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Lógica.
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Concepto general | Historia de la lógica | Principios lógicos
Lógica y verdad | Lógica y filosofía | Lógica, lenguaje, símbolos y variables
Las proposiciones predicativas : El objeto , Los términos , El predicado , El atributo ,
Universales y particulares , La cantidad , La cópula predicativa
Las estructuras del pensamiento : El concepto , Las clases , El juicio , El razonamiento
Las proposiciones categóricas | Las inferencias inmediatas | El silogismo
Concepto general.
Por lo tanto, la verdad a que conduce la lógica formal, es una verdad formal;
que será verdad en tanto sea verdad el contenido de las premisas, e indicará
solamente que existe una congruencia de ese raciocinio, consigo mismo. Si en
un razonamiento existe falsedad en las premisas y la conclusión asimismo es
falsa; de todos modos el razonamiento será correcto o válido como
razonamiento.
Por lo tanto, respecto de proposiciones lógicas que utilicen esos conceptos, las
leyes de la lógica formal solamente serán aplicables con especial precaución.
De tal manera, las leyes de la lógica formal solamente resultarán aplicables
con alcance estricto en el campo de las ciencias puramente exactas y
abstractas, tales como las matemáticas, la propia lógica, la mecánica, y
aquellas disciplinas exclusivamente normativas y abstractas tales como la
interpretación jurídica.
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Entre los muchos aportes que hizo Aristóteles al conocimiento abstracto, sin duda
la lógica formal - de la que fue indiscutiblemente creador - no solamente puede
considerarse el más trascendental, sino aquel en que logró mejores y mayores
aciertos.
Fue así que la lógica matemática - también llamada lógica simbólica - se desarrolló
efectivamente en el siglo XIX, especialmente a partir de George Boole (Inglaterra,
1815 - 1864), autor de la obra “Investigación de las leyes del pensamiento en que se
fundan la teorías matemáticas de la lógica y la probabilidad”, en que se originara la
conocida como “álgebra booleana”; que conjuntamente con Frege consiguió
construir cálculos lógicos rigurosamente formalizados, que permitieron aplicar a los
problemas lógicos los procedimientos matemáticos. Con ello sentaron los
fundamentos operativos de la tecnología de la moderna computación, que fueran
ulteriormente desarrollados por las teorías de Emil Post y el célebre matemático
inglés Allan Mathison Turing (Inglaterra, 1912-1954), creador de la Automatic
Digital Machine que por primera vez permitió realizar cálculos mecanizados
mediante el empleo de algoritmos.
Como punto de partida del estudio de las leyes que rigen el proceso del
razonamiento, se han establecido ciertas leyes fundamentales, que se consideran
generales y anteriores a todos los que de ellos se deducen, que son producto de la
intuición (resultado de un conocimiento directo e inmediato), y sobre los cuales se
fundamentan todas las restantes normativas lógicas.
Son cuatro principios, los tres primeros enunciados por Aristóteles y el cuarto
agregado por Leibnitz:
Lógica y verdad.
Como se ha expresado antes, la lógica formal o lógica pura, estudia las formas en
que procede el raciocinio, en forma abstracta; es decir, prescindiendo de sus
contenidos concretos. Por ese camino, procura encontrar las leyes formales
universales del pensamiento correcto; de tal manera que produzcan ese resultado
cualquiera sean los contenidos a que se apliquen.
• si los datos del objeto de que tratan las premisas han sido previamente
constatados para él, deben darse por verificables en cualquier otro objeto de
la misma categoría.
Por lo tanto:
Un razonamiento puede ser válido si su conclusión es falsa, con tal que por lo
menos una de sus premisas sea también falsa.
En este caso, se estará frente a lo que se denomina refutación por el absurdo. Cuando
se razona en base a dos premisas, una de las cuales es dudosa, al efectuar un
razonamiento correcto que conduce a una conclusión que es conocida como falsa,
permitiría evidenciar la falsedad de la premisa de que se ha partido.
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Lógica y filosofía - Sistemas lógicos.
La lógica formal, por lo antes visto, acude a una noción de verdad, pero no se
ocupa ella misma de establecer la verdad material.
Para sus propios fines, la lógica utiliza una noción de verdad que aplica solamente
para establecer la idea de una proposición verdadera, para legitimar la validez de
un razonamiento como proceso lógico; pero esa noción de verdad no pertenece a la
lógica misma, sino que la toma de alguna concepción filosófica previa, o de alguna
estructura de pensamiento con que ya se está familiarizado.
Esto es lo que determina que sea posible hablar de “sistemas lógicos”, sin que, en
cuanto a ellos, se vea afectada la validez del proceso del razonamiento a
consecuencia de la invalidez del valor de verdad inherente a cada sistema sustancial
o material de razonamiento al que las leyes de la lógica sean aplicadas. En tales
casos, la ausencia de verdad de las conclusiones no será imputable a la invalidez del
razonamiento, sino a la invalidez de la función de verdad previamente aplicada a las
premisas.
La lógica filosófica - que era el punto de vista de los pensadores antiguos a partir de
Aristóteles y de hecho hasta el siglo XIX - pretende fundamentarse sobre certezas de
índole filosófica; particularmente respecto de cuestiones concernientes a la
naturaleza de los actos del intelecto humano respecto del conocimiento contenido en
las premisas y consiguientemente en las conclusiones.
El uso del lenguaje corriente lleva implícito un enfoque de sintaxis, que consiste en
las relaciones formales entre los términos empleados; y un enfoque semántico, que
consiste en el sentido de referencia que se atribuye a las palabras empleadas, su
relación con los objetos y los conceptos de la realidad a que con su empleo se trata
de aludir, y que es cierto modo es socialmente cambiante dentro de un mismo
idioma, considerando distintos tiempos y lugares.
Este lenguaje simbólico propio de la lógica, tiene por otra parte la ventaja de su
universalidad; en cuanto al prescindir del empleo de expresiones de un idioma real,
permite su comprensión directa independientemente del idioma concreto de la
persona que se aplique a su estudio.
Una expresión sencilla del lenguaje simbólico aplicable al análisis lógico puede ser
similar al aplicado en matemáticas para representar una variable. De esta forma,
Los filósofos antiguos percibían que ningún conocimiento de la mente puede hacer
comprensible a la misma vez la totalidad de las propiedades que pueden predicarse
de un objeto; por lo cual el predicado debe limitarse a expresar una propiedad por
vez, aún cuando pueda ser muy compleja.
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De un mismo objeto puede afirmarse en dos proposiciones por separado, que es una
mesa y que está sucia; pero también es posible afirmar en una proposición que
reúne las dos anteriores, que “la mesa está sucia”.
Pero las cosas cambian si se trata de aplicar una negación; porque entonces hay que
prestar atención a si lo que se va a negar es que sea una mesa, o se va a negar que
está sucia.
Cuando el sujeto se refiere, uno por uno, a todos los objetos que
poseen el atributo y que lo poseen cada uno por sí e independientemente
de los otros, se trata de un universal; y si no se refiere a cada uno de los
objetos que verifican el atributo, se trata de un sujeto particular. Pero los
términos universal y particular no se toman, en este tema, en un sentido
equivalente al que tienen en el lenguaje corriente.
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De tal manera - según los antiguos - la distinción, entre sujetos universales y sujetos
particulares respondía a la cantidad del atributo del sujeto; que se comunica a la
proposición misma. El cambio de la cantidad del sujeto (y por lo tanto, de la
proposición) puede transformar una proposición universal en particular, aún
manteniéndose la forma de la cópula, el mismo atributo y el mismo predicado; o a la
inversa, transformar la particular en universal.
En cuanto a la cópula predicativa que une el sujeto con el predicado, debe ser
necesariamente una expresión de afirmación o negación, en la medida en que el
predicado expresa una cualidad que el sujeto posee, o en todo caso no posee. Lo cual
es concordante con la admisión de dos únicos valores de verdad: verdadero y falso.
Por ello, los filósofos antiguos solamente admitían que la cópula predicativa fuera
es, o no es.
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Los conceptos.
Máxima extensión
Ser –› Ser vivo –› Vegetal –› Árbol –› Sauce –› Sauce llorón
Máxima comprensión
Los conceptos se clasifican atendiendo a su comprensión o a su extensión, y
también por mutua oposición:
• Por su Comprensión
• Simples — son los que se refieren a una sola esencia: gato, número,
quiste.
• Por su Extensión
Las clases.
• Relaciones de suma (lógica), siendo ella la reunión — Se trata del caso en que
todas las entidades de una clase están comprendidas en una u otra de las
clases que se suman, o en ambas: “pájaro azul”, es la suma de la clase
“pájaro” y la clase “azul”.
• Relaciones de producto — Se trata del caso en que todas las entidades de una
clase están comprendidas a la vez en las otras dos clases que se consideran:
“animales vivíparos”, es el producto de la clase “animales” y la clase
“vivíparos”.
Los juicios.
Existe asimismo una clasificación de los juicios, realizada por el filósofo Emmanuel
Kant, que distingue cuatro grupos:
• Universales: Todo S es P
• Particulares: Algunos S es P
• Singulares: Un S es P.
• Afirmativos: S es P
• Negativos: S no es P
• Indefinidos: S es no P
• excluyentes: S es P o Q es R
Es posible hacer otra clasificación de los juicios, a partir de los objetos a que se
refieran:
• Juicios reales — en los que el objeto que opera como sujeto es un objeto real,
tanto físico como psíquico; y el predicado es producto de la experiencia: “Las
películas de cine son entretenidas”.
• Juicios ideales — en los que el objeto que opera como sujeto es un objeto
ideal o ab stracto, del tipo de los juicios lógicos o matemáticos: “Dos
cantidades iguales a una tercera, son iguales entre sí ”.
• Juicios metafísicos — en los que el objeto que opera como sujeto es un objeto
metafísico: “El alma es inmortal”.
• Juicios de valor — en los que el objeto que opera como sujeto es un concepto
de valor: “Pedrito es un buen amigo”.
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El razonamiento.
Ello ocurre así, debido a la existencia de una relación entre los enunciados,
conforme a la cual las premisas, de por sí, implican la conclusión como su
consecuente, de tal manera que es imposible no aceptar la verdad de la conclusión
como esa consecuencia necesaria.
Desde los tiempos de los antiguos lógicos, existe una convención por la
cual se emplea una notación simbólica de las proposiciones con sujetos
generales, (cuya calificante se extiende a la proposición misma) basada
en las primeras vocales de las palabras “AffIrmo” y “nEgO”:
• A — para las proposiciones universales afirmativas.
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Inferencias inmediatas.
Algunas obras critican esta asunción como un elemento ajeno a la lógica en sí, que
constituye una limitación a la validez de algunos de los métodos de inferencia de los
aristotélicos; pero tampoco es posible dejar de advertir que a pesar de ello,
especialmente a los fines del aprendizaje inicial de las reglas lógicas, el estudio de
esos métodos de inferencia tiene indiscutible utilidad práctica.
• Por obversión — que funciona del mismo modo que en las proposiciones con
un sujeto concreto; no solamente modificando la forma de la cópula, sino
también el predicado, en el cual se introduce su contradictor:
Debe notarse que esta inferencia supone que el atributo se verifica por
lo menos en un objeto existente en la realidad, y respecto del mismo.
Pero, de todos modos, la segunda inferencia igualmente sería válida, si
su afirmación inicial se fundara en que en la realidad no existe el
objeto a que se refiere.
• Por sub-alternación — método en el cual se transforma una proposición de
sujeto universal (que se llama subalternante), en una proposición con el sujeto
particular correspondiente; manteniendo en la transformada (que se llama
subalternada) la misma forma de la cópula, el mismo atributo y el mismo
predicado. En este caso, es posible deducir la verdad de la subalternada, de la
falsedad de la subalternante, pero no a la inversa (lo impide el pasaje de
universal a particular que se ha realizado):
El silogismo.
Premisa mayor: A — B
Premisa menor: C — D
Conclusión: E—F
Para que un silogismo sea válido debe observar ciertas reglas, el incumplimiento
de cualquiera de las cuales determina que pierda validez.
Hay dos grupos de reglas:
El silogismo hipotético.