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Para el análisis de la forma en el film también nos referiremos a sus componentes, que
son: tipologización o tipificación, la composición, los medios estilísticos, y las técnicas artísticas.
Mientras la tipificación y la composición se relacionan más íntimamente con el
contenido, los medios estilísticos y las técnicas artísticas lo hacen con la realidad sensitiva,
empírica del receptor.
Partiendo desde la tipificación o tipologización, se establece que el tipo es un fenómeno
que en su unicidad puede expresar lo general. Esta unicidad, en el arte, debe ser representada
de tal manera que el receptor pueda reconocerse y no sólo en el tiempo de la creación de la
obra, sino tiempo después también. Si el arte se propusiera representar nada más que la
unicidad, no sería arte, porque los fenómenos en su particularidad ya existen, explica Zátonyi.
El arte parte de ellos, y a través de ellos construye lo general. De esta manera tipologiza, y sólo
puede darse por medio de la generación de la forma. Esto se debe a que la materialización ya
apela a la percepción del receptor, y construye o reproduce, trasgrediendo y reiterando el
código existente.
Fernando Ayala en El jefe, parte desde un grupo de personas concreto, Berger y su
banda, con sus acciones concretas, como la estafa en una subasta de terrenos, para simbolizar
algo tan amplio como el movimiento peronista, su ideología (vista desde su oposición al
peronismo), la manera de relacionarse con el pueblo y la forma de gobernar un país. Es un
ejemplo de la forma de partir desde un particular, concreto, para hablar de un general, más
difícil de abarcar. Es una manera inteligente de enfrentar un tema y, a nuestro modo de ver,
más efectiva, ya que se puede hablar de mayor cantidad de cosas y de manera más precisa,
que si se intentara englobar un fenómeno o acontecimiento mayor. Es interesante como la
obra, a pesar de inscribirse mayormente dentro de la vertiente 1, tiene este accionar audaz, si
se quiere.
Los personajes son tipos: Berger, el líder con todos sus atributos “porteños”, Solari, el
intelectual que se dirime con su idea de ética, Mima, la mujer liberal que comenzaba a aparecer
en aquellos años, o Siruli, el hombre bruto de clase más baja. Estos personajes desde su
particularidad sirven para referirse a estratos de la sociedad, algo que no es nuevo para nada,
pero que en este film tiene un trasfondo ideológico más interesante. En Siruli, por ejemplo,
vemos la visión de Ayala de lo que es el sector popular del peronismo, que es llevado de las
narices por Berger debido a su ignorancia, y el último en aceptar la traición de su líder. Mima y
Marcelo representan el nuevo orden que aparece en la sociedad de esos años. La primera, con
sus ideas liberales del rol de la mujer en la sociedad y el segundo, con su rebelación contra la
clase aristocrática venida a menos, conservadora y retrógrada. También es la simbolización de
aquellos que son atraídos y “engañados” por la figura de Perón, que finalmente se ven
defraudados por el mismo.
Este plano corresponde a la escena final de la película, cuando Berger intenta obligar a
Marcelo a cubrirlo para no ser detenido.
La fotografía de la película, llevada a cabo por Ricardo Younis, es excelente y este
plano da cuenta de ello. Aquí la luz cumple un papel fundamental. Es una luz dura, que genera
marcados claroscuros. Marcelo se encuentra, literal y simbólicamente, a la sombra de Berger.
Su figura lo cubre y lo avasalla. No tiene escapatoria. Marcelo se encuentra en una situación
muy difícil de llevar a adelante y comprender. Por un lado se ve totalmente defraudado por
Berger, ya que este lo inculpó para salvarse el pellejo. Todo lo que pensaba, todo su mundo se
le vino literalmente abajo, y las palabras de Solari se cumplían. Ahora debe decidir entre
hacerle caso a Berger y seguir confiando en él o rebelarse de una vez por todas y hacerse un
bien. Su gesto demuestra todo esto, está totalmente afligido, desconcertado. Disminuido frente
a Berger a quien mira desde abajo. El plano picado resalta aún más esta disminución. Es difícil
la situación del defraudado. Aquel por el que enfrentó a su padre y a Solari, lo desilusionó
totalmente. Por su parte, Berger se intenta imponer ante Marcelo, él está parado, lo mira desde
arriba. El poder de este se refleja en esta postura. Está firme, tenso. Desde esta firmeza se
impone. Mientras que su contorno es rectilíneo, el de Marcelo es más ondulado, encorvado,
metido hacia adentro.
La verticalidad domina la imagen, lo importante es la jerarquía, quien está abajo es
inferior. La sombra, la figura de Marcelo y la figura de Berger que, incompleta, abarca la imagen
desde el plano superior al inferior. El cuerpo de Berger ocupa la mitad del plano, mientras que
el de Marcelo no llega a cubrir un cuarto del mismo. El blanco del traje, que simboliza, el poder,
la grandilocuencia, la elegancia, la pulcritud, se resalta frente a su sombra oscura que se
proyecta sobre Marcelo, que lleva un traje gris, que pasa desapercibido.
Por último, el cuarto componente de la forma son las técnicas artísticas Estas son el
componente más exterior de la forma. El conjunto de elementos formales con que el artista
logra plasmar, materializar su idea en una realidad objetiva, percibible por los otros,
incorporable en el mundo objetivo, es lo que constituyen las técnicas artísticas.
En la realización técnica, concreta, toma vida por primera vez el contenido y forma: la
creación de la forma exterior al mismo tiempo también es la creación de la forma interior y del
contenido.
En cuanto a consideraciones, la realización técnica de El jefe es de gran calidad, para la
época y para el cine argentino, desde todo punto de vista.
Uno de los grandes sostenes de esta factura técnica es el elenco que se reclutó. Una
película puede contener un tema y una idea muy original, gran producción y realización técnica,
pero sin una buena interpretación por parte de los actores, todo se viene abajo. La principal
figura es Alberto de Mendoza, que para entonces contaba con gran trayectoria en cine y teatro,
que interpreta un personaje hecho a su medida. También están Duillo Marzio, que ya era un
actor de prestigio en ese momento, Orestes Caviglia, el padre de Marcelo, que es a su vez
interpretado por un muy joven Leonardo Favio, Luis Tasca, que hace de Siruli, y por último, la
aparición de Graciela Borges, que realizaba su segunda película. Todos realizan una gran labor
e hicieron de El jefe una gran película.
La fotografía, con la utilización del claroscuro ya mencionado, es otro de los puntos
fuertes. El encargado fue el director de fotografía Ricardo Younis, presente en la mayoría de las
películas de la primera época de Ayala, que cuenta con el prestigio de figurar dentro de los 50
mejores directores de fotografía de la historia por su labor en Una viuda difícil, película
estrenada en 1956 dirigida también por Ayala. Realmente la fotografía en blanco y negro de
esta película muestra el perfeccionamiento, no sólo de la fotografía de Younis, sino de la
fotografía de la época, que la película a color, que comenzaba a utilizarse asiduamente en esos
años, tardó mucho en alcanzar.
Hay muchos planos que quedan en la memoria del espectador por su composición y
utilización de la luz, como por ejemplo el plano analizado anteriormente, el plano de todos los
miembros de la banda sentados en el banquillo de la comisaría, Berger desde un ángulo
contrapicado dando un discurso cual si fuera un político en campaña, Marcelo con la figura de
su abuelo retratada en un cuadro por detrás y todo lo que esto simboliza, entre muchos otros.
El montaje, al estilo hollywoodense, imprime un gran ritmo al relato. Los tiempos están
muy bien controlados.
La música, con el saxofón y sus tambores, se une al montaje para estructurar el ritmo
del relato, pero también añade suspenso y pone en alerta al espectador. Como se ha señalado,
la musicalización está a cargo de Lalo Schrifin. El jefe fue la primera participación del
prestigioso músico en cine, que posteriormente tendría una carrera muy exitosa en Hollywood.
No hay duda que en el caso de El jefe las técnicas artísticas van en el mismo sentido
que el contenido, la idea del mismo. Es decir, al tener gran nivel técnico permiten materializar la
idea, suponemos, tal cual la tenía el director en su cabeza. No se da el caso que señala Marta
Zátonyi, en el que una realización técnica inadecuada, mala o desafortunada, debilita o
directamente elimina, el valor de la obra. Aquí técnica e idea van de da la mano.
En conclusión, todo lo analizado aquí sirve como fundamento para considerar, y avalar
a quienes consideran, a El jefe como una de las grandes películas de la cinematografía
nacional. Que retrata un momento fundamental de la historia argentina, a su manera y desde
una ideología particular. Pero estemos o no de acuerdo con ella, en lo que todos coincidirán es
en que, como obra de arte que es, El jefe habla principalmente acerca de la condición humana.