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El domingo 3 de julio, los mexiquenses viviremos una importante jornada cívica: las
elecciones para Gobernador del Estado, tan importante es este acontecimiento que, de la
correcta elección de las autoridades, depende el bienestar y progreso de todos los
ciudadanos. Por tal motivo los Obispos de las once Diócesis del Estado, invitamos a todas y
todos a vivir los valores de la Democracia, en un ambiente de participación ciudadana, de
tranquilidad, de tolerancia y reconciliación, todo ello orientado a la edificación del bien de la
sociedad.
Como pastores queremos ofrecer nuestra reflexión tanto a los candidatos como a los electores
a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia.
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Pasamos por una crisis de moralidad, por la ausencia de principios y valores que se manifiesta
en incumplimiento de algunas leyes, en la falta de respeto y apoyo a la vida, así como a la
integridad de las personas, favoreciendo la mentira y la corrupción [2] .
Por otra parte constatamos en nuestra patria un avance en los procesos electorales. Según
datos del Instituto Federal Electoral, para la elección del Presidente de los Estados Unidos
Mexicanos, en el 2006, de un total de9,155.396 de electores en el Estado de México, el
62.27% participó en el proceso electoral. Sin embargo
es necesaria una democracia, más participativa basada en la promoción y respeto de los
derechos humanos. Una democracia sin valores se vuelve fácilmente una dictadura y termina
traicionando al pueblo
[3]
.
Como afirmamos en nuestra Carta Pastoral escrita con motivo del Bicentenario de la
Independencia y del Centenario de la Revolución, hay cosas nuevas que marcan nuestra
historia y que nos llenan de esperanza, como: la conciencia del valor de los derechos
humanos, la preocupación por las minorías, el desarrollo de la mujer, el cuidado del medio
ambiente. Sin embargo, existen nuevos desafíos que brotan de ideas y proyectos que lastiman
la dignidad humana, como el abuso de la integridad física de embriones humanos, la
destrucción del medio ambiente, la falta de vigencia del estado de derecho, la creciente
pobreza y la falta de una maduración adecuada de nuestra incipiente democracia [4] .
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Los Obispos de la Iglesia Católica, que no nos identificamos con ningún partido político,
ofrecemos a los ciudadanos católicos y a los hombres de buena voluntad los principios y
criterios que brotan del Evangelio, para que ellos, con plena libertad, decidan de manera
responsable sus opciones políticas [8] .
La política es una de las actividades más nobles en el servicio de los demás, ya que expresa
de modo concreto el compromiso efectivo por el bien de toda la comunidad.
El objetivo de la comunidad política es impulsar el logro de una vida más plena, personal y
social, de todos y cada uno de los ciudadanos; esto es, procurar el bien común.
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“Toda autoridad viene de Dios” (cf. Rom. 13,1). Hemos de reconocer que, si bien el poder de
los gobiernos temporales (“el Cesar”) no puede identificarse con el de Dios, la expresión de la
voluntad del pueblo es señal de que las autoridades así constituidas legítimamente, merecen
respeto y obediencia en todo lo que no contradiga la dignidad humana integral [10] . Jesús
rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las naciones (Cf. Mc 10, 42) y su
pretensión de hacerse llamar benefactores (Cf. Lc 22, 25), pero jamás rechaza directamente
las autoridades de su tiempo.
(Cf. Ro 13, 1; 1Pe 2, 13).
La oración por los gobernantes, recomendada por San Pablo durante las persecuciones,
señala explícitamente lo que debe garantizar la autoridad política, una vida pacífica y
tranquila, que transcurra con toda piedad y dignidad (cf. 1Tm 2, 1-2).
El instrumento ciudadano para las elecciones es el voto. Un derecho y una obligación que
debe ejercerse con responsabilidad. Este voto debe ser personal, secreto, libre, consciente y
razonado. Hemos de tener en cuenta los siguientes criterios fundamentales:
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· El voto tampoco debe ser “corporativo”, es decir, no puede ser comprometido por los
líderes, los sindicatos o alguna otra agrupación.
Votar responsablemente exige conocer y valorar los programas políticos de los partidos,
individualmente o en coalición, así como ver la capacidad y prestigio moral de cada candidato:
Su calidad humana, su experiencia en asuntos públicos, su capacidad de liderazgo, su
honradez, su vida íntegra familiar y social, el respeto por los derechos humanos,
especialmente la vida, desde su fecundación hasta la muerte natural [11] .
De igual forma, es importante conocer lo que proponen los candidatos respecto a los asuntos
fundamentales de la comunidad.
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Los partidos políticos tienen la tarea de favorecer una amplia participación y el acceso de
todos a las responsabilidades públicas, los partidos están llamados a interpretar las
aspiraciones de la sociedad civil orientándolas al bien común [12] .
Queremos terminar este mensaje sugiriendo algunas acciones que orienten a la ciudadanía
sobre la importancia de las elecciones.
- Impulsar una cultura de la democracia que consiste en vivir los valores (igualdad, dignidad
humana, justicia, autoridad, obediencia, libertad, verdad) en nuestras familias, en las
Parroquias y en nuestras Diócesis; éstos van más allá de emitir un voto en favor de un
candidato; esto significa hacer de la democracia un estilo de vida.
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- En cada comunidad conviene elaborar materiales y organizar talleres, foros, seminarios o
cursos inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente el capítulo VIII del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
- Que todos los fieles laicos traten de participar en la vida política, “los fieles laicos de
ningún modo pueden abdicar de la participación en la política; es decir, de la multiforme y
variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover
orgánica e institucionalmente el bien común” [14] .
- Formar a los laicos de nuestras comunidades para que tengan incidencia significativa en
el ámbito político.
A todos los candidatos que han sido postulados, los invitamos a ser testigos de los valores y
principios éticos democráticos: la verdad, la justicia, el honor y la transparencia, ya que esto
devolverá a la política su nobleza y al pueblo la credibilidad en sus gobernantes.
Nos unimos a los ciudadanos del Estado de México, y los invitamos para que juntos hagamos
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de este ejercicio de participación ciudadana una verdadera fiesta electoral, que no perdamos
el tono festivo que nos caracteriza, aún sabiendo que las preferencias electorales son
diversas. Que por encima de todo, sean los habitantes de nuestro Estado, los que ganen con
estas elecciones.
20 de marzo de 2011.
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[2] cf. Exhortación Pastoral “Que en Cristo Nuestra Paz México tenga vida digna”. No.
102-106
[3] cf. DA 74
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[4] cf. Carta Pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la fe, para comprometernos hoy
con nuestra patria” no. 83.
[5] Chihuahua, Baja California y el Estado de México encabezaron la lista de los estados con
más homicidios, robos de vehículos y ejecuciones durante 2008, de acuerdo con el Centro de
Investigación para el Desarrollo (CIDAC)
[8] cf. Carta Pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos hoy con
nuestra Patria”. 89 y 90
[9] cf. CA 46
[10] cf. Comunicado de la Presidencia del Episcopado con ocasión de las elecciones del
domingo 21 de agosto de 1994, No. 1).
[11] cf. Orientación Pastoral de los Obispos elecciones libres y democráticas un reto para el
destino de México del 21 de marzo de 1991 No. 3
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