LA PIEL COMO FRONTERA
ELKIN GIOVANNY MORALES
GRUPO BARDOS
CONTADORES DE HISTORIAS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
grupobardos@gmail.com
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LA SENSIBILIDAD COMO HERRAMIENTA
En este escrito se va a resaltar lo
que para mí es un aprendizaje
novedoso y que deriva de mi
experiencia en el Taller de
Investigación Narrativa. En mi
vivencia personal –anterior a las
pretensiones artísticas- la
adquisición de conocimientos se basó
en gran parte en la memorización de
conceptos y en la exposición de los
mismos cuando fuera necesario. En
otras palabras, tal conocimiento
tenía la función de enlazar
situaciones del cotidiano con datos
que habían sido pensados por otros
para entender u ahondar una
problemática determinada. Es de
acotar que tales datos contenían
referencia exclusiva a lo que
culturalmente es la razón más no la
emoción. Este punto es importante
porque se nos ha instruido que la
emoción es secundaria a la razón tal
vez por la imposibilidad de
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encasillarla en estructuras lógicas
específicasi. Más tarde se tratará el
hecho de que ambas son
interdependientes.
Estos datos mencionados supra
son referencias a hechos históricos,
teorías, conceptos, hipótesis,
deducciones, etc.; son por ejemplo el
descubrimiento de América, la
llegada del hombre a la Luna, las
leyes de Newton… pero cuántas veces
nos hemos preguntado qué sintió
Cristóbal Colón luego de meses
navegando un mar desconocido y
ante una posible sublevación de la
tripulación, o que sintió Neil Alden
Armstrong al pisar la Luna y ver la
tierra desde allí, o cuál era la forma
en que Newton miraba un paisaje.
Este tipo de preguntas quizá no sean
necesarias para un obrero, pero son
esenciales para alguien que busque
un camino estético.
La estética se encarga de lo bello,
lo sublime, lo ominoso, en fin, de
aquello capaz de exacerbar los
sentidos. El ingrediente esencial del
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arte es lo estético, y la cuentería es
un arte. Pero ¿cómo encontrar lo
estético? Para ello no hay un
derrotero establecido ni una pócima,
es un camino tan estrecho que hay
que andarlo solo. La máxima ayuda
es una guía que enseñe a sentir que
se está andando el camino
adecuado… léase bien, a sentir, no a
saber, o bueno, si se quiere, a saber
a través de la sensación.
Retomando, nos es imposible
saber qué sintieron los grandes
hombres mencionados, no podemos
saber cómo es “el dolor de muela”
ajeno, aunque de haberlo sentido
compadecemos a quien lo sufre. Es
entonces necesario que nos
concienciemos de nuestras propias
vivencias, que nos hagamos
consientes de nuestra propia
sensibilidad, de cómo entra el mundo
en nosotros, de qué maneras
específicas penetra nuestro entorno
en la piel.
La concordancia de universos
comunicacionales y, más aún, de
nichos comunicacionales, permite a
los demás entender lo que sentimos y
en un grado más profundo les
permite tocarlo. La pregunta clave es
entonces ¿cómo podemos, como
comunicadores y narradores orales,
transmitir a quien nos escucha o lee
nuestra percepción del mundo para
que éste sienta o por lo menos
perciba la imagen de nuestra
sociedad que queremos transmitir,
nuestro aquí y nuestro ahora?
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LA SENSIBILIDAD EN LA NARRACIÓN ORAL
Hay muchas herramientas en la
cuentería que nos permiten
transmitir la historia de una forma Página | 2
escénica, muchas las hemos tomado
de la literatura otras del teatro (lo
que no implica que seamos ni lo uno
ni lo otro), y hay muchas otras más –
incluso más esenciales– que parten
de la oralidad. Estas últimas son las
que más nos incumben. Se puede
decir que estas herramientas se
pueden adquirir de muchas maneras.
Una de ellas, la más perjudicial, nos
parece, es la mecanización. Tomemos
por ejemplo la comprensión de los
ritmos. Sin ahondar en ello sabemos
que ciertas velocidades en el habla,
acompañadas de ciertas tonalidades
producen efectos determinados.
Muchas veces esta comprensión lleva
a decidir de antemano qué elementos
rítmicos usar para afectar al
auditorio. Si en cambio sentimos la
historia, los caracteres de los
personajes, sus devaneos
emocionales y el de las situaciones y
sabemos transmitirlos oral y
gestualmente los ritmos serán
automáticos y el efecto dependerá del
grado de afectación del narrador y su
grado de intimidad con el público y
no del maniqueísmo de una acción
preconcebida. Tanto el cuerpo como
la vos responden automáticamente a
la afectación emocional del individuo.
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Es aquí cuando tanto la emoción
como la razón incumben: en la
creación de los roles y las relaciones
presentes en la historia. Es común
pensar en las respuestas lógicas de
un determinado personaje, de cómo
actuará en determinado universo
comunicacional y según su nicho
cultural. Este trabajo también es
mecánico y muchas veces obedece a
lugares comunes, a lo que creemos
que “X” hará en “Y” situación; pero
pocas veces “X” es un Juan, un
Pedro, Un Camilo, como los que
comparten el día a día con nosotros;
y no lo son simplemente porque no
hemos percibido sensiblemente los
roles asignados; los personajes
mecánicos son más estadísticas que
seres emotivos. Es aquí donde la
lógica secuencial a la que estamos
acostumbrados se convierte en una
herramienta estética (o por lo menos
que la busca): cuando pensamos que
las acciones no parten
exclusivamente de una lógica
asignada sino también de la gama
emocional de los personajes. En este
sentido nos alejamos de los
estereotipos y allegamos parte del
reflejo de lo humano; lo que nos
afecta de lo que somos.
Es difícil el proceso que permite
una aproximación sensible al hecho
narrativo y su transmisión, una
herramienta para ello es la
anamnesis. Básicamente es la
evocación de una sensación propia
(no de un recuerdo) a través de la
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conciencia de la cadena emotiva de
los sucesos de la historia ii.
La sensibilidad en la narración
oral permite además escuchar al
público. No hay necesidad de medir Página | 3
la atención o el grado de
compenetración de éste por la
periodicidad de sus risas, bostezos o
cantidad de individuos que “de
repente” se paran y se van. Cuando
sentimos al escucha (porque nos
dirigimos a cada uno de ellos)
podemos percatarnos de los cambios
sutiles, de los murmullos, de la
intensidad de las miradas, el interés,
etc. Eliminando totalmente la cuarta
pared.
Es de capital importancia,
aclarar la esencialidad de la
adquisición de herramientas
comunicativas para la cuentería a
través de un proceso de
sensibilización y no de uno mecánico
por que en ello redunda el hecho de
que la cuentería sea un arte o
simplemente un evento lúdico. Desde
nuestra experiencia es imposible
poder transmitir la imagen de
nuestra sociedad o del hombre
mismo sino lo sentimos y para ello
tenemos que haber percibido
sensiblemente los roles de puta,
político, ladrón, enamorado, cura,
prócer, loco, poeta, etc. en nuestro
aquí y nuestro ahora. O cómo
podemos transmitir lo sublime, lo
ominoso, en fin, lo estético, si no lo
hemos comprendido sensiblemente
nosotros. Lo contrario sería el
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engaño, la futilidad de usar trucos de

ii
prestidigitador para que nuestro Este término es aún más amplio, pero de esta
forma lo hemos desarrollado como herramienta
público llore, ría o tema y eso sólo práctica en el taller de Investigación Narrativa.
apunta a la popularidad, no al arte.
En muchos talleres, inclusive Página | 4
algunos de los que yo he hecho parte,
se “enseña” las técnicas de
transmisión de los relatos, los
procesos de adaptación de textos
literarios, la quinesia y la proxemia
como elementos constituyentes del
arte escénico de contar cuentos; de
hecho luego de analizarlos es posible
entenderlos, memorizarlos y
aplicarlos como se aplican las
instrucciones de armado de un
mueble modular; así se logra una
puesta en escena pero no un acto
estético. En conclusión, y con
respecto a las propuestas teóricas
que el grupo Bardos esbozará, no es
posible, convertirse en un cuentero o
narrador oral como artista sino a
través de la asimilación sensible y
personal de las herramientas
comunicativas de la cuentería a
través de una guía pedagógica real.
No es posible si únicamente se
memorizan o mecanizan las teorías,
técnicas y métodos. Esto solo logrará
del aprendiz que se forje como
“crítico” o psudointelectual.

i
Bueno esto por lo menos hasta el estudio de las
inteligencias múltiples de Howard Gardner y más
específicamente el de la inteligencia emocional
de Daniel Goleman. Aún así, culturalmente se
puede percibir que razón y emoción constituyen
una dicotomía.

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