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Amigo de mi alma.
Tengo que hablarle. Usted estuvo andando en esta vida, mirando por
muchos lados y concluyó que nada le encanta, que todo es una decepción,
que su mismo cuerpo le molesta y que ya no quiere vivir más.
Mi mundo era algo que no podía definir. Así, yo concluía que este era un
mundo sin conciencia. Pensaba que yo era este cuerpo y que lo podía
matar, que podía dejar de existir. “Mundo malo no me mereces.” Pensaba
que así tendría paz o, mejor dicho, nada más qué resolver. Solución
facilista. Un suicidio y ya me libero de toda responsabilidad. No tengo que
trabajar más, ni estudiar pasando por exámenes, ni ser rechazado por
alguien a quien yo quería disfrutar, ni competir deslealmente con los más
fuertes, los más ricos, los más bellos. ¡Qué fácil solución! ¡Qué
descubrimiento! ¿Será que el mundo fue creado sólo para que
descubramos que no sirve para nada y nos retiremos de la locura con un
acto de partida forzada?
Primero, él me dijo algo muy sorprendente. Me dijo que mi cuerpo era sólo
un instrumento y no mi verdadero yo. Algo que es como un vestido del
alma. También me dijo que tenemos un cuerpo sutil que es de una
sustancia imperceptible burdamente pero también material. El se refirió a
lo que nosotros generalmente llamamos mente e inteligencia; algo que la
ciencia no puede explicar pues, la conciencia, las capacidades de sentir,
pensar y desear son cosas independientes del cuerpo. Por ejemplo: usted
desea en el sueño, ve cosas, siente temor, atracción, etc. Aunque sus
sentidos externos están dormidos está en un pleno campo de experiencia;
este es el cuerpo sutil. Pero más profundo y detrás del cuerpo sutil está el
cuerpo espiritual, el alma; nuestro verdadero yo.
El sabio tenía mucho amor y viendo sus ojos percibí que todo lo que
hablaba era su auto-realización. Era la verdad. Claro, traté de refutarlo en
mi mente, traté de enfocar la vida como a mí me había frustrado, pero él
continuó y quiso llevarme a conocer mucho más, realidades que ni los
profesores de la escuela saben; y ni qué decir de los vendedores de ideas
que inundan las calles del mundo. Estuve cautivado, y lo más extraño era
que de mi corazón llegaba la señal de aprobación.
Quise saber más de estos mundos internos, del cuerpo sutil dentro del
cuerpo burdo, de la materia y del cuerpo espiritual. El sabio movió su boca
a una posición de sonrisa compasiva y me preguntó: “¿Te querías matar,
verdad?” Yo sentía vergüenza y sólo aprobé con el movimiento de mi
cabeza... “Pero no sabes que nadie puede matar el alma pues es eterna.
Viene de una dimensión tan alta que ni una bomba atómica puede acabar
con ella.” ¡Qué idea! ¡Que comparación! Suicidio con una bomba atómica.
Un horror. Y aun así no funciona. ¡Qué milagro hay detrás de esta fuerza de
la conciencia!, mi mente quedó casi paralizada.
Esto era mucho para mí. “Karma, Maestro, ¿Qué es karma y qué va a pasar
con este “fantasma”?”, le pregunté. “Es algo muy serio”, respondió el
sabio. “No es juego de niños, es para que la persona pueda aprender los
secretos de su alma y su potencial de amar, para que pueda conocer los
secretos de la vida y la meta última de todo”.
Karma es la simple ley de acción y reacción que nos acompaña de una vida
a la otra pues no es únicamente una vida material la que tienen las almas.
Mientras las almas, en este mundo, sigan teniendo deseos materiales y
reacciones por todo lo que han hecho, tienen que volver a nacer para
disfrutar y sufrir en carne propia lo que estuvieron haciendo a otros. Y sólo
cuando dejen de desear cosas materiales y descubran su tesoro espiritual,
entonces pueden ser liberadas de recibir cuerpos materiales tanto burdos
como sutiles.
¿Qué pasará con las almas en esta penosa situación de vivir como
“fantasmas”? Ellas se tienen que quedar así por mucho tiempo hasta que
el karma por haber matado su cuerpo humano se termine. Ellas van a
sentir tanta tristeza sin ningún cuerpo que hasta rogarán poder entrar
inclusive en el cuerpo de un gusano. Ellas no pueden progresar en esa
situación. Así, lo único que hacen es sufrir mucho, pero como todo
sufrimiento, también es temporal. Luego reciben otro chance de nacer en
cuerpos burdos materiales; pero sólo y lamentablemente vuelven a lo
mismo de aquí, un cuerpo humano con los mismos errores de todos, el
deseo de ser feliz a costa de los demás.
El sabio se tornó muy serio y dijo: “Si quieres terminar con esta existencia
material, realmente tienes que dejar de cometer tantos errores. Tienes que
buscar la Verdad y estar dispuesto a servir a la causa común.” “¿Qué es la
causa común?”, le pregunté. “La causa del bienqueriente incondicional de
todos nuestros hermanos y hermanas. Sólo grandes almas pueden
entenderlo. Los que se matan aquí son cobardes. No quieren hacer lo
necesario para superar sus errores del pasado. No saben que todo es para
un fin maravilloso, pero, únicamente con responsabilidad y sin egoísmo se
puede entender. ¿Estás dispuesto a vivir para encontrar la meta real, para
servir a la Verdad?” Yo pensaba que sería lindo. Yo no quería seguir
viviendo para la ilusión, para los explotadores del mundo material. Le dije
que sí y le pedí que por favor me instruyera más.
El sabio también me dijo que debería ser vegetariano para salir del karma
por derramar la sangre de otros hermanos menores. Él me habló de la
amnistía del karma y otras cosas; pero lo más importante es que me dio
una profunda convicción de que esta vida sí vale la pena.
No importa en qué etapa evolutiva uno se encuentre. Siempre habrá algo
más por llegar a comprender, algo más por alcanzar, algo más por hacer
para crecer, algo más qué conocer para ser una mejor persona y servidor.
La muerte viene por sí misma pero sin el fatal error de despreciar lo que le
fue a uno obsequiado. El negocio más seguro del mundo es pues, la
funeraria. Si no le llega hoy, le llega después. Esto no es algo interesante.
Interesante es lo que usted logró y logrará hacer con su cuerpo, con su
mente e inteligencia; los cuales Dios le dio para algo muy especial.
Máximas: