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Publicado en: Laguna Sicca, N.A., Moreira da Costa, A.D. y Sousa Fernández de, S. A.,
(organizadoras) Processo Curricular, diferentes dimensões, Cap 1:17-36, Editora Insular,
Florianópolis, 2009.
Hector L. Lacreu
lacreu@unsl.edu.ar
Jamás acepté que la práctica educativa debería
limitarse sólo a la lectura de la palabra, a la lectura
del texto, sino que debería incluir la lectura del
contexto, la lectura del mundo.
Paulo Freire
INTRODUCCION
Agradezco a los editores la invitación y la oportunidad para exponer reflexiones e
ideas que quizás no sean novedosas (Lacreu, 2009), pero que con el transcurso del tiempo,
al reelaborarlas y articularlas con experiencias personales y colectivas en el campo de la
praxis, se van resignificando y, como las semillas, es posible que algunas de ellas tengan
valores latentes que al caer en un terreno fértil puedan, germinar y crecer, quizás mutar y
transformarse, siempre que las condiciones sean favorables.
El bagaje conceptual, metodológico de las geociencias constituyen herramientas
cognitivas que enriquecen la mirada sobre las problemáticas ambientales. En efecto,
permiten poner en perspectiva y dimensionar con mayor precisión el impacto (global,
regional y/o local) de las actividades que el hombre realiza en diferentes regiones del
planeta. Hace casi 20 años, ya se ha señalado (Compiani, 1990) que en una sociedad
democrática, la actuación de los sujetos y su capacidad transformadora, se relacionan con
su bagaje cultural.
Me propongo analizar la alfabetización geocientífica como un acto político, en el
sentido de cambiar la realidad y mejorar la calidad de vida en diferentes ámbitos sociales
procurando desarrollar competencias geocientíficas para comprender el funcionamiento del
planeta y advertir y actuar asertivamente para evitar el inicio de emprendimientos mientras
no se demuestre que contribuyen al desarrollo sostenible. Se propone cambiar la “visión”
intuitiva sobre algunos procesos naturales, y “desnaturalizar” y “humanizar” las causas de
muchos de los daños erróneamente adjudicados a procesos naturales. La comprensión
profunda de los efectos que tienen los fenómenos geológicos en el condicionamiento (actual
y pasado) para la evolución de los ecosistemas y el desarrollo de la vida, requiere de
ciudadanos que perciban y asimilen el carácter transitorio y cambiante de los paisajes
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suelos, aguas, paisajes, etc.). De igual modo, les conviene que no haya obstáculos para la
venta, urbanización u ocupación de territorios sometidos a riesgos geológicos, ni para la
realización de acciones como la deforestación, construcciones de rutas o de embalses de
agua, que alteran los procesos naturales existentes, o que desencadenan otros derivados
de acciones humanas negligentes.
La intencionalidad de la educación siempre es política. Lo es cuando intenta
introducir cambios en la cultura para hacer un mundo “sostenible”, diferente al actual.
También lo es, cuando renuncia tácitamente o inconcientemente (nunca explícitamente) a la
formación de ciudadanos críticos con el propósito (no declarado o no percibido), de ofrecer
una educación para el sometimiento y la naturalización de la pobreza, la desigualdad y la
conservación de un mundo “insostenible” como en la actualidad.
Con estas reflexiones intento contribuir a fundamentar el aporte insustituible de las
Geociencias para a mejorar la Formación Ciudadana y la necesidad de su intervención tanto
en el currículo de la educación formal como en los diseños de la educación no formal.
Dicha intervención procura ayudar a generar una “cultura emancipatoria”, la que
postula la utopía de la participación ciudadana a fin de transgredir la cultura de la
modernidad, a través de sujetos que estén efectivamente presentes en la vida ciudadana
y que “sean capaces para defender propuestas con argumentos, que tengan capacidad de
decisión y de construcción colectiva. Para ello no es suficiente analizar la situación en los
planos técnicos ya que el éxito y la amplitud de los resultados suponen el trabajo con la
subjetividad de los participantes” (Sposati, 2001,p. 24-25)
Lamentablemente, los modelos educativos, en general, defienden tácitamente la idea
cartesiana del hombre que debe “dominar la naturaleza” y ese dominio se expresa en
conductas arbitrarias mediante las cuales algún elemento (vivo y no vivo) es usado,
sometido, expoliado para satisfacción de un deseo o conveniencia particular, sin tener en
cuenta el bien común. Sin embargo, recientemente se produjo un nuevo intento para
modificar el sentido de la relación entre la sociedad y el Planeta Tierra. Me refiero a la
reciente declaración del “Día de la Madre Tierra” (22 de abril de 2009) por parte de la ONU
(Organización de las Naciones Unidas), conforme a la propuesta del presidente boliviano Evo
Morales, que, en un discurso de corte humanista expresó: “la tierra no nos pertenece sino que
nosotros pertenecemos a la tierra, y que la tierra también tiene derechos, no sólo los humanos”.
En ese sentido, de un modo metafórico y animista agregó algunos conceptos polémicos que
deben analizarse críticamente: “Tenemos el desafío de consensuar una declaración para la
Madre Tierra, por ello quiero proponer cuatro derechos: el derecho a la vida, que significa el
derecho a existir; segundo, el derecho a la regeneración de su capacidad, sus recursos no
pueden ser ilimitados, es más importante producir oxígeno que dióxido de carbono; tercero, a
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tener una vida limpia, la Madre Tierra tiene derecho a vivir en un ambiente sano y, cuarto, el
derecho a la armonía entre todos y de todo”.
grave aún ya que en general no se percibe la efectiva aplicación de las normas existentes
que impidan la urbanización de regiones con riesgo de inundación. Por otra parte, esta
situación se agrava cuando se introduce otro indicador de desarrollo como son las obras de
pavimentación realizadas prioritariamente en las calles de las urbanizaciones mas cotizadas.
Dichas obras aumentan la superficie de suelos impermeabilizados (ya iniciada por las
superficies cubiertas por las casas). Consecuentemente, en las épocas de lluvia, un mayor
volumen de agua se escurre hacia las zonas mas deprimidas y el citado indicador de
desarrollo válido para una región “elevada”, se traduce, paradójica y simultáneamente, en
mayor subdesarrollo e inequidad social para los barrios de las zonas deprimidas.
Obviamente se trata de un problema que podría evitarse realizando obras de
desagües pluviales apropiados o, en su defecto, diseñando una ocupación territorial que
evite estos problemas. Sorprendentemente, estas situaciones se repiten con una frecuencia
que llama la atención de aquellos ciudadanos que poseen competencias geocientíficas y
una mirada crítica. En efecto, se puede inferir que además de la obvia inescrupulosidad de
algunos funcionarios y empresarios, también existe un analfabetismo en la población que ha
“naturalizado” el problema de las inundaciones sin advertir que estas son previsibles y
controlables en la gran mayoría de los casos.
Este ejemplo puede extrapolarse a otras situaciones en la que los procesos naturales
causan daños, sólo porque hubo imprevisión o negligencia como es el caso de
construcciones cercanas a ríos de caudales variables o bien a obras en regiones sísmicas,
volcánicas o bajo amenazas de derrumbes o avalanchas sin que se tengan en cuenta la
posibilidad de impedir la ejecución de dichas obras, o al menos, concretar obras
complementarias para evitar/mitigar daños.
En los párrafos precedentes intenté fundamentar la necesidad de que los ciudadanos
deberían dominar algunos criterios básicos sobre el funcionamiento de los procesos
geológicos exógenos y endógenos que han sido los responsables de la configuración
(relieve y materiales constituyentes) del territorio en el que habitan ya que dichos procesos,
seguirán actuando, con diferentes ritmos, oportunidades e intensidades. Esta concepción es
la que permite comprender las posibilidades de predecir y prevenir daños y comprender que
muchos de los problemas atribuidos a los procesos naturales no son tales sino que son
“problemas antrópicos” derivados de una inapropiada intervención del hombre en el entorno
natural.
Además del aspecto territorial antes mencionado, el desarrollo de la humanidad, ha
requerido sigue y seguirá requiriendo del abastecimiento de recursos vitales como el agua y
los materiales (metalíferos y no metalíferos) para la construcción de sus moradas y
artefactos cotidianos, como así también del aprovechamiento del suelo para la producción
de sus alimentos.
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corrupción de funcionarios técnicos y políticos que privilegiaron sus intereses particulares por
sobre el bien común.
La alfabetización geocientífica permitirá distinguir entre los daños geoambientales
naturales y los de origen antrópico que suelen naturalizarse para evitar el señalamiento y
castigo de los responsables que por acción u omisión los han provocado. Ello implica, por un
lado, identificar las verdaderas causas de los procesos geológicos que generaron los daños
y a la vez, develar en que medida los daños podrían haberse evitado mediante la
intervención preventiva o correctiva del los organismos estatales o privados responsables.
Por otro lado se reauiere evitar la confusión entre la realidad y los modelos explicativos.
Estos aspectos poseen cierta complejidad por la multiplicidad de factores intervinientes, ya
que es necesario interpretar a los daños como producto de los cambios (rápidos o lentos) en
el entorno geográfico. Esta noción de daño/cambio es la que posibilitará reconocer las
causas y consecuencias y actuar preventivamente para evitar las consecuencias negativas
(daños) derivadas de los cambios.
La carencia de dichas competencias contribuyen al analfabetismo geocientífico y
este impide a los integrantes de una comunidad completar el desarrollo de su propia
identidad como personas en un determinado contexto. En efecto, este condiciona las
relaciones sociales en función de los recursos que dispone (o de los que carece) en el
territorio dentro del cual el municipio tiene jurisdicción. Este analfabetismo es equivalente a
la desnutrición en la niñez temprana, impidiendo el desarrollo del cerebro y por ende de sus
funciones cognitivas condicionando “a futuro” la calidad de vida y la posibilidades de
desarrollo de dichos individuos.
1.2. SUELO
1.3. AGUA
1.5. PAISAJE
Parece obvio, pero creo necesario reiterar y hacer “visible” que la ocupación del
territorio, el aprovechamiento de los recursos y la prevención de los riesgos han sido y son
acciones inmanentes al desarrollo de la humanidad. Así, desde los trogloditas hasta el
presente, las relaciones entre la sociedad y el entorno adquirieron diversas formas, siendo
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estas una de las principales causas de las desigualdades económicas, sociales y culturales
que advertimos y que la educación “declarativamente” intenta reducir.
caracterizado por unas geoformas del relieve que, en todos los casos, estarán constituidas
por materiales sueltos (edafizados o no) o por algún tipo de roca (ígnea, sedimentaria o
metamórfica). Dicho paisaje estará disponible en cualquier región del Planeta y, obviamente,
en cada región escolar. Consecuentemente el paisaje geológico será un recurso didáctico
para el estudio del entorno, a través de la resolución de problemas que faciliten la
introducción de metodologías e investigación científica escolar. Cabe aclarar que en todas
las regiones existen lugares donde realizar trabajos de campo, tanto si poseen montañas
costas de mares, lagos o ríos e incluso en las regiones de llanuras ya que en todos estos
lugares, además de contar con exposiciones de rocas, minerales y suelos, se suele contar
con una bibliografía geológica de superficie y del subsuelo que representarán importantes
fuentes de información.
tres unidades anteriores ya que introduce algunos conceptos acerca del tiempo geológico y
los Principios Básicos de la Geología, los que deberán aplicarse (no sólo enunciarse), bien a
investigaciones de campo o bien a investigaciones bibliográficos sobre una región
determinada. Ello involucra necesariamente la consideración del paisaje geológico y su
origen lo que se pondrá en evidencia a través de las geoformas y sus materiales
constituyentes. Respecto de estos materiales (rocas-sedimentos-suelos) importa la
caracterización composicional y tridimensional individual para aplicar la metodología del
actualismo y establecer los procesos formadores (y deformadores de las rocas). En efecto,
además, será necesario considerar las relaciones de contacto existentes entre ellos
(concordancias, discordancias, fallas, etc.) a fin de establecer las edades relativas que
permitan establecer la cronología de dichos procesos. Al finalizar esta unidad los alumnos
podrán reconstruir la historia de un paisaje geológico (local o lejano), y a partir de dichas
conclusiones se deberá realizar predicciones para establecer cual sería la evolución del
lugar y si serían o no aceptables aquellas intervenciones humanas que pudieran alterar la
identidad del territorio y su comunidad.
AGRADECIMIENTO:
Deseo agradecer al Dr. Pedro W. Gonçalvez por la invitación para exponer mis
ideas y participar de esta publicación y al mismo tiempo al arbitro Dr. Celso Dal Re Carneiro
por las criticas y sugerencias realizadas.
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