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Motivos acción-dicción-pensamiento-sentimiento

Juan Da’
3 de abril de 2011

Estos últimos dı́as, tanto estudio no ha permitido que piense en muchas co-
sas diferentes que digamos, sin embargo, he podido imaginar unas cuántas que
rara vez se cruzan por los pensamientos de otras personas o que simplemente
no les ven interés alguno, ası́ sean de las más comunes que vivimos a diario...
Vi como cada persona contempla las posibilidades para realizar tal o cuál acción;
existen muchas posibilidades, muchas maneras de escoger el cómo actuar frente
a una situación y también está el hecho de que frente a una misma situación
diferentes personas reaccionan de modos distintos; esto principalmente es debi-
do a su forma de crianza, a sus hábitos y costumbres, a su modo de vivir, a su
entorno y a los valores que se hayan auto-inculcado con la experiencia al pasar
el tiempo. Si nos colocamos a recordar cada uno de estos aspectos llegaremos
siempre a una conlusión, que si bien, no es la única, si es de las más importantes:
El sistema educativo a través de los años, el sistema convencional al cuál hemos
estado sometidos siempre en que una persona aprende lo que el maestro enseña
y en ocasiones no se preocupa por aprender más o profundizar en lo que está re-
cibiendo constantemente. A este respecto podemos decir que algunos maestros
están ahı́ por obligación, por conseguir dinero o porque simplemente no triun-
faron en lo que suponı́an iba a ser su trabajo al salir de una universidad... Pues
bien, actualmente contamos con estudiantes de maestrı́as, que en la mayorı́a de
casos son los profesores de pregrado; a dónde apunta una educación en la que la
mayor parte de los magister y doctores trabajan únicamente donde más ganan?
Pues eso a ellos no les interesa. Una empresa que triunfa y que vende bienes
y servicios y que es pronto conocida y ampliada, con gran número de sucursa-
les, está manejada por personal que sabe lo que está haciendo, dirigida por un
empresario que sabe en qué se basa su profesión y no por alguien que trabaja
por cumplir; si estas personas fueran los maestros de todas las universidades en
lugar de personas que trabajan como tales solo porque no triunfaron en el ámbi-
to laboral, seguramente este paı́s tuviese muchas más empresas multinacionales
y hubiese una mayor economı́a, por ende menores deudas exteriores, mejores
relaciones internas, todo se traducirı́a en un modo más cómodo de vivir.
Estas diferencias en el modo de pensar y de actuar de la sociedad - Y dejando a
un lado el tema de los maestros - puede verificarse en otros aspectos cotidianos.
A mi opinión, mucho de lo que hacemos depende de dos motivos fundamentales:
Aceptación racional e impulso emocional.

1
Primer motivo fundamental
La aceptación racional se especifica cómo mediante pensamientos a cerca
de qué está bien y qué no lo está, alguien decide o evita hacer o decir algo.
Es decir, es muy probable que se nos presente la idea de hacer o decir, pero
primero identificamos cuáles son las causas y los efectos (es claro que en muchas
ocasiones no pensamos en los efectos aunque siempre hayan causas) de todo
aquello que podemos hacer; pero entre poder y querer hay diferencias y entre
querer y deber también las hay, por tanto es necesario una aceptación racional:
esto o aquello quiere o no hacerse? Puede o no hacerse? Debe o no hacerse?.
Obviamente entran en juego aspectos éticos que son propios de cada individuo,
sociedad o grupo social.

Segundo motivo fundamental


El impulso emocional traduce sin duda la mayor parte de acciones, diccio-
nes, pensamientos o sentimientos que se pueden presentar en el ámbito interno
de una persona o grupo de ellas - Aunque yo dirı́a que más que todo de cada
una - Las emociones son las que creando sentimientos no indaga a la razón,
actúa sin consentimiento en un impulso incontrolable de sensaciones unitarias
que equı́vocas o inequı́vocas traducen un contexto de aceptación, se hizo y ya
está, independientemente de si estuvo mal o bien.

Es donde podemos afirmar que de ambos motivos fundamentales se despren-


de todo lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos y que además, éstos,
se encuentran en constante comunicación - Al menos la mayorı́a de los casos -.
Un ejemplo muy breve sobre estas conjeturas1 puede ser el gusto por el género
opuesto2 , yo suelo hacer un comparativo escalatorio entre 4 aspectos o estados
en los que se encuentra un individuo que intenta congeniar con otro en una
relación de pareja:

Atracción
Este aspecto se logra simplemente con el hecho de conocer fı́sicamente a
una persona en un aspecto poco profundo: Su cuerpo, su voz, su forma de ha-
blar y/o de mirar, sus gestos, sus movimientos, entre otros aspectos clarametne
diferenciables.

Gusto
En esta parte, además de la atracción, entran en juego otros aspectos de la
persona: Gustos propios, habitos, quehaceres. En esta etapa el individuo suele
interesarse no únicamente en lo fı́sico, sino en las acciones y dicciones de la otra
persona en su propio entorno incluso sin llegar a mezclarse con ella directamente.
1 Debido a que la verdad es relativa en algunos casos
2y en algunos casos por el mismo o por ambos géneros

2
”Traga”
Para este escalón, la situación aumenta de nivel, hay un interés fı́sico y
mental, pero entra a hacer parte de una triangulación el aspecto moral. Es
decir, el como se siente el individuo ya relacionándose con el de su interés; ya no
se trata únicamente de atracción fı́sica y de gustarle su vida, su entorno y sus
propias ocupaciones y acciones, sino la forma en cómo interactúan, la manera
cómo se sienten juntos, como cambia su genio, su estado de ánimo, sus palabras,
movimientos y gestos cuando están ambos compartiendo.

Enamoramiento
Esta parte es ya la etapa final, a la que muy pocos alcanzan a llegar, pero
quienes lo logran están a punto de convertir su relación en el motivo más im-
portante de su existencia: Aparte de la atracción fı́sica, del gusto por el propio
entorno del otro individuo, del aspecto moral, hay también un aspecto cogni-
tivo o cognoscitivo, es decir, una afinidad intelectual o mental, una intimidad
emocional, comunicación profunda y en muchos casos - la mayorı́a dirı́a yo -
afinidad espiritual. Acá se trata de compartir intensamente y se relacionan los
ámbitos de acción, dicción, pensamiento y sentimiento, se confinan y ejecutan
para construir un entorno edificante, constructivo, que ambos aprendan a vivir
y a hacerlo juntos, duradero, serio y comprometido.

Juan David M. A.
Manizales, Domingo 3 de abril de 2011
2:34 p.m.

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