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¿Somos cómo nos educan?

¿Nosotros somos producto de una educación que hemos recibido como


agentes pasivos de una sociedad? ¿Nunca tomamos conciencia, ni nos
cuestionamos el tipo de educación que hemos recibo? ¿Sólo la hemos
recibido, por que así el sistema educacional lo quiso?
Jamás nos cuestionamos cuando estudiantes si el tipo de educación que
recibíamos nos clasificaba en una clase social u otra y si este tipo de
educación sólo estaba reproduciendo modelos de personas destinadas a
continuar un sistema sustentado por una clase social dominante.
En nuestra infancia sólo éramos pobres o ricos y era algo así como un
estado natural de la materia, donde nosotros nada podíamos hacer.

Con el correr del tiempo y la interacción con un sistema y una sociedad que
ha perpetuado la discriminación de los que tienen menos, y el hecho de ser
parte de ese “selecto” grupo de excluidos que tiene que ganarse el sustento
con el sudor de su frente, en el cual las necesidades eran el pan de cada
día, en el cual el hambre, la frustración y el dolor lleva al cuestionamiento
de ¿Por qué las cosas tienen que ser así? El deseo de querer cambiar, las
situaciones y el ansia de revertir un sistema impuesto por aquellos que
están bien y quieren continuar así, nos lleva a buscar formas diferentes para
los aprendizajes, que no son precisamente los que el sistema imperante
usaba.
Hubo un régimen que dijo este tipo de personas queremos y es el tipo de
personas que se formó, sin embargo todo sistema tiene sus grietas y entre
esas grietas se encuentran profesores conscientes del sistema que se vive y
trata de inculcar en sus alumnos esa pequeña semilla de inquietud, la cual
se va multiplicando, ya que los descontentos son más que los contentos.
Al visualizar esta realidad de reproducción y resistencia desde el interior de
la escuela podemos darnos cuenta de que esta dualidad se presenta a
diario. Pero, a pesar de lo anterior es difícil distinguir claramente ¿Cuándo
estamos frente a un hecho de reproducción o de resistencia en su forma
más pura?
Nos encontramos frente a un sistema educacional que reproduce las
diferencias de las clases sociales, por mucha igualdad o equidad que el
Estado quiera promover en educación, nos encontramos con colegios:
particulares, donde solamente acceden los alumnos de un nivel social
privilegiado que tiene acceso a una cultura más rica en medios de
comunicación, literatura, información, medios audiovisuales, eventos
culturales, etc., que sólo el dinero puedo dar acceso; particulares
subvencionados donde acceden estudiantes de clase media y baja con
mucho esfuerzo, a estos el Estado les entrega aportes que también entrega
a las escuelas municipalizadas, con la diferencia que en el particular
subvencionado a los alumnos se le exige aparte de un buen promedio
dinero, por acceder a este tipo de escuelas, donde supuestamente la
educación es mucho mejor que en un colegio municipalizado; por último nos
encontramos con las escuelas municipalizadas que a su vez también
marcan diferencias según su ubicación dentro del radio urbano, ya que,
algunos se encuentran solicitando un financiamiento compartido, que
aquellos de más escasos recursos no pueden pagar, segregando aún más la
clase social más pobre. Algo similar sucede con la educación de enseñanza
media y educación superior.
Si agregamos al análisis anterior el hecho que para muchas generaciones de
individuos el haber vivido durante muchos años bajo un régimen de
gobierno militar, autoritario y dictatorial, donde no se conocía la libertad de
expresión, donde no se permitía pensar diferente, hace que la concepción
de educación que se pudiera tener sea un tanto ingenua, sin poder
visualizar una conexión entre clases dominantes y dominadas.
Sin lugar a dudas que al visualizar ahora el contexto político, cultural, social,
económico y educacional con una visión más amplia, gracias al
acercamiento de teorías antes desconocidas, lleva a darse cuenta de que la
realidad es diferente, empieza el cuestionamiento acerca de lo qué estamos
haciendo como docentes dentro de un sistema que se resiste al cambio
porque las clases dominantes así lo han definido desde siempre.Dentro de
la actual reforma educacional pretende cambiar el enfoque, el paradigma
con el cual se define el concepto de educación, pero esto no es algo que se
solucione cambiando una definición, si tenemos claro que las clases
dominantes seguirán perpetuando las desigualdades que le permiten
acceder al poder y manteniendo modelos económicos que los sustenten. Lo
que hay que cambiar es el fondo y no sólo la forma.

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