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-Martín Cepeda
-Matías Salgado
-Sebastián Saltarini
Antecedentes
La Guerra Civil China, que duró desde abril de 1927 hasta mayo de 1950, fue el conflicto
que tuvo lugar en China entre el Kuomintang (Nacionalistas Chinos; KMT) y el Partido
Comunista de China. Se inició en 1927 después de la Expedición del Norte, cuando la
facción derechista del KMT, dirigida por Chiang Kai-shek, depuró a los comunistas de la
alianza formada entre el KMT y el Partido Comunista.
La guerra acabó en 1950 con un empate, quedando finalmente bajo control de los
comunistas la China continental, donde se proclamó la República Popular China, mientras
los nacionalistas mantuvieron el control sobre algunos territorios de Taiwán.
Sun Yat-sen, líder del KMT, buscó el auxilio de las potencias extranjeras para vencer a los
señores de la guerra que tenían el control del norte de China por la caída de la dinastía
Qing. Las democracias occidentales ignoraron los esfuerzos del líder nacionalista. Sin
embargo, en 1921, Sun Yat-sen recurrió a la Unión Soviética. Los líderes soviéticos
apoyaban al KMT de Sun Yat-sen al mismo tiempo que al recién fundado Partido
Comunista de China. Los soviéticos esperaban la consolidación de los comunistas pero
estaban preparados para la victoria de cualquiera de los dos bandos. De este modo se inició
la lucha por el poder entre los nacionalistas y los comunistas.
Sólo unos meses después de la repentina muerte de Sun, Chiang Kai-shek, en su calidad de
comandante en jefe del Ejército Nacional Revolucionario, inició la Expedición del Norte
que llevaba tiempo postergada. Era una acción en contra de los señores de la guerra y
pretendía la unificación de China bajo el mando del KMT.
Aunque estos señores de la guerra poseían grandes ejércitos y territorios, tendían a hacer
alianzas y guerras entre sí de forma constante, debilitándose e impidiendo amenazar de
forma conjunta el gobierno del KMT, pero debilitaban el poder chino ante la agresión
japonesa. Por lo que se consideraba necesario derrotarlos para poder hacer frente al
expansionismo japonés.
Sin embargo, los mayores problemas para el poder de Chiang Kai-shek, eran los de dentro
de su partido, y ya en 1926 el KMT estaba dividido en grupos de derecha y de izquierda,
mientras que la presencia comunista interna también crecía. En marzo de 1926, tras frustrar
un intento de secuestro, Chiang Kai-shek despidió a sus consultores soviéticos, impuso
restricciones a la participación de los miembros del Partido Comunista en la dirección, y
ascendió como líder absoluto del KMT. La Unión Soviética, que aún deseaba evitar una
ruptura entre Chiang y el Partido Comunista, ordenó que los comunistas facilitaran la
Expedición del Norte mediante actividades clandestinas. La expedición finalmente fue
iniciada por Chiang en Cantón en julio de 1926 y duró hasta 1928, donde participaron más
de 250.000 soldados nacionalistas.
A principios de 1927, la rivalidad entre el KMT y el Partido Comunista dio lugar a una
ruptura en las filas revolucionarias. El Partido Comunista y la facción izquierdista del KMT
habían decidido el traslado de la sede del Gobierno nacionalista de Cantón a Wuhan. Pero
Chiang, cuya Expedición del Norte estaba resultando un éxito, dispuso sus fuerzas con
objeto de destruir la sede del Partido Comunista en Shanghái. Chiang, con la ayuda de los
bajos fondos de Shanghái, bajo la excusa que las actividades comunistas eran social y
económicamente corruptas, tomó por sorpresa a los comunistas en Shanghái, arrestando y
ejecutando a cientos de ellos el 12 de abril de 1927. La purga profundizó la ruptura entre
Chiang y el gobierno de Wuhan de Wang Jingwei, destruyendo asimismo las bases urbanas
del Partido Comunista. Chiang, expulsado del KMT por estos acontecimientos, creó un
gobierno rival en Nankín. En ese momento China contaba con tres capitales: el régimen de
los señores de la guerra reconocido internacionalmente y establecido en Pekín; los
comunistas y los izquierdistas del KMT en Wuhan; y el régimen cívico-militar de derecha
en Nankín, que seguiría siendo la capital nacionalista durante la década siguiente.
El KMT retomó la campaña contra los señores de la guerra y capturó Pekín (que fue
bautizada con el nombre de Beijing) en junio de 1928, a raíz de lo cual la mayor parte del
este de China quedó bajo dominio de Chiang y el Gobierno de Nankín pasó a ser
reconocido internacionalmente como único gobierno legítimo de China. Los nacionalistas
anunciaron que habían alcanzado la primera fase de las tres previstas por la doctrina de Sun
Yat-sen para la revolución: unificación militar, tutela política y finalmente democracia
constitucional. Bajo la dirección del KMT China se preparaba para iniciar la segunda fase.
Sin embargo el KMT tuvo que esperar hasta 1930, durante la Guerra de las Grandes
Planicies que con un ejército de 600.000 nacionalistas pudieron someter a los señores de la
guerra, que juntos movilizaron 800.000 hombres, la guerra duró entre mayo y noviembre de
ese año y costó la vida de 300.000 combatientes. Tras ella el norte y centro de China
pasaron a control nacionalista. Otros señores de la guerra serían derrotados por la invasión
japonesa de Manchuria al año siguiente.
Campañas anticomunistas (1927 - 1937)
Chiang Kai-shek, tras abortar un golpe para derrocar a Mao, dedicó sus esfuerzos a
deshacer los restantes focos de actividad comunista. Se lanzó ofensivas contra los
comunistas en Hubei, Shanxi, Gansu, Henan, Anhui y Honghu.
Pero cuando se quiso acabar con el núcleo o soviet de Jiangxi, donde se hallaban las
principales fuerzas comunistas lideradas por Mao Zedong y el comandante en jefe del
Ejército Rojo, Zhu De, fracasó. La primera ofensiva de 100.000 soldados, al mando de
Chiang Kai-shek y sus representantes, entre 1930 y 1931 contra 40,000 comunistas, fue
rechazada con 15.000 bajas; la segunda de abril y mayo de 1931 con 200.000 soldados, al
mando de Chiang Kai-shek y su lugarteniente He Yingqin, contra 30,000 comunistas,
fracasó a un costó de 30.000 bajas; la tercera se inició en julio del mismo año y duró dos
meses, contó con 300.000 soldados, al mando de Chiang Kai-shek y otros cercanos a él,
contra 30,000 comunistas, pero se abortó. La cuarta campaña (1932-1933) contó con
500.000 tropas, al mando de Chiang Kai-shek y sus lugartenientes He Yingqin, Chen
Cheng y Cai Tingkai, contra 70,000 comunistas, empezó con algunas victorias pero las
tropas de Chiang salieron muy mal paradas al tratar de internarse en el corazón de la
República Soviética de China de Mao, perdiendo 30.000 hombres. Por último a finales de
1933 Chiang lanzó una quinta campaña orquestada por sus consultores alemanes que
implicó el cerco sistemático de la región soviética de Jiangxi mediante bases fortificadas.
Los nacionalistas movilizaron más de un millón de soldados para no repetir los anteriores
errores al subestimar al enemigo. Ya en el otoño de 1934 los comunistas, con 130.000
hombres, se enfrentaron a la posibilidad real de ser completamente derrotados.
En octubre de 1934 los comunistas decidieron llevar a cabo una gran retirada con 86.000
hombres hacia el oeste para escapar de las fuerzas del KMT que los perseguían. Está
retirada, que terminó cuando los comunistas alcanzaron, con solo 8.000 hombres, al pueblo
de Yan'an, centro del Soviet de Bao'an en Shaanxi, otro enclave comunista, se prolongó
durante un año y 6.000 kilómetros, siendo conocida posteriormente como la Larga Marcha.
Fue durante este episodio que cuando Mao Zedong adquiere relieve finalmente como
máximo líder comunista en la Reunión de Zunyi, una de las paradas de esta marcha. En su
retirada, el ejército comunista confiscó propiedades y armas de los señores y terratenientes
locales, reclutando además a campesinos y pobres, consolidando así su atractivo entre el
pueblo.
Las fuerzas comunistas que quedaron de retaguardia en el soviet de Jiangxi (unos 28.000
hombres), fueron masacradas por los nacionalistas cuando el 10 de noviembre entraron a
Ruijin.
Poco después de la llegada del Primer Ejército Rojo a Shaanxi, llegaron otras fuerzas
comunistas de otras partes de China; el Segundo Ejército Rojo, al mando del comandante
He Long y de su lugarteniente Xiao Ke, y el Cuarto Ejército Rojo, al mando del
comandante Zhang Guotao.
Durante la invasión y ocupación de Manchuria por los japoneses, Chiang Kai-shek se negó
a aliarse con los comunistas para combatir a los nipones ya que consideraba a los primeros
una amenaza de mayor envergadura.
La guerra abierta se declaró el 7 de julio de 1937, tras el incidente del Puente de Marco
Polo, cuando tropas japonesas estacionadas en Manchuria se enfrentaron al Ejército
Nacional Revolucionario de la República de China en las cercanías del Puente de Marco
Polo, unos veinte kilómetros al oeste de Beijing.
Sin embargo la alianza fue tan solo superficial. La colaboración y la coordinación genuinas
entre el KMT y el Partido Comunista se mantuvieron mínimas durante toda la Segunda
Guerra Mundial. Los soviéticos seguían buscando la obtención de ventajas territoriales en
la China Libre. La situación llegó a un punto, a finales de 1940 y principios de 1941, en que
tuvieron lugar choques de considerable importancia entre las fuerzas comunistas y las del
KMT. En diciembre de 1940, Chiang Kai-shek exigió la retirada del ejército comunista de
las provincias de Anhui y Jiangsu. Los mandos de dicho ejército se plegaron a la retirada
exigida por el KMT pero sufrieron la emboscada de fuerzas nacionalistas que les
produjeron una derrota en enero de 1941. Este choque, conocido como el incidente del
Nuevo Cuarto Ejército, debilitó la posición del Partido Comunista en China central y puso
fin a cualquier posible cooperación entre ambos bandos, que ya se apresuraban por tomar
posiciones de cara a una guerra civil inevitable.
El general George Marshall llegó a China, tomando parte en las negociaciones para un cese
de las hostilidades entre el KMT y el Partido Comunista, según cuyos términos se formaría
un gobierno de coalición que daría cabida a todas las facciones políticas/militares de China.
Ni los comunistas ni los enviados de Chiang Kai-shek estaban dispuestos a transigir en
ciertos aspectos fundamentales ni a renunciar a los territorios adquiridos a raíz de la
rendición japonesa. La tregua fracasó en la primavera de 1946 y, aunque las conversaciones
siguieron adelante, Marshall recibió orden de retirarse en enero de 1947.
Con el fracaso de las conversaciones de paz se volvió a un estado de guerra a gran escala.
Los comunistas llamaron a esta etapa Guerra de Liberación y sus antiguos aliados se
unieron y pasaron a llamarse desde 1946, Ejército Popular de Liberación. Pese a que la
ayuda de los soviéticos a los comunistas fue insignificante, los Estados Unidos socorrieron
a los nacionalistas con excedentes de sus suministros militares por valor de centenares de
millones de dólares y con el préstamo generoso de cientos de millones en equipo militar.
Proclamación de la República Popular China (01/10/1949).
En marzo de 1947, el KMT, realizó una victoria simbólica al tomar Yan'an, la capital
comunista. Después de soportar numerosos reveses en sus operaciones en Manchuria,
especialmente en lo que se refiere a la toma de las principales ciudades, el mayor reto fue
Liaoshen, que entre septiembre y noviembre los comunistas tomaron con 700.000 soldados
y 300.000 guerrilleros del Ejército de Campesinos del Norte y Noreste al mando del
comandante Lin Biao y de sus lugartenientes Luo Ronghuan y de Liu Yalou. De los
550.000 soldados nacionalistas al mando de Chiang Kai-shek y sus ayudantes solo 78.000
consiguieron escapar hacia el sur. Tras la victoria, los comunistas se hicieron del control de
la región para pasar a concentrarse en la guerra que se libraba en el sur de la Gran Muralla.
Tras apoderase de Manchuria con la finalización del sitio de Changchun (que llevó 6 meses
de duración y la muerte 300.000 de civiles), los comunistas lanzaron una ofensiva entre
fines de 1948 e inicios de 1949 para tomar la capital, Beijing. Un millón de soldados
comunistas del Ejército de Campesinos del Norte y Noreste al mando de Lin Biao y su
lugarteniete Luo Ronghuan arrollan a los nacionalistas del general Fu Zuoyi que apenas
sumaban quinientos mil hombres. Tras la batalla los nacionalistas retroceden al sur del Río
Amarillo.
En enero de 1949, Beijing fue tomada por los comunistas sin disparar un tiro y se le
devolvió su antiguo nombre Pekín.
Entre abril y noviembre las principales ciudades cambiaron de manos a favor del Partido
Comunista sin apenas oponer resistencia. En la mayoría de los casos las zonas agrarias que
circundaban las ciudades llevaban ya tiempo bajo control comunista.
En el oeste de Pekín y tras la ocupación de esta, el comandante Peng Dehuai dirigió las
tropas comunistas que ocuparon las provincias de Shaanxi, Gansu, Ningxia y Qinghai.
En abril, el Ejército Popular de Liberación cruza el río Yangtsé y ocupa Nankin. En mayo
Shanghái cae en poder de los comunistas y en octubre cae también Cantón. Tras la toma de
esta última ciudad, el Ejército Popular de Liberación amagó sobre las colonias británicas de
Hong Kong y portuguesa de Macao, pero no las ocupó. Tras esto, las fuerzas regulares del
Ejército Popular de Liberación ocuparon la isla de Hainan y avanzaron hasta la frontera con
la Indochina Francesa y la provincia de Yunnan. En esa zona encontraron el apoyo de la
guerrilla comunista que estaba actuando en las provincias de Guangdong y Guangxi desde
1945 y había liberado muchos territorios. Además se encontraron con las fuerzas
comunistas-nacionalistas del Vietminh del líder vietnamita Ho Chi Minh y del comandante
Vo Nguyen Giap, a la sazón en guerra contra los franceses y refugiadas en territorio chino.
El Ejército Popular de Liberación, posteriormente apoyaría a dicha fuerza.
Tras perder el continente, unos 1.200 soldados del KMT consiguieron huir a Birmania
desde donde siguieron emprendiendo ataques guerrilleros contra el sur de China. Su líder,
el general Li Mi siguió estando en nómina del gobierno de la República de China, que le
concedió el título nominal de Gobernador de Yunnan. Al principio, los Estados Unidos
apoyaron a estos rebeldes y la CIA les prestó su ayuda. A raíz de las protestas cursadas por
el gobierno birmano ante la ONU, los Estados Unidos presionaron a la República de China
para que retirara a sus guerrillas. Para finales de 1954 unos 6.000 soldados habrían
abandonado Birmania y Li Mi declaró disueltas a sus tropas. Sin embargo miles de
hombres permanecieron en sus puestos y siguieron recibiendo órdenes y suministros
secretamente de la República de China, y en ocasiones incluso refuerzos. Las incursiones
en la China comunista fueron cesando paulatinamente para finales de los años 1960, a
medida que mejoraba la infraestructura de la República Popular China. Restos de las tropas
del KMT se asentaron definitivamente en la zona tomando parte en el tráfico de opio.
Revolución Cultural
La Gran Revolución Cultural Proletaria fue una campaña de masas en la República Popular
China organizada por el líder del Partido Comunista de China Mao Zedong a partir de
1966, y dirigida contra altos cargos del partido e intelectuales a los que Mao y sus
seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios, al ser, según sus propias
palabras partidarios del camino capitalista.
En realidad, supuso una radicalización de la revolución china. Mao, apoyado por un sector
dirigente del Partido (Banda de los Cuatro) utiliza una gigantesca movilización estudiantil
para desacreditar al ala derecha, pro-capitalista, dentro del aparato del Partido Comunista
Chino. Esta recorre todo el país, afectando también a las áreas rurales, y termina por
extenderse a la clase obrera y, finalmente, a los soldados del Ejército Popular,
convirtiéndose en un cuestionamiento generalizado contra las autoridades del Partido que
amenaza con escapársele de las manos. Este proceso da lugar a la conformación de Comités
Populares de obreros, soldados y cuadros del partido por cerca de la mitad del país, los
cuales funcionan como órganos de doble poder popular en las distintas tareas de
administración y gobierno; situación que Mao logra encauzar, situándolos bajo la dirección
del Partido. Esta situación dura hasta 1976, momento en que un golpe de Estado militar
encabezado por Deng Xiaoping, con una dura represión, restaura en el poder a la facción
encabezada por el mismo, procediéndose al arresto de la Banda de los Cuatro y la vuelta al
status quo, emprendiendo los cambios, en la economía que, bajo el nombre de socialismo
con características de mercado iniciarán la vuelta a la economía de mercado capitalista.
Según la interpretación más habitual, convencionalmente difundida en los medios de prensa
occidentales, en el fondo la Revolución Cultural fue una lucha por el poder en la que la
aspiración de Mao por recuperar su autoridad se vio apoyada por las ambiciones de otros
miembros del partido, como su esposa Jiang Qing y el líder del ejército Lin Biao. El
objetivo era apartar del poder político a Liu Shaoqi, jefe del estado, y a Deng Xiaoping,
secretario general del Partido.
La Revolución Cultural permitió a Mao recuperar el poder político. Esta lucha por el poder
daría lugar a una situación de caos y conmoción política que estuvo acompañada de
numerosos episodios de violencia, en su mayoría protagonizados por los Guardias Rojos,
grupos de jóvenes, apenas adolescentes en muchos casos, que, organizados en comités
revolucionarios, atacaban a todos aquéllos que habían sido acusados de deslealtad política
al régimen y a la figura y el pensamiento de Mao Zedong.
Orígenes
El fracaso del Gran Salto Adelante había forzado la salida del poder de Mao. Éste, aunque
conservando sus cargos como presidente del partido y como presidente de la Comisión
Militar Central, dejaba las tareas de gobierno en manos del nuevo presidente de la
República Popular Liu Shaoqi y del secretario general del Partido Deng Xiaoping. A pesar
de esto, Mao no se resignaría a perder su influencia y su autoridad. Consciente de cómo
Jrushchov había repudiado la figura de su antecesor Stalin en la Unión Soviética, y viendo
que Liu y Deng parecían buscar una mejora en las relaciones con Moscú, Mao veía la
evolución política de China a principios de los años 1960 como una traición a los ideales
revolucionarios. De manera sorprendente, dada su edad avanzada y su falta de apoyos entre
los miembros importantes del Buró Político, las ambiciones de Mao darían lugar a una
enconada lucha por el poder que acabaría devolviéndole la autoridad absoluta y
encumbraría de nuevo su imagen pública como líder indiscutible del régimen. Este retorno
al poder se produjo a través de una enorme campaña de reafirmación ideológica, la Gran
Revolución Cultural Proletaria, en la que se alentó al ejército y a los jóvenes a condenar a
todos aquellos cuyos actos se apartaban del conservacionismo del espíritu revolucionario.
Con este fin, en 1963, Lin Biao recopilaba un pequeño libro titulado Citas del Presidente
Mao (en alusión al rango de Mao como presidente del Partido Comunista). Este libro
contenía una recopilación de los discursos más importantes pronunciados por Mao Zedong
y sería conocido popularmente como el Libro Rojo de Mao. Otro libro que se convertiría en
obra de referencia obligada de los jóvenes soldados del ejército sería el Diario de Lei Feng.
Lei Feng había sido un joven militar fallecido del que se dijo que había escrito un diario
descubierto tras su muerte. En el diario, Lei Feng describía su esfuerzo constante por servir
al pueblo y al partido, siempre siguiendo las enseñanzas del presidente Mao. Entre 1964 y
1971, también se produjeron historietas de intención pedagógica y amplísima tirada para
intentar llegar al máximo número posible de lectores. Todas estas obras se convirtieron en
los instrumentos de adoctrinamiento político de los jóvenes integrados en el Ejército
Popular de Liberación, sometido a la autoridad de Lin Biao y a la fidelidad ideológica a
Mao.
Lanzamiento de la Revolución Cultural
Mientras Lin Biao alentaba el culto a la personalidad hacia la figura de Mao, su esposa
Jiang Qing, antigua actriz implicada en la vida cultural del país, promovía la defensa de los
ideales revolucionarios en la producción artística. Precisamente a través de un ataque a una
obra literaria se desencadenaría la Revolución Cultural. En 1961, Wu Han, escritor de
prestigio y vicealcalde de Pekín, había publicado una obra de teatro, Hai Rui cesado de su
cargo, en la que se utilizaban personajes de la época de la dinastía Ming para aludir al
conflicto entre Mao Zedong y Peng Dehuai. Esta obra había indignado a Mao, que
reconoció las alusiones evidentes a su persona. Otros dos miembros del gobierno municipal
de Pekín, Deng Te y Liao Mosha, recurrirían también a la ficción histórica para criticar a
Mao. En aquel momento, el gobierno municipal de Pekín, con su alcalde Peng Zhen al
frente, albergaba a muchos de los partidarios de Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, y contra ellos
se dirigirían las primeras críticas de los maoístas. Consciente de la hostilidad hacia su
persona en Pekín, Mao viajó a Shanghai en el verano de 1965. En esa ciudad, durante una
reunión del Comité Central en el mes de septiembre, Mao hizo un llamamiento a la
resistencia frente a la ideología burguesa reaccionaria. La contraofensiva había empezado y
Mao, desde Shanghái, preparaba su retorno. Mediante la influencia de Jiang Qing y gracias
al apoyo del ejército, el editorialista de la edición de Shanghái del Diario del Ejército de
Liberación Yao Wenyuan, estrecho colaborador de Jiang Qing, escribía un agresivo
editorial en ese diario en el que atacaba a Wu Han por la deslealtad del argumento de Hai
Rui cesado de su cargo.
Así, la estrategia de Mao y sus seguidores eludía el ataque directo a Liu Shaoqi y Deng
Xiaoping y se cebaba en quienes los apoyaban. Esto ponía en una situación difícil a los
líderes del partido ya que, a pesar de todo, Mao seguía teniendo el reconocimiento como
máximo ideólogo del régimen y las críticas al equipo del gobierno municipal de Pekín se
fundamentaban en la obediencia estricta a la ideología de Mao, por lo que resultaban
difíciles de contrarrestar ante la opinión de los cuadros del partido. Los ataques tuvieron el
éxito esperado y, el 30 de diciembre de 1965, Wu Han reconocía públicamente su error.
Esto animó a los seguidores de Mao a aumentar la presión. El 26 de marzo de 1966,
aprovechando la ausencia de Liu Shaoqi en visita oficial a Pakistán y Afganistán, los
partidarios de Mao secuestraron al alcalde de Pekín y miembro destacado del Buró Político
de Peng Zhen. Al apoyo de Yao Wenyuan en Shanghai se le unía el control de la capital por
parte del ejército, leal a Lin Biao y a Mao. A partir de este momento, la edición nacional
del Diario del Ejército de Liberación pasaba a estar controlada por los seguidores de Mao y,
el 18 de abril, un histórico editorial en ese diario proclamaba levantemos la gran enseña
roja del pensamiento de Mao Zedong y participemos de forma activa en la Gran Revolución
Cultural Socialista. El editorial daba ya nombre al movimiento y confirmaba el apoyo del
ejército al mismo. El 1 de junio, el Diario del Pueblo, principal órgano de expresión del
Partido Comunista, caía también bajo el control de los maoístas.
Con el control de todos los medios de comunicación, el apoyo del ejército y el silencio
forzado de los intelectuales, la posición de Liu Shaoqi y Deng Xiaoping se hacía ya
insostenible. De una manera sorprendente, que nadie habría podido prever tras el fracaso
del Gran Salto Adelante, cuando toda la cúpula del partido se había puesto en su contra,
Mao volvía a ser el líder indiscutible. El 18 de julio de 1966, regresaba a Pekín y durante la
Undécima Sesión Plenaria del Comité Central del Buró Político del Partido Comunista de
China, imponía varias resoluciones, con el objetivo de desalojar de los puestos de autoridad
a quienes habrían tomado la senda capitalista. En esa sesión plenaria se anunció también la
creación de los Guardias Rojos, movimiento juvenil que arrinconaba a la Liga de las
Juventudes del Partido, leal a Liu Shaoqi. Las actividades de propaganda se extendieron y
los ataques a Liu Shaoqi, apodado el «Jrushchov de China», y a Deng Xiaoping se hicieron
cada vez más intensos. Liu Shaoqi había sido ya apartado del poder, aunque su abandono
de los cargos que ocupaba no se haría público hasta noviembre de 1968.
Uno de los pocos altos cargos del partido que se libraría de las purgas sería el primer
ministro Zhou Enlai. Su habilidad negociadora le permitió mediar entre los guardias rojos y
el ejército. La protección de Zhou Enlai salvaría a muchos altos cargos del partido y, en
especial, del ejército de los ataques de los guardias rojos, mientras que su apoyo a Mao le
mantuvo al margen de las críticas.
Con Liu Shaoqi y Deng Xiaoping apartados ya del poder, la lucha por el control del Partido
y el Estado había sido ganada por Mao y sus seguidores. Para ratificar la nueva situación se
convocó un nuevo congreso del Partido, el noveno de su historia.
El IX Congreso
El Congreso daba por concluida la Gran Revolución Cultural Proletaria, presentada como
un gran éxito del pueblo chino que, gracias al liderazgo de Mao, había vencido a los
revisionistas y contrarrevolucionarios que habían puesto en peligro la pureza ideológica del
sistema.
Aunque con el IX Congreso ponía fin de manera oficial a la Revolución Cultural, las
estructuras de la sociedad, del Partido y del Estado habían quedado gravemente dañadas por
las purgas de miembros del partido y de intelectuales. Las consecuencias de la Revolución
Cultural se dejarían sentir durante mucho tiempo, y las luchas por el poder continuarían en
los años siguientes.
Tras el IX Congreso, Lin Biao emergía como el nuevo gran líder en ciernes de la República
Popular. Nombrado oficialmente sucesor de Mao y vicepresidente del partido, su ascenso
vertiginoso en la jerarquía del poder parecía haberlo colocado en una posición inmejorable
para ser el nuevo hombre fuerte del régimen.
Tras esos éxitos aparentes la realidad era más compleja. La adulación extrema de Lin Biao
había llevado ya a Mao a desconfiar de las auténticas intenciones del que parecía ser su leal
colaborador. Durante el IX Congreso, se produjo un enfrentamiento fuerte entre ambos
debido a la insistencia de Lin Biao en que Mao debía ser proclamado nuevo presidente de la
República Popular, para ocupar así la jefatura de Estado que había perdido Liu Shaoqi.
Mao, sin embargo, se negaba a ocupar la presidencia y defendía la abolición del cargo.
Puede parecer paradójico que fuera Lin Biao el que presionara a Mao para asumir la
presidencia pero, en el fondo, Mao sabía que aceptar el cargo de presidente podía justificar
a los miembros del partido que veían la Revolución Cultural como una estratagema suya
para hacerse con el poder político. Al rechazar el puesto, Mao se presentaba como líder
preocupado sólo por la ideología y el partido, y no por ambiciones personales. Pero hay una
razón aún más importante para la negativa de Mao a restaurar la jefatura del Estado: tras
nombrar a Lin Biao sucesor y vicepresidente del partido, Mao sabía que en caso de
restaurar la presidencia, el cargo de vicepresidente debería corresponder a Lin Biao, lo cual
habría asegurado a éste su papel como sucesor. Por el contrario, la suspensión de la jefatura
del Estado eliminaba tanto el cargo de presidente como el de vicepresidente, y dejaba al
primer ministro Zhou Enlai como máximo dirigente del Estado, lo cual limitaba de manera
considerable el poder de Lin Biao. Dada la desconfianza creciente que sentía hacia Lin,
Mao preferió no dar a éste más poder, dejando a Zhou Enlai como hombre fuerte de los
aspectos políticos y de gestión del Gobierno.
A partir de ese momento, aunque en público ambos eran ensalzados como los triunfadores
de la Revolución Cultural, las relaciones entre los dos habían entrado en una fase de
desconfianza cada vez mayor. Después de que en marzo de 1970 Mao hubiera abolido la
jefatura del Estado, en la II Sesión Plenaria del IX Congreso Nacional del Partido,
celebrada en Lushan en agosto de ese año, Lin Biao, apoyado en algunos colaboradores
cercanos, intentó hacerse con la presidencia de la República Popular. Ese intento de golpe
de Estado, que sería revelado tres años más tarde por Zhou Enlai, supondría el
enfrentamiento total entre Mao y Lin. En una situación análoga a la que se había dado al
comienzo de la Revolución Cultural con Liu Shaoqi, Mao comenzó su ataque a Lin Biao de
manera indirecta, criticando a sus colaboradores. A sabiendas de los apoyos que Lin Biao
tenía en el seno del ejército, Mao criticó primero a uno de sus seguidores principales en el
ejército, Chen Boda, al que acusó de ultraizquierdista, y exigió a los mandos del ejército
que se unieran a las críticas. Los militares aceptaron, y Lin Biao se dio cuenta de que se
había quedado totalmente aislado frente al ataque de Mao y Zhou Enlai.
Ante esa situación de aislamiento, Lin Biao decidió pasar al ataque y poner en marcha un
nuevo intento de golpe de Estado, que organizaría junto a su hijo Lin Liguo durante el
invierno de 1970 y la primavera de 1971. La pérdida de apoyos de Lin Biao, sin embargo,
llevó al fracaso del intento golpista. Parece que fue uno de los conspiradores, Li Weixin,
quien habría delatado a Lin. Según las afirmaciones de Zhou Enlai en el X Congreso
Nacional del Partido celebrado en 1973, éste habría sido el segundo intento por parte de Lin
Biao, tras el de Lushan, de llevar a cabo un golpe de Estado e incluso de asesinar a Mao.
La Lin Biao, junto a dos de sus hijos y seis hombres más, intentó escapar hacia la Unión
Soviética después de que sus planes fueran descubiertos. La escasez de combustible del
avión en el que el grupo de conspiradores huyó de manera apresurada hizo que el avión se
estrellara en el desierto de Mongolia Exterior, muriendo todos sus ocupantes.
La muerte de Lin Biao dejaba de nuevo vacíos de poder en el Partido, lo cual llevó a la
convocatoria de un nuevo congreso: el X Congreso Nacional del Partido Comunista de
China. Durante este congreso, celebrado del 24 al 28 de agosto de 1973, se condenó la
traición de Lin Biao y se produjo el ascenso en la jerarquía de quienes protagonizarían la
siguiente lucha por el poder: la esposa de Mao, Jiang Qing, y sus más cercanos
colaboradores: Yao Wenyuan y Zhang Chunqiao, que habían dirigido la Revolución
Cultural desde Shanghai, y un joven casi desconocido, Wang Hongwen, que pasaba a
ocupar una de las vicepresidencias del partido, tras Mao y Zhou Enlai. Estos cuatro
dirigentes, encabezados por Jiang Qing, serían más adelante conocidos despectivamente
como la Banda de los Cuatro.
A pesar del poder que los cuatro habían acumulado, la muerte de Mao el 9 de septiembre de
1976 dejaba la autoridad máxima en las manos de Hua Guofeng, el sucesor nombrado por
Mao poco antes de morir.
Consciente de que una lucha por el poder con Jiang Qing y sus seguidores iba a ser
inevitable, Hua Guofeng aprovechó su autoridad para ordenar el arresto de los cuatro.
Juzgados y condenados, y convertidos en el chivo expiatorio de todos los males de la
Revolución Cultural, la caída de la Banda de los Cuatro marcaba el final de una década de
fervor revolucionario y de luchas por el poder que afectaron profundamente a la sociedad
china del momento.
El regreso a una cierta normalidad no le serviría, sin embargo, a Hua Guofeng para afianzar
su autoridad. Tras una nueva lucha por el poder, Deng Xiaoping, una de las víctimas
principales de la Revolución Cultural, acabaría convirtiéndose, a partir de diciembre de
1978, en el nuevo líder máximo del país. Los acontecimientos de los años de la Revolución
Cultural serían reevaluados en 1981.
Consecuencias de la Revolución Cultural
A diferencia de la anterior gran campaña maoísta, el Gran Salto Adelante, que había tenido
como víctimas a los sectores más desfavorecidos del medio rural, la Revolución Cultural
tuvo como víctimas a la clase intelectual y dirigente del país. Las acusaciones generalizadas
de actividades contrarrevolucionarias a técnicos calificados y a profesores universitarios
llevaron a una paralización del desarrollo tecnológico y educativo del país. Los exámenes
de acceso a la universidad fueron abolidos en 1966 y los programas de estudios fueron
redefinidos para hacer primar la enseñanza de valores ideológicos sobre aquellas materias
puramente intelectuales y científicas consideradas burguesas. Una generación entera de
jóvenes se vio así privada de la posibilidad de una educación superior más allá de la
repetición de lemas revolucionarios. Frente a esta crisis de la enseñanza superior, el espíritu
maoísta de igualdad tuvo una consecuencia positiva en el aumento de la escolarización
primaria y de la alfabetización durante esta época.
La idea maoísta de que la nueva China debía romper con los hábitos feudales del pasado
tuvo también consecuencias nefastas para la cultura tradicional china. Jiang Qing y sus
colaboradores instaron a los jóvenes a acabar con los llamados Cuatro antiguos: los usos
antiguos, las costumbres antiguas, la cultura antigua y el pensamiento antiguo. La
interpretación de qué elementos de la sociedad merecían la consideración de antiguos o
burgueses quedó, sin embargo, en manos de los propios guardias rojos, quienes, ávidos de
demostrar su espíritu revolucionario, se embarcaron en una campaña de destrucción de
obras de arte, libros, templos y edificios antiguos, a la vez que sometían a humillantes
sesiones de autocrítica a intelectuales y altos cargos del Partido a los que acusaban de
reaccionarios.
Dado que cualquiera que hubiera expresado en su vida pública un interés cultural o artístico
hacia cualquier asunto que no fuera la exaltación de la figura de Mao podía ser acusado de
reaccionario, no es de extrañar que la inmensa mayoría de los escritores y artistas sufrieran
persecuciones durante la Revolución Cultural, y fueron muchos los que resultaron heridos e
incluso muertos por la violencia de los guardias rojos. Otros muchos acabaron
suicidándose, como el famoso escritor Lao She. Se estima que fueron miles las víctimas
mortales de la violencia de los guardias rojos y más de tres millones de miembros del
Partido fueron víctimas de las purgas en la cúpula del poder.