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RESEÑA

AUTOR: BENVENISTE Émile. Problemas de lingüística general II. Cap. 6 “Estructura


de la lengua y estructura de la sociedad” Siglo XXI Editores S.A. Primera edición en
español, México, 1977. Pp. 95 - 106

El autor introduce el texto clarificando el objetivo del mismo: examinar las


relaciones entre dos grandes entidades, la lengua y la sociedad.

Una de las primeras ideas que desarrolla está relacionada con el lenguaje,
ubicándolo como el único medio para llegar al hombre, además sostiene que la
sociedad es dada con el lenguaje y viceversa, es decir, una implica la otra. Por lo
que sugiere que debieran estudiarse juntas, más aún debieran hallar entre la una y
la otra correlaciones precisas, puesto que la una y la otra nacieron de la misma
sociedad.

Pero por otro lado, afirma que quienes han estudiado esas relaciones concluyen
que no se descubre en realidad ninguna relación que revele una analogía entre sus
estructuras respectivas y que si abordamos la evolución histórica, se ve también que
lengua y sociedad evolucionan por separado, como lo es el caso de la sociedad
rusa, la cual desde 1917 ha sufrido una profunda modificación estructural pero no ha
sucedido nada comparable a la estructura de la su lengua. De ahí que surja el
sentimiento de que la sociedad y la cultura inherente a la sociedad son
independientes de la lengua.

Con respecto a lo anterior el autor cita al antropólogo-lingüista estadounidense


Edward Sapir, quien afirmó que no importa qué nivel de cultura o tipos de lenguas
simples o complejas, debería concluirse que lengua y sociedad no son isomorfas, es
decir, que no tienen la misma estructura y que sus variaciones son independientes.

Pero que por el contrario otros autores afirman, que la lengua es el espejo de la
sociedad, que refleja la estructura social en sus particularidades y sus variaciones, y
que es por excelencia el índice de los cambios que se operan en la sociedad y en
esa expresión privilegiada de la sociedad que se llama cultura, por lo que afirma que
definitivamente es imposible conciliar estos dos puntos de vista y que aunque no es
un problema sencillo, es el problema esencial de la situación de la lengua en la
sociedad.

Hasta aquí, dice el autor, solo hay nociones inmensas, cuyas complejidades no han
acabado de ser exploradas: la lengua y la sociedad, más si se habla de buscar entre
estas dos entidades relacionadas que hagan corresponder tal estructura social a tal
estructura lingüística, sobretodo porque la base de la estructura lingüística está
compuesta de unidades distintas, las cuales se definen por custro caracteres: son
unidades discretas, son finitas (en número), son combinables, y están jerarquizadas.
Por lo que la estructura de la sociedad no puede ser reducida a este esquema. Su
naturaleza es doble, por un lado está el sistema del parentesco, el cual es un
sistema que relaciona, y por otro lado, está el sistema de división. Lo cual significa,
que ni los individuos ni los grupos variados pueden transportarse a unidades o
grupos de unidades comparables a las de la lengua.

En definitiva, plantea el autor, hay que verificar que no hay correspondencia ni de


naturaleza ni de estructura entre los elementos constitutivos de la lengua y los de la
sociedad y hay que señalar y corregir una confusión que se comete entre dos
acepciones del término “lengua” y del término “sociedad”. De la primera se habla
como idioma histórico empírico (lengua china, lengua francesa) y de la última se
habla, por un lado, como dato empírico, histórico. (Sociedad china, sociedad
francesa) y por el otro, como colectividad humana.

Desde esa perspectiva, afirma que aunque no se pueden plantear correlación con
signo de necesidad, si se pueden advertir en el acto homologías. Puesto que
algunos caracteres son comunes a una y a otra, pero aclara que solo en este nivel.
En primer lugar lengua y sociedad, son para los hombres realidades inconscientes,
que representan, por así decirlo, la naturaleza. En segundo lugar, las dos son
heredadas, y en tercer lugar, ni lo uno ni lo otro pueden cambiarse por voluntad de
los hombres.

Entonces, se pregunta el autor, ¿Cómo podemos plantear la relación entre lengua a


fin de aclarar por el análisis de una el análisis de la otra? Como ya vimos no es
posible desde una correlación estructural, tampoco será histórica o genética, pero sí,
dice el autor, podemos encontrar un punto de relación si consideramos la lengua
como un medio de análisis de la sociedad y con este fin se formulan estas dos
proposiciones: primero, que la lengua es el intérprete de la sociedad y segundo, que
la lengua contiene la sociedad. Considerando entonces, la lengua como intérprete
de la sociedad se puede afirmar que la sociedad se hace significante en la lengua y
por ella. Pero surge otro interrogante ¿qué es lo que asigna a la lengua esta posición
de interpretante? A lo que el autor responde, es que la lengua es el instrumento de
comunicación que es y debe ser común a todos los miembros de la sociedad y aquí
se llega al corazón del problema, la lengua permite la producción indefinida de
mensajes en variedades ilimitadas. Esta propiedad única procede de la estructura de
la lengua que está compuesta de signos o unidades significantes

En otras palabras, la lengua rodea por todas partes a la sociedad y la contiene en su


aparato conceptual y al mismo tiempo la configura instaurando lo que podría
llamarse “semantismo social”

Por otro lado, pasando a una consideración diferente, el autor plantea que cada
quien habla a partir de sí. En el caso de cada hablante, el hablar emana de si y a si
retorna, cada quien se determina como sujeto con respecto al otro o a los otros. Lo
cual significa que la lengua es inherente al hombre y como lo tal lo hace un ser
social desde el momento surge algún tipo de comunicación, de ahí, por ejemplo, que
es gracias a esta que se da la inclusión del hablante en su discurso y de esta
manera se sitúa y se incluye con respecto a la sociedad. Desde allí se podría
entonces, verificar el papel de la lengua en el interior de la sociedad, un papel que
puede ser considerado como un sistema productivo dado a que produce sentido,
produce enunciaciones, crea esquemas de formación y crea objetos lingüísticos que
son introducidos en el circuito de la comunicación.

Abordando otro tema y citando a Ferdinand De Saussure plantea una relación entre
economía y lengua, en el sentido de que la economía, como la lengua, es un
sistema de valores Saussure, por su parte, comparó la relación salario – trabajo con
la relación significante – significado, porque en ambos casos se trata de un valor que
está en juego y porque los dos tiene naturaleza del todo diferente y se reúnen en
una relación arbitraria.

Finalmente, el autor formula la necesidad de plantear entre la lengua y la sociedad


relaciones que sean a la vez lógicas y funcionales: lógicas, considerando sus
facultades y sus relaciones significantes y funcionales, porque ambas pueden ser
consideradas sistemas productivos.

En general, el texto es interesante, pero bastante complejo e incluso hay sectores en


los que se torna un tanto confuso, pues el tema como tal no es muy fácil de digerir
dado a que como el autor lo mencionó, encontrar una analogía entre lengua y
sociedad desde su estructura es prácticamente imposible, Además porque al iniciar
la lectura o al leer el título del capítulo “Estructura de la lengua y estructura de la
sociedad” lo que uno menos se imagina al examinar las relaciones entre esas dos
grandes entidades, la lengua y la sociedad., que era el objetivo del autor, es
encontrarse con que es precisamente desde su estructura donde no es posible
encontrar relación alguna. Pero a medida que se va abordando el texto finalmente
se descubre que eso sucede solo desde ese nivel, su estructura, porque
evidentemente si podemos encontrar que ambas están profundamente ligadas,
sobre todo si las vemos desde su funcionalidad y desde la manera como se
complementan una de la otra, dado que no es posible concebir una sociedad sin
lengua, es decir, sin un intérprete de sí, ni mucho menos una lengua sin un contexto
social en el cual pueda desarrollarse y cumplir con sus funciones comunicativas.

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