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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 40, enero-junio, 2009, 273-288
ISSN: 1130-2097

El nacimiento de la biopolítica franquista.


La invención del «homo patiens»
The Birth of Francoist Bio-Politics. The invention
of «homo patiens»
SALVADOR CAYUELA SÁNCHEZ *
Universidad de Murcia

RESUMEN. Adoptando la concepción foucaul- ABSTRACT. Adopting Foucault’s concept of


tiana del «gobierno» como «conducción de «government» as «conduct of conduct» and
conductas», y mediante un estudio esquemá- through a carefully formed study of the
tico de los «dispositivos biopolíticos» activa- «bio-political devices» used throughout
dos por el régimen franquista en sus diez pri- Franco’s regime in its first ten years —from
meros años de existencia —desde 1939 hasta 1939 to 1951—, we aim here to demonstrate
1951—, pretendemos aquí señalar el surgi- the rise of a type of subjectivity characteristic
miento de un tipo de subjetividad propia de la of the Spanish post-war period: that of,
posguerra española, a saber, la del «homo pa- «homo patiens». In order to do this, firstly,
tiens». Para ello, y en primer lugar, trazare- we will draw a brief but necessary method-
mos un breve pero necesario esquema meto- ological plan in order to explain the signifi-
dológico, al tiempo que intentaremos explicar cance of certain fundamental terms in this
el significado de ciertos términos capitales en study. Subsequently, we will outline a brief
nuestra exposición. A continuación esbozare- analysis of the most important «bio-political
mos un breve análisis de los más importantes devices» employed in the Francoist early pe-
«dispositivos biopolíticos» activados en el riod. Finally, we will attempt to define, in
primer franquismo. Y por último trataremos light of what is previously noted, the idiosyn-
de definir, en base a lo anteriormente expues- crasies of the aforementioned type of subjec-
to, los trazos idiosincrásicos de ese tipo de tivity: that of «homo patiens».
subjetividad a la que nos hemos referido más
arriba: la del «homo patiens».
Palabras clave: biopolítica, primer franquis- Key words: bio-political, Francoist early pe-
mo, gobierno, subjetividad, «homo patiens», riod, government, subjectivity, «homo
«dispositivos biopolíticos». patiens», «bio-political devices».

Hasta ahora han sido numerosos —y al- punto de vista de la llamada «historia so-
gunos muy buenos— los estudios desti- cial», han intentado acercarse a la expe-
nados a analizar la tupida red de mecanis- riencia cotidiana de las gentes españolas
mos represivos activados en los primeros de los años cuarenta, sus motivaciones y
años del régimen franquista 1. Son mu- anhelos 2. Lo que aquí nos proponemos
chos menos los análisis que, desde el es, precisamente, intentar desvelar los as-

[Recibido: Sep. 08 / Aceptado: May. 09] 273


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pectos «positivos», o mejor «producti- guerra española a la que nos venimos re-
vos» que caracterizan al régimen autori- firiendo, a saber, la del «homo patiens».
tario surgido de nuestra Guerra Civil, en
el período comprendido entre 1939 y 1. «Las relaciones de poder penetran
1951, esto es, desde el final de la guerra en el interior de los cuerpos».
hasta el inicio de la tímida tendencia Una introducción metodológica
aperturista de principios de los años cin-
Hacia mediados de los años 70, Foucault
cuenta.
parecía estar abandonado al conocido
No pretendemos elaborar en las lí- como «modelo estratégico» o «béli-
neas que siguen, claro está, una «apolo- co-nietzscheano» de la representación
gía» del franquismo, sino un mapa que del poder —donde el poder era entendido
dibuje los «puntos de emergencia» de un como relación de fuerzas— por el llama-
tipo idiosincrásico de «subjetividad» per- do «modelo del gobierno» —donde el
filada durante los primeros años del régi- poder era considerado como conducción
men. Para ello, utilizaremos el aparato de conductas 6. En este contexto, el con-
conceptual y metodológico esbozado por cepto de «biopolítica» —utilizado ante-
el pensador francés Michel Foucault 3, y riormente pero desarrollado por primera
completado por los miembros del grupo vez en La voluntad de saber 7— venía a
conocido como History of the Present ser un puente entre ambas interpretacio-
Network 4. Así, analizando los «dispositi- nes. Así, por un lado, las llamadas «disci-
vos biopolíticos» activados en el primer plinas», analizadas por Foucault en Vigi-
franquismo —las «disciplinas» y los lla- lar y castigar 8, pasaban a ser considera-
mados «mecanismos de seguridad», das como el primero de los «dispositivos
como después veremos—, pretendemos biopolíticos». Desarrolladas durante los
demostrar la singularidad de un tipo de siglos XVII y XVIII en los cuarteles, las es-
subjetividad propia de la posguerra espa- cuelas, las prisiones, etc., esto es, en las
ñola: la del «homo patiens» 5. llamadas «instituciones de encierro», las
Para ello, y en primer lugar, trazare- disciplinas tenían como objetivo último
mos un breve pero necesario esquema la «disciplinarización de las operaciones
metodológico, al tiempo que explicare- del cuerpo», teniendo como función prin-
mos el significado de ciertos términos ca- cipal el «aumento de la utilidad del indi-
pitales en nuestra exposición. El enorme viduo» por medio del «control minucioso
éxito del concepto foucaultiano de «bio- de cada cual sobre su propio cuerpo». Por
política» no siempre ha ayudado a su medio del «examen» continuado de los
aclaración, y mucho menos a su inscrip- gestos y las actitudes, las disciplinas tra-
ción en el marco de una visión disconti- tan de «normalizar» a los individuos, per-
nuista y radicalmente histórica de los siguiendo la maximización del par «obe-
acontecimientos humanos, propia del diencia/utilidad». Además, en el interior
pensador francés. A continuación esbo- de esas instituciones, se habían ido desa-
zaremos un breve análisis de los más im- rrollando toda una serie de «saberes/po-
portantes «dispositivos biopolíticos» ac- deres» como la psiquiatría, la pedagogía,
tivados —como antes comentamos— por la medicina, etc., con escaso rigor cientí-
el régimen franquista en sus diez prime- fico pero con una cada vez más extendida
ros años de existencia. Y por último, tra- legitimidad.
taremos de definir, en base a lo anterior- Y por otro lado, a finales del si-
mente expuesto, los trazos singulares de glo XVIII, vemos aparecer el segundo de
ese tipo de subjetividad propia de la pos- los componentes de la «biopolítica»; nos

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referimos, claro está, a los conocidos que sigue, trataremos de mostrar las par-
como «mecanismos reguladores» o «dis- ticularidades de esa «forma de gobierno»
positivos de seguridad». No centrados ya resultante de la constitución del llamado
en el «cuerpo individual» sino en el «cuer- «Nuevo Estado» franquista, intentando
po especie», con estos dispositivos venía a señalar los rasgos característicos de una
referirse Foucault a todo un conjunto de «biopolítica» propia, así como del tipo de
«estrategias políticas» destinadas a orde- «subjetividad» delineado en el seno de
nar toda una serie de procesos biológicos sus distintos «dispositivos biopolíticos».
de conjunto —los índices de natalidad y
mortalidad, de morbilidad, de duración de 2. Una nueva «biopolítica» para un
la vida, etc.,— con el fin de aumentar las «Nuevo Estado». El nacimiento
fuerzas del Estado, en base a la idea de de la «biopolítica franquista»
una «seguridad del conjunto». Lo que es-
tas tecnologías centradas sobre la vida tra- Como venimos comentando, la «biopolí-
tan de controlar son precisamente los tica» esta compuesta por una «anatomo-
«efectos de masa», los procesos «bio-so- política del cuerpo humano» —esto es,
ciológicos» propios de las masas huma- las «disciplinas»— y por una «biopolíti-
nas, es decir, de las poblaciones. ca de las poblaciones» —a la que aquí
nos venimos refiriendo como «mecanis-
Así, el término de «biopolítica» ven-
mos reguladores» o «dispositivos de se-
dría a designar el ejercicio de un tipo de
guridad», para evitar confusiones innece-
poder coextensivo con la vida, esto es, lo
sarias y a menudo recalcitrantes. Realizar
que hace entrar a la vida humana, como un análisis exhaustivo de la «biopolítica
concepto político, en el cálculo del go- franquista» sería aquí sencillamente im-
bierno —entendido, no lo olvidemos, posible, dada la ingente cantidad de «bio-
como conducción de conductas—, y poderes» a analizar. Por ello, para tratar
compuesta por dos dispositivos de poder: de adjetivar las peculiaridades de esta
el «dispositivo disciplinario» y los «me- «tecnología de gobierno», centraremos
canismos de seguridad». Al tiempo, el nuestra atención en tres ámbitos de la
término de «biopoder» —o mejor, «bio- vida humana que, por su importancia ca-
poderes»— designaría el conjunto de téc- pital para los distintos «dispositivos bio-
nicas orientadas a multiplicar, controlar y políticos», se encuentran flanqueadas
alargar la vida. tanto por las «disciplinas» como por los
Ahora bien, y como cabría suponer, «mecanismos reguladores».
desde el nacimiento de la «biopolítica» Nos referimos, en primer lugar, al
—recordemos, a finales del siglo XVIII y ámbito económico, en el que confluyen
principios del XIX— hasta nuestros días, tanto los rasgos propios de las políticas
esos «dispositivos biopolíticos», con sus económicas intervencionistas y autárqui-
técnicas, enfoques y objetivos propios, cas del régimen como las insidiosas regu-
han ido variando y ajustándose a las dis- laciones del mercado laboral propias de
tintas «racionalidades de gobierno» que un Estado autoritario. En segundo lugar,
han ido sucediéndose en Occidente. En analizaremos el ámbito médico-social,
efecto, los objetivos, métodos y princi- donde el individuo es objeto de toda una
pios del «Estado liberal» de principios serie de medidas que persiguen la maxi-
del siglo XIX distan, en mucho, de los pro- mización de las fuerzas productivas de
cedimientos, fundamentos y motivacio- la nación, así como la «normalización»
nes del «Estado del Bienestar» diseñado de las conductas consideradas como «pa-
tras la Segunda Guerra Mundial. En lo tológicas», diagnósticos psiquiátricos

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que en el contexto de la posguerra civil deber y el único derecho de la clase traba-


adquirirán —es decir, más de lo jadora era, precisamente, «trabajar».
«usual» 9— una clara finalidad legitima- Como bien señalan Carreras y Tafu-
dora. Y en tercer lugar, el que daremos en nell 11, uno de los principales objetivos
llamar el ámbito ideológico-pedagógico, que perseguía la insurrección de julio de
en el que tendrán cabida tanto las medi- 1936 había sido, precisamente, la inter-
das propagandísticas desplegadas por el vención e inversión de las tendencias en
nuevo régimen y sus distintos dispositi- la distribución de la renta y las riquezas
vos, como los discursos eclesiásticos o nacionales. Los salarios en aumento du-
las nuevas —o no tanto— estrategias pe- rante la Segunda República, los precios a
dagógicas desarrolladas en las escuelas. la baja y la inseguridad jurídica en torno a
No obstante, huelga apuntarlo, estos tres la propiedad de la tierra generada por la
ámbitos, escogidos aquí por su centrali- reforma agraria, produjeron un descenso
dad en las estrategias «biopolíticas», son de los salarios empresariales y una grave
irreductibles e inseparables entre sí, obje- disminución de la renta de la tierra. Fue-
tos absolutamente necesarios en cual- ron los empresarios y terratenientes quie-
quier análisis biopolítico, e instalados en nes más se beneficiaron de la victoria
una relación de dependencia mutua. Así, franquista y por ello, los que más firme-
por ejemplo en la escuela, al niño se le mente colaboraron en el mantenimiento
enseñan ciertos principios básicos de hi- de la «paz impuesta por las armas».
giene, y se le prepara —de un modo u En cualquier caso, en estos años de
otro y en relación con las exigencias del posguerra, el nuevo régimen estaba más
mercado laboral— para ser útil en su preocupado por su legitimación y super-
futuro puesto de trabajo. Pasemos ya a vivencia que por su prosperidad 12. Para
analizar, tal vez de un modo groseramen- asegurar esa supervivencia, el Estado
franquista adoptó una decidida política
te esquemático, el primero de estos ám-
económica autárquica e intervencionista,
bitos.
de clara inspiración fascista 13, que en la
mayoría de los casos no hizo sino agravar
2.1. «Por la prosperidad y grandeza una situación económica ya de por sí de-
de la Patria»: el ámbito económico licada. Como ha señalado Gonzalo Caba-
llero 14, tres pudieron ser los factores que
Como ya había quedado patente en el ar- permitieron el mantenimiento del «Esta-
tículo tercero del Fuero del trabajo de do depredador» 15 franquista: en primer
1938 10 y en el «Discurso sobre el Estado lugar, la ausencia de rivales, eliminados
nuevo» del 1 de abril de 1939, el trabajo en una cruenta Guerra Civil. En segundo
debía ser considerado, en la España de lugar, la demanda por parte de determina-
Franco, como la primera y más inexcusa- dos sectores sociales de un régimen eco-
ble obligación del hombre español para nómico autárquico e intervencionista;
con Dios y con la Patria. La misma idea aunque en ocasiones por motivos ideoló-
encontramos en el famoso «Discurso de gicos, esta exigencia, que en la mayoría
la Victoria» pronunciado por el dictador de los casos resultaba ineficiente, elimi-
el 19 de mayo de 1939: «... nuestra nor- naba la competencia y permitía una situa-
malidad no son los casinos ni los peque- ción de «favoritismos» que sonreían a las
ños grupos, ni los afanes parciales. Nues- clases pudientes: son los intereses depre-
tra normalidad es el trabajo abnegado y dadores 16. Y en tercer lugar, la adopción
duro de cada día para hacer una Patria del intervencionismo económico se debía
nueva y grande de verdad...». El único a una voluntad política firme, basada en

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el error ideológico sobre el funciona- Entre las medidas de especial rele-


miento de la economía que tenía la dicta- vancia para el encuadramiento y discipli-
dura 17. namiento de los trabajadores podemos
En efecto, «La España de los cuarenta señalar, entre otras, la ley de mayo de
se corresponde con una situación próxima 1940, que declaraba obligatoria la pose-
al equilibrio y estabilidad institucional, sión de la llamada «cartilla profesional»
que sólo se puede entender en una socie- —donde se exponía con exactitud la si-
dad aterrada por la potencial y real violen- tuación laboral de los trabajadores, su
cia del régimen y por los recuerdos de la ocupación, capacidad y especialización,
confrontación civil» 18. No obstante, a pe- pero que en realidad no era sino otro ins-
sar de que autores como Michael Richards trumento de control y encuadramiento,
pretenden advertir, detrás de la acuciante puesto que también debía incorporar un
situación de escasez que sufrió la pobla- pequeño historial laboral y las causas del
ción española en los años cuarenta, una despido del trabajo anterior. En diciem-
estrategia política destinada a la acepta- bre de 1941 se decretaría la «afiliación
ción de la autoridad del Régimen 19, lo obligatoria» al sindicato, y en febrero de
cierto es que podemos encontrar estrate- 1943 se aprobó la ley reguladora de la
gias políticas mucho más «sutiles». Así, «colocación obrera» —que determinaba
ya en el Fuero del Trabajo de 1938 se es- los supuestos bajo los cuales un trabaja-
tablecían las bases de lo que sería la Orga- dor podía optar a un trabajo vía las Ofici-
nización Sindical Española 20, un instru- nas de Colocación, por las que todo tra-
mento de encuadramiento, control, disua- bajador debía pasar si quería optar a cual-
sión y represión de los trabajadores en el quier puesto de trabajo... Aunque el
marco del «Nuevo Estado» 21. grado de cumplimiento y eficacia de es-
tas medidas y de la propia Organización
Las Centrales Nacional-Sindicalis- Sindical haya sido puesto en duda en la
tas, implantadas tras la promulgación de actualidad 22, no podemos ignorar el he-
las leyes de Unidad Sindical y la de Bases cho de que su mera existencia suponía un
de la Organización Sindical de 1940, pre- mecanismo de extraordinaria presión so-
tendían asegurar, en efecto, la disciplina bre los trabajadores 23.
social de los productores, en base a la
idea de «hermandad cristiana y falangis- 2.2. «Por la higiene de la raza
ta» entre empresarios, técnicos y trabaja- hispánica»: el ámbito médico-social
dores. Así, el cometido de los sindicatos
era, entre otros: asegurar la compra de la Al terminar la Guerra Civil, las autorida-
fuerza de trabajo al precio fijado por el des franquistas parecían decidas a im-
gobierno; conservar las relaciones de do- plantar definitivamente en nuestro país
minación en el marco del aparato produc- un sistema de previsión social, mediante
tivo; hacer cumplir la reglamentación; la creación de un sistema de seguros que
mediar entre los trabajadores y los em- equiparara las políticas sociales del nue-
presarios, enfrentados siempre en «inte- vo régimen con las del resto de los países
rés individual»; asegurar la movilización europeos. Así, en el Decreto X del Fuero
forzada de los trabajadores y su participa- del Trabajo de 1938 se afirmaba: «La
ción en actos y actividades oficiales; con- previsión proporcionará al trabajador la
trolar el encuadramiento de los jóvenes seguridad de su amparo en el infortunio»,
en el Frente de Juventudes y de las muje- y además, «Se incrementarán los seguros
res, claro, en la Sección Femenina de sociales de vejez, invalidez, maternidad,
FET y de las JONS, etc. accidentes del trabajo, enfermedades pro-

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fesionales, tuberculosis y paro forzoso, comedores, labores de auxilio a madres y


tendiéndose a la implantación de un se- sus hijos, etc., en definitiva, la lucha con-
guro total. De modo primordial se aten- tra «el hambre, el frío y la miseria» que-
derá a dotar a los trabajadores ancianos ría presentar a Auxilio Social como la al-
de un retiro suficiente». Pero lo cierto es ternativa necesaria a la beneficencia tra-
que al acabar la contienda la irrupción y dicional, la materialización de esos
extensión de tres grandes epidemias —la ideales de «justicia social» proclamados
de viruela, la del tifus exantemático y la tan a viva voz por el «nacionalsindicalis-
de la difteria, por no añadir la creciente mo triunfador» 26.
preocupación por las amenazas que supo- No obstante, la creación de proyec-
nían la tuberculosis, la mortalidad infan- tos como el de Auxilio a Poblaciones Li-
til y el paludismo— iban necesariamente beradas en 1938, o la Obra Nacional Sin-
a requerir los más enconados esfuerzos dicalista de Protección de la Madre y el
por parte de las autoridades sanitarias Niño —encargada de la «recatolización»
franquistas 24. y el encuadramiento de los acogidos en
En cualquier caso, si pretendemos sus instituciones— no eran precisamente
aquí esbozar una pequeña introducción de «invenciones revolucionarias». En efec-
las políticas sociales y sanitarias auspicia- to, Auxilio Social se había convertido en
das por el franquismo en sus primeros diez un instrumento esencial de propaganda
años de vida, no podemos olvidar la crea- del bando sublevado —tanto nacional
ción, en plena guerra, del inicialmente lla- como internacionalmente—, preocupado
mado «Auxilio de Invierno». Inspirado en por la reeducación de los acogidos y por
la Winterhilfe nazi, Auxilio de Invierno la proyección de determinados valores
fue creado oficialmente el 30 de octubre necesarios en el mantenimiento del orden
de 1936 por Mercedes Sanz Bachiller social. Auxilio Social no dejaba de ser,
—viuda de Onésimo Redondo— y Javier pese a los esfuerzos de sus fundadores,
Martínez de Bedolla, con la intención de una «reformulación nacionalsindicalista»
abrir una red de comedores en el frente y de la vieja beneficencia. Además, en sus
la retaguardia a fin de aliviar a los más ne- centros, en sus comedores y hogares, se
cesitados de las penurias derivadas del desplegaba un poder de tipo disciplina-
conflicto bélico. No obstante, lo que en rio, ejercido por una amplia red de cape-
principio parecía un proyecto perecedero llanes encargados de la «recatolización»
se llegó a convertir, como señala Ángela de los niños y adultos acogidos: confesio-
Cenarro, «en la principal institución bené- nes, cursillos espirituales, bautizos masi-
fico-asistencial de la España de Fran- vos, etc., eran prácticas habituales.
co» 25. En cualquier caso, y terminada ya la
En efecto, apenas unos meses des- Guerra, el «Nuevo Estado» iba a verse
pués de su creación, el 10 de marzo de obligado a la creación de un sistema de
1937, el Gobierno de Burgos cedía a Au- seguros sociales que trascendiera las po-
xilio de Invierno el control de sus propias líticas de beneficencia y diera a los traba-
cuestaciones, y el 19 de marzo de 1938, jadores una mínima seguridad física,
con Bedoya ocupando la Dirección Ge- obligación derivada de dos circunstan-
neral de Beneficencia, dependiente del cias apremiantes: por un lado, el escaso
Ministerio de Gobernación, el ya Auxilio apoyo con que contaba entre la clase tra-
Social tenía preferencia a la hora de reci- bajadora el nuevo régimen, necesitado de
bir subvenciones estatales. Toda una red una legitimidad no garantizada única-
de albergues para pobres y necesitados, mente por la violencia ejercida sobre sus

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enemigos 27. Y por otro lado, dadas las objetivos del nuevo sistema de previsión
terribles insuficiencias alimentarías y sa- social, un sistema impuesto por un sec-
nitarias en las que la mayor parte de la tor político absolutamente dominante.
clase trabajadora estaba obligada a vivir, Además, el cuerpo médico, acostumbra-
la fuerza y el rendimiento del trabajo dis- do al respeto reverencial propio de los
minuyó tan alarmantemente que el go- enfermos privados, chocó frontalmente
bierno sintió la necesidad de proteger o con las exigencias de una población con-
recuperar la salud de los trabajadores 28. cienciada tempranamente de su derecho,
Todo ello condujo a la implantación, y que sospechaba, como hemos señala-
mediante publicación en el BOE el 29 de do, de los fines de las nuevas prácticas
diciembre de 1942, del Seguro Obligato- sanitarias. En cualquier caso, en 1944 se
rio de Enfermedad 29, cuya adjudicación habían creado 17 ambulatorios provisio-
recayó en una estructura propia del Mi- nales, y en 1949 se construyeron los 5
nisterio de trabajo, la del sector falangis- primeros de una red asistencial de ambu-
ta. Este seguro significaba el inicio en latorios que pretendían ser de dos tipos:
nuestro país de un nuevo modo de aten- unos para consultas externas de Medici-
ción a la enfermedad y la salud. No obs- na General, y otros para Especialidades
tante, la ley nacía con unas limitaciones y Residencias Sanitarias o Clínicas para
básicas, al quedar únicamente referida a enfermos necesitados de intervención
los trabajadores de la industria y de los quirúrgica.
servicios (excluido el servicio domésti- Además de otros seguros como el de
co) que fueran económicamente débi- Accidentes de Trabajo, el Subsidio Fami-
les 30. Al tiempo, además de no cubrir a la liar o el de Enfermedades Profesionales,
tercera parte de la población y quedar o la creación en 1944 de la Junta Nacio-
muy limitado económicamente, el Segu- nal del Paro —que sustituía a la republi-
ro de Enfermedad nació con una serie de cana Caja nacional contra el paro forzo-
problemas de difícil solución: la existen- so—, el Seguro de Enfermedad constitu-
cia de una tupida red de Mutualidades y yó, durante largos años, el primer gran
Montepíos que acumulaban las cotizacio- referente en el camino español hacia la
nes más altas, las dificultades para la or- «previsión» y la seguridad social, y moti-
denación y disposición de urgencia de los vó en muchos aspectos —no ya tan posi-
servicios médicos, los problemas econó- tivamente— la marcha de nuestro siste-
micos derivados de la remuneración de ma de seguros sociales. Al fin y al cabo
los médicos y de la prestación farmacéu- su configuración no respondía sino a un
tica, y la necesaria colaboración del cuer- modelo autoritario, centralista y jerárqui-
po médico —reacio a la nueva «dimen- co de los servicios sociales inspirado en
sión social» de la prestación sanita- una ideología de corte fascista 32. Como
ria 31—, suponían importantes escollos afirma García Padilla, «En España... con
para la implantación del nuevo seguro. un sistema totalitario rígido y la oposi-
La asistencia en Medicina General y ción excluida, se busca con los medios
farmacia para aquel sector de la pobla- sociales, la legitimación del régimen y su
ción — no muy amplio, como antes co- acercamiento a las masas por la vía de-
mentamos— protegido por el Seguro de magógica» 33.
Enfermedad, comenzó a ser efectiva el 1 No obstante, es en el discurso psi-
de septiembre de 1944. No obstante, la quiátrico donde podemos encontrar las
mayoría de la población beneficiaria re- posturas más empeñadas en el manteni-
celaba respecto de los verdaderos fines y miento y la legitimación del régimen

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franquista en estos primeros años. Si bien Se trata de una psiquiatría que ensal-
los psiquiatras —y médicos— españoles za los «valores guerreros» del «hombre
nunca alcanzaron el protagonismo y el español», estoico, apasionado más que
poder del que gozaron sus colegas na- reflexivo, idealista y sobrio, que no teme
zis 34, es en las páginas de los más impor- a la muerte y que está firmemente con-
tantes psiquiatras —«nacionales»— es- vencido de la «empresa histórica» de la
pañoles de la época donde más claramen- que forma parte, esa «unidad de destino
te se exponen los motivos ideológicos de en lo universal». Pero si hay un psiquia-
la «Cruzada», así como las motivaciones tra que —con el permiso de López
«raciales» que movían a los sublevados. Ibor— encarna los valores más reaccio-
Como afirma González Duro: «En la dé- narios y cercanos al nuevo régimen, ése
cada de los años cuarenta la psiquiatría no puede ser otro que Antonio Vallejo
oficial española, a través de sus miem- Nágera, jefe de los Servicios Psiquiátri-
bros más caracterizados, intenta salir de cos militares, promotor del famoso Ga-
los límites de su especialidad médica, binete de Investigaciones Psicológicas
para proporcionar un apuntalamiento encargado del estudio psicológico de un
científico a la ideología triunfadora en la grupo de presos de la Guerra Civil 38,
Guerra Civil» 35. profesor de psiquiatría en Madrid y di-
Psiquiatras como López Ibor, Rojo rector del Primer Congreso Internacio-
Sierra, Linares Maza, entre otros, defen- nal de Psiquiatría, celebrado en París en
dían en la década de los 40 una psicología 1950 39.
racista, al más puro estilo alemán, que Defensor de una versión «moderna»
enjuiciaba a otras razas como biológica y de la inquisición 40, y fiel seguidor de las
psicológicamente inferiores. De hecho, y ideas de Ramiro de Maeztu y de la lla-
puesto que resultaba difícil destacar la mada «psicología constitucionalista» de
pureza y homogeneidad de los caracteres Kretschmer 41, Vallejo Nágera se mostró
biológicos españoles, la psiquiatría ofi- siempre preocupado por la degeneración
cial española no veía contradicciones en de la «raza hispánica», identificada por
afirmar la existencia de un «genio nacio- él con la misma «Hispanidad». Para Va-
nal» que, asentado en una supuesta «base llejo Nágera, la «raza» quedaba definida
biológica» se heredaba entre los españo- en base a la lengua y a la cultura, en el
les como una especie de predisposición respeto de las tradiciones y, por supues-
para determinadas cualidades psicológi- to, de la condición católica del pueblo
cas. La Guerra Civil, comentaban nues- hispánico. Además, con respeto al indi-
tros psiquiatras, no era sino la prueba más viduo, se admitían las diferencias de ta-
evidente del amor que el español sentía lento individual, lo que le permitía legi-
por lo «épico», imbuido por un «tono his- timar su «elitismo» y las «consanguí-
tórico» desdeñoso por las circunstancias neas» diferencias de «clase», en un claro
de la vida cotidiana 36. Incluso en la con- ejemplo de los ideales antimarxistas, an-
secución de la autarquía económica debía tiliberales y antirrepublicanos tan asu-
la psiquiatría poner su granito de arena: midos y hechos dogma por la derecha
«Sólo una autarquía de la inteligencia española. Así, la forma de «regenerar» a
—decía López Ibor— nos permitirá una la «raza hispánica» no podía ser sino la
autarquía económica. Sin ella no seremos recuperación de los valores tradiciona-
fuertes interiormente, no obtendremos la les, única forma de transformar al pue-
consideración exterior que nos imponen blo incluso biológicamente 42. La cons-
nuestros rangos históricos» 37. titución y el ambiente son para Vallejo

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los factores más importantes en su con- que ser atenuada, y a partir de ahora los
cepción de la «raza» 43, lo que le lleva a discursos propagandísticos iban a enfa-
rechazar los principios eugenésicos tan tizar la defensa de los valores de la civi-
extendidos en la época 44. lización cristiana frente al peligro co-
munista. En cualquier caso, tres son los
2.3. Por la unificación de las dispositivos —además de los ya mencio-
creencias, las ideas y las costumbres: nados aquí— que más enérgicamente van
el ámbito ideológico-pedagógico a contribuir a la extensión de los valores
y los ideales promulgados por el régimen
Con el fin de crear un orden cultural pro- en estos años: la Sección Femenina de
pio, adecuado al sistema de poder totali- Falange, el Frente de Juventudes y, como
tario que quería imponer en España el no, la escuela franquista.
nuevo régimen, el franquismo se apropió Como nos recuerda Carme Moline-
de la cultura como patrimonio y como sa- ro 47, las políticas respecto a la mujer son
ber de lo real. Para ello, como bien señala un buen ejemplo ilustrativo del «proyec-
Encarna Nicolás, extirpó la memoria de
to social del fascismo», y en lo que res-
la España liberal, de la España considera-
pecta al régimen franquista, su política
da «heterodoxa», y mantuvo una férrea
antifeminista no se diferenció en nada re-
represión y control sobre los medios de
levante respecto de las desarrolladas por
comunicación y producción cultural 45.
los dos países fascistas por excelencia:
Desde el primer gobierno de Franco, con
Italia y Alemania 48. Pero además, en el
la ley del 25 de abril de 1938, quedaba re-
primida la libertad de expresión y crea- contexto de posguerra que estamos anali-
ción y los medios de comunicación se zando, la mujer española era la destinada,
convertían en instrumentos al servicio como sugieren Teresa Rabazas y Sara
del Estado, empleados a favor de la ideo- Ramos, a transformar la realidad social
logía identificada con el Movimiento, contribuyendo a la renovación de la nue-
esto es, de los ideales nacionalcatólicos y va España 49. Por eso, ya en 1938, Pilar
nacionalsindicalistas 46. Primo de Rivera, insistía en el papel for-
En 1941 se creó la Vicesecretaría de mador-transmisor de las ideas del «Nue-
Educación Popular, presidida por repre- vo Estado» que tenía «La nueva mujer de
sentantes de la Falange, y encargada del España»: «Sobre nuevos y viejos concep-
control de la prensa, la producción y ex- tos (Nacionalismo, Jerarquía, Imperio,
hibición cinematográficas, la edición de Tradición) se levanta la España Nueva.
libros, la música, el teatro y, por supues- Con viejas virtudes de raza, con cariño a
to, la radiodifusión. Además de imponer la Patria, con ideas nuevas y nuevos hori-
el castellano como lengua única para zontes, empieza tu vida nueva... ¡Hori-
todo el conjunto del Estado Español, se zontes nuevos! ¡Horizontes de mujer!
elaboró un listado de obras y autores ¡Horizontes de madre! Para formar con-
prohibidos, promoviendo al tiempo la quistadores de Imperios, para formar hi-
lectura de los considerados más cercanos jos de España que conozcan, que quieran
al régimen. No obstante, a partir de 1945, a su Patria, tenemos que conocerla y que-
con la derrota de los fascismos en Euro- rerla nosotras primero» 50.
pa, el sector falangista tuvo que compar- Ése iba a ser el papel de la Sección
tir su poder en el terrero propagandístico Femenina de Falange 51, a saber, asignar
y cultural con las otras familias del régi- a la mujer el papel de «madre», celosa de
men, especialmente la nacionalcatólica. su maternidad y del cuidado moral e hi-
La plétora del discurso antiliberal tuvo giénico 52 de los niños que han de guiar

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los destinos de la Patria. La Sección Fe- de la «Revolución nacional» plasmada,


menina, junto con otros dispositivos de como comenta Henar Herrero, en dos
educación extrainstitucionales 53, tenía ámbitos diferenciados y complementa-
como principal cometido infundir en la rios: el nacional y el individual: «Por lo
mujer los principios considerados funda- que respecta al orden nacional, se perse-
mentales para el mantenimiento del mo- guía la unidad total en el pensamiento, en
delo de sociedad que se quería imponer, la voluntad y en el sentimiento, mientras
unos valores de servicio, obediencia y que la revolución individual se centraba
disciplina que la mujer debía contemplar en la regeneración del hombre a través de
escrupulosamente, puesto que ella era, en la consolidación y generalización de una
la célula esencial de la sociedad que era serie de principios tales como: la obe-
la familia, la pieza clave. Por la educa- diencia, la jerarquía, la disciplina, la aris-
ción de la mujer pasaba, como bien sa- tocracia del espíritu, el servicio y el amor
bían las autoridades, la transmisión de los a España, virtudes todas ellas que debían
valores tradicionales y conservadores tener, entre los españoles, una “auténtica
destinados a perpetuar el orden social es- dignidad imperial”» 58.
tablecido, jerarquizado y autoritario, pre- No obstante, es la escuela franquis-
sentado ahora como revolucionario 54. ta 59 —el tercero de nuestros dispositivos
Cátedras ambulantes, Escuelas de Hogar, ideológico-pedagógicos— la institución
o el Servicio Social obligatorio para las que más contribuyó, indudablemente, a
mujeres —al modo de una «mili femeni- inculcar esos valores proclamados «revo-
na»— fueron los instrumentos que la lucionarios» por el nuevo régimen. No por
Sección Femenina utilizó para divulgar casualidad fue el magisterio la profesión
los viejos principios morales y jerárqui- que más sufrió la crudeza de la «depura-
cos de la sociedad. ción» franquista 60, depuración que se cal-
El segundo de los dispositivos «ideo- cula afectó a más de un tercio de los maes-
lógicos» encargado de inculcar los valo- tros del país. Ya en 1938 quedaba mani-
res del nuevo régimen fue, como antes fiesta la labor que el magisterio español
apuntamos, el Frente de Juventudes 55. iba a cumplir a partir de entonces: «La es-
Considerado como «la obra predilecta cuela forjadora de las futuras generacio-
del régimen», el Frente de Juventudes fue nes, fervorosamente fundida en este épico
la institución encargada de planificar y Movimiento de resurrección patriótica, ha
ejecutar la política de la juventud durante de marcar su rumbo categórico hacia las
la primera mitad del régimen franquis- glorias futuras, preparando a nuestra in-
ta 56. En torno a la institución se estable- fancia por derroteros nacionales. Nuestra
cerá todo un abanico de programas hermosísima Historia, nuestra tradición
extraescolares donde, además de lo re- excelsa, proyectadas en el futuro, han de
cibido en el centro de trabajo o docen- formar la fina urdimbre del ambiente es-
te, se ampliará el adoctrinamiento políti- colar, cobijando amorosamente el espíritu
co y se iniciará la educación premilitar de los niños españoles. Al maestro se le
que culminará en el servicio militar encomienda la obra trascendental. España
obligatorio y con el pase a la milicia del entrega a sus hijos para formarles en el
partido 57. Al modo de las Juventudes amor a Dios y a su Patria. De ahí la gloria
Hitlerianas, se organizan campamentos, y la estrecha responsabilidad del Magiste-
actividades paramilitares, se utilizan es- rio Nacional» 61.
tándares, etc., con la intención de infun- Responsabilidad que no podía ser
dir en la juventud los valores y principios otra que la educación religiosa, la educa-

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ción patriótica, la educación cívica y la obreros experimentasen cierto grado de


educación física. En cualquier caso, la es- integración en el nuevo orden. Ahora
casez de maestros debida a las depuracio- bien, esta integración, en su doble dimen-
nes, la falta de medios económicos y ma- sión psicológica —el sentimiento de per-
teriales, y la adopción de ciertos criterios tenecer a una «comunidad popular» de
que favorecieron la introducción en el «camaradas nacionales»— y material
cuerpo docente de falangistas y demás —con la extensión de un sistema eficaz
partidarios del régimen significó la crea- de seguros sociales, estrategias de bie-
ción de una «escuela nacional» mas preo- nestar social, elevación del nivel econó-
cupada por el adoctrinamiento y la reca- mico para la mayor parte de la población,
tolización de los niños que por su forma- etc.,— nunca fue lograda por el movi-
ción académica 62. No obstante, esta miento fascista español, escasamente
formación solía terminar muy pronto, da- apoyado socialmente al inicio de la con-
das las necesidades materiales de las fa- tienda civil, y con relativo poder aún tras
milias pobres, aquellas que no podían pa- la configuración del Estado franquista.
gar ningún colegio privado, muchas ve- Lo que sí tenían en común los fascistas
ces el único que existía. Lejos de la españoles con sus «camaradas» alemanes
coeducación y el laicismo promulgados e italianos era, precisamente, el interés
por la Segunda República, la escuela capital por lograr una mano de obra disci-
franquista se convirtió en una especie de plinada y obediente, mediante la puesta
convento secular, donde los niños apren- en marcha de toda una serie de instru-
dían las consignas del movimiento, los mentos de subordinación de los obreros a
valores de la tradición católica, las dife- los intereses del Estado 64.
rencias biológicas entre los sexos que
justificaban la dominación masculina y la A lo largo de estas páginas hemos es-
sumisión de la mujer al hombre y, al bozado un mapa general compuesto por
tiempo, la sumisión del hombre a la jerar- el conjunto de los dispositivos activados
quía impuesta por Dios en la tierra. en el seno de las instituciones franquis-
tas, dispositivos que, en su afán por pene-
3. La invención del «homo patiens» trar en la vida laboral, privada y psicoló-
gica de los trabajadores fueron configu-
Para Gregory M. Lubbert, los movimien- rando, a lo largo de una larga posguerra
tos fascistas, tanto en Alemania como en civil, una serie de actitudes y formas de
Italia, poseían una agenda propia centra- pensamiento, una serie de comporta-
da en el poder nacional, estatal y del par- mientos y modos de ser y existir que po-
tido, más que en el servicio a ciertos inte- sibilitaron la emergencia de un nuevo
reses de clase, de grupo o sectoriales, tal tipo de identidad, de un nuevo tipo de
y como sucedía en las dictaduras tradi- subjetividad propia del español de aque-
cionales 63. Fue ésta ambición por poseer llos años, la subjetividad del «homo pa-
un poder cualitativamente nuevo lo que, tiens».
a juicio de Lubbert, condujo a los fascis- En su afán por legitimar el nuevo sta-
mos a comprender que, en sociedades tus quo impuesto por las armas, y permi-
con una aguda conciencia de clase y cre- tir con ello la construcción de un «nue-
cidamente movilizadas, no sería suficien- vo» —aunque viejo— universo económi-
te con eliminar los partidos y cercenar los co, político e ideológico en España, los
sindicatos —estrategia política usada ya dispositivos biopolíticos franquistas fue-
por los liberales en los años veinte y ron esculpiendo, de forma inconsciente,
treinta— sino que era necesario que los un sujeto resignado, un sujeto «que so-

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porta» las privaciones, que vive estoica- pos de tantos y tantos españoles. Lo que
mente en el sufrimiento. estaba naciendo en el seno del nuevo ré-
Flanqueado por todo un sistema de gimen en aquellos años, mediante el
dispositivos disciplinarios y de regula- Frente de Juventudes y la Sección Feme-
ción —en el trabajo, en la vida pública, nina, por medio de los discursos médicos
férreamente organizada, en el hogar, y psiquiátricos, en los manuales de la es-
etc.,— el individuo debía ser consciente cuela franquista y en la organización la-
del lugar que ocupaba en el todo social, el boral del Sindicalismo Vertical no era
lugar en la jerarquía asignado a él por na- sino una nueva «forma de gobierno», un
cimiento. Portador de unos valores espi- nuevo modo de «conducción de las con-
rituales y raciales heredados socialmente, ductas», una nueva reformulación de
el homo patiens tenía como misión con- aquel «poder pastoral» del que ya nos ha-
tribuir a la grandeza de la patria, a la pu- blara Foucault a finales de los años seten-
reza de la raza hispánica perpetuada por ta.
la transmisión de los valores eternos que Tras los años quizás más liberadores
forjaron el Imperio, valores religiosos, de nuestra historia, en los que España pa-
sociales, higiénicos, políticos, alejados recía haber alcanzado por fin su «mayo-
del liberalismo y el marxismo, enferme- ría de edad», la vuelta a los viejos ideales
dades que penetraron en España en los disfrazados ahora de «revolucionarios».
oscuros años de la «dominación roja». De nuevo, el hombre obligado a soportar
Por el bien de esa raza, el hombre español las jerarquías y las desigualdades, a tra-
tenía que demostrar su capacidad de su- bajar en la miseria, y la mujer, encerrada
frimiento, su estoicismo tantas veces ala- en el «mundo cerrado» del hogar, madre,
bado, su «saber estar» ante la adversidad, y sólo madre. Pero la pregunta ahora, le-
su aceptación de las desigualdades «natu- jos de resultar atrevida, no puede ser otra:
ralmente» establecidas. ¿cuánto de aquello vive aún en nosotros?
Si la legitimidad del régimen fran- ¿Hemos alcanzado, después de treinta
quista derivó, en primera instancia y al años de democracia y prosperidad econó-
menos en parte, del terror producido du- mica, nuestra definitiva «mayoría de
rante una cruenta guerra civil, el sosteni- edad»? El 22 de septiembre de 1975, ago-
miento de la dictadura durante más de nizando ya el régimen, un grupo de perio-
treinta años no fue posible sino por la distas e intelectuales, entre los que se en-
creación de una tupida red de dispositi- contraba Michel Foucault, viajó a Madrid
vos biopolíticos destinados a formar una para condenar los tribunales de excep-
población sumisa, productiva al tiempo ción franquistas que habían penado a
que sometida, resignada a su realidad y al muerte a once procesados. Tras ser apre-
silencio de lo cotidiano. El homo patiens, sados por la policía que interrumpió el
en su esencial resignación, en su «pasivi- acto de protesta, al ser conducidos hasta
dad» y en su «renuncia» de lo activo, fue los coches policiales, Foucault pudo ob-
la verdadera «obra predilecta del régi- servar, en la gente que «miraba sin ver»,
men», la piedra angular sobre la que sos- la tristeza de una escena vivida cientos de
tener aquel rancio y caduco régimen que veces, la tristeza del silencio frío del fas-
vive aún hoy en las mentes y en los cuer- cismo.

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NOTAS

* Becario de Investigación FPU (Ministerio de Foucault, Madrid, Paidós, 2003; igualmente: Váz-
Educación y Ciencia: AP2005-2708) adscrito a la Fa- quez, F., La historia como crítica de la razón, Barce-
cultad de Filosofía de la Universidad de Murcia. lona, Montesinos, 1995; Campillo, A., La invención
Actualmente se encuentra en proceso de redacción de del sujeto, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001; y Higue-
su tesis doctoral titulada La biopolítica en la España ra, J. de la, Michel Foucault: la filosofía como crítica,
franquista, bajo la dirección de Antonio Campillo Me- Granada, Comares, 1999. Son igualmente importantes
seguer. Departamento de Filosofía, Universidad de para comprender el pensamiento de Foucault las obras
Murcia, scayuela@um.es. colectivas: Balbier, E.; Deleuze, G.; Dreyfus, H. L.;
1 Por citar sólo algunos de los mejores ejemplos: Frank, M.; Glücksmann, A. y otros. Michel Foucault,
Richards, M. Un tiempo de silencio. La guerra civil y filósofo, Barcelona, Gedisa, 1999; y también: Bur-
la cultura de la represión en la España de Franco, chell, G., Gordon, C., & Miller, P. (eds.). The Fou-
Barcelona, Crítica, 1999; también: Casanova, J. (coor- cault Effect. Studies in Governmentality, Chicago, The
dinador), Espinosa, F.; Mir, C. & Moreno Gómez, F. University of Chicago Press, 1992.
Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura 4 Entre sus componentes más conocidos, y por ci-
de Franco, Barcelona, Crítica, 2002; igualmente: Mo- tar sólo algunos de los estudios que aquí más nos inte-
linero, C.; Sala, M., & Sobrequés, J. (eds.). Una in- resan: Dean, M., Governmentality. Power and Rule in
mensa prisión. Los campos de concentración y las pri- Modern Sociaty, London, Sage Publications, 2006;
siones durante la guerra civil y el franquismo, Barce- igualmente importantes son los trabajos de: Rose, N.,
lona, Crítica, 2003; de igual interés: Vinyes, R.; Inventing our selves. Psycology, Power and Person-
Armengol, M. & Belis, R., Los niños perdidos del hood, Cambridge, Cambridge University Press, 1998;
franquismo, Barcelona, Plaza&Janés, 2002; y por últi- y Governing the Soul. The Shaping of the private self,
mo: Asociación de Historia Contemporánea, La repre- London, Free Association Books, 1999. Y por último:
sión bajo el franquismo, Ayer, n.º 43, 2001. Barry, A.; Osborne, T. y Rose, N. (eds.), Foucault and
2 Algunos de los más interesantes: Molinero, C. &
Political Reason, Liberalism, Neoliberalism and Ra-
Ysàs, P. «La historia social de la época franquista. tionalities of Government, Chicago, The University of
Una aproximación», in Historia social, n.º 30, 1998, Chicago Press, 1996. Para una buena introducción a
pp. 133-154; también: Sevillano Calero, F., «Consenso los trabajos de los miembros del grupo: Vázquez, F.,
y violencia en el «nuevo estado» franquista: historia Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo
de las actitudes cotidianas», en Historia Social, n.º 46, en la modernidad tardía, San Sebastián, Gakoa, 2005,
2003, pp. 159-171; igualmente: Cobo Romero, F. & pp. 159-225.
Ortega López, T. M., «No sólo Franco. La heteroge- 5 El concepto nos ha sido sugerido por Francisca
neidad de los apoyos sociales al régimen franquista y Moya del Baño, Catedrática de Filología Clásica ads-
la composición de los poderes locales. Andalucía,
crita al Departamento de Filología Latina de la Facul-
1936-1948», in Historia Social, n.º 51, 2005,
tad de Letras de la Universidad de Murcia.
pp. 49-71; una magnífica muestra de historia compa-
6 En este nuevo modelo, el «gobierno» es entendi-
rada al respecto en: Cobo Romero, F., «Represión y
persecución de minorías y disidentes en las dictaduras do por Foucault como «técnica», como acción conce-
europeas del período de entreguerras. Los apoyos so- bida como «conducción de conductas», cuyo blanco
ciales y la colaboración de los ciudadanos comunes. son las acciones de los otros y, como no, de uno mis-
La Alemania nazi y la España franquista», en Mir, C.; mo. En base a esta definición de gobierno, con el tér-
Agustí, C. & Gelonch, J. (eds.). Pobreza, margina- mino «gubernamentalidad» —también llamado por
ción, delincuencia y políticas sociales bajo el fran- Foucault «arte de gobierno» o «racionalidad de go-
quismo, Espai/Temps, n.º 45, Lleida, Universidad de bierno»— nos referiremos aquí al «sistema de pensa-
Lleida, 2005, pp. 13-49; y por último, el ya clásico es- miento» acerca de la naturaleza y práctica del gobier-
tudio de: Abella, R., La vida cotidiana bajo el régi- no, esto es, de la «conducción de las conductas» den-
men de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 1996. tro de unas coordenadas históricas concretas.
3 Su método de investigación ha sido expuesto por 7 Foucault, F., Histoire de la sexualité I. La volon-

el propio Foucault en: L’Archéologie du savoir, París, té de savoir, París, Gallimard, 2003 [1976], pp. 177-
Gallimard, 1969 (Edición española: La arqueología 211. (Edición española: Historia de la sexualidad I.
del saber, Madrid, Siglo XXI, 1979), en El orden del La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 2005,
discurso, Barcelona, Tusquets, 1999 [1971]; y, entre pp. 143-169); y también: «Cours du 17 mars 1976»,
otros: «Nietzsche, la génealogie, l’histoire», en Dits et en «Il faut défendre la société». Cours au Collège de
écrits, 1954-1976, París, Gallimard, 2001, Texto France, 1976, París, Seuil/Gallimard, 1997,
n.º 84, pp. 1004-1024 (Edición Española: «Nietzsche, pp. 213-235 (Edición española: «Curso del 17 de mar-
la genealogía, la historia», en Microfísica del poder, zo de 1976, in «Hay que defender la sociedad». Cur-
Madrid, La piqueta, 1979, pp. 7-29). Entre los comen- sos del Collège de France, 1976, Madrid, Akal, 2003,
tadores a nuestro juicio más acertados: Deleuze, G., pp. 205-225).

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8 Foucault, F., Surveiller et punir. Naissance de la & Garmendia Urdangarín, J. M., «Corrupción y mer-
prison, París, Gallimard, 2004 [1975], pp. 159-264 cado negro: nuevas formas de acumulación capitalis-
(Traducción española: Vigilar y castigar. El nacimien- ta», en Sánchez Recio, G. & Tascón Fernández, J.
to de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 2005, (eds.), Los empresarios de Franco. Política y econo-
pp. 139-230). mía en España, 1936-1957, Barcelona, Crítica, 2003,
9 Una buena introducción al papel adquirido por la pp. 237-260, y también el ya citado: Carreras, A. &
profesión médica en la actualidad, estudiado por la Tafunell, X., Historia económica de la España Con-
Sociología de la Medicina: Rodríguez, J. A., Salud y temporánea, op. cit., pp. 263-300.
sociedad. Análisis sociológico de la estructura y la di- 17 Un buen ejemplo sobre la ineficacia y el revan-

námica del sector sanitario español, Barcelona, Tec- chismo de la política autárquica española: Mendizá-
nos, 1987, pp. 14-52. bal, A. & Serrano, F., «La política industrial del fran-
10 El citado artículo reza así: «El derecho de traba- quismo: su influencia en la política vasca», en Ekono-
jar es consecuencia del deber impuesto al hombre por miaz, n.os 9-10, 2002, pp. 301-322. Sobre la
Dios, para el cumplimiento de sus fines individuales y obstinación e ineficacia de tal política económica,
la prosperidad y grandeza de la Patria». también: Fontana, J., «La utopía franquista: la econo-
11 Carreras, A. & Tafunell, X., Historia económica mía de Robinson Crusoe», en Cuadernos de Historia
de la España contemporánea, Barcelona, Crítica, del Derecho, Madrid, 2004, vol. extraordinario,
2003, pp. 263-300. pp. 97-103.
12 González, M. J., «La economía española desde 18 Caballero, G., «La economía política del Estado

el final de la Guerra Civil hasta el Plan de Estabiliza- depredador...», op. cit., p. 58.
19 Richards, M., Un tiempo de silencio, op. cit.,
ción de 1959», en Anes, G. (ed.). Historia Económica
de España. Siglos XIX y XX, Barcelona, Galaxia Gu- p. 23.
temberg, 1999, pp. 625-716. 20 Sobre el proceso de constitución del Sindicalis-
13 Sobre la influencia de las políticas económicas mo Vertical, así como su historia y las medidas adop-
fascista y nazi en la política económica del primer tadas, son ya clásicos los estudios de: Ludevid, M.,
franquismo: Catalan, J., La economía española y la Cuarenta años de Sindicalismo Vertical, Barcelona,
Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Ariel, 1995. Laia, 1976; y Aparicio, M. A., El sindicalismo vertical
14 Caballero, G., «La economía política desde el y la formación del estado franquista, Barcelona, Euni-
Estado depredador franquista al Estado contractual es- bar, 1980.
21 Molinero, C. & Ysàs, P., «Productores discipli-
pañol», in RIPS. Revista de Investigaciones políticas y
Sociológicas, año/vol. 3, n.º 001, Universidad de San- nados: control y represión laboral durante el franquis-
tiago de Compostela, pp. 53-75. mo (1939-1958)», en Cuadernos de relaciones labo-
15 El concepto de «Estado depredador» ha sido uti- rales, n.º 3, Madrid, Editorial Complutense, 1993,
lizado por Douglass North (Premio Nóbel de Econo- pp. 33-49. Para un desarrollo más amplio, de los mis-
mía en 1993) para referirse al tipo de Estado puesto al mos autores: Productores disciplinados y minorías
servicio de intereses particulares y no incluyentes, en subversivas. Clase obrera y conflictividad laboral en
el que no existe la división de poderes, y en el que no la España franquista, Madrid, Siglo XXI, 1998. Igual-
se incorpora, por lo tanto, ni economía de mercado ni mente: Sánchez Recio, G., «El Sindicato Vertical
democracia. A modo introductorio: North, D., «La como instrumento político y económico del Régimen
evolución histórica de las formas de gobierno», en Re- Franquista», en Pasado y memoria. Revista de Histo-
vista de economía institucional, n.º 2, Primer Semes- ria Contemporánea, Instituciones y sociedad en el
tre/2000, pp. 133-148. Para un desarrollo más minu- Franquismo, n.º 1, 2002, pp. 3-37. Y también de gran
cioso, del mismo autor: Structure and Change in Eco- interés: Ruiz Resa, J. D., Trabajo y franquismo, Gra-
nomic History, New York, W.W. Norton, 1981; y nada, Comares, 1999.
22 Babiano, J., «¿Un aparato fundamental para el
también: Instituciones, cambio institucional y desem-
peño económico, México DF, FCE, 1993. control de la clase obrera? (Reconsideraciones sobre
16 Los años cuarenta fueron —para la interpreta- el sindicato vertical franquista)», en Historia Social,
ción mayoritaria— el período en el que se dio la lla- n.º 30, 1998, pp. 23-38.
23 Molinero, C. & Ysàs, P., «Productores discipli-
mada «acumulación capitalista» en nuestro país, acu-
mulación necesaria para el lanzamiento de un ulterior nados: control y represión laboral durante el franquis-
desarrollo económico. De hecho, la existencia de un mo (1939-1958)», op. cit., p. 38.
24 Véase: Marset Campos, P.; Sáez Gómez, J. M.
«mercado negro» paralelo al «mercado oficial» fue lo
que permitió, a la mayoría de los empresarios y a bue- & Martínez Navarro, F., «La Salud Pública durante el
na parte de las clases medias, esa acumulación de ca- franquismo», en Dynamis. Acta Hispanica ad Medici-
pital que luego permitiría el llamado «desarrollismo» nae Scientiarumque, Granada, vol. 15, 1995,
y, al amparo o no de las autoridades, fueron esos años pp. 211-250.
los que vieron nacer nuestras más importantes y diná- 25 Cenarro, A., «Beneficencia y asistencia social

micas empresas nacionales, tanto bancarias como en la España franquista: el Auxilio Social y las políti-
constructoras, y otras. Para esto: González Portilla, M. cas del régimen», en Mir, C.; Agustí, C. & Gelonch, J.

286 ISEGORÍA, N.º 40, enero-junio, 2009, 273-288, ISSN: 1130-2097


El nacimiento de la biopolítica franquista ...

(eds.), Pobreza, marginación, delincuencia y políticas 1933-1945, Cambridge, Cambridge University Press,
sociales bajo el franquismo, Espai/Temps, Lleida, Ser- 1991.
vicio de Publicaciones de la Udl, n.º 45, 2005, 35 González Duro, E., Psiquiatría y sociedad auto-
pp. 93-111. De la misma autora: La sonrisa de Falan- ritaria: España 1939-1975, Madrid, Akal, 1978, p. 21.
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Editorial, 1996. racterización del «hombre español» existe una magní-
26 Arrese, J. L. de., La Revolución Social del na-
fica introducción de Dieckhöfer, K., El desarrollo de
cional-sindicalismo, Madrid, Editora Nacional, 1940. la psiquiatría en España. Elementos históricos y cul-
27 Ver cita n.º 1. turales, Madrid, Gredos, 1984.
28 Alberti López, L., «La asistencia sanitaria en el 37 López Ibor, J. J., Discurso a los universitarios

conjunto de la previsión social española», en Consejo españoles, Madrid, Rialp, 1960 [1938], p. 106.
General de Colegios Oficiales de Diplomados en Tra- 38 Sobre esto: Vinyes, R., «Construyendo a Caín.

bajo Social y Asistentes Sociales. 4 Siglos de Acción Diagnosis y terapia del disidente: las investigaciones
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29 La implantación de la ley obedece sin duda a las Belis, R., Los niños perdidos del franquismo, Barcelo-
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rra de Lloyd George. Para esto: Sigerist, H. E., «De pos de concentración de Franco», en Psicothema,
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legislación sobre seguridad social», en Lensky, E. 39 Algunos de sus obras más representativas del

(ed.), Medicina Social. Estudios y testimonios históri- período que aquí nos ocupa: Eugenesia de la Hispani-
cos, Madrid, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1985. dad y Regeneración de la Raza, Burgos, Ed. Española,
Y también: Navarro, V., Lucha de clases. Estado y 1937; también: Política Racial del Nuevo Estado, San
Medicina, México DF, Nueva Imagen, 1984. Sebastián, Ed. Española, 1938; asimismo: La locura y
30 Ibíd., p. 304. la guerra. Psicopatología de la Guerra Española, La
31 Foucault, F., «La naissance de la médecine so- ciencia en la Guerra, Volumen I, Valladolid, Li. Santa-
ciale», en Dits et écrits II, 1976-1988, París, Galli- rén, 1939; y por último: Psicopatología de la conduc-
mard, 2001, Texto n.º 196, pp. 207-228 (Edición espa- ta antisocial, San Sebastián, Ed. Española, 1938.
40 Huertas, R., «Una nueva Inquisición para un
ñola: «Nacimiento de la medicina social», en Estrate-
gias de poder. Obras esenciales II, Barcelona, Paidós nuevo Estado: Psiquiatría y orden social en la obra de
2002, pp. 363-384). Antonio Vallejo Nájera», en Huertas, R. & Ortiz, C.
32 Marset, P.; Sáez, J. M. & Martínez, F., «La sa- (eds.), Ciencia y fascismo, Madrid, Doce Calles, 1997,
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33 García Padilla, M., «Historia de la Acción So- 41 Álvarez Peláez, R., «Eugenesia y fascismo en la

cial: Seguridad social y asistencia», en Informes del España de los años treinta», en Huertas, R. & Ortiz, C.
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Historia de Ciencia y Fascismo, op. cit., pp. 77-95.
42 Álvarez Peláez, R., «Eugenesia y fascismo en la
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Previsión, Madrid, Centro de Publicaciones del Minis- España de los años treinta», op. cit., p. 94.
terio de Trabajo y Seguridad Social, 1990, 43 Ibíd., pp. 88 y ss.

pp. 397-447. 44 Vallejo Nájera, A., «Ilicitud científica de la este-


34 García Marcos, J. A., «La medicina sin rostro rilización eugénica», en Acción española, Madrid,
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cer Reich», en Medicina & Historia. Revista de estu- más amplio del tema de la eugenesia en la España
dios históricos de las ciencias médicas, Barcelona, franquista: Dualde Beltrán, F., «La profilaxis de la en-
centro de documentación de Historia de la Medicina fermedad mental en la psiquiatría franquista: esquizo-
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mismo autor: «Psiquiatría y eutanasia en la Alemania Revista de la Asociación Española de Neuropsiquia-
nazi», en Claves de la Razón Práctica, Madrid, marzo tría, vol. XXIV, n.º 92, octubre/diciembre 2004,
2002, n.º 120, pp. 70-76. Igualmente: Annas, G. J., & pp. 131-164. También: González Duro, E., Psiquiatría
Grodin, M. A., The Nazi Doctors and the Nuremberg y sociedad autoritaria: España 1939-1975, op. cit.,
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ISEGORÍA, N.º 40, enero-junio, 2009, 273-288, ISSN: 1130-2097 287


Salvador Cayuela Sánchez

45 Nicolás, E., La libertad encadenada. España en 55 Una magnífica introducción en: Sáez Marín, J.,

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2005, pp. 173 y ss. España de la posguerra (1937-1960), Madrid, Siglo
46 Novella Suárez, J., El pensamiento reaccionario XXI, 1988.
español (1812-1975), Madrid, Biblioteca Nueva, 56 González Aja, T., «Monje y soldado. La imagen

2007, pp. 178-260. masculina durante el franquismo», en Revista interna-


47 Molinero, C., «Mujer, franquismo, fascismo. La cional de ciencias del deporte, vol. 1, n.º 1, octubre
clausura forzada en un “mundo pequeño”», en Histo- 2005, pp. 64-83, p. 77.
ria Social, n.º 30, 1998, pp. 97-117. 57 Ibíd., p. 77.
48 Ibíd., p. 98. 58 Herrero, H., «“Por la educación hacia la revolu-
49 Rabazas Romero, T. & Ramos Zamora, S., «La ción”: la contribución de la educación física a la cons-
construcción del género en el franquismo y los discur- trucción del imaginario social del franquismo», en
sos educativos de la Sección Femenina», en Encoun- Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte, n.º 4, marzo 2002,
ters of Education, n.º 7, 2006, pp. 43-70. artículo sito en Internet.
50 Citado en: Molinero, C., «Mujer, franquismo, 59 Sobre la escuela en el franquismo: Navarro San-

fascismo...», op. cit., p. 102. dalias, R., La enseñanza primaria durante el franquis-
51 Una buena introducción en: Sánchez López, R., mo (1936-1975), Barcelona, PPU, 1990; también: Ma-
Mujer española. Una sombra de destino en lo univer- yordomo, A. (coord.); López Martín, R.; Martí Ferrán-
sal. Trayectoria histórica de la Sección Femenina de diz, J. J.; Bascuñán Cortés, J. & Agulló Díaz, C.,
Falange (1934-1977), Murcia, Universidad de Mur- Estudios sobre la política educativa durante el fran-
cia, 1990; y Rodríguez López, S., «La Sección Feme- quismo, Valencia, Universidad de Valencia, 1999;
nina de FET-JONS: “paños calientes” para una dicta- igualmente: Palacio Lis, I. & Ruiz Delgado, C., Infan-
dura», en Arenal. Revista de Historia de las mujeres. cia, pobreza y educación en el primer franquismo (Va-
Mujeres en el franquismo, vol. 12, n.º 1, enero/junio lencia 1939-1951), Valencia, Universidad de Valencia,
2005, pp. 35-60. 1993; y por último: Puelles Benítez, M. de, Educación
52 Un buen ejemplo de esta dimensión «higiénica» e ideología en la España Contemporánea, Barcelona,
de la maternidad lo encontramos en: Jiménez Lucena, Tecnos, 1999, pp. 299-390.
I.; Ruiz Somavilla, M.ª J. & Castellanos Guerrero, J., 60 Ver: Navarro Sandalias, R., La enseñanza pri-

«Un discurso sanitario para un proyecto político. La maria durante el franquismo (1936-1975), Barcelona,
educación sanitaria en los medios de comunicación de PPU, 1990, pp. 66-75; y también: Morente Valero, F.,
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vol. LIV, n.º 1, 2002, pp. 201-218; y también: Berna- gisterio Nacional, Valladolid, Ámbito, 1997.
beu-Mestre, J., «Madres y enfermeras. Demografía y 61 BOE de 8 de marzo de 1938.

salud en la política poblacionista del primer franquis- 62 Para esto: Núñez, C. E., «El capital humano en

mo, 1939-1950», en Revista de demografía histórica, el primer franquismo», en Barciela, C. (ed.), Autar-
XX, n.º 1, 2002, segunda época, pp. 123-143. quía y mercado negro. El fracaso económico del pri-
53 Véase el caso de la revista Chicas, analizado en: mer franquismo, 1939-1959, Barcelona, Crítica, 2003,
Carreño, M., «Chicas en la posguerra. Un análisis so- pp. 27-53.
bre el aprendizaje de género más allá de la escuela», 63 Lubbert, G. M., Liberalismo, fascismo o social-

en Historia de la Educación. Revista interuniversita- democracia. Clases sociales y orígenes políticos de


ria, n.os 22/23, 2003/2004, pp. 79-104. los regímenes de la Europa de entreguerras, Zarago-
54 Rabazas Romero, T. & Ramos Zamora, S., «La za, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003, pp. 477
construcción del género en el franquismo...», op. cit., y ss.
p. 47. 64 Ibíd., p. 476.

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