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Cánovas, que preparaba el regreso del príncipe con gran prudencia, redactó el
1/XII/1874 el Manifiesto de Sandhurst, firmado por el infante Alfonso desde la
academia militar británica, en el que se exponían las líneas maestras de la futura
restauración monárquica: monarquía constitucional y democrática, pluripartidista,
católica y liberal, aparte de expresar la voluntad de integrar en el nuevo régimen buena
parte de los progresos políticos recogidos en el Sexenio. Esta predisposición hacia una
monarquía parlamentaria acabó por volcar a la opinión pública a favor de la
restauración monárquica.
• Había que asentar firmemente la Monarquía como forma del Estado, fuera de
toda discusión y por encima de las leyes e incluso de la Constitución. Pensaba en
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una Monarquía que compartiera la soberanía con las Cortes, que dispusiera de
amplias competencias y, sobre todo, que desempeñara un papel protagonista de
conciliación en la vida política.
• Civilismo frente a militarismo (el poder civil por encima del militar). El Ejército
debía volver a los cuarteles y cumplir su misión constitucional. Los altos
mandos debían abandonar la vida política.
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Se establecen unas Cortes bicamerales, compuestas por un Congreso (1 diputado por
cada 50.000 habitantes, elegidos por sufragio directo. La Constitución no fija el sistema
de votación, por lo que será el partido gobernante quien decida, a través de la ley
electoral, si será por sufragio censitario o universal) y un Senado [compuesto por tres
tipos de senadores: por derecho propio (Grandes de España, capitanes generales del
Ejército…), los grandes contribuyentes, y los elegidos por el rey y por las corporaciones
(léase Iglesia, Universidades). No tenía gran influencia en la política nacional]. Las
Cortes discuten y aprueban las leyes, intervienen en la sucesión a la Corona, en la
minoría de edad y en las Regencias.
El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros, que responden ante
las Cámaras. El Rey elige libremente al Jefe de Gobierno y no es responsable ante las
Cortes.
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de la religión católica, restricción de libertades y proteccionismo económico). Su
base social estaba en las grandes fortunas terratenientes e industriales, las clases
altas y medias urbanas y los militares de alta graduación. Tras el asesinato de
Cánovas en 1897 le sucedió al frente del partido Francisco Silvela.
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Durante gran parte de la Restauración el republicanismo se nos presenta muy
fragmentado, sobre todo por razones ideológicas [fundamentalmente en torno a
la organización centralista o federal del Estado y a la estrategia para alcanzar el
poder (insurrección o medios electorales). A partir de los años ochenta muchos
republicanos se incorporarían al régimen de la Restauración, lo que debilitaría
políticamente aún más al movimiento], y personales. Cada uno de los grandes
líderes republicanos del Sexenio dirige su propio partido. Así, podemos
encontrar los siguientes:
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pacífica, cosa a la que se negaron los dirigentes andaluces, campesinos,
partidarios del uso de la violencia como único medio eficaz de cambio.
Esta disparidad de opinión llevó a la ruptura entre ambos grupos, de tal
forma que mientras los grupos catalanes y madrileños optaron por el uso
de la huelga general, los anarquistas andaluces se agruparon en
sociedades secretas y decidieron actuar como grupos subversivos.
Muy importante fue también el apoyo institucional prestado por el Ejército (que se
convierte en garante del orden público durante la Restauración) y la Iglesia (que se
dedica durante este periodo a intentar reconquistar la influencia perdida, sobre todo a
través del renacimiento cuantitativo y cualitativo de las órdenes religiosas,
especialmente las dedicadas a la enseñanza y a la caridad).
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periódicamente el uno al otro por acuerdo mutuo o por desgaste interno, no por un
cambio de opinión de la población, por lo que se necesitaba un fraude en las elecciones.
Pero, ¿qué era el caciquismo y quiénes eran los caciques? El caciquismo fue un
hecho sociopolítico que se manifestó en España desde mediados del s. XIX hasta el
primer tercio del s. XX, consistente en el control del poder en determinadas zonas, sobre
todo rurales, por personas de gran influencia y prestigio social. Era un residuo de las
antiguas relaciones señoriales, y suponía la dependencia personal y el dominio del
cacique sobre sus clientes. Con todo, no fue un fenómeno exclusivo de España ni de la
Restauración.
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• Final del conflicto carlista (1876): con el concurso del propio monarca, que
pocos días después de su llegada al trono visitó el frente del Norte y ordenó una
ofensiva general, el Ejército logró vencer los últimos focos de resistencia carlista
en el Maestrazgo, Seo de Urgel y Norte peninsular, obligando a Carlos VII a
huir a Francia tras su rendición (Manifiesto de Somorrostro). El final de la
guerra trajo como consecuencia la reforma del régimen foral vasco, que fue
abolido no tanto como castigo por el apoyo a la causa carlista sino como una
necesidad del Estado liberal para consolidarse mediante la unificación legal de
todo el territorio nacional. Lo más importante de esta modificación fue la
adopción de una fórmula intermedia: la obligación por parte de las Vascongadas
de contribuir con contingentes de soldados para el servicio militar, y el
establecimiento de los conciertos económicos especiales (1878), que aún se
mantienen (por esta fórmula, los impuestos vascos no son cobrados por la
Hacienda estatal sino por cada una de las diputaciones vascas, quienes aportarían
después a las arcas del Estado el cupo acordado como contribución a los
presupuestos generales).
• Pacificación de Cuba: tras acabar con los carlistas, España pudo enviar más
tropas para sofocar la rebelión cubana. Hay que destacar aquí la habilidad
política del general Martínez Campos, que consiguió firmar con los rebeldes
cubanos la Paz de Zanjón (1878), por la que se prometía a los cubanos una
mayor independencia de la metrópoli, reformas legales y una amplia amnistía a
los sublevados, incumplidas posteriormente.
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entidad fundamental en la cultura española: la Residencia de
Estudiantes).
Como puede observarse, las medidas del gobierno de Cánovas suponían en principio
una vuelta al pasado, pero como tampoco se quería romper con todos los avances
revolucionarios del Sexenio, la aplicación de las medidas represivas fue selectiva y, en
general, suave. Además, se dictó una amplia amnistía y se mantuvo el contacto con los
líderes progresistas y demócratas para conseguir que aceptaran la Monarquía y se
sumaran al nuevo proyecto constitucional.
Tras dos años de gobierno conservador, Alfonso XII muere en noviembre de 1885
debido a la tuberculosis.
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5.- La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
Muerto prematuramente el joven rey, su esposa María Cristina de Habsburgo asumió la
regencia en nombre de sus dos hijas pequeñas y del vástago que llevaba en sus entrañas.
Extranjera y sin experiencia política, heredaba además un panorama político no muy
prometedor por cuanto que el sistema canovista no estaba aún consolidado y no se sabía
qué sexo tendría el futuro vástago. Ante esta situación, Cánovas y Sagasta establecieron
un acuerdo, el llamado Pacto del Pardo, por el cual ambos partidos se comprometían a
apoyar la regencia, a mantener el turnismo y a no echar abajo la legislación que cada
uno de ellos aprobara durante su mandato. El acuerdo fue decisivo para garantizar la
estabilidad del régimen bajo la larga regencia, pero contribuyó a la definitiva
consolidación del caciquismo y del régimen que lo sustentaba.
Desde el momento de la muerte del rey forma gobierno el liberal Sagasta gracias a
que Cánovas le cede el poder. Se inicia así el llamado “Parlamento Largo” de Sagasta
(1885-90), caracterizado por una gran labor reformista:
Las primeras elecciones por sufragio universal, celebradas en 1890, dieron la victoria
al gobierno recién formado de nuevo por Cánovas (1890-92), quien se centrará en
algunas reformas de corte económico.
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para la administración y gobierno de Cuba que intentó hacer el ministro de Ultramar,
Antonio Maura, que tropezó con la oposición cerrada de los intereses indianos, viéndose
obligado a dimitir posteriormente. En marzo de 1895, un mes después de la nueva
insurrección en Cuba, Cánovas fue llamado a formar gobierno en un intento por
solucionar el problema en la isla. Las medidas militares tomadas para reprimir el
levantamiento, unido a la acción del gobierno contra los anarquistas en el “Proceso de
Montjuich”, llevaron al asesinato de Cánovas en 1897 y a la formación de un nuevo
gobierno dirigido por Sagasta, que tendría que hacer frente a la pérdida de las últimas
colonias y a la crisis posterior.
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