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II PREGÓN A LA HERMANDADA DEL SANTO SEPULCRO Y NUESTRA

SEÑORA LA STMA. VIRGEN DE LA ESPERANZA DE CANILES

Antonio Francisco GABARRÓN TORRECILLAS

Oración
¡SEÑOR!
Ya has igualado a todos los hombres, fabuloso capataz, y los tienes colocados
por trabajadoras bajo el “paso” de Caniles.

Ya estás dispuesto a llamar para que tus costaleros, el pueblo escogido de


Caniles, tensos sus músculos, bien ajustada su faja, bien fajado su corazón, levanten
poco a poco, a pulso, sin verse si quiera, el “paso” de tu Pasión.

Ya has dado, Señor, el segundo martillazo y con gesto de inmensa elegancia me


ofreces a mí, indigno pregonero tuyo, el llamador, para que dé el tercero, y yo, Señor, lo
voy a dar.

Pero antes me vas a permitir que, con el corazón abierto y la boca seca, con mis
ojos clavados en tus cerrados ojos, con mis manos temblorosas tocando tus crispadas
manos muertas, y mis rodillas hincadas en la Tierra bendita de tu Madre, Esperanza del
Mundo, eleve a Ti una Oración, que quiere ser sencilla como es sencilla Tu gente y
honda como es hondo mi respeto.

Una Oración que va a llegar a tus pies, aquellos pies que tan maravillosamente
enseñaron a andar, y va a brotar en ellos como brotan los claveles blancos de las
lágrimas transparentes de tu Madre, valle inmenso de dicha del Cielo y Angustia
dolorosa de Caniles.

Una Oración por aquellos que no creen en el Amor.


Por aquellos que, ciegos, no ven la sangre de tu divina frente.
Por aquellos que, temblando en su inmensa envidia, no saben mirarte a la Cara.
Por aquellos que no saben apreciar las tradiciones de tu pueblo.
Por aquellos que, se olvidan de tu Madre.
Por aquellos que, llorando, ven tu pasar silencioso sobre su corazón.
Por aquellos a los que se les ilumina el alma con la candelería de tu “paso” de
palio.

Por aquellos que en el anonimato hacen que tú salgas a bendecir a Tú querido


Pueblo.

¡Por Caniles, Señor!, que tiembla y que llora, que se estremece y se acongoja en
tu Agonía y ríe y se alegra en tu Resurrección temprana.

¡Por Caniles, Señor!, que se abre como la flor, al primer contacto del sol
mañanero, para que en ella liben las abejas del mundo su aromático almíbar de luz.

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¡Por Caniles, Señor!, que está dispuesta a pasearte ahora mismo, esperando que
el Pregonero dé la llamada.

Y el pregonero, levantando el faldón de sus propias miserias, le grita:

¡Caniles! ¿Estas puesta?

¡A esta es!

¡Al Cielo con todos!

Presentación
Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra
Señora de la Esperanza de Caniles.

Rvdo. Sr. Consiliario y párroco de éste templo D. Juan Bautista Carreño.

Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno de las distintas Cofradías y Hermandades de


Caniles.

Hermanos, costaleros, amigos y canileros.

Debo comenzar por devolverle a mi presentador, D. Juan Antonio Díaz Sánchez,


el mismo afecto y cariño que ha volcado en sus palabras. Gracias querido Juan Antonio.

Y como no, al Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad del


Sepulcro de Nuestro Señor y Nuestra Señora de la Esperanza, por confiar en mi persona
y palabra para poder dar éste segundo Pregón de la Hermandad.

El ritual del Pregón, se renueva cada año, una voz distinta, nueva, presta su
pulso a este preciado atril.

Este nuevo pregonero, que hoy dará su voz, llega desde tierras accitanas, desde
el corazón de la Diócesis de Guadix - Baza.

Hoy que inmersos en la Festividad de tan Solemne Señora Nuestra Señora de


Esperanza, me asomo a éste balcón de madera a contaros lo que vosotros sabéis mejor
que yo. ¡Qué osadía la mía!

Puedo deciros con toda sinceridad que, desde que inesperadamente se me


confiara este honroso encargo, me ha abrumado la importancia del cometido, la
tremenda responsabilidad que contraía y la plena conciencia de mis pobres recursos. No
he buscado frases felices, ni he pretendido con una construcción literaria, quedar bien o
salir del paso: eso sería vanidad o irresponsabilidad; creo que en vuestra Hermandad no
es hora de eso, es hora de realidades y con ellas quiero enfrentarme, no pidiendo vuestro
aplauso, sino aspirando tan sólo, entre cofrades, a vuestra benevolencia y comprensión.

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Cerrad conmigo ahora los ojos y dejaos llevar canileros por las palabras que
emanarán ésta tarde de lo más profundo de mi alma, y de mis sentidos.

En esta tarde, cofrades de Caniles, en que ya todo huele, todo sabe y todo suena
a su Semana Mayor, porque Caniles toda es flor, que con su aroma, su sabor y su
música, nos está llamando a todos los sentidos por la puerta secreta del corazón, para
que dispongamos nuestro espíritu a gozar de las bellezas inefables e indescriptibles de
nuestra gran Fiesta Religiosa. De esta Gran Fiesta Religiosa, para la que hay que estar
como alentado por algo superior a nosotros mismos, ya que, de otra forma, resultaría
inexplicable el ir como vamos cruzando las calles y plazas del pueblo, sin posible
descanso, para acercarnos a la puerta de vuestro templo; para buscar la esquina
insospechada; para sorprender el detalle del "paso" de vuestro Señor, muerto por ese
Divino Amor, que ante nada pudo dudar, ya que su fin indetenible e inaplazable, era el
de pagar con el divino tesoro de su preciosísima Sangre, la Redención absoluta y eterna
del humano linaje.

Quien así no quiera verlo, quien así no quiera comprenderlo, que cierre sus ojos
ya entornados al resplandor purísimo de la auténtica verdad, y que siga caminando por
la orilla insegura de su escepticismo, bajo el aire nebuloso de la duda y de la indecisión,
o que busque un nuevo Sinaí donde recibir, bajo el fuego abrasador que le purifique, un
alma nueva, sencilla y luminosa, con la que poder caminar dignamente por esta Caniles
pasional, donde constituye pecado imperdonable, el no ir en esos días señalados de tan
gloriosa conmemoración, como cogido de la mano misma de Cristo Nuestro Señor y
haciendo de nuestra propia sangre, como soñado pañuelo de levísimos encajes, con que
poder consolar el llanto incontenible e inagotable, de la Bendita Reina de los ángeles y
de los hombres, Nuestra Señora de Esperanza.
Y saludarte quiero, Madre y Señora:

Primero a Ti, celeste Capitana


maestra del donaire y la alegría;
aurora en que la noche se hace día;
roca de la Salve Canilera.

Primero a Ti, porque en tu fe engalana


el ángel de la luz su medio día:
fuente de toda pura melodía;
almena de la Gloria, azul campana.

Todo pregón se rinda a Ti primero,


porque empieza por Ti Toda ternura,
Paloma de la Esperanza Soberana.

Bajen tu aroma y gozo al pregonero,


¡y en la luz de la luz de tu hermosura,
se quede su palabra arrodillada!
Adaptada a la original de F. Montero Galvache.

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¡Qué sensación extra, Señor! Cuando se han abierto las puertas del Templo, han
discurrido todos los penitentes y suena el martillo y el paso tiembla en la primera
“levantá”, sabes, cofrade del Sepulcro, que ya no es “tú” Hermandad, llegas a
comprender que tu Hermandad pertenece a Caniles entera, que la rodea, la atraviesa, la
observa y critica con agudeza, la acompaña, la piropea, la invade y la mira con devoción
y respeto.

Y si reflexionas un momento y te trasladas veintiún siglos atrás, vives la


auténtica Pasión de Cristo.

Y el bullicio de éste barrio, el reír de vuestros hijos, la expectación que se palpa,


es la misma que recibió a Jesús en Jerusalén.

¿No son esos suspiros que sientes a tu lado, los de aquellas mujeres en la calle de
la Amargura?

¿No es la respiración cansina del hermano costalero, la fatigosa y entrecortada


de Simón de Cyrene?

¿No son esos ojos llorosos los de la mujer verónica que ha impreso en su sábana
y en su corazón la efigie de Cristo?

¿No son los golpes de la Cruz, en las Tres Caídas de Cristo, los que asemeja el
paso cuando cae a tierra?

¿Y los dos maderos de la Cruz de Cristo, no crujen como vuestros pasos en su


caminar por las calles de Caniles?

Y el golpeteo rítmico de las varas en una calle en silencio, son los relevos de la
guardia en el pretorio.

Y tantos y tantos silencios, son el trágico dolor de Cristo, es Dios que no sólo
guarda silencio, sino que hace guardar silencio al hombre, porque en este inmenso dolor
no pretende enterarse de cuánto le amamos, sino que nos enteremos de cuánto nos amó
El.

Capataz:
Lleva despacio a Jesús
que va muerto por Amor
sobre el árbol de la Cruz.

Que no le roce ni el aire


que se mece por las ramas,
porque puede dilatarse
el manantial de sus llagas.

Ni la ráfaga de luz
con su tacto de azahar,
ni el suspiro del naranjo
cuando vayas a llamar.

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Ni el clavel en la ventana
ni el geranio del balcón,
ni el cuchilla de la noche
ni el refleja del farol.

Ni la música siquiera
de la saeta que canta,
ni el Padrenuestro que vibra
en la sedienta garganta.
Ni el mercurio del lucero
ni el azogue de la estrella,
ni el trepidar tan siquiera
del pisar del costalero.

Capataz: Que no rocen a Jesús


ni el hálito del candor
ni el pétalo de la brisa.
¡Que va Muerto por Amor!
Antonio Rodríguez Buzón

Y ante el paso de palio de Nuestra Señora de Esperanza, lloras de emoción y de


gozo, porque sabemos que en María no se agotará en el mundo la fuente de generosidad
y de entrega.

Y es verdad Madre mía; y es verdad Esperanza nuestra; es verdad y bien lo


sabemos todos. Pero al soñarte de regreso a tu templo después de perfumar con tu
bendita gracia las calles de Caniles y de haber abierto el cielo de par en par sus puertas
sobre el rincón luminoso de tu barrio convertido por Ti y para Ti en antesala de la
Gloria misma, mi corazón rompe como en grito devocional, que vuelve a repetir esa
Letanía compuesta también para Ti:

Como Tú ninguna
Estrella de la mañana
blanca azucena
y de Gracia entera.

Pero como Tú ninguna,


porque Tú eres la bandera
del candor y la ternura,
en el mástil de esta tierra
rincón de amor y ventura,
y eres su calle de cielo,
y eres su plaza escondida,
y eres cristal de sus fuentes,
y eres luz de esquinas,
y eres flor de sus jardines,
y eres venda de su herida,
y eres su escudo de gloria,

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y eres sangre de su vida,
y eres árbol de su sombra,
y eres rosa de su espina,
y eres ala de su vuelo,
y eres campana en su arista
y eres perfume en su ambiente,
y eres color de sus días,
y eres copla en sus sentires,
y eres su faro y su guía.
Por eso a Ti Esperanza,
tallada en jardín de brisas
con las gubias celestiales
del dolor y la sonrisa,
te hicieron la Emperadora
de las Legiones Divinas,
te proclamaron Bendita,
y te bajaron los ángeles
para dejarte en Caniles.
Por eso Reinas habrá,
pero como Tú ¡Ninguna!
Adaptada a la original de A. Rodríguez Buzón

Y precediendo con su luz al peregrinante Pueblo de Dios, como signo de vida


cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor, Caniles te hace Esperanza suya.

Mis labios quedan suspensos,


Esperanza para cantarte,
Se me hace un nudo en el pecho
y sólo atino a rezarte.

Ante Ti, Madre mía, luminaria de mi vida y de mis afanes, permitidme cofrades,
que me postre a sus plantas.
Hoy, en esta tarde, me presento ante Ti, con las manos vacías. Cualquier acierto,
tenlo Señora, como muestra de gratitud y alabanza del pueblo de Caniles.
¡Esperanza nuestra, ruega por nosotros; ruega por Caniles!

He dicho.

Antonio Fco. Gabarrón Torrecillas


Caniles a 20 de Diciembre de 2008.

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