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IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA “PUERTA DE SALVACION”

MENSAJE A LA IGLESIA

EN ESTO PENSAD

Lectura bíblica:

«4Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!,


5
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
6
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
8
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre;
si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.»
(Filipenses 4: 4-8).

Si amados hermanos, en esto pensad. Amén.


Con temor y temblor delante de nuestro Dios, doy a Él las gracias por la oportunidad para
dirigirme a ustedes con un mensaje para el nuevo año que apenas ha iniciado. ¡A Dios
sea la gloria!
Antes de que veamos lo que nos dice la Palabra de Dios para fijarnos propósitos para el
nuevo año, es conveniente ubicarnos en el momento del mensaje de San Pablo a la
Iglesia de Filipos.
Primero. Para nadie es ajeno que existe una relación directa entre nuestros
pensamientos y nuestro carácter y conducta: es decir, nuestros pensamientos condicionan
nuestra calidad de vida. Nuestros actos se ven afectados por aquellas cosas a que damos
cabida en nuestros pensamientos, y estos se nutren de lo que está en nuestro corazón,
como lo enseña nuestro Señor Jesucristo: «Porque del corazón salen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias» (Mateo 15: 19).
Tal cosa nos advierte Dios en toda Su Palabra Santa, veamos algunos ejemplos:
• «Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.» Proverbios 23: 7.
• «Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus
pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en
sus caminos» (Isaías 59: 7).
Mas Dios conoce nuestros pensamientos, como lo declara Job: «Yo conozco que todo lo
puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti.» (Job. 42: 2)
Pablo recomienda a sus lectores que se concentren en aquello que traerá consigo una
vida digna y la paz de Dios, cuando les dice: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús»
(Filipenses 4: 7).
Segundo. Cuando volteamos a nuestro derredor el escenario es poco alentador; vemos la
maldad que prácticamente tiene cercada a la gente, el temor al hombre –que no es el
temor de Dios- está a flor de piel; la hipocresía, el cinismo y el afán por tener a toda costa
invaden la vida cotidiana y penetran en los gobiernos, las organizaciones, las familias y
aún en la iglesia. Situación parecida acontecía en los tiempos de Pablo, cuando el temor a

A. I. Antonio Morales Nájar 9 de enero del 2011


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la persecución estaba presente, cuando las delaciones eran frecuentes, cuando las ideas
filosóficas, de posiciones religiosas y del mundo confrontaban los principios del
cristianismo.
Como antesala de lo que habrá de plantear en su carta, Pablo insta a los cristianos, que
ante las adversidades, ante lo que aparece como lúgubre, ante el mal que los rodea,
estén gozosos en el Señor. Antes de pedir, debemos dar gracias por lo que su
Providencia nos ha dado y para pedir hay que orar con sinceridad de corazón.
El mensaje de Dios a su pueblo por medio de sus siervos era, es y será el mismo, ¡Vivid
con gozo!, ¡Regocijaos!, Confiando en Dios y puestos los ojos en Cristo, nuestro Señor y
Rey. El Salmo 5 resume con belleza este pensamiento: «Pero alégrense todos los que en
ti [Dios] confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se
regocijen los que aman tu nombre» (v. 1). Vean también (4.12; Hab. 3:17-18; 2 Co. 6: 10).
Debemos confiar en los cuidados de Cristo en lugar de atormentarnos con los problemas,
así tendremos la paz de Dios que nos libera de la carga de la ansiedad.
Tercero. Es una costumbre de cada fin de año, que la gente se ponga propósitos a
cumplir en el año venidero, que constituyan retos, algunas veces inalcanzables, pero que
buscan una superación de limitaciones, o mejorar lo alcanzado a la fecha. Por ejemplo,
estar en condiciones físicas saludables, realizar un viaje altamente soñado, aprender un
idioma, entre otros muchos. Sin embargo, rara vez estos retos se refieren a ser mejores
personas, y en la iglesia, a ser mejores cristianos.
Nuestro Dios a través del apóstol Pablo nos apunta al mismo reto que a la iglesia de
Filipos, a buscar los mejores propósitos, con una meta santa, para que crezcamos a la
estatura del varón perfecto, que es Cristo Jesús (Efesios 4: 13) o en palabras de Pablo en
la carta a los Romanos: «que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (12: 1).

Retomemos el tema central de esta meditación, en Filipenses 4. 8:


«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre;
si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.»
Con el propósito de conocer mas profundamente lo que nos quiere decir Pablo en esta
hermosa Epístola, me permití remitirme al significado en el idioma griego de los adjetivos
clave, en que originalmente fue escrita:
«Todo lo verdadero». La palabra alethes significa veraz, sincero, lo que no es simulado,
lo que en acciones corresponde a lo expresado en palabras. Los fundamentos de una
vida en confianza en el trabajo, entre el gobierno y los gobernados, entre las empresas,
dentro de la familia, sea fuera y dentro de la iglesia, descansan en la veracidad y
confiabilidad de las personas. ¿Podrá el hombre ser completamente veraz? Considerando
la naturaleza humana dañada por el pecado, que se expresa en el engaño individual y
colectivo como una manera de ser, vemos que por nuestros caminos, nuestros
pensamientos, o nuestra sola voluntad, resulta una meta imposible, más Jesús, que es la
Verdad y la Vida nos da esperanza a los que creemos en Él: «Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres» (Juan 8: 32). Permaneced en Cristo es la clave para estar en verdad.
Pensad y vivir en la Verdad de Cristo nos librará de la mentira que se refleja como
autoengaño, cuando construimos nuestra fe en creencias personales, cuando buscamos
nuestra propia verdad, cuando damos entrada a falsas corrientes del pensamiento y la

A. I. Antonio Morales Nájar 9 de enero del 2011


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filosofía o cuando nos conducimos hablando con falsedad (con chismes o calumnias),
pretendiendo engañar a los demás, engañándonos a nosotros mismos.
«Todo lo honesto». La segunda palabra en el mensaje de Pablo es semna (honorable)
que se refiere a la majestuosidad de lo divino, y que el apóstol usa para describir o
señalar la cualidad que debe tener el cristiano; también se lee como venerable, digno de
ser reverenciado, o de quien busca lo santo porque su vida se orienta hacia lo divino. En
los tiempos de los primeros cristianos las almas eran ganadas para Cristo no con
discursos, sino con vidas ejemplares, seguidoras del Maestro.
Cuando los recién convertidos llegaban a las comunidades cristianas traían consigo los
rituales, imágenes y creencias de sus religiones, por lo que habían de ser enseñados que
la fe cristiana casi no usa símbolos o rituales, y que los pocos utilizados fueron dispuestos
por Dios para dirigirnos a Cristo, entre ellos el bautismo y la Santa Cena. Sin embargo,
poco a poco la iglesia fue sucumbiendo y trajo el ‘mundo’ a la Iglesia, en lugar de llevar la
Iglesia al mundo. Entonces la adoración se encausó hacia las personas (1 Co. 1: 12 y
sigs.), hacia los grupos, hacia imágenes (serafines, querubines y santos), hacia las reglas
(legalismo) e interpretaciones (dogmas no bíblicos), y la idolatría pervirtió la vida de la
Iglesia, contrariando a Dios. Debe estar en nuestros pensamientos y nuestro corazón el
Shema (oye) al Pueblo de Israel de Deuteronomio 6: 4 que dice contundente: «Oye,
Israel: Jehová tu Dios, Jehová uno es».
Por lo tanto, la primera motivación de un cristiano es la adoración del Único y Santo Dios,
y pedir a Dios nos de fe para enfrentar el reto y dejar fuera todo lo que es impropio de
adorar, como lo es la fe en el dinero, en nuestros méritos, en los dioses pequeños como la
televisión, los videojuegos, el Internet y Facebook, en los líderes por muy creíbles que
sean, cualquier cosa que pretenda sustituir a Dios.
Pablo también se refiere a la santidad, como principal objetivo de un cristiano. Dios nos
escogió en Cristo, «antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de Él» (Efesios 1: 4). Dios quiere un pueblo santo, como dice su Palabra:
«Seréis, pues, santos, porque yo soy santo» (Levítico 11: 45b).
«Todo lo justo». El tercer reto de la carta de Pablo a la Iglesia de Filipos, gira en torno a
la palabra dikaios (justo, recto) para significar lo correcto, lo virtuoso, del que guarda la
ley de Dios, del que es aprobado o agradable a Dios, de aquel que obra con justicia.
Del significado justo, daremos mayor análisis, pues Dios desde el principio se presentó a
los hombres como un Dios justo, y el hombre hecho a la imagen de Dios debe reflejar su
carácter y atributos. Los hijos de Dios estamos llamados para hacer lo ‘correcto’ para
obrar con justicia, y debemos orar a Dios para que nos enseñe y conduzca para obedecer
lo establecido en su Palabra; el Sermón del Monte, representa un reto que solo con la
ayuda del Santo Espíritu de Dios podemos realizar, para que nuestra manera de pensar,
sea santa, y afecte de manera hermosa nuestra vida y nuestros actos con los demás.
Actuar conforme a lo esperado por Cristo, nos llevará a tener los pensamientos correctos,
para obrar en beneficio de los demás, en particular de los miembros del Cuerpo de Cristo,
que es la Iglesia, sin egoísmos, desechando el orgullo, quitando de nuestra mente los
prejuicios, los señalamientos o las discriminaciones, y actuando con responsabilidad
social en el mundo actual cada vez mas ajeno a Dios y al prójimo.
Nuestra voz no debe ser el silencio irresponsable de Caín: «¿Soy yo acaso el guarda de
mi hermano?» (Génesis 4:9) Y la respuesta de Dios es ¡Si! Su Santa Ley nos enseña el
mandato:

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«Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os


digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los
que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de
vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué
recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a
vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los
gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto» (Mateo 5: 43-48).

Bajo la Ley del pueblo escogido y amado, los huérfanos, las viudas, los débiles, los
extranjeros, y en general los desamparados, deben ser objeto del cuidado de los hijos de
Dios (Levítico 19: 9-10, 15, 25: 35; Éxodo 22: 22; Deuteronomio 14: 29, 24: 17; 1 Samuel
15: 22; Oseas 6: 6). Hace unos días escuchaba por radio la entrevista a un párroco y
defensor de los derechos de los migrantes que denunciaba la desaparición de 50
migrantes en Oaxaca, quien destaca la función “hacer visibles a los invisibles ...; servir a
los hermanos inmigrantes desamparados, ... (mi) reflexión para Navidad la fuente de
alegría no son las cosas materiales sino Jesucristo como el regalo de Dios, quien encarnó
en nuestra raza, quien ilumina lo que está en lo oscurito ..., los inmigrantes son la
presencia de Jesús entre nosotros ...”. ¡Esta enorme injusticia nos lastima! Los cristianos
no podemos callar ante la injusticia que vemos día con día.
«Todo lo puro». El cuarto reto de la Palabra de Dios mediante San Pablo es que los
cristianos deben pensar (y actuar en consecuencia) en lo que es Hagnos (puro), palabra
que viene a significar lo limpio, lo puro, la inocencia, lo perfecto, lo que ha sido purificado
por el fuego, lo que está libre de los deseos corrompidos de este mundo, del pecado y las
transgresiones. Estas las podemos resumir en tres ideas: pureza en cuanto a lealtad o
fidelidad, pureza en cuanto a calidad y pureza en cuanto a sinceridad.
Los cristianos debemos dar testimonio con una vida que destaque como virtud la fidelidad
a Dios, a nuestra pareja, a nuestros ideales y en nuestros compromisos en la Iglesia con
nuestras ofrendas y diezmos. Lo propio debe ocurrir es que no podemos ser ciudadanos
de los cielos de segunda clase, es decir, mediocres en nuestro crecimiento en el
conocimiento de la Palabra de Dios y en los ministerios que nos sean encomendados. En
cuanto a la sinceridad, palabra de origen latino (sinceratis) que significaría literalmente
“sin cera” 1/, esto es sin maquillaje. No podemos vivir dos vidas: una en la iglesia y otra en
el mundo, hipócritamente, sino con sinceridad como lo dijo nuestro amado Maestro: «Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos» (Mateo 5: 16).
«Todo lo amable». La quinta palabra reto del versículo objeto de nuestro estudio
(Filipenses 4: 8), es amable, del griego prosphiles, que significa aceptable, agradable,
que busca la amistad, lo que produce amor. La palabra amor es la peor interpretada en
nuestra época, cuando se le confunde con el eros. La carta de Pablo a los Corintios
(capítulo 13), nos enseña el significado del verdadero amor, y la primera epístola de San

1 /
En la antigua Roma, los alfareros hacían su mejor esfuerzo por imitar la alta calidad de sus
contrapartes griegos, pero no podían lograrlo debido a que utilizaban materiales de inferior calidad. Al
hornearse, muchas de las vasijas se agrietaban. Los alfareros romanos, en vez de desechar tales vasijas,
rellenaban las grietas con cera y las pintaban. Las vasijas defectuosas se hacían así pasar por alfarería de
calidad y los clientes las compraban sin sospechar. Cuando las vasijas se ponían al fuego, sin embargo, la
cera se derretía y quedaba al descubierto la mala calidad del trabajo. Como consecuencia, los vendedores
de vasijas comenzaron a utilizar la expresión sin cere (“sin cera” en latín) para distinguir a las vasijas de
calidad de las defectuosas. (Fuente: Blog de Sergio Alonso).

A. I. Antonio Morales Nájar 9 de enero del 2011


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Juan, nos declara: “«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo
aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a
Dios, porque Dios es amor» (capítulo 7, vv. 7 y 8).
El amor es más que una de las grandes virtudes de la vida cristiana, el amor es la vida
cristiana, porque no podemos expresar el amor de Dios a menos que realmente
hagamos nuestras las palabras de nuestro Divino Salvador: sin amor no hay vida eterna.
El amor es la evidencia de nuestra salvación.
«Todo lo de buen nombre» Finalmente, y no por ser lo última, la palabra griega
euphemos (de buen decir), una combinación de eu, “bien”, y pheme, “un decir”, nos invita
a que nuestras palabras y expresiones sean agradables al corazón del prójimo como lo es
nuestra alabanza a Dios. El libro de Proverbios nos enseña «Panal de miel son los dichos
suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos» (16: 24).
Nuestras palabras pueden restaurar o pueden destruir las relaciones y la vida con nuestra
familia, con los hermanos de la Iglesia, con nuestros vecinos, o nuestros compañeros de
trabajo, por ello el apóstol Santiago dice de la lengua: « Con ella bendecimos al Dios y
Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser
así» (3: 9-10).
Para ello, debemos orar a Dios para que su Santo Espíritu nos transforme y cambie
nuestro enojo, nuestro carácter, nuestros impulsos en palabras y actos que permitan la
reconciliación, la restauración y seamos instrumentos santos para liberar a los cautivos
del mal, como dice Pablo: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación»
(2 Corintios 5: 17-18).

Amados hermanos en todo esto debemos pensad y tener puestos los ojos en Cristo para
seguirle como sus verdaderos discípulos. Como no recordar el hermoso himno basado en
Isaías 26, versos 3 y 4:

«449 Confiad en Jehová

Tu guardarás en completa paz


a aquel cuyo pensamiento
en ti persevera, en ti persevera,
porque en ti ha confiado;
confiad en Jehová perpetuamente,
porque en Jehová, el Señor, está
la fortaleza de los siglos;
Confiad en Jehová.»

Amados hermanos en Cristo, Dios nos permita expresar a Cristo con todo nuestro ser.
Amén.

A. I. Antonio Morales Nájar 9 de enero del 2011

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