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NOTAS SOBRE LA VIDA Y OBRA DE

ANDRÉS TOWNSEND EZCURRA


Hugo Vallenas Málaga

Haya de la Torre en su despacho de la presidencia de la Asamblea


Constituyente al lado de Andrés Townsend

El 23 de marzo se cumple un aniversario más del nacimiento del egregio


chiclayano Andrés Townsend Ezcurra. Como intelectual, parlamentario,
líder político y periodista, Andrés Townsend ha dejado honda huella en
América Latina. Después de Víctor Raúl Haya de la Torre (Trujillo 1895-
Lima 1979), fue el más importante difusor, actualizador, defensor y
organizador de los ideales de la integración latinoamericana. Veamos
algunos aspectos de su obra escrita y su fructífera labor como legislador
y pensador político.

Algunos datos biográficos

Andrés Townsend Ezcurra (Chiclayo, 23 de marzo de 1915-Lima, 31 de


julio de 1994), profesionalmente fue abogado, graduado en la

1
Universidad de La Plata en 1942. Pero su verdadera vocación estuvo
compartida por la investigación y exposición político-doctrinal, el
periodismo y la política parlamentaria. Fue, en definitiva, como todos
recordamos, el gestor de la fundación del Parlamento Latinoamericano
en Lima, en diciembre de 1964. Fue el primer secretario general de este
organismo y siguió ejerciendo el cargo, por reiterada decisión de los
parlamentarios del continente, durante 27 años (1964-1991).

ATE fue diputado electo por Lambayeque en 1962, pero fue privado del
cargo por el golpe militar del general Ricardo Pérez Godoy. Fue otra vez
diputado lambayecano en 1963, llegando a ser elegido presidente de su
Cámara en 1968, poco antes del golpe militar del general Juan Velasco
Alvarado. Luego fue Constituyente y destacado integrante de la
Comisión Principal encargada de redactar la Constitución entre 1978 y
1979. Fue autor, entre otros artículos, del Artículo 100 de la Carta
Magna de 1979, que dice a la letra: «El Perú promueve la integración
económica, política, social y cultural de los pueblos de América Latina,
con miras a la formación de una comunidad latinoamericana de
naciones».

Nuevamente fue diputado por Lambayeque para el período 1980-1985 y


finalmente senador entre 1985-1990. Como documenta en su libro Por
la libertad de los pueblos. Misión en Naciones Unidas (1962), aportó
durante la XI Asamblea de la ONU (setiembre a noviembre de 1956) en
el debate y redacción de importantes documentos como el «Pacto de
derechos económicos, sociales y culturales», que incorporó el derecho
de huelga por su iniciativa.

Aunque mucho se subraya que Andrés Townsend tenía rasgos y


actitudes provenientes de sus raíces sajona y vasca, él se consideraba
un «huerequeque a tiempo completo», embebido de las costumbres y el
sentir de sus más arraigados paisanos. El quehacer político internacional
nunca apartó a Townsend de la preocupación por su tierra natal, La
Santa Tierra, como reza uno de sus libros, dedicado a Lambayeque. Fue
por iniciativa de ATE que se dio la ley que permitió la construcción del
reservorio de Tinajones (Ley 14971 de 1964) y la que otorgó «primera
prioridad» al proyecto hidroenergético de Olmos (Ley 23257 de 1980).

Desde su juventud, Townsend se caracterizó por ser un individuo


tranquilo, laborioso y ordenado, amante de la lectura y sensible a los
problemas sociales. Nunca tuvo aficiones noctámbulas ni bohemias.
Tampoco hubo desvaríos ni etapas perdidas en su formación intelectual.
Desde que leyera por primera vez la revista Amauta en 1927,
descubriendo a Víctor Raúl Haya de la Torre, siguió un mismo camino

2
signado por dos vías paralelas: la democracia y la unidad de América
Latina, y encontró, simultáneamente, a Bolívar y a Haya de la Torre
como los paradigmas definitivos de su vocación.

Fue también un hombre de hogar, firmemente vinculado a su familia, a


su esposa Anel y a sus hijas Elena, Andrea, Josefina y Anel.

El ideólogo de la integración continental

Sobre los fundamentos doctrinales de la integración y en particular


sobre el pensamiento unionista bolivariano, Townsend nos ha legado
una admirable bibliografía, cuya obra cimera es Bolívar, alfarero de
repúblicas. (Ediciones Libera, Buenos Aires, 1973). Este trabajo fue
premiado en el concurso internacional de homenaje al Libertador Bolívar
convocado por la OEA en 1972, pero todavía no es debidamente
apreciado en nuestro país, no obstante ser una fuente de consulta
imprescindible sobre el tema en muchos países de América Latina.

Lo primero que sorprende a quienes leen a Townsend es la claridad y


amenidad de su prosa en un tema que es sumamente árido cuando es
consultado en otros autores. Contra lo que pueda suponerse, ATE nunca
se limitó a elogiar y describir el ideario bolivariano. Siempre fue al grano
señalando limitaciones reales y limitaciones dictadas por la época –como
la «presidencia vitalicia» propuesta para Bolivia y Perú–, pero también
es audaz al señalar que mucho de lo que hoy es América Latina no está
todavía a la altura de los tópicos más vigentes y valiosos del
pensamiento unionista y republicanista del genial Libertador.

Su Bolívar, alfarero de repúblicas concluye con un interesante capítulo


denominado «Apuntes para una ucronía americana», donde explora qué
habría sucedido de haberse invertido los papeles: Norteamérica
desunida y empobrecida; y América Latina unificada.

Creación y desarrollo del Parlamento Latinoamericano

Otra libro fundamental de Townsend es Patria Grande. Pueblo,


parlamento e integración. (Editorial Desa, Lima 1991). Se trata de un
ilustrativo recorrido por toda la sucesión de iniciativas, tanto fructíferas
como truncas, relacionadas con el proceso de integración continental,
desde la época de Bolívar hasta la fecha de publicación del libro. Es
sobre todo una historia política del proceso en pos de la integración. El
recorrido de Townsend nos lleva hasta la creación del BID, la CEPAL y el
acuerdo de Punta del Este, incluyendo referencias al proceso de unidad
europea.

3
Complementa esta obra un folleto de pequeño formato pero profundo
contenido: 27 años de lucha por la integración de América Latina.
Memoria del secretario general del Parlamento Latinoamericano, Dr.
Andrés Townsend Ezcurra, (Ediciones de la secretaría general del PL.
Imp. América, Lima)

Andrés Townsend Ezcurra hace uso de la palabra en una I Asamblea Ordinaria


del Parlamento Latinoamericano realizada en Lima en el mes de julio de 1965.
Luis Agustín León (argentino) fue electo presidente. Preside la sesión Luis
Alberto Sánchez.

Respecto al Parlamento Latinoamericano, gestado por iniciativa del


Partido Aprista, tuvo su Asamblea Constitutiva en el Congreso de Lima
entre los días 6 y 11 de diciembre de 1964. El día 6 se realizaron las
juntas preparatorias, el día 7 fue la sesión inaugural y el 9 de diciembre
se suscribió la ‘Declaración de Lima’, que dio nacimiento efectivo al
Parlamento. La sesión de clausura fue el día 11. Asistieron 160
parlamentarios de 13 países, rindiendo homenaje al 140 Aniversario de
la convocatoria bolivariana al Congreso Anfictiónico de Panamá (7 de

4
diciembre de 1824). Al concluir las sesiones, ATE fue elegido por
unanimidad secretario general del PL y será reelegido consecutivamente
en 13 oportunidades.

Una placa recordatoria en el Congreso de Lima señala el día 7 como el


de la fundación pero el propio fundador prefiere señalar lo siguiente en
el umbral de 27 años: «El 11 de diciembre de 1964, en el Salón de
sesiones de la Cámara de Diputados del Perú […], representantes de 14
países de América Latina fundaron una institución democrática, de
carácter permanente, representativa de todas las tendencias políticas
existentes en nuestros cuerpos legislativos»; y «señalábase como
misión del nuevo organismo, promover, armonizar y canalizar el
movimiento hacia la integración». Añade ATE: «El 18 de julio de 1965,
la I asamblea ordinaria, reunida también en Lima, fundó definitivamente
el Parlamento Latinoamericano y le dio su Estatuto y Reglamento».

Un detalle interesante que revela en el pequeño libro 27 años, es que en


la IV Asamblea Plenaria del Parlamento Latinoamericano, en 1969, en
Bogotá, ATE presentó su renuncia al cargo de secretario general en
tanto ya no era parlamentario en ejercicio, como lo exigían los
Estatutos, desde que fuera cerrado el Congreso peruano por la dictadura
militar. El PL, en esa oportunidad, acordó enmendar los estatutos,
agregando «o ex parlamentario» entre los requisitos para la secretaría
general, a fin de permitir la reelección de ATE.

De acuerdo a 27 años, el logro más importante de Townsend desde la


secretaría general del Parlamento Latinoamericano, fue la obtención del
Tratado de Institucionalización de dicho parlamento, firmado el 16 de
noviembre de 1987 por 18 países.

El militante indeclinable

Andrés Townsend se distingue por su invariable lealtad a las ideas y la


ética militante de Víctor Raúl Haya de la Torre. Abrió los ojos a la
política desde el aprismo y nunca se apartó de esa senda doctrinal.

Townsend estudió primaria y gran parte de la secundaria en el colegio


San José de Chiclayo. Luego se trasladó a Lima a concluir la secundaria.
Se afilió al Partido Aprista Peruano en abril de 1931, a los 16 años de
edad, siendo todavía estudiante del quinto año de secundaria en el
colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Pronto formó parte de sus
organismos directivos juveniles. En el diario aprista La Tribuna del 17 de
julio de ese año, en la pag. 6, aparece como integrante del «Comité
Directivo Provisional» de la Juventud Aprista, junto con Víctor Vergara,

5
Rubén Dancourt, Armando Echeandía, Wenceslao Flores, Carlos Muñoz,
Romeo Salgado y Mario Suárez.

Como joven activista, Andrés Townsend fue testigo y partícipe de la


transformación del aprismo en un movimiento político-social de hondo
alcance histórico. Estuvo cuando se cantó por primera vez La Marsellesa
Aprista, en mayo de 1931, y cuando por primera vez se saludó con
pañuelos blancos a Haya de la Torre.

En 1935, a los 20 años, exiliado en Buenos Aires, al lado de Manuel Seoane

Su primer artículo para La Tribuna, a mediados de 1934, titulado «La


deserción de los intelectuales», amonestaba con dureza a la
intelectualidad oficial, que poco o nada había hecho contra la dictadura
de Sánchez Cerro. El jefe del APRA leyó este artículo y pidió conocer a
su autor. Desde ese primer encuentro, hasta el fallecimiento de Haya de
la Torre en agosto de 1979, la lealtad al líder y pensador trujillano se
mantuvo invariable en Andrés.

6
En 1934, al iniciarse la larga clandestinidad, Townsend era dirigente de
la Federación Aprista Juvenil e integrante del Buró de Conjunciones que
vinculaba la organización del partido. Apenas de 20 años, fue detenido y
deportado a Chile en febrero de 1935. En marzo se trasladó a Buenos
Aires, donde fue recibido por uno de los líderes históricos del APRA:
Manuel Seoane. Estuvo exiliado diez años, equivalentes a su etapa más
crucial de formación profesional y maduración personal.

Entre los exiliados apristas, ATE cumplió una función muy destacada,
siempre al lado de Manuel Seoane. De la simpatía de Haya de la Torre
por los progresos del joven discípulo quedan muchos testimonios, como
esta carta del jefe del APRA a Luis Alberto Sánchez, de marzo de 1937,
donde dice:

«ATE está funcionando muy bien. Llegan cosas abundantes en


recortes de Montevideo y Buenos Aires. Tiene un dinamismo y
un sentido de responsabilidad que cada día me acercan más a
él. Ojalá se mantenga así. Pero hasta hoy es uno de los más
eficientes y comprensivos portadores de la nueva camada
aprista, si no el mejor. Sobre todo comprende la necesidad de
una labor incesante y hace labor aprista a firme y a fondo.
Además, entiende lo que es el aprismo como obra continental
y ha entrado firme en el apostolado. Hay que alentarlo porque
el tipo vale». 1

Con el paso de los años, la estimación de Haya de la Torre por


Townsend se hizo mayor, sobre todo tras la fundación del Parlamento
Latinoamericano. Por su experiencia en foros internacionales, entre ellos
las Naciones Unidas, ATE era acompañante imprescindible del jefe del
aprismo en todo evento que incluya la participación de personalidades
de ese nivel. Surgió de ello una estrecha amistad entre Townsend y
líderes continentales como Rómulo Betancourt, de Acción Democrática
de Venezuela; José Figueres Ferrer, expresidente de Costa Rica;
Salvador Allende, del Partido Socialista de Chile y Dardo Cúneo del
socialismo argentino.

No fue casual que Haya de la Torre lo designara como su principal


acompañante en el «Encuentro de la democracia social», que en mayo
de 1976 reunió en Caracas a representantes de partidos socialistas y
democráticos de todo el mundo, como Willy Brandt, Rómulo Betancourt

1
Ver: Correspondencia Haya de la Torre-Luis Alberto Sánchez,; Mosca Azul editores,
Lima, 1982; volumen 1, pp. 302-303.

7
y Bettino Craxi. En dicho evento, Haya de la Torre remarcó que la
actitud entre los partidos populares de América Latina y los socialistas
europeos debía ser de «coordinación» y no de afiliación, señalando
además que el aprismo era «democracia social y no socialdemocracia». 2

Dia de la Fraternidad de 1960, en el Coliseo de Chacra Ríos, Lima. Townsend


es el anfitrión del expresidente de Costa Rica José Figueres y del líder
socialista chileno Salvador Allende

Townsend fue el más cercano colaborador de Haya de la Torre en la


Asamblea Constituyente de 1978-1979. Colaboró en la redacción del
Mensaje inaugural ante la Asamblea Constituyente del 28 de julio de
1978. Por su vínculo personal e intelectual con el jefe y maestro, Andrés
Townsend fue el orador insustituible en el homenaje de cuerpo presente
que la Asamblea tributó al líder fallecido en la plaza Bolívar.

2
Ver el artículo de Andrés Townsend: «Democracia social y socialdemocracia» (revista
Oiga, Lima, 1982) en el volumen compilatorio Trayectoria de un pensamiento (Lima,
1994, pp.48-51).

8
Contra el aprismo «congelado» y procomunista

En vida de Haya de la Torre, para ningún aprista cabía la más leve duda
sobre la coherencia evolutiva de la doctrina partidaria. Luego de una
época auroral y formativa, esencialmente propagandística (1924-1930),
el aprismo se puso los pantalones largos cuando empezó a asumir
responsabilidades políticas de primer orden (a partir de 1931). De allí en
adelante hubo una doctrina madura, invariable, coherente y con efectiva
capacidad de gobierno.

En efecto, durante sus primeros años de exilio, después de octubre de


1923, cuando el APRA estaba recién en gestación, Haya de la Torre tuvo
expresiones ideológicas tentativas con mucho énfasis en el marxismo,
como aquel célebre enunciado del manifiesto «¿Qué es el APRA?», de
diciembre de 1926, donde señala: «La lucha contra nuestras clases
gobernantes es indispensable; el poder político debe ser capturado por
los productores; la producción debe socializarse y América Latina debe
constituir una Federación de Estados. […] La nacionalización de la tierra
y de la industria y la organización de nuestra economía sobre las bases
socialistas de la producción es nuestra única alternativa. Del otro lado
está el camino del coloniaje político y de la brutal esclavitud
económica». 3

El libro El antiimperialismo y el APRA (escrito en 1928 y publicado en


1935), siendo valioso por dar nueva vigencia al ideal unionista
bolivariano y por sus agudos argumentos polémicos contra el
comunismo soviético, aún adolecía en algunos enunciados de excesiva
supeditación a la escolástica marxista de Europa occidental entonces en
boga, como en aquella afirmación que define el «Estado
antiimperialista» preconizado por el aprismo como un «Estado de guerra
defensiva económica [en el que] es indispensable también la limitación
de la iniciativa privada y el contralor progresivo de la producción y de la
circulación de la riqueza», 4 fijándose como tarea «la emancipación
nacional contra el yugo imperialista y la unificación económica y política
indoamericana. La revolución proletaria, socialista, vendrá después». 5 El
autor no quiso reeditar este libro durante muchas décadas (desde 1936
hasta 1970) y en el interín sólo permitió la publicación de una versión

3
Este manifiesto se publicó primero en inglés («What is the APRA?») en The Labour
Monthly, Londres, diciembre de 1926. En enero de 1927 apareció en español en
América Latina y se incluyó en el libro de Haya de la Torre, Por la emancipación de
América Latina, editado ese año en Buenos Aires por Gabriel del Mazo (M. Glezier
editor, pp. 187-195).
4
Ver Cap. VII (p.139 de la 2da. edición de 1936).
5
Ver Cap VI (p. 122 de la 2da. Edición de 1936).

9
extensamente anotada y comentada bajo el título 30 años de aprismo
(1956).

Todas las dudas y malinterpretaciones respecto a estos primeros tanteos


doctrinales, sobre todo aquellas que ponían en duda la vocación
democrática del aprismo, fueron despejadas por Haya de la Torre en el I
Congreso del PAP de 1931, en textos reunidos en el volumen Política
aprista (Lima, 1933), en la antología Pensamiento político de Haya de la
Torre (Lima, 1961) y en las Obras completas (Lima, 1976-1977), donde
declara con énfasis: «Durante el período anterior a este Congreso […]
han podido formularse diversas opiniones y adelantarse diferentes
interpretaciones de lo que es el aprismo, como yo mismo lo hecho. Pero
de aquí en adelante, lo que esta magna asamblea resuelva será
indesviablemente, para todos nosotros, nuestro ideario, nuestra pauta,
nuestra norma de pensamiento y praxis. […] Todas las opiniones
procedentes de cada uno de nosotros que no concuerden con las
supremas decisiones democráticas de esta magna asamblea, quedan
fuera de la línea ideológica del enfoque peruano de la Alianza Popular
Revolucionaria Americana». 6

Los lemas que resumen esas pautas definitivas del aprismo –relativista,
democrático y claramente delimitado del socialismo y el comunismo–
son bien conocidos: «El aprismo es un partido democrático de izquierda.
Considera a la democracia como una función tanto política como social»
(1931). 7 «No estamos en contra del capital que se sujeta a nuestras
leyes y procura el impulso de nuestra riqueza. Estamos en contra del
capital que explota nuestras riquezas y se burla de nuestras leyes»
(1931). 8 «Tiene razón y mucha [quien] te refuta aquello de ‘primero
apristas, después comunistas’. […] El aprismo no es un dogmatismo
cerrado y arbitrario, sino una línea de acción hacia el infinito» (1932). 9

Este corpus doctrinal, ampliamente desarrollado por Haya de la Torre,


comprende en forma por demás coherente expresiones posteriores
como las siguientes: «El aprismo económicamente no es comunista ni
socialista porque mantiene el principio de la propiedad privada; y no es

6
Ver «Discurso ante el I Congreso Nacional del PAP» (20 de agosto de 1931) que
forma parte del libro Política aprista (Lima, 1933) en Haya de la Torre, Obras
completas (1976-1977), tomo V, pp. 42-43.
7
Ver el mismo discurso. Loc. Cit. p. 43.
8
Ver el mismo discurso. Loc. Cit. pp. 45-46. No es una cita textual del discurso. Haya
de la Torre cita elogiosamente un titular de la carátula de la revista APRA, Segunda
época, Nº 13, 15 de mayo de 1931.
9
Ver «Mensaje de Navidad» que forma parte del libro V. R. Haya de la Torre, Cartas a
los prisioneros apristas (Lima, 1946) en Haya de la Torre, Obras completas (1976-
1977), tomo VII, p. 205.

10
fascista porque es contrario al principio de la corporación, ya que
sostiene el régimen de la cooperativa» (1940). «No se trata de quitar la
riqueza al que la tiene sino de crear riqueza para el que no la tiene»
(1945). «Nosotros no empleamos la democracia como paso o compás de
espera para el socialismo o el comunismo; para nosotros la democracia
es una meta en sí. No queremos pan sin libertad como en Rusia ni
libertad sin pan como en otras partes. Queremos ambas cosas» (1946).
«El dictado marxista ‘la violencia es la partera de la historia’ hoy
sabemos […] que resulta una falacia» (1954). 10

Comentando la situación política: Haya de la Torre, Antenor Orrego, Jorge


Idiáquez y Andrés Townsend; en el domicilio provisional del jefe del aprismo
en la calle Chiclayo en Miraflores, agosto de 1957

10
Citas correspondientes a los textos: «La verdad del aprismo» (1940), «Discurso del
reencuentro» (1945), «No queremos el fascismo ni el comunismo» (1946) e
«Imperialismo, antiimperialismo y marxismo» (1954). Los textos primero, segundo y
cuarto, pertenecientes al tomo I de las Obras completas (1976-1977), forman parte de
la antología de Milda Rivarola y Pedro Planas, Víctor Raúl Haya de la Torre, Ediciones
de Cultura Hispánica, Madrid, 1988; las citas están en las pp. p. 100, 111 y 125. El
tercer texto, de 1946, se encuentra en la recopilación de Luis Alva Castro, Haya de la
Torre, peregrino de la fraternidad bolivariana, S/e, Lima, 1990; p. 44.

11
Este aprismo «ortodoxo», leal a la larga trayectoria doctrinal y política
de Haya de la Torre, alumbró políticas como el «interamericanismo
democrático sin imperio» de 1941-1956 y la «convivencia democrática»
de 1956-1962, sin recibir jamás objeciones internas serias. Quienes las
adelantaron –como el grupo «Apra Rebelde» de Luis de la Puente
Uceda– lo hicieron porque ya eran protagonistas de rupturas doctrinales
esenciales, como en el caso de Luis de la Puente, afines al comunismo
cubano.

Empero, después de 1979, Townsend tuvo que ser el abanderado de la


reivindicación del aprismo «clásico», teniendo como adversarios a
quienes, dentro del propio partido, introducían un cisma intelectual
entre un aprismo «juvenil», presuntamente más radical; y un aprismo
«maduro», acusado de ser más conservador. ATE tuvo que hacer frente
a la expresión desconcertada de una generación que hacía una exégesis
inmadura del libro juvenil de Haya de la Torre, El antiimperialismo y el
APRA.

Al respecto, Townsend rememora lo siguiente en una extensa entrevista


de 1994:

«Durante la crisis de 1979, el bando partidario que acaudillaba


el entonces secretario de organización, Alan Gabriel Ludwig
García Pérez, formuló una exigencia muy singular. En el curso
del XII Congreso del partido, el mismo año de la muerte de
Víctor Raúl, se presentó una moción signada por el señor
García y otro compañero en la cual se definía, palabras más
palabras menos, que ‘el texto único y supremo de la ideología
del partido’ estaba resumido en el libro El antiimperialismo y el
APRA. […] Se quería introducir en el APRA una discusión
similar a aquella de los primeros tiempos de la iglesia
cristiana, cuando se disputaba en torno al Credo de san
Atanasio en el concilio de Nicea en el siglo IV. […] Era absurdo
que el Congreso del partido se reúna y vote que el único texto
válido para interpretar la doctrina aprista era El
antiimperialismo y el APRA. Si hubiera sido así, quedaba
entonces borrada o profundamente subestimada toda la
producción intelectual de Haya de la Torre posterior a ese
libro, es decir, las tres cuartas partes de sus Obras
completas». 11

11
Entrevista con Hugo Vallenas (marzo de 1994) en Andrés Townsend: Trayectoria de
un pensamiento (1994), pp. 27-28.

12
Paradojalmente, Townsend encarnó la real ortodoxia hayista pero
también la ausencia de dogmatismo y fanatismo. Ejemplificó la
tolerancia, la curiosidad ante lo nuevo y la sagacidad para responder al
contendor. Fue además un símbolo viviente de la caballerosidad y la
pulcritud en el gesto político y en la oratoria, además de ser hombre de
reconocida integridad y honestidad.

Haya de la Torre y Townsend juntos en la campaña electoral aprista para la


Asamblea Constituyente, marzo de 1978

En las memorias de ATE, 50 años de aprismo (Editorial Desa, Lima,


1989; 356 pp.) podemos recorrer paso a paso la huella de su infatigable
lealtad al aprismo. Dicho libro incluye el discurso que Townsend
pronunciara ante el féretro del fundador del aprismo en la Plaza Bolívar
de Lima.

Quienes fueron testigos de esa alocución, concuerdan en que ningún


otro pudo ser el orador más apropiado para tan difícil trance. Las dolidas
y elocuentes palabras de Townsend todavía resuenan a los pies del
monumento a Bolívar:

«Aquí estamos, empobrecidos y angustiados, porque, de hoy


en adelante, nos faltará tu sabiduría profética, tu arrollador
impulso, tu inspiradora presencia. Te vas con tu grandeza y

13
nos quedamos sin ella. Nuestra soledad es más grande que la
tuya».12

Ese recordado discurso se pronunció el 5 de agosto de 1979. Al año


siguiente, 16 meses después, una lamentable secuela de apetitos
electorales y de abuso de poder partidista desfiguró la vida orgánica del
aprismo y concluyó expulsando a Townsend y sus seguidores. Desde
entonces, ATE dijo seguir estando en el aprismo «en la fe aunque no en
la iglesia», y su conducta política, hasta su deceso en julio de 1994,
siguió invariablemente la misma trayectoria de sus años juveniles.
Townsend nunca dudó sobre la coherencia de la doctrina de Haya de la
Torre ni trató de ‘rescatar’ algún aprismo más radical leído entre líneas
en los textos aurorales. Nunca se acercó a reconocer como posibles
aliados a los grupos comunistas, nunca rindió homenaje a terroristas y –
como lo hiciera Haya de la Torre– nunca bajó la guardia en la condena
al régimen cubano de Fidel Castro. Su aprismo fue siempre raigal, sólido
e indeclinable.

El periodista laureado

El periodismo ha sido una faceta fundamental de la vida profesional de


Andrés Townsend. En sus años formativos, Townsend colaboró con
ensayos y notas de opinión en la prensa partidaria. Tuvo un contacto
más profundo con el quehacer periodístico a partir de 1939, cuando
ingresó al plantel del diario socialista argentino La Vanguardia, dirigido
por Mario Bravo. Su desempeño en este medio tuvo la colaboración de
otro exiliado, Manuel Seoane, quien fuera fogueado director-fundador de
La Tribuna en 1931, en Lima, y luego destacado periodista del diario
argentino Crítica, dirigido por Natalio Botana.

En el diario socialista argentino La Vanguardia, Andrés Townsend


conoció todos los aspectos del oficio periodistico y tuvo a su cargo una
notable columna semanal: «20 pueblos y una nación», donde
comentaba noticias e ideas relacionadas con la integración continental.

A su retorno, Townsend asumió la dirección del diario aprista La Tribuna


y la ejerció durante toda su «V Época» (su tercera etapa de legalidad) –
entre el 29 de setiembre de 1945 y el 3 de octubre de 1948– bajo la
denominación «redactor responsable». En manos de ATE, La Tribuna
tuvo un éxito inusitado. No obstante su conocida filiación partidaria, fue

12
Ver «Oración fúnebre ante los restos de Víctor Raúl, Plaza Bolívar, Lima, 5 de agosto
de 1979» en Andrés Townsend, 50 años de aprismo. Memorias, ensayos y discursos de
un militante, Lima, 1989, p. 322.

14
un medio de prensa confiable y variado, apto para la lectura en familia,
con reportajes polémicos sobre la realidad del país, encuestas sobre la
eficiencia de los servicios públicos, comentarios sobre el cuidado de la
salud, noticias sobre espectáculos y deportes, etc. Hojeando la colección
de 1946, es posible consultar con toda objetividad temas como el
debate parlamentario sobre la propuesta aprista del Congreso
Económico Nacional –entre el N° 233 (17 de mayo de 1946) y el N° 259
(12 de junio de 1946)– o el contrato de Sechura entre el Estado y la
International Petroleum Company (La Tribuna N° 256, 9 de junio de
1946), donde se contrastan los distintos puntos de vista.

Las modestas oficinas del director del diario La Tribuna, Andrés Townsend, en
1945

No obstante el gran esfuerzo destinado a diseñar un diario


informativamente ágil y de lectura accesible, la prioridad del director de
La Tribuna era la seriedad del contenido: el buen uso del idioma, la
veracidad y sobre todo el comportamiento ético. Townsend subrayó
estos conceptos sobre el oficio periodístico en una valiosa entrevista
para Jornada (N° 193, 19 de noviembre de 1945), diario dirigido por
Luis Bedoya Reyes, entonces de 26 años (Townsend tenía 30 años de
edad).

15
Dice Townsend en esa entrevista:

«Considero a la prensa la forma inmediata y directa de la


docencia democrática. En nuestro siglo, misionero de la
velocidad, el diario suplanta al libro y el titular llega a
reemplazar al artículo. La prensa, junto a la radio y al cine, es
el método más enérgico y fácil de influir en el pensamiento
colectivo. De allí la importancia de una línea moral que presida
su desarrollo. El periódico no puede ser un altavoz que
cualquier audaz empuñe para hacerse oir. Siendo docencia, su
ejercicio impone preparación, honestidad y conducta
escrupulosa, igual que la más alta de las cátedras». 13

En 1956, nuevamente en la brega política peruana, Andrés Townsend


retornó a las páginas de La Tribuna y fue nuevamente su director hasta
1962. En La Tribuna, Townsend dio celebridad a dos columnas
características: «Primer plano» y «Rostro del Día». La primera era un
tema editorial explicado en pocas líneas y la segunda, una breve
semblanza de algún personaje nacional o internacional que hacía noticia.
Eran columnas muy breves, que en el contexto de la densa sección de
informaciones, comentarios políticos y notas editoriales, aliviaban la
lectura e invitaban a la reflexión.

La colección de la columna «Rostro del Día», publicada por Townsend


entre 1958 y 1959 en La Tribuna, lo consagró como periodista al
obtener el Premio Nacional de Fomento a la Cultura de 1959, premio
«Antonio Miró Quesada». Un hecho curioso es que el propio Townsend
no supo que era un participante en dicho discernimiento de méritos. Se
encontraba ausente del país en calidad de integrante de la delegación
peruana en la XV Asamblea General de las Naciones Unidas. La colección

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La transcripción de esta entrevista fue proporcionada por el señor Justo Linares,
experimentado periodista amigo de la familia Townsend que vivió de cerca esos años.
Linares acompañó a la transcripción este interesante comentario: «Mucho se ha
hablado acerca del papel que Pedro Beltrán tuvo, en 1950, al traer del Herald de
Nueva York, el modelo que sirvió para la transformación de La Prensa, en lo que se
denomina ‘la revolución del periodismo peruano’. Esa revolución se mide por la
transformación de la técnica en la presentación del periódico y en la forma de ofrecer
la noticia, haciendo más atractivo el diario y, consecuentemente, asegurando una
mayor venta. Estos factores fueron expresados y puestos en práctica por ATE en 1945
en La Tribuna, convirtiendo al periódico en un éxito de venta. Este es un fenómeno
totalmente extraño en nuestro medio en donde jamás la prensa de partido ha tenido
mayor suceso». Y añade Linares que Townsend «fue un visionario respecto de la
suerte del gremio y del periodismo. Allí está el inicio de la historia del periodismo
moderno en el Perú».

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de artículos había sido enviada al certamen por la señorita Anel Diez
Canseco Távara, futura señora Townsend, como un gesto de simpatía
hacia la obra intelectual de su prometido. 14

Mientras dirigía La Tribuna, Townsend incursionó en un nuevo aspecto


del quehacer periodístico: la revista noticiosa ilustrada. Fundó en 1956
Presente, de exitosa publicación hasta 1968. Townsend integró el
consejo editorial con Luis Felipe Rodríguez Vildósola y Carlos Delgado
Olivera. Fue director de la publicación Humberto Silva Solís.

La revista Presente competía con otras revistas bien establecidas en el


mercado periodístico local, como Caretas de Doris Gibson y la revista de
Genaro Carnero Checa –cuyo nombre era el año correspondiente:
«1956», «1957»,«1958»– que había esquivado con sutileza la represión
de la dictadura de Odría y servía de cobertura a intelectuales comunistas
o cercanos a esta filiación como César Lévano, Alejandro Romualdo,
Efraín Ruiz Caro y Alberto Ruiz Eldredge.

Varios números de Presente tuvieron singular acogida y fueron


testimonios históricos invalorables, como el N° 86, de agosto de 1962,
con la «Historia secreta del golpe» militar del 18 de julio, escrita por
Townsend, recapitulando paso a paso todo el trayecto de esa crisis
política. Bajo el título «Perú, 18 de julio de 1962: La Constitución murió
al amanecer», ATE entrega un reportaje audaz y minucioso «cuyas
informaciones y datos no han sido nunca rectificados», como señala en
sus memorias de 50 años de aprismo.

Un aporte periodístico notable de ATE, ubicado en el plano de la


pedagogía política, fue la colección de fascículos ilustrados «El Partido
del Pueblo. Historia gráfica del aprismo», publicada en 1978. Fue la
primera vez que se puso en práctica esta modalidad de publicación en
nuestro medio. Los coloridos fascículos venían acompañados de
atractivos afiches, con un lenguaje destinado a los jóvenes. Toda una
generación conoció de este modo los rudimentos del ideario de Bolívar,

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El fallo del jurado calificador, presidido por el doctor José León Barandiarán, rector
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se realizó el 18 de octubre de 1960.
Townsend obtuvo el premio «a la mejor crónica editorial o ensayo periodístico» (otros
seleccionados, con mención honrosa, fueron Mario Castro Arenas y Luis Felipe Angell
‘Sofocleto’). El premio «Daniel A. Carrión» a la mejor obra de investigación científica,
lo obtuvo Leopoldo Chiappo. El premio «Francisco García Calderón» al mejor trabajo de
carácter jurídico, fue asignado a Alberto Ulloa. El premio «Hipólito Unanue» en
medicina lo obtuvo Alberto Cornejo Donayre y el premio «Luis Duncker Lavalle» en
música, se adjudicó a Francisco Pulgar Vidal (ver El Comercio del 19 de octubre de
1960).

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de González Prada, de José Ingenieros y, por supuesto, de Haya de la
Torre.

En años más recientes, los artículos de Andrés Townsend fueron de


lectura obligada en la revista Oiga y en el diario Expreso. Por supuesto,
Andrés Townsend también desarrolló una importante actividad
periodística relacionada con su prolongado ejercicio de la secretaría
general del Parlamento Latinoamericano. Dirigió todas las publicaciones
de este organismo y fundó en 1993 el órgano oficial de dicho
Parlamento, la revista Patria Grande.

La vida y la obra de Andrés Townsend Ezcurra –que enorgullecen por


igual a chiclayanos, peruanos e indoamericanos– son una invitación a
seguirlo conociendo y apreciando como uno de los protagonistas
fundamentales del esfuerzo por cimentar una sólida cultura democrática
e integracionista en nuestro país y nuestro continente.

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