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2. El retorno de Vargas
Getúlio Vargas tomó posesión el 31 de enero de 1951. Inició su
legislatura tratando de desempeñar un papel que había
desempañado ya: el de árbitro ante las diferentes fuerzas sociales.
Intentó atraer a la UDN y nombró ministerio bastante conservador,
con figuras del PSD. En el ámbito de las fuerzas armadas, había
cristalizado una división ideológica entre los nacionalistas y sus
adversarios (“entreguistas”). Los nacionalistas defendían el desarrollo
del país basado en la industrialización, poniendo mayor interés en la
necesidad de crear un sistema económico autónomo, independiente
del sistema capitalista. Esto significaba dar al Estado un papel
importante como regulador de la economía y como inversor en
sectores estratégicos. Sin rechazar el capital extranjero, los
nacionalistas, lo consideraban con mucho recelo.
Los adversarios de los nacionalistas defendían una menor
intervención del Estado en la economía, no daban tanta prioridad a la
industrialización y mantenían que el progreso del país dependía de
que se produjese una apertura controlada al capital extranjero.
A principios de la década de los años cincuenta, el gobierno
promovió varias medidas destinadas a fomentar el desarrollo
económico, poniendo un especial interés en la industrialización.
En 1952, se fundó el Banco Nacional de Desarrollo Económico
(BNDE), directamente orientado a acelerar el proceso de
diversificación industrial.
El gobierno de Vargas se encontraba frente a un problema de
fuertes repercusiones sociales: el crecimiento de la inflación y las
reivindicaciones de los trabajadores a los que la subida del coste de la
vida había perjudicado; además era necesario tomar medidas
impopulares para controlar la inflación. Entre junio y julio de 1953
modificó su ministerio; para la cartera de Trabajo nombró a un joven
político, Joao Goulart (Jango), quien se había unido a los medios
sindicales del PTB y aparecía como una figura capaz de contener la
creciente influencia comunista en los sindicatos.
En 1953, se introdujo el llamado tipo de cambio diferencial. La
medida fijó un valor más bajo para el dólar recibido por los
exportadores de café al ser convertido en cruceiros. El gobierno pudo
destinar los ingresos obtenidos con la exportación del café a otros
sectores económicos, especialmente la industria. Este hacho provocó
fuertes reacciones en el sector cafetero. Vargas realizó una política de
mantenimiento de precios altos en el exterior, que provocó irritación
en EEUU.
Desde el principio de su gobierno, Vargas había olvidado a una
de sus principales bases de apoyo, los trabajadores urbanos.
En las celebraciones del 1 de mayo de 1951 dio un paso
importante para establecer lazos sólidos con la clase obrera. Abolió,
también, la exigencia de realizar la llamada declaración de ideología
para poder participar en la vida sindical. Con esta medida favoreció el
regreso de los comunistas y de los demás excluidos durante el
periodo de Dutra. La liberalización del movimiento sindical y los
problemas que se derivaron de la subida del coste de la vida
condujeron a una serie de huelgas en el año 1953. La huelga general
de marzo en Sao Paulo y la huelga de los marineros en Río de
Janeiro. En Sao Paulo la huelga empezó por le sector textil, y llegaron
a participar en ella trecientos mil trabajadores; reivindicaban
principalmente un aumento del 60% en los salarios, pero también
protestaban contra la legislación restrictiva del derecho a la huelga.
La huelga de los “trecientos mil” representó una derrota para el
getulismo en Sao Paulo.
Entre los adversarios civiles del gobierno figuraban la mayoría
de los integrantes de la UDN. Por su radicalismo y poder verbal, se
destacaba el ex comunista Carlos Lacerda, quien fue uno de los más
foráneos adversarios; el populismo y el comunismo eran sus blancos
preferidos.
Entre los militares contrarios al gobierno, se encontraban los
oficiales anticomunistas, los enemigos del populismo, algunos
identificados con la UDN, y otros con los adversarios de los políticos
en general. Luego, se rebelaría la fuerza de la joven oficialidad. El
grado de efervescencia en los medios militares puede medirse por la
presentación del llamado memorial de los coroneles, quienes
protestaban contra lo que consideraban el deterioro de los patrones
materiales y morales del ejército.