La imposibilidad de una Arqueología Virtual.

Reflexiones
teóricas acerca de la visualización computacional en
arqueología.
Juan A. Barceló, Oriol Vicente
Universidad Autónoma de Barcelona

RESUMEN. La interpretación de los datos arqueológicos requiere la integración de diferentes fuentes de

información: la forma de un objeto, el espacio necesario para trabajar correctamente, y las reglas de la
física que gobiernan las interacciones entre ellos y el medio. Por consiguiente, toda forma de
visualización por computador, para resultar realmente explicativa debe basarse en la interacción entre la
estructura física observable y una simulación de la acción del agente para las diferentes categorías de
evidencia arqueológica.
PALABRAS CLAVE: Visualización, Inteligencia Artificial, Simulación, Propiedades Visuales,
Reconstrucción

ABSTRACT. Interpreting archaeological data requires the integration of different information sources:
the shape of an object, the workspace it requires for working properly, and the rules of physics that
govern their interactions with each other and the environment. Therefore, if computer visualizations
should become really explicative, we need to integrate the interaction between the observable physical
structure and a simulation of agent action for different categories of archaeological evidence, we would
be able to predict past behavior.
KEY WORDS: Visualization, Artificial Intelligence, Simulation, Visual Properties, Reconstruction.

1. Visualizando el pasado en
el presente.
Durante años, artistas e ilustradores han
objeto, su tamaño, orientación, forma,
colaborado con la investigación
color, textura, posición espacial,
arqueológica para “reconstruir” todas
distancia, etc. Lo que “vemos” en un
esas cosas antiguas no preservadas en el
yacimiento arqueológico o en un museo
registro arqueológico, y han aportado a
no son más que los efectos materiales
la arqueología ilusiones del pasado.
del trabajo humano realizado en el
Lamentablemente, las “visiones
pasado. Las propiedades visuales de los
computerizadas” no han modificado
elementos materiales reconocidos como
esta actitud. Existen miles de
evidencias arqueológicas constituyen el
“reconstrucciones virtuales” de
resultado de una actividad social, que
monumentos y objetos antiguos y
produjo una transformación específica
prehistóricos, pero la mayoría de ellas
entre un estado previo (por ejemplo, un
resultan absolutamente inútiles.
montón de piedras) a un siguiente
Aunque los resultados de la arqueología
estado (una casa). Es decir, la acción
virtual no hayan sido muy exitosos, la
social tuvo lugar en una localización
arqueología real sigue siendo, en su
espacial y temporal precisa (suceso),
esencia, una disciplina visual. A través
dando como resultado una materialidad
de la percepción visual debiéramos
con unas propiedades de forma y textura
poder definir las propiedades de un
específicas, entre otras propiedades
visuales. El propósito de cualquier
explicación arqueológica debe ser el de
permitir la comprensión de las causas
dinámicas de las acciones sociales
tendiendo como punto de partida las
propiedades visuales del resultado final
del proceso.
En otras palabras, la arqueología debe
resolver la cuestión de por qué el
registro arqueológico observable es
como es en términos de cómo los
humanos lo produjeron Éste argumento
parte de la idea general de que la
arqueología debiera explicar los sucesos
acaecidos, y no limitarse a describir los
objetos percibidos. Deberíamos analizar
la evidencia arqueológica en el contexto
de la actividad social del pasado,
identificando las formas en que los
grupos humanos produjeron (o usaron)
los artefactos, las necesidades que
llevaron a ello y la historia de su
desarrollo. La investigación del
Patrimonio Cultural debería ser una
forma de resolver problemas causales.
El término “causal” ha sido definido
como “la forma en que una entidad
llega a ser lo que es”. En nuestro caso la
afirmación causal se refiere al proceso
de formación de la realidad percibida: el
trabajo humano, la actividad social que
ha depositado objetos en un lugar
concreto del espacio físico, la actividad
geobiológica que ha perturbado lo que
los humanos han depositado.
Nada tiene que ver esta manera de
“pensar” en arqueología con la simple y
vulgar “reconstrucción” ideal con la que
nos bombardean diseñadores e
infógrafos. Aunque la arqueología sea
una disciplina quintaesencialmente
visual, esto no significa que nuestro
objetivo se reduzca a “ver” el pasado en
el presente. El pasado no está hecho de
imágenes, sino que está definido por
distintas informaciones perceptibles –la
materialidad arqueológica- a la espera
de que un observador explique su
significado a partir del reconocimiento
y descripción de los objetos. La
información visual es una
representación inferida de una
materialidad. La visualización, que es el
resultado del proceso de percepción, es
solo un modelo, una representación de
algún aspecto de la realidad. La imagen
no es la respuesta al problema causal,
sino que la respuesta está contenida en
las relaciones que mantienen entre sí los
distintos elementos del modelo
visualizado. Es en este sentido que el
pasado resulta “imaginado”:
construimos la imagen, no c como una
interpretación, sino para poder
interpretarlo.
Con esto queremos decir que no es
posible “ver” en el presente un “muro”
que se construyó en algún momento del
pasado, sino que lo único que podemos
“ver” es algo que podemos llamar, de
forma subjetiva, un “muro”, a través de
nuestra experiencia acumulada. La
importancia es que hemos podido
detectar las variaciones en las
propiedades visuales del espacio físico
presente. Hemos podido percibir que las
diferencias entre el sedimento y la
acumulación de piedras siguen un
patrón regular, y que el límite puede ser
trazado siguiendo los límites de la
discontinuidad entre ambas áreas.
Deberíamos, entonces, explicar estas
características visuales produciendo un
modelo interpretativo de ellas.
2. Simulando el pasado en el
presente
La implementación de las asequibilidad
causal o de las potencialidades
funcionales en una máquina para tratar
de explicar lo que ésta “ve” es
comúnmente llamado “simulación
computerizada” de un proceso
causa/efecto. La historia sólo pasa una
vez. Sin embargo, en el ordenador, se
puede ejecutar una y otra vez. Podemos
explorar (al alterar las variables) toda la
gama de posibles resultados para
diferentes comportamientos. Podemos
comparar que hubiera pasado con los
parámetros introducidos en otro
ordenador y conocer la sociedad pasada
mejor que nunca. Cuando este tipo de
simulación funciona, el sistema
funciona de una forma determinada y
muestra ciertas conductas. La
simulación puede proporcionar una
prueba de los modelos y de las teorías
implícitas o simplemente permitir al
observador experimentar y registrar el
comportamiento del sistema. Mientras
el énfasis cambia al describir el
comportamiento de un sistema objetivo
con el fin de comprender los sistemas
sociales naturales, así también lo hace
el objetivo de la investigación durante la
observación y la experimentación con
posibles mundos sociales.
Obviamente, cualquier forma de simular
lo que ocurrió en el pasado requiere
conocer previamente el mecanismo,
que, habida cuenta de las propiedades
de los elementos constitutivos y del
entorno, haya dado lugar a los
fenómenos de interés. Dichos
mecanismos son entidades y actividades
organizadas de manera que resulten
productoras de cambios regulares desde
el principio o al empezar, hasta el fin o
cuando se terminen las condiciones.
Describen el proceso causal subyacente
a la actividad y, en consecuencia
trasladan la cuestión del porqué en la
del para qué. Obviamente la palabra
mecanismo es aquí una parábola de
como las intenciones sociales, los
objetivos y los comportamientos están
causalmente conectados. Se debería
explicar cómo la actividad social tuvo
lugar, en lugar de por qué los hechos
que contribuyen a estas actividades o
trabajos están ahí. En este sentido los
componentes necesarios para las
hipótesis en el ámbito social son los
productos (gente, bienes, información),
la producción (trabajo humano, la
acción social), y los acontecimientos (el
contexto en el que la producción tuvo
lugar), organizados de forma que sea
productora de algunos cambios
regulares o irregulares- desde el inicio-
hasta el fin o la extinción de las
condiciones.
Con los años, la simulación de cómo un
artefacto (un contenedor, un cuchillo,
una casa, un poblado, un paisaje) puede
ser utilizado ha atraído la atención de
muchas disciplinas computacionales,
incluyendo (pero no limitado a) la
robótica, la visión por ordenador, la
psicología, y la inteligencia artificial;
con el trabajo originario del
reconocimiento de la imagen y la
comprensión (espacial) del
razonamiento, la representación y el
aprendizaje. La idea parece ser
reproducir en qué grado los objetos
soportan la función que se les espera.
Como es obvio, la mera reconstrucción
“imaginada” no nos vale para simular el
pasado en el presente. No sólo debemos
vincular la imagen “imaginada” con el
mecanismo social original, sino que la
propia imagen debe resultar de la misma
acción del mecanismo en cuestión. No
es el arqueólogo o el ilustrador los que
deben imaginar el pasado, sino que
buscamos “visualizar” como un proceso
provocó cambios o transformaciones en
determinado contexto. Los cambios
finales se visualizan como imágenes,
pero también la actividad concreta
resumida en el mecanismo.
En general, el razonamiento acerca de
las funcionalidades de los artefactos
físicos depende de los siguientes
factores y sentidos:
 Forma: en cualquier objeto
arqueológico, la forma es un
factor decisivo para su eficacia.
 Planificación: las secuencias
apropiadas de las acciones son
fundamentales para el uso al que
fueron sometidos los objetos
arqueológicos en el pasado. La
 función del mismo generalmente
evidencia en qué tipo de
planificación participa.
 Física: para razonar acerca de la
interacción de una evidencia
arqueológica con otros objetos y
medir cómo afecta a los demás
artefactos, necesitamos tener una
comprensión básica de las
normas físicas que rigen los
objetos.
 Dinámica: El movimiento y la
dinámica de las relaciones entre
las partes de los objetos y entre
los objetos y sus objetivos
proporciona evidencias para una
correcta utilización.
 La causalidad: las relaciones de
causalidad entre las partes de los
objetos arqueológicos y sus
correspondientes efectos sobre
otros objetos físicos nos ayudan
a entender cómo los podemos
utilizar y por qué son eficaces.
 El Espacio de trabajo: Cualquier
elemento arqueológico necesitó
en el pasado suficiente espacio
para su uso. Y ese espacio es
determinable en términos del
contexto arqueológico en el que
se ubica la evidencia
arqueológica en cuestión
 Requisitos de diseño: El uso de
un objeto para lograr una tarea
conocida requiere una estrecha
interacción con el diseño general
de los objetivos y los requisitos
de la tarea a ejecutar.
Esta lista sugiere que el razonamiento
acerca de la interpretación funcional de
los elementos arqueológicos, así como
la identificación de sus propiedades
visuales de acuerdo a su disposición
para poder realizar una función concreta
en el pasado, requiere de una
investigación multidisciplinar que va
desde las técnicas de reconocimiento
por ordenador utilizados en la visión y
la robótica para el razonamiento, la
representación, y los métodos de
simulación en Inteligencia Artificial.
Muchos de los enfoques explicativos
que parten de la visión por ordenador,
no interactúan con los objetos y se
limitan a la contemplación de la imagen
para mostrar las que se consideran
apriorísticamente funcionalidades
propias de los objetos. Esto limita
enormemente los experimentos que
pueden hacerse con ellos, ya que sólo
son observadores que no pueden tener
ningún efecto sobre el medio. Muchos
modelos de esta categoría usan solo la
forma de un objeto para reconocer su
funcionalidad, a través de la idea de
que la forma de un objeto especifica su
funcionalidad. Es cierto que las
características de la forma de un objeto
nos aportan información sobre su
funcionalidad. Por ejemplo, un martillo
puede ser definido como un objeto en
forma de T con sus limitaciones
geométricas, que tiene una cabeza casi
perpendicular al mango y que el mango
esta posicionado prácticamente en el
centro de la cabeza. Pero un martillo no
puede ser entendido sin la relación
espacial que mantienen las partes y
subpartes, lo que implica que están
directamente relacionadas con la
“accesibilidad” al objeto. Necesitamos
una descripción jerárquica genérica a
diferentes niveles de los tipos de objetos
según la funcionalidad de sus
componentes. La funcionalidad se
deriva de una larga serie de atributos
geométricos y relaciones entre las
partes de un objeto.
Algo más avanzada seria la posibilidad
de vincular la información de la forma
de un objeto con las hipótesis sobre la
causalidad de los efectos observados.
Estos modelos usarían solo la forma de
un objeto como “input” pero esta
dependería de las relaciones causales y
aprenderían estas relaciones para
desarrollar modelos de funcionalidad.
Por ejemplo, un la descripción funcional
de una taza es algo parecido a: “una taza
es un tipo de objeto que es abierto,
estable y que se puede asir”. El
conocimiento semántico de “estable”,
“asible” y “abierto” estaría vinculado a
“taza” a partir de lazos causales. A
continuación, el sistema tratará de
demostrar que los requisitos funcionales
se siguen cumpliendo por la descripción
física e identificará al objeto.
Alternativamente, es posible construir
un modelo basado en la función, a partir
de una descripción de la estructura
física (forma) de sus antecesores,
nombrando ciertas disposiciones físicas.
En este sentido, tanto el artefacto como
sus antepasados son parte de una
historia reproductiva genética, y por
tanto productos de procesos. En algunos
casaos puede ser demostrado que la
estructura física del elemento es muy
similar a la estructura física de estos
ancestros, incluyendo las disposiciones
que corresponden a las propias
funciones atribuidas al artefacto. Solo la
malformación , y consecuentemente su
disfuncionalidad, es una excepción del
principio que afirma que la estructura
genética de la historia causal provee una
justificación parcial a la creencia de
que un artefacto A tiene la disposición
física (forma) que corresponde a la
función que se le asigna. Es evidente
que este enfoque no puede ser aplicado
en todas las circunstancias, porque es
erróneo en el caso de los nuevos objetos
y en la introducción de novedosos y
revolucionarios cambios, pero puede ser
válido para entender la historia causal (o
la reproducción “genética”) de una serie
de objetos conectados históricamente.
A través de la investigación de la
interacción con el modelo simulado,
esto es, producido por medio de un
mecanismo reconstituido, debiéramos
hacer hincapié en la verificación y
recuperación de las propiedades
materiales de la evidencia arqueológica.
La conclusión obvia es que esta
generalización de la funcionalidad
depende de la información usada para la
simulación. Por lo tanto, la inclusión de
varias propiedades en la representación
de un objeto beneficia tanto a la
adquisición de las propiedades como
conduce los aspectos relacionados con
el reconocimiento funcional y la
explicación. Deberíamos ampliar la
investigación funcional (1) usando
diferentes modelos de sensores para la
adquisición de las propiedades no
visuales (2) incorporar varias
propiedades materiales como parte de la
representación (3) usando la
interacción para verificar, adquirir, y
describir la funcionalidad de un objeto y
(4) extraer las características
funcionales para futuras interacciones y
reconocimientos funcionales. El proceso
explicativo puede ser aumentado a
través de la consideración de las
relaciones causales entre los objetos,
como los efectos predecibles u
observables de un objeto ejerciendo una
acción sobre otro. La explicación
funcional aparece entonces como un
encuentro entre artefacto e intención,
surgiendo cuando la configuración
física de un objeto permite que éste sea
usado para satisfacer el objetivo.