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En efecto, esta polémica surge del hecho de que el argumento analiza el concepto de Dios y
afirma que el propio concepto implica la existencia de Dios: si podemos concebir un Dios,
entonces, razona, Éste debe existir. Así, la principal crítica al argumento suele ser que no
ofrece premisa alguna a la demostración más allá de cualidades inherentes a la proposición
no demostrada, conduciendo a un argumento circular en el que las premisas se basan en las
conclusiones, las cuales a su vez se basan en las premisas, conformando una falacia por
petición de principio.
Las principales diferencias entre las distintas versiones del argumento provienen
principalmente de los diferentes conceptos de Dios que se toman como punto de partida.
Anselmo, por ejemplo, comienza con la noción de Dios como un ser tal que nada mayor
puede ser concebido, mientras que Descartes comienza con la noción de Dios como el ser
poseedor de todas las perfecciones.
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• 7 Véase también
En dicha sección, Avicena inicia un profundo análisis de la cuestión del ser, en el que
distingue entre la esencia (mahiat) y la existencia (wujud). Propone que el hecho de la
existencia no puede ser inferido de (o ser tenido en cuenta por) la esencia de las cosas
existentes, y que la forma y la materia no pueden, por sí mismas, interactuar y originar el
movimiento del universo o la progresiva renovación de las cosas existentes. Por el
contrario, la existencia ha de deberse a alguna Causa o Agente que hace necesaria, imparte,
confiere y añade la existencia a la esencia. Para poder hacer esto, la Causa debe ser algo
existente y coexistir con sus efectos. Dicha causa va a ser identificada con Dios en la
segunda parte del argumento.
Este fue el primer intento de emplear un método apriorístico para demostrar, con el mero
empleo de la intuición y de la razón, la existencia de Dios. Además, el argumento es inédito
en otro sentido, ya que puede ser clasificado a la vez como un argumento ontológico y
argumento cosmológico.
Anselmo de Canterbury.
Anselmo presentó su argumento ontológico como parte de una oración dirigida a Dios.
Comienza con una definición del propio Dios (o una necesaria asunción sobre la naturaleza
de Dios):
"Pues creemos que [El Señor] es algo tan grande que nada mayor puede ser
concebido."
Para contestar a esto, trata primero de mostrar que Dios existe en el entendimiento:
"Mas, indudablemente, este mismo mentecato, cuando escucha esto mismo que
estoy diciendo - que hay algo tal que nada más grande puede ser imaginado -,
comprende lo que escucha, y lo que comprende está en su entendimiento, incluso
aunque no comprenda que lo sea; pues una cosa es que algo esté en el
entendimiento, y otra es comprender que una cosa es."
"Y, ciertamente, algo tan grande que nada mayor pueda ser imaginado no puede
estar únicamente en el entendimiento, ya que si sólo estuviera en el entendimiento,
también podría imaginársele como parte de la realidad, y en ese caso sería aún
mayor. Esto es, que si algo tal que nada mayor pueda ser imaginado estuviera
únicamente en el entendimiento, entonces esa misma cosa tal que nada mayor
pueda ser imaginado sería algo tal que algo mayor sí pudiera imaginarse, algo que
no puede ser."
"Ha de existir, por tanto, y más allá de toda duda, algo tal que nada mayor pueda
ser imaginado, tanto en el entendimiento como en la realidad."
A ese algo tal que nada mayor pueda ser imaginado lo llama Dios.
Ergo:
3.Dios debe existir en la realidad, pues si no existiera, no podría ser un ser mayor
que nada mayor que pudiera imaginarse.
1.Dios es dicho ser tal que nada mayor puede ser concebido.
2.Es mayor ser necesario que no serlo.
3.Dios debe de ser, por tanto, necesario.
4.Si Dios es necesario, debe necesariamente existir.
Nosotros existimos y somos seres finitos. Por tanto, si Dios, siendo infinito, no existiera,
los seres finitos serían más poderosos que Él, infinito, lo que es absurdo. Por tanto, Dios
existe.
Contraargumentos [editar]
La Isla de Gaunilo [editar]
Una de las primeras refutaciones del argumento de San Anselmo fue planteada por uno de
los contemporáneos de Anselmo, Gaunilo de Marmoutiers, quien invitó a sus lectores a
concebir la mayor y más perfecta isla. Dicha isla, según Gaunilo, es muy probable que no
exista. Sin embargo, de acuerdo con el argumento de San Anselmo, en tal caso no
estaríamos concibiendo la mayor y más perfecta isla concebible, ya que la mayor isla
existiría en la realidad, y además debería tener todos los demás atributos de perfección y
grandeza que se puedan concebir. Aun así, el Universo insiste en no albergar tal isla. Y
aunque, según Gaunilo, este argumento pueda parecer absurdo y contrario a la realidad, no
lo es más que el de San Anselmo.
Este argumento se engloba en las llamadas objeciones por saturación: no pretenden mostrar
dónde o cómo falla el argumento, sino que simplemente razonan que si se acepta como
válida la forma de razonar del argumento ontológico, entonces se habrán de aceptar las
conclusiones de todos aquellos razonamientos que siendo formalmente análogos a aquél
llevan a conclusiones absurdas e incluso contrarias a la más directa experiencia; tales
argumentos, en efecto, saturarían al universo con un número indefinidamente grande de
islas perfectas necesariamente existentes, lagartijas perfectas, lapiceros perfectos, etcétera.
Además, el contraarguumento de Gaunilo viene a señalar la que se ha visto como principal
debilidad del argumento ontológico, el que algo sea más perfecto existiendo que no
existiendo, lo cual se ha señalado como escurridizo y carente de sentido, ya que supone
comparar algo que existe con algo que no es.
Frente a este contraargumento, hay quien contesta que al plantearlo se atribuye a los más
diversos objetos atributos propios sólo de Dios. Sin embargo, esta respuesta raya la herejía,
ya que presupondría que Dios se demuestra a priori como un constructo de atributos que el
hombre le confiere.
a) su calidad intrínseca, y
b) la capacidad de su creador.
3. Cuanto mayor sea la discapacidad (o minusvalía) del creador, más impresionante será el
logro.
6. Un Dios existente, por tanto, no sería un ser tan grande que uno más grande no pudiera
concebirse, porque un creador incluso más formidable e increíble sería un Dios que no
existiera.
Por tanto:
7. Dios no existe.
4. Por tanto, nada puede ser demostrado como existente a priori, incluyendo a Dios.
Immanuel Kant
Existe un cierto consenso en que fue Kant el que vino a clarificar la polémica que rodea al
argumento ontológico. A lo largo de su Crítica de la Razón Pura, Kant ofreció una serie de
argumentos separados pero interconectados en contra del ontológico, apoyándose en los
conceptos de juicios sintéticos y analíticos. En un juicio analítico, el predicado expresa de
un concepto algo que ya está contenido en el concepto, y por tanto es una tautología (ej: un
triángulo tiene tres lados); en un juicio sintético, el predicado liga el concepto con algo
externo a él que no se colegía lógicamente del mismo (ej: la Tierra es un esferoide): el
conocimiento nuevo se construye a partir de juicios sintéticos.
Primeramente, Kant razona que no está nada claro que la idea de un ser absolutamente
necesario signifique algo en realidad: señala como escurridiza la afirmación de que la
existencia es mejor que la inexistencia.
Tercero, Kant afirma que "existir no es obviamente una afirmación real", y que no puede
ser parte del concepto de algo. Esto es, que decir que algo es o existe no es decir algo de un
concepto, sino que por el contrario indica que hay un objeto que se corresponde con el
concepto, y que "el objeto, como realmente existe, no está analíticamente contenido en mi
concepto, sino que se añade al mismo". Con respecto a los objetos sensibles, decir que algo
existe no implica que tiene una propiedad adicional que es parte de su concepto, sino que
será encontrado fuera de nuestros pensamientos y que tenemos la percepción empírica del
mismo en el espacio y el tiempo. Una cosa realmente existente carece de cualquier
propiedad que pudiera predicarse de ella y que la diferenciara del concepto de la misma. Lo
que distingue el objeto del concepto es que los experimentamos: tendrá, por ejemplo, una
forma, una situación determinada, y una duración. Como ejemplo de esto, propone: la razón
por la que decimos que los caballos existen y los unicornios no, no es que el concepto de
caballo tenga la propiedad de la existencia y el de unicornio no; no hay diferencia entre
ambos conceptos en este sentido, y tampoco la hay entre el concepto de un caballo y de un
caballo realmente existente: ambos conceptos son iguales. La razón por la que decimos que
los caballos existen es que tenemos una experiencia espacio-temporal de los mismos: son
objetos que se corresponden al concepto. Así, cualquier demostración de la existencia de
algo, incluyendo a Dios, que se base en afirmar (predicar) una propiedad (en este caso la
existencia) de ese algo es falaz: la definición de algo no implica su existencia.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Argumento_ontol%C3%B3gico"
Categoría: Argumentos teístas
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