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16 de marzo, 2011
DE-E-133-11
Jueza
Gabriela Saborío Montero
Poder Judicial
San Ramón
Estimada Señora:
El género, la discapacidad, la condición etaria, el origen étnico y la condición socioeconómica, son factores que
afectan a las mujeres en mayor medida y que las hacen especialmente sensibles a situaciones de abuso y a la
transgresión de sus derechos sexuales y reproductivos. La protección judicial resulta fundamental para
sopesar esta múltiple vulnerabilidad a la discriminación y es por ello que nos despierta especial interés esta
causa por violación, ya que la desprotección a la víctima ha sido el común denominador de un proceso que
parece salvaguardar en mayor medida los derechos de agresor que los de la mujer, perpetuando la inequidad
en las relaciones de poder.
Llama poderosamente la atención el hecho de que en el marco de la Convención Sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (aprobada mediante Ley nº 8661 del 29 de setiembre de 2008), la cual tiene la
finalidad de “promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos
humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su
dignidad inherente”, se adopten decisiones que afecten y revictimicen de manera injustificada a una mujer
víctima de un grave delito sexual. Precisamente, la protección de la mujer con discapacidad es uno de los
Sedes Regionales
Limón: 2758-2037 – Naranjo: 2451-3418 – San Carlos: 2460-1606 – Santa Cruz: 2680-08 70
Turrialba: 2556-6304 – Puntarenas: 2663-3087 – Pérez Zeledón: 2771-4028 – Central: 2562-3170
Teléfonos: (506) 2562-3100 – Fax: (506) 2260-1985
Apartado 7-2170-1000, San José, Costa Rica
www.cnree.go.cr
derechos fundamentales tutelados en la Convención, la cual dedica un apartado específico a este colectivo,
señalando en su artículo 6º lo siguiente:
“1. Los Estados Partes reconocen que las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas
de discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en
igualdad de condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
2. Los Estados Partes tomarán todas las medidas pertinentes para asegurar el pleno desarrollo, adelanto y
potenciación de la mujer, con el propósito de garantizarle el ejercicio y goce de los derechos humanos y las
libertades fundamentales establecidos en la presente Convención.”.
Además, en el numeral XXIII de dichas directrices se establece que: “en los casos de abuso sexual de la
persona con discapacidad, el/a juez/a o la autoridad judicial que corresponda deberá remitirlo, a la mayor
brevedad posible al Programa de Atención a la Víctima con Discapacidad del Departamento de Trabajo Social y
Psicología del Poder Judicial, o en su defecto, debe considerar la posibilidad de que la persona con
discapacidad sea atendida por Profesionales de la Caja Costarricense de Seguro Social, con la asesoría del
Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial…”.
Resulta especialmente grave el hecho de que en la causa de mérito se eche de menos la coordinación con las
entidades referidas, las cuales poseen experiencia y formación en la atención de esta población, lo cual resulta
fundamental para que no se vulneren los derechos de las personas con discapacidad dentro de los procesos
judiciales.
Diferentes estudios advierten que por el silencio social que existe y los mitos y creencias acerca de las
personas con discapacidad, se tiende a pensar que las manifestaciones de violencia son formas correctas de
relacionarse con esta población y que las personas con discapacidad se sienten a gusto con ellas.
Precisamente, debido a estos mitos gran parte de las víctimas de violencia no reportan o denuncian las
situaciones que las afectan.
En este marco, es claro que las distintas formas de violencia que viven, generalmente son mucho más amplias,
serias, intensas y frecuentes de lo que suponemos, beneficiando todas ellas a quienes las discriminan, en tanto
éstas se establecen entre personas con desigual acceso al poder. Mientras esto ocurre, las víctimas desarrollan
baja autoestima y pérdida de la sensación de seguridad personal.
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Lo anterior ocurre con gran claridad en los casos de violencia sexual, donde se suma el hecho de que el tema
de la sexualidad sigue siendo un tema tabú en la sociedad y lo es aún mayor en las personas con discapacidad.
De manera que las falsas ideas sobre las personas con discapacidad y el ejercicio de su sexualidad, en
ocasiones son tomadas como argumento válido para generar una protección inferior a este grupo, lo que eleva
la impunidad y desprotección.
Por lo anterior, este Consejo rector estima necesario que se reconsideren las decisiones adoptadas frente a tan
lamentable hecho. Ello, por cuanto la presunta víctima, en su condición de vulnerabilidad múltiple, se enfrenta
a la desprotección estatal; situación a la que se suman otros factores revictimizantes, como la cercanía del
domicilio del aparente ofensor con el de la víctima, posibles actuaciones del primero, que al parecer están
interfiriendo en el sano desenvolvimiento de la afectada y más aún, las restricciones en la participación que
ella hoy enfrenta, producto de un entorno cada vez más amenazante y excluyente.
Como ente rector en discapacidad y ante la clara violación de los Derechos Humanos inherentes de la afectada,
nuestra institución no escatimará en establecer las alianzas estratégicas que sean necesarias para lograr la
protección de la presunta víctima y procurar que se respete el derecho fundamental a la justicia, en ésta y
otras situaciones que vulneren los derechos de la población a la que nos debemos.
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