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Buenos Aires, martes 5 de abril de 2011

ESTIMADOS INTEGRANTES DEL TRIBUNAL DE DISCIPLINA


DEL COLEGIO PÚBLICO DE ABOGADOS DE LA CAPITAL FEDERAL

Me dirijo a ustedes en nombre del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) a fin de plantear nuestra
preocupación por el proceso disciplinario del que están siendo objeto Alberto Binder, Claudio Castelli, Pedro Biscay,
Ezequiel Nino y Camila Blanco como consecuencia de la denuncia formulada por Julio Virgolini, Mariano Silvestroni
y Adrián Malloney ante el Tribunal de Disciplina del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal.

La denuncia se sostiene en frases expuestas por los representantes de las organizaciones mencionadas en
una presentación del 24 de junio de 2010 en el marco de la causa IBM - Banco Nación. A nuestro criterio, la mención
descontextualizada de palabras expuestas en un escrito judicial en el marco de un causa por corrupción y que son
consideradas agraviantes por los denunciantes no puede ser objeto de análisis por parte del Tribunal de Disciplina.

En el sistema judicial argentino, la participación de las organizaciones no gubernamentales ha sido de gran


importancia para promover casos en la justicia, tales como la declaración de nulidad de las leyes de amnistía en el
caso “Poblete”. Dentro del esquema procesal, esta intervención sólo puede limitarse a expresar opiniones a través
de escritos judiciales que representen los mandatos constitutivos de las organizaciones, en este caso, la lucha
contra la corrupción.

Nuestro sistema judicial ha demostrado grandes deficiencias para perseguir penalmente uno de los males
que mayor costo tiene para nuestra sociedad. El rol de organizaciones como las que integran los involucrados viene
a apuntalar esta deficiencia de la Justicia. Sería paradójico que ante la actuación en casos de claro interés público
para lograr que las causas de corrupción no queden impunes, los únicos sancionados sean los que intentaron instar
la acción penal.

En tal sentido, la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción –que forma parte de nuestro
ordenamiento jurídico- dispone que “cada Estado Parte adoptará medidas adecuadas, dentro de los medios de que
disponga y de conformidad con los principios fundamentales de su derecho interno, para fomentar la participación
activa de personas y grupos que no pertenezcan al sector público, como la sociedad civil, las organizaciones no
gubernamentales y las organizaciones con base en la comunidad, en la prevención y la lucha contra la corrupción, y
para sensibilizar a la opinión pública con respecto a la existencia, las causas y la gravedad de la corrupción, así
como a la amenaza que ésta representa”.

En este contexto, las autoridades del Colegio Público deben advertir cuándo el procedimiento establecido
para la determinación de sanciones por faltas éticas puede generar efectos disvaliosos para aquél que fue previsto,
en tanto puede convertirse en una forma de presión para las organizaciones que han definido un mandato y han sido
aceptadas en un proceso judicial para que ese mandato sea escuchado.

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