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LA NEUROSIS Y EL ESTANCAMIENTO PERSONAL

Todo ser humano contiene en sí mismo la voluntad activa de crecimiento y desarrollo hacia la salud,
pues es parte esencial de su naturaleza humana. Nace con un impulso natural hacia su crecimiento o
plena realización de las potencialidades propias del ser humano, y sin embargo, solo una pequeña
porción de la población logra su identidad, individualidad y autorrealización.

La causa mas común en la interrupción de este impulso hacia la trascendencia es la neurosis,


considerada como esa clase de “enfermedad”, impedimento o atrofia que limita y conduce al
estancamiento del ser. Generalmente esta enfermedad es compartida y articulada en y con los demás y
por tanto transcurre inadvertidamente para la persona.

El problema parece radicar en la forma como la sociedad conceptualiza la salud y la enfermedad. Pero
¿Qué es normal? y ¿Qué es sano?....

Algunos investigadores al estudiar a las personas sanas, pasan de lo arbitrariamente normativo y lo


francamente personal, hacia las palabras objetivas y cada vez más descriptivas hasta llegar al punto tal
que hoy en día han desarrollado pruebas estandarizadas sobre la autorrealización, concluyendo que la
autorrealización es lo que la prueba examina.

Sin embargo, en el campo de la salud psicológica, se ha observado como los diversos enfoques y
paradigmas se han fundamentado en la tentadora descripción que resulta del hecho de proyectar sus
propios valores y hacer una descripción del ser desde lo que consideran a partir de lo que a su propia
óptica le gustaría que fuese el ser, o de lo que piensa que una persona debería ser.

Se tendría que luchar contra esta tentación todo el tiempo. Si se seleccionan personas para
investigación con base a un criterio personal de inclusión que es probable que presente errores de
muestreo, toda vez que la selección e inclusión de dichas muestras se basan en un criterio personal.

Existen muchas palabras que nos hablan de lo normativo, como por ejemplo, “maduro, evolucionado,
desarrollado, impedido, lisiado, etc.”, pero estos conceptos son tan extra psíquicos que no sirven para
explicar satisfactoriamente la calidad y nivel de la conciencia, funciones y fronteras de contacto o
habilidades subjetivas como la de apreciación estética, meditación o contemplación, percepción y
sensibilidad a las propias señales internas.

En el caso de las neurosis, observamos en general un patrón caracterizado por la pérdida o la no


realización de las capacidades y potencialidades humanas, las distorsiones cognoscitivas en la
evaluación de la realidad inmediata, pérdida del placer o anhedonia, de la alegría y del éxtasis, de la
competitividad, incapacidad de relajarse, debilitamiento de la voluntad, temor a la responsabilidad, y
sentimientos de soledad y vacío crónicos.

Desde el punto de vista médico se equipara a la neurosis a las úlceras, infecciones, lesiones, fracturas, o
tumores.

Desde el punto de vista humanista se considera la neurosis relacionada a los desórdenes espirituales,
pérdida de significado, dudas acerca de los objetivos de la vida, con la aflicción y el coraje, por la
pérdida de un amor, con la forma diferente de ver la vida, con la pérdida del valor o la esperanza,

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pérdida de la fe en el futuro, por el disgusto por uno mismo, con el reconocimiento de que nuestra vida
se esta desperdiciando o de que no hay posibilidades de alegría o amor.

Para ayudar a una persona a avanzar hacia una plena humanidad, se tiene que proceder a través de la
conciencia de la propia identidad, es decir llegar a ser consciente de lo que uno es biológica,
temperamental y constitucionalmente, de lo que es como miembro de la especie, de las propias
capacidades, deseos, y necesidades. Es una especie de fenomenología de la propia biología interna.

En la mayoría de las neurosis las señales internas se debilitan e incluso desaparecen por completo y/o
bien no son escuchadas o no pueden escucharse. Tenemos así a una persona vacía de experiencias.

La recuperación del yo debe incluir la recuperación de la habilidad de tener estas señales y


reconocerlas, la de saber qué y quién nos agrada o desagrada, qué es placentero y qué no lo es, cuando
comer y cuando no, cuando dormir, orinar y descansar.

La persona inexperta, la que carece de estas directrices interiores, de éstas voces del verdadero yo debe
recurrir a las señales exteriores como guía, por ejemplo, comer cuando el reloj indica que debe hacerlo
en vez de obedecer su apetito. Se guía por los reglamentos, calendarios, horarios, agendas y por las
sugerencias e indicaciones de otra gente.

EL COMPLEJO DE JONÁS

(Miedo a la propia grandeza, huída de nuestros mejores talentos)

Todos tenemos un impulso de mejorarnos hacía una mayor realización de nuestras potencialidades,
hacia la autorrealización, hacia la plena humanidad pero entonces, ¿qué nos detiene?

Tememos acerca de lo mejor de nosotros mismos, tanto como acerca de lo peor, de nuestras
posibilidades más elevadas, tenemos miedo de llegar a ser aquello que hemos vislumbrado en nuestros
más perfectos momentos.

No solo somos ambivalentes acerca de nuestras posibilidades personales más elevadas sino que
también estamos en perpetuo y universal conflicto respecto a esas mismas posibilidades elevadas en
otras personas y en la naturaleza humana en general y reaccionamos como si esas personas trataran de
hacernos sentir inferiores.

Pero este es un temor justificado a ser desgajado a perder el control, a ser destrozado y desintegrado
incluso a ser muerto por la experiencia. Se debe de estar conciente no solo de las posibilidades divinas
que uno encierra sino también de las limitaciones humanas existenciales. Para ello es necesario un
análisis consciente y el trabajo con las emociones.

Oscar Prettel B.

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