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La ética en la ciencia
Febrero 2010
Ética en la ciencia
A partir de los años 70, muchos autores se han referido en sus trabajos a la
ética científica, producto de las afectaciones al medio ambiente, a la
integridad física o psicológica del hombre, como resultado de investigaciones
concebidas o ejecutadas sin medir las consecuencias que podrían acarrear.
La ciencia como tal no tiene responsabilidad social, esta recae en los hombres
que hacen la ciencia, aunque se responsabiliza a la sociedad con los fines y
medios que se empleen; así como de las consecuencias que acarrea la
investigación científica. Está claro que el concepto que asumamos de ética
científica, estará en dependencia de la concepción que se tenga de la ciencia.
La ética de la ciencia está dada por las exigencias sociales de la ciencia como
institución. Esta debe normar y controlar los objetivos, medios y resultados de
las investigaciones para garantizar la racionalidad práctica, la repercusión
colectiva y los efectos políticos; por ello, la ética de la ciencia es normada
por el estado como la superestructura social.
Por ética del científico puede entenderse, el conjunto de principios que guían
a este profesional en el proceso de su actividad cognoscitiva y el
comportamiento que este asume, en el contexto de una comunidad científica
determinada.
En un sentido más normativo puede afirmarse que, la ética del científico está
configurada por la forma en que el sistema de principios, normas y valores de
la moral social se expresan en el comportamiento efectivo del científico, es
decir, en qué medida este profesional hace suyo, el sistema de normas y
valores válidos para la sociedad donde desarrolla su actividad profesional.
Se demanda hoy más que nunca, de un enfoque ético del empleo de los
recursos científicos y tecnológicos en manos de todos, de la fundamentación
de la dimensión humanista del trabajo científico y de la identificación de las
vías en las que se expresa la moral en las relaciones entre los científicos y
entre estos y el resto de la comunidad.
La ética de la investigación
Como estudio de la moral, la ética es, sobre todo, filosofía práctica cuya
tarea no es precisamente resolver conflictos, pero sí plantearlos. Ni la teoría
de la justicia ni la ética comunicativa indican un camino seguro hacia la
«sociedad bien ordenada» o hacia la «comunidad ideal del diálogo» que
postulan. Y es ese largo trecho que queda por recorrer y en el que estamos, el
que solicita una urgente y constante reflexión ética.
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Qué contempla o propicia la posibilidad de discusión.
De la bioética han salido muchos de los aportes directos que han enriquecido
la discusión ética de la investigación. Los documentos citados en el párrafo
anterior son sólo algunos de los que sirven de guía y referencia. Con base en
ellos, un autor delineó una propuesta de siete requisitos para evaluar la ética
de los proyectos de investigación clínica. El fin de esa propuesta fue convertir
las aplicaciones de los códigos y de las declaraciones tradicionales sobre la
investigación en sujetos humanos más coherentes y sistemáticas.
a) Valor social o científico. Para que una investigación sea ética debe tener
valor, lo que representa un juicio sobre su importancia social, científica o
clínica; debe plantear una intervención que conduzca a mejoras en las
condiciones de vida o en el bienestar de la población, o que produzca
conocimiento que pueda abrir oportunidades de superación o de solución
a problemas, aunque no sea en forma inmediata. El valor social o
científico debe ser un requisito ético, entre otras razones por el uso
responsable de recursos limitados (esfuerzo, dinero, espacio, tiempo) y
para evitar la explotación. Esto asegura que las personas no sean
expuestas a riesgos o a agresiones sin la posibilidad de algún beneficio
personal o social.