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y Territorio
Darío G. Barriera
(director)
Rosario, 2010
Instituciones, gobierno y territorio: Rosario, de la capilla al municipio: 1725-
1930 / dirigido por Darío G. Barriera. - 1a ed. - Rosario : ISHIR CONICET, 2010.
192 p. ; 22x15 cm.
ISBN 978-987-25834-1-5
ISBN 978-987-25834-1-5
Archivos
Archivo del Museo Histórico Provincial de Rosario “Julio Marc”
Archivo General de Digestos, Ordenanzas y Expedientes del Concejo Municipal, Ro-
sario
Archivo General de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe
Archivo General de la Nación, Buenos Aires
Biblioteca Argentina, Rosario
Biblioteca General San Martín, Rosario
Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, Santa Fe
Introducción............................................................................................................... 11
Primera Parte
El equipamiento político del territorio
Del Pago de los Arroyos a la ciudad de Rosario (1725-1852)
por Darío G. Barriera................................................................................................... 17
CAPÍTULO I
Historias, Ciudades, Gobiernos....................................................................... 19
CAPÍTULO II
La ciudad de Santa Fe........................................................................................ 27
CAPÍTULO III
El poblamiento de las tierras del sur.............................................................. 35
CAPÍTULO IV
Organizar la extensión....................................................................................... 45
CAPÍTULO V
La ilustre y fiel Villa del Rosario (1823-1852).............................................. 51
Segunda Parte
La ciudad y su gobierno antes del Concejo (1852-1874)
por Irene Rodríguez...................................................................................................... 65
CAPÍTULO VI
Al ritmo de los nuevos tiempos....................................................................... 67
CAPÍTULO VII
Después de Caseros: las formas de la República....................................... 75
CAPÍTULO VIII
Los vínculos interpersonales y el poder político local.............................. 87
CAPÍTULO IX
La consolidación de una elite en Rosario..................................................... 97
Tercera Parte
Formación y reforma del municipio...................................................................... 111
por Diego P. Roldán
CAPÍTULO X
Fabricar el gobierno............................................................................................ 113
CAPÍTULO XI
Construir la deliberación.................................................................................. 125
CAPÍTULO XII
Números y símbolos........................................................................................... 135
CAPÍTULO XIII
Impuestos, crisis y poder local......................................................................... 141
CAPÍTULO XIV
El modernismo constitucional........................................................................ 155
CAPÍTULO XV
Innovaciones locales.......................................................................................... 163
CAPÍTULO XVI
Celebrar la ficción y ampliar la política......................................................... 171
CAPÍTULO XVII
Ferrocarril, ciudad y urbanismo..................................................................... 181
Introducción
1 Situación más auspiciosa que la trazada por Enrique Tandeter en “El período colonial en la
historiografía argentina reciente”, en Entrepasados, núm. 7, Buenos Aires, 1994, pp. 67-84. Más
detalladamente, sobre estos puntos, BARRIERA, Darío “Por el camino de la historia política.
Introducción 11
Hacia una historia política configuracional”, en Secuencia, núm. 53, México DF, 2002, pp. 163 a
196.
12 Instituciones, gobierno y territorio
habitan.” Este sentido está presente, lo mismo que el de administrar justicia, des-
de muy temprano en la lengua castellana y española.
Significa, también, dirigir una institución. Disponer y organizar bienes o “ha-
cienda” –digamos, manejar la economía– pero también es sinónimo de sumi-
nistrar. Administrar un medicamento a un enfermo equivale a suministrárselo.
Desempeñar o ejercer un cargo equivale a administrarlo –es muy clara esta per-
vivencia en el caso de los jueces que son, sobre todo, administradores de justicia.
Tanto o más interesantes que éstas son las acepciones que vinculan este verbo
con otorgar un sacramento y con graduar o dosificar los usos o consumos de al-
guna cosa para conseguir de la misma un mayor rendimiento –mayor cantidad
de suministros.
El sustantivo que corresponde a este verbo –administración– sirve para desig-
nar el oficio, al conjunto de gentes y hasta a la residencia de quien o de quienes
realizan la acción. Sin embargo, a los fines del asunto que aquí estudiamos, lo
que interesa es que supone sobre todo la acción y el efecto de la acción, es decir,
que administración incluye lo que se hace y lo que este hacer provoca. Y esto es
importante porque, desde enfoques muy diferentes de lo social se ha intentado
escindir administración de política.
Así, en algunos discursos sobre las formas del poder político, administrar no
es hacer política. Sin embargo, el conjunto de acciones –y como hemos visto, de
efectos– que tienen sobre una comunidad o una sociedad los actos de toma de
decisión y de gestión de los recursos del común (pensemos en los Estados na-
cionales y en la esfera de impuestos, salud o servicios del Estado), por ejemplo,
pueden ser legítimamente denominados la administración pública.
En la semántica de la palabra existe, de todos modos, una dimensión res-
trictiva: dar algo en administración supone que el margen de decisiones que
el administrador puede tomar sobre el destino de la cosa administrada no es
absoluto: existe un propietario que se reserva el derecho de tomar decisiones.
En la historia del pensamiento sobre el poder político municipal, esta semán-
tica de la administración y sobre todo la celosa escisión entre administración y
política está expresada con claridad meridiana, por ejemplo, en la matriz pro-
testante de pensamiento sociológico y político occidental2 pero también, en-
tre los más destacados pensadores del régimen jurídico municipal de Rosario.
Desde Lisandro de la Torre a Rafael Bielsa,3 la concepción del municipio como
un espacio de administración de asuntos locales –lo cual, por ciertos artilugios
argumentativos, sería algo distinto de la política– configuraron la consolidación
2 Véase sobre todo WEBER, Max El político y el científico [1918], Premiá, México, 1982.
3 Me refiero aquí a los trabajos de DE LA TORRE, Lisandro Política Municipal (tesis doctoral,
1888), en Obras de Lisandro de la Torre, Hemisferio, Buenos Aires, 1954 y BIELSA, Rafael Princi-
pios de Régimen Municipal [1930], Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1962.
14 Instituciones, gobierno y territorio
Darío G. Barriera
Primera Parte
El equipamiento político del territorio
Del Pago de los Arroyos a la ciudad de Rosario
(1725-1852)
por
Darío G. Barriera
18 Instituciones, gobierno y territorio
Capitulo 1: Los primeros tiempos 19
CAPÍTULO I
L
os historiadores españoles han discutido mucho y desde hace largo tiem-
po sobre la ciudad y su gobierno. Sobre todo, acerca del municipio. ¿Qué
es lo que hizo que este tema fuera interesante para la historiografía ibéri-
ca? ¿Por qué se ha discutido, allí, sobre la historia de la ciudad y sobre su gobier-
no desde la producción profesional de conocimiento histórico?
Durante la última parte del siglo XX la historiografía hispánica post-franquis-
ta ha puesto en evidencia el problema histórico de la idealización del “munici-
pio castellano medieval” o del “municipio foral” en el caso de Cataluña.5 El ori-
gen de esta carga parece detectarse en un conflicto de intereses que acompañó
la disolución del Antiguo Régimen peninsular. A ciertas obras escritas durante
el Antiguo Régimen –desde la Política para Corregidores de Castillo de Bovadilla
(1597), los Discursos de Francesc de Gilabert (1616) hasta El Corregidor Perfecto
de Guardiola y Sáez (1785) o la visión idílica de la organización local del me-
dioevo barcelonés en las Memorias... de Capmany– en mayor o menor medida
identificadas con el absolutismo monárquico, se opuso la producción decimo-
nónica, solidaria con el proyecto de un Estado Nacional, dedicada a constatar
que la nación existía desde siempre y que su historia no era sino la de su inevita-
ble despliegue hasta alcanzar la forma que presentaba en ese momento. De esta
manera, en España, el estudio histórico de los municipios de la época medieval
y moderna estuvo íntimamente ligado con un gran debate social y político: la
naturaleza del poder local y su lugar en el marco de la organización del Estado.
Así, los tradicionalistas levantaban la bandera de la conservación de los fue-
ros y la defensa del feudalismo y los liberales el blasón de la libertad, que im-
ponía la destrucción de cualquier privilegio y diferenciación ya que aquella sólo
podía alcanzarse por la igualdad. En el interior del liberalismo, por su parte, se
disputaba acerca de los límites de la centralización, en el marco del cual los más
progresistas defendían a rajatabla la autonomía municipal, para frenar los exce-
sos del gobierno central, normalmente en manos moderadas.6
La ciudad hispanoamericana
Como lo ha señalado José Luis Romero, la erección de ciudades en América
tuvo una función crucial: la organización militar de la conquista. Es por eso que,
en el comienzo, antes que ciudades, lo que se identifica en el momento poste-
rior a la invasión europea son asentamientos con característica de “fuerte”. La
situación ya había sido objeto de experiencia y reflexión: Alfonso X, en el siglo
XIII, veía una estrecha relación entre la tradición de la castramentatio romana, la
previsión sobre asuntos militares y la implementación de “trazados ordenados”
de campañas que podían y solían rematar en la fundación o en la refundación
de una ciudad.
8 AGUILERA ROJAS, Javier Fundación de ciudades hispanoamericanas, MAPFRE, Madrid, 1992, p. 44.
9 Señalado también en BAYLE, Constantino Los cabildos seculares en la América española, Sapien-
tia, Madrid, 1952, p. 20.
22 Instituciones, gobierno y territorio
10 BRADING, David Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), FCE, México, 1983
[Londres, 1971], p. 40.
11 HOBERMAN, Louisa Schell y SOCOLOW, Susan Midgen (comps.) Ciudades y Sociedad en Lati-
noamérica Colonial, FCE, Buenos Aires, 1993.
12 BAYLE, Constantino Los cabildos..., cit., p. 61.
13 Así, a unos vínculos de pertenencia o de identidad jurídica derivados de la relación entre el hom-
bre y el reino o su príncipe –súbdito, vasallo y vasallo natural, sobre todo– se sobrepone otra
condición, a la que no se accedía por vía hereditaria. No obstante, como lo ha notado María Inés
Carzolio, ser hijo de vecino o contraer matrimonio con una hija de vecino podía contarse como
un buen antecedente a la hora de solicitar la vecindad. El avecindamiento podía ser otorgado o
solicitado, pero, en ambos casos, la condición de tener una casa poblada –residencia en el lugar y
matrimonio– era primordial para acceder a tal condición.
14 BAYLE, Constantino Los cabildos…, cit., p. 67.
24 Instituciones, gobierno y territorio
15 ROMERO, José Luis Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Siglo XXI, Buenos Aires, 1976, p. 60.
16 CARZOLIO, María Inés “Aspectos de continuidad y de discontinuidad entre vecindad y ciu-
dadanía españolas del siglo XVII a la Constitución de 1812”, Buenos Aires, 2001, mimeo.
17 BAYLE, Constantino Los cabildos…, cit., p. 67.
18 Para el caso peninsular, y siguiendo las Ordenanzas de Potes (1468), las de Alcalá, de Monda
(1574), Chipiona (1477), María Inés Carzolio señala las diferencias en la exigencia de residencia
para estas ciudades, consistentes en 10, 7 ó 10, 12 y 5 años respectivamente. CARZOLIO, María
Inés “Aspectos...”, cit.
19 Por ejemplo el caso de Piura, en el Perú, entre otros, donde se exigían 5 años.
20 RC del Emperador D. Carlos y la Princesa, en su nombre, en Valladolid a 21 de abril de 1554.
Sumarios de la Recopilación de Leyes de Indias, 1628, Libro IV, Título V, ley 12.
Historias, Ciudades, Gobiernos 25