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INDUSTRIAL
Experiencia de los países desarrollados y escenario de la Argentina
Año 2010
IDISA
Instituto para el Desarrollo Industrial y Social Argentino
Documento Nº A002-2010
Índice
Introducción …………………………………………………………………. 2
Referencias ...………………………………………………………………... 47
1
Introducción
2
constituye- un núcleo central del desarrollo y permite conferirle auto-
sustentabilidad a dicho proceso.
3
Estas reflexiones evidencian las reglas que prevalecen en el actual escenario
internacional en materia de política comercial: ser activos defensores del
mercado interno pero haciendo todos los esfuerzos por promover la libertad
comercial, y sin explicitar que las medidas de resguardo adoptadas tengan como
origen causal la protección de mercado.
4
resto de la economía, su elevado contenido tecnológico, de valor agregado y
generación de empleo, constituye un eslabón fundamental del entramado
productivo y una actividad prioritaria en el proceso de industrialización.
-------------------------------------------------------------
5
empleo de calidad, son una pieza central de cualquier estrategia de
industrialización y desarrollo sostenible. El análisis se efectúa en el contexto de
las fuertes presiones que ejercen los países industrializados por liberalizar, aún
más, los mercados de los países en desarrollo, especialmente en este tipo de
sectores.
6
I. Políticas de resguardo de mercado y medidas de incentivos en los
inicios de la industrialización de los países desarrollados
En el caso del Estado inglés, Chang (2002) señala que las políticas industriales
activas permitieron a Inglaterra en el siglo XV transformarse de una nación
básicamente exportadora de lana en bruto, a la primera potencia textil de la
época. Las políticas aplicadas para promover las manufacturas laneras
incluyeron, por ejemplo, la captación de trabajadores calificados de los Países
Bajos (en ese entonces más avanzados que Inglaterra y productores de prendas
tejidas), el aumento de los derechos de exportación de lana en bruto e incluso la
prohibición de la exportación de esta materia prima.
A comienzos del siglo XVIII, se implementó una política aún más fuerte: incluía
una baja de aranceles a la importación de materias primas, abolición de los
derechos de exportación de la mayor parte de las manufacturas, aumento de los
aranceles de importación de productos manufacturados y ampliación de los
subsidios a la exportación de estos productos.
A pesar de su claro liderazgo tecnológico respecto del resto del mundo, Gran
Bretaña continuó aplicando sus políticas de promoción industrial hasta mediados
del siglo XIX. Tal como muestra el Cuadro 1, las tarifas británicas sobre los
productos manufacturados seguían siendo muy altas incluso en la década 1820-
1830, dos generaciones después del comienzo de la Revolución Industrial
inglesa.
8
Hamilton fue el primero en establecer el argumento de la industria naciente,
según el cual las nuevas industrias no se iniciarían en los Estados Unidos a
menos que el Estado las protegiera mediante derechos de importación o incluso
prohibición de importar. "La superioridad de que ya gozan los países que han
ocupado y perfeccionado una rama de la industria es un obstáculo más
formidable (...) para introducir esa misma industria en un país en que antes no
existía; mantener entre ambos la competencia en calidad y precio en un pie de
igualdad sería imposible sin una ayuda y protección extraordinarias de parte del
gobierno" (Hamilton, 1934). En otras palabras, la ayuda del gobierno a la
producción incipiente en un país es esencial para compensar las desigualdades de
la competencia.
1
En sintonía con ese razonamiento, resulta también interesante lo señalado por Ulysses Grant, Presidente
de los Estados Unidos entre 1869 y 1877: “Por siglos Inglaterra ha confiado en la protección, la ha
llevado a extremos y ha obtenido resultados satisfactorios de ella. No hay duda que a este sistema le debe
su actual fortaleza. Después de dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio
porque piensa que el proteccionismo no puede ofrecerle nada más. Muy bien entonces, señores, mi
conocimiento de nuestra nación me lleva a creer que dentro de los próximos 200 años, cuando América
haya obtenido de la protección todo lo que puede ofrecer, adoptará también el libre comercio”. Citado en
A.G. Frank, “Capitalism and Underdevelopment in Latin America”, New York, Monthly Review Press,
1967. P. 164.
2
Se excluyeron dos períodos en los que los aranceles se apartaron temporalmente de su trayectoria de
largo plazo: el episodio liberal de 1846-1861 y el incremento durante la Gran Depresión.
9
Gráfico 1. Aranceles industriales promedio aplicados por
los Estados Unidos. En porcentaje
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
179 181 182 187 191 192 195 198
Fuente: Akyüz (2005)
Hasta 1911 Japón no podía usar protecciones arancelarias debido a los “tratados
desiguales” 3 que había firmado con las principales potencias coloniales del
momento, que le prohibían establecer aranceles aduaneros superiores al 5%.
El Estado japonés tuvo así que utilizar otros medios para estimular la
industrialización. Debido a la ausencia de una burguesía nacional que liderara
dicho proceso y a una estructura económica altamente primarizada, en una
primera fase se establecieron fábricas de propiedad estatal en varias industrias,
particularmente en la construcción naval, la explotación minera, el sector textil y
la industria militar, entre otras.
En el éxito de Japón y de otros países del Este Asiático que adaptaron esta
experiencia a sus realidades nacionales, en la segunda mitad del siglo XX, la
intervención estatal en el comercio y las políticas industriales tuvieron un papel
decisivo. Las similitudes entre las medidas instrumentadas son notables con las
utilizadas por Gran Bretaña en el siglo XVIII y Estados Unidos en el XIX. Sin
embargo, las políticas del Este Asiático y las de otros países como Francia,
aplicadas durante la posguerra, fueron mucho más sofisticadas que sus
equivalentes históricas 4; en el marco de un escenario internacional más
3
Cuando los Estados Unidos fuerzan la apertura de Japón al intercambio con el exterior, es obligado a
firmar una serie de tratados con las potencias extranjeras. Estos tratados, denominados “tratados
desiguales” por la calidad de las condiciones en que fueron firmados, incluyeron entre otras cuestiones la
apertura de los puertos japoneses al comercio y la reducción de aranceles a la importación.
4
Estos países utilizaron subsidios a la exportación, mejor diseñados y más sustanciales. Las rebajas
arancelarias para la importación de materias primas y maquinaria para las industrias de exportación
fueron utilizadas de manera mucho más sistemática. La coordinación de inversiones complementarias fue
sistematizada mediante planeamiento indicativo y programas de inversión del gobierno. Las regulaciones
de entrada, salida, inversión y fijación de precios destinada a manejar la competencia fue mucho más
atenta a los peligros de los abusos monopolistas y más sensible a su impacto en el desempeño exportador.
Las regulaciones sobre las licencias de tecnología y las inversiones extranjeras directas fueron mucho más
sofisticadas y abarcativas. La I+D fue mucho más sistemática y extensiva. (Chang, 2002)
11
interrelacionado y complejo, con brechas de productividad e ingreso
sensiblemente mayores. La historia económica demuestra entonces que, a
diferencia de lo que plantean las corrientes ortodoxas de la economía, en las
experiencias de desarrollo exitoso “el proteccionismo fue la regla, el libre
comercio la excepción” (Bairoch, 1993).
Por cierto, la protección arancelaria no fue la única medida activa que aplicaron
estos países. A menudo fueron acompañadas de otras medidas como subsidios a
la exportación, reducciones arancelarias para los insumos usados en los
productos para la exportación, asignación de derechos de monopolio,
asociaciones de fabricantes, créditos dirigidos, planeamiento de la inversión y de
la fuerza de trabajo, ayudas de I+D y creación de instituciones para facilitar la
cooperación entre los sectores público y privado. Sin embargo, en muchos países
los aranceles fueron un componente dominante de la estrategia de fomento
industrial. 5 (Chang, 2002)
Más importante aún, la evidencia muestra que hubo una fuerte correlación entre
proteccionismo y crecimiento económico. Tal es el caso de los Estados Unidos a
lo largo del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial (Bairoch, 1993;
O'Rourke, 2000; Clemens y Williamson, 2001), período en el que los Estados
Unidos no sólo exhibían los aranceles más altos, sino también el más rápido
crecimiento.
De esta manera, los vínculos entre libre comercio y desarrollo defendidos desde
hace varias décadas por los países más avanzados no se ajustan a su experiencia
histórica pero, como veremos en las próximas secciones, tampoco se condicen
con su realidad actual, a juzgar por sus nuevas formas de proteccionismo.
5
Para un análisis de la historia económica y de la protección industrial en los países desarrollados, ver
Bairoch (1993), O’Rourke y Williamson (2000), Chang (2002).
12
II. El mundo y sus nuevas formas de administración de los mercados.
Divergencia entre los discursos y los hechos
Hemos visto que la decadencia del poderío inglés y la Primera Guerra Mundial
introdujeron una etapa de retorno al proteccionismo. Sin embargo, ya a partir de
1934 y, en forma más acentuada, en 1944-45, los Estados Unidos adoptan la
prédica de una política más liberal de comercio cuando asume plenamente la
responsabilidad hegemónica de plasmar el nuevo orden económico-financiero
(Bretton Woods, el FMI, el Banco Mundial, el GATT) y político-estratégico
mundiales.
Desde entonces, casi todas las grandes rondas de negociación multilateral que
llevaron adelante la liberalización progresiva de los mercados tuvieron origen en
iniciativas americanas y pudieron ser concluidas gracias al liderazgo activo de
Washington y a un fuerte involucramiento por parte de Europa. (Ricúpero, 2003)
13
Recuadro 1. Las medidas antidumping en los países desarrollados y en desarrollo
220
200
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 07 08 09
• 1995-2001 –desde la Ronda Uruguay del GATT-, con un total de casos iniciados
más o menos similar en ambos grupos de países (813 los países desarrollados y 744
los países en desarrollo); y
14
• 2002-2009 donde los países en desarrollo inician el mayor número de
investigaciones por dumping, con un total de 1.073 casos vs. 570 de los países
industrializados.
Sin embargo, esta situación queda relativizada cuando se analizan las medidas
antidumping en términos de la cantidad de medidas en vigor –y no de los casos
iniciados-, como un indicador más preciso del nivel de protección del que gozan las
economías por medio de este instrumento.
De todos modos es importante señalar que si bien los niveles tarifarios promedio
aplicados por los países desarrollados se han reducido notablemente, existen
sectores en los cuales sus aranceles continúan actuando como una potente barrera
de protección, a través de picos y progresividad arancelaria sobre sus productos
sensibles, afectando especialmente a las exportaciones de los países en desarrollo
(ver Recuadro 2).
15
Recuadro 2. Picos y progresividad en los aranceles de los países desarrollados
A pesar del menor nivel arancelario que se aplica en los países desarrollados, en
muchos casos su estructura arancelaria continúa actuando como una potente barrera de
protección a través de la aplicación de picos y progresividad arancelaria que afectan
especialmente a los productos típicamente exportados por los países en desarrollo.
Los picos arancelarios (tariff peaks, en inglés) son aquellos que sobresalen
sustancialmente sobre el promedio (para los países industrializados, los aranceles
iguales o superiores al 15% son considerados picos arancelarios por la OMC y la
UNCTAD). Los países desarrollados aplican picos arancelarios sobre productos
agrícolas (como el azúcar, los cereales y el pescado, el tabaco y algunas bebidas
alcohólicas, frutas y verduras), productos de la industria alimenticia con un alto
contenido de azúcar, y sectores mano de obra intensivos como los textiles,
indumentaria, calzado y artículos de cuero.
En un estudio realizado por Hoekman, Ng y Olarreaga (2001) sobre los países del
Quad (Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón), se señala que entre el 6% y
el 14% de las líneas arancelarias de estos países –a 6 dígitos del Sistema Armonizado-
son superiores al 15%. Existen entre 200 y 300 líneas de este tipo en los EE.UU., la UE
y Japón, mientras que en Canadá hay más de 700 picos arancelarios.
El arancel promedio en el Quad de todos los productos con picos arancelarios es del
28%, esto es, 4,5 veces la tarifa media ponderada total del 6,2%. El mayor pico
arancelario promedio se encuentra en la UE en un nivel de 40,3% (comparado con un
promedio general de 7,4% para todos los productos).
En los EE.UU. y Canadá, la mayoría de los picos arancelarios recae sobre productos
industriales (más del 85%), mientras que en la UE y Japón la mayoría afecta a los
productos agrícolas (91% y 77%, respectivamente).
Por su parte, la progresividad arancelaria (tariff escalation, en inglés) son aquellas tasas
que se incrementan con el valor agregado del producto. Así, los aranceles sobre
productos semi-elaborados son más elevados que sobre las materias primas, y aún más
altos sobre los productos terminados. Esta práctica protege a las industrias nacionales
de transformación y dificulta el desarrollo de actividades de transformación en los
países donde se originan las materias primas, cuya competitividad se ve fortalecida
producto de esta progresividad, generando un impulso adicional a su especialización
comercial como proveedores de materias primas.
16
La UNCTAD distingue seis categorías de BNAs en función de la intención o el
impacto inmediato de las medidas:
Cuadro 2. Tipos de barreras no arancelarias (BNAs) aplicadas por los países según su
grado de desarrollo. En % del total de BNAs. Años 1994 y 2004
1994 2004
Barreras no arancelarias
Mundo PD PED Mundo PD PED
1 Medidas técnicas 33,8 26,2 34,5 58,6 52,1 58,7
2 Medidas de control de cantidades 52,2 54,8 53,3 34,9 36,1 35,3
2.1 Autorización previa para productos sensibles 19,2 5,6 26,0 17,1 17,4 17,2
2.2 Cuotas para productos sensibles 0,2 0,6 0,0 0,2 0,6 0,2
2.3 Prohibición para productos sensibles 2,7 1,8 3,1 6,8 1,0 7,5
3 Medidas financieras 2,1 0,1 3,1 1,5 0,3 1,6
3.1 Depósitos reembolsables para prod. sensibles 0,0 0,1 0,0 0,6 0,3 0,6
4 Medidas de control de precios 7,5 11,2 6,1 1,8 3,0 1,7
5 Licencias automáticas 3,0 6,3 1,5 1,7 7,7 1,1
6 Medidas monopólicas 1,4 1,3 1,4 1,5 0,7 1,6
BNAs "núcleo" (1) 41,1 59,3 34,8 14,9 20,8 14,6
Resto BNAs (2) 58,9 40,7 65,2 85,1 79,2 85,4
Notas: (1) = 2+3+4+6-(2.1+2.2+2.3+3.1); (2) = 1+2.1+2.2+2.3+3.1+5
Fuente: elaboración propia sobre la base de la UNCTAD (2005)
8
Como resultado de la Ronda Uruguay del GATT, muchas BNAs sobre la agricultura fueron
“arancelizadas”, dando lugar a la imposición de elevados aranceles sobre los productos agrícolas que
habían sido previamente limitados a través de cuotas (Hoekman y Kostecki, 2001).
18
Asimismo, se observa que en 1994 cerca del 60% de las restricciones no
arancelarias aplicadas por los países desarrollados correspondía a BNAs núcleo,
contra sólo un 35% en los países en desarrollo. Si bien en los últimos años se
produjo a nivel mundial una importante reducción en la utilización de las BNAs
núcleo –desde un 41% en 1994 a un 15% en 2004-, en términos relativos son los
países desarrollados quienes las continúan utilizando en forma más intensa
(20,8% del total vs. un 14,6% del total en los países en desarrollo). El caso
extremo lo constituye la Unión Europea donde las BNAs núcleo representan más
del 75% del total de BNAs (Fugazza y Maur, 2008).
Debe notarse que si bien la UNCTAD no considera a las medidas técnicas como
parte de las BNAs núcleo, ya que en teoría se establecen con fines legítimos de
protección de la salud, la seguridad y el medioambiente (es decir, con fines de
protección a los consumidores), el propio organismo advierte que “en los países
desarrollados estas regulaciones exceden muy frecuentemente las normas
aceptadas en los ámbitos multilaterales” (UNCTAD, 2005) y, por tanto, actúan
en la práctica como instrumentos proteccionistas de la producción nacional.
Más aún, desde principios de los años noventa, muchos gobiernos de países
desarrollados han incrementado la utilización de regulaciones que rigen el
comercio ya no sólo de los productos tradicionalmente más sensibles y
protegidos –como los agrícolas y alimenticios y los productos de sectores mano
de obra intensivos–, sino de productos de alta tecnología como los bienes de
informática y telecomunicaciones, “afectando particularmente las exportaciones
de los países en desarrollo en aquellos bienes con mayor valor agregado y de los
sectores más dinámicos del comercio internacional” 9 (UNCTAD, 2005). Otros
productos de alta tecnología afectados son los productos químicos, farmacéuticos
y maquinaria.
Entre los factores que explican esta tendencia se encuentra el hecho que en la
fase actual de industrialización de los países desarrollados, los productos de
9
En la Unión Europea, por ejemplo, el enfoque de la regulación es principalmente sobre el medio
ambiente, la salud y seguridad. Recientemente, sin embargo, ha habido tendencias de los gobiernos para
regular las tecnologías de la información y productos de telecomunicaciones en términos de otras
características, tales como la privacidad y la seguridad. En el mundo global, la expansión de este tipo de
regulaciones gubernamentales podría fragmentar los mercados internacionales. Los ejemplos de las
barreras no arancelarias incluyen también la normativa referida a requisitos técnicos. (UNCTAD, 2005)
19
mayor valor agregado y alta tecnología se han convertido, desde un punto de
vista estratégico de promoción, en los “nuevos” sectores sensibles de sus
economías, requiriendo por tanto niveles de protección que permitan consolidar
el desarrollo y la competitividad de dichas industrias 10. Esta estrategia no difiere,
salvo en las formas y probablemente en intensidad, de la utilizada a lo largo de
toda su historia de industrialización.
El trabajo señala que el promedio simple del equivalente arancelario de las BNAs
núcleo es 9,2%, y de 7,8% considerando el promedio ponderado por las
importaciones. Sin embargo, si se calculan los promedios sólo sobre los
productos afectados por BNAs núcleo, los porcentajes son considerablemente
más elevados: 39,8% y 22,7%, respectivamente.
Por otro lado, si bien el nivel total de protección se reduce a mayores niveles de
PBI per cápita –principalmente porque los aranceles promedio tienden a decrecer
con el nivel de riqueza de los países-, la contribución de las BNAs sobre el nivel
total de protección (incluidos los aranceles), se incrementa con el PBI per cápita.
140%
120%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
Países Países en Promedio Países menos
desarrollados desarrollo mundial desarrollados
Así, en el caso de los países desarrollados, las BNAs imponen una restricción
adicional del orden del 150% por sobre la protección arancelaria. De esta forma,
para el promedio de los países desarrollados la contribución de las BNAs al nivel
de protección total es dos veces y media superior a la contribución de los
aranceles. Como casos más elocuentes podemos mencionar el de Nueva Zelanda
(430%), la Unión Europea (320%), los Estados Unidos (204%), Australia y
Japón (ambos, 146%).
El Gráfico 3 refleja la incidencia de los distintos tipos de medidas de restricción
(BNAs y aranceles) al nivel total de protección mundial y en distintos países
seleccionados. Allí se observa que la protección mundial está compuesta en
promedio en un 41% por BNAs y un 59% por aranceles. Sin embargo, el peso de
las BNAs es sensiblemente superior para los países desarrollados: en los casos de
Nueva Zelanda y la Unión Europea, más de tres cuartas partes de su nivel total de
protección se explican por las BNAs; en los Estados Unidos las BNAs explican
el 67%, y el 59% en Australia y Japón. En los casos de Brasil, Canadá y México
la contribución de ambas medidas de restricción es prácticamente la misma, y en
el caso de la Argentina las BNAs representan el 35% de la protección total.
21
Gráfico 3. Composición del nivel total de protección en países
seleccionados.
100%
80%
60%
40%
20%
0%
Canadá
Mundo
Japón
Brasil
EEUU
Chile
N. Zelanda
México
India
UE
China
Australia
Argentina
BNAs Aranceles
Fuente: elaboración propia sobre la base de Kee, Nicita y Olarreaga (2006)
Finalmente, como consecuencia de este mayor peso relativo de las BNAs en los
países desarrollados, se reduce la brecha entre los niveles de protección de los
distintos grupos de países. Así, en el caso de los países en desarrollo, su nivel de
protección arancelaria resulta 2,8 veces superior a la de los países desarrollados.
Sin embargo, considerando el nivel total de protección (aranceles y BNAs), esta
relación se reduce a 1,9 veces (-31%).
11
No se incluyen aquí los subsidios a la producción y a la exportación de productos agrícolas.
22
En el caso de las manufacturas de origen industrial (MOI), si bien el universo de
productos afectados por BNAs resulta menor (25% del total de productos
industriales), en términos absolutos constituían el rubro que más BNAs
enfrentaba, con 1.970 productos.
Ello equivale a decir que el 57% de los productos que enfrentaban este tipo de
barreras para ingresar al mercado de Estados Unidos correspondía a
manufacturas industriales.
Para el caso de la Unión Europea, el estudio encontró más de 16.000 BNAs sobre
las importaciones de unos 6.450 productos (equivalente al 47% del total de líneas
arancelarias y al 25% de las importaciones).
23
Incluso los principales impulsores de la liberalización del comercio mundial,
como los Estados Unidos y la Unión Europea, se encuentran entre los países que
utilizan en forma más intensa las nuevas formas de proteccionismo, como vía
para continuar regulando las importaciones de una amplia cantidad de productos
y mantener su mercado interno protegido de la competencia externa en aquellos
sectores considerados sensibles –tradicionales y nuevos en términos estratégicos.
24
III. Niveles de industrialización y desarrollo tecnológico
Por último se analiza el perfil de los países según sus capacidades de producción
tecnológicas y su desempeño innovador. Su importancia radica en que las ramas
basadas en tecnología generan efectos de derrame de conocimiento hacia el resto
26
de la estructura productiva, que favorecen el crecimiento de la productividad de
toda la estructura industrial. Sin embargo, se debe tener sumo cuidado al analizar
estos datos, ya que surgen de simplificaciones estadísticas. Por ejemplo, la
inclusión de Irlanda como “país industrializado” es objeto de debate si se analiza
con mayor profundidad.
27
Como puede observarse, países industrializados como Irlanda, Alemania, Japón,
el Reino Unido, los Estados Unidos y Suiza, así como algunos nuevos
industrializados de Asia (principalmente Singapur y Corea) presentan estructuras
productivas similares con relación al porcentaje de sectores intensivos en
tecnología sobre el valor agregado manufacturero. En todos estos casos ese
porcentaje supera el 50%, alcanzando el 77,6% en Singapur y el 61,1% en
Alemania.
28
IV. La industria metalúrgica en la Argentina. Política comercial,
inversiones, competitividad y empleo calificado
29
Dentro de esta industria, el sector de bienes de capital sobresale por su incidencia
en la estructura productiva como diferenciador del desarrollo relativo de los
países. La ingeniería de producto de una máquina es además ingeniería del
proceso en el que participa. El diseño y fabricación de bienes de capital es una
actividad intensiva en conocimiento, no sólo obtenido en el sistema educativo
formal, sino también en la práctica de la fábrica donde se forma el “arte” de los
operarios especializados.
30
Desde la Revolución Industrial los países avanzados han mantenido el liderazgo
en la producción, el comercio exterior y la innovación tecnológica vinculada a la
fabricación de maquinaria y equipo. Este liderazgo constituyó un poderoso motor
de expansión; por su intermedio no sólo creció la fabricación misma de equipos,
sino también se expandió la producción en masa de otros bienes y se fortaleció la
capacidad de innovación tecnológica.
Los países desarrollados siempre privilegiaron este sector, apoyándolo con una
variedad de políticas gubernamentales y recursos económicos y humanos, tanto
en ámbitos privados como públicos.
Para lograr su actual fortaleza, los gobiernos de las naciones industrializadas han
jugado un papel decisivo. En todos ellos el Estado ha financiado una alta
31
proporción de la investigación y ha canalizado hacia sus empresas nacionales la
gran mayoría de las grandes órdenes públicas para la compra de equipos. Han
organizado adicionalmente sistemas de financiamiento para estimular las
exportaciones, en particular hacia los países en desarrollo.
Hemos visto que en los países hoy desarrollados la política arancelaria constituyó
una pieza central de sus políticas de estímulo industrial durante sus etapas de
desarrollo y lo sigue siendo, con otras características, en la actualidad
Ahora bien, en la Argentina, al igual que el resto de los países, sus tasas
arancelarias también se han ido reduciendo como consecuencia de los
compromisos multilaterales y de los acuerdos comerciales concluidos, hasta
alcanzar el nivel promedio actual del 13,5% 12; nivel que resulta similar al de los
Estados Unidos en 1950 cuando ya había alcanzado una indiscutida hegemonía
industrial y un ingreso per cápita tres veces superior al que hoy tienen los países
en desarrollo (Akyüz, 2005, Fernández de Córdoba, 2004).
Como señala Chang (2002), "la brecha de productividad entre los países hoy
desarrollados y los países en desarrollo es mucho mayor que la que existía entre
los más desarrollados y menos desarrollados en el pasado. Esto significa que los
12
Corresponde al arancel promedio ponderado aplicado (ver Fernández de Córdoba, 2004).
32
países en desarrollo de hoy necesitan aranceles mucho más altos que los usados
por los países hoy desarrollados en épocas anteriores, si quieren proporcionar un
grado de protección real a sus industrias similar al que tuvieron las industrias de
los países hoy desarrollados en el pasado".
Por supuesto que sería erróneo e ineficiente centrar el análisis del desarrollo
industrial únicamente sobre la base de la política comercial, pero, como ha sido
señalado a lo largo de este trabajo, sin dudas una política comercial eficaz dentro
de un conjunto más amplio de políticas activas para el desarrollo industrial
continúa siendo un instrumento necesario para el desarrollo.
13
Esto ha derivado en una importancia creciente de las empresas transnacionales: a comienzos de los
noventa existían alrededor de 37.000 multinacionales con 170.000 filiales en el exterior, y actualmente
hay 80.000 empresas transnacionales globales con 800.000 filiales externas, que emplean más de 82
millones de personas, concentran la mitad del gasto global en I+D, el 10% del producto y explican las dos
terceras partes del comercio mundial (de las cuales la mitad es intra-firma). (López y Ramos, 2009)
33
predominio de competitividad-“no precio”. De lo contrario, una liberalización
profunda de sus mercados conllevaría el riesgo de perpetuar sus actuales patrones
de producción y exportación.
Por otro lado, un importante foco de análisis para los sectores metalúrgicos lo
constituye la competencia proveniente de Brasil –principal origen de las
importaciones metalúrgicas- pero aún con disparidades en términos de políticas
de subsidios y distorsiones que se dan, en un contexto de asimetrías derivadas de
las diferencias de tamaño relativo de sus economías, entre otras cosas.
34
resulta evidente que en el caso de la Argentina y sus socios del Mercosur el
efecto de estas tensiones puede ser aún mayor. Por su envergadura, es un tema
que merece un análisis coordinado al interior del bloque comercial y determina la
necesidad de utilizar y preservar un amplio conjunto de medidas de resguardo de
mercados, favoreciendo la institucionalización de estas acciones en el marco de
la OMC y con reglas generales que no impliquen discriminaciones específicas en
el uso de instrumentos con la economía de China.
35
V. Políticas comerciales para el desarrollo de la industria
metalúrgica en la Argentina
Los escasos y lentos avances que han tenido, hasta el momento, las
negociaciones NAMA son el reflejo, básicamente, de la amplia disparidad que
existe entre la demanda de reducción arancelaria de los países desarrollados
sobre los países en desarrollo y la oferta que estos últimos están dispuestos a
conceder.
Asimismo, los países en desarrollo reclaman una mayor amplitud entre las
rebajas arancelarias de ambos grupos, esto es, que los recortes de los países
desarrollados sean sustancialmente mayores a los de los países en desarrollo.
14
El grupo de países con los que la Argentina coordina su posición dentro de esta negociación es el
denominado Grupo NAMA-11, compuesto además por Brasil, Egipto, Filipinas, India, Indonesia,
Namibia, Pakistán, Sudáfrica, Túnez y Venezuela.
36
demanda sobre bienes industriales impone un carácter desequilibrado adicional a
la negociación 15.
Si bien existe un consenso general acerca de que puede haber costos temporales
durante la transición, también existe una creencia por parte de la ortodoxia de que
la reducción de aranceles propuesta por los países desarrollados será beneficiosa
para los países en desarrollo una vez que se complete el ajuste a un régimen
comercial más liberal y una vez que los recursos existentes sean plenamente
redistribuidos y utilizados de acuerdo a los nuevos incentivos.
Sin embargo, como señala Akyüz (2005), para los países en desarrollo lo que
importa no son únicamente las ganancias o pérdidas de bienestar social
resultantes de la reasignación de los recursos existentes, sino las consecuencias a
largo plazo de los recortes arancelarios propuestos para la acumulación de
capital, el progreso técnico y el crecimiento de la productividad, que son la clave
para reducir brechas de ingresos y desarrollo con los países más avanzados.
15
Para el caso de la Argentina, por ejemplo, una modificación de los aranceles industriales como la
propuesta por los países desarrollados implicaría una reducción del 70% en el arancel máximo que puede
aplicar el país (“arancel consolidado”), pasando del nivel actual del 35% a sólo el 10,5%.
En contrapartida, ofrecen en materia de reducción arancelaria de productos agrícolas un recorte inferior al
40% en promedio sobre sus niveles actuales de arancel (niveles muy superiores a los que aplica la
Argentina), excluyendo de dicha reducción una serie de productos sensibles que son precisamente los de
mayor interés exportador de la Argentina.
Más aún, a los efectos del equilibrio mencionado, debe tenerse en cuenta que, si bien los aranceles
industriales de los países en desarrollo son mayores en promedio que los de los países desarrollados, el
flujo del comercio hacia las economías en desarrollo se desarrolla sin limitaciones cuantitativas; por el
contrario, en las importaciones agrícolas de los países desarrollados, en muchos casos, sólo es posible el
comercio a través de la concesión de cuotas arancelarias.
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conllevaría el riesgo de encerrarlos en la división internacional del trabajo
vigente”.
Por otro lado, los beneficios potenciales del NAMA para los países en desarrollo,
en términos de acceso a los mercados de los países industrializados, son también
cuestionables. A pesar de que los países en desarrollo se enfrentan en promedio a
reducidos aranceles sobre los productos industriales exportados a los países
desarrollados, se enfrentan también a picos y progresividad arancelarias en sus
productos clave de exportación (cuestiones incluidas en las negociaciones
NAMA) y, fundamentalmente, a un amplio conjunto de BNAs, intensamente
utilizadas para proteger sus mercados, como hemos visto a lo largo de este
trabajo.
De esta forma, de avanzar las negociaciones en los términos propuestos por las
economías desarrolladas, países como la Argentina obtendrían sólo mejoras
marginales en términos de acceso a mercados agrícolas e industriales y, a
cambio, pondrían en serio riesgo producciones de una industria prioritaria para el
desarrollo como la metalúrgica, entre otras.
Por sus propias características, una apertura comercial excesiva sobre los sectores
metalúrgicos tendría consecuencias negativas que sin dudas traspasarían los
límites sectoriales: la desarticulación de una industria que involucra actividades
complejas y de alto valor agregado, con recursos calificados, salarios elevados,
progreso tecnológico e innovación, calidad, alta gama y productos diferenciados,
estaría atentando contra las posibilidades de sesgar la estructura productiva del
país hacia producciones dinámicas a nivel mundial y dotarla de un sólido perfil
industrial.
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En este sentido se explica la consistencia de la posición de nuestro país frente a
esta negociación, sosteniendo con firmeza –junto a otros países en desarrollo- la
necesidad de atenuar el impacto de los recortes arancelarios sobre nuestra
estructura productiva y sectores estratégicos, evitando que las negociaciones
multilaterales colisionen con el desarrollo potencial de la economía argentina.
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mercado como moneda de cambio para conseguir reformas en las políticas
domésticas de sus socios (Meunier y Nicolaidis, 2006). Es líder mundial en el
comercio de bienes, con una participación global del 17%, y también en el
comercio de servicios, con una participación global del 28,5%. Un mayor acceso
al gran mercado europeo –con una población de 495 millones de personas y un
PBI per cápita (PPA) de €23.500 en 2006 (Eurostat, 2008)- puede resultar a
priori en un gran atractivo para los países en desarrollo en cuanto a las
oportunidades para ampliar sus exportaciones.
Sin embargo, más allá del atractivo inicial, la UNCTAD plantea una visión muy
crítica respecto de este tipo de acuerdos. En su Informe sobre Comercio y
Desarrollo de 2007, sostiene que los acuerdos comerciales entre países con
distintos niveles de desarrollo conllevan numerosas desventajas potenciales para
la parte más débil; “desventajas que pueden tener efectos duraderos en el
comercio y en el potencial de crecimiento de los socios en desarrollo”
(UNCTAD, 2007).
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Estas cuestiones incluyen una amplia liberalización de la inversión extranjera y de la contratación
pública, las nuevas normas sobre determinados aspectos de la política de competencia, normas más
estrictas sobre los derechos de propiedad intelectual, y la incorporación de normas laborales y
ambientales. También incluyen la liberalización de los servicios, en muchos casos de un modo diferente
de lo que se contempla en el contexto de los acuerdos de la OMC e implica una mayor presión sobre los
países en desarrollo a asumir compromisos de liberalización en este ámbito.
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De acuerdo a lo planteado por la UNCTAD (2007), “la eliminación de los
aranceles y otras barreras comerciales en amplias categorías de bienes priva a los
países en desarrollo de importantes y poderosos instrumentos de política
industrial (…) que, además de proteger a sus industrias nacientes, son a menudo
indispensables para la mejora de sus capacidades de producción a largo plazo”.
Por otro lado, la flexibilidad que los socios desarrollados pueden ofrecer está a
menudo limitada por su legislación nacional o por complejas formas de gobierno
y procesos de toma de decisiones, tal como la política comercial y agrícola de la
UE. Más aún, “resulta a menudo difícil para los negociadores de los países
desarrollados hacer ofertas de una mayor apertura de los mercados para las
importaciones de productos agrícolas o industriales sensibles debido a las
consecuencias políticas por acción de los grupos de presión –lobbies- que suelen
estar mejor organizados que en los países en desarrollo” (UNCTAD 2007).
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Asimismo, debido a sus menores capacidades de oferta y de comercialización y
su menor potencial para canalizar inversión extranjera hacia el exterior, los países
en desarrollo no están en condiciones, al menos en el corto y mediano plazo, de
aprovechar todos los beneficios de la mejora del acceso al mercado.
Además, varios de los productos en los que los países en desarrollo tienen una
ventaja competitiva son "sensibles" para los países desarrollados, y por lo tanto
susceptibles de ser excluidos del tratamiento preferencial otorgado por el TLC.
De esta manera, tal como señala la UNCTAD (2007), “si bien sus compromisos
en la OMC ya han reducido el espacio de política que los países en desarrollo
tenían a su disposición para influir en su forma de integrarse a la economía
mundial y la posibilidad de desarrollar industrias nacionales competitivas
internacionalmente, muchos de los elementos de los TLC Norte-Sur reducen ese
espacio aún más, en algunos casos de forma muy significativa”.
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2. Políticas e instrumentos comerciales para el desarrollo de la industria
metalúrgica
En virtud de los fuertes vínculos de la Argentina con el resto de los socios del
Mercosur, resulta oportuno efectuar algunas consideraciones particulares sobre la
realidad comercial del bloque y las medidas para contrarrestar los desequilibrios
sectoriales existentes.
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2.1. El caso del Mercosur
En el Tratado de Asunción del año 1991, base institucional del Mercosur, los
Estados Parte plasmaron como objetivo la integración de sus miembros,
previendo no sólo la eliminación de aranceles intrazona y el establecimiento de
un arancel externo común frente a terceros, sino también la coordinación de
políticas industriales y la complementación de diferentes sectores de las
economías para el logro de un desarrollo equilibrado.
Es evidente que los mayores esfuerzos deben estar orientados, y así ha sucedido
en los últimos años, a recuperar el espíritu original con el que fue creado el
Mercosur. Ello implica estimular ganancias de eficiencia mediante el desarrollo
conjunto de nuevas ventajas competitivas a partir de la especialización y la
complementación productiva, maximizando la integración intraindustrial, de
modo de brindar una plataforma fértil para una estrategia de aceleración del
desarrollo productivo.
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accederá a eliminar o acotar en el corto o mediano plazo sus políticas de
subsidios nacionales y/o estaduales-, el cumplimiento de estos objetivos exige un
desafío complejo, pero posible, a través de medidas de compensación sectorial o
de resguardo frente a eventuales desequilibrios macroeconómicos.
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amenaza de daño importante a una rama de la producción nacional del otro
Estado Parte.
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Referencias
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Fernández de Córdoba, S., S. Laird y D. Vanzetti. (2004). “Blend it like Beckham
- Trying to read the ball in the WTO negotiations on industrial tariffs”.
Geneva: UNCTAD.
Hoekman, B., F. Ng y M. Olarreaga (2001). “Tariff Peaks in the Quad and Least
Developed Country Exports”, CEPR Discussion Paper No. 2747.
48
Meunier, S. y K. Nicolaidis (2006), "The European Union as a Conflicted Trade
Power", Journal of European Public Policy 13:6 Septiembre 2006, pp. 906–
925.
O’Rourke, K. (2000). “Tariffs and Growth in the Late 19th Century”. Economic
Journal, 10(4): 456-83.
Robins, N., R. Clover y C. Singh (2009). “A Climate for Recovery. The Colour of
Stimulus goes Green”. HSBC Global Research.
UNCTAD (1984). “Trade and Development No. 5”, publicación de las Naciones
Unidas, New York and Geneva.
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