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Número 3
Datos Artículo
Organización
de Estados
Iberoamericanos
Para la Educación,
la Ciencia
y la Cultura
“ EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE ”
INDICE DE CONTENIDOS
1. Introducción.
2. El mercado del conocimiento.
3. El oficio de educar.
4. Educar para el trabajo.
5. Sobre el concepto de calidad en educación.
6. El sentido de la medida en Educación.
7. Propuestas para la cualificación permanente de la función docente.
1. INTRODUCCIÓN
La historia reciente de los modelos de formación permanente del profeso-
rado y especificamente del profesorado de Educación Técnica y Profesional,
plantea algunas interrogantes sobre la naturaleza del propósito y el impacto
esperable de las propuestas de cualificación, en relación con las necesidades
cambiantes del mercado laboral y la expectativa de empleo de los alumnos. Las
actuales orientaciones apuntan al mantenimiento en valor de las competencias
técnico/operativas de los docentes a través de una oferta centralizada de cursos de
actualización personal de carácter voluntario, desvinculados de proyectos de
equipo o de centro, ajenos a la propia percepción del profesorado sobre las
prioridades, separados de la realidad del aula y de la empresa, al margen del clima
de exigencia laboral real en el que se desarrollan posteriormente dichas compe-
tencias.
Desde esta perspectiva, la formación permanente es percibida por el
profesorado como una actividad de garantía de mínimos, poco significativa en
relación con su práctica de trabajo y su carrera profesional, un trabajo añadido y un
reconocimiento expreso de obsolescencia en sus competencias profesionales.
Una especie de “piramide” a escalar puesta en frente, dificilmente reconocible
como parte integrante del desarrollo profesional y de las exigencias que alumnos
y empresas plantean al sistema. Probablemente, la mayor dificultad de este
modelo estribe en la transformación de los aprendizajes recibidos en conductas
profesionales, ya que estas dependen siempre de la cultura organizacional y de las
estructuras y métodos de gestión implantadas en los centros.
Tomás Valdés
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Conceptos inicialmente desarrollados en el Informe elaborado por el autor: “ Contribuciones al análisis de formulación
del Proyecto Joven ” en el marco de la investigación interinstitucional sobre gestión de programas sociales, auspiciada
por la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas ( CEPAL ) , el Programa de Naciones Unidas para
4 el Desarrollo ( PNUD ) y el Proyecto Joven ( Ministerio de Trabajo de la República Argentina).
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Tomás Valdés
3. EL OFICIO DE EDUCAR.
Educar es un oficio. No es una actividad complementaria o la parte menos
lucida de un determinado saber hacer. No consiste tanto en contar lo que se sabe,
como en promover la adquisición o construcción del conocimiento en otros, que no
son iguales entre si, ni saben lo mismo, ni sienten la misma urgencia por saber, ni
tienen la misma vocación y propósito de saber, ni le dan el mismo valor al
aprendizaje, ni son capaces de construir con la misma eficacia el significado social
del aprendizaje, ni la relación de este con aprendizajes previos.
Los profesionales de este oficio saben bien que la transferencia de
información no produce aprendizaje y que este se produce, cuando se produce,
como resultado de un complejo proceso en el que intervienen capacidades de los
alumnos, condicionadas en su desarrollo por elementos culturales, psicológicos y
sociales del entorno de relación del alumno.
Sin embargo parece que en los últimos tiempos, la dedicación a tareas de
enseñanza de profesionales de otros ámbitos, generalmente con mayor predica-
mento social que los educadores, ha reforzado la creencia social de que saber
mucho y exigir mucho necesariamente da como resultado que los alumnos
aprendan mucho. Probablemente sea esta una condición necesaria, con matices
asociados a la idea de “saber mucho”, pero resulta claramente insuficiente si no se
tiene en cuenta las formas en que aprende el “otro”, razón de ser del proceso de
enseñanza.
Como todos los oficios, educar tiene objetivos explícitos y un conjunto de
herramientas que le son propias. En el último siglo han sido desarrolladas
múltiples disciplinas científicas coadyuvantes a la función pedagógica: diseño
curricular, picopedagogía del aprendizaje, metodologías de enseñanza / aprendi-
zaje, sistemas de evaluación, metodologías para el tratamiento de la diversidad,
etc, herramientas todas en definitiva para una mejor programación, ejecución y
evaluación del ciclo didáctico. En este oficio, sin embargo, las actitudes ante el
desempeño profesional resultan tan importantes como las aptitudes y habilidades.
De entre estas desatacaría sin ninguna duda dos de vital importancia: el sentido
común y la capacidad para ponerse en el lugar del otro, del que aprende y
responder a sus necesidades: la empatía.
El sentido común de cualquier docente le ayuda a comprender que el
proceso de aprendizaje de cualquier ser humano es un proceso permanentemente
inacabado, por lo que resulta más eficaz desarrollar actitudes, capacidades y
herramientas para el automantenimiento del proceso de aprendizaje, que transferir
acríticamente la información “ normalizada “ en cada nivel del sistema.
La empatía profesional en el docente le permite mirar la vida desde el lugar
del otro, acercarse a los conceptos desde el lugar del otro para entender las
dificultades que plantean su comprensión y asimilación. El desarrollo de esta
capacidad ayuda al docente a comprender que la diferencia de actitudes y
comportamientos ante el aprendizaje tiene un origen psicosocial y a enfrentarse a
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esta diferencia de origen para posibilitar la integración socioeducativa de los
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