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El Uruguay vive un momento económico excepcional, caracterizado por los altos precios
de los principales productos de raíz agropecuaria que coloca en los mercados
internacionales. Se generan a borbotones ganancias extraordinarias y se valorizan tierras y
ganados.
El sistema capitalista presenta hoy una paradoja aparente: crecen las áreas subordinadas,
dependientes y se produce un escaso o nulo crecimiento en las áreas dominantes. Las
fuertes contradicciones y fenómenos especulativos en esas áreas son escasamente
analizados.
Estamos en un Uruguay complejo y contradictorio. Por una parte, un sector vive una gran
explosión de consumo. Por otra parte, aparecen signos inquietantes de endeudamiento
personal y de las familias. Algunos acumulan y lo hacen ver. Otros todavía están entre los
rezagados, con serios problemas en su alimentación.
Somos parte de este pueblo, sentimos lo mismo que él. Pero al utilizar un método de
investigación de la realidad muy especial, el método dialéctico, vivimos este momento con
profunda y honesta contradictoriedad. Este método “crítico y revolucionario por esencia,
enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de
perecedero y sin dejarse intimidar por nada.” (Marx, El Capital, Tomo I, p. XXIV, Fondo
de Cultura Económica, México, 1971)
Por eso no podemos dejar de ver el Uruguay inserto en el seno de relaciones sociales de
producción más complejas y contradictorias que las del solo país. Lo analizamos en su
profunda conexión con las economías regionales y mundiales. De aquí esa posición que
alertó tempranamente acerca del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y
que hoy continua alertando sobre una excesiva dependencia del país de ciertos productos
primarios de exportación, por más que ellos sean producidos hoy con mayor incorporación
de ciencia y tecnología, en su mayoría importados.
Pocos avizoran una potencial crisis de estructura. Menos se preguntan si seguimos siendo o
no un país monoproductor de unos pocos productos agropecuarios, materias primas o
commodities, insertos en la tercera división internacional del trabajo, la negación de la
negación.
Tampoco hay muchas preguntas acerca del carácter de nuestra reproducción. La forma
superior de gran industria, el Sector I y particularmente la producción de capital fijo, queda
fuera de fronteras. La Declaración Programática de nuestro PCU decía "...y la falta casi
total de industria pesada, determinan la debilidad e inestabilidad del conjunto de la industria
nacional."
Las ramas industriales más dinámicas, las de mayor crecimiento relativo, de reinversión, de
transformación técnica permanente y de aplicación de formas superiores de la revolución
científico-técnica permanecen fuera de fronteras.
Esas empresas cada vez toman mayor participación en las exportaciones de Uruguay.
Pasaron de menos del 35% del total a principios de la década de 2000 a casi 50% entre
2008 y 2009. Al igual que la estructura general de las exportaciones uruguayas, las materias
primas son la base de las ventas realizadas por ese tipo de empresas (casi 60% de los
“productos primarios agrícolas”).
Nadie duda que esa penetración de capital extranjero acelera el desarrollo del capitalismo.
Más difícil es encontrar algún pensamiento crítico que observe las deformaciones que esas
inversiones provocan. En primer término, la succión de plusvalía hacia fuera de fronteras,
sustrayéndola a la acumulación interna y a la reproducción ampliada. En segundo lugar,
una parte de esos capitales llega en forma de fábricas enteras, íntegras, y empujan desde el
inicio de la aparición de la gran industria en el país, a la ausencia de la rama más dinámica
del capitalismo: la producción de medios de producción, especialmente, máquinas. En
tercer lugar, se da también el fenómeno exactamente inverso, la compra de fábricas ya en
marcha. En cuarto lugar, los problemas ecológicos que todo exceso provoca (sojización,
forestación).
Igualmente, a través de la deuda pública, los acreedores extranjeros (privados o públicos,
incluyendo organismos multilaterales) incrementan el proceso de crecimiento de la
propiedad externa sobre los medios de producción que operan localmente. Y esto es así
porque el endeudamiento externo es una forma de propiedad externa (indirecta) sobre los
medios de producción, en la medida que es el derecho a una parte de la plusvalía global que
generan los trabajadores uruguayos.
Como sabemos, las cuatro relaciones sociales de producción antes analizadas (y el grado de
desarrollo de las fuerzas productivas) componen la base económica de la sociedad
uruguaya, la estructura de nuestra sociedad.
El avance en las cuatro relaciones de producción reseñadas impacta sobre las relaciones de
distribución de lo producido.
Los comunistas no ponemos la carreta delante de los bueyes. Sabemos que “la distribución
de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las
propias condiciones de producción… Distribuidos de este modo los elementos de
producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural.”
(C. Marx-F. Engels, Crítica del Programa de Gotha, Obras Escogidas, Editorial Progreso,
Moscú, 1969, p. 342.)
Entonces, la apropiación por parte del 20% de mayores ingresos de la población, de casi el
50% del Producto Bruto Interno, refleja fundamentalmente su papel en el mundo de la
producción, más concretamente su propiedad del grueso de los medios de producción.
Respondiendo a esta pregunta que nos hizo el Presidente, decimos que es un proceso
complejo donde todos los elementos interactúan:
En primer lugar, utilizando el poder del Estado para afectar las relaciones sociales de
producción señaladas más arriba, propiciando a la vez un país productivo de nuevo tipo,
con producciones de alto y medio contenido tecnológico; se trata de avanzar hacia la gran
industria y su forma superior, el sector I y particularmente la producción de capital fijo. Se
descuenta que esto implica una nueva forma de inserción en la división internacional del
trabajo y la mejora continua en la calidad de los puestos de trabajo.
En segundo lugar, creando empresas estatales en las principales cadenas productivas del
país, las que actuarán como entes testigos y propiciarán la soberanía alimentaria y la
correcta alimentación de nuestra población.
En cuarto lugar, asegurando en los puestos de mando del aparato productivo estatal la
mayor participación de los trabajadores.
En séptimo lugar, utilizando las políticas fiscales para recaudar más donde más riqueza se
concentra y aliviando a los sectores empobrecidos y de capas medias.
Implementación de los puntos del programa del FA que implican la presencia del Estado en
las actividades de los frigoríficos y de la pesca. Se puede implementar una forma de
propiedad y de gestión similar a la de CONAPROLE.
Existen 32.000 productores agropecuarios familiares que precisan tierras para mejorar su
productividad y permanecer en el campo. El compromiso electoral del FA es entregarles
250.000 hás en el quinquenio. Es imprescindible concretarlo, ya que estos productores son
el principal actor para detener la concentración y la extranjerización de la tierra.
Detracciones
Al 17 de enero de 2011 las reservas eran de U$S 7.575 millones, de los cuales U$S 5.189
millones pertenecen al Banco Central del Uruguay, o sea, son de libre disponibilidad.
La negativa a usar una pequeña parte para obras de infraestructura y el Plan Juntos ha sido
cerrada; sin embargo, se echa mano a las reservas para cancelar deuda “con una prima
significativa de entre 1 a 1.4%” por un monto de U$S 1.050 millones. La comisión será de
0.15%.
Nivel óptimo de las reservas internacionales: aproximadamente U$S 3.170 millones.