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Introducción
Describir y razonar sobre la importancia de la identidad es difícil y más di-
fícil es tratar de construirla o reconstruirla y más aun si se trata de una identidad
local en la que intervienen e interaccionen otros elementos materiales, sociales y
humanos, y no hablemos de una identidad nacional o global porque para llegar a
ello necesitamos repensar sobre el tema que nos refiere. Por el momento reflexio-
nemos sobre la siguiente pregunta en comparación a la cita realizada de la obra de
Italo Calvino en “Las ciudades invisibles” ¿Por qué hablar de cultura, sociedad e
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historia, si lo único que interesa en el tema es la construcción de la identidad local?,
la respuesta es, que para construir una identidad local ésta se tiene que forjar, so-
bre la base de lo mejor que nos ha legado nuestra rica tradición cultural e histórica
y sin negarla, por el contrario apropiarse de ella para tener una clara identidad con
el entorno que nos rodea. Una identidad nueva que se forje de aquellos valores y
potencialidades que hasta hoy han permanecido ignorados por nosotros mismos.
Entre la perdida y la construcción de la identidad local
(El caso de Ixtapaluca)
Adeneli Canales López
“Para desarrollar sus identidades – dice Stephen Frosh (1999) – la gente echa
mano de recursos culturalmente disponibles en sus redes sociales inmediatas y en
la sociedad como un todo. Por consiguiente, las contradicciones y disposiciones del
entorno sociocultural tienen que ejercer un profundo impacto sobre el proceso de
construcción de la identidad”.
1.Cultura
Comenzaremos por definir el concepto de cultura que es más amplio y del
cual podemos encontrar diferentes definiciones, pero que es un concepto central
para el desarrollo del tema pues todo lo que hacemos en la vida cotidiana es una
expresión de la cultura. Pero lo que significa para una colectividad o para un indi-
viduo es lo que determina su esencia.
Este apartado se iniciara con una breve historia que Adam Kuper (2001) ela-
bora sobre la evolución del concepto de cultura (organización social del sentido,
interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas
o de representaciones compartidas, y objetivado en formas simbólicas, todo ello en
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contextos históricamente específicos y socialmente estructurados), en la cual expli-
ca que esta palabra tiene su origen en discusiones intelectuales que se remontan al
siglo XVIII en Europa.
Para comprender la diversidad de los conceptos sobre cultura, entre los años
de 1920 y 1950 los científicos sociales norteamericanos crearon aproximadamente
157 definiciones de cultura (Kuper, 2001). En el siglo XIX numerosos intelectuales
reconocen el plural del concepto cultura, que equivale a reconocer la no existencia
de una cultura universal y las diferencias de ver y vivir la vida por parte de los
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diferentes pueblos en el mundo. Durante siglos y aún hoy, este avance en el cono-
cimiento humano no ha sido suficiente y se ha intentado imponer la creencia de la
existencia de una cultura superior, ligada al término civilización y progreso, que
debe imponerse por deber, al resto de culturas consideradas inferiores.
En el avance del concepto de cultura, relacionado con lo interno del ser hu-
mano y no sólo con la organización político administrativa, al plural de la palabra
Entre la perdida y la construcción de la identidad local
(El caso de Ixtapaluca)
Adeneli Canales López
En los 50, la palabra cultura fue vista como un obstáculo para el progreso y
el desarrollo material, esta idea fue expresada de esta forma en el documento reali-
zado por expertos de Naciones Unidas en 1951: “Hay un sentido en que el progreso
económico acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales
deben ser erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los
lazos de casta, credo y raza deben romperse y grandes masas de personas inca-
paces de seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus expectativas de
una vida cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del
progreso económico” (OEA, 2002: 1).
que sólo una pequeña parte de ella puede ser percibida, mientras que la parte más
importante se oculta a la vista. La parte visible sería el aspecto explícito de la cul-
tura, este aspecto se manifiesta en las costumbres, tradiciones y valores que gobier-
nan las actividades y comportamientos de los miembros de una cultura. La parte
oculta equivale al aspecto implícito de la cultura el cual se puede inferir observan-
do los patrones recurrentes de conducta, pensamiento y actividad de los miembros
de una cultura (Asunción-Lande, 1997). Es preciso tener en cuenta este aspecto
implícito en la intervención orientadora y no limitarnos a los aspectos más visibles,
o “folklóricos” de las culturas.
2. Identidad
Cuando reflexionamos sobre el concepto de identidad, es innegable una pri-
mera aproximación con la idea del género. Pues desde su nacimiento el ser huma-
no se coloca en una disyuntiva que tiene que definir (hombre o mujer) ya que es de
Entre la perdida y la construcción de la identidad local
(El caso de Ixtapaluca)
Adeneli Canales López
Para finalizar este apartado se retoma la idea que Z. Bauman da sobre iden-
tidad en la que cita: “identidad no es ni un regalo ni una sentencia inapelable; la
identidad se construye y se puede (al menos en principio) construirla de distintas
maneras, no existirá sin ser construida de cualquier modo. La identidad entonces
es una tarea por cumplir, una tarea de la que no se puede escapar (Z. Bauman, 1993:
8).
3. La identidad local
inmaterial” (Romero Cevallos, 2005: 62). Tambien son parte de ella el patrimonio
material (centros históricos, paisajes, complejos arqueológicos, etc.).
el referente de identidad. Dicha identidad implica, por lo tanto, que las personas
o grupos de personas se reconocen históricamente en su propio entorno físico y
social y es ese constante reconocimiento el que le da carácter activo a la identidad
cultural. El patrimonio y la identidad cultural no son elementos estáticos, sino en-
tidades sujetas a permanentes cambios, están condicionadas por factores externos
y por la continua retroalimentación entre ambos”(Bákula, 2000: 169).
4. El caso de Ixtapaluca
Ixtapaluca es un municipio con un alto índice de inmigrantes, lo que ha
cambiado profundamente la fisonomía del lugar en lo físico, social y cultural. Uno
de los cuestionamientos es ¿Qué repercusiones de ambas cosas, migración y trans-
formación territorial en periodos muy cortos, pueden tener en la construcción de
identidades locales?, Desde esta perspectiva Ixtapaluca se presentó como una op-
ción para la investigación de este tipo de procesos, y sobre todo llamo la atención
el cómo se fomenta esta identidad local desde la educación básica primaria.
Así como algún día la lengua se convirtió en algo en común para todos, hoy
debe reagruparse la comunidad para defender mejor su identidad y sus intereses
particulares. “La sociedad no puede subsistir más que si existe entre sus miem-
bros una homogeneidad suficiente: la educación perpetúa y refuerza dicha homo-
geneidad” Durkheim E., 1975, p.52). En este aspecto la educación puede brindar
la oportunidad de que el alumno se apropie de los aspectos socio–culturales e 9
históricos del entorno inmediato que le rodea (Ixtapaluca) para reconstruir una
identidad homogénea en sus alumnos de nivel primaria.
Este aspecto también nos lleva reflexionar sobre uno de los pilares de la
educación propuestos por Jaques Delors y Juan Carlos Tedesco Aprender a vivir
juntos en donde podemos observar que asistimos fenómenos de individualismo a-
social y de fundamentalismo autoritario que comparten una característica común:
la negación de la dimensión política de la sociedad. Esta es la razón por la cual el
Entre la perdida y la construcción de la identidad local
(El caso de Ixtapaluca)
Adeneli Canales López
5. Conclusiones
El escenario mundial que nos rodea exige una toma de conciencia para per-
cibir la realidad que permea la interdependencia planetaria, las nuevas tecnologías
y su influencia en los ámbitos económico, científico, cultural y político que reviste
la globalización de las diversas actividades en el mundo contemporáneo. El conoci-
miento mutuo de las culturas del mundo por parte de un número creciente de sus
ciudadanos ha abierto nuevas perspectivas para la participación en el tráfico cul-
tural internacional. La idea de un solo mundo, un gran espacio cultural, ha sedu-
cido a múltiples generaciones de seres humanos sensibles, abiertos a la curiosidad
intelectual y a los desafíos creativos. La conciencia de que el conocimiento es un
bien repartido por toda la Humanidad y que éste se puede acumular y almacenar
selectivamente ha inspirado profundamente todo tipo de intercambios entre gru-
pos humanos de todas las épocas. Esta tendencia se traduce en una mundializa-
ción contemporánea que parece derribar barreras físicas y tecnológicas e incluso las
fronteras de los mitos y las lenguas. El problema no es tanto la de los movimien-
tos transculturales sino su invasión de los territorios profundos de la identidad, el
simbolismo cotidiano y la pérdida de las estructuras expresivas propias de cada
comunidad. El problema hoy es conjugar la deseable e inevitable mundialización
de las estructuras de intercambio y establecer unas reglas de juego que permitan
que sus efectos beneficiosos reviertan en el fortalecimiento de la distintividad de 10
las culturas y su crecimiento expresivo y creativo.
-Juan Rulfo-
Literatura Citada
Arizpe, L. 1989 “Cultura y Desarrollo. Una etnografía de las creencias de una co-
munidad mexicana”. UNAM, Colegio de México y Miguel Ángel Porrúa,
México. P. 273.
Burke, P., (1997). Historia y teoría social, México 2001, Editorial Instituto Mora.
viembre de 2001.
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