Vous êtes sur la page 1sur 161

1

ARGUMENTO

Sandra no sabe qué pasa, a sus quince años la comida empieza a saber a
cenizas, el agua es lo único que la refresca, y el tremendo surgimiento por comer
a uno de sus compañeros de clase la está matando. Y cuando defino comer es
literalmente.

—“Uno no puede controlar el deseo de la gula”— Es lo que le dice Irwin, el


nuevo chico de la escuela inclinándose en su oído.

Algo los une y separa, algo los hace diferentes, ¿especiales? Tal vez… pero muy
peligrosos.

2
A ti amor mío… que aun no conozco

3
“Perdóname… porque he pecado contra el cielo y
contra ti”

Nunca he entendido estas palabras, jamás he asimilado cual es el gran pecado,


pero se en mi carne y corazón, se que esta cerca de mi, que no me ha
abandonado y sigue presente en los recuerdos de mi vida; ignorando su
presencia, voy por el mundo sin rumbo y clamo a mi alma que llora la soledad…

4
“ Con este simbolo te recomiendo
escuchar la canción que inspiró cada


capitulo de la historia

5
Índice

1. En el principio 7

2. El ángel que creyó ver 9

3. Las Cosas no son como se ven 12

4. Cría cuervos y... 21

5. Casi en el precipicio 29

6. Pasos de gigante 39

7. Fobias del recuerdo 55

8. Lo que se ve y lo que no 64

9. Distancias que se acortan 87

10.No pecando de ingenuos 97

11.Mentiras de Caramelo 116

12.Gula 126

13.Razones que sobran 137

14.Fallo de amistad 143

15.En el fin 153

Me! 161

6
Erik Satie “Gnossiennes No.1”

Capítulo 1. En el principio

¿ Q ué son los caníbales?

Buscando por el infinito mundo de la red y los libros, he encontrado esta


definición que podría bien simplificar lo que son...

El término se puede aplicar a cualquier animal o ser humano que practica el acto
de alimentarse de los miembros de su propia especie. Una práctica socialmente
rechazada y legalmente sancionada.

Es una lastima que yo no sabia mas de esto cuando cumplí exactamente


los quince años, y descubrí lo que era en realidad. Para contarte mi historia habría
que relatarte paso a paso mi proceso de transformación, a lo que hoy soy. No
tengo vergüenza en decir lo que hago, pues con los años me he dado cuenta que
en este mundo hay ciertas personas que deben ser erradicadas, eliminadas y
olvidadas de los recuerdos del mundo.

Si te muestro mi historia es para que descubras que existimos, no nos


escondemos, somos gente que parece normal, hacemos los deberes y las
compras; como tu familia y tú, nos reímos, lloramos, sangramos y sanamos.
Tenemos sentimientos y amamos, odiamos y también perdonamos.

7
La palabra humano para mi no ha sido descifrada. Es por eso que si estas
leyendo esto en publico, en alguna plaza, metro o autobús; observa a las
personas, siéntelas y sin alarmarte ten en cuenta que uno de nosotros podría
estar tras de ti, no necesariamente rastreándote para comerte; sino simplemente
para estudiarte, por que ustedes son lo mas interesante en nuestra existencia,
son lo que queremos y no podemos ser, cuentan con algo que nosotros ni en
sueños tendremos, tal vez sean celos o envidia pero estamos conviviendo
contigo, con tu mismo aire, así que de todas formas aunque no nos aceptes,
nosotros ya te aceptamos.

Mi relato empieza el día de mi cumpleaños, por que ese es el momento


crucial en el que sentí que era diferente, espero que puedas identificarlo, por que
por ese simple detalle en mi vida lo cambio todo.

Mi nombre es Sandra, (espero nunca me conozcas, por que entonces


sabrás que debes morir), olvidando lo anterior, me describo como era antes de
cambiar. En ese tiempo tenía el cabello negro como el ébano y mi piel aun era
sonrosada, mi sonrisa era autentica, blanca y fresca, cuando reía todo al rededor
parecía mejor, brillaban en mis ojos intensos colores que se mezclaban con el
sonido del mundo, era alguien a como eres tu, viviendo la adolescencia normal.
Yo era normal.

8
Hello Seahorse! “El Recuerdo”

Capítulo 2. El ángel que creyó ver

T omé la mano de mi madre fuertemente. Eso es lo que mejor recuerdo

de cuando cumplí los cinco años. Nosotras veníamos del jardín de niños en
donde estudiaba preescolar, este se hallaba al sur, y tomaríamos el subterráneo
para llegar al norte donde se encontraba mi casa en el otro extremo de la ciudad.
La masa de personas se aglomeraba en la línea amarilla, marcada para
precaución antes de tomar el vagón que llegaría en breves minutos, yo me
desespere al ver que el metro no se acercaba, recuerdo bien que tenía mucho
calor por la bufanda roja que llevaba al cuello y los guantes que me picaban con
fastidiosa tensión. Mi madre me miró con el ceño fruncido al ver que intentaba
quitarme uno de los guantes con los dientes, y como bien se imaginaran me jalo
diciendo que ¡dejara en paz el bendito guante!, así que apenada baje la vista. No
es que mi madre estuviera enojada conmigo, pero tenía razón, ya que por lo que
me cuentan a esa edad acababa de tener un problema de tos terrible y la
mortalidad infantil estaba en su máximo apogeo por la época de invierno por toda
la ciudad.

Fui consciente del ruido alborotado, cuando un grupo de chicas de


instituto se pegó a nosotros, hablaban alegremente mientras señalaban algo en
una revista, rápidamente me puse de puntillas para ver que era lo que tanto atraía
su atención, pero estas cubrían en circulo todo lo que yo tal vez podría averiguar.

9
Con la cabeza gacha en derrota, me di por vencida a sumergirme en un
mar de aburrimiento, mientras llegaba el vagón. Sin embargo un silbido suave y
musical me distrajo de mis zapatos brillantes, y busque con la mirada al dueño de
ese sonido, retumbaba en mis oídos con burbujeantes tonos, y es que en si la
melodía era triste, pero el hecho de que alguien hiciera eso en aquel lugar me
sorprendió a mi edad.

Mire a ambos lados pero solo había caras largas o serias, alguna que otra
dormitando, pero nadie silbando del lado de abordaje donde me encontraba. Fue
entonces cuando me di cuenta, y con una sonrisa boba mire frente a mi
descubriéndole (estoy segura de que casi salte de emoción). Ahí parado, al otro
extremo de donde mi mamá y yo estábamos, un hombre alto y joven silbaba. Era
muy pálido, el papel no le hubiera podido ganar en el color, a parte la gabardina
gris le confería cierta clase. Parecía distraído mientras terminaba la canción con
una nota lenta. No se si fui yo ó él, pero en mi mente grabado esta el
sorprendente color de sus ojos, eran grises como lo que vestía, tan grises y tristes
que me dieron ganas de llorar, y lo hubiera hecho, total nadie se preguntaría que
diablos le pasaría a una niña de cinco años con tanto aburrimiento al rededor,
pero el joven al percatarse de mi presencia reaccionó de una forma que jamas
imagine. Levantando la vista hacia mí solo sonrió.

Y concluirán que era una precoz por gustarme su sonrisa, pero es que esta
era diferente, era como si él pudiera comunicarse conmigo, como si con su
sonrisa me alentara a calmarme y relajarme, a tal punto que no pude mas que
contestarle elevando las comisuras de mis labios infantiles, sintiéndome muy feliz
por ello. Por su parte con educación asintió contestando, inclinando su cara un
poco, leves centímetros hacia la izquierda. Fue el momento mas extraño y
fascinante en mi vida. Al rededor de él había algo que me empujaba a saltar la
distancia que nos separaba y tomarle de la mano, no pensé en mi madre, ni en mi
padre, tampoco en mi escuela o amigos; todo eso perdió interés por aquel leve
gesto.

El sonido del metro se oyó a lo lejos y de repente todas las personas que
antes habían quedado en segundo plano, se movieron distrayendo mi vista.
Logrando adelantarme a mi madre, quien grito cuando me solté, mire al otro lado
con una sonrisa curiosa, para ver si podía volver a ver al joven. Lo que paso fue

10
algo no tan grato al primer momento. Mi joven sonriente, ahora serio, estaba tras
una chica de mirada perdida, ella parecía llevar algo abrazado al pecho con
desesperación obligando a sus nudillos a permanecer blancos de la fuerza que
aplicaba sobre ellos; la chica era tan normal, y a la vez tan atrayente que me vi
con ganas de hablarle. Él advirtió tal vez mi intensión por que levanto su vista
hacia mi, y me miro con reprimenda, como si estuviera arruinando algo; sus ojos
eran hostiles y brillaban con un ansia que no podría describir hasta ahora. Sentí
miedo.

El vagón llego justo a tiempo, y mi madre me tomó del abrigo volteándome


hacia ella exigiendo saber que pasaba, yo estaba muda y confundida. Al observar
mi consternación su mal humor se esfumo y beso mi frente para calmar lo que
ella pensaba era miedo a la gente. Ambas entramos junto con las demás
personas, y tuve la ventaja de sentarme frente a la ventana de frente al otro
andén. Mis ojos enfocaron el momento en que el otro vagón, que había llegado al
mismo tiempo, salía y dejaba el panorama libre para ver lo que pasaba. La chica
seguía ahí pero ahora parecía aterrada, el joven de la sonrisa bonita le apretaba el
brazo con crueldad. Supe que algo malo iba a pasar, algo que no quería ver y sin
remedio absorbía mis pensamientos infantiles. Mi vagón empezó a moverse, y
parada sobre el asiento trate de no perder de vista ambas figuras, hasta que el
túnel trago aquellas imágenes y no volví a verlos. Se perdieron en la oscura boca
de aquel túnel.

Esa fue la primera vez que vi a un caníbal.

11
Air “Playground Love”

Capítulo 3. Las cosas no son como se ven

— Sandra—

¡L a alarma de radio empezó a sonar!, con una canción de fondo,

anunciando un anticipado desastre en mi recamara. Para cuando abrí los ojos y


me di cuenta, solo tenía veinte minutos para llegar al colegio. Me frote la cara y
bostece al tomar el reloj; aparte las cobijas, con motivos florales (manías mías), y
con lentitud extrema puse mis pies en el suelo frío, que inmediatamente mando
una señal eléctrica a mi cerebro. Sin tomarme mas tiempo en hacer ovillos en la
cama, corrí al baño y empece a cepillarme los dientes, mientras buscaba la toalla
de baño y mis sandalias de plástico azul, que por algún lugar estarían escondidas
las muy traviesas.

—¡Oye conejita! ya casi es la hora de entrada — Mi papá se asomó por la


puerta, su cabello negro peinado con gel hacia tras y sus patillas pronunciadas,
reflejaron su rostro joven y listo para la lucha, era típico de él levantarse antes de
que el sol saliera; al trabajar en uno de los laboratorios de sangre mas
prestigiosos de la ciudad su apoyo consistía en revisar las muestras que llegaban
por la mañana. Ambos salíamos casi al mismo tiempo.

12
—¡Lo...sé! Pero ya veré que invento para que el portero no me reporte, si
llego tarde —Saque la secadora, y arrojando la toalla de baño a la cama empece
a arreglar mi cabello.

—Bueno nos vemos, te he dejado un poco de café y unas tostadas con


miel

—¿No se te hace tarde? —Le pregunte con una sonrisa cómplice —Tu
también estas haciendo tiempo —Señalé su maletín

—Le pedí a Matías que me cubriera un poco más —Se encogió de


hombros y luego una sonrisa picara, tan típica de mi padre, me confirmo que
había algo de tras

—Mamá dice que si ese joven no te solapara tanto llegarías mas temprano

—No empieces tu también Sandra —Se apoyo en la puerta, viendo


directamente a los ojos —Ya le dije a tu mamá que es por mi investigación, mas
adelante yo seré el que cubra a ese chico

—Yo si te creo —Le sonreí buscando mi ropa —Y ya se me hace tarde.....

—¡Rayos! Falta poco tiempo —Oí cuando cerro y termine de cambiarme,


tomé mi mochila y fui a la cocina a desayunarme algo, que no fuera lo que mi
padre distraído, sabia perfectamente me provocaba vómitos.

Mi madre seguía dormida así que no me moleste siquiera en despedirme,


tenia ese mal de los madrugadores que la ponía feroz por las mañanas. Logre
encontrar un yoghurt de fresa en el refrigerador y sin mas me apresure a la parada
del autobús escolar que pasaría pronto. Mi alivio fue total al ver a mi mejor amiga
saludando al otro lado de la calle. Lorena “Lore” se apresuró a mi cuando cruce y
nos saludamos con un fuerte abrazo, después del verano ambas teníamos tiempo
de no vernos y como ella había viajado a Italia, de donde procedía su familia, tenía
miles de preguntas que hacerle. Estuvimos riendo y parloteando en la parada
cuando el autobús llego.

13
—Tienes que contarme todo de ese viaje ¡Muero por saber que hiciste ahí
sin mi! —Le dije cuando nos sentamos hasta atrás, y dejábamos que la guerra de
bolitas de papel, por parte de nuestros compañeros, siguiera al frente.

—¡Fue una experiencia fantástica! —Me dijo sacando unas hermosas gafas
negras, que muy seguramente eran de marca, se las coloco modelando su rostro
y debo admitir que le quedaban ¡Súper! El autobús arranco haciendo un chillido
nefasto que hizo quejarse a medio mundo —¡Compre y comí como nunca!,
extrañaba mucho a mis abuelos, me han mimado como una reina —Me miró un
poco melancólica, su cabello castaño claro brillaba con los primeros rayos del sol,
era uno de sus rasgos mas bonitos, al contrario del mío que era negro de miedo
— Tenia siete años sin verlos me duele pensar que están lejos

—Ellos saben que les amas mucho, pienso que los abuelos son el corazón
de una familia grande —Ambas nos reímos y me coloque las gafas, cuando me vi
en el vidrio decidí que eran demasiado llamativas para mi.

Hace mucho, tanto Lorena como yo teníamos bien definido lo que nos
gustaba y lo que no, con referente a la moda. Mientras ella prefería un estilo
creativo, que se componía por una camiseta de gráficos y unos leggins de colores
llamativos además de un buen par de zapatillas deportivas, a mi se me daba mas
por cosas simples pero llenas de significado manual, así que hoy solo llevaba un
vestido fresco corto, de estampado floral naranja y sandalias cafés de meter, sin
olvidar mi collar de cuarzos de colores con conchitas de mar que era regalo de mi
abuela. En nuestro colegio pasábamos desapercibidas, como muchos otros,
éramos como esas hojas de más del árbol. Claro que había unas mas grandes y
coloridas que ocupaban el centro de atención, y eso nos relajaba, preferíamos
estar tras bambalinas y no ser podadas por la sociedad estudiantil.

Cuando llegamos al colegio una serie de estudiantes y padres de familia


estaban en el estacionamiento, despidiendo a sus hijos o llegando a dejarlos con
prisa; para los pequeños de recién ingreso y los nuevos de alto ingreso, entrar en
este colegio era otra prueba mas de un carácter que los forjaría para el futuro,
parte del protocolo que en toda escuela se exige al rededor del mundo. Y San
Carlos, como se llama mi colegio, no era la excepción. El lugar era muy simple, a

14
mi parecer, un enorme edificio beige, con ventanales largos y un vitral roseta de
colores al frente que tenia al reloj indicador de turnos, también lo completaban
otros dos edificios en el interior, uno correspondiente al área deportiva y otro al
área creativa, las canchas externas solo se usaban para los equipos de
competencia o demostraciones deportivas, como bien les aclararé, yo no entraba
en ningún área, y no es que me desagradaran, al contrario cada año procuraba
meterme en un club y hacer lo mejor posible, pero el sufrimiento era tal que
terminaba por pedir al final del semestre un cambio al siguiente ciclo escolar. Yo
era un bulto, o eso me decían en donde se me ocurría meterme, y con buen
grado el apodo de “pelota ping pong” me fue empleado hasta los trece años,
después de que me vi en la necesidad de corregir a mis adorables compañeros
con la absoluta indiferencia, estos se rindieron y cada vez que me tocaba elegir,
en las planillas de lista que colocaban al exterior, casi podía oír las oraciones
conjuntas que alzaban al cielo tras de mi, y no precisamente para que les tocara
como compañera de curso especial.

—Meche me ha dicho que este año harán una fiesta de bienvenida, estará
a cargo Carol Schreiner —Me susurró Lore cuando ambas íbamos a la dirección a
recoger nuestros horarios.

—¡Que novedad! —Fingí aparente entusiasmo al escuchar el nombre de la


persona que me había puesto el apodo, que anteriormente les mencione —
Enserio, esa chica debería de poner sus prioridades en una lista

—No las necesita —Se río compartiendo mi opinión —Ni siquiera sabe que
es una lista de prioridades

Como ven ella no era nuestra persona favorita, no eran celos de impopular
ni nada infantil como eso. ¡Vale! .Era una tipa bien bella, con el entusiasmo al cien
y muy inteligente, como para salir primera en la lista de alumnos predilectos, pero
aparte de tener un cabello rubio, piel de muñeca de porcelana y ojos azules, la
chica se dedicaba a ser la mandamás del colegio, como si no me bastara con
escuchar al profesorado entre clase y clase; Carol Schreiner era una costra en la
espalda. Si no te apegabas a sus ideas de corte estudiante, estabas fuera, paria
total. Lorena y yo con suerte, lográbamos escapar de sus garras cuando por
algún motivo se acordaba de nuestra presencia, que cierto es Carol Schreiner

15
sabe exactamente, nombre e información personal de cada uno de los
estudiantes. Sus fiestas eran legendarias y también el horror a cualquier incauto
que no fuera bien preparado, años anteriores habíamos visto la crueldad de la que
podía ser participe Carol. ¿Una de sus víctimas?, el joven Fausto López, cuando
entro al colegio y se le ocurrió aceptar la invitación del Hades (chiste personal),
por parte del equipo de natación, no quiero mencionarles lo que ocurrió al pobre
Fausto, solo diré que tuvo que ver con cera para piernas y mucha espuma.

—¿Qué te a tocado a primera hora? —Lorena echo un vistazo a mi horario

—Saxon Cardiaco —Así nombraron en la escuela al profesor de


matemáticas avanzadas —Será una larga mañana, me sentare atrás y esperare a
la siguiente hora, ¿Y a ti?

—La señorita Verrugas —Me contesto mi amiga, haciendo referencia a la


maestra de química que en mas de una ocasión había mandado a llamar a los
padres de Lorena —¡Ella no entiende mi explosivo talento con la pipeta!

—No mientras la tabla periódica se te olvide, cada que pregunta

—Si hubiera nacido para convertirme en la próxima Albert, ya creo que me


estaría besando los pies —Se quejo mientras guardábamos las cosas en nuestros
casilleros

—¿No era físico aquel tipo?

—¡Lo que sea!, tu entiendes —Cerro de golpe su casillero —¿Nos vemos


en el almuerzo?

—Ok. Pero si Wikiprofe ¡perdón! El maestro Cesar...—Refiriendo a otro


profesor —Me deja historia hasta por los oídos, a tercera hora, es seguro que
estaré enclaustrada en la biblioteca

—Bueno. ¿Llevas todo? —Cuando pregunto aquello, ambas miramos en


nuestras mochilas, la de ella de mezclilla y cubierta de botones y la mía cosida

16
con hilos coloridos y un parche de piel sintética, al ver que no faltaban armas nos
despedimos.

No tarde en darme cuenta, mas tarde esa mañana, que el Wikiprofe si


dejaría tarea, y no solo hasta por los oídos, sino hasta el mismísimo cerebro. Una
larga mañana. ¡Biblioteca ahí te voy!

— Renan—

Tuve el tiempo suficiente de esquivar al entrenador ToroLoco, como bien


merecido se lo tenia nombrado, estaba harto de sus constantes acosos de
entrenamiento, me bastaba saber que me iba a nombrar este año el nuevo
capitán de atletismo, para que unas inmensas nauseas estrujaran mi estomago. El
hombre estaba loco, y ahora yo seria una de sus víctimas, me lamente bastante
toda la mañana después de oír aquello. Cuando llegaran las clases de curso
especial por la tarde, el terror se desataría.

—¡Renán! ¡Cariño ven aquí! —Aun mas escalofriante fue escuchar la voz de
Carol, mi novia, llamando entre la multitud de estudiantes, ¡¿Acaso no le basto
todo el bendito verano para aburrirse de pegarse como una costra a mi espalda?!

Mire a todos lados en la tercera hora, había bastantes estudiantes y podía


fingir que no le escuchaba, pero se estaba acercando peligrosamente y eso no
me ayudaría. Al voltear tras de mi, como opción vi a ToroLoco preguntando por
mi, maldije fuertemente por la suerte que cargaba estos días. Sin pensarlo dos
veces, me mezcle con unos chicos, los cuales llevaban libros apilados y entraban
a la biblioteca. Espere en la puerta muy pegado y cuando mire por la ventanilla el
peligro parecía haber pasado, un poco mas relajado camine hacia el recibidor y
tome una credencial, estaba justificado a leer algo para matar el tiempo, camine
entre los estantes y me metí al área de Historia Universal, había unos cuantos
chicos buscando como locos algo, seguro que Wikiprofe les había tocado a las
primeras horas, resignado busque algo que me interesara, tenia que haber algo,
me agache buscando en los libros del fondo, para ver que hallaba entre los
olvidados. Cuando sin previo aviso sentí un fuerte golpe en la cabeza, proveniente

17
de una enciclopedia ladrillo mire hacia arriba y una voz susurrando una disculpa
me llamo la atención.

—Oye... perdona el golpe —Hablo una voz suave y alegre —Pero sino es
molestia... ¿me pasarías esa cosa sobrehumana llamada “Historia y Leyenda de
Roma”? Para darme yo misma después de que saque investigación de mi tarea
—Me dijo sacando una mano pequeña y blanca a través del orificio que el libro
había dejado

—De acuerdo, espera un momento —No entiendo por que no me enoje,


supongo que sus disculpas se oyeron sinceras. Fui en busca de unas escaleras
para subir a los estantes mas altos —Aquí tienes —Le dije asomándome por el
orificio

—Gracias —Me contestaron con entusiasmo un par de ojos negros muy


bonitos, parecía chispear de complicidad.

La voz de la chica me pareció graciosa, era como oír un río fresco, y su rostro era
simpático, ¡mentira!, era hermoso de una forma diferente. Ella asintió antes de
desaparecer, y dejarme como bobo esperando recibir mas conversación en
aquellas escaleras suspendidas.

—¡Espera! —Dije bajando de un salto y corriendo al otro lado

—Ya he dicho que lo siento —Me miró con aquellos ojos, pero esta vez con
algo de desconfianza

—¡Oh! ¡No me mal interpretes! Acepto las disculpas —Me reí para aminorar
la tensión entre ambos —Me presento: Soy Renán Casio, gusto en conocerte —
Así que extendí la mano y ella se la quedo viendo, me sentí aun peor, pero de un
momento a otro ella alzo la suya y estrecho mi saludo

—Sandra

—¿Sandra qué? —Pregunte haciéndola sonrojarse por alguna razón

18
—Sandra Papillón —Susurró con los libros pegados a la cara

—¿Eres nueva? —Ella me miro como si estuviera loco y me incomodo un


poco

—Llevo estudiando contigo desde... ¡el preescolar! ó ¿tal vez desde


maternal? — Pareció ofendida pero luego me sonrío, y eso me relajo parecía un
termómetro alterado — No te preocupes, es obvio que no te acuerdas, soy una
persona muy simple, y tu... si que eres conocido — Me dijo volteándose y
recogiendo los libros que tenia a mano — A parte de que tu nombre no es muy
común, eres el estudiante mas condecorado del colegio por tus logros deportivos

—¡Vaya! Ahora si que me he pasado —Me disculpe —Perdona es que soy


una persona muy distraída, realmente me es difícil aprender los nombres y mas en
este lugar, en que cada año cambiamos de clases y compañeros, tu sabes

—No hay problema —Ella me sonrío con sus dientes blancos y algo en mi
estomago se contrajo, me gustaba estar así, platicando sin ser acosado a
preguntas, sin tener que ser agradable por obligación o la necesidad de cariño

—¿Te vas ya? —Le pregunte cuando la vi ponerse su mochila al hombro,


por alguna razón me alarmaba el que se alejara así de repente, ¡irónico!, había
pasado mas de catorce años sin notarle, y ahora que le conocía parecía un crío
de cuatro años que no quería soltar a su mama entrando a clases ¡Estoy mal!

—No se tú, pero yo muero de hambre, y solo me quedan ocho minutos


para comer algo antes de ir a mis clases —El sarcasmo en sus palabras, no
vinieron con intención de ser mala hacia mi persona, sino al fastidio que
representaba el comer a prisa

Miré hacia el reloj y vi que también se me hacia tarde, odiaba tener que dejarla sin
haberle sacado mas platica o invitado algo en la cafetería, en verdad me agradaba
ella, pero los deberes escolares eran importantes también.

—¡Espero verte pronto! —Le dije mientras abría la puerta dejando salir a mi
nueva amiga

19
—No te preocupes, no suelo esconderme bajo las piedras o el mosaico —
Se burlo caminando en dirección contraria a la mía, sin voltear una sola vez
aquellos simpáticos ojos negros me dejaron noqueado. Cuando se alejaba pude
ver mejor como caminaba, a pasitos lentos y sutiles, llevaba un vestido corto y
floreado que me gusto verle, le daba un toque femenino, la hacia diferente a mi
novia Carol, la cual no podía salir sin sus faldas cortas y sus blusas de diseñador
de alta costura. Incluso el perfume que sentí de parte de Sandra fue como un
campo fresco, y no el vomitivo olor a caramelo que la mayoría del equipo de
animación se daba por exhibir frente a mis amigos.

Entonces camine sin voltear a la próxima clase.

20
Paty Cantu “Fe”

Capítulo 4. Cría cuervos y...

— Sandra—

A quí estaba yo mirando hacia la nada en la cafetería, revolviendo el

desayuno, picoteando y de vez en cuando poniendo atención a lo que me decía


Lorena. Quien me hablaba de la llegada a la ciudad de un tipo de chico genio de
la música clásica. Hace un mes Renán Casio me había hablado en la biblioteca
escolar, ahora por algún motivo, que desconozco, su rostro se me vino a la mente
un breve instante, parecido a una fotografía que se empeñan en que mires y luego
te la arrebatan sin más. Me pregunte que diablos le había picado al entablar
conversación conmigo, no es que me desagradara, pero personas como él no se
juntaban con chicos como Lorena y yo. Además de que nunca nos habíamos
hablado, y eso era otro de los por qué aquella conversación me había parecido
extraña. Era posible sentirse bien con alguien conversando ¿Cuándo jamas le has
hablado?

—¡Hoy vuelas en las nubes oficialmente! —La voz malhumorada de Lorena


me saco de mis pensamientos y le mire apenada, no quería ser grosera con ella.

21
—Lo siento, pero es que tengo cosas raras en la cabeza —Mire la bandeja
de comida y no me dieron ganas de seguir comiendo, así que solo tome la caja
de jugo

—¿Cosas raras? —Lorena alzo una ceja interrogante, sus pulseras de


colores sonaron cuando cruzo sus manos y me miró fijamente —Tu no me haz
dicho algo... y puedo asegurar a que es muy importante

—¡Que va! —Metí el popote en el jugo y empece a sorber poniéndome


nerviosa, me molestaba engañar a Lore, pero mis pensamientos no eran tan
importantes, o eso creía al principio

—Si no me dices, yo no te cuento las nuevas noticias —Sonrío maliciosa,


ella sabia que mas que chismosa era una terrible curiosa

—¡No me vas a chantajear con eso! —Me hice la indignada pero al ver su
expresión de ¡te pille!, supuse que pelear ya estaba de más —Renán
Casiohabloconmigoenla biblioteca —Solté rápidamente con todo el aire que mis
pulmones alcanzaron soportar

—¡¿QUÉ?! —Su cara se puso pálida y sus ojos parecían salirse de sus
órbitas, casi pude corroborar que tubo un leve temblor en los labios —¡Espera,
espera, espera! ¡Replay! No entendí ó me estoy quedando sorda —Una sonrisilla
ilumino sus ojos y ya me imaginaba lo que venia —¿Qué haz dicho?

—Renán... Casio... hablo conmigo... en la biblioteca —Repetí lentamente

—No me lo creo... —Susurró —¿Estamos hablando del mismo Renán? —


Asentí enérgicamente —¿Renán? El “Yo soy un Dios del cielo bajado a la tierra por
Afrodita para ser amado” —Fruncí el ceño, ¿Dios del cielo?... ¡exageración! Yo no
lo veía tan bueno

—S..si bueno —Trate de encontrar las palabras adecuadas —Realmente


no es lo que estas imaginando

22
—¿Qué es lo que imagino? —Me miró inocente mi colega, masticando el
ultimo pedazo de carne que le quedaba en el plato

—Que Casio hizo algo más que hablar conmigo —Casi pude jurar que la
comida se le caería de la boca —¡Oh vamos Lorena! ¡Solo hablamos!

—Pero tu lo estas recordando —Me señalo mas que divertida

—Si, pero no en el plan “chica enamorada” —Puntualice y era muy cierto,


mis pensamientos no iban en rumbo romántico —Solo que se me vino a la mente,
no es cosa del otro mundo, él puede hablarle así a cualquiera —Mire a Lorena,
pero mis palabras no parecían convencerla —¡Andate! Por eso no quería decir
nada

—¡Bien no te enojes! —Se dejo de burlas —Pero es que es... no se si decir


fabuloso ó aterrador, después de todo hablaste con el chico mas popular

—¡Por favor!, pasemos de este tema —Suplique levantando mis cosas —A


mi no me va esto de hablar de chicos después de desayunar

—¡Oh bueno!

Ambas dejamos las bandejas con las otras, que se encontraban


arremolinadas en el basurero, y fuimos hacia nuestros casilleros. Los alumnos
estaban cambiando sus cosas para la siguiente clase, unos incluso se veían
tirados en el suelo holgazaneando al máximo ó durmiendo sobre sus mochilas,
por el pasillo los ruidos de las conversaciones animadas y la música de ipods
complementaban la vida estudiantil diaria, mi colegio era muy estricto en los
horarios, razón por la que muchos preferían saltarse el desayuno y socializar con
los demás. A parte de los deportes y los cursos especiales, no alcanzaba el
tiempo para nada, los horarios eran muy pesados; no todos podíamos decir que
nos agradara, pero el hecho de encontrar un lugar que diera todos los servicios
de instalaciones y beneficios económicos, como becas completas, era algo de lo
que no podíamos renegar fácilmente. Así que estábamos bien metidos en el túnel
del sin fin.

23
—¡Ay! Casi se me olvida —Lorena se estaba despidiendo cuando se me
acerco sigilosamente, como siempre hacia cuando se moría de ganar de contar
algo importante —Hay nueva sangre —Me dijo por lo bajo del ruido

—No es de impresionarse —La mire sonriendo con descaro, pero ella hizo
un puchero reprendiéndome —¡Ok!

—Un chico —Me confirmo mientras buscaba algo entre sus cosas —¡Se
me ha olvidado el libro de las integrales! —Se dio un golpe en la frente —¡Me voy
tengo que llegar! ¡Que me dejan fuera del aula!

—Ya no...

—¡Te lo enseño luego y te doy su ADN completo! —Se burlo lanzando un


beso

— Renan—

Estaba dibujando un collar de cuarzos sobre mi libreta de historia, hoy nos


iban a enseñar la fundación de Roma “mitos y verdades”, cuando el maestro
entró al aula tumbando un paquete de copias, que bien le harían la competencia
al directorio, ya me imaginaba como de que iría toda la clase entera. Ahí fue
cuando supe que en este semestre nada iba a ser fácil (la historia no era mi
fuerte). Trataba de sacar siempre una buena nota, pero por alguna razón me
irritaba pensar en los acontecimientos del pasado. Cuando de chico me ponía a
leer aquellos libros terminaba frotando mis dientes de desesperación, esa
sensación no había mejorado con los años.

—Chicos un nuevo compañero se une a las filas —La voz de Wikiprofe me


trajo de regreso —Adelante jovencito

La mirada de todos, incluso la mía fue directo a la entrada del aula. Ahí parado,
con unos pantalones negros rasgados, unas bandas en las muñecas del mismo
color y un gran numero de piercings, estaba un chico alto de cabello negro. Su

24
mirada oscura recorrió todo el lugar, antes de avanzar lentamente hasta el frente y
girarse en silencio hacia nosotros. Una atmósfera incomoda se produjo
rápidamente, desde un susurrante “Freak” de tras de mí, hasta una burlona
sonrisa en los labios del profesor. Este chico la iba a pasar mal.

—Te presentas —Ordeno el maestro. El chico giro su rostro hacia él y una


comisura de sus labios se alzo, algo parecido a un gesto se dejo ver en ese rostro
pálido, luego asintió obediente y nos mostró su mutismo total

—Soy Irwin Bennett —Dijo alto y claro, con un tono educado que
sorprendió a la mayoría —Estoy aquí para estudiar, así que... no me jodan
¿capisci?

No se cual fue la expresión de mis compañeros, pero la del maestro si que


la vi, y parecía a punto de explotar contra el chico-dark, cuando su cara se puso
roja y cerro los puños insultado, juraría que sus lentes ovalados se le habían
empañado en el acto.

—¡Jovencito! ¡Abstenerse de decir palabras altisonantes en mi salón de


clases y frente a sus compañeros! —Wikiprofe camino hacia la puerta y abriéndola
señalo el pasillo —¡Haga el favor de ir a la dirección por un reporte por mala
conducta!

El chico-dark no parecía querer moverse. Con una expresión neutra y de


reto al mismo tiempo, nos volvió a mirar a todos y ahora con una sonrisa
descarada, y un guiño, salió a paso firme por su castigo. No hace falta decir que
la clase entera quedo en shock total y para mi fue la mas divertida, desde hace
muchísimo tiempo. Ese tipo era genial a su manera.

— Sandra—

Había un gran revuelo a la salida y me pregunte que era lo que había


pasado, unas chicas saltaban como tontas, otros hacían mímicas imitando a
alguien y unos cuantos negaban con los labios apretados. Después de estar en

25
aquel colegio por tanto tiempo, el ver esas reacciones me hacia hervir la
curiosidad y solo había alguien quien me podría informar a detalle.

—¡El nuevo la ha cagado! —Fue la expresión orgullosa que mostró Lorena


cuando la asalte mas tarde en su casillero con aquella duda

—¿Por qué?

—Lo han suspendido, por insultar a todo un salón frente la nariz de


Wikiprofe —Parecía extasiada con aquella noticia —Hubiera querido ver la
expresión del tipo, ¿te imaginas?

—No, la verdad es que no —Me puse a pensar en que cosa habría pasado
—¿Solo sabes eso?

—¡Yep! —Asintió metiendo los últimos libros a su casillero, para irnos a los
autobuses

—Yo te puedo contar ¿si quieres? —Una voz familiar llamo nuestra
atención por ser descubiertas, cuando volteé la sonrisa franca de Renán estaba a
nuestras espaldas sosteniendo su mochila al nombro, apoyado en el casillero
continuo al de Lorena, llevaba una camiseta de botones azul marino y unos
pantalones de bolsillos color beige, su impecable forma de vestir no que quitaba
lo simpático en sus gestos suaves —¡Estuve en primera fila! —Nos dijo con lo que
parecía un entusiasmo excesivo

—No me digas que ... —Me acerque un poco, con la expresión asombrada
por tal revelación

—Fui uno de los “insultados” —Se burló —La verdad que no me la había
pasado tan bien en una clase de historia desde que Connor vomitó en el examen
en sexto año

—Y vuelvo a decir: Me hubiera gustado estar ahí —Se quejo mi amiga

26
—¿Cómo es? —Le pregunte a Renán. Algo en sus ojos verdes que me
miraron paso de divertido a serio, y me apene —Perdón

—Ya lo veras, es particularmente oscuro —Lo describió —Claro, si te


gustan pálidos

—¡¿Qué?!

—¿Qué? —La voz de Lorena y la mía hicieron eco

—Nos vemos luego —Y así como se presentó se fue de igual forma

—Eso fue...

—¿Extraño? —Termine por Lore quien me miró asintiendo

— Renan—

¡Si que me había comportado como un perfecto imbécil!

¿Celos?

¡No!

¿Si?

Por un instante, cuando los ojos de Sandra se encontraron con los míos,
algo me llamo la atención y me incomodo. Cuando la aborde en aquella
conversación, solo pensaba saludarle y tratar de ver si se molestaba en
contestarme, luego de su bienvenida animada me pareció divertido bromear un
poco, pero todo el tiempo veía como sus labios se movían con cada palabra,
incluso llegue a notar cuando se mordía uno al oír que estuve en aquella
estupidez del chico nuevo. Creo que la había asustado al decirle aquellas palabras
de forma tan fría. Me rasque la cabeza y pensé en como mañana me disculparía,

27
no quería que se enojara, ella era simpática y su forma de hablar me gustaba.
¿Por que le preocupaba aquel tipo?

—¡Amor! —Carol me dio planto un beso de sorpresa agitando sus


pompones blancos frente a mi cara

—¡Ey! ¿A que se debe esto? —Me detuve un poco mas animado y


quitando esas cosas de mi rostro —¿Nuevos pompones?

—¡No tonto! —Me sonrío divertida, luego coloco sus brazos alrededor de
mi cuello. A Carol le gustaba hacer eso, era como un gatito falto de cariño, al que
le gustaba recibir afecto a todas horas. Deslice mis brazos por su cintura y la
pegue a mi cuerpo suavemente, sintiendo la tela roja de su uniforme —¿Vienes
conmigo a comprar lo de la fiesta?

—¡¿Ah?! —Sabía que ese beso era truco —No lo sé...

—¡Anda vamos! —Insistió haciendo un puchero con sus labios, luego los
acerco a los míos y un beso mas intenso me agarro desprevenido, mientras su
lengua jugueteaba con la mía, los labios de alguien más vinieron a mi mente y
como si se tratase de una cubeta con agua fría sobre mí. Me separe bruscamente
de Carol —¡¿Por qué haces eso?!

—Perdona —Estaba asustado, un escalofrío me recorrió el cuerpo tratando


de olvidar lo que acaba de imaginar, era una situación muy incomoda —¡Anda
vamos! Te acompaño

28
Red Hot Chili Peppers “Otherside”

Capítulo 5. Casi en el precipicio

—Sandra—

S entí una fuerte arcada en el estomago que me hizo caer en el suelo, el

dolor era tan fuerte que sentía como mis tripas se retorcían insistentes, y cuando
no pude más solté un alarido de terror, que se vio callado por el vomito surgiendo
de mi boca y empapando todo a mi alrededor.

—¡Hija! —El grito de mi madre llego lejano, pero al sentir sus manos sobre
mis hombros me calme un poco. Papá me levanto en brazos y llevo hasta el
baño, pero el vomito no paraba y me dolía el estomago cada que regurgitaba lo
que había cenado —¡Alan! ¡¿Qué esta pasando?!

—¡No lo sé Naty! ¡Anda ve por toallas! —Mi padre estaba desesperado,


veía en su rostro que no encontraba explicación a lo que me pasaba, el terror en
sus ojos también llego a mi —Estarás bien preciosa... no pasa nada
Pero sus palabras y la desesperación de mi madre no servían para nada,
termine vaciando todo mi estomago, y recostándome contra el lavabo sin fuerza
alguna. Mi cabello se mancho y mi ropa de dormir estaba hecha un desastre.

29
Para cuando volví a mi cama en mejor estado, mis padres se veían muy
preocupados y eso me entristecía mucho, pues yo no sabia que era lo que
pasaba con mi cuerpo.

—Mañana, iras con tu madre al hospital —Mi padre me beso la frente —


Creo que fue la cena... pero no vamos a confiarnos

—Papá tengo mucho sueño —Cerré mis ojos y la inconsciencia poco a


poco se adueño de mi, sentí la cariñosa mano de mi madre en mi rostro antes de
oír a ambos retirarse de mi habitación

— Renan—

Me fue difícil pararme por la mañana, aun tenia flojera de meterme a la


ducha y salir a desayunar; en cambio el reloj seguía insistiendo en tenerme en pie.
Bostece levantando mis brazos en lo alto, encendí la televisión y lo puse en el
CNN viendo los deportes mientras buscaba mi ropa. Un rato después bajaba por
las escaleras de cristal de mi casa, fui a la cocina y vi a mi hermano Adrik
tomando un plato de cereal.

—¡¿Qué sucede piojo?! —Rasque su cabeza y él me miró con fastidio.


Ambos a pesar de ser hermanos llevábamos una relación algo alejada, desde niño
había sentido que Adrik me rechazaba y aunque no entendía el motivo trataba de
ganarme su simpatía

—Ara ha dicho que quiere que llegues temprano a casa —Me aviso
levantándose del comedor y colocando su plato cerca de la estufa, como siempre
seguía llamando a nuestros padres por sus nombres

—Bien... creo que tengo entrenamiento hoy —Trate de recordar lo que


ToroLoco decía de los que faltaban a las practicas, pero rápidamente tome la
decisión que mi familia era lo primero, después de todo, mi madre tenia una forma
insistente de sacar lo que quería —¿Vas a faltar a tus clases de música?

30
—No. Ara y Abdías dicen que solo tu tienes que ir a la reunión —Adrik se
sentó cerca de mi mirando el televisor —Realmente no tienen interés en que yo
vaya, aun soy pequeño para esas cosas

—Si bueno, no te pierdes de nada —Hable con la verdad, después de que


me imagine asistiendo a otra comida de empresarios, algunos de los cuales se
presentaban conmigo y me trataban amablemente, pero el clima siempre era frío y
hostil

—¿Cuando hará la fiesta Carol? —Me pregunto sin mucho interés, pero a
mi me dio la impresión de que le llamaba la atención después de todo, las fiestas
de mi novia era un acontecimiento todos los años

—Ayer la acompañe a comprar las ultimas cosas, me ha dicho que


repartirá hoy las invitaciones para mañana por la noche —Le conteste buscando
el cereal

—No pareces muy entusiasmado — Adrik se volteó hacia mí. Colocando


un poco de cereal en una taza asentí encogiendo mis hombros, realmente no iba
a empezar a decirle lo que me estaba pasando en la cabeza últimamente —¿Por
qué entonces no se lo dices a tu novia?

—Realmente lo que no me guste, no la debe incomodar, ella me gusto a


como es y la quiero de esa forma

—¿Te gusto? —Al oír su interrogante pregunta la cuchara de cereal se


derramo en el suelo antes de tocar mi ropa

—Yo no he dicho eso —Me apresuré a limpiar mi desastre —¿Que hay de


las clases especiales? ¿Se unió alguien nuevo? —Saque mi carta de distracción
esperando que Adrik dejara de preguntas tontas

—No —Respondió tomando su mochila y esperando en la salida mientras


terminaba ser llevados en el auto al colegio —Le diré a Marcelo que te retrasaras

31
Carol nada mas llegar al colegio tomo mi mano y caminamos hacia mi
casillero, me contó una que otra cosa sobre la fiesta y a quienes ya tenia en la
lista, también acerca de que quería que fuéramos de un color entonando, y que
no le agradaba que su padre planeara llevársela en vacaciones, porque me dejaría
de ver por un largo tiempo.

—Vamos Carol —Le animé cuando sacaba uno de mis libros para la
siguiente hora —Será divertido, no siempre puedes convivir con tu padre y eso...
¿no te quejas de eso todo el tiempo?

—Si ya lo sé, pero no me agrada que tome decisiones sin consultarme —


Se peino el cabello rubio tras su oreja, hoy llevaba unos jeans entubados y un
abrigo gris con botones al frente que le daban una imagen seria pero elegante,
era la chica mas hermosa que hubiera visto y cuando me pidió ser mi novia, no
dude y acepte — ¿Por qué no le dices a tus padres si te dejan venir con
nosotros?

—¡Ja! No lo creo —Sonreí sarcásticamente

—¿Estas diciendo que no confían en mi? —Pareció muy molesta al


decirme aquello, y cruzo sus brazos mirándome fijamente esperando una
respuesta

—No es así, solo que ellos... —Trate de encontrar palabras para hacerlo
más fácil, ya que yo tampoco lo comprendía bien —Tienen una fobia a que me
ocurra algo, son muy protectores y eso

—Tu me estas mintiendo —Se quejo frunciendo el ceño e incomodándome

—Lo sé. Es estúpido pero ellos no van a cambiar, he insistido te lo aseguro

Mientras trataba de que Carol entendiera las razones, mis ojos vieron a
Sandra, estaba algo pálida y su mirada estaba cansada, iba del brazo de su
amiga y esta parecía preocupada, ambas se alejaron en dirección contraria. Me
angustio verla en ese estado, pero no pude ir en su busca por que alguien más se
puso de lado de Carol y empezó a sacar platica también.

32
—Renán, dile a Erick que no se le ocurra llevar a sus amiguitas a la fiesta
—Se quejo Carol y pude ver que Erick Silva, mi mejor amigo desde guardería,
estaba a nuestro lado lanzando una manzana en el aire, para luego cacharla y
morderla. El uniforme de Atletismo color negro y rojo me dijo que iria primero al la
pista de carreras.

—¡Vamos Erick! Si Carol dice no es no... así de simple —Él no parecía


interesado en lo que yo decía.

—¡Son unos aburridos! —Exclamo tirando lo que sobraba de la manzana


en un bote de basura y regresando señalo a Carol con su mano —Mis “amiguitas”
como te refieres a ellas, son chicas estupendas en la ambientación

—Ambientación de bares de poca monta dirás —Carol no se dejo intimidar


ella tenia una referencia poco satisfactoria de los amigos de Erick y quería que la
fiesta de bienvenida fue impecable como todos los años, por ser la presidenta
estudiantil —El Wonderland es un lugar elitista y elegante, no pienso dejar pasar a
tipas con dobles intenciones bajo la ropa

—De malas intenciones está hecho el mundo cariño —Erick no parecía


dispuesto a dejar pasar su idea y Carol estaba llegando a su limite en paciencia.
Si ocurría una pelea, yo seria el perjudicado

—¿Que hay con la música? —Pregunte de pronto para sacar otro tema de
conversación y dejaran en paz el de las amigas de Erick, que no dudaba asistirían
sin invitación

—Eso esta cubierto —Carol saco una invitación, era dorada como un
boleto de Willy Wonka e impreso llevaba el nombre de Wonderland, así como lo
que se encontraría en el lugar a la hora citada, me dio la impresión de que esto
seria otro de los acontecimientos por parte de mi novia que no se olvidarían
fácilmente — He conseguido al mejor DJ de la ciudad, mi padre patrocina sus
giras y esto lo tomara como un favor especial

33
—No puedo creerme que hayas logrado que toque en la fiesta —Erick
tomo el boleto y sus ojos parecían comerse los nombres de los que tocarían en la
fiesta —Estos tipos son realmente buenos y esta chica canta ¡heavy!, ya me estoy
viendo

—Entonces si llevas a tus amiguitas no lo harás —Mi novia le arrebato el


boleto de las manos y lo metido dentro de su estuche con los demás, dejando a
Erick con una cara furiosa

—¡Oye! Soy invitado especial, se supone que me des uno ¡ya!

—Puede que si... o puede que no —Carol me dio un beso en la mejilla y se


alejo a tomar su clase

—Tu novia es una bruja —Se quejo él y luego nos encaminamos a la


siguiente clase que correspondía en nuestros horarios

—Erick, ¿Conoces a una chica llamada Sandra Papillón?

—Mmmm, ¿Por qué el interés? —Se detuvo en la entrada del salón


esperando mi respuesta, yo simplemente hice un gesto con la mano indicando
que no era muy importante, esperaba que no lo notara realmente —Bueno, ella
creo que ha estado aquí en el colegio por un tiempo como nosotros, pero es
pésima en ciertas cosas esa es su fama —Me aclaro cuando nos sentamos en
nuestros lugares y nuestros compañeros llegaban al aula —¿Por qué no le
preguntas a Carol?, ella de seguro te dirá su curriculum vitae completo jajajaja

—No creo —Cuando vimos que el maestro entro dejamos de platicar pero
en un intervalo en que nadie nos observaba, Erick me mando una bola de papel la
cual desenrollé, en esta él me decía lo que temía hablar en voz alta:

“Ella te interesa y Carol no debe enterarse”

La nota decía lo que realmente temía, miré a Erick, y este me sonrío en


complicidad, antes de pedir permiso al profesor para ir a entrenar. Tenía que
aclarar lo que me estaba pasando, por que dudaba que fuera simple simpatía.

34
— Sandra—

Cuando salía de las clases de Lengua Extranjera, sentía que mis piernas se
doblaban por el cansancio, divise unos asientos cerca de la cafetería y me
apresure a ellos. Cuando me tumbe sentada y deje mi cabeza apoyada en el
respaldo todo daba vueltas, saque mi celular y le mande un mensaje a Lorena de
donde estaba, luego espere por ella.

Toda la mañana había estado en ese estado, y me daba cuenta de que poco a
poco se empeoraba la situación, las clases habían sido un tedio al punto en que
tuve que ponerme un poco de agua en la cara para resistir y no caer de sueño
sobre mi pupitre. Algunos maestros me habían pasado por alto, pues se notaba
mi estado, pero otros ni siquiera se molestaron en verme. Ahora me arrepentía de
insistir en venir al colegio. El hecho de recordar los dolores y los vómitos, hacían
que mi cuerpo entrara en escalofríos.

—Hola

Cuando abrí mis ojos, me encontré con Renán, estaba parado frente de mi
y su mirada indicaba que estaba preocupado; le sonreí a pesar de lo mal que me
sentía y le indique que podía sentarse. El me sonrío y acepto la oferta con alegría.
Llevaba una bonita camisa azul marino con una camiseta por debajo gris, su
cabello estaba despeinado y casi apuesto a que había corrido por alguna razón,
también traía unos libros en las manos y deduje que iría a la biblioteca luego de
tomar el desayuno escolar, era tan increíblemente fácil leerlo que me sorprendí de
lo bien que me estaba sintiendo con solo estar lado a lado, pero el parecía
impaciente por decir algo, así que rompí el hermoso silencio entre los dos para
darle un empujoncito.

—Lindo día... ¿Cómo te va con ToroLoco? —Renán me sonrío de manera


familiar y me sentí bien de tenerlo junto a mi, era especial la forma en que su
sonrisa me transmitía paz

35
—Tú debes saber como es ese tipo —Me recordó con ironía, después
asentí lentamente procurando no marearme mas, al parecer lo notaba por que su
sonrisa se fue abajo —¿Tienes algo malo?

—Solo es un mareo, pero pasara pronto —Trate de excusarme pero él


seguía viéndome de una forma alarmante —Soy fuerte no te preocupes —Sin
querer tome su mano, creo que mi cuerpo reaccionó sin más y aquel gesto salió
desde dentro de mi para calmarle

—No me gusta verte así —Su sinceridad se transmitió en sus palabras, su


mano sujeto fuertemente la mía, sonriendo trato de animarme con un halago —
Hoy traes un vestido muy bonito, el blanco te pega bien y ese collar es... especial

—Gracias. Me lo dio mi abuela hace mucho tiempo —Se lo enseñé


dejando que lo tocara —Me dice que cada piedra es un deseo que puedo realizar,
le gusta hacerme este tipo de regalos

—Yo no conocí a mi abuelo —Me confeso de repente —Al parecer murió


antes de nacer yo y mi familia no tiene fotos de él, mi padre dice que no le
gustaba retratar su imagen

—¿Y tus abuelos maternos?

—Ellos viven en Egipto, pero casi no los vemos

—Ya veo... —Me entristecía ver que Renán parecía afectado por eso, así
que tome mi collar y se lo di —Toma te lo regalo

—¡¿Qué?! ¡No! Es tuyo, de tu abuela —Se puso rojo y sus ojos verdes
parecían sorprendidos por aquello —Aparte que voy a hacer con él, no me lo
puedo poner es de chica

—Es cierto, pero... yo te lo doy, mi abuela estará feliz —Y presentí que yo


igual lo estaría, si aceptaba el collar.

36
—Bien, pero deja que yo te regale algo también —Agarro un lapicero y
tomando mi muñeca, dibujo la forma de una estrella con dos ramitas de laurel
adornando sus costados —Esta es la estrella de mi familia, dicen que es de
buena suerte —Me miró mientras terminaba —Sabes algo, yo creo que ...

—¡Sandra! Perdona que me hayas esperado mucho tiempo es que... —


Renán y yo nos habíamos separado de un salto cuando oímos a Lorena, y ella
nada mas llegar se puso nerviosa —¡Ups! Creo que he interrumpido algo.

—¡Oh no! —Se paró y nos vio a las dos rascándose la cabeza, luego me
sonrío y vi como se metía el collar en una bolsa de su pantalón —Las quiero
invitar a la fiesta de bienvenida —Hablo un poco nervioso y saco dos boletos
dorados, el nombre del Wonderland el centro nocturno mas conocido estaba
impreso en letras enormes sobre el papel —Espero que asistan, bueno creo que
se me hace tarde tengo que ir a la biblioteca —Se despidió con un ademan y se
fue rápidamente.

—No...puedo...¡creerlo! —Salto Lorena, mientras agitaba su boleto de un


lado a otro riéndose de pura alegría —Se supone que somos un cero para ellos,
en esta fiesta, solo asisten los de nuevo ingreso y los mas populares, recuerdo
que cuando fuimos en aquella ocasión nos divertimos como ¡posesas! —Luego
se detuvo y me miró achicando sus ojos —¿Qué le haz dado a Casio?

—Un collar.

— Renan—

Estaba hecho. Le había invitado y también a su amiga. Una emoción


impresionante corrió por mi cuerpo al recordar la manera en que nuestras manos
parecían sincronizadas a tocarse, perfectas en encaje y libres de emociones
falsas. Mientras caminaba a la biblioteca, imagine que le diría si la encontraba en
la fiesta o que llevaría puesto, hoy se había vestido de blanco, el vestido era muy
curioso, parecía estar tejido de forma suelta con flores y formas de estambre, no

37
llevaba mas que el collar y unas sandalias caqui; toda ella reflejaba su pureza y
carácter dulce. ¡Pero sus ojos! Esos pares de diamantes negros me miraban de
una forma tan cálida que me embargaba la felicidad, aceleraba el corazón. Y
aunque estaba preocupado al verla enferma, sabía que pronto se repondría.

—¿Quiero saber por que le haz dado a esa freak una invitación? —La
mano de Carol me sujeto sin darme cuenta, y si había estado viendo todo, de
seguro estaba celosa, sus uñas se enterraron en mi piel y guarde mi queja para
explicar.

—Mira. La acabo de conocer pero se ve que es buena persona —Mi novia


me vio como si fuese un loco y eso no me agradó — Ultimadamente no tengo
que decirte a quien invito, tu me diste boletos para que escogiera a quien quisiera
¡y es a esas chicas a quienes quiero en la fiesta!

—Renán ¡No quiero que asistan! —Me miró preocupada —No quiero que
me riñas, tu sabes que no soporto que las chicas se acerquen mucho, me da
miedo que me dejes sola.

—No te voy a dejar nunca —Me acerque y le di un beso suave, esperando


calmar su angustia injustificada —Son chicas buenas no tienes que preocuparte.

—Te quiero —Carol me abrazo y acaricie su cabello, pensé en sus


palabras y me di cuenta qué no estaba siendo sincero completamente, por que
muy en mi interior la esperanza de ver a Sandra crecía alarmantemente y de que
ella también sintiera lo mismo.

38
The Ting Ting “Great DJ”

Capítulo 6. Pasos de gigante

— Sandra—

E l día de la fiesta llegó y el colegio estaba alborotado, los que habían

sido invitados no dejaban de presumir sus boletos, los que habían conseguido
invitación no alardeaban mucho y simplemente esperaban expectantes lo que
verían y los que definitivamente no en sueños irían, simplemente veían con
indiferencia o envidia lo que sucedía a su alrededor. Después de un día en cama y
con lo que al parecer era una infección me había recuperado, y mi cuerpo se
sentía mucho mejor, solo que el hambre de vez en cuando me atacaba por
sorpresa y tenia que comer lo que fuera que estuviera a mi alcance. Aun así no
me sentía completamente satisfecha, y me preguntaba que sucedía. Lo atribuía a
mis nervios de terminar un delantal de mesa, de mi clase especial de
Manualidades, la maestra me había dado un poco mas de tiempo y ahora solo
me preocupaba en como convencer a Lorena de que no me apetecía ir a la fiesta.
Por ahora iba camino a la dirección, para que me justificaran las faltas del día
anterior al final de clases.

39
Cuando llegue, el secretario Carlos me sonrío amablemente y me pidió mi
justificante, se lo entregue y me indicó que esperara en el enorme mueble negro
de la recepción a que me hablara para pasar con el director. Un poco aburrida me
senté y vi a los encargados de la administración del colegio, todos estaban
concentrados en sus tareas mientras el conserje se ocupaba de limpiar el pasillo.
Al parecer el ambiente cordial se acabó cuando dos figuras entraron con paso
firme. La primera era una joven mujer con rasgos orientales, su cabello con un
tinte castaño brillaba de una manera hermosa, iba corto por debajo la barbilla y
peinado hacia dentro, sus pequeños labios eran carnosos y voluminosos,
mientras que su piel blanca estaba sin un rastro de manchas o arrugas, era una
belleza muy singular, y sin embargo su forma de vestir al llevar una blusa de un
hombro suelta a rayas y unos jeans negros ajustados, hacían un enorme
contraste con el joven a quien seguro acompañaba. Él chico al contrario de ella
llevaba un estilo dark muy marcado, unos piercing se asomaban en su rostro y
sus ojos oscuros como los de su acompañante se fijaron en mi dejándome
impresionada, pues en el colegio no era común ver a un chico de esa forma
vestido y menos con una actitud que decía a gritos “No te metas conmigo”, al
verme descubierta observándoles me avergoncé y baje la mirada hacia mis
zapatillas blancas.

—Buenos días. Soy Sakura Satou la tutora de este chico —La voz de la
chica llego a mis oídos, era melodiosa y suave como si estuviera silbando una
melodía, pero el tono de su voz parecía molesto o inconforme —El director me ha
citado hoy y tengo la agenda apretada, si es tan amable de decirme ¿cuando
podrá atendernos?

—¡Claro! Un momento por favor —El secretario revolvió los papeles y


mirando al chico saco una carpeta roja, la que siempre salía en caso de reportes e
informes injustificables, al igual que para la expulsión. Fue así que me di cuenta
qué este chico era el nuevo alumno —Si... tu nombre es...

—Irwin Bennett —Oí su nombre al mismo tiempo que su voz, no pude


evitarlo y levante mi mirada, así fue como ambos nos observamos, mientras la
joven a su lado hablaba con el secretario y este se comunico con el director. Irwin
Bennett y yo no podíamos apartar la vista

40
—Disculpe señorita....ah.... ¿Puede oírme? ...

—¡Ah! Si diga —Le contesté al Secretario que me estaba hablando, el


chico nuevo volteo su mirada, al parecer su interés se había esfumado

—Señorita Papillón, dice el director Garrido que si puede esperar un poco


mas —Me mostró una agenda llena de post-it de colores —Lo que pasa es que el
chico y su tutora tenían una cita previa, pero no habían podido venir ¿le molestaría
esperar? —La angustia del secretario era palpable, y la mirada tanto de la joven
como del chico de nuevo se giraron hacia mí, los tres esperaban mi aprobación y
eso me ponía nerviosa

—S...si esta bien, no se preocupe —Asentí y la joven me sonrío


amistosamente, algo en ella me agrado no parecía ser una persona indiferente a
pesar de su forma de vestir

—Entonces pueden pasar ya, solo firme aquí señorita Satou

Ambos desaparecieron tras la puerta de la dirección y yo me quede


esperando un rato más. Al ver el reloj me fije que la clase de biología empezaría
de un momento a otro, y como tenia que presentar un proyecto, además ensayo
acerca de los sistemas unicelulares, creí conveniente hablar con el secretario y
pedir cita mas tarde. Me levante y fui hacia su escritorio, el estaba concentrado
escribiendo en la computadora algún tipo de informe, y alcance a ver la fotografía
del chico nuevo que se asomaba por los papeles blancos.

—¿Perdone? —El secretario me miró y dejo su tarea para cruzar sus


manos y sonreír amablemente —Será posible, si no es molestia, ¿cambiar mi cita
a mas tarde?

—¡Por supuesto! Tienes razón puede que se lleven un buen tiempo en la


oficina —Busco la agenda y empezó a anotar —Te parece.... ¿Una hora antes de
clases?

—Si, esta muy bien —Me pidió mi número de matricula y tecleo los datos
en la computadora, me devolvió mi justificante y salí de ahí agradecida.

41
Un momento antes de cerrar la puerta de las oficinas, miré hacia donde
ellos habían desaparecido. ¿Estaría todo bien?

— Irwin—

Sakura iba a mi lado cuando por fin salimos de aquella dirección, no traía
muy buen humor por todas las cosas de las cuales había sido culpado, y aunque
no me defendí en absoluto, ella podía ver que a excepción del insulto, era
inocente de los demás cargos. Ambos nos habíamos mudado a este lugar con la
intención de no levantar sospecha y tener un espacio donde residir, mientras
juntábamos dinero para viajar a otro país. Pero este colegio por alguna razón me
erizaba la piel, algo en el ambiente me señalaba peligro. De cualquier manera
como Sakura no mencionó nada yo tampoco insistí. Cuando el secretario del
director le estaba entregando mi nuevo horario, miré hacia donde estaba ese
sillón negro, pero la chica ya no se encontraba ahí, recordarla me llamo la
atención; cuando ambos nos quedamos viendo fue un momento extraño que no
imagine sentir en una situación como esa, sin embargo ella se veía perfectamente
sana, de los pies a la cabeza, llevaba un vestido de algodón de cuadros amarillos
y rosas, atado a los hombros por dos cordeles y con unos olanes por debajo de
vestido, que quedaban arriba de la rodilla, un simple collar de perlas colgaba de
su cuello y los zapatos blancos impecables llamaron mi atención, cuando aparto
sus ojos para mirarlos. No es que me gustara o me desagradara, pero
ciertamente un aire de protección acudió a mi al verle ahí, como si se encontrara
sin protección y me llamara con cada poro de su piel.

—Mira que tener que aguantar tus errores, se me cae la cara de vergüenza
con tu director ¡Irwin-san! ¿Me estas escuchando? —Sakura abrió la puerta del
carro y me advirtió con la mirada que me comportara como debía —Tu sabes que
comprendo pero trata de llevar las cosas por la paz.

—Si entiendo, pero no pude evitarlo —Me puse de brazos cruzados para
contener mis ganas de golear algo cerca —Sentí perfectamente las intenciones
de ese tipo y me dio asco imaginarlo.

42
—¿Qué tan malas intenciones? —Preguntó con interés, a la vez que
arrancaba el auto.

—Nunca las suficientes —Aclare viendo mi nuevo colegio —Al menos creo
que he encontrado algo.

—¿Interesante? —Asentí y ella saco un cigarrillo antes de agarrar el volante


—Bueno tu sabes lo que haces, pero te recuerdo que ambos nos protegemos,
me interesa tu bienestar pero si algo sale mal... ten cuidado Irwin-san

—No te preocupes, tengo bien claro que aun somos los malos.

—Cuídalos y no te vayas por lo fácil —Puso en marcha el auto y vi como


se alejaba antes de meterme a mi nueva vida escolar —Uno nunca sabe en
donde se puede encontrar a los buenos.

— Sandra—

No entiendo como pasó, primero estaba hablando con Lorena de lo que


llevaríamos a la fiesta y luego todo a mi alrededor se puso oscuro, solo sentí un
jaloncito en mi hombro y caí en un abismo enorme, que me transporto a la
completa oscuridad. Pensé que solo había tomado un minuto pero cuando volví a
abrir los ojos, un techo blanco me dio la bienvenida, ya no me encontraba en el
pasillo del colegio, sino en la enfermería y por las cortinas corridas, deduje que me
habían dejado descansar.

—¿Cómo se encuentra señorita Papillon? —La enfermera de turno se


acerco a mi descorriendo las cortinas, era una joven de cabello castaño su
semblante era severo y su fina boca estaba arrugada en un gesto —Hemos
hablado a sus padres, uno de ellos pasara por usted.

43
—Gracias, ¿pero como llegue aquí? —Mi pregunta tardo en ser
contestada, me sentó en la cama y revisó los signos vitales, una que otra vez
escribía algo en su libreta y luego volvía a concentrarse en mí —¿Donde esta mi
amiga? —Hasta ese momento recordé a Lorena y me pregunte, porque no estaba
a mi lado, era raro.

—La alumna Maceratti estuvo aquí un tiempo, pero debía volver a sus
clases —Me miró por arriba de su libreta donde seguía anotando —La persona
que la trajo hasta aquí fue el joven Casio, al parecer tienen permiso, porque se
encuentra afuera esperando —Por alguna razón su manera en decir aquello me
inquieto y solo rehuí su mirada —¿Quiere verlo? o le digo que aun sigue dormida.

—¡No! Eso sería grosero —Me recosté como me indico y después de


tomar una pastilla vitamínica me dijo que esperara.

Él apareció de inmediato a través de las cortinas, inclino su cabeza


afirmativamente cuando la enfermera nos comunico que solo debía ser un
momento, luego que ella se retiro ambos nos quedamos en silencio, ninguno
parecía dispuesto a hablar, volvíamos a sentirnos incomodos y no entendía que
pasaba para que nuestras presencias se sintieran tan lejanas una de otra.

—Gracias por lo de antes —Le dije, refiriéndome a que me trajera a la


enfermería y a que estuviera conmigo en este momento, en el cual me sentía muy
vulnerable y decaída

—No pensé que estuvieras tan mal —Su voz parecía querer partirse, como
si temblara en el pronunciar aquellas simples palabras —¿Por qué has venido al
colegio si te sentías tan mal?

—No me sentía mal —Le decía la completa verdad, y él asintió creyendo,


suponía que algo le decía que yo nunca le mentiría en algo así —Solo estoy algo
agotada y me han dado vitaminas, todo estará bien —Alcé mi mano y le indique
que se sentara a mi lado, lo cual hizo sin insistencia de mi parte

—Creo que deberías ir a un hospital, no es normal desmayarse, he leído


sobre eso y comúnmente una simple anemia no lo provocaría —Tomó mi mano y

44
volví a sentir esa calidez especial que desprendía de él, eso me animaba y era
como si tomara un millón de vitaminas

—Renán... —Nuestros ojos vieron en los del otro, como un espejo, los
míos oscuros como la noche y los de él verdes como la vida. Era tan extraño el
que antes no nos hubiéramos hablado o dirigido una palabra, pero en este
momento parecía como si lleváramos miles de años juntos, destinados a este
preciso momento.

La cama se inclino un poco, cuando él se fue acercando a mí. Lentamente


me fui dando cuenta de cada detalle de su ser, su olor, sus gestos y hasta el
sonido de su corazón se intensificaron, como si perteneciera a mi propio cuerpo.
Sabía cuales eran sus intenciones, las tenia claras y casi podía tocar las imágenes
que llegaron a mi mente, pero algo en ellas me detenía, me advertían que no era
lo correcto. Y cuando recordé a Carol tomada del brazo de Renán en el pasillo,
me sentí sucia y con la suficiente fuerza para alejarme.

—Jóvenes. Ya han venido por la señorita Papillon —La enfermera ayudo a


que mi desplante se viera menos notorio, y cuando apareció mi padre en la
habitación un alivio inmenso recorrió mi cuerpo

—¡Mi niña! Tu madre no pudo venir pero te vera en la casa —Me ayudo a
ponerme de pie y a firmar la carta de salida, que le entrego la enfermera

—Señor. Su hija debe ser llevada a un hospital para que le hagan los
estudios permitidos, no solo ha tenido este incidente —Confirmo para mi
vergüenza la enfermera, dándole a mi padre lo que parecía una reprimenda —Los
profesores ya habían reportado que en clase parece muy desanimada, soñolienta
o con palidez extrema, no es típico de una jovencita de quince años el estar en
ese estado

—No tiene que decirme lo que ya se colega —El rostro de mi padre se


puso de piedra, y la enfermera se ruborizo —Vamos hija, tenemos que ir al
hospital cuanto antes... ¿y tú quien eres? —Sus cejas se juntaron cuando fue
consciente de la presencia de Renán

45
—¡Perdone! —Renán le dio la mano y mi padre saludo educadamente —
Soy compañero de su hija. Renán Casio, ¡Un gusto en conocerlo!

—Él me trajo hacia la enfermería, papá —Aclaré, y mi padre asintió con un


poco mas de animo, ambos me vieron como esperando algo mas pero
simplemente me encamine a la puerta

—¿No te vas a despedir? —La pregunta de mi padre me hizo voltear hacia


Renán, quien me dirigió una expresión humorísticamente dolida, no pude evitarlo
y fui hacia él, lo abrace y me despedí con un beso en la mejilla

—¿Irás a la fiesta? —Me pregunto cuando mi padre y yo salíamos

—Si, nos veremos ahí —Sonreí contenta y un poco mas relajada —Y de


nuevo, gracias por todo

— Renan—

La música en el Wonderland retumbaba en las paredes de cristal, el DJ


estaba haciendo un excelente trabajo combinando rock indie y electrónica versátil,
los meseros con enormes sombreros de copa rojo y naipes cosidos en las
chaquetas, recorrían la estancia repartiendo las bebidas y bocadillos preparados,
un barman con una corona en la cabeza se encargaba de la barra iluminada con
luces de colores fluorescentes de preparar lo que se acercaban a pedir, y con
piruetas impresionantes para los observadores, entregaba bebidas pintorescas y
llenas de color. Chicas vestidas de naipes bailaban en las pajareras plateadas y
uno que otro gato disfrazado jugaba con las luces de show ó con fuego azul
desde sus antorchas encendidas. Los alumnos de recién ingreso estaba
encantados y los que habían sido invitados se movían al ritmo de la música para
enseñarles a disfrutar la ocasión de desenfreno. Toda la energía a través de los
cuerpos, parecía chocar uno con otro y de regreso, era un ciclo de emociones
recién descubiertas para unos y ya experimentadas por otros. Todos tenían un
objetivo en este lugar, empezando por mi.

46
—¡RENÁN! —La voz de Erick se acerco al lugar en que me encontraba
sentado en la barra. Llevaba a una chica pelirroja del brazo y a otra morena
sosteniendo su bebida, se veía muy eufórico y adivinaba a que se debía, pero
como siempre prefería no hacer preguntas para evitar enfrentamientos —¡¿Qué
haces aquí de aburrido?! ¡¿Donde esta Carol?!

—¡Supongo que tenía que exigirle algo a uno de los gorilas de la entrada!
—Grité por arriba del ruido, Erick despidió a las chicas y se sentó un momento a
mi lado

—Pero tú no estas esperando a Carol... tu quieres ver a alguien más


¿verdad? —La mirada de Erick no era acusadora sólo irónica cuando sospecho
mi respuesta.

—¡Amor! ya todo esta listo —Cuando mi novia llego y besó con cariño me
animé para que no se diera cuenta de la sonrisa burlona de Erick, este mientras
pedía otra cosa al barman no dejaba de verme en complicidad —¿Qué te
parece? —Carol dio una vuelta para que viera su entallado vestido rojo corto,
junto a su escote atrevido en forma de pico que caía con diamantes diminutos
adornando su piel blanca, era muy tentador y no admitirlo seria de estúpido.

—¡Fiuh! Eres todo un rayo rojo —El halago de Erick fue recibido con un
rechazo total, sin embargo tenia toda la razón, Carol era muy hermosa los años
no habían pasado ausentes sobre nuestra niñez y ahora en la adolescencia.

—Tu sabes que eres preciosa —Me acerque besándole cariñosamente y


apretando su cintura con un leve gesto de intimidad; ella me atrajo a la pista para
bailar y mientras seguíamos el mundo musical de nuestro alrededor, vi mi reloj
preguntándome a que hora llegaría Sandra. Aveces los remordimientos se
esconden perfectamente en el interior o simplemente no los tienes.

47
—Sandra—

—¿Cómo me veo? —Me preguntó la voz nerviosa de Lorena, mientras se


alisaba su vestido. Ambas habíamos escogido diferentes modelos y colores,
mientras que ella llevaba uno corto de color negro liso, con lentejuelas brillantes y
tiras bordadas al rededor de este en diferente color con brillos espectaculares,
además de un par de botines negros en punta; yo había optado por un vestido
azul de seda, por arriba iba bordado con lentejuelas de un tono de azul mas claro
sin tirantes y en la falta azul marino de gasa con tul, llevaba lentejuelas plateadas y
un bordado discreto, un moño de lado a la cintura dividía los dos tonos de azul,
unas zapatillas rojas complementaban mi atuendo. Además de los vestidos mi
madre nos había comprado unos tocados muy hermosos, como Lorena prefería
lo mas moderno y loco, un par de plumas negras adornaba su peinado rebelde,
para mi habían elegido un broche de piedras azules y al igual que mi amiga
llevaba el cabello suelto. Ambas nos sentíamos felices de estar frente al
Wonderland, pero los nervios nos comían las manos cuando nos acercamos a la
fila que estaba entrando al lugar.

—Te ves genial, ya deja de repetirme la pregunta cada cinco minutos —


Lorena me enseñó la lengua y no pude mas que reír, yo igual estaba de nerviosa

—Eso lo dices por que adentro ya tienes pareja esperando por ti —No me
sorprendió que me recordara a Renán, muy en mi interior tenia la esperanza de
verlo

—Pero tiene novia, y yo solamente tengo que definir lo que siento —Y es


que no quería ser la mala de la historia. Pero no podía evitar sentir aquella
conexión, me dolía aceptar que si él me lo hubiera pedido sin pena... no dudaría
en decir... si

—Te voy a decir algo amiga —Lorena se acomodó las plumas que estaban
cayendo en sus ojos, luego mirando al gorila de la entrada me sonrío —Nadie
está vendido como si fuera producto de supermercado,¡Es sencillo! ... si llegas
con mejor oferta ganas el lugar, en este caso... el corazón —Al ver que no parecía
convencida tomo mi mano y seria se dirigió a mi —A veces no se puede evitar

48
lastimar a alguien, pero seria mas cruel dejar pasar el verdadero significado de la
felicidad

Repase en mi mente las palabras de Lorena, y aunque sabia tenia razón,


también me pregunte si seria capaz de hacer algo así, esto era algo mas que valor
y sentimientos, era el lastimar lo que me rozaba en la línea de guerra, tenia que
evitarlo a mi pesar eso era lo mejor.

Uno de los guardias de la entrada recibió nuestros boletos dorados,


mientras el otro nos quedaba viendo, sosteniendo en su mano algo que parecía
ser una lista de nombres. Lorena me miró angustiada y yo le dije que todo estaba
bien, después de todo éramos invitadas oficiales, nada podía pasar, o eso era lo
que creía ingenuamente antes de que el hombre hablara autoritariamente y nos
pedía salir de la fila.

—Lo siento, pero no podemos dejarlas entrar —Lorena y yo tardamos en


entender lo que había dicho, luego ambas estábamos ruborizadas al ver la risita
divertida de los que iban entrando sin complicaciones.

—¡¿Esta bromeando?! —Le preguntó Lorena mientras trataba de ver la


lista, pero el tipo le dio un empujón que la mando directo a mi, sino fuera por que
estábamos paradas firmemente, la caída hubiera sido dolorosa —¡Bruto! Casi nos
tira al suelo

—Señor, le aseguro que esos boletos son reales, debe haber una
equivocación —Intenté ser razonable pero por la mirada del tipo supe que no me
creía ni media palabra de lo que decía

—He dicho que no pasan y es ¡No! —Me grito en la cara, de una forma tan
ruda que me tambalee en mis tacones

—¡¿Qué pasa aquí?! —Renán salió del club y me miró con sorpresa, luego
se interpuso entre el gorila y yo —Me pude explicar ¿por qué le ha gritado?

—Es que... bueno... joven —Las palabras del hombre salían con dificultad
mientras que arrugaba la lista entre sus manos, me pareció que trataba de

49
ocultarla y eso me enojo mucho —La señorita Schreiner dio ordenes de que estas
dos señoritas...

—¡No me importa lo que haya dicho Carol! —La furia en la mirada de


Renán era tan palpable, que hasta a mi me asusto, los hombres a pesar de su
gran tamaño, parecía estar siendo amenazados por alguien mas fuerte —Ellas
entran y punto

Renán me tomo del brazo y a Lorena de la mano, los tres rompimos la fila
de chicos atónitos ante el espectáculo gratis, y solo así pudimos pasar al interior
del Wonderland. La música y luces estaban en su mejor momento, chicos y
chicas bailaban, mientras que otros disfrutaban de los espectáculos o bocadillos
que se ofrecían. Recorrimos la primera planta y cuando íbamos subiendo las
escaleras de cristal pude notar la mirada de Carol incrustada en mi, sus ojos se
asemejaban a dos bloques de hielo y dagas que no dudaría en usar si me tuviera
un poco cerca. Nos llevó a unos sillones rojos circulares que tenían forma de
hongo, nunca había entrado en el Wonderand, pero me parecía un lugar
sensacional. Un mesero con un sombrero de copa y moño verde en el cuello nos
tomo el pedido, se fue de ahí entregándonos un naipe, lo que nos hizo reír mucho
a Lorena y a mi.

—¿No vas a tener problemas con tu novia? —Cuando Renán oyó la


pregunta de Lorena simplemente nos sonrío relajado, llevaba una camiseta de
letras negras y otra por arriba completamente blanca, unos tenis rojos y un par de
jeans deslavados, le ajustaban tan bien como cualquier modelo de ropa —Bueno
yo voy al baño ahorita regreso —Lorena nos dejo un momento y Renán de nuevo
estaba en posición de hablar libremente y acercarse si así lo quería

—Siento que Carol haya provocado ese mal momento —El mesero llego y
nos coloco las bebidas. Renán le dio una propina y este se fue feliz para traer mas
hielo —Pero se le ha metido en la cabeza ciertas cosas...

—Yo no quiero que haya problemas entre ella y tu, se ve que te quiere
mucho —Su mirada se perdió un momento, me pareció que analizaba mis
palabras

50
—Para Carol, soy solo el chico que ha seguido desde preescolar —Tomo
un poco de soda y luego lo combino con jugo, su respuesta había sido tan fría
que me estremeció un poco su capacidad de análisis —Te ves muy hermosa esta
noche vestida de azul

—Gracias, siempre eres muy amable... tú también estas bien

—El azul es un color hermoso y elegante, es como si fuera hecho


especialmente para ti —Renán no parecía avergonzado por lo que decía, su
seguridad me abrumaba en este momento en que no tenía palabras para
detenerlo

—Es mi color favorito —Respondí en un susurro, rindiéndome

Cuando me di cuenta. Su mano estaba levantada hacia mi, en su rostro se


reflejaba la verdad de lo que pasaba, no quería dudar en aquello, tomar su mano
era lo que yo realmente deseaba, pero no estaba bien, incluso era perverso. No
me quería imaginar lo que sentiría si yo estuviera en el lugar de Carol, no deseaba
que nadie experimentara algo tan doloroso y humillante. Así que no pude hacer
nada mas que mirar esa mano extendida, ni siquiera tuve el valor de ver sus ojos y
decirle que no aceptaría bailar, porque sabía que seria inútil resistirme, por que yo
si quería hacerlo. Sujete fuertemente mis manos a mi vestido, y alce el rostro
hacia Renán, ambos nos entendimos perfectamente, no necesite decirle que no
lo haría; bajo la mano como signo de paz. Para ambos.

—¡Casio! ¡Todo esto esta increíble! —Lorena llego agitando uno de los
souvenirs en forma de corona que regalaban los animadores, me entrego una
pulsera fluorescente y se sentó a mi lado —¿Por qué no están bailando? ¡Vamos!

Me jalo a la pista y de repente todo se olvido, vi como Renán se despedía


con un asentimiento y se marchaba a buscar a su verdadera novia, y aunque me
sentí dolida, también una parte de mi me confortaba, me señalaba que era lo
mejor. Todo el lugar se encargo de hacerme mas fácil la diversión, bailamos y
comimos bocadillos deliciosos. Como Lorena se encontró con unos amigos, nos
pusimos a platicar en una mesa todos juntos, una que otra vez pude notar a Carol
del brazo de Renán y me alegre de ver que él parecía estar de buen humor.

51
Cuando pasaba de la media noche, me canse y le dije a Lorena que me
sentaría un poco, ella me dijo que le avisara si deseaba marcharme, yo negué y le
dije que aprovechara la ocasión. Después de sentarme un momento le pedí al
mesero un jugo de mora, este volvió rápidamente con una lata y un vaso de
curvilíneo, me entrego unos dulces y me puse cómoda, los pies me dolían, como
los sentía latiendo en las plantas disimuladamente me los empece a quitar,
cuando tenia la cabeza a bajo colocando mis zapatos a un lado, algo parecido a
una bolsa de tela me cubrió el rostro, luego una mano me impidió gritar. La
persona que me estaba haciendo aquello no estaba sola, un par de manos más la
ayudaron a agarrarme de los brazos y el cabello, trate de zafarme y un temor real
se adueño de mi. La oscuridad del lugar y la música impedía que alguien me
ayudara, cuando sentí bajo mis pies desnudos que era llevada a través del lugar
no entendía que estaba sucediendo. La fría textura del pavimento recibió el calor
de mis pies pisoteados, un par de brazos me hicieron caer de rodillas, aun llevaba
el saco en la cabeza y cuando experimente el primer golpe en la espalda, pude
notar que era pequeño, no de manos grandes, también sentí las zapatillas de
varias chicas hundirse en mi vestido y llegar a mis costillas, la golpiza que me
propinaron todas ellas fue a tal cuidado de no dejar rastro en mis brazos y rostro,
que me pareció lo mas denigrante que le podían hacer a un ser vivo. Cuando
pararon, el dolor era intenso, pero sentí cuando unas uñas largas se encajaban en
mi cuello, para luego sacar el saco. Así pude notar quienes habían sido las
culpables, y no me impresionó ver a Carol Schreiner frente a mi con una expresión
fría y calculadora.

—Esto es para que no te metas... con lo que es mío —Su voz estaba
cargada de celos y rabia; en contra de lo que pensaba no me defendí, al fin y al
cabo yo si quería tener a Renán y era culpable de desear su persona —Pero aun
no hemos acabado, tenemos mas sorpresas ¿Verdad chicas?

Cuando sentí el primer globo de agua explotar en mi cara, supe lo que


vendría a continuación, una lluvia de ellos cayó sobre mi y cerré los ojos
cubriendo mi rostro del ataque, podía oír sus risas y burlas, una que otra aplaudía
como si el hacerme aquello fuera un pasatiempo inofensivo, me dieron asco.
Cuando saboree agua salada en mi boca, supe que estaba llorando. Así fue que
grite con el pensamiento por ayuda, por que era demasiado estar sola en esto
¡No podía soportarlo! Y como si se tratara de magia elemental alguien apareció.

52
—Se puede saber, ¿Qué están haciendo?

Cuando abrí los ojos, Renán estaba frente mío, las chicas lo veían
avergonzadas y solo Carol lo retaba con la mirada, entre ambos parecía alzarse
un muro enorme de preguntas con una batalla a cuestas. Cuando se giró hacia
mi, y vio en el estado que estaba pude percibir lo enojado de su semblante, sus
puños se cerraban con fuerza y su boca estaba apretada en un rictus seco, baje
el rostro por lo apenada que estaba, por lo humillante que había sido todo. No
quería que él me viera de esa forma.

—Regresen todas —La orden fue directa, y las chicas aunque al principio
parecían dudar, la mirada amenazadora de parte de él las hizo desistir, el sonido
de globos cayendo se fue apagando hasta que solo Carol permaneció frente a
nosotros

—¡No me hagas esto! —Me dio tristeza ver como su inseguridad la hacia
débil ante lo que ella decía amar, su voz antes fría ahora era tan dulce como la
miel y mostraba una faceta que nunca había visto, por que lloraba frente a quien
sabia estaba perdiendo sin remedio —Tú sabes por que lo hice, yo solo quería...
es que te amo tanto...

—Por favor, no me hagas decirlo

Carol parecía a punto de reclamar, pero al ver la determinación en Renán


su rostro se derrumbo, sus lagrimas fueron notorias cuando nos dio la espalda
dignamente, alejándose sin decir nada más, había perdido la batalla. Ambos
habían terminado. Fue la primera vez en que me detuve a pensar lo mucho que
Carol quería a Renán y me sentí lo peor del mundo.

Cuando él se agacho junto a mi, me quito el cabello mojado del rostro con
su mano, luego me ayudo a ponerme en pie, sin decir una palabra. El vestido
estaba arruinado, y como me hallaba descalza mis pies estaban siendo
ensuciados por el agua. Sin importarle me abrazó cálidamente entre sus
protectores brazos. Así me di una idea de cuanto lamentaba verme en esa
situación, y yo no podía decirle lo realmente infeliz que era tenerle a mi lado.

53
Mas tarde en mi cama, enrollada en una toalla y reprimiendo sollozos de
tristeza, decidí que esto no podía ser mas fuerte que mi voluntad de vivir, por que
yo no había cometido un error al ver encontrado a Renán. Ambos teníamos
derecho a conocernos.

54
Depeche Mode “Never Let Me Down Again”

Capítulo 7. Fobias del recuerdo

—Sandra—

—¿ P odrías acompañarme a recoger mis análisis? —Lorena se volteo

hacia mi y sonrío un poco, aun estaba muy avergonzada al enterarse de lo que


había sucedido la noche anterior. Cuando me hablo por la mañana se disculpo
una serie de veces y me dio su palabra de estar a mi lado en este momento tan
difícil, pero lo que sucedía mas allá de nosotras, era aun mas complicado.

Al llegar al colegio, había percibido la mirada hostil de parte de unos


compañeros, especialmente de aquellas chicas que participaron junto con Carol,
no les tome mucha importancia, sabia el trato rudo que me llevaría por causar una
discusión tan fuerte entre Renán y su novia, a la que mayormente idolatraban por
ser la presidenta escolar y defensora de los derechos estudiantiles. Al pasar junto
a ellos en el pasillo, no me inmute, a pesar de todo comprendía el que Renán no
se alejara de ella y yo terminara siendo una simple distracción, y aunque hería no
me derrumbaría por esas cosas. Si Carol notaba que me afectaba seria mas fácil
terminar lo que había comenzado, para ella todo era cuestión de tiempo para que
no soportara y me largara del colegio, pero no le daría la oportunidad, no por
Renán, sino por que yo me apreciaba lo suficiente para no avergonzarme de algo
que no era cierto.

55
—Me inquieta que Carol no haya hecho mas que eso... —Lorena estaba
platicando conmigo en la biblioteca, ese era el único lugar donde hallaba
suficiente paz por el momento, y no le parecía mala idea —Esa chica no ha
pronunciado palabra alguna de su ruptura con él, ¿Crees que volvieron?

—No lo sé... la verdad es que si fuera ella, yo tampoco lo aceptaría


fácilmente

—Si, supongo que Renán es muy caballero en dejar que ella rompa con él
públicamente —Tomo mis manos y me miro con tristeza, pude sentir su angustia
de verme en aquel problema —¿Estarías con el?

—No —La respuesta salió fácilmente de mi boca, tal vez para ella no fuera
convincente o hasta pensara que mentía, pero era verdad. Yo no podía ver a
Renán de una forma mas romántica o menos querida, era otra clase de amor.

Al salir del aula sentí un fuerte mareo, sin la ayuda de Lorena que me
sostuvo a tiempo, habría caído de cabeza al suelo, todo me daba vueltas y el piso
se movía en movimientos agitados, como una licuadora funcionando en mi
cabeza. Esto no me gustaba nada, aun menos cuando me di cuenta que tendría
clases de atletismo en una hora. Respire hondo y le dije a Lorena que ya había
pasado, nos despedimos y ambas nos quedamos de ver a la salida, muy en el
fondo tenia miedo de lo que resultaría de esos estudios, las sorpresas nunca me
gustaron.

—Toma asiento a lado del ventanal —Alguien me hablo, y me pareció


haber reconocido a la persona, cuando me voltee a ver, encontrarme con el chico
nuevo era lo que menos me esperaba, en ese momento mis pies decidieron que
eran demasiado torpes para caminar y tropecé cayendo de bruces al suelo,
haciendo un ruido sordo que se escucho por todo el pasillo —¡Serás bruta!

—¿Disculpa? —Me fastidio su insulto, de cualquier modo, cuando se


ofreció a levantarme note que en verdad su preocupación era verme en ese
estado

56
—No es sencillo —Susurro cerca de mi rostro, sus ojos negros eran
extraños, viejos y cansados, parecía muy infeliz —Si no cuidas lo que comes,
terminaras mal

—¡Estas insinuando que tengo problemas! —Le espeté muy enojada y al


quererme soltar un nuevo mareo hizo que me sujetara de su chaqueta de cuero

—No lo hago —Su sinceridad era aplastante y me alteraba demasiado


personalmente —Come

—Lo haré

Me llevo a mi salón de clases, sin preguntarme nada, cuando me dejo en


mi banca no pude evitar mirarle irse. Noté que los ojos de todos lo marginaban,
uno que otro parecía temerle, como si fuera peste. Y no era por como vestía o su
forma de comportarse, mas bien se asemejaba a una forma de precaución y
desconfianza, algo natural que los hacia dejarlo tranquilo y solo.

— Renan—

No me importo ser abofeteado frente a todo el equipo de atletismo. Carol


había esperado hasta antes la salida para hablar conmigo. Escuche atentamente
sus insultos y también acepte que ahora fuera Erick, mi mejor amigo, su aliado de
consuelo, después de todo, ella era una criatura que necesitaba ser amada.
Permanecí callado y sin mostrar ninguna emoción, ya que me sentía liberado de
tener que ser yo el que dejara al otro. Y aunque entendía el por qué de sus
acciones, aun no le perdonaba que la noche anterior había provocado en contra
Sandra una jugada tan sucia. Cuando termino su discurso algo fingido y poco
arrepentido, me sugirió que siguiéramos siendo amigos, la única palabra que
pronuncie fue el nombre de por quien había ocurrido todo, y el resultado, fue su
sinceridad en el rostro.

—No me tientes... ¡sabes cuanto la desprecio! ¡Solo es una zorra!—Afirmo


frente a todos, su mirada estaba llena de deseos vengativos y sueños heridos.
Como mujer su orgullo y dignidad eran los que hablaban por sus labios —Si te

57
estoy dando libertad es para que pienses lo que me hiciste, pero si la veo cerca
de ti... ¡se va a arrepentir!

—Si tu le haces algo... —Mis palabras la asustaron, su rostro palideció


como el de los demás, se llevo una mano a la boca y movió su cabeza
negativamente, me imagine sus pensamientos, ella aun era una niña después de
todo. Y si mis palabras la habían herido, eso no me importo —No me esperes,
por que me es imposible regresar

—Sandra—

—Creo que... no me siento bien

Lore me agarro del brazo cuando ambas estábamos por bajar al


subterráneo. Al salir del colegio San Carlos, habíamos optado por ir en taxi, pero
por la hora ninguno venía desocupado, ambas entonces decidimos tomar una
ruta diferente que incluía un autobús y una tirada larga en metro hasta el hospital.
Y para mi mala suerte al llegar a la entrada de las escaleras descendentes, unos
temblores recorrieron todo mi cuerpo, el mareo fue mas intenso y mi corazón latía
a tal ritmo, que me imagine saldría de mi pecho disparado hacia las personas que
bajaban y subían de aquel lugar.

Para mi las escaleras eran un túnel de muerte, desde niña había adquirido
un pánico por el subterráneo que obligo a mis padres a llevarme a terapia, pero el
psicólogo les había dicho que mis miedos se curarían con la edad como todo
niño que le teme a la oscuridad; sin embargo no fue así y lamentablemente
tuvieron que comprar un auto para poder trasladarme a largas distancias en la
ciudad. Siempre pensé que si volvía al lugar de origen de mi miedo lo superaría,
pero ahora frente a las escaleras mi cuerpo se quedaba estático obedeciendo mis
instintos. Mi cabeza dolía tanto que tuve que liberar un grito para contener mis
pensamientos, sujete mi cabeza y trataba de que todo volviera a mis recuerdos,
pero me fue imposible. Sin proponerme nada sentí que volvía a mi niñez y solo
tenia claro una cosa, ¡NO DEBIA BAJAR!

58
—¡Sandra!

El grito de Lorena me despertó, y me encontré frente al anden, estaba tan


cerca de la orilla a caerme en las vías eléctricas, que mi amiga luchaba con mi
propia fuerza para alejarme del peligro. Mi mirada, poco a poco se enfoco en las
demás personas, todos se mostraban cautos y algo alterados, también note que
un viejo policía se acercaba a nosotras, me sentía muy confundida, y no entendía
como había descendido y llegado a ese lugar, cuando que en mi cabeza, miles de
advertencias gritaban desesperadas para sacarme. Sólo el ruido del metro
acercándose me hizo reaccionar, me aleje junto con Lore y esperamos a que este
se estacionara, estaba tensa y se notaba por como apretaba mis dientes, el
policía llego a nuestro lado y me miró con preocupación.

—¿Su amiga esta bien? —Le preguntó a Lore. Esto me molesto, porque
yo era perfectamente capaz de contestarle, pero al reconocerme en sus ojos, me
asuste, por que parecía una chica diferente, alguien que se veía con ganas de
salir huyendo en cualquier momento.

—Si, gracias solo esta un poco mareada —Las puertas del metro se
abrieron y la gente empezó a descender. Mi cuerpo se tenso de nuevo y me clave
en mi lugar al sentir que Lorena me incitaba a subir al vagón —¿Sandra? ¡Vamos!

—No...no...no...¡NO! —Me solté, y sin mas excusas corrí hacia la salida. Mi


respiración era muy rápida y todos mis sentidos explotaron en ese momento. Oír,
sentir, ver... cada uno fue expuesto ante mi, de manera que me aturdieron a tal
forma que tropecé en las escaleras, las cuales ascendían a la salida. Fue
entonces cuando sentí un par de brazos que me ayudaban a ponerme en pie y
me apoyaban en ellos.

—Todo ira bien. Tranquila —El chico nuevo estaba delante de mi. Y sus
palabras me tranquilizaron. Me aferre a sus fuertes brazos con desesperación,
tratando de respirar el aire que se me hacia tan poco —Muy bien, vamos a salir
de aquí ¿Ok?

—¡Sandra! ¡Sandra! —Lore llegó junto con el oficial policía, ambos parecían
haberme seguido en mi carrera neurótica. Mi amiga vio con quien estaba y me

59
miró interrogante, yo no pude confirmarle o negarle algo, simplemente quería salir
de ese lugar que me erizaba la piel

—Es conocido de ustedes señorita —Le pregunto el policía a Lore, quien


asintió aun con su mirada extrañada. El oficial después de darle una pequeña y
rápida mirada al atuendo oscuro del chico nuevo, se dio por enterado y
despidiéndose educadamente regreso a su puesto de vigilancia.

Los tres subimos hasta la salida y luego nos sentamos cerca del pequeño
parque que rodeaba la estación. Estaba muy asustada, y a pesar de que me
sentía muy deteriorada por dentro, respirar al mismo ritmo del pecho de Irwin
Bennett me relajo en lo posible. Lorena no decía nada y por su rostro molesto,
supuse que no le agradaba que estuviera en esas condiciones, frente a alguien a
quien no conocíamos bien. El chico nuevo saco una pequeña licorera plateada de
su mochila, y me la ofreció destapándola en el acto.

—Toma, tienes que beber un poco —Me llevo el recipiente a la boca pero
Lorena detuvo su brazo

—Disculpa, pero Sandra no va a beber algo de un extraño —Aclaro


decidida y luego me alejo de él, sentándose a mi lado

—Mi nombre es Irwin Bennett, tengo quince años y soy signo piscis. No
me gusta la comida francesa y mi sangre es O negativo —Recitó con calma —
¿Quieres saber algo mas? ... muy a parte de que estudiamos en San Carlos y
vamos juntos a clases... lo que le voy a dar no es droga o alcohol, solo lo
necesario para que sobreviva... —Ambas lo miramos ansiosas — ...hasta la hora
de la cena

La vergüenza de Lorena fue palpable, asintió apenada y dejo que él me


ofreciera un poco de su bebida. Cuando ese liquido entro en contacto con mi
lengua un sabor a hierro y sal corrió por mi paladar, era espeso y a la vez
embriagante, no parecía contener alcohol, pero tampoco era tan fluido como el
agua, una textura algo viscosa y sedosa se adueñaba de mi boca. Y no pensaba
que fuese repulsivo, solo extraño. El me quito la licorera antes de que pudiera
identificar el sabor, y se la guardo de nuevo.

60
—Lo que tienes es hambre —Tomo mi mano y observo mis ojos, parecía
un medico o algún tipo de investigador, no paso mas allá del respeto y no me
sentía incomoda con su ayuda —Ve a tu casa y toma algo de té, también te
sugiero una buena hamburguesa con todo y unas papas, cada día será mas
difícil.

—Pero... mis análisis —Recordé de pronto

—Dile a tus padres que ellos los recojan, ¡tu solo aléjate de esos
subterráneos! —Estaba molesto y no sabia decir si conmigo o con él —Es
suficiente ver que casi te mueres de taquicardia

—¿Cómo sabes...? —El negó con la cabeza y se levanto, luego se


despidió inclinando un poco su cabeza y se alejo de nosotras.

—Así que Irwin Bennett ¿Eh?... es muy listo —Escuche a Lorena decir con
un interés curiosos —En el salón de química es muy popular pero a diferencia de
Renán, su popularidad no se basa en las cosas buenas que ha hecho sino en las
cosas malas que no ha mencionado

—Lore... creo que Irwin Bennett...

— Renan—

Cuando vi a todos los del equipo entrar a los vestidores para un descanso,
decidí dar otra vuelta a la cancha de carreras. El calor en mi cuerpo y el sudor me
ayudaron a despejar todas mis frustraciones, al saltar los obstáculos uno a uno
sentí que venciéndolos derrumbaba cada pretexto en mi decisión.

Me tomé un tiempo en decidirme ir a casa. No era el mejor momento para


una escapada clandestina, y tampoco quería ver a mis padres preocupados, ya
tenia suficiente de sus autoimpuestos toques de queda, pero estaba harto de
tanto control en mi vida, así que hice lo que se me vino en gana por primera vez

61
en mi vida. Pase cerca de una tienda de autoservicio apenas iluminada por los
faros, que empezaban a parpadear despidiendo el día. El sonido de mi estomago
me sorprendió un poco, y recordé que me había saltado la comida escolar. Entré
y el tintineo de la campanilla sonó por el lugar, un olor a comida rápida y cloro
llego a mi nariz provocando una débil molestia. Había una chica detrás del
mostrador, me sonrió y yo le conteste por educación. Caminé entre los pasillos y
tomé un paquete de galletas, un jugo de uva y una pizza congelada, la cual
calenté en microondas; cuando pague la chica volvió a sonreír. Y esta vez note
algo extraño en sus ojos, era una sensación que la recorría. Sin querer me puse
un poco nervioso y deposite el dinero en el mostrador, cuando me dijo cuanto era
el precio. Tomé asiento en una de las mesas del lugar y me dispuse a comer. La
pizza estaba demasiado caliente, así que la sople un poco, cuando me disponía a
morderla, recordé que no le había puesto mostaza. El recipiente amarillo apareció
ante mi con una rapidez tal, que me hizo soltar mi comida de golpe. La chica del
mostrador estaba a mi lado y me ofrecía lo que hace un momento deseaba,
coloco la mostaza en la mesa y aun sonreía mostrando esos ojos extraños que
parecían recorrer mi alma, podía jurar que veía las venas en ellos. Le miré
fijamente, tratando de entender que era lo que me irritaba.

—¡Casio!

Aquel llamado llego de improviso, así como el sonido de la campanilla


anunciando a un nuevo cliente. La chica se aparto de mi, como si mi presencia
que antes le atraía, ahora le quemara. El cliente se acercó hasta mi mesa con
pasos grandes y sonoros, su postura dominante, comparado con su estatura
amenazarían a cualquier chico, y yo le conocía.

—Entrenador Quin —Salude a ToroLoco, dejando mi comida sobre la mesa


y levantando mi rostro para darle a entender que no estaba de humor y por su
expresión supe que él tampoco

—¡¿Por qué maldita suerte te fuiste antes?! —Por su voz deduje que
estaba muy enfadado, y que planeaba cobrarse con creces mi irresponsabilidad,
era tan fácil de leer —Después del alboroto que armaste ante tus compañeros,
¡Lo mínimo que esperaba era tu cooperación con el entrenamiento!

62
—Creo que no lo entiendo —Me defendí —He sido uno de los miembros
más responsables y dedicados en mis rutinas, y si tengo entendido, San Carlos
no obliga a sus alumnos a quedarse más tiempo del que deben y menos si piden
permiso para descansar —Saque mi comprobante y se lo mostré. Trono la lengua
y se rasco desesperado el peinado tipo militar que llevaba, el cual le acentuaba la
enorme nariz de botella.

—¡Va! De acuerdo, pero mañana no hay excusas —Agitó su gordo dedo


frente de mi rostro —Si se te ocurre irte de nuevo...¡Estas fuera!

—¡Bien! Ahora si no le importa —Tome mi pizza y le di la indicación de que


la conversación había terminado. Él asintió y se dio la vuelta, cuando estaba a
punto de abrir la salida, reaccioné a lo que acababa de ocurrir —¡Espere! ¿Qué
rayos hace aquí?

Se quedo parado un largo momento, su espalda ancha se tenso y contrajo


los músculos de los brazos; luego vi como volteaba a mirar a la chica de soslayo.
Ella esquivo sus ojos. Giró su cuello, hasta quedar de perfil, saco una sonrisa
curva y grosera, que me estremeció.

—Ve a casa... no es bueno que te alejes —Me tomo un momento


parpadear, pero cuando volví a enfocar la entrada, ToroLoco ya se había
marchado y la chica tampoco se encontraba por el lugar. Sintiendo que era hora
de regresar, tome mis cosas y salí de ese lugar, prometiendo no volver a comprar
por ahí de nuevo.

63
Coldplay “Yes”

Capítulo 8. Lo que se ve, y lo que no

— Sandra—

C arol Schreiner estaba esperando junto a mi locker, su hermoso

cabello rubio estaba agarrado en una coleta, dejando su rostro limpio de


maquillaje, y con severidad observo pacientemente cuando me acercaba. Llevaba
un suéter negro con una camisa blanca de manga media debajo, ademas de una
falda amarilla sujeta con un cinturón trenzado. Era mas alta que yo, y su aire de
superioridad quería aplastar cualquier esperanza de paz en mis pensamientos.

Lore se puso a mi lado, para apoyarme en lo que seguro vendría en cuanto


estuviéramos cara a cara con la ex novia de Renán. Tomé aire y trate de mantener
la calma, no solo yo sentía la tensión, sino al pasar noté que uno que otro alumno
miraba disimulando hacia donde estaba Carol. Al llegar, el ruido de los alumnos
entrando al colegio parecía extinguirse poco a poco, esperando a oír las palabras
de la presidenta del consejo. Pero ella no pronuncio nada, simplemente se hizo a

64
un lado para dejarme abrir y meter mis cosas. Pero seguía pegada a mi, forzando
la situación y procurando hacer que me sintiera presionada.

—No espero que Renán vuelva —Cuando habló, mis manos traicioneras
dejaron caer uno de mis libros. Me agache a recogerlo y ella me siguió, cuando lo
tome, Carol sujeto firmemente mi muñeca —Yo he estado con Renán en muchas
situaciones... y si lo haces sufrir ¡No te lo perdonaré!

Cuando se levanto, parecía aun mas alta que antes. Su mirada me


atravesó, y rasgo mi débil escudo de explicaciones. Le dedico una despedida fría
a Lorena y se alejo a paso rápido. Tuve una sensación de alivio, al soltar el aire
que había retenido en mis pulmones.

—¡Bien!... la ex novia psicópata no te molestara mas —Lorena me sobo los


hombros para relajarme, pero yo aun no me encontraba en condiciones de
bromear, sobre algo de lo que no me sentía orgullosa.

—Tengo que hablar con Renán sobre esto —Mi amiga me miró como si
estuviera loca, frunció el ceño y puso sus brazos en jarras sobre sus caderas

—Esa bruja te acaba de amenazar, ¡Y tu! Vas a hacer lo primero que te


advirtió —Me reprendió —No me estas poniendo de humor

—No entiendes... es que no puede ser que...

—¿Qué le gustes a Renán Casio? —El sarcasmo en su voz no me agrado.


Era como si para ella fuera todo tan obvio, pero lo que no entendía era que yo me
estaba sintiendo como la otra, y realmente nunca me paso por el pensamiento
serlo —¡Pero si hasta te mira como si fueras el ultimo dulce sobre la tierra!

—¡Lorena! ¡A mi no me gusta él! —Reaccioné enojada. Ella se callo de
pronto y me pareció ver cierto malestar reflejado en su rostro. Mis palabras habían
sonado frívolas y duras —Lore... lo siento, solo que yo no esperaba esto, es
demasiado para mi

65
—Pues espero que tengas algo que decir —Me agarro de los hombros y
me volteó para ver quien se acercaba a nosotras —Por que el detonante de esto
se acerca peligrosamente.

Mi corazón se detuvo por un momento. Renán se acerco lentamente sin la


necesidad de apresurar su paso, el tiempo justo para que Lorena se despidiera
de mi con un sonoro beso de mejilla, y luego ambos quedáramos uno frente a
otro. Llevaba unos jeans azul oscuro, con bolsas a los costados, y una camiseta
roja que mostraba el color de sus ojos verdes de una forma brillante y activa,
presentes de vida. Sentí como deslizaba su mirada, de la punta de mis pies que
eran contenidos por unos zapatos verde claro de plataforma, recorriendo mi
vestido blanco con enormes rosas fucsia, hasta la pañoleta de cuadros rojos en
mi cabeza. No tenia idea alguna de la imagen que yo le presentaba, eso me
asustaba pero no me avergonzaba. Él tenia que conocer a la Sandra que era yo.

—Me han dicho que Carol estuvo aquí. ¿Te ha hecho algo? —El tono en su
voz era bajo, cálido y confortante. Colocó sus libros en los lockers, y apoyó su
cabeza con los ojos cerrados. Por un momento, me pareció ver una sombra de
cansancio en sus ojos que se destiño rápidamente con una débil sonrisa —Siento
que tengas que pasar por esto, me llena de impotencia...

—¡No es tú culpa! —Le aseguré firme en mi decisión —Ella te quiere, y


supongo que fue su manera de querer estar contigo. Es válido.

—¿Te acompaño a tu clase? —Se ofreció y yo le entregue mis libros,


cuando alzo la mano para llevarlos. Ambos caminamos por el pasillo, mientras él
estudiaba uno de mis libros con cierta especulación —Así que te toca Historia
con Wikiprofe ¿eh?

—Parece no caerte muy bien —Hizo una mueca fastidiada y luego encogió
un hombro, una señal a que sin duda algo con el profesor Cesar no encallaba
bien —La historia no es mi fuerte tampoco, supongo que siempre me ha costado
recordar fechas y nombres

—A mi simplemente no me pasa —Renán parecía quejarse enserio, quede


asombrada de descubrir un carácter oculto en “el chico estrella”, una faceta

66
diferente de su vida personal que nunca me imagine —Carol y yo solíamos
estudiar juntos esta materia, desde que éramos niños nuestros padres se
conocieron por los contactos diplomáticos en sus trabajos —Cuando menciono a
su ex novia, lo vi sonreír con amabilidad, en ese momento supe que los
sentimientos por Carol eran verdaderos —A mi me costaba estudiar esa materia y
ella se sentaba pacientemente a explicarme, nunca se quejo y constantemente le
daba problemas con mi actitud negada

—Es un lindo recuerdo, yo sacaba calificaciones dudosas —Explique. Al


recordar a mi padre sentado a mi lado, tratando de explicarme los eventos de
centenas de años antes, me sacaba una sonrisa —Mis padres batallaron por
mucho tiempo

—Los míos se aterraron de mi actitud, y dispusieron tutores especiales a


mi hermano y a mi —Se burlo guiñando un ojo hacia mi —¡Claro que Adrik nunca
dio problemas! Es un genio para todo

—Mis padres eran muy despreocupados, pero cuando la profesora les dijo
mi problema cada uno se turnaba por la noche —Sonreí sin poder remediarlo —
¿Por que has terminado con Carol? —Mi pregunta nos detuvo de golpe, los
recuerdos pronto se vieron disueltos en la experiencia de la emociones

—Carol es mi amiga —Renán se me acerco tan de repente, que chocamos


contra la pared, mi espalda noto la fría sensación, mientras nuestros cuerpos
quedaban separados por una ridícula distancia de centímetros —Creí que el
sentimiento hacia una chica de mi parte.... era ese mismo, que no podía dar mas
de mi interior —En sus ojos mostraba una verdad indudable, como si le iluminara
el cielo en sus labios —Pero hay una diferencia entre los sentimientos y deseos.
Una distancia tan grande como un salto al vacío... que muestra lo minúsculo que
te puedes ver al chocar de frente contra tu otra mitad —Con su mano libre tomo
la mía, entrelazando nuestros dedos. Eran suaves y amables, una sutil caricia a la
piel, un cosquilleo alborotado que se desprendía de la punta de mis dedos hasta
mi corazón —¿Tu también te sientes ciega como yo?

—¿Problemas jóvenes? —La presencia de Wikiprofe nos separo


asustados, con el sentimiento de haber estado a la orilla de hacer algo malo. El

67
maestro de Historia nos observo a través de sus lentes, y eso fue suficiente para
avergonzarme de verdad —Entre al aula señorita Papillon —Asentí a su orden y
Renán me entregó mis libros, el maestro se quedo viendo que mi acompañante
se alejara para luego dirigirse a mi con una expresión disgustada.

— Renan—

Como esperaba, Carol se sentó a mi lado en clase de Química sin


molestarse en saludar. Aunque ambos trabajamos en cordialidad y respeto, su
actitud silenciosa arrojaba a nosotros miradas constantes de curiosidad, por parte
de nuestros compañeros, incluso de nuestra profesora. Cuando llego el cambio
de hora, uno del otro estábamos tan enfadados que salimos a tropezones en
direcciones contrarias. Al dirigirme hacia la clase de Matemáticas Avanzadas un
dolor de cabeza me tumbo de rodillas. Algunos de los que pasaban por el pasillo
se me acercaron a ayudarme, pero aquellas presencias, solo aumentaron mi
dolor, en mi cerebro taladraban sus emociones y me volvían loco. Era tan
insoportable que cuando sentí la mano de una chica, muy parecida a Carol, en mi
hombro preguntando que me sucedía, el dolor llego al clímax, derribando mi
cuerpo como si fuera un saco de patatas sobre el suelo.

—Irwin—

El cambio de hora llego mas pronto de lo que suponía. Al dirigirme a la


cafetería para comprar algo dulce y contener un poco mi ansiedad, me encontré
con aquella chica. Su rostro blanco demacrado por la noche en vela, que
seguramente había pasado, mostraba al mundo su lenta consumación. Los pasos
suspendidos, uno tras de otro, chocaban con sus zapatos verdes. Y el débil
semblante de su postura me indicaba lo que temía.

Cuando la vi detenerse en un bebedero, me apresuré a acercarme. Tenía el


deber de apoyarla, pues no sabia aun lo que estaba ocurriendo en su cuerpo y
siendo sincero, esperaba que no fuera tan difícil para ella como lo fue para mi. No
me atreví a tocarla al llegar, así que solo carraspee un poco para que notara mi
presencia. Y gracias, fue justamente lo que hizo. Sus ojos negros con ojeras

68
moradas debajo, se voltearon hacia mi, su pecho subía y bajaba lentamente, el
coste de no poder alimentarse bien la estaba acabando y le pasaría factura de
una terrible manera.

—Hola —Me saludo con una pequeña y fugaz sonrisa. Yo asentí y trate de
encontrar las palabras adecuadas para ayudarla —No me encuentro en mi mejor
momento...

—No te encontraras en el, hasta dentro de mucho tiempo —Señale y ofrecí


mi brazo para que se sostuviera —¿Te haz alimentado bien?

—¡¿Vamos a discutir de nuevo?! —Me reprocho, pero ya no enojada como


antes, sino mas bien, como encontrando un chiste personal entre ambos —No
puedo comer... con solo ver la comida... desaparece el apetito ¡me estoy
volviendo loca!

—Mira. Aunque no tengas ganas, debes de comer —Le aconseje


apoyando nuestras espaldas en la pared —Y tomar agua, toda la que puedas

Después de que descansó un momento, me ofrecí a llevarla a la


enfermería. Cuando estábamos llegando, un grupo de jóvenes se arremolinaba en
la entrada de esta, algunos los pude identificar y otros no. Entre ellos nombraban
el desmayo de alguien del equipo de atletismo, y en el instante en que su nombre
llego a nosotros, mi brazo se vio presionado mas fuerte por Sandra. Su palidez
increíblemente aumento, dejando claro que esa noticia le afectaba tanto como a
los demás de nuestros compañeros.

—Renán... —Me pronunció su nombre, tan claro como la misma agua,


justo a mi lado. Y entendí perfectamente que deseaba verlo. Asentí y cuando me
proponía entrar con ella a ver a su amigo, la presencia de algo sumamente hostil
me detuvo. Un escalofrío recorrió mi columna, una opresión en mi pecho me
indico lo que nunca me imagine encontrar en aquel Colegio. Y supe que no podría
dar un paso mas, cuando levanté la vista y me encontré con unos ojos
custodiando mis movimientos. Instintivamente me retire con Sandra del brazo,
pasando entre los estudiantes que se quejaban fastidiados por empujarlos de sus
lugares —¿Que te paso?

69
—No —Mi garganta no podía pronunciar mas palabras y me alteré, cuando
me atreví a buscar al originario de aquello, este se encargo de hacer saber que no
me dejaría avanzar a la enfermería. Sandra parecía haberse fortalecido
milagrosamente, su cara tomo un color mas sano y me pregunte ¡Que demonios
sucedía con su estado! Me solté de ella y poniendo distancia lo mas que pude me
aparte, sino terminaría justo de donde venia huyendo.

— Sandra—

Cuando vi a Irwin doblar la esquina del pasillo, supuse que algo lo había
enojado. Quise cerciorarme de que estuviera bien, pero mis preocupaciones ya
tenían a su ganador. Sin detenerme a seguir pensando en los propios problemas,
gire sobre mis talones y camine entre los estudiantes. Al llegar a la entrada me
encontré con el profesor de atletismo, ToroLoco me miró con disgusto y yo le
mostré mi pase de enfermería. Lo reviso detenidamente y luego se hizo a un lado.
Cuando entre en la habitación un grupo de personas, entre las que estaba el
Director, el profesor César de historia, la enfermera escolar, Carol Schreiner y Erick
Silva, me observaron sorprendidos. Pero ellos no eran mi prioridad, me apresure a
la cama donde se encontraba Renán acostado. Sus ojos estaban cerrados y note
que a pesar de verse perfectamente sano, sus párpados se movían inquietos.

—¿Qué haces aquí? —Carol se me acercó alterada, y aunque su voz


sonaba moderada lo note por la forma en que apretaba sus manos en dos
grandes puños —¡Anda! ¡Vete ya!

—Señorita Schreiner —La voz aguda del director Garrido le hizo desistir, la
presencia de este hombre hacía intimidar a cualquiera —No es el lugar para esta
clase de escenas

—Lo siento —Sin embargo, ella no dejo de mirarme acusadora

70
—Carol, creo que es mejor que nos retiremos —Erick Silva también me
hizo saber que no le agradaba nada con su postura. Tomo a Carol del brazo y
ambos salieron de la habitación.

—¿Se ha sentido mal señorita Papillon? —La enfermera se me acercó y yo


asentí, sin quitar la vista de Renán. El maestro Cesar se disculpo en ese momento
y también salió. Solo quedábamos el director y yo —Venga un momento, le daré
unas vitaminas

Por orden de la enfermera, me recosté en la cama de alado de Renán,


después de que tome las pastillas. Ella cerro las cortinillas para que solo
quedáramos nosotros dos; mientras hablaba con el director. Oí cuando este le
indico que avisara en caso de que Renán se recuperara, dijo que era muy
preocupante ver a un atleta estrella del colegio en ese estado, ademas de que sus
padres podrían alterarse por lo ocurrido. Cuando ambos salieron para seguir
discutiendo lo sucedido, los ojos de Renán se abrieron. Primero parecían enfocar
el techo blanco del lugar y luego se paso la lengua por los labios, con suavidad
giro su cabeza hacia donde me encontraba y nuestra miradas chocaron. Me
sonrió como si estuviera contemplando alguna clase de milagro.

—¿Cómo te encuentras? —Le pregunte. Él se sobresalto un poco,


entonces caí en la cuenta de que pensaba que seguía durmiendo. Eso me causo
gracia y me levante para sentarme en la orilla de la cama.

—¡Vaya! Creo que todo se ha salido un poco de control —Se burlo


mirando hacia mí —Pensé que tomaría tiempo verte de nuevo

—Tu puedes verme cuando gustes —Dije con humor, al final podría
tratarse de que nuestros mundos se destruirían si no me rendía—¿Que sucedió?

—Dolor de cabeza. ¿Y tú?



—Un poco de cansancio —Aunque oculte bien de que se trataba ese
cansancio. No era muy conveniente decirlo en estos momentos.

71
—No quiero volver a clase... sigue Historia —Me guiño un ojo. Ahora
entendía el por que de la presencia del maestro César, al parecer le preocupaba
las calificaciones de Renán ¿Qué tan malo seria? —Ven conmigo

—Ok

—Lo normal seria que me preguntaras a dónde y por qué —Se río por lo
bajo y luego se tomo su tiempo para levantarse igual que yo —Te invito a mi casa
hoy

—¿Qué quieres hacer? —Me ruborice al notar que me miraba fijamente, un


poco de nervios se apoderaron de mis piernas que no dejaban de moverse
inquietas de un lado a otro.

—Estudiar... historia —Sus ojos verdes eran tan preciosos, llenos de lo que
a mi me hacia falta y tanto necesitaba. Renán era en ese momento, lejos de su
pequeño accidente, la imagen misma de la salud y su olor era delicioso. Y fue
cuando caí en la cuenta de que tenia hambre, mucha hambre. Y mi estomago
traidor, nos lo comprobó a ambos —¡Wow! Creo que tengo suficiente comida
para ambos también

—¡Oh no!, esto es muy vergonzoso —Estreché mi estomago y me paré


para irme, cuando estaba saliendo Renán me alcanzo sujetando me del brazo.

—¿Después del Colegio? —Preguntó con algo de nervios reflejado en su


voz. Yo asentí para confirmar, no podía seguir junto a él o moriría de nervios.
Cuando al fin salí de la enfermería, el maestro de Atletismo se volteo hacia mi;
seguía custodiando la entrada, y aunque ya no había estudiantes chismosos,
parecía tomarse muy enserio su papel. No repare en la expresión de la enfermera
al ver a Renán de pie y sonriendo, ya habría tiempo para explicar cosas raras este
día.

72
— Renan—

Esperé pacientemente a la salida del colegio. La enfermera había llamado a


mis padres y estos me exigieron ir directo a casa para que el doctor de la familia
me revisara, como siempre se preocupaban demasiado por mi. Adrik se
encontraba a mi lado esperando a que subiéramos al auto. Se notaba fastidiado
por tener que hacer lo que decía, pero le dije que ella solo tardaría un momento.
Para cuando los camiones de estudiantes empezaban a retirarse del campus, me
pregunte si Sandra se habría olvidado de nuestra reunión.

Mi preocupación se esfumo cuando la vi salir con su amiga, se despidió de


ella y esta pareció observar con quien era que había quedado, cuando le salude
Lorena mostró cierta reserva, después me contesto el saludo. Sandra traía su
bolso con dificultad, me adelante y la ayude con su carga, esto me dio de
recompensa con una sonrisa de aprobación. Ambos nos acercamos al auto y mi
chofer se encargo de meter las cosas en la cajuela, y abrirnos las puertas
automáticas. Antes de subir hice las respectivas presentaciones entre ella y mi
hermano.

—Sandra. Este de aquí es mi hermano menor, Adrik —Toque la cabeza de


mi hermano quien me miro con reproche —Adrik ella es Sandra

—¡Hola! —Sandra extendió su mano para saludar formalmente, pero de


parte de mi hermano solo hubo una mirada inquisitiva y un frío bufido de burla

—Te has pasado —Adrik parecía muy descontento al subir al auto, antes
de que le reclamara el desplante grosero hacia Sandra, en su voz no había el
mínimo de arrepentimiento cuando recalco lo que para si era obvio —No puedo
creer que estés tratando a esta chica como si fuera Carol, tengo un mal concepto
de esto

—¡Adrik! ¡Baja del auto y pide una disculpa! —Estalle enojado y cuando me
proponía sujetarlo del brazo, Sandra se interpuso y me miró suplicante —¡Pero ha
sido muy...!

73
—Es tu hermano, no pasa nada —Me dijo en consuelo, pero podía ver el
dolor en sus ojos a causa de ese desplante. Miré a mi hermano con reprimenda y
comunicando que ya hablaríamos luego a solas.

—Normalmente tiene mejores modales —Disculpé al cabezota de mi


hermano y deje que ella subiera al auto.

El llegar a mi casa no fue tan cómodo como imagine, pero el tener la mano
estrechada de Sandra entre las mías fue suficiente para calmar mi mal humor.
Cuando las rejas eléctricas de mi casa se abrieron, mostrando el escudo de la
familia, vi la admiración por parte de Sandra al contemplar nuestro jardín y el
pequeño camino a nuestra casa. Mi madre era fanática de las plantas y todo lo
vegetal, ya que donde nació la arena es el predominante de los paisajes. Por mi
parte me gustaba ver contenta su iniciativa, ya que de esta forma tendría otra
cosa en que distraerse. Al llegar frente a la fachada, el día mostraba ser perfecto
para los estudios exteriores.

—¡Tu casa es tan grande! —Sandra se mostró muy contenta al subir las
escaleras de mi brazo —Mi departamento no es ni la tercera parte de esto

—Erick me dijo algo por el estilo cuando lo invite—Adrik paso a nuestro


lado sin molestarse en volver a trabar conversación, di por sentado que no le
veríamos hasta la hora de la cena —¡Bienvenida a mi cárcel personal!

Me sentí un poco incomodo cuando entramos, ella recorrió con los ojos
cada objeto y pared de mi casa; los colores blanco, rojo y negro contrastaban con
el exterior modernizado. Mi madre se había encargado del acomodó feng shui en
cada habitación y también de que cuando llegáramos nuestros empleados
tuvieran todo listo a nuestra disposición. Mientras Marcelo, nuestro conductor, se
encargaba de traer nuestras cosas, invite al estudio a Sandra. Ella quedo mas que
encantada con la pequeña biblioteca que mi padre a lo largo de los años se había
encargado de instruirme, desde historia a mitos fantásticos que en pequeñas
escapadas me encargaba de desaparecer cuando niño. Una chica del servicio
nos trajo un tentempié frío de quesos y jugo de uva. Un poco mas relajados nos
dispusimos a encontrar tarea, la ayude con algunos autores específicos que
rememoraban la vida habitual de las personas en Roma antes de la fundación de

74
esta, así como de los mitos que se encontraban sobre los dioses y tradiciones no
muy comunes.

Sandra era tan dedicada a su responsabilidad, que por un momento me


sentí avergonzado de tenerla a mi lado, ayudando en una materia que jamas seria
de mi preferencia. Y por seguro no cambiaría ni un momento mas en el tiempo,
que el tenerle cerca de mi en ese pequeño instante.

—¿Quieres conocer la casa? —Pregunte valientemente e intentando


sonreír con aplomo, como aquellas veces en que mi padre lo hacia frente a
grandes juntas de personas o direcciones empresariales, para demostrar
seguridad. Ella alzo esos hermosos ojos negros, mirando alertas y luego
sumamente curiosos. Su piel blanca se moteo de ese color rozado a pesar de
tener una palidez apremiante, el rubor llegaba hasta su cuello que detonaba en mi
interior una ansia de posesión.

Cuando toque sus hombros con la punta de mis dedos, apenas fui
consciente de que ella se encontraba sentada sobre uno de los sillones de piel
roja, mirando hacia mi con los ojos muy vivos y la boca entre abierta. Su olor y
hasta el leve calor de su piel me enloquecía de una forma explosiva,
bombardeando mi mente y persona de instintos que jamas creí tener. Era como si
ambos esperáramos hace mucho tiempo antes este encuentro.

Sus brazos se alzaron hasta mi de forma tan rápida que me sorprendió


tenerla entre los míos. La respiración de ambos chocaba en nuestras bocas,
ambas a centímetros una de otra, sin tocarse pero con toda la intención de
hacerlo. Sandra se abalanzo hacia mi clavícula, sus besos empezaron a chocar
por mi pecho y rostro, sus manos acariciaban mi cabello suavemente, nuestros
cuerpos se pegaron hasta donde la ropa se lo permitía, apretando con necesidad.
Estaba tan aturdido de sus caricias, pero no me eran suficientes. Fue así como un
dolor lacero mi hombro, sacando un gemido frustrado de mi parte, la atmósfera
se rompió. Aun con las emociones a flote toque donde me dolía. Incrustado cerca
del hombro un moretón sangrante, surcado por unas marcas de dientes
sobresalían de mi piel.

75
—¿Sandra? —No pude describir el terror que había en su rostro al ver mi
herida. Unas lagrimas desesperadas empezaron a asomar por sus ojos, y con un
rápido movimiento se alejo de mi, temerosa y temblando se sujetaba los brazos a
si misma tan arrepentida, que no me permitía entender su reacción.

—Y-yo... no... no quise hacerte daño —Me dijo nerviosa, miraba de un lado
a otro como esperando que todo fuera nada mas que un sueño —¡Renán! Lo
siento tanto... yo nunca había echo algo así.... No se que paso —La angustia de
su voz me indico que era mas grave de lo que parecía y eso me alarmo.
Cubriendo el moretón me levante para acercarme, pero ella esquivo mis brazos,
ponía una distancia absurda a mi persona —Ni siquiera se como sucedió, ¡No
puedo recordar nada!

—Yo soy el que lo debe sentir —Trate de calmarle bajando la voz y


respirando lentamente —No te traje a mi casa a esto y me porte como un
animal... ¡Maldición! ¡Si hubieras seguido yo...!

—¡No! —Se tapo ambos oídos y se dejo caer en la alfombra, cerraba sus
ojos con tal fuerza y sentimiento, que me dolió ver lo que había provocado yo
mismo —No entiendes... no tiene que ver contigo

—¿Que dices?...

—¡Soy yo! —Me afirmo, levantando su mirada hacia mi con pena —Algo
no anda bien conmigo, ¡Yo quería hacerte daño! ¡Yo... iba a...!

—No es para tanto, mira que...

—¡Renán! Yo te deseaba —No entendía aquellas palabras, ¿cuál era su


significado? ¿A qué se refería?

76
— Sandra—

Los golpes en la puerta nos indico a ambos que teníamos compañía. Tan
pronto como Renán se acomodó la ropa, yo me gire para limpiar las lagrimas de
mi rostro y arreglar un poco el estado tan vergonzoso en que se encontraba mi
persona. Mientras tenia esto en mente, oí una exclamación por parte de Renán al
abrir la puerta. Inmediatamente me gire y me encontré frente a una mujer morena
sumamente hermosa, casi al punto de la envidia, que me miraba con sus
seductores ojos azules perfectamente delineados y una mueca en sus largos
labios color rubí. Llevaba una blusa blanca, de lo que podría jurar era seda,
ademas de una falda azul cobalto, con discretos encajes por debajo del mismo
color. Y así como mi madre y yo teníamos un parecido razonable, esta mujer era
indudablemente la madre de Renán.

Me sentía tan expuesta a su mirada que un leve escalofrío corrió por mi


columna, cuando sujete mis brazos contra mi. Fue en ese instante, en que
ninguna de las dos parecía con la intensión de presentarse, cuando Renán rompió
el incomodo silencio que había crecido como una enorme burbuja.

—¡Madre! Deja que te presente a Sandra Papillón —Él parecía tan nervioso
como yo, cuando me indico que me acercara con una sonrisa confiada —
Estamos escribiendo un ensayo para historia, ya sabes que me cuesta mucho
trabajo esa materia —Como si apenas lo hubiera oído, esta asintió levemente y
luego sin mas contratiempo coloco en su rostro una sonrisa de bienvenida, tan
extraña como cálida, que me recordó por alguna razón los cuadros de los años
50´s donde las mujeres posaban como amas de casa felices en carteles de
publicidad casera. Ahora entendía de donde provenía la sonrisa sincera de Renán,
su madre parecía haberlo criado con aquel escudo de educación instantánea de
la que muchos carecíamos.

—Es un placer conocerte querida, soy Ara Hakme —Tomo mi mano y solo
dio un pequeño apretón, luego toco el hombro de su hijo con cautela justo en el
lugar donde hace unos minutos yo había encajado mis dientes, pero la caricia era
tan natural que no podría haber deducido que sospechaba de aquello; sin
embargo, la palidez de mi rostro le indico algo, por que su mirada cálida parecía

77
clavarse con fuerza sobre mi —Si no te molesta querida —Se dirigió con una
educación y elegancia tal que me hizo ruborizar por tener pensamientos frenéticos
en mi cabeza —Ausentare un momento a mi hijo de su investigación, ¡solo un
instante!, ha llegado nuestro doctor particular —La reacción de Renán fue
instantánea, miro a su madre con el entrecejo fruncido y mueca de no estar muy
contento con aquella visita, pero no dijo absolutamente nada que demostrara su
desagrado — Y quiero quedar tranquila con respecto a lo que paso en su colegio

—¡Oh! ¡No tiene que decir nada señora! yo... solo estaré aquí —Sonreí
apenada hacia Renán, y él asintió agradecido por mi cautela.

—Bueno. Entonces se libre de descansar un momento —Dicho esto se


despidió con una sonrisa aun mas comprometida, y Renán se dirigió tras de ella
obedientemente.

Cuando la puerta se cerró, todo el aire que había aguantado en mis


pulmones fue liberado por mi boca como un petardo de feria. El sonido no muy
delicado me hizo relajarme, al darme cuenta que me encontraba sola. Aun
abrumada por todo el suceso de acontecimientos, me senté en el sillón y
rememore el accidente con Renán, sentí miedo por mi reacción tan agresiva frente
a él, y a la vez el haber probado la suavidad de su piel contra mi boca, me había
parecido lo mas confortante a lo largo de todo el día. Y despertado un hambre de
algo que no me atrevía a identificar.

— Renan—

—Doctor Dorantee. Usted sabe que mis padres pueden llegar a exagerar
por todo, ¡fue solo un desmayo! —Explique de nuevo, para que me terminara de
hacer pruebas físicas absurdas —Siempre he sido sano, ¡incluso mas que Adrik!

—Hijo, deja que el doctor termine su diagnostico —Mi madre se acerco y


puso una mano en mi hombro. Al sentir el contacto de sus dedos, no pude evitar

78
respingar por la pequeña punzada de dolor. Esto no paso inadvertido para el Dr.
Dorantee quien tras sus gafas ovaladas y su barba negra me estudio con
determinación.

—Joven Casio, ¿seria tan amable de quitarse la camiseta? —¡Maldición!,


no podía creer que fuera tan perspicaz con su trabajo, pero ya suponía que tenia
que hacerlo. Sin embargo, después de un corto tiempo volvió a insistir justificando
su curiosidad medica —Necesito revisar sus pulmones y corazón con el
estetoscopio —Me mostró el instrumento, como si yo no fuera lo suficientemente
listo para saber que era un estetoscopio. Pero había algo en su voz que me
sonaba servicial o incluso sumisa.

—Vale... —Me rendí fastidiado. Y solo apenas me había quitado la


camiseta mi madre profirió un grito aterrado. ¡Como si jamas hubiera visto un
chupetón!

—¡RENÁN CASIO HAKME! ¡¿Donde te hiciste eso?! —Apenas fui


consciente, cuando ya estaba tocando al rededor de la herida y su cara mostraba
sumo asco, tal y como me imagine reaccionaria de esa manera.

—Señora Casio, por favor, necesito que me deje hacer mi trabajo —Mi
madre paro de dar pequeños grititos y miradas reprochadoras en cuanto escucho
al medico. Por mi parte opte por ignorarla, eso funcionaba casi siempre. Un poco
malhumorada se alejo de mi, y así el Dr. Dorantee siguió con su reconocimiento,
ahora mucho mas interesado en mi chupetón de lo que realmente era grave —
¿Cuando te hiciste esto? —No podía creer que me preguntara aquello,
¿realmente pensaba que yo me lo había hecho solo? ¡Bah!

—Sucedió hoy en el Colegio San Carlos... cosas de... ¿chicos y chicas? —


Me encogí de hombros para mostrarle lo que era obvio para mi. Pero sabía que
esa pregunta, solo era para otro fin, podría jurar que sabia lo que Sandra y yo
habíamos hecho en la biblioteca de mi padre.

—Alguien decente no le haría daño de esa forma a otra persona —Me


replico mi madre, muy disgustada.

79
—Mamá... por favor... ¡Auch! ¿Qué esta...? —El doctor estaba
desinfectando la mordida y untando sobre mi una crema fresca al hombro, con
una gasa blanca y limpia cubrió el delito.

—No es nada por que alarmarse señora —Miró a mi madre y ella se estrujo
las manos inquieta. El medico se levanto de donde nos encontrábamos en la sala
y guardo todas sus cosas en el maletín, dando por terminadas sus tareas —Por lo
que se, una mordida en la piel puede dejar un moretón por tres días —Nos miró
con aquellas gafas viejas —Y en cuanto a lo del desmayo posiblemente es debido
al estrés, platicando con su hijo me ha informado de los entrenamientos y
exámenes que ha tenido o tendrá dentro de poco —¡Yes! Prueba superada, me
dispuse a colocarme la camiseta con una sonrisa muy descarada —Quisiera
hablar con usted de una cosa mas señora Casio, ¿seria tan amable joven de
dejarnos a su madre y a mi?

—¡No hay cuidado viejo! —Me levante del sofá y fui directo a la puerta de la
sala, miré hacia mi madre y este seguía enfocando sus ojos en mi hombro herido.
Su preocupación me conmovía de verdad, ella solo quería cuidarnos, así que le
sonreí para mostrarle que no pasaba nada, y me correspondió con otra sonrisa.
Luego cerré la puerta, para dejar hablar a solas a los dos.

Me sentía aliviado de que el Dr. Dorantee no me hubiera descubierto,


aunque no sabía si se lo diría a mi madre, pero confíe en su discreción. Me dirigía
a la biblioteca cuando al pasar por la entrada vi a mi padre en el recibidor, por la
manera en que el mayordomo le informaba algo al oído, deduje que se trataba de
mi cuando sus ojos azules me cruzaron como dardos. Sus cejas se contrajeron y
esa mirada de preocupación apareció al instante, resignado suspire por lo bajo y
me acerque con un saludo descuidado.

—Papá, haz llegado rápido —El miró mi hombro de una forma tan
automática que me sobresalto.

—¿Dónde esta tu madre? —Señale hacia la sala y asintió acariciando mi


cabello, ese gesto no me gustaba para nada; siempre me lo hacia cuando había
algo malo en nuestra familia, realmente malo —¿El Dr. Dorantee esta aquí?

80
—Así es, pero no ha encontrado nada conmigo que un poco de comida no
cure papá —Su mirada no dejaba de enfocar mi hombro y eso ya empezaba a
molestarme.

—Iré con ellos —Sonrió mas hacia si que para mi, era tan diferente a él.
Mientras guardaba todo en si con su familia, mi madre procuraba decirnos las
cosas claras, y al contrario mi padre era un excelente anfitrión, atento y
caballeroso, a lo que mi madre se revelaba con una frialdad que espantaba. A
veces me preguntaba como ambos habían terminado casados —¿Haz traído a
alguien? —La pregunta me tomo por sorpresa, no esperaba que supiera lo de
Sandra, pero imaginaba que Adrik era el soplón en esto.

—Una compañera del Colegio —Respondí con entusiasmo, mi actitud


pareció desconcertarlo pero asintió con aprobación y fue hacia donde estaba mi
madre con el doctor.

Yo me disponía a hacer exactamente lo mismo, y meterme en mis propios


asuntos. Pero cuando ya me encontraba a punto de abrir la puerta de la
biblioteca, una inquietud golpeo mi pecho con fuerza, me paralice en aquel lugar y
un temblor en mi mano me impedía sacar de mí cabeza la platica de mis padres
con el Dr. Dorantee. Tomé una rápida decisión y fui hacia la sala. Cuando llegue
procuré no hacer ruido, la puerta estaba cerrada pero las voces de los tres
apenas podía escucharse, me toque la cabeza preguntando el motivo de mi
curiosidad, pero al no encontrar algo valido me decante por apoyar el oído en la
puerta y escuchar. La voz de mi madre me llego desde el otro lado, estaba
desolada y muy aterrada, jamas había oído ese sonido de la voz de mi madre, ni
siquiera por una de mis revisiones medicas. Me concentre en las palabras que
salían de su boca y capte la conversación que giraba como sospechaba, en torno
a mi chupetón.

—¡Lo ha herido esa chica! ¡Fue ella! —Insistió en lo que sospeche era hacia
mi padre, su manera de referirse a Sandra como “la chica” en vez de por su
nombre me molesto sobremanera, ¡Nadie tenia por que juzgar lo que hiciéramos!

—Señora Casio, eso no es importante... ese moretón se curará —La voz


de mi medico parecía querer calmar los nervios estropeados de mi madre —Es

81
una mordida sin importancia, lo que me preocupa realmente es que el joven se
haya desmayado mucho antes de lo previsto.

—¿Es la chica que esta en la biblioteca? —Oí la voz seria de mi padre y


luego de lo que supuse, mi madre había asentido, la respuesta de mi padre no se
hizo esperar —¡Asqueroso! Pensar que esta en mi biblioteca me enferma...
¡Pequeño fenómeno!

Aguanté mi respiración, y apretando los dientes puse mis manos en puños.


No me sentía contento con la hostil manera en que mis padres se referían a
Sandra, ¡Ella era mía! ¡Mía! Y nadie se mostraría irrespetuoso con ella. Me contuve
con dificultad de abrir esa puerta y gritarles en la cara, pero tenia muchas dudas
aun de por que estaban platicando de mi.

—Señor Casio su hijo mostrará mas desmayos, y temo que deban de


ayudarlo a pasar por esto con mucho cuidado —Los consejos del doctor me
tenía intrigado ¿cambios? Yo no me sentía diferente... aún —¿Me encontraba
enfermo?

—No se preocupe lo he tomado en cuenta, esperaba que Renán no se


adelantara pero... supongo que no se puede evitar.

—No es por ser pesimista pero no deben mostrarle que su situación va a


empezar a cambiar, y que pronto dejara de sentirse normal

—No quiero que esa chica este cerca —Mi madre hablo con un desprecio
enfático en cada palabra. Ese comportamiento en mi madre no me lo esperaba,
ella siempre había sido tan amable con mis amigos — Abdías, si vieras el rostro
de esa chica... ¡Asqueroso! Ni siquiera puedo contener la repulsión de su
presencia ¡Tienes que echarla de aquí! Antes de que le haga daño a Renán o a
Adrik

—Debes comprender amor —La voz de mi padre se modero


asombrosamente, era como si buscara en mi madre fuerza —Renán esta bien a
su lado por el momento y en cuanto a Adrik, supongo que él por naturaleza se
alejara de ella como siempre lo hace.

82
—Te das cuenta, que si ella está aquí... quiere decir que puede haber otros
mas ¡en ese Colegio!

—Estoy de acuerdo con su esposo. Renán está protegido por el momento


y ella al parecer por lo que me dijo no tiene idea de lo que le sucede, no hay de
que preocuparse.

—¿Qué pasa si ella logra averiguar lo que somos? —Reprocho mi madre

—Tu sabes que hacemos con los que empiezan a ... —Mi estomago se
revolvió al escuchar a mi padre, me volví completamente de hielo. No me percate
de la presencia de una mano que me toco levemente la espalda, rompió mi
concentración. Al voltear vi el rostro de Sandra, parecía tan vulnerable y sincera en
su mirada había algo en ella que me atraía como si fuera miel. Me di cuenta de
que ambos estábamos cambiando y no sabíamos que era lo que lo propiciaba.
Capte un ruido tras de mi y me pegue a ella empujándole contra la pared, esto la
sobresalto pero no me impidió que la tomara de la mano y le llevara conmigo.

—¿Renán? —Me llamo, pero estaba tan cabreado con todo que me resistí
a contestar, ahora empezaba a entender el por que de su estado demacrado y
sus desvanecimientos. ¡Eso me pasaría a mi también!

Estábamos pasando junto al pasillo cuando vi al mayordomo dirigirse a la


puerta, tanto Sandra como yo nos detuvimos en seco. Esta fue abierta y la figura
de un hombre mayor con un porte elegante me saludo a la distancia, sus ojos
verdes junto con su cabello gris y blanco me hizo reconocerle. El alivio que sentí al
ver a esa persona me alegro, ¡Él había llegado! ¡Nos ayudaría! ¡Él siempre tenia las
respuestas correctas!

—¡Tío Abuelo! —Jale a Sandra conmigo y fui directo a mi tío que me


esperaba con su porte típico de caballero italiano —¡Tío Roldán! —Él me recibió
con un abrazo, a nadie mas que Adrik y a mi nos mostraba condescendencia
cuando nos visitaba. Realmente era nuestro tío abuelo pero para simplificarlo le
decíamos tío Roldan, mi verdadero abuelo que se había llamado como yo, había
muerto un año antes de que naciera uno de sus hijos, por lo cual su hermano

83
Roldán el segundo, había tomado el patriarcado de la familia Casio. Un día
buscando entre nuestro árbol genealógico, Adrik y yo descubrimos que mi padre
había tenido un hermano mayor llamado Renán pero este había muerto a los
cinco años. En otras palabras era el único Renán vivo en esta familia.

—¡Ciao! ¡Pero que recibimiento mas placentero! —Su acento italiano era
tan particular de él que le daba cierto aire carismático. La atención de mi tío se fue
hacia Sandra quien también le saludo con la cara color rojo pastel.

—¡Mucho gusto señor! Soy Sandra Papillón

—Mira nada más, piacere di conoscerti bella, ¿ella es ...? —Mi tío me miró
con simpatía y supe que ahora todo estaría bien, el nos ayudaría.

—No tío, ella no es mia ragazza ... aún —Miré a Sandra quien no entendió
a lo que me refería con esa palabra.

—¡Sir Roldán! —La voz de mi madre me sobresalto, ella se acerco a


nosotros junto con mi padre y el doctor, mi tío abuelo los saludo con seriedad a
cada uno. Luego se volteo hacia mi e inclinando un poco su cuerpo me hablo por
lo bajo.

—La signorina Sandra debe de ir a casa. Ve con Marcelo y despídete hasta


mañana —Asentí obedientemente y luego pase junto a mis padres, aun estaba
muy enojado con ellos por ocultar cosas extrañas e insultar a Sandra, así que no
me moleste en despedirme. Cuando salimos de la casa un rato después me sentí
mejor.

Llegamos al edificio donde se encontraba su departamento, era gris y un


poco deteriorado en algunas partes, parecía reflejar la identidad de Sandra en
varios sentidos. Marcelo nos abrió la puerta del auto, y ambos descendimos
sujetados de las manos, desde que dejamos mi casa el estar así nos
reconfortaba. La ayude con sus cosas y subimos a su departamento en completo
silencio. En mi cabeza aun rondaba la conversación de mi familia, y lo que al
parecer estaba afectando a Sandra como a mi. No quería aceptarlo, pero también

84
provocaba en mi interior un temor inexplicable el que ella cambiara como
afirmaban.

—Es una lastima que no hallamos terminado el reporte —Sandra me


sorprendió mirando a la nada, cuando me dijo aquello —¿Pasa algo malo? —La
palma de su mano acaricio mi rostro, y sentir ese contacto suave en mi piel me
hizo despertar de mis ensueños y encontrarla irresistible. Sin evitarlo baje mis
labios y le bese sus dedos, para capturar su esencia en mi piel —¡No hagas eso!
—Se retiro con un movimiento brusco haciendo que sus cosas se deslizaran de
mis manos al suelo.

—¿Por qué? ... —Su mirada no evito la mía, por lo que me di cuenta del
enorme dolor que le causo mi caricia, sus ojos amenazaban con morir entre
lagrimas por mi culpa. ¿Mi culpa? No. Mas bien lo que reflejaba en su rostro era
culpa propia —Tú no...

—¡Renán! ¡Basta! —Las lagrimas saladas empezaron a brotar sin poder


evitarlo, su cuerpo temblaba y entre miradas pesimistas me trato de explicar sus
razones, a las cuales yo no le veía sentido —No quiero hacerte daño... ¡Y siento
que si te acercas mas...! Yo te lastimare —Se cubrió el rostro y con unos
lamentos amargos me rompió el corazón —Vete

—No voy a dejarte sola —Y era verdad, nunca le dejaría ahora no la podía
abandonar e irme como si lo que sentía por ella no fuera mas que un suspiro de
emociones, era mas intenso que eso, mucho más —Cualquier cosa que temas,
que te haga daño o no puedas controlar, será una razón para estar a tu lado.

—No se que me esta pasando, y hoy estuve a punto de... ¡no puedo
pensar en eso!

—No lo hagas —Sin pedir permiso le tome entre mis brazos. Su cuerpo se
agitaba contra el mío recurriendo a mi calor. Ella era tan frágil y sus emociones
brillaban a flor de piel, de manera que me encerraba en su propio mundo de
temores —Buscaremos la solución

85
—¿Qué? Pero no se que es esto ¿Cómo puedes decir que hay una
solución?

—Sandra, siempre hay una solución —Mi sonrisa trato de calmarla, quería
que tuviera fe en mi, solo conmigo, de tal manera que yo fuera su respuesta a
todo —Yo te daré esa solución. Es una promesa.

—Una promesa —Sus ojos me encontraron y un pequeño brillo de


esperanza se asomo tras ellos —Graci... —Puse mi mano sobre su boca y negué
enérgicamente.

—No. Cuando te de la respuesta, entonces podrás agradecerme —Me


agache para tomar sus cosas y las puse sobre sus brazos. Bese su frente y con
premeditación también su cuello. El deseo de tenerle era intenso dentro de mi, me
llevo a hacer lo que jamás hubiera imaginado. Tomé su cintura con fuerza y la
inmovilice contra la puerta de su departamento, baje la tira de su vestido y mordí
su hombro con fuerza. Un pequeño grito salió de parte de su boca por el dolor,
pero su respiración se acompaso a la mía en un signo de sumisión —Ahora
estamos igual.

86
Florence and the Machine “Girl with one eye live”

Capítulo 9. Distancias que se acortan

— Sandra—

N o ha llegado. Renán no llegará al colegio. Esos pensamientos

estuvieron rondando en mi cabeza desde el momento en que llegue y los alumnos


de San Carlos caminaban a mis costados, sin imaginar los cambios que se
estaban provocando en mi interior. Podía sentirlos. Ahora eran como una capa de
piel nueva que luchaba por crecer al rededor de mi cuerpo y gobernar donde
antes existía mi vieja yo.

Cuando Renán me dejo en casa sola, luego de que le di todas las pistas a
mis síntomas, llegó mi padre horas después con el sobre de los resultados. No
podré olvidar su rostro al verlos. El color de su cara se había ido tan pronto al leer
lo que se decía de mi estado en aquellas hojas blancas de papel, un temblor leve
en sus manos, signo de malas noticias, me dijo que no era una simple anemia
como deseaba. Sin embargo me sonrío y dijo que buscaría hacer una segunda

87
prueba, que seguramente lo que tenia era menos delicado, pero por como sus
ojos estudiaron mi rostro entendí que sabia perfectamente esto no era así, me
estaba diciendo mentiras. También me pidió silencio de lo que sabia a mi madre,
yo solo asentí antes de encerrarme en mi cuarto y contener las enormes ganas
que tenia de llorar, no me atrevía. No quería que mi padre me escuchara. Que
pensara que tenía miedo.

Ahora que me encontraba en el patio de la escuela, detrás de los arboles


sembrados que habían colocado muchos años atrás en la fundación hace
muchos años; trataba de digerir la comida que metía a trozos a mi boca, pero el
olor repugnante a cenizas me impedía degustar o incluso resistir el olor, ¡Era
insoportable! La sed secaba mi garganta y con pesadumbre me di cuenta de que
el jugo o agua no la calmaba, sino que solo la estimulaba mas. Furiosa arremetí
contra todo y lo arroje lejos de mi, haciendo tal escándalo que note la mirada de
uno que otro compañero, pero eso ya no me importaba.

—Tienes que comer —La voz de Irwin Bennett me distrajo de mi propia


miseria. Cuando levante el rostro él se encontraba parado a cierta distancia de
donde estaba sentada, un leve movimiento de su cabeza me indico que pedía
permiso para estar a mi lado. No quedando otro remedio asentí. No tardo en
colocarse junto a mi y observar el desastre de comida que teníamos en frente de
ambos —¿Dónde esta tu amiga? —Su pregunta no me extrañaba mucho, así que
me encogí de hombros cuando le conteste.

—No losé, por ahí... la verdad no me interesa ahora —Si. Mi respuesta


había sido de la clase ¡Perra Total!, pero no tenia ganas de adornar mi
vocabulario. Realmente no sabía donde estaba Lorena después de que nos
despedimos para entrar a clases, por mi humor prefería que se quedara muy lejos
de mi.

—Es mejor así, su presencia en este momento solo te molestaría —Sus


palabras me molestaron. Una cosa era que yo no quisiera a Lore cerca y otra muy
diferente el que Irwin Bennett no le agradara su presencia. Solo por eso se gano
una de mis miradas letales, pero él no pareció afectado en lo mas mínimo —Hoy
empieza a ser mas difícil y pronto será aun mas... —Cuando dijo esto su rostro se

88
volteo hacia mi pétreo, sin ninguna clase de emoción al continuar con su pequeño
discurso —Mucho mas doloroso.

—¡Me largo! —Grité con intensión de que nos miraran y dejarlo en


vergüenza, pero salió todo mal; cuando quise pararme mis piernas traicioneras
decidieron que estar en el regazo de Irwin era mejor que caer de culo al suelo. Y
fue como darme contra bloques de cemento, mi cabeza no reboto de puro
milagro, pero las estrellitas que vi me dejaron claro lo fuerte del golpe.

—No debes exaltarte —Irwin tenia un tono de voz calmo que me relajo sin
pretenderlo, mi cuerpo por increíble que fuese obedeció lo que decía, ahí estaba
yo, desparramada encima de él —Todavía queda tiempo para que descanses un
poco más —Juro que vi como una comisura de sus labios se levantaba en una
sonrisa divertida, antes de colocar una mano en mis ojos y sumirme en la
oscuridad del sueño, solo sus palabras confortantes me dieron la seguridad plena
de que con él a lado podía seguir así de manera tranquila —Todos esperamos...

— Irwin—

Ella no podría sobrevivir de esa forma por mucho tiempo. Sandra estaba
hace poco sobre mi descansando, acompasando su respiración a la mía y
queriendo inconscientemente fundirse con mi carne. Ver a uno de los nacidos de
esa manera me causaba tristeza, por que el cambio se daría sin importar nada.
Aun cuando le observaba a lo lejos en su clase de gimnasia, el color pálido de su
piel y las ojeras moradas que se acentuaban cada día, indicaban lo inevitable.

El profesor que se encargaba de la clase la observaba detenidamente, sin


embargo como sospeche no le daría descanso alguno, para él todos tenían las
mismas oportunidades y que ella se viera en ese estado no afectaría el
desempeño de los otros. Estaría de acuerdo, sino viera en esa mirada astuta un
destello de satisfacción enfermiza. El dolor ajeno alimenta en muchas ocasiones el
ego de alguien más fuerte.

89
Con un silbatazo ordeno que empezaran a saltar los obstáculos en la
cancha, uno por uno los alumnos fueron pasando, de los cuales la mayoría
saltaban sin tirar uno solo. Incluso la amiga de Sandra pudo hacerlo sin
problemas. Sin embargo, vi la expresión de preocupación de la chica cuando le
llego el turno a Sandra. No dudo que ambos pensamos lo mismo cuando el
entrenador dio la indicación y Sandra corrió, con lo que se podría decir era la
fuerza que le quedaba para terminar la clase. Su salto no fue malo, sino lo que
sigue de eso, a tal grado que se oyó el crujir de un hueso e inmediatamente los
gritos de horror.

Sin pensarlo más, corrí hacia ella dejando que me vieran interferir. El
entrenador se acercaba caminando despreocupadamente, cuando llegue hasta
ella vi que seguía muy consciente de todo, pero que no lloraba. Imagine la razón.
Su amiga se puso tras de mi y le decía que todo iría bien, que no se moviera. Algo
en esas palabras me dio risa, busque entre mi gabardina y saque una botella
plateada, levante a Sandra con poca delicadeza y la inste a beber el contenido.
Ella me miró enojada, muy enojada; pero cuando vio que su profesor se acercaba
más a nosotros, tomo el contenido sin chistar, debo decir que verla tragar de esa
manera me sorprendió, aun mas cuando dio un pequeño eructo al terminarse el
contenido.

—¡¿Qué maldita cosa le haz dado a tu compañera?! —Sentí la mano del


entrenador cerrarse en mi hombro y sacudirme fuertemente, con toda la intensión
de dañarme, lo que causo que dejara caer el frasco y de paso a Sandra —¡Tú!

—¡Profesor! Sandra se pudo quebrar un hueso —La amiga de Sandra la


estaba ayudando a levantarse y parecía muy afligida, a pesar de todo tuvo el valor
de encararse con ese toro —¡Tiene que llevarla a la enfermería!

—¡Maldición! —Rugió el mastodonte. Com pasos pesados fue hacia


Sandra y con rudeza excesiva la cargo, luego me dedico una mirada de desprecio
que ya me esperaba —Si descubro que eso que le diste es una clase de droga
¡Te vas a ir al demonio muchacho! —No pude evitar sonreír para asombro de mis
compañeros, los cuales tampoco cabían en asombro al oír a su profesor decir
aquellas maldiciones. Luego de eso se fue con Sandra, quien me miraba con los

90
ojos como platos y un semblante mejorado. Era tan obvio lo que paso que ambos
entendíamos nuestra posición.

—Oye espera un minuto —La amiga de Sandra me detuvo del brazo, su


cabello castaño caía en una coleta muy mal hecha y uno que otro pasador
sosteniendo los mechones que sobresalían. Al notar que le miraba fijamente se
puso nerviosa, los humanos siempre se ponen así cuando los vemos demasiado
tiempo, era como si sintieran el peligro en nuestro escrutinio —So-soy Lorena,
¿no te acuerdas de mi?

—Tengo muchas cosas de las que acordarme últimamente —Respondí


secamente, pero ella simplemente siguió tratando de entender.

—¿Qué le haz dado?

—¿Disculpa? —Me hice el desentendido

—A mi no me vas a dar indirectas —Su entrecejo se frunció con


terquedad, indicando que no estaría contenta con una simple respuesta —Eso
que le diste la puso mejor, aquella vez en la estación de metro también se lo diste,
¿es alguna clase de tónico?

—Por que mejor no lo dices con todas las letras —Le replique —¿Acaso
no piensas que es droga? —Sus ojos se abrieron incrédulos, pero luego volvió a
fruncir el ceño.

—No es droga —Su voz fue firme. Muy dentro de mi me pregunte acerca
de lo que pensaría si le digiera que para nosotros el comer era una clase de
droga. Seguro que correría espantada tirando sus pasadores en el camino.

—Tienes razón, no es droga —Pude notar que uno que otro chico dejaba
salir el aire contenido, ¿así que escuchaban? —Solo es una bebida energética de
familia, lo hacemos por que sufrimos de anemia.

91
—¡Ah! Bueno... supongo que eso es mas creíble —Lorena me dedico otra
larga mirada antes de darse por satisfecha, por el momento —¿Sabes si ella
podría tener tu misma anemia?

—Es probable. No estoy seguro —Cogí el frasco plateado y lo metí dentro


de mi gabardina —Sino te importa, ya no veo la necesidad de estar aquí

—¡Oye espera! —Se adelanto y me sujeto de la muñeca, me arrastro hasta


una pequeña mochila que supuse era donde se encontraba su ropa normal, saco
un plumón y sin meditarlo arranco una hoja de papel. Cuando vi que anotaba su
correo electrónico y la dirección de su facebook, con esto me di una idea de que
iba la cosa —Toma esto —Me extendió el papel, al ver que no lo tomaba giro los
ojos hasta ponerlos en blanco —¡Oh vamos! Me noquea que hagan esto algunas
personas, es para decirte como esta ella, cuando salga del colegio —Alce la
mirada rápidamente y vi que tenia una sonrisa triunfante en el rostro —¡Anda!
Puede que hasta le convenza de que te hable con mas amabilidad ¿Tienes
facebook?

—¿Quien no tiene a esta altura? —Le sonreí tomando su papel —


Entonces... yo te hablo

—Me parece bien —Su voz sonó tan amigable que me di cuenta de lo
mucho que extrañaba el hablar con otro tipo de personas, con alguien diferente a
mi. Ella tomo sus cosas y las de su amiga, luego con un ademan informal se
despidió y ambos nos dirigimos en otra dirección.

— Sandra—

Lorena me acompaño a casa y estuvo tratando de distraerme todo el


tiempo, ambas habíamos salido temprano del colegio por el permiso de la
enfermera que me recomendó reposo. No fue difícil convencer el por que
necesitaba que mi amiga me acompañara, por precaución mas que por ocio, el
director Garrido fue comprensivo al permitirlo. Cuando llegamos al departamento,

92
seguía tratando de sacarme algo de conversación, pero al ver me pensativa se
sentó sobre el sillón a descansar. Le ofrecí un poco de limonada y cuando se la
lleve vi que tenia su mini computadora abierta, miraba fijamente su cuenta de
correo y me acerque curiosa por su aparente ansia.

—¿Esperas algo? —Pregunte cuando pasaron tres minutos y yo no veía


nada raro o fascinante.

—Tu solo espera —Su sonrisa era idéntica a la el gato de Chesire. Luego
un sonido nos indico algo y al ver de que se trataba casi escupo el sorbo de
limonada que estaba tomando en ese momento —¡Si! ¡Oh Dios por que seré tan
buena en esto! —Eso fue mas una afirmación que una pregunta. Sea uno o lo
otro Irwin Bennett había agregado a Lore a su correo y de paso le dio “aceptar”
en su facebook ¡Esto era una locura!

—No puedo creerlo ¿Irwin_alfil@hotmail.com?

—Cierra la boca o se te va a meter una mosca —Se burlo Lore mientras


tecleaba para saludarle —Veamos que me contesta

—¿Qué te puede contestar? ¿Hola? —La mire incrédula —Lore, dime que
no le diste tu correo para averiguar que me dio a beber

—¡Calla! Ha contestado —Me dijo dando manotazos al aire con una alegría
que me parecía exagerada. Cuando vi que se ponía a reír como posesa me leí lo
que decía la respuesta.

Irwin_alfil dice:
“¿No debería ser yo quien te hablara chismosita?”

Esa respuesta debo decir que me dejo paralizada. ¿El estaba siguiendo la
corriente a Lore? Ó esa era su personalidad virtual. Lore no perdió mucho tiempo
y con una mirada picara me dijo que le respondería, no quería pensar lo que
estaba pasando.

93
Lorecom dice:
“¡Ja! Pequeño Neanderthal stamos a siglos luz ¿eh? Hoy N día nosotras damos el
1mer paso :P ”

Irwin_alfil dice:
“Yo me considero un caballero, pero hay que ver a otros ¬¬ ------ p.d. Tienes
unas terribles faltas de ortografía“

¡Irwin acababa de hacer los ojitos irónicos! Eso no era todo sino que el muy
cínico se atrevió a criticar la falta de ortografía de Lorena, pero ella solo me miraba
y se reía como histérica. Después de que los vi comunicarse con sarcasmos y
uno que otro desplante me di cuenta de cual era el objetivo de mi amiga. Quería
que Irwin se sintiera cómodo. ¡La muy astuta!

Lorecom dice:
“¡¡Oye!! Por cierto Papillón se encuentra muy bien :)”

Irwin_alfil dice:
“¿Papillón?“

Lorecom dice:
“¡Sandra! ¡Duh!”

Irwin_alfil dice:
“¡Ah! Sandra Papillón ... es un apellido chistoso“

Yo no le veía nada de chistoso a mi apellido. Era francés creo... pero no es


chistoso. Ambos son unos cotillas.

Lorecom dice:
“Ese brebaje que le diste la ha puesto de humor xD LOL”

Irwin_alfil dice:
“Tengo una especialidad en esto“

Lorecom dice:
“Eres taaaaaaaannnn humilde -_-u x cierto ella esta a mi lado”

94
Después de que Lorena escribió eso ultimo, un gran paréntesis se hizo en
la conversación. Esperamos su respuesta por un buen tiempo pero no apareció
nada, ambas miramos los contactos para ver si estaba desconectado pero seguía
ahí, seguimos esperando hasta que Lorena se puso a conversar con mas gente,
al rato de que nos disponíamos a comer sopas instantáneas recién preparadas
del microondas, la respuesta salto en su pantalla. Lo que escribió fue un poco
decepcionante y debo admitir que me desilusiono.

Irwin_alfil dice:
“Siento el retraso. Pero dejemos esto para luego tengo algo que hacer“

No hubo mas. Lorena se encogió de hombros he hizo una mueca


lastimera, pero enseguida se entretuvo comiendo la sopa. Yo note que Irwin
seguía conectado y lo que era peor, me di cuenta de que yo, era la razón de su
silencio para con Lore.

—¿Enserio crees que su bebida energética me dio fuerza? —Le pregunte a


mi amiga. Ella pareció meditar su respuesta, mientras se metía un tallarín largo a
la boca, y luego me hablo sinceramente.

—Si, y no dudo que halla algo relacionado con lo que él tiene y los
síntomas que tu presentas.

—Lore. No quiero que digas nada a mi papá o mamá ¿entiendes?

—Soy tu tumba —Me sonrío y luego siguió masticando su comida


distraídamente.

El sonido del teléfono de mi casa me distrajo y fui a contestar. Al levantar la


bocina note una voz agitada como si alguien respirara con dificultad. El emisor
pareció calmarse y en cuento hablo reconocí su voz.

—Quisiera hablar con la señorita Sandra, de parte de...

95
—¡Renán! —Mi corazón se agito al oírle llamarme y no pude evitarlo pero
una lagrimita se escurrió traicioneramente —¿Por qué no fuiste al colegio? Te he
extrañado ¿Como tienes mi numero de teléfono?

—Yo también te extrañe. Mucho —Eso me hizo enrojecer —Tengo tu


teléfono por que hable al colegio y pedí tus datos, ya sabes por tarea —Casi
podía ver su sonrisa burlona —Hoy no fui porque... me sentí mal

—¿Mal? Pero si ayer estabas... Renán fue lo que paso ¿verdad? ¡Yo te...!

—No. Solo es un resfriado —Su respuesta no me convenció pero no quise


discutir con él, lo extrañaba tanto que preferí callar —Pero me sirvió estar en casa
para investigar los síntomas, tanto en internet como en mi biblioteca privada.

—Siento que hallas estado ocupado por mi culpa —En verdad lo sentía.

—Nunca se está demasiado ocupado si es para ayudarte —Mi pecho se


inflamo y se disolvió a sobre mis pies. Renán sabia como calmar mis
preocupaciones, era tan natural en él. Como el respirar en mi —¿Quieres saber lo
que encontré?

—¡¿Qué?! ¿Encontraste algo? —Mire a Lorena quien estaba metida en su


mini computadora, luego puse atención a lo que Renán me decía.

—Bueno... técnicamente no encontré mucho, podrían ser varias


enfermedades o virus ¡es una locura! —Me temía que esa fuera su respuesta,
pero después de todo Renán estaba tratando de saber, yo cobardemente lo
evitaba —Pero no debes de preocuparte, yo encontrare lo que pasa ¿sabes
alguna otra cosa? —Tuve la tentación de decirle sobre la anemia pero no pude
hacerlo, no quería que supiera mas.

—Renán te quiero mucho —Oi como su respiración se cortaba por la


bocina del teléfono y el momento justo en que retorno de nuevo, después de oír
mis palabras, dijo lo que estaba segura sentía de verdad.

—Te quiero Sandra. Te amo.

96
Moenia “¿En que momento?”

Capítulo 10. No pecando de ingenuos

— Sandra—

A hí estaba de nuevo, la sensación recorriendo mi piel me despertó por

la noche, arrojado sobre mi una impaciente necesidad; una incontrolable hambre


que amenazaba con destruirme las entrañas. Solo tenía en mi mente el ardiente
deseo de devorar lo que fuera, y retorciendo mis dedos entre las colchas de mi
cama, no dudé en lanzarlas fuera de mi persona. Sin pensar mas que en saciar
esta necesidad que me acongojaba, me senté sobre mi cama y permanecí
turbada en ella, meditando sobre lo que mi instinto me decía. Y por mucho que
luchaba solo había una constante en mis variables respuestas.

“Comer”

Salí descalza de mi habitación, y la alfombra del departamento acariciaba


la planta de mis pies, que a duras penas sostenían el peso muerto de mi cuerpo
que a tumbos llego a la cosían. Miré perpleja el refrigerador plateado que

97
franqueaba la entrada, y como pordiosera camine hacia el, extendiendo mis
brazos a modo de suplica y adoración. Cuando toque su puerta de acero
inoxidable el frío de la superficie aliviano mi temor a caer en estado sonámbulo. Lo
abrí y contemple la comida arremolinada en las puertas e interiores, cada cosa en
su lugar, el frío artificial que despedía llego a mi, al igual que todos esos olores
extra fuertes y sensibles que acribillaban mi nariz haciendo enloquecer mi olfato.

El ruido de mi estomago me hizo ver que era lo que necesitaba hacer, así
que no esperé más y con rotundo entusiasmo me di a la tarea de ingerir todo
cuanto había en el interior. Los sonidos y sabores eran insípidos de las frutas y
verduras sabía a la misma ceniza gris, pero eso ya había pasado a segundo
termino, lo único en lo que me ocupaba era en “tragar” lo que fuera para controlar
mi hambre. Incluso cuando desgarre el empaque de plástico de las chuletas de
cerdo y cuando procedí a comerlas en crudo, la sensación aplastante de tener
carne entre mi boca me llevo a un estado de delirio máximo. El salado y
placentero sabor me hizo incluso jadear y chuparme los dedos, una y otra vez.

No medí el tiempo en que me tarde en consumir todo lo que podía, pero la


sensación de hueco en el estomago no disminuía, frustrando mi mente y
negándome a aceptar lo que en mi interior se desataba. Es en ese estado de
desesperación fue que mis padres me encontraron. La expresión de horror en sus
rostros las guarde a futuro recónditamente entre las murallas de mi mente, y antes
de poder excusar mi comportamiento, empece a vomitar todo, incluso por la nariz
me salían fluidos que me impedían respirar a momentos. Una y otra vez continúe
hasta desmayarme en brazos de mi padre.

— Renan—

Una alarmante sensación de desesperación oprimió mi pecho, al abrir los


ojos me vi en mi recamara pero no era donde yo me quería hallar. Encendí la
lampara que tenia sobre mi buró y tome mi Blackberry para marcar su numero
telefónico. Me quede segundos observando el número de su casa antes de dejar
el aparato de nuevo en su lugar. Frote mis ojos y decidí que era una estupidez

98
levantarse en medio de la noche y por un presentimiento hablarle a Sandra. No
quería que pensara que le estaba acosando o algo por el estilo, solo estaba
preocupado por ella.

Recordé sus palabras al decirme que me quería, y mi pecho se ensancho


de gozo con solo cerrar los ojos e imaginar lo que haría por ella por la mañana en
el colegio. Mis labios querían probar los suyos, lamer su lengua y degustar el
sabor de su boca, estrecharla entre mis brazos y no dejarla ir a ningún lugar que
no fuera conmigo para protegerla.

La satisfacción que me proporcionaba mis sueños lo apago el malestar de


mi cabeza, el dolor no disminuía, al contrario parecía empeñarse en reventarme
los tímpanos. Quería proporcionarle a Sandra seguridad, pero yo al parecer
también la necesitaba. No tarde en volver a conciliar mi sueño, pero la diferencia
radico que la suma oscuridad se vio remplazada por luz; una luz tan cegadora
que me intrigaba su pureza, era como estar flotando en un espacio infinito de
pensamientos, adaptando mi propio ser como si fuera parte de esa luz. La
sensación de poder corrió por todo mi cuerpo, apoderándose de mi como una
prisión sin cadenas o barrotes. Era simple sin dolor o problemas, todo tan sencillo
como el vivir.

Sentí el calor de una mano sobre mi mejilla, era suave, pero sin la textura
humana de la piel, por el contrario, era un soplo de aire que amenguaba su
temperatura a la mía, un viejo saludo para indicar protección. Y a pesar de que
dentro de mi sueño mis ojos se encontraban bien abiertos, no lograba ver al ser
que era capaz de hacer aquello. ¡No duro más! Un escalofrío rompió la atmósfera
de paz y un manto gris se extendió por todas partes, entonces fui consciente de
mi cuerpo, y como la temperatura se había estancado en un frío letal. Tenía
miedo. Aceptarlo me dio la certeza de que era un sentimiento con el que siempre
había vivido, la desesperación oprimió mi pecho y como si el aire hubiese
desaparecido, mis pulmones dejaron de funcionar. Cuando un grito ahogado
quiso salir de mis labios al tiempo que una luz golpeo de repente, como una
estrella naciendo en el universo, me cegó por un momento, pero aquello hizo
frenar el avance de la oscuridad. Cuando mis ojos lograron adaptarse de nuevo, la
estrella de luz ahora tomaba una forma indefinida, pero mientras avanzaba hacia

99
mi un hermoso cabello rubio platino se desplegó, era sedoso como fibras de luz,
y unos azules ojos zafiro me reflejaban como un espejo.

—Estoy a tu lado...

La voz dulce en sus palabras me ayudo a dormir de nuevo.

— Sandra—

Tener que ser llevada al hospital no fue grato, para cuando volvimos quede
hecha polvo, me tumbe sobre mi cama y quede profundamente dormida. Al día
siguiente me encontraba en el colegio, con cero energía y un terrible dolor en el
estomago. Con mucho trabajo me había puesto un vestido gris con círculos
pequeños color rosa, que mi madre me había comprado en vacaciones, el color
neutro reflejaba mi estado de animo. Lorena había notado mi mal humor, pero se
limito a platicar otro tipo de cosas con referencia a Irwin Bennett y su
conversación limitada, lo cual era un alivio, porque no estaba para tratar de contar
la mala noche que había pasado con mis padres esperando que me hicieran
radiografías y pruebas de sangre. Para cuando llego el turno de la clase de
atletismo, mi actitud no había mejorado, menos aun después de recordar el
momento de mi ultima evaluación física y la mirada de furia por parte del
entrenador.

Al entrar en el gimnasio para hacer calentamiento básico, nos encontramos
con el club de atletismo que entrenaba especialmente para las próximas
competiciones que se darían en la ciudad. Mi mirada recorrió a las chicas y chicos
del lugar hasta encontrarme con Renán, quien estaba tan concentrado en los
saltos de obstáculos que apenas había notado la llegada de mi grupo. Eso me dio
tiempo de verlo hacer una de sus actividades favoritas, y por lo que el colegio
apreciaba tanto su talento; a diferencia de los otros chicos, él parecía estar
analizando cada uno de sus saltos, no quitaba la vista de la posición de cada uno
de sus compañeros de equipo y su desempeño, estaba segura que estudiaba la
forma en que estos colocaban su cuerpo hasta el lugar en donde decidían a dar
el salto. Cuando toco su turno, se aseguro que todo estuviera en orden, revisando

100
incluso el suelo en el que correría para hacer su demostración, se notó su nivel de
compromiso. Sus músculos se relajaron, y moviendo los brazos en un circulo
perfecto aspiro aire, en sus ojos una mirada profunda me hizo entender lo
importante que era aquello para él, cuando corrió hacia el obstáculo y dio ese
salto tan maravilloso, todos quedaron impresionados con su técnica, incluso
ToroLoco no pudo reprimir una sonrisa de orgullo, era casi como si sus pies
hubiesen volado del suelo para luego deslizarlos lejos del fracaso. Unos cuantos
ánimos y aplausos se hicieron sonar, pero por parte de Renán solo hubo una
sincera sonrisa de humildad.

—¡Eso es exactamente lo que quiero de todos ustedes! —La voz de


ToroLoco se escucho como un bramido potente y determinante. Uno que otro
compañero tanto de mi clase como del equipo oficial se encogieron nerviosos. La
actitud del entrenador era una de las principales razones por las que cuando entré
al colegio no me atreví a sugerir mi ingreso al club de atletismo, el hecho de
tenerlo a mi lado de por si entumecía mi mente —¡Todos ustedes están en este
colegio para lograr destacar y ser reconocidos!, la fortaleza que les da el ejercicio
les brinda una oportunidad de mejorar su autoestima y de paso dejar el miedo —
Luego se volteo hacia Renán y asintió convencido —¡Muy bien hecho Casio!

—¡Gracias entrenador! —La voz de Renán se escucho tras de mi. Al


voltearme me sonrío antes de darme un leve codazo en mi brazo como signo de
compañerismo

—¡Bueno! Se puede saber ¿Qué esperan? —A la pregunta de ToroLoco,


todos se movieron a continuar con las actividades o empezar a realizarlas.
Cuando terminamos, el entrenador nos colocó en pareja con un miembro del
equipo. Lore me miro con ironía cuando Renán se adelanto y tomo mí mano,
mientras que ella se quedaba apoyando a Erick el amigo de Renán, por su
puchero me di una idea de lo mal que se esperaba pasar un rato con ese chico.

—No te preocupes. Erick parecerá un poco altanero y bravucón, pero no


es una persona malvada —Renán se tendió en el suelo y le ayude a estirar los
músculos, actividad que nos daba cierta intimidad a la hora de hablar en voz baja
y no ser reprendidos —¿Qué te ha pasado? No parece que te encuentres bien.

101
—Tuve algo así como una recaída —Me limite a mirarlo fijamente y no
agregar más. Cuando mi mano rozo sin querer la suya, una sensación poderosa y
llena de pequeños toques eléctricos me hizo sentirme mucho mejor, no solo en lo
físico, sino también mentalmente. Algo le advirtió a Renán sobre lo que estaba
pensando por que cuando empece el otro ejercicio de estiramiento, su cuerpo
procuro estar mas cerca del mío.

—¡Eh! Renán mira ahí —Erick llamó su atención y ambos volteamos el


rostro hacia la entrada que con tanta insistencia señalaba Erick, cuando nos
dimos cuenta vimos a Carol con su uniforme de animadora, pero no con la
compañía de sus amigas de equipo, sino con el consejo estudiantil detrás, de
quien era la representante de nuestro grado y tesorera. A su lado solo se
encontraba el presidente de estos, llevaba un pequeño montón de papeles en las
manos, su expresión era relajada al contrario de su compañera que no aparto la
vista de donde nos encontrábamos Renán y yo. Carol hizo una mueca de fastidio
y fue directamente hacia ToroLoco, hablo algo en voz baja con él y luego se volteó
hacia todos nosotros, que para entonces ya habíamos parado en nuestras
actividades. Cuando hablo su voz salió segura y positiva, estaba segura de que
un día llegaría a representar algo importante, toda ella despedía triunfo por los
poros.

—¡Buenos días! El consejo de estudiantes tiene listo los permisos para el


equipo de atletismo —A su leve señal con la mano, el presidente fue pasando
entre los chicos y chicas del club entregando las formas —Deberán traerlos
firmados por sus padres, mañana a mas tardar, esta autorización es esencial
¿entienden? —No se si fuera mi mente, pero estaba segura de que cuando
Renán tomó su permiso Carol no pudo evitar mirarle fijamente, con ese extraño
brillo de decepción —Si sus padres por alguna razón no firman, lo lamentamos,
pero aunque sean unas estrellas no subirán al autobús escolar —Un incomodo
silencio se poso de repente pero luego al tiempo que aparecía una sonrisa
brillante en sus labios, Carol mostró unas bandas color rojo —Dejen que les
coloque las bandas del equipo, acaban de llegar —Cada uno de los miembros
extendió su brazo para recibir lo que Carol les daba, luego cuando llego el turno
de Renán, ambos se saludaron formalmente, después de que Carol rehusara
mirar a Sandra y seguir con los demás miembros —Bueno, gracias por su tiempo.

102
Todos volvieron a trabajar, pero el comité seguía en una platica reservada
con el entrenador, quien asentía con determinación. Renán me dijo que habíamos
terminado, así que fui por unas toallas para secarnos el sudor. Estas se
encontraban perfectamente dobladas a lado de los instrumentos de
entrenamiento, entre ellos ligas y pelotas que se juntaban dentro de una canasta
deportiva para su uso practico. Tomé dos toallas blancas, pero en el instante en
que quise avanzar mis ojos se oscurecieron, haciendo que mi equilibrio se
perdiera. A penas reaccioné a sujetarme de la canasta a mi lado, cuando sentí
que una fuerza me empujaba contra ellos, haciendo que todos los instrumentos
cayeran sobre mi, algunos incluso rompiéndose por el impacto. El ruido se
escucho sonoro por todo el lugar y cuando sentí que Renán me sacaba de entre
los objetos, mis piernas seguían temblando inestables. Lorena estaba ya junto a
nosotros cuando me di cuenta de su presencia.

—¡Me haz dado un susto de muerte! —Me dijo Renán abrazándome —¿Te
haz lastimado? —Yo le contesté que no, para luego separarme de su lado al ver
que no solo Carol nos observaba con una melancolía dolorosa, sino que ToroLoco
avanzaba echando humo por las fosas nasales.

—¡Ups! Creo que hay problemas —Susurro Lore a mi lado.

—¡Esto es el colmo Papillón! ¡Suficiente! —Me agarro del brazo tan fuerte
que mi cuerpo casi se vuelve a caer al suelo —¡Estas castigada! Te quedaras
después de la salida, ayudaras con los entrenamientos y de paso recogerás todo

—¡Entrenador! No puede hablar enserio. Sandra se desvaneció —Renán lo


miro desafiante y luego me alejo de él —Todos vimos como fue...

—Discúlpeme si no me he fijado señor Casio... —El entrenador parecía


muy molesto, y querías decirle a Renán que no hacia falta, que todo estaba bien,
después de todo solo era un castigo. Pero las consecuencias de su
enfrentamiento con ToroLoco atrajo mas problemas —... pero yo no ando
siguiendo a tu chica por todo el lugar con la mirada, y en este momento quiero
que alguien mas me diga ¡que vio cuando la señorita se desvaneció! —Nadie
contesto, hasta Lorena se pudo colorada cuando se dio cuenta que tampoco se
había fijado en el accidente. Todos miraban con pena, por que ninguno me había

103
prestado atención estaban inmersos en sus actividades y no los culpaba —¿Lo
ves ahora? ¡Nadie! Puede asegurar que no lo hizo por su incompetencia. Además
te recuerdo que ha roto varios equipos y eso le costaría muy caro si quisiera
remplazarlos.

—Pero... —Renán se dio por vencido al ver que tenia razón. Yo no podría
costearme todo el equipo.

—No sigas —Le susurré al tiempo que sonreía para calmarle. ToroLoco me
dedico de nuevo una de sus miradas frías concentrándose en como Renán
parecía verse tan afectado por lo sucedido.

—La esperaremos hoy después de clase, sea puntual. ¡Hemos terminado!


¡Todos a sus clases! —Mis compañeros se levantaron del suelo y salían a
ducharse, los del comité pasaron a lado de nosotros. Cuando Carol se me
acerco, simplemente se limito a verme con neutralidad, sin una expresión de
rencor o triunfo. Me estaba indicando que le era completamente indiferente.

—¿Quieres que te acompañe después de clase? —Lore me hablo con


calma, pero yo sabía que no podía hacerlo, tenia que ir a comprar cosas a su
madre al centro y no podía atrasarla. Pero su ofrecimiento me indicaba lo buena
amiga que era incluso anteponiendo mi problema.

—Todo estará bien —Mire a Lore y también a Renán —No es para tanto,
terminaré rápido

—Bueno entonces yo te acompañaré a casa —Determinó Renán para dar


por zanjando las protestas —Así Lore no tendrá por que preocuparse

—¡Uf! Gracias Renán, la verdad que es una suerte saber que la ayudaras
en esto —Lore palmeo su hombro con aprobación —Bueno me adelanto

—¿Todo estará bien? —Renán me abrazo, y entre sus brazos me sentí


mucho mejor, era una agradable sensación de bienestar. Del tipo de emociones
que sientes al estar seguro de algo, yo me sentía segura de él —Lo lamento. Debí
ser yo el que fuera por las toallas, ya me habías dicho lo mal que estabas

104
—Me alegra haberte visto hoy, no habíamos podido hablar —Me sonrió

—Yo también me alegro, me gusta estar junto a ti —Suavemente paso sus


labios por mi hombro. Con ese leve contacto recordé lo que había pasado en la
puerta de mi casa y un cosquilleo me mando miles de señales peligrosas —Tu
eres esencial en mi vida

—Renán... —Me tapo la boca. Luego quito su mano dejándonos mudos,


lentamente se acercó a mi, sus labios se despegaron inseguros al principio pero
con esa esencia tranquila que me derribaba; luego se inclino lo suficiente para dar
el beso que no había sido dado.

—Siento interrumpir —Los labios de Renán quedaron a pulgadas de los


míos, la electricidad entre ellos se disolvió cuando Carol Schreiner ex novia furiosa
apareció. Sus brazos cruzados en su pecho y su postura desafiante, nos indico
que ese beso sería para otro día —Renán tienes que venir conmigo, me han dicho
en la oficina de dirección que requieren tu presencia ahora, al ser el capitán te
toca la responsabilidad del papeleo.

—Gracias Carol, iré en cuanto me desocupe —La contestación de Renán


fue neutra sin ninguna emoción en las palabras, pero no me dejo de abrazar, sus
brazos seguían al rededor de mi cuerpo; cuando los ojos de Carol vieron nuestro
contacto tan intimo, su mirada brillo con algo mas que odio y no precisamente
hacia su ex chico

—Creo que no me haz entendido —Su voz casi podría jurar estaba a punto
de romper el hielo de la educación —Cuando dije que te necesitan ahora, hablaba
muy en serio, si temes por tu “amiguita” no te preocupes que ya no me ocupo de
la basura

—¡Carol! No te pases de lista... —Sujete a Renán cuando me soltó, para


evitar un enfrentamiento me obligue a despedirme enseguida

—Ella tiene razón, si te están llamando debes de ir —Renán no parecía


muy convencido cuando me aleje despacio, su mirada inquisitiva volteo hacia

105
Carol quien se la regreso con la misma fuerza —Debo ir a las duchas, nos vemos
mas tarde —Lo ultimo que vi al voltear fue como Renán se acercaba a Carol a
decirle algo que estaba segura seria referente a mi. Y eso me dolió.

— Irwin—
Estaba sacando los libros de mi casillero que servirían para mi investigación
de tarea, la mayoría de los alumnos ya se había retirado y uno que otro se
encontraba platicando en el pasillo. Hoy no la había visto, estaba demasiado
ocupado con mis propios problemas para asegurarme del progreso de ella. Pero
no por eso no me inquietaba dejarle sola. Al contrario, saber de ella me era de
suma importancia, cuando llene mi mochila trate de buscar a alguien que estaba
seguro me contaría un poco sobre su día. No tarde mucho en ver Lorena, quien
era su amiga, cargando un bastidor enorme y un maletín pequeño donde seguro
guardaba sus pinturas, se tambaleaba tanto que antes de que se viniera abajo me
acerque para ayudar.

—¿Demasiadas cosas? —Pregunté. Lorena inclino su cuello para verme


mejor, luego una sonrisa apareció saludando, ese signo en los humanos me
parecía tan maravilloso en ellos, con eso indicaban que era totalmente bienvenido.

—No se tú, pero si me echaras una mano no me vendría mal —Me dijo
con una coquetería descarada, ella era simple y me agradaba despedía fuerza en
su presencia. Así que tomé el bastidor y caminamos a la salida.

—¿No ha venido al colegio? —Mi pregunta fue recibida con nerviosismo,


entonces si que me inquiete ¿Y si algo había salido mal? ¡Jamas me perdonaría!

—Ella esta bien —Las primeras palabras no calmaron el terrible malestar


que me dio al escuchar el resto —Hoy hizo enojar al tozudo de ToroLoco ¡El muy
cabrón la puso a trabajar! Según él “apoyando al equipo de atletismo”

—¡¿Y la haz dejado sola?! —No pude reprimir la nota alterada en mi voz, y
espere que ella no lo notara.

106
—Tengo que hacer un encargo de mi mamá —Lorena se veía realmente
triste, y eso me hizo ver que no había estado en sus manos —¡Pero no hay
problema! Renán se ofreció a llevarla y como es del equipo de atletismo pues...

—¿Renán? ¿No es el chico que...? —Solo recordaba su nombre y jamás


me moleste en echarle un vistazo para reconocerle, ahora si que me sentía un
idiota por no haberme dedicado a estar mas tiempo con Sandra, a este paso ella
podría estar en cualquier lugar a la hora de su liberación.

—¡Si! Es el capitán del equipo, y un buen chico si me preguntas —Lorena


siguió parloteando cuando llegamos a la parada de taxis del colegio —Se que ella
te gusta pero debes saber... bueno ya sabes... creo que Renán va enserio con ella

—No se a que te refieres con eso de que me gusta Sandra —Creo que me
sentí un poco divertido al ver su expresión asombrada, luego su rostro se puso
tan rojo que pensé no habría tomate mas intenso en el mundo de los vegetales.

—¡Ay! ¡Lo siento tanto! Enserio yo pensaba que por eso me hablabas y...

—Te hablo por que me gusta hablarte —Y aunque no era toda la verdad,
eso de que me agradaba era enserio —Sandra me preocupa por que puede que
tenga lo mismo que yo, pero el hablarte no tiene nada que ver con tu amiga. Tu
posees esa personalidad chispeante, como lo explico... ¡Eres sencillamente
encantadora! Creo que esa palabra fue un bodrio, lo que quiero decir es que...

—¡Oh! Bueno... ¡ja! Creo que me haz elevado el ego al quinto nivel del
infinito —Su cabello castaño fue agitado por el viento del taxi que llego. La ayude
a instalarse dentro —¿Oye? ¿Quisieras acompañarme? Voy al centro, nunca he
visto que salgas con mas chicos, ¿te parece bien?

—Esto no es una cita o algo así ¿verdad? —Sus ojos se agrandaron tanto
que me dio unas ganas inmensas de reírme, Lorena sabía como delatarse sola y
solo por eso era única —Solo bromeo ¡Bien! ¡Vamos! —Pero cuando el taxista
avanzo no puede evitar sentir que algo estaba mal, que había peligro. Y cuando
alguien como yo sentía eso, no era nada bueno.

107
— Sandra—

—Si me dejaras ayudarte podríamos terminar más rápido —Renán se


terminó de colocar los tenis cuando me miró preocupado —ToroLoco nos ha
hecho hacer mucho ejercicio y hemos dejado esto tan desordenado que me enoja
tener que ver como recoges todo.

—Créeme que no me resulta difícil —Tenía un grupo de pelotas de tenis en


las manos y me dedique a introducirlas con cuidado dentro de su forro. ToroLoco
había sido muy duro con Renán en el entrenamiento y contrariamente nunca oí de
parte de Renán una queja, me pareció admirable y quería seguir su ejemplo —
Será mejor que te vayas a casa yo terminare muy tarde, he visto que tu madre te
llamaba hace rato, no necesitas preocuparlos

—Pero mira, ya son las seis de la tarde ¡Será de noche cuando termines!

—El entrenador se quedara aquí y tengo mi celular de emergencias para


avisar que venga a recogerme —Lo tranquilice —No me pasará nada, estoy mas
segura en estas paredes de lo que jamas estaré en la calle.

—No lo sé... aun no me agrada eso de dejarte

—Anda vete, todo irá bien —Cogí las ultimas pelotas y las guardé bien,
luego seguí con los balones de cancha —Tengo mucho trabajo y no puedo
dejarlo, tengo que demostrarle a ese ToroLoco que puedo yo solita.

—Esta bien. Pero si algo pasa me mandas un mensaje —Saco su


blackberry de su mochila —Dame tu celular, seguramente que me sentiré mejor
sabiendo que puedes hablarme después de que salgas de aquí.

108
—De acuerdo —Saque mi viejo celular, a diferencia de Renán mis medios
de comunicación eran mas cortos, yo y la tecnología no congeniábamos.
Intercambiamos números y luego me dejo sola recogiendo el resto de las cosas.

Como me dijo Renán, la noche llego demasiado rápido, cuando mire el
reloj faltaban ¡15 minutos para las ocho! Me apresuré a terminar de doblar las
toallas, las coloque en una canasta azul y me las lleve rumbo a los vestidores para
acomodarlas. Uno de los intendentes se había despedido de mi hace media hora,
y el guardia de seguridad me hizo un aviso pocos minutos antes, para que
desocupara el lugar. Cuando vi que todo quedaba en orden y limpio, me dolían las
manos y espalda. Me metí a la ducha y luego me vestí con prisa, guardé mis
cosas asegurándome de no olvidar nada. Cuando salí a la cancha de
entrenamiento empecé a marcar el número telefónico de mi madre, luego pensé
en mandarle un mensaje a Renán cuando ya estuviera en casa.

—Al parecer haz terminado todo Sandra —Deje de marcar cuando oí la


voz del entrenador. Estaba parado en medio de la cancha y parecía estar
revisando unos papeles, luego me sonrío, pero en aquel gesto no había simpatía
o afinidad, sino algo diferente que me hizo retroceder por un momento de
sorpresa. Luego me di cuenta de que solo eran mis nervios por llegar a casa,
tenía hambre y estaba agotada. Era obvio que el maestro había esperado a
revisar si cumplía con mi castigo.

—Si entrenador, he terminado la tarea y ya me dispongo a irme, con su


permiso —Avise avanzando hacia la puerta con prisa.

—Está cerrado —No puedo decir que me sorprendieron sus palabras,


porque realmente fueron lógicas, la entrada por la que pensaba salir la había
cerrado el guardia diciendo que dejaría la de intendencia abierta para mí.

—Se me ha olvidado —Me pase el cabello por la oreja con nerviosismo, y


seguí caminando ahora en dirección contraria, mi instinto me decía que debía salir
de ahí lo mas pronto posible.

—También esta cerrada esa salida... Sandra

109
Me detuve en seco. Me volví hacia mi maestro de gimnasia, estaba parado
con la mirada fija en mi o mejor dicho en mi cuerpo. No pude evitar encogerme y
llenarme de valor para hablar, ya que mi boca estaba reseca y dudaba que mi
tono de voz no fuera otro que un chillido. Antes de hacerlo me di cuenta de que
sonreía con algo cercano a la satisfacción.

—¿Entrenador? No entiendo...

—No tienes que hacerlo —Su voz ahora ya no era autoritaria o mandona,
había perdido la identidad de quien había conocido desde la edad de ocho años
en el colegio. En ese tiempo me había parecido un hombre joven para dar clases,
su expresión era seria en aquel entonces, pero tenia cierta condescendencia con
todos, nos apoyaba, y lo que era mejor se preocupaba por que todos tuviéramos
una buena salud. No sabría decir cuando fue el momento en que cambio, que fue
lo que sucedió, pero desde hace un año su actitud se había vuelto muy hostil y
cruel, mas con los que parecía carecer de talento en los deportes; se
desesperaba y gritaba, pero todos seguíamos esperanzados con que el profesor
de nuestra infancia volviera de nuevo. Pero al parecer ya se había consumido para
siempre —¿Tienes hambre?

—¿Qué? —No me gusto oír su pregunta, era como si hubiese leído mis
pensamientos y luego reaccionado como respuesta a ellos —Me voy de aquí

—¡No! —Fue mas un rugido que un grito, que me hizo saltar con un
escalofrío corriéndome por el cuerpo —Te quedas. Hice una pregunta Sandra,
¿Tienes hambre?

—¡Me esta asustando entrenador! —Mi voz salió en un gemido, tal vez
hubiese sido mas inteligente quedarme callada, pero... estaba muy asustada. En
ese momento no era consciente del peligro que se acercaba como una serpiente
envenenada, aun no descubría lo que estaba pasando.

—Respóndeme, ¿hace cuanto te despiertas de noche? Con un ansia


insaciable por ... —Paso su lengua sobre sus labios, como saboreando algo
apetitoso y tentador —Comer lo que sea —No fueron sus ojos llenos de ferviente
intensidad, sino el modo en que expreso las palabras lo que me hizo alarmarme.

110
—¿Co-cómo sabe eso?

—Porque conozco a los de tu clase niña —¿Los de mi clase? Su


despectivo tono me dio una idea de cuanto significaban esos a los que decía
llamar de “mi clase” —Se que ahora mismo tu cuerpo se retuerce por cenar algo
jugosos y suave, que de seguro ya haz hecho tu primer movimiento y no vas a
esperar a hacer el siguiente

—¡Yo no he hecho nada! —Me sentí observada, insultada y muy enojada,


nada de eso ayudaba a reducir el grado de culpa que sentía. Todo era verdad,
tenía demasiada hambre y me empezaba a desesperar. No hubo una explicación
certera cuando empecé a sentir una serie de sensaciones, mi respiración se
aceleró, mí nariz capto cada uno de los olores, incluyendo la esencia natural de
ToroLoco, mi boca empezó a salivar en exceso y necesite tragar con rapidez para
no babear. Cuando oí sonido de carne siendo cortada, me hizo ver hacia la mano
ensangrentada de mi entrenador, el cual me ofrecía su palma con invitación. Quise
salir gritando y pedir auxilio, pero preferí correr a la salida —¡No!

Un golpe pesado cayo en mi cabeza, tumbándome en el piso de la


cancha; me encontré aturdida y costo levantarme sobre mis rodillas. Estaba
asustada, no sabía que había sido aquello, mire hacia mis espaldas pero solo me
encontré con que ToroLoco se mostraba muy seguro con aquella sonrisa
perversa. Cuando me volví para levantarme, otro golpe fuerte cayo en mí, pero
ahora sobre mi espalda, desplomando mi cuerpo nuevamente. Jadié a causa de
la falta de aire, cuando pude centrarme, el entrenador ya estaba a mi lado. Con
un movimiento rápido tomo mi cabello y me levanto con ira.

—¿Tienes hambre? —Moví mi cabeza negativamente, pero solo recibí una


sacudida cruel que me hizo soltar un grito desesperado —Mira esto... no te
parece hermoso —Me mancho el rostro de sangre con su palma herida, luego
pasando un brazo al rededor de mi cuerpo me levanto junto a él —Me gustaría
poder matarte discretamente y con misericordia, pero creo que me divertiré un
poco antes ¿Cuando te convertiste en una mujersita?—Estaba paralizada de
miedo. Se que pude haber gritado, rasguñado y mordido tratando de
defenderme, pero en ese momento solo quería llorar y el sentir su aliento pesado

111
en mi nuca me hizo temblar de miedo —Dicen que no eres una amenaza, pero yo
te considero muy capaz —Su lengua corrió por mi cuello y llevo su mano grande y
áspera a uno de mis pechos, estrujándolo con fuerza —Pero no negare, que hay
algo en ti diferente, ¡que nos excita!

—Por..por...favor, no haga esto —Suplique, lo hice con lo poco de


dignidad que me quedaba. Con la esperanza de que esto se terminara, fue en ese
momento que volvió a tocarme con su legua, que vi una clase de pensamiento,
no en imagines sino en sensaciones, sentí mucho odio y también dolor de su
parte, había sufrimiento con desesperación —Maggie... —No se como mis labios
formaron ese nombre, pero cuando me di cuenta ToroLoco me tenia del cuello
asfixiándome.

—¡Cállate maldito monstruo! —Me tomó un momento en distinguir que sus


ojos estaban llenos de lagrimas, de perdida. Él había perdido a Maggie. Se que
debí asustarme, me estaba matando, pero lo único que sentía en ese momento
era afinidad a su dolor, y lamentaba de igual forma la muerte de Maggie.

—¡DÉJELA! —La voz de Renán llego en ese momento, junto con un golpe
al entrenador con toda su fuerza. Este me soltó instantáneamente al caer hacia un
lado. Renán aprovecho para tomarme del brazo y que ambos corriéramos hacia
la salida.

—¡Estúpido entrometido! —Ahí estuvo de nuevo, esa sensación de ser


golpeada en la espalda, pero ahora con mas fuerza, lo cual nos derribo sin
esfuerzo. Renán se levanto y me ayudo a ponerme de pie.

—He llamado a la policía, vi lo que hizo al vigilante ¡Está loco! —Las


acusaciones de Renán salieron una tras otra —¡Si no deja que nos vayamos
sabrán que fue usted! ¡Maldito cerdo! ¿Que pensaba hacerle a Sandra?

—Esto no es contigo —Fue cuando entonces vi lo que nos había tumbado


un momento antes, era una clase de fuerza en ondas que salía de la frente del
entrenador, una fuerza invisible que arrojo a Renán hacia donde se encontraban
las gradas, el golpe fue tan duro que presencie como perdía el conocimiento.

112
—No te preocupes —Me dijo mientras se acercaba a mi —Solo esta sin
fuerza, pero no dudes que seria capaz de hacerle daño —Tuve certeza que seria
así, sus emociones había desaparecido y eran remplazadas por un vacío
amenazante —Ahora ¿donde me quede?

—Te quedaste en esto —Otra voz se oyó luego de una explosión potente
que hizo que cerrara los ojos. Cuando los abrí ToroLoco se encontraba sangrando
del brazo a borbotones y una figura oculta en la oscuridad se revelo a las luces de
la cancha. Irwin Bennett sostenía un arma negra en dirección al maestro de
atletismo —Eso fue una prueba, y si no corres lo intentaré nuevamente

—¡Já! ¿Crees que te tengo miedo? —El maestro me miró con


detenimiento, luego se volteo hacia Renán —Tus compañeros están heridos e
indefensos, si haces algo me encargare de llevarme conmigo a uno —Amenazó
con determinación —Claro, si es que puedes contra mi fuerza —Claramente vi
como sus ojos brillaban de luz blanca antes de que una onda mas grande se
dirigiera a Irwin.

Pero el resultado no fue el mismo, al contrario de Renán conmigo, Irwin se


movió con agilidad disparando de nuevo y acertando en la frente del entrenador,
el cual se quedo quieto un buen momento. Luego de sus ojos empezaron a brotar
lagrimas de sangre, cuando se desplomo no podía creer que había presenciado
algo tan espantoso. Caí sentada al suelo, mi taquicardia se aceleró haciéndome
respirar irrefrenable con mucha insistencia. La muerte de ToroLoco despertó los
recuerdos. Ahora entendía mi fobia a los subterráneos, mi desesperación por
alejarme de esos lugares. Recordé a aquel hombre joven y a la chica nerviosa, el
familiar olor a sangre se hizo la llave a un despertar en mi interior.

Irwin metió el arma en su chaqueta negra y saco un cuchillo grueso, no se


dirigió a mi como pensaba, sino al cuerpo del entrenador, note que cuando llego
hasta él su mirada lo recorrió con una reacción extraña, vi como tragó saliva y
luego me miraba como preguntándome algo que yo no podía responder. Mis
dientes empezaron a frotarse de desesperación, no se si eso fue algo que le
indicaba mi cuerpo, pero Irwin asintió. Apenas pude contener un sollozo cuando
vi como tomo el brazo del maestro y con un corte limpio sacaba de tajo una
porción de carne considerable, dejando que el hueso del brazo se viera

113
grotescamente expuesto. Mirándome a los ojos con desafío, tomo el trozo de
carne y la llevo a su boca, contuve el aliento pero no proteste. Al ver que no
reaccionaba abrió la boca, y con los dientes empezó a desgarrar la carne cruda.
Engullendo cada pedazo con un masticar apresurado, tomo otra porción de
carne, depilando con mucho cuidado ciertas partes del brazo, logro terminárselo
en unos pocos minutos. Vi como continuaba con el torso del cuerpo,
desgarrando la camiseta roja y acuchillando varias veces para romper lo que creo
eran las costillas, el ruido de las viseras viscosas llegaba a mis oídos. cuando
abrió el tórax vi que aplicaba una fuerza extra en sus brazos, todo aquello me
parecía tan irreal, aun mas por que al verlo comer de esa forma tan hábil mi boca
se saboreaba insistente. Unas lagrimas aparecieron traicioneras sobre mis
mejillas; Irwin se dio cuenta de eso y paro de comer. Una mueca en sus labios me
hizo comprender que mi reacción no era lo que esperaba. Saco algo de su
chaqueta y me mostró el frasco plateado de donde tantas veces había bebido. Lo
destapo y procedió a vaciar su contenido sobre el suelo. Tuve que tragar una
nausea al ver que el liquido rojo oscuro con una textura pesadamente viscosa,
parecía ser un montón de carne con sangre mezclada. Tiro el frasco sobre el
suelo y se quedo un momento viendo el liquido de muerte, luego agarro de nuevo
el cuchillo y tomo un trozo de carne empapada de sangre fresca. Se levanto de
donde estaba y caminó hacia mí. Cuando llego hasta donde me encontraba me
tomo de los hombros y me acercó a su pecho, me acaricio el cabello y luego me
dio un beso en la frente.

—Lo siento mucho —El sonido de su voz se atoraba en su garganta, era


como si quisiera llorar y estuviera reprimiéndose —En verdad lo siento —Con su
mano libre me hizo verlo a los ojos y su rostro se acerco a un costado mío —Uno
no puede controlar el deseo de la gula —Fue lo que me dijo al oído —Tienes que
comer ¿entiendes?

—¡No! ¡NO! ¡No! —No estoy segura como fue que me quise liberar de su
agarre, pero Irwin me sostuvo contra él. Su mirada estaba llena de pena, pero no
me soltó —¡Por favor! ¡No!

—Lo siento Sandra —Agarro el trozo de carne y lo metió a la fuerza en mi


boca. Todo pareció dar vueltas, miles de vueltas que me hicieron sentir muy bien.
Eufóricamente bien. Describir lo que sucedió en ese momento no podría hacerlo,

114
simplemente para cuando recobre la conciencia estaba llena de sangre por toda
mi ropa, y el sabor a oxido de la sangre me empalagaba el paladar. Fue entonces
cuando sentí como Irwin pasaba su mano sobre mi cabello y lo apartaba del
rostro, logre entender lo que había hecho. Miré hacia donde Renán se encontraba
inconsciente, una figura luminosa y de gran altura se inclinaba hacia él, luego me
desmaye derrotada.

115
Aerosmith “Dream On”

Capítulo 11. Las mentiras de caramelo

— Sandra—

M is ojos se abrieron de golpe. Lo primero que vi fue el techo amarillo de

mi cuarto, todavía estaba un poco oscuro, cuando mire el despertador las 6:30
am estaba marcando el inicio de un día nuevo. Los recuerdos de la noche anterior
estaban ante mi, atormentándome con remordimientos agrios que destilaban
culpa. No sabía como estaba en mi cama descansando, no recordaba que había
sucedido después de que me desmayase, todo estaba en un blanco puro dentro
de mi cabeza. Solo el recuerdo de Renán me hizo levantarme alarmada. ¿Qué le
habría ocurrido?

116
Cuando salí de la cama, vi que tenia mi ropa de dormir, y mis dudas
crecieron ante la intriga de que era lo que Irwin Bennett había hecho. Fui a mi
baño y busque en el cesto de ropa, no estaba mi vestido gris, pero si mi uniforme
de deporte rojo. Me fui sobre mi ropero y busque el vestido, pero no había ni
rastro de este, me empece a morder la uñas de mis dedos con desesperación,
saque un vestido limpio era de cuatro colores, azul, blanco, morado y rosa; estos
caían en lineas horizontales cada una de una tela propia. Con prisa me di un baño
y me vestí, cuando salí a la sala vi que mi padre salía del baño cepillándose la
boca.

—¿Hija? ¡Vaya te haz levantado ya! —Se había sacado el cepillo de dientes
de la boca y después de decirme eso se enjuagó haciendo gárgaras, cuando se
seco con la toalla de baño me miró extrañado —¿No es muy temprano? —Miro
hacia el reloj de la cocina —Pensé que querrías dormir mas, tu madre esta
durmiendo pero me dijo que te despertara para que te hiciera un buen desayuno,
ya sabes lo torpe que soy dándote lo que no debo.

—Papá, ¿Cómo llegue a casa anoche? —Lo interrumpí y el parecía no


comprender, se apoyó en la puerta del baño y movió sus ojos pensando.

—Bueno... pues Lorena vino contigo, también un chico con varias


perforaciones ¡A saber lo que hoy en día los jóvenes hacen! Si mi padre hubiera
visto eso...

—¡Con Lorena e Irwin! —Ahora si que no sabia que estaba sucediendo,
como era que ellos me habían traído a casa, si yo estaba inconsciente.

—Así es hija, estabas medio dormida si bien recuerdo —Siguió hablando


mi padre, un poco confundido —Tu madre te preguntó si querías cenar pero le
dijiste que acabas de comer y te encontrabas llena —¡Comer! Si su padre supiera
lo que había comido la llevaría a un manicomio —Luego te fuiste a tu cuarto y no
supe de ti hasta hoy ¡Espera! ... no será que los tres se habían ido a beber por ahí
¡No puede ser pero si no tienes ni 16 años!

—¡Claro que no papá! —Le dije alarmada, pero sus ojos parecían
especular el nivel de verdad en ellas, luego de un tiempo me sonrío con confianza.

117
—Te creo hija —Camino su recamara —Se que te habían castigado, en mi
opinión creo que fue excesivo y tu madre estuvo a punto de ir a buscarte, la
llamare para que prepare el desayuno.

No podía explicar lo que sucedió conmigo, pero de algo estaba segura,


Renán también debía recordar algo, aunque no sabía como explicarme el
presentimiento de que estaba caminando en círculos, mi esperanza recia en lo
que Renán pudiera decirme. Cuando esperé a Lorena en la parada no apareció, el
autobús llegó y ella ni sus luces. Me senté al frente, esta vez quería ser la primera
en descender lo antes posible y buscar una respuesta clara. Cuando llegamos al
colegio, vi fugazmente un moño negro en la entrada pero sin detenerme fui
directo al casillero de Lore y la vi metiendo sus libros, creo que presintió que me
acercaba por que miró en mi dirección con la frente y cejas muy estiradas, como
si no hubiese esperado mi llegada, se mordió el labio inferior cerrando su casillero.
Al llegar hasta ella parecía muy intimidada por mi presencia. Bien. Yo estaba
furiosa por que se había venido sin esperarme, y por que ahora era cómplice de
Irwin tanto como yo.

—¡Quiero que me expliques ahora mismo...!

—El maestro Jastón murió anoche —Sus palabras me paralizaron la


lengua, obviamente sabia que se refería a ToroLoco, su verdadero nombre era
Jastón Quin, pero verla tan perturbada por su muerte me estaba dando una idea
con respecto a lo que sabía —Dicen que lo atacaron cerca de su casa, lo
golpearon y ¡descuartizaron su cuerpo! —Lorena parecía a punto de ponerse a
llorar con esa voz histérica que salía de ella en estas situaciones —¡Lo
descuartizaron!

—Lore... yo...

—Al guardia del colegio también lo han asesinado, dicen que son
vándalos, pero Sandra... ¡unos vándalos no harían eso! —Lorena tenía mucha
razón, unos vándalos no se habrían devorado a su maestro de atletismo y
gimnasia.

118
—Lorena, cálmate. Se que esto esta fuera de lugar pero... —Respire
hondamente antes de armarme de valor —Ayer por la noche ¿cómo me llevaste a
casa con Irwin?

—¡Ah! Bueno... Irwin me llamo y me dijo que aun estabas en el colegio


limpiando —Lorena arrugo la frente tratando de recordar lo que seguramente no
le parecía tan importante —Dijo que se te había acabado el saldo y que no tenías
dinero para irte en taxi, que Renán se había ido y que tu le pediste el favor de la
llamada.

—Cuando llegaste al colegio ¿Que estaba haciendo?

—Pues te encontré dormida en unas de las bancas del exterior, Irwin me


dijo que estabas cansada por todo el trabajo —Agrego un poco extrañada —Que
no quería llevarte a casa él solo por que tus padres podían pensar mal

—Y nos acompañaste —Lore asintió y me quede un poco mas tranquila,


eso quería decir que no había visto mi vestido, ni el cuerpo devorado del maestro
o lo que quedaba de él.

—Estabas un poco rara cuando te levante, me dijiste que estabas cansada


y que querías seguir durmiendo —Se encogió de hombros —¡Ay Sandra! El solo
pensar que esos monstruos te hubiesen hecho algo como al vigilante me entran
escalofríos

—¿Cómo murió el vigilante? —Ahora me preocupó la muerte del vigilante,


después de todo el que le había matado era el entrenador de este colegio.
Imaginar su sorpresa al ver a ToroLoco a atacarle le habría dejado mudo de
asombro.

—Al parecer le quebraron el cuello —Me susurró. Sentí lastima por él,
después de todo yo había sido la causa de su muerte.

—¿Haz visto a Renán?

119
—Creo que lo vi en la cafetería, estaba platicando con Carol —Mordisqueo
la punta de su libro de química —Y parecía muy tranquilos, no entiendo por que si
todos lo demás estamos muy intranquilos por los asesinatos

—Carol fue su novia mucho tiempo, es mas que razonable que se sigan
llevando, no tienen por que estarse peleando —Baje mi bolso al suelo y me sobe
el hombro —Las personas pueden tener su manera de afrontar sus problemas

—Pero ella parecía demasiado interesada ¿No tienes celos?—Y aunque


Lorena tuviese algo de razón, yo no era la indicada de juzgar el comportamiento
de Carol. Por que al parecer yo era la culpable de su separación, no era muy
orgulloso decirlo y menos prudente aceptarlo. Si era una persona considerada
olvidaría lo que Lorena trato de decir.

—Bueno tengo que verle —Antes de empezar a caminar hacia la cafetería


Lore me detuvo por el brazo—¿Pasa algo?

—El director dijo hace quince minutos que nos espera a todos en el
auditorio de la escuela —Me explico preocupada —¡Vamos juntas! Renán estará
ahí y así podrán tener tiempo para sentarse juntos, al parecer el director nos
hablara de lo sucedido.

Ambas fuimos como en pequeña procesión a lado de otros compañeros,


cuando entramos al auditorio me fije donde se encontraba Renán. Y como Lorena
afirmaba, se encontraba a lado de Carol, pero esta estaba volteando hacia otro
lugar, mas interesada en la pintura de la pared que en lo que el director fuera a
decir, no solo estaban ellos dos sino todo el equipo de gimnasia y atletismo con
caras mortuorias. El rostro de él estaba muy pálido y unas ojeras se asomaban
bajo los ojos, vi como se frotaba el rostro y se apoyaba en los asientos delanteros
para descansar la vista, los demás se estaban colocando bandas negras en uno
de sus brazos como símbolo de luto. En verdad quería hablar con él de la noche
anterior, pero no creí conveniente el molestarlo, así que le dije a Lorena que nos
sentaríamos en otro lugar. Cuando lo hice me di cuenta de que a tres asientos de
nosotros se encontraba Irwin, como siempre solo y con la cabeza inclinada hacia
un lado. Su cabello negro despeinado y sus manos con uñas pintadas de color

120
negro era lo único que pude distinguir, cuando paso el director al estrado, supe
que debía dejar mi escrutinio.

—Buenos días jóvenes —El director Garrido se aclaró la garganta, en su


semblante parecía haber un deje molesto de fastidio cuando se enfoco en la
multitud de rostros juveniles a su alrededor —Como ya muchos se habrán
enterado, hemos tenido dos bajas repentinas y muy inesperadas en el cuerpo de
esta institución —Hubo unos sollozos sinceros en algún lugar y luego el silencio
dejo que el director continuara —El Maestro de Deportes Oficial, Jastón Quin y el
vigilante de turno nocturno Mario Garibaldi, ambos fueron atacados y
lamentablemente no podremos volver a contar con su presencia —Los recuerdos
me apretujaron el estomago y no pude ser insensible a la conmoción que la
verdad despertaba en mi interior —La policía esta haciendo investigaciones en el
lugar por lo cual me han pedido que cancele las actividades recreativas por un
periodo de un mes, como modo de prevención —Una ola de protestas se alzo en
el lugar, muchos chicos empezaron a poner cara mala y otros negaban
enérgicamente. No es que la mayoría fueran egoístas, sino que en el colegio estas
actividades significan una posible beca a una universidad de prestigio,
interrumpirlas sería un golpe duro al futuro de muchos —¡Jóvenes no me dejan
terminar! —El director alzo la voz e inmediatamente todos volvieron a escuchar no
sin dejar una atmósfera de incomodidad —Los crímenes que se cometieron
fueron muy violentos, si los individuos que hicieron aquello están sueltos, son una
amenaza para todos ustedes, sin excepción —La amenaza era yo y no podía
evitarlo miré a Lorena y ella tenia los ojos rojos, si le hubiera dicho que yo era la
causante de una de esas muertes ¿me habría perdonado? —En el Colegio San
Carlos, nos preocupamos del bienestar de nuestros pupilos, si podemos evitar
otra tragedia lo haremos. Ahora vayan a sus salones y continúen con sus clases.
Gracias.

—¡Te imaginas! Si no voy al club de natación durante un mes no podremos


estar en forma para las próximas olimpiadas estatales —Un chico alto y pelirrojo
exclamaba a una chica muy delgada con cabello corto —Si ToroLoco estuviera
aquí echaría espuma por la boca.

—No debes hablar así del maestro —La chica lo miraba apenada, llevaba
unos libros de curso avanzado, que demostraba que ambos deberían ir en ultimo

121
año —Es una pena que haya muerto así, se que era un pesado a veces... pero
era un buen entrenador y cuando murió su esposa se dejo vencer. Ahora
tendremos que encontrar otra forma de entrenar —Ambos se fueron en una
dirección opuesta pero seguían en esa platica enérgica. No tarde en captar otra
conversación.

—¡ToroLoco muerto! Enserio que no lo creo, era tan grande ese tipo —Un
muchachito que seguramente iba años mas atrás de nosotras estaba con un
grupo de jovencitos de su misma edad algunos se inclinaban para captar lo que
decía —Esos tipos han de ser muy peligrosos, no me siento bien estando en un
lugar como este, hasta el vigilante ha sido despachado. Que les hace detenerse y
no hacernos lo mismo.

Opiniones como aquella no eran las únicas en los pasillos. Lorena y yo


tuvimos que oír otro rastro de conversaciones alteradas y un tanto exageradas de
como habían encontrado a ToroLoco, pero nadie mencionaba quien los había
encontrado o como se explicaban lo sucedido. Estaba tan distraída en mi cabeza,
que cuando un brazo cruzo mi cintura y sentí unos labios en la mejilla di un salto
que dejo mis libros por el suelo. Renán se inclino a recogerlos por mi y me dedico
una sonrisa un tanto triste.

—Es una pena lo del entrenador —Cuando dijo aquello quede muy
confundida, sobre todo por que Renán me había salvado de ser asfixiada a
manos del maestro, entonces no entendía su tono natural con aquella situación.

—Tenemos que hablar a solas —Mire a Lore y ella asintió en acuerdo,


luego se fue por ahí a conseguir algo de comer. Nosotros nos dirigimos a la
biblioteca, para que pudiera hacer mi interrogatorio. Nos metimos al final de las
estanterías y nos sentamos con el cuidado de no parecer ruidosos —Renán yo...

Renán tomo mi cintura y se pego a mi con un movimiento ágil, beso mi


rostro a excepción de mis labios y luego dejo una sensación de cosquilleo en mi
cuello. Ciertamente ahora no tenia la distracción del hambre, era como si el haber
ingerido la carne la noche anterior me hubiera dotado de cierto alivio, y a la vez
hiciera que mi cuerpo deseara el contacto con la piel de Renán, como una forma
de grito que pedía tenerlo solo para mí, por que me era exquisito oler su aroma

122
limpio y mentolado. Era inmensamente tentador acariciar su cabello y dejarme
llevar por las sensaciones, no oponiendo una resistencia real cuando nos
tumbamos en el sillón y él se pego por entero a mi. Sintiéndonos atrevidos a
través de la ropa y con la sensación excitante de ser descubiertos. El toqueteo
continuo un momento indefinido, cada uno sintiendo los miembros del otro así
como la textura y hasta el sabor. Pero antes de que me besara en los labios,
recordé lo que había venido a hacer a aquel lugar. Me sentí avergonzada, no
arrepentida, sino avergonzada de anteponer lo que sentía a lo que debía hacer.
Así que aleje a Renán con suavidad, gracias que él entendió mi situación y se
levanto rápidamente, ambos nos quedamos sentados uno a lado de otro
sintiendo el rozar de nuestros hombros.

—Renán, lo de anoche fue algo... me siento tan mal

—Yo soy el que se siente mal —Me dijo acariciando mi hombro —No debí
dejarte recogiendo sola, pensé en regresar pero me quede dormido, cuando
desperté hoy por la mañana me sentí como un completo imbécil por haberte
dado por tu lado.

—Pero tu regresaste —Me aleje de su lado, muy nerviosa, y tratando de


recordar, y con cada uno de mis recuerdos Renán aparecía defendiéndome —Tu
me ayudaste y luego nos ataco con...

—¿De que hablas? —En los ojos de él podía verme como una chica
incoherente, ¡Una loca! ¡¿Qué estaba pasando aquí?! —Sandra, yo no regrese.
¿Alguien te hizo algo? ¡¿Dime?! —Pero yo no estaba como para explicarle algo
que no recordaba.

—Tengo que ver a alguien más —Me levante muy rápido, apenas dándole
tiempo de levantarse igualmente para poder despedirnos.

—¡Voy a acompañarte! —No sonó como si pidiera mi permiso, pero me


aleje de él negando.

—¡No! Solo yo tengo que ver a esa persona —Quiso acercarse a mi, pero
me abstuve de caer en la tentación de su presencia y salí a prisa de la sala.

123
Cuando miré sobre mi hombro distinguí a Carol acercándose a Renán, me
sorprendí por que no le había visto por ahí, pero deje eso para otro momento. Yo
solo quería respuestas y sabia quien mas podría dármelas, y aunque muriera de
miedo de acercarme, solo esa persona respondería.

Lo busque por todas partes, pero al parecer no podría encontrarlo


fácilmente, recorrer todo el colegio buscándole no me daba la certeza de poder
encontrarlo rápidamente. Para cuando me senté en las gradas de la cancha de
baloncesto donde había ocurrido todo, sentí cuando alguien se sentaba a mi lado.
Y ahí estaba su presencia viva. Irwin Bennett me miro de soslayo y no pronuncio
nada, saco el frasco plateado y bebió de él, su camiseta de calaveras negras y
collares con espinas verdaderas me indicaba que no estaba nada asustado de lo
que yo pudiera hacerle.

—Quiero la verdad... quiero que me digas que soy yo —No se si mis


palabras le afectaron, siempre me pregunte si él se había reído de mi pregunta en
esa ocasión. Por lo que fuera, Irwin tomo otro trago de lo que él y yo sabíamos
era el contenido, luego me dijo lo que desde hace poco acababa de descubrir,
pero mi razonamiento se negaba a creer.

—Eres un caníbal

— Renan—

No encontraba a Sandra. Estaba muy inquieto con las preguntas que me


había hecho, pude sentir su desesperación por tratar de que le respondiera, pero
que podía decirle. Y es que aunque recordaba todo, no podía atormentarla con lo
que ella creía yo no había visto. Por que lamentablemente, vi todo. El ataque del
maestro hacia nosotros, el momento en que Bennett le salvo sin yo poder
pararme de aquel sitio, por que estaba demasiado asustado. El momento con
horror como TorroLoco se desplomaba después del disparo, para luego ver como
tanto ella como Bennett ingerían partes de su carne a trozos. En aquel momento
no pude hacer nada, ni siquiera quería intentarlo por que me sentía demasiado
intimidado por lo que presencie. Pero cuando la vi salir de la biblioteca sin
acompañarla a buscar las respuestas que deseaba, sentí que estaba cometiendo

124
un enorme error. Por que la empujé directamente a quien si no se tocaría la
conciencia en decirle lo que había pasado, y no podía permitirlo.

—¡Oye! —Llamé a Lorena quien estaba por entrar al salón de historia, ella
se detuvo un poco confundida de verme hablarle, calme mis emociones y me
dispuse a preguntarle donde estaba Sandra —¿No le haz visto? —Ella parpadeo
tres veces antes de responderme con sinceridad.

—Pensé que estaba contigo, ¿Pasa algo?

No le respondí y me encamine en otra dirección, me paré a mitad del


camino a la cafetería y un impulso me dijo que la encontraría donde todo había
sucedido. Corrí desesperado pero cuando llegue solo estaba un intendente
haciendo limpieza. Fui a su casillero y toque la superficie de metal, estaba tibio,
como si alguien se hubiese apoyado en la pequeña puerta.Corrí rumbo a la salida
y fue cuando la vi caminando a lado de Irwin Bennet, ambos se alejaban hacia el
estacionamiento donde un taxi blanco los estaba esperando. Ambos iban
tomados de la mano. Una explosión de celos puros ataco mi cuerpo, podía
sentirlos diluirse en mi sangre y llegar a mi mente que empezó a transformarse.
¡Suéltale! Ese fue el pensamiento que tuve al ver la cercanía con que parecían
atraerse. No se si fue esa reacción o simple casualidad pero Sandra se paro antes
de entrar al auto, se volteo y descubrió que le estaba viendo irse de pinta con
Bennett, su expresión de resignación me golpeó como un puño directo al
estomago. Por parte de él solo fue un simple cruce de miradas sin sentimientos,
la insto hacia el asiento animándole a entrar. Y ella hizo lo que le dijo sin
necesidad de hablarse ó tocarse. Me quede observando como el auto arrancaba,
pero fui lo suficientemente rápido para leer las placas. Saque mi blackberry y
marque un numero en especial.

—¿Tío Roldán?... Necesito un favor

125
The Cure “Just like heaven”

Capítulo 12. Gula

— Irwin—

S andra llegó con cierta reticencia a la pensión en donde vivía, tenía una

mirada perdida y sus ojos estaban muy rojos después de haber llorado. Nunca
me imagine que seria yo quien se lo dijera finalmente, pero después de todo por
mi negligencia había ocurrido ese lamentable hecho que ahora acongojaba su
alma. Le entendía, porque la primera vez que comí, fue cuando me di cuenta de
que nada volvería ser lo mismo, que me encontraría muy solo. Yo no quería lo
mismo para ella, y si podía servir de ayuda el explicarle mas sobre nosotros,
entonces no dudaría en hacerlo. Es por eso, que nos encontrábamos en mi
cuarto de renta, con poca luz y olor a desodorante de baño. La invite a entrar y
ella miró la pequeña sala de estar, podía saber lo que estaba pensando al
contemplar el televisor de plasma sobre el suelo, dos cojines rojos magullados,
una mesa portátil y un microondas blanco que parecía sin usar. Era muy patético,
pero yo lo consideraba mi hogar desde que Sakura vivía a mi lado.

—¿Quieres un poco de té? —Sus ojos meditabundos me enfocaron, luego


dio un parpadeo que interprete como un si. Fui a la cocina, que era prácticamente

126
en un cuadrado de espacio, después encendí las hornillas eléctricas, saque la
manzanilla de la canasta de tés y cuando llene la tetera con agua la puse a hervir.
Había unas galletas dulces que Sakura guardaba muy bien, ella creía que no sabia
donde pero cada vez que se iba a trabajar al banco, le quitaba una de su tesoro
escondido —Por favor toma asiento, ahora voy contigo —Oí como una de las
sillas de plástico se arrastraba y supuse que había hecho lo que sugerí. El ruido
del vapor de la tetera me indico que estaba listo todo, puse dos tazas blancas y
vertí el contenido, me acorde de ponerle un poco de miel y limón, como lo hacía
Sakura y luego una hoja de menta fresca. Tomé las tazas con las galletas sobre
ellas y llevé todo con mucho cuidado a donde se encontraba Sandra —Aquí
tienes, siento que no halla comida pero mi compañera de cuarto siempre la trae
de camino después de salir de trabajar, somos muy malos para cocinar.

—Tu compañera de cuarto... la mujer asiática —Me relajo un poco saber


que se acordaba de nuestro primer encuentro.

—Su nombre es Sakura Kimura, ha vivido a mi lado desde que tenía 11


años y nos encontramos en Egipto, es contadora y diseñadora de modas

—Tenías solo 11 años cuando... —sabía cual era su duda y decidí despejar
un poco el panorama que ensombrecía nuestros encuentros

—No. Tenías 10 años cuando paso por primera vez —Sandra bajo la vista
para contemplar el té, no había tomado ni un poco, pero luego de eso alzo la taza
a sus labios y bebió un pequeño sorbo, y como si me invitara a continuar suspiro
por lo bajo —Mi padre se llamaba William y mi madre Diana, ambos se casaron
por mi causa hace quince años en un pueblo pequeño de Gales—No me
agradaba contar detalles de mi vida a nadie, pero solo así Sandra podría confiar
en mi —Mi padre siempre fue un hombre muy duro con un carácter voluble, mi
madre al contrario era tímida y un poco cobarde, no se cuando empezó a
golpearla, creo que era demasiado pequeño. Cuando cumplí 10 años mi padre se
emborracho en la taberna del pueblo —Divise que los nudillos de Sandra se
pegaban a la taza como tentáculos pequeños de pulpo —Mi madre me había
hecho un pastel de cumpleaños, estaba muy emocionado, ambos reímos un
poco y comimos con tranquilidad, pero... mi padre llegó. No se si fue algo que
hicimos mal, de repente se puso como loco, arrojó cosas e incluso me azoto con

127
su cinturón varias veces, una y otra vez. Mi madre le pedía que no me hiciera
daño pero ella no era lo suficientemente fuerte para impedírselo —Las imágenes
de mi padre ahorcando a mi madre nunca saldrían de mis sueños, estarían ahí de
por vida. Era mi penitencia —La mató, mi madre cayó al suelo como una pequeña
pluma frágil al verano, sus ojos estaban vidriosos por lagrimas húmedas y el vacío
de la muerte era lo único se podía contemplar en ellos. Me desconsolé, sentí un
surgimiento de explosión en mi pecho, y el hambre que había empezado desde
meses antes me dio el valor para terminar todo —Los gritos y la sangre
enmarcada por las paredes me despertaron en la oscuridad, y mi padre ya no era
mi padre, sino una masa sanguinolenta de sangre y carne —Ahora soy lo que soy.
Un caníbal.

Las llaves de la casa sonaron fuera de la puerta, tanto Sandra como yo nos
esperamos a ver entrar a Sakura. Esta llego con un traje sastre color crema, su
cabello corto y abombachado se asomaba por encima de un abrigo negro,
cuando se empezó a quitar las cosas de encima, noto que no solo estaba yo en
aquel lugar. Con una inclinación de respeto, saludo a Sandra antes de acercarse.

—Ya ha llegado —Pronuncio mientras yo se lo confirmaba asintiendo.


Camino hasta Sandra y vio que tenía el té casi entero —¡Kon'nichiwa!Esa es mi
receta favorita, Irwin es el único al que se la he enseñado. Espero te guste.

—Es delicioso —Ambas mujeres se vieron estudiándose. Por un lado


Sandra con su cabello negro y ojos grandes brillantes a sus 15 años, por otro
Sakura con una elegancia innata en ella desde sus 30 años, junto con una piel de
porcelana color crema, además de sus ojos rasgados que parecían haber sido
trazados con un pincel. Una media sonrisa salió de los labios de Sakura cuando
se puso a mi lado sosteniéndose de mis hombros al quitarse las zapatillas.

—Ciertamente no se te esperaba tan rápido —Sakura me dijo con un


ademan que le diera la mitad del asiento. Ambos nos apretujamos en el mientras
mostraba simpatía hacia Sandra —¿Supongo que quieres saber lo que pasará
Sakura-san?

—S-si —Sandra volvió a sorber un poco de té —Necesito saber

128
—Todos nos hacemos las mismas preguntas —El tono centrado de
Sakura, decía que le contestaría solo con cinco reglas en lo que consistía nuestra
existencia —Para todas esas preguntas hay cinco respuestas.

—Yo no quiero hacerle daño a nadie —Las manos de Sandra temblaron


con la taza de té, mientras que sus ojos se llenaban de lagrimas —Tengo miedo
de hacerles algo a mis padres. No quiero que les pase lo mismo que al
entrenador.

—Regla uno —Sakura alzo uno de sus dedos pequeños, fijándose de que
Sandra le observara bien —No te familiarices con la comida. No importa la edad,
constitución o sexo. Es comida. Mientras tus padres no sean un objetivo no tienes
por que temer por ellos, es un poco duro el como te las diremos pero es
primordial para tu supervivencia.

—Regla dos —De mi boca se pronuncio el siguiente mandamiento entre


los de nuestra clase —Solo caza una vez al mes, y por consiguiente sigue la regla
tres que nos aclara que el hambre nunca será saciada por completo.

—Regla numero cuatro, no hables de nosotros o lo que hacemos a nadie,


no puedes delatarnos —La advertencia de Sakura iba bien implícita —Primera por
que nadie te creería, y segunda por que si lo hicieras jamás volveríamos a
ayudarte, te dejaríamos a merced de aquellos... de los que sirven de alimento

—Y finalmente la numero cinco —Sakura señalo sus ojos, su nariz, sus


idos y los dientes blancos que se presumía por toda la casa —A partir de hoy
debes tener mucho cuidado con lo que ves, oyes, hueles y sientes. Por que la
empatía que sentimos por todo ser vivo es aumentado en dolor a la hora de su
muerte, ya te habrás dado una idea de lo mucho que podemos sentir.

—Sandra. ¡No sabes el peligro en que nos podemos encontrar! —Estaba


decidido a contarle lo conveniente, sino la poníamos al tanto podría ser lastimado
o incluso asesina —Lo de la noche pasada...

129
—El entrenador... ¡¿Por qué hizo aquello?! —Unas lagrimas de
remordimientos empezaron a surgir, luego los gemidos de pena por lo que había
pasado, nos recordaron a Sakura y a mi lo frágiles que éramos.

—Querida —Sakura alargo su mano y tomo la de ella confortándole, entre


ambas podría decirse se había creado un puente de empatía —El ya no era tu
profesor, era un ser retorcido que ya no sentía o media consecuencia. Si hubiera
sido precavido, no te hubiera atacado directamente, aunque entiendo sus
razones, todos ellos tienen razones en querer matarnos.

—Pero... pero... él pronuncio el nombre de su mujer... lo dijo claramente


antes de...

—¿Te arrepientes de que Irwin-san te haya salvado? —Ambas se miraron


antes de que Sandra bajara la cabeza y empezara a llorar de nuevo —Yo hubiera
respondido lo mismo hace muchos años, no tienes que avergonzarte, pero ahora
saber lo que soy, y aunque tenga a cuestas esta culpa... —Sakura me sonrío
abrazando mi cuerpo cálidamente, de una forma protectora —No cambiaría nada
por el haber conocido a Irwin, ambos nos hemos acoplado bien y aprendido a
convivir como muy pocos de los de nuestra condición

—¿Más? No somos... los únicos

—Sería egoísta pensar eso ¿no? —Sakura se levanto para acercarse a ella,
levantarle el rostro y terminar con formalidad —Sandra-san, nosotros somos
caníbales, el porque de nuestra existencia es incierto, nadie lo sabe. No hay
respuesta, pero debes ser consciente de que allá afuera en las calles hay seres
que pueden hacernos daño, no tenemos poderes o un don sobrenatural con que
luchar, pero si una forma de detenerles.

—El entrenador... ¿era uno de ellos? —El asentimiento de Sakura, se lo


confirmó, pero no había alivio sino más tristeza.

—Puedes venir a nosotros cuando gustes, nosotros te ayudaremos a


continuar una vida normal. Irwin y yo no queremos que te separes de tu familia,

130
pero debo ser franca y decirte que tarde o temprano tendrás que hacerlo, no por
la seguridad de ellos, sino por la tuya.

—¡No somos malvados!, sólo queremos que puedas sobrevivir a los


cambios —Me sentía desesperado, quería que nos creyera, que pudiera ver más
allá de nuestra terrible verdad.

—¿Puedo dormir un poco? —Su pregunta nos hizo un poco de gracia,


pero Sakura y yo mantuvimos la serenidad, ya que ella hablaba enserio. No era
una forma de evadirnos.

—¡Vamos! Te llevaré a mi cuarto —Sin tocarle le indique que me siguiera,


ambos caminamos hacia mi cuarto para que ella tuviera un momento de paz.
Cuando entramos me di cuenta de que debí ofrecerle el cuarto de Sakura, pero
seguro que esta ya estaba burlándose de mi por ser tan indiscreto. Me apresure a
guardar mis cosas en el pequeño mueble de ropa, mi cama era un catre con una
o dos colchas descoloridas, había uno póster de The Cure al fondo junto con mi
ipod rojo sobre mi buró, cuando me di cuenta de que todo estaba en orden, vi
que Sandra se quedaba contemplando con interés mis muñecos de colección
“Eterna Oscuridad” —Bueno... ya veo que los vistes

—Son tan... hermosos —Tomó un muñeco de porcelana, este cabía en las


palmas de sus manos, tenia un traje negro de la época victoriana, muy elaborado
y elegante, un pequeño sombrero en copa y el reloj de bolsillo mostraba un buen
detalle de costura.

—Él se llama Mr. Prince, es muy sarcástico y mandón —Yo tomé a la


pareja de este, era una muñeca de cabello negro y ojos azules, los cabellos
rizados de esta con su rojo carmín en los labios la hacían tan vistosa como su
contraparte masculina —Ella es Mrs. Red, como ves su vestido y hasta sus
accesorios son rojos, a ella le encanta ese color y tiene un carácter jovial; es así
que los tengo juntos haciendo contraste de color.

—Mmmm —No se si fue la magia de mis excentricidades o el simple


hecho de estar en el lugar indicado, pero de los labios de Sandra se dibujo una
sonrisa discreta e inocente —Nunca imaginé...

131
—Al principio no me agrado tenerlos, eran un regalo —Se que me vi muy
avergonzado al decir aquello, después de todo no era normal ver a un chico con
muñecas, era muy comprensible que pudiera tener un tipo de prejuicio contra lo
que vio —La persona que me los obsequio es alguien que conocí en Estados
Unidos, ambos conectamos muy bien. Cuando nos vemos comúnmente nos
regalamos cosas.

—Esa persona te ha de estimar mucho, sabe que tú...

—Es uno de los nuestros —Me quite el chaleco y lo puse en la cama,


luego me senté alzando uno de los pliegues de mi pantalón de pana negra,
cuando lo hice apareció mi glock, pude sentir la alarma de su cuerpo al ver el
arma sin embargo no se movió ni un centímetro —Es quien se encarga de darnos
los medios necesarios para defendernos —Saque el arma, y la puse bajo el catre.
Me levante y le ofrecí que se acostara, pero ella se retiro.

—Creo que debemos volver al colegio, es tarde y no quise saltarme tanto


tiempo las clases.

—Si. Tienes razón, disculpa un momento iré a avisar a Sakura —Pero


antes de que saliera, la mencionada ya estaba en el marco de la puerta con uno
de sus camisones de dormir. Sandra miró las curvas suaves y el insinuante toque
en las prendas de mi compañera, pero esta como siempre no se inmutaba con
nada, sonriente y segura se acercó a despedirse con un abrazo.

—Sandra-san yo confío en ti, se perfectamente que vas a lograr controlar


todo, nos tienes a nosotros para apoyarte

—Gracias

Para cuando salimos de la pensión, la cara llorosa de Sandra había


desaparecido un poco, pero la fragilidad seguía presente en su esencia. Estaba
junto a mi y todas sus emociones eran balas incrustadas a mi alma, que la
perforaban sin piedad. En el momento en que estábamos esperando un taxi, un
movimiento de su parte me sorprendió. Había pasado uno de sus brazos a través

132
de uno de los míos, cuando apoyo su cabeza cerca de mi hombro, alzo su rostro
y sus ojos estaban serenos.

—No tuve oportunidad de decirte gracias. Muchas gracias por mi vida.

— Renan—

—Siento tanto que tengas que ver esto hijo —Mi tío Roldán me toco el
hombro como símbolo de comprensión. Había conseguido que averiguaran el
paradero del taxi blanco por medio de los contactos de mi familia, mi tío abuelo
se ofreció a acompañarme y ambos dentro del auto de nuestra familia esperamos
a cierta distancia de aquella vieja pensión, de mi parte hubiera entrado gritando el
nombre de Sandra, pero mi tío me había convencido de ser precavidos. Cuando
paso el tiempo y ella no salía, mi desesperación aumentó, me magullé la piel de
las rodillas con la presión que mis manos ejercían sobre ellas. En cuanto vi que
ella aparecía a lado de ese tal Bennett, un impulso de ir a reclamar lo que creía
mío me hizo levantarme y querer abrir la puerta del auto, pero mi tío me detuvo en
el momento en que veíamos como Sandra rodeaba con uno de sus brazos a Irwin
y dejaba que este se inclinara sobre ella a rozar su rostro —Se que es lo que
estas pensando Renán, el dolor es insoportable de llevar en este momento. El
saber que lo que deseas con tanto ahincó se esta diluyendo entre tus dedos te
cruza como una espada en la piel, pero serénate. Tenemos que volver a casa de
tus padres.

—Ella... ella jamás me haría esto ¡Nunca me engañaría! —Rugí con


desesperación, quería golpear, destrozar, humillar y ¡matar! Mi sangre hervía de
furia contra ellos, al verlos subir un taxi y dirigirse en otra dirección. Estaba herido
y un nudo en mi garganta se rompió en un sollozo lastimero cuando me encontré
desahogándome en el respaldo del auto. Los brazos de mi tío me cubrieron
consolando mi dolor.

133
—Tu eres un ser con mucho potencial a cuestas hijo, el engaño de esa
raggazza nunca podrá debilitar el destino que tienes trazado a cuestas. Un gran
destino que inclinará a tus pies el mundo entero.

—Yo no quiero el mundo entero... la quiero a ella

—Y que pasaría si yo te dijera que corres un gran peligro a su lado. Uno


tan grande que te haría retroceder de cualquier sentimiento, pues lo aniquilaría en
el acto —Las palabras de mi tío me alarmaron, ¿Acaso sospechaba lo que
Sandra había hecho la otra noche?

—Sandra ¡Jamás! Me dañaría —Estaba seguro en aquellas palabras, pero


la mirada fría y meticulosa de mi tío Roldán me hablaba de que no estaba
enterado de nada.

—Ella es una caníbal —Cuando dijo aquello las imágenes y conceptos de


lo que consideraba un caníbal solo estaban manchadas de sangre, y un breve
instinto de repudio me ocasiono una arcada —Creo que debes saber quien eres
en realidad Renán...

—¿Qué quieres decir con eso? —Vino a mi un presentimiento de que


había escuchado esas palabras hace mucho tiempo, en otros tiempos, en otras
vidas lejanas. Ahora me diría que yo era uno también.

—Es una caníbal y no puedes sentir mas que odio por su procedencia, de
cierta forma tu eres... su comida favorita —La mano de mi tío abuelo se sostuvo
fuertemente de mis ojos, cubriéndolos y obstaculizando la luz. El repentino fuego
de aquellas manos que me habían cuidado cuando niño, me parecieron una
amenaza mortal, mientras que los recuerdos de mi niñez se desencadenaban uno
a uno en mi cerebro. Mi corazón palpitaba a un ritmo desesperado, y con cada
uno de sus golpes a mi pecho sentía que viajaba en otros tiempos, en otras vidas,
bajo nombres diferentes y descendencias diferentes. Vi quien era yo. La verdad
de los milenios se presentó ante mi —Ahora lo entiendes. Mi señor —La mano de
este hombre, vieja y suave por los pliegues de sus arrugas me liberó de mi
ceguera, la libertad de mi conciencia y alma fue el regalo que me dieron.

134
—¿Por qué haz tardado tanto? —Mi voz se transformo, exteriormente era
la misma, pero ante la presencia de aquellos a los que valía, el grado de mandato
se revelaba en ellas.

—Tenía que esperar a que cumpliera la edad y que estuviera mostrando


signos de su cambio. Usted sabe que solo haré lo mejor para mi sangre.

—Roldán Casio, te haz puesto viejo... te conocí por primera vez como mi
hermano, luego como mi tío, y ahora eres tan viejo como para ser mi tío abuelo —
Una adrenalina estaba reinante en mi, era mil veces mejor que las pastillas que
Erick me proporciono una vez para probar. Era el poder que se hallaba en mis
manos juveniles —Pero te equivocaste en algo

—¡¿Disculpe?! No entiendo mi señor —Y claro que no lo sabía, después


de todo yo tampoco me lo explicaba.

—Me haz dicho que el mundo estará a mis pies, pero... ella no.

—Usted sabe el peligro que corre, aun no ha despertado todo su poder y


podría ser atacado.

—Roldán, ya no eres tan divertido como cuando jugábamos en el


cobertizo de casa a los soldados —La palidez en el rostro de parte de Roldán me
revelo que aún recordaba su gran devoción como hermano menor, su familia
había tenido el honor de llevar mi espíritu por épocas en el tiempo. A pesar de
llevar menos años en este momento, la vieja cascara de mi persona humana era
misma desde el principio, él podía ver en mi imagen a su hermano mayor tan
querido, que incluso arriesgo su vida para salvarle. La devoción de ciertos
individuos se ganaba a favores, y Roldán no era la excepción.

—Aun recuerdo mi lugar, a pesar de mi edad se donde se encuentra mi


lealtad. Y esa esta con usted Renán.

—No me llames así —Cuando dije aquello sus manos dieron un leve
temblor, él sabía lo que podía hacer si me enojaba —El pequeño a quien viste
como tu nieto, ahora sabe quien eres y lo que haces. Eso quiere decir que debes

135
recordar cual es mi verdadero nombre ¿no es cierto? —Su cabeza asintió
rígidamente, luego pronuncio mi nombre.

—¿Nicolás? ¿Napoleón? ¿Ricardo? ¿Alejandro? ¿Julio? Como quiere


llamarse esta vez?

—Esos solo eran representaciones de mi faz, pero el nombre que me fue


dado por la puta que me recogió de la oscuridad, ese es por el cual quiero que te
dirijas a mi en este momento.

—Entonces no hay más dudas, mi señor Rómulo.

—Así es Roldán. Ese es mi nombre.

136
Bauhaus “Passion of lovers”

Capítulo 13. Razones que sobran

— Sandra—

— ¡D ices que tengo que alejarme de Renán!

Estaba furiosa al día siguiente que Irwin me había arribado en el colegio.


Estuvo pegado a mi como si fuera a contra cualquiera en ese momento,
comprendía que quisiera protegerme, pero de ahí a que tuviera que entrometerse
con lo que hacia en mi vida personal, ¡Era una completa locura! No iba a dejar a
Renán y su amistad, o como se llamara a lo que ambos teníamos, por tener
miedo a lo que yo era. El día anterior al llegar a mi casa me había puesto a pensar
en muchas cosas, en que cambiaría de mi vida y que seguiría permaneciendo
normal hasta que fuera el momento de irme. Y no entraba el tener que abandonar
a la gente que quería. ¡Eso no entraba a discusión!

137
—¡No me entiendes! Es por la seguridad de él —Podía ver que estaba
empezando a sacarlo de sus casillas, pero a mi esta situación ya me habían alterado
dede que empezó el ciclo escolar, no quería estar sola.

—¿Entonces me engañaste? ¡Dime! —Lo rete plantándome a mitad del pasillo


con toda la intención de que fuera sincero —Estas diciendo que ayer cuando me dijeron
que mis padres no corrían peligro ¡¿Estaban mintiendo?!

—No es por tus padres, ellos son seres normales a los que es fácil controlar y que
no podrían tener consecuencias en tu seguridad

—¡Entonces Renán si puede hacerme más de lo que yo hice al...! —Su expresión
sombría me advirtió que estaba llegando demasiado lejos en nuestra discusión —No te
entiendo

—Recuerdas que te dijimos que hay seres que pueden hacernos daño, bueno
también hay seres a los que no podemos tocar, que se encuentran vetados para
nosotros... ¡bien! Esos seres son los Protectores

—Me estas diciendo que esos protectores ¿son inmunes a nosotros? —Me
intrigaba imaginar a un tipo de personas a los cuales no pudiéramos comer, era
demasiado intrigante saberlo.

—Los Protectores van mas allá de nuestro limite, son seres que llegaron al mundo
a cambiar el destino de la humanidad, de pueblos y razas —Su explicación la estaba
haciendo de manera desesperada, como había dicho antes ahora era muy afín con las
emociones ajenas y en este momento las de él me acariciaban la piel con desolación en
sus palabras —No tienen poderes como nuestras presas directas que están retorcidas y
son una amenaza social, ellos son muy vulnerables, a todo... están destinados a llevar al
mundo por un camino de salvación, no en el sentido de fe, sino en todos los sentidos.
Ellos incluso luchan por los que no tienen voz como los animales y plantas, cualquier tipo
de ser vivo.

—Me dices que Renán... —Su expresión de pena era honesta. Él creía que yo era
una amenaza para Renán.

—No pensé encontrar a un Protector dentro de este colegio, aunque no es de


extrañarse —Me tomo del brazo y ambos caminamos hacia las pistas de carreras
exteriores, donde seguramente estaba Renán con todo el equipo de atletismo
practicando —Su presencia es poderosa y cálida, ¿no lo haz sentido?

138
—Si... aunque, pensaba que era otro tipo de... —Me era difícil tragar saliva, mis
piernas temblaban y la opresión en mi pecho empezó a atormentarme.

—¿Sentimiento?, no puedo culparte —Suspiró para si —Solo me he encontrado


con tres Protectores en mi vida como caníbal, y la primera vez sentí las emociones
diluirse y comenzar con un sentimiento ilusorio. Luego comprendí que comúnmente ellos
causan ese tipo de atmósfera al rededor, para poder realizar la tarea por la que vinieron al
mundo. Y hay algo más... —Parecía titubeante al querer decirlo, pero vi como apretaba la
boca resignadamente antes de originar la advertencia —Ellos detestan a los de nuestra
condición, no se sientes seguros, porque logran sentir lo que nosotros hacemos. Aunque
eso no me explica como Renán se arriesgo tanto, ¿Cómo pudo confundir sus
sentimientos y enfocarlos a ti? —Me miró como queriendo descubrir mi secreto pero se
dio cuenta que estaba tan impresionada como él —No es difícil imaginarse porque le
gustaste exteriormente —No quise hacerlo, pero no pude evitar enrojecer ante su
observación, era tan directo pero de una forma sencilla a modo de conclusión —Pero ni
eso hubiera sido suficiente para que... bueno, Lorena me explico que ustedes se han
besado.

—¡Besar! Bu-bueno no hemos... tal vez algo por el estilo

—Eso no importa, incluso el contacto físico para él debería de ser repelente y sin
embargo hasta te llevo en brazos una vez —Recordé ese momento, pero no quería
decirle a Irwin que Renán y yo habíamos estado abrazados mas de cerca que con ese
gesto de amabilidad —Llegamos —Me hizo esconder tras las gradas con él, mientras
veíamos como todos estaban en clase con el profesor de reserva —¡Ahí esta él! —Me
señalo hacia donde se encontraba Renán descansando, no hubiese sido necesario que
me lo enseñara, yo lo había visto desde entrar en las canchas, era hacia donde mis ojos
apuntaban con nervios —¿Puedes ver quien esta a su lado?

—¡Claro es Carol! —Dije sin fijarme bien —¿Que sucede con ella? Acaso es igual
un protector —Lo único que recibí de parte de Irwin fue una mirada desconcertada, a
demás de un ceño fruncido.

—Quiero que vuelvas a observar a quien dices es esa Carol —Avergonzada por
mi poca falta de atención hice lo que me dijo. Y fue cuando vi que era lo que a Irwin le
parecía diferente, y es que no era Carol como suponía. Sino una chica diferente, con un
cierto parecido (cabello y color), pero que era asombrosamente alta y hermosa. Una luz
intensa corría en su espalda como antorchas elevándose al cielo, estaba acariciando la
cabeza de Renán y su expresión era de preocupación, como si se tratase del tesoro mas
valioso y delicado del mundo, que estuviera en un lugar peligroso.

139
—¿Quién? ¿Qué es ella? —Logre formular las preguntas no sin quedarme muy
desconcertada y un poco atemorizada por lo que suponía la presencia de esa chica.

—Eso es peligro algo que debes de evitar a toda costa —Me indico con
determinación y muy convencido en cada palabra que me dirigía —Es por eso, que
Renán no debe ser tocado por ti y por la cual él no debe tocarte, estas poniendo en
peligro su destino.

En ese momento ambos observamos a Renán y aquella criatura a su lado, él


parecía algo desinteresado y tomó lo que suponía era el blackberry, luego el movimiento
de sus manos me indico que estaba mandando un mensaje. Momentos después mi
celular vibró en mi bolsa, cuando abrí la pantalla estaba un mensaje en la bandeja de
entrada. No se por que esperé a que Irwin me dijera algo, pero cuando supuse no me
detendría leí el contenido.

Hola.

Donde stas? Quiero verte :S


Tengo que contarte algo... ¡Se lo que tienes!

Ciao.

No se como me encontraba esperando a Renán frente a su casillero, pero Irwin


me había sugerido ver que era lo que sabía Renán, tal vez sólo fueran suposiciones,
después de todo él estaba investigando lo que me pasaba. Pero mi corazón me decía
que Renán lo sabía, y que pronto estaríamos muy lejos uno del otro. Cerré los ojos al
apoyar la cabeza en su casillero y respirar su aroma, su rostro venía a mi memoria como
un retrato antiguo, que demostraba cuan rápido se había hecho cargo de dejar huella en
mi.

—¡Sandra...! —Los brazos de Renán me rodearon por detrás, mientras me


besaba la frente, y jugaba con mi nariz, dejado cosquillas traviesas en mi piel —¡No sabes
lo preocupado que estaba!

—Renán, me has dicho que averiguaste algo de lo que me pasa —Me logre soltar
de sus brazos y enfrentarlo discretamente, ya que uno que otro estudiante pasaba por el
pasillo en ese momento —Necesito saber que es lo que sabes acerca de mi.

140
—¿Solo me dejaste verte por eso? —El cambio en el tono de su voz me extraño,
era un sonido diferente, como poseído de cierta autoridad —¿Acaso no querías verme?
—Me tomo de uno de mis brazos y dejo que nuestros rostros estuvieran de frente, en su
mirada había una tristeza enorme, como si hubiese sido herido de gravedad —Dime
Sandra... ¿Me amas?

—¡Renán! Yo... no se... yo —Su agarre se intensificó con fuerza excesiva


haciendo gemir los poros de mi brazo —¡Oh Renán! —Jamás me había aclarado mis
sentimientos sobre él, incluso después de haber hablado de eso con Lorena, los
sentimientos seguían ocultos en mi interior. Había un sentimiento muy fuerte, eso no era
cuestionable, para mí Renán era una persona importante. Lamentablemente también
descubrí que a pesar de la atracción eufórica que sentía hacia su persona, no había mas
que amor protector, algo en mi me hacía sentir un cálido sentimiento de amor puro. Pero
no el mismo amor que veía en sus maravillosos ojos verdes reflejados hacia mí. Y
comprendí que eso me hacía diferente de Carol y su relación con Renán, pues ella sí tenía
ese tipo de mirada. Mis balbuceos fueron una respuesta incierta hacia él.

—¡NO! —No entendí como pero en un momento estaba siendo arrinconada


contra los casilleros, los nudillos de Renán se enterraban en mi piel haciendo daño,
mientras que en los ojos de él parecía haber un deseo irrefrenable por mi respuesta —¡Tú
no puedes! ¡No puedes! —Mi cuerpo fue golpeado contra los casilleros varias veces que
no pude contar, porque me hallaba perpleja ante la reacción de Renán.

—Me haces daño...¡Renán me haces daño! —Mi grito fue histérico, no era que
necesitara auxilio, sino que deseaba hacerlo entrar en razón. No se si esto hubiera
advertido al ser que había visto en las pistas de carreras, pero la chica apareció en ese
momento a lado de Renán, nos miró a ambos con horror, y pude notar como ponía su
mano en el hombro de él, sin embargo su mirada hacia mi era de completo desprecio.
Ese simple gesto hizo que Renán encendiera en sus ojos una especie de odio, un
sentimiento que jamás pensé ver reflejado en su mirada.

—¡Tu eres mía! —El gruñido de garganta por parte de Renán, me asustó en
verdad. Irwin me había dicho que los Protectores eran seres indefensos pero la fuerza
que él asumía sobre mi persona me doblegaba con miedo. En ese momento en que
estaba a punto de decirle que parase, Erick el amigo de él toco su brazo.

—¡Renán! ¡¿Estás loco?! Le estas haciendo daño suelt... —No terminó la frase,
pues Renán le propinó un codazo en la cara que lo lanzó al suelo de un solo golpe. El
acto tan violento hizo que todos los alumnos empezaran a salir de sus salones y uno que
otro mirara con temor lo que sucedía. Lorena se encontraba entre esos chicos y chicas.

141
—¡Por todo lo...! ¡Renán! ¿Qué le has hecho? —Carol ayudo a Erick a ponerse de
pie, pude ver que estaba tan impresionada como yo con la reacción de Renán —¡No
hagas esto! ¡Nos estas asustando!

—¡Cállense todos! —La voz furiosa de Renán se oyó por todo el lugar, había
quienes chillaron por lo bajo y otros que saltaron de la impresión. Pero a la única a quien
tenia sostenida de forma acorralada era a mí —¿Qué hiciste con Bennett en esa pensión
asquerosa? ¡¿Qué?! —Cuando mis pies empezaban a separarse del suelo, una voz en mi
cabeza grito en advertencia.

—¡Ella no hizo nada! —La voz de Irwin sonó en el pasillo, los cuchicheos de los
estudiantes no tardaron en llegar. Entonces sentí como la presión en mi cuerpo por parte
de Renán disminuía, pero no así el peligro —Déjala esto es entre tu y yo

—Si, esto es entre nosotros —Me bajo lentamente y fue hacia Irwin. Cuando vi el
puño alzado y estamparse en la quijada de Irwin grite con desesperación. Lorena me
detuvo antes de que me metiera entre ellos.

—¡Basta! ¡DETENTE! ¡Renán no sigas! Te lo suplico... por favor —Irwin ya estaba


en el suelo y Renán casi encima de él, cuando ambos dirigieron la mirada a donde me
encontraba. Renán paso su vista entre Irwin y yo, luego pareció estar confundido. La
chica que lo resguardaba se acerco y pareció calmarlo con un susurro.

—¡Renán Casio! —Una llamada de atención hizo que los espectadores se


separarán y dieran paso al director Garrido, que era acompañado por otros maestros, su
expresión era pétrea, cuando miro a los dos heridos y luego se dirigió a mi persona, no
mostró reacción alterada. Sino una completa calma —Sígame a mi oficina.

Los ojos de Renán se clavaron en mi con una decepción marcada.

142
Shakira “Lo impresindible”

Capítulo 14. Fallo de amistad

— Renan—

¡E lla es tan hermosa! Su inocencia me embriaga, hasta la manera

temerosa que en sus ojos se vieron dentro de los míos tuvo una reacción en mí.
Una ola de excitación que me provoco por tenerla, por ser dueño de su alma, que
su voluntad estuviera a mi disposición. Antes hubiese pensado que era amor,
pero hoy se que es más fuerte que un sentimiento terrenal. Esta hecha para ser
mía, fue creada por la tierra para mí, así como Eva lo fue para Adán. Ella fue traída
de las estrellas y mares para mí, para que su humanidad fuese manejada por mi.
El tiempo había sido cruel, desde que cerré los ojos por primera vez, jamás tuve
un sentimiento parecido, tal vez mas fuerte, pero no menos interesante. Su olor y
presencia era una invitación abierta para corromperla con mis deseos. Sus ojos
me seguirían por la eternidad, desde la primera vez que le he visto, supe que

143
estábamos predestinados a conocernos, y ahora que por fin mis ojos se abrían a
su esencia y valor, el rostro de quien me trajo al mundo es esa época remota era
el mismo que se revelaba en Sandra Papillón. Eran tan parecidas e igual de
diferentes... pero aquel rostro estaba como una advertencia a su verdadera
naturaleza. Era irónico pensar que estábamos en bandos tan distintos.

—No te preocupes, cuando la tenga a mi merced seré gentil —Miré hacia


la esquina de mi cuarto donde estaba aquella presencia tan molesta, sus ojos se
abrieron y pude oír su voz en mi cabeza “¡No!”, era como cada vida, volviendo a
quedar desplazada con cada decisión final. Y creo que sabía cual sería esa
decisión.

Estaba decidido a tener su alma, y con eso tendría mi respuesta; además


de querer saborear esos labios que tantas veces me fueron negados. No pude
reprimir una sonrisa al recordar como le había dado una lección a ese entrometido
de Bennett, o como el director se vio reducido por mi sola autoridad; el poder que
ostentaba era lo que había acumulado con los siglos y las vidas. Y en cada una
de ella estaba seguro de haber aprendido algo, aunque no recordara todo muy
bien, las instrucciones de lo que tendría que hacer estaban esculpidas en lo
recóndito de mi cerebro.

La puerta de la habitación se abrió con cautela y una mirada especulativa


me estudio con mucho interés personal. Le sonreí al invitado e hice una seña para
que pasara, su figura joven y sensible a su alrededor entendía lo que yo era.
Ambos habíamos sido criados como familia, tan diferentes como el color de
nuestros ojos, donde el limite lo ponían el azul y verde que luchaban por
generaciones, pero con mi otra personalidad la imposición de respeto jamás se
vio reflejada en su persona, en cambio con mi nuevo carácter podía observar una
creciente admiración de su parte. Adrik a pesar de todo causaba en mi una
creciente ternura, un hecho de que en otra vida la hermandad hacia un individuo
me había sido primordial, eso mi espíritu jamas lo olvidaría, y como si fuese un
juego en cada nuevo despertar, me encontraba siendo hermano mayor de un
chico. A veces preguntándome lo que hubiese pasado en aquel nacimiento.

—Ara y Abdías me han dicho que no te moleste hermano —Esas palabras


me molestaron un poco, al parecer mis padres de generación seguían

144
apegándose a las viejas creencias de mi carácter. Invite a Adrik a tumbarse a mi
lado, este obedeció con entusiasmo. Cuando lo abrace junto a mi, pego su
cabeza a mi pecho, yo estaba muy acostumbrado a ser curioseado por los
demás, así que deje escuchara mi corazón latiente o que sintiera mi piel si le venía
en gana. Sus ojos se abrieron impresionados al ver que no dejaba de ser el
mismo chico con el cual creció y eso me causo mucha gracia —¿Eres tan
poderoso como dicen?

—Seguro que lo soy —Antes jamás hubiese alardeado de mis


capacidades, pero en este momento me sentía desafiante y pleno —¿Tu crees
que lo soy?

—Siempre supe que lo eras —Se encogió de hombros con una sonrisa
sincera —Pero ahora eres impresionante, impones ¡Ya sabes a lo que me refiero!

—Ara y Abdías han de estar entusiasmados con esto ¿verdad? —Frunció


el ceño y adivine el por que de esa expresión, así que le respondí a la pregunta
que se hacia en la cabeza —Ellos no son mas que recipientes, no tengo un apego
a sus personas, son como papel desechable. Recuerda que no he perdido mis
vivencias de esta vida, y con ella se que solo eran un fastidio para lo que quería
hacer ¡Siempre tan preocupados por mi!

—¿Yo también soy desechable?

—No Adrik —Le sonreí con simpatía mientras acariciaba su cabello —Tú
nunca serás desechable, nunca como ellos, por que tu eres mi hermano menor,
fue a ti a quien escogieron las energías del mundo para estar a mi lado y crecer
conmigo.

—Yo lo sé, siempre me has protegido de ellos y te lo agradezco —Me


abrazó y yo le correspondí. Lo que dije era verdad, cualquier ser que naciera
después de mi era mi hermano y por tanto era el único que merecía mis
consideraciones, por que algún día él se encargaría de protegerme en otra vida —
Esa chica ha llamado, pero mis padres no han querido decirte nada por orden de
tío Roldán, ¿Qué harás con ella?

145
—Se que ellos están haciendo eso —Pellizque su nariz para entretenerme,
un juego que seguía haciendo con los años —Ella es mi problema y la respuesta.

—Tú parecías muy enserio con ella antes —Por eso me agradaban los
hermanos, entre ellos no hay secretos, puede que para con el mundo si, pero la
conexión de hermanos es una extensión del cuerpo, un inicio y un fin. No puede
haber mas fieles ayudantes que tus hermanos, si es que sabías ganarlos.

—Y sigo interesado, solo que de una forma un poco diferente

—Pensé que sería Carol

—¡¿Esa chica?! ¡No que va! —Volteé hacia donde estaba la chica rubia
observando con tristeza, era alta y fuerte, como muchos antes que ella. Era una
pena —No me trae buenos recuerdos, me parece muy familiar.

—Entonces será Sandra Papillón

—Sí, será ella.

— Sandra—

El sonido del teléfono siendo colgado con disgusto corto mis palabras de
desesperación. Renán había sido suspendido por dos semanas enteras del
colegio, nadie podía creer la noticia, muchos que no habían presenciado la pelea
se juntaban con los que si, para poder informarse aparentemente de la verdad.
Desde que se había marchado a su casa, no hablábamos entre nosotros. Intenté
una serie de veces comunicarme a su blackberry, pero lo mantenía pagado,
cuando intente por medio del teléfono de su casa solo recibía evasivas frías y uno
que otro comentario sarcástico de parte de su madre. Cuando encontré a Adrik
en el colegio solo fui ignorada sin cuestionamientos. Lo único que me había

146
sorprendido era que Carol y Erick se me acercarán muy preocupados, he hicieran
las mismas preguntas que yo traía en mi cabeza. A ellos también se les había
negado ver a Renán. Ahora estaba pegada al teléfono publico como una tonta y
con una esperanza nula de ser contestada, solo Lorena que en ese momento se
encontraba como apoyo moral. Después del pleito hasta Irwin me levanto la
palabra, cuando nos encontrábamos bajaba la mirada y yo sabía que los
problemas causados eran solamente mi culpa. Lorena insistía en que él no estaba
enojado, que habían platicado de vez en cuando y al parecer lo que Irwin Bennett
tenía era vergüenza por no poder ayudarme.

—¡Vamos! Creo que ya gaste suficiente saldo por hoy —Estaba deprimida
y solo quería escuchar del propio Renán que todo estaba bien, que solo era un
mal momento y una equivocación. Lamentablemente no creía que fuese a
suceder de verdad.

—¡Amiga animo! —Lore me abrazo sacudiéndome los hombros —Tu chico


te ha de extrañar tanto como tú a él.

—Lore se que de tu parte no querrías volver a ver a Renán cerca de mí,


pero yo lo necesito, no quiero verlo sufrir —Ella no pudo evitar una mala cara
antes de soltarme

—Te seré sincera, lo que hizo fue excesivo y para nada encantador —
Señaló con firmeza —Pero también se que te ama y que no quisiste hacerle daño

—¡Lorena sólo quiero verle! —Lloré en su hombro, no lo había hecho


desde que descubrí mi condición de caníbal, ahora necesitaba el apoyo de
alguien real a mi lado —¡Yo no quiero dejar de verlo! Pero... no se por que dije que
no sentía nada, cuando siento tanto aquí en el corazón ¡Es demasiado! ¡Duele
como los infiernos!

—Primero tu enfermedad ¡Y ahora lo de Renán! —Se quejó Lore —Dime


¿qué mas puede pasar? A todo esto, ¿Cómo te haz sentido?

—Mi padre me llevo al medico, le ha dicho que no veía nada malo con mis
últimos análisis —Recordé como mi padre se negaba a creerlo, mientras sostenía

147
los resultados, y tanto mi madre como él se quedaban atónitos con los buenos
estados de salud que presentaba. Si el doctor que me atendió o ellos supieran
que me había mejorado tanto no podrían creerlo —Dice mi médico que tome
vitaminas y coma a mis horarios.

—¡Bueno!, eso ya es algo por que preocuparse menos

—Si...

—¿Mio Caro Sandra? —Lorena y yo nos sobresaltamos un poco al


escuchar una voz detrás de nosotras, estábamos a punto de llegar a mi casa por
lo cual no pensamos ser arribadas por nadie, pero la voz familiar de una persona
me hizo voltear y ver al Tío Roldán. Este estaba pulcramente vestido, se
encontraba apoyado en su bastón con aquella piedra preciosa tan azul y un sobre
blanco en la mano.

—¡Tío! —Me alegre tanto que fui a abrazarle, él correspondió dándome


palmaditas en la espalda, una que otra lagrima se me salió traicioneramente, pero
él las secó con sus suaves manos.

—¡Ya mi bella raggazza! No pongas esa cara —Hablo con dulzura —Te he
traído noticias de su parte, esta castigado por un tiempo pero sabe que eres muy
impaciente y por eso me ha enviado con esto —Enseñó el sobre blanco y luego lo
puso en mis manos —Mio nipote es un buen chico, siempre ha sido un poco
impulsivo, pero te quiere mucho, y no comprendo el por que mis sobrinos no
quieren dejar que se vean, no hagas muy lenta la espera si tienes algo que decirle
yo seré el messaggero d´amore.

Mientras escuchaba al tío Roldán abrí la carta, esta estaba escrita


claramente y decía esto:

Mia raggazza. (Mi chica)

Hoy se que actué muy mal contigo Sandra, te


extraño mucho, pero no puedo desobedecer lo que mis

148
padres dicen... por el momento. Sin embargo quiero
que nos veamos hoy por la noche en el colegio, se que ya
no hay policías vigilando y es el único lugar en donde
mis padres no buscarán. Mi tío abuelo me llevara a
media noche, solo dime que estarás ahí y no dudaré
en presentarme. Necesito decirte lo que investigue y
también cuales son mis sentimientos. Mi verdadero
sentir.

Ciao. R.

P.D. Manda la respuesta con mi tío, el sabrá hacerla


llegar.

Podía verlo escribiendo estas palabras, el chico quien conocí la primera vez
estaba en esa carta, abrace ese papel blanco contra mi pecho y sonreí feliz de
saber que había vuelto a mí. Que a pesar de todo estábamos juntos.

—Muchas gracias por traerla —El tío Roldán me sonrío asintiendo


humildemente. Yo en cambio no podía expresar lo mucho que le agradecía, por
que esto me daba esperanzas.

—Solo necesito la respuesta para mio nipote —Me confirmo

—Dígale que estaré ahí, que podremos vernos

—En ese caso es hora de irme —Se despidió con mucha educación y se
fue rumbo a casa de Renán

—¿Qué dice la carta? —Lorena tomó el papel y empezó a leer, yo no


proteste estaba muy feliz y solo quería saltar por todas partes, estirar mis piernas
y nunca aterrizar en la tierra —No se Sandra... ¿A media noche?

—Su tío estará ahí, no veo nada malo en eso.

149
—Tu no sabes si funcionará, por no contar con el peligro de ir tu sola

—Mira Lore —Me detuve frente a ella haciendo que me mirara a la cara —
No voy a dejar plantado a Renán, no creas que estoy muy segura pero saber que
puedo verle me da valor, por favor no más sermones.

—¡Va! De acuerdo pero tienes que prometer hablarme cuando te vayas y


regreses

—Lo prometo —Ambas nos encaminamos a mi casa conversando de


como podría salir sin que mis padres me viesen.

— Irwin—

Nunca pensé que al caer la noche tendría que estar en el hospital, con un
sentimiento de impotencia por no poder haber hecho algo de nuevo. Ahora no era
Sandra, sino Sakura quien se encontraba en urgencias siendo atendida por
numerosos golpes que una banda de delincuentes le propinó. Estaba furioso por
tener que esperar sentado, pero nosotros no podíamos curarnos solos y necesita
las suturas para que se cerrara la herida en la ceja que le hicieron con un fierro
viejo. Ciertamente el panorama que tenía ante mí me ponía de mal humor.

No había tenido valor suficiente para decirle a Sandra lo mucho que sentía
su discusión con el Protector, y también de decirle que jamás quise hacerla sentir
mal, que la necesitaba mas de lo que me hubiese imaginado, que ella era especial
para Sakura y también para mi. Su presencia significaba un poco de alegría en
nuestras existencias grises y enfermas, pero no podía ser valiente por que tenía
miedo a su rechazo. A que se alejara más y la perdiera como habíamos dejado
perder a muchos otros.

Miré mi reloj y comprobé que eran las 11:30 pm, un doctor con ojeras y
con aspecto cansino llego a decirme que podía entrar a ver a Sakura, que ya

150
podíamos irnos a casa. Al entrar a donde le habían atendido, ella me recibió con
una sonrisa, me reprimí para soltar una blasfemia frente al doctor, pero ver el
hermoso rostro de Sakura lastimado me enfurecía, hasta un brazo tuvieron que
ponerle férula, a parte de los moretones de su cuello, cara y cuerpo.

—Se que sabes como son y quiero que me digas donde puedo
encontrarlos —Le exigí con la firme decisión de desaparecer a esos gusanos de
este planeta —¡No voy a dejar esto así!

—Estos golpes no son importantes —Repentinamente su sonrisa se había


borrado y una estela de preocupación ocupo su lugar —Estos tipos no fueron
simples humanos Irwin-san —Me tense y no pude evitarlo, el oír de aquellos
quienes nos hacían daño y a los cuales dábamos principal caza, eran asunto
delicado en cuestión personal —Eran ejecutores, y parecían muy
entusiasmados... al principio dudé de la llamada que llegó a mi, pero cuando ellos
me atacaron, lo comprobé.

—Quieres decir que...

—Irwin-san, un Ejecutor ha nacido —Sus ojos mostraban temor y para que


Sakura se pusiera así era algo realmente malo —Y es el mas poderoso que haya
podido sentir, ¡Estamos en peligro!

Mi celular empezó a sonar en ese momento, se me hizo extraño ya que era


muy noche, lo saque de mi chaqueta y me detuve a ver quien era. El nombre era
conocido y le dije a Sakura que contestaría, algo me decía que era importante.

—Hola Lorena ¿Por que hablas a estas horas? —Ella parloteo algo acerca
de que sino quería que me llamara no debí darle mi número, estaba empezando a
pensar que tenía razón.

—Irwin lo siento ¿si?, lo que pasa es que estoy preocupada —Su voz me
llego un poco vibrante, por lo que note su consternación.

—Habla.

151
—Sandra ha ido a verse con Renán al colegio —Confesó rápidamente —
Le dije que no me parecía buena idea y todo eso, pero es terca, Irwin tengo un
mal presentimiento pero no puedo salir de casa, mis padres están viendo el
televisor en la sala ¡¿Que hago?! Eres mi única esperanza

—¡Un momento!, Me estas diciendo que Sandra se fue a esta hora al


colegio a encontrarse con su dichoso novio

—Ok. Es una estúpida por irse sola, pero por favor sácanos de esta. Si te
marque es por que sé te preocupa tanto como yo.

—Iré a verle —Oí como dejaba salir el aire, más aliviada.

—Gracias. Márcame cuando la encuentres —Después colgó. Me gire hacia


Sakura y la ayude a levantarse, esta parecía aun intranquila.

—Te llevaré a casa y luego iré a ver en que problema se mete Sandra esta
vez, tal vez necesite que alguien le aclare ciertas cosas.

—Irwin-san, estabas hablando de Sa-san —Una sonrisa se formo en mis


labios al oír el diminutivo cariñoso que Sakura le puso a Sandra, eso quería decir
que le importaba mucho y le quería —¡Tienes que ir por ella! Ponla segura, esta
en un gran peligro como nosotros, aun más por que no pude diferenciar lo que es
bueno de lo que no ¡Recuerda que ha nacido ese ser!

—Tienes razón Sakura iré de inmediato —Nos despedimos cuando la subí


a un taxi, tomé las llaves de su auto que me ofreció y fui en busca de Sandra. Yo
también estaba muy intranquilo y no era buen augurio.

152
Sex Pistols “No Feeling”

The Beatles “Across the universe”

Capítulo 15. En el fin

— Sandra—

L a escuela estaba completamente desocupada cuando llegue, había

frío y mis manos se congelaban a causa de no haber traído guantes, varias veces
mientras me dirigía a mi encuentro me pregunte si estaba haciendo lo correcto. Mi
cerebro como siempre era un aguafiestas e inmediatamente me envío una alarma
de que regresara por donde venía, pero al contrario mi corazón palpitaba que
siguiera, que estaba haciendo lo correcto, que mi lugar era junto a Renán.
Cuando vi el auto del tío Roldán en una de las cercas del colegio adivine por que
estaba aquí, me saludo a la distancia y yo correspondí.

—¿Tuviste problemas para llegar? —Me preguntó haciendo señas a


Marcelo el chofer de la casa de Renán para que se acercara.

—No muchos.

153
—Marcelo te ayudará a cruzar la cerca —En ese momento el hombre se
inclino y me indico que subiera a su espalda —Renán esta en la azotea del edificio
de la roseta de vitrales, dice que sabes como llegar.

—Sip. Gracias —Cuando estuve del otro lado vi que ambos se despedían
de mi con los pulgares arriba. Tuve un poco de nervios pero me dirigí a donde me
esperaba Renán, me cuide mucho de no ser vista por los nuevos vigilantes de
turno. Pero me di cuenta de que parecía no haberlos.

Subí las escaleras a la azotea con todas mis esperanzas de encontrar a


Renán, no sabía que iba a empezar diciendo, o como reaccionaríamos al vernos
después de tanto tiempo. Solo tenía la certeza que me abrazaría y me diría que
todo estaba bien. Para cuando llegue a la puerta que daba a la salida de la
azotea, tuve miedo de que esta estuviera cerrada, la gire y me alegre al ver que la
esta cedía. Lo primero que sentí al salir al exterior fue un golpe de aire frío que
removió mi cabello, me estremecí y frote mis manos.

—¿Sandra? —Renán estaba parado a mitad del lugar con una simple
camiseta y un short de deportes. Su cabello estaba algo despeinado, pero solo
me recordó el momento en que lo vi saltar ese obstáculo, era adorable, aunque
jamas lo admitiría frente suyo —Ven por favor —Extendió su mano a mí y no
dudé, corrí a su encuentro y nos abrazamos con fuerza. Nuestros cuerpos se
saludaron con emoción y el corazón se desbocaba a una infinita nada.

—Lo siento, no quise que pasara esto, yo solo... —Renán me estrecho


mas contra si y luego solo nos separamos un poco para poder contemplarnos a
la luz de la luna menguante, sus ojos verdes estaban tan oscuros como los míos y
aun así me resultaban tan bellos.

—Tu eres lo único que vale la pena en este lugar... tú y nadie más —Por
primera vez sentí el deseo de besarlo en verdad. Que no tenía que ver con mi
hambre o mi confusión, sino con lo que realmente sentía por él. Así que tomé su
rostro y lo hice descender poco a poco poniéndome de puntillas para alcanzarlo.

—¡No lo hagas! —La voz llego como un balde de agua helada antes de
que nuestros labios se tocasen, desconcertada mire en la dirección de la voz y vi

154
a la chica rubia platino, estaba llorando y parecía tan infeliz que me dio pena —
¡Ayúdalo por favor! ¡No dejes que le pierda!

—¡Cierra la boca maldita sea! —La voz de Renán había cambiado, un


timbre que no reconocí me hizo apartarme asustada.

—¿Tu puedes verla? —Le dije asombrada de esto, pues Irwin me había
dicho que los Protectores casi nunca veían a los que les custodiaban

—Ya vez lo que hiciste ¡imbécil! —Renán se dirigió a la chica la cual sollozo
mas fuerte, parecía tan transparente, como si su figura fuera una copia en papel
vegetal. Antes no había tenido ese aspecto —¡Largo! ¡Hace días que debiste
rendirte!

—Renán... ¿Por que puedes verle? —Entonces fue cuando me puso


atención, una sonrisa torcida fue mi respuesta.

—Sandra... yo te quería explicar y ver si podías entenderlo

—No me estas respondiendo —Su sonrisa se callo de pronto y una mirada


de muerte fue lanzada en mi dirección

—Tú tampoco lo hiciste cuando yo pregunté —Sandra recordó las


preguntas antes de la pelea, la forma tan desesperada en que se las hacía y
como perdió los estribos como consecuencia.

—Entre Irwin y yo no paso nada —No parecía creerme, aquella sonrisa


burlona sobresalió de sus labios con mas hipocresía —¡Estoy diciéndote la
verdad!

—¿Y por que debería creerte? —No vi cuando me tomo en brazos, de una
forma tan posesiva que causaba mi rechazo, mi desprecio —Esto no te gusta
¿verdad? Pero estoy seguro, de que si fuera el mal nacido ese no dudarías en
sonreírle y dejar que te llevara del brazo. No va ser el único que pruebe a que
sabes en realidad ¡No lo permitiré! —Caí sobre el suelo de mosaicos golpeando
mi cabeza, su cuerpo estaba encima y yo demasiado temerosa de hacer algo, el

155
pasado me estaba dejando sin fuerzas. Recordé la sangre y luego el vacío,
cuando Renán tomó mi barbilla para obligarme a aceptar un beso reaccioné, me
moví frenéticamente hasta lograr golpearlo en la cabeza. Pero no fue eso lo que lo
detuvo sino algo que le hizo gritar de dolor, mientras se sostenía la cabeza. Era
tan fuerte lo que le pasaba que vi como la chica en la esquina me dirigía una
mirada de auxilio. Me levante y me acerque a él colocando mis manos en las
suyas y diciéndole que estaba con él, que siempre estaríamos juntos, pues le
pasado era pasado y nos esperaba un futuro.

—¡Esto no esta bien! ¡Deja que hable con Irwin, puede ser que sepa que es
lo que tienes! —Saque mi celular pero una fuerza impresionante lo arrojo de mis
manos para luego prenderle fuego —¡Oh!

—¡Así que piensas hablarle! ¡No tienes que hablar con él! —Me dio un
golpe en la cara con otro de fuerza que me dejo en el suelo parpadeando
aturdida, no entendía que estaba sucediendo. Se suponía que los Protectores no
tenían esa clase de poder, pero Renán al contrario desplegaba una fuerza
psíquica impresionante, muy parecida a... —¿Ya adivinaste verdad?

—No es cierto ¡No es verdad! —Apoye mis piernas y obligue a mi cuerpo a


ponerse en pie.

—Creo que a tu compañerito se le olvido decirte algo importante —Renán


miró hacia donde estaba la chica quien ahora apenas se vislumbraba en la luz de
la luna —Yo fui un Protector, pero he elegido mi bando mi destino... Ahora tienes
ante ti a un Ejecutor

—¿Ejecutor? —No estaba comprendiendo nada, cual era la diferencia


entre ambos, que sucedía con Renán.

—Cuando esa presencia de ahí —Señalo a la chica —Desaparezca por


completo, yo seré un ejecutor en toda regla, y también presa favorita número
uno... Ca-ní-bal

156
—No... —Sentía que me faltaba aire, ya no podía respirar. Eso era lo que
Irwin había omitido, que los Protectores se convertían en nuestra comida después
de alguna clase de cambio, en otras palabras ToroLoco había sido un Protector.

—Es difícil aceptarlo, pero así son las cosas —Renán se acercó a mi cuello
y lo acaricio con la punta de sus dedos —Y es una lastima que sea de esta forma.
Hubiese podido darte todo, pero no dejas de pensar en ese estúpido.

—Él no es estúpido, es un chico que me salvo —Le corregí con valor, no


quería que me viera temblar o débil, mi instinto de supervivencia arranco el valor
de donde no tenía para hablarle —Al que le estaré agradecida toda la vida, por
que me dio una segunda oportunidad ¡Irwin Bennet no es estúpido!

—Entonces... ten su mismo destino —Un golpe de fuerza me mando


volando fuera de la azotea, me logre sostener de la orilla y ya estaba que moría de
miedo al ver hacia abajo y medir la distancia. Renán se me acercó y con el la
chica, sus ojos verdes ya no tenían vida, parecía otro ser alguien completamente
diferente y a la vez tan parecido, no se por que empece a llorar, pero no podía
parar de hacerlo, de su parte solo veía odio y mucho rencor —Puedo salvarte
Sandra, si tu me dices que quieres ser mía nunca tendrás que preocuparte en
esta vida de que te dañe, hay algo en ti que me dice que no debo hacer lo que
estoy pensando y otra que me exige cumplir con mi destino ¿Qué debo hacer?

—Haz lo que tengas que hacer... Rómulo —Mi voz salió sin mi
consentimiento, mis labios habían hablado solos mi sorpresa fue tan grande como
la de Renán. Y esa sorpresa se convirtió en decisión —¡Muere!

El aire que sentí rodearme el cuerpo, fue a causa de la caída que condujo
mi cuerpo al concreto del suelo. Lo único que estuve viendo todo el tiempo fue a
Renán y como su guardián desaparecía sin dejar rastro, como si un suspiro se
hubiese extinguido. El dolor de los huesos romperse, de mi cráneo reventándose,
de la fuerza de la decepción y pena eran insuperables. Mi vista esta empañada
por sangre que salía de mis cuencas y boca como representantes de las lagrimas.
Pensé en mis padres, en Lorena y en mi vida en general, ninguna de esas razones
me dolía tanto dejar solo a Renán. Alcé mi mano hacia donde se encontraba, no
se de donde obtuve la fuerza, pero mi brazo le suplicaba algo que sabia no me

157
daría, pude distinguir que me dirigía una ultima mirada, antes de sonreír para si
mismo y desaparecer de mi vista. Mi brazo callo de un solo golpe en el suelo y
entonces morí.

— Irwin—
Llegue demasiado tarde al colegio, solo me había retrasado un poco pero
ese valioso tiempo fue lo que no me permitió salvarle. Sandra se encontraba en el
suelo frente a la entrada del colegio, su cuerpo estaba en una posición precaria y
sus ojos abiertos al cielo, la sangre roja mancho mis tenis cuando me hinque a su
lado. No me atreví a tocarla, parecía tan irreal, temía que si lo hiciera
desaparecería sin dejar rastro. El dolor por ver su cuerpo me recordó el momento
de ver a mi madre y mi padre en esa misma situación. Mi garganta emitió un
gemido de angustia y dolor pero no pude llorar, no quería aceptar que estaba
muerta. Que no había nada que hacer, si su alma se hubiese elevado al siguiente
comienzo. Me incline para cerrar sus ojos y note el sonido débil de un bombeo.
Con las esperanzas vivas, me incline sobre su pecho y me dispuse a escuchar
concentrando toda mi empatía en ella. El resultado fue un débil latido, casi
imperceptible que se iba perdiendo minuto a minuto.

—¡Estás viva! —Quería hacer algo, pero estaba solo y sin ayuda de nadie
no podría hacer nada.

—Irwin-san —Sakura me llamo y me sorprendí de verle —Vine tras de ti,


no pude evitar hacerlo, lo siento... tu sabes que los de nuestra condición no
podemos evitarlo, es mas que curiosidad de ver a uno de los nuestros muerto —
No di crédito a mi falta de memoria, antes de que reaccionara, cuatro figuras
resguardadas por la noche se pusieron al rededor de Sandra y mío, ademas de
Sakura.

—Aun hay tiempo... ¡Hay tiempo! —La duda en el rostro de mis


compañeros de condición fue de completa perplejidad, pero yo estaba

158
esperanzado —¡Sakura! Por favor todos, tienen que ayudarme a hacerlo, tenemos
que recuperarla.

—Eso es en contra de lo que somos —Dijo uno de mis conocidos

—Lo siento pero lo que pides es... un sacrilegio para mis creencias —
Respondió otro

—Irwin-san tienes que dejarle marchar —Sakura trato de que lo entendiera

—¡No! Se los pido, a modo de favor —Un ¡Oh! comunitario se oyó, tenía
conciencia que un favor prometido era nuestra palabra mas sagrada, un código
que nos obligaba a pagar la ayuda con un sacrificio o tarea de igual valor —Aquí
lo sello, como mi favor a ustedes, si me ayudan estaré comprometido a apoyarles,
son los únicos en esta ciudad ¡Tienen que ayudarnos!

La sangre de Sandra fue puesta en la palma de cada uno de los caníbales,


luego dejamos que la petición llegara, juntamos las palmas y luego las alzamos al
cielo por separado, nunca habíamos hecho algo así en todo lo que llevaba de
existencia como Caníbal, pero la energía que sentí por parte de la naturaleza y
hasta el mínimo ser vivo corrió de la punta de mis dedos a la de los pies, para
luego ir a parar al cuerpo de Sandra. La sangre empezó a remitir, dejando limpio
el suelo, sus ojos empezaron a brillar, hasta que parpadeó y con un grito de terror
recuperaba su condición.

— Sandra—

Fue muy real, mi muerte fue real. Cuando vi lo que Irwin estaba haciendo
por mi desde mi posición no entendí por que quería salvarme de nuevo, pero al
sentir la vida correr por mis venas, la manera en que cada vaso de sangre se
restituyo a mi cuerpo fue el momento mas significativo de mi existencia. Mi grito
fue una liberación a las cadenas de la muerte, que empezaban a atraparme.

159
Irwin me rodeo con los brazos al igual que Sakura, ambos parecían muy
aliviados de volver a verme. Me sentí muy avergonzada de haber querido la
muerte, verlos preocupados y luchando por mi vida me hizo prometer cuan
preciada era esta oportunidad, que la vida que ahora corría por mis venas era un
regalo, y tenía que cuidarlo con uñas y dientes. Las personas que habían estado a
mi alrededor ahora no parecían muy interesadas, se dieron media vuelta y se
fueron con una promesa de parte de Irwin. Solo un niño pelirrojo muy joven que
llamo mi atención se quedo un momento más, luego como la mujer y los hombres
se fue en silencio. Ellos también eran caníbales.

Solo me queda decir que al día siguiente fui a casa de Renán, con Lorena
a cuestas, y sin miedo a que pudiera pasar algo más. Pero solo encontré un
letrero que decía “PROPIEDAD VENDIDA”

160
Me!
Briseira o Brizz como es conocida por
sus amigos y complices. Es una Diseñadora
Gráfica Profesional que actualmente esta a
punto de terminar una Maestría en Diseño
Gerencial en México, su pasión por la lectura e
ilustración han sido constantes fuertes en su
vida, desarrollando su lado creativo al máximo
y explotando un talento que solo se permitia
mostrar en sus diarios y a su hermana en las
http://brizzk.blogspot.com/

noches. ¡Podía escribir!

Descubrir que le gustaba hacerlo fue lo


mejor que le pudo pasar, en cuanto tuvo un
lapiz y un diario, de ahi diseñaba los logotipos
de sus historias y hasta breves pero divertidas
viñetas de dinujo, para que su hermana
pudiera disfrutar de sus creaciones.

Su género favorito para leer es el terror y


¡HoLa! suspenso, y la peliculas con estos temas estan
en su top ten personal. La musica diferente y la
Muchas gracias por leer esta historia te convencional, antigua y actual se mezclan en
mando muchos saludos y espero que
su vida considerando que para cada etapa de
puedas terminar esta trilogía que estoy
esta una marcada tendencia al Rock y Clasica
segura te emocionara como lo ha hecho
conmigo.
Instrumental son los que dominan sus CD´s.

Gracias por tu fidelidad. Entre algunos de sus muchos artistas


musicales favoritos estan Coldplay, Linkin Park,
bRizZ Maroon 5, La Roux, Dido, Andrea Bocelli, Sin
Bandera, Korn, The Veronicas, The Ting Ting y
finalmente sus adorados Zoé.

Cuando escribe lo hace por que quiere,


puede y desea hacerlo, no se impone horarios
y tiene muchas distracciones, asi que es
normal en ella olvidarse de las cosas.

Le gusta lo sobrenatural y lo muy normal,


es asi que despues de su saga Luna Llena
ahora vuelve con su pluma fantasma y nos trae
a estos Caníbales.

161

Vous aimerez peut-être aussi