. Los naturales esperan a los espirituales, has-
tiados de fríos y hueros sermones del intelecto revestidos de piedad. Nada
más cerca de las masas que los poetas, los videntes y los héroes y mártires.
Los doctores le muestran al pueblo sus conocimientos almacenados; ‘los es-
pirituales’ le muestran su personalidad, la visión de un hombre entero y ver-
dadero, la revelación de un alma al desnudo.
“Y los movimientos populares, no se enmarcan dentro de la lógica de
esquemas sociales predeterminados, justamente por sus profundas raíces
sicológicas. Las masas piensan antes con el corazón que con el cerebro y
aceptan las ideas solo cuando vienen cargadas de potencia emotiva y volcá-
nica; potencia que sólo poseen los héroes y mártires, no las doctrinas y los
programas, porque trasmiten sus razones de lucha espiritual a las multitudes,
que siguen su llamado y su memoria, llenando el vacío de su orfandad y
desamparo con el sentimiento vibrante de quienes fueron capaces de ofrendarse
en aras del altruismo.
“Cuando estamos en los umbrales de la conmemoración bicentenaria de
nuestro proceso independentista y observamos la realidad de la violencia
que nos sobrecoge y angustia, estas consideraciones nos hacen comprender
mejor cómo el ejemplo de los mártires de la Primera República ilumina la
Nación de esperanza para superar el conflicto, justamente con el sacrificio
del sinnúmero de soldados que a diario caen bajo la aleve emboscada de toda
esa caterva de bandidos que infestan la República. Y que en contravía de la
voluntad popular, pretende derribar el Estado de Derecho vigente, con el
pretexto de reivindicar a la sociedad, pero corrompiéndola, atacándola y
martirizándola de manera indiscriminada y cruel. La sangre generosa de es-
tos mártires, hoy se funde con la de los de ayer en el cementerio heroico de la
Patria y se eleva al cielo como una plegaria por la paz de Colombia.
“A veces resulta difícil hacer entender el significado del martirio de nues-
tros héroes, tanto de la generación de la independencia como de la del pre-
sente, por la interpretación que de nuestro pasado tomaron las corrientes del
determinismo económico y del materialismo histórico, implantadas con ca-
rácter esnobista hace tres décadas por el propio Ministerio de Educación.
Corrientes que aún condicionan los programas de estudio en varios estable-
cimientos académicos y educativos, los cuales amalgaman la historia dentro
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de otra serie de ciencias sociales y la circunscriben exclusivamente a las con-


tradicciones sociales, dejando de lado los grandes hombres que con su pen-
samiento o acción la hicieron posible, en beneficio del protagonismo de las
masas informes que por sí mismas jamás habrían logrado escribir las páginas
gloriosas de la libertad, menos de su desarrollo y progreso de los pueblos.
“De tal manera, este acto de la Academia Colombiana de Historia cobra
permanente vigencia y penetración en el alma nacional. Porque nos recuerda
que el disfrute de nuestra libertad, de nuestras posibilidades de una vida me-
jor, de las bondades y de las dificultades de la Patria que hoy tenemos, ha
sido fruto de la labor sacrificada y heroica de las generaciones de ayer y de
hoy que no dudaron en sacrificarse por Colombia”.

General (r.) José Roberto Ibáñez


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O BITUARIO

PILAR MORENO DE ÁNGEL

Siempre son tristes las despedidas, pero


al decir adiós a un ser humano como Pilar
Moreno de Ángel se multiplican las razo-
nes para la tristeza. Se ha perdido no solo a
una persona excepcional sino con ella, a una
multitud de interlocutores, cada uno espe-
cial en sí mismo y parte constitutiva de su
personalidad profunda y versátil, capaz de
interesarse en todo lo que significara cultu-
ra, belleza y conocimiento.
Dejaremos de oír a la historiadora versa-
da y amena, sus narraciones iluminadas por
certeros juicios y anécdotas. No la veremos
más frente a los tesoros de su biblioteca, se-
ñalando una primera edición largamente buscada, o admirando un grabado
exquisito. Recordaremos siempre a la amiga generosa, a la Académica erudi-
ta y memoriosa, a la crítica de arte, a la mujer fuerte capaz de organizar y
ordenar una Biblioteca de 400.000 volúmenes, pero también atenta a los
cuidados de su hogar, de su familia y sus amigos.
Pilar Moreno de Ángel murió el 26 de junio de 2006 después de una vida
llena de hazañas. En efecto, desde muy joven Pilar se sintió atraída por la
investigación histórica, impulsada por las enseñanzas de su padre, don Juvenal
Moreno, gran aficionado a la historia y las humanidades.
En 1971 obtuvo un premio otorgado por el Instituto Colombiano de Cul-
tura a su biografía de Alberto Urdaneta y ese triunfo le sirvió de acicate para
emprender la vastísima investigación sobre José María Córdoba. Después de
años de trabajo en el Public Reccord Office de Londres surgieron los tres
volúmenes de la correspondencia y los documentos relativos al general Cór-
doba y más adelante la historia de su vida. Siguiendo su vocación, Pilar
inició las investigaciones conducentes a la empresa monumental de la bio-
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grafía del general Francisco de Paula Santander, la más completa y docu-


mentada de cuantas se han escrito sobre la vida, obra y pensamiento del
Hombre de las Leyes.
Este trabajo narra la vida del héroe desde su infancia, sus estudios en el
colegio de san Bartolomé, su dedicación al ideal patriótico que lo impulsa a
cooperar en la organización del ejército libertador y su amor por la lógica y el
orden que serán el substrato sobre el cual se construirán las Leyes de la
República.
Simultáneamente Pilar dirigía las obras de reorganización de la Biblioteca
Nacional. Esto implicaba el desmontar, restaurar, limpiar y acomodar los
400.000 volúmenes de la colección. Esta empresa le exigía ser a la vez
arquitecta, bibliotecaria y constructora, tener un sistema ejemplar y un orden
impecable que le permitiera cuidar de los incunables, los documentos precio-
sos y los miles de libros para salvarlos del polvo y el movimiento. Debía
arreglar el edificio, sacar con buenas maneras a ciertos inquilinos incómo-
dos, reordenar los volúmenes y proteger los empleados sofocados entre el
polvo que se había acumulado en 40 años. Esa labor salvadora de nuestro
patrimonio se complementó con su trabajo en el Archivo Nacional que diri-
gió con su habitual seriedad, método e inteligencia.
A la biografía del general Santander siguió un pequeño volumen sobre
don Antonio de la Torre y Miranda, viajero y poblador. Este singular oficial
viajó por toda la región norte del Virreinato de la Nueva Granada, vistiendo
el uniforme de los ejércitos del Rey, fundando pueblos y navegando por ríos
recién descubiertos y anotando sus observaciones sobre la naturaleza y las
costumbres de los nativos.
El último libro publicado por Pilar Moreno de Ángel fue El Daguerrotipo
en Colombia. A la autora le encantaba la fotografía como documento histó-
rico y había recogido una muy valiosa y ordenada colección. Esta afición la
llevó a interesarse en su historia y como consecuencia lógica en el daguerro-
tipo, su origen, su técnica y sus aplicaciones. La investigación preliminar
llevó a la autora a buscar ejemplos y curiosidades en todo el mundo y a
establecer correspondencia con especialistas hasta lograr una joya de belleza
y conocimientos.
Si Pilar fue un ejemplo como intelectual y profesional, en su hogar logró
concretar los matices más exquisitos de su amor por el arte y la cultura. Espo-
sa, madre y abuela cariñosísima, compartió con su familia no solo su amor
por todo lo bello sino su alegría, su amor por la naturaleza y su respeto por
todas las manifestaciones de la inteligencia.
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Toda su vida, pública y privada, se cimentó en su relación con Jaime


Ángel Villegas, su compañero, su apoyo, su admirador y su respaldo. Jaime
ha sido al mismo tiempo el tierno padre de Silvia, Carolina y Camilo y el
abuelo de Valentina, Alejandra, Cristina y María. Para todos ellos el dolor de
esta despedida está aminorado con la esperanza de un reencuentro en la bi-
blioteca celestial que sin duda Dios le tenía preparada.
Teresa Morales de Gómez

Palabras de su hijo Jaime en las exequias que tuvieron lugar en la


Parroquia de la Inmaculada del Chicó, el 27 de junio de 2006 a la 1 p.m.
El día en que Jaime conoció a nuestra mamá, se enamoró de ella. La vio a lo
lejos, desde la puerta de entrada de la casa de Carolina Gómez y se enloqueció
por ella. Allí, desde esa puerta, Jaime supo que se casaría con aquella mujer
vestida de negro de los pies a la cabeza. Le propuso matrimonio al día siguien-
te. Nuestra madre, pensó para sus adentros, que se había enamorado de un
loco y le contestó con un largo no..., que a la verdad no duró demasiado, pues
a los tres meses sucumbió en sus brazos y de allí no volvió a apartarse nunca.
Tuvimos la suerte de nacer del amor de esta pareja extraordinaria, en don-
de la armonía y la calidez eran el diario vivir. Su empatía por el otro trascen-
día los límites normales. Un hombre y una mujer que se compaginaron y se
abrazaron, como si fuesen uno solo y que crecieron, uno al lado del otro,
enorgulleciéndose del otro.
Pilar fue una madre como pocas. Nuestra amiga, compañera, confidente
y maestra. Viajamos los cinco, por todo Colombia, conociendo pueblo a pue-
blo, iglesia a iglesia, cuadro a cuadro, batalla a batalla. Cada día era una
lección de arte y de historia, de Colombia y del mundo, envidiable para cual-
quier erudito. Una mujer divertida y alegre, llena de vida y de humor, con
una inteligencia extraordinaria, una memoria extensa y un carácter cariñoso.
Su último discurso, cuando fue nombrada miembro de la Academia Co-
lombiana de la Lengua, no lo podremos olvidar. Hablaba de Cristóbal Colón,
de sus hazañas, de sus aventuras. Escuchamos atentamente hechos extraordi-
narios y novedosos. Cosas que los historiadores se habían saltado en sus libros
y que nos conducían a un viaje fantástico, a través de las más increíbles aven-
turas. No sabíamos entonces, que este sería su último diálogo con el mundo y
que ella, en un par de años, moriría emblemáticamente, en el restaurante 1492.
Ahora entendemos por qué este era su lugar para morir y no otro.
Si tuviésemos nuevamente la opción de escoger entre miles de millones
de oportunidades, escogeríamos sin lugar a dudas, a Jaime y Pilar como pa-
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dres. Esto ha sido como ganarse el premio gordo de la lotería. Nos sentimos
los más privilegiados. Ellos, “los adelantados”, comprendían el valor de la
educación y del buscar entender al otro.
Ellos, “los adelantados”, han sido ejemplo de generosidad y amor para todos
aquellos que de alguna u otra forma los compartimos y fuimos afortunados de
conocerlos y de vivir dentro de su hogar y de compartir su amor. Esto, sin lugar
a dudas, ha sido un privilegio y se lo agradecemos a Dios, de todo corazón.
Un enorme beso para Jaime y un hasta luego para Pilar, de sus hijos, con
todo nuestro más profundo amor.
Sylvia, Carolina y Camilo

Palabras pronunciadas por el Presidente de la Academia al


finalizar el funeral
Doña Pilar Moreno de Ángel ocupaba la más alta categoría en el escalafón
de la Academia Colombiana de Historia, la de Miembro Honorario. Tal distin-
ción le fue concedida teniendo en cuenta sus dotes innatas de investigadora, su
interés por la Corporación, a la que sirvió en diferentes posiciones con innega-
ble dedicación, y especialmente sus obras, entre los que sobresalen las biogra-
fías de Francisco de Paula Santander, José María Córdova y Alberto Urdaneta,
así como documentados escritos sobre el patrimonio artístico nacional como el
dedicado al daguerrotipo en Colombia. Además, en el ámbito nacional ocupó
importantes cargos como los de Directora de la Biblioteca Nacional de Colom-
bia y directora del Archivo General de la Nación.
Correspondió a Pilar Moreno de Ángel ser la primera dama en ocupar un
sitial de miembro de número en la Academia, calidad en la cual abrió nuevos
espacios, merced a la seriedad de sus trabajos y a su compromiso con la
entidad. Tras ello la presencia femenina en la Academia ha sido fundamental
y decisiva.
Desde niña Pilar mostró una especial inquietud intelectual que fue madu-
rando y que se manifestó en su real dimensión en 1971, cuando su trabajo
sobre Alberto Urdaneta fue galardonado con el tercer premio en el Concurso
Nacional de Historia. Gracias a esta biografía publicada en la Colección de
Autores Nacionales, Alberto Urdaneta fue ubicado en el sitial que merece
dentro del panorama cultural del país.
Su vocación de historiadora no podía quedar satisfecha y la condujo a
indagar sobre José María Córdova. Tres volúmenes recogen la Correspon-
dencia y documentos del General José María Córdova compilados y co-
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mentados por ella. Tras esta dispendiosa labor de ordenamiento y análisis era
obvio que abocase su biografía. En 27 capítulos recreó la vida de este prócer
mediante el completo estudio de sus antecedentes familiares, su formación
intelectual y su vida política y militar.
La obra que más identifica a Pilar Moreno como historiadora es su bio-
grafía del general Francisco de Paula Santander. Sin exageraciones, se trata
de la más completa y documentada de las biografías del “Hombre de las
Leyes”. A través de 45 densos capítulos se nos presenta un Santander lleno
de cualidades y también, como cualquier ser humano, adornado de no pocos
defectos. El libro nos muestra a Santander en su verdadera dimensión de
militar, jurista, estadista, hombre de mundo y promotor de la educación y la
cultura. En forma paralela, al lado de los hechos más destacados en la carrera
vital del prócer se relata la gesta emancipadora sin dejar de lado ninguno de
los sucesos que marcaron la historia de la revolución granadina.
Otro de sus libros es el titulado Antonio de la Torre y Miranda, viajero y
poblador. En el se describen las aventuras de un viajero singular, muy propio
del siglo XVIII, quien en su carácter de oficial de los ejércitos reales y de
católico convencido, recorrió sin descanso la región del Caribe, fundando pue-
blos y estableciendo colonias. En esta labor fundó o reestableció 43 poblados.
En El daguerrotipo en Colombia Pilar Moreno relata buena parte de la
historia de la fotografía en nuestro medio; en esta reseña cuidadosamente
ilustrada, los adelantos técnicos y las innovaciones giran alrededor de tres
precursores, los señores Gros, García Hevia y Armstrong Bennet.
La última obra de Pilar lleva el título de Santafé de Bogotá 1864-1865. Se
trata de un álbum único y raro en el que se hace la reproducción de 30 lámi-
nas elaboradas por Otón de Bourgoing, Secretario de la Legación de Francia
en la Nueva Granada. Las láminas, bastante ingenuas, ilustran las costum-
bres, los tipos humanos y el entorno de la capital colombiana a través de
ensambles en los que se utiliza una técnica mixta de collage y pintura.
Para la cultura colombiana y especialmente para la Academia Colombia-
na de Historia la muerte de Pilar Moreno de Ángel constituye una pérdida
irreparable. Hemos perdido no solo a una apreciada colega dotada de un
vasto talento y una marcada vocación de servicio sino a una historiadora de
verdad cuya obra habla por sí misma. Su ausencia nos priva del concurso de
sus ideas y del vigor de sus facultades intelectuales. Por ello, la Academia
honra su memoria, deplora profundamente su fallecimiento, y comparte soli-
dariamente el duelo que este acontecimiento causa a Jaime Ángel, a sus hijos
Silvia, Carolina y Camilo, a sus nietos y al resto de su familia, así como al
ámbito académico nacional.
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BIBLIOGRAFÍA DE LA ACADÉMICA PILAR MORENO DE ÁNGEL


LIBROS
1972. Alberto Urdaneta, Colcultura, Bogotá. Colección “Biblioteca Colombiana de Cultura, 5”.
1974. Correspondencia y documentos del General José María Córdova: conmemoración del
Sesquicentenario de Ayacucho, Academia Colombiana de Historia, Bogotá. Colección “Bibliote-
ca de Historia Nacional, 127-130”.
1977. José María Córdova, Academia Colombiana de Historia, Bogotá. Colección “Biblioteca de
Historia Nacional, 137”.
1979a. José María Córdova, Colcultura, Bogotá. Colección “Biblioteca Colombiana de Cultura, 6 y
7”.
1979b. José María Córdova (2ª. ed.), 2 tomos, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá. Colección
“Historia Viva, 6 y 7”.
1981. Anselmo Pineda, Lvieco y Cia. Ltda., Medellín.
1984. Santander: Su iconografía, Editorial Arco, Bogotá, (en colaboración con Horacio Rodríguez
Plata).
1989. Santander: biografía, Planeta Colombiana Editorial, Bogotá.
1993. Antonio de la Torre y Miranda: viajero y poblador (siglo XVIII), Planeta Colombiana Edito-
rial, Bogotá.
1995a. José María Córdova, Planeta Colombiana Editorial, Bogotá. Colección “Biografías”.
1995b. Caminos reales de Colombia, Fondo FEN Colombia, Bogotá, (en colaboración con Jorge
Orlando Melo).
1995c. José María Córdova: Biografía, Planeta Colombiana Editorial, Bogotá.
1996. Trascendencia del Convenio de Cooperación Científica entre la Academia Colombiana de
Historia y la Universidad Militar “Nueva Granada” en Cátedra Maestro Germán Arciniegas,
Academia Colombiana de Historia, Bogotá. Colección “Estudios humanísticos, 1”.
2000. El Daguerrotipo en Colombia, Fondo Cultural Cafetero, Bogotá.

ARTÍCULOS
1974. La batalla de Ayacucho, en Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá, Vol. 61, No. 706,
págs. 478-486.
1977. Carta del general José María Córdova en defensa del Libertador Simón Bolívar, en Boletín
de Historia y Antigüedades, Vol. 64, No. 719, págs. 587-596.
1979a. El gobierno de José Hilario López, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No, 726,
págs. 366-381.
1979b. Gabriel Giraldo Jaramillo, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No.726, págs.
342-344 (coautor).
1981a. Informe sobre la casa de Juan Flórez de Ocáriz, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol.
68, No. 732, págs. 94-98.
1981b. Juicio sobre la “Historia de la Revolución en la República de Colombia”, de José Manuel
Restrepo, por Andrés Bello, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 68, No. 735, pág.1069.
1982a. La estatua del Hombre de las Leyes en la Plaza de Santander en Bogotá, en Boletín de
Historia y Antigüedades, Vol. 69, No. 738, págs. 623-634.
1982b. Panamá y la revolución de 1885 a través de las cartas del diplomático chileno José Antonio Soffia,
en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 69, No. 737, págs. 383-408.
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1985. Hoja de servicios del general de División, don José María Córdova, héroe de Ayacucho, en
Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 72, No. 748, págs. 137-145.
1987. Horacio Rodríguez Plata, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 74, No. 759, págs. 798-
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y Antigüedades, Vol. 76, No. 766, págs. 597-599.
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1990b. Renuncia irrevocable a la Comisión Colombiana del V Centenario del Descubrimiento de
América, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 77, No. 771, Págs. 1092-1093.
1991. José Celestino Mutis y la Ilustración en el Nuevo Reino de Granada, en Boletín de Historia y
Antigüedades, Vol. 78, No. 774, págs. 557-570.
1992. (Coautora) Informe de comisión, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 79, No. 776,
págs. 223-224.
1993. Sobre el libro “Patriota y amante de Usted: Manuela Sáenz y el Libertador”. Ni patriota ni
amante de Usted, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 80, No. 782, págs. 817-819.
1994. El culto a la historia, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 81, No. 787, págs. 899-902.
1995a. El Amazonas y el Brasil a través de las exploraciones y viajes del general Rafael Reyes en la
segunda mitad del siglo XIX, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 80, No. 788, págs. 113-125.
1995b. El IV Congreso de Academias de historia, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 82,
No. 789, págs. 541-543.
1995c. La historia de Colombia ya no se enseña, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 82, No.
790, págs. 763-764.
1997a. Bienvenida a don Carlos José Reyes Posada, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 84,
No. 797, págs. 383-390.
1997b. (Coautora) En salvaguarda del patrimonio histórico: los barandales de la Quinta de Bolí-
var, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 84, No. 798, págs. 863-872.
1998a. Los santandereanos y la historia, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 85, No. 803,
págs. 1157-1160.
1998b. Bicentenario del nacimiento del general José María Córdova, en Boletín de Historia y
Antigüedades, Vol. 86, No. 807, págs. 1089-1099.

PRÓLOGOS
1976. Prólogo y notas, en ALBERTO URDANETA, Dibujos y caricaturas, Grupo de Seguros
Colombia, Bogotá.
1983. Prólogo, en JOSÉ MARÍA ESPINOSA, Memorias de un abanderado, Academia Colombia-
na de Historia, Bogotá. Colección “Complemento a la Historia Extensa de Colombia, 7”.
1988. Prólogo, en FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, Escritos sobre Santander, Funda-
ción Francisco de Paula Santander, Bogotá. Colección “Monográfica, 3”.
1999. Prólogo, en EMILIANO DÍAZ DEL CASTILLO, Espíritu y sangre de Santa Teresa de Jesús
en Colombia, Academia Colombiana de Historia, Bogotá. Colección “Biblioteca de Historia
Nacional, 155”.
2000b. Investigación y textos, en OTHÓN DE BOURGOING, Santafé de Bogotá 1863-1864, Duff
and Phelps de Colombia, Bogotá.
758 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 834 – SEPTIEMBRE 2006

ROBERTO MARÍA TISNÉS JIMÉNEZ, c.m.f.


Presbítero

Falleció en la Clínica Marly de Bogotá el 29 de agosto


de 2006, a los ochenta años de edad, en vísperas de ser dado
de alta por la mejoría que ya experimentaba de los quebran-
tos cerebrales que habían urgido su hospitalización cuatro
días antes. Sus solemnes exequias tuvieron lugar en la basí-
lica del Voto Nacional de la capital, presididas por el obispo
de Ibagué, Monseñor Flavio Calle, numerosos presbíeros y
el superior provincial de la Comunidad de Claretianos, a la
cual pertenecía el ilustre difunto, y en cuyo seminario de
Bosa residía últimamente. En representación de la Acade-
mia se hicieron presentes el señor Presidente, don Santiago
Díaz Piedrahíta, el doctor Luis Horacio López y el académi-
co numerario don Alberto Corradine Angulo.
Al momento de su deceso era el decano de la Academia Colombiana de Historia, por
razón de antigüedad elegido como Miembro de Número, el 9 de marzo de 1962 para
suplir la vacancia de la silla 18, tras la muerte de su titular Enrique Ortega Ricaurte. De
esta silla tomó posesión el 26 de junio del mismo año con la lectura de una conferencia
que intituló Un conspirador desconocido: Manuel Vicente Prieto, basado en documen-
tos del Archivo Nacional de Madrid: “un inquieto personaje granadino de finales del
siglo XVIII, agitador y revolucionario, letrado y escritor, personalidad muy afín a la del
prócer don Pedro Fermín de Vargas”, según anunció el recipiendario a los concurrentes
en el preámbulo de su exposición [cfr. Boletín de Historia y Antigüedades vol. 50 (abril-
junio 1963): 149-179].
Desde junio de 1955, fecha en la que ingresó a la Academia como Miembro Correspon-
diente, hasta 1992, cuando se registra su última participación en las sesiones de la corpo-
ración, fue un académico entusiasta y decidido, de esos miembros vitales a la institución
por su actividad y por sus aportes. No obstante, después de su improviso aislamiento
continuó frecuentando casi diariamente la biblioteca, en donde se había reservado un
lugar con una vetusta máquina de escribir –que le fue respetado y conservado–, desde
donde adelantaba sus pesquisas bibliográficas. Escritor fecundísimo, dejó publicados nu-
merosos artículos en las más variadas revistas, pudiéndose distinguir dentro de esa produc-
ción su predilección por un tema y un período histórico: la Independencia y los héroes
patrios. Pero también por la historia local, circunscrita a Zipaquirá, y a Sonsón, Antioquia,
su patria chica, donde vio la luz el 6 de febrero de 1926. Al lado de estos temas, se destaca
su inclinación por los relativos a la historia de la Iglesia y la devoción mariana, habiendo
hecho del culto a la Madre de Dios uno de sus principales apostolados como sacerdote.
También dedicó muchos escritos a aspectos históricos de su comunidad claretiana y de su
santo fundador Antonio María Claret. De su enorme bibliografía destacamos los siguientes
libros: El Clero y la Independencia en Santafé (1810-1815), que corresponde al tomo 13,
volumen 5 de la Historia Extensa de Colombia, Bogotá 1971. Capítulos de historia
zipaquireña (1480-1830), Bogotá, 1956; Movimientos preindependientes
grancolombianos, publicado por la Academia Colombiana de Historia en su colección
VIDA ACADÉMICA 759

Eduardo Santos, no. 27, 1962, libro con el cual participó –y ganó– en el concurso abierto
por la Academia Colombiana de Historia para conmemorar el Sesquicentenario de la Inde-
pendencia; Fray Ignacio Mariño, O.P., capellán general del Ejército Libertador, Acade-
mia Colombiana de Historia, Colección Historia Nacional no. 101, Bogotá 1963; Los
Mártires de la Patria (1810-1819), Bogotá, 1966; Los Tisnés en Colombia y Argentina,
Editorial Salesiana, Medellín, 1971, escrito en asocio con Félix Tisnés Jaramillo; Don
Pedro Fermín de Vargas: biografía de un precursor, Academia de Historia de Santander,
Colección Biblioteca Santander, no. 33, Bucaramanga, 1979; Caballero y Góngora y los
Comuneros, Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá, 1984; Belisario Peña, poeta colombo-
ecuatoriano, Bogotá, Editorial ABC, Colección Biblioteca de Autores Zipaquireños, no.
1, 1989; Juan de Dios Morales, prócer colombo-ecuatoriano, Academia Colombiana de
Historia, Colección Historia Nacional, no. 146, 1996.
La memoria del padre Roberto María Tisnés, además de la Academia Colombiana de
Historia, habrá de perdurar en los anales de las Academias de Historia de Cundinamarca
y de Historia Eclesiástica, de las cuales fue cofundador y en las que proyectó mucho
entusiasmo y actividad.
L. C. Mantilla R.

BIBLIOGRAFÍA DEL ACADÉMICO ROBERTO MARÍA TISNÉS JIMÉNEZ, C.M.F.


LIBROS
1956. Capítulos de historia zipaquireña (1480-1830), Bogotá, [s. ed.].
1962. Movimientos pre-independientes grancolombianos, Bogotá, Academia Colombiana de Histo-
ria, Colección “Biblioteca Eduardo Santos, 27”.
1963. Fray Ignacio Mariño, Capellán General del Ejército Libertador, Bogotá, Academia Colom-
biana de Historia, Colección “Biblioteca de Historia Nacional, 101”.
1965. Fray Ignacio Mariño, Capellán General del Ejército Libertador, Medellín, Academia Antioqueña
de Historia, Colección “Academia Antioqueña de Historia, 1”.
1967. Los mártires de la patria, 1810-1822 (estudio),Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana,
Colección “Rojo y Negro, 51”.
1968. Un antioqueño héroe de Bárbula, Medellín, Academia Antioqueña de Historia, Colección
“Academia Antioqueña de Historia, 9”.
1969a. Un prócer: don Pedro Fermín de Vargas, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, Colec-
ción “Bolsilibros, 3”.
1969b. Un fraile guerrillero, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, Colección “Bolsilibros, 4”.
1969c. Un antioqueño héroe de Bárbula, 2a. Ed., Medellín, Editorial Granamérica.
1970a. Antonio Arredondo: Coronel español al servicio de la independencia, Bogotá, Academia
Colombiana de Historia, Colección“Bolsilibros, 7”.
1970b. Dos precursores: don Francisco de Miranda, don Pedro Fermín de Vargas, Caracas, Insti-
tuto de Estudios históricos Mirandinos.
1971a. Apuntes genealógicos: los Tisnés en Colombia y Argentina, Medellín, Editorial Salesiana.
1971b. Historia eclesiástica: el Clero y la Independencia en Santafé (1810-1815), Bogotá, Acade-
mia Colombiana de Historia, Colección “Historia Extensa de Colombia, XIII: 5”.
1975. Efemérides sonsonesas (1761-1971), Bogotá, Editorial Retina.
760 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 834 – SEPTIEMBRE 2006

1976. La independencia en la Costa Atlántica, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, Colec-


ción “Biblioteca de Historia Nacional, 134”.
1979. Pedro Fermín de Vargas: biografía de un precursor, Bucaramanga, Academia de Historia de
Santander, Colección “Biblioteca Santander, 33”. BES.
1980. Don Juan del Corral: libertador de los esclavos, Bogotá, Banco Popular, Colección “Biblio-
teca Banco Popular, 83”. BES.
1984. Caballero y Góngora y los comuneros, Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica.
1987. Alejandro Geraldini, primer Obispo residente de Santo Domingo en La Española, amigo y
defensor de Colón, Santo Domingo, Editorial Amigo del Hogar, Colección “Catedral Primada, 1”.
1989. Belisario Peña: poeta colombo-ecuatoriano, Bogotá, Editorial ABC., Colección “Biblioteca
de Autores Zipaquireños, 1”.
1991a. Los archivos eclesiásticos: el Archivo General Claretiano, Bogotá, Art. Colombia, Pinilla
Hnos.
1991b. Dionisio González de Mendoza: un palentino ignorado (1815-1887), Palencia (Esp.), Imp.
Merino-Mayor.
1996. Juan de Dios Morales, prócer colombo-ecuatoriano, Bogotá, Academia Colombiana de
Historia, Colección “Biblioteca de Historia Nacional, 146”.
1999. La Co-redención Mariana: ¿el próximo quinto Dogma Mariano?, Quito, Fundación Jesús de
la Misericordia.
2003. Catecismo de los dogmas marianos: la Co-redención, Bogotá, Editorial Kimpres Ltda.

ARTÍCULOS
1951. Otros dos mártires zipaquireños, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. XXXVIII, Nos.
435-437, págs. 163-165.
1953. El epitafio de Sugamuxi, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 40, No. 462, págs, 199-
204.
1956. El Padre Nuestro de Ghisletti es Kicua (sic.), no Chibcha, en Boletín de Historia y Antigüeda-
des, Vol. 43, No. 495, págs. 907-910, (reseñador).
1958. “Historia de la Orden Tercera de Cali”, de fray Gregorio Arcila Robledo, en Boletín de
Historia y Antigüedades, Vol. 45, No. 519, págs.174-175.
1962. Elogio de los mártires de la Patria, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 49, No. 573,
págs. 303-308.
1963. Un conspirador desconocido: Manuel Vicente Prieto, en Boletín de Historia y Antigüedades,
Vol. 50, No. 582, págs. 149-179.
1966. Don Antonio Nariño ¿enciclopedista y masón, o católico?, en Revista de la Academia Colom-
biana de Historia Eclesiástica, Vol. 1, No. 3-4, págs. 275-301.
1967a. El escuadrón Guías de Casanare, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 54, No. 633,
págs. 347-361
1967b. Jesuitas expulsados de la Nueva Granada (1767), en Revista de la Academia Colombiana de
Historia Eclesiástica, Vol. 2, No. 6, págs. 135-165.
1967c. De los viejos archivos: transcripción de documentos de la Diócesis de Santa Marta, en
Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica, Vol. 2, No. 7 y 8, págs. 297-316.
1968a. La patria: ¿ciudad histórica? La Academia Colombiana de Historia por tierras del Huila,
en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 55, No. 645, págs. 378-409.
1968b. Oswaldo Díaz Díaz, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 55, No. 639, págs. 49-52.
1969a. Juan José Rondón, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 56, No. 657, págs. 419-430.
1969b. Roberto Cortázar Toledo, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 56, No. 654, págs.
198-201.
1969c. Literatura eclesiástica colonial, en Revista de la Academia Colombiana de Historia Ecle-
siástica, Vol. 4, No.13, págs. 5-30.
VIDA ACADÉMICA 761

1969d. Los Archivos Parroquiales, en Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica,


Vol. 4, No.15-16, Págs. 336-339.
1970. La Iglesia y la Independencia, en Revista de la Academia Colombiana de historia Eclesiásti-
ca, Vol. 5, No. 17-18, págs. 21-28.
1977. Guillermo Vargas Paúl, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 64, No. 716, págs., 161-
162, (reseñador).
1978a. “Aspectos literarios de la obra de don Juan de Castellanos”, de Mario Germán Romero, en
Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 65, No. 722, págs. 417-419, (reseñador).
1978b. “Historia moderna de la Iglesia colombiana”, de Humberto Bronx, en Boletín de Historia
y Antigüedades, Vol. 65, No. 722, págs. 719-721.
1979a. Don Tomás Rueda Vargas (1879-1943), en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No.
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1979b. La Academia de Historia de Santander, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No.
727, págs.521-524, (reseñador).
1979c. “Manual de Historia de Colombia”, Vol. 1, editado por el Instituto Colombiano de Cultura,
en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No. 724, págs. 123-139, (reseñador).
1979d. “Monseñor Builes, el hombre, el apóstol, el místico”, de María Dolly Olano García, en
Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 66, No. 724, págs. 139-143.
1979e. Nota bibliográfica: centenario de dos grandes publicaciones históricas, en Boletín de His-
toria y Antigüedades, Vol. 66, No. 725, págs. 235-250.
1981a. Caballero y Galán, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 68, No. 733, págs. 474-483.
1981b. La declaración de don Salvador Plata, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 68, No.
735, págs. 1136-1171.
1983a. El cardenal Luigi Frezza y la independencia de la Nueva Granada, en Boletín de Historia y
Antigüedades, Vol. 70, No. 743, págs. 1058-1073.
1983b. La Iglesia que entendió Bolívar, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 70, No. 742,
págs. 683-692, (reseñador).
1984a. Bibliografía: “La Gran Colombia”, compilación y edición de José María De Mier, en
Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 71, No. 744, págs. 273-275.
1984b. El Arzobispo Monseñor Vicente Arbeláez (1822-1884), en Boletín de Historia y Antigüeda-
des, Vol. 71, No. 747, págs. 901-905.
1984c. Nacimiento y muerte del Rey Fernando VII, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 71,
No. 745, págs. 449-455.
1985a. La Europa de diciembre de 1830: lo que hubiera visto Bolívar, en Boletín de Historia y
Antigüedades, Vol. 72, No. 749, págs. 420-444.
1985b. La Iglesia hispanoamericana en los manuales de la historia eclesiástica, en Boletín de
Historia y Antigüedades, Vol. 72, No. 748, págs. 213-230.
1986a. Dos obras clásica colombianas, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 73, No. 752,
págs. 285-298.
1986b. Los libros de historia en Francia, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 73, No. 755,
págs. 1125-1133.
1986c. Manuel Briceño, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 73, No. 754, págs. 729-754.
1987a. Colón y la empresa americana, en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 74, No. 758,
págs. 603-625.
1987b. Gregorio Marañón (1887-1960), en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 74, No. 756,
págs. 89-105.
1989. La Santa Sede reconoce la Independencia Colombiana, en Revista de la Academia Colombia-
na de historia Eclesiástica, Vol. 16, No. 41, págs. 225-236.
1990. El ilustrísimo José Telésforo Paúl (1831-1889), en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol.
77, No. 768, págs. 83-119.
762 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 834 – SEPTIEMBRE 2006

1991. Colombia y su aporte histórico al V Centenario, en Revista de la Academia Colombiana de


Historia Eclesiástica, Vol. 17, No. 43, págs. 93-97.
1993. Cartas de los Obispos de Cartagena: una importante obra de historia, en Revista de la
Academia Colombiana de Historia Eclesiástica, No. 45, págs. 55-70.
1996. Nueva propuesta para el Manual de Historia Eclesiástica, en Revista de la Academia Colom-
biana de Historia Eclesiástica, No. 46, págs. 107-123.

VIRGILIO OLANO BUSTOS


Médico

Falleció el 14 de julio de 2006 en la Clínica Shaio de


Bogotá, víctima de una afección cardíaca que lo mantu-
vo recluido en la sala de cuidados intensivos varios días
antes de su deceso. Sus exequias tuvieron lugar en la
iglesia de Cristo Rey al día siguiente a la una de la tarde,
siendo su cadáver conducido al cementerio Jardínes del
Recuerdo para su cremación.
Médico Cirujano de la Universidad Nacional de Co-
lombia, nacido en Bogotá el 28 de julio de 1935, al lado
de su profesión fundamental y de la dirección general de
su propia clínica (Clínica Bogotá S.A.), dio cabida a una
multifacética red de actividades en las que tuvo ocasión
de proyectar sus intereses, aficiones y su gran sensibili-
dad por el arte. Su don de gentes, por otra parte, su locuacidad y ese espíritu abierto a
todas las manifestaciones culturales, le ganó numerosos amigos y le abrió las puertas de
las distintas academias y centros culturales. Al momento de su deceso era el Presidente
de la Sociedad Bolivariana de Colombia, que presidía desde hacía varios años, y tam-
bién había sido Presidente de la Academia de Historia de Cundinamarca. De la Academia
Colombiana de Historia fue nombrado Miembro Correspondiente en febrero de 1996, y
al ingresar a la corporación ostentaba en su hoja de vida su filiación como Correspon-
diente de la Academia de la Lengua, y de la Filipina de la Lengua, de la Sociedad
Colombiana de Historia de la Medicina así como de otras instituciones culturales nacio-
nales y extranjeras. Sobrellevó con admirable coraje la pena que le ocasionó el falleci-
miento repentino de su esposa doña María Cecilia Acosta de Olano, ocurrida en Bogotá
en febrero de 2003.
Lo mismo que el recuerdo de su espíritu amplio y alegre, queda el testimonio de sus
composiciones musicales, numerosas poesías, novelas, obras de teatro y ensayos.
L. C. Mantilla R.

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