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Tras una cortina oficial de demagogia y lugares comunes sobre "conjuras" y "planes
nacionales de subversión" se pretende ocultar cuidadosamente a la opinión pública nacional
la verdadera situación educacional y universitaria.
En octubre del año pasado, como resultado de la lucha tenaz sostenida en medio de duros
sacrificios por el movimiento nacional estudiantil se conquistó una reivindicación
importantísima: la participación democrática de estudiantes y profeso-res en el gobierno de
la Universidad Nacional, mediante el decreto 2070 y posteriormente, en enero de este año,
un gobierno similar en la Universidad de Antioquia. La actuación de estos consejos
universitarios se ajustó, en lo fundamental, consecuentemente a la declaración que
citábamos más arriba. Estas posiciones asumidas por dichas consejos, in-discutiblemente en
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defensa de la independencia y la soberanía de nuestra patria y de los intereses del pueblo
colombiano, como se verá a continuación, fueron calificadas por el gobierno de "caos" y
"fracaso del cogobierno" en medio de una creciente campaña de hostilización contra el
mismo que culminó en el cierre de los consejos de las Universidades Nacional y de
Antioquia.
Y es de ese hecho del que hay que partir en el análisis de la actual situación de la
universidad. Los decretos 865 y 886 restauraron el mando unipersonal del rector en la
persona de Duque Gómez y Duque Ramírez, y mutilaron escandalosamente la
representación del profesorado y- del estudiantado en los nuevos consejos universitarios de
bolsillo de estas universidades. En la Universidad Nacional, comparar los hechos
cumplidos por el anterior y el actual consejo, destaca el antagónico contraste (que se oculta
tras las declaraciones oficiales) entre un consejo universitario que defendió los intereses
nacionales y el actual, antinacional, antidemocrático y represivo por naturaleza. Así,
mientras el anterior consejo universitario, donde participábamos democráticamente
estudiantes y profesores, estableció para la universidad un presupuesto de 630 millones de
pesos para este año, el actual consejo presidido por Duque Gómez lo rebaja a 280 millones
de pesos (!), mientras el consejo anterior suspendió el pago de un contrato de la universidad
al Banco Internacional de Desarrollo (entidad controlada por los Estados Unidos) por lesivo
a la soberanía nacional, el consejo actual le da "vía libre" y abre las puertas de la
universidad al control norteamericano (¡cuántos nuevos "programas" y posiciones claves
estarán ocupando o preparándose a desarrollar en la Universidad Nacional toda clase de
organismos y "misiones" norteamericanas a espaldas de la opinión pública nacional!),
mientras el anterior consejo exigió la participación democrática de estudiantes y profesores
en la elaboración de la reforma universitaria y rechazó públicamente la que se pretendía
imponer por arriba oficialmente, el actual consejo no solo recibe órdenes dictadas por el
gobierno sino que impide cualquier participación democrática de quienes constituimos los
fundamentos de la universidad, estudiantes y profesores, mientras el anterior consejo
reintegró estudiantes y profesores destituidos arbitrariamente por el rector Fonseca y se
pronunció contra la ocupación militar de la universidad, el actual consejo expulsa 80
estudiantes y constituye la fuerza de las bayonetas en el supremo argumento de su presencia
y estadía en la universidad, mientras el anterior consejo amplió el número de cupos para los
aspirantes a ingresar a la universidad, el actual consejo cancela los dos primeros semestres,
aquel consejo elevó la partida para bienestar estudiantil de 14 a 28 millones de pesos,
rebajó el costo de la alimentación de las cafeterías estudiantiles de las seccionales de
Palmira y Medellín y terminó la de Manizales, así como también el ser-vicio médico de la
universidad fue extendido a las familias de los trabajadores de la misma. El actual consejo
desarrolla una política totalmente opuesta; ha cerrado la cafetería central de la seccional de
Bogotá e implantando un régimen policivo en las residencias estudiantiles a las que no se
sabe actualmente que destinación se les prepara. Esta es la comparación de los hechos
cumplidos de los dos consejos. Corresponde al pueblo colombiano reconocer qué política
de las dos que representan ambos está de parte de sus intereses fundamentales.
Con la ilustrativa comparación anterior no pretendemos afirmar que este punto agota la
explicación de la actual situación universitaria ni mucho menos, sino con el de llamar la
atención sobre este problema: si como es visible, hay un rechazo oficial a toda política
universitaria elaborada con la participación democrática de estudiantes y profesores,
mientras que el respaldo oficial es "incondicional" a la actual política a centralizar todos los
poderes en el rector y eliminar toda la democracia en la universidad, entonces es lógico pre-
guntar: ¿qué intereses deciden esto? o más claramente: ¿qué intereses deciden la política
educativa oficial en Colombia?
Por ahora, el país debe a la heroica lucha estudiantil el haber destapado al conocimiento
público contratos de préstamos "ayuda" entre el BID y las Universidades Nacional, de
Antioquia, y del Valle. En este último hay una violación explícita de la soberanía nacional:
el Art. VII. secc. 7.03 del texto del contrato señala que las estipulaciones del mismo no son
modificables ni están sujetas a ninguna otra disposición legal vigente en Colombia(!). Y
recientemente, un columnista comenta alborozado el préstamo de 7 millones de dólares del
BID a la Universidad Industrial de Santander y ufano señala candorosamente que Colombia
tiene "poder decisorio" en el BID (!) (El Tiempo, octubre 7 de 1972, pág. 4A).
Es también en 1967 cuando la lucha masiva de los estudiantes hace salir del departamento
de sociología de la Universidad Nacional la "filantrópica y desinteresada" fundación Ford
que controlaba el programa de post-grado y la orientación de la carrera que desde entonces
hasta hoy ha avanzado efectivamente en el terreno académico sin la tutela norteamericana,
y que tal vez por eso, se ha convertido a los ojos del imperio y de sus portavoces —como
todas las carreras de ciencias sociales que se sacuden de su control— en "focos de
subversión" que hay que cerrar ya que dejan de ser controlables. En febrero-marzo de 1968
se realiza el seminario de "ciencia y tecnología" en Fusagasugá por iniciativa de la AID, la
Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y la participación de funcionarios del
gobierno colombiano. Bueno es recordar que esto se hace después de que, en 1967, la
declaración de los presidentes de América que fue suscrita por Lindon Johnson, recomendó
en su conclusión quinta la creación de un "fondo interamericano para la formación
científica y tecnológica", y después de que seminarios similares al de Fusagasugá se habían
realizado bajo la orientación de los Estados Unidos en países típicamente neocoloniales
como Brasil, Taiwán y Filipinas. Una vez concluido dicho seminario en Colombia y
poniendo en práctica una de las "recomendaciones" es expedido el decreto 2869 que crea
Colciencias (verifíquese dicha recomendación en "Report of Thc Colombian-US Workshop
on Science and Technology in Development", National Academy of Science, Washington,
D.C. T. II p. 13). Así mismo el decreto 3156 del mismo año crea el ICFES siguiendo las
"recomendaciones" de la mencionada comisión de "expertos" de la Universidad de
California que elaboró el plan básico. En 1970, se firma un convenio para un vasto plan de
programas de post-grado en Colombia entre la AID, la Academia nacional de Ciencias de
los Estados Unidos, Colciencias y el ICFES, para desarrollarlo en las principales
universidades del país (esto se consigna en "impulso a la investigación científica y a los
programas de post-grado en las universidades colombianas", publicado por Colciencias,
1970, p. 17-18). Actualmente hay en marcha 91 programas de post-grado en Colombia.
En el desarrollo de toda esta política hay que destacar un punto clave, el gobierno de la
universidad. Afirmó Atcon en 1961: "La autoridad calificada y centralizada tiene que ser
restablecida en la universidad, una autoridad capaz de imponer las virtudes y las
obligaciones necesarias" (ob. cit. p. 103), y aclaró que antes que los estudiantes obtengan su
grado universitario "es contradicción en los términos pedir para el estudiante el derecho
democrático a determinar la clase de procedimiento educativo que le parezca permisible y
aceptable" (ob. cit. p. 103), puesto que "si hay un poder estudiantil real, un solo estudiante
solitario en el consejo de la universidad puede volver completamente inoperante el augusto
cuerpo... es como tener un espía enemigo en una reunión del estado mayor" (ob. cit. p. 93).
Carlos Lleras Restrepo, en 1966, "advirtió enfáticamente que en la mayor parte de los
casos, las decisiones colectivas (léase con participación de estudiantes y profesores) no son
la mejor manera de que las cosas marchen bien. Las decisiones colectivas, —aclaró— son
fórmulas débiles, transaccionales, y tímidas. Hay que delegar el mando unipersonal (se
refiere a los rectores) porque así se logra un mejor desarrollo", y subrayó "la necesidad de
una más amplia autonomía a los rectores de las universidades" (El Tiempo, octubre 21 de
1966 p. 21). La reforma constitucional de 1968, al tiempo que centraliza la dirección
general de la economía en el Estado, confirió al presidente la suprema inspección y
vigilancia de la instrucción pública y lo facultó para nombrar directamente al rector de la
Universidad Nacional. No es extraño sino perfectamente coherente dentro de esta política
de centralizar la dirección de la universidad en el rector y en el ejecutivo, el cierre de los
anteriores consejos de las Universidades Nacional y de Antioquia, por cuanto en ellos
participaban estudiantes y profesores. Tampoco lo es, en esta perspectiva, la negativa
categórica del rector de la Universidad de los Andes a la exigencia masiva de los
estudiantes de esta universidad —en otro tiempo ya pasado, baluarte modelo y apacible de
institución "norteamericanizada"— a participar democráticamente en la dirección de la
misma. Por el contrario, es un desarrollo consecuente de esta política antidemocrática la
implantación de lo que el movimiento estudiantil ha denominado sistema de los rectores
policías, consistente en la cancelación de atribuciones dictatoriales y centralización de la
dirección de las universidades en el rector: decretos 1250, 865, 886, 815 y 1821 y
resoluciones de gobernación similares en varios departamentos.
Sobre la base de lo anterior, podemos sacar las siguientes conclusiones, que como
estudiantes universitarios y representantes estudiantiles al anterior consejo superior
universitario de la Universidad Nacional, estamos dispuestos a debatir y sostener
públicamente, en cualquier foro y frente a cualquier oponente.
En primer lugar, la política educativa oficial tiene como fuente originaria no al Estado
colombiano sino a los Estados Unidos de Norteamérica y al gran capital monopolista
norteamericano. El Estado colombiano es simplemente intermediario-ejecutor de esta
política que viola la autodeterminación de nuestra patria. Esta política es antidemocrática
por excelencia y su medio "natural" de desarrollo es la superación de toda la democracia en
las universidades, o sea, la "cartagenización", liquidación de los derechos de participación
democrática, de huelga, de reunión, de organización, de expresión, etc.
En segundo lugar, para desarrollar esta política educativa neocolonial, Estados Unidos
necesita centralizar al máximo la dirección ejecutiva de la misma en las reuniones y
organismos de carácter supraestatales, en el terreno internacional en el Estado a nivel
nacional, y en los rectores investidos de atribuciones dictatoriales a nivel de cada uni-
versidad. Los Estados Unidos controlan los dos primeros niveles centralizadores de la
dirección de esta política educativa (planos internacional y nacional), pero no han podido
consolidar de modo permanente el eslabón que ponga las universidades en conexión directa
con todo el resto del engranaje. Este eslabón, clave en la situación actual, son los rectores
policías. La política opresora del conjunto de los Estados Unidos requiere la consolidación
de los rectores policías en el sistema universitario colombiano porque de esta forma ase-
gura una completa "integración" de su política educativa con sus nuevos planes económicos
de sojuzgamiento y explotación intensificados de nuestra Nación.