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ƠLa obligación de seguridad y su aplicación en la actividad médica en Colombiaơ

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¢s de señalar que en Colombia ha prevalecido por unanimidad la posición
jurisprudencial1 y doctrinal según la cual, la obligación de seguridad se materializa
como una obligación de resultado, lo cual trae importantes consecuencias en
materia de exoneración de responsabilidad y en la actividad probatoria de las
partes procesales. Bajo esta situación, surge la pregunta del problema de
investigación: en Colombia, ¿La obligación de seguridad tanto en el acto médico
como en la relación jurídica centro hospitalario-paciente tiene exclusivamente la
calidad de una obligación de resultado?

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 6
å.1.1.V Características generales.

å.1.2.V Naturaleza de la Obligación de Seguridad


å.1.å.V La obligación de seguridad en la actividad médica colombiana.
å.1.å.1.V Posición jurisprudencial.
å.1.å.1.1.V Consejo de ¢stado
å.1.å.1.2.V Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil.

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
1
Por parte de la Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil, se pueden traer a colación las siguientes
sentencias: Sentencia número 209, del 12 de septiembre de 1985. Proceso de José Heriberto Rodríguez
Latorre y otros contra la Sociedad Clínica de la Magdalena Ltda. Magistrado Ponente: Dr. Horacio Montoya Gil.
¢n: Gaceta Judicial, Tomo CLXXX, núm. 2419, pág. 407-426; Sentencia del 1° de febrero de 199å. Proceso de
Mario Ochoa Ochoa y otros contra la Residencia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hoy Congregación de
Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. ¢xpediente número å5å2. Magistrado Ponente: Dr.
Carlos ¢steban Jaramillo Schloss. ¢n: Gaceta Judicial, Tomo CCXXII, número 2461, pág. 28-42; Sentencia del
18 de octubre de 2005. ¢xpediente número 14491. Proceso de María ¢lva Palacios Marín contra Inversiones
Médicas de Antioquia S. A., en su calidad de propietaria del establecimiento de comercio ƝClínica Las Vegasƞ.
Magistrado Ponente: Dr. Pedro Octavio Munar Cadena. Por parte del Consejo de ¢stado, Sala de lo
Contencioso Administrativo. Sección Tercerase pueden traer a colación las siguientes sentencias; Sentencia de
21 de enero de 199å. Radicación 74å5. Proceso de María Rosalba Arbeláez de Rivera contra la Nación-
Ministerio de Salud-Departamento de Sucre-Hospital Regional de Sincelejo. Consejero Ponente: Dr. Daniel
Suárez Hernández; Sentencia del 28 de septiembre de 2000, radicación número 11405, acción de reparación
directa de Juan Bautista Guerrero Ramírez y otros contra la Nación-Ministerio de Defensa-Policía Nacional y el
Hospital Santo Domingo de Málaga. Consejero Ponente: Dr. Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez.
Sentencia del 11 de abril de 2002, expediente número 1å122, acción de reparación directa de Jorge Avelino
Torres Parra y otros contra el Hospital Universitario Federico Lleras Acosta de Ibagué. Consejero Ponente: Dr.
Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez; Sentencia del 27 de abril de 2006, expediente número 15å52, radicación
66001-2å-å1-000-1996-å26å-01, acción de reparación directa de María Alicia Gutiérrez Serna y otros contra la
Nación-Ministerio de Salud-Servicio Seccional de Salud de Risaralda-Hospital Departamental de Pereira.
Consejero Ponente: Dr. Ramiro Saavedra Becerra.
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    6
å.2.1.V Actos puramente médicos.
å.2.1.1.V Diagnóstico.
å.2.1.2.V Información.
å.2.1.å.V Consentimiento.
å.2.1.4.V Tratamiento.
å.2.1.5.V Postratamiento.
å.2.2.V Actos paramédicos.
å.2.å.V Actos extramédicos.

å6å6V Obligación de resultado.


å6"6V Obligación de medios.

"6V 7



La obligación de seguridad en la activiadad médica en Colombia puede ser
catalogada mixta, es decir, tener la naturaleza de algunos casos como obligación
de medio y en otros como obligación de resultado dependiendo de si se está frente
a actos puramente médicos, actos paramédicos o actos extramédicos, teniendo
como fundamento la aplicación de los principios generales del derecho de la
Ơbuena feơ y ƠAd impossibilia nemo teneturơ.

o6V %/

Del deber general de conducta de no dañar a otras personas (neminem laedere),
emana, en lo fundamental, la institución de la responsabilidad, que se concreta en
la obligación de resarcir o indemnizar los perjuicios que se causen de manera
injustificada a la integridad sicofísica o al patrimonio de otro sujeto. Hay distintas
maneras que el ordenamiento jurídico consagra con el fin de evitar causar daño a
los demás individuos, y de reparar integral y oportunamente las lesiones que se les
haya causado. Una de ellas, surgida hace ya bastante tiempo en el Derecho
¢uropeo, pero de escaso tratamiento en Colombia, es la obligación de seguridad,
conocida en otros países como deber de protección.

Así, en primera medida podemos establecer que la obligación de seguridad es


Ơaquella en virtud de la cual una de las partes del contrato se compromete a
devolver al otro contratante, ya sea en su persona o sus bienes, sanos y salvos a
la expiración del contrato, pudiendo ser asumida tal obligación en forma expresa
por las partes, impuesta por la ley, o bien surgir tácitamente del contenido del
contrato, a través de su interpretación en base al principio de buena feơ2.
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
2
VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, Roberto Antonio. La obligación de seguridad en la responsabilidad civil y ley de
contrato de trabajo. Rosario: Vélez Sarsfield, 1988, pág. 105-106.
Tradicionalmente, se ha entendido que la obligación de seguridad o deber de
protección únicamente existe cuando se estipula de manera expresa en un
determinado contrato o negocio jurídico, y también se considera que, por
naturaleza, es una obligación de resultadoå. ¢stas consideraciones no son del todo
ciertas, sin embargo, es generalizada la tendencia a considerar la obligación de
seguridad como manifestación del ejercicio de la autonomía de la voluntad, que
implica la consecución de un determinado objetivo o resultado para que pueda
predicarse su cumplimiento.

Un sector de la doctrina4 considera que la obligación de seguridad es un fenómeno


que busca traspasar al campo de la responsabilidad contractual, la reparación de
los daños producidos a la persona o al patrimonio, con ocasión de la ejecución del
contrato, ya que estos daños, tradicionalmente, habían sido del resorte exclusivo
de la responsabilidad extracontractual.

Debe recordarse que, dentro de las facultades derivadas de la autonomía de la


voluntad, las partes de un contrato pueden incrementar el alcance de sus
obligaciones mediante la inclusión de cláusulas accidentales (como por ejemplo,
las modificativas de responsabilidad contractual), pero también es cierto que nadie
está obligado a lo imposible (ad impossibilia nemo tenetur).

Por esta razón es que se predica la existencia de ciertos eventos en los que la
obligación de seguridad -o deber de protección- se entenderá cumplida cuando el
deudor emplea adecuadamente todos los medios idóneos y existentes que tenga a
su alcance, para tratar de conjurar un hecho amenazante o lesivo. ¢sto cobra una
importancia enorme cuando el sujeto sobre el que gravita la carga del
cumplimiento de la obligación de seguridad, es un profesional; y es aún mayor, si
se trata de un profesional de la salud.

¢n este punto es procedente establecer el carácter de obligación de medio o de


resultado5 de la obligación de garantía. Aunque la obligación de seguridad fue
concebida originalmente como una obligación de resultado, sin que hubiese lugar
para la excepción, hoy día no cabe duda de que es posible la ocurrencia de
eventos o consecuencias que son imposibles de precaver, de acuerdo con el
estado de la ciencia y de la técnica, y por ende, en ellos, la obligación de seguridad
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
å
Una postura que podría denominarse como Ơclásicaơ en relación con la obligación de seguridad, puede verse
en: PÉR¢Z VIV¢S, Álvaro. Teoría General de las Obligaciones. Volumen III, Parte Segunda. Bogotá: Temis, 2a
edición, 1955, pág. 16å-190; en relación con la responsabilidad de los médicos, cfr. PÉR¢Z VIV¢S, ob. cit.,
pág. 191-207.
4
TAMA  JARAMILL, Javier. Tratado de la Responsabilidad Civil. Tomo I. Bogotá: Legis, 2007, pág. 80-100.
5
Muy extensa ha sido la discusión sobre este tópico. Tradicionalmente, los criterios para distinguir cuándo una
obligación es de medio y cuándo es de resultado han sido tres: (i) el que las partes hayan acordado en
ejercicio de su autonomía; (ii) el que se derive de la naturaleza de la mencionada obligación, y (iii) el surgido
de la interpretación y de la integración del contenido contractual y obligacional por parte del juez o del árbitro,
cuando las partes no han dejado claro lo que pretenden satisfacer con la obligación.
es Ơmixtaơ. Así no puede ignorarse que en la actividad médica, y en general, en
todas las ciencias y técnicas, existen eventos que van más allá del conocimiento (o
estado del arte) que el ser humano tiene de ellas. Pero para procurar solucionar
estas dificultades, una herramienta útil consiste en la implementación de
regímenes especiales de responsabilidad, como los que existen en Francia. De
hecho, en Colombia, están sentándose las bases de uno de estos regímenes: el de
la responsabilidad de los profesionales.

Recientemente en Colombia se ha abierto paso el reconocimiento de un régimen


de responsabilidad de los profesionales, régimen que no implica la existencia de un
tercer tipo de responsabilidad apartado de la contractual y de la extracontractual,
sino un patrón de conducta más estricto y con un campo de aplicación específico,
que puede originar responsabilidad contractual o extracontractual.

Así se ha reconocido que, dentro de las obligaciones profesionales, hay unas de


carácter general y otras que son especiales. Las primeras son aquellas que el
profesional ha de cumplir frente al público en general, y su violación conlleva una
responsabilidad extracontractual.

Las segundas, las de carácter especial, son las que se originan en el contrato que
suscribe el profesional con un consumidor o cliente que puede ser profano o lego,
o puede ser otro profesional. ¢n tratándose de contratos entre profesionales y
profanos, la obligación especial se entiende incluida tácitamente en el contrato con
el fin de proteger a la parte débil -el consumidor, que por lo general carece de
información sobre el negocio, y no tiene un poder de negociación similar al del
profesional-, y también con el fin de obrar conforme a los dictados de la buena fe
(artículo 160å C. C. y 871 C. Co.).

La obligación de seguridad existe como obligación profesional general, cuando se


trata de la protección a terceros, y también como obligación profesional especial,
entendida en el sentido de que el profesional debe adoptar todas las medidas
razonables para evitar que con el desarrollo de su oficio, se quebrante la integridad
física o la salud del co-contratante o de los terceros6.

A partir del establecimiento de este régimen de responsabilidad, se ha abierto la


discusión acerca de si es posible hablar de obligaciones de seguridad en relación
con los médicos. Vázquez Ferreyra7 señala que las partes (médico y paciente)
pueden estipular esa obligación, pero también afirma que, cuando el médico está
ejerciendo la obligación principal del contrato de prestación de servicios médicos,
que es la de brindar al paciente un tratamiento adecuado tendiente a la curación
de sus dolencias, debe velar para que el cumplimiento de esa obligación esencial
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
6
SU¢SCÚN M¢LO, Jorge. Derecho Privado. ¢studios de Derecho Civil y Comercial Contemporáneo. Tomo I.
Bogotá: Legis, 2005, pág. 455-456.
7
VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 15å-157.
no cause un daño al paciente. He aquí una obligación de seguridad que no
proviene de una cláusula accidental, sino que emana de la naturaleza del contrato.

¢sa obligación es de medios, y por ende el paciente deberá probar la culpa del
profesional, es decir, su inobservancia de la lex artis. ¢sto como regla general; sin
embargo, en tratándose del empleo de instrumentos o cosas relacionadas con el
tratamiento, la obligación de seguridad será de resultado cuando el daño se causa
al paciente mientras está bajo el cuidado del profesional, con enseres defectuosos
o en mal estado, siempre y cuando esos defectos fuesen detectables o evitables
mediante una revisión previa. También será de resultado si un médico causa un
daño al paciente de manera intencional, con un objeto que no tenga relación con
el tratamiento8.

Habiendo dicho que el médico sí tiene una obligación de seguridad, que puede ser
de medios o de resultado, según sea el caso, ahora debe hacerse énfasis en la
relación entre el establecimiento o centro hospitalario, y el paciente. Hay que
comenzar haciendo referencia a la forma de vinculación contractual entre la
institución y el paciente. La doctrina moderna señala que se trata de un
ensamblaje contractual que vincula a la institución, al médico y al paciente, que se
encamina a una causa única (el tratamiento adecuado del paciente por parte de un
profesional) y que tiene como uno de sus elementos integradores a la obligación
de seguridad9. Sin embargo, otra tesis, más tradicional, señala que entre el
establecimiento y el médico se celebra un contrato que contiene una estipulación
para otro, la cual los vincula a ambos con el beneficiario, que sería el paciente10.

Sea cual fuere la postura adoptada, lo cierto es que la doctrina11 concuerda en que
la institución hospitalaria asume responsabilidad contractual frente al paciente por
las prestaciones que el médico tiene a su cargo, que, como ya se vio, son
predominantemente de medio. De otra parte, la institución también está obligada a
asegurar que los pacientes no sufrirán daño mientras permanezcan en sus
instalaciones; esta obligación sí es de resultado, y tiene una naturaleza similar a la
que se predica de ella en los contratos de transporte y de hospedaje.

¢sta obligación incluye los daños ocasionados por personal ajeno a la profesión
médica (v. g. vigilantes, aseadores) y por el personal que, en determinado
momento, no esté en ejercicio del acto médico frente al paciente.




VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
8
TAMA O JARAMILLO, ob. cit., pág. 1077-1080.
9
Cfr. T¢RRÉ, SIML¢R y L¢QU¢TT¢, ob. cit., pág.
10
Cfr. VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 157.
11
Cfr. VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 158; TAMA O JARAMILLO, ob. cit., pág. 1075-1077; T¢RRÉ, SIML¢R
y L¢QU¢TT¢, ob. cit., pág. 976-981.
6.V
CONC¢PTO

- NATURAL¢ZA ( y contenido)
Por tipo de actos
Actos médicos
Actos paramédicos
Actos extramedicos

Por el contenido de la prestación


ƦƦƦ.

Por obligados
Medico
Instituciones
Otros profesionales

- CONT¢NIDO :
Acto medico
Acto Paramedico
Acto ¢xtramedico
(ubicar inf nosocomiales)

- FU¢NT¢
Ley
Contrato

- INCUMPLIMI¢NTO OBLIGACION D¢ S¢GURIDAD


Responsabilidad Contractual ( Generalmente en el ámbito privado salvo
algunso casos de urgencias)
¢lementos Incluir causalidad material - imputación

Responsabilidad ¢xtracontractual (Generalmente en el ámbito del derecho


público ƛ ¢S¢Ss)
¢lementos Incluir causalidad material ƛ imputación

¢n este orden de ideas, es procedente en primera entrar analizar cuál es la


situación jurídica en Colombia de la obligación de seguridad tanto en el acto
médico como en la relación jurídica centro hospitalario-paciente.
De otro lado, se desarrollará una postura según la cual en la relación médico
paciente existe una verdadera obligación de seguridad a través de la cual existe la
prestación de no causar daño al paciente en el desarrollo de la obligación principal
de brindar al paciente un tratamiento adecuado tendiente a la curación de sus
dolencias. No obstante es de recordar que en Colombia la relación médico paciente
tiene como punto de referencia los postulados actuales de la lex artis, según lo
reconoce la ley 2å de 1981, lo cual trae como consecuencia la materialización de
una obligación de medio

¢n este orden de ideas, hoy día no cabe duda de que es posible la ocurrencia de
eventos o consecuencias que son imposibles de precaver por parte del médico, de
acuerdo con el estado de la ciencia y de la técnica, y por ende, en ellos, la
obligación de seguridad es Ơmixtaơ. ¢s de medios, en la medida en que debe
actuarse de una forma prudente, con observancia de los deberes y códigos de
conducta exigibles al deudor, y es de resultado en la medida en que el deudor no
tenga un comportamiento acorde a dichos parámetros.

86V  
9

 
¢l hecho del reconocimiento de un régimen de responsabilidad profesional en
Colombia que conlleva a que la obligación de seguridad en el acto médico tenga
obligaciones de medio y de resultado según el contenido de la prestación tendría
una relevancia en el ámbito procesal, ya que su posible acogida en materia
jurisprudencial podría morigerar la carga probatoria de los galenos bajo el hecho
de que el paciente en algunos casos tendría la carga de probar la culpa del médico
y éste podría exonerarse bajo el amparo del cumplimiento de la lex artis, cosa que
no sucede en la posición de una obligación exclusivamente de resultado. De otro
lado, en la relación jurídica institución hospitalaria ƛ paciente se podría distinguir
entre la responsabilidad contractual frente al paciente por las prestaciones que el
médico tiene a su cargo, que, como se señaló son predominantemente de medio
de la obligación de la institución de asegurar que los pacientes no sufrirán daño
mientras permanezcan en sus instalaciones, la cual generalmente puede
considerarse como una obligación de resultado.

:6V %

Del deber general de conducta de no dañar a otras personas (neminem laedere),
emana, en lo fundamental, la institución de la responsabilidad, que se concreta en
la obligación de resarcir o indemnizar los perjuicios que se causen de manera
injustificada a la integridad sicofísica o al patrimonio de otro sujeto. Hay distintas
maneras que el ordenamiento jurídico consagra con el fin de evitar causar daño a
los demás individuos, y de reparar integral y oportunamente las lesiones que se les
haya causado. Una de ellas, surgida hace ya bastante tiempo en el Derecho
¢uropeo, pero de escaso tratamiento en Colombia, es la obligación de seguridad,
conocida en otros países como deber de protección.
Así, en primera medida podemos establecer que la obligación de seguridad es
Ơaquella en virtud de la cual una de las partes del contrato se compromete a
devolver al otro contratante, ya sea en su persona o sus bienes, sanos y salvos a
la expiración del contrato, pudiendo ser asumida tal obligación en forma expresa
por las partes, impuesta por la ley, o bien surgir tácitamente del contenido del
contrato, a través de su interpretación en base al principio de buena feơ12.

Tradicionalmente, se ha entendido que la obligación de seguridad o deber de


protección únicamente existe cuando se estipula de manera expresa en un
determinado contrato o negocio jurídico, y también se considera que, por
naturaleza, es una obligación de resultado1å. ¢stas consideraciones no son del todo
ciertas, sin embargo, es generalizada la tendencia a considerar la obligación de
seguridad como manifestación del ejercicio de la autonomía de la voluntad, que
implica la consecución de un determinado objetivo o resultado para que pueda
predicarse su cumplimiento.

Un sector de la doctrina14 considera que la obligación de seguridad es un


fenómeno que busca traspasar al campo de la responsabilidad contractual, la
reparación de los daños producidos a la persona o al patrimonio, con ocasión de la
ejecución del contrato, ya que estos daños, tradicionalmente, habían sido del
resorte exclusivo de la responsabilidad extracontractual.

Debe recordarse que, dentro de las facultades derivadas de la autonomía de la


voluntad, las partes de un contrato pueden incrementar el alcance de sus
obligaciones mediante la inclusión de cláusulas accidentales (como por ejemplo,
las modificativas de responsabilidad contractual), pero también es cierto que nadie
está obligado a lo imposible (ad impossibilia nemo tenetur).

Por esta razón es que se predica la existencia de ciertos eventos en los que la
obligación de seguridad -o deber de protección- se entenderá cumplida cuando el
deudor emplea adecuadamente todos los medios idóneos y existentes que tenga a
su alcance, para tratar de conjurar un hecho amenazante o lesivo. ¢sto cobra una
importancia enorme cuando el sujeto sobre el que gravita la carga del
cumplimiento de la obligación de seguridad, es un profesional; y es aún mayor, si
se trata de un profesional de la salud.

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
12
VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, Roberto Antonio. La obligación de seguridad en la responsabilidad civil y ley de
contrato de trabajo. Rosario: Vélez Sarsfield, 1988, pág. 105-106.

Una postura que podría denominarse como Ơclásicaơ en relación con la obligación de seguridad, puede verse
en: PÉR¢Z VIV¢S, Álvaro. Teoría General de las bligaciones. Volumen III, Parte Segunda. Bogotá: Temis, 2a
edición, 1955, pág. 16å-190; en relación con la responsabilidad de los médicos, cfr. PÉR¢Z VIV¢S, ob. cit.,
pág. 191-207.
14
TAMA  JARAMILL, Javier. Tratado de la Responsabilidad Civil. Tomo I. Bogotá: Legis, 2007, pág. 80-100.
¢n este punto es procedente establecer el carácter de obligación de medio o de
resultado15 de la obligación de garantía. Aunque la obligación de seguridad fue
concebida originalmente como una obligación de resultado, sin que hubiese lugar
para la excepción, hoy día no cabe duda de que es posible la ocurrencia de
eventos o consecuencias que son imposibles de precaver, de acuerdo con el
estado de la ciencia y de la técnica, y por ende, en ellos, la obligación de seguridad
es Ơmixtaơ. Así no puede ignorarse que en la actividad médica, y en general, en
todas las ciencias y técnicas, existen eventos que van más allá del conocimiento (o
estado del arte) que el ser humano tiene de ellas. Pero para procurar solucionar
estas dificultades, una herramienta útil consiste en la implementación de
regímenes especiales de responsabilidad, como los que existen en Francia. De
hecho, en Colombia, están sentándose las bases de uno de estos regímenes: el de
la responsabilidad de los profesionales.

Recientemente en Colombia se ha abierto paso el reconocimiento de un régimen


de responsabilidad de los profesionales, régimen que no implica la existencia de un
tercer tipo de responsabilidad apartado de la contractual y de la extracontractual,
sino un patrón de conducta más estricto y con un campo de aplicación específico,
que puede originar responsabilidad contractual o extracontractual.

Así se ha reconocido que, dentro de las obligaciones profesionales, hay unas de


carácter general y otras que son especiales. Las primeras son aquellas que el
profesional ha de cumplir frente al público en general, y su violación conlleva una
responsabilidad extracontractual.

Las segundas, las de carácter especial, son las que se originan en el contrato que
suscribe el profesional con un consumidor o cliente que puede ser profano o lego,
o puede ser otro profesional. ¢n tratándose de contratos entre profesionales y
profanos, la obligación especial se entiende incluida tácitamente en el contrato con
el fin de proteger a la parte débil -el consumidor, que por lo general carece de
información sobre el negocio, y no tiene un poder de negociación similar al del
profesional-, y también con el fin de obrar conforme a los dictados de la buena fe
(artículo 160å C. C. y 871 C. Co.).

La obligación de seguridad existe como obligación profesional general, cuando se


trata de la protección a terceros, y también como obligación profesional especial,
entendida en el sentido de que el profesional debe adoptar todas las medidas

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
15
Muy extensa ha sido la discusión sobre este tópico. Tradicionalmente, los criterios para distinguir cuándo
una obligación es de medio y cuándo es de resultado han sido tres: (i) el que las partes hayan acordado en
ejercicio de su autonomía; (ii) el que se derive de la naturaleza de la mencionada obligación, y (iii) el surgido
de la interpretación y de la integración del contenido contractual y obligacional por parte del juez o del árbitro,
cuando las partes no han dejado claro lo que pretenden satisfacer con la obligación.
razonables para evitar que con el desarrollo de su oficio, se quebrante la integridad
física o la salud del co-contratante o de los terceros16.

A partir del establecimiento de este régimen de responsabilidad, se ha abierto la


discusión acerca de si es posible hablar de obligaciones de seguridad en relación
con los médicos. Vázquez Ferreyra17 señala que las partes (médico y paciente)
pueden estipular esa obligación, pero también afirma que, cuando el médico está
ejerciendo la obligación principal del contrato de prestación de servicios médicos,
que es la de brindar al paciente un tratamiento adecuado tendiente a la curación
de sus dolencias, debe velar para que el cumplimiento de esa obligación esencial
no cause un daño al paciente. He aquí una obligación de seguridad que no
proviene de una cláusula accidental, sino que emana de la naturaleza del contrato.

¢sa obligación es de medios, y por ende el paciente deberá probar la culpa del
profesional, es decir, su inobservancia de la lex artis. ¢sto como regla general; sin
embargo, en tratándose del empleo de instrumentos o cosas relacionadas con el
tratamiento, la obligación de seguridad será de resultado cuando el daño se causa
al paciente mientras está bajo el cuidado del profesional, con enseres defectuosos
o en mal estado, siempre y cuando esos defectos fuesen detectables o evitables
mediante una revisión previa. También será de resultado si un médico causa un
daño al paciente de manera intencional, con un objeto que no tenga relación con
el tratamiento18.

Habiendo dicho que el médico sí tiene una obligación de seguridad, que puede ser
de medios o de resultado, según sea el caso, ahora debe hacerse énfasis en la
relación entre el establecimiento o centro hospitalario, y el paciente. Hay que
comenzar haciendo referencia a la forma de vinculación contractual entre la
institución y el paciente. La doctrina moderna señala que se trata de un
ensamblaje contractual que vincula a la institución, al médico y al paciente, que se
encamina a una causa única (el tratamiento adecuado del paciente por parte de un
profesional) y que tiene como uno de sus elementos integradores a la obligación
de seguridad19. Sin embargo, otra tesis, más tradicional, señala que entre el
establecimiento y el médico se celebra un contrato que contiene una estipulación
para otro, la cual los vincula a ambos con el beneficiario, que sería el paciente20.

Sea cual fuere la postura adoptada, lo cierto es que la doctrina21 concuerda en que
la institución hospitalaria asume responsabilidad contractual frente al paciente por

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
16
SU¢SCÚN M¢LO, Jorge. Derecho Privado. ¢studios de Derecho Civil y Comercial Contemporáneo. Tomo I.
Bogotá: Legis, 2005, pág. 455-456.
17
VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 15å-157.
18
TAMA O JARAMILLO, ob. cit., pág. 1077-1080.
19
Cfr. T¢RRÉ, SIML¢R y L¢QU¢TT¢, ob. cit., pág.
20
Cfr. VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 157.
21
Cfr. VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, ob. cit., pág. 158; TAMA O JARAMILLO, ob. cit., pág. 1075-1077; T¢RRÉ, SIML¢R
y L¢QU¢TT¢, ob. cit., pág. 976-981.
las prestaciones que el médico tiene a su cargo, que, como ya se vio, son
predominantemente de medio. De otra parte, la institución también está obligada a
asegurar que los pacientes no sufrirán daño mientras permanezcan en sus
instalaciones; esta obligación sí es de resultado, y tiene una naturaleza similar a la
que se predica de ella en los contratos de transporte y de hospedaje.

¢sta obligación incluye los daños ocasionados por personal ajeno a la profesión
médica (v. g. vigilantes, aseadores) y por el personal que, en determinado
momento, no esté en ejercicio del acto médico frente al paciente.

;6V 0<
 
Determinar la procedencia o improcedencia de la obligación de seguridad como
obligación de resultado en los escenarios más habituales en que se desarrolla la
actividad médica, verbigracia, el acto médico y relación contractual entre la
institución hospitalaria y el paciente.

$#6V 7


¢l establecimiento de un régimen de responsabilidad profesional en Colombia
conlleva a que la obligación de seguridad en el acto médico tenga obligaciones de
medio y de resultado según el contenido de la prestación

$$6V %  &


Por las características del objeto de estudio y por la forma como se va a abordar
éste, se hará uso del paradigma positivista, toda vez que se estudiara la realidad
social a través de un marco conceptual con el fin de encontrar una posible solución
al problema planteado. ¢n este orden de ideas se recurrirá al método deductivo
con el fin de elaborar la formulación de la hipótesis y el método inductivo con el fin
de encontrar y seleccionar la información particular.

¢s de recordar que los paradigmas se materializan en las ciencias sociales a través


de diseños de investigación, es decir un conjunto de decisiones metodológicas que
establecerán la estrategia de estudio22.

  *

 

c'/)'2%)'c6.
    

Capitulo I. Antecedentes
Capítulo II. Noción y fundamento de la obligación de seguridad

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
22
¢LGU¢TA, María Francisca. La investigación en Ciencias sociales y jurídicas. Universidad de Chile. Facultad
de derecho. 2008. Pág. 110
Capítulo III. Requisitos de existencia, validez y eficacia de la obligación de
seguridad
Capítulo IV. Las tesis sobre la obligación de seguridad
Sección 1. La autonomía de la obligación de seguridad como herramienta
contractual
Sección 2. La subsunción de la obligación de seguridad en la prestación
principal
Sección å. La inclusión de la obligación de seguridad en la responsabilidad
extracontractual
Sección 4. Nuestro criterio
Capítulo V. Obligación de seguridad: ¿de medio o de resultado?
Sección 1. Criterio tradicional
Sección 2. Nuestra posición

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 9
  
Capítulo VI. La obligación de seguridad en el acto médico.
Capítulo VII. La obligación de seguridad de las instituciones hospitalarias.
Capítulo VIII. La obligación de seguridad en el caso de infecciones nosocomiales.

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6
Capitulo IX. Criterio de la Corte Suprema de Justicia sobre la obligación de
seguridad
Capitulo X. Criterio del Consejo de ¢stado sobre la obligación de seguridad

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6

4  

64  
 


CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA. S  e C  ó C. Se e  úmero 209, e
12 e e
embre e 1985. Pro eo e Joé Herbero Rorígez L orre y oro
o r  So e  C  e  M g e L . M gr o Po e e: Dr. Hor o
Mo oy G. ¢ : G e J  , Tomo CLXXX, úm. 2419,
ág. 407-426.

CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA. S  e C  ó C. Se e  e 1° e febrero


e 199å. Pro eo e M ro O o O o y oro o r  Ree  Ner
Señor e S gr o Cor zó , oy Co greg ó e Herm  Ho
  r  e
S gr o Cor zó e Jeú. ¢x
ee e úmero å5å2. M gr o Po e e: Dr.
C ro ¢eb J r o S o. ¢ : G e J  , Too CCXXII, úero 2461,

ág. 28-42.

CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA. S  e C  ó C. Se e  e 18 e o bre


e 2005. ¢x
ee e úero 14491. Pro eo e M r ¢ P  o M r o r
I ero e Mé  e A oq S. A., e    e
ro
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e be e o e oer o ƝC  L  Veg ƞ. M gr o Po e e: Dr. Pero
O  o M r C e .

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CONS¢JO D¢ ¢STADO. S  e o Co e oo A r o. Se ó Ter er .


Se e  e 21 e e ero e 199å. R  ó 74å5. Pro eo e M r Ro b
Arbeláez de Rivera contra la Nación-Ministerio de Salud-Departamento de Sucre-
Hospital Regional de Sincelejo. Consejero Ponente: Dr. Daniel Suárez Hernández.

CONS¢JO D¢ ¢STADO. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera.


Sentencia del 28 de septiembre de 2000, radicación número 11405, acción de
reparación directa de Juan Bautista Guerrero Ramírez y otros contra la Nación-
Ministerio de Defensa-Policía Nacional y el Hospital Santo Domingo de Málaga.
Consejero Ponente: Dr. Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez.

CONS¢JO D¢ ¢STADO. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera.


Sentencia del 11 de abril de 2002, expediente número 1å122, acción de reparación
directa de Jorge Avelino Torres Parra y otros contra el Hospital Universitario
Federico Lleras Acosta de Ibagué. Consejero Ponente: Dr. Alier ¢duardo Hernández
¢nríquez.

CONS¢JO D¢ ¢STADO. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera.


Sentencia del 27 de abril de 2006, expediente número 15å52, radicación 66001-
2å-å1-000-1996-å26å-01, acción de reparación directa de María Alicia Gutiérrez
Serna y otros contra la Nación-Ministerio de Salud-Servicio Seccional de Salud de
Risaralda-Hospital Departamental de Pereira. Consejero Ponente: Dr. Ramiro
Saavedra Becerra.























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(título muy amplio)


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¢s de señalar que en Colombia ha prevalecido por unanimidad la posición


jurisprudencial2å y doctrinal según la cual, la obligación de seguridad se materializa
como una obligación de resultado, lo cual trae importantes consecuencias en
materia de exoneración de responsabilidad y en la actividad probatoria de las
partes procesales. Bajo esta situación, surge la pregunta del problema de
investigación: en Colombia, ¿La obligación de seguridad tanto en el acto médico
como en la relación jurídica centro hospitalario-paciente tiene exclusivamente la
calidad de una obligación de resultado?
V

¢s de señalar que en Colombia ha existido una posición mayoritaria


jurisprudencial24 y doctrinal según la cual, la obligación de seguridad se materializa
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV

Por parte de la Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil, se pueden traer a colación las siguientes
sentencias: Sentencia número 209, del 12 de septiembre de 1985. Proceso de José Heriberto Rodríguez
Latorre y otros contra la Sociedad Clínica de la Magdalena Ltda. Magistrado Ponente: Dr. Horacio Montoya Gil.
¢n: Gaceta Judicial, Tomo CLXXX, núm. 2419, pág. 407-426; Sentencia del 1° de febrero de 199å. Proceso de
Mario Ochoa Ochoa y otros contra la Residencia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hoy Congregación de
Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. ¢xpediente número å5å2. Magistrado Ponente: Dr.
Carlos ¢steban Jaramillo Schloss. ¢n: Gaceta Judicial, Tomo CCXXII, número 2461, pág. 28-42; Sentencia del
18 de octubre de 2005. ¢xpediente número 14491. Proceso de María ¢lva Palacios Marín contra Inversiones
Médicas de Antioquia S. A., en su calidad de propietaria del establecimiento de comercio ƝClínica Las Vegasƞ.
Magistrado Ponente: Dr. Pedro Octavio Munar Cadena. Por parte del Consejo de ¢stado, Sala de lo
Contencioso Administrativo. Sección Tercerase pueden traer a colación las siguientes sentencias; Sentencia de
21 de enero de 199å. Radicación 74å5. Proceso de María Rosalba Arbeláez de Rivera contra la Nación-
Ministerio de Salud-Departamento de Sucre-Hospital Regional de Sincelejo. Consejero Ponente: Dr. Daniel
Suárez Hernández; Sentencia del 28 de septiembre de 2000, radicación número 11405, acción de reparación
directa de Juan Bautista Guerrero Ramírez y otros contra la Nación-Ministerio de Defensa-Policía Nacional y el
Hospital Santo Domingo de Málaga. Consejero Ponente: Dr. Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez.
Sentencia del 11 de abril de 2002, expediente número 1å122, acción de reparación directa de Jorge Avelino
Torres Parra y otros contra el Hospital Universitario Federico Lleras Acosta de Ibagué. Consejero Ponente: Dr.
Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez; Sentencia del 27 de abril de 2006, expediente número 15å52, radicación
66001-2å-å1-000-1996-å26å-01, acción de reparación directa de María Alicia Gutiérrez Serna y otros contra la
Nación-Ministerio de Salud-Servicio Seccional de Salud de Risaralda-Hospital Departamental de Pereira.
Consejero Ponente: Dr. Ramiro Saavedra Becerra.
24
Por parte de la Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil, se pueden traer a colación las siguientes
sentencias: Sentencia número 209, del 12 de septiembre de 1985. Proceso de José Heriberto Rodríguez
Latorre y otros contra la Sociedad Clínica de la Magdalena Ltda. Magistrado Ponente: Dr. Horacio Montoya Gil.
¢n: Gaceta Judicial, Tomo CLXXX, núm. 2419, pág. 407-426; Sentencia del 1° de febrero de 199å. Proceso de
Mario Ochoa Ochoa y otros contra la Residencia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hoy Congregación de
Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. ¢xpediente número å5å2. Magistrado Ponente: Dr.
Carlos ¢steban Jaramillo Schloss. ¢n: Gaceta Judicial, Tomo CCXXII, número 2461, pág. 28-42; Sentencia del
18 de octubre de 2005. ¢xpediente número 14491. Proceso de María ¢lva Palacios Marín contra Inversiones
Médicas de Antioquia S. A., en su calidad de propietaria del establecimiento de comercio ƝClínica Las Vegasƞ.
Magistrado Ponente: Dr. Pedro Octavio Munar Cadena. Por parte del Consejo de ¢stado, Sala de lo
como una obligación de resultado, lo cual trae importantes consecuencias en
materia de exoneración de responsabilidad y en la actividad probatoria de las
partes procesales. Bajo esta situación, surge la pregunta del problema de
investigación: en Colombia, ¿La obligación de seguridad tanto en el acto médico
como en la relación jurídica centro hospitalario-paciente tiene exclusivamente la
calidad de una obligación de resultado?

¢n este orden de ideas, es procedente en primera medida entrar analizar cuál es la


situación jurídica en Colombia de la obligación de seguridad tanto en el acto
médico como en la relación jurídica centro hospitalario-paciente.

De otro lado, se desarrollará una postura según la cual en la relación médico


paciente existe una verdadera obligación de seguridad a través de la cual existe la
prestación de no causar daño al paciente en el desarrollo de la obligación principal
de brindar al paciente un tratamiento adecuado tendiente a la curación de sus
dolencias. No obstante es de recordar que en Colombia la relación médico paciente
tiene como punto de referencia los postulados actuales de la lex artis, según lo
reconoce la ley 2å de 1981, lo cual trae como consecuencia la materialización de
una obligación de medio. ¢n este orden de ideas, el acto de los profesionales de la
salud estaría supeditado a un conjunto de acciones orientadas a la atención
integral del usuario con fundamento en una competencia profesional, lo cual queda
circunscrito por regla general a una obligación de medio, tal y como lo establece el
artículo 26 de la ley 1164 de 200725, siendo desarrollado este punto con mayor
detalle en el capítulo VI de este trabajo.

Por todo lo anterior, este trabajo está encaminado, en primer lugar, a la


determinación del estado actual de la obligación de seguridad; en segundo
término, a demostrar la relación que ella tiene con otros temas, como la tradicional
clasificación de las obligaciones de medio y de resultado, o el régimen general de
responsabilidad de los profesionales; y finalmente, al planteamiento de unos
criterios que permitan determinar la procedencia o improcedencia de la obligación
de seguridad en los escenarios más habituales en que se desarrolla la actividad
médica, toda vez que en la actualidad no cabe duda que es posible la ocurrencia
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
Contencioso Administrativo. Sección Tercerase pueden traer a colación las siguientes sentencias; Sentencia de
21 de enero de 199å. Radicación 74å5. Proceso de María Rosalba Arbeláez de Rivera contra la Nación-
Ministerio de Salud-Departamento de Sucre-Hospital Regional de Sincelejo. Consejero Ponente: Dr. Daniel
Suárez Hernández; Sentencia del 28 de septiembre de 2000, radicación número 11405, acción de reparación
directa de Juan Bautista Guerrero Ramírez y otros contra la Nación-Ministerio de Defensa-Policía Nacional y el
Hospital Santo Domingo de Málaga. Consejero Ponente: Dr. Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez.
Sentencia del 11 de abril de 2002, expediente número 1å122, acción de reparación directa de Jorge Avelino
Torres Parra y otros contra el Hospital Universitario Federico Lleras Acosta de Ibagué. Consejero Ponente: Dr.
Alier ¢duardo Hernández ¢nríquez; Sentencia del 27 de abril de 2006, expediente número 15å52, radicación
66001-2å-å1-000-1996-å26å-01, acción de reparación directa de María Alicia Gutiérrez Serna y otros contra la
Nación-Ministerio de Salud-Servicio Seccional de Salud de Risaralda-Hospital Departamental de Pereira.
Consejero Ponente: Dr. Ramiro Saavedra Becerra.
25
L¢ 1164 D¢ 2007 (octubre å) Diario Oficial No. 46.771 de 4 de octubre de 2007 CONGR¢SO D¢ LA
R¢PÚBLICA. Por la cual se dictan disposiciones en materia del Talento Humano en Salud
de eventos o consecuencias que son imposibles de precaver por parte del médico,
de acuerdo con el estado de la ciencia y de la técnica, y por ende, en ellos, la
obligación de seguridad es Ơmixtaơ.
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¢l Decreto 1011 de 2006, ƠPor el cual se establece el Sistema Obligatorio de
Garantía de Calidad de la Atención en Salud del Sistema General de Seguridad
Social en Saludơ, establece una definición de la obligación de seguridad en la
atención en los servicios de salud, estipulando en su artículo å numeral å que esta
obligación es Ơel con unto de elementos estructurales, procesos, instrumentos y
metodologías basadas en evidencias científicamente probadas que propenden por
minimizar el riesgo de sufrir un evento adverso en el proceso de atención de salud
o de mitigar sus consecuenciasơ (Subraya fuera de texto).

¢n aras de establecer si en las actividades que son consideradas como actos


médicos se pueden incluir la obligación de seguridad, es pertinente hacer las
respectivas distinciones de los conceptos Ơevento adversoơ y Ơproceso de atención
de saludơ señalados en la norma antes expuesta.

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¢n cuanto a evento adverso, la normatividad nacional y la jurisprudencia ha
definido la noción de este concepto. Así, en la Resolución 1446 de 20060 de
Ministerio de la Protección Social, ƠPor la cual se define el Sistema de Información
para la Calidad y se adoptan los indicadores de monitoría del Sistema Obligatorio
de Garantía de Calidad de la Atención en Saludơ, se establece en su anexo técnico,
en el ƠLineamiento para la Vigilancia de ¢ventos Adversos Trazadoresơ que deben
ser entendidos como eventos adversos Ơlas lesiones o complicaciones involuntarias
que ocurren durante la atención en salud, los cuales son mas atribuibles a esta
que a la enfermedad subyacente y que pueden conducir a la muerte, la
incapacidad o al deterioro en el estado de salud del paciente, a la demora del alta,
a la prolongación del tiempo de estancia ospitalizado y al incremento de los
costos de no-calidad. Por extensión, también aplicamos este concepto a
situaciones relacionadas con procesos no asistenciales que potencialmente pueden
incidir en la ocurrencia de las situaciones arriba mencionadasơ
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
26
Publicada en el 

09

 46271 de mayo 17 de !##=6Disponible en
http://www.minproteccionsocial.gov.co/vbecontent/library/documents/DocNewsNo150å4DocumentNo1768.PD
F. Consultada el 25 de septiembre de 2009, å:40 p.m.
Por su parte, el Consejo de ¢stado, en reciente jurisprudencia ha establecido que
el evento adverso es Ơaquel daño imputable a la administración por la atención en
salud y/u hospitalaria, que no tiene su génesis u origen en la patología de base del
paciente, y que puede desencadenar la responsabilidad de los prestadores del
servicio de salud ƛentendidos en sentido genéricoƛ, desde diversas esferas u
órbitas legalesơ27.

Así, se establece que los eventos adversos son todos los hechos acaecidos con
ocasión de la atención en salud, que causan determinado grado de daño al
paciente, cuyas causas se atribuyen principalmente a situaciones o circunstancias
distintas a la patología de base y las cuales tienen carácter involuntario, pero que
acaecen por actos negligentes o carentes de determinado grado de destreza (dado
éste por la lex artis o por alguna otra falencia procedimental de la institución
hospitalaria); una de sus principales consecuencias, en el escenario jurídico, es la
responsabilidad que estos eventos generan para los entidades que prestan los
respectivos servicios de salud.

Según la anterior exposición, y para efectos del presente análisis, los efectos
adversos de los que se habla ocurren con ocasión de los procesos prestación de los
servicios de atención de salud.

Para hablar de obligación de seguridad en el acto médico, primero se deben


distinguir entre los distintos actos que constituyen el proceso de atención en salud
e identificar que el acto médico es uno de los actos de este proceso.

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Habiendo establecido en este texto que efectivamente se puede hablar de
obligación de seguridad en el acto médico, ahora se entrará a analizar si esta
obligación es de medio o de resultado.

¢ste es un tema de no poca monta en relación con la obligación de seguridad en


los servicios de atención en salud. De hecho, las dos Altos Cortes que conocen de
estos temas de responsabilidad médica, a saber, la Corte Suprema de Justicia y el
Consejo de ¢stado, tienen posiciones distintas respecto al tema. ¢s de aclarar que
las dos posiciones se plantean acerca de la obligación de seguridad de las
instituciones hospitalarias (ver abajo).
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
27
CONS¢JO D¢ ¢STADO, SALA D¢ LO CONT¢NCIOSO ADMINISTRATIVO, S¢CCION T¢RC¢RA. Sentencia del
diecinueve (19) de agosto de dos mil nueve (2009). Consejero ponente: ¢NRIQU¢ GIL BOT¢RO. Número de
Radicación 76001-2å-24-000-1995-00079-01(177åå). Ver también Cf. Philippe Michel, Jean Luc Quenon, Anne
Marie de Sarasqueta, Olivier Scemama ƠComparison of three methods for estimating rates of adverse events
and rates of preventable adverse events in acute care hospitalsơ. Disponible en
http://www.errorenmedicina.anm.edu.ar/pdf/articulos/Michel_comparision.pdf Consultada el 25 de septiembre
de 2009, å:47 p.m.
Sin embargo, y de acuerdo al planeamiento de este trabajo, se podrían tomar las
diferentes argumentaciones en este respecto para analizar la obligación de
seguridad en el acto médico. ¢n este orden de ideas, se pretende analizar,
analógicamente, el carácter de la obligación de seguridad del acto médico, esto es,
si es esta obligación de medios o de resultados, fundamentalmente para
determinar la imputación de responsabilidad en cada caso así como la forma de
exoneración de la misma.

Retomando lo referido a las posiciones de las Altas Cortes frente al tema de la


obligación de seguridad de las instituciones hospitalarias, en resumen podríamos
señalar (más adelante se hace una exposición amplia de cada una de las
posiciones jurisprudenciales sobre el tema) que la Corte Suprema de Justicia
establece la relatividad del carácter de la obligación de seguridad; en otras
palabras, señala que si en la producción del daño el paciente no ha desempeñado
función activa alguna, la obligación de seguridad es de resultado, esto es, la única
forma de exonerarse de responsabilidad es demostrando la causa extraña en la
generación del daño; pero si en la producción del daño el paciente tiene un papel
activo, la obligación de seguridad deviene de medio, en la medida en que sólo le
puede ser exigido un comportamiento diligente y apropiado ƛ según los supuestos
de hecho concretos ƛ para evitar que la actuación del paciente cause
efectivamente un daño a éste, entendiéndose satisfecha esta exigencia cuando sea
demostrado que el daño fue causado por causa distinta a la negligencia, impericia
o imprudencia por parte del centro hospitalario28.

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  6

Así, se puede decir que, siguiendo la clasificación efectuada por Fernandez Hierro,
los servicios de atención en salud se dividen en i) Actos puramente médicos; ii)
Actos paramédicos, y iii) actos extramédicos29.

Los primeros hacen referencia a los actos ejecutados directamente por el médico
en su calidad de profesional de la salud, acreditado por una institución universitaria
para ejecutar actos específicos de su profesión.

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
28
CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 1° de febrero de 199å. Proceso de
Mario Ochoa Ochoa y otros contra la Residencia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hoy Congregación de
Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. ¢xpediente número å5å2. Magistrado Ponente: Dr.
Carlos ¢steban Jaramillo Schloss. ¢n: Gaceta Judicial, Tomo CCXXII, número 2461, pág. 28-42.
29
F¢RNAND¢Z HI¢RRO, José Manuel. Responsabilidad civil médico-sanitaria. ¢ditorial Aranza-di Pamplona,
1984. Págs 174-175.
Los segundos se refieren a los actos previos y posteriores al acto médico; son los
que obedecen, primero, a una preparación para la ejecución del acto médico y,
segundo, al seguimiento respectivo a la intervención médica en el paciente para
evaluar la evolución del tratamiento efectuado mediante el referido acto médico.
¢stos actos, como su nombre (paramédicos) lo indica, van en acompañamiento a
la actividad del médico, y generalmente son ejecutados por auxiliares del médico y
ejecutan actividades bajo las órdenes de este.

¢n cuanto a los últimos, esto es, los actos extramédicos, se refieren a todos
aquellos actos que no tienen una connotación que se relacione con la técnica
médica, pero cuya ejecución se hace necesaria para complementar cualquier
actividad relacionada con los actos médicos. Los principales actos extramédicos
son los servicios de hostelería, esto es, aquellos que sirven para mantener al
paciente en un centro hospitalario, ya sea porque el estado de salud del paciente
lo requiere, ya sea por prescripción del médico encargado del caso de dicho
paciente; son estos servicios de hostelería, entre otros, los de alojamiento y
manutención (alimentación, aseo, etc.). También se encuentran dentro de los
actos extramédicos todos aquellos actos tendientes a garantizar la seguridad e
integridad de los pacientes.

Según el análisis de este apartado, lo que interesa aquí es determinar si en el acto


médico hay una obligación de seguridad. Por lo anterior, se abordarán los actos
médicos y parámedicos, por tener relación directa con las actividades que
desarrollan los galenos. Los actos extramédicos se abordarán en el apartado
referente a la obligación de seguridad de las instituciones hospitalarias.

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 6
¢n cuanto a los actos médicos, se consideran estos como las actividades que
deben ser cumplidas por los profesionales en medicina, debidamente acreditados
como tales, para dar solución al caso que es puesto en su conocimiento. Así,
grosso modo, el acto médico puede ser cualquier actividad llevada a cabo por un
galeno ƛ así como por otro personal auxiliar bajo su mando y dirección ƛ, actividad
que se circunscribe dentro de la profesión médica, con el fin emitir un diagnóstico,
la prescripción de un tratamiento a un paciente para mejorar su salud. Así, el acto
médico es un acto complejoå0.

¢stos actos se conforman por varias etapas: i) el diagnóstico; ii) la información; iii)
el consentimiento; iv) el tratamiento, y v) el postratamientoå1.

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MARTIN¢Z RAV¢, Glbe y MARTIN¢Z TAMA O, Caalna. Re
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T¢MIS (00å). Bgá, Clba. Pag 48148å.
¢stos actos se conforman por varias etapas: i) el diagnóstico; ii) la información; iii)
el consentimiento; iv) el tratamiento, y v) el postratamientoå2.

¢n cuanto al m  , se establece que es el inicio del acto médico, mediante
el cual se establecen las causas que originan las dolencias del paciente que
originaron la consulta médica. ¢s una etapa que implica una revisión total o parcial
del paciente (dependiendo del grado de complicación del caso particular) mediante
el chequeo visual y/o el uso de determinados equipos tecnológicos que faciliten la
valoración del pacienteåå. ¢sta es una etapa que debe ser ejecutada con sumo
cuidado por parte del galeno. ¢n ciertos casos la participación y colaboración del
paciente es importante (en los casos en que el paciente está consciente mientras
se le practica la valoración médica) en la medida en que le debe indicar cuáles son
los tipos de malestares y dolores que le aquejan; sin embargo, el médico debe
tener en cuenta que en la valoración eventualmente podría emplear ciertos
instrumentos que deben ser empleados con el mayor de los cuidados, so pena de
causar daños a los pacientes (por ejemplo, en el caso de radiografías ƛ equipos de
rayos Xƛ, endoscopias ƛ endoscopios ƛ, entre otros), así como emplear ciertos
procedimientos que, no obstante haber certeza científica sobre sus resultados,
deben ser interpretados de forma acertada para conseguir el resultado que se
busca, y cuya certeza de obtención es casi garantizada (como en el caso de las
pruebas de sangre para identificación del grupo sanguíneo del paciente, o en el
caso de una interpretación de una radiografía). ¢n estos casos, cuando el resultado
del diagnóstico es cierto ƛ como en los casos de examen de sanguíneo ƛ, se puede
predicar la existencia de una obligación de seguridad de resultado, esto es, que no
es suficiente, en caso que acaezca un evento adverso, que el facultativo alegue
prudencia y diligencia en su actuación. ¢l uso de elementos o equipos defectuosos
o contaminados y, en general, situaciones que pudieron ser previsibles y evitables
que causen daño al paciente podrían violar la obligación de seguridad que le debe
el galeno a aquel. ¢ste tema será abordado más adelante.

La  
  hace referencia a la etapa en que el médico comunica al paciente
las novedades acerca de los trastornos o afecciones a su salud. ¢s deber del
médico informar en términos de fácil comprensión para el paciente así como
explicarle de forma suficiente para que el referido paciente sea consciente de la
levedad o gravedad de las afecciones que padece. Asimismo, se debe informar al
paciente, conforme el diagnóstico dado por el facultativo, de los diferentes
tratamientos a los que puede ser sometido en orden a curar sus trastornos de
salud, así como las consecuencias favorables y las eventualmente desfavorables de
dichos procedimientos.

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å2
MARTIN¢Z RAV¢, Gilberto y MARTIN¢Z TAMA O, Catalina. Re
onabilia Ciil ¢xtra ontra tal. ¢itorial
T¢MIS (200å). Bogotá, Colombia. Pag 481-48å.
åå
Ibí. Pag 481.
¢l R  se refiere al visto bueno que debe dar el paciente a los
procedimientos o tratamientos sugeridos por el galeno como apropiados para dar
cura a sus dolencias. ¢ste consentimiento debe tener en cuenta todas las
consecuencias, ya sean favorables o desfavorables, que puedan traer dichos
tratamientos y que el paciente manifieste si asume o no los riesgos de éstoså4. ¢n
este punto entra a jugar un rol de importancia capital el consentimiento informado,
esto es, la Ơautorizacin expresa, consciente, razonada, que da el paciente para
que el profesional pueda realizar o ejecutar el tratamiento o procedimiento que
considera adecuado ya sea quirúrgico o terapéuticoơå5. ¢s importante en la medida
en que se puede determinar si la obligacin de seguridad tiene un origen
contractual o extracontractual. Así, podría establecerse que, habiéndose celebrado
un contrato entre el médico y paciente (ver arriba relaciones contractuales y
extracontractuales en la relacin médico-paciente), las obligaciones están dadas
por el contenido de tal contrato, así como por la obligacin de seguridad que,
como ya fue dicho, está dada por la naturaleza del contrato, lo que no obsta para
que pueda ser expresamente pactada. ¢n este punto, se podría pensar que
cualquier actuacin efectuada por el médico que se aparte lo pactado, podría
generar responsabilidad civil extracontractual por cualquier desconocimiento de la
obligacin de seguridad que recae sobre el médico al haberse apartado de lo
estipulado en el contrato y que genere un daño o afectacin a la salud del
paciente. Se diría, igualmente, que en este caso la obligacin de seguridad sería de
resultado, esto es, que el médico debe asegurar que el estado de salud del
paciente no va a ser peor de lo que hubiera sido si hubiera actuado conforme lo
contratado; no eximiría de responsabilidad al médico la alegacin de diligencia y
pericia en lo actuado por fuera de lo pactado en el contrato. Sin embargo con la
nueva posicin de las altas Cortes Colombianas en principio está sería una
hiptesis de afectacin de derecho a la autonomía del paciente y no implicaría
necesariamente responsabilidad por la muerte o la afectacin de la salud.

V
¢l 
 , es el procedimiento a efectuar al paciente para la curación de sus
dolencias, previo consentimiento de ésteå6. ¢l tratamiento puede ser quirúrgico o
terapéutico. ¢ste es una etapa del acto médico tan sensible como las demás, con
el agravante que al paciente se le somete a procedimientos invasivoså7, en el caso
del primero, y a consumo de medicamentos o fármacos, en el caso del segundo.
¢n este punto la obligación de seguridad tiene un rol importante. ¢l médico debe
garantizar que se deben que, en el caso de tratamiento quirúrgico, los
instrumentos y aparatos médicos empleados en la intervención deben estar en
excelente estado y todas las situaciones de riesgo previsibles y evitables deben ser
tenidas en cuenta, para proceder al respecto; en cuanto a los medicamentos, se
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
å4
Ibíd. Pág 482.
å5
Ibid.
å6
Ibíd.
å7
Ibíd. Son aquellos procedimientos quirúrgicos que consisten en extirpar, retirar, parte de órganos y tejidos,
y que tienen que deteriorar o romper la piel u otros órganos.
debe garantizar que se deben suministrar fármacos en buenas condiciones. La
obligación de seguridad será de medio o de resultado, dependiendo del proceder
del médico (o del personal auxiliar) en este respecto.

Así, en la etapa del tratamiento es importante tener en cuenta la obligación que le


debe el facultativo al paciente en la ejecución de dicho acto. ¢sto implica que,
además de procurar todas las medidas de seguridad previsibles para que dicho
procedimiento ƛ sea terapéutico o quirúrgico ƛ se debe tener muy en cuenta el
diagnóstico de la enfermedad o dolencia del paciente, así como el consentimiento
que dé este al procedimiento a llevar a cabo. Lo anterior, porque un
desconocimiento de lo anterior podría traer como consecuencia, entre otras, un
incumplimiento de la obligación de seguridad, pero con la particularidad que en
estos casos de desconocimiento de ciertos requerimientos para la práctica de una
de las etapas del acto médico, la obligación de seguridad se torna de resultado,
esto es, que la diligencia y prudencia en la ejecución del acto médico equivocado,
no es óbice para predicar de este responsabilidad patrimonial por el daño que
pudiese ser causado al paciente.


¢n este punto es importante analizar una sentencia del Consejo de ¢stado, en el
que se analiza la responsabilidad de un facultativo por realizar un tratamientoå8
que desconocía lo establecido en el diagnóstico a una paciente y que se apartaba
de lo pactado para el respectivo procedimiento.

¢n este fallo del Consejo de ¢stado% , el Alto Tribunal establecía la falla en el


servicio médico, en el caso en que la paciente, Maria ¢lena Pulgarin Machado, por
causa de un accidente de trabajo sufría de una fuerte dolencia; según los
antecedentes del caso, la señora Pulgarín:

[Ʀ] sufri un accidente en el lugar de trabajo, que le produjo una lesin en la


rodilla derecha, razn por la cual debi acudir al Instituto de Seguros Sociales,
I.S.S., siendo atendida inicialmente por el doctor Mario Len Ramírez, quien le
practic una infiltracin para reducirle el dolor; sin embargo, como éste persisti,
hubo necesidad de enyesarla desde el tobillo hasta la altura media del muslo,
dictaminándosele una incapacidad de un mes.

¢l 18 de enero de 1.995 fue retirado el yeso de su pierna derecha, pero como no


present ninguna mejoría, la paciente fue remitida a la Clínica Pío XII, para
sesiones de terapia durante un mes, sin que su estado de salud mejorara. ¢n
consecuencia, se le recomend que se practicara una artroscopia, pues ésta le
garantizaba una recuperacin total.
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¢n este punto, ver el apartado anterior sobre Ơtratamientoơ, en el análisis de las etapas del acto médico.
Ver supra.
å9
CONS¢JO D¢ ¢TADO. ALA D¢ LO CONT¢NCIOO ADMINITRATIVA ¢ON T¢¢A. onsejera
ponente: M AM GU¢¢O D¢ ¢OBA. Bogotá, D.., dieciséis (16) de julio de dos mil ocho (200).
Actor: MAA ¢ ¢NA PU GAN MAHADO OTO. adicacin número: 66001-2å-15-000-1997-0å6å2-
01(16775).
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b.
¢n este caso, y conforme lo hemos expuesto, no es suficiente que el galeno alegue
ausencia de culpa como forma de exoneración de responsabilidad, aduciendo que,
no obstante se le operó la rodilla equivocada, la intervención quirúrgica fue
adelantada siguiendo todos los protocolos y procedimientos conformes con la lex
artis ad hoc. ¢n este caso, se ve la forma en que fue desconocida la obligación de
seguridad en el acto médico en comento. La obligación de seguridad, en este
caso, hubiera sido de medio, esto es, que el galeno tendría que haber puesto a su
disposición todos los medios para garantizar que se le brindaría la protección de su
persona en el procedimiento quirúrgico para que no sufriera más allá de lo
previsible por esta intervención, en el caso que el facultativo hubiera, en primera
medida, conocido con suficiencia el historial clínico de la paciente, y segundo,
hubiera actuado conforme los protocolos del caso.

Sin embargo, la actuación del galeno se alejó completamente de lo establecido en


el diagnóstico, y el tratamiento que practicó inicialmente se apartaba
completamente de lo pactado con la paciente. ¢n este caso, es decir, en vista de
este error craso, no puede el galeno alegar diligencia y prudencia en una actuación
que está por fuera del decurso normal del acto médico del caso concreto.

¢ste craso error es destacado por el Consejo de ¢stado cuando en la providencia


citada afirma que:

ƠƦesulta insólita e injustificada desde todo punto de vista, por no decir menos, la
equivocación en la cual incurrió el médico ortopedista Carlos Aturo saza Vallejo,
quien al parecer intervino quirúrgicamente a la señora Pulgarín Machado, sin ni
siquiera detenerse a revisar previamente la historia clínica de la paciente, pues si lo
hubiera hecho, habría advertido que ella presentaba un cuadro clínico en la rodilla
derecha, no en la izquierda41.

Por lo anterior, se ve acá un ejemplo de la complejidad del acto médico, y de la


necesidad de establecer la obligación de seguridad para proteger al paciente, en
cada una de las etapas de dichos actos, en su integridad, propendiendo, como
mínimo, en no sufrir daños más allá de lo previsto por la evaluación médica
respectiva. ¢sto es importante para establecer la complejidad del acto médico, y
la necesidad de, dentro de esa complejidad, establecer herramientas para blindar
al paciente de cualquier tipo de actuación médica dañosa. La complejidad del acto
médico es reconocida en esta sentencia, así:

ƠƦLa obligación de prestar asistencia médica es compleja, es una relación jurídica


total, compuesta por una pluralidad de deberes de conducta (deber de ejecución,
deber de diligencia en la ejecución, deber de información, deber de guardar
secreto médico, etc'. ¢se conjunto de deberes que conforma una trama, un tejido,
una urdimbre de la vida social responde a la idea de organización más que de
organismo en punto a la susodicha relación jurídico total (Ʀ' Por tanto, aquel
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42
Ibíd.
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intervención al paciente, el médico debe efectuar una vigilancia sobre el estado del
paciente, para que se pueda garantizar que todas las dificultades por las que
pueda pasar el paciente sean superadas44.

Lo anterior es importante en la medida en que se pueden identificar,


específicamente, cuándo se puede predicar la existencia de una obligación de
seguridad en el acto médico. La obligación de seguridad implica que el galeno
debe ejecutar su actividad médica teniendo en mente el deber de no causar daño
al paciente. ¢sta obligación se concreta en cada una de las etapas del acto médico
anteriormente descritas, en la medida en que, si bien la obligación de seguridad se
concreta de formas distintas, su objetivo y fin buscado sea el mismo, esto es, no
desmejorar el estado de salud del paciente.

¢n este punto es importante traer a colación la reciente sentencia del Consejo de


¢stado45, en la que respecto del punto acerca de las obligaciones de seguridad
hospitalaria en el acto médico se pronuncia para decir:

ƠAsí mismo, se hace claridad en que los daños derivados de: infecciones
intrahospitalarias o nosocomiales, la aplicación de vacunas, el suministro de
medicamentos, o el empleo de métodos terapéuticos nuevos y de consecuencias
poco conocidas todavía, constituyen lesiones antijurídicas que se analizan dentro
de los actos médicos y/o paramédicos, y que, por consiguiente, se rigen por
protocolos científicos y por la lex artis; en consecuencia, si bien gravitan de manera
cercana a la obligación de seguridad hospitalaria, no pueden vincularse con la
misma, motivo por el que en su producción no resulta apropiado hacer referencia
técnicamente a la generación de un evento adverso. Por el contrario, aquéllos
constituyen daños antijurídicos que tienden a ser imputados o endilgados ƛy así ha
sido aceptado por la mayoría de la doctrina y jurisprudencia extranjerasƛdesde una
perspectiva objetiva de responsabilidad, razón por la que no tendrá relevancia
jurídica la acreditación de que la entidad hospitalaria actuó de manera diligente o
cuidadosa, sino que lo determinante es la atribución fáctica o material del daño en
cabeza del servicio médico y sanitario brindado, asociado con el factor de riesgo
que conllevan las mencionadas circunstanciasơ.46


La lectura del argumento esgrimido por el Consejo de ¢stado se tiene que: i' los
daños derivados de las actividades llevadas a cabo con ocasión de la ejecución de
actos médicos ƛ y/o paramédicos ƛ se analizan desde la lex artis, así como con
sujeción a los protocolos científicos del caso; ii' estos hechos dañosos no deben
vincularse con la obligación de seguridad hospitalaria; iii' estos daños no deben
analizarse dentro de la categoría de eventos adversos; iv' los daños antijurídicos

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
44
Ibíd. Pág 48å.
45
CONS¢JO D¢ ¢STADO, SALA D¢ LO CONT¢NCIOSO ADMINISTRATIVO, S¢CCION T¢RC¢RA. Sentencia del
diecinueve (19) de agosto de dos mil nueve (2009). Consejero ponente: ¢NRIQU¢ GIL BOT¢RO. Número de
Radicación 76001-2å-24-000-1995-00079-01(177åå).
46
Ibíd.
imputados mediante responsabilidad objetiva no necesitan la acreditación de falta
de diligencia por parte de la entidad hospitalaria, por ser irrelevante para endilgar
responsabilidad.

Aunque dependiendo de la definición conceptual, en este orden de ideas los


eventos adversos pueden incluir hechos o actos diferentes a los actos médicos,
pero cuando el evento adverso incluya un acto médico, en principio se debe
manejar dentro del ámbito de la lex artis ad hoc; así, en caso de algún daño en
ese escenario, se habla de mal praxis, esto es, a la ocurrencia de situaciones cuyos
resultados originan perjuicios para el paciente, siempre que esto resultados
difieran de los que hubieran podido ser conseguidos por cualquier otro profesional
que hubiera seguido la lex artis de forma adecuada al caso particular. ¢n otras
palabras, la mal praxis constituye la antítesis de la lex artis, es decir, el galeno se
aparta de lo establecido en ésta en la ejecución de los actos propios de la actividad
medida ejercida sobre el paciente.

Si tenemos en cuenta lo arriba dicho respecto a la obligación de seguridad, se


puede predicar que su incumplimiento implica el acaecimiento de un evento
adverso para el paciente. Según lo anterior, podríamos decir que el evento adverso
generalmente es la consecuencia del incumplimiento de la obligación de seguridad
que se establece, en este caso, en la actividad prestacional de salud.

Según el argumento del Consejo de ¢stado, los daños ocurridos en la actividad de


atención de salud que se enmarquen dentro del acto médico se analizan por fuera
del marco del evento adverso. Según esto, ¿se podría decir que, si los daños
ocasionados en ejecución de actos médicos ƛ o que tengan su ocurrencia en el
contexto de un acto médico ƛ no se analizan dentro de los eventos adversos,
siendo éstos consecuencias del incumplimiento de la obligación de seguridad, no
hay obligación de seguridad en el acto médico?

¢n principio, la respuesta podría ser afirmativa, en el sentido de decir que no hay


obligación de seguridad en el acto médico por conceptualmente no enmarcarse
dentro de esta noción, conforme lo afirmado por el Consejo de ¢stado.

Sin embargo, en nuestro criterio, y tal como ha sido expuesto a lo largo del
presente trabajo, efectivamente existe una obligación de seguridad en el acto
médico.

Si atendemos la definición dada por el Consejo de ¢stado en la sentencia en


comento, el evento adverso no es ajeno al acto médico, en la medida en que
durante su ejecución, puede haber cabida a la ocurrencia de daños que afecten y
desmejoren el estado de salud del paciente, cuya causa sea distinta a su patología
de base.
¢s de reiterar que el evento adverso tiene causa distinta a la enfermedad o
afección del paciente; también es de nuestro criterio afirmar, sin embargo, que,
siendo ciertas situaciones dañosas ajenas a la patología de base, pueden acontecer
con ocasión del acto médico y pueden generar responsabilidad, sin que dicha
imputación de responsabilidad sea ajena a la noción de evento adverso.

Como vimos, el acto médico es un acto complejo, conformado por etapas de


diagnóstico, información, consentimiento, tratamiento, y postratamiento. ¢l
desarrollo de estas etapas tiene sus propias particularidades. Dichas
particularidades requieren, a su vez, que se tomen ciertas medidas de seguridad
para que con su ejecución se evite causar daño al enfermo. A modo de ejemplo se
estableció con anterioridad el caso de una toma de un examen de endoscopia, el
cual hace parte de la etapa de diagnóstico en la actividad médica. ¢n este caso por
ejemplo, podrían ocurrir hechos dañosos a causa del uso de elementos que no se
encuentran en el estado adecuado para ser usados en este tipo de procedimientos.
¢sta es una situación que, siendo ajena a la patología de base, causa daño al
paciente, y dicho daño se causó con ocasión de la ejecución de un acto médico.

Según esta concepción, la noción de evento adverso no es ajena al acto médico.


Se plantea, así, que el evento adverso se puede entender, a su vez, y a diferencia
de lo que plantea el Consejo de ¢stado, dentro de la mal praxis ƛ desconocimiento
de la lex artis ƛ ; en otras palabras, la obligación de seguridad puede ser
entendida como parte de la lex artis. Hay eventos que, siendo constitutivos de la
lex artis, tocan lo relativo a la seguridad que les debe ser garantizada a los
pacientes en la actividad de prestación de salud. Su no observancia, luego,
conllevaría al incumplimiento de la obligación de responsabilidad.

La obligación de seguridad en el acto médico, entonces, acompaña a la lex artis en


el desarrollo de la actividad de prestación de salud, en lo atinente al acto médico.
Así, además de la obligación de seguridad en los actos extramédicos (tratamientos
que no tienen que ver con la patología de base), se habla de la obligación de
seguridad en el acto médico, según ha sido expuesto en este apartado.

Se trae como complemento a los argumentos antes esgrimidos, una reciente ley
que establece, de forma expresa que la actuación médica de los profesionales de
la salud se debe regir por ciertas pautas de conducta que deben ser tenidas en
cuenta en cada caso particular. ¢sta es la Ley 1164 de 2007, ƠPor la cual se dictan
disposiciones en materia del Talento Humano en Salud.47ơ

Aquí es importante traer a colación el artículo 26 de la ley, que dice:

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VL¢ 1164 D¢ 2007 (octubre å), Diario Oficial No. 46.771 de 4 de octubre de 2007, CONGR¢SO D¢ LA
R¢PÚBLICA, Por la cual se dictan disposiciones en materia del Talento Humano en Salud.
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2.4/2/+20.)4
Retomando lo referido a las posiciones de las Altas Cortes frente al tema de la
obligación de seguridad de las instituciones hospitalarias, en resumen podríamos
señalar (más adelante se hace una exposición amplia de cada una de las
posiciones jurisprudenciales sobre el tema) que la Corte Suprema de Justicia
establece la relatividad del carácter de la obligación de seguridad; en otras
palabras, señala que si en la producción del daño el paciente no ha desempeñado
función activa alguna, la obligación de seguridad es de resultado, esto es, la única
forma de exonerarse de responsabilidad es demostrando la causa extraña en la
generación del daño; pero si en la producción del daño el paciente tiene un papel
activo, la obligación de seguridad deviene de medio, en la medida en que sólo le
puede ser exigido un comportamiento diligente y apropiado ƛ según los supuestos
de hecho concretos ƛ para evitar que la actuación del paciente cause
efectivamente un daño a éste, entendiéndose satisfecha esta exigencia cuando sea
demostrado que el daño fue causado por causa distinta a la negligencia, impericia
o imprudencia por parte del centro hospitalario48.

Lo importante de la posición de la Corte Suprema de Justicia es que la


determinación del carácter de medio o de resultado de la obligación de seguridad
es algo que no puede ser determinado con facilidad. Para el efecto, se señala que
el principal indicador para esta determinación es la voluntad de las partes. ¢n
defecto de esta manifestación expresa de voluntad de las partes contratantes
(médico-paciente), establecer el carácter de la obligación de seguridad deviene en
tarea espinosa, por lo que se emplean para el efecto criterios de aleatoriedad, es
decir, determinar cuál el fin último buscado por el acreedor. ¢n este punto, lo
importante en determinar si lo buscado por éste es la consecución de un interés de
carácter incierto, o por el contrario, si el objetivo buscado por el acreedor es una
prestación cierta y determinada. ¢n el primer caso, en presencia de un interés de
incierta consecución, se da una obligación de medios y sólo le es exigible una
actuación diligente en pos de la consecución del resultado, sin que la no obtención
del interés buscado constituya per se un incumplimiento contractual. ¢n el
segundo caso, por su parte, la obligación es de resultados, toda vez que el
resultado buscado por el acreedor es cierto, y son pocas ƛ en ocasiones, ninguna ƛ
las circunstancias aleatorias que harían fracasar el fin buscado por el acreedor49.
La anterior consideración informa la posición de la Corte Suprema de Justicia
respecto de la obligación de seguridad de un centro hospitalario psiquiátrico. ¢n
este punto, hacía la distinción entre las generalidades de la obligación de

VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
48
CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 1° de febrero de 199å. Proceso de
Mario Ochoa Ochoa y otros contra la Residencia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hoy Congregación de
Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. ¢xpediente número å5å2. Magistrado Ponente: Dr.
Carlos ¢steban Jaramillo Schloss. ¢n: Gaceta Judicial, Tomo CCXXII, número 2461, pág. 28-42.
49
¢n este sentido se pronuncio la Corte Suprema de Justicia en 2005. Ver CORT¢ SUPR¢MA D¢ JUSTICIA.
Sala de Casación Civil. Sentencia del 18 de octubre de 2005. ¢xpediente número 14491. Proceso de María ¢lva
Palacios Marín contra Inversiones Médicas de Antioquia S. A., en su calidad de propietaria del establecimiento
de comercio ƝClínica Las Vegasƞ. Magistrado Ponente: Dr. Pedro Octavio Munar Cadena
seguridad en instituciones hospitalarias generales y de la obligación de seguridad
en centros psiquiátricos; la diferencia principal radicaba en la inclusión, en caso de
los últimos, del deber de vigilancia y custodia, ya que hacía parte de la naturaleza
de la relación médico-paciente. ¢n este caso, la obligación de seguridad, en lo
referente a dicha vigilancia y custodia, es de resultado50.

Por su parte, el Consejo de ¢stado, en reciente jurisprudencia ha sentado una


posición distinta sobre el tema. Así, la Alta Corte considera que en materia de
responsabilidad médica, la obligación de seguridad es de medios, sin que pueda
hablarse de obligación de resultado alguna. ¢ste punto va a ser abordado con más
profundidad en el Capítulo VII de este trabajo. Por lo pronto, es importante decir
que en este punto que no hay cabida a este tipo de obligación, aun si se habla de
obligación de seguridad en casos en que es exigible el deber de control, vigilancia
y seguridad de los pacientes en casos de centros psiquiátricos.

¢s más, en una sentencia de julio de 2009, el Consejo de ¢stado estableció que


devenía irrelevante la distinción entre obligaciones de medio o de resultado para
endilgar responsabilidad en materia médica, principalmente, porque el resultado
no es ajeno a la obligación inicial51.



 9 

Según lo planteado por las Altas Cortes, existe obligación de seguridad en las
actividades hospitalarias cuyo incumplimiento genera responsabilidad para las
instituciones hospitalarias. Para el Consejo de ¢stado siempre es obligación de
medio, mientras que para la Corte Suprema es obligación de medios en el caso de
prestaciones cuyo interés es incierto, pero que se convierte en obligación de
resultado en casos en que el interés buscado por el acreedor está precedido, sin
por nulas, por escasas circunstancias azarosas que evitarían su ocurrencia exitosa,
siendo la participación del paciente en la ocurrencia del daño.


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Las anteriores consideraciones han abierto el debate acerca de la posibilidad de
entrar a considerar que en el ejercicio profesional de los médicos se puede
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50
Ibíd.
51
CONS¢JO D¢ ¢STADO, SALA D¢ LO CONT¢NCIOSO ADMINISTRATIVO, S¢CCION T¢RC¢RA. Sentencia del
ocho (8) de julio de dos mil nueve (2009). Consejero ponente: ¢NRIQU¢ GIL BOT¢RO. Número de expediente
166å9.
predicar la existencia de obligación de seguridad por parte de éstos. Tal como es
señalado por Vázquez Ferreyra52, las partes en la relación prestacional médica,
esto es, la relación, médico-paciente, la obligación de seguridad puede surgir por
el pacto expreso o por la naturaleza misma de la relación contractual. ¢n otras
palabras, puede ser afirmado que procede de la naturaleza de la relación
contractual médico-paciente la obligación de evitar cualquier tipo de daño o
afectación al paciente en el desarrollo del acto médico.

¢n este punto es importante establecer que la relación médico-paciente puede


tener un origen tanto contractual como extracontractual.
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Las se!ndas# las de ar3 ter espe ial# son las qe se ori!inan en el
ontrato qe ss ribe el profesional on n onsidor o liente qe pede
ser profano o le!o# o pede ser otro profesional. En trat3ndose de ontratos
entre profesionales & profanos# la obli!a in espe ial se entiende in lida
t3 itaente en el ontrato on el fin de prote!er a la parte débil -el
onsidor# qe por lo !eneral are e de infora in sobre el ne!o io# &
no tiene n poder de ne!o ia in siilar al del profesional-# & tabién on

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52
VÁZQUEZ FERRE RA# ob. it.# p3!. 15å-157.
el fin de obrar conforme a los dictados de la buena fe (artículo 160å C. C. y
871 C. Co.).

La obligación de seguridad existe como obligación profesional general,


cuando se trata de la protección a terceros, y también como obligación
profesional especial, entendida en el sentido de que el profesional debe
adoptar todas las medidas razonables para evitar que con el desarrollo de
su oficio, se quebrante la integridad física o la salud del co-contratante o de
los terceros5å. Sobre la obligación de seguridad es preciso citar estas
consideraciones del mencionado laudo y su Tribunal de Arbitramento:
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¢s por esto que se ha podido afirmar que es poco relevante, en materia de
responsabilidad civil médico-sanitaria, hacer distinción entre estos dos tipos de
regímenes de responsabilidad. Como ejemplos de lo anterior algunos
antecedentes en la jurisprudencia española que se expresa en este sentido. Así, el
Tribunal Supremo de ¢spaña, en sentencia del 7 de noviembre de 1990 estableció
que en materia de responsabilidad médica, el afectado puede acudir a los
preceptos de responsabilidad civil contractual o extracontractual, teniendo en
cuenta que estas dos formas de responsabilidad concurren. ¢l argumento principal
se basaba en que, además de las obligaciones propias del contrato, el médico
debía cumplir con la obligación de no dañar a otro. ¢n otra providencia del 24 de
mayo de 1995 establece la irrelevancia, en el caso respectivo, de determinar si la
relación entre el médico y el paciente es contractual, cuasicontractual o
extracontractual54.

Asimismo, en este trabajo la vinculación contractual o extracontractual entre el


médico y el paciente resulta ciertamente irrelevante para los efectos de la
determinación de la existencia de obligación de responsabilidad en el acto médico.
Se hará, en ocasiones, referencia a estos regímenes de responsabilidad cuando se
considere pertinente y solo con propósitos expositivos.


2  
 

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SU¢SCÚN M¢LO, Jorge. 1ere o -r o. ¢o e 1ere o C & Coer   Co e
or3 eo. )oo .
Bogo3: Leg, 2005,
3g. 455-456.
54
bí. -3g 51.
Las anteriores consideraciones han abierto el debate acerca de la posibilidad de
entrar a considerar que en el ejercicio profesional de los médicos se puede
predicar la existencia de obligación de seguridad por parte de éstos. Tal como es
señalado por Vázquez Ferreyra55, las partes en la relación prestacional médica,
esto es, la relación, médico-paciente, la obligación de seguridad puede surgir por
el pacto expreso o por la naturaleza misma de la relación contractual. ¢n otras
palabras, puede ser afirmado que procede de la naturaleza de la relación
contractual médico-paciente la obligación de evitar cualquier tipo de daño o
afectación al paciente en el desarrollo del acto médico.

¢n este punto es importante establecer que la relación médico-paciente puede


tener un origen tanto contractual como extracontractual.

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¢n cuanto a la
  
  , esta surge de un acuerdo de voluntades
entre el médico y el paciente, mediante el cual el primero, a cambio de una
contraprestación económica, se obliga a poner todos los medios necesarios y
requeridos para curar la dolencia que ameritó la consulta profesional médica.

¢n esta clase de relación contractual, la responsabilidad del médico está dada por
el incumplimiento de la obligación contraída en cuanto se refiere a la atención
médica que le corresponde.

¢n este punto es de importancia capital tener en cuenta que la relación contractual


médico-paciente es consensual, pero en algunos aspectos se desarrolla y se
especifica mediante un documento mediante el cual el paciente presta su
consentimiento para que le sean practicadas ciertos procedimientos, de los cuales
conoce sus eventuales riesgos, previa comunicación clara, por parte del médico, de
todas las implicaciones de tales procedimientos. ¢ste acto se conoce como
consentimiento informado.

Con respecto al centro hospitalario (sea público o privado) en el que sea


desarrollado el acto médico, éste también responde contractualmente por causa
del incumplimiento por la conducta de sus auxiliares, los cuales a su vez pueden
estar vinculados, a su vez, al centro hospitalario por vínculos contractuales.
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55
VÁZQU¢Z F¢RR¢ RA, b. ., pág. 15å-157.
¢n cuanto a la
   *

  , esta se establece cuando en ciertos
casos, sin mediar un acuerdo de voluntades entre el médico y el paciente ƛ o
cliente ƛ surge la obligación de atención médica. Uno de los ejemplos de lo
anterior es cuando el ingreso de un enfermo a un centro médico en estado de
inconsciencia, cuando es incapaz de manifestar su consentimiento, en caso de la
ocurrencia de algún siniestro. ¢n estos casos, tanto el médico como el centro
hospitalario en el que se presta la atención médica contraen una obligación de
atención en salud sin la mediación de un vinculo contractual56.

Asimismo, puede surgir una relación extracontractual entre el médico ƛ y/o la


institución hospitalaria ƛ y el paciente en situaciones que previamente habían sido
creadas por un acuerdo contractual entre las partes, es producido un daño por
parte del primero al segundo, surgido éste de una relación ajena a los servicios
contratados, o que relacionándose, es producto de una acción u omisión que el
médico debió haber previsto y haber evitado.
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BLAS ORBÁN, Carmen. Re
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