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Sobre la distribución de la riqueza y el ingreso

Aportes del Partido Comunista de Uruguay al intercambio convocado por el


Presidente José Mujica

El Uruguay vive un momento económico excepcional, caracterizado por los altos precios
de los principales productos de raíz agropecuaria que coloca en los mercados
internacionales. Se generan a borbotones ganancias extraordinarias y se valorizan tierras y
ganados.

Igualmente, asistimos a un importante desarrollo de las fuerzas productivas en el campo, al


ensanchamiento de las relaciones capitalistas de producción, quizás sólo comparable a la
época del alambramiento de los campos en el siglo XIX.

Nuestro país no existe aislado, abstractamente; sólo es posible comprenderlo en su relación


con el sistema mundial del capitalismo, en su conexión histórico-social.

El sistema capitalista presenta hoy una paradoja aparente: crecen las áreas subordinadas,
dependientes y se produce un escaso o nulo crecimiento en las áreas dominantes. Las
fuertes contradicciones y fenómenos especulativos en esas áreas son escasamente
analizados.

Estamos en un Uruguay complejo y contradictorio. Por una parte, un sector vive una gran
explosión de consumo. Por otra parte, aparecen signos inquietantes de endeudamiento
personal y de las familias. Algunos acumulan y lo hacen ver. Otros todavía están entre los
rezagados, con serios problemas en su alimentación.

Somos parte de este pueblo, sentimos lo mismo que él. Pero al utilizar un método de
investigación de la realidad muy especial, el método dialéctico, vivimos este momento con
profunda y honesta contradictoriedad. Este método “crítico y revolucionario por esencia,
enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de
perecedero y sin dejarse intimidar por nada.” (Marx, El Capital, Tomo I, p. XXIV, Fondo
de Cultura Económica, México, 1971)

Por eso no podemos dejar de ver el Uruguay inserto en el seno de relaciones sociales de
producción más complejas y contradictorias que las del solo país. Lo analizamos en su
profunda conexión con las economías regionales y mundiales. De aquí esa posición que
alertó tempranamente acerca del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y
que hoy continua alertando sobre una excesiva dependencia del país de ciertos productos
primarios de exportación, por más que ellos sean producidos hoy con mayor incorporación
de ciencia y tecnología, en su mayoría importados.

La economía del sistema mundial del capitalismo esta afectada de profundas


contradicciones objetivas (estructurales y coyunturales), para nosotros irresolubles en su
marco, sin posibilidades de reforma alguna, por ser inmanentes al capitalismo. Esto no es
científicamente impuesto por nuestro punto de vista.

Pocos avizoran una potencial crisis de estructura. Menos se preguntan si seguimos siendo o
no un país monoproductor de unos pocos productos agropecuarios, materias primas o
commodities, insertos en la tercera división internacional del trabajo, la negación de la
negación.

Tampoco hay muchas preguntas acerca del carácter de nuestra reproducción. La forma
superior de gran industria, el Sector I y particularmente la producción de capital fijo, queda
fuera de fronteras. La Declaración Programática de nuestro PCU decía "...y la falta casi
total de industria pesada, determinan la debilidad e inestabilidad del conjunto de la industria
nacional."

Las ramas industriales más dinámicas, las de mayor crecimiento relativo, de reinversión, de
transformación técnica permanente y de aplicación de formas superiores de la revolución
científico-técnica permanecen fuera de fronteras.

Observando las principales relaciones sociales de producción que caracterizan a la base de


la sociedad uruguaya, vemos que se incrementa la propiedad extranjera sobre los medios de
producción y de cambio que operan dentro del país. Según datos de la Oficina de
Planeamiento y Presupuesto, la inversión extranjera directa ya instalada en el país llegó a
representar el 29% del PBI en promedio para los años 2008 y 2009, unos U$S 9.145
millones acumulados.

Esas empresas cada vez toman mayor participación en las exportaciones de Uruguay.
Pasaron de menos del 35% del total a principios de la década de 2000 a casi 50% entre
2008 y 2009. Al igual que la estructura general de las exportaciones uruguayas, las materias
primas son la base de las ventas realizadas por ese tipo de empresas (casi 60% de los
“productos primarios agrícolas”).

Nadie duda que esa penetración de capital extranjero acelera el desarrollo del capitalismo.
Más difícil es encontrar algún pensamiento crítico que observe las deformaciones que esas
inversiones provocan. En primer término, la succión de plusvalía hacia fuera de fronteras,
sustrayéndola a la acumulación interna y a la reproducción ampliada. En segundo lugar,
una parte de esos capitales llega en forma de fábricas enteras, íntegras, y empujan desde el
inicio de la aparición de la gran industria en el país, a la ausencia de la rama más dinámica
del capitalismo: la producción de medios de producción, especialmente, máquinas. En
tercer lugar, se da también el fenómeno exactamente inverso, la compra de fábricas ya en
marcha. En cuarto lugar, los problemas ecológicos que todo exceso provoca (sojización,
forestación).
Igualmente, a través de la deuda pública, los acreedores extranjeros (privados o públicos,
incluyendo organismos multilaterales) incrementan el proceso de crecimiento de la
propiedad externa sobre los medios de producción que operan localmente. Y esto es así
porque el endeudamiento externo es una forma de propiedad externa (indirecta) sobre los
medios de producción, en la medida que es el derecho a una parte de la plusvalía global que
generan los trabajadores uruguayos.

Otra característica es la permanencia de la propiedad monopólica sobre la tierra, propiedad


monopólica que cambia ahora su titular. Crecientemente deja de serlo el latifundista criollo
para ser sustituido por inversores extranjeros, grandes empresas transnacionales en muchos
casos. Se canalizan así hacia afuera no sólo las ganancias del capital, sino también las
rentas de la tierra.

Desde que nace el capitalismo se caracteriza por procesos de concentración y centralización


de la propiedad de los medios de producción y de cambio. Uruguay vive intensamente esos
procesos de concentración y centralización. Ello se observa en la industria, en el sector
agropecuario, en la banca, en el comercio exterior, en el comercio interior y en la
conformación de grupos económicos en las principales cadenas productivas, grupos que
controlan mercados estratégicos y subordinan así a numerosos capitalistas menores y
productores no capitalistas.

Como sabemos, las cuatro relaciones sociales de producción antes analizadas (y el grado de
desarrollo de las fuerzas productivas) componen la base económica de la sociedad
uruguaya, la estructura de nuestra sociedad.

Las relaciones sociales de producción (primarias, secundarias, terciarias, etc.) provocan en


su libre desenvolvimiento un desarrollo deforme de las fuerzas productivas, acentuándose
la dependencia tecnológica y la vulnerabilidad del país.

El avance en las cuatro relaciones de producción reseñadas impacta sobre las relaciones de
distribución de lo producido.

Los comunistas no ponemos la carreta delante de los bueyes. Sabemos que “la distribución
de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las
propias condiciones de producción… Distribuidos de este modo los elementos de
producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural.”
(C. Marx-F. Engels, Crítica del Programa de Gotha, Obras Escogidas, Editorial Progreso,
Moscú, 1969, p. 342.)

Y agrega en los Grundrisse (Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la


economía política 1857-1858, T. 1, Siglo XXI, Argentina, 1972, p. 15.). : "La organización
de la distribución esta totalmente determinada por la organización de la producción." Entre
el productor y los productos se interpone la distribución, que determina, mediante leyes
sociales, la parte que le corresponde del mundo de los productos, interponiéndose por tanto
entre la producción y el consumo.

“…Las condiciones de distribución vigentes no son sino un aspecto distinto de las


condiciones de producción imperantes.” (Marx, Historia Crítica de la Plusvalía, Tomo III,
Fondo de Cultura Económica, México, 1945, p. 49)

Entonces, la apropiación por parte del 20% de mayores ingresos de la población, de casi el
50% del Producto Bruto Interno, refleja fundamentalmente su papel en el mundo de la
producción, más concretamente su propiedad del grueso de los medios de producción.

La concentración en la propiedad de los medios fundamentales de producción tiene su


correlato en la concentración en la distribución de la riqueza y el ingreso. No compartimos
considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción.

¿Cómo influir, entonces, sobre la distribución de la riqueza y el ingreso, tan desigualmente


distribuidos en el capitalismo?

Respondiendo a esta pregunta que nos hizo el Presidente, decimos que es un proceso
complejo donde todos los elementos interactúan:

En primer lugar, utilizando el poder del Estado para afectar las relaciones sociales de
producción señaladas más arriba, propiciando a la vez un país productivo de nuevo tipo,
con producciones de alto y medio contenido tecnológico; se trata de avanzar hacia la gran
industria y su forma superior, el sector I y particularmente la producción de capital fijo. Se
descuenta que esto implica una nueva forma de inserción en la división internacional del
trabajo y la mejora continua en la calidad de los puestos de trabajo.

En segundo lugar, creando empresas estatales en las principales cadenas productivas del
país, las que actuarán como entes testigos y propiciarán la soberanía alimentaria y la
correcta alimentación de nuestra población.

En tercer lugar, apoyando a las pequeñas y medianas empresas (agropecuarias, industriales,


comerciales, de servicios), así como a las cooperativas y empresas gestionadas por los
trabajadores.

En cuarto lugar, asegurando en los puestos de mando del aparato productivo estatal la
mayor participación de los trabajadores.

En quinto lugar, estableciendo políticas macroeconómicas que aseguren el desarrollo del


mercado interno ampliado conjuntamente con las políticas de estímulo a la exportación.
Ello significa pautas estatales superiores para salarios y pasividades, mejorando la
distribución del ingreso, una parte de la distribución de la riqueza.

En sexto lugar, continuando con el desarrollo de políticas sociales que permitan


transferencias hacia los sectores empobrecidos e indigentes.

En séptimo lugar, utilizando las políticas fiscales para recaudar más donde más riqueza se
concentra y aliviando a los sectores empobrecidos y de capas medias.

En octavo lugar, impulsando las capacidades culturales generales y particulares de nuestra


población. Aquí va incluida la educación, pero entendida no en el sentido común de la
palabra, sino como conjunto de las condiciones de existencia de un individuo.

Medidas concretas sobre la riqueza y el ingreso para mejorar su


distribución

Propuestas inmediatas para discutir con la compañeros del FA y gobierno

En Uruguay tuvimos un proyecto primario exportador y de dominación oligárquica que era


la expresión de un bloque histórico, económico, social y político. Luego emergió otro
bloque dominante que le otorgó sentido al proceso de industrialización sustitutiva de
importaciones, hasta el advenimiento del orden neoliberal, muy lastimado luego de la crisis
del 2002, pero que todavía mantiene sus cimientos.
Para nosotros, sigue tratándose de superar los problemas estructurales que nuestra sociedad
arrastra desde sus orígenes. No es cuestión solamente del crecimiento económico en sí
mismo, sino de su composición estructural y de su orientación. La discusión pendiente es
relativa a que se debe producir y para quién; cómo se realiza el proceso de producción y
como se distribuye la riqueza socialmente generada.
No concebimos un gobierno del FA que persevere en las claves del orden económico
tradicional, orden que favorece a una cúpula cada vez más concentrada y extranjerizada.
Esto también afecta las relaciones democráticas esenciales, como lo hizo en todas partes
donde las “libres fuerzas del mercado” actuaron a sus anchas.
Para alterar realmente esta estructura económica y social, no alcanza con críticas éticas, que
apelen a la generosidad de los poderosos para una distribución paliativa del ingreso.
Tampoco con políticas compensatorias favorecidas por el superávit fiscal primario. Es
necesario el fortalecimiento de los sujetos colectivos organizados que sustentamos otro
modelo productivo, otro modelo económico, con una ecuación de distribución de la riqueza
y el ingreso que resuelva necesidades sociales mayoritarias insatisfechas.
La riqueza generada por los trabajadores uruguayos es muy elevada. Existe capacidad de
acumulación (ahorro) a escala nacional para concretar un proyecto de país productivo con
justicia social y mayor involucramiento de las grandes mayorías.

Creación de un frigorífico y un complejo pesquero

Implementación de los puntos del programa del FA que implican la presencia del Estado en
las actividades de los frigoríficos y de la pesca. Se puede implementar una forma de
propiedad y de gestión similar a la de CONAPROLE.

En el frigorífico, la dirección de la empresa estaría integrada por representantes del Estado,


del PIT – CNT y de la Comisión Nacional de Fomento Rural. Se aseguraría un precio
adecuado al productor y el precio al consumo se podría subsidiar. Sería necesario repetir
una de las claves del éxito de CONAPROLE; el monopolio del abastecimiento a
Montevideo.

En la pesca, la empresa debería contar con un barco y una planta procesadora. En la


dirección estaría representado el Estado, el PIT – CNT y los pescadores artesanales.

Entrega de tierra a los productores agropecuarios familiares

Existen 32.000 productores agropecuarios familiares que precisan tierras para mejorar su
productividad y permanecer en el campo. El compromiso electoral del FA es entregarles
250.000 hás en el quinquenio. Es imprescindible concretarlo, ya que estos productores son
el principal actor para detener la concentración y la extranjerización de la tierra.

Detracciones

Las detracciones contribuyen a: a) recaudar más gravando los altos ingresos


extraordinarios lo que permite aumentar el gasto público y/o reducir otros impuestos; b)
bajar los precios los bienes de consumo y mejorar el poder de compra de alimentos de los
sectores populares; c) reestructurar la producción estimulando la actividad agropecuaria no
gravada como la lechería, la agroindustria mediante la provisión de materias primas más
baratas y el desarrollo de la producción familiar creando un Fondo de Apoyo con parte de
estos recursos; d) desestimular la extranjerización y la concentración de la tierra. Habría un
gran perjudicado: los dueños de la tierra. Cuanta más tierra tengan, peor.
Aportes tributarios del sector agropecuario
En el año 2010 el aporte total por concepto de propiedad de la tierra, renta e indirectos fue
de de apenas U$S 228 millones. Esto significa entre un 6-7% del PBI del sector. (A.
Tambler, La reforma tributaria en el agro en el primer ejercicio de implementación,
Anuario 2009, OPYPA).

Eliminación de parte de los incentivos a la Inversión Extranjera Directa (expresada en


exenciones y devolución de impuestos)

Entre el 1-1-2008 y el 31-7-2010 el subsidio implicó U$S 1.330 millones de pérdida de


recaudación equivalente, sólo para conseguir que el 28% de los proyectos de inversión que
recibieron el beneficio se hicieran como consecuencia del mismo, según los datos de una
encuesta realizada en el marco del proyecto “Apoyo a la inversión privada”.
Por año se subsidiaron U$S 515 millones; el 72% de esa cantidad es U$S 370 millones de
impuestos no cobrados o de renuncia fiscal –aproximadamente el 1% del PBI del 2010-
volcados a promover inversiones que de todos modos se habrían realizado Poniendo
término a esto se genera un espacio fiscal adicional equivalente al 1% del PBI.
En los nueve primeros meses del 2010 entraron como IED U$S 1.263 millones.
Uso de parte de las reservas internacionales

Al 17 de enero de 2011 las reservas eran de U$S 7.575 millones, de los cuales U$S 5.189
millones pertenecen al Banco Central del Uruguay, o sea, son de libre disponibilidad.
La negativa a usar una pequeña parte para obras de infraestructura y el Plan Juntos ha sido
cerrada; sin embargo, se echa mano a las reservas para cancelar deuda “con una prima
significativa de entre 1 a 1.4%” por un monto de U$S 1.050 millones. La comisión será de
0.15%.
Nivel óptimo de las reservas internacionales: aproximadamente U$S 3.170 millones.

Transformaciones del sistema impositivo

Aumento de los impuestos al capital. Incremento del Impuesto a las Actividades


Económicas (IRAE); establecimiento de un impuesto a la entrada y salida de capital
especulativo como en Brasil; aplicación de detracciones a algunas exportaciones primarias
como la soja el ganado en pie, los cueros sin procesar y la lana sucia; impuesto al uso del
cheque como cobran Argentina y Brasil; impuesto al patrimonio)
Incremento de las asignaciones familiares a las familias de menores ingresos o devolución
del IVA a las familias en situación de pobreza.

Recursos provenientes del superior crecimiento de la economía en relación al


proyectado inicialmente

Se proyecto un 6.5% de crecimiento del PBI y se estaría llegando finalmente al 8.8% en el


2010.

Impulso a la integración y utilización de recursos provenientes de:

Fondo Bolívar Artigas


Banco del Sur

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