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U N S ISTEMA E LECTORAL PARA LA C IUDAD DE B UENOS A IRES

por
DANIEL CABRERA*

1. INTRODUCCIÓN

Como se sostuvo en un trabajo anterior 1, el sistema electoral es parte de las reglas del
juego político y éstas, desde 1930, han sido violentadas sistemáticamente en todos los
niveles y bajo las más variadas excusas -al punto de constituir una de las características
centrales del período 2-, dando lugar a formas de corrupción no económicas: en lugar de
hacer negocios con el dinero de otros se hacía trampa con la confianza de los demás.

Algunos síntomas actuales de aquella situación van desde cierta pérdida de la


solidaridad social -exteriorizada, por ejemplo, a través de la despreocupación por la
limpieza de la ciudad o por expresiones como “la salida está en Ezeiza”- pasando por
un desentendimiento, por parte de la ciudadanía, respecto del Estado -que permitió que
se aceptara una serie de privatizaciones de servicios esenciales- llegando, finalmente, a
combatir a los políticos sin separar la paja del trigo.

Las movilizaciones populares -movimientos piqueteros, asambleas vecinales y


cacerolazos- que se sucedieron a fines del año 2001 fueron acompañados por un
aumento geométrico de los niveles de abstención electoral y otro tipo de
manifestaciones -votos en blanco y autoanulados- que pusieron en jaque el sistema
democrático mismo.

La clase política es, a los ojos de la sociedad, la culpable principal de esta situación: en
épocas autoritarias porque la responsabilidad sobre la selección de las autoridades no
recae en la población, y en períodos democráticos porque los funcionarios son
escogidos para cumplir con programas de gobierno y no para beneficiarse a costa del
pueblo. Sin embargo, tampoco puede eximirse de responsabilidad a la llamada sociedad
civil que es la que elige, en circunstancias democráticas, a la corrupta clase dirigente.

Los representantes, conocedores de semejante escenario, han buscado en los últimos


tiempos revertir la situación aunque parecen preferir la corrección de los efectos y no
de las causas: las propuestas pasan por el mejoramiento de la imagen, por un

*
Licenciado en Ciencia Política (UBA).
1
Cabrera, D. (1999).
2
Así lo hace notar uno de los analistas de mayor actualidad. Véase Botana (1988).

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1
perfeccionamiento de la comunicación y, en ocasiones, por un cambio de las leyes de la
competencia política.

Sin embargo, muchas veces cualquier modificación propuesta en relación con el


formato del sistema -desde enmiendas constitucionales hasta reformas insustanciales de
reglamentos electorales- no fue ejecutada por la eterna desconfianza que los actores
políticos se brindan entre sí y porque se entiende que las reglas de juego son
instrumento de poder.

Dichas reglamentaciones son, casi siempre, un reflejo de ideas más sustantivas aunque
adquieren de vez en cuando una relevancia tal que, de no cumplirse, cambiaría
radicalmente el espíritu del juego: piénsese, por ejemplo, en el voto universal 3.

Las reglas del juego político involucran, entre otros, los preceptos bajo los que deben
desarrollarse los procedimientos electorales, entendiéndose éstos como las formas de
procesar y dirimir las diferencias permitiendo, a la vez, lograr cierto consenso para
encarar el gobierno 4.

Las normas que rodean un acto electoral son variadas y de diversa índole. En tanto
algunas se ocupan de aspectos formales (definición del cuerpo electoral;
instrumentación de padrones, plazos y requisitos para la presentación de candidaturas,
normas para el escrutinio, sanciones para las faltas electorales, etc.) otras están
relacionadas con cuestiones estructurales (sistema de gobierno, sistema de partidos)
generalmente definidos constitucionalmente o por la cultura política de la comunidad.
El sistema electoral (el conjunto de mecanismos que procesan las preferencias de los
votantes y, posteriormente, traducen votos en bancas) forma parte de estas normas de
fondo.

La tradición de la literatura especializada en el tema se ha abocado a estudiar más que


nada sólo un aspecto de su alcance: el que implica un conjunto de mecanismos que
procesan las preferencias de los votantes y, en una segunda etapa, traduce votos en
bancas.

3
Abal Medina (1996) introduce la posibilidad de pensar la crisis de representación desde otra perspectiva: la de una
nueva época, en la que las reglas de juego -pensadas para un sistema representativo que respondía a la lógica de una
sociedad intrínsecamente diferente- estarían caducas. La realidad contemporánea necesitaría de otro tipo de
representación y, en consecuencia, otras reglas de juego. Un enfoque diferente brinda Novaro (1995); el autor alude a
una curiosa coincidencia: la recurrencia de las crisis de representación en contextos de democratización -décadas del '20
y d e l ' 8 0 - y s u g i e r e u n a e s p e c i e d e i n c o m p a t i b i l i d a d e n t r e a mb o s t é r m i n o s - d e m o c r a c i a y r é g i m e n r e p r e s e n t a t i v o - a l a v e z
que se propone la adopción de mecanismos indirectos y directos de toma de decisiones.
4
Siguiendo la definición de Bobbio (1986:14).

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2
En ese sentido, la clasificación más habitualmente usada en la bibliografía distingue
entre sistemas mayoritarios y, por otro lado, proporcionales. Sin embargo, varios
autores asumen que se trata tan sólo de una variable -denominándola usualmente
fórmula electoral- y aceptan que, dada la imposibilidad de encontrar un procedimiento
que implique reflejar con exactitud matemática la distribución de los votos en los
cargos puestos en juego, todas las fórmulas son -en realidad- desproporcionales y lo
que varía es su grado de desproporción; incorporan, además, el estudio de otras
dimensiones: la magnitud de distrito o tamaño de la circunscripción: es decir, la
cantidad de cargos en disputa; el umbral de representación o barrera legal: esto es, el
porcentaje mínimo de votos que los postulantes deben obtener para participar del
reparto de cargos; la forma de la candidatura: individual o colectiva; y los
procedimientos de selección de candidatos o elección interna.

A pesar de ello, una investigación integral de la temática debería agregar otros aspectos
relativos a los sistemas de gobierno. Así, en tanto la mayor parte de la bibliografía se
refiere a sistemas parlamentarios no se ha profundizado tanto el estudio de las prácticas
electorales en el marco de regímenes presidencialistas, lo que obliga a considerar, por
ejemplo, si las elecciones legislativas se realizan simultáneamente con las del poder
ejecutivo, si se trata de congresos uni o bicamerales o, finalmente, si la renovación del
cuerpo legislativo es parcial o total.

O, también, el análisis debe considerar si se trata sólo de un distrito o de varios que


integran un mismo sistema -varias provincias de un Estado Nacional, por ejemplo- y de
observar si, en este último caso, las magnitudes de cada sección electoral son idénticas
o varían 5.

Del mismo modo, otra materia no atendida debidamente es la que se refiere a los
gobiernos de nivel provincial o municipal, en tanto pueden generar liderazgos locales
que intenten controlar la selección de candidatos o, como ocurre con frecuencia, la
coincidencia de elecciones de distinta jerarquía, por ejemplo, nacionales y provinciales.

En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el artículo sesenta y nueve de la


Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, jurada por los constituyentes y demás
autoridades en 1996, indica que una ley establecerá el régimen electoral bajo el que se
elegirán los integrantes de la Legislatura. Dicha ley electoral, según lo establecido en

5
Ver Cabr era, E. ( 2001).

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3
la Carta Magna local, debe concitar la adhesión de dos terceras partes de los miembros
de la Legislatura, por lo que su propia aprobación y toda modificación posterior deberá
ser fruto de un amplio consenso político.

Esa ley, hasta el momento, no ha sido sancionada y obligó a recurrir, de hecho, a


normativas generales incluidas en la Constitución local, a reglamentaciones de orden
nacional y a interpretaciones de ambas que han dado lugar, en ocasión de los actos
electorales llevados a cabo para establecer las dos primeras Legislaturas (años 1997 y
2000), a debates que en cierto modo desvirtuaron el espíritu de competencia que supone
un acto comicial, para el que se requieren reglas claras promulgadas con suficiente
antelación.

En las páginas que siguen, este trabajo 1) resume los aportes teóricos en relación con
las variables básicas de los sistemas electorales; 2) describe sintéticamente algunos
rasgos de los sistemas electorales de las provincias argentinas; 3) compara la evolución
de los sistemas local y nacional; y 4) propone una ley electoral para la Ciudad de
Buenos Aires.

2. DESDE LA TEORÍA

Cuatro son los principales aspectos que habitualmente se consideran cuando se tipifica
un sistema electoral: 1) la forma de la candidatura; 2) la circunscripción electoral; 3)
las reglas para la atribución de bancas; y 4) el piso o umbral de representación.

2.1 F O R M A S DE LA CANDIDATURA

La decisión del elector puede estructurarse en torno de la candidatura personal o de la


lista de candidatos. Las circunscripciones pequeñas acentúan la importancia de la
candidatura personal. En los últimos años, el modelo organizativo partidario que se
impone, el denominado electoral de masas -y su variante extrema, el partido
atrapatodo, catch all partie, o partido escoba-, renueva la importancia del candidato por
sobre la del partido al tiempo que licua las diferencias programáticas entre diferentes
fuerzas políticas, lo que vuelve más ambigüas y, a la vez, más amplias y menos
sectarias sus plataformas -desideologizándolos, en términos actuales-.

Irlanda, Malta, Japón y los países que poseen circunscripciones uninominales -EEUU,
Inglaterra y Francia- adoptaron la forma de postulación personal.

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4
Las listas, por otra parte, pueden ser abiertas o cerradas y bloqueadas o desbloqueadas.
En el sistema electoral argentino son cerradas y bloqueadas: en principio, los partidos
tienen la exclusividad de la presentación y ordenamiento de candidaturas -aunque no
todos los aspectos del monopolio se expresan en este tipo de candidatura- y los
ciudadanos no pueden modificar la lista ni su orden y tampoco presentar postulaciones
por fuera de los partidos. Se volverá sobre este punto más adelante.

La versión abierta, por el contrario, admite la inclusión en una lista partidaria de


candidatos de otras agrupaciones políticas -sistema panachage-. La desbloqueada, en
tanto, incluye la opción de cambiar el orden de los candidatos, seleccionar sólo algunos
-el caso de la provincia de Córdoba- o tachar pero sin sustituir -como sucede en Tierra
del Fuego-.

Los distintos tipos de apertura otorgan más poder al elector para seleccionar a los
representantes.

La cantidad de sufragios que se emiten habitualmente en la Ciudad de Buenos Aires


podría demorar el escrutinio si se aplicara algún sistema abierto o desbloqueado,
aunque de manera no significativa. En cambio, la comprensión del sistema por parte de
los ciudadanos no constituiría un obstáculo dado sus niveles de alfabetización.

La experiencia de naciones como Austria, Finlandia, Holanda y la de la propia


Argentina indica que la distorsión entre la lista presentada por un partido y el resultado
final -después de contabilizadas las tachas y los cambios de nombres- no es muy
importante 6. Por otro lado, se estima que tanto la tacha como el reemplazo cobran
sentido en aquellas comunidades donde los votantes tienen más posibilidades de
conocer en forma directa a los postulantes, aunque el caso de Tierra del Fuego es
paradigmático: las tachas originaron, en ocasión de los comicios de 1991 y de 1995,
una elección dentro de la elección ya que los grupos internos de los partidos menos
estructurados parecieron poner un enorme empeño en lograr que la ciudadanía hiciera
uso de la opción en contra de sus rivales partidarios, con el resultado final de que las
tachas alcanzaron a los candidatos más conocidos por la población; los desplazaron de
los lugares privilegiados que habían obtenido en la interna y permitieron, así, la
elección de los candidatos de relleno, casi desconocidos para los fueguinos. El sistema,
en lugar de neutralizar la lucha de facciones, estimuló la competencia dentro de

6
En varias elecciones (1958 y 1960, por ejemplo), mientras rigió el sistema descripto, los partidos políticos renunciaron
a la elección por candidatos y el reparto de cargos se realizó, de hecho, sin tomar en cuanta las tachas y sustituciones.

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5
partidos con una disciplina interna orientada, exclusivamente, a valores que aglutinan
militantes 7.

El voto de preferencia es una alternativa dentro de los sistemas cerrados pero no


bloqueados. El sistema significa poder asignar o cambiar el orden de los candidatos, o
resaltar algunos candidatos dentro de la lista. El voto preferencial resulta más eficaz
cuantos menos candidatos hayan de elegirse; otorga más poder de influencia a los
electores en tanto se lo quita a los aparatos partidarios pero, por otro lado, no elimina
la posibilidad del voto clientelístico, como lo demuestran los casos de Italia, Japón y
Perú 8.

Como cualquier sistema en donde la importancia de los candidatos relega la de los


partidos, se desideologiza la elección, transformando la competencia y resaltando la
relevancia de los grupos de interés y de poder.

2.2 L A C IR C U N S C R I P C I Ó N E LE C T O R A L

Existen dos modelos básicos: el distrito uninominal, en el que se cuenta con un sólo
representante por distrito, y el plurinominal, donde los mandatarios son dos o más.
Dentro de esta segunda categoría pueden diferenciarse las circunscripciones pequeñas
-entre dos y cinco bancas-, las medianas -entre seis y diez escaños- y las grandes -con
más de diez cargos para repartir- 9.

Cuanto más grande es la circunscripción, mayor es la proporcionalidad y viceversa. La


elección, en circunscripciones donde se eligen cinco o menos bancas, tiene las mismas

7
Al respecto, pueden consultarse Tula y De Luca (1999) y De Riz (1992). Por ser el caso más reciente el de Tierra del
Fuego es el más conocido, pero vale la pena recordar que a partir de la sanción de la ley Sáenz Peña y hasta comienzos
de la década del '60 en nuestro país se utilizó el método de la borratina, es decir, una preferencia negativa o tacha. El
sistema impulsó la fragmentación del Partido Conservador y permitió la elección de algunos candidatos ubicados en
posiciones no expectables: Luis María Drago (1912), Nicolás Repetto (1930), Santiago Fassi (1936) y Ernesto Palacio
(1946). Ver Mustapic (1990). Para neutralizar los efectos de esta concesión a los votantes, las camarillas de los comités
exigían a los candidatos que firmaran una carta de renuncia a su banca para el caso de que resultaran elegidos fuera del
orden impuesto en la boleta partidaria.
8
Ver Mario Caciagli (1987) y Nohlen (1994). Nohlen reseña los comentarios de los analistas del caso peruano (en donde
el voto de preferencia fue establecido en 1978, anulado en 1980 y reintroducido a partir de 1984): "...alrededor de un
tercio de los votantes usaban el voto preferencial (...) había una gran cantidad de candidatos que, estando ubicados en
puestos rezagados, lograban conquistar un escaño gracias al voto preferencial: en 1978, 46 de 100 constituyentes; en
1985, 20 senadores de un total de 60; en 1990, 18 senadores, al igual que 60 diputados de un total de 180 (...) los
defensores del voto preferencial argumentan que constituye una manera de defenderse de las cúpulas partidarias, que
manejan a su antojo y sin consultar a sus bases la confección de las listas (...) sin embargo (...) no ha impedido la
enorme falta de credibilidad de los políticos (...) Así, desde finales de los ochenta, postular como candidato
independiente, no político o antipolítico, era una condición muy favorable para el triunfo electoral. De esta manera se
explica gran parte del fenómeno Alberto Fujimori". "Los detractores del voto preferencial sostienen que con éste lo
único que se consigue es favorecer a los candidatos con buen respaldo económico, capaces de mantener una campaña
sostenida" (Nohlen, 1994:276). En otras latitudes, quedará en cada uno determinar si la elección de la Cicciolina
-conseguida por el voto de preferencia de los italianos- se computa a favor o en contra del sistema.
9
La cantidad de bancas a computar para cada categoría varía según sea el autor que se consulte. Ver, por ejemplo:
Nohlen (1994:53) y Vallès y Bosch (1997:81).

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6
consecuencias sea el sistema de reparto proporcional o no. Es decir que un sistema
proporcional aplicado a un distrito donde sólo se elijan cinco cargos -o menos- surte el
mismo efecto que un sistema mayoritario. La sección electoral pequeña relativiza la
proporcionalidad. Con distritos que repartan pocas bancas -y si los resultados en todas
las circunscripciones favorecen al mismo partido 10- el sistema es decididamente
mayoritario ya que impide la representación de las minorías 11.

Sin embargo, la proporcionalidad de la distribución de las bancas no dependen


exclusivamente del tamaño del distrito, lo que vale para el caso de sistemas nacionales
que integran su Parlamento con legisladores electos en varios estados con una cantidad
variable de escaños que cada circunscripción electoral aporta al Congreso, sino del tipo
de fórmula repartidora que se emplee, como se describe en la sección siguiente 12.

En la actualidad, varios países adoptaron sistemas de circunscripciones que podrían


denominarse mixtos, ya que combinan la elección de diputados por distrito
plurinominal con comicios en secciones uninominales. Ejemplo de ello son Albania,
Italia, Japón, México y Taiwán -en donde predominan las circunscripciones
uninominales- y, por otro lado, Bulgaria, Croacia, Estonia, Georgia, Hungría, Lituania,

10
No son pocos los casos de un mismo partido que se alza con la victoria en todos los distritos. A nivel nacional ocurrió
por primera vez en 1928 cuando el radicalismo se impuso en todas las provincias (en San Juan de la mano de sus aliados,
la Unión Cívica Radical Bloquista) tanto para elegir electores de Presidente como en el rubro diputados nacionales; el
peronismo también triunfó para diputados en la totalidad de los estados provinciales aunque bajo distintas
denominaciones en 1946 (Partido Laborista, Laborista Independiente, UCR Junta Renovadora) y en 1951 con el nombre
unificado (Partido Peronista); asimismo, la UCRI ganó en diputados y para Presidente en 1958, el Frente Justicialista de
Liberación en Marzo de 1973 para Presidente y para diputados nacionales, salvo en tres provincias en las que no se
concretó el Frente pero triunfaron sus aliados (Movimiento Popular Neuquino en Neuquén y Movimiento de Integración y
Desarrollo en Santa Fe y en Tierra del Fu ego); y en Setiembre del mis mo año el Frejuli vo lv ió a imponerse en to do s los
distritos. En 1995 el justicialista se impuso en todas las provincias menos en la Capital Federal. En la ciudad de Buenos
Aires, en el período democrático que se inició en 1983, la victoria de una sóla agrupación en todas las secciones
electorales recién se produjo en 1994, cuando el Frente Grande arrasó en toda la ciudad. Más tarde, ocurrió otro tanto en
todos los comicios celebrados en 1995 y 1996: los que se llevaron a cabo para elegir Jefe de Gobierno que ganó la UCR y
los que se efectuaron para consagrar estatuyentes y senador, ganados ambos por el FREPASO. Sin embargo, en varias
oportunidades una agrupación política triunfó en veintisiete de las veintiocho circunscripciones: la UCR en 1983 y en
1991 (en todos los cargos en juego), en 1985 (sólo en el rubro concejales) y el FREPASO en 1995 para Presidente. A la
vez, el radicalismo en 1985 (para diputados), en 1992 (electores de senador) y el FREPASO en 1995 (diputados)
obtuvieron la victoria en veintiséis secciones. En 1997, la Alianza UCR-FREPASO ganó para diputados nacionales y
legisladores locales en toda la ciudad menos en la circunscripción 20º. En 1999 la Alianza se impuso en todas las
secciones en el rubro Presidente y Vice y en veintisiete circunscripciones para diputados nacionales. En 2001, la Alianza
ganó en veinticinco secciones para senadores y en veintiséis para diputados nacionales; sin embargo, si se considera el
total de votantes, y no sólo los votos positivos, en ese año se impuso en todas las circunscripciones electorales el voto
nulo, popularizado como autoimpugnado.
11
En realidad, al igual que con el tema de las listas sábana, el problema se presenta -a nivel nacional- únicamente en los
distritos grandes (cuatro: Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe y Córdoba). En los pequeños (diez provincias) y
medianos (otras diez) la proporcionalidad del sistema D'Hondt se diluye: nunca consiguen representantes los terceros o
cuartos partidos. El problema se agrava porque la Cámara de Diputados se renueva por mitades, lo que significa que, por
ejemplo, en las provincias de mediano tamaño no se votan más de cinco diputados por vez en tanto que en las de menor
tamaño cada renovación legislativa significa elegir tan sólo dos o tres legisladores.
12
Cabrera, E. (2001).

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7
Nueva Zelanda, Rusia, Venezuela y Yugoslavia, en donde la relación entre los distritos
que eligen un diputado y los que seleccionan varios es muy diversa 13.

2.3 R E G L A S P A R A LA DISTRIBUCIÓN DE BANCAS

Como quedó dicho más arriba, nunca el porcentaje de bancas que cada partido obtenga
-sea cual fuese el método utilizado para el reparto- reflejará con exactitud matemática
el porcentaje de votos obtenido. Cuanto más grande sea la circunscripción electoral -es
decir, cuantos más cargos se repartan- más probabilidad habrá de ajustar la
proporcionalidad.

Entre los sistemas proporcionales pueden señalarse el de Resto Mayor, el Saint Lague,
el más conocido D'Hondt y otros poco mencionados en la bibliografía.

Cada uno de ellos también protege determinadas valoraciones políticas. Ninguno es


axiológicamente neutro: algunos favorecen a los partidos que obtienen más votos, otros
tienden a excluir a los más pequeños; unos producen un efecto concentrador sobre el
sistema de partidos, otros fabrican mayorías.

El sistema del Resto Mayor otorga una cantidad de bancas a cada partido igual a las
veces que los votos logrados por cada agrupación permitan incluir el producto
resultante de la operación matemática de dividir la suma de votos obtenidos por todas
las fuerzas políticas, por el número total de cargos en juego; las bancas excedentes se
distribuyen según el orden de los restos obtenidos en cada operación aritmética.

Las fórmulas D'Hondt y Saint Lague dividen los votos conseguidos por cada partido por
números prestablecidos (1, 2, 3, 4, etc. y 1, 3, 5, 7, 9, etc., respectivamente); las cifras
obtenidas se ordenan, luego, de mayor a menor sin importar a qué agrupación
pertenecen.

El sistema del Resto Mayor favorece a los partidos con menos votos, el D'Hondt a los
que obtienen más sufragios y el Saint Lague a los medianos. Suele también aplicarse la
fórmula Saint Lague modificada (se dividen los votos por 1.4, 3, 5, 7, etc.) para
equilibrar el favoritismo original del sistema.

En América, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala,


Honduras, Paraguay y la República Dominicana, además de la Argentina, poseen
sistemas proporcionales en el nivel de los gobiernos locales 14.

13
Nohlen (1994:126 y 1995: 108 y 154) y Vallès (1997:253).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


8
Los sistemas mayoritarios, por su parte, no buscan reflejar proporcionalmente las
preferencias del electorado sino que intentan fortalecer el gobierno a través de la
construcción de mayorías parlamentarias. Sin embargo, pueden distinguirse varios tipos
de sistemas mayoritarios: en primer lugar, los que consagran un sólo legislador por
cada sección electoral; esta elección puede alcanzarse por simple pluralidad de
sufragios -el cargo lo obtiene quien consigue más votos que cualquier otro- o por
mayoría absoluta -gana el que suma más votos que todos los demás juntos-. Esta
fórmula, en distritos plurinominales, puede combinarse con la representación de las
minorías: esta puede ser fija o proporcional. Los gobierno municipales de El Salvador,
Haití, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela son ejemplo de alguno de estos
sistemas mayoritarios, lo mismo que los casos más conocidos de Estados Unidos,
Francia y Gran Bretaña 15.

En general, la bibliografía coincide en señalar las siguientes ventajas para cada uno de
las dos variantes: los sistemas mayoritarios a) impiden la atomización partidaria,
impulsan la concentración y apuntan a consolidar sistemas bipartidistas; b) fomentan la
estabilidad del gobierno, moderan y orientan responsablemente las propuestas políticas;
c) no impiden el reemplazo del gobierno: una variación pequeña de votos puede
significar un cambio importante en la relación de escaños parlamentarios; los sistemas
proporcionales, en cambio, a) facilitan la representación de todos los intereses y
opiniones; b) obstaculizan la formación de mayorías artificiales; c) fomentan la
negociación y el compromiso político; d) reflejan el cambio social y el surgimiento de
nuevas tendencias a la vez que impiden el cambio político extremo como efecto de
distorsión de un sistema electoral.

2.4 U M B R A L DE REPRESENTACIÓN

También conocido como barrera legal implica la imposición de un límite para


participar de la distribución de bancas. En la Argentina se toma como base el 3% del
padrón electoral del distrito que corresponda, aunque los efectos serían diferentes si se
calculara el porcentaje sobre los sufragios emitidos o sólo considerando los votos
válidos o únicamente los positivos. El tamaño del distrito electoral también incide en
este aspecto: los distritos grandes diluyen el efecto de la barrera, salvo que esta sea

14
Nohlen (1995).
15
Ibídem.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


9
muy alta -por encima del 5%-. En la mayoría de los países en donde se aplica la barrera
legal, esta no es muy elevada.

Así, por ejemplo, el piso es del 12.5% de los votos emitidos en Sri Lanka; del 8% en
Liechtenstein; del 5% en Alemania, Eslovaquia, Mozambique, Polonia, República
Checa y Rusia; del 4% en Albania, Bulgaria, Croacia, España, Hungría, Italia, Japón,
Nueva Zelanda, Rumania y Suecia; del 2% en Dinamarca, y del 1.5% en Israel y en
México. Los sistemas de Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela no tienen
piso mínimo 16.

En nuestro país la barrera es -desde 1963- del 3%, aunque para las elecciones de 1973
se había elevado al 8%.

La intención y la función de la barrera legal es excluir del parlamento a los partidos


menores y promover la concentración del sistema de partidos a través del voto. La
legislación nacional presiona doblemente a las fuerzas políticas pequeñas ya que se las
castiga impidiéndoles entrar en el reparto de cargos si no logran el 3% legal, y corren
el riesgo de perder su personería jurídica si no consiguen un mínimo del 2% en dos
comicios consecutivos o si deciden no presentar candidaturas. De esta manera se fuerza
a estas agrupaciones a intentar alianzas con partidos más importantes.

3. ANTECEDENTES PROVINCIALES

La República Argentina, a nivel provincial y municipal, tiene una diversa y heterogénea


multiplicidad de sistemas electorales. Así, por ejemplo, la elección de los diputados
provinciales se lleva a cabo mediante listas cerradas y bloqueadas -sábanas- aunque dos
distritos atenúan el sistema al incorporar la posibilidad de preferencias -Córdoba- o
tachas -Tierra del Fuego-. A la vez, en siete provincias los representantes se eligen
mediante el procedimiento de doble voto simultáneo -ley de lemas-.

Por otra parte, doce estados provinciales eligen a sus legisladores por distrito único. El
resto procede de la siguiente manera: Buenos Aires divide su territorio en ocho distritos
-dos que eligen seis diputados, tres que designan once, uno de catorce, uno de quince y
otro que nombra dieciocho legisladores-; La Rioja fracciona su geografía en dieciocho

16
Nohlen (1994:65 y 1995:108); Vallès y Bosch (1997:253).

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10
secciones electorales -doce uninominales, cuatro binominales, una trinominal y otra
pentanominal, mientras se agregan a la Cámara dos diputados extra por las minorías
que obtengan el dos por ciento de los votos y no cuenten con representantes por
distrito- 17; en Mendoza se verifican cuatro distritos electorales -dos que nominan diez
diputados, una que envía doce y otro que designa dieciséis legisladores-; Salta, con
veintitrés circunscripciones -trece uninominales, cinco binominales, dos trinominales,
dos que eligen seis legisladores y otra que elige diecinueve diputados-; San Luis, con
nueve secciones -cinco trinominales, dos tetranominales y dos de diez diputados-; y
Tucumán, con tres circunscripciones -dos de once legisladores y una de dieciocho-; y,
finalmente, cinco estados provinciales tienen fórmulas mixtas: Córdoba, San Juan,
Santiago del Estero, Santa Cruz y Río Negro. En ellos se eligen una cantidad de
diputados por distrito único -veintiséis en las dos primeras, veintiocho en Santiago,
catorce en Santa Cruz y diecinueve en Río Negro- y el resto por ocho distritos
trinominales en el caso rionegrino, un distrito de cuarenta y cuatro diputados en la
provincia mediterránea, una circunscripción de veintidós legisladores en Santiago,
catorce secciones uninominales en Santa Cruz y diecinueve secciones uninominales en
San Juan.

Por último, no todas las provincias utilizan el mismo sistema de reparto de cargos: en
aquellos distritos en donde la lista de candidatos es uninominal, no tienen
representación las minorías mientras que en el resto, en general, se procede a la
distribución a través del sistema D'Hondt. En Chubut, Entre Ríos y Santa Fe el partido
que gane se atribuye una mayoría absoluta, en tanto el resto se reparte
proporcionalmente entre las minorías: según el sistema D'Hondt en el caso de la
provincia patagónica y en Santa Fe, y por la fórmula del Resto Mayor en la
mesopotámica. En la provincia de Buenos Aires, en tanto, la fórmula para la
distribución de escaños en las Cámaras es la del Resto Mayor. Finalmente, en Santiago
del Estero para la Cámara de Diputados se utiliza el sistema de lista incompleta: dos
tercios para la mayoría, un tercio para la minoría.

Además, en cuanto a la cantidad mínima de votos requeridos para acceder al reparto de


cargos, en once estados provinciales se lo estableció en el 3% de los empadronados
(para Neuquén y San Juan votos válidos emitidos) mientras que en el resto de las

17
De la distribución indicada surge una Legislatura de entre veintiocho y treinta miembros, en tanto la reforma
constitucional del año 2002 redujo la composición de la Cámara a veintitrés diputados. Una futura modificación de la ley
electoral deberá señalar cuántos legisladores enviará cada departamento electoral al Poder Legislativo.

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11
provincias la situación es la siguiente: en Río Negro se establece una barrera legal del
5% para los cargos que se eligen por distrito único y un piso del 22% para los que se
eligen por circuitos regionales, calculándose ambos porcentajes sobre los votos
emitidos válidamente; en Tierra del Fuego y Salta la barrera alcanza al 5% de los votos
válidos y en Jujuy el mismo porcentaje pero del padrón electoral; en Buenos Aires y
Entre Ríos el umbral es el cociente que surja de la aplicación de la fórmula del Resto
Mayor; y en las provincias de Córdoba, Chaco, Chubut, Formosa, Misiones y Tucumán
no existe piso mínimo.

Los Cuadros Nº 1 y 2 resumen los distintos sistemas electorales provinciales.

CUADRO Nº 1
CÁMARAS DE DIPUTADOS PROVINCIALES
PROVINCIA MIEMBROS DISTRI TOS RENOVACIÓN FÓRMULA ELECTO RAL*
Buenos Air es 92 8 Por mitades c/ 2 años Resto May or Piso: cociente
Cata ma r ca 41 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3%
Cór doba 70 1 y 26 Total cada 4 años D’ Hondt Prefer encias
Corr ientes 26 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3%
Chaco 32 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt
May or ía y mi nor ías ( D’ Hondt sin
Chubut 27 1 Total cada 4 años
piso)
May or ía y mi nor ías ( Resto May or)
Entre Ríos 28 1 Total cada 4 años
P i s o : c oc i e nt e
For mosa 30 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt Lema s
Jujuy 48 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 5% Le ma s
La Pa mpa 26 1 Total cada 4 años D’ Hondt 3%
La Rioja 23 18 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3% Le ma s
Mendoza 50 4 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3%
Misiones 40 1 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt
Neuquén 35 1 Total cada 4 años D’ Hondt 3%
Río Negr o 43 1 y 8 Total cada 4 años D’ Hondt 5% y 22%
Salta 60 23 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 5%
San Juan 45 1 y 19 Total cada 4 años D’ Hondt 3% Le ma s
San Luis 43 9 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3%
Santa Cr uz 24 1 y 10 Total cada 4 años D’ Hondt 3% Le ma s**
May or ía y mi nor ías ( D’ Hondt 3%)
Santa Fe 50 1 Total cada 4 años
L e ma s
Santiago 50 1 y 28 Por mitades c/ 2 años May or ía y mi nor ía
T de l Fuego 15 1 Total cada 4 años D’ Hondt 5% Tachas
Tucu má n 40 3 Total cada 4 años D’ Hondt Lema s
* Sistema de conversión de votos en bancas y umbral de representación.
** La ley de lemas sólo se aplica para la elección de los denominados Diputados por Pueblo: cada municipio envía un
representante a la Legislatura.
Fuente: elaboración propia sobre la base de datos suministrados por la Dirección Nacional Electoral y por Ernesto Calvo
y otros (2001).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


12
CUADRO Nº 2

CÁMARAS DE SENADORES PROVINCIALES


PROVINCIA MIEMBROS DISTRI TOS RENOVACIÓN FÓRMULA ELECTO RAL*
Buenos Air es 46 8 Por mitades c/ 2 años Resto May or Piso: cociente
Cata ma r ca 16 16 Por mitades c/ 2 años May or ía
Corr ientes 13 1 Por te rcios c/ 2 años D’ Hondt 3%
Entre Ríos 17 17 T o t a l c a da 4 a ñ os M ay o r ía
Mendoza 40 4 Por mitades c/ 2 años D’ Hondt 3%
Salta 23 23 Por mitades c/ 2 años May or ía
San Luis 9 9 Por mitades c/ 2 años May or ía
Santa Fe 19 19 Total cada 4 años May or ía Lema s
* Sistema de conversión de votos en bancas y umbral de representación.
Fuente: elaboración propia sobre la base de datos suministrados por la Dirección Nacional Electoral.

4. EL SISTEMA PORTEÑO

4.1 L A E V O L U C I Ó N DEL SISTEMA ELECTORAL PORTEÑO E N EL C O N T EX T O N A C I O N A L

El sistema electoral utilizado en la Ciudad de Buenos Aires para elegir a sus


legisladores locales no siempre siguió las pautas establecidas en la legislación para la
elección de representantes nacionales, a pesar de que hasta 1996 dependió de las
autoridades nacionales.

En este sentido se constatan las afirmaciones de Molina y Hernández, citadas por


Nohlen (1995:156) en una de las pocas obras que se dedican a estudiar los sistemas
electorales municipales.

Señala el autor tres características de los contextos municipales que permiten valorar
las normas electorales que rigen la elección de los concejos municipales: a) la reducida
escala geográfica implica, para el elector, una familiarización más directa con los
problemas y sus posibles soluciones, por lo que dichas dificultades se perciben como de
orden administrativo antes que político; b) una menor importancia de los partidos en
relación con los candidatos, teniendo el votante la posibilidad de conocerlos en un
contexto determinado; y c) las votaciones en el concejo municipal no respetan las
fronteras partidarias (Nohlen 1995:157).

Sin embargo, el estudio no plantea las diferencias entre los municipios que son, al
mismo tiempo, capitales de provincia o federales (como el caso tratado aquí) y aquellos
que no lo son (la gran mayoría).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


13
La historia electoral de Buenos Aires ha sido rastreada hasta la época de la
independencia 18, constatándose las primeras elecciones en 1809 -aunque el derecho
electoral estaba vedado para casi el 99% de la población-.

Se verifica a partir de entonces una noción de vecino -en lugar de ciudadano- como
sujeto electoral; es decir, el elector era un habitante de la ciudad (no del campo)
casado, afincado y arraigado, cabeza de familia y propietario. Había un mandato
imperativo y las elecciones eran indirectas. Se convocaron elecciones para designar
juntas gubernativas, diputados constituyentes, gobernadores, intendentes, miembros de
cabildos, etc.

En 1821, Rivadavia introduce cambios de importancia al instituir el voto directo para


elegir a los miembros de la Sala de Representantes -órgano legislativo creado en 1820-;
reduce la edad mínima para ejercer el derecho, bajándola de 25 a 20 años; establece la
representación de la campaña y abandona el mandato imperativo.

La ampliación del sufragio fue notable: en tanto antes de 1821 votaba apenas una
centena de personas, a partir de la nueva ley llegaron a sufragar 4000 personas en la
ciudad y hasta 10000 en la campaña, siendo la cantidad de individuos en condiciones de
votar en la ciudad, en 1830, de alrededor de 11000, sobre una población urbana de
55000. Estas tasas de participación superaron, en ocasiones, las comprobadas entre
1860 y 1912.

Desde la sanción de la Constitución de 1853 y hasta 1881 tanto el sistema nacional


como el municipal fueron idénticos: lista completa; es decir, el que gana se queda con
todos los cargos en disputa (ley 140/1857). El Concejo (General) Deliberante se
componía de veintidós concejales que serían elegidos, la primera vez, de la misma
manera que los diputados nacionales y luego a razón de dos por parroquia (ley del 6 de
Mayo de 1853).

En 1881 la ley 1129 incluye precisiones para la elección de los representantes


municipales: se deberían elegir en circunscripciones binominales, durarían dos años en
su mandato renovándose el cuerpo por mitades cada año. Se establece el voto secreto y
por candidato.

A comienzo del siglo se producen una serie de cambios importantes en el nivel nacional
y en el local.
18
Según informan Chiaramonte y Ternavasio (1995) y Ternavasio (2002).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


14
Para la elección de diputados nacionales, en 1902 se sancionó la ley 4161 que impuso el
voto uninominal (se requería mayoría simple o relativa). En 1905 la ley 4578
restableció el sistema de lista completa y en 1912 se inauguró la representación de las
minorías a través del llamado sistema de lista incompleta (ley 8871).

Los concejales, por su parte, comenzaron a elegirse en 1908 por el sistema de lista
incompleta (ley 5098) y diez años después el reparto de cargos pasó a ser proporcional.
En efecto, la ley 10240 -de 1917- dispuso la aplicación en general de denominada Ley
Sáenz Peña (ley 8871) pero estableció que la distribución de bancas se efectuara por
listas y por distrito único, por el sistema del Resto Mayor -sin piso- y de manera tal
que los ciudadanos pudieran ejercer un voto de preferencia; una vez establecido cuántos
cargos le correspondía a cada lista partidaria, se determinaba -según los votos
obtenidos por cada candidato- quiénes eran los elegidos: si todos los integrantes de la
lista tenían más del 50% de los votos se respetaba el orden prefijado por el partido; si
no era el caso, la selección interna a la lista se llevaba a cabo mediante un sorteo entre
todos los postulantes de la boleta electoral que hubieran obtenido, por lo menos, la
mitad de los votos de la lista. Si no eran suficientes para cubrir la cantidad de escaños
que le había tocado al partido, se realizaba otra selección azarosa entre los demás
candidatos. Por otra parte, se elevó la cantidad de miembros del Concejo Deliberante a
treinta.

A mediados de la década del '30 se produce otra modificación de relativa importancia:


en la elección municipal se establece un piso mínimo para que las listas accedan al
reparto de bancas: el cociente resultante de la aplicación de la fórmula del Resto Mayor
(ley 11740/33). Más tarde, la ley 12266, en 1935, operativizó la manera de aplicar el
sistema: el número de votos máximo obtenido por las listas partidarias se dividiría por
la cantidad de cargos a elegir, de lo que resultaría el piso electoral que excluiría a las
listas que no participarían de la distribución; el segundo paso consistía en sumar los
votos de los partidos incluidos en el reparto y dividirlos por la suma de bancas en
juego, de lo que resultaría la cantidad de escaños que le corresponderían a cada
agrupación. Si restaran cargos a ocupar se concederían a las listas que tuviesen el
mayor resto, es decir, los votos no contemplados en la operación de asignación.

En tanto la legislación nacional varió notablemente, la elección de concejales no sufre


cambios hasta 1973, entre otros motivos por el cierre del Concejo Deliberante entre
1942 y 1958.
Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires
15
En 1951, por disposición constitucional (reforma de 1949) el Presidente de la Nación es
elegido en forma directa y los diputados -con mandato por tres años y sin renovación
parcial- por circunscripciones uninominales (ley 14032/51). En la Capital Federal,
Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe el número de secciones electorales era
igual al número de diputados a elegir menos dos: esos dos cargos se otorgaban a los
candidatos que habían obtenido mayor número de votos sin resultar electos en su
sección electoral. En 1953 el premio consuelo pasó a ser de una sola banca (ley
14292/53).

En el nivel nacional, en 1957 -para la elección de diputados constituyentes- se adoptó


por primera vez el sistema D’Hondt (decretos 3838 y 4034/57), sin barrera legal,
retornándose al sistema de lista incompleta en 1958 (decretos ley 15374/56, 15099 y
15100/57); en tanto, en 1963 (decretos 7164/62 y 260/63) se impuso un piso del 3% de
los votos válidos emitidos de cada distrito (eliminándoselo para las elecciones de 1965
por la ley 16582/64). Para la elección de concejales, los decretos ley 15374/56, 15100 y
15200/57 restituyeron la vigencia de la ley 1260 (Orgánica Municipal) y de la ley
electoral 10240 y sus complementarias.

En 1973, se elevó la barrera legal al 8% -ó 135.000 votos- para los cargos nacionales y
se estableció, para la elección de la fórmula presidencial, el sistema de doble vuelta si
ninguno de los postulantes alcanzara el 50% más uno de los votos (ley 19862/72).
Además, se estableció que si tenía lugar la segunda vuelta y las dos primeras fórmulas
reunían más de los dos tercios de los votos, ambas participarían en el ballotage sin
modificar su composición; en cambio, si no llegaban a esa proporción, podían alterar su
integración postulando para la vicepresidencia a un candidato de los partidos que en la
primera votación hubiesen logrado por lo menos el 15% de los sufragios o, bien,
constituir una fórmula en común y competir con los candidatos del partido que hubiera
alcanzado la tercera colocación.

Para la elección de concejales, la ley 19987/72 impone un sistema mixto de elección de


los concejales: treinta y dos se elegirían por distrito único y veintiocho en
circunscripciones uninominales. La barrera legal se estableció en 100.000 votos -es
decir, algo menos del 5% del padrón electoral del distrito-.

Finalmente, en 1983 (ley 22838/83, actual Código Electoral Nacional -texto ordenado
por decreto 2135/83-, modificada por las leyes 22864, 23168, 23247, 23476, 23952,

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


16
24007 y 24444) se mantiene el sistema D’Hondt pero se vuelve a la barrera del 3% y al
distrito único.

En la elección de los actuales legisladores, por resolución de la Cámara Electoral, se


empleó el sistema proporcional D'Hondt pero sin piso mínimo.

El Cuadro Nº 3 compara los sistemas descriptos.

CUADRO Nº 3

SISTEMA NACIONAL SISTEMA LOCAL


AÑO
M o d if i c a c ió n N o r m at i v a * M o d if i c a c ió n N o r m at i v a *
Lista co mpl e ta. Voto L i s t a c o mpl e t a . 2 2
1853 140/57 Ley del 6/5/53
público y optativo mi e mbr os
Cir c unscr ipc iones
bino minales. Voto por
candidato y secr eto.
1881 1129/81
Mandato por 2 años y
r e novación anual por
mi ta de s
Cir c unscr ipc iones
1904 4161/03
unino minales
1906 Lista co mpl e ta 4578/05
Mandato por 4 años
1908 5098/08
Lista inco mpleta
Lista inco mpleta y
1912 p a n a c h a ge . V o t o se cr e to y 8871/12
obligatorio
Resto Mayor sin piso. Voto
d e pr e fe r e nc i a . L i s ta
1918 10240/17
c er r a d a y des b l o q u e a da . 3 0
mi e mbr os
1934 Piso: cociente 11740/33
L i s t a c o mpl e t a par a
1937 12298/36
e l e c t or es de P r e s i d e n te
I nt er nas s emi a bi e r t a s y
1945 c a n d i d a t ur as 11976/45
independientes**
1948 Lista inco mpleta y borratina 17427/45
Cir c unscr ipc iones
unino minales
R e for ma
Elección directa de
Constitucional,
1951 P r e s i de n t e
14032/51 y
Diputados: r e novación total
14292/53
cada 3 años
S e n a d or e s : p a n a c h a ge
D 3838 y D
1957 D’ Hondt sin piso
4034/57
Elección indir ecta de
Presidente. Diputados: R e for ma 15374/56,
1958 r e novación por mitades cada Constitucional, 15100/57 y
dos años. Lista inco mpl e ta 15099 y 15100/57 15200/57
y bor ratina ( tachas)
D’ Hondt piso 3% votos D’ Hondt piso 3% votos
1963 D 7164/62 D 260/63
válidos válidos
1964 D’ Hondt sin piso 16582/64 D’ Hondt sin piso 16582/64

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


17
SISTEMA NACIONAL SISTEMA LOCAL
AÑO
M o d if i c a c ió n N o r m at i v a * M o d if i c a c ió n N o r m at i v a *
S i s te ma mix to : D’ H o n d t
D’ Hondt piso 8% ó 135.000
piso 100.000 votos ( 32
votos Elección dir ecta de
mi e mbr os) y
1973 Presidente (ballotage 50%) 19862/72 19987/72
circunscr ipciones
y Senador es ( lista
unino minales ( 28
inco mpleta)
mi e mbr os)
Elección indir ecta de
1983 Presidente y Senador es 22838/83 D’ Hondt 3% 22846/83
D’ Hondt piso 3%
Elección directa de
Presidente (ballotage 45% ó R e for ma
1994 40% con dife rencia de 10 Constitucional
puntos por centuales 24444/94
r especto del segundo)
C a mbi o S t a tu s
Elección directa del Jefe de Jurídico.
1996
Gobier no Sanción de la
Constitución
Resolución
1997 D’ Hondt sin piso
J u d i cial
Elección directa de R e for ma
2001 Senadores por lista Constitucional
i n c o mpl e t a 1994
* Las normas señaladas con “D” son Decretos; el resto, leyes.
** Decreto del 30 de mayo derogado en agosto del mismo año. El sistema nunca se puso en práctica.

Fuente: elaboración propia sobre la base de información proporcionada por Badeni (1976), Botana (1985), Vanossi
(1988), y Vieta y Willi (1998).

4.2 O B L I G A C I O N E S C O N S T I T U C I O N A L E S P O R T E Ñ A S

La Constitución de la Ciudad impone algunas pautas que deberán ser incorporadas a la


futura legislación.

En primer lugar, la duración del mandato de los sesenta legisladores y el de los


integrantes del Poder Ejecutivo es idéntico -cuatro años-, aunque los miembros de la
Legislatura se renovarán por mitades cada dos años.

Los cargos de diputados se repartirán proporcionalmente a la cantidad de votos que


cada partido político obtenga, mientras que el Jefe y Vice Jefe de Gobierno serán
electos por mayoría absoluta, contabilizándose para ello únicamente los votos positivos
-que excluyen los sufragios en blanco y los anulados-. Si dicha posibilidad no se
lograra en una primera elección deberá recurrirse al ballotage -segunda elección
restringida a los dos postulantes que hayan obtenido el primer y segundo lugar, y que
busca la obtención de una mayoría absoluta de votos que legitime la elección del
candidato-, del que participarán las dos fórmulas que más voluntades hayan acaparado.
La elección es directa y por distrito único y todos los funcionarios -miembros del

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


18
ejecutivo y del legislativo- son reelegibles consecutivamente por una sola vez, o con
intervalos de un período de manera indefinida 19.

El sistema así establecido se encuadra entre los denominados presidencialistas, en los


que los dos poderes tienen una independencia significativa entre sí, ya que sus
miembros son electos en forma autónoma uno del otro -aunque suele verificarse que los
votos hacia el ejecutivo arrastran los del legislativo-, con riesgo para la gobernabilidad
en caso de que cada uno de ellos estuviese dominado por fuerzas políticas de signo
opuesto 20. Esta posibilidad se atenúa con la simultaneidad de los mandatos y dada la
poca tradición de corte de boleta que se constata en la historia electoral de los
porteños, aunque vale la pena consignar los resultados de la primera elección de Jefe de
Gobierno que consagró, al mismo tiempo, una mayoría diferente en la Convención
Estatuyente 21.

A su vez, el mandato unificado de ambos poderes -que favorece la gobernabilidad- se


relativiza con la renovación parcial del cuerpo legislativo. El espíritu de Alberdi y su
concepción del equilibrio de poderes pareciera estar presente aunque, quizás,
convendría pensar otras fórmulas para su reforzamiento 22.

Las bondades y defectos de los sistemas proporcionales se atenúan ante cada caso
concreto dado que no existe el sistema de reparto perfecto, que traduzca exactamente en
número de bancas la cantidad de votos que cada partido obtuvo. En general, casi todos

19
Artículos 68, 69 y 96 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
20
Sin embargo, algunos recientes estudios dan cuenta de la cooperación que se brindan oficialismo y oposición en casos
en los que se verifica un control de la legislatura por parte de los partidos opositores. Puede consultarse, al respecto, de
Malamud (1997); también, de Mustapic y Goretti (1992). Una opinión diferente puede encontrarse en Gargarella (1995b).
21
La selección de listas partidarias diferentes para distintos cargos -el corte de boleta- es difícil de medir a posteriori
del acto comicial ya que el escrutinio puede ocultar su verdadera dimensión: si un ciudadano vota para Presidente al
partido A y para Diputados al B, en tanto otro elector emite su sufragio en forma exactamente contraria, se contarán dos
votos para cada partido en cada rubro, oscureciéndose la maniobra. Un indicador más preciso de este mecanismo son las
encuestas preelectorales o las en boca de urna, aunque no dejan de ser estimaciones. La hipótesis acerca del escaso corte
de boleta se afirma, exclusivamente, sobre la base de la contabilización de diferentes ganadores en distintos rubros en
una misma fecha electoral y no, como suele hacerse habitualmente, en las variadas magnitudes de votos que obtiene un
mismo partido en distintas categorías de candidatos. Lo que se sostiene ocurrió tan sólo dos veces desde 1916: en la ya
mencionada elección de 1996 y en 1989, cuando el justicialismo obtuvo la victoria para su listas de diputados nacionales
y concejales en tanto el radicalismo -sumadas sus dos fórmulas presidenciales- consiguió imponerse en el rubro
principal.
22
Por el contrario, en el orden nacional se comprueban algunas diferencias. El sistema de frenos y contrapesos que se
desprendía de la diferente duración de los mandatos del Presidente (6 años), de los Senadores (9 años con renovaciones
parciales cada 3) y de los Diputados (4 años con renovación parcial cada 2) -y que significaba que, a menos que ganase
las elecciones siempre el mismo partido, el sistema mantenía actualizada su representatividad y obligaba a la negociación
política- se vio sustancialmente modificado a partir de la reforma constitucional de 1994 por la que se fortaleció la
gobernabilidad del sistema, ya que el oficialismo no tendrá que recurrir con tanta frecuencia al entendimiento con la
oposición. Para hacer justicia con la historia debe decirse que 1º) la diferente duración de los mandatos pudo haber
tenido otra motivación: la de debilitar el poder de la Cámara de Diputados, representantes directos del pueblo, siguiendo
el espíritu de los constituyentes de los EEUU; 2º) Alberdi parece tener la misma intención aunque no se expresa en la
duración de los mandatos que figura en su proyecto de Constitución: seis años para el Presidente y para los Senadores y
omitida para los Diputados. Para peor, la renovación parcial del Senado se preveía cada dos años. Ver, al respecto:
Alberdi (s/f), González (s/f) y Gargarella (1995a).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


19
los sistemas tienden a beneficiar a los partidos mayoritarios por la manera de reubicar
los excedentes a partir del número repartidor. Por otra parte, suele establecerse un piso
mínimo de votos para acceder al reparto de cargos -que las elecciones de los miembros
de la Legislatura no tuvieron- que perjudica a los partidos menores.

5. CONCLUSIONES PROPOSITIVAS

5.1 C R Í T I C A S AL S I S T E M A E LE C T O R A L

Desde el inicio del nuevo período democrático (1983) varias y cruzadas críticas se
efectuaron -y se efectúan- sobre diversos aspectos del sistema electoral, nacional y
local. En general, dichas objeciones apuntan a dos temáticas.

1) La primera de ellos se refiere a la inadecuada representatividad de los intereses del


electorado y a la poca eficacia del sistema en relación con un siempre bienvenido
acercamiento entre representantes y representados. Con un nivel de abstracción menor
suele mencionarse en círculos académicos la ley de hierro de la oligarquía 23, la que
establece una aparente inevitabilidad de los gobiernos de elite. De manera más concreta
todavía, el problema que se señala destaca la disconformidad con los mecanismos de
selección de los candidatos -interna y externamente a cada partido- aduciéndose la
creciente influencia de dirigentes y aparatos partidarios en detrimento de la voluntad de
afiliados, simpatizantes y público en general en la nominación de aquellos.

2) La segunda de las controversias se refiere a las llamadas listas sábanas 24, y hace
alusión al desconocimiento que la ciudadanía tiene de los candidatos, más allá del
primero o segundo de la lista. Lo que se impugna es la obligación a la que se ve
compelida el votante al tener que optar por un conjunto de candidatos, sin la
posibilidad de conocer a todos y sin poder discriminar entre ellos.

Como se puede inferir, ambos cuestionamientos están estrechamente relacionados. Sin


embargo, cada uno de los señalamientos y observaciones que se hacen de las
características del sistema electoral, de subsanarse mediante la corrección de la norma
23
Michels (1983).
24
La denominación lista sábana es empleada, con frecuencia, equivocadamente: en su origen designaba a aquellas boletas
electorales que contenían listas para varios cargos que se votaban simultáneamente, como ocurrió en la Argentina en
1983 -cuando se eligieron, al mismo tiempo, electores de presidente, electores de senadores nacionales y diputados
nacionales, en tanto se sumaron, en la Capital Federal, concejales y consejeros vecinales; en las provincias se
adicionaron, también, candidatos a gobernador, intendente, diputados y senadores provinciales-. En las internas de los
partidos políticos deben agregarse a los precandidatos para todos los cargos señalados, los rubros correspondientes a las
autoridades partidarias. Estas elecciones agregadas obtenían como resultado una larga boleta en sentido horizontal.
Actualmente, el largo vertical -muchos candidatos- de una boleta se asocia a la sábana. Otras consideraciones sobre el
tema pueden encontrarse en Tula y De Luca (1999).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


20
legal correspondiente, provocaría seguramente una crítica inversa ya que ningún
sistema es neutro 25: todos privilegian algún valor político o social.

Así, por ejemplo, el reparto proporcional de cargos favorece la representatividad en


tanto es un obstáculo para la gobernabilidad, mientras que los sistemas de reparto
mayoritarios -donde las minorías no tienen o cuentan con escasa representación-
favorecen la consolidación de sistemas bipartidistas y, por el contrario, los sistemas
proporcionales operan a favor de sistemas de múltiples partidos 26.

Cualquier sistema electoral intenta dar respuesta a los dos principios básicos ya
mencionados -representatividad y gobernabilidad- y todas las experiencias tienden a
impedir una excesiva fragmentación partidaria que provoque procesos autoritarios y a
evitar, simultáneamente, un exagerado celo por la gobernabilidad que acote la
diversidad de opiniones, vaciando al sistema de legitimidad.

Se busca, sistemáticamente, el equilibrio que promueva el consenso en el disenso, la


unidad en la diversidad, que provoque la necesaria negociación -en donde todos pierden
un poco para ganar otro tanto- en procura de un gobierno estable.

Límites al pluralismo, en tanto no signifique que las minorías no puedan llegar a ser
mayorías ni se lesione el derecho de disentir, y restricciones a la posibilidad de
gobernar, siempre que no se impulse un conflicto de poderes o una situación de
anarquía.

Las decisiones que se adopten consistirán en tomar posición por alguno de los valores
en juego.

5.2 L A S P R O P U E S T A S

En pos de mejorar la calidad de la representación y de acercar a electores y elegidos, se


han efectuado muchas propuestas a lo largo de la historia, sobre todo a partir de la
época en que comenzó a tener vigencia el sistema democrático representativo.

Una clasificación simplista de dichas proposiciones las ubicaría en torno de dos ejes
contrapuestos: por un lado, aquellas tendientes a concebir a la representación como una
tarea eminentemente racional, que debe estar necesariamente alejada de las pasiones y

25
Vanossi (1990).
26
Existe una abundante bibliografía técnica al respecto, que ha motivado controversias sobre el tipo de asociaciones que
se verifican entre los distintos aspectos de los sistemas electorales y los sistemas partidarios y de gobierno. Véase, por
ejemplo, Nohlen (1981); Corbacho (1988); Cabrera, E. (1991); Sartori (1992); y Cabrera, E. (1993).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


21
de los apresuramientos propios de las mayorías populares, que debe procurar la defensa
de los derechos de las minorías y que se apoya en la creencia de verdades inmutables
que sólo pueden ser interpretadas por una minoría selecta de individuos; por otro, los
mecanismos institucionales que se orientan exclusivamente conforme la voluntad
popular expresada a través del voto mayoritario. En otras palabras, elitistas y
populistas.

Así, por ejemplo, los elitistas prefirieron mandatos prolongados y reeligibilidad de los
legisladores, elección indirecta del presidente y de los senadores, mandatos no
imperativos, asambleas poco numerosas, ejecutivos unipersonales y con poder de veto;
los populistas, por su parte, se inclinaban por una alta rotación en los cargos,
elecciones directas, legislaturas numerosas, revocabilidad de los mandatos,
proporcionalidad en la distribución de los cargos y unicameralismo.

En general, los sistemas electorales en la Argentina -el nacional y los provinciales-


optan por la elección directa de Ejecutivos unipersonales y con poder de veto, mandatos
no revocables, cargos reelegibles con distribución proporcional y legislaturas
provinciales unicamerales 27.

La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires toma partido y limita la


posibilidad del legislador. Por un lado, establece el sistema de audiencia pública o
doble lectura para la sanción de leyes de contenido temático considerado importante
(artículo 63), la iniciativa popular (artículo 64), el referendum (artículo 65), la consulta
popular (artículo 66), la revocatoria de mandato (artículo 67), una legislatura
unicameral (artículo 68), proporcionalidad en el reparto de cargos (artículo 69),
sesiones públicas de la legislatura (artículo 74) y el voto directo para la elección del
Jefe de Gobierno (artículo 96). En sentido contrario, dispone -aunque de manera
atenuada- la reelección de los representantes (artículo 69 para los legisladores y 98
para el Jefe de Gobierno), el poder de veto del Ejecutivo (artículo 87) e,
implícitamente, mandatos no imperativos.

El sistema electoral que surja de este contexto deberá contemplar, también, otras
características del distrito. De continuar la tendencia- la Ciudad Autónoma se
desarrollará en un marco crecientemente pluralista y en el que se constatan

27
Salvo en diez estados provinciales, como se detalló oportunamente. Además, las constituciones de las provincias de San
Juan (artículo 150, inciso 20) y de Tierra del Fuego imponen un mandato imperativo para los senadores nacionales.
También fue propuesto, como alternativa para los senadores, por el Consejo para la Consolidación de la Democracia
(1986).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


22
significativos signos vitales para el sistema político: declinación constante de la
concentración de votos en los partidos mayoritarios, participación electoral de un
importante número de partidos políticos, pocos electores no representados en el
parlamento -aunque su número está en aumento-, elevada cantidad de votos positivos.
Por el contrario, las agrupaciones políticas con representación parlamentaria son
escasas en relación con el número de partidos que se presentan a los comicios, y crece
la abstención electoral.

La reglamentación electoral aplicada hasta el momento no parece haber afectado la


gobernabilidad: no se constataron conflictos institucionales de gravedad a lo largo del
período y la combinación del tamaño del distrito con la fórmula D'Hondt de reparto
proporcional ha operado como un buen distribuidor de las preferencias electorales,
mientras la barrera legal del 3% de los empadronados prácticamente no afectó la
asignación de cargos.

Además, puede suponerse -aunque no medie un estudio empírico al respecto- que la


hipótesis desarrollada por Mustapic y Goretti y otros autores 28 tuvo lugar también en el
ámbito municipal. En efecto, la gobernabilidad no parece haber sido afectada en la
Ciudad de Buenos Aires a pesar de que el oficialismo -esto es, quien ocupaba el Poder
Ejecutivo- nunca contó con mayoría absoluta de concejales excepto entre 1983 y 1987;
incluso, entre 1989 y 1997 ni siquiera pudo obtener la primera minoría, lo que sí
ocurrió entre 1987 y 1989.

Desde la constitución del Gobierno Autónomo de Buenos Aires el análisis se vuelve


más complejo ya que, entre 1996 y 2000, el radicalismo ocupó la Jefatura de Gobierno
y fue segunda minoría en la Legislatura, aunque mantuvo una alianza estratégica con la
primera minoría, el FREPASO. Sin embargo, esta agrupación era -a su vez- una
coalición entre el Frente Grande y la ex Unidad Socialista; si estos dos últimos se
considerasen por separado, la UCR podría haber sido contabilizada como la primera
minoría 29.

28
Mustapic y Goretti (1992), Malamud (1997) y Araujo y Oliveros (2001).
29
Una serie de indicadores descartan la hipótesis del análisis separado del Frente Grande y la Unidad Socialista -esta
última fuerza política era también una alianza de los partidos Socialista Popular, que contaba con tres legisladores, y
Socialista Democrático, que poseía otros tres-: funcionaban en un sólo bloque de diputados, con personal unificado,
reuniones conjuntas de sus miembros, etc.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


23
A partir de la elección del año 2000 el Jefe de Gobierno (Aníbal Ibarra, Frente Grande,
integrante del FREPASO) obtuvo primera minoría a través de la coalición con la UCR 30,
formando la Alianza. Sin embargo, al poco tiempo los acontecimientos políticos
produjeron un reacomodamiento de todos los sectores de la Legislatura. Al momento de
redactarse este informe se acreditan veintiún bloques. Aunque el Jefe de Gobierno
mantiene alianzas estratégicas con diversos sectores, el Frente Grande posee cuatro
diputados 31.

Como se describió, varios aspectos conforman un sistema electoral y cada uno de ellos
pone en juego una serie de valoraciones que se traducen en una reglamentación
específica.

En cuanto a las normas para elecciones generales, deberán tenerse presente los
siguientes criterios: 1) si se pretende eliminar o atenuar los efectos nocivos de las
llamadas listas sábana adoptando un sistema de elección por sección electoral -o
mediante un sistema mixto, como el aplicado en las elecciones de concejales del 11 de
Marzo de 1973-, pocas y grandes circunscripciones darán sentido al régimen
proporcional de reparto de cargos; muchas y, por lo tanto, pequeñas secciones le
quitarán proporcionalidad al sistema. Nótese que el artículo 69 de la Constitución
obliga a la renovación parcial de la Legislatura lo que, de hecho, reduce a la mitad
el tamaño del distrito; 2) aunque el sistema de reparto del Resto Mayor resulta el más
proporcional, la fórmula D'Hondt traduce bastante fielmente la relación votos/bancas,
sobre todo si no se impone un piso mínimo, y tiende a beneficiar levemente a los
partidos con mayor caudal de votos; el sistema Saint Lague, por su parte, promueve la
distribución de cargos en favor de los partidos medianos; 3) el umbral de
representación no ha evitado, hasta ahora, la pluralización del sistema partidario en el
marco de elecciones por distrito único aunque, en varios comicios, algunos partidos
fueron marginados del reparto de cargos por no alcanzar el piso legal del 3% de los
inscriptos en el padrón distrital, lo que hubiera llevado a una mayor pluralidad del
sistema 32; 4) ninguna de las normas vigentes, ni el aumento de la pluralización
partidaria, consiguió disminuir sustancialmente el porcentaje de ciudadanos no

30
La Alianza logró 24 bancas: 12 del FREPASO (de las que 8 eran ocupadas por miembros del Frente Grande, 2 del
Partido Socialista Popular y otras 2 del Socialismo Democrático) 11 de la UCR y 1 del Partido Demócrata Progresista.
31
Para una información más detallada puede consultarse Cabrera, D. (2003).
32
Se trata de los casos del Partido Comunista y del Partido Demócrata Cristiano en 1983, el Frente Amplio por la
Liberación (FRAL) en 1987 y la Ucedé en 1993 en el rubro concejales; de la Unidad Socialista en 1989 para electores de
senador; y de la Ucedé y la Alianza de Centro en los comicios de 1996 para elegir estatuyentes.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


24
representados en el sistema parlamentario ni la cantidad de partidos políticos que se
presentan a elecciones; esto último parece lograrlo la elección de cargos unipersonales,
sobre todo para cargos ejecutivos; 5) las candidaturas unipersonales -sobre todo si se
tratara de candidatos independientes o no afiliados- que surgirían en el marco de
circunscripciones uninominales disminuirían el poder de las dirigencias partidarias y
podrían evitar, al mismo tiempo, los llamados empates institucionales que suelen
producirse en sistemas presidencialistas cuando partidos diferentes controlan el
ejecutivo y el legislativo.

En relación con el voto de preferencia, éste parece ser un sistema adecuado a


necesidades de ampliación de la libertad del sufragio, mientras que los reproches que se
le hacen tienen que ver más con la cultura política que con aspectos técnicos. Siempre
que se limite la posibilidad de sustituir, tachar o determinar el orden de una lista a
pocas opciones, se acelera el proceso de escrutinio.

Por otra parte, la ventaja de la que gozarían los candidatos más populares atenuaría una
mala colocación en la lista producto de una negociación interna no del todo
satisfactoria y, en tanto el voto sea masivo, diluiría el efecto de las prácticas
clientelísticas y el poderío de los aparatos.

Por el contrario, el sistema de tachas opera en sentido inverso: sus consecuencias


afectarían en mayor grado a los postulantes más conocidos por la sociedad.

Una reforma del sistema electoral en la Ciudad de Buenos Aires, que contemple las
nuevas particularidades del distrito y que de cuenta de las críticas que sobre él se
efectúan debería considerar algunos postulados:

1) Los problemas a resolver, en resumen, son: incumplimiento de las reglas de juego,


inadecuada representación de los intereses del electorado, excesiva influencia de los
dirigentes en la nominación de candidatos y desconocimiento de los candidatos por
parte de la ciudadanía (el problema de la lista sábana).

2) La crisis de representación pareciera tener más que ver con el desempeño de los
políticos que con los procedimientos para su elección aunque, en su descargo, puede
señalarse que también influye el hecho de que, contrariamente a los que sucede en los
sistemas parlamentarios, el presidencialismo no cuenta con mecanismos de
descompresión, lo que aumenta las tensiones y puede generar, en términos teóricos,
faccionalismo y bloqueo de la gestión de gobierno.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


25
3) Un cambio en la reglamentación electoral puede no ser suficiente para solucionar los
problemas que se discuten si no va acompañado de modificaciones en la misma
dirección en otros factores del sistema político; incluso, pueden obtenerse resultados
inversos a los esperados: la victoria radical a raíz de la introducción de la Ley Sáenz
Peña es un hecho bastante lejano en el tiempo pero no por ello menos contundente como
ejemplo de lo que se pretende explicar.

4) Los objetivos de una reforma deben buscar: a) la transparencia de los


procedimientos; b) agregar legitimidad a los resultados que se obtengan: que gane
quien consiga más votos; y c) sencillez en los mecanismos.

En caso contrario subsistirían todas las críticas que se verifican actualmente -con el
peligro de que se potencien- y, además, podrían ocasionar apatía, desazón, aumento de
los votos nulos y de los índices abstencionistas, y demoras en el escrutinio.

En definitiva, pareciera razonable que el sistema electoral que se adopte en definitiva


siguiera las siguientes pautas.

En primer lugar, la propuesta de implementar un régimen mixto de distribución de


cargos puede considerarse adecuada a las demandas más actuales y una manera de
acercar representantes y representados a través de una mayor conocimiento de aquellos
por parte de éstos.

En general, se incluye al sistema alemán entre los mixtos, sin embargo, el


procedimiento que se aplica en ese país debería ser incluido entre los regímenes
proporcionales ya que la distribución de las bancas se efectúa de acuerdo al resultado
de la elección por distrito único y tan sólo la asignación de las bancas se realiza, en
primer lugar, por las que cada partido consiguió en las circunscripciones y, luego,
según los postulantes de cada lista distrital.

Es decir que, resumiendo, cada ciudadano tiene un doble voto: se expresa por una lista
partidaria y, además, por el o los candidatos que prefiere en su jurisdicción electoral.

La cantidad de cargos que le corresponde ocupar a cada partido se decide según la


distribución de los primeros votos, y los candidatos que ocupen las bancas así
repartidas serán, en primera instancia, los que hayan conseguido imponerse en sus
respectivas secciones electorales, completándose la nómina con los que figuraban en
cada lista distrital. Si hubiera partidos que no consiguen cargos por distrito pero alguno

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


26
de sus candidatos se impone en una circunscripción, debe respetarse la voluntad
popular local.

Para no perder el efecto de proporcionalidad, el voto que distribuya la totalidad de los


cargos -sesenta la primera vez, treinta a partir de las renovaciones legislativas- debe ser
el de lista.

Complementariamente, para diluir el efecto de la llamada lista sábana las secciones


electorales deben ser uninominales. Si bien la densidad poblacional de la ciudad de
Buenos Aires y la de cualquiera de sus circunscripciones electorales, sea cual fuese su
número, es un impedimento para un efectivo acercamiento entre electores y
legisladores, al elegirse sólo un diputado no habría candidatos fantasma ocultos detrás
de los primeros.

Como manera de contrarrestar las posibilidades de obtener cargos para las minorías,
puede cambiarse la fórmula repartidora por una que no beneficie a los partidos que
consiguen mayor cantidad de votos, optándose por el sistema del Resto Mayor o por el
Saint Lague, eliminar o disminuir la barrera electoral o computarla sobre los votos
válidos o sólo sobre los positivos.

Otra forma de permitir a los ciudadanos una mayor influencia en la selección de los
candidatos es permitir la presentación de candidatos independientes o implementar
algún tipo de apertura de lista, ya sea a través del voto de preferencia -que debe ir
acompañado indefectiblemente de las tachas- o del panachage -la introducción de
candidatos de una lista en otra-. En cualquiera de estos casos debe ser muy sencilla la
manera de escrutar los votos.

Con estas modificaciones, el sistema dará cuenta y será reflejo de un distrito altamente
pluralista y, además, seguirá privilegiando un voto de lista -que será el que distribuya
los cargos- con el fin de no debilitar a partidos políticos ya de por sí demasiado frágiles
para el gusto de la dirigencia actual, y agregará un voto personalizado, a tono con una
época en donde los partidos no se diferencian tanto por sus propuestas y plataformas
como por los estilos y conductas de sus líderes.

Si los cambios surten efecto sólo quedará pendiente de resolución, según los problemas
apuntados en el inicio, el cumplimiento de las reglas de juego, aunque debería
computarse a favor el hecho, auspicioso de por sí, del mantenimiento por veinte años

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


27
del sistema democrático. Por otra parte, el respeto de las nuevas reglas podrá evaluarse
a futuro y luego de algún período de prueba.

Finalmente, si las reformas se aprobaran -debiendo acreditarse, por disposición


constitucional, con los dos tercios de los votos de los legisladores- se habrá dado otro
gran paso: las normas no serán ya un botín de guerra.

5.3 E L P R O Y E C T O DE LEY

PROYECTO DE LEY ELECTORAL PARA LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Artículo 1º: La presente ley regula la elección de los Diputados que integran la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

División Territorial

Artículo 2º: A los efectos de la elección de legisladores, el territorio de la Ciudad de


Buenos Aires se dividirá en veintidós (22) Secciones Electorales, agrupadas en dos (2)
Regiones Electorales de once (11) Secciones Electorales cada una, según se indica en el
Anexo I que forma parte integrante de esta Ley.

Artículo 3º: Sobre la base del Registro de Electores y el de Electores Extranjeros


actualizado para la última elección, se formarán veintidós (22) padrones electorales
correspondientes a las Secciones Electorales indicadas precedentemente más un (1)
padrón que será la sumatoria de los anteriores.

Postulación de candidaturas

Artículo 4º: Se reconoce el derecho de postulación de candidaturas a los:

1 ) Partidos Políticos, Confederaciones y Alianzas con personería jurídico política

reconocida en la jurisdicción federal, quienes podrán postular candidaturas en todas o


en algunas de las Secciones Electorales.

2 ) Candidatos independientes con arreglo a lo dispuesto en la presente ley. Cada

candidato solo podrán presentar su candidatura en una (1) Sección Electoral


determinada y no podrán integrar, asimismo, listas regionales.

Artículo 5º: Para la presentación de candidaturas, los Partidos Políticos,


Confederaciones o Alianzas que no se presenten en todas las Secciones Electorales
deberán acreditar, ante el Tribunal con competencia electoral de la Ciudad de Buenos
Aires, la afiliación de un número de electores empadronados que, como mínimo, será
Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires
28
equivalente al cuatro por mil (4‰) del total de los inscriptos en el Registro Electoral
correspondiente a cada una de las Secciones Electorales en que se presenten.

Artículo 6º: Para ser candidato se requiere poseer dos años de residencia en la Sección
Electoral en la cual se postulen.

Artículo 7º: Para ser candidato independiente se requiere no estar afiliado a partido
político alguno; no haberlo estado en los dos años inmediatos anteriores a la fecha de la
postulación. Una vez finalizado el mandato de un candidato independiente
eventualmente electo, éste no podrá afiliarse a algún partido político por el término de
dos años.

Artículo 8º: Los candidatos independientes deberán presentar la adhesión de un número


de electores empadronados en la Sección Electoral pertinente que, como mínimo, será
equivalente al tres por mil (3‰) del total de los inscriptos en el Registro Electoral
correspondiente a aquella. Dicho número no podrá ser inferior a trescientos (300)
electores empadronados.

La nómina de avales deberá contener nombre, apellido, domicilio y matrícula de los


mismos.

Dichos electores no deberán encontrarse afiliados a partidos políticos con personería


jurídico política reconocida ni ser adherentes de otras candidaturas independientes.

Artículo 9º: Los candidatos independientes no podrán adherir su boleta electoral a la


de ningún otro cargo electoral, local o nacional, que esté en juego en la misma
elección.

Artículo 10º: Los candidatos independientes deberán presentar su declaración de


principios, programa o base de acción política bajo las mismas condiciones que rigen
para los Partidos Políticos, y le serán aplicables las inhabilidades e incompatibilidades
establecidas por ley para todos los candidatos partidarios. El Poder Ejecutivo
establecerá franquicias y aportes para los candidatos independientes, del mismo modo
que lo hace para los partidos políticos.

Modalidad de la Elección

Artículo 11º: Se elegirán, cada dos años y en forma alternativa en cada una de las
Regiones Electorales indicadas en el artículo dos (2) de esta ley, un (1) diputado por
Sección Electoral y diecinueve (19) legisladores por Región Electoral.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


29
Artículo 12º: El elector tiene derecho a emitir dos votos: el primero seleccionando una
boleta de lista plurinominal de Región Electoral y el segundo seleccionando una boleta
de lista uninominal de Sección Electoral. En ningún caso el elector podrá optar por dos
boletas seccionales o dos boletas regionales, dándose por nulo el sufragio si se
verificase alguno de las condiciones mencionadas.

Artículo 13º: En caso de muerte, renuncia, separación, inhabilidad o incapacidad


permanente de un legislador, electo o en funciones, lo sustituirá quien figure en la lista
correspondiente como candidato titular, según el orden establecido. En caso de que los
candidatos titulares ya hubiesen sido asignados, ocuparán los cargos vacantes los
suplentes que sigan de conformidad con el orden en la lista respectiva.

En todos los casos los reemplazantes se desempeñarán hasta que finalice el mandato
que le hubiera correspondido al titular.

Artículo 14º: El escrutinio se practicará por lista sin tomar en cuenta las tachas o
sustituciones que hubiera efectuado el votante.

Asignación de bancas

Artículo 15º: Los cargos a legisladores por Sección Electoral se asignarán a simple
pluralidad de sufragios al candidato que haya obtenido el mayor número de votos en
cada una de ellas.

Artículo 16º: El total de cargos, es decir, la sumatoria de las bancas Seccionales y


Distritales que le corresponda a cada Partido, Confederación o Alianza se asignará con
arreglo al siguiente procedimiento:

1 ) Los candidatos electos por un Partido Político, Confederación o Alianza en cada

Sección Electoral serán ubicados en el o los primeros lugares de la lista plurinominal


regional de cada uno de aquellos.

2 ) Se excluirá de la asignación una cantidad de bancas en juego proporcional a la

cantidad de votos en blanco registrados. Ésta cifra se dividirá por la cantidad de


electores empadronados en el Distrito y se multiplicará por cien. El cociente obtenido,
sin considerar el residuo, será igual a los cargos que no se repartirán, hasta una máximo
de dos (2). Las bancas quedarán sin ocupar por el término de un período legislativo
completo.

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


30
3 ) El total de los votos obtenidos por cada lista regional de Partido Político,
Confederación o Alianza en la Región se dividirá por uno (1), por dos (2), por tres (3) y
así sucesivamente hasta llegar a la cantidad de cargos en disputa, la que deberá excluir
los obtenidos por candidatos independientes y las exceptuadas en virtud del inciso dos
(2) del presente artículo.

4 ) Los cocientes resultantes, con independencia de la lista de Partido Político,


Confederación o Alianza de que provengan, serán ordenados de mayor a menor en
número igual al de los cargos a cubrir.

5 ) Si hubiera dos o más cocientes iguales se los ordenará en relación directa con el

total de los votos obtenidos por las respectivas listas de Partidos Políticos,
Confederaciones o Alianzas. Si éstas hubieran obtenido el mismo número de votos, el
ordenamiento resultará de un sorteo que a tal fin se practicará.

6 ) A cada Partido Político, Confederación y Alianza le corresponderán tantos cargos

como veces sus cocientes figuren en el ordenamiento indicado en los incisos


precedentes, salvo lo dispuesto en los incisos siete (7) y ocho (8) del presente artículo.

7 ) En caso de que un Partido Político, Confederación o Alianza obtuviese un número de

cargos de Sección Electoral superior al que le correspondería según el procedimiento


indicado en los incisos precedentes del presente artículo, le serán asignados
exactamente el número de cargos de Sección Electoral obtenidos.

8 ) En caso de que un Partido Político, Confederación o Alianza obtuviese un número de

cargos de Sección Electoral inferior al que le correspondería según el procedimiento


indicado en los incisos precedentes del presente artículo, los cargos restantes serán
asignados a partir del primer candidato de lista regional, excluyéndose los candidatos
de Sección Electoral incorporados a dicha lista, según se dispone en el inciso uno (1)
del presente artículo.

9 ) Si la cantidad de cargos resultantes de la aplicación de los incisos siete (7) y ocho

(8) fuese superior la cantidad de bancas totales a asignar, excluidas las


correspondientes a los votos en blanco, se ocuparán estas últimas. Si aún así la cantidad
de bancas resultantes excediese la composición total de la Legislatura, se aplicará el
procedimiento indicado en los incisos tres (3), cuatro (4) y cinco (5) para determinar
qué Partidos, Confederaciones o Alianzas resignarán cargos, que serán los obtengan los

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


31
cocientes más altos, excluyéndose de este mecanismo a los Partidos, Confederaciones o
Alianzas que sólo hayan obtenido cargos por Sección Electoral.

Normas supletorias

Artículo 17º: Serán de aplicación supletoria el Código Electoral Nacional (Ley 19.945
con sus modificatorias; texto ordenado por decreto 2135/83, Boletín Oficial 6/9/83) y la
Ley Orgánica de Partidos Políticos (Ley 23.298 y sus modificatorias) en todo lo que no
se opongan a la presente ley.

Artículo 18º: Comuníquese, etc.

Disposiciones Transitorias

Disposición Transitoria 1º: En la primera elección a realizarse a partir de la sanción


de esta ley se elegirá un (1) diputado por cada una de las veintidós (22) Secciones
Electorales y treinta y ocho (38) diputados por Distrito Único, es decir, la suma de las
dos Regiones Electorales.

Disposición Transitoria 2º: La primera Legislatura así electa practicará un sorteo para
determinar qué Región Electoral deberá elegir diputados en la primera renovación
legislativa. Los diputados electos por las Secciones Electorales que forman parte de
dicha Región Electoral para la primera Legislatura, más diecinueve (19) diputados
electos por Distrito Único, sorteados al efecto, durarán dos años en su mandato. El
sorteo deberá procurar que lo s diputados que ejercerán un mandato de cuatro (4) años, y
que hayan sido electos por Partido Político, Confederación o Alianza, refleje en lo
posible la proporción de cargos que haya obtenido cada uno de estos en la primera
elección.

ANEXO I

Artículo 1º: Las Secciones Electorales vigentes hasta la sanción de esta ley se
conforman tal como lo hacen hasta la actualidad, excepto las que se indican a
continuación, las que se agruparán del siguiente modo:

1 ) Secciones Electorales Segunda (2º) y Octava (8º).

2 ) Secciones Electorales Tercera (3º) y Cuarta (4º).

3 ) Secciones Electorales Decimosegunda (12º) y Decimotercera (13º).

4 ) Secciones Electorales Novena (9º), Décima (10º) y Undécima (11º).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


32
5 ) Secciones Electorales Decimocuarta (14º) y Vigésima (20º).

Artículo 2º: Las Regiones Electorales se conformarán agrupando las Secciones


Electorales como se señala a continuación:

1 ) Región Electoral 1: Secciones Electorales 2º/8º, 3º/4º, 5º, 7º, 14º/20º, 15º, 16º, 18º,

22º, 24º y 27º.

2 ) Región Electoral 2: Secciones Electorales 1º, 6º, 9º/10º/11º, 12º/13º, 17, 19, 21, 23,

25, 26 y 28.

5.4 F U N D A M E N T O S DEL PROYECTO DE LEY

El proyecto que se presenta respeta el mandato constitucional al permitir un reparto


proporcional de los cargos en disputa -primer voto, lista distrital- (artículo 14º) y, al
mismo tiempo, privilegia una personalización del sufragio -segundo voto, diputado por
sección electoral- con la presentación de candidaturas uninominales en cada
circunscripción electoral (artículos 9º y 10º). Se minimiza, de este modo, el efecto
adverso de las listas plurinominales cerradas y bloqueadas (sábana).

Por otra parte, se quita a los partidos el monopolio de la representación política al


permitirse la presentación de candidaturas independientes (artículo 4º, inciso 2),
estableciéndose para éstos las mismas obligaciones y derechos que para los postulantes
partidarios (artículo 8º) aunque se les otorga la ventaja de un menor requerimiento de
avales (artículo 7º).

Además, incorpora la novedosa posibilidad de que algunas bancas -no más de tres-
queden sin ocupar en la medida que la magnitud de los votos en blanco así lo determine
(artículo 14º, inciso 2), con lo que se realza el valor de este tipo de sufragio y se quita
connotación al llamado voto impugnado, que termina siendo anulado. Así, los electores
disconformes con los candidatos que se presenten tienen una opción para canalizar sus
inquietudes que, de este modo, tendrá un impacto en el sistema. Actualmente, los votos
en blanco no se contabilizaban para el reparto de cargos por lo que no afectaban a
partido alguno.

Se omite la barrera legal por lo que todos los partidos y candidatos, inclusive los más
pequeños, tendrán oportunidad de participar del reparto de cargos.

El sistema en su conjunto está basado en su similar alemán, aunque no se permite que la


Legislatura modifique su volumen. Esto se logra al disminuir la cantidad de Secciones

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


33
Electorales -agrupando algunas de ellas- y dividir la elección uninominal en dos fases,
en concordancia con las Regiones Electorales creadas (artículo 9º).

El propio sistema prevé un mecanismo de regulación para el caso extremo de que la


cantidad de cargos que surja en primera instancia del reparto exceda lo permitido
constitucionalmente (artículo 14º, inciso 9).

El agrupamiento de Secciones Electorales no modifica sustancialmente el peso de cada


una de ellas en el total distrital; por el contrario, como la mayoría de los casos de
Secciones Electorales que se unifican para conformar una nueva se trata de
circunscripciones relativamente pequeñas, el conjunto se vuelve más homogéneo. En
tanto se contaba con veintiocho Secciones Electorales, la más pequeña (Sección 10º)
reunía apenas el 1.6% del total y la más numerosa (Sección 17º) el 6.3% (siendo ésta
casi el cuádruple de aquella). Con la nueva composición, la Sección Electoral más
reducida representa el 3.1% del total (Sección 27º) pasando la relación de una a otra al
doble casi exacto.

La distribución de las Secciones Electoral en cada Región procuró realizar una división
del territorio de la Ciudad que no pudiera interpretarse como un enfrentamiento entre
características antagónicas al reunir en cada Región secciones del sur y del norte de la
ciudad, del oeste y del este; tradicionalmente más proclives a candidaturas peronistas,
radicales, liberales o frepasistas 33.

6. BIBLIOGRAFÍA

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33
Véase Cantón y Jorrat (2001) y Cabrera, D. (1999).

Un Sistema Electoral para la Ciudad de Buenos Aires


34
ARAUJO, María Fernanda y OLIVEROS, Virginia (2001): La relación Ejecutivo-
Legislativo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1997-2000), paper presentado en
la Primera Jornada de Jóvenes Investigadores del Instituto de Investigaciones Gino
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