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MIR, José Ignacio; SOBRINO, Ángel; REPARAZ, Charo.

(2003). Elementos de la formación online. En MIR, José


Ignacio; SOBRINO, Ángel; REPARAZ, Charo, La formación
en internet: modelo de un curso online (pp. 39-56).
España: Ariel Educación.

ELEMENTOS DE LA FORMACIÓN ONLINE

La formación online, al ser mediada, tiene una estructura más compleja que la
formación tradicional pues el medio tiene que facilitar o desempeñar algunas
funciones que llevaban a cabo los alumnos o el profesor. En un curso de
formación de estas características, no sólo la comunicación es mediada, sino
que lo puede ser también la exposición de los contenidos, la realización de
actividades, o incluso la misma evaluación.

En este capítulo analizaremos los elementos que intervienen en la formación


online. Además de sobre los protagonistas de todo proceso de
enseñanza-aprendizaje (el alumno y el profesor) que lógicamente también aquí
su papel es el más importante, reflexionaremos sobre el modelo o contexto
didáctico (en el que, a nuestro modo de ver, los elementos comunicativos son
esenciales) y sobre los recursos tecnológicos como medio de unión en el
espacio y tiempo entre profesores y alumnos.

1. Los protagonistas en un curso online

1.1. EL ALUMNO
El alumno debe ser siempre la pieza clave en todo programa de formación,
pues su finalidad primaria es que sea él quien alcance los objetivos propuestos.
Esto implica que deben estudiarse las circunstancias especiales de los
destinatarios de cualquier plan de formación y tenerlas en cuenta.

En el caso de un plan de formación online las circunstancias del alumno tienen


una especial importancia, pues se trata de un alumno con un perfil diferente al
del aula convencional. A1 optar por un curso no presencial, el alumno deberá
desarrollar algunas capacidades que le posibiliten aprovechar con éxito una
acción formadora que tendrá, en alguna medida, las siguientes características:

a. Aprendizaje autónomo: el alumno deberá ser capaz de enfrentarse el]


solitario a una parte de los contenidos del curso. resolviendo la mayoría de
las dudas que se le planteen de manera autónoma.
b. Aprendizaje autorregulado: deberá así mismo velar por el cumplimiento de
un plan de trabajo que se laya propuesto de antemano, acorde con la
programación prevista para el curso.
c. Aprendizaje colaborativo: tendrá que ser capaz de comunicarse y dialogar
con vistas a llegar a acuerdos, tanto con el profesor como con el resto de
sus compañeros, pues el aprendizaje colaborativo suele ser un elemento
integrante en la mayoría de los cursos de formación online.

Como se ha visto anteriormente, una de las ventajas que cobra la formación


online para el alumno es la posibilidad de compaginar formación y trabajo, ser
protagonista central del proceso y poder elegir la estrategia y organización de
su proceso de aprendizaje. Esto hace que sea una modalidad de formación
especialmente útil como medio de formación permanente. Por ello,
generalmente se tratará de una persona adulta, trabajadora o cuando menos
que conoce lo que supone trabajar; una persona que conoce el esfuerzo que
requiere aprender; motivada hacia el estudio y el aprendizaje, necesitada de
formación específica..., a la que se le va a exigir capacidad de aprendizaje
autónomo, autorregulado y colaborativo.
McCormack y Jones (1998: 44) señalan las siguientes características que
tienen que reunir los alumnos de un curso de formación online:

a) La edad. Normalmente los alumnos de edad avanzada no se encuentran


cómodos en este tipo de cursos y métodos, que difieren mucho de los que
ellos han vivido personalmente.
b) El fondo cultural de los alumnos. Los alumnos deben tener una mente
abierta para ser capaces de participar en ese entorno virtual juntamente
con personas de muy diferentes modos de pensar, culturas y tradiciones.
c) El lenguaje. Si los alumnos provienen de países diferentes deben tener al
menos un idioma común.
d) La experiencia en metodologías didácticas modernas y diversos estilos de
aprendizaje: los alumnos que previamente hayan tomado parte en cursos
muy diversos se adaptarán a este nuevo entorno más fácilmente.
e) No pueden tener una discapacidad que les impida utilizar el ordenador.
f) Deben tener cierta motivación para estudiar la materia del curso.
g) Capacidad y habilidades de comunicación.
h) Tener una mentalidad abierta al cambio, a adaptarse a nuevos métodos.

Por otro lado, Horton (2000: 18) señala que no todo el mundo está capacitado
para recibir formación online, sino que tiene que reunir algunas características.
El autor cita las siguientes:

a) Tener cierta capacidad de auto-aprendizaje, y verlo en si mismo como


positivo.
b) Ser auto-disciplinado, con capacidad de controlar su tiempo, y (Tustarle
trabajar solo.
c) Saber expresarse por escrito con claridad.
d) Poseer ciertas habilidades y experiencia en el manejo de ordenadores, y
valorar positivamente el papel de la tecnología en la educación.
e) Tener necesidad de una determinada formación, y carecer de la
disponibilidad necesaria para asistir a un curso presencial.
f) Tener sentido positivo ante los pequeños problemas técnicos que se
presenten, y ser capaz de solucionarlos.
g) Tener un objetivo claro en el curso, como por ejemplo recibir una
certificación.
h) Tener algunos conocimientos previos de la materia que se va a tratar en el
curso.

1.2. EL PROFESOR

En los contextos de formación online, la figura del profesor también se dibuja


de una forma diferente. Del profesor como fuente principal de información y
recursos para el alumno pasamos al profesor orientador, guía y evaluador de
los procesos de aprendizaje. Ciertamente estas características se plantean
como propias de todo profesor, sea cual sea el contexto de aprendizaje; pero
necesariamente deberá tenerlas un profesor que participe en un contexto de
formación online. Deberá aparecer mucho más resaltada la dimensión tutorial
frente a la dimensión informativa.

Vamos a ver a continuación algunas de las implicaciones que lleva pareja la


docencia en un curso online:

a) Seguimiento del curso o programa: el que se trate de un aprendizaje


autónomo y autorregulado no implica que lo sea totalmente; el alumno
necesitará siempre un seguimiento, una orientación y un cierto control.
b) Evaluación de los rendimientos: el rendimiento del curso no podrá
evaluarse solamente a través de pruebas objetivas acerca de los
conocimientos adquiridos pues nunca —-en este tipo de cursos— se puede
garantizar que el alumno responda a las preguntas sin ayuda. Por ello tiene
una gran importancia el siguiente punto.
c) Evaluación de la participación: la evaluación tiene que basarse más en
aspectos prácticos (actividades, proyectos, tutorías, etc.) que teóricos. De
ahí que la participación deba ser valorada convenientemente.
d) Promover estrategias de aprendizaje independiente y autorregulado: corno
hemos visto el alumno deberá ejercitar un aprendizaje autónomo,
autorregulado, colaborativo. Por ello` el profesor deberá guiarle y orientarle
para que adquiera las destrezas oportunas y sea consciente en todo
momento de su girado de consecución.
e) Crear contextos de aprendizaje colaborativo y desarrollar estrategias en los
estudiantes: deberá utilizar las inmensas potencialidades del medio
(internet) en cuanto a la comunicación, y saberlas orientar
convenientemente para fomentar en los estudiantes experiencias de
aprendizaje colaborativo. También deberá ayudar y orientar a los
estudiantes para que desarrollen estrategias de trabajo en grupo a través
de internet: por ejemplo, cómo realizar un debate y llegar a un acuerdo
utilizando para ello un foro de discusión.
f) Motivar a los alumnos: un aprendizaje autónomo y autorregulado exige
motivación por parte del estudiante. El profesor deberá velar para que su
grado de motivación sea el adecuado.
g) Eliminar sensaciones de soledad y alejamiento: una correcta actuación del
profesor le llevará a detectar a aquellos estudiantes que no han sabido
adaptarse a este nuevo contexto didáctico y les ayudará a integrarse en el
grupo como si se tratara de un aula convencional.

McCormack y Jones (1998: 43) por su parte opinan que un profesor de un


curso oraline tiene que reunir las siguientes características:

a) Tiene que dedicar tiempo a atender el curso, dependiendo de la naturaleza


del mismo y de cómo lo haya organizado.
b) Tiene que tener ciertas habilidades personales para dinamizar la clase:
capacidad de conectar con los alumnos, de motivarles, estar cómodos con
la tecnología...
c) Cada uno tiene que reflejar en el curso su propio estilo personal de
enseñar, y el medio debe permitírselo. d) Debe estar motivado a participar
en el curso online, no sólo porque le guste la tecnología.
Hasta aquí hemos visto únicamente cómo debe variar la figura del profesor -en
un contexto de formación online- desde el punto de vista de la impartición del
curso; pero no hemos dicho nada todavía desde la perspectiva de su
preparación y organización. McCormack y Jones (1998: 43) añaden, a las
anteriores, las siguientes características:

a) Debe tener experiencia en la docencia de la materia del curso en cuestión.


b) Debe ser experto en la materia.
c) Un equipo de profesores eficientes harán que el curso tenga una mayor
calidad y que el esfuerzo de cada uno ellos sea menor.

Keegan (1980), al analizar las características definitorias de la educación a


distancia en general, señala también la necesidad de un grupo de profesionales
involucrados a la vez, y que este equipo pueda estar compuesto por un experto
en contenidos, un diseñador gráfico, un presentador (si se trata de educación a
distancia por televisión), etc. Podría afirmarse que para los contextos de
formación online tampoco es suficiente el trabajo del profesor convencional que
realiza su completa programación didáctica específica para el aula. En estos
contextos es preciso contar con la colaboración de un grupo de expertos que
organizan y coordinan la planificación, el desarrollo y la evaluación de todo el
programa de formación; desde el experto en los contenidos de enseñanza, al
experto en la edición de los mismos en la red o al administrador de la
plataforma informática que soporta todo el diseño pedagógico.

Dicho de otro modo, los contextos de formación online requieren del trabajo
conjunto de toda una serie de expertos, lo que llamaríamos un equipo docente.
La finalidad de este equipo docente sería la de conseguir un contexto didáctico
rico en contenidos, atractivo en su presentación, eficaz en su aplicación a la
vez que dinámico y flexible en su utilización.

1.1.1. Un equipo docente

Normalmente la organización de un curso de formación online requiere el


trabajo de varias personas en equipo, pues los aspectos a tener en cuenta en
su desarrollo son tan variados que difícilmente una única persona puede
llevarlos a cabo en solitario. En cursos sencillos, quizás una o dos personas
pudieran ser suficientes. En cursos complejos es preciso el trabajo conjunto de
varias decenas de profesionales.

Casi todos los autores coinciden en que, por lo menos, debe intervenir alguien
para desempeñar las siguientes funciones:

a) Un director de estudios que planifique el curso en su totalidad, definiendo


las actividades, pruebas de evaluación, actividades, etc.
b) Desarrollo de los contenidos, experto en la materia en cuestión.
c) Atención de todos los aspectos tecnológicos del curso.
d) Atención-tutorización de los alumnos a lo largo del curso.
Las diferencias entre los autores se deben principalmente a que, mientras unos
se plantean la puesta en marcha de un curso sencillo y puntual, otros hablan de
la organización de un equipo de trabajo que pueda coordinar múltiples cursos
simultáneamente, muy diversos entre sí. Otra razón que puede explicar las
diferencias pude ser que mientras unos ponen especial empeño en el diseño
auto-instructivo de los materiales que se colocarán en Internet, otros dan mayor
relevancia a la tutorización de los alumnos y a la presentación atractiva de los
materiales y de las diversas actividades de aprendizaje colaborativo que
desean realizar.

Hall (1997) y García Aretio (2001), entre otros, abordan esta cuestión. Aunque
están de acuerdo en lo fundamental, no coinciden totalmente, seguramente por
alguna de las razones que se acaban de señalar. En cuanto al número de
personas necesarias, no son demasiado explícitos. Hablan de un equipo de
personas que puede estar compuesto, desde por una única persona con gran
dedicación, hasta un equipo de cuarenta profesionales: varias de las funciones
requeridas las puede desempeñar una misma persona, siempre que tenga
suficiente dedicación para ello. Uniendo ambas opiniones, la relación de
funciones a desempeñar en la preparación y atención de un curso a distancia a
través de internet, podría ser la siguiente:

a) Un director del proyecto, capaz de trabajar con personas que tengan


diferentes personalidades y modos de trabajar.
b) Un planificador de la acción formativa: su principal cometido será el de
ensamblar todas las actividades que tendrán que realizar los alumnos
para conseguir los objetivos propuestos.
c) Uno o varios especialistas en la materia de la que va a tratar el curso.
d) Un pedagogo-tecnólogo de la educación, que adapte los contenidos al
nuevo entorno de aprendizaje. Esta persona es la que realiza el diseño
instructivo del curso, y necesariamente tiene que estar familiarizada con
los cursos de formación a través de internet.
e) Un programador (que sepa utilizar el programa que se va a emplear
para administrar el curso: WebCT, Top Class, etc.) que vaya ejecutando
las indicaciones de los especialistas didácticos.
f) Un diseñador artístico que asesore al programador. Gran parte de la
eficacia de estos cursos de formación se basa en el atractivo y facilidad
de uso de los materiales y herramientas. Es preciso que colabore en el
equipo alguien q1 e sepa de diseño.
g) Tutor o tutores del curso que atiendan a los alumnos durante el curso.
Su número puede variar dependiendo del tipo de curso de que se trate,
de los recursos disponibles, del modo en el que se han diseñado las
actividades de aprendizaje. Porter (1997: 43) señala, por ejemplo, que la
ratio profesor/alumno en un curso efectivo no tendría que ser menor de
1/15. Sin embargo, hay cursos (por ejemplo los que tratan que los
alumnos simplemente asimilen determinados contenidos teóricos) en los
que no sería imprescindible la tutorización. Por otro lado, si se trata de
un curso con muchos alumnos y hay varios tutores, es necesario que
alguien coordine a todos para aunar criterios, solucionar sus dudas, etc.
TABLA 2.1. Distribución de personas por tareas en un programa de formación
online.
La tabla ha sido tomada de Driscoll (1998)

Seleccionar el
método
Asesorar las apropiado de Desarrollo de Evolución del
necesidades enseñanza Diseño de las Creación de las páginas de programa de
de los alumnos online lecciones las plantillas internet formación
Director del proyecto X X X X X X
Diseñador instructivo del X X X X X X
curso
Técnico de sistemas X X X X X
informáticos
Experto en la materia docente X X X X
Estudiantes X X X
Tutores X X
Asesor legal X X
Editor de los contenidos IX X X X
Programador informático X X X
Diseñador artístico X X X X
Webmaster X X X
Instructor X X

h) Un evaluador que mida la eficacia global de la acción formativa del curso


en sí.
i) Un webmaster que garantice el correcto funcionamiento técnico del
programa o programas utilizados para impartir el curso.
j) Alguien que pueda obtener financiación de la Administración para
impartir el curso a un coste menor.

Driscoll (1998) también ofrece una relación de funciones que deben


desempeñarse en la organización y desarrollo de cualquier curso de formación
online. Además de describir cada una de estas funciones, indica en qué
momentos deben intervenir a lo largo de todo el proceso. Dicha comparación la
sintetiza en la tabla 2.1.

No es poco frecuente encontrar cursos en los que varias de estas funciones las
asume la misma persona.

1.2.2. El coordinador didáctico y el coordinador de tutores

A nuestro modo de ver, es imprescindible que la planificación de un curso


online sea dirigida por lo que denominamos un coordinador didáctico. Él será el
planificador de la acción formativa. Buen conocedor de las posibilidades de
internet y de la herramienta que se utilice para impartir un curso a distancia,
principalmente tiene que ser un buen didacta, pues debe sacar todo el partido
posible a las nuevas funcionalidades que permite un curso de esta naturaleza.

Este coordinador didáctico dirigirá la adecuación de los objetivos del curso a las
actividades que los alu1üi1os tendrán que realizar. Velará también porque las
actividades y los materiales sean motivadores y acordes con el modelo de
curso que pretende impartir (entre auto-instructivo y colaborativo); que la
temporización sea la adecuada y asequible, que exista un equilibrio entre los
aspectos técnicos y los instructivos, etc.

Es muy útil, a la hora de planificar un curso oriline, tener en cuenta algunas


reglas de oro que permitan dar un enfoque correcto al curso, evitando cometer
los mismos errores que otros. Aunque lógicamente no hay reglas fijas.

Willis (1994), profesor de la Universidad de Idaho, ha intentado en su artículo


Distance Education: a Practical Guide mostrar aquellos puntos relacionados
con la planificación de un curso online que ha considerado eficientes. Los
divide en tres apartados: en primer lugar, desde el punto de vista de la
planificación del curso en sí mismo; a continuación, en cuanto al uso de la
tecnología; y finalmente, desde el punto de vista de la institución académica. El
autor elabora este elenco de consejos al preguntarse qué lecciones hemos
aprendido tras estos años de organizar cursos online.

Planificación-Organización:

1. La educación a distancia sirve para facilitar el acceso a la educación; no


es simplemente una manera de ahorrar dinero.
2. No presupongas nada: fundamenta las decisiones en los problemas que
hayas encontrado y en las necesidades de los clientes.
3. Convéncete de que una buena planificación nunca se alcanza del todo:
hay que atreverse también a realizar una autocrítica, y corregir lo que
sea necesario la próxima vez.
4. La planificación y programación del curso debe ser supervisada
principalmente por el director académico o didáctico (no por los
técnicos).
5. Comenta antes tus decisiones con las personas afectadas, comprueba
su efectividad.
6. Enfoca los nuevos problemas con nuevos modos de solucionarlos, con
nuevos caminos.
7. Establece alianzas estratégicas con otras entidades educativas,
librerías, tiendas de ordenadores, etc.
8. Promete poco, y desarrolla mucho.

Tecnología:
1. Evita dar soluciones tecnológicas a problemas instructivos (didácticos).
2. Reconoce que lo que aporta la tecnología es principalmente una mayor
interacción entre los alumnos y entre éstos y el profesor.
3. Asegura una correcta y adecuada asistencia técnica: el principal rol del
profesor es enseñar, y el del alumno es aprender, no pelearse con
problemas técnicos.
4. Ten en cuenta los cíclicos gastos de software, mantenimiento,
actualizaciones...
5. Presupuesta el personal necesario para poner en marcha los aspectos
técnicos, las comunicaciones...
6. Usa la tecnología para «reinventar» —no inmitar— la instrucción
tradicional.
7. No desprecies otras metodologías que no sean tan «tecnológicas»: lo
importante es que sirvan a la instrucción.

Facultad de desarrollo/Política académica:

1. No quemes tu mejor y más brillante facultad: el entusiasmo.


2. Desarrolla y cuida un programa de «asesoramiento» donde estén juntos
los desarrolladores de cursos veteranos y los primerizos.
3. No pierdas tiempo intentando convencer a los «inconvencibles»:
céntrate en los «nuevos adeptos». Su entusiasmo hará mucho más que
muchas iniciativas administrativas.
4. Facilita la auto-formación de los tutores mientras se desarrollan planes
de formación.
5. Facilita el tiempo necesario para desarrollar o adaptar un curso (lleva su
tiempo hacerlo bien...).
6. Adapta el número de profesores y su procedencia dependiendo del
número de alumnos y su procedencia.
7. Asegúrate un correcto sistema de evaluación del curso al que todos
puedan acceder fácilmente.
8. Desarrolla políticas académicas y estructuras que tengan en cuenta los
departamentos y las líneas educativas de tu institución.
9. Procura incluir encuentros presenciales que fomenten el ser social del
hombre, incluso en los cursos más tecnológicamente sofisticados.

De estas lecciones aprendidas nos parece especialmente interesante destacar


la opinión del autor que da una prioridad a los aspectos didácticos de la
formación online, frente a los técnicos o económicos. La formación online
ofrece unas nuevas posibilidades didácticas (facilita la comunicación, posibilita
una mayor flexibilidad, etc., cuestiones a las que ya nos referimos en el primer
capítulo), que no pueden quedar relegadas. La planificación de un curso online
tiene que ser realizada por un experto en didáctica, que será capaz de mejorar
(«reinventar» dice el autor) la instrucción tradicional.

El coordinador didáctico es también la persona que debe realizar un


seguimiento del curso en su conjunto y por ello debe trabajar en estrecha
relación con los turores del curso o con quien desempeñe la función de
coordinador de tutores. Sin duda, un curso de formación online tendrá una
mayor consistencia y unidad en su desarrollo si es una misma persona quien
desempeña simultáneamente ambas funciones: la de coordinador didáctico y
coordinador de tutores.

La misión del coordinador de tutores es básica para el desarrollo de un curso


online de las características que estamos describiendo. En un curso que intenta
fomentar el aprendizaje colaborativo, es clave la figura del profesor-tutor, que
atiende personalmente a un grupo reducido de alumnos. Para ello, la ratio
profesor/alumno debe ser razonable. El tutor, que mantiene una relación
estrecha con los estudiantes de su grupo, les orienta en la elaboración de sus
trabajos, es conocedor de las dificultades que encuentran a lo largo del curso;
conoce su grado de participación en las diversas actividades propuestas y los
resultados de sus ejercicios de auto-evaluación entre otras tareas. En el caso
de que en un curso haya varios profesores/tutores, es preciso coordinar la
información de que disponen así como establecer unas pautas comunes para
que el curso tenga la unidad deseada. De ahí la necesidad de un coordinador.

A continuación señalamos algunas de las misiones que tendría encomendadas:

a) Al ser los tutores los que tienen un contacto más estrecho con los
alumnos, cada uno con los de su grupo, deberán informar
periódicamente al coordinador de la marcha de los alumnos que tienen
asignados: si el trabajo está siendo el previsto, las dificultades que
encuentran, su grado de participación, etc.
b) Puede ser conveniente no sólo recibir esa información, sino promover
alguna reunión entre todos los tutores para intercambiar experiencias y
unificar criterios. Como puede ocurrir que algunos de los tutores estén
en ciudades distintas, se puede utilizar alguna herramienta de
comunicación como el correo electrónico, un foro de discusión o un chat.
c) Con toda est1 información, el coordinador puede detectar que en un
grupo determinado el rendimiento está siendo menor, por lo que sugerirá
al tutor medidas concretas. Si las anomalías se producen en varios
grupos, puede decidir la modificación del calendario previsto o de alguna
actividad concreta para amoldar el curso a las circunstancias de los
alumnos.
d) Dependiendo de la herramienta que se utilice para llevar a cabo el curso
online, puede que los tutores no reciban automáticamente cierta
información sobre sus alumnos (número de accesos al curso, envío de
mensajes, consultas de los contenidos del curso, etc.); en ese caso el
coordinador les enviará periódicamente dicha información.
e) Se encargará así mismo de recordar, con una cierta antelación, algunas
actividades del curso que considere más importantes o cuándo finaliza
el plazo para determinados trabajos.

2. El contexto didáctico

McCormack y Jones (1998: 204 y ss.) establecen los siguientes pasos que hay
que dar en la elaboración de un curso online:

a) Identificar el propósito de la acción formadora.


b) Identificar el método pedagógico que se va a seguir.
c) Seleccionar la herramienta.
d) Desarrollar el curso.

Resulta interesante esta sencilla secuenciación porque da prioridad una vez


más a los aspectos didácticos, que no tienen por qué condicionarse a la
herramienta. La programación didáctica, la integración coherente de objetivos,
contenidos, actividades, evaluación, etc., en un contexto de
enseñanza-aprendizaje convencional la realiza el profesor de la materia. En
una situación de formación online, necesariamente como ya hemos visto, es
preciso contar con un equipo mayor, tanto mayor cuanto mayor sea ese
contexto de formación. Debido a su mayor complejidad (no sólo por el hecho de
que intervengan más personas en su diseño sino también porque deberá
integrar de manera armónica las nuevas posibilidades que ofrece la formación
online) es preciso reflexionar suficientemente sobre cuál va a ser el contexto
didáctico concreto en un curso de formación de estas características.

El objetivo es proponer un contexto que integre de forma eficaz los diferentes


elementos que configuran la formación online. Entendemos que armonizar
estos elementos constituye una labor pedagógica, pues en definitiva se trata de
organizar una intervención formativa, una acción ausente de una relación
comunicativa directa permanente.

Esta modalidad de formación a través de la red se apoya en un sistema de


comunicación docente-discente mediado, tanto asíncrono como asíncrono.

2.1. ENTRE LA AUTO-INSTRUCCIÓN Y EL APRENDIZAJE COLABORATIVO

Hay muchos modos de definir el contexto didáctico de un curso online; cada


una de las maneras posibles de organizarlo debe responder a unas
motivaciones didácticas y estructurales bien definidas.

Estas motivaciones didácticas influirán en primer lugar en el modo de


comunicarse los alumnos y sus profesores. Según el tipo de comunicación
podremos encontrar tipos de cursos distintos. A modo de ejemplo, Tiffin y
Rajasingham (1997: 152 hacen una clasificación del aprendizaje a distancia
según el nivel de comunicación establecido por el alumno: el alumno
individualmente considerado con su ordenador, una red de un grupo de
alumnos, el alumno inmerso en un curso y el alumno con las instituciones de
aprendizaje virtual. Porter (1997: 3) distingue varios tipos de cursos según los
grados tic atención por parte de los tutores. En algunos cursos, los educadores
que preparan los materiales se involucran activamente con los estudiantes,
pues además de dar sus clases presenciales tradicionales i1»parten algunos
cursos a distancia. En cursos más estructurados, los estudiantes sólo
interactúan con los educadores con el fin de que evalúen su progreso. Los
cursos que ofrecen al final una certificación son más atendidos que los que no
dan nlt1gún tipo de certificación. Puede haber también cursos que no sean
atendidos, en los que los estudiantes son completamente responsables del
aprovechamiento del curso: por ejemplo, cursos en los que se trata de adquirir
una habilidad concreta o para adquirir determinada información.

En el fondo, los diversos enfoques didácticos responden inicialmente al tipo de


teoría educativa que se siga. García Aretio (2001: 156) recoge un estudio
realizado por Baath (1979), en el que relacionaba el aprendizaje a distancia con
algunas teorías del aprendizaje y la enseñanza más conocidas (el modelo de
conducta de Skinner, el modelo para la instrucción escrita de Rothkopf, el
modelo organizador de Ausubel, etc.). Señala García Aretio que últimamente
están abundando los estudios en los que se relaciona la teoría constructivista
del aprendizaje con la educación a distancia.

Moreno y Bailly-Bailliére (2002: 17 y ss.), al hablar del diseño de materiales


instructivos para cursos de formación online, hacen un válido resumen de la
situación actual. Hoy en día coexisten, según los citados autores, decenas de
teorías instructivas distintas, fruto de la diversa combinación de las dos
perspectivas dominantes del conocimiento humano: el conductismo y el
constructivismo.

El conductismo postula que la instrucción consiste en representar el


conocimiento externo para que el alumno adquiera su significado con precisión.
Según esta teoría, la presentación de la realidad es básica en el proceso
instructivo, de manera que podría perfeccionarse de tal modo que pudiera
«programarse». Skinner acuñó el término Instrucción Programada para
referirse a ello.1

El constructivismo considera que el aprendizaje es una interpretación de la


realidad. La instrucción consistiría entonces en el enfrentamiento del alumno a
nuevas experiencia de modo que pueda ser capaz de elaborar una personal
interpretación de la realidad. Piaget2 define el aprendizaje como el acomodo y
asimilación de la nueva información sobre la base de experiencias previas de
los alumnos. Von Glaserfeld llega a afirmar que el aprendizaje se construye a
través de la interacción social.3

A pesar del receso de la teoría conductista durante la; «la (le los noventa,
alabas perspectivas han visto en la formación a distancia a tr;;vés de internet
tln modo de explotar todas sus posibilidades. internet permite la aplicación
óptima de lo que Skinner entiende por Instrucción Programada, y al rnlsmo
tiempo -gracias a las enormes posibilidades de comunicación de este medio-
ofrece ilimitadas modalidades de interacción social.

Ciertamente es difícil encontrar plasmadas estas teorías de modo radical en


modelos instructivos concretos. Como decíamos anteriormente, la gran
variedad actual de teorías instructivas responde a que toman elementos de una
y otra. La mayoría de los expertos sugieren el uso de estrategias mixtas.
Dependiendo de los objetivos que se propongan en determinada acción
formativa, los presupuestos de una u otra teoría pueden resultar más acordes.

Así pues, podríamos realizar una división genérica de los cursos de formación
a través de internet en dos grandes grupos: por un lado, los que
denominaremos cursos auto-instructivos y, por otro, los cursos colaborativos.
Insistimos en que nunca se dan en estado puro, pero en todo curso de
formación online suele prevalecer una de las dos modalidades.

1
Cfr. Skinner (1975) para ver algunas de las aplicaciones de su teoría en la enseñanza por
medio de ordenadores. Cfr. también Bullock (1980) para ver un desarrollo posterior de la teoría
sobre Instrucción Programada.
2
Para un estudio sobre el pensamiento de Piaget en relación con otras investigaciones sobre el
aprendizaje cooperativo, cfr. Light y Littleton (1994). Cfr. también Piaget (1970) para conocer el
origen de su teoría.
3
Morphew (2000) analiza en su artículo las ventajas que la educación a distancia a través de
Internet puede aportar a la educación según el modelo constructivista.
Los cursos auto-instructivos (en los que está más 'presente la teoría
conductista) potencian el aprendizaje individual. Los núcleos temáticos se
compartimentan en pequeñas unidades de aprendizaje de modo que
contengan toda la información necesaria para alcanzar los objetivos
propuestos. Una vez el alumno finaliza una de estas pequeñas unidades, se le
plantea un cuestionario o un problema. Si lo resuelve correctamente pasa a la
siguiente unidad; en caso contrario se le aplica el refuerzo-oportuno, que en
ocasiones es simplemente una interacción con el profesor. Éste es
básicamente el modelo planteado por Tiffin y Rajasingham (1997: 50-51):
«Creemos que la interacción de estos cuatro factores —aprendiz, profesor,
conocimiento y problema en un contexto determinado— constituye el proceso
fundamental de comunicación que es la enseñanza. Todos estos factores
tienen que estar presentes para que se produzca la enseñanza, pero los
factores sólo existen en relación unos con otros y sólo durante el periodo de
tiempo que tarda el aprendiz en dominar la habilidad para resolver un tipo de
problemas. Cuando una persona "sabe" cómo solucionar un "problema" no
necesita "profesor" y ya no es un "aprendiz"»

En este tipo de cursos es fundamental el diseño auto-instructivo de los


materiales utilizados, que adquieren un cierto protagonismo. No requieren una
gran atención por parte del profesor-tutor porque en la mayoría de los casos los
alumnos podrán progresar en la consecución de los objetivos propuestos sin
una ayuda adicional. Son cursos en los que la flexibilidad de lugar y tiempo es
máxima: los alumnos pueden comenzar el curso en cualquier momento (el
curso funciona exactamente igual haya uno o cien alumnos a la vez), y pueden
adaptar completamente su ritmo de trabajo a sus circunstancias personales. El
aprendizaje es básicamente individual y apenas hay, actividades que impliquen
a Linos estudiantes con otros.

La mayor ventaja de este tipo de cursos es la económica: es más fácil


rentabilizarlo pues requiere poca atención; es más fácilmente repetible,
transportable a otros cursos... Y es fácilmente modificable: cualquier
modificación necesaria se realiza una vez y automáticamente todos los
usuarios la reciben, con unos costes insignificantes.

Entre los inconvenientes o limitaciones podríamos mencionar:

a) Fomenta el individualismo. Este tipo de cursos no promueve las


relaciones interpersonales, la comunicación entre alumno y profesor o
entre los mismos alumnos. La formación a distanció a través de internet
multiplica las posibilidades comunicativas entre personas muy distantes,
y este tipo de cursos no las aprovecha.
b) Poco motivador. En la formación de adultos, que tienen que superar
muchas dificultades para llevar a cabo acciones de formación
permanente, es un punto clave. Involucrarse en un grupo disperso por
toda la geografía del país en una actividad común les facilita
enormemente la superación de todas las dificultades.
c) No se puede aplicar esta metodología a cualquier tipo de cursos; en
cursos más bien teóricos, sí; pero no en algunas materias más prácticas.
Purcell-Robertson y Purcell (2000) se refieren en su artículo a que una de las
mayores críticas que se ha hecho de la formación online es la percepción de
una menor interacción entre los alumnos y el profesor debido a un enfoque
excesivamente auto-instructivo. Existen estrategias que el profesor puede
utilizar para mantener la interactividad de los alumnos, incluso a un mayor nivel
que en una clase convencional: centrar el proceso formativo alrededor del
alumno; que la misión del profesor sea más la de guiar « acompañando» al
alumno desde cerca que la de dar grandes lecciones impersonales («Be a
guide by the side, not a sage on the stage»); fomentar la interacción entre los
estudiantes por medio de diversas actividades; ofrecer a los alumnos un
feedback muy significativo y lleno de contenido, y pedirles que también ellos
contesten dando su opinión.

Sin embargo, en los cursos que podríamos denominar colaborativos, aunque


haya auto-instrucción en algunos conocimientos teóricos, ésta es secundaria.
Este tipo de cursos siguen más de cerca la teoría constructivista: se pretende
que los alumnos aprendan sobre todo del intercambio de experiencias y del
diálogo con el tutor. Las relaciones humanas que se generan por medio de este
tipo de cursos pueden satisfacer en gran medida las necesidades psicológicas
de los alumnos, como veremos más adelante.

Slavin (1995) señala que, aunque los primeros estudios psicológicos sobre la
cooperación fueron realizados alrededor de 1920, propiamente la
Investigaciones en el aula acerca de diversas técnicas específicas de
aprendizaje colaborativo no empezaron hasta la década de 1970. Slavin explica
cómo actúa el aprendizaje colaborativo en los estudiantes y cómo los
instructores pueden utilizar diversos métodos para que los alumnos aprendan
entre ellos. Así mismo recoge las principales metodologías diversas -dentro de
lo que comúnmente se denomina aprendizaje cooperativo o colaborativo- que
se dan en la actualidad (Student Team Learning, Student Teams-Achievement
Divisions, Team Acelerated Instruction, Cooperative Integrated Reading and
Composition, etc.), y quiénes son sus principales exponentes.

Este tipo de cursos tienen un parecido mayor con el aula convencional,


tradicional. Todos los alumnos comienzan y terminan el curso a la vez, aunque
haya cierta flexibilidad en los plazos de realización de las tareas. Se usa
internet porque los alumnos proceden de localidades muy diversas y no todos
pueden estar conectados a la misma hora; pero todos son conscientes de
formar parte de < la misma clase», e incluso puede que hayan tenido alguna
sesión presencial en la que han conocido a sus profesores y se han conocido
entre sí, lo cual facilita enormemente la comunicación posterior. Muchas de las
actividades que realizan las hacen en pequeños grupos, y luego exponen los
resultados a toda la clase. Los trabajos que realizan individualmente los
exponen para que los demás los vean y hagan comentarios elogiosos o un
poco críticos. Reciben individualmente los comentarios de sus tutores.

Entre los inconvenientes que tienen este tipo de cursos, podríamos mencionar:

a) Al requerir una mayor atención, son más caros.


b) Los plazos de admisión son fijos: una vez comenzado el curso no se
pueden incorporar más alumnos hasta que vuelva a impartirse.
c) Aunque cada alumno tenga un margen de flexibilidad en cuanto al ritmo
de trabajo, dicho margen tiene unos límites.

Lógicamente, sería muy arriesgado decir cuál de los dos tipos de cursos que se
han presentado es mejor: dependerá de la adecuación de la metodología
elegida a los objetivos propuestos, al perfil de los alumnos y al carácter práctico
o teórico del contenido del curso.

La formación online, ya sea principalmente auto-instructiva o bien sea


colaborativa, tiene unas características tales que ofrece grandes posibilidades
de crear contextos de aprendizaje basados en el uso de estrategias
metacognitivas de auto-rregulación, como son la planificación, el autocontrol y
la autoevaluación. No deben confundirse los términos autónomo y
autorregulado. La autorregulación en el aprendizaje puede ejercitarse tanto en
contextos de aprendizaje autónomo como en contextos de aprendizaje
colaborativo.

García Ros, Clemente y Pérez González (1994) analizan los procedimientos


instructivos clásicos en estrategias de aprendizaje. Como una reacción al
aprendizaje repetitivo se propusieron otros procedimientos que pudieran
resultar más efectivos de cara a desarrollar estudiantes más autónomos y
eficaces; surgieron así los modelos denominados Instrucción Directa,
Enseñanza Recíproca, Instrucción Cognitiva y Aprendizaje Cooperativo. Es
interesante ver que tanto la Instrucción Cognitiva como el Aprendizaje
Cooperativo estaban considerados ambos como modelos en los que se
potenciaba la autonomía y la autorregulación.

Históricamente, la noción de aprendizaje autorregulado surge directamente de


la teoría educativa constructivista: frente a la concepción conductista del
aprendizaje, en la que dependía directamente del profesor y de la metodología
empleada por éste, la concepción constructivista presenta al alumno como un
ser activo, autónomo, autorregulado, cuya principal tarea es la construcción de
conocimientos significativos a partir de sus experiencias de aprendizaje y la de
aprender a ser responsable en el manejo y control de éste. Con la aparición de
los ordenadores como herramientas instructivas, también en la concepción
conductista se puede aplicar la autorregulación: el profesor presenta los
contenidos de tal modo que el alumno, sólo con trabajarlos suficientemente,
adquiere la instrucción deseada. De cualquier forma, los principales
desarrolladores de la autorregulación se desenvuelven en una concepción
constructivista de la educación.

El concepto de autorregulación fue introducido por el psicólogo americano


Albert Bandura en su libro Social learning theory (Bandura, 1977). En la
actualidad hay dos principales modelos de autorregulación, ideados por
Zimmerman (1998) y Pintrich (2000). Winne y Stockley (1998) ofrecen un
estudio sobre cómo las nuevas tecnologías pueden fomentar el aprendizaje
autorregulado.
Para que los estudiantes sean promotores de sus procesos de aprendizaje
necesitan tener posibilidades de autorregularlos, es decir, posibilidades de
elección y control de sus estrategias de estudio.

La autorregulación de la cognición implica, según Roces y González (1998), el


conocer y manejar estrategias cognitivas y metacognitivas que permitan al
alumno desarrollar el estudio, pero además conocerse a sí mismo como
procesador de la información y conocer los requerimientos de cada tarea para
ser capaz de planificar, fijar metas, organizarse, evaluarse... a lo largo del
proceso de aprendizaje. Parece existir un acuerdo grande entre los
investigadores en reconocer que los aprendizajes más eficaces se producen en
sujetos que autorregulan sus estrategias de aprendizaje.

Deforma más concreta, de las cuatro dimensiones o áreas en las que cualquier
estudiante puede autorregular su aprendizaje, a saber: los motivos para
aprender, los métodos utilizados, los resultados del aprendizaje y los recursos
ambientales (cfr. Roces y González, 1998), las tres últimas deben ser
claramente organizadas y promovidas en los procesos de formación online.

De estas cuatro dimensiones, parece claro que los profesionales que asumen
la necesidad de una formación permanente en su ámbito de trabajo están
intrínsecamente motivados, es decir, su interés deriva de la propia tarea en sí
misma.

Por lo que se refiere a los métodos. en un curso o programa de formación


online los estudiantes necesitan conocer el cómo, cuándo. Por qué y dónde
usar los métodos. Por otro lado. el empleo de estrategias que le permitan
alcanzar un conocimiento mayor de los resultados de su aprendizaje (como por
ejemplo las autoevaluaciones, la comparación con un criterio o con otros
sujetos), le va a posibilitar el controlarlo. Por último, por lo que se refiere a los
recursos, es preciso facilitar situaciones en las que el estudiante sea capaz de
gestionar desde el espacio y tiempo de estudio, hasta las ayudas humanas y
materiales que requiere.

Pues bien, dada la capacidad prácticamente inagotable que tienen las


tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en cuanto al acceso,
almacenamiento y gestión de la información, las posibilidades que se nos
brindan a los profesionales de la enseñanza para organizar contextos de
aprendizaje activo, significativo, personalizado y autorregulado, son casi
infinitas. Las TIC permiten al profesor dinamizar procesos de
enseñanza-aprendizaje online con la suficiente apertura, flexibilidad y, a su vez,
control de los mismos.

En un curso online se debe indicar al alumno una estructura principal, un


camino básico que le permita la comprensión ordenada y secuencial de la
materia. Pero a partir de ahí se debe posibilitar que el alumno siga entre
diferentes caminos aquel que le resulte más eficaz para la realización de las
tareas que requieren los objetivos de aprendizaje por él fijados.
Pero pasemos a concretar los diferentes elementos que componen el contexto
didáctico de un curso online.

2.2. ELEMENTOS DEL CONTEXTO DIDÁCTICO

En cualquier contexto de formación online se distinguen tres ámbitos, a saber:


el de los contenidos o información, la comunicación y la evaluación. Estos tres
ámbitos debidamente armonizados deberán garantizar la máxima eficacia de
los procesos de aprendizaje. Aunque estén presentes en todo curso online, se
pueden ensamblar de muy diversas maneras, dependiendo de la materia de
que se trate, de las características de los alumnos, la certificación que se
expida al finalizar el curso... Habría pues múltiples contextos didácticos
posibles, y en cada caso debe encontrarse el que mejor se adecúe a las
circunstancias de cada curso.

Duart y Sangrá (2000) proponen un modelo pedagógico para los cursos online,
fundamentado en tres pilares: los materiales didácticos, la acción docente y la
evaluación continua. En el centro de todos ellos se encontraría el estudiante.

Este modelo nos parece válido, aunque a nosotros nos ha parecido más
oportuno hablar de contenidos (en vez de materiales) y comunicación (en vez
de acción docente). De este modo ampliamos el apartado de contenidos al
incluir también las actividades de aprendizaje que tienen que realizar los
alumnos (Duart y Sangrá las incluyen en el apartado de evaluación). Y
preferimos hablar de comunicación en vez de acción docente porque
deseamos resaltar que en el aprendizaje no sólo es importante la comunicación
con el profesor-tutor, sino también con el resto de compañeros del curso pues,
al realizar conjuntamente las actividades de aprendizaje colaborativo que
puedan existir, todos mejorarán su conocimiento del tema.

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