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EJEMPLO DE ANÁLISIS DE PRENSA.

1. El contexto histórico y social.


A partir de la segunda mitad del siglo XX, el despoblamiento de las zonas rurales y la urbanización del país,
principalmente con desplazados, son procesos simultáneos. El drama de los destechados y del desplazamiento, nos
plantea profundos interrogantes sobre el sentido histórico de la nación colombiana, como un país a la deriva y con
viejos conflictos sin resolver.
Según Fals Borda,1 los movimientos sociales irrumpen en la década del 60 para convertirse poco a poco en sujetos
históricos que dan un nuevo sentido a las luchas contra-hegemónicas. Con frecuencia surgen casi de manera
espontánea, marcados por una desconfianza palpable tanto frente a las ideas de los sectores sociales dominantes como
a los procedimientos de las maquinarias políticas y los partidos tradicionales y jerárquicos y en especial frente al Estado
nación. En relación con los comunistas invasores Nicolás Buenaventura dice: “Nosotros eramos en la ciudad la punta
de lanza de los exiliados, de los desterrados, de una vasta operación de desquite por medio de las invasiones urbanas.
Era algo así como la segunda fase de colonización en nuestra historia.” 2 Interrogar ese mundo y tratar de deducir su
significado, equivale a responder una serie de preguntas: Cómo se inició el movimiento? ¿Cual es la articulación de
estas acciones colectivas con otros movimientos? ¿Cual es su efecto sobre las relaciones de poder? ¿Cómo se registran
los hechos en la prensa oficial?

2. Los hechos.
En la crónica de la ocupación iniciada el 29 de junio de 1961 en los terrenos del Hospital de La Hortúa, los vecinos
narran que días más tarde llegaron otras familias desplazadas del Tolima y Santander, en el mes de octubre ya eran 20
familias y le dieron el nombre de Barrio Policarpa Salavarrieta; con buenos resultados, pusieron en práctica la
modalidad de las casas móviles utilizada a orillas del río Magdalena donde los pescadores transportaban la casa ya
armada para ocupar un trozo de tierra. El inspector de policía de San Cristóbal se declaró impedido para controlar la
invasión ante el hecho de que por la noche había cierta cantidad de casetas y por la mañana aparecía otra superior, sin
que las autoridades pudieran evitarlo. Para las invasiones masivas, estudiaban previamente el terreno, distribuían y
numeraban en un plano los lotes, fabricaban las casetas numeradas de acuerdo al plano e invadían, generalmente en la
noche, todos al tiempo, con un operativo relámpago, sincronizado y muy eficaz. Cuando la fuerza pública intenta un
desalojo violento a los pobladores del Policarpa ocasionando tres muertos, los titulares de los diarios oficiales son:

3. Las versiones de la prensa oficial y la prensa alternativa.

EL SIGLO: “TRES MUERTOS POR LA REPUBLIQUETA INDEPENDIENTE LOCAL. ….una nueva invasión
liderada por una organización de tipo comunista… las gentes hicieron uso de armas de fuego, armas blancas y
bombas molotov para enfrentarse a la fuerza pública siguiendo consignas de tipo comunista…. los primeros
informativos elaborados por los servicios de inteligencia de la policía sobre los hechos indican que fueron dirigidos
por líderes comunistas.” 3
LA REPÚBLICA: “LA POLICÍA RECIBIDA A GARROTAZOS CUANDO TRATABA DE DESALOJAR A
VARIOS INVASORES. Tanto las autoridades militares como civiles que a esa hora se encontraban en el lugar,
afirman que los agentes iban desarmados, provistos únicamente de bastones de mando, gases lacrimógenos y escudos
protectores. Un cabo y tres agentes de policía fueron heridos con armas de fuego. Los civiles muertos formaban parte
del numeroso grupo de invasores y hasta el momento no se sabe quiénes dispararon sobre ellos y con qué armas.
Provistos de palos, piedras, varillas de hierro, y grandes garrotes las familias invasoras hicieron frente a la policía

1
FALS BORDA, Orlando. El nuevo despertar de los movimientos sociales. DNP, CINEP; Bogotá, 1986.
2
BUENAVENTURA, Nicolás. Qué pasó camarada? Ed. Apertura. 1992.
3
EL SIGLO. Domingo 10 de abril de 1966. Primera página.
poniendo a los niños como escudos protectores, mientras los adultos hacían uso de las armas lanzándolas sobre
agentes desarmados.” 4

EL ESPECTADOR : “TRES MUERTOS POR INVASIÓN EN EL POLICARPA. 100 heridos y 70 presos en


Desórdenes del Viernes Santo. Durante los incidentes resultaron muertos a bala: Luis Alberto Vega Muñoz, natural de
El Cairo (Valle) joyero de profesión, Mauricio Mora de 5 años de edad hijo de Carlos y Cecilia y Germán Ernesto
menor de dos años hijo de Luis Ernesto Samudio. La lista del personal de la policía que resultó herido durante los
desórdenes es la siguiente: Capitán José Francisco Narváez, Cabo 1 Segundo Burgos, agentes Enrique Rodríguez,
Isaías Hernández, Abdón Llanos, Celso Castellanos, Juan José Salazar, Lisandro Álvarez, Filemón Vichirná, Gabino
Gómez, Arcadio Perilla, José Plinio Tiza, José Quijano, Gilberto Mora y Jorge Cardozo.” 5

Sobre el mismo hecho veamos la crónica del periódico del Partido Comunista.

VOZ PROLETARIA: “La caballería llegó acompañada de gaseadores y escuderos, y tomó posiciones estratégicas.
Un carro policial anunció por altavoces que la gente tenía diez minutos para desalojar, a tiempo que la directiva del
barrio instaba a la comunidad a mantenerse firme. Pasaron los diez minutos y la policía dio la orden de desalojar, a
caballo penetra hasta las casetas, golpea a todos y destruye todo. La zona es un verdadero campo de batalla.
Hombres, mujeres y niños se enfrentan por igual y con el mismo arrojo arremeten todos a una, esgrimiendo sus
antorchas. Los caballos asustados por el fuego emprenden carrera lanzando al suelo a sus jinetes. Las amas de casa
lanzan ollas de agua hirviente a los gendarmes mientras que jefes de hogar y niños les propinan palizas y los fustigan
con las antorchas. El movimiento obrero, los estudiantes, las juntas de Provivienda y comunales de otros barrios
contribuyeron enormemente a hacer retroceder la policía. Hasta los enfermos recluídos en el Hospital de la Hortúa
gritaban desde las ventanas a los policías que no fuera cobardes, ondeando al mismo tiempo las sábanas blancas de
sus camas. La policía se ve entre dos fuegos : por delante los destechados que oponen valiente resistencia y en su
retaguardia las comisiones del movimiento obrero y estudiantil que se hacen presentes para prestar solidaridad a sus
hermanos de clase, arriesgando la propia vida si es del caso y que toman nuevas posiciones estratégicas. Fustigados
por todos lados los agresores se retiraron.”6

4. Conclusiones.
A través de este ejercicio documental podemos observar dos memorias opuestas sobre un mismo suceso. Para la
prensa oficial de esta época, con una cosmovisión tradicional que pretende ser normativa de la realidad y del modo de
vida,7 en esta perspectiva el otro, el distinto encarna el límite y la destrucción. Ese otro es un extraño y encarna la
maldad. Es el invasor, el comunista, el subversivo. Para los desarraigados, destechados y perseguidos por la Fuerza
Pública, como es el caso de los invasores el Otro que encarna la maldad puede ser la policía.

Son desconocidas las formas de asociación urbana de los destechados, que desafiando persecuciones y
grandes dificultades consolidaron proyectos exitosos de autoconstrucción, a través del trabajo colectivo y
solidario; y que lograron legalizar la posesión de sus viviendas, obtener servicios públicos domiciliarios,
pavimentación de vías y acceso a la salud y a la educación pública.

Colombia tiene una larga tradición de participación comunitaria y organización popular, en la cual se han
desarrollado múltiples estrategias de resistencia, poco estudiadas. La violencia política ha generado una
profunda crisis de los derechos humanos y el desplazamiento forzado interno, por lo general, afecta a los
grupos sociales más vulnerables y en peores condiciones de pobreza. Ante la precariedad de las condiciones

4
LA REPÚBLICA. Domingo 10 de abril de 1966.
5
EL ESPECTADOR. Domingo 10 de abril de 1966.
6
ARANGO, Carlos. Crónica del Barrio Policarpa Salavarrieta. Periódico Voz Proletaria. Bogotá, junio de 1971.
7
PEREA, Carlos Mario. Porque la sangre es espíritu. Ed. Aguilar Nuevo Siglo, 1996. Pag. 23.

2
de vida y de la ausencia de protección estatal, la población resiste con sus propios recursos como el saber
ancestral, la experiencia cotidiana, el tiempo disponible, las redes de solidaridad, la militancia política y la
participación en procesos organizativos, todos ellos elementos esenciales en las estrategias de supervivencia.

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