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La literatura era un medio para desarrollar el didactismo, que utilizaba al teatro como
género de mayor audiencia e influencia. El didactismo se practicaba mediante un
sistema de preceptos:
1. Una idea muy primitiva de la psicología del espectador teatral y la voluntad de
difundir y mitificar la ideología sustentadora de la organización social del
Antiguo Régimen.
2. El dogma de la “Imitación a la Naturaleza”. Ésta debe ser tratada de acuerdo a lo
que se define como su comportamiento general.
Otros preceptos importantes en el dogma neoclásico son la verosimilitud y el decoro,
junto con la unidad de lugar, tiempo y acción.
Existen dos conceptos desarrollados que reivindican otro tipo de valores y que reflejan
la dualidad del arte durante el siglo XVIII; son los de “Gusto” frente a la razón, y
“Sublimidad” frente a Belleza. Algunos filósofos contemporáneos como Hume o Hugh
Blair abogaban por la inferioridad de las reglas frente a la sensibilidad como facultad
humana llamada a juzgar el Arte, ya que las obras deben suscitar una respuesta
emocional a quien las percibe. En cuanto al concepto de Sublimidad y tomando a Kant
como ejemplo podemos encontrar esa dualidad característica del siglo; para él, el
mundo se divide en personas capaces de sentir lo sublime y capaces de sentir lo bello, y
la aptitud para lo sublime es síntoma de superioridad moral.
La terminología utilizada para designar este nuevo género teatral ya nos da una idea del
carácter híbrido que poseía; tales como: “drama”, “comedia sentimental” o “lacrimosa”,
“comedia seria” o “noble”, “tragedia doméstica” o “burguesa”.
Los protagonistas de este género son burgueses o populares, situados unas veces en el
tiempo histórico del espectador, y otras en el pasado; en situaciones reales o ficticias.
Se caracteriza por su sensibilidad y capacidad de desarreglo emocional: patetismo,
llanto, desesperación, furia, enajenación y demás pasiones semejantes.
El instinto guía la conducta hacia el bien, que se manifiesta especialmente en el amor
como garantía de justificación moral.
Los actores de la Comedia Sentimental debían superar el estatismo del teatro trágico
convencional para inspirar otras posibilidades escénicas que favoreciesen el efecto
moralizante que pretendía el género.
Dentro de estas tendencias en la poesía española del siglo XVIII cabría distinguir la
Post-barroca, la Rococó, la Ilustrada, la Neoclásica (en un sentido restrictivo no
tradicional de la palabra) y la Prerromántica.