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Universidad de Quintana Roo

FILOSOFIA DEL DERECHO

LA FILOSOFÍA COMO FUNCIÓN DEL HOMBRE


LA FILOSOFÍA DEL DERECHO Y LA FILOSOFIA EN GENERAL
LA FILOSOFÍA DEL DERECHO Y SUS RAMAS

Profesor: JOSÉ LUIS BERRUECO VAQUERO

Padilla Franyutti Lucas Alejandro

Viernes, 19 de Febrero de 2010


LA FILOSOFÍA COMO FUNCIÓN DEL HOMBRE
La vieja inscripción en el frontispicio del templo de Delfos, "conócete a ti
mismo", significa: "Pregúntate a ti mismo, rebasa tu individualidad empírica, tus
opiniones y tus pasiones, y desciende al fondo de tu espíritu, hasta encontrar la
Verdad universal que habita en ti".

El conocerse a uno mismo y conocer a los otros que son como uno mismo (a
los demás hombres) ha sido el contenido principal de la sabiduría humana.
Además, el conocerse a sí mismo es además requisito de madurez personal;
pues no se pasa de la infancia a la adultez sin preguntarse ¿qué es un hombre
y qué o quién soy yo?. La respuesta a tal pregunta la debe buscar cada
generación humana, cada filosofía y cada hombre.

La visión del hombre, que entre los griegos fue de carácter esencialista y
estática, tuvo un concepto cíclico de la historia. Mientras que la visión cristiana
es progresiva y marca un cambio profundo respecto a la filosofía griega, pues
se trata de una historia soteriológica interpretada desde Cristo como eje y
centro de la historia que es la base unitaria tanto en san Pablo, san Agustín y
Teilhard de Chardin.

Pero algunas veces se ha querido ver visto sólo tendencias en el hombre; pues
ciertos algunos sicólogos distinguen en el hombre las tendencias motrices,
referidas a la acción, las tendencias afectivas (simpatía, amor) y las tendencias
intelectuales (la atención nos "lleva" hacia un objeto, hacia una investigación).
Pierre Janet (1859-1947) - el mismo que se dedicó al estudio de la "neurosis",
término introducido en 1776 por Guillermo Cullen (1710-1790) - elaboró un
cuadro de las tendencias de acuerdo a su grado de complejidad:

1) En el animal o en el niño hasta los seis meses: Tendencias inferiores,


referidas:

1ra. a los actos reflejos (reacción elemental, reflejo: manifestación


elemental de la vida).
2da. a los actos suspensivos y perceptivos (suspensión de la actividad
automática: nivel de la actividad en las "serpientes").
3ra. a los actos sociales (grupos de "castores").
2) En el hombre:

a) Tendencias intermedias:

4ta. a los actos intelectuales básicos (fabricación de las herramientas:


uso de la piedra).
5ta. a los actos verbales y asertivos (la palabra como acción separada
de la acción).
6ta. a los actos reflexivos (la palabra como expresión de la
personalidad).

b) Tendencias superiores:
7ma. a los actos racionales (constitución del saber).
8va. a los actos experimentales (observación científica, clasificación
metódica).
9na. a los actos progresivos (creaciones artísticas, científicas,
filosóficas).
Tales tendencias tienen un cierto valor, pero sólo dentro del campo de una
explicación al interior de la ciencia sicológica y dentro del campo de una
explicación, dado por lo que no puede generalizarse a todo el saber, menos a
la filosofía.

La filosofía cumple una función básica en el pensamiento general; de hecho, es


completamente imposible pensar sin tener una filosofía. Lo que sucede casi
siempre es que damos por sentadas ciertas opciones filosóficas que hemos
tomado, inadvertidamente, de la estructura del lenguaje que aprendimos de
pequeños y de la cultura en la que hemos crecido. Esta filosofía “practica”,
nunca sometida a un análisis critico consciente, suele contener contradicciones
e inconsistencias que la tornan prácticamente inservible.

La filosofía es un saber complejo sobre el mundo en relación con el hombre.


Esa relación es al mismo tiempo cognoscitiva, valorativa, práctica y
comunicativa, en su síntesis. Pero debe subrayarse que en el saber filosófico
lo cognoscitivo (gnoseológico) y lo valorativo (axiológico), se integran en unidad
indisoluble; pues al hombre no sólo le interesa qué son las cosas, sino para
qué le sirven. El hombre constantemente está emitiendo juicios valorativos, a
partir de su siempre visión crítica de la realidad.

La filosofía no constituye un corpus de pensamientos e ideas, exclusivo,


independiente y distinto de los restantes saberes, sino una actividad crítico -
reflexiva de naturaleza cosmovisiva sobre aquellos momentos esenciales de
los distintos ámbitos de la vida humana en relación con el universo, incluyendo
así, las eternas preguntas sobre los límites del conocimiento, el sentido de la
vida, la formación humana, el sentido de la existencia, la muerte, los problemas
de la ciencia, de la vida cotidiana, etc. Por eso plantea más preguntas que
respuestas.

Existe, además, el criterio que la filosofía es una reflexión de segundo orden de


la realidad, que se realiza sobre la base de la de primer orden hecha por otros
saberes. En este sentido, la filosofía sería conciencia crítica que evalúa sus
presupuestos, conceptos, paradigmas, métodos, etc.

Funciones de la Filosofía

Cosmovisiva o de concepción del mundo: Es una concepción de máxima


generalización, porque trata del hombre en relación con el mundo. Aborda los
eternos problemas del mundo y del hombre, su origen, desarrollo, el sentido de
la vida, la cognoscibilidad del universo, su infinitud, la razón de existencia del
hombre, la vida, la muerte, etc.

Metodológica: Se caracteriza por poseer un método general (Universal) del


saber, un modo particular de valorar la realidad en correspondencia con la
práctica social. Ejemplos de métodos filosóficos: ascensión de lo abstracto a lo
concreto, lógico, histórico, dialéctico, fenomenológico, hermenéutico, cultural,
antropológico, holístico, cualitativo, analítico- sintético, inductivo- deductivo y el
método complejo, entre otros.

Axiológica: Posee un enfoque general para valorar la realidad desde el prisma


de sus necesidades e intereses, a partir del significado que tiene para el ser
humano.

Práctica: A pesar de ser la filosofía una concepción general del mundo en


relación con el hombre, o precisamente por esto mismo, permite explicar cómo
el devenir humano es un proceso infinito de materialización y espiritualización
de la realidad, a través de la praxis, que es la que posibilita que lo ideal y lo
material se conviertan recíprocamente, devengan idéntico.

Heurística: Por su función general explicativa, sin intentar dar fe y razón de


todo, sino provocarlo.

Cultural: Porque aprehende la realidad a partir del hombre y la actividad


humana, concretada en la cultura. Por eso un análisis cultural de alto vuelo es
filosófico por antonomasia.

Educativa: En la medida que despierta el interés por la sabiduría, la búsqueda y


la creación humana. Además, enseña que el método de construcción de
conocimiento y revelación de valores es un camino cierto e incierto que adviene
y deviene de la propia lógica de la realidad que se investiga.

LA FILOSOFÍA DEL DERECHO Y LA FILOSOFIA EN GENERAL

La filosofía cumple una función básica en el pensamiento general; de hecho, es


completamente imposible pensar sin tener una filosofía. Lo que sucede casi
siempre es que damos por sentadas ciertas opciones filosóficas que hemos
tomado, inadvertidamente, de la estructura del lenguaje que aprendimos de
pequeños y de la cultura en la que hemos crecido. Esta filosofía “practica”,
nunca sometida a un análisis critico consciente, suele contener contradicciones
e inconsistencias que la tornan prácticamente inservible.
Con el pensamiento jurídico sucede lo mismo: cuando discutimos acerca del
derecho, damos por sentadas opciones de la filosofía del derecho (superpuesta
a la general) que tampoco hemos sometido a crítica racional y también suele
contener contradicciones e inconsistencias más o menos ocultas tras un
lenguaje lleno de palabras prestigiosas.
El problema de la filosofía general no se resuelve leyendo libros: en lugar de
elaborar nuestra propia filosofía, estudiamos (historia de la) filosofía, con lo que
lo que debería ser la base racional de nuestro pensamiento se convierte en un
conocimiento esquemático (y bastante vago) de los pensamientos de otras
personas a quienes admiramos.
El problema de la filosofía del derecho es parecido. En lugar de encaramarnos
sobre una filosofía general consciente y operativa para construir un
pensamiento jurídico consciente, operativo y coherente, tendemos a considerar
que el derecho nace de la práctica. Pero ni siquiera construimos una filosofía
yendo en ese sentido inverso, que ya seria mucho: hacemos lo que otros
hacen, decimos lo que otros dicen y repetimos teorías poco meditadas, sin
cuidarnos de la coherencia de todo ese pensamiento con tal que queden a
salvo ciertas practicas, ciertos estados de cosas y ciertas aspiraciones que
valoramos explícitamente.
Esta dificultad, que se plantea a diario en el pensamiento filosófico jurídico, se
multiplica y se potencia cuando razonamos en los limites de alguna de las
ramas del Derecho, cada una con su tradición, su historia, sus héroes, sus
villanos y sus modas.

LA FILOSOFÍA DEL DERECHO Y SUS RAMAS

Cada rama esta signada por los valores que sus cultores pretenden realizar: el
derecho civil busca la estabilidad y el cumplimiento de las obligaciones, así
como el resarcimiento de los danos hasta la exasperación; el derecho
comercial persigue la continuidad de los negocios; el derecho laboral quiere
amparar al débil; el tributario desea recaudación; el procesal añora la
predictibilidad; el administrativo intenta con relativo éxito limar las asperezas
del poder estatal; el penal no termina de debatir sus propios objetivos y el
constitucional, ya deteriorado por rebeliones y catástrofes, por excepciones,
picardías y emergencias, apenas atina a implorar cierta gobernabilidad.
En estas condiciones, lo que se hace desde una rama podría criticarse desde
otra. La controversia no estalla porque muchos especialistas están tan
concentrados en los problemas de su propia rama que no tienen ánimo para
analizar lo que sucede en las otras.
Sin embargo, en un pensamiento jurídico consistente debería ser posible seguir
el hilo de la interpretación de un articulo del Código Civil, por ejemplo, hasta
advertir sus fundamentos, no solo en su relación analógica con otros artículos
del mismo código, con la doctrina o con el derecho comparado, sino a través de
una concepción general del derecho civil, de su función en la sociedad, de los
limites y vínculos de esa función ante las demás estructuras y funciones, de
una teoría general del derecho, de cierto conocimiento de estados de cosas
sociales y de relaciones de causa a efecto también sociales, económicas y
psicológicas, de una teoría política, de un sistema moral, de una teoría
metaética y, por ultimo, de una ontología, una teoría del conocimiento y una
metodología generales capaces de abarcar el pensamiento entero, incluido el
de los juristas. Esta visión de conjunto llevaría –entre otras consecuencias
deseables a una mayor armonía entre las ramas del derecho, que volverían a
reconocerse como capítulos de un mismo fenómeno y como segmentos
diferentes de la lucha del hombre por los mismos ideales. Implicaría, por
ejemplo, postular ciertas fronteras compartidas entre los objetivos del derecho
civil, del comercial, del laboral y del procesal; cierta armonía entre los derechos
tributario y administrativo por un lado y el constitucional por el otro; y, con un
poco de buena suerte, traería además una visión mas seria del derecho
constitucional y una mejor disposición para acatar y cumplir sus normas.

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