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Para Aristóteles, el hombre puede definirse de dos maneras: como animal racional
y como zoon politikon, ser vivo que habita en una polis. Cada una de estas
definiciones remite a la otra: la capacidad del hombre para elevarse hasta el logos
sólo puede hacerse efectiva en el ámbito de una comunidad organizada
racionalmente. Sólo así puede el hombre alcanzar su máxima perfección. La política
es el espacio que permite al hombre lograr la plenitur de su realización.
Subjectum es, para el medioevo, la casa, el árbol, el cielo, las cosas reales
independientemente del yo. En cambio, lo que en la Edad Media se llama objectum
está íntimamente vinculado con el yo, en cuanto el producto de su actividad
representante. No designa lo real, sino algo meramente subjetivo en el sentido
moderno.
¿Cómo adviene este viraje semántico, por el que el término subjectum cambia
radicalmente su significado, para ser identificado con el yo y sus contenidos de
conciencia?
Según Heidegger, Descartes opera con la misma idea del ser de los griegos:
substancia como permanente presencia. Sin embargo, la pregunta por el ser del
ente recibe ahora una nueva dirección, acorde con un cambio en el concepto de
verdad. Como respuesta al quiebre del mundo medieval y de sus supuestos
gnoseológicos, Descartes busca un saber evidente, que posea en sí mismo la
garantía de verdad, y que no pueda ser afectado por la duda. Sólo un saber
inmediato es indubitable. Lo que busca Descartes es un subjectum privilegiado, que
posea el carácter de indubitabilidad. El ego cogito es ese subjectum.
En cambio, de las cosas del mundo sólo queda como indubitable el hecho de ser
contenidos intencionales de los actos del yo.
Al ubicar el lugar de la evidencia en el yo, todo lo que enfrenta al sujeto sin poder
ser reducido al ámbito de la autoconciencia será visto como una amenaza a su
autonomía. A su vez, el mundo exterior pierde su carácter real: desde ahora deberá
legitimar su existencia como objeto para la conciencia. Esa legitimación se lleva a
cabo mediante el método científico. Sólo la ciencia, sus criterios de objetividad y su
método otorgarán la medida del ser.
"La naturaleza, objetivada como res extensa por Descartes, desvalorizada como
mera enajenación de la idea por Hegel, colocada como simple lugar a conquistar
por la autoconciencia, valuada en tanto mera fuente de energía por la sociedad
industrial, reducida a referencias medibles y cuantificables por la ciencia, soporta
desde hace siglos la violencia del logos de la dominación" [ii].
De Descartes a Marx
Esta profunda crisis en el planteo acerca del hombre hacía necesaria la búsqueda
de un nuevo paradigma. Ya Husserl había buscado superar el modelo sustancialista
del sujeto mediante el concepto de intencionalidad, desde el cual intentó romper
con la barrera entre sujeto y objeto, hombre y mundo. Pero es con el concepto de
Lebenswelt (mundo de la vida), un estrato de la experiencia anterior a la relación
sujeto-objeto, que Husserl, en lugar de un sujeto neutro, encuentra en el hombre
un ser vivo que se proyecta en un horizonte de mundo. Pero a su vez Husserl
desarrolló el concepto de Lebenswelt como respuesta a la hermenéutica del Dasein
de El ser y el tiempo. En efecto, es Heidegger, con el concepto de Dasein, quien
produce un vuelco radical en el planteo tradicional.
El "sujeto sujetado"
Por último, en Foucault, cae el último bastión del sujeto autónomo, libre, para
postular el “sujeto sujetado” : no un sujeto que se produce a sí mismo desde la
libertad de su autodeterminación, sino “producido” por las tecnologías de poder, a
partir, en especial de dos formas de dominación: panoptismo y sociedad
disciplinaria, y poder pastoral.
El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Pero esa red
transita transversalmente, no está quieta en los individuos, se produce y reproduce
en y desde sus acciones e interacciones.
La "producción de verdad"
Sin embargo, es más difícil entender que esta producción cuasi industrial de verdad
afecta también al discurso científico, cuyas conclusiones gozan plenamente del
status de lo incuestionable.
Pero la misma racionalidad científica está hoy en crisis. Como ha advertido Edgar
Morin, el proceso de conocimiento se presenta hoy como un fenómeno de doble
rostro. Asistimos a una patología del saber: el crecimiento exponencial de los
saberes disgregados, de la especialización rígida y de la causalidad lineal crea una
nueva forma de oscurantismo, que se acrecienta al mismo tiempo que permanece
invisible para la mayor parte de los productores de ese saber, que siguen creyendo
obrar como ilustrados [viii]
Por ello la ciencia actual, pese a sus enormes éxitos, sufre de insuficiencia y de
mutilación. Es afirma E. Morin, incapaz de concebirse como praxis social, incapaz,
no solamente de controlar, sino de examinar reflexivamente el poder surgido de su
saber. La ciencia actual es sin conciencia [ix] .
Esta hipertrofia del espacio privado señala el fin del homo politicus (Platón y
Aristóteles, Hegel y Marx), y el nacimiento del homo psicologicus.
Sin embargo, cuando los códigos se han internalizado tan profundamente, es difícil
adquirir la suficiente distancia crítica que permita la reflexión sobre la praxis
individual y social.
Esta crisis convierte en urgente una nueva reflexión acerca del hombre, la
búsqueda de nuevo marco antropológico, una nueva dimensión y un nuevo
paradigma de las relaciones del hombre con el mundo.
En los albores del tercer milenio, aún permanece sin respuesta la eterna pregunta:
¿qué es el hombre? ¿cuál es nuestro lugar en el cosmos?
Notas:
[i] Cfr. Heidegger, M., La época de la imagen del mundo, Santiago de Chile,
[iii] Foucault, M., Microfísica del poder, Madrid, Ed. La Piqueta, 1998, pg. 144
[v] Cfr. Protnoff, A., Gaudin, T., La revolución de la inteligencia, Bs. As., INTI-
Fraterna, 1988
[viii] Cfr. Morin, E., El método III - El conocimiento del conocimiento, Madrid,
Cátedra, 1988, pgs. 21-22
[ix] Cfr. Morin, E., op.cit., . También: Ciencia con consciencia, Barcelona,
Anthropos, 1984.
[x] Cfr. Lipovetsky, G., La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1993