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Sanar la Vida

Dr. Jorge Carvajal Posada


(Diciembre 2000)

JORGE IVÁN CARVAJAL POSADA


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Licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de


Antioquia.

Ha sido profesor en la Universidad de San Martín, en la Universidad CES de Medellín


y en la Universidad Nacional de Bogotá. Efectuó estudios de postgrado en
Auriculoterapia, Acupuntura, Terapia Neural, Medicina Floral y Ayurveda.
Experto en Medicina Bioenergética. Creador de la Medicina Sintergética.
Miembro fundador de la Asociación de Médicos e Investigadores en
Bioenergética (Amibio) ha pertenecido a su Junta Directiva en varios
periodos. Editor de www.davida-red.org. Autor de los libros "Aventuras
por los caminos de la Bioenergética: un arte de curar" (Editorial
Luciérnaga) y "Contextos de Sintergética", Láser y Sintergética", "El fuego
del amor", "Agua y cielo en el sendero" y "Por los senderos del alma",
todos en Editorial Viavida. Autor de numerosos trabajos de investigación.
Ha desarrollado aparatos softlaser para tratamiento en Sintergética,
equipos RAM (Resonadores de Arquetipos Mórficos), equipos de
cromoterapia e isobacks. Ha impartido numerosos cursos en diversos
países, especialmente en Estados Unidos, España, Argentina, Venezuela,
Chile, Ecuador, Perú, Guatemala y Cuba.

E-mail: jip@epm.net.co
Web: www.davida-red.org

Nota del Autor

El lector podrá comprobar el grado de utilidad que la enseñanza aquí ofrecida


tiene para él en este momento, mediante la práctica y el ejercicio de la intuición. Si
la instrucción suministrada eleva la aspiración y la voluntad de servir desde el plano
de las emociones al plano mental, si permite a cada lector desidentificarse de la
ilusión y conectar más con su esencia, entonces se habrá cumplido el propósito; si
no es así, no se acepte lo expuesto.

Jorge Carvajal P.
JCP NOTA EDITORIAL
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Estas páginas contienen el Seminario del Dr. Jorge Carvajal organizado en la


ciudad de Sitges en Diciembre del 2000. Están transcritas con la cuidadosa
intención de conservar en cada línea, el alma del autor, su ritmo y su poesía, con la
esperanza de que a través de las palabras, pero fundamentalmente más allá de
ellas, el lector despierte a la realidad de su esencia eterna. El trabajo de
transcripción fue posible gracias a la colaboración de Ma. Antonia Durán, Margarita
Clar, Carmen Pérez y Ma. Eugenia Peñas. Al final se adjuntan con su formato
intacto algunos de los textos que han salido en la Página Web de la Red cuya
dirección es: www.davida-red.org Nuestro propósito es que todos los seminarios
que ofrecen la síntesis del trabajo de más de 20 años de investigación y clínica se
editen y sean accesibles, como cuadernillos, libros o a través de Internet.

Feliz Navidad por anticipado, feliz milenio.

Sanar la Vida I

Hoy vamos a empezar hablando de la cordialidad. Obviamente que de la


cordialidad es poco lo que se puede hablar ya que es una palabra sagrada, es la
clave de la apertura amorosa. La apertura amorosa es la clave de la amistad, de la
amabilidad, de la cordialidad, del amor y de las relaciones humanas. Todo comienza
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ahí, cordialidad viene de corazón. Cuando tú partes del corazón en la relación


humana estás partiendo de tu cordialidad y estás eliminando todas las barreras,
todas las fronteras, todos los juicios, todos los prejuicios, todas las intolerancias y
estás en el mínimo común denominador de tu humanidad. La humanidad comienza
donde se expresa la cordialidad. La cordialidad está antes de la buena voluntad,
antes de la igualdad, de la fraternidad, de la libertad, de los derechos humanos, de
la hermandad. La cordialidad es la única forma a través de la cual nosotros
podemos entrar en comunicación, si no hay cordialidad no hay empatía, no hay
simpatía, no hay comunicación. Así que ahora vamos a empezar el seminario
tomándonos de las manos, conectándonos con el corazón. Cordal y cordial son
aquellas cosas que vienen del corazón. Cerramos los ojos unos instantes, nos
conectamos al interior de nuestro corazón, llevamos a nuestro corazón una imagen
vivida, que evoque pasión, que evoque amor, que nos conmueva, puede ser un
atardecer en el mar, la mirada amorosa de la compañera o el compañero, Dios, esa
imagen que realmente nos conmueva profundamente desde el corazón. Sentimos la
imagen ya no como una visión sino como un fuego interior. Dejamos que esa llama
arda, que penetre todo nuestro cuerpo, dé calidez a nuestra piel y concentramos
ese fuego interior en nuestras manos. Ahora sentimos que podemos desplazar toda
esa cualidad, todo ese calor de nuestro corazón que llamamos cordialidad a
nuestras manos y vamos a compartir, la cordialidad surge cuando compartimos
desde el corazón, dejemos que esa llama fluya hacia los demás, acojámosles desde
nuestro corazón, allí desde siempre te conozco, desde siempre en el corazón te
reconozco, aunque sea la primera vez que te veo, el corazón te reconoce porque tú
eres parte de mi y yo soy parte de ti. Ahora me puedo mirar en tus ojos y
reconocerme, ahora te puedes mirar en mis ojos y reconocerte. Ahora mas allá de
la piel y del cuerpo somos parte de un mismo fuego fundamental, de una sola
llama, la llama de nuestra humanidad. Vamos a compartir esta humanidad, nos
levantamos un segundo, nos damos un abrazo, un abrazo que venga desde el alma,
que nazca desde nuestro corazón y circulamos cinco minutos, solamente cinco
minutos por el salón y abrazamos a quien nos provoque abrazar. Observamos la
vida, compuesta por caras: lo blanco, lo negro, la luz, la sombra, lo celeste, lo
terrestre. Pero esas caras no son opuestas, esas caras son las de la
complementariedad. Este universo es un universo de reciprocidades. Surgimos a la
vida, nacemos a la vida cuando nacemos a la reciprocidad. Todo genuino amor es
recíproco aunque sea impersonal. Es el arte de dar y de recibir. Si tú no das y
recibes en el mismo instante, eres incompleto, tú no estás amando. Si tú estás ahí
para dar pero te cierras al recibir no puedes tener cordialidad, no puedes tener
ternura, no puedes abrir tu corazón. Este mundo es un mundo de sensibilidad. La
piel de la conciencia es sensibilidad. Conciencia es una piel del universo y su quinta
esencia es sensibilidad. Todas las cosas reaccionan entre si, todas las cosas se
relacionan, resuenan. La música del universo es una música de resonancia y esa
resonancia está hecha de comunicación, de intercomunicación. Y allí donde hay
apertura hay comunicación. Siempre tenemos un mínimo común denominador para
comunicarnos, desafortunadamente nos atrapamos en la trampa de las palabras y
el lenguaje, pero antes de las palabras está tu mirada, antes de las palabras está tu
sentir que es total, antes de las palabras está tu humanidad, está tu piel, está tu
evolución, están todos los electrones que saltan y danzan desde tu cuerpo
generando una armonía alrededor de ti y yo puedo captar esa armonía sin que tú
digas una sola palabra. Lo importante es cómo me siento frente a ti, lo importante
en la relación no es que digamos o dejemos de decir, sino cómo nos vamos a
sentir. Cuando se relacionen con alguien pregúntese antes que nada ¿cómo lo hice
sentir? No qué le dijeron, no hagan ninguna evaluación de ningún otro tipo, salvo
desde el código del sentir. ¿Cómo hacen sentir a un niño?, ¿cómo hacen sentir al
abuelo? Es posible que sus discursos, aún sus discursos espirituales sean correctos
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desde el punto de vista del intelecto, es posible que la oración y la fórmula sea la
correcta, es posible que sigan todas las recomendaciones del psiquiatra o del
psicólogo, o todos los códigos de la ética, pero si no lo hacen sentir más humano,
más íntegro y mejor, Uds. no están reivindicando su humanidad, no se están
relacionando como seres humanos. Se están relacionando desde el pasado, como
autómatas, desde las programaciones, desde las expectativas, pero no desde el
presente. La vida es un perpetuo abrazo. Podemos abrazar la vida o huir o atacar la
vida. No existe otra opción. Cuando no estamos abrazando la vida, la estamos
sufriendo, cuando no abrazamos la vida, nos estamos congelando. La vida es fuego,
es fuego eléctrico, el fuego del amor. Es fuego magnético, es fuego de atracción. Es
fuego de comunicación, es un permanente fuego. La vida es un viento que mueve
el fuego y el fuego es el amor. Donde no hay amor estamos en pasado o en futuro,
renunciamos al presente y cuando renunciamos al presente renunciamos a la vida.
La vida es un movimiento de meditación permanente. Alguien me pregunta ¿qué es
la meditación?, ¿cual es la fórmula de la meditación?, es muy simple: vivir. Porque
cuando no estás meditando estás muriendo en términos humanos y cuando tú
meditas aprendes. La ley de la vida es aprender. Cuando tú te sientes aprendiz eres
humilde y si eres humilde tienes apertura amorosa y si tienes apertura amorosa
tienes cordialidad y si tienes apertura amorosa más cordialidad tienes empatía,
tienes simpatía, tienes resonancia, tienes comunicación fluida y tienes paz. Y no
tienes paz porque conquistes la paz sino porque reconoces la paz que hay en ti.
Todas las cosas estaban ahí: la paz, el amor, la libertad, la materia, la energía, la
información, la conciencia, la perfección. No había que buscar la perfección,
acuérdense. Ya éramos perfectos así como éramos. El único problema es que
aunque las cosas estaban, éramos nosotros los que no estábamos. Cuando no
somos humanos es porque no estamos en nosotros. Es porque hemos asumido un
patrón de identidad falso, porque nos hemos negado nuestra sensibilidad, porque
nos hemos negado a movernos interiormente, porque no hemos aceptado
conmovernos. Es porque hemos ido al seminario para escuchar la voz del viento
pero no permitimos que el viento golpeara nuestra cara en las aceras que nos
acercaban a esta sala y sintiéramos el placer del viento. Es tal vez porque sentimos
que el día era muy feo pero no comprendimos el lenguaje de los grises y el día está
hermoso cuando es gris. Y el mar es mas hermoso cuando está enojado y la lluvia
fresca también es hermosa porque la lluvia ablanda la tierra, porque la lluvia
permite el milagro de las semillas y el milagro de las germinaciones, sin la lluvia no
existiría primavera. La vida es como un fuego y ese fuego arde porque hay un leño,
hay un leño maduro, hay un leño seco. Cuando Uds. prenden el leño y están frente
a la chimenea, y están atentos, escuchan en ese fuego que se eleva la voz del
viento y si abren los ojos y no ven el fuego van a encontrar la voz del viento que
mueve los árboles, la voz del otoño y las hojas que caen también está ahí. Y
cuando el fuego crece Uds. encuentran la lluvia que se acerca y cuando el madero
explota Uds. encuentran el trueno que resuena, de tal manera que ahí en ese leño
seco está un resumen de toda la naturaleza, de todos los elementos. Está la
madurez de la tierra, la madurez del viento, del agua, de la tormenta, está el sol y
la tierra fecundados en ese fuego y cuando Uds. ven en el fuego de la chimenea no
sólo algo que los calienta sino un milagro que contiene todas las señales de la vida,
entonces empiezan a conmoverse con el fuego y ya no necesitan que el fuego los
queme para moverse. A veces nos movemos cuando la vida nos quema. No es
necesario esperar a morir para que la vida nos queme, nos remuerda; no es
necesario que la vida nos duela intensamente hasta la destrucción para que
podamos despertar. Despertar a la vida es muy simple: es reconocer que en una
sola cosa están todas las cosas si la observas desde tu corazón. En cada cosa están
todas las cosas. En cada naranja están todas las frutas, en cada mariposa están
todos los vuelos, está el sol, el aire, el paisaje, el silencio, la crisálida, los gusanos,
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la historia de la evolución. En cada migración está la historia de la conciencia


cósmica que se mueve haciendo de cada individuo la célula integrante de un
organismo inteligente y grupal. Cuando Uds. ven una mariposa o cientos de
mariposas volar, están viendo el gran cuerpo de una conciencia que se mueve, el
oleaje de un solo mar. Cada una de las mariposas que migran es apenas una ola
dentro de un mar de conciencia colectiva. Y cuando tú aprendes a mirar así el
mundo, conmovido, ese mundo se ve desde el corazón, entonces tú ves en el otro
una ola parte de tu mismo oleaje, partícipe contigo del mismo océano de la
conciencia. Y aprendes no sólo a tolerar sino a comprender, no sólo a comprender
sino a amar. Y vamos pasando por esas distintas fases de la sensibilidad. Sanar la
vida es rescatar la sensibilidad. Porque la vida nos regaló sentidos pero los tenemos
embotados, porque el estrés nos llevó a refugiarnos en anestésicos y en
analgésicos; y volvimos la religión, el conocimiento y la medicina, el arte de
embotar los sentidos. Y convertimos la vida en el arte de embotar los sentidos para
llegar a la ciencia terrible del no sentir. Y pensamos que si no sentimos estamos
vivos y es todo lo contrario. Y pensamos que si no nos duele estamos sanos y es
todo lo contrario. Desde el punto de vista médico hay una cosa catastrófica que es
el estrés opiáceo, así se llama. El estrés opiáceo es un estrés del que no tienes
escapatoria, es algo impredecible para ti, es algo que tú no puedes controlar. Y
cuando tú no puedes controlar, cuando no eres dueño de ti mismo, cuando no
puedes utilizar tu instrumento, el organismo emplea un mecanismo de defensa
único y precioso que es liberar opiáceos endógenos, es liberar endorfinas,
encefalinas y sustancias análogas de la morfina y de la heroína que conocemos.
¿Por qué razón?, porque el cerebro está equipado con receptores para esos
opiáceos con el fin de amainar el dolor en los momentos críticos de la vida. Pero
una vez que pasa la crisis pasa el estrés. Y has amainado el dolor y has podido
sobrevivir. Sin embargo si tú vives en una crisis permanente, en una reacción de
fuga permanente, si tú no encuentras la madre, el padre, esa figura interior en ti, si
te expulsan del paraíso y no puedes encontrar un paraíso al interior, no te queda
más remedio que fabricar un paraíso artificial, pero no es porque busques la droga
fuera, frecuentemente ya estás drogado. Buena parte de nosotros como humanidad
no sólo estamos dormidos sino dopados, estamos drogados, tenemos saturados los
órganos de los sentidos. Miramos pero no vemos, oímos pero no escuchamos,
comemos pero no disfrutamos y no nos nutrimos, hablamos pero lo hacemos desde
la memoria y desde el automatismo y no desde la vida, utilizamos un cuerpo
sufriéndolo pero no gozamos del cuerpo. Abrirnos a la vida es abrirnos a la
inocencia, a la totalidad del cuerpo, a ese estado negentrópico de la infancia
interior permanente. El Niño Dios nace en nosotros todos los días y no tan sólo los
veinticuatro de Diciembre cuando somos conscientes de nosotros, cuando
rescatamos la conciencia íntegra de ser lo que somos, de ser el cuerpo, de ser los
deseos, de ser la piel, de ser el alma. En ese momento estamos renaciendo a la
vida, renaciendo a los sentidos pero llenos de sentido. Ya no vivimos para embotar
los sentidos y anestesiarlos sino que ya vivimos para abrir los sentidos, para
despertar los sentidos, para vivir el dolor encontrando también en el dolor una
oportunidad y un sentido. En ese momento, en ese instante, la vida empieza a
hacerse significativa. Hemos perdido el significado, porque hemos perdido la
sensibilidad, hemos perdido la sensibilidad porque hemos confundido la salud con la
analgesia y con la anestesia y con el bienestar físico, emocional y mental y el
estado perfecto de armonía que es el estado perfecto de muerte, porque cuando
tenemos un estado perfecto y de armonía ya estamos muertos. La vida es
desequilibrio, es crisis continua, es crecimiento, es un vórtice caótico. Si no tienes
crisis, si no te duele la vida, si no te conmueves, estás muy grave aunque no te
diagnostiquen un cáncer. Pero si tu tienes un SIDA, o un cáncer o una enfermedad
terminal terrible y estás despierto y eres consciente de ti y eres consciente de tu
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crecimiento, de tu dolor y estás aprendiendo la lección así sea dolorosamente, estás


terriblemente vivo, mucho más vivo que los muertos autómatas que deambulan por
todas las calles de las grandes ciudades del mundo. Entonces morir o vivir no tiene
nada que ver con estados perfectos de equilibrio, la vida es desequilibrio y el
desequilibrio es significativo si nos aporta su lección que es aprendizaje.
Empezamos a vivir cuando empezamos a aprender, pero empezamos a aprender
cuando abrimos las antenas de los sentidos, cuando abrimos los ojos. Tenemos los
ojos muy abiertos, pero los ojos del alma están cerrados. uando un hombre
despierta el Cosmos abre unos ojos, el Universo canta en nosotros, está en
nosotros, somos una estrategia de la conciencia universal para aprender.
Dios aprende a través de nuestros ojos. Dios crea a través de nuestros
sentidos, a través de nuestras manos. El Cosmos se contrae en nosotros y en la
vida para expandir su conciencia. Nosotros somos antenas de expansión de la
conciencia, pero hemos tenido la expansión y vamos en una infinita contracción,
hasta la total negación, porque hemos negado el arte de liberarnos, el arte de
entregarnos, el de expirar, el de morir, el de darnos.

Sanar la vida II

No nos hemos dado cuenta que si no moríamos no podíamos volver a nacer,


que si no expirábamos no podíamos volver a inspirar, que si no nos entregábamos
era imposible el éxtasis, que sin la renuncia a mí mismo es imposible completarme.
Solamente cuando renuncio me completo, solamente cuando me desnudo y me
hago vulnerable y me acepto tal como soy, le estoy dando mi nota al mundo. El
mundo no me necesita mejor de lo que soy, el mundo no me necesita perfecto, ya
me hizo perfecto, yo soy una nota única e irrepetible y vine a dar esa nota. Pero
sólo puedo cumplir mi parte templando las cuerdas del instrumento, porque si mi
instrumento está destemplado no emito la nota que vine a emitir, y si está
templado por el perfeccionismo tampoco daré ninguna nota ya que mi cuerda se
revienta. Vinimos a reconocer nuestro justo medio, el de nosotros, el noble sendero
del medio, la complementariedad entre los opuestos, el abrazo de la vida. Cuando
yo abrazo la vida encuentro mi otra cara pero cada uno de Uds. es la otra cara que
yo necesito, cada uno de los otros es otra cara desconocida, es una aventura
cósmica que Uds. tienen ahí para realizarse, para completarse, para
complementarse, para darle sentido a la vida. Cada uno de los seres de la
naturaleza es tu maestro y cuando tú eres sensible, cuando eres el aprendiz,
cuando estás dispuesto a aprender la lección, entonces no sólo toleras la piedra
sino que la incorporas, la haces parte de ti. Entonces el fuego no te quema y la vida
no te destruye porque eres blando como el agua y te dejas permear de todas las
cosas y empapas todas las cosas. La primera lección para sanar la vida es entonces
tener un punto de partida. Generalmente tenemos objetivos y metas y deber ser.
Tenemos una frontera del deber ser, tenemos un debería ser, tenemos una
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máscara que hemos construido. Una máscara de orgullo espiritual, una máscara de
espiritualidad, una máscara de ciencia, de conocimientos. Una máscara de poder,
una mascara de placer. Tenemos un Ego exterior que es el que mostramos al
mundo y eso que mostramos al mundo es apenas una estrategia de adaptación. Es
la cáscara, es el barniz, es la cara que le mostramos al otro para enamorarlo o para
capturarlo o para atraerlo. Debajo de esa máscara existe la Sombra, allí donde está
realmente lo que somos, nuestros impulsos, nuestras tendencias, nuestro egoísmo,
todas aquellas cosas que hemos considerado negativas, todos los prejuicios que
traemos desde la infancia, todas las cargas están debajo de esa superficie. Pero
mas allá y al interior recóndito, oculto, muy dentro de ti, en el fondo de tu corazón,
expresión del alma, está tu unidad nuclear, tu Ser, aquello que tú eres, aquello que
tiene la nota clave, aquello que te da el sentido de vivir, aquello que te permite
tener una dirección, un objetivo, hacer de la vida algo significativo. El problema
es que desde la máscara es imposible reconocer al ser. El lío es que si no
aceptas tu sombra no puedes reconocer tu luz. Si no pasas a través de esa capa
intermedia del Ego con todas sus programaciones, es imposible acceder al núcleo
de tu conciencia interior. Así que tenemos un punto de partida y ese punto de
partida se llama la aceptación. La aceptación es que yo me acepto tal como soy,
incondicionalmente. Grande o pequeño, blanco o negro, malgeniado o de buen
genio, con tendencias e impulsos que no controlo, de todas maneras me acepto
como soy. Porque aquellas cosas que no acepto están fuera de mi control. Aquellas
cosas que no comprendo no me dan poder. Todas aquellas cosas que he reprimido,
precisamente porque he reprimido tienen mucho mas poder. La Sombra tiene poder
sobre nosotros porque la hemos escondido y la hemos reprimido. Si dejáramos de
reprimirla y controlarla, automáticamente perdería su capacidad de controlar.
Nosotros hemos creído que controlar es posible reprimiendo, hemos creído que las
tendencias o los impulsos las podemos eludir. Ninguna cosa dentro de nosotros
puede ser eludida, absolutamente ninguna. Todo está ahí manifiesto,
controlándote, controla tu cuerpo, controla tus emociones, controla tus relaciones,
controla tu salud, controla tu hígado, tu bazo. Todas las iras reprimidas están ahí
actuando, la ira no es sino una autoafirmación. La ira no es negativa, lo negativo de
la ira es no dejarla salir, es volverla una tendencia permanente de irascibilidad e
irritabilidad, pero si tú no la contienes y la dejas salir, la ira tiene un propósito.
Todos los sentimientos son buenos sentimientos, aun aquellos que hemos
considerado malos, son buenos sentimientos. Se convierten en malos sentimientos
cuando se vuelven resentimientos, cuando los dejamos atrapados. El miedo está
ahí congelando tus riñones, actuando sobre tus huesos, sobre tu energía ancestral.
La obsesión está ahí actuando sobre tu páncreas, sobre el metabolismo del azúcar,
sobre el bazo y el chacra del bazo, sobre toda la circulación de la energía. El exceso
de exaltación que no es alegría sino manía, está sobrecargando tu corazón. Todas
las emociones se están inscribiendo en nuestro cuerpo y no sólo en nuestro cuerpo
sino en el patrón de nuestras relaciones, así que no ganamos nada reprimiendo
nuestras emociones. Si nosotros no liberamos la sombra no podemos reconocer la
luz. Cada uno de los sentimientos negativos es apenas una sombra o una parte no
desarrollada de un sentimiento positivo. En la ira está todo tu potencial. Una
persona iracunda es una persona que tiene una energía ni buena ni mala, una
energía que puede volver autoafirmación. Una persona obsesiva es una persona
que puede tener consagración y tenacidad. Aquella persona consagrada es un
obsesivo en términos positivos. Lo que es obsesión en término de Eros, es
consagración en término de Logos. Todas las cosas tienen dos polos. Si nosotros
negamos el polo inferior, negamos nuestras raíces, y no podemos ascender a las
flores. Lo primero es que reconozcamos la tierra, el reino mineral en nosotros,
nuestras raíces, nuestro fundamento, la infraestructura a partir de la cual podemos
crecer. Y volvamos a ser sensibles entonces a esa raíz que es nuestro cuerpo y
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convirtamos nuestro cuerpo en el templo del espíritu, nuestro cuerpo es sagrado.


Ascender a la espiritualidad realmente es descender al cuerpo y reconocer en
nuestro cuerpo una evidencia cierta de la inteligencia evolutiva que nos habita. La
inteligencia en nuestro cuerpo es la misma danza de Dios, es la inteligencia del
creador que se mueve en nuestra propia naturaleza. Nuestra tarea es aceptar esa
naturaleza, aceptando primero que todo su vulnerabilidad, aceptando que
es una naturaleza blanda, a eso lo llamamos la naturaleza humana: “es tan
humano que se conmueve”. “Es muy humano porque puede llorar”, “es muy
humano porque puede sentir”, “es muy humano porque es vulnerable”. Esa es la
genuina condición humana. La vulnerabilidad es lo que nos permite sentir el mundo
y procesar al mundo. Desde ese sentir total entonces vamos a tratar de hacer un
recorrido por las antenas de los sentidos, y por el territorio del cuerpo tratando de
comprender los sentidos de otra manera. Vamos a empezar, entonces, por la
visión: Y empezamos por la visión porque la clave de nuestras relaciones con el
mundo es nuestra visión del mundo. ¿Como vemos el mundo? El mundo es así
como nosotros lo estamos mirando. El mundo es del color de los anteojos con que
nosotros lo veamos. Cuando la gente descubre una cosa, siente que eso aparece
pero todas las cosas estaban ya, las leyes todas están ahí. Einstein no descubrió la
Ley de la Relatividad, no hemos descubierto cosas de entropía y negentropía, todas
las cosas hace miles de millones de años que están ahí creadas. Lo que
descubrimos es simplemente, una nueva manera de ver las cosas. Antes las
veíamos de una manera mecánica, luego de una manera relativa, luego desde un
orden implícito, después desde un orden teleológico, vemos cosas llenas de sentido.
Luego vemos que el universo atomizado en miles de partes y partículas es íntegro,
y rescatamos la visión de la integridad desde la diversidad. Pero todas esas cosas
han estado ahí. Simplemente nosotros a través de una nueva forma de mirar el
mundo descubrimos un nuevo mundo, un nuevo mundo no existe. Existen nuevas
maneras de mirar el mundo. Así que lanzarnos en la aventura de la
humanización es descubrir nuevas maneras de ver el mundo y es descubrir
sobre todo nuevas maneras de vernos, de percibirnos, de mirarnos
nosotros mismos. Por eso vamos a hablar de la visión. Los ojos son el
instrumento de la visión y son un bello símbolo del universo. En cada uno de los
globos oculares Uds. tienen un universo completo. En cada uno de los globos
oculares Uds. tienen una parte central, aparentemente pasiva, que es el cristalino.
Y ese nombre es muy bonito, se llama cristalino, no es por azar, es porque es
cristal, porque es cristalino, porque deja pasar la luz. Y empezamos a aprender
lecciones muy hermosas de la evolución. Si la evolución es el movimiento de la
conciencia, esa conciencia está en todas partes, en todas las cosas y obviamente
también está en el Reino Mineral. Cuando el Reino Mineral evoluciona deja pasar la
luz, se vuelve transparente a la luz. La parte más evolucionada del Reino Mineral
son las gemas y las gemas tienen valor porque brillan, porque reflejan la luz,
porque refractan la luz, porque dejan pasar la luz, porque son un prisma para
revelar la belleza de la luz. Eso es una gema. O sea que la parte más bella del
mineral es su parte blanda, no su parte dura. Nosotros vemos la consistencia, la
materia, la dureza del diamante, pero un diamante no es valioso porque es duro, es
sobre todo valioso porque tiene un comportamiento muy especial frente a la luz,
por los visos que da. Y un diamante no es bello por su cantidad sino por su
cualidad. Y su cualidad está determinada por el tallado del diamante, es
decir, por lo que hemos sacrificado del diamante. Esa chispa de diamante es
producto de algo mucho mas grande, de una piedra mucho mayor. En la medida en
que sacrificamos todo lo que sobraba para ganar la perfección que es el dejar pasar
la luz y el reflejar la luz obtenemos un diamante muy valioso. Así aprendemos la
primera lección de la conciencia: en la evolución, lo más valioso es aquello que deja
pasar la luz, que procesa la luz, que enriquece la luz. Y vamos a ver la evolución en
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términos de luz, vamos a ver que literalmente todos los seres y las cosas son
estrategias para procesar la luz, para enriquecer la luz, para dejar pasar la luz. Lo
primero, entonces, es dejar pasar, lo primero es tolerar, lo primero es dejar ser. Lo
blando del diamante es su permeabilidad a la luz, lo duro del diamante es su
materia. Tenemos que ser duros desde el punto de vista de la materia, tener un
cuerpo físico sólido, pero desde el punto de vista de la conciencia tenemos que ser
blandos, es decir permeables a la conciencia, permeables al otro, permeables a la
luz. Y vamos a ver que esa luz que en el diamante son fotones, se vuelve luz virtual
cuando el Reino Vegetal ya no deja pasar la luz sino que atrapa la luz, procesa la
luz. Inicia el proceso de fotosíntesis y capta la luz y la almacena amorosamente
pero para regalarla y permitir el milagro de la evolución. El milagro de la evolución
es posible, porque primero el Reino Mineral se hizo sensible a la luz y luego el Reino
Vegetal siendo más sensible diseñó mecanismos para almacenar la luz en moléculas
químicas y luego el Reino Animal se nutrió de esas moléculas para volver a liberar
la luz como instinto y después el Reino Humano hizo la síntesis de la luz mineral,
vegetal y animal para liberar la luz del intelecto y en este momento como
humanidad estamos ascendiendo a ese estado de síntesis en que vuelve a arder en
nuestro corazón el fuego de esa misma luz para elevarnos al Quinto Reino, el Reino
de las Almas. He ahí la historia de la sensibilidad, que también es la historia de otra
visión del mundo, es leer el mundo con otros ojos. Si yo te mirara con otros ojos
descubriría en cada segundo un ser diferente, una aventura para conquistar y no
caería en la rutina. Si yo te miro siempre con los mismos, no ojos, sino anteojos,
obviamente me voy a aburrir muy pronto en la relación. La relación va a durar lo
que dura la luna de miel porque yo no me he cambiado los anteojos del enamorado
y quiero seguir viendo en ti solamente la imagen congelada en el pasado. Pero si yo
puedo cambiar la visión, yo te estoy cambiando a ti y estoy ayudando en tu
transformación y me estoy transformando. Lo único que tenemos que hacer para
sanar la vida inicialmente es cambiar de visión, ser sensibles a una nueva visión.
¿Cómo hemos visto el mundo hasta ahora?, lo hemos visto desde los fundamentos,
creemos que el mundo son partículas atómicas y subatómicas, muros,
civilizaciones, autopistas, tecnología, pero no vemos la magia del mundo que se
mueve por encima de las autopistas, dentro de los edificios, en el espacio vacío es
donde se genera ese movimiento de la conciencia que permite hacer de éste un
mundo que a cada instante se renueva, un mundo mágico. La clave del mundo es
que está vivo y que podemos participar en él. Lo importante del mundo no es ese
mundo afuera en el que nosotros nos asentamos y que nos da soporte, sino ese
mundo adentro, ese mundo vivo en el que nosotros participamos. Adquirir una
nueva visión del mundo es entrar de lleno en la corriente de la participatividad.
Aquello que es participativo es vivo. Debemos preguntarnos siempre en
nuestras relaciones: ¿Esto genera más participatividad? ¿Esto genera
competencia o entra en la dimensión del compartir? ¿Esto aísla la luz o
expande la luz? El mundo de la participatividad es un mundo de expansión
de la luz: cuando tú compartes estás expandiendo la luz. Cuando tú dejas
de compartir, estás oprimiendo la luz, la estás ensombreciendo, estás
cerrando un ojo del cosmos; tú eres un ojo del cosmos y el cosmos deja de
ver cuando tú cierras tu conciencia al compartir. Entrar en ese mundo de la
participatividad es comprender que cuando miramos creamos el mundo. Cada vez
que realmente vamos más allá de la mirada y podemos ver que estamos recreando
la creación, estamos creando el mundo. El mundo no es el mundo que miramos, el
mundo es en buena parte el mundo que creamos. Cuando yo te miro con ojos de
odio yo te estoy creando y estoy creando odio. Cuando yo te miro con una mirada
de miedo estoy creando el miedo en tu corazón. El hombre no sabe que cada una
de sus acciones es un acto de creación. El hombre es un creador, un creador en
materia mental y para ello utiliza sus sentidos y eso nos conduzca a un sentido muy
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grande de responsabilidad. Todos participamos del bienestar o malestar de los


otros. Todos estamos determinando el pronóstico de las enfermedades de los otros.
Nuestra actitud significa un ojo interior, un ojo total, un ojo que revela nuestro
corazón y con esa actitud nosotros estamos programando al mundo. Volvamos a
tomar, entonces, el símbolo del ojo y pensemos en el cristalino. Así como hay un
cristalino que deja pasar la luz y la enfermedad del ojo es que ese cristalino se
opacifique, así en la relación cada uno de nosotros podemos ser o no transparentes.
Si no somos transparentes no pasa la luz y no hay relación, no hay visión. La
transparencia en términos humanos se llama honestidad. Y la honestidad es una
consecuencia de la aceptación porque si tú no eres honesto contigo, si no te
conoces, no puedes conocer al otro, no te puedes relacionar.
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Sanar la Vida III

Ejercicio: Vamos a visualizar una velita, puede ser incluso un sol, aquella
imagen que Uds. puedan mantener más constantemente y mientras la observamos
vemos todas las características de la llama, sus tonos rojizos, azules, amarillos,
también sentimos su calor, también somos conscientes de que el fuego siempre
transmuta, siempre eleva, siempre asciende y por eso es un símbolo de la
evolución de la conciencia que evoluciona hacia la síntesis. Somos conscientes por
un instante de que el fuego todo lo transmuta tomando la gravedad de la materia y
convirtiéndola en levedad. Así como esa llama es nuestra vida, nosotros
ascendemos desde el cuerpo al alma, desde la gravedad a la levedad, de las leyes
de la materia, a las leyes de la conciencia, ascendemos al aire que es la mente
universal, allí donde tiene existencia el Templo de la Sabiduría que es el Templo del
Alma. Ahora no sólo observamos la llama, la sentimos con su calor, con su brillo,
con sus propiedades, como símbolo de la evolución y vamos repitiendo
mentalmente “yo estoy en la luz, yo estoy en la luz”. Lo repetimos mentalmente en
forma continua hasta que literalmente nos sintamos adentro de esa luz, nos
confundamos con la luz. Proyectamos esa luz al interior, la hacemos penetrar a
través de nuestra frente, como si la encendiéramos en todo el centro de nuestra
cabeza, en el lugar que ocupa la epífisis, la glándula pineal, en el centro geométrico
de nuestra cabeza, y sintiendo esa llama interior arder en nuestra cabeza repetimos
mentalmente: “la luz está en mi, la luz está en mi, la luz está en mi”. Sentimos ese
fuego interior transmutador, que nos lleva siempre a la evolución, a la síntesis, que
es el norte, la brújula de nuestra vida, es aquello que nos puede dar sentido.
Comprendemos que la iluminación tiene que ver con la luz al interior, con el
despertar. Permitimos que esa luz despierte cada uno de los recónditos rincones de
nuestro cerebro. Todos aquellos sitios que reprimimos, todos aquellos sentimientos
que inmovilizamos, todas aquellas inteligencias congeladas, toda esa música
cósmica dormida al interior de nuestro cerebro, despierta con la luz. Proyectamos
ahora esa luz al corazón, sentimos el corazón como una llama de amor ardiente.
Dejamos que su fuego inunde todo nuestro torrente sanguíneo. Que ese fuego
llegue a los lugares más recónditos del cuerpo, a los lugares internos, lugares
congelados, desconectados. Llevamos esa tea de amor ardiente por todos los
espacios. El alma es lo que ve por nuestros ojos, es aquello que siente desde la
totalidad en nosotros. Los ojos no ven, los ojos son una cámara fotográfica, los ojos
son como microscopios o telescopios que el alma utiliza. Nadie ha podido lograr que
un ojo enucleado vea, ¿no? El ojo ve porque está en ti, pero tú ves y eres tú porque
en ti está el alma. El alma es lo que siente, es lo que se abre, es lo que es sensible
y también es lo que sana en ti. Cuando hablamos de sanación, de sanar la vida,
estamos por ello hablando del alma. No podemos sanar la vida desde el
instrumento. Sanamos la vida porque la vida es música. Obviamente que sin el
instrumento no tendría sentido la música, apenas seria una partitura. La vida es un
programa que es música, el alma es el intérprete y el cuerpo, la personalidad, es el
instrumento. Ella necesita templar las cuerdas del instrumento, para eso necesita
empezar a reconocer la visión, necesita empezar a utilizar los ojos. Imagínense que
alguien aparece en mitad del seminario muy probablemente piense que es una cosa
de locos y se devuelva. Frecuentemente nosotros hacemos lo mismo, entramos y
vemos sin perspectiva la locura del instante, vemos gente que se abraza como
13

locos, lloran, sonríen, sin motivo, y lo calificamos de arbitrario. Si viésemos desde


un marco mayor, si comprendiésemos que es precisamente porque no hay un
motivo visible, porque es sin motivo, porque hay entrega que yo te abrazo, no por
ser quien eres, sino porque me nace del alma, comprenderíamos eso que vemos.
Las cosas que nacen del alma, son aquellas cosas que están llenas de sentido, que
integran la vida. Ahora vamos a ver que la visión es lo que nos da el sentido, el ojo
es el órgano del sentido que maneja las máximas frecuencias, el sonido tiene una
frecuencia menor, el tacto tiene una frecuencia menor, son vibraciones de
frecuencia mucho más baja. Pero el ojo procesa la luz y a la velocidad de la luz se
acaban el espacio y el tiempo, a la velocidad de la luz no existen los relojes.
Cuando ustedes entonces ven desde la conciencia, se implican; cuando no ven con
el ojo del intelecto separado del ojo de la intuición; cuando pueden enfocar, a la
unión de ambos se llama el enfoque. Cuando no hemos unificado los dos ojos
vemos doble, casi todos nosotros vemos doble. Vemos los sentimientos de una
manera, vemos la materia de otra manera; la familia de un modo, la religión de
otro modo y andamos por el mundo con mil ojos y mil imágenes distintas. Cuando
logramos tener un punto de enfoque, creamos una imagen única, una imagen
holográfica, una imagen llena de sentido. Cada persona, cada personalidad, cada
aspecto de la personalidad tiene una manera de mirar el mundo. Así que nosotros
no estamos viendo el mundo sino que estamos viendo pequeñitos mundos
esquizofrénicamente separados y sin sentido, porque desde el intelecto yo veo las
cosas de una manera, desde el afecto las veo de otra manera, desde las
expectativas y la programación de otra manera, desde el egoísta las veo diferente
que desde el generoso. Tenemos muchas subpersonalidades, es decir, un zoológico
muy grande de personalidades dentro de nosotros, cada una con una visión del
mundo diferente. Cuando se entra en la conciencia, en la luz, se accede al director
de orquesta, el director de orquesta de todas las hormonas es la hipófisis. El
director de orquesta del hombre es el sexto chacra, el sexto centro, ¿por qué
razón? Porque allí se hace una síntesis de la personalidad; porque allí, los
instrumentos, las subpersonalidades, los cuerpos, el cuerpo físico, el emocional y el
mental empiezan a responder a un solo señor. Y porque ahí entonces, aquello que
era ruido se convierte en una sinfonía. Antes, los violines que son muy buenos y los
tambores y las cuerdas y los vientos, entraban cada uno a su antojo, esa
descoordinación es lo que da cuenta del frecuente fenómeno de la clínica en lo
cotidiano: el de que la gente, va a donde el médico y no le encuentran nada, el
riñón está bien, el hígado está bien, el bazo está bien. El endocrinólogo dice que
todo está bien y el gastroenterólogo también, pero todo funciona mal y así a veces
la gente se muere de “nada”, los exámenes no muestran nada, las analíticas no
muestran nada, pero se muere. ¿Por qué razón?, Porque es que la vida es un
patrón de orden, un patrón de organización. Lo importante no son los factores, sino
el orden de los factores, porque en la vida el orden de los factores sí altera el
producto, porque en la vida cada cosa debe ocupar su lugar. Y el que ocupe su
lugar significa también que ocupe su tiempo. La vida tiene tiempos, cada órgano
tiene tiempos, cada glándula, cada hormona tiene ritmos y tiene tiempos. El amor
tiene un tiempo, el descanso tiene otro tiempo, el trabajo tiene otro tiempo. La vida
tiene ritmos, tiene estaciones. La vida es una danza rítmica del Creador, escrita en
nuestro cuerpo. Esa danza rítmica se armoniza en nuestro sexto centro. Cuando
ascendemos a nuestro sexto centro, podemos decir, el hombre asciende al Creador
que ya existe en él, el hombre asciende a su programa, cuando ese estadio se
alcanza se habla de: “el hombre en Dios” y cuando el hombre está en Dios, Dios
desciende al hombre. El primer movimiento, es un movimiento de transmutación,
ascendemos la materia para revelar su belleza. Ascendemos el carbono para revelar
un diamante. Cuando somos un diamante y por eso el símbolo del sexto centro es
el diamante, entonces la luz del espíritu pasa a través de nosotros. Es decir, Dios
14

puede estar en el hombre cuando el hombre asciende a Dios. Cuando nosotros


formamos un vórtice de atracción magnética para atraer la luz, entonces la luz
desciende, no antes. Tenemos que hacer atractiva nuestra personalidad al alma.
Tenemos que poner bonito nuestro cuerpo, no para consagrar la vida al cuerpo sino
para consagrar el cuerpo a la vida, para consagrar el templo al espíritu. Entonces
adquiere otro sentido la belleza y adquiere otro sentido la ética y entendemos
aquello de lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero que empezaremos a mirar en la
dimensión de Sanar la Vida. Sanar la Vida es hacerla bella, también el cuerpo.
También pintar el cuerpo, también vestirlo bonito, también nutrirlo adecuadamente,
rescatar la armonía. La armonía es el sentido de las proporciones. Porque cuando
hay sentido de las proporciones hay resonancia. Todas las resonancias están
hechas de proporciones y proporcionalidades. Cuando yo pierdo el sentido de las
proporciones pierdo la belleza en la vida. La vida es buena y hay bondad cuando
hay ética y vamos a hablar un poquito de la ética de las relaciones. La vergüenza se
refiere al yo, la bondad se refiere al nosotros y lo verdadero se refiere a la
emergencia de la luz, a la conciencia, al significado. Lo bello y lo bueno cobran un
significado cuando se transmutan y ascienden y así entonces nosotros podemos
conquistar lo que se llama la Vida, el Agua Abundante de la Vida, se conquista
cuando realizamos lo bueno, lo bello y lo verdadero. La belleza empieza por los
sentidos, por los ojos cuando el código de lectura no es exclusivista. El exclusivismo
es la negación de la belleza. Todas las cosas armónicas tienen dos polaridades y
tienen un punto de encuentro, tienen un sendero del medio en que se realiza su
conciencia. El Universo es polar, como es arriba es abajo, hay comunicación y hay
resonancia cuando hay correspondencia, hay correspondencia cuando hay
polaridades. Hay correspondencia en nosotros cuando no disociamos el masculino o
el femenino; cuando no vemos el padre o la madre afuera sino que lo vemos al
interior, en nuestro corazón. El punto de correspondencia del hombre es el corazón,
es el punto de encuentro, es el punto de síntesis entre los pares de opuestos. Así
realizamos permanentemente la síntesis. Vamos a ver entonces que eso depende
de la visión y vamos a ver el símbolo de la visión, ¿cómo aprender a leer las cosas
de diferente manera? Si yo te veo solamente desde el código exclusivista de la
forma yo solamente voy a ver las proporciones de tu forma, yo solamente voy a ver
el tamaño de tu nariz, yo solamente voy a ver el código del almanaque y el código
de la moda. Pero si yo te veo desde la perspectiva del corazón, la belleza en ti no
es la visión externa, sino la visión interna que yo tengo de ti. Así que aunque estés
viejita, encorvada y arrugada, yo veo la ternura en tus ojos, veo la sonrisa en tus
ojos aunque no tengas dientes, no busco tus dientes, busco tu sonrisa. Veo el calor
en tus manos, aunque tus manos estén deformadas. La belleza desde el código
interior es lo que mueve tu corazón, lo que te conmueve, aquello que te permite
aprender una lección. Cuando asumes la actitud del Aprendiz siempre vas a
reconocer lo bello en todas las cosas porque estás yendo más allá del mundo de la
cantidad y de la apariencia y estás entrando en el mundo de la cualidad y el mundo
de la esencia, que es el mundo del alma. Son los ojos del alma aquellos que ven la
belleza desde la actitud del Aprendiz. Y esos ojos del alma en el seno del cuerpo se
centran en el corazón, desde donde tú puedes ver lo que es esencial. Cuando
solamente veas la fealdad, cuando tú veas los excrementos y no adivines detrás de
los excrementos, está la vida orgánica y abonada por ellos, una flor que puede
florecer y una armonía que puede surgir, entonces estás viendo con los ojos de la
personalidad, con los ojos de la máscara. Esa es la clave de la armonía interior.
Somos disarmónicos cuando no revelamos la armonía de las cosas que vemos. Las
cosas no son feas, todo tiene un propósito. Y ese propósito significa que hay una
coherencia interior. No solo que hay un destino sino que hay una esencia armónica
al interior que podemos reconocer. Los ojos de la personalidad tienen una visión
local y los ojos del alma tienen una visión global ambos son necesarios, los ojos del
15

alma y los ojos de la personalidad, para llegar a unirlos en un sentir total. Así que
la primera propuesta para Sanar la Vida, respecto de la visión, es que a veces
somos hipermétropes y a veces somos miopes. O tenemos las cosas muy cerca y
los árboles no nos dejan ver el bosque, o tenemos las cosas en una perspectiva tan
distante, que los bosques nos impiden reconocer los árboles, las frutas, las semillas
y la siembra. ¿El ojo qué está haciendo permanentemente? Él está acercando, él
mira a lo lejos y luego se acerca, aleja y acerca las imágenes. El ojo es como un
corazón que está oscilando, está pulsando permanentemente. Cuando tenemos
entonces una visión miope, realmente tenemos que acercar demasiado las cosas
para poderlas ver y solamente vamos a poder contemplar los detalles. ¿Cómo
entonces acomodarnos? En términos médicos a eso se le llama acomodación, el
cristalino se acomoda, el cristalino tiene músculos y actúa como un corazón, cambia
su forma para centrar la imagen exactamente en la retina. Si las cosas están muy
lejos, él tiene que hacer que los rayos de luz coincidan exactamente en la retina y
para ello él cambia su forma, si están muy cerca también cambia su forma, y sino
se desenfoca. El problema de nuestra vida es que andamos desenfocados, es que
no tenemos punto de enfoque. Si yo no tengo un punto de mira, si no tengo un
punto de enfoque, si no tengo un horizonte, si no tengo una perspectiva, realmente
no sé dónde estoy. No sabemos para dónde vamos porque no sabemos dónde
estamos. Punto de partida: dónde estamos. Y el “dónde estamos”, lo da lo que
llamamos, la correcta visión. Y la correcta visión es una visión que conjuga la visión
de la izquierda y la derecha, la del cerebro izquierdo y la del derecho, la del
masculino y la del femenino, la del pensar y la del sentir. La correcta visión es
aquella que te permite aproximar tu sentir al corazón porque es el sentir el que
permite armonizar el pensar global con el actuar local. Pensar globalmente,
movimiento de expansión, a eso lo llamamos el contexto, sin contexto, ningún
texto es válido. Todos los textos son válidos porque hay un código para leerlos y el
código para leerlos sale del contexto y el contexto se llama visión global, regresar
al contexto, ¿dónde estoy?, ¿en qué contexto me muevo en la relación? Si tú no te
pones en el contexto de la relación, te vas a relacionar de memoria. Cada quien
exige que individualices tu relación con él. Él es único y tú no te puedes relacionar
con una persona como te relacionas con los otros. Tú tienes cuatro hijos y no los
puedes tratar de la misma manera, eso sería lo más injusto del mundo. Cada uno
de ellos es un contexto y un universo diferente y tú tienes que aprender a entrar en
la magia de ese contexto. Cuando rescates la individualidad y la irrepetibilidad de
cada relación humana entonces estás naciendo a una genuina relación. Entramos
en el contexto cuando podemos mirar a lo lejos, cuando podemos quitar los ojos del
suelo, cuando podemos inspirar y podemos reposar. Sin el reposo, sin la
inspiración, sin la visión del paisaje, y ese es un ejercicio, es imposible entrar en el
contexto. Si te sitúas mirando por la carretera de Sitges, aquí alrededor del mar,
esa es exactamente igual a las de Colombia, a las de Barcelona, a las de París. Y
frecuentemente vamos por todos los sitios del mundo mirando al suelo, es decir,
mirando los almacenes y lo concreto, aquí hay los mismos almacenes que hay en
Barcelona y los que hay en Ruanda y en todas partes del mundo, una sociedad
consumista tiene almacenes más o menos del mismo tipo. Pero si yo me doy la
oportunidad de hacer un paseo, dejándome llevar, sin pensar en nada más, a la
orilla de la playa, entonces yo voy a entrar en el contexto de lo que es Sitges y
entonces las calles y los apartamentos y las gentes y las otras cosas me van a
parecer distintos porque ya le he dado un marco al paisaje. Entonces, ¿cuál es el
marco del paisaje de mi acción? Esa es una pregunta bien importante. ¿Dónde la
enmarco?, ¿Dónde la encuadro? A las cosas hay que enmarcarlas y encuadrarlas
para darle un fondo y una perspectiva. Ninguna imagen tiene un sentido sino tiene
un paisaje de fondo, es una imagen muerta sin un paisaje de fondo. La visión
puntual es la visión de las formas que se delinean. La visión global es una visión de
16

profundidad, de sentido, de contenido, de significado. Así que nosotros tenemos


que unir las dos visiones. Si yo caminara solamente mirando mis pies, rápidamente
me caería o me tropezaría con algún obstáculo, pero si yo solamente caminara
mirando al horizonte, rápidamente me iría a un hueco que hay en la calle, de tal
manera que tenemos que combinar las dos cosas. Pero si yo caminara sin sentir mi
cuerpo, perdería rápidamente el equilibrio. Entre la visión global y la acción local
hay una instancia de un sentir total que es lo que permite el equilibrio. Así que tú
no vas pensando que estás viendo el horizonte. Tú no vas pensando que tienes que
caminar con tus pies aquí, tú vas sintiendo. Y en el momento en que dejes de sentir
ya pierde también su sentido la visión global y el actuar local. Hay dos tipos de
personas en el mundo: unos los soñadores, aquellos que andan resolviendo todos
los problemas del Universo, que sueñan, que hacen poemas, que discuten de
Filosofía pero que nunca hacen nada y otros los activistas, aquellos que hacen y
hacen y hacen pero nunca saben para dónde van, lo hacen sin sentido. Pero existe
una humanidad que es aquella que es capaz de traducir los ideales en términos
concretos, a eso lo llamamos la magia. El hombre es un creador cuando puede
traducir sus sueños, sus esperanzas, sus alegrías, sus ideas, en términos concretos.
Y es bien importante porque nos permite evaluar si realmente estamos avanzando
en el camino, si realmente nos estamos sanando. Si algo transforma tu vida, si algo
transforma tus relaciones, si algo transforma tu manera de ver el mundo, si algo
aumenta tu margen de tolerancia, si algo ensancha tu visión, si algo te da un
enfoque mucho más transparente, si algo produce cosas nuevas en tu vida, si algo
materializa, si aparecen hechos nuevos, digamos una casa, un apartamento, un
libro, una nueva relación con el mundo o un viaje es porque realmente tú estás
adquiriendo una visión más amplia, porque estás progresando desde tu visión,
porque estás sensibilizando tus ojos.

Ejercicio: Vamos a hacer un pequeño ejercicio para mirar lo de la visión.


Vamos a enfrentarnos unos y otros y vamos a aplicar la visión local y la visión
global. Durante tres minutos se miran frente a frente a los ojos, tratando de mirar
el ojo, y durante tres minutos se miran frente a frente a los ojos como si nos
estuviéramos viendo en la distancia, es decir, como si, a pesar de que tú estás ahí
yo estoy mirando el paisaje lejano que hay detrás de ti. Vamos a tratar de percibir
las sensaciones diferentes que adquirimos con estos dos tipos de visiones. Es difícil,
lo sé, pero hay que emprenderlo, casi siempre huimos los ojos de la gente y por
eso no nos relacionamos.

Jorge pregunta: alguien dice: es difícil de explicar, sentí que el ojo izquierdo
me acogía más pero que los dos me acogían. Me sentí como una cámara
fotográfica, descubrí mi propia lente. A ver mujer, ¿tú qué sentiste? Yo sigo
sintiendo mucha emoción, mucho amor, es que es un sentimiento Jorge, mucho
calor, mucha sensibilidad, todo esto he sentido. Yo no he visto nada, yo solo he
sentido. Sí, es muy bello, porque yo veo que ella llora, se conmueve, se pone roja,
experimenta calor. Se trata de sentir. Muchos trataron de ver, porque uno cree que
mirar es tratar de mirar a ver que se ve, a ver si de pronto aparecen colorcitos o el
aura. El ejercicio es de sentir, porque nosotros miramos y no vemos, no nos
permitirnos sentir, no miramos con el corazón. Y cuando realmente miramos con el
corazón, empezamos a comprender cosas en la vida cotidiana, que es que nosotros
no miramos a la gente, no vemos la gente, nosotros vemos los ojos, vemos las
formas pero pasamos desapercibido el dolor del alma, el alma del otro, su luz, su
alegría. Hay tantas cosas en el lenguaje de la gente, tantas cosas en el lenguaje de
nuestros ojos, que si solamente recuperáramos ese código de comunicación, que si
solamente nos decidiéramos a acariciar con los ojos, decirle al otro, “mis ojos no te
ven, mis ojos te acarician, mis ojos te acogen, mis ojos son la puerta de entrada
17

para que tú puedas llegar a mi corazón”, nos estaríamos sanando. Hagamos esa
experiencia de sanación con nosotros mismos, si es difícil ver al otro así, una de las
cosas más difíciles es mirarse al espejo. Cuando ustedes se miran al espejo, se
están peinando, se están pintando, cualquier cosa pero realmente, eluden el verse.
Si se quedaran tres minutos mirándose fijo a los ojos, experimentarían una
cantidad de sentimientos, frecuentemente, son sentimientos de extrañeza, por
ejemplo. A veces es un sentimiento de miedo, nunca nos hemos mirado, nunca
hemos estado con nosotros. En ocasiones es un sentimiento de disociación, ustedes
sienten que ese que hay ahí no son ustedes. Un sentimiento de extrañeza, como de
encuentro con un ser que ustedes no conocían. También un sentimiento en el que
los dos ojos están tan disociados, que ustedes automáticamente se refugian en uno
y no quieren mirar al otro. Ese es un símbolo bien hermoso para que ustedes se
vayan reconociendo. Aceptarse no es conocerse, es reconocerse, porque el alma ya
nos conoce. El alma sabe quienes somos nosotros, el alma no tiene pasado ni
futuro, es un presente permanente. El alma tiene todas las perspectivas de la vida.
Así que de lo que se trata es de reconocernos, de volver a conocer ese ser que
somos y que el alma conoce, utilizando los ojos. Los ojos son realmente el espejo
del alma, son también el espejo del cuerpo, el punto de síntesis. Y algo de verdad
milagroso sucede cuando más allá del mirar podemos ver.

Sanar la Vida IV

La primera barrera, la primera frontera, es la mirada. Si ustedes abrieran las


puertas de los ojos todas las antenas de comunicación estarían dispuestas para la
relación. Pero cuando ustedes no permiten la apertura con la mirada entonces se
cierran todas las puertas de la comunicación, estén conscientes de eso. A veces,
intelectualmente dicen: “yo voy a hablar con fulano, lo voy a perdonar, me voy a
reconciliar”, pero sus ojos están diciendo otra cosa, sus ojos están disociados.
Empiecen a reconocer el lenguaje de los ojos, porque es un lenguaje total, ahí está
incorporado todo el cerebro y todos los sentimientos. Los ojos tienen un contacto
privilegiado con el sistema límbico y el sistema límbico es el cerebro procesador de
las emociones. Cuando la señal que llega y pasa a través de los ojos llega al
tálamo, del tálamo, de ese centro cerebral, se desvía hacia la amígdala que es el
cerebro límbico más importante. De tal manera que todo lo que ustedes ven lo
están viendo también en la perspectiva de su memoria emocional. No hay ninguna
visión indiferente, toda la visión está cargada de afecto. En cada una de sus
miradas está cargada toda su historia emocional concentrada. Así que si nosotros
empezamos a manejar nuestra mirada podemos sanar a la gente. Estén frente a la
gente, estén frente al hijo y cuando el hijo esté hablando mírenle a un ojo y mírenle
al otro alternativamente, y hagan como un radar sin que se dé cuenta, obviamente,
para que él pueda pasear su discurso entre los dos hemisferios cerebrales, el de la
izquierda y el de la derecha. Porque si ustedes logran que él hable desde los dos
hemisferios y los alterne ya lo están sanando. Sanar la vida es volver a tomar
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posesión de nuestro instrumento y empezar a reconocer esas antenas del sentido,


que llamamos los órganos de los sentidos, empezar a cambiar nuestra visión. Pero
empezar a cambiar nuestra visión es utilizar el órgano de la visión que es un
computador cósmico que nos han regalado para dialogar con el mundo, para
dialogar con la vida. Ustedes conocen el “mal de ojo” y saben, tal vez intuyen lo
que es el mal de ojo. Ustedes saben que una mirada puede matar, que una mirada
puede quemar. Ustedes saben cuánta pasión puede haber una mirada pero cuánto
desprecio puede haber en una mirada. Antes de que ocurran muchas cosas afuera
ya lo estamos revelando con los ojos y con la mirada. Entonces traten de ascender
un sentimiento de integridad y de aceptación desde el corazón a los ojos para
relacionarse con la gente y en el momento que eso se logre sí se pueden relacionar.
Un ejemplo: si hay una persona, con la cual tienen un sentimiento de agresividad,
cierren los ojos y acudan a esa visión interior, ustedes no solo ven con los ojos de
afuera, la visión interna es la más importante. Cierren los ojos y vean una imagen
de esa persona, vean de qué color está vestida. Si está vestida de rojo, cámbiense
al extremo opuesto del espectro, vístanla de azul y miren qué ocurre. Jueguen así
con los complementarios y vean que sus sentimientos siempre tienen una
vibración, tienen un color que los está determinando y cuando ustedes trabajan con
el color pueden modificar el sentimiento. De la misma manera cuando modifican el
sentimiento, cambian el color con el que ven a la gente. Por ejemplo, y esto es muy
sencillo, los carros rojos son los que más se accidentan pero no es porque los
carros rojos sean mecánicamente imperfectos, es porque evocan competitividad y
agresividad de los otros conductores, simplemente por eso. Entonces el porcentaje
de accidente con los carros rojos es mucho más grande que con los carros de otro
color. Ese, simplemente es un ejemplo que nos revela cómo nuestra manera de ver
el mundo, determina cosas tan importantes como las tasas de accidentalidad.
Dentro de este sistema vamos a chequear algo que va mucho más allá de los ojos:
nuestra visión total del mundo. Cada una de las cosas que hacemos en la vida, la
forma como comemos, lo que nos gusta, la manera en que miramos, las
enfermedades que sufrimos, está contenido en un gran contexto, que es nuestra
visión. Toda visión es interior, no hay visiones exteriores. Lo que viene de afuera es
apenas el ingrediente, es la materia prima para hacer la imagen del mundo. Al
cerebro no llegan ni manzanas, ni naranjas, ni mandarinas, ni jugo de papaya, ni
mujeres, eso no llega allá, llegan códigos o señales porque todo tiene que ser
codificado para que pueda ser interpretado. De tal manera que todo lo que nosotros
vemos y sentimos son apenas señales de otras cosas, señales codificadas de otras
cosas. Un síntoma es una señal de una enfermedad pero no es la enfermedad.
Frecuentemente, en medicina confundimos el síntoma con la enfermedad. El
síntoma apenas es una estrategia adaptativa del organismo frente a la enfermedad,
es la mejor estrategia adaptativa. El arte de hacer medicina es decodificar los
síntomas y los signos. Los síntomas y los signos son mensajes codificados a los que
llamamos señales. Tú, por ejemplo, me das una señal con tus ojos y esa señal que
me das con tus ojos tiene un significado en el contexto global, de tal dimensión,
que eso puede determinar si yo me caso contigo o no, es decir, si de ahí en
adelante atamos nuestras vidas, si tenemos hijos. Tú me lanzaste una señal de
acogida, esa señal se encontró con mi señal, hubo reciprocidad, hubo un punto de
encuentro, un punto mágico de la conciencia, se originó un vórtice y a partir de ese
vórtice, todo un capítulo de la Creación se desenrolló. Miremos la importancia de las
señales y esas señales, entonces, son una codificación del cómo vemos el mundo.
Si hay ternura en tu corazón, no puedes no expresarlo en tu contacto, en tu
escritura, hasta en tu manera de lavarte los dientes. Si ustedes fueran por el
tráfico, pueden adivinar muchas cosas de la gente por la manera como va, como
pita, como frena, no todos frenamos de la misma manera, no todos pitamos de la
misma manera, algunos ni siquiera pitan, otros ni siquiera manejamos, que es
19

peor. Nuestras modalidades de relación con el mundo, responden a nuestra visión


del mundo. ¿Qué imagen tenemos del mundo? La imagen que tenemos de
nosotros. ¿Qué imagen tenemos de nosotros? Depende de nuestra visión. Miren
que estamos en un capítulo trascendental porque eso determina nuestra
humanidad, nuestra individualidad, nuestra relación con los hijos, nuestra cultura.
Tenemos una visión machista, y una visión maternalista, tenemos una visión de
hemisferio izquierdo y una visión de hemisferio derecho. Felizmente que existen las
visiones del hemisferio izquierdo, porque sin visiones locales no podríamos caminar
por este mundo, pero felizmente que existe la Teosofía, la Teología, la Filosofía, la
Metafísica, la Poesía, el Arte, visiones del hemisferio derecho para que nos
salgamos del marco estrecho de la Ciencia. Tenemos una visión de esta vida, pero
felizmente que tenemos la visión de una vida trascendente porque sino ésta no
tendría sentido. Tenemos una visión de la religión pero felizmente tenemos una
visión que nos lleva a un arte de vivir porque sino andaríamos siempre aplazando
esta vida para la otra vida. Es decir, lo que vemos es como las cosas se equilibran,
como la religión se vuelve un sin sentido si no hay filosofía y si no hay ciencia,
como la economía es necesaria para vivir la vida sin tensiones y hay una economía
energética que es la economía del cuerpo y la economía de la relación. El arte de
vivir es necesario para equilibrar todos los pares de opuestos, dulcificar la vida,
hacerla original y hacerla digna de vivir. Entonces estábamos hablando del ojo, de
la visión, del tálamo, de la relación tálamo cortical y todas esas cosas, eso apenas
es un símbolo de una corriente cósmica y esa corriente cósmica corresponde a la
visión que la vida ha tenido del mundo que pasa a través de ella. Pues bien, vamos
a resumir ahora nuestras visiones del mundo. Como humanidad hemos tenido
varias visiones y esas visiones han determinado nuestra cultura. Primero, una
visión Formística: La visión formística es la visión de las formas, una visión rígida
que se esclerosa en una forma, que nos da sus leyes, son las leyes de la materia,
es la visión de las apariencias. Y esa visión formística es la del punto, las cosas son
así y punto. Es la visión de la autoridad, la visión del dogma, la visión del
autoritarismo, del fundamentalismo. Nosotros creemos que esto es de los
dictadores y no, en nosotros hay un pequeño dictador que tiene una visión
formística, felizmente porque necesitamos contextos, puntos de anclaje. Allá donde
decimos “y punto” es donde demarcamos nuestros territorio, porque si nuestro
territorio no tuviera límites sería imposible vivir, es decir, yo tengo que saber que si
tú te pasas un 30% de equis cifra de peso, estás obeso, para poder tener un
lenguaje. Es decir, sin una visión formística no existirían códigos y no existiría
lenguaje y no existiría patrones de referencia. El problema de la visión formística,
como el de todas las visiones del mundo, no es la visión en sí, es quedarse en ella.
En ti tiene que existir algo de dogmas, es decir, algo de creencias más o menos
absolutas que te fijen un norte, una dirección en la vida, que te den un patrón de
referencia, tiene que existir un territorio sólido. La visión formística establece el
territorio sólido en el que tu vida se desarrolla, es la visión de tus valores. Pero esa
visión que tú incorporas se vuelve autoritarismo, totalitarismo, fundamentalismo,
separatismo cuando se la impones a otro. Tus valores pueden ser trascendentales
pero no se los puedes imponer al otro. Hay alguien que nos dijo: “mi paz os dejo,
mi paz os doy”, no mi paz os impongo, jamás nos impuso nada. La paz como un
mandamiento, nos la dejó como una gracia, como un don, como algo que es
gratuito, que te da levedad, algo por lo cual tú puedes optar. Todas las visiones son
posibles, integran la vida y enriquecen la vida, si respetan el libre albedrío, si
respetan tu libertad de opción. Espiritualmente hablando, el método es respetar el
libre albedrío, no hay imposiciones, no hay normas, no hay reglas absolutas. Un
Maestro que imponga y mande razones, no es un Maestro. Para el Maestro, lo más
sagrado en ti es tu libre albedrío. El libre albedrío es la nota clave de tu alma y si
no te nace del alma, si no te nace de adentro del corazón, todo valor por correcto
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que sea es una escritura muerta. Las verdaderas escrituras, en términos de la


sabiduría, son escrituras vivas, aquello que surge desde una fuente interior, aquello
que te nace de lo más profundo del alma, no aquello que te imponen. Por ejemplo,
casi todos los tratados de Paz en el mundo, son semillas de incubación de la guerra,
porque es la paz de los victoriosos y no hay cosa más violenta, ni más separatista
que la paz de los victoriosos. Cuando nosotros hablamos en términos de mesa de
negociación, sentamos a los potentados al lado de personas que no tienen ni voz, ni
voto, ni educación y a eso lo llamamos igualdad y lo llamamos equilibrio. Eso es
una caricatura, el equilibrio no tiene nada que ver con la justicia, ni con la igualdad
de oportunidades. Así que buena parte de lo que nos pasa es que este mundo es
fundamentalista y nuestra visión del mundo es fundamentalista. Esa visión
fundamentalista ha llevado a muchos problemas, primero, el separatismo, separar
el cuerpo del alma, separar la mente del cuerpo, separar el cerebro del cuerpo.
Dividir la medicina, entre los psicólogos y los neurólogos y asignar un pequeño
territorio y un capítulo para cada quién y asumir una actitud de intolerancia.
Nuestro mundo es intolerante, por ejemplo, tomemos la ciencia, la ciencia se volvió
la religión de nuestro tiempo. En la medida en que la religión ha ido aflojando y ya
no dicen: “el qué no está conmigo, está contra mí”, y los líderes religiosos,
entienden que los otros pobres diablos de las otras religiones, tienen también
derecho a Dios y a salvarse, que hay muchos métodos para llegar a la Unidad. En la
medida en que algunas instituciones religiosas aceptan que no son las mejores, que
son una de tantas alternativas para acercarse a Dios, en la medida en que nuestras
instituciones comprenden que en un mundo que tiene de 6.000 a 7.000 millones de
habitantes, apenas hay 1.000 millones de practicantes genuinos de la religión, ¿qué
vamos a hacer con los otros 6.000 millones? Tenemos que elaborar una ética de
relación, una ética civil. Una ética de comunicación con la tierra, con el Dios
interior, no con el Dios que está anclado a una u otra parroquia, o a un dogma.
Cuando nosotros vemos eso entonces, y entramos en la corriente de una religión
que va adquiriendo otra perspectiva, nos damos cuenta de otras cosas: que la
ciencia empieza a asumir el papel de la religión y ahora todo tiene que ser sometido
al método científico y todo tiene que caer en el dominio de los expertos. Y tú no te
atreves a amamantar a tu hijo si no consultas con el psicólogo o con el pediatra y ni
te atreves a hacer el amor porque hay que ir al sexólogo y de pronto todo se volvió
científico, hasta el Arte y la Filosofía tienen que pasar por el sacrosanto sagrario de
la ciencia, sin saber que nuestra vida es decisiva y que nuestra vida como decisiva
está alimentada de intuición, que hay cosas intangibles y lo intangible es lo más
importante de la vida. No es lo que vemos, es lo intangible, no es la apariencia, es
la cualidad y yo no he visto que una cualidad aparezca en un microscopio, hasta
ahora no, ni va a aparecer tampoco en un telescopio, ni hacia el macrocosmos o
hacia el microcosmos va a aparecer la cualidad, porque la cualidad es lo que da el
patrón de organización. La cualidad es la manifestación del amor, el amor es la
cualidad de la vida, es el colorido de la vida. El amor son los lazos invisibles que
unen todas las cosas, desde la fuerza gravitacional pasando por las partículas
atómicas o subatómicas hasta las relaciones de los sexos. Las relaciones humanas
están determinadas por distintos coloridos de esa sustancia universal que llamamos
el amor y que no podemos medir ni pesar pero es todo cuanto existe realmente.
Cuando nos movemos en esta dirección entonces nos tenemos que salir del
paradigma formístico, saber que tenemos un campo de aterrizaje y empezamos a
mirar en el pasado. Cuando miramos el pasado, vemos que tenemos una historia y
que si tenemos dolor de cabeza hoy tenemos que ver cuánto nos trasnochamos
ayer o cuánto bebimos ayer. Que lo que nos pasa en el día fue lo que hicimos
posiblemente la noche anterior. Así llegamos a la segunda visión, la Visón Causal:
Descubrimos que las cosas tienen un movimiento, los puntos de mueven y tienen
causa, esa es la ley de la causalidad. Está muy ligada a la ley general de la causa y
21

efecto, que llamamos la ley del karma. Y dentro de esa ley del karma empezamos a
reconocer una cosa bien clara, todas las acciones provocan sensaciones, yo hago
algo y eso me provoca una sensación. Si la sensación es placentera y vamos a
hablar un poquito del placer, entonces eso crea un deseo y una memoria, y esa
memoria genera la necesidad de repetir la acción. Y así, entre acción memoria,
deseo acción, nosotros nos estamos repitiendo, nos estamos reiterando. Así
tenemos costumbres, luego esas costumbres se vuelven hábitos, luego esos hábitos
se vuelven ritmos que se inscriben en el cuerpo y están determinando todos tus
ritmos corporales, es así como vamos esculpiendo el cuerpo. Lo estamos
esculpiendo a través de nuestros hábitos y nuestros hábitos son la manera como el
pasado y el futuro se van encadenando de una manera cíclica y repetitiva. Pero
cuando lo miramos en otra perspectiva vemos que ese no es un asunto solamente
humano, es un asunto de la evolución de la conciencia. Yo miro una metástasis, un
cáncer se repite, todo da metástasis, no solo lo negativo: los buenos sentimientos
dan metástasis, te invaden, porque todo se multiplica, eso son fractales. Todas
aquellas cosas que constituyen un patrón de organización auto entretenido tienen
tendencia a multiplicarse. Las leyes de la naturaleza responden a los fractales, son
como los hábitos de la naturaleza. Algunos llaman a las leyes físicas, hábitos de la
naturaleza, cosas que se repiten de una manera constante. Eso quiere decir que
todo aquello que siembres desde tu deseo, va a generar una cosecha. Eso quiere
decir que siempre que siembras vientos, cosechas tempestades. Eso quiere decir
que lo que han sembrado en tu corazón lo vas a sembrar en tus hijos y en los hijos
de los hijos por generaciones. Y eso que hay cosas que para nosotros son
incomprensibles, como que por ejemplo tú tengas un padre alcohólico y termines
casándote con un adicto. ¿Qué hay detrás de eso?, por qué estás repitiendo esos
mismos patrones y esos mismo patrones se repiten a lo largo de familias, o sea, las
metástasis no son cosas que corresponden a una unidad celular y a un cáncer que
se multiplica en el seno del individuo, sino que son sociales, son generacionales,
son transgeneracionales, porque hay una ley de causa y efecto. Esa ley de causa y
efecto nos lleva a ser muy cuidadosos de nuestra siembra, porque todo aquello que
sembremos va a germinar, va a germinar en nuestras emociones, en nuestros
pensamientos, pero también va a florecer desde el genoma y desde los núcleos
atómicos. Todas nuestras emociones están ancladas a los núcleos celulares. Cuando
yo tengo una emoción libero una molécula y esa molécula se ancla a un receptor
que está en la membrana celular. Ese receptor cambia químicamente y dispara una
señal hasta el núcleo de la célula y desde el núcleo de la célula, inhibe o despierta
un gen. Obviamente que el cáncer no es algo que viene de afuera, hay inductores o
hay promotores externos pero todos nosotros tenemos oncogenes, son genes de
cáncer, eso depende del contexto. Y ese contexto es, el ritmo de tu vida, lo que tú
hagas con tu vida, tus memorias, las cosas que se repiten. Una cosa que tú haces
una sola vez no tiene sentido pero lo que haces repetidamente, lo que hace parte
de tus hábitos determina tu destino. Si volvemos a leer nuestra historia con otros
ojos, es decir, con otra visión del mundo ya no es la misma historia, adquiere otro
significado. Cuando nuestra historia adquiere otro significado nosotros cambiamos
de historia y al cambiar la historia cambiamos la vida, cambiamos el presente.
Entrar en el paradigma de la causalidad es entender desde la conciencia algo
milagroso: la historia no ha pasado, no es cierto. Esos cuentos de que el pasado ya
pasó no son ciertos, el pasado está vivo, inscrito en tu corazón, en tus núcleos
atómicos, en cada una de tus células, no lo puedes negar. Y eso seria terrible si
sólo llegáramos hasta ahí, pero sigue la ecuación: no lo puedes negar pero lo
puedes transformar, lo puedes cambiar. Si cambias el código de lectura y cambias
el significado de tu historia, si lo lees no desde los ojos del catastrofismo sino desde
los de la oportunidad; si ves en la crisis una esperanza, una lección, una
transmutación, algo que te permite crecer y cambiar, entonces ya no hay catástrofe
22

suficiente para derrumbarte porque todo lo vas a leer en ese código. Cambiar
entonces la lectura de la historia es aprender a leer la historia desde el presente,
desde el momento actual, y aprender su lección. La historia es grave cuando nos
quedamos congelados en el pasado, pero es leve cuando la traemos al presente. Lo
grave de la historia produce culpa, la culpa produce juicio, el juicio produce un
chivo expiatorio, el chivo expiatorio produce una relación humana crítica. Si mi
código de lectura es el código de la víctima yo estoy congelado en el pasado. La
historia de la Biblia de las estatuas de sal es literalmente cierta. Cuando tú te
congelas en el pasado te vuelves una estatua de sal. Hemos de mirar al pasado
para proyectarlo al porvenir a través del presente, aprendiendo su significado. En el
presente significativo yo transmuto la gravedad en levedad. Transmutar la
gravedad en la levedad es aprender la lección. Y aprender la lección significa que
en lugar de irme con el maestro al hombro y los pupitres al hombro y los libros al
hombro, me voy con la lección aprendida del colegio. ¿Uds. se imaginan que uno
saliera con el pupitre del Bachillerato a cuestas al pasar a la Universidad? Pues
literalmente es lo que hacemos en la vida: andamos con el pasado al hombro. El
pasado ha sido maravilloso y si ha sido crítico es aún más maravilloso, porque es el
sparring que te puso la vida, es la oportunidad que tuviste para aprender, para
fortalecerte. Cada suceso es una lección. En la perspectiva de una historia
significativa no existen éxitos, no existen fracasos; no existen profesores buenos o
malos, no existen tiranos, no existen padres ni buenos ni malos, existen solo
maestros. En la vida no hay sino maestros y lecciones, y estamos condenados a
repetir las lecciones que no aprendemos. Por eso vivimos el mismo conflicto raíz
desde muchas dimensiones: lo vivimos con el papá, luego lo vivimos con el esposo
y luego condenamos a los hijos a que sigan repitiendo ese tipo de conflictos hasta
que el código del victimismo se termina. Y simplemente se termina al hacernos una
pregunta: ¿en este momento yo soy víctima de..., o me siento víctima de...?;
¿cuando me siento víctima de?, cuando pierdo el poder interior, cuando pierdo la
seguridad interior. Ese es el código de lectura: me siento víctima cuando desarrollo
una relación de dependencia de cualquier tipo, cuando mi relación no conduce a
una mayor libertad. A veces nos decimos mentiras y nos justificamos, pero si eso te
lleva a la dependencia estás en el código de lectura de la víctima y estás congelado
en el pasado. ¿Esta relación me produce dependencia e inseguridad, me genera
posesividad o me libera y te libera?, porque si te libera, la liberación es mutua.
¿Esta relación es una relación de reciprocidad?, existe reciprocidad cuando yo
desde el presente me voy hacia el pasado pero me devuelvo hacia el presente, es
decir, hago la flecha del tiempo en dos direcciones. La flecha del tiempo va del
presente al pasado y del pasado al presente cuando nace el observador consciente.
Pero si la flecha del tiempo no tiene sino una dirección en términos de conciencia
del pasado al futuro, el pasado se queda congelado y yo ya no tengo nada que
hacer, estoy perdido. Si yo puedo regresar al pasado para cambiar el significado
entonces vuelvo a conquistar el poder. Y regresar al pasado es liberar la víctima y
liberar la víctima es liberar la culpa y liberar la culpa es liberar al que estoy
culpabilizando, al chivo expiatorio. Y hacer todas esas liberaciones es construir
relaciones para la libertad. El aprendizaje de esa visión del mundo es entonces que
la historia no son hechos muertos. A mi no me importa si Simón Bolívar nació en
Caracas o murió en Santa Marta, a mi me importa cómo vivió; importa dónde se
vive, no dónde se nace o dónde se muere. Y ese dónde se vive debe traducirse en
términos del cómo se vive, qué tan intensamente se vive, cuál es el colorido de tu
vida, cuál es el colorido de nuestra vida. Cuando uds. miran hacia el pasado
encuentran muchos baches, tiempos muertos y realmente son tiempos muertos,
tiempos sin memoria, tiempos sin historia en los cuales uds. pasaron
desapercibidos por la vida, sin generar huellas exteriores, sin dejar huellas
interiores. Y de pronto se encuentran momentos claves, nodales, puntos mágicos.
23

Generalmente puntos muy dolorosos. Uds. ven cómo el dolor genera huellas
intensas en nuestro cuerpo, en nuestra historia. Esos puntos dolorosos son puntos
de crisis, esos puntos de crisis son puntos caóticos, puntos de transformación, de
cambio, de oportunidades, vórtices de emergencia, puntos de máxima sensibilidad.
Los tiempos de máxima sensibilidad fueron los puntos de máxima oportunidad; en
esos instantes recibíamos la lección sagrada de nuestra humanidad. Por eso la crisis
de sensibilidad representa siempre una oportunidad única y feliz para aprender a
ser lo que realmente somos.

Sanar la Vida V

Los puntos de máxima sensibilidad son los instantes de máxima humanidad;


en ese momento nos estábamos humanizando, estábamos recibiendo una lección
única y feliz. Y de pronto encontramos instantes intensos en la vida y empezamos a
24

reconocer que el tiempo tiene una dimensión vertical. En ese paradigma causa-
efecto veíamos cómo el tiempo estaba acostado, la corriente de la vida nos llevaba
del pasado hacia el futuro. Pero hubo momentos de anclaje en que el tiempo se
vuelve intenso, ese tiempo se volvió vertical, ese es el tiempo de la conciencia. Es
un tiempo profundo, un tiempo interior, un tiempo que se ancla en el corazón,
mucho más intenso que extenso. No es el tiempo del dolor sino el tiempo de la
vida, de la intensidad y cuando entran en ese tiempo de la intensidad están
aprendiendo lecciones desde la totalidad, no desde el intelecto. Para el intelecto: el
tiempo es horizontal, para el sentir: el código de lectura es total, el tiempo es
vertical, te toca todo, te toca la piel, toca tu manera de ver el mundo, toca tu
corazón, toca tu fisiología, te transforma, te hace humilde si eras duro, te fractura
la vida pero te hace tomar conciencia de ti. Ese es el tiempo en que te caes del
caballo, mientras vayas montado en el caballo no vas a poder aterrizar a lo que tu
eres, te confundes con el caballo. El lío del hombre es que en la historia se ha
confundido con el caballo: el caballo son sus emociones, son los placeres, es la
fuerza, el motivo, aquello que le da a la vida intensidad, pero nosotros no somos el
caballo, el caballo apenas es nuestro instrumento. Cuando vivíamos en el tiempo de
la historia, en el tiempo horizontal, nosotros consagrábamos la vida al caballo, pero
cuando nos caemos del caballo entonces somos nosotros. Y obviamente no
podemos dejar escapar el caballo, es necesario, sino no llegamos a ninguna parte.
Pero ya sabemos que el caballo es nuestro instrumento, es nuestro amigo, es
nuestro hermano. Frecuentemente después de la caída del caballo surge la
mentalidad formística y hacemos una regresión al pasado. Entonces nos volvemos
tiranos y le damos garrote al caballo. Y mientras más garrote le damos al caballo,
más se enoja y más se nos desboca y más nos tumba. Entonces empezamos a
reprimir a Eros, a reprimir las emociones, empezamos a atacar al mundo, al
demonio y a la carne. Empezamos a disociar el mundo de Eros y el cielo. En todas
las Cosmovisiones antiguas, los demonios y los dioses estaban en el mismo templo
y era un sendero de ascenso. Y realmente Lucifer, el demonio, aquello que veíamos
en la sombra también era una chispa de Dios, era su otra polaridad. Y en todas
esas cosmovisiones era imposible reconocer la luz, sin reconocer la sombra. Pero
nosotros nos caímos un día del caballo, negamos nuestros impulsos, nuestros
instintos, nuestra fuerza, la sombra y nos inventamos religiosidades, no religiones,
sino religiosidades para reprimirnos. Y obviamente mientras más escuálido el
caballo mucho menos fácilmente vamos a llegar al objetivo. Buena parte de nuestra
cultura es la de un caballo desnutrido: negamos la emoción, negamos el placer,
negamos el código del sentir, embotamos los sentidos o los desnutrimos de tal
manera que negamos nuestra sexualidad, congelamos nuestra pelvis, congelamos
las caricias en nuestra piel, tuvimos vergüenza de nuestro cuerpo, salimos del
paraíso del sentir, nos pusimos una hoja de parra pero esa hoja de parra no está en
los genitales sino en todo el cuerpo y en todos los sentidos y nos impedimos
percibir la luz del sol, la luz de la vida, cerramos los ojos y entonces vamos ahí
como víctimas porque el caballo nos tumbó. Pero llega el día en que el hombre
aprende a ser amigo del caballo y surge el centauro. Pero un día el hombre aprende
a liberarse del caballo y surge Pegaso, el caballo alado y surge Sagitario. Y entiende
que el caballo es la flecha, la dirección de su vida que puede apuntar en torno de
una meta. Y más allá, un día el hombre dispara su flecha y encuentra su propio
corazón y da en el blanco de su propio corazón, ese día él regresa desde ese
zodiaco, de ese símbolo de la historia para descubrir que las causalidades son
circulares: toda flecha que yo lanzo se devuelve. Y empieza a descubrir
simbólicamente que todo regresa a su punto de partida porque la Tierra es
redonda, porque la conciencia es redonda y empieza a descubrir el sendero de la
espiral: todo regresa pero en una dimensión superior cuando hemos aprendido la
lección, cuando hemos aprendido el significado. Así empezamos a regresar al
25

mundo de las causas para cambiar las causas. Al mundo del karma para cambiar el
karma, estamos aquí para cambiar el karma no para seguir repitiéndolo. Y
cambiamos el karma cuando somos conscientes de los significados y cuando
aprendemos lecciones. Y cuando aprendemos lecciones obviamente no nos
condenan a repetir el mismo año, ya aprendimos la lección y entonces nos
promueven al año siguiente. No quiere decir que cuando terminamos una lección
llegamos a la meta, no, llegamos a otro punto de partida que nos señala un
sendero mas amplio, un mundo más abierto. Llegamos a un portal mayor, a una
más amplia visión y por ende a una mucho mayor responsabilidad. No se nos
acaban las responsabilidades, crecen tus responsabilidades porque eres mucho más
inclusivo, más incluyente. Así que cuando tú eres el maestro de tu historia y no el
que lleva al hombro la historia, no el que está sufriendo la historia, cuando te
sensibilizas a la historia y empiezas a mirarla atrás ves que lo que en su momento
fue una catástrofe era lo mejor que te podía pasar. Y como nosotros no tenemos la
perspectiva global nos quejamos, pero resulta que cuando tú te fracturas el pie tal
vez te están evitando con la fractura del pie una fractura de la columna cervical, y
te están protegiendo. Alguna vez yo tuve una paciente que quería tener hijos,
estuvo nueve años haciendo lo posible y lo imposible, con inseminaciones, con
todos los métodos para tener hijos. Al fin de cuentas, después de un método
“bioenergético”, pero uno no sabe porque hay tantas variables que pueden incidir
en esto, simplemente porque estaba maduro su karma para tener el hijo, engendró
un hijo, fue maravilloso, lo tuvo, hasta los nueve meses un niño lleno de salud y a
los nueve meses ese niño hizo una displasia sanguínea, una enfermedad del
sistema hemático que en dos, tres meses se llevó al niño. Ella me decía llorando, yo
aprendí la lección, pero fue muy duro aprenderla. Porque yo me sentía muy infeliz
de no ser madre y ahora me siento terriblemente infeliz de haber podido ser madre,
porque es peor el dolor de este hijo que perdí después de luchar nueve años. Así
que nosotros no tenemos todo el contexto y como no tenemos todo el contexto nos
rebelamos y al rebelarnos negamos el significado de nuestra historia y no
aprendemos la lección. La lección es que tú no puedes estar sino donde estás.
Porque si tú no das el paso donde estás no puedes llegar a ninguna parte. El ahora
y el aquí son el único lugar y el único tiempo que existe, la única oportunidad desde
el punto de vista de la conciencia. Si te pierdes esa oportunidad no te pueden dar
otra. Aquí viene el problema de la aceptación: aceptarse es aceptar el significado
de las cosas pero en presente. Es que si nosotros no aceptamos lo que somos ahora
y aquí no podemos evolucionar. Es que si nosotros tenemos la conciencia en el
deber ser o en el debería ser, no evolucionamos. En síntesis: si nosotros no
queremos lo que tenemos no podemos tener lo que queremos. Esa es una frase
que puede ser un hilo conductor para la ley de la causalidad y acceder al proceso
del karma: Uds. modifican su karma, modifican su historia, modifican la ley de la
causalidad cuando toman posesión de su instrumento. Es decir, cuando aprenden la
lección que tienen que aprender en un momento y en un lugar. Lo que en otros
términos quiere decir, cuando quieren lo que tienen. Porque si no quieren lo que
tienen entonces al tener lo que quieren realmente lo que van a generar es un
obstáculo para la evolución, un lastre. Mientras más tengan lo que quieren sin
querer lo que tienen, más obstáculos van a tener a su evolución. Así que yo puedo
querer todas las posesiones del mundo, pero lo que necesito para llenar el vacío en
mi corazón no es poder, ni posesiones, ni mas carros, desafortunadamente
andamos dormidos y como tenemos una sensación inmensa de vacío, entonces
tenemos un vacío en el plexo solar y comemos y comemos; o conseguimos y
conseguimos; o estudiamos y estudiamos. Pero ese vacío no se llena con
conocimientos porque ese es un vacío de sentido y el vacío de sentido se llena con
una vida significativa. El vacío de sentidos se llena con significados, no se llena con
ninguna otra cosa, ni siquiera los ojos de la amada te pueden llenar un vacío de
26

sentido. Ni siquiera Dios, un Dios externo, te puede llenar un vacío de sentido,


porque mientras Dios no sea significativo en tu interior, apenas va a ser una
imagen externa de la cual vas a desarrollar una adicción. Y esa adicción como toda
adicción es muy peligrosa porque cada vez vas a sentir una distancia mas grande
entre tu dios y tú de tal manera que vas a estar congelada en la visión del dios del
Antiguo Testamento, un dios que premia o castiga, un Dios trascendente, y te vas a
perder la aventura de conversar con Dios en tu propio corazón, o de conversar con
Dios cuando estás conversando con tu hijo. Vemos entonces la importancia de
rescatar los hechos de nuestra historia, de hacer nuestra biografía. De volver a leer
nuestra vida en términos significativos. Y ahora vamos a hacer un pequeño
ejercicio. Vamos a cerrar los ojos y cada uno va a recorrer en presente, recordemos
que estamos en presente, su historia. Como primera parte del ejercicio, durante
tres, cuatro minutos cada uno va a detenerse en los hechos significativos y en su
cuaderno o libreta de apuntes va a hacer una pequeña señal: estos hechos son
significativos para mí. Segunda parte: van a ubicarse en ese tiempo y van a decir,
cómo lo viví, cómo lo sentí y luego van a ubicarse en este tiempo y van a decir
cómo lo siento, cómo lo vivo. Luego la tercera parte del ejercicio, después de ser
conscientes de los dos códigos de lectura, los dos códigos del sentir, van a poner un
“igual” para designar la lección, sin meter el intelecto. ¿Qué me quiere decir esto,
qué me quiso decir esto, qué lección aprendí?, ¿qué lección no he aprendido, qué
lección tengo que aprender? Entonces, tres fases: ir a la historia, encontrar los
hechos significativos. Los hechos significativos no son hechos intelectuales, siempre
son aquellas cosas que se marcaron en el código del sentir más intensamente,
aunque ahora los hayan reprimido y los rechacen. Segundo, ver cómo lo sienten en
este momento, eso mismo que vivieron en ese entonces cómo lo sienten en este
momento. Y tercero qué significado tiene, qué significado tuvo, qué lección pueden
aprender, si es que la aprendieron. Y por último, después de esto van a entrar en
otra dimensión y esa dimensión es: en qué cosas he tenido que repetir la lección
que no aprendí de este evento, ¿qué cosas se asocian a esa lección que yo no
aprendí? Porque ese no aprendizaje los ha condenado a Uds. en su vida a repetirse
en múltiples sectores sin que se hayan dado cuenta. El que yo no aprenda la lección
de la autoridad y la lección del padre me lleva a tener líos toda la vida con la figura
masculina. Es decir, con el esposo, con el hijo mayor, con quien represente la
autoridad, con el gobierno, es un conflicto con la autoridad pero que está en mi
interior. Y así vamos encontrando el riel, el hilo conductor de nuestros conflictos,
porque si encontramos ese foco iterativo que se va multiplicando como un foco de
Hammer, se va inscribiendo en el cuerpo, en el alma, en la mente, en los
sentimientos, en nuestra manera de ser, entonces podemos volver a ser maestros
de la historia desde nuestra visión de las causas y podemos cambiarlas. A eso se le
llama hacer este eje: Pasar de la causalidad, del mundo de la forma, (este es el
mundo de la forma y este es el mundo del alma) a la derecha en este esquema
tienen el mundo de la forma y aquí el mundo de la cualidad. Nosotros tenemos que
darle un sentido a la forma, es decir, traducirla en términos de calidad o de
cualidad, en términos del alma. Y para traducir la causalidad en términos del alma,
para darle sentido, tenemos que ir al pasado y regresar a nosotros. Es decir, hacer
la causalidad circular, a eso se llama el pasado en presente. Este es el ejercicio, el
pasado en presente para llenarlo de sentido. Vamos a estar entonces cada quien
recogido, ojalá con los ojos cerrados, como un ritual sagrado, tómenlo así,
conságrense, háganlo como un ritual sagrado porque lo que nos estamos jugando
es el contenido o significado del pasado, lo que significa jugarnos la calidad de la
vida. O cambiamos la historia del pasado, que estamos cargando, aprendiendo la
lección, o estamos condenados a repetirla indefinidamente. Así que para aprender
el significado de la historia vamos a hacer este ejercicio. Ahora estamos en grupo y
el hecho de que haya un vórtice de conciencia grupal lo facilita, entonces lo
27

hacemos, dedicándole unos diez minutos. Y luego obviamente Uds. lo van a anotar
y lo van a seguir repitiendo en la casa. Siempre que tengan un conflicto
pregúntense de dónde viene, de dónde traigo esta carga, de dónde traigo este
código, cómo puedo cambiarlo, ahora, en este momento. Siempre que el espejo de
la relación en la vida los confronte ante una persona o ante un hecho entiendan que
frecuentemente el conflicto no nace de afuera sino es su manera de percibir las
cosas. Y esa manera de percibir las cosas es aprendida, es un condicionamiento.
Encontrar de dónde partió ese condicionamiento es encontrar la piel sensible de la
historia. Los puntos críticos o de crisis son las ventanas del alma: el alma se
expresa a través de la crisis. Entonces al hacer el ejercicio cerramos los ojos,
estamos un ratico en esas circunstancias, las recorremos desde el sentir, no desde
el intelecto. Sentimos nuestra historia, pasamos por nuestras edades y luego de
unos minutos vamos anotando. Vamos a ver cómo lo sentimos antes, cómo lo
sentimos ahora y qué significado podemos sacar de todo esto. Diez minutos. Los
que sintieron alguna diferencia en los hechos que se vivieron, en la historia, y los
que se sienten en este momento levanten la mano. ¿Quiénes percibieron alguna
diferencia?, son muchos. Allí donde hay una diferencia estamos creciendo, estamos
evolucionando, esos son hechos que no se quedaron congelados, son hechos que
han ido rescatando su significado, que han sido reinterpretados en el código de la
vida. Aquellos hechos que se siguen viviendo hoy de la misma manera, por ejemplo
si yo te pregunto por tu madre que se murió e inmediatamente se te encharcan los
ojos, haces un rictus de amargura y vuelves a vivir esa herida como si tu madre se
estaba acabando de morir, yo sé que ese es un hecho congelado en tu vida, que es
un hecho del que no aprendiste el significado, que es un hecho al que no te has
adaptado, del que no has aprendido la lección. Y ahí tenemos que cambiar el
significado de la historia porque si no vas a seguir leyendo la vida desde tu herida.
Es como una espina, vamos cojos por la vida. De pronto alguien vivió una espina
dolorosamente y se la sacó, o ya hizo un granuloma de cuerpo extraño, y ahora se
acuerda del dolor pero ya no le importa: aprendió que no podía caminar sobre las
espinas. Pero hay otro que tiene una espina y se la cuida y se pone esparadrapos y
no permite que se la toquen y toma analgésicos pero cuida su espina, cuida su
dolor cuidadosamente todos los días, entonces se queja porque va coja por la vida.
Obviamente si tienes una espina en el pie y la estás cuidando tienes que cojear.
Pero no cojeas ya frente a tu madre, frente al dolor o el recuerdo de tu madre sino
que cojeas frente a tu maternidad, cojeas frente a tu hijo, cojeas frente a la muerte
de la vecina. Cojeas en todas aquellas cosas que te aproximen a la muerte, vives
con terror de la muerte, es decir, que has hipotecado tu vida. Muchos de nosotros
tenemos una hipoteca en el pasado que no somos capaces de pagar. Hemos
hipotecado nuestra vida y el precio que pagamos por esa hipoteca es la vida
misma. No nos damos cuenta. Esa es la imperiosa necesidad de descongelar en el
pasado, desde el código del sentir. Porque si lo haces desde el código intelectual lo
único que pones es otra curita, otro analgésico, u otro anestésico. A veces
entendemos pero no comprendemos. La diferencia entre entender y saber está en
el sentir. Mucha gente entiende pero no sabe porque no vive, porque no siente. Si
tú entiendes y no sientes, no has comprendido. Entonces no sabes. Dar
significatividad es sentirlo, no sólo entenderlo sino sentirlo, porque cuando lo
sientes lo bajas de la cabeza al corazón, lo anclas en tu corazón. Entonces vamos a
hacer una caricatura, algunos de nosotros hacemos eso al comienzo. Se fueron al
pasado como se va uno a la cacería de un ratón, ¿no?, se fueron con una escoba en
la mano, prendieron todas las luces, ¿si?, están alerta desde el intelecto a ver
donde salta el ratón. Obviamente los ratones se escondieron, la mayoría de los
ratones se escondieron porque ellos no son bobos, ¿no? Ellos se van a su cueva,
esperan que esté oscuro, que esté oscuro en su conciencia, que Uds. no se
defiendan, que el ego no esté alerta y en observación crítica y entonces por la
28

noche, cuando Uds. no se dan cuenta, salen y los muerden, eso es lo que nos pasa
en la vida. ¿Por qué hacemos lo que no queremos hacer? ¿Por qué nos dejamos
arrastrar de nuestros impulsos? Simplemente porque hemos fortalecido los
impulsos al reprimirlos. Entonces los reprimimos y generamos un aumento de la
presión de esos impulsos hasta que se desbordan y viene un desbordamiento de la
represa y literalmente nos posee, literalmente nos arrastra. Y el problema de pelear
con la bestia es que siempre llevamos perdida la batalla. Esa es la historia de una
falsa religiosidad, es la historia de creer que soy superman contra el mal, contra los
impulsos y los sentimientos, es por eso que tenemos adicciones, por eso hay tanto
dolor en las relaciones humanas, porque hacemos lo que no queremos hacer, desde
la conciencia. Y hacemos lo que no queremos hacer, nos dejamos poseer de los
impulsos porque esos impulsos están profundamente reprimidos. Yo les pongo un
ejemplo y así lo vamos entendiendo: hay una entidad en la clínica conocida como
hipertensión arterial maligna, son presiones arteriales elevadísimas, muy difíciles de
controlar que a veces no ceden a los antihipertensivos más poderosos, que
inclusive frecuentemente generan insuficiencia renal e insuficiencia cardíaca. Es
algo que atañe a la vida, al pronóstico de la calidad de la vida. Cuando analizamos
desde el punto de vista de la investigación, estos pacientes tienen una cosa muy
particular y aparentemente paradójica, es que si Uds. los ofenden ellos dicen que
no se sienten ofendidos. Es que cuando Uds. los llevan a un laboratorio y empiezan
a chuzarlos y obviamente hacer que les duela, a diferencia de todos los pacientes
que uno chuza que protestan, ellos no sólo no protestan sino que se les eleva
ligeramente la presión arterial y de sobremesa dicen desafiantes que no les dolió.
Eso hacemos frecuentemente en la vida, desafiamos: No me duele, no, a mí no me
duele. Pero te duelen tus arterias, te duele en el endotelio vascular, se te sube la
presión, destroza tu corazón, destroza tu riñón y tú crees que no te duele, tú crees
que no te pasó nada. Creemos que no nos duele por la capacidad de reprimir que
tenemos. Y sin embargo arrastramos dolores muy agudos desde la primera
infancia, desde dolores o traumas que vienen desde el parto, dolores que se
remontan al tiempo en que estabas en el vientre de tu madre, que se retrotraen a
la tristeza, o el resentimiento, o el rechazo que tu madre sintió mientras te tenia en
el vientre. Dolores que datan desde los primeros encuentros entre papá y mamá
que tú no pudiste controlar, desde la violación, el abuso sexual. Alrededor del
sesenta, sesenta y cinco por ciento de las mujeres americanas adultas sufrieron
abuso en la infancia. Es decir, que el abuso no es la excepción, el abuso es la regla.
Muchos de nosotros no aprendimos la lección dolorosa del abuso y desarrollamos
un mecanismo que realmente es un mecanismo de cambiar de personalidad.
Cambiamos de personalidad, es decir, este problema no existe, nos negamos el
problema, enterramos el problema, lo reprimimos profundamente, pero ese
problema está en nuestros intestinos, en nuestro sistema vascular, está vivo.
Mientras más grande nuestra capacidad de reprimir y de sublimar y de entender
intelectualmente, mucho más grande es la posibilidad de ejercer un daño sobre la
presión arterial o sobre otros órganos. Entonces encontramos muchos dolores del
alma profundamente reprimidos que no nos permiten rescatar el significado del
pasado y aprender la lección. Cuando uno ve la historia del abuso de niños, se
encuentra dos tipos de historia diferente: unos que siguen cargando el cuento toda
la vida y ni siquiera se dan cuenta de que lo están cargando y otros que no solo lo
redimieron sino que se volvieron las mejores personas, se volvieron servidores del
mundo, personas capaces de una compasión infinita. Entre la gente más compasiva
y más generosa del planeta hay grandes traumas humanos, la diferencia no es el
trauma, la diferencia es la capacidad de aprender la lección. Uds. me preguntarán,
bueno, y entonces cómo hacemos para regresar a la historia, para regresar al
pasado, para resolver eso. Porque no tienen que esperar a que aparezca un
psicoanalista, o un jungiano, o un mago que les resuelva el problema. Eso es seguir
29

cayendo en el círculo vicioso de la dependencia: creer que haya una sola persona
que desde afuera pueda resolver ese tipo de situación. Realmente el terapeuta es
un catalizador, pero si tú no te asumes, si no lo asumes, si no tomas el rol de ser tu
propio psicólogo, tu propio médico, tu propio psiquiatra; si no te desplazas hacia la
tensegridad que es el núcleo de ese esquema que tenemos allá, (dibujo) hacia la
autogestión, estás perdido, porque has desplazado una dependencia y la has
cambiado por otra. Cambiaste la dependencia del padre o de la madre o de Dios o
de la religión, por el psicoterapeuta jungiano o el psicoanalista o el de la nueva era
o el de la antigua, de todas maneras es una nueva forma de dependencia y
estamos aquí para liberarnos. Ahora la propuesta es cómo liberarnos. Ahí nos
introducimos en un territorio sensible que es el territorio del alma, y el territorio del
alma es el territorio de la psicología. Ese territorio de la psicología es el de todas las
escuelas de psicología. Y podemos ver cómo las escuelas de psicología, han ido
creando diferentes territorios de la conciencia en el hombre. Para la escuela
Reichiana, para la bioenergética de Reich, en general Ud. es el cuerpo, es decir,
que todo lo que Ud. piensa, hace, dice, sobretodo siente, está inscrito en la coraza
neuromuscular. Y ahí lo podríamos encontrar. De hecho se puede hacer un masaje
y liberar una tensión, una angustia, una ansiedad. Ahora abrazaba a alguien muy
querido aquí y yo sentía que su diafragma convulsionaba, es decir, que el abrazo le
mueve en el seno del cuerpo algo reprimido en el plexo solar que busca
espasmódicamente salir hacia su corazón para darle significado. De pronto
encontramos dentro de esa teoría de Wilheim Reich, de Lowen, de Pierracos de
todos los maestros de la bioenergética que podemos entender cosas como que a
alguien se le haga un masaje, empiece a llorar y se le quite un sarcoma. En la
historia de la medicina hay casos bien particulares, yo en este momento recuerdo
que alguien estaba haciendo alguna vez una terapia de rolfing, haciendo masajes
profundos, y esta persona a la que le estaba haciendo rolfing empezó a dar un grito
de dolor desesperado y con el dolor se acuerda de un evento: de pequeño estaba
en misa, se cayó un muro, le cayó sobre la tibia, la fracturó pero él no se atrevió a
decir esta boca es mía en ese momento porque estaba en un recinto sagrado. Pues
bien, ese grito congelado ocasionó una degeneración celular y un sarcoma, esta
persona lo que tenia era un sarcoma óseo, una entidad maligna y lo especial es que
cuando él regresó y vivió esa circunstancia y gritó como debería haber gritado
entonces y liberó esa energía, el sarcoma desapareció. Así que cuando nosotros
regresamos y vivimos de nuevo, dándole un significado a aquello que dejamos
congelado, generamos la más poderosa de las revoluciones en la vida, Uds. no
saben la energía atómica que es un sentimiento reprimido. Pero si con un
sentimiento cambiamos la historia, si con un sentimiento de ira y de venganza
contra los españoles y contra el oprobio, se produce la independencia de países
enteros y se derrama sangre. ¿Uds. saben lo que es un sentimiento de estos
reverberando al interior?, incidiendo sobre los neurotransmisores, sobre los
neuropéptidos, sobre las moléculas maestras de las emociones, sobre los núcleos
celulares: eso es pavoroso. Así que empezamos a entender la importancia de
regresar a estos puntos nodales porque la conciencia es quántica, tiene puntos de
cruce o puntos nodales que están determinando toda nuestra historia y la calidad
de la vida y si volvemos a esos puntos críticos o de cruce o puntos nodales y
volvemos a vivir desde el sentir, transformando el significado empezamos a
aprender la lección. Aprender la lección es sanarse, y aprender es vivir, porque la
vida no es sino un proceso de aprendizaje. Yo lo llamo “aprender”, en el sentido
también de “encender”: la vida es una invitación: “vamos a prender un fuego
interior”, prendemos ese fuego cuando desde el código total del sentir aprendemos
el significado de los eventos. Pues bien, retomemos a Lowen y Pierracos y toda la
psicología envuelta en la frontera del cuerpo, y en los anillos caracterológicos.
Vamos a ver un poquito esos anillos, y cómo los manejamos ya que ahí quedan
30

congelados buena parte de nuestros traumas, pero también congelado en forma de


colagenosis, de enfermedades auto inmunes, de enfermedades del endotelio
vascular. Muchas enfermedades son simplemente las máscaras de antiguos
traumas que no se pudieron drenar, que no pudieron vivirse, a los que no se les
pudo encontrar significado. Pero encontramos otro territorio que es el territorio
freudiano y nos ubicamos en el contexto histórico en que aparece toda la teoría
psicoanalítica, es una edad victoriana caracterizada por la represión. Es una edad
en la cual el tema de la sexualidad es un tabú y obviamente un momento histórico
en el que alrededor de esto se produce una gran patología. Entonces encontramos
una teoría en la que regresando al inconsciente y encontrando esos núcleos de
estancamiento de la libido en el pasado nosotros podemos liberar al individuo.
Vemos entonces que ya saltamos del cuerpo físico y empezamos a encontrar el
alma, la psique humana, en la caverna del inconsciente. Pero paradójicamente en la
misma época en que Freud vive, viven Jung y Assagioli. Como era una época
victoriana y la gente estaba más preparada para oír los asuntos del inconsciente
oscuro y de los impulsos, entonces Freud ocupa la primera plana y nos olvidamos
de Jung y nos olvidamos del otro territorio del inconsciente que es el inconsciente
colectivo, el inconsciente universal, el mundo de los arquetipos, el mundo del alma.
Y por la misma época en que Jung interviene para darnos toda una teoría de esa
piel sensible del alma inscrita en nuestros distintos territorios, aparece Roberto
Assagioli, el psiquiatra italiano que crea la Psicosíntesis. Posteriormente viene Víctor
Frankl y nos dice que la clave está en el sentido: la neurosis en este momento no
es una neurosis de placer, no es una neurosis de poder sino una neurosis de
sentido. Cuando la gente hace un intento de suicidio y se les pregunta después por
qué intentaron suicidarse, es bien claro que no fué porque no tenían sexo, tenían
sexo, no fué porque no tenían dinero, tenían todo el dinero del mundo, no fue por
la falta de un papá o una mamá o una figura de esas, intentaron suicidarse porque
su vida no tenía sentido. Así Frankl empieza a descubrir que la vida tiene un
sentido, que el alma está en el cuerpo, en las emociones, en la mente para dar un
sentido y cuando lo perdemos caemos en la neurosis del siglo XX que es una
neurosis del sentido. Empezamos a encontrar entonces dentro de la nueva
psicología todas aquellas escuelas que nos trasladan al mundo de lo transpersonal y
empiezan a decirte que el sentido de la vida no está solo en ti. La vida es la vida,
es una corriente de la que tú participas, pero participas con todo el planeta, con
toda la evolución. Y empieza a demostrarse que en ti está el reptil, la conciencia del
reptil, del mamífero, del humano pero también la conciencia del alma, y que en el
alma todas esas conciencias son simultáneas y que todos somos responsables de
todos y esta vida apenas es una pequeña respiración en el contexto de la gran vida.
Y miren cómo entonces empieza a cambiar la perspectiva de la historia, pero toda
esta introducción es simplemente para decir: ¿Yo qué me gano con las historias del
alma y los arquetipos y el inconsciente colectivo y el subconsciente si yo no tengo
con qué pagarme la terapéutica? y al fin de cuentas ¿de qué sirve la terapéutica si
muchos de quienes la hacen entienden por qué están mal, pero no resuelven el
problema? Yo puedo entender qué me pasa pero si no lo resuelvo estoy tal vez
incluso peor. El problema de la conciencia no es el de hacer conciencia, no es el del
consciente. La conciencia es algo total que involucra cada una de tus células.
Entonces viene Roberto Assagioli, el psiquiatra italiano y nos propone la
psicosíntesis. La propuesta en la Psicosíntesis es que tú mismo seas tu terapeuta y
que integres en el territorio de tu ego, en vivo y en directo, todas aquellas fuerzas
o pulsiones contrarias que te mueven como una marioneta por la vida. Y te propone
volver a asumir el control de tu vida para que tengas una dirección, es decir, tomar
posesión de tu voluntad. Pero tomar posesión de tu voluntad de una manera muy
distinta a como siempre la hemos entendido: no la voluntad como una fuerza, no la
voluntad como la capacidad de resistirse sino la voluntad como la capacidad de fluir
31

en la dirección de tu propia corriente, del viento y de la corriente de tu vida. La


voluntad como la capacidad de estar consciente de la dirección de tus corrientes
para mantener el timón en esa dirección; no como la capacidad de luchar contra el
volcán, sino como la capacidad de contemplar el volcán a la debida distancia para
que la lava no te queme y hacer también del volcán, de la erupción, una parte del
paisaje de tu vida, ya no el drama de tu vida.

Sanar la Vida VI

Son importantes los silencios de los que nacen las palabras. Si esos silencios
son conscientes y significativos, si en esos silencios tú te oyes, tú te puedes
escuchar, entonces puedes dialogar con el mundo. Hay una paradoja
neurofisiológica que es importante, todo esto tiene sus coordenadas, sus
correspondencias en el plano del cuerpo, y es que es imposible hablar si no te
puedes escuchar, esa es la razón por la cual los sordos son mudos, son sordo-
mudos, no son mudos-sordos sino sordo-mudos. Como no pueden escuchar no
pueden hablar, porque el lenguaje no es un asunto de las cuerdas vocales; es un
asunto de que te escuchas y cuando tú no te escuchas titubeas y vas inseguro por
la vida. El titubeo es lo que le sucede al tartamudo, Y nosotros somos tartamudos,
aunque hablemos de corrido somos tartamudos. Tartamudeamos cuando no nos
escuchamos porque todas nuestras acciones están vinculadas a nuestra capacidad
de escucha. Si escuchamos, nuestras acciones son sólidas, están ancladas en
nuestro interior, tienen fuerza, son intensas, si no escuchamos nuestras acciones
son insustanciales, se las lleva el viento. Cuando un tartamudo va ha hablar tiene
un conflicto inter-hemisférico, es decir, el sonido tiene que pasar a un lado y luego
regresar al punto de partida, pero él tiene un desfase de unos cuantos milisegundos
y entonces no alcanza a escucharse a tiempo, por eso él tiene que tartamudear, se
impulsa para poder atraparse, escucharse y despegar. Cuando está nervioso, es
decir cuando menos escucha, cuando más atento está al exterior, entonces mucho
más fácil y agudamente va a tartamudear. Pero esto es cierto respecto de todos los
instantes de la vida en que hemos dejado de escuchar, en que hemos hipotecado el
ser y nos hemos dirigido al exterior, en que hemos desarrollado dependencia. En
ese momento perdemos seguridad, perdemos anclaje interior y ya no podemos
dialogar con el mundo. Dialogar con el mundo es corresponderse, es algo que
siempre es recíproco, pero cuando perdemos reciprocidad ya no nos hemos
escuchado, ya no estamos en el lenguaje de la vida, literalmente estamos de nuevo
muriendo. Así tenemos como el lenguaje, la palabra, el sonido nos vuelve a anclar
al interior y nos introduce más intensamente en el presente.

Construcción del Carácter: Recorrido por los 12 Arquetipos

Vamos mirando dos dimensiones, vamos a entrar en el mundo de los


arquetipos. Esto es tejer, estamos en el cuerpo y estamos en las personalidades,
vemos que las personalidades son un instrumento, que el carácter constituye las
cuerdas del instrumento. Para escuchar la resonancia de las cuerdas del
instrumento tenemos que desarrollar escucha, pero como es un diamante de mil
caras vamos a verlo simultáneamente en otra dimensión. Nosotros necesitamos
control, necesitamos seguridad, si perdemos el control perdemos la confianza, si
32

perdemos la confianza perdemos la seguridad, si perdemos la seguridad no


tenemos un territorio propio, es decir, no sabemos dónde aterrizar, no tenemos
raíces, no tenemos los pies en tierra.

El primer Arquetipo de la humanidad, la primera conquista nuestra, la primera


gran necesidad humana es la Seguridad. Sin Seguridad no se puede dar ningún
desarrollo en términos humanos. La Seguridad proviene de la posibilidad del
control, el control proviene de que tú te muevas en un territorio que conozcas, eso
lo llamamos un territorio de la conciencia y ese territorio de la conciencia puede ser
controlado si hay una correcta visión. Pero además ese territorio tiene tiempos,
para que tengas control el tiempo de ese territorio debe ser presente, porque si
estás en el pasado pierdes el control, eres la víctima y si estás en el futuro estás
colgado, no puedes aterrizar, no puedes concretar. Para que estés en el medio de
tu propio territorio, en el centro de tu integridad, en tu núcleo de tensegridad,
necesitas conquistar el tiempo presente, para lograrlo necesitas control. Entonces el
carácter tiene una cuerda que hay que templar que se llama el control, si yo pierdo
el control, si pierdo la visión, si pierdo el enfoque, entonces esa cuerda se revienta
o se destempla. La segunda cuerda del carácter que vamos a templar se llama
compromiso, si yo no ingreso en el territorio del presente, si yo no conquisto el
tiempo interior que es el tiempo presente pierdo el compromiso, es decir, el control
del tiempo. Compromiso es control del tiempo y la vida. Veremos el concepto
compromiso muy detenidamente, es también tiempo, es sobre todo tiempo. Eso
que llamamos espacio tiempo es puro tiempo condensado, este cuerpo que ustedes
tienen, no son sino las huellas del tiempo, es tiempo desplegado. El espacio es
tiempo explícito, el tiempo es espacio implícito o espacio potencial. Vamos a verlo
en otra dimensión: todo es tiempo. El tiempo es oro porque el tiempo es conciencia
y la conciencia es el movimiento de la vida. Veíamos cómo es posible ir a rescatar
el tiempo perdido, el de la historia, cuando rescatamos el significado y hacemos la
historia viva significativa en presente. Rescatar el tiempo es rescatar la vida,
porque la vida es un código del tiempo, la vida es una oscilación rítmica del Creador
y podemos medirla como eventos que se repiten en el tiempo, o sea: frecuencias.
Todo en el Universo vibra, o sea todo en el Universo tiene frecuencias, todo en el
Universo se relaciona a través de códigos de frecuencias. Todas las cosas se co-
responden, o sea se responden entre sí y se responden entre sí porque re-suenan,
vuelven a sonar. Yo re-sueno contigo, mi sonido evoca tú sonido, entra en
resonancia contigo. Y todas las cosas están en resonancia porque guardan ciertas
proporciones rítmicas, porque todas las cosas son armónicas unas de otras, es
decir: En una cosa están todas las cosas, porque cada cosa es un armónico de un
solo sonido fundamental que continúa en armónicos hasta el infinito. Recordemos
que los armónicos de una nota fundamental son simplemente múltiplos de esa nota
fundamental. Así que el Universo es un Universo de armónicos que están
comunicados en re-sonancia, que se co-responden, o sea: Este es un Universo de
sensibilidades, todas las cosas son sensibles unas a otras. Estamos de la mano del
sonido a través del sonido descubrimos el tiempo, descubrimos los ritmos,
descubrimos la correspondencia, descubrimos las resonancias y así encontramos de
nuevo la unidad. Encontramos que toda la diversidad es simplemente una
expansión de la unidad y empezamos a descubrir no un Universo sino un omniverso
o un uni-diverso, eso es nuestro universo y así empezamos a aceptar el código de
la diversidad. Cuando tomamos entonces las notas, encontramos que hay patrones
rítmicos. Todo cuanto existe es un patrón rítmico todo, absolutamente todo. Un
protón, un electrón, un libro, un pensamiento, una galaxia es un patrón rítmico, es
un ordenamiento de formas o de sonidos o de vibraciones, ya sean colores,
sonidos, vibraciones electromagnéticas, al fin y al cabo todos son oscilaciones
rítmicas. Y ustedes me dicen: “¿Y las formas?”, las formas también son patrones de
33

organización rítmica. A través de las transformaciones de Fourier, transformaciones


que pertenecen a las matemáticas complejas, ustedes pueden convertir todo patrón
rítmico en un patrón mórfico y todo patrón mórfico en un patrón rítmico. Es decir
las formas y las vibraciones son interconvertibles aún matemáticamente, de tal
manera que el organismo lee en códigos de frecuencia y esos códigos de frecuencia
son armónicos de una palabra fundamental, del verbo de la nota fundamental de tu
vida, del sonido del alma. El alma se diversifica en ti y da la chispa de luz de tus
ojos y da la frecuencia de tu corazón, y así se va cualificando tu cuerpo. Vamos
entendiendo el código de la escucha que es el código del sonido y vamos
entendiendo la importancia de escuchar todos los instrumentos no sólo los que nos
gustan, a veces solo nos gusta la música clásica pero en nosotros hay un bolero y
un porro y hay un apalé y muchos otros ritmos que nos hemos negado en la vida
porque hemos caído en el exclusivismo. Así Tomatis, se encontró este famoso
pintor que pintaba sólo en amarillo, cuando lo estudió su oído encontró que
solamente escuchaba un tipo de frecuencias, estaba sordo en todos los otros tipos
de frecuencias. Este pintor era muy infeliz obviamente, pero era muy apreciado por
sus cuadros, fue sometido a un test de escucha y a un tratamiento de
audiosicofonología, se le enseñó a escuchar otra vez. Se puso muy feliz en su vida
pero sus clientes se pusieron muy tristes porque no volvió a pintar en esos
maravillosos tonos amarillos, sino que apareció el rojo, el verde y los otros colores,
es decir, completó el espectro. Esto es tan importante, aún desde el punto de vista
terapéutico, que cuando nosotros hablamos todo nuestro cuerpo entra en
resonancia. Hablar es vital para autoreconocerse, para integrarse, nuestra voz es
una música que resuena en la hipófisis y la hace producir beta endorfinas. Cuando
yo produzco un sonido puedo poner a vibrar la silla turca y hacer que se produzcan
endorfinas y también cambiar el equilibrio hormonal. Otro ejemplo de la vida
cotidiana es el caso de los monjes que cantaban el canto gregoriano, cuando
cambió la liturgia y les quitaron el canto gregoriano, todos esos monjes
benedictinos se deprimieron. Les hicieron mil estudios y los llevaron al psiquiatra y
no encontraban la causa, los llevaron a donde Tomatís, les hizo el test de escucha y
los volvió a poner a cantar el canto gregoriano y todos salieron de la depresión. El
canto gregoriano tiene un efecto antidepresivo, sobre todo si ya tú te nutres de ese
tipo de sonido, también nos alimentamos de los sonidos. Pero las cosas van hasta
los huesos, yo tuve hace unos 20 años más o menos, una paciente con unos
osteomelitis crónica supremamente severa que tenía un dolor terrible. Me llamaba
la atención que ese dolor era resistente a los opiáceos, a los derivados de la
morfina, absolutamente a todo, esta mujer lloraba día y noche. Cogimos un
audiofrecuencímetro, es decir, un equipo que sirve para afinar instrumentos
musicales, nosotros lo utilizamos en la terapia porque el hombre es también un
instrumento musical. El audiofreceuncímetro emite notas en toda la escala pero
también tiene un detector para recibir esas notas y ver si la nota que se da y la
nota que emite el paciente o el instrumento corresponden exactamente, así se
afinan los instrumentos. Hablamos con la señora, ella tenía una excelente voz y lo
que llamamos un excelente oído, pero había una nota que por más que ensayara no
podía reproducir, ni hacia arriba ni hacia abajo. Le grabamos esa nota y la pusimos
a oír esa nota y tratar de repetirla todos los días, dos tres minutos por la mañana,
dos tres minutos por la tarde y encontramos algo maravilloso, es decir, que cuando
lograba reproducir esa nota durante uno o dos minutos tenía 24 horas de analgesia,
es decir era la nota que le faltaba para completarse. Frecuentemente la enfermedad
es un vacío, es una ruptura de nuestra red vibracional, es un sonido que no
podemos escuchar, es algo que no podemos ver, es un color al que hemos
renunciado en la vida, es una pérdida del colorido de la vida que está mostrándonos
un punto de ruptura, un punto por donde se está desfondado nuestra integridad. El
compromiso es entonces templar la cuerda, es escuchar, cuando estás escuchando
34

estás en presente. Si escuchas el mar y las olas a la orilla del mar, en ese momento
ocurre algo trascendental, una alineación; en ese segundo estás en presente y
cuando estás en presente estás ingresando en el tiempo del alma, el tiempo
vertical, el tiempo sin pasado ni futuro, el tiempo de la eternidad. En ese momento
estás haciendo magia, la magia no es un ritual externo, es lo que nosotros hacemos
en la vida cotidiana cuando nos podemos alinear. Entonces tenemos que el
Arquetipo de la Seguridad está hecho de estas dos cosas: yo estoy seguro cuando
estoy en el ahora y aquí, todo lo demás es incierto. Yo estoy seguro cuando acepto
la incertidumbre desde la certidumbre de este momento, porque este momento es
cierto, este momento es existencia pura, este momento es la presencia existencial
del espíritu en mí. Así que cuando yo estoy en presente, ahora y aquí, cuando veo
este lugar y escucho este lugar, cuando entro en el espacio tiempo de este instante
y de este lugar, en ese momento tengo la única seguridad posible porque el
hombre es impermanencia, no sabemos si es primero mañana o la eternidad. De
todas maneras de este lugar y de este segundo yo puedo estar seguro en la
vivencia, la única certidumbre es que el pasado y el futuro se vuelven
incertidumbre, pero esa incertidumbre ya no nos importa en la aventura infinita del
momento porque el instante, el momento, es una aventura cuando lo puedes vivir
así intensamente, cuando puedes escuchar el momento, cuando te puedes escuchar
en el momento. A eso lo llamamos entonces el Arquetipo de la Seguridad y vamos
a empezar a mirar nuestras visiones del mundo. Visiones del Mundo. Tenemos la
visión fundamentalista, pasamos por la visión causal, pasamos en la flecha del
tiempo del pasado al futuro, nos regresamos al tiempo para cambiar el significado
de la historia, pero cuando cambiamos el significado de la historia estamos en
presente y en presente tenemos una visión del mundo que llamamos el control.
Tenemos control de nuestro horizonte, de nuestro enfoque, de nuestra perspectiva
y en presente tenemos también la escucha. ¿Qué ocurre entonces en ese momento,
cuando la flecha del tiempo va en todas las direcciones, hacia delante, hacia atrás y
cruzado por la vertical? Que se forma un vórtice, se forma un punto de cruce, ese
punto de cruce es un punto crucial, es un punto de conciencia, de conciencia de sí y
ese punto de conciencia de sí, me permite que aparezca otra visión del mundo.
Desde acá (sector izquierdo) el mundo tiene muchas perspectivas, muchos tiempos,
muchos espacios, pero todos los tiempos y los espacios de ese mundo son creados
por el observador. Aquí nace el observador, aquí nace el alma, el alma es el
observador en nosotros. Aquí no somos el pensamiento, ni lo pensado sino el
pensador, aquí estamos en el espacio vacío entre los pensamientos que es presente
infinito, es momento, es interior. Aquí estamos en el universo humano, estamos en
el universo de la meditación, no la de meditación como un ritmo, una secuencia,
una escuela, sino como algo ligado a la vida cotidiana, tenemos consciencia de
nosotros, recuperamos el centro. Aquí (sector de la derecha) el mundo es un
mundo externo que se te impone, hay normas, hay leyes que tú sufres o gozas o
entiendes, pero de todas maneras esas leyes son externas a ti. Aquí ese mundo de
pronto te cruza, pero es solamente a través de un vector en lo que llamamos la
causalidad. Pero tú aquí (izquierda) tomas posesión del mundo porque regresas al
centro y eres el observador y el observador sabe que no hay textos sino contextos
y entonces nace el modelo de lectura contextual, el de la relatividad. Todo depende
de los ojos con que lo mires. Todo depende de la posición del observador, todo
depende de la cultura del paciente. El sentido de todo lo que tú ves depende de tu
perspectiva y esa perspectiva es variable. Cuando nosotros entramos en el mundo
de lo contextual entramos en un mundo de amplia banda pasante, de amplia
tolerancia, entramos en el universo de la relatividad. Salimos del universo del
dogma y entendemos que el único dogma es que no pueden existir verdades
absolutas, que la verdad es evolutiva, es móvil, es relativa, es fluida como la vida,
que todo depende del lente con que se mire. Cuando entramos en ese mundo
35

contextual entonces entramos en el mundo en el que es posible la Psicosíntesis,


porque comprendemos que los aspectos de la personalidad se cruzan en el centro:
que hay una personalidad central, dominante, guía. De hecho cuando se hacen
regresiones en pacientes con personalidad múltiple, que cada vez son más
frecuentes, todos los autores describen que se llega a un maestro interior, a una
personalidad que trasciende todas las otras personalidades, a una personalidad que
no muere, a una personalidad que le da sentido a todas las sub-personalidades y
que las puede coordinar. Cuando llegamos a esa personalidad central vemos que
ella es la que vive en presente y la que está en contacto con el alma. Esa
personalidad no juzga, ahí no existe el juicio, para esa personalidad no hay
personalidades malas o buenas, no tiene la necesidad de que la persona se polarice
en una u otra dirección, sino que es el agente que centra, es aquella que cruza
todos los vectores en el centro, es el agente de la síntesis, de lo sistémico, de la
complejidad. Sale entonces una visión del mundo que es la Visión Sistémica que
nos dice que una personalidad es un sistema y es un sistema coherente. No hay
nada que no tenga sentido en el seno de la personalidad, un vector siempre se ha
equilibrado por su otra polaridad y hay un punto de encuentro en el centro. Pero no
solo eso sino que ahí hay una unidad orgánica, esa personalidad es autosuficiente;
autosuficiente es que se automantiene, se autorecrea, tiene una vida, tiene un
patrón de organización, tiene una coherencia interior. De tal manera que
avanzamos, entonces tenemos un punto, alguien descubre que ese punto se
desplaza entonces dice “aparece el tiempo”, pero realmente el que se mueve no es
el tiempo, no es el punto, es la conciencia. La conciencia crea el tiempo, el maestro
le pregunta a sus discípulos “¿que se mueve cuando la bandera ondea?” el primer
discípulo dice “se mueve la bandera”, el segundo discípulo dice “se mueve el
viento”, el maestro dice “no, se mueve tu conciencia”. Realmente todo lo que
vemos como movimiento es el movimiento de la conciencia, es la ilusión del
tiempo, cuando la conciencia se aquieta regresa al centro y por el centro se cruzan
todos los vectores. El arte de sanar la vida es el arte de regresar al centro, de
regresar al tiempo presente, de regresar al instante. Cuando estamos en el
instante, en el tiempo presente somos el observador y el observador ni es el campo
de observación, ni el fenómeno observado sino aquello que habita en el vacío del
presente, el observador es el alma. El observador es el pensador, no el
pensamiento. Al observador lo denominamos el tercer punto focal de la mente.
Teníamos dos puntos de enfoque: uno es el campo de observación, otro es el
fenómeno observado y ahora estamos en el tercer punto focal, el punto de la
síntesis, aquel que hace que nuestra visión tenga un enfoque, una dirección y un
sentido, ese es el observador, el tercer punto focal de la mente. Cuando nace el
observador, nace la necesidad de una lectura contextual del mundo. Antes del
observador existen textos, las leyes de la causalidad, las leyes de la ciencia, en la
medicina estudiamos la historia clínica del paciente y miramos en el pasado la
causa de los efectos que tenemos ahora en el presente. Pero cuando nace el
observador el tiempo no solo viene del pasado, sino que se desplaza hacia el
futuro, es decir que las cosas no sólo tienen historia sino que las cosas tienen un
sentido, tienen una dirección, tienen un propósito. Desde el territorio del
observador no me pregunto sólo por lo que ha pasado sino por lo que puede pasar,
no me demando de dónde viene sino hacia dónde va, si puedo predecir hacia dónde
vas o hacia dónde voy y vuelvo significativo, ya no sólo la historia y el pasado en
términos del presente, sino que vuelvo significativo también los objetivos, los
sueños, el sentido, los propósitos, en función de presente, conquisto el sentido de
mi vida y con ello la fuerza.
36

Sanar la Vida VII

El observador es el maestro de los procesos y en la vida no existen hechos,


solo existen procesos. Procesos son todas aquellas cosas que están ocurriendo ya,
ahora y aquí, lo que está ocurriendo en presente. Cuando puedes inmiscuirte en el
mundo de los procesos estás en el mundo del observador. No estás en el limitante
mundo de los resultados y las expectativas que son una prisión del intelecto. No
estás en el mundo de los condicionamientos, la culpa, el karma, la historia, sino
que estás en el mundo del proceso, estás haciendo camino. No pierdes de vista el
horizonte, la perspectiva, pero te olvidas de la meta. Te olvidas del resultado y te
entregas al proceso, te olvidas de la cosecha y te entregas a plantar la semilla. El
hombre es un sembrador de semillas, pero para sembrar la semilla sin sufrir hay
que olvidarse de la cosecha. Si yo siembro la semilla y mientras siembro la semilla
pretendo cosechar, al otro día vuelvo a abrir la tierra y escarbo para ver la semilla.
Ustedes se imaginan un agricultor que se asoma a ver cómo va la semilla de maíz
todos los días, la mata ¿no? Eso es lo que pasa con nosotros que no renunciamos a
los resultados. No renunciamos a las metas, estamos colgados de ellas y nos
olvidamos del camino, nos olvidamos de los procesos. Bienaventurados aquellos
que viven la meta en el camino, porque de ellos es el reino de los procesos y el
reino de los procesos es el reino de los cielos, el reino del alma, el reino del
observador. Estar en el proceso es actuar localmente sintiendo totalmente. Ya has
pensado globalmente, ya has conquistado el mundo de los contextos, ya tienes la
37

amplia perspectiva, ya subiste a la cima de la montaña pero eso te sirve para volar,
no te puedes quedar ahí soñando en la montaña. Ya subiste a la cima de
Capricornio, pero uno asciende a la cima de Capricornio para bajar con el agua
abundante de la vida y el agua abundante de la vida es anunciar que en el presente
vive la conciencia, en el presente están vivos los procesos. Ahí se está realizando la
síntesis y ocurre algo muy lindo: empieza el mundo de la vida, el mundo de lo
orgánico, el mundo de lo sistémico. Cuando estás en el centro muchos vectores se
cruzan, muchos hilos se cruzan. El centro siempre es un vórtice, el centro siempre
es el ojo del huracán. El centro siempre es un centro caótico desde donde es
posible el surgimiento de algo nuevo, algo que renueva, algo que se crea. El centro
siempre es un centro de creación, es en el centro donde está ocurriendo la
creación. El centro siempre es el centro del universo. El universo no tiene un centro
en el centro de la galaxia, el centro del universo es el corazón de un hombre que
tiene consciencia. En ese momento todos los vectores comunican en el centro de
nuestro corazón. No hay que ir al centro de la galaxia, hay que ir al corazón,
porque ahí está toda la historia de la evolución. El arte de regresar al corazón, de
rescatar el centro es el arte de la síntesis, de la psicosíntesis y ocurre algo muy
especial, es que en el centro el sistema se cierra, y al cerrarse se hace autónomo.
Digamos que ustedes tenían aquí un punto, el punto forma una línea, la línea se
devuelve porque es una flecha de dos direcciones, el tiempo es reversible, ustedes
van al futuro pero se devuelven hacia el pasado y pueden conjugar futuro y pasado
en la causalidad circular en ese punto que llamamos el presente, pero vemos que
ese presente también se desplaza hacia el futuro pero que existe un gran tiempo,
un tiempo vertical entonces hace la onda hacia arriba y se devuelve, pero también
se sumerge en Eros que era lo que estábamos viendo, de tal manera que tenemos
en el centro del observador todos los espacios y todos los tiempos confluyendo, se
forman múltiples vectores o múltiples contextos. Si él ve que la vida cambia según
si la mira hacia el futuro, hacia el pasado, hacia arriba, hacia abajo, hacia la
izquierda o hacia la derecha reconoce quién está anclado en el pasado y no lo
juzga. Le ayuda mirar en otra dirección, a reconocer que también hay un sentido,
que hay una dirección que es la del futuro, no le hace regresiones toda la vida a ver
si por fin va a resolver el problema de si era Cleopatra o el Rey Salomón, sino que
también lo proyecta al futuro, en la dirección del alma. Es decir que hay otras
opciones terapéuticas, que se trata no tanto de proyectar al pasado o al futuro, sino
al centro, a este momento y enseñarle a escuchar, a escucharse, a comprender las
señales de su cuerpo y de su vida.

Segundo Arquetipo: Identidad. Así entonces va conquistando un contexto, el


territorio de la conciencia siempre es contextual, siempre es relativo, nunca es
textual, porque es un territorio de comprensión amorosa, es un territorio de
tolerancia, de atracción magnética hacia el centro. Pero cuando eso se logra
entonces uno va construyendo un espacio que es su espacio, a ese territorio lo
llamamos la Identidad y la Identidad es el segundo Arquetipo de la humanidad.
¿Qué necesitamos? Identidad. Una vez que tenemos un piso en el que asentarnos,
en el que soportarnos, necesitamos apropiarnos de una parte de ese territorio,
sentirlo nuestro territorio, deambular con seguridad al interior de ese territorio al
que llamamos la Identidad. Vamos a ver cómo buena parte de nuestras
enfermedades provienen de que hemos perdido nuestra auto-imagen, de que
hemos perdido nuestra conciencia de nosotros mismos, hemos perdido nuestra
Identidad. Vamos a repasar esto que es la primera gran afirmación, yo le llamo el
SI, “S” de Seguridad “I” de Identidad. Primero tenemos que decirle sí a la vida,
asegurarnos, tener un soporte sensible, tener un colchón afectivo en el cual nos
podamos recostar, para soportar las tensiones del mundo y tener un territorio que
llamamos nuestro, tener una identidad personal. Podemos describir el territorio de
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la identidad cuando el círculo se cierra, mantienes todos sus vectores y aparece una
célula o una persona humana o una galaxia. ¿Por qué tiene Identidad? Porque tiene
una membrana, porque está rodeado de una piel sensible y alrededor de esa piel se
comunica. Desde esa piel sensible dialoga con el universo pero también mantiene
un equilibrio interior, aparece un patrón de organización, a ese patrón de
organización le llamamos un organismo. Un organismo es un sistema complejo.
Entramos en el misterio de los sistemas complejos que para mí es tal vez lo más
apasionante del avance de nuestra ciencia actual, son los sistemas complejos.
Cuando hablamos de terapias sistémicas, nos estamos refiriendo precisamente a lo
que la ciencia denomina los sistemas complejos. Muchas de las terapias familiares,
el eneagrama, las constelaciones familiares, vienen exactamente de esta
concepción sistémica. Pero toda la ciencia de la complejidad, la ciencia del caos, la
ciencia de los fractales, las matemáticas complejas, la consideración de la
existencia de números negativos, todos esos avances que se dan en nuestra visión
del mundo están precisamente anclados aquí, en la concepción sistémica. ¿Qué es
entonces un sistema? Es un territorio en el que interactúan partes armónicas
comunicadas entre sí. En el interior de un sistema surgen la armonía, la resonancia,
el dialogo. Hay un lenguaje, quiere decir que hay compresión, un sistema es una
entidad donde se da la comprensión entre sus elementos. La relación ya no es
simplemente reactiva, ya no reaccionan los unos con los otros, como ocurre en el
universo de la física, hay además un dialogo, un lenguaje, hay comprensión.
Cuando este sistema es un sistema humano, la comprensión desarrolla otra
propiedad, que se llama comprensión amorosa. El lenguaje universal de la
humanidad es la comprensión amorosa, la compresión amorosa permite relaciones
humanas justas y eso es lo que todos vinimos a aprender. Aprender a relacionarnos
desde la justicia, desde la hermandad, desde el equilibrio y la condición de eso es
que haya amor. Miren como vamos tejiendo la red hablamos del mundo de los
sistemas y vamos a ver que los patrones de personalidad son sistemas. Si yo te
trato un aspecto de la personalidad fuera de contexto, fuera de tu centro, fuera del
alma, realmente te estoy creando un desequilibrio, te tengo que tratar en todo tu
contexto. Tengo que reconocer que cada aspecto de la personalidad por “negativo”
que sea es absolutamente necesario para la evolución, que frecuentemente ese
aspecto negativo no resuelto es la mejor oportunidad que tienes para ascender por
la escalera de la vida desde Eros hasta Logos, haciendo la síntesis a nivel del ego.
Tenemos entonces, mirando en otra dimensión, que nosotros tenemos una unidad
nuclear, esa unidad nuclear es el Ser, allí ya somos perfectos, allí ya está toda la
información, allí confluyen todos los vectores de la vida, todas las
subpersonalidades están en esa unidad nuclear. Enseguida, tenemos la Sombra,
todas las tendencias, todos los impulsos, todas aquellas cosas de nosotros que nos
separan de la vida, que niegan esa unidad nuclear está acá. Adentro es la luz, aquí
está la sombra, entre ellas reside la unidad crepuscular de transición donde se
produce todo lo bello de la vida. El arte, los poemas, la música, son producto de
ese claro-oscuro ya que surgen cuando la gente transita desde el mundo de la
sombra hacia el mundo de la luz. En ese tránsito aparecen la aurora y el
crepúsculo, aparece el atardecer o el amanecer de la vida, esos momentos críticos
en que se tiene una percepción tenue de la luz y se ve que el color es el sufrimiento
de la luz interior. Pero aquí (señalando la circunferencia externa) tenemos la
máscara, la apariencia. Entonces si miramos las subpersonalidades veremos que
realmente son un vector que pasa por muchos territorios. En el territorio del ser la
subpersonalidad es una nota esencial para tu música, en el territorio de la sombra
es una distorsión de tu música, pero sigue siendo tu música, y en el territorio de la
máscara es una estrategia adaptativa, un barniz que has puesto para que no se te
vea la sombra. Lo esencial es comprender que cuando te pones ese barniz encima
de la sombra, estás haciendo más lejana la posibilidad de percibir tu luz, porque
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para conquistar tu luz tiene que pasar a través de tu sombra. El camino de la


unificación supone primero descender a Eros, y desde Eros entonces sí, ascender a
Logos. Lo más alto es siempre lo más interior, Logos no está por allá arriba por la
estratosfera 50 pies o 50 metros de altura sino que está en el núcleo de cada
célula, en el núcleo de tu corazón, allí está Logos. Ascender a Logos es regresar al
interior y regresar al interior es aceptarte, porque el disolvente de esta máscara es
aceptación. Para disolver todo esto y llegar a nuestra quinta esencia, no nos queda
más remedio que la aceptación. Pero para aceptar necesitamos aceptar y reconocer
todas estas subpersonalidades, todas esas tendencias que aquí aparecen como
negativas. Vamos a verlo en otra dimensión. Tenemos entonces que el cuadro de la
vida sería este, ya vemos que es un patrón cerrado de organización. La vida y los
organismos se caracterizan porque no son sistemas cerrados totalmente como los
de la Física. En la Física, los mecanismos son cerrados y están regidos por las leyes
de la termodinámica clásica y las leyes de la Física. Los organismos en cambio son
abiertos a intercambiar la materia y la energía y la información, sólo son cerrados
organizativamente es decir, mantienen su identidad. Independientemente de que
yo coma marisco o arroz o sea vegetariano, mantengo mi cerebro, mantengo mi
forma, independientemente de que cambie el combustible, independientemente de
que me nutra de Marx, o de Jesús, o de Freud, mantengo mi forma. Puedo ingresar
muchas cosas diferentes en el instrumento desde el punto de vista materia, energía
e información pero el milagro de la vida es que mantiene la constancia de la forma,
la constancia del patrón de organización. Así que tenemos un sistema complejo,
como la personalidad que mantiene la constancia del patrón de organización y ese
sistema complejo está constituido de tres unidades, vamos a verlo ya no en una
dimensión concéntrica sino en una dimensión vertical. Esas tres unidades son:
primero Eros, los impulsos, el Id aquello que está sumergido; el Ego y el Súper-Ego
o Logos. Todos ellos llegan aquí en su interfase (zona ondulada del dibujo) al
contacto con un mar, un mar que es el de la conciencia colectiva, el mar de la
Conciencia Universal que llamamos Rigpa, la sustancia luz es la Mente Universal. En
la interfase entre la Mente Universal y el Súper-Ego encontramos el Karana Sarira,
esa es la unidad de conciencia que representa el Templo de Salomón, el Templo del
Alma. Digamos que ahí tenemos nuestro diseño y a través de ese instrumento
nosotros podemos empezar a interactuar con la vida. Veíamos que en Eros hay un
mar primitivo de impulsos, pero esos impulsos desordenados generan impulsos que
tienen que nutrir al Súper-Ego. El procesamiento de esas señales se hace a través
del Ego, es el Ego el que está dirigiendo esa operación. El Ego entonces es una
interfase, es una membrana activa. Es el teatro en el cual ocurre la armonía de los
pares de opuestos, siendo los pares de opuestos las fuerzas de Eros y las fuerzas
de Logos. Pero las fuerzas de Eros y de Logos se vuelven complementarias a nivel
del Ego, de tal manera que si yo comprendo y resuelvo la esquizofrenia de la vida y
comprendo que sin sentimientos, sin emociones los pensamientos no tienen fuerza
y que sin pensamientos las emociones no tienen dirección, empiezo a realizar la
unidad que necesitaba de mis sentimientos y de mis impulsos para darle fuerza a
mis pensamientos y mis sueños. Todos los sueños que desconocen a Eros son
sueños flacos, son sueños desnutridos que no llegan a ninguna parte. Todos los
sentimientos y las emociones que desconocen a Logos no tienen dirección, son
apenas turbulencia, frecuentemente destructiva, son anarquismo. Cuando el Ego
controla a Eros, Eros se desorganiza más, se vuelve más poderosamente
destructivo, cuando el Ego teme a su Eros, a sus impulsos, lo fortalece; cuando lo
reprime también lo fortalece; cuando huye lo fortalece. El trabajo de la Psicosíntesis
es reconocer los vectores emergentes desde la parte oscura, la parte sombría y
aceptarlos para llenar de fuerza, de luz y de radiación el Súper-Ego, y así realizar la
síntesis radiante de tal manera que la persona o la personalidad se convierta en un
agente de la luz del Alma. Realmente a todo este proceso es lo que llamamos el
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proceso de alineación. Cuando logramos esta coherencia o esta alineación, somos


agentes del alma. La persona o personalidad es un cristal a través del cual puede
pasar la luz del alma, somos agentes de polarización de esa luz. Cuando hemos
logrado la alineación asumimos nuestra verdadera Identidad. Hemos perdido la
Identidad porque hemos negado los aspectos “negativos” de nuestra personalidad.
¿Como conquistamos esos aspectos negativos, que tienen un temor pavoroso del
intelecto y un temor enorme al Ego? No puede ser desde el mundo del intelecto y
de la conciencia habitual, tenemos que entrar en un estado de conciencia no
vigilante, y un estado de conciencia no vigilante es el mundo del juego. Es jugando
con esos aspectos de la personalidad como los podemos conquistar. Es a través del
mundo del dibujo, del arte, de la escritura automática, porque esos aspectos sólo
se dejan conquistar y se dejan atraer cuando no están sometidos al imperio del
Ego. Es necesario formar en el juego un vórtice atractivo desde el Ego para que las
fuerzas de Eros asciendan y toquen nuestro corazón y podamos dialogar con ellas y
para eso tenemos que regresar a la Seguridad.
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Sanar la Vida VIII

¿Dónde se siente seguro Eros? Eros solamente se siente seguro en el Paraíso.


¿Cuál es el Arquetipo del Paraíso?, ¿Que es lo que nos da la máxima Seguridad?
Cuando estamos en el Paraíso como territorio nos sentimos seguros, nos sentimos
confiados, progresivos. El territorio del paraíso es el territorio de la infancia, es
decir, es el territorio de la inocencia. Con el Inocente tenemos el primer héroe
arquetípico en nuestro periplo como seres humanos. El Inocente es el Arquetipo del
niño Dios, del niño Jesús, de la ternura, de la dulzura, de la pureza, del no
condicionamiento, de la desnudez, del nacimiento, de la naturaleza humana en
contacto pleno con la Naturaleza. A nivel del arquetipo de la Inocencia se da la
mínima entropía, el máximo potencial, el máximo nivel de organización. En el
Arquetipo de la Inocencia volvemos a conquistar el Reino de los Cielos, el Reino de
los Cielos es este paraíso mítico y en este paraíso mítico no nos habíamos puesto la
hoja de parra, es decir: aún no habíamos sido expulsados del paraíso. En ese
paraíso no existe el mal, el mal era parte del bien. No existía la serpiente del bien y
del mal, no existían cosas como la tentación, como la culpa o la condenación o el
separatismo, todavía no nos habíamos divido al interior entre la materia y el
espíritu; la materia también era espiritual. Cuando accedemos al árbol del
conocimiento del bien y del mal nos separamos, es decir, el conocimiento es una
herramienta para separar el mundo, una estrategia que necesitábamos en la
evolución, necesitábamos conocer el mundo separándonos. Pero la verdadera
sabiduría es rescatar la integridad y rescatar esa integridad es regresar a la
Inocencia. Regresar a la Inocencia es regresar al territorio de la flexibilidad, de la
vulnerabilidad, de la humildad, de la trasparencia, de la Inocencia en el sentido de
ser puros. Cuando tú eres puro, las bestias se transforman en tus servidores, los
demonios se transforman en dragones alados, se transforman en Pegasos con alas
para que tú vueles y llegues a tu objetivo. La primera propuesta es entonces
regresar a la Inocencia, pero obviamente eso tiene su traducción. Regresar a la
Inocencia es renunciar a la prisión del intelecto y la prisión del intelecto genera
apegos y aversiones, es decir, genera dependencia. La dependencia es una
manifestación de que hemos perdido la Seguridad, de que hemos perdido la
confianza y la perdida de la seguridad y la confianza es que hemos perdido el
paraíso, pero todo paraíso es interior, vamos a verlo.

Trabajo con la Sombra: Ejercicio de Psicosíntesis. Ahí donde empieza el juego


empieza la genuina terapéutica de integración de las fuerzas de Eros, porque las
fuerzas de Eros son juguetonas. El exorcista de las fuerzas de Eros, dentro de los
héroes arquetípicos, es el último que conquistamos y ese es el Bufón. Si estás
demasiado serio, si no te ríes de ti mismo, si no te ríes de la vida, si te lo tomas
todo demasiado en serio entonces los ratoncitos se te van a esconder y no vas a
poder jugar con ellos. Pero tú vas a llamar a los ratones al juego y si eres un Bufón,
es decir si no te tomas en serio y te ríes de ti mismo, ellos van a entrar en el juego.
Siempre que tengan un aspecto que no les guste píntenlo, (en tanto dice esto pinta
un puercoespín), vaya, yo quería pintar un puercoespín pero me salió un conejo
sonriente ¿no? Esto no es por casualidad, antes me salía muy bien el puercoespín,
porque en mí había un puercoespín, con mucha crítica, con mucha intolerancia, con
mucho sentimiento de superioridad, con mucho separatismo, con mucho orgullo
espiritual. Obviamente que todavía quedan muchos de esos ratones por allá
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agazapados, pero de todas maneras uno va trabajando, después de muchos años


ya es muy difícil que me salga un puercoespín porque ese era mi juego, y yo
jugaba con él y me daba mucho miedo, me daba terror de entrar al juego porque él
me tiraba flechas y me chuzaba, era un animalito hostil, hasta que logré
convencerlo de que jugáramos y que subiéramos a la montaña y en la cima se
convirtió en un osito blanco, lo más hermoso del mundo. Si no es jugando, si no es
con imágenes eidéticas, totales, recuperando la vivencia desde todos los sentidos,
estos animalitos no se dejan conquistar. Pero si tú empiezas a jugar se acercan a ti
y te revelan su secreto y de pronto te hacen llorar; yo lloré muchas veces porque
ese puercoespín no es sino un niño inocente que se tuvo que poner una armadura
por el maltrato del ego. Es un niño al que no dejé jugar, es un niño al que no dejé
descansar, es un niño al que oprimí toda la vida y debido a ello él me negó su
ternura, su fuerza, me negó su vida. Entonces ustedes cogen estos aspectos de la
personalidad y les asignan un nombre, es muy importante hacerlo, es mágico
nombrarlos. Cuando empezamos a atribuirle un nombre y un apellido, tú te llamas
Miko, tú te llamas Piedra, cualquier nombre cuanto más absurdo y más ridículo
mucho mejor ya que es jugar al absurdo. Tengan bien en cuenta que si no cabe lo
absurdo está metido el Ego, está metido el intelecto y están haciendo otro tipo de
juego. Una vez que lo nombran ya ustedes le han creado una membrana activa, un
patrón de organización, en cierta forma le han dado vida y le han dado voz, ya
tiene derecho a hablar. Enseguida lo ponen a hablar, como el Ego está metido es
muy difícil al comienzo porque el Ego no escucha y mucho menos va a escuchar a
un animalito al que acabas de bautizar, pero al cabo de un tiempo te empieza a
hablar y te empieza a decir cosas. Déjense llevar por la imaginación, el mundo de
la imaginación es el mundo del presente, es el más real de los mundos, todo lo que
ustedes ven en la creación son precipitación de imágenes que alguna vez fueron
pensamientos. Esos pensamientos se revistieron del poder magnético del deseo y
se precipitaron hasta el mundo de las formas y surgió este hotel o surgió una casa
o surgió un matrimonio, todo lo que nos rodea fue primero una imagen. Así que
recurramos al mundo de los niños, el mundo de la fantasía, el mundo de la infancia
que es el de la imaginación y empezamos a conversar con estos aspectos de la
personalidad y empezamos a escribir. Obviamente no escribimos cuando estamos
hablando, lo hacemos más tarde sin que ellos nos vean, si ellos saben que estamos
escribiendo de ellos no nos vuelven a dar su secretos. Lleven un pequeño diario,
dedíquenle 10-15 minutos, no trabajen con todo el zoológico que con todo ese
zoológico nadie puede. Empiecen con el animalito que más los perturbe, denle un
nombre y cojan ese animalito y empiecen a conversar con él. Empiecen a oírlo, a
escucharlo primero, denle voz y que él les proteste. Les va a protestar, al comienzo
no se va a acercar, no va a querer hablar, va a tener recelos. Inclusive mírenlo a
los ojos y ustedes ven como van cambiando los ojos del animalito. Primero está
agresivo, luego tiene miedo, luego tiene tristezas, a veces se pone tierno y llora,
pero los mira así de reojo a ver si ustedes quieren o no quieren. Ustedes les dicen
“yo te necesito, tú eres parte de mi, tú eres lo mejor de mi, perdóname por haberte
abandonado” empiezan a hablar de esta forma, pero que haya sentimiento, si no
hay sentimiento el juego no vale, tiene que ser un juego lleno de sentimiento. Si
está lleno de sentimiento es total y está lleno de sentido. Cuando él se aproxime lo
suficiente, ustedes también le hablan, le dicen lo que se les ocurra. Cuando haya
suficiente cercanía lo invitan a dar un paseo y lo van llevando a dar paseitos. De
pronto cuando estén dando un paseo van a ver perros y fieras y cosas peligrosas y
ese animalito va a tener miedo, va a tener miedo porque hay muchos eventos que
atacan a ese animalito. Entonces demuéstrenle que ustedes lo van a proteger y lo
van a cuidar y lo van a mimar, e invítenlo después a un paseo mucho más largo
que es el ascenso a un nevado. El nevado es el símbolo de la pureza, es el símbolo
de la amplia perspectiva, de los cuatro puntos cardinales, de la amplia visión, el
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nevado es el símbolo del alma. Entonces lo van ascendiendo y lo protegen, durante


el ascenso él tiene frío y ustedes le arropan y lo llevan hasta la cima y en la cima le
muestran su horizonte, el horizonte de la vida. Le dicen “mira esta también es tu
visión, esta es mi visión pero es la tuya, yo te cedo mi visión. Esta también es tu
vida, estos son tus sueños”. Dentro de ese trabajo con los Arquetipos ustedes van a
encontrar que de pronto aparecen un anciano o una anciana, es el hombre sabio, es
el Alma que aparece y los une y los bendice. Ocurren cosas aparentemente
absurdas pero muy bellas, que hacen parte de los Arquetipos del Inconsciente
Colectivo y en ese momento ustedes recuperan uno de los patrones esenciales para
su Identidad y recuperan una gran cantidad de fuerza, descubren que toda la
fuerza que hasta ahora han empleado en dividirse y en rechazar la pueden emplear
para construir y la vida empieza a fluir. Muchas de las cosas que intentamos en la
vida nos van mal porque nos hemos separado en pequeños compartimientos y toda
nuestra energía, toda la economía de nuestra personalidad se nos va en contener
las fuerzas de Eros. A duras penas nos alcanza la vida y a veces ni la energía ni la
vida, para retener todas esas pulsiones inconscientes. Si dialogar con el animalito
les resulta difícil simplemente rayen en un cuaderno, eso se le llama el ejercicio de
la escritura automática, consiste en que escriban lo que se les ocurra. Por favor no
vayan a caer en la ilusión de pensar que son el canal de un Maestro, o de una
inteligencia superior, nada de eso, son un canal de sus propias energías, de sus
propias fuerzas, de su propia luz, asuman la responsabilidad sobre ese canal y
empiecen a escribir sin pensar. Los poetas escriben sin pensar. Un poeta que
piensa para escribir está perdido, él fluye como una cascada, como un torrente,
como un paisaje, él es más contexto que texto. Los textos de poesía realmente son
contextos del alma. Ustedes al igual que el poeta no escriban para nadie, no
escriban para que sea bonito o feo, para que suene bien, para enorgullecerse, para
reivindicar el Ego, escriban para la vida. Si les es difícil escribir cojan colores y
pinten, y pinten el animalito, al pintarlo se pintan a ustedes. Así como un niño pinta
un árbol y el sol y su papá y su mamá y su familia y un buen psicólogo sabe
exactamente en qué fase de su desarrollo de la personalidad está ese niño, así es
con ustedes pues en esos momentos realmente son como niños. Entonces pinten la
situación, lleven un cuadernito de dibujo y vayan llevando un seguimiento, será
todo un proceso. Si tienen constancia, el trabajo la requiere, si le dedican 10-15
minutos todos los días, si tienen perseverancia, van a llegar a conocer aspectos tan
desconocidos y tan cruciales de su vida y van a resolver tantos problemas, que van
a estar realmente preparados como terapeutas para resolver muchos problemas de
la gente. En el trabajo de Psicosíntesis, entonces, nosotros involucramos algunas
preguntas y esas preguntas claves son: espejo de la relación ¿qué no me gusta?
¿qué no quiero? Y ahí lo podemos vincular al trabajo de psicosíntesis, vamos a
hacer la experiencia aquí, porque tiene que ser una experiencia en la que el
intelecto no entre. Si tú te pones a pensar qué es lo que no quieres, estás
pensando, o sea que no estás hablando del querer sino de las programaciones
intelectuales, del debería ser, no ¿qué es lo que no quieres? Entonces vamos a
hacer un pequeño ejercicio para terminar esta primera fase. Ustedes se distribuyen
en parejas, (pide a alguien que se acerque) este ejercicio es un poquito
confrontador. Se colocan delante de la otra persona, le miran a los ojos, con una
mano le sujetan por el hombro y con la otra van a llevar con el puño cerrado el
brazo en dirección a su pecho en gesto de pegarle al tiempo que con tono enérgico
le dicen: “¿qué no quieres?” Representan el ejercicio: “¿Qué no quieres?” - “la
tristeza”. “¿Qué no quieres?” - “el frío”. “¿Qué no quieres?” – “el odio“. “¿Qué no
quieres?”– “la separación“. “¿Qué no quieres?” – “el dolor“. “¿Qué no quieres?” –
“la ignorancia“. Bueno, como ven ahí van saliendo muchos núcleos porque no das
tiempo de pensar, llega un momento que tú te sientes confrontado y te irritas. Así
trabajan los monjes tibetanos, cuando tú te confrontas, te confrontas, te
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confrontas, te confrontas, las últimas cosas que salen desde la irritación son las
cosas más hondas, son las que realmente no quieres y aquello que no quieres es lo
que más te duele y eso que más te duele es lo que tienes que trabajar. Empezamos
a hacer ese ejercicio, hasta el ridículo no importa somos niños... no hay tiempo
para pensar, es importante esa exigencia continua como en el momento de crisis
porque así emerge todo el ser. Ustedes ven una persona pusilánime que de pronto
en un momento de crisis es capaz de hacer todos los actos heroicos del mundo, es
capaz de salvar a muchas personas, de entrar en un incendio, por ejemplo, y
devolverse y arriesgar su propia vida, porque en ese momento no hay tiempo y
cuando no hay tiempo es el presente, allí está el alma. Ustedes no tienen tiempo de
preparar ni de elaborar ninguna respuesta, ahí la vida no se prepara, ahí la vida se
vive. Y es bien especial, ustedes se han dado cuenta que cuando se aflojan los
tornillos del Ego lo primero que aparece es la sonrisa, a ustedes le dan ganas de
reírse y se ríen ¿no?, pero entre la risa y las lágrimas hay una frontera, un límite
muy sutil, habitualmente los que más se ríen son los que terminan llorando. Así que
si uno continúa el juego llega un momento en que realmente convulsiona el
diafragma y desde lo más obscuro del infierno interior, desde allí donde tenían los
demonios reprimidos, sale eso que “no quieren” y eso que no quieren es lo que ha
generado la máxima resistencia, la máxima intolerancia y es precisamente aquello
que más debemos trabajar. De pronto creemos que es que debemos trabajar la luz
y el amor y las cosas bonitas y nos volvemos tiernos y románticos y entonces eso
se endulza de tal manera que se nos suben las hormigas. Se trata de no endulzarlo
tanto, de no ser tan empalagosos, de dedicarnos realmente a aquello que tenemos
que trabajar y eso que tenemos que trabajar precisamente son nuestras
resistencias. Allí donde estamos llenos de amor, pues bueno estamos llenos de
amor, dejémoslo. Pero allí donde estamos llenos de oscuridad, de dolor y de
resistencia, esa es la frontera de la vida donde tiene sentido nuestro trabajo. Y esa
clave se obtiene a través del “¿que no quieres?” y posiblemente emerja en los
momentos difíciles. ¿Ustedes han visto qué sucede cuando la gente se acalora? Al
acalorarse uno aumenta el tono de la voz, aumenta las frecuencias pero también
aumenta la velocidad de las palabras. ¿Han visto una discusión? Eso es machacar
palabras una encima de otras, en ese momento están saliendo cosas que uno ni
siquiera se imaginaba, después pide de nuevo disculpas, aparece la víctima y pide
disculpas. Pues bien en ese momento está saliendo lo esencial, aquello que tú
creías que habías controlado y no habías logrado controlar, aquello que tenía
profundas raíces; aquello que te has ocupado cuidadosamente de afeitar y de podar
para que no salga afuera, pero mientras más lo podas más fortaleza le vas a dar a
sus raíces y más profundamente incluido está dentro del Ego. Entonces el trabajo
es reconocer nuestras resistencias, aquello que no queremos, aquello a lo que nos
resistimos, sabiendo que aquello que nos genera mayor aversión proviene de
nuestro mayor apego. El odio es amor triste. Son polaridades de la
subpersonalidad, o de las tendencias, o de los impulsos. Entonces mucho cuidado
en el juego del inconsciente, porque si ustedes van profundizando desde el juego
-no desde el intelecto-, van a reconocer a un hombre desconocido o a una mujer
desconocida. Van a reconocer la cara oculta, pero esa cara oculta está proyectando
su sombra sobre la vida cotidiana y vamos a comprender entonces muchas de las
cosas que no hemos podido comprender, que no hemos podido dominar en nuestra
vida porque venían de nuestra cara oculta y estaban cuidadosamente guardadas.
Pausa y ejercicios. Nuestra civilización es una civilización masculina, es una
civilización patriarcal, machista, que se olvidó del otro lado de la vida. Se olvidó de
la dulzura, de la ternura, de la apertura, de la fecundidad, de lo blando, de lo
húmedo, todas aquellas cosas que permiten crear un territorio para que germine la
semilla. Nuestra civilización es algo así como una civilización de semillas secas,
almacenadas para el consumo. Pero nuestras semillas no son para almacenar sino
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para sembrar, sin embargo en nuestra cultura tenemos semillas para consumir y
obviamente las semillas para consumir no pueden ser frescas porque las tenemos
que almacenar en silos; por eso no vivimos en el presente de la tierra, en el
presente de la siembra. Rescatar entonces el universo de lo femenino, es rescatar
una energía penetrante, una energía que da raíces, que da profundidad, que da
colorido y que da sentido. En este seminario hay un 70-80% de mujeres, pero eso
no sucede porque sea España. En el mundo en todas las cosas donde nos estamos
jugando el porvenir de la conciencia como humanidad y como planeta, si observan
van a ver la energía femenina y eso no es así porque esto sea un movimiento
feminista, sino porque las mujeres tienen la semilla de la conciencia. Es así porque
en lo femenino está la semilla del territorio de la sensibilidad y como planeta hemos
perdido sensibilidad. El único problema es que perdimos el territorio sensible que es
aquel donde se dan las resonancias, los intercambios, las correspondencias y el
diálogo de todas las cosas. Nuestro territorio no puede ser un territorio desértico, ni
insensible; hemos construido un desierto. Necesitamos rescatar la piel de nuestra
humanidad y la piel de nuestra humanidad es femenina, es la piel de la ternura, la
piel del poema, la del arte, la de las lágrimas, la de la poesía, la de la fecundidad.
Somos estériles, es una tierra estéril, pero no solo es una tierra estéril porque la
intoxicamos invadiéndola, violándola, penetrándola, haciéndola estéril a través de
toda la contaminación, sino que es estéril porque no hemos tenido consideración
por la madre. Porque hemos dejado de honrar a la madre, de honrar a la amante,
porque hemos dejado de honrar a lo femenino en nosotros. Porque hemos huido del
dolor, de la vulnerabilidad, de la humildad, hemos huido de todas aquellas cosas
que nos daban receptividad. Hemos huido de la apertura, nos hemos cerrado a la
vida y estamos estériles porque no nos dejamos fecundar, no nos dejamos abrasar
de la naturaleza. No hemos reconocido que nuestra propia naturaleza es
abrasadora, en los dos sentidos: en el sentido en que abraza y en el sentido en que
nuestra naturaleza es puro fuego que abrasa y que transmuta.

Sanar la Vida IX

Cuando conquistamos esa otra cara oculta empezamos a descubrir algo bien
especial y es que el único territorio posible para que tenga lugar la evolución, es un
territorio de sensibilidad. Estamos vivos porque somos sensibles, evolucionamos
porque somos sensibles y los puntos dolorosos, los puntos donde se produce el
dolor, esos puntos de máxima fricción son los quantos de la evolución. Los quantos
de evolución también son quantos de conciencia, son campos en los cuales nace un
contexto a través del cual se puede generar un orden emergente. Podemos
emerger a la vida cuando hay cruces, cuando hay crisis, cuando hay quantos;
cuando lo masculino y lo femenino se cruzan para que surja un vórtice de
conciencia; cuando la materia y el espíritu se cruzan para que surja en el centro el
Yo, la Identidad, el Ego, la conciencia. Estas olas que vemos afuera, el Universo de
lo masculino, son apenas un campo infinitesimal y ese campo infinitesimal es la
punta del iceberg de un gran océano de sensibilidad. Océano de sensibilidad en el
que hay un régimen de co-respondencias, que permite que este Universo sea no
local, es decir que lo que ocurre en un lugar resuena a través de este sistema, de
esta red, en todos los lugares. Es este océano de sensibilidad el que hace posible
que cuando un electrón se mueve tiemble el Universo, que cuando mi palabra se
emite tenga un repercusión hasta en la última de las galaxias, que cuando oro
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pueda tener una acción sobre un paciente que está en un hospital a distancia, que
la telepatía sea la ley de la vida, porque la telepatía es la comunicación a través de
una red sensible y a esa red sensible la hemos llamado el vehículo etérico. El
vehículo etérico para nosotros es el mar cuántico, el océano de Virac de los físicos.
Realmente es una cuestión de nombre pero este océano de partículas virtuales o
este campo de posibilidades infinitas emerge por acción de la consciencia, porque la
consciencia es el agente que puede crear una perturbación sobre el campo cuántico
para construir este territorio emergente, el territorio de la vida. Habida cuenta de
este contexto entonces tenemos un mar de sensibilidad, un territorio de
sensibilidad, una piel cósmica sensible en nuestra piel, en nuestros ojos, en
nuestras relaciones, en las membranas celulares. Todo en el Universo es piel
sensible. Todo el Universo son interfaces de intercambio de información. La
comunicación se rompe cuando yo no encuentro tu piel sensible. Allí donde tu
puedes reír o puedes llorar tienes tu máximo vórtice de crecimiento. Si yo cojo la
piel de tu intelecto a la que no respondes, realmente no me puedo comunicar
contigo. El drama con las relaciones con nosotros y con los otros es que no hemos
encontrado la piel sensible, es que no hemos tensado la cuerda para que resuene
con nuestra nota. Resulta que nosotros nos comunicamos y a pesar de que
utilicemos las mismas palabras, el mismo lenguaje, hablamos en distintos códigos,
y aunque creemos que estamos hablando de lo mismo estamos hablando de cosas
muy diferentes. Nosotros tenemos una piel muy sensible en Colombia que es la piel
de la guerra y ha habido lecciones muy bellas que hemos aprendido en torno a ella.
A mí me maravilla que el negociador más exitoso que hemos tenido para dialogar
con la guerrilla, jamás habló de política con la guerrilla, jamás habló del territorio,
jamás habló del país. Ese negociador compró unas gallinas y se las llevó, porque
sabia que les gustaba mucho, y se llevó unos libros de poemas de Baudelaire, de
Verlen, de los poetas franceses y entonces se fue para la selva de San Vicente del
Caguán a compartir con él, frijoles paisas y gallina y poemas de Verlen. Lo que él
hizo fue entrar por debajo, siempre tenemos un territorio para entrar al interior,
ese territorio está más allá de las máscaras, más allá de las apariencias, es el
territorio donde yo puedo encontrar tu corazón. Si tú tratas con un bajalenguas de
dialogar con un niño estás perdido, eso es lo que hacemos en medicina. Nos
asomamos con el estetoscopio frío y el bajalenguas y ya el niño está en crisis de
pánico, pero si tú juegas con el niño, si te arrodillas, si estás a su altura, si sonríes,
si lo acojas, si no tienes ninguna prisa, si entras en el código de su vida, en el de su
lenguaje, rápidamente se va a dejar hacer todas las barbaridades del mundo,
porque tú ya eres su amigo, porque ya estás trabajando desde su centro. Trabajar
desde el centro es el arte de encontrar los puntos de mínima resistencia y la piel
sensible de la gente, allí donde a la gente le duele para conmoverse con su dolor.
No trabajes desde tu perspectiva ni desde tu programación, sino ponte en los
zapatos de la gente. Pregúntale qué parte de su piel o de su conciencia le duele y
allí donde le duele es precisamente el punto de máxima resonancia. Si tú tienes
una mirada o una palabra de consuelo o una acogida que en voz alta querría decir:
“yo te aprecio, yo aprecio tu dolor, yo me conmuevo con tu dolor, yo te tengo en
cuenta, yo te tengo afecto, tomo consideración de ti, tengo un sentimiento de
consideración por lo tuyo y por tu dolor“, aunque no dijeran una sola palabra
estarían entrando inmediatamente en el código de la relación, estrían estableciendo
un código de comunicación. Así que para entrar a este Universo tenemos que
restablecer un código de comunicación, es decir tenemos que producir una señal y
esa señal, el código de comunicación universal, nace en el corazón. El territorio del
lenguaje es el territorio del corazón, desde el corazón ustedes generan un campo
magnético 5.000 veces más potente que el campo magnético del cerebro. Desde el
corazón están envolviendo y abarcando a la gente, desde el corazón están sintiendo
la totalidad. Desde el corazón están siendo protegidos del error del apego, o de la
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aversión del intelecto, desde el corazón como oscilador eléctrico maestro no sólo
están restableciendo su propio ritmo sino los ritmos biológicos de la gente. Cuando
una persona centra su consciencia amorosa en su corazón toda su fisiología cambia.
Sus ritmos cerebrales cambian, sus movimiento intestinales se armonizan y su
campo magnético se hace coherente, se hace incluyente. A eso se llama tener un
aura magnética inclusiva, y teniendo eso no tienes que hacer nada. Si estás en el
corazón, si trabajas desde el corazón, si pones la aguja desde tu corazón, si
acompañas desde tu corazón, ya estás produciendo un campo magnético
ordenante. Es un campo magnético en el sentido de la Física y produce efectos
físicos, pero produce además un ordenamiento en el plano emocional, está
produciendo un sentimiento de paz. Lo primero es conseguir en la terapéutica o en
la relación humana una respuesta de relajación. La respuesta de relajación es la
fisiología del sentimiento de paz y un sentimiento de paz es un sentimiento de
apertura que permite el contacto terapéutico. Sin paz, en reacción de fuga nunca
puede existir un contacto terapéutico. La palabra contacto es tocarte con el tacto,
te toco con mi voz, te toco mis ojos, te toco con mis sentimientos, te toco con mi
silencio. Si toco tu corazón estoy contribuyendo a que tú despiertes, a que asumas
el control de tu vida. Entonces miremos que la vida es integridad, esa integridad es
armonía rítmica, y la enfermedad es una ruptura de la armonía rítmica y la
podemos denominar una dis-ritmia. La enfermedad es una especie de epilepsia, lo
que pasa que las epilepsias no están sólo en el sistema nervioso central. Siempre
que haya una enfermedad hay una disarmonización rítmica o una disritmia. En esa
disritmia las cuerdas de tu instrumento están vibrando de una manera
desordenada, a distintas frecuencias no resonantes entre sí, entonces generan
ruido y generan resistencia. Cuando todos tus ritmos son múltiplos o submúltiplos
de los ritmos del corazón, tenemos armonía rítmica. La armonía rítmica permite
que tu música pueda resonar y que tus acciones en lugar de ser como la luz que se
dispersa sean como un láser, que tiene dirección, que tiene penetración y que tiene
un efecto profundo sobre los sistemas. Si yo tengo armonía rítmica y te miro te
conmuevo, pero si yo no tengo armonía interior mi mirada es indiferente para ti.
Toda terapéutica así como toda relación humana empieza con ese contacto, y el
contacto, la apertura, el control de la relación, empieza desde los ojos y se
profundiza a través de la escucha, cuando adquirimos control y conquistamos el
compromiso. En ese momento puede nacer la palabra. La palabra crea, la palabra
libera, la palabra encarna, pero la palabra debe ser hija del silencio y de la correcta
visión. Si no tienes la correcta visión tu palabra enferma más que sana, tu palabra
produce ruido. Hay mucho ruido en la relación terapéutica porque decimos palabras
sin control y decimos palabras sin que nos escuchemos, entonces nuestras palabras
no tienen ni raíces ni tienen sentido. Cuando rescatemos el lenguaje humano
vamos a regresar al territorio de la seguridad y vamos a revisar los Arquetipos,
porque lo que sanamos son los Héroes Interiores. Realmente el mundo de los
Arquetipos es el mundo de nuestra realidad, es el mundo de nuestra conciencia, es
el más universal de los mundos. Los arquetipos no son sólo símbolos, los arquetipos
están incluidos en nuestro cuerpo, en la evolución de nuestra humanidad, en cada
acto cotidiano. En cada acto cotidiano hay un Héroe, hay un Sabio, un Buscador, un
Amante, un Huérfano, un Inocente, un Guerrero, un Bienhechor. Todos los
arquetipos están simultáneamente ahí, no es que yo desarrolle un arquetipo y
luego desarrolle el otro, están como dipolos, como corazones que establecen
diferencia de potencial y denotan en qué punto estoy en mi recorrido, de tal
manera que muchas de las pruebas, de los síntomas que nosotros tenemos son
producto de las fricciones en ese recorrido, en esa aventura a través del territorio
de los arquetipos o del mar del inconsciente colectivo. Así que veíamos los dos
primeros Arquetipos: Seguridad e Identidad, y veíamos que lo único seguro que
tenemos es la incertidumbre, también. Y a pesar de eso gastamos buena parte de
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la energía de nuestra vida para obtener una seguridad que nunca vamos a poder
obtener. La seguridad existe en el instante, el instante es la única certidumbre, más
allá rige la ley de la incertidumbre, la ley de la impermanencia. La paz solo es
posible cuando tú te aceptas, pero aceptarte es aceptar tu impermanencia, sin
embargo aceptar la impermanencia es aceptar el cambio permanente. Lo único
permanente es el cambio. Aceptar la impermanencia es aceptar la evolución, estás
vivo cuando cambias, es decir cuando eres impermanente. Pero pretendemos
congelar la vida para volverla segura. Sin embargo podemos volver segura la vida
cuando la congelamos y cuando la congelamos ya no la podemos llamar vida, esa
es la paradoja, porque la vida es permanente-impermanencia. Entonces digamos
que hay un mar de sensibilidad que está por debajo de todos los Arquetipos y es lo
que hace de la vida una aventura. Esa es la aventura de vivir. Si tú eres un mar de
sensibilidades eres un misterio para conquistar. Así cuando estoy ante ti, mi mujer
y te veo hoy y mañana, si soy capaz de reconocer desde mi sensibilidad que ya no
eres la misma, tengo todavía un universo por conquistar. Pero si tú eres mi mujer y
yo congelo tú imagen en mi corazón, entonces te estoy viendo mañana en el
pasado y como te estoy viendo mañana en el pasado, estoy matando la relación,
porque esa relación no es fluida. Porque no hay aventura, porque la llama de Eros
se acaba a los 15 días, el fuego de Eros, la luna de miel dura nomás que 15 días.
Más allá de esos días si no puedes percibir la aventura de la evolución, si no te
comprometes a conquistar el misterio vivo en tu corazón, sino te conmueve lo
misterioso, lo profundo de ese océano entonces estás condenado a relacionarte
desde los condicionamientos y desde las imágenes, de tal manera que te relacionas
no con tu mujer sino con un fantasma que dejaste congelado en el pasado. Esa no
es tu mujer si no ves en ella un fruto de la evolución que te lleva a entrar en
contacto con la tierra, con el universo de lo femenino, con todas las mujeres del
mundo, con todo lo que en el mundo es tierno, es fértil y blando, realmente no
estás aprendiendo la lección de ese océano que es tu mujer. Ese mar de
sensibilidad nos enseña que todos los quantos, o los puntos de cruces se
corresponden y están comunicados de tal manera que yo puedo tener todas las
cosas en una sola cosa. El problema es que yo la atienda. El amor parte de la
atención, atención es el cuidado, cuidado es “care”, caridad viene de cuidar. Yo
tengo caridad cuando cuido, yo cuido cuando pongo cuidado, yo pongo cuidado
cuando tengo atención y yo tengo atención cuando dirijo mi conciencia a un punto y
cuando dirijo mi conciencia a un punto ese punto es el centro de mi universo. Estoy
renunciando a todo el universo para concentrar intensamente mi conciencia ahí. La
primera clave de la relación es entrar en este mar de sensibilidad y prestar
atención, la gente necesita atención. Esa atención en términos humanos la
llamamos consideración. Yo te considero. Mi mamá me decía que yo era un
desconsiderado y yo no entendí, hasta muchos años después. Las mamás no
quieren a los hijos desconsiderados, o sí los quieren pero reclaman que los hijos
dejen de ser desconsiderados. La primera necesidad humana es de consideración,
ya después viene el aprecio. El aprecio es muy bello, yo te pongo un precio pero es
un precio espiritual. Es el precio de la vida, es un precio trascendental. Yo te
aprecio significa yo te valoro, yo te doy un valor que es intangible. Es la valoración.
Primero yo te tomo en cuenta, yo te digo en la relación cuento contigo y a la vez te
digo cuenta conmigo. Esas son las cuentas de la economía de la relación, contar
con el otro y hacerlo sentir que cuentas con él. Y aquí esa economía de la relación
se refiere al código del sentir y ese código del sentir es un océano. Por eso lo que
decimos es ¿cómo se siente?, no lo que le dices, ni lo que le haces, sino cómo se
siente. Tú le haces sentir que lo valoras, tú le haces sentir que tiene valor. Tú le
hiciste sentir que lo pones en consideración, que lo aprecias; que participas con él,
que lo incluyes en tu programa, en tu plan, en tu pensamiento, en tu mirada, en tu
propósito, en tu oración. De las cosas más bellas que le ocurren a uno como médico
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es que el paciente llega y le cuenta “mire doctor yo fui a misa por usted, o
comulgué por usted, o en mi casa oramos por usted”. Si ustedes supieran la magia
que hay en esa intención sincera de una familia que ora por su médico o por las
intenciones de alguien, esa es realmente nuestra comunidad, nuestra unidad, el
estado de comunión. Entramos en comunión cuando los unos contamos con los
otros. Si la relación con tu paciente, o con tu hijo no se acaba cuando acabas de
conversar con él y en la oración de la noche o en tu pensamiento lo llevas a tu
corazón, se están produciendo magias en la relación, transmutaciones inmensas,
porque estamos recurriendo a esto. Cuando hay aprecio y hay valoración entonces
surge algo más profundo que se llama el afecto. Entonces uno hace una dedicatoria
y dice “con afecto” o “con profundo afecto”. El afecto es lo que nos afecta, viene de
ahí, es lo que nos mueve interiormente. El afecto nos toca profundamente. El
afecto es el primer embrión del amor. Y todas esas cosas parten de un territorio
sensible, ese territorio sensible es la amistad. La amistad es la primera expresión
del Ritual de Desarrollo en términos humanos que llamamos apertura amorosa y la
apertura amorosa es simplemente la reedición del Ritual de Desarrollo. El desarrollo
es un ritual que comienza cuando el niño abre los brazos y abraza a la madre y la
madre sonríe. En ese intercambio de reciprocidades mutuas de apertura comienza
el ritual que permite que nuestra personalidad se estructure, que nosotros nos
valoremos. En esos dos territorios hay tres necesidades básicas del hombre que
son: la necesidad de atención, todos necesitamos que nos atiendan, no solo
físicamente sino psicológicamente, que nos presten atención, que nos pongan
cuidado, que nos cuiden, que la vida nos cuide, luego la necesidad de aprecio, o la
valoración, y por último la de afecto. Las tres nacen en el territorio de la cordialidad
y de la amistad y de eso depende el sentir y del sentir depende nuestra
comunicación. La vida es pura comunión, es comunicación, comunicación con
nosotros y con los otros. ¿Cómo estamos? Estamos como están nuestras redes de
comunicación. ¿Qué tan armónica es la comunicación con nosotros? Esa es la
pregunta determinante para saber qué tan bien o mal estamos. Comunicación con
el cuerpo, comunicación con las emociones, comunicación con los pensamientos,
con los seres queridos, con el círculo mayor de conocidos, comunicación con el
alma, comunicación con Dios. ¿Qué imagen tenemos de Dios? Eso está también en
buena parte determinando lo que somos. En la epidemiología de la religión,
sabemos que buena parte del pronóstico de los enfermos crónicos depende, no del
tipo de técnica terapéutica, sino de la imagen de Dios que el paciente tenga, de si
tiene un soporte trascendente, de si tiene una conciencia para relacionarse con el
mundo de lo trascendente. La imagen de la vida y de la muerte que tenga, revela
ser un factor de gran importancia para predecir hacia dónde va una enfermedad
crónica o una enfermedad terminal.
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Sanar la Vida X

¿Cómo te sientes?; ¿Cómo los haces sentir?; ¿Cómo te sientes contigo


mismo? El sentir es la materia prima de la imagen de sí, y esa imagen de sí, es una
síntesis de tu valoración, de tu afecto, de tu aprecio, de tu capacidad de evocar o
de prestar atención. Se trata de la autovaloración. Nos hemos minusvalorado,
nuestra imagen de nosotros se ha derrumbado porque no ha habido cordialidad, ni
amistad, ni atención, ni aprecio, ni afecto y obviamente nuestra imagen se
derrumba. Y ahora les diré algo en apariencia paradójico: menos mal que esa
imagen se derrumba. Menos mal, porque todavía nos miramos en el espejo de un
Paraíso externo. Necesitábamos, para desarrollar nuestra identidad, un territorio
inicial de sensibilidad, pero el del Paraíso es un territorio de sensibilidad que no es
exigente y si permanecemos en él no crecemos. Es el territorio de la inocencia
inconsciente, ahí no nos caemos porque alguien nos toma de la mano, allí estamos
protegidos, allí tenemos una barrera y una emanación que es la del Padre y el
Padre nos libra de todos los peligros. Pero obviamente un día, trascendemos ese
territorio y nos caemos, es la caída. En esa caída sentimos que perdemos el Padre,
entonces viene el territorio del Huérfano. Es el territorio de la orfandad; en el
camino entre estos dos territorios, inocencia y orfandad, construimos lo que
llamamos Seguridad. La Seguridad, tiene dos elementos, la confianza, -fianza
interior- y la prudencia, que trascienden el territorio de la fe , pues esta es creer en
algo que nos supera y trasciende, pero en confianza y prudencia revelamos algo
inmanente que restaura la seguridad desde adentro. La esperanza es confianza en
el porvenir; realmente la fe, la confianza, la prudencia, la esperanza, constituyen la
infraestructura de una auténtica seguridad. Esta no se puede tener porque se
compra un seguro de un millón de dólares. La auténtica seguridad es interior y está
hecha de valores espirituales, de valores trascendentales y que a pesar de ser
intangibles tienen un efecto cierto sobre la Fisiología. La fisiología de la confianza es
la fisiología de la relajación, es la respuesta de la paz. El perdón genera confianza,
hay confianza donde no hay juicio y donde no hay culpa. Pero la genuina confianza
es una confianza en el ser, en la personalidad no se puede confiar, la personalidad
es la apariencia. Cuando yo me relaciono contigo desde el ser y sé que aunque seas
un ladrón, o un asesino, o un drogadicto, en ti hay una esencia pura, cristalina,
trasparente y cuando yo no evoco tu sombra sino tu luz, entonces tú te puedes
transformar. Lo vemos con las relaciones con los adictos. Cuando se tratan los
adictos, de lo que uno menos habla es de la droga, o del pasado; uno habla de la
luz, habla del porvenir, acepta a la persona con su adicción. El problema de los
adictos, es que no reconocen que lo son. Una vez que hay un reconocimiento, un
asumirse, empieza la solución pero la solución es imposible hasta que no se acepte
que se es adicto. Hasta que no se acepte que se ha perdido el territorio de la
seguridad no se ha resuelto el arquetipo de la orfandad. Cuando no resolvemos el
arquetipo de la orfandad, entonces desarrollamos dependencia. La dependencia, es
la primera gran enfermedad, es la enfermedad del territorio de la Seguridad y nace
en la transición del Paraíso a la Orfandad. Es muy importante comprenderlo porque
como humanidad estamos ahí. La humanidad todavía añora el Paraíso y llora por el
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Paraíso y pretende rescatar el Paraíso perdido. Se rebela contra la pérdida del


paraíso y busca el paraíso desesperadamente, buscando el placer y el poder. Busca
reconstruir un territorio del paraíso al exterior pero la lección del huérfano es la
lección de la construcción de un territorio al interior. El paraíso es interior, el
paraíso es un estado de conciencia. Y el dolor del huérfano es reconocer los propios
límites, yo tengo fronteras, tengo límites; conocer eso es adquirir el justo sentido
de las proporciones. Yo sé que no está la mano de Dios para salvarme si me tiro
por el precipicio; yo sé que no soy Superman y no me puedo poner el vestido de
Superman y tirarme del segundo piso, porque no va a estar papá detrás para
retenerme; yo sé que tengo límites en mi territorio; sé que existen límites más allá
de los cuales se puede perder la vida y la integridad; sé que hay restricciones. Pero
si aprendo la lección no vivo las restricciones como limitaciones, sino como puntos
de partida. El huérfano aprende que sus restricciones son un punto de partida y que
él rescata la seguridad cuando reconoce su territorio. Ya no es el territorio del
padre, ya no es territorio ajeno, sino su territorio. Ahí surge una variedad de
integridad, que llamamos la tensegridad; la tensegridad es autogestión. El huérfano
aprende como el hijo pájaro que tiene que volar con sus propias alas y que el arte
de ser padre, es el arte de liberar, y que perdemos el paraíso para conquistar la
libertad y la libertad nos lleva a un paraíso interior. Cuando conquistamos nuestras
propias alas, cuando ya no dependemos, construimos un paraíso interior. Pero yo
puedo, no aprender la lección del huérfano, puedo quedarme congelado en la
orfandad y perder todo sentimiento de seguridad y cuando desaparece el soporte
del padre, entonces lo reemplazo por un soporte exterior, busco columnas afuera
que me sostengan. Sin embargo, cuando yo dependo de un soporte externo, estoy
perdiendo el poder, estoy perdiendo la libertad, el libre albedrío. Puedo depender
de papá gobierno, o mamá cocaína, o del dinero, o de otro tipo de poder, o
depender del placer. Viene entonces, lo que se llama la primera gran inversión de la
polaridad en la humanidad. Normalmente, la vida está alimentada por múltiples
corrientes. Múltiples corrientes que son, desde electromagnéticas y físicas hasta
espirituales, esas corrientes son como radiaciones, llamémoslas rayos. Dentro de
esos rayos, uno va por la corriente emocional, otro va por la corriente mental, otro
por la corriente física. Todos esos rayos son simplemente aspectos de la Vida Una y
todos ellos están destinados a nutrir la vida; sin embargo, cuando yo invierto los
términos y consagro la vida a una de estas líneas, me vuelvo exclusivo o
exclusivista, es el monocultivo en la vida. Entonces, yo hago el monocultivo de la
religiosidad, no de la religión, el monocultivo de la cocaína, el monocultivo de la
ciencia como cientifismo y me olvido de todos los otros territorios, en ese momento
estoy ingresando en un territorio mortal que es el territorio de la dependencia. Yo
tengo este quantum de energía y de conciencia, este territorio, (señalando la
totalidad de la circunferencia) este es mi centro, pero elijo solamente este sector y
me consagro a él generando un vacío en todos los otros aspectos de la vida, como
tengo una sensación de vacío, entonces, busco expandir este sector y lo que hago
es un monstruo. Ese monstruo es una expansión en uno solo de los sectores de la
vida, que cada vez me aleja más del centro, de mi propio centro y cada vez me
lleva a puntos nodales periféricos donde yo experimento la pérdida de la integridad
o la desintegración; esto es lo que se llama el modelo en expansión. El modelo en
expansión es aquel en que tú te expandes y te expandes y como no encuentras
nuevos límites, buscas nuevos límites en el territorio y mientras más te expandes
en el territorio más vacío experimentas y mientras más vacío experimentas más
necesidad de territorio tienes. Así por ejemplo uno encuentra una persona que tiene
miles de millones de pesetas y cada vez que consigue un millón de pesetas, tiene
sed de más y de más, y destruye su vida y destruye su familia, y destruye el
planeta y destruye su entorno, y construye monopolios porque está en ese cáncer,
eso es un cáncer. Está devorando su integridad a través de un proceso de
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expansión que es explosivo. Está entrando en el universo de la entropía, en el


universo de la expansión, cuando el universo de la vida es el universo de la
contracción, de aquello que va hacia un orden mayor. De tal manera, que yo
primero me expando, porque mi Padre me ha expandido, porque mi Padre se
contrae en mí para que me pueda expandir y soy el Inocente Inconsciente. Pero si
yo sigo en proceso de expansión y no construyo un territorio dentro del paraíso, un
territorio interior que sea el núcleo de contracción, donde le digo: “Gracias Padre,
por la semilla, ahora yo tomo la semilla y siembro y produzco la cosecha de mi
propio territorio”, si yo no nazco a la belleza de la orfandad, que es la pérdida del
territorio externo, pero la conquista de la integridad y de la identidad separada del
Padre caigo en el vacío y la pérdida de sentido. Miren los arquetipos y su secuencia
como el latir de un corazón, Dios nos da el Universo, somos Inocentes
Inconscientes, no sabemos lo que hacemos y nos expandimos, poblamos la Tierra y
simultáneamente, destruimos la Tierra, somos como niños necios que no sabemos
utilizar el instrumento que nos ha regalado la vida. Pero de pronto vemos que ese
proceso de expansión es dañino y es nocivo e ingresamos en el territorio de la
contracción, que es el territorio de la Orfandad y nos construimos un territorio
seguro al interior. Y ese territorio seguro al interior nos permite rescatar nuestro
poder y nuestra seguridad y entramos en una nueva dinámica de expansión y
contracción. Si yo ya tengo este territorio y conozco este territorio, entonces, puedo
expandir mis límites; ese territorio realmente me sirve para expandir los límites.
Sin embargo, de nuevo, si expando los límites indefinidamente entro en el territorio
de las fuerzas centrífugas y llega un punto de no retorno, es como un corazón, es la
ley del corazón. El corazón, normalmente se contrae y se expande, él es
autocontráctil, porque tiene fibras elásticas y esas fibras elásticas son como un
resorte que tiene un punto de máxima expansión. Si ustedes no dañan el resorte y
no lo llevan más allá de sus límites, el resorte regresa solo, es así como funciona el
corazón. Pero si ustedes van a forzar la expansión ya no tienen punto de retorno,
es decir, el resorte no puede regresar a su punto de partida. El viaje a través de los
arquetipos es de ida y de regreso, realmente ese es el misterio del Hijo Pródigo:
salir cada vez del hogar del Padre, tener la vivencia de la búsqueda y regresar de
nuevo al corazón. Es el arte de salir del corazón, de hacer las cosas de corazón,
desde el corazón, pero regresar de nuevo al corazón. Es muy importante
comprender esto porque en el arquetipo de la Orfandad estamos viviendo todo el
fenómeno del consumismo y de la dependencia y realmente buena parte de
nuestras enfermedades son apenas variedades del consumismo, son variedades de
dependencia, porque hemos perdido el poder y nos sentimos víctimas. Entonces el
huérfano que no resuelve el conflicto del territorio, de la pérdida del paraíso, el que
se queda llorando a la vera del camino, es la víctima y la actitud de víctima
destruye el patrón de la personalidad, genera resentimiento, genera culpa, genera
juicio y daña todo el patrón de relaciones humanas. Los infartos de las relaciones
humanas aparecen ahí donde el huérfano no comprende su lección, donde el
huérfano no asume su tarea. Por eso, buena parte de nuestra función como
terapeutas, como médicos, como amas de casa, para sanar la vida es despertar y
es despertar la gente de esta condición y preguntarle, ¿víctima de quién? La
conclusión es que somos víctimas de víctimas de víctimas, y que no tiene ningún
sentido ser víctima de alguien que ya fue víctima. Mi pregunta favorita con un
paciente que se queja de la vida es esta, si a usted le van a dar un regalo y usted
no lo recibe, ¿de quien es el regalo?; pues es del otro. Pero ¿por qué tienes que
recibir ese regalo que no quieres recibir? Pregunta el Inocente hasta que aprende la
ley de la no-resistencia, el Inocente se niega a perder el paraíso, se niega a salir
del paraíso pero obviamente ya no tiene el paraíso, aunque se resiste a admitirlo ya
no tiene un soporte en el paraíso. Como no tiene un soporte en el paraíso se busca
un paraíso artificial y ese paraíso artificial lo lleva a embotar los sentidos para
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amainar el dolor de la perdida del paraíso. Y ese embotamiento de los sentidos lo


lleva a consagrar la vida al placer, a consagrar la vida al poder y se olvida de su
centro, se olvida del Hijo que es y el Hijo es conciencia y la conciencia está
destinada a aprender, vinimos a aprender, él se niega a aprender la lección por esa
razón. La vida consiste en salir de la Inocencia Inconsciente y regresar a través del
zodíaco y a través de los arquetipos a la Inocencia Consciente. Miren un niño y
miren un viejito, terminan pareciéndose y por eso se juntan y resuenan; por eso los
abuelos disfrutan tanto con los nietos, porque los dos son blandos, los dos son
humildes, tienen sentido del humor, están más allá de la construcción de territorios
externos y de posesiones. Pero la diferencia entre los dos es que uno es la
Inocencia Inconsciente y el otro, a través de la aventura de la vida, ha conquistado
una parte del sector de la conciencia. Y por eso aparecen los cuentos, y por eso los
cuentos no se los inventan los niños, se los inventan los abuelos para los niños.
Porque los abuelos, a través de las leyendas, que son las historias de los Héroes en
su recorrido por todo el Sendero de los Arquetipos han aprendido la lección y tienen
nuevamente la Inocencia, recuperan la Inocencia. Se trata de ser inocentes pero
inocentes conscientemente, porque cuando tenemos inocencia inconsciente,
tenemos ingenuidad y la ingenuidad está muy cerca de la bobada o de la idiocia.
Cuando somos ingenuos, frecuentemente nos comportamos como idiotas, pero lo
peor de todo es que somos idiotas útiles. Es decir, que no hay nada más terrible
que esa gente que se deja utilizar y se deja robotizar y se deja chantajear. Y es
frecuente eso en el terreno de la relación, que eso que llamamos el terreno de la
relación sea el terreno del chantaje, no el de la sensibilidad sino el de la sensiblería,
ojo con eso. Y en la parte de la feminidad hay una desviación que se llama la
sensiblería, lo femenino es sensible, esa es su esencia, esa es la tierra que soporta
las semillas, que permite la evolución. Pero cuando la sensibilidad se convierte en
sensiblería surge una gran ilusión, una neblina, una confusión en nuestras visiones,
porque estamos en el mundo de la manipulación. Yo tengo lágrimas de cocodrilo, es
decir, lloro cuando te veo. Ustedes han visto cómo surge la sensiblería, ya en el
territorio de la infancia, observen cuando un niño se cae. El niño se cae pero no
llora inmediatamente, eso no es automático, él trata de levantarse y mira hacia los
lados y si hay alguien que lo pueda coger, entonces lanza el grito y le salen
lágrimas de cocodrilo. Pero si sabe que hay alguien allí que lo va a confrontar, le va
a decir: eso lo asumes tú, tú te caíste, eres dueño de tu cuerpo y de tu equilibrio,
entonces no va a utilizar sus lágrimas. Y nosotros lo vemos en la relación en que,
frecuentemente, hay lenguajes duales, los abuelos sobreprotegen, los padres
confrontan y el niño se mueve en una esquizofrenia que realmente no aprende a
confrontarse. No aprende a confrontarse porque no tenemos claridad de criterios en
la relación. Así que miremos cómo tenemos que salir del territorio de la inocencia
inconsciente. ¿Cuál es entonces, la respuesta del niño? La primera respuesta ante
la pérdida del paraíso, es el temor. Es el temor de morir, el temor de no ser capaz,
el temor de fracasar, todos esos temores nacen ahí cuando los tenemos que
asumir. Un pájaro simplemente suelta su pichón para que vuele, ellos no van a
estar abajo atajando a los pichones para que no se vayan a desnucar, sino que
simplemente los sueltan para que vuelen. El arte de ser padre, es el arte de
liberar. Hay una cosa bien especial: en nuestra cultura un adulto consigue el 15 ó
20 por ciento de lo que sueña, de lo que quiere, pero nosotros a los niños les
damos el 80% de lo que nos piden, eso es una catástrofe porque estamos
educando inválidos, porque estamos generando sobreprotección y dependencia. Yo
no conozco cosa más terrible, más peligrosa, que nuestra riqueza, nuestra
abundancia porque nuestra abundancia pervierte a nuestros hijos, porque les
impide vivir el dolor, porque no les da los anticuerpos emocionales que necesitan
para crecer. Y cuando tengan que afrontar la vida y ya no tengan a mamá o a
papá, van a buscar la cocaína, o van a buscar la heroína. Eso es un drama pero ese
54

drama no nació con ellos, nació con nuestra actitud. Nuestra actitud es que al hijo
no le pase lo que a nosotros nos pasó, que no asuma las dificultades por las cuales
nosotros pasamos, pero precisamente, nosotros somos hijos del dolor, somos hijos
de las dificultades. Tenemos que aprender a dosificar los bienes de la tierra, porque
hemos generado las más grandes injusticias. Mientras nuestros hijos tienen todo lo
innecesario, cada 3 segundos se muere un niño de hambre física, cada tres
segundos, eso es totalmente escandaloso. Ustedes dirían esto es problema del
marxismo o del comunismo o del deterioro de intercambio en las relaciones
internacionales, no; eso es problema de nuestra vida cotidiana, de nuestro estilo de
vivir, de nuestro consumismo. ¿Cuantas cosas absolutamente innecesarias les
compramos? Aquellas cosas no necesarias, se vuelven la pobreza emocional del
niño, la pobreza de su personalidad, no hemos aprendido a fortalecerlos. Así que
hay que enseñarles un territorio, el niño va a experimentar pánico. En este punto
de transición viene el miedo y allí donde hay miedo o pánico no se puede
manifestar el amor, porque el pánico genera reacción de ataque–huida y la
condición del amor es respuesta de relajación, es decir, no puede haber amor
donde no hay paz. Entonces el niño, entra en respuesta de fuga y se queda
congelado, o entra en una respuesta contraria a la de fuga que es la temeridad. Y
ustedes ven los muchachos temerarios, este muchacho que va a 300 Km. por hora
en una moto pasándose el semáforo en rojo y todo eso. Uno ve que ha pasado
desde un extremo al otro, pero lo que él tiene es miedo. Es un tipo especial de
miedo, el miedo que ha adquirido una careta: que se llama temeridad pero la
temeridad está muy lejos del heroísmo, porque la temeridad ha perdido el centro,
es exactamente lo contrario al heroísmo. El temerario se estrella y el que se fuga
no evoluciona, ambos son fracasos ante el miedo, el fracaso estará hasta que el
niño aprenda algo bien importante: la prudencia, mi territorio tiene límites. Con la
prudencia nace la primera expresión de sabiduría, el primer aprendizaje es
prudencia. La prudencia significa reconocer, después de oscilar entre la fuga y el
ataque, entre el temor y la temeridad, el justo medio. La primera parte del justo
sendero del medio en nuestro camino, es conquistar la prudencia.

Sanar la Vida XI

Y la prudencia es muy simple: saber lo que no puedo hacer, saber lo que no


debo hacer, saber lo que está más allá de mis límites, reconocer que no soy
Superman, no soy Dios, tengo mis límites. Yo puedo meditar, puedo tener una
inclinación espiritual pero también me duele el riñón, me duele la columna, tengo
un cuerpo físico limitado, también me ofusco como todos los seres humanos. Esa
prudencia nos enseña la lección de la vulnerabilidad: Cuando sentimos que somos
vulnerables surge la necesidad de cuidarnos. Y el autocuidado es la verdadera
atención primaria en salud. Empieza por aprender a no hacernos daño y el
primum non noccere es la norma más sagrada de toda medicina. Tú dañas al otro,
es porque ya te haces daño, porque no te aceptas. Porque no te cuidas. Tú no eres
capaz de hacerle al otro lo que ya no te hayas infligido a ti mismo. Tú no amas al
otro porque no te amas a ti. Tú dañas al otro porque te estás dañando a ti mismo.
El no hacer daño es reconocer un territorio interior, el de los propios límites, donde
la seguridad no puede venir del exterior. La seguridad no es una cosa permanente
55

o externa, sólo puede venir de una presencia interior que se obtiene al aceptar fluir
en el ahora y aquí. La seguridad no es un estado en el que se está; es un proceso
en el que se fluye. Cuando yo conquisto la prudencia, no hay posibilidad de
dependencia y aprendo la lección del paraíso: el padre y la madre están en mí. El
territorio del paraíso no es exterior, es un territorio de la conciencia y ese territorio
vive en mi corazón, es tan amplio como mis sueños, como mis esperanzas, como
mi capacidad de amar, como mi capacidad de dar. Arquetipo del Buscador: todos
nosotros somos Buscadores y el sendero de la búsqueda es el de las preguntas, el
buscador siempre parte de un interrogante. Y vamos a ver que lo importante es
formular la pregunta correcta. Nosotros nos quejamos de que no nos encontramos,
o de que no encontramos, no hallaremos y no nos hallaremos mientras no nos
formulemos la pregunta correcta. Vivir es el arte de preguntarse, las respuestas
déjaselas a la vida, las respuestas están en tu interior, en la evolución encontrarás
que las respuestas son preguntas mayores, siempre que partas de la pregunta
correcta. La vida siempre te responde con otra pregunta y así puedes evolucionar.
Cuando la respuesta a una de tus preguntas sea un dogma o una conclusión, estás
perdido porque ya no tienes la posibilidad de avanzar. La vida es el sendero de las
preguntas: es el sendero del dónde que se refiere al espacio; el del cuándo que se
refiere a ritmo y tiempo; pero sobre todo el sendero del cómo que se refiere a la
expresión del ser en el espacio y el tiempo. Frecuentemente sabemos dónde y
cuándo pero no sabemos cómo. Conocemos del espacio y el tiempo externos pero
no sabemos del espacio-tiempo interior, allí donde tiempo y lugar -cuándo y dónde-
se convierten en el sentir del corazón. En este sentir somos la presencia donde el
estar se convierte en un modo de ser que determina la calidad de la vida, al cómo
somos y cómo vivimos en el espacio y el tiempo. El cómo vivimos es expresión del
cómo nos sentimos, y en ese indefinible código del sentir sabemos más de
nosotros, pues el sentir es una expresión de lo que es total en cada quien: el ser.
Tenemos así tres preguntas claves en el sendero del buscador: el dónde, el
cuándo y el cómo. El del Buscador es el Sendero del Discipulado, el aprendiz de la
auto-gestión, aquel que trasciende la conciencia de la dependencia. La auto-gestión
es el punto de partida para poder abandonar definitivamente el paraíso externo de
la dependencia y entrar en el proceso de la inocencia consciente, esa honestidad de
la transaparencia que permite relaciones destinadas a la libertad. Cuando el
Buscador se pregunta, surgen respuestas que son otras preguntas y entra en el
sendero de la capacidad de responder que llamamos el de la Responsabilidad. El
Sendero de la Responsabilidad es el Sendero del Alma y el alma es el Maestro, el
Buscador es el discípulo. Él busca porque sabe que no sabe. Cuando sabe que no
sabe es un aprendiz. Aquel que abandona el sendero de la inercia, el antiguo
camino de la ignorancia en el que estuvo condenado a repetir infinitas veces su
propia historia. Como aprendiz, el buscador expande su territorio. Y a una
expansión siempre sucede una contracción; nos expandimos en la Inocencia
Inconsciente y nos contraemos en la Orfandad. Nos expandimos en la búsqueda
pero en la búsqueda descubrimos el amor y nos contraemos en el Amante y
regresamos a nosotros, son otros dos movimientos. Y esos movimientos se dan en
el territorio de la Responsabilidad. El Buscador aprende a responder: esa
responsabilidad es una forma superior de reaccionar. La materia prima es la
sensibilidad que asciende desde la reactividad y se convierte en la dimensión
humana de la responsabilidad. Seguimos siendo sensibles pero es una forma de
sensibilidad superior que llamamos responsabilidad. Estamos en capacidad de
responder a los estímulos, de responder al mundo. Es bien importante porque aquí
la conciencia ha avanzado, ha evolucionado mucho. Una persona responsable, es
una persona que está en el camino del alma, aunque no sea el discípulo de ningún
Maestro conocido. La primera parte de la conciencia, la más primitiva, es la
conciencia reactiva, esa conciencia está en el mundo molecular, por eso hablamos
56

de los reactivos cuando hablamos de moléculas, los reactivos lo son porque


reaccionan entre si. Pero cuando la reactividad es una sensibilidad consciente tiene
que evolucionar a la responsabilidad. Y la responsabilidad no tiene nada que ver
con esa fijación que llamamos seriedad. La seriedad es la muerte del ser porque
impide su fluidez; la seriedad es una forma de rigidez que impide la flexibilidad en
nuestra respuesta. La genuina responsabilidad no es una programación, la genuina
responsabilidad es sensibilidad consciente. Comenzamos con un embrión de
responsabilidad que se expande, digamos que es un núcleo de expansión y empieza
el sendero de búsqueda, vamos incluyendo un territorio cada vez mayor, con una
propiedad emergente: inclusividad. El territorio de la inclusividad es una banda
pasante amplia, es decir, es un territorio donde hay una máxima tolerancia. ¿Qué
tan avanzados están en el Sendero de la Búsqueda? Lo pueden saber por su
Responsabilidad y por su Inclusividad, porque el pecado original, aquel por el que
fuimos felizmente condenados a construir un paraíso interior, es el de la
separatividad. El Sendero es el proceso de reparar el pecado original del
separatismo, ingresando en un proceso de creciente inclusividad, no el de la
especialidad o del exclusivismo, sino el de la inclusividad. Cuando te vas volviendo
inclusivo, cuando puedes tolerarte y tolerar, cuando puedes comprenderte y
comprender, tu marco de comunicación y de servicio se expanden. Puedes realizar
la misión del buscador al comprender que eso que buscabas no estaba en tu
exterior. En la frontera misma de la búsqueda la pregunta que dirigías hacia afuera
se refleja en tu conciencia, para reconocer que en ti mismo, preguntas eternas,
estaban las respuestas. Cuando miras el universo reconoces que tú eres el
universo, cuando miras al otro te reconoces en sus ojos, reconoces en él tu propia
imagen y con él y en él empieza un Sendero de Retorno.

El Amante y el Sendero de Retorno

Ese Sendero de Retorno, ese Sendero de interiorización que te vuelve al


corazón, es el sendero del Amante. Has lanzado la flecha pero en Sagitario te das
cuenta que esa flecha se devuelve -la causalidad circular- y da en el blanco de tu
propio corazón. Conquistas el mundo cuando conquistas tu propio corazón, conoces
el mundo cuando te conoces, pero conocerte es sentirte, y conocerse y sentirse es
saberse, un conocimiento existencial del espíritu que nace de tu propio corazón.
Bueno ahí vamos en la aventura. Vamos a descansar, mañana seguimos el
seminario.

Las Visiones del Mundo, los Héroes Arquetípicos y el Carácter

Ayer hemos dado apenas una pequeña parte de la información, hemos ido
muy despacio porque yo prefiero que vayamos despacio, asimilando, masticando,
hoy vamos a hacer una primera sesión, una meditación, una alineación, una
integración, un contexto general, es decir, yo les voy a plantar una semillita. Para
unos va a ser una de cilantro, para otros una semilla de rosa, para otros una
semilla de roble. Tal vez algunas semillas germinen de aquí a algunas vidas, no
tenemos ningún afán... y otras germinen mañana. Lo importante es que no tengan
ningún sentimiento de impaciencia, ningún sentimiento de irritabilidad, pues
irritabilidad e impaciencia no permiten a ninguna semilla germinar. Lo que se
propone no es una cosa para entender, es algo para comprender y para
57

transformar la vida. Si preparamos el terreno -tierra fértil de la apertura amorosa-


y seleccionamos la semilla, cuando menos pensamos germina. Germina porque es
primavera en nuestra vida, porque el calor y la humedad de nuestro amor, con el
sol del alma, han permitido el milagro de la multiplicación de los panes y los peces,
que es el milagro de las semillas infinitas, que una vez poblaron la tierra con los
arquetipos de la evolución. Muchos me dicen después de 20 años de oír las mismas
cosas que ahora sí están empezando a entender desde la vida. Quiere decir que
dejaron de oír y empezaron a escuchar, a resonar desde el sentir, siempre total.
Renunciemos a todo sentimiento de prisa. Una sola palabra que se siembra en el
corazón vale más que todos los cursos y todos los discursos. Entrar por el sendero
de la comprensión que es el sendero del corazón y entrar por el sendero de la
totalidad, el sendero del corazón es el de la totalidad. La visión global y la acción
local se convierten en el corazón en un sentir total. Un modo de vivir es el estilo
personal e intransferible que da a la vida su colorido original. El pincel, los colores,
el lienzo, son universales, espacio y tiempo cualificados por el paraíso interior que
cada quien puede pintar con su sentir. Es ese sentir el que produce la armonía de
un poema, la profundidad indescriptible de un paisaje, el arte de la vida para cada
quien pinte su universo y luego entre en él. Nuestras visiones del mundo son como
un cáliz en el que depositamos la vida, el agua abundante de la vida. Realmente el
Sendero está sostenido por nuestra visión. Más importante que la cuerda sobre la
que caminamos, que el camino sobre el que vamos caminando, es la visión que nos
sostiene, la visión que nos dirige. Así que, nuestro camino es el de nuestra visión
del mundo. Las visiones del mundo permiten al Héroe interior, al Discípulo del
Alma, aquel que emprende la aventura de la vida, recorrer a través de portales, a
través de senderos particulares, transitar una parte del camino que conduce a la
meta de un nuevo comenzar. Y esos puntos nodales en el sendero están señalando
hacia un punto de apertura el contacto con el Plan de la Vida. Realmente todo este
Sendero se recorre con el fin de construir el cáliz que vamos a rebosar con el Agua
Abundante de la Vida, el Amor. Estos Senderos están relacionados por pares de
opuestos, por ley de complementarios y a su vez cada uno es dual. Ustedes tienen
de este lado (derecha del diagrama) un Sendero de expansión y de este lado
(izquierda del diagrama) un sendero de contracción, aquí tienen un sendero de ida
y aquí tienen uno de regreso. Aquí entre ustedes, hay una persona muy especial
que está en ese Sendero de búsqueda y me consultó porque tenía crisis de pánico,
pero lo particular es que ella hace crisis de pánico en el avión cuando se va de la
casa pero cuando regresa a casa no hace crisis de pánico. Todos nosotros tenemos
siempre un ir y un regresar, de pronto estamos bien en casa pero de pronto
queremos salir de casa. A veces estamos sanos cuando viajamos, cuando salimos
del hogar y a veces estamos sanos cuando regresamos al hogar. Hay personas que
no pueden ver la casa, en la casa se enferman, no toleran estar en el hogar. Estas
personas están en el sendero de ida, en su respectivo camino, el de los Héroes
interiores. Es muy importante empezar a comprender en qué parte del camino
estamos porque así también sabemos cual lección estamos aprendiendo, lo que nos
permite consagrar nuestros mejores esfuerzos a lo que puede ser esencial para
cada momento, aquello que realmente pueda contribuir al crecimiento. El Discípulo
aprende a reconocer su parte, no lo de los otros, no lo del mundo de los sueños,
sino aquella parte que en realidad puede transformar su vida. Son entonces seis
pares de opuestos, este (señalando la parte inferior del eje vertical) completa el
séptimo elemento, y se comunica con un octavo elemento, (parte superior eje
vertical), que es el que produce la integridad. Ese elemento es el sentido de todos
los componentes de esa copa de la vida que es el cáliz, ese cáliz que elevamos al
Padre, o que elevamos a Dios, o que elevamos al cielo como estado de conciencia
que nos sacia de plenitud. Podríamos comprender aquí -refriéndose al esquema
donde sea alinean fases del carácter, lecciones arquetípicas y visiones del mundo-
58

las relaciones entre los rayos, los centros de energía, las facetas de la personalidad
y el sendero del discípulo. Rayos no son cosas metafísicas, son realidades que están
presentes en la vida cotidiana. Los Siete Rayos son las siete estrategias de la
conciencia, son los caminos de la Luz en el territorio de la creación. Para quienes
saben comprenderlo, el cuerpo es un claro símbolo del espíritu, es un templo del
espíritu. Tenemos siete octavas fundamentales. Esas siete octavas, esas siete notas
a su vez, tienen siete notas subsidiarias y tenemos una tabla periódica de 49 notas
que constituyen 7 centros principales, 21 centros secundarios, 49 que son terciarios
y más de 300 puntos que son pequeños subsidiarios, que son los puntos de
acupuntura. Así vamos entonces penetrando en lo que es el símbolo humano,
toleramos y respetamos la diversidad de los caminos: el camino de la sombra o el
camino de la luz, el camino de ida o el camino de regreso. Muchas veces durante el
camino tenemos que ir y tenemos que regresar: Nos expandimos como Inocentes y
regresamos, nos contraemos, como Huérfanos; nos expandimos como Buscadores
y regresamos como Amantes; nos expandimos como Guerreros y regresamos como
Bienhechores; nos expandimos como Destructores y regresamos como Creadores;
nos expandimos como Gobernantes y regresamos como Magos; nos expandimos
como Bufones y regresamos como Sabios. He ahí los 12 Arquetipos fundamentales,
los 12 Héroes en este recorrido. Pero esos 12 héroes son creados por nuestras
visiones del mundo y vamos a ver cómo se corresponde el camino y la visión del
mundo. Por eso es tan necesaria una visión del mundo, porque cuando se tiene una
visión del mundo se crea el camino para un Héroe interior que te permite aprender
una lección, la lección del discípulo a través del zodíaco. Esto también está
relacionado con el zodíaco, obviamente con la cruz, vamos a ver que está
relacionado con el carácter. Ya no quiero sobrecargarlos sino simplemente llamarles
la atención sobre unas pocas relaciones para que empiecen a ver esto desde el
sentido, es decir, no como piezas aisladas del rompecabezas. Desafortunadamente,
todo lo que llamamos esoterismo, lo hemos tratado como una pieza aislada del
rompecabezas de la ciencia, de la psicología, de la filosofía, del arte, de la religión,
de la magia. El esoterismo es realmente el arte de integrar todas aquellas cosas
que en el trasfondo estaban integradas. Hay un océano interior que integra y le da
sentido a todo el oleaje de las manifestaciones. Se trata entonces de que volvamos
a rescatar la integridad y vamos mirándolo entonces detenidamente. Teníamos acá
una búsqueda (señalando la línea superior del diagrama) este nivel de búsqueda lo
llamamos el nivel de la afirmación, el SI. Le he llamado “sí“, por su utilidad
mnemotécnica, para que ustedes lo aprendan, así fue como yo lo reflexioné y como
me lo puedo aprender más fácilmente. Lo primero que hay es una afirmación, ¿en
qué nos afirmamos?, en la Seguridad y en la Identidad. El primer sendero es el
camino que conduce a la Seguridad y a la Identidad. Ese camino tiene ingredientes
que son confianza y prudencia, fe y esperanza, Si yo tengo fe y esperanza, si yo
tengo confianza y prudencia, tengo seguridad, aún en medio de la incertidumbre.
Ya veíamos ayer que la seguridad es aceptación de la incertidumbre. Y ese camino
lo podemos reducir a una sola palabra: aceptación. Acepto mi sombra, acepto mi
luz, acepto mi identidad, acepto mi unicidad, me acepto como yo. Y ese es el
camino de la genuina ecología humana, porque cuando yo me acepto con mis
bemoles, es decir, con mis sombras, acepto al otro, si yo no soy perfecto, acepto la
imperfección. La imperfección es una evidencia cierta de mi evolución. Cada camino
tiene un pensamiento semilla. Acepto mi imperfección, tengo derecho a ser
imperfecto, tengo un derecho sagrado: el derecho de equivocarme. Para mí es el
más sagrado de los derechos humanos, tal vez entre los ángeles ese no sea un
derecho pero entre los hombres sí, tenemos el derecho de equivocarnos. El temor
de equivocarse quiebra ese camino, quiebra ese contacto, quiebra ese Sendero,
entonces no podemos tener Seguridad. El temor de equivocarse viene de algo
que no tiene ninguna relación con el ser, viene del no ser, de una falsa
59

Identidad. Nos viene de la máscara. Todos los afanes de autosuficiencia son


orgullo y el orgullo es la peor de las máscaras. El orgullo espiritual por ejemplo, ha
deteriorado todo el camino de la espiritualidad, porque frecuentemente hacemos el
camino de la espiritualidad para separarnos, por orgullo, es decir, que estamos
todavía anclados al pecado original, hacemos el camino para mirar a los otros por
encima del hombro, para sentirnos más importantes. Es bien importante porque
esa aceptación la podemos simbolizar en una frase muy bella que no recuerdo
dónde leí pero que me llegó al corazón, “el mar es mar porque está debajo de los
ríos”. Entonces sean como mar y no sean como ríos, eso nos lo decía alguien bien
conocido por ustedes, cuando decía estas palabras, “el que se humilla será
ensalzado”. Y ese es el punto de partida en nuestro Sendero que ayer llamábamos
el Sendero del Aprendiz. El aprendiz tiene condiciones. Para ser aprendiz
necesitamos primero humildad. Primera parte del sendero: el aprendiz. El aprendiz
acepta sus limitaciones y como acepta sus limitaciones ha vivido la Orfandad, sabe
que necesita ayuda, es un Huérfano. Entonces es humilde y si es humilde es
desapegado y el que se desapega puede conquistar una disciplina. Y el que
conquista una disciplina tiene un ritmo de vida y quien tiene un ritmo de vida entra
en el código de la vida porque la vida es ritmicidad cíclica, miren cómo vamos
cerrando el círculo. Pero ustedes tomen cualquiera de estos elementos, díganse
entonces, mi única obligación es ser como yo soy. Dice un chiste que
cuando nos vayamos para el cielo no nos van a preguntar por qué no
fuimos como San Pedro o Simón Bolívar, sino por qué no fuimos como
nosotros, por qué no fuimos aquello que nosotros éramos. Y vamos a ver que ese
camino nos prepara a un camino mucho más avanzado que se llama el de la
Autenticidad.
60

Sanar la Vida XII

Tenemos entonces en ese primer camino y en esa visión, el dipolo 1–7, el


Arquetipo de la Seguridad. Ese dipolo está hecho de dos personajes, de dos Héroes
míticos: el Inocente, que se va hacia fuera, hacia la expansión de su paraíso y a su
territorio, él cree como los niños, que todo es suyo. Cuando ustedes ven un niño
observan ese tipo de competitividad, llamémosla así, de creer que todo es de ellos
y es normal que así sea pues ellos están viviendo el arquetipo de la Inocencia
Inconsciente. Hasta que el Inocente un día se da cuenta de que no todo es suyo y
que hay territorios donde no debe adentrarse porque si lo hace se cae, en todos los
sentidos. Entonces inicia un sendero de contracción que es el Huérfano. Este
Arquetipo es trascendental, este arquetipo todavía está en el mundo de la
involución, en el mundo de la personalidad, todavía estamos muy inmaduros
cuando estamos transitando esos Arquetipos. Pero vamos a ver que el desarrollo es
dispar, a veces estamos en el territorio de la responsabilidad o aún más lejos pero
hemos dejado lastre acá, y nos sentimos Huérfanos, víctimas en algunas
situaciones y esto no nos deja avanzar. Todo lo que dejamos pendiente en uno de
los Arquetipos nos impide después el trabajo a través de la rueda de la vida. De
pronto encuentro por ejemplo a alguien que está reconociendo el mundo de
lo implícito y viviendo la teoría cuántica pero va y maltrata a sus hijos, y
maltrata a su mujer, o en los fines de semana es dependiente del alcohol,
yo inmediatamente sé que dejó un asunto pendiente en su evolución. En
cada uno de los momentos de la vida estamos viviendo todos los arquetipos pero
hay uno que estamos desarrollando especialmente. Ese arquetipo nos permite
conquistar también una visión del mundo. En la medida en que giramos en la rueda
y vamos integrando estos pares de opuestos nuestra visión del mundo va siendo
más integral y cuando alcanzamos estos puntos, nuestros ejes, realmente logramos
la síntesis. La síntesis es alcanzar la integridad y la integridad es alcanzar la salud.
La memoria holográfica de la integridad es salud, nosotros ya somos salud.
Nosotros no tenemos salud, somos salud y lo somos porque esa es nuestra esencia:
la integridad; la enfermedad es una ruptura en la integridad, una solución de
continuidad en la conectividad física o una disrupción de la resonancia armónica, es
decir, una ruptura frecuencial de comunicación al interior. Así que de lo que se trata
es de vivir la vida intensamente, de vivirla en presente desde el núcleo interior de
nuestro ser que es pura integridad revelada a través de tres fases u octavas que
vamos conquistando: La Paz, el Amor y la Libertad. En la medida en que nos
profundizamos en estas dimensiones la vida se vuelve significativa. La vida tiene
fundamentos y significados, cuando logramos interiorizarnos, es decir, conquistar
un tiempo y un espacio interior, atraparnos en el instante, en el presente, en ese
momento la vida se hace profunda y se hace intensa. Es decir, que vamos
conquistando el Kosmos pero el Kosmos de los griegos, el kosmos con K. Y la
conciencia cósmica es una conciencia Crística, pongamos a Kristo aquí con K. Yo
digo que conquistamos aquí esa letra sagrada, la k, que es el kosmos entendido, el
Kosmos como una conciencia profunda. ¿Eso qué quiere decir? Que ustedes tienen
en la profundidad de los significados el Kosmos y en la superficie del Kosmos tienen
61

todas las partículas y fundamentos. Nosotros creemos que el Kosmos está hecho de
partículas pero tal vez lo menos importante del kosmos sean las partículas
consideradas aisladamente pues cada una es en realidad un patrón de relaciones.
Por ello hay más Kosmos en un átomo que en todas las partículas del mundo, hay
más inteligencia en un átomo porque él ya es un patrón de organización. Hay más
Kosmos en las células que en todos los átomos y en todas las partículas, aunque
hay mucho más partículas y átomos que células. Hay más Kosmos en un tejido que
en todas las células, los átomos y las partículas. Hay más Kosmos en un hombre
que en todos los tejidos. Hay más Kosmos en una sociedad, en un grupo humano y
así hasta que llegamos a un vértice, a un punto crucial que es un punto de alta
sintergia o de síntesis Este es un punto en el cual el Kosmos se contrae y en el
mínimo espacio tenemos la máxima dimensión de la inteligencia. Realmente ese es
el sendero de la evolución, profundizarnos en el océano del Kosmos hasta que todo
quede reducido a un holograma, a un punto que lo incluya todo. El esfuerzo que
estamos haciendo es dejar el separatismo, entre los esotéricos y los exotéricos,
entre los científicos y los magos y entender que todo simplemente eran polaridades
del mismo diamante de mil caras que llamamos la corriente de la vida. Se trata de
profundizarnos. Aquí, en la superficie, el tiempo es más extenso (arriba) y abajo en
la profundidad o vértice del triángulo invertido el tiempo ya no tiene extensión pero
es mucho más intenso. Paradójicamente, en la medida en que nos profundizamos
ganamos levedad. Arriba rigen las leyes de la gravedad y de la materia y aquí abajo
en la medida en que hay síntesis, en que nos profundizamos en el Grial, en el Cáliz
de la Vida, el Cáliz del Alma, rigen las leyes de la levedad. Las leyes de la levedad
son las leyes de la gratuidad, las leyes de la Gracia son las de la Comunión, en ese
amor responsable, incluyente y participativo que llamamos la Eucaristía. En el
punto de síntesis cercano, todo está inter-comunicado céntricamente, todo está en
todo; todo hace parte de todo; todo está en nuestro interior. Cuando llegamos a la
verdadera síntesis realizamos el conocimiento de que el Universo es interior. El
nivel de la aceptación, esta línea (la de arriba en el diagrama del cáliz) está
compuesta de cuatro elementos: dos elementos para la Seguridad y dos elementos
para la Identidad. Aquí (primer punto nodal, derecha del diagrama del cáliz) yo
digo: Yo Soy en el Mundo y aquí (séptimo punto, izquierda) yo vuelvo a decir: Yo
Soy, desde otra perspectiva, Soy Yo. Y cuando conjugo todo este eje empiezo a
decir: Yo Soy - Ese Soy Yo; Yo Soy - Ese Soy Yo, es una imagen de espejo. Dice el
hombre en esta fase del sendero: me reconozco en el mundo afuera y luego me
identifico, me reconozco en el mundo interior. Salgo al mundo para mirarme en el
espejo del mundo, me reconozco. Cuando salgo al mundo, digo: Yo Soy, cuando
regreso digo: Ese Soy Yo. Es decir, me estoy mirando en el espejo del mundo y me
estoy reconociendo. Y cuando estoy en el centro digo: Soy la integridad, es decir:
Soy parte de la totalidad, soy a imagen y semejanza de la totalidad, a imagen y
semejanza de Dios y entonces digo: Yo Soy Ese, Ese Soy Yo, Yo Soy Dios. Yo soy
un reflejo de la Divinidad, de la Integridad y no por orgullo sino por vivencia
espiritual. Es un momento en que hay una experiencia existencial del espíritu, es lo
que realizamos con el eje de la Aceptación. O sea, que cuando yo me acepto,
acepto a Dios en mí. Cuando yo me acepto, acepto al prójimo y lo acepto también
como un reflejo de mi misma sustancia, de la sustancia divina. Estamos realizando
entonces este primer movimiento que es la afirmación, la aceptación, que va de la
Seguridad a la Identidad. Pasamos a la segunda línea del 2 al 6 ¿cuáles son los dos
elementos? Un elemento expansivo que es del Héroe que se pregunta, es el
sendero de las preguntas del que hablábamos ahora, es el científico, es el que se
interroga por la vida, es aquel que se interroga por sí mismo: ¿quién soy yo?, ¿en
qué mundo estoy?. Ese que se empieza a preguntar es el Buscador. Pero cuando ve
que las respuestas no están afuera, regresa con el mundo a su interior, hace la
primera gran fusión y se descubre el Amante que es otro Héroe interior. Así que el
62

Buscador expande y el Amante contrae. El Buscador trata de encontrarse afuera


pero mirándose en el espejo del mundo regresa de nuevo a casa, a su interior y
encuentra al Amante. Así se desarrolla lo que llamamos el arquetipo de la
seguridad, conformado por el movimiento entre el inocente y el huérfano, y un
segundo movimiento entre el buscador y el amante. Los dos movimientos se
sintetizan en el centro de conciencia o punto de cruce donde a través de esta
primera afirmación, seguridad e identidad, construimos la primera Gran cruz, la
cruz mutable. Crucificados, en el sentido sutil, en el punto de cruce accedemos a un
nuevo nivel de conciencia donde la seguridad es producto del aprendizaje del
inocente, el huérfano, el buscador y el amante. Dos senderos de ida, la inocencia y
la búsqueda; dos senderos de regreso, la orfandad y el amor. Una sola lección, en
síntesis, construir un territorio interior donde se refleje viva y amorosa la imagen
del mundo; nuestra propia imagen. La imagen de Dios. Este es nuestro real
soporte. La única fuente de seguridad e identidad. Un segundo nivel en el sendero
del héroe interior está constituido por el movimiento entre la responsabilidad y la
autenticidad. La responsabilidad es un territorio de la conciencia generado por el
viaje del guerrero, que es un viaje de ida, y el bienhechor, que es un viaje de
regreso. En el primero se conquista. En el segundo se entrega sin condiciones. La
autenticidad para completar la figura del ocho, es el segundo gran movimiento que
se relaciona con la autenticidad. El destructor y el creador se entrelazan para
explicarnos que la muerte es complementaria de la vida. Así como la línea anterior,
conformada por los territorios de la seguridad y la identidad, representan ese punto
de partida de la evolución que es la aceptación de sí, responsabilidad y autenticidad
conforman una segunda línea cuya nota clave es adaptabilidad. Este es el polo de la
relación que podemos encontrar en la concepción antroposófica del símbolo
humano. En el cuerpo tenemos un polo de acción, un polo de reacción y un polo de
relación. La relación es el polo rítmico, es el corazón. O sea, que la relación es el
corazón del sistema; la relación es el alma en nosotros, la cualidad de la vida. Las
cosas no son cosas ni partículas; sólo existen patrones de relaciones. Al hablar de
relación nos referimos a la esencia de todas las cosas, a ese mínimo común
denominador de todo que es el alma omnipenetrante. Sanar la vida es simplemente
disipar el velo o la ilusión de las apariencias. Cuando logran fundir la máscara,
cuando logran llevar la luz a los sitios sombríos, que llamamos de temor o de
miedo; cuando logran desidentificarse de sus programaciones y de sus fantasmas,
entonces se revela lo que son. Así que primero, disipar la niebla de la ilusión. Y
para disipar la niebla de la ilusión hay que dejar que alumbre el Sol. Por razones
mnemotécnicas también podemos llamar RA a este nivel de la responsabilidad y la
autenticidad RA, que en esta connotación es un nombre para el sol interior del alma
RA, está compuesto de dos lecciones que los Héroes Arquetipos aprenden, de dos
caminos: el de la Responsabilidad y el de la Autenticidad y aquí estamos tocando la
parte esencial de la propuesta para sanar la vida. Sanamos la vida cuando
ingresamos en el sendero del alma, porque el alma es el médico interior, el sanador
en nosotros. Ingresamos en el sendero del alma cuando somos responsables,
cuando no somos solamente reactivos, cuando no tenemos reactividad pasiva, sino
que asumimos nuestra responsabilidad. Y reconocemos que somos responsables
cuando tenemos buena voluntad, “Paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad” significa que la energía de la paz brota del manantial del servicio; es una
cosa bien hermosa sobre la que aún no hemos meditado suficientemente. Cuando
tú tienes disponibilidad, cuando eres capaz de atender las necesidades del otro;
cuando eres capaz de hacer generosamente aquello que no está dirigido a tu ego,
en ese momento tu corazón empieza a convertirse en un elemento radiactivo, tu
aura empieza a convertirse en un aura magnéticamente atractiva. Las personas
más bellas y más atractivas en este mundo, no son las reinas de belleza, ni las
princesas, a pesar de que la prensa nos lo pinte así, son las personas de buena
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voluntad. En la buena voluntad nace un servidor del mundo, un discípulo del alma
que toma posesión de su instrumento Un aprendiz de la vida. Cuando nosotros
vemos en nuestras ciudades buena parte de nuestros pacientes deprimidos, no es
cierto que no tengan energía; “se están cocinando en su propia salsa”. Tienen
demasiada energía y no saben qué hacer con ella. Si les diéramos solamente la
oportunidad de dar lo mejor de sí a través del servicio, de nuevo, como agua
fresca, su energía volvería a fluir. Toda esa energía, todo ese potencial humano,
ese potencial infinito de un hombre o de una mujer, desperdiciado en frente de la
televisión, o en los días cotidianos y grises encerrado en un apartamento, toda esa
sabiduría existencial de nuestros abuelos y nuestros jubilados inutilizada, es
terriblemente tóxica, funde, genera las depresiones más pavorosas de la vida.
Genérenle a estas personas la posibilidad de sentirse importantes, de darle un
sentido a la vida, de encontrar un pequeño camino de servicio, de generar una
actividad que dignifique la vida y se les quita la depresión. La gente de buena
voluntad, raramente se deprime. La gente de buena voluntad no tiene represas en
el plexo solar. La gente de buena voluntad no tiene autointoxicaciones emocionales.
Ella tiene múltiples poros a través de los cuales está drenando la energía, la energía
retenida es tóxica, el agua estancada es impotable. El agua que se puede beber es
el agua del manantial porque corre. Cuando la vida, como el manantial corre y ese
potencial se puede renovar, ustedes vuelven a vivir. Pero si la vida no se renueva,
entonces genera las toxinas más terribles. Reich lo llamaba el orgón negativo. El
orgón negativo es una energía radiactiva terriblemente tóxica, según Reich incluso
cancerígena, y viene de todo lo que se encierra. Esos sitios que se encierran, como
nuestro salón ahora, se vuelven densos, pesados, por eso, yo me pregunto: “el
ambiente se pone pesado, ¿son ustedes o soy yo?” pero frecuentemente es eso, se
acumulan cargas positivas, matan los electrones. Los electrones son parte de la
vida, la vida es electronegativa, se manifiesta a través de un flujo de electrones y si
se acumulan cargas positivas empezamos a volvernos pesados, es decir,
empezamos a oxidarnos, entramos en el mundo de la entropía, en el mundo de la
desorganización. Tenemos a RA y vamos a estudiar detenidamente a RA porque es
el hilo conductor, ese es el Sol interior. Entonces hay tres niveles, tres grandes
senderos, realmente son seis, esos seis al cruzarse forman vórtices de tensegridad
o de integridad, vórtices de síntesis. Aquí (señalando el cuarto vórtice en el dibujo)
está el vórtice que ayer llamábamos la visión sistémica, o donde aparecen los
organismos. Si contamos estos tres hacia acá, o estos tres hacia acá, este es el
cuarto elemento. Y el cuarto elemento está relacionado con un octavo elemento
emergente. Ese elemento emergente siempre es la integridad. Y la integridad tiene
dos polos, un polo que se contrae y lo llamamos Unidad, y como todo es doble,
todo es dual, tenemos también un polo que se expande, al que llamamos la
Diversidad. Empezamos a reconocer que la diversidad es apenas el polo expansivo
de la unidad y que la unidad es la contracción de la diversidad, y reconocemos que
entre los dos no existe ninguna contradicción, son partes de la misma unidad, es el
mismo corazón del cosmos que se dilata y se contrae. Y empezamos a acceder,
desde esta visión, a algo muy interesante que se llama la ecología humana. La
ecología humana la podemos sintetizar así: realizar la unicidad del hombre en el
seno de la interdependencia. Nosotros creemos que interdepender, o depender de
otros, es renunciar a la individualidad, o a la identidad, pero vamos a descubrir que
no existe individualidad sin interdependencia. En términos de ecología humana ya
no hablamos de libertad como independencia. La independencia es una falsa
libertad, podemos verlo por ejemplo en nuestras colonias, nos liberamos de los
otros pero somos esclavos de nosotros, de nosotros mismos que somos los peores
esclavistas. ¿Cuándo nos vamos a liberar de nosotros? Cuando reconozcamos
nuestra interdependencia. ¿Cuándo me libero como ser humano? Cuando reconozca
mi humanidad. Lo que realiza y reivindica mi humanidad, mi individualidad como
64

ser humano es mi humanidad, es pertenecer al grupo humano. Realmente el grupo


nos libera y eso nos lleva a un nuevo tipo de conciencia y de ética planetaria y es
que todos somos responsables de todos, es que nos liberamos juntos o nos
enterramos juntos. Es que este no es el momento de los genios, o de los gurús o de
los grandes individuos sino de los grupos humanos. Es que la iniciación en este
momento es colectiva y no es posesión de ninguna iglesia o de ningún grupo por
poderoso que sea. Es que este no es el momento de los dogmas ni de los
monopolios sino que la única vía posible para nuestra humanidad es la del
compartir, no la del competir. La nueva ecología humana realiza la unidad dentro
de la diversidad. Realizas tu individualidad dentro de tu interdependencia para
rescatar tu integridad. Eres un ser humano íntegro, no cuando tienes una
personalidad muy fuerte sino que eres íntegro cuando te integras a tu humanidad
para dar tu nota única: la de tu individualidad. Así que tenemos esta propuesta de
integrar con todas estas interfases que son puntos de síntesis. Cuando alcanzamos
una cruz de estas, un cruce, tenemos una crisis. Y a la crisis de la superficie la
llamamos la crisis de la sensibilidad, por eso hablamos ayer tanto de la sensibilidad.
A la crisis del medio, la más importante, la llamamos la crisis del despertar,
despertar es iluminarse. También es la crisis de la Iluminación, de percibir nuestra
luz. Y a la última crisis la llamamos la de la responsabilidad porque eso nos da
tareas. Nos da tareas en el gobierno, nos da tareas en la educación y nos hace
responsables de otros. Aquí subimos al Gólgota, a la cima de la montaña y
realizamos la Cruz Fija en los cielos, (segunda línea del dibujo). Esta es la Cruz
Mutable (primera línea, eje 1-7), es la Cruz del discípulo. Esta es la Cruz del
Iniciado (segunda línea eje 2-6). Esta es la Cruz del Maestro (tercera línea eje 3-5).
Y ustedes tienen a través de este sendero que va profundizándose en el cosmos,
los tres puntos de pasaje crítico en nuestra evolución. ¿Qué nos está ocurriendo
como humanidad? Que casi todos estamos acá (primera línea). Nos duele la vida,
nos empezamos a conmover. Menos mal que la vida nos duele. Porque es que
antes de que la vida nos doliera estábamos por fuera del Cáliz de la Vida, del Agua
Abundante de la Vida. Estábamos, no en el sendero de la Evolución, sino en el
Sendero de la Involución y estábamos repitiéndonos en la Rueda del Karma. Es
decir, repitiendo como autómatas los mismos antiguos errores, sin aprender como
hombres y mujeres la lección de nuestra historia y condenados por tanto a repetir
la historia. Cuando un día despertamos y la historia nos duele y nos volvemos
sensibles, eso es una cosa maravillosa porque esa sensibilidad empieza a moverte
un núcleo interior que siempre asienta en tu corazón. Y cuando se mueve ese
núcleo interior, entonces tú tienes una vibración que abarca toda la totalidad. Esa
vibración que va a toda la totalidad te mueve el alma, es decir, hace que tu
persona, tu personalidad, tu carácter se vuelva magnéticamente atractivo para el
alma. El alma está ahí, nosotros somos el alma. Pero ¿para qué nos sirve?, hasta
habernos purificado y sensibilizado al alma es como tener un carro de fórmula 1 en
el garaje, es exactamente lo mismo; o tengo un carro de formula 1 y lo manejo
como un triciclo porque no tengo las llaves. Cuando Jesús nos decía: “perdónalos
porque no saben lo que hacen”, sus palabras eran exactas, realmente nuestra
primera enfermedad es ignorancia. Ignoramos lo que somos, ignoramos nuestra
identidad, ignoramos el potencial humano, el potencial de nuestro instrumento. Ni
siquiera hemos estrenado nuestro cerebro. No conocemos el símbolo de nuestro
cuerpo. Matamos porque somos ignorantes, no porque somos malos. No debería
haber cárceles, deberíamos construir sitios o espacios de conciencia donde un
hombre aprendiera a reconocer el milagro de la vida. Podríamos desarrollar
escuelas de vida, verdaderas comunidades terapéuticas, donde el hombre pueda
aprender que la vida no se mata y que es posible matar a otro sin destruir la mejor
parte de sí. La ley de la causalidad es circular e implica que todo aquello que
sembramos, es decir que sentimos, decimos o hacemos, se nos devuelve
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multiplicado. Todo aquello que tú das, sea bueno o malo, vuelve a ti multiplicado.
Es la ley de los diezmos, la ley de la conciencia, cuando 10 personas meditan,
tienen un efecto sobre 100 personas. Si el 10% de la población se pusiera en
meditación se cambiaría todo el patrón de organización energético de toda una
comunidad. Si tú das diezmos no tiene qué ser a la parroquia de la esquina,
también puede ser a los pobres del mundo que son parte de la parroquia, de la
Iglesia del mundo. La iglesia es realmente el templo místico, el cuerpo místico de
Cristo. Y el cuerpo místico de Cristo no está ni en Oriente, ni Occidente, ni está en
disputa entre las religiones; se revela en el alma de nuestra humanidad, cuando
nuestras relaciones son fraternas, es decir que se fundan en la comprensión
amorosa. Si regalo el 10% de lo que hago, automáticamente estoy recibiendo una
cosecha maravillosa, para que pueda regalar mucho más, esa es la ley de la vida,
la ley de los diezmos. Este es el sendero del servidor o el bienhechor. El guerrero se
lanza en la búsqueda del Grial hasta que triunfa en la derrota de su propio ego.
Vencido y fatigado descubre en la soledad de la montaña que el Grial estaba en su
corazón. Sediento de amor apura el agua de la vida abundante y llena los cántaros
de su vida para descender al valle donde la cosecha del alma vive aún en la
peregrinación del desierto. Allí en la idolatría de los falsos ídolos la vida ha perdido
su sentido. Hasta que un día llueva maná del cielo. Y la raza se hace más Humana.
De la mano del servidor, el poseedor de manás, fuego de la mente universal, la
humanidad vence las aguas del mar rojo, donde perecen las armadas del
materialismo sin alma. Desnuda y limpia, después de haber destruido sus falsas
identidades y haber derribado el becerro de oro y otros ídolos, la humanidad nace
al ideal de la hermandad, el pueblo de Dios bebe del agua abundante del santo
Grial, la misma Copa Sagrada, donde la creación entera es encarnación de un dios
de Amor. Sensibilidades y dolores, crisis, cruces, despertares, en el centro brota la
conciencia. Responsabilidad, iniciación, los niveles centrales nos revelan una
corriente interior que va uniendo los territorios al canal central, Shushumna, donde
confluyen todas las formas de conciencia. La presión y el fuego del sendero van
revelando, desde la roca oscura, la gema refulgente, y en el punto central de
desnudez total y transparencia, la joya en el loto, el Yo Soy, como una imagen
vívida de Dios se nos revela. A imagen y semejanza del Creador; como un espejo la
materia, el cuerpo, ahora convertido en templo, es un fiel reflejo de Su danza. En el
silencio, de silencio y de vacío, los ritmos de la Vida Una vibran como música
callada. Voz de los silencios, madre de todos los sonidos, resonancias lejanas de lo
eterno despiertan el cerebro y el oído interno. Voz del caracol y la espiral, galaxias
interiores, el cuerpo de Dios con todas sus manifestaciones atributos o deidades.
Ahora se pueden unir todas las culturas, todas las creencias. Indra era las manos
del creador. El sol, una faceta de su luz. La tierra una sombra en la distancia
proyectada, que será telón de fondo para que brille más intensa la luz. La
humanidad, una voz del Creador para liberar sus reinos. La clave es el despertar a
un universo que creamos a imagen y semejanza de nuestra visión.
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Sanar la Vida XIII

Las preguntas que cuestionan la vida son las máximas estrategias de


crecimiento en nuestra evolución, pero a veces esas preguntas son un lenguaje
vivo y duro: se te muere la mamá, se te muere el hijo, tienes una quiebra
económica, te da un cáncer. En ocasiones, cuando estás muy dormido y muy
anestesiado y tus sentidos espirituales están embotados, la sacudida es mucho más
intensa. Y de pronto esa sacudida no ocurre a nivel personal sino en términos
humanos. Los que vivimos en Medellín hemos reconocido cómo, de la civilización
del dinero fácil, pasamos a la civilización de las bombas y del terrorismo, y vemos
cómo todas las familias en Medellín están heridas porque todas tienen un drama
para contar. Pero cuando yo lo veo en mi consulta y constato el efecto que eso ha
tenido, cuál es la dimensión del mundo, cuál es el despertar espiritual inmenso en
la ciudad, entonces digo: “qué maravilla”. Es terrible que hayamos tenido que pasar
por las bombas, pero a lo mejor sin el ruido de las bombas y sin la muerte y la
sangre cerca -y sin decir esto es sólo allí, porque también es con ustedes, porque
es con nosotros, es con todas la familia humana- no habríamos despertado a
nuestra humanidad. De pronto yo me digo: “por Dios, ¿qué estamos esperando?”.
¿Si los niños que se mueren de hambre no son una bomba en nuestro interior, si no
sangran en nuestro corazón, entonces qué estamos esperando para despertar como
humanidad? El símbolo de esto es la caída, es Pablo, el discípulo, que se cae de su
caballo. Es el discípulo inteligente que entiende las Sagradas Escrituras pero no las
siente, no las vive en su corazón hasta que se cae del pedestal de la ilusión. Y la luz
de su alma, una vez que está en el fondo del túnel de su caída, donde yace
desnudo de las máscaras del ego, cuando ya no se identifica con la fuerza del
caballo, le dice: “¿por qué me persigues?”. Si el alma nos pudiera gritar, nos diría:
“¿por qué me persigues?”. Porque el alma es el ser que somos, nuestra quinta
esencia. Hay tradiciones que dicen que la chispa del alma en el hombre animal, es
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decir, ese ser que va emergiendo y se va desarrollando, empieza a descender al


hombre cuando nuestro sistema solar pasaba por la constelación de Sagitario, hace
unos 18 millones de años. Y, quiénes son los Señores de la Llama, los Señores de
Venus -porque todos los planetas en esta concepción tienen vida y conciencia-,
quiénes transportaron a la Tierra la luz del alma. Nuestra humanidad es como un
gran ser dentro del Ser de la tierra, también denominado el Logos planetario. Para
esa antigua tradición inscrita en la sabiduría perenne, la humanidad es un vórtice
de inteligencia cósmica, un vórtice de conciencia que representa uno de los centros
sagrados del Logos Planetario. Pues bien, el alter ego del Logos de la Tierra, es el
Logos de Venus de donde según la misma tradición proceden los Señores de la
Llama, que un día implantaron en la conciencia del hombre animal ese regalo, esa
semilla cósmica que llamamos un alma individual. Hasta ese entonces el alma era
colectiva, había un alma animal, un alma vegetal, un alma grupal por especies y
géneros. Pero a nosotros nos abrieron una cuenta corriente personal en el banco
espiritual cósmico. Tenemos esa cuenta corriente con acceso el potencial infinito de
las reservas universales. Las llaves de esa cuenta corriente son un de una rara
aleación: alineación y coherencia, otra forma de denominar nuestra honestidad y
transparencia. Cuando hay honestidad, cuando hay transparencia, cuando hay
coordinación entre el pensar, el sentir y el actuar, cuando somos lo que somos en
cada tiempo, en todo lugar, es decir, cuando somos confiables, nos convertimos en
un vórtice de atracción magnética para el alma y el alma toma posesión de su
instrumento: la personalidad. Porque el alma está por eones, tal vez por millones
de años en meditación. El alma es la chispa divina en nosotros, es el Ángel Solar,
es el Ángel de la Guarda pero necesita un templo y ese templo, es el Templo de
Salomón, ese Templo de la Sabiduría construido con las mejores acciones de
nuestra vida cotidiana. En la economía espiritual absolutamente nada se pierde.
Una simple sonrisa que das desencadena una cascada de entropía negativa, la
sonrisa que das nunca se pierde pues vuelve a florecer desde cada corazón
generando jardines de amor. Una sonrisa es el corazón que te florece en los labios
y cuando tú le sonríes a tu hijo y tu hijo le sonríe a su profesora y su profesora le
sonríe a 40 estudiantes y 40 estudiantes le sonríen a sus 5 familiares y -paren de
contar-, ya ustedes han sembrado una sonrisa que se ha cosechado en todo el
barrio y eso no cuesta nada. Esa es la economía espiritual. Cuando yo doy una
sonrisa, cuando doy amor, cuando doy solidaridad, cuando doy paz, cuando doy un
abrazo, no quedo más pobre. Cuando doy 20 centavos quedo 20 centavos más
pobre, esa es la economía de la materia. Pero la economía de la conciencia es la
economía de la multiplicación de los panes, mientras más das, más se te multiplica.
Dar es la ley del corazón. Bajo esa ley espiritual actuamos cuando somos sensibles
a la luz del alma, y empezamos a manifestar un embrión de buena voluntad. Ese
grupo de personas en todo el mundo, de todas las religiones, de todos los países,
de todas las culturas, que manifiestan buena voluntad, son los ayudantes de la
Jerarquía Planetaria. Los miembros de la Jerarquía Planetaria son nuestros
Hermanos Mayores en el seno de la Humanidad. Esas son las personas a las que
nosotros podemos colaborarles y servirles porque ellos pueden cambiar esta
Humanidad, porque están disponibles para que la energía del compartir, que es la
energía Crística de la Vida Abundante, pueda circular. A los colaboradores, hombres
y mujeres de Buena Voluntad, se les llama el Nuevo Grupo de Servidores del
Mundo. Ellos son de todas las razas, de todos los credos, de todas las políticas, de
todos los países, de todas las etnias, todos ocupan su posición. Miren una persona
que exprese un campo de radiación magnética amorosa y responsable, en cualquier
lugar y desde cualquier posición, entre los políticos, entre los militares, entre los
banqueros, aún entre muchas personas que pasan desapercibidas, y que realmente
están permitiendo el flujo del prana planetario, y allí verán un miembro del nuevo
grupo de servidores del mundo. El prana planetario de la cultura, el de la
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conciencia, el del dinero, el de la religión, todos son variedades de prana, todos son
radiaciones cósmicas. El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo se caracteriza por
su Responsabilidad y su Autenticidad, son agentes de la circulación de esa sangre
planetaria del prana con sus diferentes tipos de energías necesarias a la evolución
de la naturaleza.

La Autenticidad

En la danza del Creador, retomando el cauce de nuestra propuesta,


recordemos que en la primera fase, en la de Sensibilidad, desarrollamos un buen
carácter; por eso insistimos ayer todo el día sobre la estructura del carácter. En la
segunda fase empezamos a conquistar el corazón. Y cuando lo hacemos logramos
un nivel crucial de nuestro desarrollo, aquel en el que actuamos de corazón. Hay
una pregunta crucial esencial para centrarnos: “esto que pienso, hago o digo, ¿lo
pienso, lo hago o lo digo de corazón? Si tú lo haces desde el corazón, lo haces
desde tu centro. Si lo haces de tu centro, lo haces desde tu Sol Interior. Ese Sol
Interior tiene dos radiaciones, la radiación del Amor y la de la Sabiduría. Y el Amor-
Sabiduría, se traduce en dos condiciones: una Responsabilidad y otra Autenticidad.
Cuando tienes Amor-Sabiduría en tu vida, eres responsable y eres auténtico. La
Sensibilidad, este primer polo, es la puerta de entrada. Y a ese polo lo llamamos en
el símbolo del cuerpo, el Polo neuro-sensorial. Es la cabeza, antena de recepción
sensible y puerta de entrada o polo cefálico de carga para todas las energías que
entran a nuestro sistema orgánico. Para que la energía pase, tenemos que abrir las
puertas, que simbólicamente están representados en los sentidos ubicados como
antenas en el polo cefálico. Allí no sólo miramos sino que desarrollamos una
manera de percibir nuestro mundo, de sentirlo, de procesarlo. Desarrollamos una
visión del mundo, a través de la cual miramos el universo que vivimos, y sin
saberlo, en esa mirada construimos el universo que creemos ver afuera. Al
despertar, más allá de nuestra sensibilidad externa a un universo interior, creamos
una visión del mundo que nos permite ser conscientes en el mundo. Ahora ya no lo
podemos sólo sufrir o soportar. Ya somos los actores de un universo que deja de
ser aquel espectáculo lejano y ajeno que contemplábamos desde afuera como
espectadores. Ya no sólo somos sensibles. Somos responsables, ante todo de
nosotros, porque hemos despertado a lo que somos. Somos auténticos. El de la
visión no sólo es un sentido. Como todos los sentidos, cuando despertamos, la
visión se convierte en el sentido. Entonces, el ver se vuelve más profundo que el
mirar, y abrimos los ojos a la profundidad del Kosmos, no ya como ese universo
superficial para soportar, sino como la honda significatividad de un orden universal
para vivir. Abrir los ojos es ir por la vida con sentido: tener una dirección y un
propósito, tener un proyecto de vida. ¿Cuál es su proyecto de vida? Si es que
tienen algún proyecto. ¿Han reconocido el proyecto de su vida? Asciendan a un
punto lo más alto posible para contemplar su mundo, no ya separado en tiempos y
lugares, sino integrado en un paisaje lleno de caminos y colores y profundidades
diferentes, pero unidas en un solo marco. A eso le podríamos llamar la expansión
del presente, pues allí todo pasado y todo futuro están incluidos en una sola visión.
Este es un símil de la visión del alma, del despertar, de la expansión de la
conciencia. Miren el pasado en la perspectiva del presente. Miren el futuro desde el
ahora y aquí. Es como estar en la cima de sí mismo; en ese lugar de la montaña
podemos contemplar los cuatro puntos cardinales, estar en el cenit donde el sol en
su centro alumbra en todas direcciones. Allí ya no hay partes oscuras: el impetuoso
río, el volcán en erupción, la playa, el mar, el horizonte, cada día y cada noche
recobran su sentido a la luz de la conciencia céntrica. No hay sólo claridades, pero
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las sombras y los claro-oscuros hacen parte allí del paisaje de la vida. Las piezas
del rompecabezas están juntas, hemos llenado de colores y sentido el lienzo de la
vida. Ahora podemos entrar en él y vivirlo, porque es una creación auténtica. Es
original. Cuando así, desde la cima del presente llenamos de sentido nuestro
mundo, descubrimos los movimientos de la danza que veníamos a danzar. Y vamos
a sentir, con todos los sentidos, el sentido de danzar la vida. Unos movimientos
adelante, otros hacia atrás, nos balanceábamos también de lado a lado, pero el sólo
sentido de la danza era danzar la música que vinimos todos a danzar. A escuchar. A
cantar. A disfrutar... ¿Y si el sólo sentido de la danza fuera danzar, y el sentido de
la vida, fuera vivir, y el sentido en los sentidos tomar posesión del único sentido: la
felicidad? Es posible así, sentir que la responsabilidad plena es la gracia, la
gratuidad de la danza, la levedad de ser, la autenticidad de ser lo que se es y
vivirlo. Visto ya en una perspectiva colectiva todos somos movimientos de la danza:
La danza entre tú y yo, la danza entre nosotros, la de todos con todos. La de cada
uno con el Creador. La Naturaleza, también la nuestra, es la Danza del Creador. El
no es su danza pero sin ella no lo podemos conocer. Y si aceptamos la invitación a
bailar, en los movimientos, en el ritmo, en la armonía pudiéramos sentir que el
sentido de vivir es ser parte de su Música.
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Sanar la Vida XIV

Cuando miran la vida así, desde el observador, desde la integridad, desde


arriba, ustedes reconocen una danza; se preguntan entonces ¿qué música
danzábamos? Porque a veces no reconocemos ni la música, nuestra música, ni la
danza ¿De dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos? Danzamos... danzamos y
danzamos, hacia delante y hacia atrás, unidos por un ritmo que nos da sentido. Y el
sentido es la misma danza, la vida. Unan todos los puntos cruciales en la vida y
entonces van a reconocer un diseño bien especial. Es su propio programa, el
algoritmo o fórmula que formula el movimiento, la relación oculta entre lo que
buscan, lo que encuentran, y lo que simplemente parece fortuito. Es la secuencia
que va marcando los tiempos de su historia, las pausas y los movimientos críticos,
los puntos de anclaje que revelan oculto el ritmo. Es la secuencia que va marcando
los momentos de entrada de cada instrumento en la sinfonía de la vida. Revela
también los tiempos en los que se callaba la sinfonía, y ustedes como el alma, el
intérprete o el músico, templaban las cuerdas del instrumento o carácter. Desde la
altura de la propia visión, desde el alma, tenemos un horizonte, un sentido, un
propósito para vivir. Allí podemos generar un proyecto de vida, escribir la música,
cambiar los ritmos, dar sentido a nuestros instrumentos, escuchar toda la orquesta.
Allí somos sensibles a nuestro camino, sensibles a nuestra dirección, a nuestros
objetivos, pero por sobre todo, y más allá de cada sentido individual, somos
sensibles al sentido. Ayer veíamos también que este polo neurosensorial, la cabeza,
tiene otro comando que son los oídos. Cuando la vida tiene sentido aprendemos a
escuchar. Oír es una propiedad de los oídos como sentidos: oímos voces y sonidos,
en plural. Escuchar es propiedad del sentido, se escucha en singular. Oímos los
ruidos de la superficie, escuchamos la voz de la profundidad. Cuando escuchamos,
regresamos al presente. En la insondable profundidad del presente, todos los
sonidos son ecos del silencio. Desde las antenas de los sentidos, en el polo
neurosensorial, captamos la música que permite al ser danzar. Ingresamos así al
polo rítmico, donde el corazón dirige la orquesta del cuerpo. Pero sin ingresos no
hay energía. En el corazón desemboca la corriente de la vida, y si no llega la
energía al corazón, aunque tengamos vitaminas y proteínas la vida pierde su
sentido. A veces cuando nada falta, todo parece faltar. En los países donde todo se
tiene afuera parece más profundo el vacío existencial. Si las antenas no captan la
información que mueve la energía, no habrá vitalidad. Es esa la clave de la
economía energética. “¿Por qué me siento cansado Dr.?” Pues porque vas por la
vida con los ojos cerrados, y así dormido sin una visión del mundo a la que puedas
despertar no podrás nunca saber de dónde vienes ni adónde vas. Porque no
escuchas y sólo puedes percibir el ruido en el que se han embotado tus sentidos.
Porque así confundido, sin verte, sin escucharte, sin sentirte, vas como un juguete
a la deriva en el mar de tu destino. En la crueldad aparente de ese destino sin
lecciones, sin sentido, habrás perdido el sentido de vivir. Si no tienes una visión de
ti mismo, no tendrás una visión del mundo, ni un proyecto de vida, ni siquiera una
vida digna de llamarse vida. Así confundido con la conciencia embotada en los
sentidos, sentirás un día, al despertar, el vacío infinito de la crisis de sentido. ¿Una
neurosis de sentido es terrible? No, es lo más maravilloso que a uno le puede
pasar. Cuando a mí me llega a la consulta un muchacho de 18 años con una crisis
de sentido, yo le digo: “menos mal, porque yo me demoré 40 años para vivirla”. La
mayoría de la gente se demora hasta la muerte. Casi todos hacemos, o hacen la
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crisis de sentido cuando están muriendo. ¿Qué sentido tenía la vida?, ¿Qué hicimos
de la vida?, Y la crisis es provocada no tanto por lo que hicimos, sino por lo que
dejamos de hacer. Las caricias retenidas, la ternura congelada, las solidaridades
olvidadas, el tiempo que matamos sin sentido, los vacíos del ser gravitan en la
crisis de la muerte como sombras que nos impiden emerger. La crisis de sentido es
más una crisis existencial por el no-hacer que por el hacer. Cuando uno habla con
los moribundos, ellos no se quejan de lo que hicieron, no hay tantas culpas como
nosotros creemos. Lo que duele en los momentos cruciales es aquello que pudo
haber sido y no fue, tal vez porque estábamos demasiado ocupados preparándonos
para vivir. Pero la vida no es algo para preparar. Es algo para vivir. Muchos
escritores famosos antes de su muerte se lamentan del Sol que no recibieron, de
los helados que no se comieron, de los abrazos y de las sonrisas que dejaron de
dar, de lo cotidiano que dejaron de vivir. Y esa gente, que es espiritualmente
avanzada por su campo de influencia en la Humanidad, empieza a reconocer, que la
clave de la espiritualidad no está en subir la escalera, sino en bajar la escalera
hacia la vida cotidiana, hacia el presente, hacia la capacidad de darle
transcendencia a las pequeñas cosas de la vida. Así tenemos primero, disponer la
cabeza para recibir la energía, abrir el polo neurosensorial, abrir los ojos bien
abiertos, abrir los oídos, callar para que nuestra palabra pierda la capacidad de
herir y en este momento, realmente la energía entrante puede pasar al altar del
corazón. La mayoría de nosotros está literalmente colgado del cuello: no tiene los
pies en la tierra, tiene la cabeza por allá, diez Km. por delante del cuerpo. Nos
olvidamos el cuerpo 10 Km atrás y obviamente el corazón está disociado. No
vivimos porque no sentimos la voz del corazón. El corazón sólo aparece en la vida
como factor de comunión, cuando hay relación entre los diferentes territorios que
habita el ser. Pero en la esquizofrenia existencial de un yo que habita el abismo
entre el ser y el debería ser, no aparece el corazón como ese sutil pulso integrador
que inunda el cuerpo con el ritmo integrador del ser. Pero el afán de buscar y
prepararse para vivir, la necesidad imperiosa del maestro, se convierten en un
ruido de tal dimensión que raramente podemos escuchar en nuestra profundidad la
voz del corazón. La voz de la conciencia que encontramos en ese silencio de la
renuncia cuando abandonamos toda búsqueda. Ese afán desesperado por
encontrar, es un afán del ego, la prisa de un perfeccionismo que vive la vida como
una competencia para ser mejor. Cuando tú te olvides de ser mejor y te acuerdes
de servir; cuando simplemente tengas silencio, buena voluntad, disponibilidad.
Cuando no estés donde quisieras estar sino que estés allí donde el mundo te
necesite. Cuando tú seas capaz de estar en el lugar donde puedes dar tu nota, no
la nota que tú te imaginas que te va a dar prestigio, sino la nota que te hace útil,
que te hace humano, en ese momento estás preparado. Cuando el discípulo deja de
buscar el maestro y busca al hermano, cuando deja de mirar arriba y aprende a
mirar abajo, aparece el maestro. No es una cuestión de mediumnidad, es la
capacidad, generada por el servicio, de tener la mente firme en la luz, lo que
produce un contacto más real que toda realidad. En el alma el contacto es posible
pero el alma se expresa en todos como cualidad para servir. No es la canalización
mediúmnica la vía del corazón. Es el servicio humilde y silencioso lo que abre los
canales hacia el alma grupal y el ashram. Cuando nos olvidemos de entrar en esos
contactos trascendentales y aterricemos en nuestro corazón; cuando nos olvidemos
de viajar al centro de la galaxia y hagamos un viaje sensible hacia la necesidad de
nuestros hermanos; cuando nos olvidemos de conquistar los estratos de conciencia
transpersonal y cósmica y conquistemos la conciencia humana de los niños que se
mueren de hambre en el tercer mundo, así, descendiendo al otro que nos necesita,
estaremos ascendiendo al corazón de nuestra espiritualidad. Se trata, no de ser
ángeles sino de ser humanos, con todo el dolor que eso representa. Ser seres
humanos, ahora y aquí, de carne y hueso, con todas las limitaciones humanas pero
72

con todo el potencial cósmico del libre albedrío que nos permite liberarnos y liberar
los prisioneros del planeta para dar la nota superior del amor: la genuina libertad.
Los ángeles no tienen libre albedrío, ellos tienen una función y la tienen que
cumplir, así tarde millones de años: allí está el Ángel de la Guarda hace
18.000.0000 de años, esperando a que despertemos. Es decir, que allí no hay libre
albedrío, hay luz, hay inteligencia, es una parte del plan de la evolución pero
nosotros somos la voz, la palabra creadora; nosotros somos el agente de la
Creación. Cuando miramos la perspectiva de la evolución en otra dimensión, nos
encontramos que la tierra no son rocas desnudas, no es la tierra, no solo son los
árboles sino que la tierra es un ser inteligente, que es Gaia, es un ser que tiene un
propósito en la evolución. Y nosotros somos una antena inteligente; nosotros
somos la voz de Gaia; somos la síntesis de los reinos de la Naturaleza, y a través
de nosotros, el cuarto reino, toda la Naturaleza puede dar su canto y puede
ascender al quinto reino, que es el reino de las almas. La de ser humano, es una
aventura trascendental. Cuando empezamos a sensibilizarnos, a ser humanos,
cuando asumimos nuestra verdadera identidad, entendemos que no es de la
condición humana ni la guerra, ni el asesinato, ni el robo, ni la violencia. De pronto
oímos decir: “es que la violencia es producto de nuestra condición humana”, No,
injusticia, violencia, desamor, son consecuencias de nuestra deshumanización o de
nuestra inhumanidad; ni siquiera lo son de nuestra bestialidad, porque eso es un
insulto a las pobres bestias, que jamás son tan bestiales como las pintan.
Deberíamos quitar ese nombre de bestial cuando nos referimos a lo que pasa en
este planeta y decir: Ese es el sendero de la magia negra, el sendero involutivo de
la negación, de la ignorancia, del apego, de la aversión, del odio, de la sombra. Es
el sendero de la negación del amor, de la identificación con aquello que no somos.
Ser humanos, es tomar posesión del instrumento del alma. Desarrollar una
personalidad coherente, templar las cuerdas del instrumento para que la vida que
es música pueda ser interpretada por el intérprete que es el alma, en el seno de
esta persona, de esta caja de resonancia que es la personalidad. Si mis partituras
están en los divanes del alma, si el alma tiene un violín quebrado o un piano que ni
siquiera sabe que existe, entonces no va a resonar la música: la música tiene
sentido si resuena en este cuerpo. Nuestra meta evolutiva es realizar el Reino de
Dios, el Reino de las Almas pero, lo desarrollamos en vivo y en directo, ahora y
aquí, en esta carne. Lo encarnamos, no para la vida eterna, ni para cuando seamos
perfectos. Ahora mismo, aquí, estamos preparados si queremos, esa es nuestra
libertad, para tomar las llaves del reino interno. Este es el momento de empezar a
servir, es el momento de empezar a vivir, es el momento de entrar en la nota
clave, en la dimensión de nuestro corazón cuya ley en el tiempo es el presente y
cuya nota desde el punto de vista del sentido, es la nota del dar.

Sanar la Vida XV

De la responsabilidad o la vía del guerrero auténtico

El corazón se da sin pausa, sin prisa, segundo a segundo. A cada instante su


nota es dar, enriquecido y purificado, aquello que recibe. Así mismo, nosotros
podemos ser como el corazón que distribuye sangre y vida. Aumentamos el
potencial dañino del mal cuando a través de nuestro mal carácter lo potenciamos y
lo entregamos así, multiplicado en su poder disociador. Se trata de que nosotros
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seamos como el corazón. Se trata de que podamos recibir la sangre venosa del
metabolismo de las relaciones con el mundo, y que, en la transparencia de nuestra
vida, la llenemos de luz, enriqueciéndola y devolviéndola como una forma de prana
puro y nutritivo para todos los seres. Recibir el prana del reino mineral, el prana del
reino vegetal y el del reino animal, percibir el prana solar y el prana terrestre y
convertirlos en ese bello torrente de vida amorosa e inteligente que llamamos la
humanidad. Humanizarnos es posible, cuando empezamos a despertar a ese Sol
Central interior –RA– hecho con las radiaciones de nuestra Responsabilidad y
Autenticidad. ¿De qué materia prima está hecha la responsabilidad? Su
quintaesencia es la conciencia de un héroe arquetípico interior que llamamos el
guerrero. Irrumpe en la vida cuando la visión trasciende el pequeño territorio del
ego o no-yo y se emprende el viaje hacia el campo de conciencia ampliado del Yo.
En el horizonte se vislumbra el alma humana. En el camino la cruzada es de
hermandad. En el corazón se intuye el misterio del Santo Grial, una Copa de dolor
que revela al interior luz y amor. En ese territorio sagrado el servicio va hasta el
sacrificio. El guerrero asciende a la cima del heroísmo y en la muerte del ego revela
la vida. En su derrota se esconde la victoria genuina. Derrotado el ego, desecha la
coraza, la luz del alma brilla. Como el agua cristalina que brota en las alturas de la
nieve pura, como un manantial de luminosa claridad, la autenticidad surge de la
bruma. El guerrero auténtico es un testigo de excepción de la misteriosa levedad de
las alturas. Su cruzada es la hermandad y la justicia. Su horizonte es de libertad.
Su territorio es el país de la conciencia. Su secreto es el cáliz del Agua abundante
de la Vida. Sangre de Cristo, Quintaesencia de Su Cuerpo Místico, Humanidad.
Como héroes míticos, los guerreros parten hacia la conquista de un territorio, un
Lugar Sagrado donde la alquimia de la materia y la energía que llamamos sangre,
está contenida en un Cáliz o Santo Grial. En todos nosotros hay un Guerrero,
dispuesto a conquistar con esa sagrada sangre un nuevo territorio al interior.
Cuando damos en el blanco de oro del propio corazón, cuando en la búsqueda del
oro alquímico, desarrollamos un carácter sensible a la Luz del Alma, comprendemos
que la genuina transmutación no es del plomo al oro, sino de la personalidad al
alma. El guerrero asciende en cuerpo y alma a la cima del Espíritu. La no
resistencia de la personalidad hace leve la materia que puede ascender y revelar el
Ser. Disuelta la armadura, desnuda la roca dura de la personalidad, el guerrero
emprende el camino del servicio. Nace el servidor, el aguador, el buen samaritano.
Sus armas son ahora de compasión. Ascendiendo a la montaña de la vida, en la
propia cima, había reunido los cuatro puntos cardinales en su corazón, para que la
materia, el cuaternario pudiera revelar el quinto elemento, el alma. En el alma
devela el sagrado misterio de la unión, cuerpo y sangre de Un Solo Ser, que
inspiran el sendero de Retorno. En el servicio, el servidor descubre el camino del
amor, como una vía a Dios escondida en sí mismo. La genuina Eucaristía.
Comunión. En otros, el guerrero-servidor descubre su propia esencia, y en todos, el
misterio del agua más abundante, la Vida. Ya no toma la vida, Ya no se resiste a la
vida. Fluye como sangre en el mismo Cuerpo de Cristo, y presiente el misterio del
Espíritu. Como en la historia del Caballero de la Armadura Oxidada, sólo la ternura
y la compasión pueden disolver la sombra que oculta el Amor, la verdadera
fortaleza del Ser. Es su Armadura la que se derrite, pero no desde afuera sino
desde adentro, cuando el guerrero nace a la compasión del verdadero servidor. La
llave secreta que libera al ser humano de su prisión está en el corazón. El fuego
sagrado que derrite el hielo y la indiferencia es encendido en el propio centro. En la
desnudez el viento de la vida aviva la llama interior del Ser; con materia prima de
su vulnerabilidad, el servidor descubre en la humildad el más grande potencial. El
pecado original del separatismo, que nace del orgullo, se disipa en la humildad para
que la luz del alma pueda brillar a través de la personalidad. La vulnerabilidad es la
fortaleza del guerrero, pues le permite nacer a la humildad de la prudencia, en la
que el reconocimiento de los propios límites le hace comprender que sólo en otros
puede ser ilimitado. El camino del sanador, es el mismo sendero del Servidor, el del
educador, una vía de amor-sabiduría o comprensión amorosa. A propósito de un
sendero de responsabilidad, que pueda conducir a una auténtica humanidad en la
que cada ser humano pueda dar su nota original, ¿qué podemos ver en nuestra
sociedad actual? Alguien me decía ayer: “¿qué hacemos con esa epidemia
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emergente de la disfunción cerebral, en niños que tienen el síndrome de


hiperactividad y déficit de concentración?”. Y yo dije: “mire, esa epidemia no es de
los niños, es de nuestro modelo educativo, que es una camisa de fuerza”. Nuestro
modelo educativo, es una camisa de fuerza sobre la nueva conciencia emergente.
Estos niños que nacen son rebeldes, no participan de nuestros mismos paradigmas,
en su cerebro vienen otros programas, ellos están destinados a cambiar el planeta.
Alguna vez en Medellín, hubo un foro de expertos, como tantos foros de expertos
que hay en todo el mundo, rasgándose las vestiduras porque los estudiantes de mi
provincia habían sacado las peores calificaciones. Pero ¡menos mal!, ¡qué bueno
que los nuestros se rebelen!, esa es una manera de revelarse. Este es un sistema
totalmente absurdo. Mientras peor, mejor en el seno de un sistema parecido.
Ustedes se imaginan a un Einstein en uno de nuestros colegios, o estaría en la
cárcel o lo habrían desechado como a un idiota profundo. Afortunadamente él tuvo
que terminar en una oscura oficina de patentes y no haciendo un P.H.D porque le
hubieran cortado las alas. Es necesario que nosotros empecemos a comprender, a
ser sensibles a esa humanidad emergente, y a comprender que nuestros hijos van
a ser muy diferentes de nosotros y que no los podemos introducir en nuestros
viejos códigos. Que la familia ya no va a ser la misma, de pronto alguien dice: “es
que la sacrosanta familia”, pero no, hemos de ver que la familia es algo
infinitamente más amplio: es la familia humana. Los patrones de relación familiar
están cambiando a una velocidad tan acelerada; las costumbres sexuales están
cambiando a tal velocidad, el shock del futuro nos tiene envueltos de tal manera,
que si no tenemos una sensibilidad, una capacidad de conmovernos a esa
conciencia emergente, nosotros vamos a obstaculizar terriblemente el ascenso de
las nuevas generaciones y no solo eso, sino que nos vamos a llenar de amargura y
de resentimiento. Vamos a entrar en un conflicto generacional que no tiene sentido.
Ellos no tienen que ser como nosotros porque ellos son de otra Era. Nosotros somos
de una Era Pisciana, educados para Piscis, educados para los territorios: el territorio
del hogar, el territorio de la parroquia, del país. Nosotros vivimos en función de
pequeños conventos y territorios; ellos son personas que emergen para una
ciudadanía planetaria, para una humanidad sin fronteras y obviamente son
personas que van a tener crisis y conflictos y se van a rebelar. Y se van a rebelar
con ellos mismos y van a estar en efervescencia, pero son ellos quienes van a dar
la nota de un nuevo planeta. Así que podemos empezar a sanar a nuestros niños
generando modelos educativos mucho más sensitivos. Esto -señalando la pizarra-
son Rayos, son estrategias de la conciencia. Hay un hijo mío que está intentando
desarrollar la sensibilidad pero todavía está en el territorio de la sensiblería, yo no
puedo educarlo como Ricardo Corazón de León porque sería ir contra él. Y hay otra
hija que está en esta fase de Responsabilidad y Autenticidad, obviamente que si yo
me voy al territorio de la Sensibilidad no reconozco su nota esencial. Hay otros dos
que son totalmente musicales, que están en este mundo de los arquetipos, del
orden implícito y que son música. Yo no les puedo decir es que tienen que ser
matemáticos o médicos como su papá, sólo puedo decirles: ustedes tienen que dar
su propia nota. Miren, cuando yo voy a ver a los drogadictos, me encuentro las
guitarras quebradas de la vida, me encuentro los violines quebrados de la vida, me
encuentro muchachos y también profesionales que fueron obligados a seguir una
profesión porque daba más dinero, o porque daba más prestigio, o porque un
músico en Colombia no puede sobrevivir porque el Arte no paga. Pero como el Arte
no paga, el precio es la vida. Y el precio realmente es la vida, porque hacer lo que
no nos nace hacer significa nadar contra la corriente toda la vida. Muchas de las
personas enfermas e infelices y con cáncer que vemos en el mundo están
desgastando lo mejor de su vida, nadando contra su corriente, nadando contra su
sentir, nadando contra la levedad de la Gracia, contra la Espiritualidad, en dirección
contraria al alma. Y los hemos obligado, porque hemos hecho máquinas para
producir; hemos llegado al punto en que no producimos artículos de consumo para
consumidores, sino consumidores para artículos de consumo. La mujer que nos
presenta la publicidad no es un ser humano, es un artículo de consumo. Los
médicos entramos en la ley de la oferta y de la demanda y no damos nuestra nota
sino que nos especializamos en aquello, que como mercancía sea más valiosa. Ya
no tenemos un valor como seres humanos sino un valor de uso, o un valor de
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cambio. Identifíquense en ese momento en que ustedes se sienten utilizados, en


que son mercancías y lleguemos hasta la caricatura: la caricatura de una señora
que compra una vaca para aprovechar la promoción de piensos, así estamos.
Literalmente es esto, vamos a un supermercado y vamos recorriendo, no sabemos
qué necesitamos, no tenemos un orden de prioridades: la responsabilidad consiste
precisamente en establecer un orden de prioridades en la vida. “Primero lo
primero”, es lo que piensa quien es responsable, y primero lo primero, no en un
sentido estratégico, sino en un sentido táctico, ahora. “Primero lo primero” es:
primero me lavo las manos, antes de utilizar el bisturí; primero viajo a mí mismo,
antes de viajar al centro de la galaxia; primero vivo esta vida si quiero vivir la vida
eterna... es dar prioridad a lo que tiene que ver con este momento, en el ahora y
aquí; es ponerse en presente. Quien tiene responsabilidad está en presente y sabe
jerarquizar la vida. ¿Cuántas de las cosas que decimos o hacemos son
innecesarias? Todo aquello que es innecesario es un ruido para el alma, es un lastre
que impide evolucionar; todo cuanto lanzamos desde nosotros es un boomerang
que indefectiblemente ha de regresar.

Sanar la Vida XVI

Cuando decimos que el ser humano es un creador en materia mental,


advertimos también que podemos dejar nuestras creaciones a medio construir.
Estas construcciones no concluidas, nos atrapan y obstruyen el flujo de la
conciencia como ruidos que parasitan nuestro propio campo de energía. Nuestras
palabras son como ladrillos de edificaciones que muchas veces se quedaron sin
concluir. Cada una de las cosas que empezamos y dejamos inconclusas, son como
extrañas frases sin sentido y fuera de contexto en el libro de la vida. Hagamos por
unos instantes, una imagen mental de cómo es esa, la ciudad de nuestra vida.
¿cuántos edificios en ruinas?, ¿cuántos proyectos abandonados a medio comenzar?,
¿cuántas trochas sin afirmado queremos pavimentar? ¿Cuántas cosas que apenas
dejamos formuladas? ¿cuántas intenciones sin sentido, cuántos esfuerzos sin
dirección? ¿Cuántas cosas que soñamos y no magnetizamos desde nuestro
corazón?, ¿Cuántos proyectos abandonados cuando apenas empezábamos? ¿cuánto
de lo que decimos sentimos realmente? Como invasores que han construido sin
programa y sin orden, hemos hecho de la vida una especie de contaminado barrio
marginal. En sus calles mal trazadas y sin salida no podremos ya quejarnos de que
las cosas no fluyan, porque somos nosotros los que no fluimos. El tráfico caótico es
el de nuestros propios vehículos; la ciudad es también un reflejo de nuestra forma
de pensar y de sentir, expresado en nuestras actitudes. Como pensamos y
sentimos, así mismo vivimos. ¿Para qué buscar afuera causas, chivos expiatorios o
enemigos, si los arquitectos de esa ciudad invivible hemos sido nosotros mismos?
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Ruidos en el espacio, ruidos en el tiempo, invadiendo los poblados, las zonas


deshabitadas, los silencios, los vacíos. Sin lugar para el movimiento, prisioneros de
nuestra propia red, llega un momento de conciencia en que reconocemos que no es
posible escuchar nuestra voz en medio de todo ese ruido. Pensamientos, palabras,
emociones, intenciones, obras, muchas cosas están por fuera de lugar. Y lo que no
ocupa su lugar es como un ruido que impide escuchar al ser que habita detrás del
los eventos. Empezamos a sanar cuando decidimos dejar de producir más ruido.
Cuando advertimos que no es necesario crear, ni mejorar aquello que al ser lo que
ya es, es de nuestra esencia porque nuestra naturaleza, aquello que ya es, se
manifiesta cuando se acepta sin condiciones. Evolucionar es posible sólo a partir de
lo que ya se es. Cuando se acepta ser, es posible cambiar. La vocación del ser es
fluir en un proceso de constante cambio, en el que el ser sólo puede ser puro
presente. Allí donde el fluir del ser se represa, su esencia evolutiva se altera; por
eso todas las formas de ruido atentan contra la naturaleza del ser. Reconocer lo
que no es esencial nos hace más responsables. Menos ruidosos. Más humanos. En
la perspectiva de la conciencia, somos tan pobres como cosas innecesarias
tengamos. A veces aquello que consideramos posesiones, son sólo las miserias
nuestras, como si de pronto lo que en apariencia es riqueza fuera una evidencia
real de la pobreza interna. Poseer no lleva necesariamente al ser. Desprenderse lo
puede revelar. Constatémoslo: vayamos al ropero y miremos: un par de zapatos
que hace seis meses que no se utilizan no son tan necesarios. Si miráramos en el
espejo de la conciencia veríamos entretanto multitudes de descalzos. Si solamente
tomáramos conciencia de que en un mundo en el que tantos niños mueren aún de
hambre física hay superávit global en la producción de alimentos, nos tendríamos
que preguntar todos ¿cómo es posible permitir semejante absurdo?... Arterias
obstruidas para la circulación de la sangre de la tierra... El corazón del amor que no
bombea. La plaga de la injusticia generando un colapso planetario. Y no sólo hay
hambre sino, que para mantener el precio de los productos, todos los días se
arrojan toneladas de leche al mar, toneladas de frutas al mar, toneladas de
alimentos que redimirían el cerebro de miles de niños. A pesar de su verdadera
humanidad y de su alma, alrededor del 25% de la población mundial, no va a
disponer de un cerebro que le permita realizar su dimensión humana. Y ese
también es nuestro Karma. Si solamente pudiéramos prescindir de un pequeño
porcentaje del vil negocio de las armas, millones de seres humanos podrían llevar
una vida digna de llamarse humana. Es tanto un problema de políticos, dirigentes,
gobernantes y líderes espirituales, como un asunto nuestro. Se evidencia tan
terrible situación en todo lo superfluo, en la vacua vanidad de los roperos, en
aquello que se va a nuestra basura, en la suicida pérdida de tiempo. Los
movimientos de la conciencia en nuestro espacio tiempo, es decir nuestras
pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones son los actores del orden
y del caos de nuestro universo. En ese universo, además de ser responsables de los
nuestros, todos somos responsables de todos.
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Sanar la Vida XVII

Cuando de todo sobra, es difícil reconocer lo esencial. Nos queda faltando


corazón. Aunque muchas cosas nos falten, si nos sobra corazón podemos llenar la
vida de sentido. Podemos conmovernos, ser solidarios, ofrecernos. Servir. Lo que
no es esencial para la vida, se convierte en un cimiento para la propia prisión; así,
vamos prisioneros de lo que tenemos que guardar y cuidar o defender, invirtiendo
los mejores recursos de la vida, nuestra inteligencia y nuestra capacidad de amar,
en cosas fútiles y vacías. Cuando una cosa ocupa su lugar, es irreemplazable. Sólo
es sobrante lo que está fuera de lugar; y a veces somos nosotros mismos los que
estamos fuera de lugar; por eso decimos de alguien que pierde el control y el
sentido de las proporciones, que se ha salido de casillas. No nos sentimos
necesarios al mundo, hasta que la crisis existencial nos coloca en el lugar
correspondiente, un lugar que nadie más podría ocupar, porque pertenece al ser.
En el banco de la vida nuestro superávit deja muchos saldos en rojo, y no se trata
de renunciar al agua que sacia la sed; sólo hay que beber y dejarla correr. Lo
verdaderamente nuestro es aquello que refrendamos con la vida, pues sólo así nos
podemos posesionar, lo que también quiere decir posicionarse. Nada es realmente
nuestro, aunque así lo acrediten todas las leyes. Nuestra riqueza es generar
riqueza. Nuestra fortaleza se cimenta en lo que dejamos pasar; es una fuerza
distributiva. Retener congestiona y enferma, produce infartos en las relaciones.
Nuestra responsabilidad para sanarnos como seres humanos, es aprender a
desprendernos porque todo aquello que nosotros poseemos, no siendo nuestro, es
un boomerang terrible, nos intoxica, embota nuestros sentidos, es el colesterol que
tapa las arterias de nuestro corazón espiritual. Los infartos planetarios realmente
no son otra cosa que nuestra insolidaridad, nuestra insensibilidad, nuestra
incapacidad de conmovernos: por eso cuando nos duela la vida es peligroso tratar
sólo el síntoma del dolor con analgésicos. Una de las más globales y rentables
industrias en este planeta, es la industria de la manipulación del sistema límbico,
que ha perpetuado la primitiva reacción de ataque o de la huida. Es la industria de
los búnkers o de las armas, la industria de los barbitúricos y de los sedantes; la de
la de los psicofármacos. Después de la industria de las armas, la industria de los
psicofármacos es la más terrible y la más mortífera. Nosotros creemos que lo que
es mortífero es la droga, pero no, lo mortífero es nuestra actitud de miedo o
escapismo, o terrorismo. Huir del dolor impide construir el amor, representa la
78

muerte porque el dolor es sólo una rivera del río de la vida. La otra rivera es el
amor. Y la corriente es la vida. Cada hora empleada en huir del dolor, es una hora
dedicada a huir de nosotros, a huir de nuestro corazón, de la posibilidad feliz de
despertar. El dolor es un señalador, único y feliz, que nos ha puesto la vida; nos
señala un talón de Aquiles para que podamos crecer, y crecer es interiorizarnos
para emprender el regreso al corazón. Asumir nuestra responsabilidad, es abrir el
primer portal en el sendero del alma, lo que nos muestra un horizonte más allá de
la simple reactividad o la rígida seriedad. Nosotros hemos confundido
responsabilidad con seriedad y con separatismo, o con personalidades fuertes
arrasadoras. La responsabilidad produce inofensividad, adaptabilidad, flexibilidad.
La responsabilidad es una conquista de dos héroes míticos: el Guerrero y el
Bienhechor. Un día, fatigado de conquistar territorios externos, el guerrero libra la
batalla definitiva del ego. La derrota de su propio ego es su victoria mayor, y con el
trofeo de una personalidad consagrada al servicio, emprende el camino de retorno.
Ha nacido el bienhechor, un servidor del mundo. Ya no tiene más que su propio
reino interior por conquistar y sus puertas se abren de par en par con la llave
sagrada de la autenticidad.
79

Sanar la vida XVIII

De la responsabilidad a la autenticidad

El guerrero parte en busca de un territorio externo. Conquista todos los


honores, los favores del rey y de la reina. Tal vez lo peor que nos pueda ocurrir es
obtener todo lo que queremos pues no tendremos oportunidad de querer aquello
que tenemos. No es posible tomar posesión de un territorio que es ancho y ajeno, y
realmente nunca tendremos poder sobre lo que no queremos, aunque el rey y la
reina nos lo asignen. Si no tomamos posesión del pequeño espacio de nuestra vida
cotidiana, nuestros sueños, proyectos y esperanzas estarán soportados en el vacío
y no podrán tener sentido. Lo más inmediato, lo más permanente y cotidiano en
nuestra vida, está dentro de nosotros mismos. Por eso la primera gran conquista es
interior. El primer gran territorio, la cima más alta, está en nuestro centro, donde el
guerrero encuentra el poder del propio corazón, con su escudo invencible: el amor.
Ese territorio da sentido a todas las conquistas, es el punto de partida desde el que
toda expansión es posible. Allí nace la confianza que nos sostiene, la identidad que
nos afirma con una causa, el servicio que convierte la vida en un propósito saqrado.
El verdadero guerrero arriesga la vida por amor a la vida; conoce sus límites y sabe
que dentro de ellos es invencible. Conoce que su mejor arma es la justicia. Si no
tomamos posesión de nosotros mismos, no podremos poseer nada, aunque las
leyes o las notarías así lo establezcan. Pero tomar posesión no sólo es conocerse,
pues el intelecto conoce y raramente comprende. Poseemos lo que comprendemos.
El conocimiento sólo nos permite tener. La comprensión nos lleva a tomar posesión
del territorio del ser, donde nace el genuino poder, aquel en el que la luz del
intelecto tiene la fuerza del corazón. Luz y amor generan poder. Este es el poder
del guerrero, la fuente de su responsabilidad. Cuando reconocemos nuestros
límites, podemos expandirlos. Damos un paso y podemos dar el siguiente, nos
comprendemos y podemos comprender. Nos queremos y podemos querer. No es
responsable pretender tener lo que queremos sin antes querer lo que tenemos:
nosotros mismos somos el primer haber en la economía de la vida. ¿Nos tenemos?
¿tenemos el control de nuestros actos? ¿de nuestras actitudes? ¿de nuestras
intenciones? ¿nos podemos amar sin condiciones? El guerrero ocupa su lugar,
guarda la distancia, avanza y se retira a tiempo. Sabe de táctica y estrategia,
reconoce el paso inmediato y la dirección futura. Sabe que posicionarse es
posesionarse. Ocupa su posición para cumplir su parte, para darse desde lo que es.
Así nace el bienhechor, aquel que comparte la conquista de sí. Al reconocer el don
de ser, el bienhechor es el guerrero que, después de haberse vencido, se da a sí
mismo desde la fuente inagotable del ser. Y así, en esa constante entrega, el
bienhechor es un guerrero que siempre se renueva. Su territorio es el espacio de
las relaciones donde fluye el amor. Ya no es carga, ni partícula, ni personalidad: es
el campo intangible de la relación que pone cada cosa en su lugar, el campo del
alma. Allí las leyes de la materia, las que rigen el espacio-tiempo tangible exterior,
ceden su lugar a las leyes de la conciencia, las de un intangible territorio interior,
en el que al poseerse el ser no necesita nada tener. Siempre muriendo, siempre
naciendo, siempre nuevo, para las leyes de la conciencia cada ser es único.
Original. Auténtico.
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El Creador y el Destructor

Si el guerrero y el bienhechor nos han señalado el camino de la


responsabilidad, el creador y el destructor aparecen como héroes arquetípicos en el
camino hacia la autenticidad. En las estériles y fatigadas tierras antiguas no pueden
germinar las nuevas semillas. Cambiar la tierra, llevar agua fresca, remover el
surco... el destructor desecha las antiguas malezas de raíz, pulveriza el antiguo
orden, desencadena la tormenta que lleva agua abundante y fresca. Pero en el
aparente caos, las semillas del nuevo orden esperan el momento para emerger de
la mano de una conciencia interior que, a imagen y semejanza del creador, hace
surgir del caos un nuevo universo. El destructor es aquel que prepara el terreno,
remueve nuestra tierra, nos libera de las enraizadas malezas. De los desechos del
guerrero, con la semilla de su aprendizaje, el destructor es un alquimista que
mezcla la tierra, el agua y el fuego en un mortero de aire para sembrar los
arquetipos del plan. En la crisálida, ese extraño y silente lecho de vida y de muerte,
el gusano, o la forma aparente del orden antiguo, asiste al despliegue de la sutil
mariposa. La muerte es el agente de un Dios que también es Destructor y en la
muerte da nueva forma al amor inherente a la vida de todas las cosas. El Terrible
Destructor no es más que el sepulturero de las semillas, un buen sembrador que
sabe esperar pacientemente la primavera del Creador. Con el regreso del sol brotan
las nuevas plantas y florecen con sus perfumes originales. Las mariposas desatan
sus alas, y todo parece emprender el vuelo hacia el alma. Obra de arte irrepetible,
la vida es siempre fluida; en su cauce de nacimiento y de muerte continua, como
una corriente infinita, la vida es agua fresca que pareciera siempre manar de sí
misma. En la crisálida de la vida impersonal, el destructor da sepultura a la antigua
y pesada estructura. El aprendiz y su maestro, la vida, emergen de la crisálida
como dos alas unidas en el vuelo de la lección aprendida. Así, de significados
vamos tejiendo la vida, y el resultado es un tejido original, un espacio para el
ejercicio de la libertad zurcido con hilos de nosotros mismos. En ese espacio de
fluida levedad siempre estamos naciendo al amor. Ese es el territorio del Creador,
en el que vivimos y nos recreamos, cuando renunciamos a lo que no es esencial.
Cuando renunciamos a la gravedad que ata al mundo de las apariencias, cuando
podemos liberar todo el lastre, la vida toda se convierte en arte; como una obra
original que deriva de su propia autenticidad su valor. Ya la vida vale no por lo que
pesa o por lo que retiene, sino por lo que en ella libera y es leve. En el proceso de
disolución, el fuego del Destructor reduce la materia liberando su esencia. Cuando
una semilla muere se libera la planta. Cuando muere el átomo, una radiación se
libera. Ya en el ciclo final de su existencia la flor exhala un perfume; todo pareciera
morir para vivir; todos los frutos mueren para germinar. Es el sendero del
Destructor, que derrumba las viejas formas para que actúe el Creador. Es el camino
de la autenticidad, un sendero sagrado hacia nuestra humanidad. Ser humano, es
ser auténtico. Ser auténtico es ser original. La diferencia entre un original de Van
Gogh y una copia, no es una diferencia de forma, hay copias casi perfectas, la
diferencia es que el original, es el original: pintura del alma, el original es auténtico,
es producto de la conectividad con el universo, en el que la pintura revela más de
levedad que de esfuerzo. Es un momentum, en el que la sencillez de lo que está
entretejido nos conecta con los arquetipos del Creador, y producen la obra de arte
genuina, una rara mezcla de belleza y amor. El original es una esencia escondida
detrás de la apariencia es la escultura que emerge cuando a la roca de la
personalidad le quitamos lo que sobra. El proceso del Destructor es como la talla
del diamante y la obra del Creador nos revela en la escultura que aún hasta la
materia más dura puede embellecer la luz. Dios destruye para renovar y revelar lo
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que oculta toda forma. El Destructor transforma y purifica la materia prima. El


creador transmuta y crea formas nuevas. El sentido de la destrucción del templo,
por parte de Sansón, es un bello simbolismo. El “muera Sansón con todos los
filisteos” puede ser leído como el proceso de eliminar el odio, la critica, el
separatismo, el apego, la hipocresía. Es el derrumbe del templo de la sombra para
que se pueda erigir el templo de la Sabiduría. Lo mismo, con el Becerro de Oro:
derribamos el Tabernáculo en el desierto, el de la materia, para nacer a la luz del
Alma y construir el Templo de Salomón, templo de sabiduría, del que descubre
como el Rey Sabio que “Esto también pasará”. Así como no hay creación posible sin
destrucción, no tendría sentido la salud sin la obra transformadora de la
enfermedad. Creación y destrucción, salud y enfermedad, nacimiento y muerte son
complementarios entre sí. Son necesarios para vivir.

Sanar la Vida XIX

Cuando tenemos seguridad y confianza en nosotros, tenemos confianza en los


otros; desde la confianza establecemos una piel sensible de comunicación, que
llamamos apertura amorosa o amistad. La amistad surge de la confianza y ésta es
el común denominador de la amistad. Se puede llegar a confiar más en el amigo
que en la madre que respetamos y honramos. No hay una relación humana que sea
genuina sin contacto; y la materia prima del contacto es la amistad. Serás un mejor
padre si puedes ser el amigo de tus hijos; tú puedes ser mi amante pero si no eres
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mi amiga, lo que llamamos amor será una prisión por soportar. El punto de partida
hacia ese amor tolerante que nos puede liberar, es la amistad. Toda genuina
relación humana se gesta en la amistad. La amistad es como una piel tejida de
confianza que nos afianza al interior y nos proyecta, sin complejos, a la relación
humana. Si nos fiamos de nosotros mismos podemos confiar en otros. En ese
territorio de reciprocidades, nace la amistad. Me afianzo en ti. Te afianzas en mí.
Confiamos... somos confidentes, coincidentes en el afecto sin afectación...
convergentes en nuestra común humanidad. En la reciprocidad de la confianza se
da la respuesta de relajación, en la que te entregas y me entrego, nos
abandonamos en el otro, para sentirnos completos. En ese abandono surge esa
forma superior de integridad, que nos permite revelar que sólo en el otro, cuando
construimos el nosotros, tiene sentido nuestro ser individual. La apertura amorosa
es la puerta de la amistad y la primera estrategia para espiritualizar la vida.
Produce un ambiente de cordialidad o apertura de corazón; abrir el corazón es
simplemente ser cordial. La cordialidad es la esencia de la amistad; todos los
amigos lo son por ser recíprocamente cordiales, y, en esa reciprocidad, la amistad
hace más llevaderos todos nuestros roles: somos compañeros de trabajo, de
sueños, compartimos las esperanzas y las frustraciones, tenemos algo en común. Y
¿Qué tenemos en común? El gusto por la música, un hobby, la visión del mundo,
todo aquello que nos permita converger, es un punto de contacto desde el que es
posible compartir. Si el hijo no es amigo del padre, establece una relación en la que
no se comparte; va a tener problemas con su imagen paterna, porque nunca la
habrá asumido, aunque todos los días el padre lo acompañe.

Tejiendo la Vida

Las relaciones humanas establecen vínculos y reciprocidades, puntos nodales


entretejidos de tal modo, que ya jamás se podrán romper sin destrozar nuestra
propia identidad. Una genuina amistad no se rompe; sólo se puede desanudar,
porque la amistad es la más sencilla expresión del amor incondicional. Sólo de
condicionamientos están hechas las relaciones que se tienen que romper, pero esas
no son las relaciones del ser, que siempre construye el amor para la libertad.
Cuando rompemos las relaciones humanas rompemos nuestra integridad. Te
puedes ir o te puedes quedar, a condición de que, de cerca o de lejos prevalezca un
sentimiento de amistad. Nos podemos separar sin destruirnos, podemos dejar de
compartir la intimidad, sin que se destruya en nosotros la amistad. Aún la
despedida triste puede ser cordial. Todas las rupturas de relaciones generan
disrupciones en los centros de energía, en la circulación de los rayos, en las
glándulas y en el cuerpo. Todos los focos de ruptura tienen que ser anudados
firmemente, lo que genera en todos los planos cicatrices, puntos de mayor
resistencia, que actúan como verdaderos cortacircuitos. Son talones de Aquiles que
nos hacen más frágiles. Las cicatrices no sólo son las de las cirugías o los traumas
físicos. Las podemos llevar también en nuestro cuerpo emocional, creando
territorios de congestión y sensibilidad anormal. Hay cicatrices por las que no
circula la energía, pues a su nivel se presenta un gran aumento de resistencia
eléctrica. Pero esto se puede mejorar con técnicas de terapia neural que permiten
restaurar el flujo de la energía y la conectividad. De igual forma, tenemos cicatrices
en nuestras relaciones, cortocircuitos con el padre, la madre, la autoridad...Y la
psicología es el arte de reconocer también esos infartos relacionales que nos
impiden dar y recibir. No puedes romper tus relaciones sin romperte. Si en lugar de
reventar o anudar los hilos, aprendemos a tejer y a desanudar, conservaremos la
integridad de los hilos de la vida. No son necesarias las rupturas, ni las
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dependencias -y ni siquiera las independencias-, si sabemos conservar ese precioso


germen de libertad que encierra la amistad. La enfermedad es producto de una
ruptura, una herida física o emocional, una fractura, una quiebra económica, una
pérdida afectiva, un conflicto de desvalorización, en fin, en todos los niveles es
posible que se presenten soluciones de continuidad. Enfermedad es pérdida de
conectividad, de correspondencia, es la desunión que crea una pérdida de la
integridad en el tejido de la vida. Salud es simplemente integridad. Las rupturas
producen fugas de energía por las que se nos va la vida.

Sanar la Vida XX

El Poder de la Serenidad

Sanar las cicatrices. Lo que hace un buen médico cuando alguien tiene una
hemorragia severa, es obviamente ponerle sangre, pero no se queda
transfundiendo sangre toda la vida; mientras transfunde la sangre cierra la herida.
Si queremos sobrevivir en el plano emocional, además de transfundir energía, valor
o ánimo es necesario cerrar las heridas y tratar esas cicatrices profundas y
sensibles que aún no acaban de sanar. Las relaciones humanas no se rompen, se
desanudan. Cuando rompemos relaciones algo también se rompe dentro de
nosotros: perdemos integridad adentro y afuera, pues nos quedamos con la herida
del resentimiento que afecta permanentemente nuestra vitalidad. Si desanudamos
con paciencia los lazos que nos unen, esos lazos jamás se romperán aunque
estemos muy lejos; nos llevaremos el regalo de la lección aprendida más que el
sentimiento de fracaso que nos amarra al pasado. Los resentimientos son cicatrices
sensibles en tu corazón que generan úlceras, hipertensión, cáncer, colitis, artritis y
muchas enfermedades crónicas. El nombre y apellido de muchas de las
enfermedades que vemos en la práctica clínica es resentimiento, o sea,
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sentimientos no resueltos o mal reparados porque hubo una ruptura en la relación.


No permitan jamás que una relación llegue al extremo de la ruptura que destruye y
desintegra, es red de soporte emocional que da sentido a la vida: de la integridad
de esa red depende el pronóstico de la salud, la enfermedad y la vida. Si no
tenemos una red de relaciones íntegra, nuestra susceptibilidad de enfermar o de
morir es de 3 a 5 veces mayor; es lo que dicen todas las estadísticas. Hay una
definida relación entre la capacidad de curarse de una enfermedad grave y la
calidad de relaciones que uno tiene consigo mismo y con otros. Dos estudios
recientes sobre la evolución de algunas formas de cáncer -melanoma y cáncer de
seno-, demuestran cómo el reunirse periódicamente para compartir el dolor, la
esperanza, la alegría, en un contexto de psicoterapia grupal de apoyo, puede
duplicar la expectativa de vida y mejorar la calidad de la supervivencia. Si a mí en
medicina, alguien me dijera: “mire, descubrimos un medicamento que duplica la
supervivencia de los pacientes con cáncer de mama metastásico o con melanoma
metastásico”, -que son muy malignos-, yo les diría: ese es un medicamento
imperial, eso es una revolución en la medicina, ya estaríamos hablando por prensa,
radio y televisión. Bien, ese medicamento existe y es el soporte afectivo
Suministramos esa poderosa medicina cuando restauramos el ritual de desarrollo.
(Aquí en el seminario taller se pasa alguien de primera fila y Jorge le extiende los
brazos y se abrazan) Empezamos el seminario dándonos un abrazo pero
terminamos el seminario así, (la gira y colocándose detrás de ella la vuelve a
abrazar colocando una de sus manos sobre la frente de ella), “yo te doy mi soporte,
te puedes recostar en mí, en mi hombro, en mi corazón, me puedes sentir, puedes
contar conmigo”. Pero aunque no envuelvan a alguien en sus brazos, si ustedes le
dicen desde su corazón -puedes contar conmigo, él ya se está soportando en
ustedes, ustedes lo están amamantando con la esperanza, le están dando sentido a
la vida, y el hilo para volver a tejer la integridad, que es un hilo de sentido.
Podemos vivir de muchas maneras, pero sin sentido es imposible vivir. Realmente
por donde se nos reventó el hilo de la vida, en nuestra cultura, es por el lado del
sentido. El sentido no es verbal. Se comunica con la mirada, desde el silencio, con
la actitud, desde el acompañamiento, desde los actos, desde los hechos, desde la
vida. “Por sus obras los conoceréis”; cuando con toda la vida decimos: “puedes
contar conmigo”, estamos reconstituyendo el ritual de desarrollo. Y el ritual de
desarrollo es el punto de partida de la vida; es lo que más necesitamos cuando
nacemos y también cuando nos estamos muriendo. No necesitamos muchas
oraciones, ni muchas palabras sabias, necesitamos silencio, acompañamiento,
ternura, disponibilidad, es todo lo que necesitamos. Necesitamos un hombro donde
llorar, necesitamos en quién soportar nuestro dolor; necesitamos un colchón
amortiguador, para que nuestras caídas no sean tan duras. Cuando se hacen las
grandes estadísticas poblacionales, como las del condado de Alameda en California,
con estudios prospectivos a largo plazo con grupos de más de diez mil personas por
ejemplo, y se demuestra que la gente puede fumar, puede beber, puede
trasnochar, puede hacer muchas cosas pero lo único que no puede hacer es romper
sus relaciones, porque el riesgo de infarto, el riesgo de morir, el riesgo de enfermar
de una enfermedad crónica, de aquel que no tiene soporte relacional, es mucho
más grande que el riesgo de una persona que fuma o bebe pero está contento
porque se siente querido. El sentirse querido es el principal alimento de la vida. Ese
sentirse amado por Dios en todas las cosas nos lleva a una forma de oración: es
orar como si aquello que pedimos ya nos hubiera sido concedido. Es el llamado
“Efecto Isaías”, una esperanza que ya es viva confianza; es el sentirse querido por
Dios; ya sea por Dios Padre, por el Dios que también vive en tu padre o en tu
amada, en tu hijo o en tu terapeuta. No es posible de veras vivir sin la experiencia
del amor: el sentirse amado es el alimento esencial de la vida. Así que entramos en
el mundo del soporte interior: un mundo de amor que va naciendo del ritual de
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desarrollo y se prolonga en la amistad, un amor incondicional desde el que se


construye la libertad. Ese es el territorio del poder, que conquistamos cuando el
guerrero convertido en bienhechor, ha descubierto, en la derrota de su ego, el
sagrado misterio del dar para construir el templo sagrado del amor. En ese templo
se restaura la integridad de un amor que no posee, que no reclama, que no
depende nunca de nadie, porque sólo se soporta en el dar. Nacemos al gobernante
que puede distribuir los bienes de su reino con la ayuda del mago, que aplica la
magia distributiva de quien da a cada quien según su necesidad. Todo su dar es un
don del amor, toda su ciencia conduce a la sabiduría del sabio que sabe que vivir es
el arte de ocupar el propio lugar para ejercer el rol que a ese lugar corresponde. El
gobernante se hace sabio y fluye en la alegría de esa levedad que asciende desde
un soporte que sostiene sin amarrar. Y de nuevo ese soporte es de la esencia del
amor incondicional de donde brota toda auténtica amistad. Por las puertas de la
amistad entramos al corazón; conmovidos desde el corazón, recorriendo el sendero
del Guerrero y el Bienhechor, encontramos en la derrota del ego la conquista del
reino interior. La primera gran expansión de consciencia es el acceso al gobierno
del cuerpo físico, el primer reino que conquistamos en el camino de regreso al Ser.
Tomamos posesión de nuestro cuerpo, entramos con reverencia al templo interior,
cuando lo conocemos. Cuántos mensajes cifrados del cuerpo que aún no
comprendemos, ¿cuántas enfermedades nacen de la ignorancia de las necesidades
de nuestro instrumento? Una sinfonía de interacciones moleculares, atómicas,
electrónicas, un concierto de fuerzas y energías, un paisaje estrellado de neuronas
como un cielo interior en un cerebro que aún no hemos estrenado. Ese cuerpo es el
patrón de organización de la energía y la información: es un espacio donde han
quedado grabadas las huellas del tiempo. El cuerpo es el cauce en el que se mueve
una conciencia que lleva el plan de la vida hasta la última de las células. El
gobernante comprende que su cuerpo físico, el territorio de su reino, no es la
esencia de su realidad: ese territorio externo es apenas el escenario de múltiples
interacciones que expresan el nivel de la conciencia. Sobre la unidad física, el
escenario, se reflejan siete notas fundamentales, o siete colores: cuatro colores
sutiles, que se llaman los cuatro éteres y tres colores más densos que son, el
sólido, el líquido y el gaseoso. Pero este cuerpo que vemos apenas es la sombra de
ese doble que llamamos el doble etérico. Empezamos entonces a acceder a la
sanación, al mundo del color, del sonido, al mundo de la circulación del prana;
empezamos a leer los órganos en otro sentido; empezamos a ser conscientes de
que nos nutrimos, no solamente de cosas materiales sino que también, por el polo
neurosensorial, nos alimentamos del Sol, del aire, del prana del mar, del prana de
la naturaleza; comprendemos que somos responsables del cuerpo de la tierra que
también tiene un cuerpo etérico, en el seno del cual tenemos la vida y que si
destruimos la tierra estamos destruyendo nuestra vida. Nacemos, desde el punto
de vista energético, a otro tipo de ecología que aparece cuando hemos tomado
posesión de nuestro instrumento y podemos ser maestros de nuestra energía.
Posteriormente llega el momento en que tomamos posesión de nuestra energía
emocional: ese momento es sagrado, se le llama la Segunda Iniciación. Nacemos a
nuestra humanidad cuando nacemos a nuestra energía y tomamos posesión del
templo de nuestro cuerpo. Avanzamos en nuestro proceso de humanización cuando
controlamos las emociones, cuando el jinete controla el caballo, cuando
controlamos nuestros impulsos, cuando no somos sus víctimas sino que utilizamos
la bestia, los impulsos, como el caballo alado, es decir: cuando lo tomamos como lo
mejor de nuestra fuerza y le damos la dirección de nuestros pensamientos. Eso
quiere decir cuando el sendero del científico y el sendero del místico se encuentran
en nuestro quinto centro, es decir, el corazón asciende a la cabeza, la cabeza
desciende al corazón y en el camino de encuentro entre los dos, surge la palabra
creadora, la palabra iluminada, nace un creador porque es dueño de su
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magnetismo. El hombre tiene un potencial magnético enorme, ese potencial


magnético, emitido por su corazón, puede trasformar la vida si tiene amor con
discernimiento. El poder que adquirimos es amor más discernimiento, es amor
luminoso; ya no es amor ciego, el amor ciego puede ser un peligro mayor. De amor
estamos enfermos, de amor se enfermó esta naturaleza, el amor sobreprotector, el
amor condicionado, el amor condicional, el amor del mercenario, todas estas
variedades de amor han creado nuestra cultura y nuestra civilización. Es decir, que
“por amor”, como consecuencia de eso que llamamos amor, que son apegos y
enamoramiento, estamos destruyendo el planeta. Pero cuando accedemos a un
amor pleno de luz, a un amor pleno de discernimiento, empezamos a controlar
nuestras emociones y ascendemos al segundo piso de nuestro poder, al segundo
nivel de nuestro poder, que es el control emocional, a eso lo llamamos la Segunda
Expansión de Conciencia, o la Segunda Iniciación. Ya estamos de este lado,
(señalando el dibujo) ya no estamos del lado izquierdo en que descendíamos, ya
empezamos a ascender a nuestro origen. Empezamos el Sendero de Retorno, el
Sendero del Hijo Pródigo, el Sendero de Regreso a la Casa del Padre. Descubrimos
en ese poder emocional el orden implícito de un océano de sensibilidad. Ya no
somos las olas, ya no estamos a merced del viento; ahora podemos profundizarnos
en nuestro propio océano, para conquistar la serenidad, una condición sanadora
que brota del alma.

Dr. Jorge Iván Carvajal Posada

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