Vous êtes sur la page 1sur 8

¿Se acerca

el final de
las Farc?
Comentarios al capítulo IV del libro
“Nuestra Guerra sin Nombre”1, titulado
Las FARC-EP: ¿repliegue
estratégico, debilitamiento o
punto de inflexión?, de Eduardo
Pizarro Leongómez, profesor del
Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales (IEPRI) de
la Universidad Nacional de Colombia
Por Jorge Ferney Cubides Antolinez
Estudiante Maestría en Historia UPTC
15ª promoción, Cód. 1132752

1
AGUILERA, Mario; GUTIÉRREZ, Francisco; LÓPEZ, Andrés et.al. NUESTRA GUERRA SIN NOMBRE. Instituto de Estudios
Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI, Universidad Nacional de Colombia y Grupo Editorial Norma; Bogotá, D.C., 2006
¿SE ACERCA EL FINAL DE LAS FARC?

En la historia de Colombia, el “conflicto interno”, término que por demás ha causado


polémica en los últimos años a raíz del rechazo que provoca en la concepción del actual
Presidente de la República, Dr. Álvaro Uribe Vélez, que lo niega argumentando que lo que
hay en el país es un ataque terrorista contra una democracia legítima, es una constante
que abarca varias décadas y que se remonta incluso a los primeros años del siglo XX, pero
que se acrecienta en la década del 60, cuando nacen “oficialmente” los tres más grandes
grupos armados ilegales colombianos, entre los que se cuenta las FARC2.

Si bien desde años anteriores, con la violencia liberal, se había constituido una primera
autodefensa campesina armada en el sur del Tolima, específicamente en el Municipio de
Chaparral, liderada por el Partido Comunista Colombiano (PCC), pero cuya conformación
se dio inicialmente como una especie de “fuerza de reserva” del partido, sin pretensiones
militaristas, es hasta el año 1964 cuando oficialmente se crea el movimiento que por
aquella época se denominó “Bloque Sur” y que hoy es ampliamente conocido como
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. “La particularidad de las FARC es que
tienen como origen la terrible violencia colombiana de los años cincuenta, y no el ejemplo
que dio la revolución cubana de la posibilidad de acceder al poder por la vía armada, como
ocurrió en el resto de América Latina en los años sesenta”3, aspecto que le ha dado a su
historia un protagonismo especial en todo el ámbito latinoamericano de la lucha
insurgente.

La historia de este grupo armado ilegal, en casi ya 43 años de subversión, tiene varios
matices y etapas. Su mito fundacional se centra en el ataque del Ejército Oficial al
municipio de Marquetalia, el 27 de mayo de 1964, del que lograron huir varios
campesinos, entre ellos Pedro Antonio Marín Marín, alias “Manuel Marulanda Vélez” o

2
Entre los estudiosos del fenómeno del conflicto colombiano se ha acuñado el término “guerrillas de primera generación”
para designar a las FARC, el ELN y el EPL, los tres grupos armados ilegales a los que se hace referencia.

2
“Tirofijo”, que a la postre se convertiría en el Jefe Máximo de las FARC, hoy considerado el
guerrillero más antiguo del mundo.

A partir de allí, si se pudiera de algún modo periodizar la historia del grupo guerrillero, se
hablaría de cuatro etapas claramente diferenciadas y contrastantes, así:

Una primera etapa de 15 años (1964-1979), que se caracterizó por un crecimiento


regulado en número de combatientes y por una acción defensiva cuya política y estrategia
se fundó en las primeras seis conferencias, la primera de ellas celebrada en Ríochiquito,
en 1965, con 100 hombres, a la que le siguieron El Pato, en 1967, con 350; Guayabero,
en 1968, con 500; El Pato, en 1970, con 780; Montañas del Meta, en 1974, con 900, y Río
Duda, en 1978, con apenas 1000 combatientes4. En este período la lucha se centró en la
defensa más que en el ataque, y el crecimiento, como se puede deducir de las cifras, fue
lento y casi inversamente proporcional al tiempo, pues cada año se reducía el porcentaje
de crecimiento de hombres en armas.

La anterior situación llevó a que, a partir de allí, se empezara a gestar en el seno del
Secretariado la necesidad de cambiar la estrategia operacional, en un período de
transición que alcanzó 3 años, de 1979 a 1982, (Segunda Etapa), y en el que se sentaron
las bases de lo que sería la próxima Conferencia. En 1982, entonces, se celebra en
Guayabero (Meta) la VII Conferencia Nacional de las FARC, que se convierte en el punto
de partida de su tercera etapa, la más ofensiva y protagónica del grupo armado, de
aproximadamente 15 años (1982-1997), y en la que se lanza lo que se llamó la Nueva
Forma de Operar (NFO), con lo que se pasa de una actitud discretamente defensiva a una
actitud abiertamente ofensiva y de ataque, se lanza el plan estratégico “Por una nueva
Colombia” y se agrega a la ya conocida sigla de las FARC el apelativo “EP” (Ejército del

3
Pizarro Leongómez, EDUARDO. EN BBC Mundo. 40 AÑOS DE LAS FARC [En línea] Disponible en Internet
<http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1441_farc/page3.shtml> [Citado en mayo 27 de 2004]
4
Basado en las cifras señaladas por Pizarro, confrontado con información suministrada por el señor Sargento Mayor Wilson
Rojas Arriero, Jefe de la Sección de Acción Integral del Batallón de Artillería No. 1 “Tarqui”, de Sogamoso, profundo
conocedor del fenómeno subversivo

3
Pueblo)5, hechos que le dan un impulso al reclutamiento de nuevos hombres y al
crecimiento de combatientes tanto en filas como en milicias urbanas de apoyo logístico o
de inteligencia, así como a la expansión territorial del movimiento, que aprovechó la
escasa presencia del Estado en las zonas marginadas para ganar adeptos y para mejor
organizarse en bloques y frentes con un mando central que le ha dado hasta la fecha una
unidad de mando a la que se le atribuye parte de la fortaleza lograda por el grupo en toda
su historia.

También a partir de esta época se pasa del control de las zonas rurales a centros
económicos de mayor importancia, buscando como objetivo el copamiento de las
necesidades de financiación del movimiento, primero procurando el control en la
explotación de recursos naturales y, luego, extorsionando a los productores.

En los primeros años de esta etapa, uno de los eventos que permitió el crecimiento
desmedido de las FARC fue la tregua que firmaron con el gobierno del entonces
presidente Belisario Betancourt, en 1984, mejor conocida como el “Acuerdo de La Uribe”.
“Por primera vez un gobierno (…) reconoció a la guerrilla como una contraparte válida al
Estado para realizar conversaciones de paz con vistas a la superación del conflicto armado
en el país”6; sin embargo, durante los tres años que duró la tregua, y gracias a que el
gobierno permitió que los grupos alzados en armas permanecieran en sus territorios sin
ser atacados, las FARC aprovecharon el “receso” para fortalecerse militar, estratégica,
ideológica y operativamente, y para fundar su propio movimiento político: la Unión
Patriótica, que posteriormente fue aniquilado mediante el asesinato de más de 3.500 de
sus miembros, incluidos Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, candidatos a la
Presidencia. Este fenómeno de “desaparición” de la UP, sobre el que todavía está en
deuda de claridad el país entero (no sólo el Estado), es explicado por Alfredo Rangel en
los siguientes términos:

5
Hoy en día, de manera paradójica, estas letras “EP” se conciben en la mentalidad popular como sigla de “Enemigos del
Pueblo”, conceptualización que se empieza a gestar masivamente a raíz del ataque a Bojayá, en 2002, y que se fortalece en
los continuos ataques de las FARC contra la población civil, particularmente a partir de la ruptura de los diálogos con el
gobierno del Dr. Andrés Pastrana Arango (1998-2002)
6
Rangel, ALFREDO EN BBC Mundo. 40 AÑOS DE LAS FARC [En línea] Disponible en Internet
<http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1441_farc/page5.shtml> [Citado en mayo 27 de 2004]

4
Había una disputa por la coca entre sectores del narcotráfico y algunos
frentes de las FARC; había también una disputa por el poder local entre los
nuevos liderazgos que estaban surgiendo en la UP y los viejos liderazgos
políticos tradicionales en los poblados, y existían grupos de extrema
derecha que no veían con buenos ojos que guerrilleros que se acababan de
bajar del monte estuvieran haciendo política legal mientras sus compañeros
estaban actuando con las armas y seguían extorsionando y seguían
intimidando a la población en muchas zonas del país7

A propósito de lo dicho por Rangel, hay que decir que también este período marca la
incursión del grupo guerrillero en el negocio del narcotráfico. Si bien en sus primeros años
las FARC rechazaban que en sus territorios se cultivara o se negociara droga,
posteriormente la falta de financiación obligó a que empezaran a permitir que se
establecieran cultivos, con la condición de que se pagara la correspondiente “cuota” y se
mantuvieran cultivos de “pan coger”8, hasta que finalmente empezaron a generar sus
propias zonas de producción, sus propios laboratorios y sus propias redes de
comercialización y exportación9, lo que hoy por hoy hace que a esta guerrilla se le
catalogue como organización narcoterrorista.

Después de la ruptura del proceso de paz con el gobierno de Belisario Betancourt Cuartas
(1982-1986), se intentaron nuevos acercamientos en el gobierno de Virgilio Barco Vargas
(1986-1990), en el que se logró la paz con el M-19, pero no se consolidó con las FARC, y
con el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), con el que se adelantaron diálogos
en el exterior, sin llegar tampoco a ningún acuerdo. En este período de gobierno se
adelanta la VIII Conferencia Nacional de las FARC, celebrada entre el 11 y el 18 de abril
de 1993, en la que se promulga una ofensiva militar más directa, se crean los bloques

7
Rangel, ALFREDO EN BBC Mundo. 40 AÑOS DE LAS FARC [En línea] Disponible en Internet
<http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1441_farc/page6.shtml> [Citado en mayo 27 de 2004]
8
Esto es: cultivos que garantizaran el sustento agrícola de la población de las zonas en donde se empezó a cultivar coca
9
Una mayor ilustración de la vinculación FARC-Narcotráfico es la que aborda el libro “El gran Cartel”, del cual es coautor
José Obdulio Espejo Muñoz y que fue publicado por el círculo de amigos colombo-alemán en el año 2004.

5
regionales y los comandos conjuntos, así como las compañías móviles y el comando
central, y se establece la necesidad de urbanizar el conflicto mediante la creación de las
milicias bolivarianas, lo que le da a las FARC su mayor impulso en la historia y un
fortalecimiento militar y estratégico que le permite propinarle a las Fuerzas Armadas
oficiales importantes derrotas.

Posteriormente, con el gobierno de Ernesto Samper Pizano (1994-1998) no hubo ningún


tipo de negociación y ya en el gobierno de Andrés Pastrana Arango (1998-2002) se
iniciaron los muy conocidos diálogos de la “Zona de Distensión” en El Caguán, que
iniciaron con mucha expectativa, pero que se rompieron el 20 de febrero de 2002,
después de un accidentado proceso que no trajo ninguna conclusión positiva para ninguna
de las partes, salvo el establecimiento de una agenda común de negociación.

Este período de gobierno marca el comienzo de la cuarta y última etapa en la historia de


las FARC (1998-¿----?), que corresponde a su debilitamiento militar y estratégico, proceso
de decaimiento constante que inicia a finales de 1997 y que en 1998 se concreta a través
de la reforma militar que se inicia con el gobierno de Andrés Pastrana y que obligó a las
FARC a sentarse a las mesas de diálogo, seguramente, como lo aseguran muchos
analistas militares, con la intención de aprovechar el nuevo receso para fortalecerse; pero
equivocadamente desdibujando su imagen nacional e internacionalmente mediante
acciones violentas contra la población civil, que se incrementan en número e intensidad
una vez roto el proceso.

A partir de allí, y gracias a las políticas que se han establecido desde cuando asume el
poder de la Nación el Dr. Álvaro Uribe Vélez (2002-2006 y 2006-2010), el fortalecimiento
de la Fuerza Pública y, de manera muy particular, las políticas de reinserción y
reincorporación a la vida civil de muchos combatientes han diezmado el número de
hombres de las FARC, hasta llevar a pensar en su futura (aunque no inmediata)
desaparición. Sin embargo, existen dos posiciones encontradas en este panorama actual:
la de quienes, como Alfredo Rangel, sostienen que las FARC se encuentran replegadas
estratégicamente esperando el desgaste de la política de seguridad democrática del

6
gobierno Uribe para fortalecerse y retomar la iniciativa militar una vez culminado su
segundo período de gobierno, y la de quienes, desde la óptica oficial del Estado,
argumentan que las FARC están sufriendo un irreversible proceso de desaparición.

En “Nuestra Guerra sin Nombre”, Pizarro aborda esta discusión desde varias perspectivas y
aporta análisis que de manera imparcial dan la razón a uno y otro bando, pronosticando
un empate mutuamente doloroso que llevará finalmente a ambas partes a entrar en
negociación.

Llama la atención en su escrito la incorporación del conflicto colombiano en la dinámica


mundial y, particularmente, la vinculación de este último período de retroceso y
descalabro militar de los actores armados no estatales a la lucha mundial contra el
terrorismo, originada en los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EEUU y reforzada
en los ataques del 11 de marzo de 2004 en España, que obligaron a los EEUU y a la Unión
Europea a declarar terroristas a las FARC, lo que les ha quitado la poca legitimidad que
tenían, no obstante el apoyo que todavía reciben de otras naciones o de organizaciones no
gubernamentales que operan globalmente.

Precisamente, en el artículo de Pizarro, se extraña que no toque este tema de la


vinculación internacional de las FARC con ONG’s y gobiernos de izquierda. Recuérdese
para el caso la donación pública en dinero en efectivo que hizo la ONG danesa “Rebelión”
a las FARC o las recién destapadas ventas de armas que desde sectores de gobierno
peruanos o venezolanos se han hecho a la guerrilla colombiana, con conocimiento o no,
con complacencia o no, de los respectivos titulares del poder ejecutivo nacional en esos
países, sin contar con el apoyo ideológico que se les brinda desde Cuba, Venezuela o
Ecuador, cuyo recién electo presidente se ha negado a calificar a las FARC de terroristas
con argumentos débiles y evasivos que dejan muchas dudas sobre su posición y su
eventual apoyo al grupo guerrillero.

Se ha demostrado empíricamente que países como Venezuela, Ecuador y Perú se han


constituido en fortines de la retaguardia del secretariado de las FARC y se podría presumir

7
que a lo mejor muchos de sus cabecillas están despachando desde allá. Perú, de manera
reciente, ha aceptado que miembros de las FARC entran a su territorio, y aunque su
canciller haya aclarado que “sí entran, pero de civil”10, esto no niega los nexos que pueden
existir a nivel internacional para que, como lo asegura Rangel, las FARC estén esperando
su momento, no sólo para retomar la lucha armada en Colombia, sino para constituirse en
un movimiento bolivariano al servicio de Chávez y su revolución.

El final del conflicto, desde esa perspectiva, no puede asumirse como una certeza, así la
posición conciliadora de Pizarro deje en el aire esa esperanza de paz para nuestro país. El
gobierno deberá concentrar sus políticas en continuar fortaleciendo a la Fuerza Pública y
en exigir a sus miembros golpes más contundentes contra la subversión, así como seguir
fortaleciendo los programas y planes de reinserción y reincorporación a la vida civil de los
combatientes desertados, de manera que se obligue a las FARC al diálogo; pero también
deberá incrementar el componente social para evitar el terrible pronóstico con que Daniel
Samper analiza el problema: “Si en nuestro país no hay una solución social al lado de la
solución política, en el término de 10 a 20 años otra vez estaremos combatiendo contra
campesinos sin tierra y muchachos sin empleo”11.

El panorama no es tan alentador y quizás represente mucho tiempo todavía. En manos del
Estado está el garantizar el apoyo de la sociedad civil, especialmente en las zonas
declaradas en conflicto, a través de una política social que responda a las expectativas de
las comunidades, y en manos de las FARC está –por fin- asumir seriamente el proceso como
una solución negociada; pero también en manos de quienes como ciudadanos comunes y
corrientes vivimos a diario la prolongación del conflicto y sufrimos sus consecuencias está la
posibilidad de aportar soluciones sociales a la grave problemática del país. Las FARC son
solamente un componente del intrincado y multifacético problema colombiano y nosotros
somos actores del mismo. La pregunta ahora es: ¿y qué podemos aportar?...

-Sogamoso, Boyacá, noviembre 26 de 2006

10
Declaraciones públicas dadas a la prensa
11
Samper, DANIEL EN BBC Mundo. 40 AÑOS DE LAS FARC [En línea] Disponible en Internet
<http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1441_farc/page19.shtml> [Citado en mayo 27 de 2004]

Vous aimerez peut-être aussi