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Jorge Carvajal P.
JCP NOTA EDITORIAL
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Sanar la Vida I
desde el punto de vista del intelecto, es posible que la oración y la fórmula sea la
correcta, es posible que sigan todas las recomendaciones del psiquiatra o del
psicólogo, o todos los códigos de la ética, pero si no lo hacen sentir más humano,
más íntegro y mejor, Uds. no están reivindicando su humanidad, no se están
relacionando como seres humanos. Se están relacionando desde el pasado, como
autómatas, desde las programaciones, desde las expectativas, pero no desde el
presente. La vida es un perpetuo abrazo. Podemos abrazar la vida o huir o atacar la
vida. No existe otra opción. Cuando no estamos abrazando la vida, la estamos
sufriendo, cuando no abrazamos la vida, nos estamos congelando. La vida es fuego,
es fuego eléctrico, el fuego del amor. Es fuego magnético, es fuego de atracción. Es
fuego de comunicación, es un permanente fuego. La vida es un viento que mueve
el fuego y el fuego es el amor. Donde no hay amor estamos en pasado o en futuro,
renunciamos al presente y cuando renunciamos al presente renunciamos a la vida.
La vida es un movimiento de meditación permanente. Alguien me pregunta ¿qué es
la meditación?, ¿cual es la fórmula de la meditación?, es muy simple: vivir. Porque
cuando no estás meditando estás muriendo en términos humanos y cuando tú
meditas aprendes. La ley de la vida es aprender. Cuando tú te sientes aprendiz eres
humilde y si eres humilde tienes apertura amorosa y si tienes apertura amorosa
tienes cordialidad y si tienes apertura amorosa más cordialidad tienes empatía,
tienes simpatía, tienes resonancia, tienes comunicación fluida y tienes paz. Y no
tienes paz porque conquistes la paz sino porque reconoces la paz que hay en ti.
Todas las cosas estaban ahí: la paz, el amor, la libertad, la materia, la energía, la
información, la conciencia, la perfección. No había que buscar la perfección,
acuérdense. Ya éramos perfectos así como éramos. El único problema es que
aunque las cosas estaban, éramos nosotros los que no estábamos. Cuando no
somos humanos es porque no estamos en nosotros. Es porque hemos asumido un
patrón de identidad falso, porque nos hemos negado nuestra sensibilidad, porque
nos hemos negado a movernos interiormente, porque no hemos aceptado
conmovernos. Es porque hemos ido al seminario para escuchar la voz del viento
pero no permitimos que el viento golpeara nuestra cara en las aceras que nos
acercaban a esta sala y sintiéramos el placer del viento. Es tal vez porque sentimos
que el día era muy feo pero no comprendimos el lenguaje de los grises y el día está
hermoso cuando es gris. Y el mar es mas hermoso cuando está enojado y la lluvia
fresca también es hermosa porque la lluvia ablanda la tierra, porque la lluvia
permite el milagro de las semillas y el milagro de las germinaciones, sin la lluvia no
existiría primavera. La vida es como un fuego y ese fuego arde porque hay un leño,
hay un leño maduro, hay un leño seco. Cuando Uds. prenden el leño y están frente
a la chimenea, y están atentos, escuchan en ese fuego que se eleva la voz del
viento y si abren los ojos y no ven el fuego van a encontrar la voz del viento que
mueve los árboles, la voz del otoño y las hojas que caen también está ahí. Y
cuando el fuego crece Uds. encuentran la lluvia que se acerca y cuando el madero
explota Uds. encuentran el trueno que resuena, de tal manera que ahí en ese leño
seco está un resumen de toda la naturaleza, de todos los elementos. Está la
madurez de la tierra, la madurez del viento, del agua, de la tormenta, está el sol y
la tierra fecundados en ese fuego y cuando Uds. ven en el fuego de la chimenea no
sólo algo que los calienta sino un milagro que contiene todas las señales de la vida,
entonces empiezan a conmoverse con el fuego y ya no necesitan que el fuego los
queme para moverse. A veces nos movemos cuando la vida nos quema. No es
necesario esperar a morir para que la vida nos queme, nos remuerda; no es
necesario que la vida nos duela intensamente hasta la destrucción para que
podamos despertar. Despertar a la vida es muy simple: es reconocer que en una
sola cosa están todas las cosas si la observas desde tu corazón. En cada cosa están
todas las cosas. En cada naranja están todas las frutas, en cada mariposa están
todos los vuelos, está el sol, el aire, el paisaje, el silencio, la crisálida, los gusanos,
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Sanar la vida II
máscara que hemos construido. Una máscara de orgullo espiritual, una máscara de
espiritualidad, una máscara de ciencia, de conocimientos. Una máscara de poder,
una mascara de placer. Tenemos un Ego exterior que es el que mostramos al
mundo y eso que mostramos al mundo es apenas una estrategia de adaptación. Es
la cáscara, es el barniz, es la cara que le mostramos al otro para enamorarlo o para
capturarlo o para atraerlo. Debajo de esa máscara existe la Sombra, allí donde está
realmente lo que somos, nuestros impulsos, nuestras tendencias, nuestro egoísmo,
todas aquellas cosas que hemos considerado negativas, todos los prejuicios que
traemos desde la infancia, todas las cargas están debajo de esa superficie. Pero
mas allá y al interior recóndito, oculto, muy dentro de ti, en el fondo de tu corazón,
expresión del alma, está tu unidad nuclear, tu Ser, aquello que tú eres, aquello que
tiene la nota clave, aquello que te da el sentido de vivir, aquello que te permite
tener una dirección, un objetivo, hacer de la vida algo significativo. El problema
es que desde la máscara es imposible reconocer al ser. El lío es que si no
aceptas tu sombra no puedes reconocer tu luz. Si no pasas a través de esa capa
intermedia del Ego con todas sus programaciones, es imposible acceder al núcleo
de tu conciencia interior. Así que tenemos un punto de partida y ese punto de
partida se llama la aceptación. La aceptación es que yo me acepto tal como soy,
incondicionalmente. Grande o pequeño, blanco o negro, malgeniado o de buen
genio, con tendencias e impulsos que no controlo, de todas maneras me acepto
como soy. Porque aquellas cosas que no acepto están fuera de mi control. Aquellas
cosas que no comprendo no me dan poder. Todas aquellas cosas que he reprimido,
precisamente porque he reprimido tienen mucho mas poder. La Sombra tiene poder
sobre nosotros porque la hemos escondido y la hemos reprimido. Si dejáramos de
reprimirla y controlarla, automáticamente perdería su capacidad de controlar.
Nosotros hemos creído que controlar es posible reprimiendo, hemos creído que las
tendencias o los impulsos las podemos eludir. Ninguna cosa dentro de nosotros
puede ser eludida, absolutamente ninguna. Todo está ahí manifiesto,
controlándote, controla tu cuerpo, controla tus emociones, controla tus relaciones,
controla tu salud, controla tu hígado, tu bazo. Todas las iras reprimidas están ahí
actuando, la ira no es sino una autoafirmación. La ira no es negativa, lo negativo de
la ira es no dejarla salir, es volverla una tendencia permanente de irascibilidad e
irritabilidad, pero si tú no la contienes y la dejas salir, la ira tiene un propósito.
Todos los sentimientos son buenos sentimientos, aun aquellos que hemos
considerado malos, son buenos sentimientos. Se convierten en malos sentimientos
cuando se vuelven resentimientos, cuando los dejamos atrapados. El miedo está
ahí congelando tus riñones, actuando sobre tus huesos, sobre tu energía ancestral.
La obsesión está ahí actuando sobre tu páncreas, sobre el metabolismo del azúcar,
sobre el bazo y el chacra del bazo, sobre toda la circulación de la energía. El exceso
de exaltación que no es alegría sino manía, está sobrecargando tu corazón. Todas
las emociones se están inscribiendo en nuestro cuerpo y no sólo en nuestro cuerpo
sino en el patrón de nuestras relaciones, así que no ganamos nada reprimiendo
nuestras emociones. Si nosotros no liberamos la sombra no podemos reconocer la
luz. Cada uno de los sentimientos negativos es apenas una sombra o una parte no
desarrollada de un sentimiento positivo. En la ira está todo tu potencial. Una
persona iracunda es una persona que tiene una energía ni buena ni mala, una
energía que puede volver autoafirmación. Una persona obsesiva es una persona
que puede tener consagración y tenacidad. Aquella persona consagrada es un
obsesivo en términos positivos. Lo que es obsesión en término de Eros, es
consagración en término de Logos. Todas las cosas tienen dos polos. Si nosotros
negamos el polo inferior, negamos nuestras raíces, y no podemos ascender a las
flores. Lo primero es que reconozcamos la tierra, el reino mineral en nosotros,
nuestras raíces, nuestro fundamento, la infraestructura a partir de la cual podemos
crecer. Y volvamos a ser sensibles entonces a esa raíz que es nuestro cuerpo y
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términos de luz, vamos a ver que literalmente todos los seres y las cosas son
estrategias para procesar la luz, para enriquecer la luz, para dejar pasar la luz. Lo
primero, entonces, es dejar pasar, lo primero es tolerar, lo primero es dejar ser. Lo
blando del diamante es su permeabilidad a la luz, lo duro del diamante es su
materia. Tenemos que ser duros desde el punto de vista de la materia, tener un
cuerpo físico sólido, pero desde el punto de vista de la conciencia tenemos que ser
blandos, es decir permeables a la conciencia, permeables al otro, permeables a la
luz. Y vamos a ver que esa luz que en el diamante son fotones, se vuelve luz virtual
cuando el Reino Vegetal ya no deja pasar la luz sino que atrapa la luz, procesa la
luz. Inicia el proceso de fotosíntesis y capta la luz y la almacena amorosamente
pero para regalarla y permitir el milagro de la evolución. El milagro de la evolución
es posible, porque primero el Reino Mineral se hizo sensible a la luz y luego el Reino
Vegetal siendo más sensible diseñó mecanismos para almacenar la luz en moléculas
químicas y luego el Reino Animal se nutrió de esas moléculas para volver a liberar
la luz como instinto y después el Reino Humano hizo la síntesis de la luz mineral,
vegetal y animal para liberar la luz del intelecto y en este momento como
humanidad estamos ascendiendo a ese estado de síntesis en que vuelve a arder en
nuestro corazón el fuego de esa misma luz para elevarnos al Quinto Reino, el Reino
de las Almas. He ahí la historia de la sensibilidad, que también es la historia de otra
visión del mundo, es leer el mundo con otros ojos. Si yo te mirara con otros ojos
descubriría en cada segundo un ser diferente, una aventura para conquistar y no
caería en la rutina. Si yo te miro siempre con los mismos, no ojos, sino anteojos,
obviamente me voy a aburrir muy pronto en la relación. La relación va a durar lo
que dura la luna de miel porque yo no me he cambiado los anteojos del enamorado
y quiero seguir viendo en ti solamente la imagen congelada en el pasado. Pero si yo
puedo cambiar la visión, yo te estoy cambiando a ti y estoy ayudando en tu
transformación y me estoy transformando. Lo único que tenemos que hacer para
sanar la vida inicialmente es cambiar de visión, ser sensibles a una nueva visión.
¿Cómo hemos visto el mundo hasta ahora?, lo hemos visto desde los fundamentos,
creemos que el mundo son partículas atómicas y subatómicas, muros,
civilizaciones, autopistas, tecnología, pero no vemos la magia del mundo que se
mueve por encima de las autopistas, dentro de los edificios, en el espacio vacío es
donde se genera ese movimiento de la conciencia que permite hacer de éste un
mundo que a cada instante se renueva, un mundo mágico. La clave del mundo es
que está vivo y que podemos participar en él. Lo importante del mundo no es ese
mundo afuera en el que nosotros nos asentamos y que nos da soporte, sino ese
mundo adentro, ese mundo vivo en el que nosotros participamos. Adquirir una
nueva visión del mundo es entrar de lleno en la corriente de la participatividad.
Aquello que es participativo es vivo. Debemos preguntarnos siempre en
nuestras relaciones: ¿Esto genera más participatividad? ¿Esto genera
competencia o entra en la dimensión del compartir? ¿Esto aísla la luz o
expande la luz? El mundo de la participatividad es un mundo de expansión
de la luz: cuando tú compartes estás expandiendo la luz. Cuando tú dejas
de compartir, estás oprimiendo la luz, la estás ensombreciendo, estás
cerrando un ojo del cosmos; tú eres un ojo del cosmos y el cosmos deja de
ver cuando tú cierras tu conciencia al compartir. Entrar en ese mundo de la
participatividad es comprender que cuando miramos creamos el mundo. Cada vez
que realmente vamos más allá de la mirada y podemos ver que estamos recreando
la creación, estamos creando el mundo. El mundo no es el mundo que miramos, el
mundo es en buena parte el mundo que creamos. Cuando yo te miro con ojos de
odio yo te estoy creando y estoy creando odio. Cuando yo te miro con una mirada
de miedo estoy creando el miedo en tu corazón. El hombre no sabe que cada una
de sus acciones es un acto de creación. El hombre es un creador, un creador en
materia mental y para ello utiliza sus sentidos y eso nos conduzca a un sentido muy
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Ejercicio: Vamos a visualizar una velita, puede ser incluso un sol, aquella
imagen que Uds. puedan mantener más constantemente y mientras la observamos
vemos todas las características de la llama, sus tonos rojizos, azules, amarillos,
también sentimos su calor, también somos conscientes de que el fuego siempre
transmuta, siempre eleva, siempre asciende y por eso es un símbolo de la
evolución de la conciencia que evoluciona hacia la síntesis. Somos conscientes por
un instante de que el fuego todo lo transmuta tomando la gravedad de la materia y
convirtiéndola en levedad. Así como esa llama es nuestra vida, nosotros
ascendemos desde el cuerpo al alma, desde la gravedad a la levedad, de las leyes
de la materia, a las leyes de la conciencia, ascendemos al aire que es la mente
universal, allí donde tiene existencia el Templo de la Sabiduría que es el Templo del
Alma. Ahora no sólo observamos la llama, la sentimos con su calor, con su brillo,
con sus propiedades, como símbolo de la evolución y vamos repitiendo
mentalmente “yo estoy en la luz, yo estoy en la luz”. Lo repetimos mentalmente en
forma continua hasta que literalmente nos sintamos adentro de esa luz, nos
confundamos con la luz. Proyectamos esa luz al interior, la hacemos penetrar a
través de nuestra frente, como si la encendiéramos en todo el centro de nuestra
cabeza, en el lugar que ocupa la epífisis, la glándula pineal, en el centro geométrico
de nuestra cabeza, y sintiendo esa llama interior arder en nuestra cabeza repetimos
mentalmente: “la luz está en mi, la luz está en mi, la luz está en mi”. Sentimos ese
fuego interior transmutador, que nos lleva siempre a la evolución, a la síntesis, que
es el norte, la brújula de nuestra vida, es aquello que nos puede dar sentido.
Comprendemos que la iluminación tiene que ver con la luz al interior, con el
despertar. Permitimos que esa luz despierte cada uno de los recónditos rincones de
nuestro cerebro. Todos aquellos sitios que reprimimos, todos aquellos sentimientos
que inmovilizamos, todas aquellas inteligencias congeladas, toda esa música
cósmica dormida al interior de nuestro cerebro, despierta con la luz. Proyectamos
ahora esa luz al corazón, sentimos el corazón como una llama de amor ardiente.
Dejamos que su fuego inunde todo nuestro torrente sanguíneo. Que ese fuego
llegue a los lugares más recónditos del cuerpo, a los lugares internos, lugares
congelados, desconectados. Llevamos esa tea de amor ardiente por todos los
espacios. El alma es lo que ve por nuestros ojos, es aquello que siente desde la
totalidad en nosotros. Los ojos no ven, los ojos son una cámara fotográfica, los ojos
son como microscopios o telescopios que el alma utiliza. Nadie ha podido lograr que
un ojo enucleado vea, ¿no? El ojo ve porque está en ti, pero tú ves y eres tú porque
en ti está el alma. El alma es lo que siente, es lo que se abre, es lo que es sensible
y también es lo que sana en ti. Cuando hablamos de sanación, de sanar la vida,
estamos por ello hablando del alma. No podemos sanar la vida desde el
instrumento. Sanamos la vida porque la vida es música. Obviamente que sin el
instrumento no tendría sentido la música, apenas seria una partitura. La vida es un
programa que es música, el alma es el intérprete y el cuerpo, la personalidad, es el
instrumento. Ella necesita templar las cuerdas del instrumento, para eso necesita
empezar a reconocer la visión, necesita empezar a utilizar los ojos. Imagínense que
alguien aparece en mitad del seminario muy probablemente piense que es una cosa
de locos y se devuelva. Frecuentemente nosotros hacemos lo mismo, entramos y
vemos sin perspectiva la locura del instante, vemos gente que se abraza como
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alma y los ojos de la personalidad, para llegar a unirlos en un sentir total. Así que
la primera propuesta para Sanar la Vida, respecto de la visión, es que a veces
somos hipermétropes y a veces somos miopes. O tenemos las cosas muy cerca y
los árboles no nos dejan ver el bosque, o tenemos las cosas en una perspectiva tan
distante, que los bosques nos impiden reconocer los árboles, las frutas, las semillas
y la siembra. ¿El ojo qué está haciendo permanentemente? Él está acercando, él
mira a lo lejos y luego se acerca, aleja y acerca las imágenes. El ojo es como un
corazón que está oscilando, está pulsando permanentemente. Cuando tenemos
entonces una visión miope, realmente tenemos que acercar demasiado las cosas
para poderlas ver y solamente vamos a poder contemplar los detalles. ¿Cómo
entonces acomodarnos? En términos médicos a eso se le llama acomodación, el
cristalino se acomoda, el cristalino tiene músculos y actúa como un corazón, cambia
su forma para centrar la imagen exactamente en la retina. Si las cosas están muy
lejos, él tiene que hacer que los rayos de luz coincidan exactamente en la retina y
para ello él cambia su forma, si están muy cerca también cambia su forma, y sino
se desenfoca. El problema de nuestra vida es que andamos desenfocados, es que
no tenemos punto de enfoque. Si yo no tengo un punto de mira, si no tengo un
punto de enfoque, si no tengo un horizonte, si no tengo una perspectiva, realmente
no sé dónde estoy. No sabemos para dónde vamos porque no sabemos dónde
estamos. Punto de partida: dónde estamos. Y el “dónde estamos”, lo da lo que
llamamos, la correcta visión. Y la correcta visión es una visión que conjuga la visión
de la izquierda y la derecha, la del cerebro izquierdo y la del derecho, la del
masculino y la del femenino, la del pensar y la del sentir. La correcta visión es
aquella que te permite aproximar tu sentir al corazón porque es el sentir el que
permite armonizar el pensar global con el actuar local. Pensar globalmente,
movimiento de expansión, a eso lo llamamos el contexto, sin contexto, ningún
texto es válido. Todos los textos son válidos porque hay un código para leerlos y el
código para leerlos sale del contexto y el contexto se llama visión global, regresar
al contexto, ¿dónde estoy?, ¿en qué contexto me muevo en la relación? Si tú no te
pones en el contexto de la relación, te vas a relacionar de memoria. Cada quien
exige que individualices tu relación con él. Él es único y tú no te puedes relacionar
con una persona como te relacionas con los otros. Tú tienes cuatro hijos y no los
puedes tratar de la misma manera, eso sería lo más injusto del mundo. Cada uno
de ellos es un contexto y un universo diferente y tú tienes que aprender a entrar en
la magia de ese contexto. Cuando rescates la individualidad y la irrepetibilidad de
cada relación humana entonces estás naciendo a una genuina relación. Entramos
en el contexto cuando podemos mirar a lo lejos, cuando podemos quitar los ojos del
suelo, cuando podemos inspirar y podemos reposar. Sin el reposo, sin la
inspiración, sin la visión del paisaje, y ese es un ejercicio, es imposible entrar en el
contexto. Si te sitúas mirando por la carretera de Sitges, aquí alrededor del mar,
esa es exactamente igual a las de Colombia, a las de Barcelona, a las de París. Y
frecuentemente vamos por todos los sitios del mundo mirando al suelo, es decir,
mirando los almacenes y lo concreto, aquí hay los mismos almacenes que hay en
Barcelona y los que hay en Ruanda y en todas partes del mundo, una sociedad
consumista tiene almacenes más o menos del mismo tipo. Pero si yo me doy la
oportunidad de hacer un paseo, dejándome llevar, sin pensar en nada más, a la
orilla de la playa, entonces yo voy a entrar en el contexto de lo que es Sitges y
entonces las calles y los apartamentos y las gentes y las otras cosas me van a
parecer distintos porque ya le he dado un marco al paisaje. Entonces, ¿cuál es el
marco del paisaje de mi acción? Esa es una pregunta bien importante. ¿Dónde la
enmarco?, ¿Dónde la encuadro? A las cosas hay que enmarcarlas y encuadrarlas
para darle un fondo y una perspectiva. Ninguna imagen tiene un sentido sino tiene
un paisaje de fondo, es una imagen muerta sin un paisaje de fondo. La visión
puntual es la visión de las formas que se delinean. La visión global es una visión de
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Jorge pregunta: alguien dice: es difícil de explicar, sentí que el ojo izquierdo
me acogía más pero que los dos me acogían. Me sentí como una cámara
fotográfica, descubrí mi propia lente. A ver mujer, ¿tú qué sentiste? Yo sigo
sintiendo mucha emoción, mucho amor, es que es un sentimiento Jorge, mucho
calor, mucha sensibilidad, todo esto he sentido. Yo no he visto nada, yo solo he
sentido. Sí, es muy bello, porque yo veo que ella llora, se conmueve, se pone roja,
experimenta calor. Se trata de sentir. Muchos trataron de ver, porque uno cree que
mirar es tratar de mirar a ver que se ve, a ver si de pronto aparecen colorcitos o el
aura. El ejercicio es de sentir, porque nosotros miramos y no vemos, no nos
permitirnos sentir, no miramos con el corazón. Y cuando realmente miramos con el
corazón, empezamos a comprender cosas en la vida cotidiana, que es que nosotros
no miramos a la gente, no vemos la gente, nosotros vemos los ojos, vemos las
formas pero pasamos desapercibido el dolor del alma, el alma del otro, su luz, su
alegría. Hay tantas cosas en el lenguaje de la gente, tantas cosas en el lenguaje de
nuestros ojos, que si solamente recuperáramos ese código de comunicación, que si
solamente nos decidiéramos a acariciar con los ojos, decirle al otro, “mis ojos no te
ven, mis ojos te acarician, mis ojos te acogen, mis ojos son la puerta de entrada
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para que tú puedas llegar a mi corazón”, nos estaríamos sanando. Hagamos esa
experiencia de sanación con nosotros mismos, si es difícil ver al otro así, una de las
cosas más difíciles es mirarse al espejo. Cuando ustedes se miran al espejo, se
están peinando, se están pintando, cualquier cosa pero realmente, eluden el verse.
Si se quedaran tres minutos mirándose fijo a los ojos, experimentarían una
cantidad de sentimientos, frecuentemente, son sentimientos de extrañeza, por
ejemplo. A veces es un sentimiento de miedo, nunca nos hemos mirado, nunca
hemos estado con nosotros. En ocasiones es un sentimiento de disociación, ustedes
sienten que ese que hay ahí no son ustedes. Un sentimiento de extrañeza, como de
encuentro con un ser que ustedes no conocían. También un sentimiento en el que
los dos ojos están tan disociados, que ustedes automáticamente se refugian en uno
y no quieren mirar al otro. Ese es un símbolo bien hermoso para que ustedes se
vayan reconociendo. Aceptarse no es conocerse, es reconocerse, porque el alma ya
nos conoce. El alma sabe quienes somos nosotros, el alma no tiene pasado ni
futuro, es un presente permanente. El alma tiene todas las perspectivas de la vida.
Así que de lo que se trata es de reconocernos, de volver a conocer ese ser que
somos y que el alma conoce, utilizando los ojos. Los ojos son realmente el espejo
del alma, son también el espejo del cuerpo, el punto de síntesis. Y algo de verdad
milagroso sucede cuando más allá del mirar podemos ver.
Sanar la Vida IV
efecto, que llamamos la ley del karma. Y dentro de esa ley del karma empezamos a
reconocer una cosa bien clara, todas las acciones provocan sensaciones, yo hago
algo y eso me provoca una sensación. Si la sensación es placentera y vamos a
hablar un poquito del placer, entonces eso crea un deseo y una memoria, y esa
memoria genera la necesidad de repetir la acción. Y así, entre acción memoria,
deseo acción, nosotros nos estamos repitiendo, nos estamos reiterando. Así
tenemos costumbres, luego esas costumbres se vuelven hábitos, luego esos hábitos
se vuelven ritmos que se inscriben en el cuerpo y están determinando todos tus
ritmos corporales, es así como vamos esculpiendo el cuerpo. Lo estamos
esculpiendo a través de nuestros hábitos y nuestros hábitos son la manera como el
pasado y el futuro se van encadenando de una manera cíclica y repetitiva. Pero
cuando lo miramos en otra perspectiva vemos que ese no es un asunto solamente
humano, es un asunto de la evolución de la conciencia. Yo miro una metástasis, un
cáncer se repite, todo da metástasis, no solo lo negativo: los buenos sentimientos
dan metástasis, te invaden, porque todo se multiplica, eso son fractales. Todas
aquellas cosas que constituyen un patrón de organización auto entretenido tienen
tendencia a multiplicarse. Las leyes de la naturaleza responden a los fractales, son
como los hábitos de la naturaleza. Algunos llaman a las leyes físicas, hábitos de la
naturaleza, cosas que se repiten de una manera constante. Eso quiere decir que
todo aquello que siembres desde tu deseo, va a generar una cosecha. Eso quiere
decir que siempre que siembras vientos, cosechas tempestades. Eso quiere decir
que lo que han sembrado en tu corazón lo vas a sembrar en tus hijos y en los hijos
de los hijos por generaciones. Y eso que hay cosas que para nosotros son
incomprensibles, como que por ejemplo tú tengas un padre alcohólico y termines
casándote con un adicto. ¿Qué hay detrás de eso?, por qué estás repitiendo esos
mismos patrones y esos mismo patrones se repiten a lo largo de familias, o sea, las
metástasis no son cosas que corresponden a una unidad celular y a un cáncer que
se multiplica en el seno del individuo, sino que son sociales, son generacionales,
son transgeneracionales, porque hay una ley de causa y efecto. Esa ley de causa y
efecto nos lleva a ser muy cuidadosos de nuestra siembra, porque todo aquello que
sembremos va a germinar, va a germinar en nuestras emociones, en nuestros
pensamientos, pero también va a florecer desde el genoma y desde los núcleos
atómicos. Todas nuestras emociones están ancladas a los núcleos celulares. Cuando
yo tengo una emoción libero una molécula y esa molécula se ancla a un receptor
que está en la membrana celular. Ese receptor cambia químicamente y dispara una
señal hasta el núcleo de la célula y desde el núcleo de la célula, inhibe o despierta
un gen. Obviamente que el cáncer no es algo que viene de afuera, hay inductores o
hay promotores externos pero todos nosotros tenemos oncogenes, son genes de
cáncer, eso depende del contexto. Y ese contexto es, el ritmo de tu vida, lo que tú
hagas con tu vida, tus memorias, las cosas que se repiten. Una cosa que tú haces
una sola vez no tiene sentido pero lo que haces repetidamente, lo que hace parte
de tus hábitos determina tu destino. Si volvemos a leer nuestra historia con otros
ojos, es decir, con otra visión del mundo ya no es la misma historia, adquiere otro
significado. Cuando nuestra historia adquiere otro significado nosotros cambiamos
de historia y al cambiar la historia cambiamos la vida, cambiamos el presente.
Entrar en el paradigma de la causalidad es entender desde la conciencia algo
milagroso: la historia no ha pasado, no es cierto. Esos cuentos de que el pasado ya
pasó no son ciertos, el pasado está vivo, inscrito en tu corazón, en tus núcleos
atómicos, en cada una de tus células, no lo puedes negar. Y eso seria terrible si
sólo llegáramos hasta ahí, pero sigue la ecuación: no lo puedes negar pero lo
puedes transformar, lo puedes cambiar. Si cambias el código de lectura y cambias
el significado de tu historia, si lo lees no desde los ojos del catastrofismo sino desde
los de la oportunidad; si ves en la crisis una esperanza, una lección, una
transmutación, algo que te permite crecer y cambiar, entonces ya no hay catástrofe
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suficiente para derrumbarte porque todo lo vas a leer en ese código. Cambiar
entonces la lectura de la historia es aprender a leer la historia desde el presente,
desde el momento actual, y aprender su lección. La historia es grave cuando nos
quedamos congelados en el pasado, pero es leve cuando la traemos al presente. Lo
grave de la historia produce culpa, la culpa produce juicio, el juicio produce un
chivo expiatorio, el chivo expiatorio produce una relación humana crítica. Si mi
código de lectura es el código de la víctima yo estoy congelado en el pasado. La
historia de la Biblia de las estatuas de sal es literalmente cierta. Cuando tú te
congelas en el pasado te vuelves una estatua de sal. Hemos de mirar al pasado
para proyectarlo al porvenir a través del presente, aprendiendo su significado. En el
presente significativo yo transmuto la gravedad en levedad. Transmutar la
gravedad en la levedad es aprender la lección. Y aprender la lección significa que
en lugar de irme con el maestro al hombro y los pupitres al hombro y los libros al
hombro, me voy con la lección aprendida del colegio. ¿Uds. se imaginan que uno
saliera con el pupitre del Bachillerato a cuestas al pasar a la Universidad? Pues
literalmente es lo que hacemos en la vida: andamos con el pasado al hombro. El
pasado ha sido maravilloso y si ha sido crítico es aún más maravilloso, porque es el
sparring que te puso la vida, es la oportunidad que tuviste para aprender, para
fortalecerte. Cada suceso es una lección. En la perspectiva de una historia
significativa no existen éxitos, no existen fracasos; no existen profesores buenos o
malos, no existen tiranos, no existen padres ni buenos ni malos, existen solo
maestros. En la vida no hay sino maestros y lecciones, y estamos condenados a
repetir las lecciones que no aprendemos. Por eso vivimos el mismo conflicto raíz
desde muchas dimensiones: lo vivimos con el papá, luego lo vivimos con el esposo
y luego condenamos a los hijos a que sigan repitiendo ese tipo de conflictos hasta
que el código del victimismo se termina. Y simplemente se termina al hacernos una
pregunta: ¿en este momento yo soy víctima de..., o me siento víctima de...?;
¿cuando me siento víctima de?, cuando pierdo el poder interior, cuando pierdo la
seguridad interior. Ese es el código de lectura: me siento víctima cuando desarrollo
una relación de dependencia de cualquier tipo, cuando mi relación no conduce a
una mayor libertad. A veces nos decimos mentiras y nos justificamos, pero si eso te
lleva a la dependencia estás en el código de lectura de la víctima y estás congelado
en el pasado. ¿Esta relación me produce dependencia e inseguridad, me genera
posesividad o me libera y te libera?, porque si te libera, la liberación es mutua.
¿Esta relación es una relación de reciprocidad?, existe reciprocidad cuando yo
desde el presente me voy hacia el pasado pero me devuelvo hacia el presente, es
decir, hago la flecha del tiempo en dos direcciones. La flecha del tiempo va del
presente al pasado y del pasado al presente cuando nace el observador consciente.
Pero si la flecha del tiempo no tiene sino una dirección en términos de conciencia
del pasado al futuro, el pasado se queda congelado y yo ya no tengo nada que
hacer, estoy perdido. Si yo puedo regresar al pasado para cambiar el significado
entonces vuelvo a conquistar el poder. Y regresar al pasado es liberar la víctima y
liberar la víctima es liberar la culpa y liberar la culpa es liberar al que estoy
culpabilizando, al chivo expiatorio. Y hacer todas esas liberaciones es construir
relaciones para la libertad. El aprendizaje de esa visión del mundo es entonces que
la historia no son hechos muertos. A mi no me importa si Simón Bolívar nació en
Caracas o murió en Santa Marta, a mi me importa cómo vivió; importa dónde se
vive, no dónde se nace o dónde se muere. Y ese dónde se vive debe traducirse en
términos del cómo se vive, qué tan intensamente se vive, cuál es el colorido de tu
vida, cuál es el colorido de nuestra vida. Cuando uds. miran hacia el pasado
encuentran muchos baches, tiempos muertos y realmente son tiempos muertos,
tiempos sin memoria, tiempos sin historia en los cuales uds. pasaron
desapercibidos por la vida, sin generar huellas exteriores, sin dejar huellas
interiores. Y de pronto se encuentran momentos claves, nodales, puntos mágicos.
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Generalmente puntos muy dolorosos. Uds. ven cómo el dolor genera huellas
intensas en nuestro cuerpo, en nuestra historia. Esos puntos dolorosos son puntos
de crisis, esos puntos de crisis son puntos caóticos, puntos de transformación, de
cambio, de oportunidades, vórtices de emergencia, puntos de máxima sensibilidad.
Los tiempos de máxima sensibilidad fueron los puntos de máxima oportunidad; en
esos instantes recibíamos la lección sagrada de nuestra humanidad. Por eso la crisis
de sensibilidad representa siempre una oportunidad única y feliz para aprender a
ser lo que realmente somos.
Sanar la Vida V
reconocer que el tiempo tiene una dimensión vertical. En ese paradigma causa-
efecto veíamos cómo el tiempo estaba acostado, la corriente de la vida nos llevaba
del pasado hacia el futuro. Pero hubo momentos de anclaje en que el tiempo se
vuelve intenso, ese tiempo se volvió vertical, ese es el tiempo de la conciencia. Es
un tiempo profundo, un tiempo interior, un tiempo que se ancla en el corazón,
mucho más intenso que extenso. No es el tiempo del dolor sino el tiempo de la
vida, de la intensidad y cuando entran en ese tiempo de la intensidad están
aprendiendo lecciones desde la totalidad, no desde el intelecto. Para el intelecto: el
tiempo es horizontal, para el sentir: el código de lectura es total, el tiempo es
vertical, te toca todo, te toca la piel, toca tu manera de ver el mundo, toca tu
corazón, toca tu fisiología, te transforma, te hace humilde si eras duro, te fractura
la vida pero te hace tomar conciencia de ti. Ese es el tiempo en que te caes del
caballo, mientras vayas montado en el caballo no vas a poder aterrizar a lo que tu
eres, te confundes con el caballo. El lío del hombre es que en la historia se ha
confundido con el caballo: el caballo son sus emociones, son los placeres, es la
fuerza, el motivo, aquello que le da a la vida intensidad, pero nosotros no somos el
caballo, el caballo apenas es nuestro instrumento. Cuando vivíamos en el tiempo de
la historia, en el tiempo horizontal, nosotros consagrábamos la vida al caballo, pero
cuando nos caemos del caballo entonces somos nosotros. Y obviamente no
podemos dejar escapar el caballo, es necesario, sino no llegamos a ninguna parte.
Pero ya sabemos que el caballo es nuestro instrumento, es nuestro amigo, es
nuestro hermano. Frecuentemente después de la caída del caballo surge la
mentalidad formística y hacemos una regresión al pasado. Entonces nos volvemos
tiranos y le damos garrote al caballo. Y mientras más garrote le damos al caballo,
más se enoja y más se nos desboca y más nos tumba. Entonces empezamos a
reprimir a Eros, a reprimir las emociones, empezamos a atacar al mundo, al
demonio y a la carne. Empezamos a disociar el mundo de Eros y el cielo. En todas
las Cosmovisiones antiguas, los demonios y los dioses estaban en el mismo templo
y era un sendero de ascenso. Y realmente Lucifer, el demonio, aquello que veíamos
en la sombra también era una chispa de Dios, era su otra polaridad. Y en todas
esas cosmovisiones era imposible reconocer la luz, sin reconocer la sombra. Pero
nosotros nos caímos un día del caballo, negamos nuestros impulsos, nuestros
instintos, nuestra fuerza, la sombra y nos inventamos religiosidades, no religiones,
sino religiosidades para reprimirnos. Y obviamente mientras más escuálido el
caballo mucho menos fácilmente vamos a llegar al objetivo. Buena parte de nuestra
cultura es la de un caballo desnutrido: negamos la emoción, negamos el placer,
negamos el código del sentir, embotamos los sentidos o los desnutrimos de tal
manera que negamos nuestra sexualidad, congelamos nuestra pelvis, congelamos
las caricias en nuestra piel, tuvimos vergüenza de nuestro cuerpo, salimos del
paraíso del sentir, nos pusimos una hoja de parra pero esa hoja de parra no está en
los genitales sino en todo el cuerpo y en todos los sentidos y nos impedimos
percibir la luz del sol, la luz de la vida, cerramos los ojos y entonces vamos ahí
como víctimas porque el caballo nos tumbó. Pero llega el día en que el hombre
aprende a ser amigo del caballo y surge el centauro. Pero un día el hombre aprende
a liberarse del caballo y surge Pegaso, el caballo alado y surge Sagitario. Y entiende
que el caballo es la flecha, la dirección de su vida que puede apuntar en torno de
una meta. Y más allá, un día el hombre dispara su flecha y encuentra su propio
corazón y da en el blanco de su propio corazón, ese día él regresa desde ese
zodiaco, de ese símbolo de la historia para descubrir que las causalidades son
circulares: toda flecha que yo lanzo se devuelve. Y empieza a descubrir
simbólicamente que todo regresa a su punto de partida porque la Tierra es
redonda, porque la conciencia es redonda y empieza a descubrir el sendero de la
espiral: todo regresa pero en una dimensión superior cuando hemos aprendido la
lección, cuando hemos aprendido el significado. Así empezamos a regresar al
25
mundo de las causas para cambiar las causas. Al mundo del karma para cambiar el
karma, estamos aquí para cambiar el karma no para seguir repitiéndolo. Y
cambiamos el karma cuando somos conscientes de los significados y cuando
aprendemos lecciones. Y cuando aprendemos lecciones obviamente no nos
condenan a repetir el mismo año, ya aprendimos la lección y entonces nos
promueven al año siguiente. No quiere decir que cuando terminamos una lección
llegamos a la meta, no, llegamos a otro punto de partida que nos señala un
sendero mas amplio, un mundo más abierto. Llegamos a un portal mayor, a una
más amplia visión y por ende a una mucho mayor responsabilidad. No se nos
acaban las responsabilidades, crecen tus responsabilidades porque eres mucho más
inclusivo, más incluyente. Así que cuando tú eres el maestro de tu historia y no el
que lleva al hombro la historia, no el que está sufriendo la historia, cuando te
sensibilizas a la historia y empiezas a mirarla atrás ves que lo que en su momento
fue una catástrofe era lo mejor que te podía pasar. Y como nosotros no tenemos la
perspectiva global nos quejamos, pero resulta que cuando tú te fracturas el pie tal
vez te están evitando con la fractura del pie una fractura de la columna cervical, y
te están protegiendo. Alguna vez yo tuve una paciente que quería tener hijos,
estuvo nueve años haciendo lo posible y lo imposible, con inseminaciones, con
todos los métodos para tener hijos. Al fin de cuentas, después de un método
“bioenergético”, pero uno no sabe porque hay tantas variables que pueden incidir
en esto, simplemente porque estaba maduro su karma para tener el hijo, engendró
un hijo, fue maravilloso, lo tuvo, hasta los nueve meses un niño lleno de salud y a
los nueve meses ese niño hizo una displasia sanguínea, una enfermedad del
sistema hemático que en dos, tres meses se llevó al niño. Ella me decía llorando, yo
aprendí la lección, pero fue muy duro aprenderla. Porque yo me sentía muy infeliz
de no ser madre y ahora me siento terriblemente infeliz de haber podido ser madre,
porque es peor el dolor de este hijo que perdí después de luchar nueve años. Así
que nosotros no tenemos todo el contexto y como no tenemos todo el contexto nos
rebelamos y al rebelarnos negamos el significado de nuestra historia y no
aprendemos la lección. La lección es que tú no puedes estar sino donde estás.
Porque si tú no das el paso donde estás no puedes llegar a ninguna parte. El ahora
y el aquí son el único lugar y el único tiempo que existe, la única oportunidad desde
el punto de vista de la conciencia. Si te pierdes esa oportunidad no te pueden dar
otra. Aquí viene el problema de la aceptación: aceptarse es aceptar el significado
de las cosas pero en presente. Es que si nosotros no aceptamos lo que somos ahora
y aquí no podemos evolucionar. Es que si nosotros tenemos la conciencia en el
deber ser o en el debería ser, no evolucionamos. En síntesis: si nosotros no
queremos lo que tenemos no podemos tener lo que queremos. Esa es una frase
que puede ser un hilo conductor para la ley de la causalidad y acceder al proceso
del karma: Uds. modifican su karma, modifican su historia, modifican la ley de la
causalidad cuando toman posesión de su instrumento. Es decir, cuando aprenden la
lección que tienen que aprender en un momento y en un lugar. Lo que en otros
términos quiere decir, cuando quieren lo que tienen. Porque si no quieren lo que
tienen entonces al tener lo que quieren realmente lo que van a generar es un
obstáculo para la evolución, un lastre. Mientras más tengan lo que quieren sin
querer lo que tienen, más obstáculos van a tener a su evolución. Así que yo puedo
querer todas las posesiones del mundo, pero lo que necesito para llenar el vacío en
mi corazón no es poder, ni posesiones, ni mas carros, desafortunadamente
andamos dormidos y como tenemos una sensación inmensa de vacío, entonces
tenemos un vacío en el plexo solar y comemos y comemos; o conseguimos y
conseguimos; o estudiamos y estudiamos. Pero ese vacío no se llena con
conocimientos porque ese es un vacío de sentido y el vacío de sentido se llena con
una vida significativa. El vacío de sentidos se llena con significados, no se llena con
ninguna otra cosa, ni siquiera los ojos de la amada te pueden llenar un vacío de
26
hacemos, dedicándole unos diez minutos. Y luego obviamente Uds. lo van a anotar
y lo van a seguir repitiendo en la casa. Siempre que tengan un conflicto
pregúntense de dónde viene, de dónde traigo esta carga, de dónde traigo este
código, cómo puedo cambiarlo, ahora, en este momento. Siempre que el espejo de
la relación en la vida los confronte ante una persona o ante un hecho entiendan que
frecuentemente el conflicto no nace de afuera sino es su manera de percibir las
cosas. Y esa manera de percibir las cosas es aprendida, es un condicionamiento.
Encontrar de dónde partió ese condicionamiento es encontrar la piel sensible de la
historia. Los puntos críticos o de crisis son las ventanas del alma: el alma se
expresa a través de la crisis. Entonces al hacer el ejercicio cerramos los ojos,
estamos un ratico en esas circunstancias, las recorremos desde el sentir, no desde
el intelecto. Sentimos nuestra historia, pasamos por nuestras edades y luego de
unos minutos vamos anotando. Vamos a ver cómo lo sentimos antes, cómo lo
sentimos ahora y qué significado podemos sacar de todo esto. Diez minutos. Los
que sintieron alguna diferencia en los hechos que se vivieron, en la historia, y los
que se sienten en este momento levanten la mano. ¿Quiénes percibieron alguna
diferencia?, son muchos. Allí donde hay una diferencia estamos creciendo, estamos
evolucionando, esos son hechos que no se quedaron congelados, son hechos que
han ido rescatando su significado, que han sido reinterpretados en el código de la
vida. Aquellos hechos que se siguen viviendo hoy de la misma manera, por ejemplo
si yo te pregunto por tu madre que se murió e inmediatamente se te encharcan los
ojos, haces un rictus de amargura y vuelves a vivir esa herida como si tu madre se
estaba acabando de morir, yo sé que ese es un hecho congelado en tu vida, que es
un hecho del que no aprendiste el significado, que es un hecho al que no te has
adaptado, del que no has aprendido la lección. Y ahí tenemos que cambiar el
significado de la historia porque si no vas a seguir leyendo la vida desde tu herida.
Es como una espina, vamos cojos por la vida. De pronto alguien vivió una espina
dolorosamente y se la sacó, o ya hizo un granuloma de cuerpo extraño, y ahora se
acuerda del dolor pero ya no le importa: aprendió que no podía caminar sobre las
espinas. Pero hay otro que tiene una espina y se la cuida y se pone esparadrapos y
no permite que se la toquen y toma analgésicos pero cuida su espina, cuida su
dolor cuidadosamente todos los días, entonces se queja porque va coja por la vida.
Obviamente si tienes una espina en el pie y la estás cuidando tienes que cojear.
Pero no cojeas ya frente a tu madre, frente al dolor o el recuerdo de tu madre sino
que cojeas frente a tu maternidad, cojeas frente a tu hijo, cojeas frente a la muerte
de la vecina. Cojeas en todas aquellas cosas que te aproximen a la muerte, vives
con terror de la muerte, es decir, que has hipotecado tu vida. Muchos de nosotros
tenemos una hipoteca en el pasado que no somos capaces de pagar. Hemos
hipotecado nuestra vida y el precio que pagamos por esa hipoteca es la vida
misma. No nos damos cuenta. Esa es la imperiosa necesidad de descongelar en el
pasado, desde el código del sentir. Porque si lo haces desde el código intelectual lo
único que pones es otra curita, otro analgésico, u otro anestésico. A veces
entendemos pero no comprendemos. La diferencia entre entender y saber está en
el sentir. Mucha gente entiende pero no sabe porque no vive, porque no siente. Si
tú entiendes y no sientes, no has comprendido. Entonces no sabes. Dar
significatividad es sentirlo, no sólo entenderlo sino sentirlo, porque cuando lo
sientes lo bajas de la cabeza al corazón, lo anclas en tu corazón. Entonces vamos a
hacer una caricatura, algunos de nosotros hacemos eso al comienzo. Se fueron al
pasado como se va uno a la cacería de un ratón, ¿no?, se fueron con una escoba en
la mano, prendieron todas las luces, ¿si?, están alerta desde el intelecto a ver
donde salta el ratón. Obviamente los ratones se escondieron, la mayoría de los
ratones se escondieron porque ellos no son bobos, ¿no? Ellos se van a su cueva,
esperan que esté oscuro, que esté oscuro en su conciencia, que Uds. no se
defiendan, que el ego no esté alerta y en observación crítica y entonces por la
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noche, cuando Uds. no se dan cuenta, salen y los muerden, eso es lo que nos pasa
en la vida. ¿Por qué hacemos lo que no queremos hacer? ¿Por qué nos dejamos
arrastrar de nuestros impulsos? Simplemente porque hemos fortalecido los
impulsos al reprimirlos. Entonces los reprimimos y generamos un aumento de la
presión de esos impulsos hasta que se desbordan y viene un desbordamiento de la
represa y literalmente nos posee, literalmente nos arrastra. Y el problema de pelear
con la bestia es que siempre llevamos perdida la batalla. Esa es la historia de una
falsa religiosidad, es la historia de creer que soy superman contra el mal, contra los
impulsos y los sentimientos, es por eso que tenemos adicciones, por eso hay tanto
dolor en las relaciones humanas, porque hacemos lo que no queremos hacer, desde
la conciencia. Y hacemos lo que no queremos hacer, nos dejamos poseer de los
impulsos porque esos impulsos están profundamente reprimidos. Yo les pongo un
ejemplo y así lo vamos entendiendo: hay una entidad en la clínica conocida como
hipertensión arterial maligna, son presiones arteriales elevadísimas, muy difíciles de
controlar que a veces no ceden a los antihipertensivos más poderosos, que
inclusive frecuentemente generan insuficiencia renal e insuficiencia cardíaca. Es
algo que atañe a la vida, al pronóstico de la calidad de la vida. Cuando analizamos
desde el punto de vista de la investigación, estos pacientes tienen una cosa muy
particular y aparentemente paradójica, es que si Uds. los ofenden ellos dicen que
no se sienten ofendidos. Es que cuando Uds. los llevan a un laboratorio y empiezan
a chuzarlos y obviamente hacer que les duela, a diferencia de todos los pacientes
que uno chuza que protestan, ellos no sólo no protestan sino que se les eleva
ligeramente la presión arterial y de sobremesa dicen desafiantes que no les dolió.
Eso hacemos frecuentemente en la vida, desafiamos: No me duele, no, a mí no me
duele. Pero te duelen tus arterias, te duele en el endotelio vascular, se te sube la
presión, destroza tu corazón, destroza tu riñón y tú crees que no te duele, tú crees
que no te pasó nada. Creemos que no nos duele por la capacidad de reprimir que
tenemos. Y sin embargo arrastramos dolores muy agudos desde la primera
infancia, desde dolores o traumas que vienen desde el parto, dolores que se
remontan al tiempo en que estabas en el vientre de tu madre, que se retrotraen a
la tristeza, o el resentimiento, o el rechazo que tu madre sintió mientras te tenia en
el vientre. Dolores que datan desde los primeros encuentros entre papá y mamá
que tú no pudiste controlar, desde la violación, el abuso sexual. Alrededor del
sesenta, sesenta y cinco por ciento de las mujeres americanas adultas sufrieron
abuso en la infancia. Es decir, que el abuso no es la excepción, el abuso es la regla.
Muchos de nosotros no aprendimos la lección dolorosa del abuso y desarrollamos
un mecanismo que realmente es un mecanismo de cambiar de personalidad.
Cambiamos de personalidad, es decir, este problema no existe, nos negamos el
problema, enterramos el problema, lo reprimimos profundamente, pero ese
problema está en nuestros intestinos, en nuestro sistema vascular, está vivo.
Mientras más grande nuestra capacidad de reprimir y de sublimar y de entender
intelectualmente, mucho más grande es la posibilidad de ejercer un daño sobre la
presión arterial o sobre otros órganos. Entonces encontramos muchos dolores del
alma profundamente reprimidos que no nos permiten rescatar el significado del
pasado y aprender la lección. Cuando uno ve la historia del abuso de niños, se
encuentra dos tipos de historia diferente: unos que siguen cargando el cuento toda
la vida y ni siquiera se dan cuenta de que lo están cargando y otros que no solo lo
redimieron sino que se volvieron las mejores personas, se volvieron servidores del
mundo, personas capaces de una compasión infinita. Entre la gente más compasiva
y más generosa del planeta hay grandes traumas humanos, la diferencia no es el
trauma, la diferencia es la capacidad de aprender la lección. Uds. me preguntarán,
bueno, y entonces cómo hacemos para regresar a la historia, para regresar al
pasado, para resolver eso. Porque no tienen que esperar a que aparezca un
psicoanalista, o un jungiano, o un mago que les resuelva el problema. Eso es seguir
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cayendo en el círculo vicioso de la dependencia: creer que haya una sola persona
que desde afuera pueda resolver ese tipo de situación. Realmente el terapeuta es
un catalizador, pero si tú no te asumes, si no lo asumes, si no tomas el rol de ser tu
propio psicólogo, tu propio médico, tu propio psiquiatra; si no te desplazas hacia la
tensegridad que es el núcleo de ese esquema que tenemos allá, (dibujo) hacia la
autogestión, estás perdido, porque has desplazado una dependencia y la has
cambiado por otra. Cambiaste la dependencia del padre o de la madre o de Dios o
de la religión, por el psicoterapeuta jungiano o el psicoanalista o el de la nueva era
o el de la antigua, de todas maneras es una nueva forma de dependencia y
estamos aquí para liberarnos. Ahora la propuesta es cómo liberarnos. Ahí nos
introducimos en un territorio sensible que es el territorio del alma, y el territorio del
alma es el territorio de la psicología. Ese territorio de la psicología es el de todas las
escuelas de psicología. Y podemos ver cómo las escuelas de psicología, han ido
creando diferentes territorios de la conciencia en el hombre. Para la escuela
Reichiana, para la bioenergética de Reich, en general Ud. es el cuerpo, es decir,
que todo lo que Ud. piensa, hace, dice, sobretodo siente, está inscrito en la coraza
neuromuscular. Y ahí lo podríamos encontrar. De hecho se puede hacer un masaje
y liberar una tensión, una angustia, una ansiedad. Ahora abrazaba a alguien muy
querido aquí y yo sentía que su diafragma convulsionaba, es decir, que el abrazo le
mueve en el seno del cuerpo algo reprimido en el plexo solar que busca
espasmódicamente salir hacia su corazón para darle significado. De pronto
encontramos dentro de esa teoría de Wilheim Reich, de Lowen, de Pierracos de
todos los maestros de la bioenergética que podemos entender cosas como que a
alguien se le haga un masaje, empiece a llorar y se le quite un sarcoma. En la
historia de la medicina hay casos bien particulares, yo en este momento recuerdo
que alguien estaba haciendo alguna vez una terapia de rolfing, haciendo masajes
profundos, y esta persona a la que le estaba haciendo rolfing empezó a dar un grito
de dolor desesperado y con el dolor se acuerda de un evento: de pequeño estaba
en misa, se cayó un muro, le cayó sobre la tibia, la fracturó pero él no se atrevió a
decir esta boca es mía en ese momento porque estaba en un recinto sagrado. Pues
bien, ese grito congelado ocasionó una degeneración celular y un sarcoma, esta
persona lo que tenia era un sarcoma óseo, una entidad maligna y lo especial es que
cuando él regresó y vivió esa circunstancia y gritó como debería haber gritado
entonces y liberó esa energía, el sarcoma desapareció. Así que cuando nosotros
regresamos y vivimos de nuevo, dándole un significado a aquello que dejamos
congelado, generamos la más poderosa de las revoluciones en la vida, Uds. no
saben la energía atómica que es un sentimiento reprimido. Pero si con un
sentimiento cambiamos la historia, si con un sentimiento de ira y de venganza
contra los españoles y contra el oprobio, se produce la independencia de países
enteros y se derrama sangre. ¿Uds. saben lo que es un sentimiento de estos
reverberando al interior?, incidiendo sobre los neurotransmisores, sobre los
neuropéptidos, sobre las moléculas maestras de las emociones, sobre los núcleos
celulares: eso es pavoroso. Así que empezamos a entender la importancia de
regresar a estos puntos nodales porque la conciencia es quántica, tiene puntos de
cruce o puntos nodales que están determinando toda nuestra historia y la calidad
de la vida y si volvemos a esos puntos críticos o de cruce o puntos nodales y
volvemos a vivir desde el sentir, transformando el significado empezamos a
aprender la lección. Aprender la lección es sanarse, y aprender es vivir, porque la
vida no es sino un proceso de aprendizaje. Yo lo llamo “aprender”, en el sentido
también de “encender”: la vida es una invitación: “vamos a prender un fuego
interior”, prendemos ese fuego cuando desde el código total del sentir aprendemos
el significado de los eventos. Pues bien, retomemos a Lowen y Pierracos y toda la
psicología envuelta en la frontera del cuerpo, y en los anillos caracterológicos.
Vamos a ver un poquito esos anillos, y cómo los manejamos ya que ahí quedan
30
Sanar la Vida VI
Son importantes los silencios de los que nacen las palabras. Si esos silencios
son conscientes y significativos, si en esos silencios tú te oyes, tú te puedes
escuchar, entonces puedes dialogar con el mundo. Hay una paradoja
neurofisiológica que es importante, todo esto tiene sus coordenadas, sus
correspondencias en el plano del cuerpo, y es que es imposible hablar si no te
puedes escuchar, esa es la razón por la cual los sordos son mudos, son sordo-
mudos, no son mudos-sordos sino sordo-mudos. Como no pueden escuchar no
pueden hablar, porque el lenguaje no es un asunto de las cuerdas vocales; es un
asunto de que te escuchas y cuando tú no te escuchas titubeas y vas inseguro por
la vida. El titubeo es lo que le sucede al tartamudo, Y nosotros somos tartamudos,
aunque hablemos de corrido somos tartamudos. Tartamudeamos cuando no nos
escuchamos porque todas nuestras acciones están vinculadas a nuestra capacidad
de escucha. Si escuchamos, nuestras acciones son sólidas, están ancladas en
nuestro interior, tienen fuerza, son intensas, si no escuchamos nuestras acciones
son insustanciales, se las lleva el viento. Cuando un tartamudo va ha hablar tiene
un conflicto inter-hemisférico, es decir, el sonido tiene que pasar a un lado y luego
regresar al punto de partida, pero él tiene un desfase de unos cuantos milisegundos
y entonces no alcanza a escucharse a tiempo, por eso él tiene que tartamudear, se
impulsa para poder atraparse, escucharse y despegar. Cuando está nervioso, es
decir cuando menos escucha, cuando más atento está al exterior, entonces mucho
más fácil y agudamente va a tartamudear. Pero esto es cierto respecto de todos los
instantes de la vida en que hemos dejado de escuchar, en que hemos hipotecado el
ser y nos hemos dirigido al exterior, en que hemos desarrollado dependencia. En
ese momento perdemos seguridad, perdemos anclaje interior y ya no podemos
dialogar con el mundo. Dialogar con el mundo es corresponderse, es algo que
siempre es recíproco, pero cuando perdemos reciprocidad ya no nos hemos
escuchado, ya no estamos en el lenguaje de la vida, literalmente estamos de nuevo
muriendo. Así tenemos como el lenguaje, la palabra, el sonido nos vuelve a anclar
al interior y nos introduce más intensamente en el presente.
estás en presente. Si escuchas el mar y las olas a la orilla del mar, en ese momento
ocurre algo trascendental, una alineación; en ese segundo estás en presente y
cuando estás en presente estás ingresando en el tiempo del alma, el tiempo
vertical, el tiempo sin pasado ni futuro, el tiempo de la eternidad. En ese momento
estás haciendo magia, la magia no es un ritual externo, es lo que nosotros hacemos
en la vida cotidiana cuando nos podemos alinear. Entonces tenemos que el
Arquetipo de la Seguridad está hecho de estas dos cosas: yo estoy seguro cuando
estoy en el ahora y aquí, todo lo demás es incierto. Yo estoy seguro cuando acepto
la incertidumbre desde la certidumbre de este momento, porque este momento es
cierto, este momento es existencia pura, este momento es la presencia existencial
del espíritu en mí. Así que cuando yo estoy en presente, ahora y aquí, cuando veo
este lugar y escucho este lugar, cuando entro en el espacio tiempo de este instante
y de este lugar, en ese momento tengo la única seguridad posible porque el
hombre es impermanencia, no sabemos si es primero mañana o la eternidad. De
todas maneras de este lugar y de este segundo yo puedo estar seguro en la
vivencia, la única certidumbre es que el pasado y el futuro se vuelven
incertidumbre, pero esa incertidumbre ya no nos importa en la aventura infinita del
momento porque el instante, el momento, es una aventura cuando lo puedes vivir
así intensamente, cuando puedes escuchar el momento, cuando te puedes escuchar
en el momento. A eso lo llamamos entonces el Arquetipo de la Seguridad y vamos
a empezar a mirar nuestras visiones del mundo. Visiones del Mundo. Tenemos la
visión fundamentalista, pasamos por la visión causal, pasamos en la flecha del
tiempo del pasado al futuro, nos regresamos al tiempo para cambiar el significado
de la historia, pero cuando cambiamos el significado de la historia estamos en
presente y en presente tenemos una visión del mundo que llamamos el control.
Tenemos control de nuestro horizonte, de nuestro enfoque, de nuestra perspectiva
y en presente tenemos también la escucha. ¿Qué ocurre entonces en ese momento,
cuando la flecha del tiempo va en todas las direcciones, hacia delante, hacia atrás y
cruzado por la vertical? Que se forma un vórtice, se forma un punto de cruce, ese
punto de cruce es un punto crucial, es un punto de conciencia, de conciencia de sí y
ese punto de conciencia de sí, me permite que aparezca otra visión del mundo.
Desde acá (sector izquierdo) el mundo tiene muchas perspectivas, muchos tiempos,
muchos espacios, pero todos los tiempos y los espacios de ese mundo son creados
por el observador. Aquí nace el observador, aquí nace el alma, el alma es el
observador en nosotros. Aquí no somos el pensamiento, ni lo pensado sino el
pensador, aquí estamos en el espacio vacío entre los pensamientos que es presente
infinito, es momento, es interior. Aquí estamos en el universo humano, estamos en
el universo de la meditación, no la de meditación como un ritmo, una secuencia,
una escuela, sino como algo ligado a la vida cotidiana, tenemos consciencia de
nosotros, recuperamos el centro. Aquí (sector de la derecha) el mundo es un
mundo externo que se te impone, hay normas, hay leyes que tú sufres o gozas o
entiendes, pero de todas maneras esas leyes son externas a ti. Aquí ese mundo de
pronto te cruza, pero es solamente a través de un vector en lo que llamamos la
causalidad. Pero tú aquí (izquierda) tomas posesión del mundo porque regresas al
centro y eres el observador y el observador sabe que no hay textos sino contextos
y entonces nace el modelo de lectura contextual, el de la relatividad. Todo depende
de los ojos con que lo mires. Todo depende de la posición del observador, todo
depende de la cultura del paciente. El sentido de todo lo que tú ves depende de tu
perspectiva y esa perspectiva es variable. Cuando nosotros entramos en el mundo
de lo contextual entramos en un mundo de amplia banda pasante, de amplia
tolerancia, entramos en el universo de la relatividad. Salimos del universo del
dogma y entendemos que el único dogma es que no pueden existir verdades
absolutas, que la verdad es evolutiva, es móvil, es relativa, es fluida como la vida,
que todo depende del lente con que se mire. Cuando entramos en ese mundo
35
amplia perspectiva, ya subiste a la cima de la montaña pero eso te sirve para volar,
no te puedes quedar ahí soñando en la montaña. Ya subiste a la cima de
Capricornio, pero uno asciende a la cima de Capricornio para bajar con el agua
abundante de la vida y el agua abundante de la vida es anunciar que en el presente
vive la conciencia, en el presente están vivos los procesos. Ahí se está realizando la
síntesis y ocurre algo muy lindo: empieza el mundo de la vida, el mundo de lo
orgánico, el mundo de lo sistémico. Cuando estás en el centro muchos vectores se
cruzan, muchos hilos se cruzan. El centro siempre es un vórtice, el centro siempre
es el ojo del huracán. El centro siempre es un centro caótico desde donde es
posible el surgimiento de algo nuevo, algo que renueva, algo que se crea. El centro
siempre es un centro de creación, es en el centro donde está ocurriendo la
creación. El centro siempre es el centro del universo. El universo no tiene un centro
en el centro de la galaxia, el centro del universo es el corazón de un hombre que
tiene consciencia. En ese momento todos los vectores comunican en el centro de
nuestro corazón. No hay que ir al centro de la galaxia, hay que ir al corazón,
porque ahí está toda la historia de la evolución. El arte de regresar al corazón, de
rescatar el centro es el arte de la síntesis, de la psicosíntesis y ocurre algo muy
especial, es que en el centro el sistema se cierra, y al cerrarse se hace autónomo.
Digamos que ustedes tenían aquí un punto, el punto forma una línea, la línea se
devuelve porque es una flecha de dos direcciones, el tiempo es reversible, ustedes
van al futuro pero se devuelven hacia el pasado y pueden conjugar futuro y pasado
en la causalidad circular en ese punto que llamamos el presente, pero vemos que
ese presente también se desplaza hacia el futuro pero que existe un gran tiempo,
un tiempo vertical entonces hace la onda hacia arriba y se devuelve, pero también
se sumerge en Eros que era lo que estábamos viendo, de tal manera que tenemos
en el centro del observador todos los espacios y todos los tiempos confluyendo, se
forman múltiples vectores o múltiples contextos. Si él ve que la vida cambia según
si la mira hacia el futuro, hacia el pasado, hacia arriba, hacia abajo, hacia la
izquierda o hacia la derecha reconoce quién está anclado en el pasado y no lo
juzga. Le ayuda mirar en otra dirección, a reconocer que también hay un sentido,
que hay una dirección que es la del futuro, no le hace regresiones toda la vida a ver
si por fin va a resolver el problema de si era Cleopatra o el Rey Salomón, sino que
también lo proyecta al futuro, en la dirección del alma. Es decir que hay otras
opciones terapéuticas, que se trata no tanto de proyectar al pasado o al futuro, sino
al centro, a este momento y enseñarle a escuchar, a escucharse, a comprender las
señales de su cuerpo y de su vida.
la identidad cuando el círculo se cierra, mantienes todos sus vectores y aparece una
célula o una persona humana o una galaxia. ¿Por qué tiene Identidad? Porque tiene
una membrana, porque está rodeado de una piel sensible y alrededor de esa piel se
comunica. Desde esa piel sensible dialoga con el universo pero también mantiene
un equilibrio interior, aparece un patrón de organización, a ese patrón de
organización le llamamos un organismo. Un organismo es un sistema complejo.
Entramos en el misterio de los sistemas complejos que para mí es tal vez lo más
apasionante del avance de nuestra ciencia actual, son los sistemas complejos.
Cuando hablamos de terapias sistémicas, nos estamos refiriendo precisamente a lo
que la ciencia denomina los sistemas complejos. Muchas de las terapias familiares,
el eneagrama, las constelaciones familiares, vienen exactamente de esta
concepción sistémica. Pero toda la ciencia de la complejidad, la ciencia del caos, la
ciencia de los fractales, las matemáticas complejas, la consideración de la
existencia de números negativos, todos esos avances que se dan en nuestra visión
del mundo están precisamente anclados aquí, en la concepción sistémica. ¿Qué es
entonces un sistema? Es un territorio en el que interactúan partes armónicas
comunicadas entre sí. En el interior de un sistema surgen la armonía, la resonancia,
el dialogo. Hay un lenguaje, quiere decir que hay compresión, un sistema es una
entidad donde se da la comprensión entre sus elementos. La relación ya no es
simplemente reactiva, ya no reaccionan los unos con los otros, como ocurre en el
universo de la física, hay además un dialogo, un lenguaje, hay comprensión.
Cuando este sistema es un sistema humano, la comprensión desarrolla otra
propiedad, que se llama comprensión amorosa. El lenguaje universal de la
humanidad es la comprensión amorosa, la compresión amorosa permite relaciones
humanas justas y eso es lo que todos vinimos a aprender. Aprender a relacionarnos
desde la justicia, desde la hermandad, desde el equilibrio y la condición de eso es
que haya amor. Miren como vamos tejiendo la red hablamos del mundo de los
sistemas y vamos a ver que los patrones de personalidad son sistemas. Si yo te
trato un aspecto de la personalidad fuera de contexto, fuera de tu centro, fuera del
alma, realmente te estoy creando un desequilibrio, te tengo que tratar en todo tu
contexto. Tengo que reconocer que cada aspecto de la personalidad por “negativo”
que sea es absolutamente necesario para la evolución, que frecuentemente ese
aspecto negativo no resuelto es la mejor oportunidad que tienes para ascender por
la escalera de la vida desde Eros hasta Logos, haciendo la síntesis a nivel del ego.
Tenemos entonces, mirando en otra dimensión, que nosotros tenemos una unidad
nuclear, esa unidad nuclear es el Ser, allí ya somos perfectos, allí ya está toda la
información, allí confluyen todos los vectores de la vida, todas las
subpersonalidades están en esa unidad nuclear. Enseguida, tenemos la Sombra,
todas las tendencias, todos los impulsos, todas aquellas cosas de nosotros que nos
separan de la vida, que niegan esa unidad nuclear está acá. Adentro es la luz, aquí
está la sombra, entre ellas reside la unidad crepuscular de transición donde se
produce todo lo bello de la vida. El arte, los poemas, la música, son producto de
ese claro-oscuro ya que surgen cuando la gente transita desde el mundo de la
sombra hacia el mundo de la luz. En ese tránsito aparecen la aurora y el
crepúsculo, aparece el atardecer o el amanecer de la vida, esos momentos críticos
en que se tiene una percepción tenue de la luz y se ve que el color es el sufrimiento
de la luz interior. Pero aquí (señalando la circunferencia externa) tenemos la
máscara, la apariencia. Entonces si miramos las subpersonalidades veremos que
realmente son un vector que pasa por muchos territorios. En el territorio del ser la
subpersonalidad es una nota esencial para tu música, en el territorio de la sombra
es una distorsión de tu música, pero sigue siendo tu música, y en el territorio de la
máscara es una estrategia adaptativa, un barniz que has puesto para que no se te
vea la sombra. Lo esencial es comprender que cuando te pones ese barniz encima
de la sombra, estás haciendo más lejana la posibilidad de percibir tu luz, porque
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confrontas, te confrontas, las últimas cosas que salen desde la irritación son las
cosas más hondas, son las que realmente no quieres y aquello que no quieres es lo
que más te duele y eso que más te duele es lo que tienes que trabajar. Empezamos
a hacer ese ejercicio, hasta el ridículo no importa somos niños... no hay tiempo
para pensar, es importante esa exigencia continua como en el momento de crisis
porque así emerge todo el ser. Ustedes ven una persona pusilánime que de pronto
en un momento de crisis es capaz de hacer todos los actos heroicos del mundo, es
capaz de salvar a muchas personas, de entrar en un incendio, por ejemplo, y
devolverse y arriesgar su propia vida, porque en ese momento no hay tiempo y
cuando no hay tiempo es el presente, allí está el alma. Ustedes no tienen tiempo de
preparar ni de elaborar ninguna respuesta, ahí la vida no se prepara, ahí la vida se
vive. Y es bien especial, ustedes se han dado cuenta que cuando se aflojan los
tornillos del Ego lo primero que aparece es la sonrisa, a ustedes le dan ganas de
reírse y se ríen ¿no?, pero entre la risa y las lágrimas hay una frontera, un límite
muy sutil, habitualmente los que más se ríen son los que terminan llorando. Así que
si uno continúa el juego llega un momento en que realmente convulsiona el
diafragma y desde lo más obscuro del infierno interior, desde allí donde tenían los
demonios reprimidos, sale eso que “no quieren” y eso que no quieren es lo que ha
generado la máxima resistencia, la máxima intolerancia y es precisamente aquello
que más debemos trabajar. De pronto creemos que es que debemos trabajar la luz
y el amor y las cosas bonitas y nos volvemos tiernos y románticos y entonces eso
se endulza de tal manera que se nos suben las hormigas. Se trata de no endulzarlo
tanto, de no ser tan empalagosos, de dedicarnos realmente a aquello que tenemos
que trabajar y eso que tenemos que trabajar precisamente son nuestras
resistencias. Allí donde estamos llenos de amor, pues bueno estamos llenos de
amor, dejémoslo. Pero allí donde estamos llenos de oscuridad, de dolor y de
resistencia, esa es la frontera de la vida donde tiene sentido nuestro trabajo. Y esa
clave se obtiene a través del “¿que no quieres?” y posiblemente emerja en los
momentos difíciles. ¿Ustedes han visto qué sucede cuando la gente se acalora? Al
acalorarse uno aumenta el tono de la voz, aumenta las frecuencias pero también
aumenta la velocidad de las palabras. ¿Han visto una discusión? Eso es machacar
palabras una encima de otras, en ese momento están saliendo cosas que uno ni
siquiera se imaginaba, después pide de nuevo disculpas, aparece la víctima y pide
disculpas. Pues bien en ese momento está saliendo lo esencial, aquello que tú
creías que habías controlado y no habías logrado controlar, aquello que tenía
profundas raíces; aquello que te has ocupado cuidadosamente de afeitar y de podar
para que no salga afuera, pero mientras más lo podas más fortaleza le vas a dar a
sus raíces y más profundamente incluido está dentro del Ego. Entonces el trabajo
es reconocer nuestras resistencias, aquello que no queremos, aquello a lo que nos
resistimos, sabiendo que aquello que nos genera mayor aversión proviene de
nuestro mayor apego. El odio es amor triste. Son polaridades de la
subpersonalidad, o de las tendencias, o de los impulsos. Entonces mucho cuidado
en el juego del inconsciente, porque si ustedes van profundizando desde el juego
-no desde el intelecto-, van a reconocer a un hombre desconocido o a una mujer
desconocida. Van a reconocer la cara oculta, pero esa cara oculta está proyectando
su sombra sobre la vida cotidiana y vamos a comprender entonces muchas de las
cosas que no hemos podido comprender, que no hemos podido dominar en nuestra
vida porque venían de nuestra cara oculta y estaban cuidadosamente guardadas.
Pausa y ejercicios. Nuestra civilización es una civilización masculina, es una
civilización patriarcal, machista, que se olvidó del otro lado de la vida. Se olvidó de
la dulzura, de la ternura, de la apertura, de la fecundidad, de lo blando, de lo
húmedo, todas aquellas cosas que permiten crear un territorio para que germine la
semilla. Nuestra civilización es algo así como una civilización de semillas secas,
almacenadas para el consumo. Pero nuestras semillas no son para almacenar sino
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para sembrar, sin embargo en nuestra cultura tenemos semillas para consumir y
obviamente las semillas para consumir no pueden ser frescas porque las tenemos
que almacenar en silos; por eso no vivimos en el presente de la tierra, en el
presente de la siembra. Rescatar entonces el universo de lo femenino, es rescatar
una energía penetrante, una energía que da raíces, que da profundidad, que da
colorido y que da sentido. En este seminario hay un 70-80% de mujeres, pero eso
no sucede porque sea España. En el mundo en todas las cosas donde nos estamos
jugando el porvenir de la conciencia como humanidad y como planeta, si observan
van a ver la energía femenina y eso no es así porque esto sea un movimiento
feminista, sino porque las mujeres tienen la semilla de la conciencia. Es así porque
en lo femenino está la semilla del territorio de la sensibilidad y como planeta hemos
perdido sensibilidad. El único problema es que perdimos el territorio sensible que es
aquel donde se dan las resonancias, los intercambios, las correspondencias y el
diálogo de todas las cosas. Nuestro territorio no puede ser un territorio desértico, ni
insensible; hemos construido un desierto. Necesitamos rescatar la piel de nuestra
humanidad y la piel de nuestra humanidad es femenina, es la piel de la ternura, la
piel del poema, la del arte, la de las lágrimas, la de la poesía, la de la fecundidad.
Somos estériles, es una tierra estéril, pero no solo es una tierra estéril porque la
intoxicamos invadiéndola, violándola, penetrándola, haciéndola estéril a través de
toda la contaminación, sino que es estéril porque no hemos tenido consideración
por la madre. Porque hemos dejado de honrar a la madre, de honrar a la amante,
porque hemos dejado de honrar a lo femenino en nosotros. Porque hemos huido del
dolor, de la vulnerabilidad, de la humildad, hemos huido de todas aquellas cosas
que nos daban receptividad. Hemos huido de la apertura, nos hemos cerrado a la
vida y estamos estériles porque no nos dejamos fecundar, no nos dejamos abrasar
de la naturaleza. No hemos reconocido que nuestra propia naturaleza es
abrasadora, en los dos sentidos: en el sentido en que abraza y en el sentido en que
nuestra naturaleza es puro fuego que abrasa y que transmuta.
Sanar la Vida IX
Cuando conquistamos esa otra cara oculta empezamos a descubrir algo bien
especial y es que el único territorio posible para que tenga lugar la evolución, es un
territorio de sensibilidad. Estamos vivos porque somos sensibles, evolucionamos
porque somos sensibles y los puntos dolorosos, los puntos donde se produce el
dolor, esos puntos de máxima fricción son los quantos de la evolución. Los quantos
de evolución también son quantos de conciencia, son campos en los cuales nace un
contexto a través del cual se puede generar un orden emergente. Podemos
emerger a la vida cuando hay cruces, cuando hay crisis, cuando hay quantos;
cuando lo masculino y lo femenino se cruzan para que surja un vórtice de
conciencia; cuando la materia y el espíritu se cruzan para que surja en el centro el
Yo, la Identidad, el Ego, la conciencia. Estas olas que vemos afuera, el Universo de
lo masculino, son apenas un campo infinitesimal y ese campo infinitesimal es la
punta del iceberg de un gran océano de sensibilidad. Océano de sensibilidad en el
que hay un régimen de co-respondencias, que permite que este Universo sea no
local, es decir que lo que ocurre en un lugar resuena a través de este sistema, de
esta red, en todos los lugares. Es este océano de sensibilidad el que hace posible
que cuando un electrón se mueve tiemble el Universo, que cuando mi palabra se
emite tenga un repercusión hasta en la última de las galaxias, que cuando oro
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pueda tener una acción sobre un paciente que está en un hospital a distancia, que
la telepatía sea la ley de la vida, porque la telepatía es la comunicación a través de
una red sensible y a esa red sensible la hemos llamado el vehículo etérico. El
vehículo etérico para nosotros es el mar cuántico, el océano de Virac de los físicos.
Realmente es una cuestión de nombre pero este océano de partículas virtuales o
este campo de posibilidades infinitas emerge por acción de la consciencia, porque la
consciencia es el agente que puede crear una perturbación sobre el campo cuántico
para construir este territorio emergente, el territorio de la vida. Habida cuenta de
este contexto entonces tenemos un mar de sensibilidad, un territorio de
sensibilidad, una piel cósmica sensible en nuestra piel, en nuestros ojos, en
nuestras relaciones, en las membranas celulares. Todo en el Universo es piel
sensible. Todo el Universo son interfaces de intercambio de información. La
comunicación se rompe cuando yo no encuentro tu piel sensible. Allí donde tu
puedes reír o puedes llorar tienes tu máximo vórtice de crecimiento. Si yo cojo la
piel de tu intelecto a la que no respondes, realmente no me puedo comunicar
contigo. El drama con las relaciones con nosotros y con los otros es que no hemos
encontrado la piel sensible, es que no hemos tensado la cuerda para que resuene
con nuestra nota. Resulta que nosotros nos comunicamos y a pesar de que
utilicemos las mismas palabras, el mismo lenguaje, hablamos en distintos códigos,
y aunque creemos que estamos hablando de lo mismo estamos hablando de cosas
muy diferentes. Nosotros tenemos una piel muy sensible en Colombia que es la piel
de la guerra y ha habido lecciones muy bellas que hemos aprendido en torno a ella.
A mí me maravilla que el negociador más exitoso que hemos tenido para dialogar
con la guerrilla, jamás habló de política con la guerrilla, jamás habló del territorio,
jamás habló del país. Ese negociador compró unas gallinas y se las llevó, porque
sabia que les gustaba mucho, y se llevó unos libros de poemas de Baudelaire, de
Verlen, de los poetas franceses y entonces se fue para la selva de San Vicente del
Caguán a compartir con él, frijoles paisas y gallina y poemas de Verlen. Lo que él
hizo fue entrar por debajo, siempre tenemos un territorio para entrar al interior,
ese territorio está más allá de las máscaras, más allá de las apariencias, es el
territorio donde yo puedo encontrar tu corazón. Si tú tratas con un bajalenguas de
dialogar con un niño estás perdido, eso es lo que hacemos en medicina. Nos
asomamos con el estetoscopio frío y el bajalenguas y ya el niño está en crisis de
pánico, pero si tú juegas con el niño, si te arrodillas, si estás a su altura, si sonríes,
si lo acojas, si no tienes ninguna prisa, si entras en el código de su vida, en el de su
lenguaje, rápidamente se va a dejar hacer todas las barbaridades del mundo,
porque tú ya eres su amigo, porque ya estás trabajando desde su centro. Trabajar
desde el centro es el arte de encontrar los puntos de mínima resistencia y la piel
sensible de la gente, allí donde a la gente le duele para conmoverse con su dolor.
No trabajes desde tu perspectiva ni desde tu programación, sino ponte en los
zapatos de la gente. Pregúntale qué parte de su piel o de su conciencia le duele y
allí donde le duele es precisamente el punto de máxima resonancia. Si tú tienes
una mirada o una palabra de consuelo o una acogida que en voz alta querría decir:
“yo te aprecio, yo aprecio tu dolor, yo me conmuevo con tu dolor, yo te tengo en
cuenta, yo te tengo afecto, tomo consideración de ti, tengo un sentimiento de
consideración por lo tuyo y por tu dolor“, aunque no dijeran una sola palabra
estarían entrando inmediatamente en el código de la relación, estrían estableciendo
un código de comunicación. Así que para entrar a este Universo tenemos que
restablecer un código de comunicación, es decir tenemos que producir una señal y
esa señal, el código de comunicación universal, nace en el corazón. El territorio del
lenguaje es el territorio del corazón, desde el corazón ustedes generan un campo
magnético 5.000 veces más potente que el campo magnético del cerebro. Desde el
corazón están envolviendo y abarcando a la gente, desde el corazón están sintiendo
la totalidad. Desde el corazón están siendo protegidos del error del apego, o de la
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aversión del intelecto, desde el corazón como oscilador eléctrico maestro no sólo
están restableciendo su propio ritmo sino los ritmos biológicos de la gente. Cuando
una persona centra su consciencia amorosa en su corazón toda su fisiología cambia.
Sus ritmos cerebrales cambian, sus movimiento intestinales se armonizan y su
campo magnético se hace coherente, se hace incluyente. A eso se llama tener un
aura magnética inclusiva, y teniendo eso no tienes que hacer nada. Si estás en el
corazón, si trabajas desde el corazón, si pones la aguja desde tu corazón, si
acompañas desde tu corazón, ya estás produciendo un campo magnético
ordenante. Es un campo magnético en el sentido de la Física y produce efectos
físicos, pero produce además un ordenamiento en el plano emocional, está
produciendo un sentimiento de paz. Lo primero es conseguir en la terapéutica o en
la relación humana una respuesta de relajación. La respuesta de relajación es la
fisiología del sentimiento de paz y un sentimiento de paz es un sentimiento de
apertura que permite el contacto terapéutico. Sin paz, en reacción de fuga nunca
puede existir un contacto terapéutico. La palabra contacto es tocarte con el tacto,
te toco con mi voz, te toco mis ojos, te toco con mis sentimientos, te toco con mi
silencio. Si toco tu corazón estoy contribuyendo a que tú despiertes, a que asumas
el control de tu vida. Entonces miremos que la vida es integridad, esa integridad es
armonía rítmica, y la enfermedad es una ruptura de la armonía rítmica y la
podemos denominar una dis-ritmia. La enfermedad es una especie de epilepsia, lo
que pasa que las epilepsias no están sólo en el sistema nervioso central. Siempre
que haya una enfermedad hay una disarmonización rítmica o una disritmia. En esa
disritmia las cuerdas de tu instrumento están vibrando de una manera
desordenada, a distintas frecuencias no resonantes entre sí, entonces generan
ruido y generan resistencia. Cuando todos tus ritmos son múltiplos o submúltiplos
de los ritmos del corazón, tenemos armonía rítmica. La armonía rítmica permite
que tu música pueda resonar y que tus acciones en lugar de ser como la luz que se
dispersa sean como un láser, que tiene dirección, que tiene penetración y que tiene
un efecto profundo sobre los sistemas. Si yo tengo armonía rítmica y te miro te
conmuevo, pero si yo no tengo armonía interior mi mirada es indiferente para ti.
Toda terapéutica así como toda relación humana empieza con ese contacto, y el
contacto, la apertura, el control de la relación, empieza desde los ojos y se
profundiza a través de la escucha, cuando adquirimos control y conquistamos el
compromiso. En ese momento puede nacer la palabra. La palabra crea, la palabra
libera, la palabra encarna, pero la palabra debe ser hija del silencio y de la correcta
visión. Si no tienes la correcta visión tu palabra enferma más que sana, tu palabra
produce ruido. Hay mucho ruido en la relación terapéutica porque decimos palabras
sin control y decimos palabras sin que nos escuchemos, entonces nuestras palabras
no tienen ni raíces ni tienen sentido. Cuando rescatemos el lenguaje humano
vamos a regresar al territorio de la seguridad y vamos a revisar los Arquetipos,
porque lo que sanamos son los Héroes Interiores. Realmente el mundo de los
Arquetipos es el mundo de nuestra realidad, es el mundo de nuestra conciencia, es
el más universal de los mundos. Los arquetipos no son sólo símbolos, los arquetipos
están incluidos en nuestro cuerpo, en la evolución de nuestra humanidad, en cada
acto cotidiano. En cada acto cotidiano hay un Héroe, hay un Sabio, un Buscador, un
Amante, un Huérfano, un Inocente, un Guerrero, un Bienhechor. Todos los
arquetipos están simultáneamente ahí, no es que yo desarrolle un arquetipo y
luego desarrolle el otro, están como dipolos, como corazones que establecen
diferencia de potencial y denotan en qué punto estoy en mi recorrido, de tal
manera que muchas de las pruebas, de los síntomas que nosotros tenemos son
producto de las fricciones en ese recorrido, en esa aventura a través del territorio
de los arquetipos o del mar del inconsciente colectivo. Así que veíamos los dos
primeros Arquetipos: Seguridad e Identidad, y veíamos que lo único seguro que
tenemos es la incertidumbre, también. Y a pesar de eso gastamos buena parte de
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la energía de nuestra vida para obtener una seguridad que nunca vamos a poder
obtener. La seguridad existe en el instante, el instante es la única certidumbre, más
allá rige la ley de la incertidumbre, la ley de la impermanencia. La paz solo es
posible cuando tú te aceptas, pero aceptarte es aceptar tu impermanencia, sin
embargo aceptar la impermanencia es aceptar el cambio permanente. Lo único
permanente es el cambio. Aceptar la impermanencia es aceptar la evolución, estás
vivo cuando cambias, es decir cuando eres impermanente. Pero pretendemos
congelar la vida para volverla segura. Sin embargo podemos volver segura la vida
cuando la congelamos y cuando la congelamos ya no la podemos llamar vida, esa
es la paradoja, porque la vida es permanente-impermanencia. Entonces digamos
que hay un mar de sensibilidad que está por debajo de todos los Arquetipos y es lo
que hace de la vida una aventura. Esa es la aventura de vivir. Si tú eres un mar de
sensibilidades eres un misterio para conquistar. Así cuando estoy ante ti, mi mujer
y te veo hoy y mañana, si soy capaz de reconocer desde mi sensibilidad que ya no
eres la misma, tengo todavía un universo por conquistar. Pero si tú eres mi mujer y
yo congelo tú imagen en mi corazón, entonces te estoy viendo mañana en el
pasado y como te estoy viendo mañana en el pasado, estoy matando la relación,
porque esa relación no es fluida. Porque no hay aventura, porque la llama de Eros
se acaba a los 15 días, el fuego de Eros, la luna de miel dura nomás que 15 días.
Más allá de esos días si no puedes percibir la aventura de la evolución, si no te
comprometes a conquistar el misterio vivo en tu corazón, sino te conmueve lo
misterioso, lo profundo de ese océano entonces estás condenado a relacionarte
desde los condicionamientos y desde las imágenes, de tal manera que te relacionas
no con tu mujer sino con un fantasma que dejaste congelado en el pasado. Esa no
es tu mujer si no ves en ella un fruto de la evolución que te lleva a entrar en
contacto con la tierra, con el universo de lo femenino, con todas las mujeres del
mundo, con todo lo que en el mundo es tierno, es fértil y blando, realmente no
estás aprendiendo la lección de ese océano que es tu mujer. Ese mar de
sensibilidad nos enseña que todos los quantos, o los puntos de cruces se
corresponden y están comunicados de tal manera que yo puedo tener todas las
cosas en una sola cosa. El problema es que yo la atienda. El amor parte de la
atención, atención es el cuidado, cuidado es “care”, caridad viene de cuidar. Yo
tengo caridad cuando cuido, yo cuido cuando pongo cuidado, yo pongo cuidado
cuando tengo atención y yo tengo atención cuando dirijo mi conciencia a un punto y
cuando dirijo mi conciencia a un punto ese punto es el centro de mi universo. Estoy
renunciando a todo el universo para concentrar intensamente mi conciencia ahí. La
primera clave de la relación es entrar en este mar de sensibilidad y prestar
atención, la gente necesita atención. Esa atención en términos humanos la
llamamos consideración. Yo te considero. Mi mamá me decía que yo era un
desconsiderado y yo no entendí, hasta muchos años después. Las mamás no
quieren a los hijos desconsiderados, o sí los quieren pero reclaman que los hijos
dejen de ser desconsiderados. La primera necesidad humana es de consideración,
ya después viene el aprecio. El aprecio es muy bello, yo te pongo un precio pero es
un precio espiritual. Es el precio de la vida, es un precio trascendental. Yo te
aprecio significa yo te valoro, yo te doy un valor que es intangible. Es la valoración.
Primero yo te tomo en cuenta, yo te digo en la relación cuento contigo y a la vez te
digo cuenta conmigo. Esas son las cuentas de la economía de la relación, contar
con el otro y hacerlo sentir que cuentas con él. Y aquí esa economía de la relación
se refiere al código del sentir y ese código del sentir es un océano. Por eso lo que
decimos es ¿cómo se siente?, no lo que le dices, ni lo que le haces, sino cómo se
siente. Tú le haces sentir que lo valoras, tú le haces sentir que tiene valor. Tú le
hiciste sentir que lo pones en consideración, que lo aprecias; que participas con él,
que lo incluyes en tu programa, en tu plan, en tu pensamiento, en tu mirada, en tu
propósito, en tu oración. De las cosas más bellas que le ocurren a uno como médico
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es que el paciente llega y le cuenta “mire doctor yo fui a misa por usted, o
comulgué por usted, o en mi casa oramos por usted”. Si ustedes supieran la magia
que hay en esa intención sincera de una familia que ora por su médico o por las
intenciones de alguien, esa es realmente nuestra comunidad, nuestra unidad, el
estado de comunión. Entramos en comunión cuando los unos contamos con los
otros. Si la relación con tu paciente, o con tu hijo no se acaba cuando acabas de
conversar con él y en la oración de la noche o en tu pensamiento lo llevas a tu
corazón, se están produciendo magias en la relación, transmutaciones inmensas,
porque estamos recurriendo a esto. Cuando hay aprecio y hay valoración entonces
surge algo más profundo que se llama el afecto. Entonces uno hace una dedicatoria
y dice “con afecto” o “con profundo afecto”. El afecto es lo que nos afecta, viene de
ahí, es lo que nos mueve interiormente. El afecto nos toca profundamente. El
afecto es el primer embrión del amor. Y todas esas cosas parten de un territorio
sensible, ese territorio sensible es la amistad. La amistad es la primera expresión
del Ritual de Desarrollo en términos humanos que llamamos apertura amorosa y la
apertura amorosa es simplemente la reedición del Ritual de Desarrollo. El desarrollo
es un ritual que comienza cuando el niño abre los brazos y abraza a la madre y la
madre sonríe. En ese intercambio de reciprocidades mutuas de apertura comienza
el ritual que permite que nuestra personalidad se estructure, que nosotros nos
valoremos. En esos dos territorios hay tres necesidades básicas del hombre que
son: la necesidad de atención, todos necesitamos que nos atiendan, no solo
físicamente sino psicológicamente, que nos presten atención, que nos pongan
cuidado, que nos cuiden, que la vida nos cuide, luego la necesidad de aprecio, o la
valoración, y por último la de afecto. Las tres nacen en el territorio de la cordialidad
y de la amistad y de eso depende el sentir y del sentir depende nuestra
comunicación. La vida es pura comunión, es comunicación, comunicación con
nosotros y con los otros. ¿Cómo estamos? Estamos como están nuestras redes de
comunicación. ¿Qué tan armónica es la comunicación con nosotros? Esa es la
pregunta determinante para saber qué tan bien o mal estamos. Comunicación con
el cuerpo, comunicación con las emociones, comunicación con los pensamientos,
con los seres queridos, con el círculo mayor de conocidos, comunicación con el
alma, comunicación con Dios. ¿Qué imagen tenemos de Dios? Eso está también en
buena parte determinando lo que somos. En la epidemiología de la religión,
sabemos que buena parte del pronóstico de los enfermos crónicos depende, no del
tipo de técnica terapéutica, sino de la imagen de Dios que el paciente tenga, de si
tiene un soporte trascendente, de si tiene una conciencia para relacionarse con el
mundo de lo trascendente. La imagen de la vida y de la muerte que tenga, revela
ser un factor de gran importancia para predecir hacia dónde va una enfermedad
crónica o una enfermedad terminal.
50
Sanar la Vida X
drama no nació con ellos, nació con nuestra actitud. Nuestra actitud es que al hijo
no le pase lo que a nosotros nos pasó, que no asuma las dificultades por las cuales
nosotros pasamos, pero precisamente, nosotros somos hijos del dolor, somos hijos
de las dificultades. Tenemos que aprender a dosificar los bienes de la tierra, porque
hemos generado las más grandes injusticias. Mientras nuestros hijos tienen todo lo
innecesario, cada 3 segundos se muere un niño de hambre física, cada tres
segundos, eso es totalmente escandaloso. Ustedes dirían esto es problema del
marxismo o del comunismo o del deterioro de intercambio en las relaciones
internacionales, no; eso es problema de nuestra vida cotidiana, de nuestro estilo de
vivir, de nuestro consumismo. ¿Cuantas cosas absolutamente innecesarias les
compramos? Aquellas cosas no necesarias, se vuelven la pobreza emocional del
niño, la pobreza de su personalidad, no hemos aprendido a fortalecerlos. Así que
hay que enseñarles un territorio, el niño va a experimentar pánico. En este punto
de transición viene el miedo y allí donde hay miedo o pánico no se puede
manifestar el amor, porque el pánico genera reacción de ataque–huida y la
condición del amor es respuesta de relajación, es decir, no puede haber amor
donde no hay paz. Entonces el niño, entra en respuesta de fuga y se queda
congelado, o entra en una respuesta contraria a la de fuga que es la temeridad. Y
ustedes ven los muchachos temerarios, este muchacho que va a 300 Km. por hora
en una moto pasándose el semáforo en rojo y todo eso. Uno ve que ha pasado
desde un extremo al otro, pero lo que él tiene es miedo. Es un tipo especial de
miedo, el miedo que ha adquirido una careta: que se llama temeridad pero la
temeridad está muy lejos del heroísmo, porque la temeridad ha perdido el centro,
es exactamente lo contrario al heroísmo. El temerario se estrella y el que se fuga
no evoluciona, ambos son fracasos ante el miedo, el fracaso estará hasta que el
niño aprenda algo bien importante: la prudencia, mi territorio tiene límites. Con la
prudencia nace la primera expresión de sabiduría, el primer aprendizaje es
prudencia. La prudencia significa reconocer, después de oscilar entre la fuga y el
ataque, entre el temor y la temeridad, el justo medio. La primera parte del justo
sendero del medio en nuestro camino, es conquistar la prudencia.
Sanar la Vida XI
o externa, sólo puede venir de una presencia interior que se obtiene al aceptar fluir
en el ahora y aquí. La seguridad no es un estado en el que se está; es un proceso
en el que se fluye. Cuando yo conquisto la prudencia, no hay posibilidad de
dependencia y aprendo la lección del paraíso: el padre y la madre están en mí. El
territorio del paraíso no es exterior, es un territorio de la conciencia y ese territorio
vive en mi corazón, es tan amplio como mis sueños, como mis esperanzas, como
mi capacidad de amar, como mi capacidad de dar. Arquetipo del Buscador: todos
nosotros somos Buscadores y el sendero de la búsqueda es el de las preguntas, el
buscador siempre parte de un interrogante. Y vamos a ver que lo importante es
formular la pregunta correcta. Nosotros nos quejamos de que no nos encontramos,
o de que no encontramos, no hallaremos y no nos hallaremos mientras no nos
formulemos la pregunta correcta. Vivir es el arte de preguntarse, las respuestas
déjaselas a la vida, las respuestas están en tu interior, en la evolución encontrarás
que las respuestas son preguntas mayores, siempre que partas de la pregunta
correcta. La vida siempre te responde con otra pregunta y así puedes evolucionar.
Cuando la respuesta a una de tus preguntas sea un dogma o una conclusión, estás
perdido porque ya no tienes la posibilidad de avanzar. La vida es el sendero de las
preguntas: es el sendero del dónde que se refiere al espacio; el del cuándo que se
refiere a ritmo y tiempo; pero sobre todo el sendero del cómo que se refiere a la
expresión del ser en el espacio y el tiempo. Frecuentemente sabemos dónde y
cuándo pero no sabemos cómo. Conocemos del espacio y el tiempo externos pero
no sabemos del espacio-tiempo interior, allí donde tiempo y lugar -cuándo y dónde-
se convierten en el sentir del corazón. En este sentir somos la presencia donde el
estar se convierte en un modo de ser que determina la calidad de la vida, al cómo
somos y cómo vivimos en el espacio y el tiempo. El cómo vivimos es expresión del
cómo nos sentimos, y en ese indefinible código del sentir sabemos más de
nosotros, pues el sentir es una expresión de lo que es total en cada quien: el ser.
Tenemos así tres preguntas claves en el sendero del buscador: el dónde, el
cuándo y el cómo. El del Buscador es el Sendero del Discipulado, el aprendiz de la
auto-gestión, aquel que trasciende la conciencia de la dependencia. La auto-gestión
es el punto de partida para poder abandonar definitivamente el paraíso externo de
la dependencia y entrar en el proceso de la inocencia consciente, esa honestidad de
la transaparencia que permite relaciones destinadas a la libertad. Cuando el
Buscador se pregunta, surgen respuestas que son otras preguntas y entra en el
sendero de la capacidad de responder que llamamos el de la Responsabilidad. El
Sendero de la Responsabilidad es el Sendero del Alma y el alma es el Maestro, el
Buscador es el discípulo. Él busca porque sabe que no sabe. Cuando sabe que no
sabe es un aprendiz. Aquel que abandona el sendero de la inercia, el antiguo
camino de la ignorancia en el que estuvo condenado a repetir infinitas veces su
propia historia. Como aprendiz, el buscador expande su territorio. Y a una
expansión siempre sucede una contracción; nos expandimos en la Inocencia
Inconsciente y nos contraemos en la Orfandad. Nos expandimos en la búsqueda
pero en la búsqueda descubrimos el amor y nos contraemos en el Amante y
regresamos a nosotros, son otros dos movimientos. Y esos movimientos se dan en
el territorio de la Responsabilidad. El Buscador aprende a responder: esa
responsabilidad es una forma superior de reaccionar. La materia prima es la
sensibilidad que asciende desde la reactividad y se convierte en la dimensión
humana de la responsabilidad. Seguimos siendo sensibles pero es una forma de
sensibilidad superior que llamamos responsabilidad. Estamos en capacidad de
responder a los estímulos, de responder al mundo. Es bien importante porque aquí
la conciencia ha avanzado, ha evolucionado mucho. Una persona responsable, es
una persona que está en el camino del alma, aunque no sea el discípulo de ningún
Maestro conocido. La primera parte de la conciencia, la más primitiva, es la
conciencia reactiva, esa conciencia está en el mundo molecular, por eso hablamos
56
Ayer hemos dado apenas una pequeña parte de la información, hemos ido
muy despacio porque yo prefiero que vayamos despacio, asimilando, masticando,
hoy vamos a hacer una primera sesión, una meditación, una alineación, una
integración, un contexto general, es decir, yo les voy a plantar una semillita. Para
unos va a ser una de cilantro, para otros una semilla de rosa, para otros una
semilla de roble. Tal vez algunas semillas germinen de aquí a algunas vidas, no
tenemos ningún afán... y otras germinen mañana. Lo importante es que no tengan
ningún sentimiento de impaciencia, ningún sentimiento de irritabilidad, pues
irritabilidad e impaciencia no permiten a ninguna semilla germinar. Lo que se
propone no es una cosa para entender, es algo para comprender y para
57
las relaciones entre los rayos, los centros de energía, las facetas de la personalidad
y el sendero del discípulo. Rayos no son cosas metafísicas, son realidades que están
presentes en la vida cotidiana. Los Siete Rayos son las siete estrategias de la
conciencia, son los caminos de la Luz en el territorio de la creación. Para quienes
saben comprenderlo, el cuerpo es un claro símbolo del espíritu, es un templo del
espíritu. Tenemos siete octavas fundamentales. Esas siete octavas, esas siete notas
a su vez, tienen siete notas subsidiarias y tenemos una tabla periódica de 49 notas
que constituyen 7 centros principales, 21 centros secundarios, 49 que son terciarios
y más de 300 puntos que son pequeños subsidiarios, que son los puntos de
acupuntura. Así vamos entonces penetrando en lo que es el símbolo humano,
toleramos y respetamos la diversidad de los caminos: el camino de la sombra o el
camino de la luz, el camino de ida o el camino de regreso. Muchas veces durante el
camino tenemos que ir y tenemos que regresar: Nos expandimos como Inocentes y
regresamos, nos contraemos, como Huérfanos; nos expandimos como Buscadores
y regresamos como Amantes; nos expandimos como Guerreros y regresamos como
Bienhechores; nos expandimos como Destructores y regresamos como Creadores;
nos expandimos como Gobernantes y regresamos como Magos; nos expandimos
como Bufones y regresamos como Sabios. He ahí los 12 Arquetipos fundamentales,
los 12 Héroes en este recorrido. Pero esos 12 héroes son creados por nuestras
visiones del mundo y vamos a ver cómo se corresponde el camino y la visión del
mundo. Por eso es tan necesaria una visión del mundo, porque cuando se tiene una
visión del mundo se crea el camino para un Héroe interior que te permite aprender
una lección, la lección del discípulo a través del zodíaco. Esto también está
relacionado con el zodíaco, obviamente con la cruz, vamos a ver que está
relacionado con el carácter. Ya no quiero sobrecargarlos sino simplemente llamarles
la atención sobre unas pocas relaciones para que empiecen a ver esto desde el
sentido, es decir, no como piezas aisladas del rompecabezas. Desafortunadamente,
todo lo que llamamos esoterismo, lo hemos tratado como una pieza aislada del
rompecabezas de la ciencia, de la psicología, de la filosofía, del arte, de la religión,
de la magia. El esoterismo es realmente el arte de integrar todas aquellas cosas
que en el trasfondo estaban integradas. Hay un océano interior que integra y le da
sentido a todo el oleaje de las manifestaciones. Se trata entonces de que volvamos
a rescatar la integridad y vamos mirándolo entonces detenidamente. Teníamos acá
una búsqueda (señalando la línea superior del diagrama) este nivel de búsqueda lo
llamamos el nivel de la afirmación, el SI. Le he llamado “sí“, por su utilidad
mnemotécnica, para que ustedes lo aprendan, así fue como yo lo reflexioné y como
me lo puedo aprender más fácilmente. Lo primero que hay es una afirmación, ¿en
qué nos afirmamos?, en la Seguridad y en la Identidad. El primer sendero es el
camino que conduce a la Seguridad y a la Identidad. Ese camino tiene ingredientes
que son confianza y prudencia, fe y esperanza, Si yo tengo fe y esperanza, si yo
tengo confianza y prudencia, tengo seguridad, aún en medio de la incertidumbre.
Ya veíamos ayer que la seguridad es aceptación de la incertidumbre. Y ese camino
lo podemos reducir a una sola palabra: aceptación. Acepto mi sombra, acepto mi
luz, acepto mi identidad, acepto mi unicidad, me acepto como yo. Y ese es el
camino de la genuina ecología humana, porque cuando yo me acepto con mis
bemoles, es decir, con mis sombras, acepto al otro, si yo no soy perfecto, acepto la
imperfección. La imperfección es una evidencia cierta de mi evolución. Cada camino
tiene un pensamiento semilla. Acepto mi imperfección, tengo derecho a ser
imperfecto, tengo un derecho sagrado: el derecho de equivocarme. Para mí es el
más sagrado de los derechos humanos, tal vez entre los ángeles ese no sea un
derecho pero entre los hombres sí, tenemos el derecho de equivocarnos. El temor
de equivocarse quiebra ese camino, quiebra ese contacto, quiebra ese Sendero,
entonces no podemos tener Seguridad. El temor de equivocarse viene de algo
que no tiene ninguna relación con el ser, viene del no ser, de una falsa
59
todas las partículas y fundamentos. Nosotros creemos que el Kosmos está hecho de
partículas pero tal vez lo menos importante del kosmos sean las partículas
consideradas aisladamente pues cada una es en realidad un patrón de relaciones.
Por ello hay más Kosmos en un átomo que en todas las partículas del mundo, hay
más inteligencia en un átomo porque él ya es un patrón de organización. Hay más
Kosmos en las células que en todos los átomos y en todas las partículas, aunque
hay mucho más partículas y átomos que células. Hay más Kosmos en un tejido que
en todas las células, los átomos y las partículas. Hay más Kosmos en un hombre
que en todos los tejidos. Hay más Kosmos en una sociedad, en un grupo humano y
así hasta que llegamos a un vértice, a un punto crucial que es un punto de alta
sintergia o de síntesis Este es un punto en el cual el Kosmos se contrae y en el
mínimo espacio tenemos la máxima dimensión de la inteligencia. Realmente ese es
el sendero de la evolución, profundizarnos en el océano del Kosmos hasta que todo
quede reducido a un holograma, a un punto que lo incluya todo. El esfuerzo que
estamos haciendo es dejar el separatismo, entre los esotéricos y los exotéricos,
entre los científicos y los magos y entender que todo simplemente eran polaridades
del mismo diamante de mil caras que llamamos la corriente de la vida. Se trata de
profundizarnos. Aquí, en la superficie, el tiempo es más extenso (arriba) y abajo en
la profundidad o vértice del triángulo invertido el tiempo ya no tiene extensión pero
es mucho más intenso. Paradójicamente, en la medida en que nos profundizamos
ganamos levedad. Arriba rigen las leyes de la gravedad y de la materia y aquí abajo
en la medida en que hay síntesis, en que nos profundizamos en el Grial, en el Cáliz
de la Vida, el Cáliz del Alma, rigen las leyes de la levedad. Las leyes de la levedad
son las leyes de la gratuidad, las leyes de la Gracia son las de la Comunión, en ese
amor responsable, incluyente y participativo que llamamos la Eucaristía. En el
punto de síntesis cercano, todo está inter-comunicado céntricamente, todo está en
todo; todo hace parte de todo; todo está en nuestro interior. Cuando llegamos a la
verdadera síntesis realizamos el conocimiento de que el Universo es interior. El
nivel de la aceptación, esta línea (la de arriba en el diagrama del cáliz) está
compuesta de cuatro elementos: dos elementos para la Seguridad y dos elementos
para la Identidad. Aquí (primer punto nodal, derecha del diagrama del cáliz) yo
digo: Yo Soy en el Mundo y aquí (séptimo punto, izquierda) yo vuelvo a decir: Yo
Soy, desde otra perspectiva, Soy Yo. Y cuando conjugo todo este eje empiezo a
decir: Yo Soy - Ese Soy Yo; Yo Soy - Ese Soy Yo, es una imagen de espejo. Dice el
hombre en esta fase del sendero: me reconozco en el mundo afuera y luego me
identifico, me reconozco en el mundo interior. Salgo al mundo para mirarme en el
espejo del mundo, me reconozco. Cuando salgo al mundo, digo: Yo Soy, cuando
regreso digo: Ese Soy Yo. Es decir, me estoy mirando en el espejo del mundo y me
estoy reconociendo. Y cuando estoy en el centro digo: Soy la integridad, es decir:
Soy parte de la totalidad, soy a imagen y semejanza de la totalidad, a imagen y
semejanza de Dios y entonces digo: Yo Soy Ese, Ese Soy Yo, Yo Soy Dios. Yo soy
un reflejo de la Divinidad, de la Integridad y no por orgullo sino por vivencia
espiritual. Es un momento en que hay una experiencia existencial del espíritu, es lo
que realizamos con el eje de la Aceptación. O sea, que cuando yo me acepto,
acepto a Dios en mí. Cuando yo me acepto, acepto al prójimo y lo acepto también
como un reflejo de mi misma sustancia, de la sustancia divina. Estamos realizando
entonces este primer movimiento que es la afirmación, la aceptación, que va de la
Seguridad a la Identidad. Pasamos a la segunda línea del 2 al 6 ¿cuáles son los dos
elementos? Un elemento expansivo que es del Héroe que se pregunta, es el
sendero de las preguntas del que hablábamos ahora, es el científico, es el que se
interroga por la vida, es aquel que se interroga por sí mismo: ¿quién soy yo?, ¿en
qué mundo estoy?. Ese que se empieza a preguntar es el Buscador. Pero cuando ve
que las respuestas no están afuera, regresa con el mundo a su interior, hace la
primera gran fusión y se descubre el Amante que es otro Héroe interior. Así que el
62
voluntad. En la buena voluntad nace un servidor del mundo, un discípulo del alma
que toma posesión de su instrumento Un aprendiz de la vida. Cuando nosotros
vemos en nuestras ciudades buena parte de nuestros pacientes deprimidos, no es
cierto que no tengan energía; “se están cocinando en su propia salsa”. Tienen
demasiada energía y no saben qué hacer con ella. Si les diéramos solamente la
oportunidad de dar lo mejor de sí a través del servicio, de nuevo, como agua
fresca, su energía volvería a fluir. Toda esa energía, todo ese potencial humano,
ese potencial infinito de un hombre o de una mujer, desperdiciado en frente de la
televisión, o en los días cotidianos y grises encerrado en un apartamento, toda esa
sabiduría existencial de nuestros abuelos y nuestros jubilados inutilizada, es
terriblemente tóxica, funde, genera las depresiones más pavorosas de la vida.
Genérenle a estas personas la posibilidad de sentirse importantes, de darle un
sentido a la vida, de encontrar un pequeño camino de servicio, de generar una
actividad que dignifique la vida y se les quita la depresión. La gente de buena
voluntad, raramente se deprime. La gente de buena voluntad no tiene represas en
el plexo solar. La gente de buena voluntad no tiene autointoxicaciones emocionales.
Ella tiene múltiples poros a través de los cuales está drenando la energía, la energía
retenida es tóxica, el agua estancada es impotable. El agua que se puede beber es
el agua del manantial porque corre. Cuando la vida, como el manantial corre y ese
potencial se puede renovar, ustedes vuelven a vivir. Pero si la vida no se renueva,
entonces genera las toxinas más terribles. Reich lo llamaba el orgón negativo. El
orgón negativo es una energía radiactiva terriblemente tóxica, según Reich incluso
cancerígena, y viene de todo lo que se encierra. Esos sitios que se encierran, como
nuestro salón ahora, se vuelven densos, pesados, por eso, yo me pregunto: “el
ambiente se pone pesado, ¿son ustedes o soy yo?” pero frecuentemente es eso, se
acumulan cargas positivas, matan los electrones. Los electrones son parte de la
vida, la vida es electronegativa, se manifiesta a través de un flujo de electrones y si
se acumulan cargas positivas empezamos a volvernos pesados, es decir,
empezamos a oxidarnos, entramos en el mundo de la entropía, en el mundo de la
desorganización. Tenemos a RA y vamos a estudiar detenidamente a RA porque es
el hilo conductor, ese es el Sol interior. Entonces hay tres niveles, tres grandes
senderos, realmente son seis, esos seis al cruzarse forman vórtices de tensegridad
o de integridad, vórtices de síntesis. Aquí (señalando el cuarto vórtice en el dibujo)
está el vórtice que ayer llamábamos la visión sistémica, o donde aparecen los
organismos. Si contamos estos tres hacia acá, o estos tres hacia acá, este es el
cuarto elemento. Y el cuarto elemento está relacionado con un octavo elemento
emergente. Ese elemento emergente siempre es la integridad. Y la integridad tiene
dos polos, un polo que se contrae y lo llamamos Unidad, y como todo es doble,
todo es dual, tenemos también un polo que se expande, al que llamamos la
Diversidad. Empezamos a reconocer que la diversidad es apenas el polo expansivo
de la unidad y que la unidad es la contracción de la diversidad, y reconocemos que
entre los dos no existe ninguna contradicción, son partes de la misma unidad, es el
mismo corazón del cosmos que se dilata y se contrae. Y empezamos a acceder,
desde esta visión, a algo muy interesante que se llama la ecología humana. La
ecología humana la podemos sintetizar así: realizar la unicidad del hombre en el
seno de la interdependencia. Nosotros creemos que interdepender, o depender de
otros, es renunciar a la individualidad, o a la identidad, pero vamos a descubrir que
no existe individualidad sin interdependencia. En términos de ecología humana ya
no hablamos de libertad como independencia. La independencia es una falsa
libertad, podemos verlo por ejemplo en nuestras colonias, nos liberamos de los
otros pero somos esclavos de nosotros, de nosotros mismos que somos los peores
esclavistas. ¿Cuándo nos vamos a liberar de nosotros? Cuando reconozcamos
nuestra interdependencia. ¿Cuándo me libero como ser humano? Cuando reconozca
mi humanidad. Lo que realiza y reivindica mi humanidad, mi individualidad como
64
multiplicado. Todo aquello que tú das, sea bueno o malo, vuelve a ti multiplicado.
Es la ley de los diezmos, la ley de la conciencia, cuando 10 personas meditan,
tienen un efecto sobre 100 personas. Si el 10% de la población se pusiera en
meditación se cambiaría todo el patrón de organización energético de toda una
comunidad. Si tú das diezmos no tiene qué ser a la parroquia de la esquina,
también puede ser a los pobres del mundo que son parte de la parroquia, de la
Iglesia del mundo. La iglesia es realmente el templo místico, el cuerpo místico de
Cristo. Y el cuerpo místico de Cristo no está ni en Oriente, ni Occidente, ni está en
disputa entre las religiones; se revela en el alma de nuestra humanidad, cuando
nuestras relaciones son fraternas, es decir que se fundan en la comprensión
amorosa. Si regalo el 10% de lo que hago, automáticamente estoy recibiendo una
cosecha maravillosa, para que pueda regalar mucho más, esa es la ley de la vida,
la ley de los diezmos. Este es el sendero del servidor o el bienhechor. El guerrero se
lanza en la búsqueda del Grial hasta que triunfa en la derrota de su propio ego.
Vencido y fatigado descubre en la soledad de la montaña que el Grial estaba en su
corazón. Sediento de amor apura el agua de la vida abundante y llena los cántaros
de su vida para descender al valle donde la cosecha del alma vive aún en la
peregrinación del desierto. Allí en la idolatría de los falsos ídolos la vida ha perdido
su sentido. Hasta que un día llueva maná del cielo. Y la raza se hace más Humana.
De la mano del servidor, el poseedor de manás, fuego de la mente universal, la
humanidad vence las aguas del mar rojo, donde perecen las armadas del
materialismo sin alma. Desnuda y limpia, después de haber destruido sus falsas
identidades y haber derribado el becerro de oro y otros ídolos, la humanidad nace
al ideal de la hermandad, el pueblo de Dios bebe del agua abundante del santo
Grial, la misma Copa Sagrada, donde la creación entera es encarnación de un dios
de Amor. Sensibilidades y dolores, crisis, cruces, despertares, en el centro brota la
conciencia. Responsabilidad, iniciación, los niveles centrales nos revelan una
corriente interior que va uniendo los territorios al canal central, Shushumna, donde
confluyen todas las formas de conciencia. La presión y el fuego del sendero van
revelando, desde la roca oscura, la gema refulgente, y en el punto central de
desnudez total y transparencia, la joya en el loto, el Yo Soy, como una imagen
vívida de Dios se nos revela. A imagen y semejanza del Creador; como un espejo la
materia, el cuerpo, ahora convertido en templo, es un fiel reflejo de Su danza. En el
silencio, de silencio y de vacío, los ritmos de la Vida Una vibran como música
callada. Voz de los silencios, madre de todos los sonidos, resonancias lejanas de lo
eterno despiertan el cerebro y el oído interno. Voz del caracol y la espiral, galaxias
interiores, el cuerpo de Dios con todas sus manifestaciones atributos o deidades.
Ahora se pueden unir todas las culturas, todas las creencias. Indra era las manos
del creador. El sol, una faceta de su luz. La tierra una sombra en la distancia
proyectada, que será telón de fondo para que brille más intensa la luz. La
humanidad, una voz del Creador para liberar sus reinos. La clave es el despertar a
un universo que creamos a imagen y semejanza de nuestra visión.
66
conciencia, el del dinero, el de la religión, todos son variedades de prana, todos son
radiaciones cósmicas. El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo se caracteriza por
su Responsabilidad y su Autenticidad, son agentes de la circulación de esa sangre
planetaria del prana con sus diferentes tipos de energías necesarias a la evolución
de la naturaleza.
La Autenticidad
las sombras y los claro-oscuros hacen parte allí del paisaje de la vida. Las piezas
del rompecabezas están juntas, hemos llenado de colores y sentido el lienzo de la
vida. Ahora podemos entrar en él y vivirlo, porque es una creación auténtica. Es
original. Cuando así, desde la cima del presente llenamos de sentido nuestro
mundo, descubrimos los movimientos de la danza que veníamos a danzar. Y vamos
a sentir, con todos los sentidos, el sentido de danzar la vida. Unos movimientos
adelante, otros hacia atrás, nos balanceábamos también de lado a lado, pero el sólo
sentido de la danza era danzar la música que vinimos todos a danzar. A escuchar. A
cantar. A disfrutar... ¿Y si el sólo sentido de la danza fuera danzar, y el sentido de
la vida, fuera vivir, y el sentido en los sentidos tomar posesión del único sentido: la
felicidad? Es posible así, sentir que la responsabilidad plena es la gracia, la
gratuidad de la danza, la levedad de ser, la autenticidad de ser lo que se es y
vivirlo. Visto ya en una perspectiva colectiva todos somos movimientos de la danza:
La danza entre tú y yo, la danza entre nosotros, la de todos con todos. La de cada
uno con el Creador. La Naturaleza, también la nuestra, es la Danza del Creador. El
no es su danza pero sin ella no lo podemos conocer. Y si aceptamos la invitación a
bailar, en los movimientos, en el ritmo, en la armonía pudiéramos sentir que el
sentido de vivir es ser parte de su Música.
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crisis de sentido cuando están muriendo. ¿Qué sentido tenía la vida?, ¿Qué hicimos
de la vida?, Y la crisis es provocada no tanto por lo que hicimos, sino por lo que
dejamos de hacer. Las caricias retenidas, la ternura congelada, las solidaridades
olvidadas, el tiempo que matamos sin sentido, los vacíos del ser gravitan en la
crisis de la muerte como sombras que nos impiden emerger. La crisis de sentido es
más una crisis existencial por el no-hacer que por el hacer. Cuando uno habla con
los moribundos, ellos no se quejan de lo que hicieron, no hay tantas culpas como
nosotros creemos. Lo que duele en los momentos cruciales es aquello que pudo
haber sido y no fue, tal vez porque estábamos demasiado ocupados preparándonos
para vivir. Pero la vida no es algo para preparar. Es algo para vivir. Muchos
escritores famosos antes de su muerte se lamentan del Sol que no recibieron, de
los helados que no se comieron, de los abrazos y de las sonrisas que dejaron de
dar, de lo cotidiano que dejaron de vivir. Y esa gente, que es espiritualmente
avanzada por su campo de influencia en la Humanidad, empieza a reconocer, que la
clave de la espiritualidad no está en subir la escalera, sino en bajar la escalera
hacia la vida cotidiana, hacia el presente, hacia la capacidad de darle
transcendencia a las pequeñas cosas de la vida. Así tenemos primero, disponer la
cabeza para recibir la energía, abrir el polo neurosensorial, abrir los ojos bien
abiertos, abrir los oídos, callar para que nuestra palabra pierda la capacidad de
herir y en este momento, realmente la energía entrante puede pasar al altar del
corazón. La mayoría de nosotros está literalmente colgado del cuello: no tiene los
pies en la tierra, tiene la cabeza por allá, diez Km. por delante del cuerpo. Nos
olvidamos el cuerpo 10 Km atrás y obviamente el corazón está disociado. No
vivimos porque no sentimos la voz del corazón. El corazón sólo aparece en la vida
como factor de comunión, cuando hay relación entre los diferentes territorios que
habita el ser. Pero en la esquizofrenia existencial de un yo que habita el abismo
entre el ser y el debería ser, no aparece el corazón como ese sutil pulso integrador
que inunda el cuerpo con el ritmo integrador del ser. Pero el afán de buscar y
prepararse para vivir, la necesidad imperiosa del maestro, se convierten en un
ruido de tal dimensión que raramente podemos escuchar en nuestra profundidad la
voz del corazón. La voz de la conciencia que encontramos en ese silencio de la
renuncia cuando abandonamos toda búsqueda. Ese afán desesperado por
encontrar, es un afán del ego, la prisa de un perfeccionismo que vive la vida como
una competencia para ser mejor. Cuando tú te olvides de ser mejor y te acuerdes
de servir; cuando simplemente tengas silencio, buena voluntad, disponibilidad.
Cuando no estés donde quisieras estar sino que estés allí donde el mundo te
necesite. Cuando tú seas capaz de estar en el lugar donde puedes dar tu nota, no
la nota que tú te imaginas que te va a dar prestigio, sino la nota que te hace útil,
que te hace humano, en ese momento estás preparado. Cuando el discípulo deja de
buscar el maestro y busca al hermano, cuando deja de mirar arriba y aprende a
mirar abajo, aparece el maestro. No es una cuestión de mediumnidad, es la
capacidad, generada por el servicio, de tener la mente firme en la luz, lo que
produce un contacto más real que toda realidad. En el alma el contacto es posible
pero el alma se expresa en todos como cualidad para servir. No es la canalización
mediúmnica la vía del corazón. Es el servicio humilde y silencioso lo que abre los
canales hacia el alma grupal y el ashram. Cuando nos olvidemos de entrar en esos
contactos trascendentales y aterricemos en nuestro corazón; cuando nos olvidemos
de viajar al centro de la galaxia y hagamos un viaje sensible hacia la necesidad de
nuestros hermanos; cuando nos olvidemos de conquistar los estratos de conciencia
transpersonal y cósmica y conquistemos la conciencia humana de los niños que se
mueren de hambre en el tercer mundo, así, descendiendo al otro que nos necesita,
estaremos ascendiendo al corazón de nuestra espiritualidad. Se trata, no de ser
ángeles sino de ser humanos, con todo el dolor que eso representa. Ser seres
humanos, ahora y aquí, de carne y hueso, con todas las limitaciones humanas pero
72
con todo el potencial cósmico del libre albedrío que nos permite liberarnos y liberar
los prisioneros del planeta para dar la nota superior del amor: la genuina libertad.
Los ángeles no tienen libre albedrío, ellos tienen una función y la tienen que
cumplir, así tarde millones de años: allí está el Ángel de la Guarda hace
18.000.0000 de años, esperando a que despertemos. Es decir, que allí no hay libre
albedrío, hay luz, hay inteligencia, es una parte del plan de la evolución pero
nosotros somos la voz, la palabra creadora; nosotros somos el agente de la
Creación. Cuando miramos la perspectiva de la evolución en otra dimensión, nos
encontramos que la tierra no son rocas desnudas, no es la tierra, no solo son los
árboles sino que la tierra es un ser inteligente, que es Gaia, es un ser que tiene un
propósito en la evolución. Y nosotros somos una antena inteligente; nosotros
somos la voz de Gaia; somos la síntesis de los reinos de la Naturaleza, y a través
de nosotros, el cuarto reino, toda la Naturaleza puede dar su canto y puede
ascender al quinto reino, que es el reino de las almas. La de ser humano, es una
aventura trascendental. Cuando empezamos a sensibilizarnos, a ser humanos,
cuando asumimos nuestra verdadera identidad, entendemos que no es de la
condición humana ni la guerra, ni el asesinato, ni el robo, ni la violencia. De pronto
oímos decir: “es que la violencia es producto de nuestra condición humana”, No,
injusticia, violencia, desamor, son consecuencias de nuestra deshumanización o de
nuestra inhumanidad; ni siquiera lo son de nuestra bestialidad, porque eso es un
insulto a las pobres bestias, que jamás son tan bestiales como las pintan.
Deberíamos quitar ese nombre de bestial cuando nos referimos a lo que pasa en
este planeta y decir: Ese es el sendero de la magia negra, el sendero involutivo de
la negación, de la ignorancia, del apego, de la aversión, del odio, de la sombra. Es
el sendero de la negación del amor, de la identificación con aquello que no somos.
Ser humanos, es tomar posesión del instrumento del alma. Desarrollar una
personalidad coherente, templar las cuerdas del instrumento para que la vida que
es música pueda ser interpretada por el intérprete que es el alma, en el seno de
esta persona, de esta caja de resonancia que es la personalidad. Si mis partituras
están en los divanes del alma, si el alma tiene un violín quebrado o un piano que ni
siquiera sabe que existe, entonces no va a resonar la música: la música tiene
sentido si resuena en este cuerpo. Nuestra meta evolutiva es realizar el Reino de
Dios, el Reino de las Almas pero, lo desarrollamos en vivo y en directo, ahora y
aquí, en esta carne. Lo encarnamos, no para la vida eterna, ni para cuando seamos
perfectos. Ahora mismo, aquí, estamos preparados si queremos, esa es nuestra
libertad, para tomar las llaves del reino interno. Este es el momento de empezar a
servir, es el momento de empezar a vivir, es el momento de entrar en la nota
clave, en la dimensión de nuestro corazón cuya ley en el tiempo es el presente y
cuya nota desde el punto de vista del sentido, es la nota del dar.
Sanar la Vida XV
seamos como el corazón. Se trata de que podamos recibir la sangre venosa del
metabolismo de las relaciones con el mundo, y que, en la transparencia de nuestra
vida, la llenemos de luz, enriqueciéndola y devolviéndola como una forma de prana
puro y nutritivo para todos los seres. Recibir el prana del reino mineral, el prana del
reino vegetal y el del reino animal, percibir el prana solar y el prana terrestre y
convertirlos en ese bello torrente de vida amorosa e inteligente que llamamos la
humanidad. Humanizarnos es posible, cuando empezamos a despertar a ese Sol
Central interior –RA– hecho con las radiaciones de nuestra Responsabilidad y
Autenticidad. ¿De qué materia prima está hecha la responsabilidad? Su
quintaesencia es la conciencia de un héroe arquetípico interior que llamamos el
guerrero. Irrumpe en la vida cuando la visión trasciende el pequeño territorio del
ego o no-yo y se emprende el viaje hacia el campo de conciencia ampliado del Yo.
En el horizonte se vislumbra el alma humana. En el camino la cruzada es de
hermandad. En el corazón se intuye el misterio del Santo Grial, una Copa de dolor
que revela al interior luz y amor. En ese territorio sagrado el servicio va hasta el
sacrificio. El guerrero asciende a la cima del heroísmo y en la muerte del ego revela
la vida. En su derrota se esconde la victoria genuina. Derrotado el ego, desecha la
coraza, la luz del alma brilla. Como el agua cristalina que brota en las alturas de la
nieve pura, como un manantial de luminosa claridad, la autenticidad surge de la
bruma. El guerrero auténtico es un testigo de excepción de la misteriosa levedad de
las alturas. Su cruzada es la hermandad y la justicia. Su horizonte es de libertad.
Su territorio es el país de la conciencia. Su secreto es el cáliz del Agua abundante
de la Vida. Sangre de Cristo, Quintaesencia de Su Cuerpo Místico, Humanidad.
Como héroes míticos, los guerreros parten hacia la conquista de un territorio, un
Lugar Sagrado donde la alquimia de la materia y la energía que llamamos sangre,
está contenida en un Cáliz o Santo Grial. En todos nosotros hay un Guerrero,
dispuesto a conquistar con esa sagrada sangre un nuevo territorio al interior.
Cuando damos en el blanco de oro del propio corazón, cuando en la búsqueda del
oro alquímico, desarrollamos un carácter sensible a la Luz del Alma, comprendemos
que la genuina transmutación no es del plomo al oro, sino de la personalidad al
alma. El guerrero asciende en cuerpo y alma a la cima del Espíritu. La no
resistencia de la personalidad hace leve la materia que puede ascender y revelar el
Ser. Disuelta la armadura, desnuda la roca dura de la personalidad, el guerrero
emprende el camino del servicio. Nace el servidor, el aguador, el buen samaritano.
Sus armas son ahora de compasión. Ascendiendo a la montaña de la vida, en la
propia cima, había reunido los cuatro puntos cardinales en su corazón, para que la
materia, el cuaternario pudiera revelar el quinto elemento, el alma. En el alma
devela el sagrado misterio de la unión, cuerpo y sangre de Un Solo Ser, que
inspiran el sendero de Retorno. En el servicio, el servidor descubre el camino del
amor, como una vía a Dios escondida en sí mismo. La genuina Eucaristía.
Comunión. En otros, el guerrero-servidor descubre su propia esencia, y en todos, el
misterio del agua más abundante, la Vida. Ya no toma la vida, Ya no se resiste a la
vida. Fluye como sangre en el mismo Cuerpo de Cristo, y presiente el misterio del
Espíritu. Como en la historia del Caballero de la Armadura Oxidada, sólo la ternura
y la compasión pueden disolver la sombra que oculta el Amor, la verdadera
fortaleza del Ser. Es su Armadura la que se derrite, pero no desde afuera sino
desde adentro, cuando el guerrero nace a la compasión del verdadero servidor. La
llave secreta que libera al ser humano de su prisión está en el corazón. El fuego
sagrado que derrite el hielo y la indiferencia es encendido en el propio centro. En la
desnudez el viento de la vida aviva la llama interior del Ser; con materia prima de
su vulnerabilidad, el servidor descubre en la humildad el más grande potencial. El
pecado original del separatismo, que nace del orgullo, se disipa en la humildad para
que la luz del alma pueda brillar a través de la personalidad. La vulnerabilidad es la
fortaleza del guerrero, pues le permite nacer a la humildad de la prudencia, en la
que el reconocimiento de los propios límites le hace comprender que sólo en otros
puede ser ilimitado. El camino del sanador, es el mismo sendero del Servidor, el del
educador, una vía de amor-sabiduría o comprensión amorosa. A propósito de un
sendero de responsabilidad, que pueda conducir a una auténtica humanidad en la
que cada ser humano pueda dar su nota original, ¿qué podemos ver en nuestra
sociedad actual? Alguien me decía ayer: “¿qué hacemos con esa epidemia
74
muerte porque el dolor es sólo una rivera del río de la vida. La otra rivera es el
amor. Y la corriente es la vida. Cada hora empleada en huir del dolor, es una hora
dedicada a huir de nosotros, a huir de nuestro corazón, de la posibilidad feliz de
despertar. El dolor es un señalador, único y feliz, que nos ha puesto la vida; nos
señala un talón de Aquiles para que podamos crecer, y crecer es interiorizarnos
para emprender el regreso al corazón. Asumir nuestra responsabilidad, es abrir el
primer portal en el sendero del alma, lo que nos muestra un horizonte más allá de
la simple reactividad o la rígida seriedad. Nosotros hemos confundido
responsabilidad con seriedad y con separatismo, o con personalidades fuertes
arrasadoras. La responsabilidad produce inofensividad, adaptabilidad, flexibilidad.
La responsabilidad es una conquista de dos héroes míticos: el Guerrero y el
Bienhechor. Un día, fatigado de conquistar territorios externos, el guerrero libra la
batalla definitiva del ego. La derrota de su propio ego es su victoria mayor, y con el
trofeo de una personalidad consagrada al servicio, emprende el camino de retorno.
Ha nacido el bienhechor, un servidor del mundo. Ya no tiene más que su propio
reino interior por conquistar y sus puertas se abren de par en par con la llave
sagrada de la autenticidad.
79
De la responsabilidad a la autenticidad
El Creador y el Destructor
mi amiga, lo que llamamos amor será una prisión por soportar. El punto de partida
hacia ese amor tolerante que nos puede liberar, es la amistad. Toda genuina
relación humana se gesta en la amistad. La amistad es como una piel tejida de
confianza que nos afianza al interior y nos proyecta, sin complejos, a la relación
humana. Si nos fiamos de nosotros mismos podemos confiar en otros. En ese
territorio de reciprocidades, nace la amistad. Me afianzo en ti. Te afianzas en mí.
Confiamos... somos confidentes, coincidentes en el afecto sin afectación...
convergentes en nuestra común humanidad. En la reciprocidad de la confianza se
da la respuesta de relajación, en la que te entregas y me entrego, nos
abandonamos en el otro, para sentirnos completos. En ese abandono surge esa
forma superior de integridad, que nos permite revelar que sólo en el otro, cuando
construimos el nosotros, tiene sentido nuestro ser individual. La apertura amorosa
es la puerta de la amistad y la primera estrategia para espiritualizar la vida.
Produce un ambiente de cordialidad o apertura de corazón; abrir el corazón es
simplemente ser cordial. La cordialidad es la esencia de la amistad; todos los
amigos lo son por ser recíprocamente cordiales, y, en esa reciprocidad, la amistad
hace más llevaderos todos nuestros roles: somos compañeros de trabajo, de
sueños, compartimos las esperanzas y las frustraciones, tenemos algo en común. Y
¿Qué tenemos en común? El gusto por la música, un hobby, la visión del mundo,
todo aquello que nos permita converger, es un punto de contacto desde el que es
posible compartir. Si el hijo no es amigo del padre, establece una relación en la que
no se comparte; va a tener problemas con su imagen paterna, porque nunca la
habrá asumido, aunque todos los días el padre lo acompañe.
Tejiendo la Vida
Sanar la Vida XX
El Poder de la Serenidad
Sanar las cicatrices. Lo que hace un buen médico cuando alguien tiene una
hemorragia severa, es obviamente ponerle sangre, pero no se queda
transfundiendo sangre toda la vida; mientras transfunde la sangre cierra la herida.
Si queremos sobrevivir en el plano emocional, además de transfundir energía, valor
o ánimo es necesario cerrar las heridas y tratar esas cicatrices profundas y
sensibles que aún no acaban de sanar. Las relaciones humanas no se rompen, se
desanudan. Cuando rompemos relaciones algo también se rompe dentro de
nosotros: perdemos integridad adentro y afuera, pues nos quedamos con la herida
del resentimiento que afecta permanentemente nuestra vitalidad. Si desanudamos
con paciencia los lazos que nos unen, esos lazos jamás se romperán aunque
estemos muy lejos; nos llevaremos el regalo de la lección aprendida más que el
sentimiento de fracaso que nos amarra al pasado. Los resentimientos son cicatrices
sensibles en tu corazón que generan úlceras, hipertensión, cáncer, colitis, artritis y
muchas enfermedades crónicas. El nombre y apellido de muchas de las
enfermedades que vemos en la práctica clínica es resentimiento, o sea,
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